Apuntes Tema 2-10
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Apuntes Tema 2-10
Tema 2
Tercer Sector de Acción Social: defini-
ción, función y diversidad
En este tema se presenta el Tercer Sector (TS) como agente clave en la sa-
tisfacción de las necesidades en nuestra sociedad. Se pone el acento en aque-
lla parte de este que denominamos Tercer Sector de Acción Social (TSAS) en
tanto que aglutina a las organizaciones sociales privadas que tratan de apoyar
prioritariamente y de manera focalizada a los sectores de población en situa-
ción de exclusión y desigualdad. A lo largo de todo el tema se ahonda en la he-
terogeneidad del sector y cómo ello dificulta establecer definiciones y clasifi-
caciones.
En las primeras páginas se trata de justificar por qué es importante contar
con una definición del Tercer Sector y qué dificultades existen para ello. Des-
pués de mostrar las dos estrategias que se han utilizado hasta ahora para defi-
nirlo, se presentan cuáles son las funciones que habitualmente desempeña en
nuestra sociedad. En la parte final del tema se presentan algunos datos que
dan una fotografía aproximada del TSAS a nivel estatal.
invisibilizado y olvidado. Esto es algo que parece asentado entre quienes nos
dedicamos a las ciencias sociales, ya que siempre hemos puesto mucho em-
peño en identificar fenómenos y tendencias sociales para describirlas con de-
talle, analizar sus causas y consecuencias, y hacerlas evidentes para el con-
junto de la sociedad. Todo ello con el fin último de cambiar nuestra visión del
mundo y provocar transformaciones o cambios sociales.
Este es, por ejemplo, el caso del concepto de exclusión social, que no viene
sino a señalar que en nuestras sociedades los recursos y oportunidades se dis-
tribuyen de manera desigual. Claro que, exclusión social, como tal, hubo siem-
pre en todas las sociedades y todos los momentos históricos, solo que en la
actualidad adopta nuevas formas y manifestaciones que se han tratado de
aglutinar en torno a este nuevo concepto que sustituye a otros clásicos como
los de pobreza, marginación, lumpen o underclass (infraclase). Hoy en día es
habitual que en los medios de comunicación se hable de cifras y tasas de «ex-
clusión social», de personas que se encuentran en «situación o riesgo de exclu-
sión social», y que la población general se muestre alarmada por estos datos.
Algo similar ocurre con la idea y concepto de Tercer Sector. Desde que la
exclusión social y la desigualad se entienden como fenómenos sociales —y no
como algo natural o divino, y por lo tanto inevitable— han existido grupos de
personas que se han unido para dar una respuesta colectiva y organizada a es-
tas situaciones. Las organizaciones benéficas, filantrópicas, de socorro de po-
bres, casas de caridad o de auxilio de pobres —por señalar solo algunas— han
sido el germen de lo que hoy conocemos como Tercer Sector y de la disciplina
del Trabajo Social. Igual que siempre hubo exclusión social, siempre han exis-
tido organizaciones que, desde enfoques humanistas, caritativos o de clase,
han atendido a las personas que no han contado con los recursos suficientes
para vivir con dignidad.
Es muy frecuente escuchar entre las personas que forman parte de lo que
conocemos como Tercer Sector destacar que «siempre han estado ahí». Claro
que estas nuevas organizaciones sociales son muy diferentes a las de décadas
y siglos pasados. Ahora tienen objetivos y enfoques distintos, formas de orga-
nización más complejas, y cumplen un papel más poliédrico en nuestras so-
ciedades. A nadie se nos escapa además que en las últimas décadas han pro-
liferado estas organizaciones, y que, paradójicamente, lo han hecho en para-
lelo al desarrollo de los Estados de bienestar, quienes deberían hacerse cargo
de las desigualdades sociales generadas por el modelo social y económico ca-
pitalista. Probablemente una de las consecuencias más imprevistas del surgi-
miento de los Estados de bienestar haya sido el resurgimiento —o redescubri-
miento— de la sociedad civil y de la capacidad organizativa de la sociedad una
vez constatados los límites de la acción gubernamental.
