La Corte Interamericana de Derechos Humanos y La Ejecución de Sus Sentencias en Latinoamérica
La Corte Interamericana de Derechos Humanos y La Ejecución de Sus Sentencias en Latinoamérica
La Corte Interamericana de Derechos Humanos y La Ejecución de Sus Sentencias en Latinoamérica
Karla Irasema Quintana Osuna
José Saramago
I. Introducción
La situación de los derechos humanos en América Latina, hoy en día, varía mucho de
país a país. En efecto, nuestras democracias registran importantes progresos
institucionales y materiales. Sin embargo, paradógicamente, los contrastes persisten y se
muestran en elementos como la desigualdad en la distribución de las riquezas, los niños
desnutridos y fuera del sistema escolar, los indígenas cuyos derechos son desconocidos,
las mujeres víctimas de violencia, los defensores de derechos humanos y los periodistas
asesinados. Así, lamentablemente, en algunos países las desapariciones forzadas, las
ejecuciones sumarias y la tortura han alcanzado proporciones alarmantes. En otros,
cientos de presos inocentes continúan en la cárcel. En otros más, las violaciones más
comunes son la brutalidad policial, las condiciones inhumanas en las cárceles y las
violaciones a los derechos económicos y culturales. Aún más, una violación que es común
en la mayor parte de los países de América Latina es la impunidad de aquellos que son
responsables por cometer abusos contra los derechos humanos. Así, “el gran drama de
los pueblos latinoamericanos desde que alcanzaron su independencia ha sido la pertinaz
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
lucha por su libertad, por la democracia y en general por la vigencia real de los derechos
humanos fundamentales, fines primarios del derecho constitucional.”1
1
Soberanes Fernández, José Luis en Fix Zamudio, Héctor, Latinoamérica: Constitución, proceso y
Derechos Humanos, Porrúa, México, 1988, p.7
2
En las más recientes constituciones latinoamericanas y especialmente en la brasileña de octubre
de 1988 se introdujeron instituciones en sentido amplio tales como el mandado de segurança
colectivo, el hábeas data, el mandado de injunçao, la acción de cumplimiento y las acciones
populares de carácter constitucional. Asimismo, existen el recurso de protección chileno y la acción
de tutela colombiana.
3
Cfr. Fix Zamudio, Héctor, Protección Jurídica de los Derechos Humanos, Estudios Comparativos,
Comisión Nacional de Derechos Humanos, 2ª edición, México, 1999, p. 341.
Podemos afirmar que, aún cuando esta situación ha tenido un desarrollo muy lento debido
a la desconfianza tradicional de Latinoamérica hacia los organismos internacionales, se
ha implantado así sea de manera restringida, en dos sectores: en el campo de los
derechos humanos y el de la integración económica. En este sentido podemos señalar los
ordenamientos de Ecuador y de Panamá que reconocen expresamente las normas y
principios de derecho internacional; los de Honduras y El Salvador que otorgan a los
tratados internacionales una jerarquía superior a la de las leyes ordinarias y, finalmente,
los derechos humanos como superiores a las disposiciones internas, e inclusive, la Carta
Peruana otorga a dichos tratados el carácter de normas constitucionales.5
Un punto medular para el estudio del presente tema es, sin lugar a dudas, el tratamiento
de los organismos encargados de proteger los derechos humanos en el Sistema
Interamericano; por ello, consideramos importante dar un esbozo, por pequeño que sea,
4
Con motivo de amparo promovido por el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo
(amparo en revisión 1475/98), la Suprema Corte de Justicia de México estableció que los tratados
internacionales se ubican jerárquicamente por encima de las leyes y en un segundo plano respecto
de la Constitución Federal. Ello significa que para que México se niegue a aplicar en el ámbito
interno las decisiones de organismos internacionales, debe existir un pronunciamiento del más Alto
Tribunal de la República que considere que el tratado o convenio internacional respectivo contiene
disposiciones que contraríen las normas constitucionales.
5
Cfr. Fix Zamudio, Héctor, Protección Jurídica de los Derechos Humanos, Estudios Comparativos,
op cit, p. 341.
de los mismos. No podemos olvidar que dicho sistema tomó como modelo al sistema
europeo, pero con matices peculiares que se han acentuado de manera paulatina. Así
pues, en cuanto a la conformación del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, los
dos organismos que lo integran son la Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos
Humanos las cuales están estrechamente relacionadas entre sí.
