Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
14 vistas2 páginas

Dia 11

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 2

Día 11

SALMO 13
«Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón
se alegra en tu salvación»
(Sal. 13:5).
«En verdad estoy tan triste que no puedo expresar mi gran dolor a ninguna persona, no
puedo comer, ni beber, ni dormir». Esto fue lo que la esposa de Martin Lutero escribió
después de que él muriera. Así es el dolor. Es mucho más que un sentimiento. El dolor
se toca, se materializa. Y, de inmediato, nos hace cuestionar a Dios.
El salmista David comienza con cinco preguntas y en cuatro de ellas inicia diciendo:
«¿Hasta cuándo…?» (vv. 1-2). Esto pone de manifiesto la agonía por su dolor. Grita con
desesperación porque se siente abandonado por su Dios. La paciencia se ha agotado, la
esperanza se ha esfumado y el dolor se ha transformado en un gigante invencible.
En los días alegres y cálidos de nuestra vida, el tiempo pasa volando con sus alas
extendidas. Pero, en las jornadas del invierno del dolor, sus alas se cierran y se estaciona
indefinidamente. Las horas se sienten como días y los días como meses. Así se siente el
salmista. No ve el momento en que termine su dolor. Pero es interesante que, en medio
de este escenario, David pide a Dios algo que nos sorprende: «… Ilumina mis ojos. Así
no caeré en el sueño de la muerte» (v. 3). No pide un cambio superficial.
No pide que sus enemigos sean destruidos (aunque no pecaría si pidiese eso). Él pide
que la mano providente de Dios venga y abra sus ojos de fe para que, en medio de su
aflicción y oscuridad, vea la luz refulgente de Su gloria. Es como si dijera: «No
permitas que la oscuridad de la maldad nuble mis ojos y me impida ver tu gloriosa
santidad». Él desea ver a Dios porque, cuando ve esa bella gloria, su corazón pasa de la
agonía a la alegría, del lamento al canto. En los versículos finales, podemos observar
que Dios contestó su oración y el verano llegó con sus alas extendidas (vv. 5-6).
La belleza de la luz se disfruta después de un periodo de oscuridad y, para usar una frase
del poeta escocés Robert Pollok, «el recuerdo de las tristezas pasadas endulza el gozo
presente». La música que sale del corazón del salmista es gloriosa porque emana de un
corazón cautivo por la gloria de su Dios en medio de la oscuridad.
Permíteme compartirte dos principios para cualquiera que sea tu doloroso invierno:
En el invierno del dolor, clama a Dios que alumbre tus ojos.
Más que cualquier otra cosa, necesitas ver la gloria de Dios. Y
recuerda que esa gloria se manifestó en Cristo (2 Cor. 4:6).
En el invierno del dolor, Dios es el Alfarero y tú eres el
barro. Las manos de Dios están trabajando en ti. Quizás sientes
que necesitas saber qué está haciendo. Pero Él sabe lo que hace
y tú necesitas recordar que todo obra para tu bien y Su gloria.
Él no se equivoca. Él nunca falla. Él termina a la perfección lo
que inicia (Jer. 18).
La pregunta que David se hizo y quizá es la misma que puedo hacerme, es:
¿Hasta cuándo va durar esta Pandemia y lo que conlleva?
¿Hasta cuándo va a durar esta angustia?
Cuál es tu ¿Hasta cuándo…?
¿Te imaginas cuantas cosas ya se habían agotado en su vida y quizá en nosotros?
¿Qué cosas se han agotado en mi vida, en esta situación? (Dinero, comida, salud, una mente que
piense solo la verdad, gozo, paciencia, dominio propio, fe, valor, bondad)
Lo que fue verdad para David y lo es para nosotros también es que hay un enemigo real
¿Sabes que el enemigo precisamente ataca cuando estamos agotados?
La petición de David fue «… Ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte» vv3 me
encanta la interpretación que dio este comentario: «No permitas que la oscuridad de la maldad
nuble mis ojos y me impida ver tu gloriosa santidad».
Quizá es momento de orar y decirle a Dios «No permitas que la oscuridad de la maldad, de mi
maldad, de la enfermedad, de la escasez… nuble mis ojos y me impida ver tu gloriosa santidad».
¿Sabes que solo al contemplar la belleza de Dios podrá pasar tu corazón de la agonía a la alegría,
del lamento al canto?
Lo mejor que me puede pasar y está dentro del Plan de Dios, es que se agote mi energía, mi
capacidad, mi salud, porque solo ahí dependo de Dios y no de mí, es ahí, cuando se agota todo de
mí, Dios puede realmente ser Dios, usar su poder y llevarse la Gloria que le corresponde.
¿Estoy permitiendo a Dios cumplir su voluntad en mi vida para depender más de Él?
¿Con que recursos enfrento al enemigo cada día con los míos o los de Dios?
Solo con los recursos de Dios David podía decir: “así no dirá mi enemigo ¡lo he vencido!…” vv4
David dijo. «Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación» vv5 Su amor
es inagotable, mis recursos se acaban, pero los de Dios nunca se acaban, solo Él puede llenar,
sanar, proveer. Pero lo que más debe alegrarnos es nuestra salvación, porque es eterna, porque
nunca deja de ser nuestra, porque mi eternidad con Dios está a salvo y seguro, ninguna pandemia,
hambre o escasez me la podrá quitar. Espero podamos decir y hacer lo mismo que David.
Canto salmos al Señor ¡El Señor ha sido bueno conmigo! Vv6

También podría gustarte