GESTIÓN DE ORGANIZACIONES Y PROYECTOS
Algunos motivos por los que definir el Tercer Sector es importante para el
conjunto de la sociedad
Así pues, tenemos delante un fenómeno conocido, pero renovado. Del que
tenemos constancia además que cumple una función esencial en nuestra so-
ciedad. Merece la pena prestarle atención entonces.
Esta misma opinión la comparten muchas personas que se han dedicado
al estudio de los servicios sociales, el trabajo y la política social. Quienes sos-
tienen que lograr establecer una definición consensuada sobre qué es el Tercer
Sector y quién lo compone es una cuestión relevante desde muchos puntos de
vista, aunque en la literatura académica destacan dos factores por sobre el
resto (ver por ejemplo Enjolras et al., 2018).
Ha sido señalado, en primer lugar, que disponer de una definición precisa
de qué organizaciones e instituciones forman parte del Tercer Sector ayudaría
a popularizar y legitimar las actuaciones que desarrolla. De lo contrario, sus
intervenciones podrían quedar ocultas, restando importancia a un sector clave
en la satisfacción de las necesidades sociales y, en último término, limitando
sus posibilidades de crecimiento y expansión. En segundo lugar, conocer con
exactitud quienes lo componen permitiría desarrollar mejores políticas de
apoyo y articular mejor su función social. En otras palabras, ayudaría a dimen-
sionar y conocer qué tipo de necesidades atienden y cómo lo hacen para, a
continuación, organizar mejor las actuaciones entre las propias organizacio-
nes del Tercer Sector, y entre estas y los organismos gubernamentales. Esto
permitiría evitar duplicidades, solapamientos y huecos en la atención de la po-
blación más necesitada.
Una relectura de estas dos cuestiones nos puede llevar a concluir que de-
finir bien qué es el Tercer Sector sería, por lo tanto, importante para algunos
agentes sociales en particular, pero para toda la sociedad en general:
(1) En primer lugar, para las propias organizaciones sociales que confor-
man el Tercer Sector, en tanto que esto ayudaría a impulsar su proyec-
ción y crecimiento, y a incrementar su capacidad de ayudar a la pobla-
ción más desfavorecida.
(2) También, en segundo lugar, para quienes tienen responsabilidades po-
líticas en materia de bienestar, ya que así dispondrían de mayores re-
cursos con los que atender las necesidades y problemáticas sociales
aliándose y colaborando con estas organizaciones privadas para ello;
(3) Todavía más, para toda la ciudadanía, especialmente la más desfavo-
recida, puesto que un mayor crecimiento y articulación del sector de-
bería conllevar una reducción de las necesidades o situaciones proble-
máticas desatendidas.
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
Una forma de visualizar el espacio que ocupa el Tercer Sector y que goza de
gran consenso es la propuesta de Pestoff (1992). Mediante el cruce de tres ejes
de variables (informal/formal, lucrativo/no lucrativo, público/privado) se ob-
tiene una representación aproximada de los elementos clave que diferencian a
cada uno de los sectores (ver Figura 1). De todo ello se desprende que las or-
ganizaciones del Tercer Sector se caracterizan por ser privadas, no tener ánimo
de lucro, y por ser aquella parte de la sociedad más formal y organizada.
Estas han sido consideradas como las características nucleares o centra-
les de las organizaciones del Tercer Sector y sobre las que existe mayor con-
senso internacional (Salamon y Sokolowski, 2018). Según se ponga el acento
en uno u otro factor así se han denominado las organizaciones que venimos
incluyendo en el Tercer Sector. Hablamos con frecuencia de Organizaciones
No Gubernamentales (ONGs), Organizaciones No Lucrativas (ONLs), Organi-
zaciones Comunitarias (OC), u Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). En
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
1
Sin duda, si una organización gestiona subvenciones o fondos públicos deben em-
plearlos para el fin que fue establecido por la administración financiadora, quien ade-
más puede ejercer un control muy estricto de su uso. No obstante, la decisión de con-
currir a esa subvención es fruto de la propia autogestión de las organizaciones.