6
De acuerdo con la Convención Americana, el Estatuto y su actual Reglamento el cual entró en
vigor el 1º de mayo de 2002.
7
Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos: Antigua y Barbuda, Argentina,
Bahamas (Commonwealth de las), Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa
Rica, Chile, Dominica (Commonwealth de las), Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Grenada,
Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Suriname,
Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos que han ratificado la Convención
Americana sobre Derechos Humanos: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica,
Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Grenada, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Uruguay y Venezuela.
Consideramos importante resaltar que la Comisión no fue creada por un tratado, sino por
la VIII Resolución tomada en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones
Exteriores celebrada en Santiago de Chile en 1959, y el Consejo de la OEA aprobó su
Estatuto el 25 de mayo de 1960. En un principio, la Comisión sólo tuvo funciones de
promoción de los derechos humanos consagrados en la Declaración Americana de 1948.
Sin embargo, “la Comisión misma a través de los años, y mediante una práctica audaz
pero consistente, iría caso por caso, ampliando la competencia restrictiva que le había
sido conferida en su origen”9.
Las atribuciones fundamentales de la Corte son dos: una de carácter consultivo y otro,
contencioso.
a. Función consultiva: Ésta puede ser solicitada no sólo por los Estados miembros de la
Organización sino también por la Comisión Interamericana y por otros organismos de la
OEA en el campo de sus actividades, y comprende la interpretación no sólo de la
Convención Americana, sino también de cualquier otro tratado sobre derechos humanos
que tenga aplicación en el Continente Americano.
8
“(...) si un Estado parte en la Convención Americana, ha aceptado la jurisdicción de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, (artículo 62 CADH), la Comisión podrá someter el caso que
se viene discutiendo, ante la misma Corte, pero siempre y cuando, con antelación se haya
transmitido al gobierno del Estado aludido, el informe respectivo.” Gómez-Robledo Verduzco,
Alonso, Derechos Humanos en el Sistema Interamericano, Porrúa-UNAM, México, 2000, p. 11
9
Gómez-Robledo Verduzco, Alonso, op cit, p.2
10
Dicha Corte está regulada por la Convención Americana, el Estatuto de 1979 y sus reglamentos.
Hasta la fecha, la Comisión ha sometido ante el Tribunal varias controversias que tienden
a incrementarse desde los primeros tres casos iniciados en 1986. La Corte ha dictado
varias sentencias de fondo en casos sumamente complicados; fallos que en su mayor
parte han sido condenatorios. También se ha pronunciado respecto de excepciones
preliminares. Asimismo, el Tribunal ha sido muy activo al dictar providencias cautelares en
situaciones de urgencia para evitar perjuicios irreparables a las personas, tanto en los
asuntos de que conoce, como de aquellos que se encuentran todavía en tramitación ante
la Comisión. Así, como mencionamos con anterioridad, la función jurisdiccional o
contenciosa de la Corte que es la que ha establecido principios y reglas sobre las
reparaciones por responsabilidad internacional de los Estados demandados ante ella,
tiene carácter potestativo para los Estados partes, de acuerdo con el art. 62 de la
Convención. Además, las controversias sometidas al conocimiento de la Corte, sólo
pueden referirse a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención
Americana la que además, ha sido adicionada con dos Protocolos.13
11
Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos que han aceptado la
competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: Argentina, Barbados,
Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Uruguay y
Venezuela.
12
El subrayado es nuestro.
