G.T.A. #8 Dimensiones Basicas Del Derecho
G.T.A. #8 Dimensiones Basicas Del Derecho
G.T.A. #8 Dimensiones Basicas Del Derecho
Como ya hemos expuesto anteriormente, el Derecho pretende ordenar la vida de convivencia entre los
hombres, es decir, se proyecta sobre las relaciones sociales.
Pero la realidad del Derecho no se agota en su dimensión normativa. El Derecho, lejos de ser un
fenómeno simple, se nos presenta siempre como una realidad compleja, de manera que algunos
científicos y filósofos del Derecho hablan de pluridimensionalidad del fenómeno jurídico.
En este sentido, la posición más generalizada es la llamada Teoría Tridimensional del Derecho.
Según esta teoría, un análisis en profundidad de la realidad jurídica viene a demostrar que en ella se
dan tres grandes dimensiones, las cuales inevitablemente han de ser complementarias: la histórica, la
normativa y la valorativa. Donde quiera que haya un fenómeno jurídico, hay siempre un hecho
subyacente (económico, geográfico, demográfico,...), un valor que confiere determinada significación a
ese hecho, y una norma que representa la relación que integra uno de aquellos elementos en el otro: el
hecho en el valor.
Por tanto, desde este punto de vista doctrinal, el Derecho se presenta como una realidad
constitutivamente tridimensional que se manifiesta y actúa al mismo tiempo como hecho, como norma y
como valor.
Desde esta dimensión, el Derecho es un hecho social. Este carácter social no es algo accidental a lo
jurídico, sino precisamente uno de los caracteres esenciales, de tal suerte que en la esfera de lo
estrictamente individual es inútil buscar vestigio alguno de lo jurídico.
Para llevar a cabo la regulación de las relaciones sociales, es evidente que el Derecho tiene que contar
con la existencia de unos hechos o realidades fácticas que constituyen el objeto de las diferentes
regulaciones jurídicas (hechos económicos, políticos, religiosos, científicos, tecnológicos,...).
Dimensión normativa
Además de ser un hecho social, el Derecho se manifiesta también como norma. Es mandato, es regla de
conducta obligada, a diferencia de otros muchos hechos sociales que no son normativos.
Dimensión valorativa
Todo hecho social y normativo es a la vez valioso, lo que quiere decir que el Derecho se presenta
también como valor. Es portador de unos valores, especialmente el valor de justicia, que intenta
proyectar sobre la realidad jurídica.
En el origen de toda norma jurídica está presente siempre un juicio de valor, de tal forma que la
dimensión valorativa puede considerarse como uno de los elementos originarios del Derecho. La propia
existencia del Derecho positivo apunta hacia la presencia de unos principios o valores que actúan como
si estuvieran situadas más allá o por encima de ese derecho positivo.
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Unidad de todas las dimensiones del Derecho
Las tres dimensiones anteriores (histórica, normativa y valorativa) han suscitado diferentes estudios
sobre el Derecho, originando a su vez otros tantos saberes jurídicos. No obstante, estos elementos o
factores (hecho, valor y norma) no pueden existir separados unos de otros, sino que coexisten en una
unidad concreta, pues todas las dimensiones de lo jurídico actúan como elementos de un proceso, de tal
modo que la vida del Derecho resulta de la interacción dinámica y dialéctica de los tres elementos que la
integran.
Por tanto, las tres dimensiones integrantes de la realidad jurídica son igualmente importantes e
imprescindibles para el conocimiento integral del Derecho, pues todos ellos contribuyen por igual a la
configuración del mismo.
Validez,EficaciayJusticiadelDerecho
1. La validez de una norma expresa su pertenencia a un sistema normativo. Existe como norma por
haber sido promulgada por los cauces adecuados y no haber sido derogada.
No existe una única concepción uniforme del Derecho, sino una pluralidad de concepciones del mismo.
Iusnaturalismo
Afirma que antes del Derecho positivo existe un conjunto de normas y valores que están en la naturaleza
humana y que son válidas por sí mismas, que han de cumplirse siempre.
Se fundamenta así en la existencia del Derecho Natural, entendido como ordenamiento que brota y se
funda en la naturaleza humana, no debiendo su origen a la voluntad normativa de ninguna autoridad.
Si se afirma la existencia del Derecho natural, tiene que admitirse que el Derecho positivo debe,
inexorablemente, atenerse en sus prescripciones a las de aquél, pues un ordenamiento jurídico que
conculcase los mandatos y prohibiciones del Derecho natural estaría violentando las tendencias de la
naturaleza humana.
El iusnaturalismo se trata de una doctrina dualista, pues reconoce la existencia de dos derechos: el
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natural y el positivo, si bien mantiene que este último debe ajustarse al natural.
Positivismo jurídico
Esta concepción del Derecho está integrada por aquellos que defienden la preeminencia de la ley como
fuente del Derecho. Desde este planteamiento, se entiende por Derecho el conjunto de normas que
emanan del poder estatal, bien directamente o por delegación.
Esta es la concepción del Derecho más propia del mundo occidental, siendo su máximo representante
Hans Kelsen.
Se trata de una concepción monista, ya que sólo reconoce como Derecho el dictado por el legislador,
marginando las valoraciones éticas o la realidad social. No obstante, la preeminencia de la ley estatal no
descarta la existencia de otras fuentes de producción del Derecho como la costumbre o la
jurisprudencia, sin embargo, éstas quedarán siempre supeditadas a la ley y tendrán validez como fuente
jurídica dentro de los límites que la propia ley establezca.