2
En algunos países el marco legal permite obligar a personas que ha cometido algún
delito menor a prestar algún servicio comunitario o como alternativa al servicio militar
obligatorio. No es el caso de nuestro marco jurídico, donde para imponer esta pena
debe de haber una aceptación por parte de la persona enjuiciada.
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
Respecto a este último punto, no hay que confundir voluntarismo con el vo-
luntariado. Aunque esta última sea una forma de participar en las organizacio-
nes del Tercer Sector muy frecuente (ofreciendo tiempo sin recibir remunera-
ción alguna), no es la única. También se puede hacer profesionalmente, reci-
biendo una retribución por ello. De hecho, cada vez hay más organizaciones
que no cuentan con personas voluntarias entre sus filas, bien porque conside-
ran que las actuaciones que desarrollan deben de estar desarrolladas exclusi-
vamente por personas profesionales, bien porque les resulta complicado cap-
tar personas voluntarias. No falta quienes sostienen que cada vez vivimos en
sociedades más individualistas y obsesionadas con ocupar el tiempo solo en
actividades productivas o consumistas. Como ha señalado Rodríguez Cabrero
(2003, p. 37), «el hecho de que muchas entidades sociales no tengan volunta-
riado no implica que no puedan ser denominadas organizaciones voluntarias
ya que tal denominación se justifica en la libre voluntad organizativa de la so-
ciedad civil».
Por otro lado, y siguiendo de nuevo a Salamon y Sokolowski (2018), para
que una organización sea considerada como parte del Tercer Sector debe (6)
perseguir la consecución de un fin social o público, lo que podría entenderse
como consecuencia derivada de su carácter no lucrativo. Se trata de priorizar
la producción de bienes públicos u otros beneficios sociales o medioambien-
tales de valor para el conjunto de la sociedad. Las preocupaciones más habi-
tuales giran en torno a los conceptos de salud, bienestar, educación, derechos
humanos y civiles, superación de las desigualdades, promoción del empleo, la
búsqueda de justicia social, etc. Este podría ser considerado un criterio extra
—el sexto— a los de Johns Hopkins.
Esta es la estrategia más popular en la actualidad para definir el Tercer Sec-
tor y tomada como base para realizar algunas de las definiciones más popula-
res en nuestro contexto. Así, por ejemplo, siguiendo muchas de las cuestiones
antedichas, en nuestro país, Pérez Díaz y López Novo (2003, p. 53) señalan que:
del Tercer Sector todavía existen dudas sobre si algunas en particular podrían
llegar a formar parte de este, por cumplir la mayoría de estas si no todas. En
función de la rigidez con la que se interpreten antedichas características se las
considera excluidas del Tercer Sector, candidatas a su inclusión, parte inte-
grante del mismo, u organizaciones «satélite» que gravitan en torno al concepto
del Tercer Sector.
Entre las organizaciones habitualmente puestas «en duda» se encontrarían
las cooperativas y las mutuas. Tanto las cooperativas como las mutuas (ambas
organizaciones privadas, formales y autogobernadas) están muy próximas a
los principios de interés común (desarrollo económico de una comunidad
dada, protección frente a accidentes laborales y problemas de salud de pobla-
ción trabajadora, por ejemplo) y ausencia de ánimo de lucro. Esto no siempre
es así, como el caso de las cooperativas operando en sectores productivos
(como la industria), ya que buscarían obtener beneficios y repartirlos. También
sería el de las mutuas que en países como el nuestro son un instrumento más
del sistema de protección social (cuya participación es obligatoria).