13
Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, en Memoria del Seminario Internacional
citada Comisión no constituye una instancia previa de carácter judicial, y por ello la
Corte ejerce jurisdicción plena sobre todas las cuestiones relativas a un caso.
próxima Asamblea General de la OEA. La primera, reiterar que los fallos de la Corte son
definitivos e inapelables y que los Estados partes de la Convención se comprometen a
cumplir las decisiones de la Corte en todos los casos de que sean parte. Asimismo, se
recomienda a los Estados miembros que hagan todos los esfuerzos para cumplir las
recomendaciones de la CIDH. Por ello, según expresó la Comisión ante la Asamblea
General en el mes de junio de 1999, ese cumplimiento es fundamental para la vitalidad e
integridad del sistema de derechos humanos de la Organización.16
Así, de conformidad con el marco normativo que rige a la Corte Interamericana, los
Estados que reconocen como obligatoria su competencia contenciosa adquieren
fundamentalmente los siguientes compromisos:
a) Cumplir las decisiones de la Corte en todos los casos en que el Estado interesado sea
parte (Convención Americana, artículo 68.1)
15
Gómez-Robledo, op cit., p. 42
16
Ver Bicudo, Helio, “Cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y de las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, en
Corte Interamericana de Derechos Humanos, El Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos en el Umbral del Siglo XXI, Corte Interamericana de Derechos Humanos, tomo
I, Costa Rica, 2001, pp. 229-234
17
Cfr. Gozaíni, Osvaldo Alfredo, El Proceso Transnacional, Particularidades Procesales de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, EDIAR, Argentina, 1992p. 98
Consideramos importante resaltar aquí que las sentencias emitidas por los tribunales
regionales de derechos humanos, tanto el europeo como el interamericano, tienen
carácter obligatorio pero que no son ejecutables directamente en el ámbito interno, sino
que dicho cumplimiento debe efectuarse por los Estados responsables. Así, los fallos de
la Corte Interamericana han establecido principios y reglas sobre la responsabilidad de los
Estados demandados por la violación de los derechos humanos que se le imputan, ya sea
en la sentencia de fondo o bien en una resolución especial sobre las reparaciones
respectivas. Respecto a dichas reparaciones, el artículo 50 de la Convención de Roma y
la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos han dejado el cumplimiento
de las citadas reparaciones a los Estados involucrados de acuerdo con las reglas de su
derecho interno, y sólo en el supuesto de cumplimiento parcial o insatisfactorio, la Corte
europea establece una indemnización equitativa a los afectos. En cambio, como sostiene
el doctor Héctor Fix Zamudio, la Corte Interamericana desde sus primeras sentencias
condenatorias ha utilizado de manera directa el derecho internacional como base de la
responsabilidad de los Estados respectivos, incluyendo la indemnización económica, a
pesar de que el inciso 2 del artículo 68 de la Convención establece que La parte del fallo
que disponga indemnización compensatoria se podrá ejecutar en el respectivo país por el
procedimiento interno vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado, precepto
que hace en este sentido una referencia al derecho nacional.18
Debe señalarse que la Corte Interamericana desde sus primeras sentencias en los casos
de Honduras, señaló que la responsabilidad del Estado por infracción de los derechos
humanos está vinculada con lo establecido por el artículo 1.1 de la Convención Americana
el cual dispone que:
18
Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p. 222
19
Decimos latinoamericano y no interamericano ya que ni EUA ni Canadá han suscrito la
Convención Americana y mucho menos se han sometido a la competencia jurisdiccional de la
Corte Interamericana.
20
Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p. 223
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
En las sentencias de fondo22 de los casos Velásquez Rodríguez y Godínez Cruz, la Corte
Interamericana estableció que: Este artículo contiene la obligación contraída por los
Estados Partes en relación con cada uno de los derechos protegidos, de tal manera que
toda pretensión de que se ha lesionado alguno de los derechos, implica necesariamente
la de que se ha infringido también el artículo 1.1 de la Convención. Más adelante, la
Corte adicionó que: Conforme al artículo 1.1 es ilícita toda forma del ejercicio del poder
público que viole los derechos reconocidos por la Convención.
21
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, Interpretación de la
sentencia de indemnización compensatoria, Sentencia de 17 de agosto de 1990 (art. 67
Convención Americana sobre Derechos Humanos), San José, Costa Rica, 1992.
22
Dictadas el 29 de junio de 1988 y 20 de enero de 1989 respectivamente.
23
El subrayado es nuestro.
24
Cfr. Faúndez Ledezma, Héctor, El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, Aspectos
Institucionales y procesales, 2ª edición, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1999, pp.
510-519
desarrollado suficientemente para realizar un reenvío hacia los mismos como lo hace la
Corte Europea.25
b. Caso de Aloeboetoe26
25
Cfr. Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p.223
26
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (Art. 6301
Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993, San
José, Costa Rica, 1994.