2. El positivismo como teoría del Derecho: ofrece más propuestas concretas sobre el
concepto de Derecho: supremacía de la ley, carácter coactivo de las normas jurídicas, así
como una teoría sobre la interpretación y sobre la norma.
3. El positivismo ideológico: sostiene la obligación de cumplir las leyes por su valor moral o
como instrumento eficaz para conseguir los valores de orden, paz y seguridad.
Realismo jurídico
Entiende que la característica definitoria del Derecho es la eficacia. Se opone radicalmente a la opinión
manifestada por el positivismo jurídico.
Para el realismo jurídico el núcleo fundamental del Derecho no son las leyes, sino los hechos, los
comportamientos sociales efectivos, teniendo en cuenta principalmente los intereses, fines y alores que
se ponen de manifiesto por el jurista intérprete y por el juez aplicar del derecho en relación con los casos
y situaciones concretas que presenta la vida real.
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El realismo jurídico entiende que la seguridad jurídica no puede lograrse a través de los métodos
normativistas tradicionales, sino a través de la adecuación a las exigencias y aspiraciones de los
ciudadanos que viven inmersos en una realidad social en constante cambio. De esta manera, un
Derecho dinámico, flexible, adaptable a la realidad social de cada lugar y de cada momento puede
proporcionar más seguridad que un conjunto de normas anquilosadas y petrificadas por la dificultad para
su adecuación a las necesidades de cada momento.
2. Realismo escandinavo: no existe otro Derecho que el que realmente aplican los jueces “de
facto”, siempre que las reglas sean realmente vividas como obligatorias por los jueces.
Así, el Derecho vigente está compuesto por aquellas normas que operan en el espíritu del juez porque
éste las vive como socialmente obligatorias y socialmente las obedece.
Resumen
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Hasta entonces, podemos decir que el Derecho consiste en un conjunto de normas regulador de
conductas sociales humanas que pretende la realización efectiva de determinados valores en la
sociedad.
La vida del hombre se desarrolla en continuo contacto con el Derecho. Todas las personas conocen la
existencia de elementos como el registro civil, contratos, alcaldes, ayuntamientos, jueces, leyes y
reglamentos, abogados, notarios,... Para todos es obvio que esas cosas pertenecen al ámbito de lo
“jurídico”.
No obstante, si preguntásemos dónde está el elemento jurídico que los distingue, seguramente no
tendríamos respuesta, porque el conocimiento de tales realidades es un conocimiento vulgar (no
científico), adquirido, en la mayoría de los casos, por la experiencia personal o familiar.
Pero podemos afirmar que no sólo estamos rodeados de realidades y mensajes que nos sugieren la
existencia de la realidad jurídica, sino que también, en la vida cotidiana todos realizamos
constantemente actos de carácter jurídico, dejando de ser meros espectadores pasivos del Derecho
para convertirnos en sujetos activos del mismo: cuando tomamos un taxi realizamos un contrato de
arrendamiento de servicios, todos los días compramos o vendemos cosas,... de tal manera que con el
sólo hecho de abonar el importe exigido en cada caso estamos expresando un acuerdo de voluntades.
Todo ello lo hacemos sin detenernos a pensar que todas esas actividades pertenecen al mundo del
Derecho. A su vez, todas esas experiencias han ido proporcionándonos una cierta idea, aunque vaga y
confusa, de lo que es el Derecho.
De esta manera, esa experiencia se manifiesta a veces como algo agradable, valioso e imprescindible
para la convivencia y supervivencia de la sociedad. Pero en otras ocasiones, el Derecho se presenta
como un conjunto de barreras, de restricciones, de aparatos coercitivos que se oponen a deseos,
aspiraciones, antojos, afanes y anhelos de los individuos y de los grupos sociales en que se integra.
Como podemos observar, por tanto, el Derecho presenta dos dimensiones o fisionomías en apariencia
contradictorias.
El Derecho posee una existencia real en el universo, tiene una presencia cotidiana en nuestro
entorno. Pues bien, toda realidad pertenece a una de estas cuatro regiones ontológicas:
El Derecho pertenece al mundo de lo racional, y por tanto de lo humano, porque sólo los seres
racionales pueden realizar las conductas reguladas por el Derecho. En efecto, llamamos conducta a
toda actividad producto de una elección consciente y libre. Y dado que sólo el hombre es capaz de
elaborar juicios, porque sólo en él concurren las facultades de consciencia y libertad, solamente él podrá
realizar conductas. De ahí que podamos afirmar que el Derecho es una realidad exclusivamente
humana.
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El Derecho es una realidad humana en un doble sentido:
De todo lo anterior, podemos deducir que en el hombre existe un sentimiento jurídico, que es el
sentimiento de justicia o injusticia de una acción o institución. Mediante ese sentimiento jurídico
tomamos partido ante una situación conflictiva sin necesidad de una deliberación previa, porque hay
algo que nos lleva a saber qué es justo y qué es injusto.
Conscientes de la existencia del Derecho en la vida humana diaria, uno de los problemas fundamentales
es definirlo adecuadamente.
Parece sorprendente que tanto los filósofos del Derecho, como los operadores jurídicos (legisladores,
jueces, abogados), así como los destinatarios de las normas, e incluso las personas ajenas al mundo de
lo jurídico, posean un concepto de Derecho adquirido por la intuición, la experiencia personal o por la
profundización en el estudio del mismo, pero no se ponen de acuerdo a la hora de definirlo.
Esto sucede porque las experiencias de unos y otros son, con frecuencia, muy diferentes.
Las dificultades para llegar a la formulación de un concepto único y uniforme de Derecho son múltiples.
Las más relevantes son:
Bibliografía:
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NOMBRESY APELLIDOS: ___________________________________________________________
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