Por otro lado, cada vez son más comunes las denominadas empresas so-
ciales que unen propósitos sociales y éticos con métodos y estrategias de mer-
cado para alcanzarlos, y que no renuncian a cierto lucro o a la inversión de
parte de sus beneficios en la economía financiera. También se han mostrado
dudas acerca de la idoneidad de incluir como parte integrante del Tercer Sector
a los movimientos comunitarios3, ya que su aportación a los sistemas de bie-
nestar está en un creciente debate por su potencial para la satisfacción de ne-
cesidades sociales (Zuñiga, 2020). La regla habitual es no incluir ninguna de las
organizaciones anteriores entre las entidades del Tercer Sector, aunque sí ocu-
rre con algunos casos particulares de cooperativas con fines sociales y empre-
sas de inserción social.
3
Según Zuñiga (2020, p. 203), una definición operativa de las comunidades podría
ser la de «un proceso (o varios) de participación que se desarrolla en un espacio
físico determinado en el que las personas y grupos que interactúan en el mismo
desarrollan un componente psicológico de pertenencia/reciprocidad»
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
Garantiza un nivel mínimo de atención a toda la ciudadanía, inde- Más que erradicarlas, ofrece un nivel sostenido de desigualdades.
pendientemente de sus recursos económicos. Limita la libertad de elección por que solo hay un proveedor de servi-
Funciona bajo la lógica de derechos, contraria a la graciabilidad. cios.
Aporta los beneficios de la competitividad, por lo que sería más Funciona bajo lógicas de coste-beneficio, por lo que no interviene
Mercado
eficiente y ofrecería mejores servicios. ante todas las necesidades, solo las más rentables.
Permite mayor libertad de elección al aumentar las opciones dis- Se limitan a promover el bienestar de su clientela, no al de toda la
ponibles. ciudadanía.
Se caracterizan por su espontaneidad, cercanía y rapidez a la hora En momentos de crisis, cuando más se precisan, pueden llegar a
Primarios
Aportan de manera natural apoyos instrumentales, pero también La población tiende a relacionarse con personas con mismo estatus,
emocionales, psicológicos, etc. por lo que su capital social, económico y relacional también es limi-
tado.
Aprovechan la participación libre, voluntaria y solidaria de las per- Prioriza la atención de sectores de población afines a las organiza-
sonas para responder a las necesidades sociales. ciones (corporativismo).
Sector
Tercer
Su cercanía a la población les permite detectar muy rápido las Interviene desde lógicas paternalistas, graciables y asistencialistas.
consecuencias de las desigualdades sociales y dar respuestas
ágiles
del Tercer Sector esto no ha impedido que se hayan adoptado distintas estra-
tegias para ello. Las propuestas en este sentido a lo largo de las últimas déca-
das han sido múltiples. La más clásica, establecida en la mitad del siglo XX por
Beveridge (1948), proponía una clasificación dicotómica: por un lado, aquellas
que trabajan en la satisfacción de las necesidades de sus integrantes y, por
otro, las que se lanzan a dar satisfacción a grupos desfavorecidos de manera
altruista. Por su parte Rose (1970), también desde una lógica dual, diferen-
ciaba igualmente entre los grupos creados para la satisfacción de las necesi-
dades de sus propios miembros, pero ubicando en la otra cara de la moneda a
aquellos otros grupos que tratan de ejercer alguna influencia para transformar
la sociedad. Esta lógica fue ampliada más tarde por Hoekendijk (1986) quien,
siguiendo principalmente la clasificación de Beveridge, fijó varias subcatego-
rías de organizaciones y grupos voluntarios4. En tanto esta última ha sido una
clasificación muy popular, ha mantenido vigente incluso hasta nuestros días
estas clasificaciones de corte dual, segmentando a las organizaciones del Ter-
cer Sector en función de si establecen objetivos hacia terceros o el conjunto
de la sociedad, o si lo hacen para sus propios miembros.