27
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (Art. 6301
Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1983, San
José, Costa Rica, 2000.
28
Ver Artículo 8, inciso 4 de la Convención Americana y el Caso Loayza Tamayo
29
En dicha sentencia (de 17 de septiembre de 1997) se estableció que, de conformidad con la
regla de interpretación contenido en el artículo 31.1 de la Convención de Viena sobre el Derecho
de los Tratados, el término recomendaciones usado por la Convención Americana debe ser
interpretado conforme a su sentido corriente; sin embargo, en virtud del principio de buena fe
consagrado en el mismo artículo 31.1, si un Estado suscribe y ratifica un tratado internacional,
especialmente si se trata de derechos humanos, como es el caso de la Convención Americana,
tiene la obligación de realizar sus mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones de la
Comisión Interamericana, que es, además, uno de los órganos principales de la Organización de
los Estados Americanos, que tiene como función promover la observancia y la defensa de los
derechos humanos en el hemisferio, de acuerdo con la Carta de la OEA, artículos 52 y 111. Caso
Loayza Tamayo.
30
Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p. 220
Así pues, en primer lugar tenemos el caso peruano en el cual, según el artículo 205 de la
Carta Fundamental de 1993 dispone que:
Sin embargo, resulta irónico que, a pesar de estas normas internas, sea Perú si no el
Estado Parte más reticente, uno de los más recientes para el cumplimiento de sentencias
compensatorias de la Corte Interamericana de Derechos.
Colombia, por su parte, ha legislado sobre esta materia por conducto de la Ley 288 de
1996, en la cual se establecen instrumentos para hacer efectivas las indemnizaciones
establecidas por determinados organismos internacionales. Es de hacer notar que dicha
ley sólo se refiere al Comité de Derechos Humanos del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de Naciones Unidas y a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. No obstante lo anterior, una interpretación de dicho precepto, debería incluir
31
Cfr. Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p. 233
Por su parte, Argentina tuvo un proyecto de ley para la aplicación de las sentencias de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, por los problemas que ha
tenido en estos últimos meses, dicho proyecto ha quedado en espera de ser analizado por
el poder legislativo.
Con base en dicho reconocimiento la pregunta giraría en torno a que, una vez que se
emita una sentencia por dicha Corte, cuál será la forma en que se hará cumplir en México
ya que es evidente que la legislación vigente es insuficiente para el cabal cumplimiento de
las sentencias emitidas por este Tribunal. Por ello, tendríamos que preguntarnos qué se
tendría que hacer para establecer un mecanismo de cumplimiento de las sentencias
emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
32
Idem
33
Evidentemente, dicho ordenamiento debe perfeccionarse en virtud de la evolución del derecho
internacional.
Es evidente que las normas anteriormente mencionadas son insuficientes. Sin embargo,
deben tomarse sólo como un inicio del reconocimiento más amplio de la responsabilidad
patrimonial del Estado mexicano. Así, como sostiene Álvaro Castro Estrada, lo ideal es
una reforma constitucional al artículo 113 de la Carta Federal, en el título de
responsabilidades, así como la expedición de una Ley Federal de Responsabilidad
Patrimonial del Estado. En el artículo 21 del Anteproyecto de dicha Ley Federal se
considera necesario establecer que los preceptos de el citado ordenamiento sean
aplicables, en lo conducente, para cumplimentar los fallos de la Corte, así como las
recomendaciones de la Comisión ambas Interamericanas de Derechos Humanos,
aceptadas estas últimas por el Estado mexicano, en cuanto se refieran al pago de
indemnizaciones35.
Es necesario mencionar que aunque esta reforma está siendo analizada por el poder
legislativo, goza de innumerables candados, sobretodo en el caso de derechos humanos
ya que sólo como ejemplo la vacatio legis de la misma es de dos años.
34
Cfr. Fix Zamudio, Héctor, “La responsabilidad internacional del Estado en el contexto del Sistema
Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”, op cit, p.236
35
Ver Castro Estrada, Álvaro, Responsabilidad patrimonial del Estado, Porrúa, México, 1997, pp.
67-122 y 397-510
Por otro lado, no podemos perder de vista que en 1999, con motivo de amparo promovido
por el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (amparo en revisión
1475/98), la Suprema Corte de Justicia de México estableció que los tratados
internacionales se ubican jerárquicamente por encima de las leyes y en un segundo plano
respecto de la Constitución Federal. Ello significa que para que México se niegue a aplicar
en el ámbito interno las decisiones de organismos internacionales, debe existir un
pronunciamiento del más Alto Tribunal de la República que considere que el tratado o
convenio internacional respectivo contiene disposiciones que contraríen las normas
constitucionales. Por supuesto, dicho fallo ha suscitado innumerables debates que, por
cuestión de espacio y tiempo, no es posible tratar en el presente trabajo.36
Así pues, es claro que México tiene una grave deficiencia al no contar con una legislación
interna que prevea la manera de ejecutar una sentencia emitida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. En la práctica se han dado casos de
indemnización donde el Estado mexicano, si ha llegado a aceptarla (evidentemente por
razones políticas), lo ha hecho tomando presupuesto de diferentes áreas pero no de una
partida especial destinada para ello. Por lo tanto, es necesario crear todo un aparato
legislativo que permita el mejor funcionamiento de los fallos emitidos no sólo por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, sino por cualquier tribunal extranjero del cual
México haya ratificado su competencia.
36
Para mayor abundamiento en el tema ver “Tratados internacionales. Se ubican jerárquicamente
por encima de las leyes y en un segundo plano respecto de la Constitución federal”, en Cuestiones
Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, Núm. 3, México, 2000, pp. 169-209
VIII. Conclusiones
1. La situación actual de los derechos humanos en América Latina varía mucho de país a
país, registrándose grandes contrastes. Así, aún cuando los países latinoamericanos han
tenido importantes progresos institucionales y materiales, los abusos contra los derechos
humanos persisten de manera significativa.
2. En Latinoamérica los derechos están protegidos por diversos medios de defensa tales
como el habeas corpus, el juicio de amparo, el mandado de segurança, el hábeas data, el
mandado de injuncao, la acción de cumplimiento, las acciones populares de carácter
constitucional, el recurso de protección y la acción de tutela.
3. En América Latina los derechos humanos están protegidos por la Comisión y la Corte
Interamericanas de Derechos Humanos. La Comisión tiene la responsabilidad de velar por
el cumplimiento de los tratados internacionales de derechos humanos en todo el
continente; esto lo hace a través de informes sobre la situación de los derechos humanos
en distintos países y al escuchar denuncias individuales de violaciones. Por su parte, la
Corte escucha casos individuales de violaciones a los derechos humanos en países que
aceptaron su competencia, y emite decisiones autoritativas.
7. Son pocos los países latinoamericanos que han creado procedimientos para la
ejecución en el ámbito interno de las decisiones adoptadas por los organismos
internacionales. Entre ellos, debemos mencionar las disposiciones establecidas por las
legislaciones de Perú y de Colombia, así como el proyecto de Argentina. En lo que se
refiere a México, existe un retraso evidente en cuanto al reconocimiento de la
responsabilidad patrimonial del Estado ya que prácticamente no existía (salvo algunas
excepciones como la expropiación por causa de utilidad pública). A pesar de ello, se dio
un avance modesto mediante la reforma legislativa de enero de 1994 la cual modificó por
una parte el Código Civil y, por la otra, algunos preceptos de la Ley Federal de
Responsabilidad de 1982. Sin embargo, la doctrina ha señalado la necesidad de realizar
una reforma constitucional y expedir una Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del
Estado, cuyos procedimientos puedan aplicarse también a la responsabilidad
internacional. No obstante lo anterior, dicha reforma está siendo analizada por el poder
legislativo pero tiene el inconveniente de ser muy tibia al pretender la implementación de
diversos candados para la pronta y eficaz aplicación en materia de derechos humanos.
1. Fuentes
1.1 Bibliográficas
1.2 Hemerográficas
Fix Zamudio, Héctor, “La evolución del Derecho Internacional de los derechos
humanos en las constituciones latinoamericanas”, en Derechos y Libertades.
Revista del Instituto Fray Bartolomé de las Casas. Año 1, febrero-octubre. Núm. I,
Madrid, 1993, pp. 225-236.