A partir de los años ochenta y noventa del pasado siglo cuando se comien-
zan a popularizar las clasificaciones que tratan de superar esta visión dual. En
estas se recoge ya el creciente papel que las organizaciones del sector adquie-
ren en el marco de los estados de bienestar y su progresiva incorporación a la
prestación de servicios. García-Roca (1996) distingue en este sentido entre: el
asociacionismo ciudadano, aquellas asociaciones orientadas a prestar apo-
yos útiles a la comunidad de manera altruista; el cooperativismo social, en re-
ferencia a las organizaciones que desarrollan servicios con finalidad altruista
y solidaria; y organizaciones de voluntariado, que colaboran en beneficio de los
demás no siempre a través de servicios predefinidos.
El aumento de las necesidades sociales y la expansión del sector a finales
del siglo XX también deja su impronta en estas clasificaciones, por lo que em-
piezan a incluir entre sus criterios —o utilizando como criterio central— los
ámbitos o esferas de intervención de las organizaciones del sector (Gutiérrez-
Resa, 2010). Una de las clasificaciones más populares y extendidas es em-
pleada en la categorización de entidades no lucrativas, empleada en los estu-
dios de Naciones Unidas. La misma distingue entre: (1) organizaciones de cul-
tura y ocio, (2) educación e investigación, (3) salud, (4) servicios sociales, (5)
medioambiente, (6) desarrollo económico y vivienda, (7) protección y promo-
ción de los derechos civiles, (8) justicia, (9) consumo, (10) carácter político,
4
Asociaciones tradicionales de voluntarios, organizaciones profesionales, alterna-
tivas y críticas, iniciativas locales por un lado, y grupos de autoayuda, uniones o
ligas, grupos de acción y grupos mentalización/concienciación por otro.
GRADO EN TRABAJO SOCIAL
La acción social parece más vinculada a las ideas de justicia social y trans-
formación. La reivindicación se hace además desde el ámbito de los derechos
y con claro protagonismo de la ciudadanía (Fuertes, 2019). Esta es la perspec-
tiva de la mayor parte de los actores involucrados en el Tercer Sector, por lo que
esta noción (acción social) y no la de intervención social ha terminado por
acompañar la expresión Tercer Sector de Acción Social (TSAS, en adelante).
GESTIÓN DE ORGANIZACIONES Y PROYECTOS
Como ya ocurriera con la definición del Tercer Sector, tampoco existe una
definición única y consensuada del TSAS, sobre todo en torno a cómo delimitar
los criterios de inclusión y exclusión de las organizaciones que lo componen.
En nuestro país estudios como los de la Fundación Luis Vives o la Plataforma
de Organizaciones de Acción Social (POAS) han contribuido a su definición y
delimitación. Más recientemente la Ley 43/2015 del Tercer Sector de Acción
Social ha acuñado una definición del TSAS que se ha convertido en referencia
a nivel estatal.
Esto lleva a excluir de manera explícita del TSAS a entidades como los sin-
dicatos y partidos políticos, asociaciones empresariales y profesionales, aso-
ciaciones deportivas, comunidades vecinales, fundaciones empresariales y fi-
lantrópicas, entidades sanitarias, etc.
En el año 2015 se promulgó la Ley 43/2015, de 9 de octubre, del Tercer Sec-
tor de Acción Social con la que se refuerza el protagonismo y especificidad de
las organizaciones dedicadas a la intervención social dentro del amplio aba-
nico de las que componen el Tercer Sector. En su preámbulo y articulado la ley
aporta una serie de elementos que ayudan a establecer la naturaleza y los con-
tornos del TSAS:
(1) Señala que con sus acciones el TSAS trata de hacer frente a las si-
tuaciones de desigualdad y exclusión social, particularmente aque-
llas de carácter persistente y estructural.
GRADO EN TRABAJO SOCIAL