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Domingo en Familia Xxxiii

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CELEBREMOS EL DOMINGO EN FAMILIA

Domingo, 15 de noviembre de 2020


Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario - Ciclo A
GPR008 V:01.03.19

“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo


poco, te daré un cargo importante; entra en el
gozo de tu señor”.
Guía general a la celebración

• Si usted se encuentra solo, es preferible leer las


lecturas y oraciones de la misa de este domingo
(que también podrá encontrar en esta guía) o
seguir la misa por televisión. Esta celebración
requiere al menos la participación de dos
personas.
• Puede escogerse el horario más conveniente,
entre la tarde del sábado hasta la tarde del
domingo.
• Esta celebración se adapta particularmente a
un marco familiar, de amistad o de vecinos. En
todo caso, durante su celebración, deberán
respetarse estrictamente las consignas de
seguridad.
• En la medida de lo posible se renovará la
decoración del espacio de oración: imágenes,
iconos, velas, flores… Para subrayar el carácter
festivo, se podrán añadir dibujos de los niños,
flores de papel, entre otros.
• Una cruz o un crucifijo deberá siempre ponerse
en el fondo.
• Se encenderán una o varias velas, que deberán
colocarse en un soporte incombustible (por
ejemplo, un plato de porcelana o cristal). Al
final de la celebración, se apagarán las velas.
• Se designa a una persona para dirigir la
oración, quien establecerá la duración de los
momentos de silencio y preparará la
celebración.
• Se designan los lectores para las diferentes
lecturas.
• Los presentes pueden preparar las oraciones
de los fieles (aquí se propone una fórmula). Se
pueden preparar cantos apropiados.

CELEBREMOS EL DOMINGO EN FAMILIA


Domingo, 15 de noviembre de 2020
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Saludo.
Nosotros no pertenecemos
ni a la noche ni a las tinieblas,
por lo tanto no durmamos como los demás,
sino vigilemos y seamos sobrios.
Que el Señor, Jesús, sea su luz
y esté siempre con ustedes.

- y con tu espíritu.

Acto Penitencial.
Tantas veces hemos usado los dones de Dios
demasiado a la ligera, como si se nos hubieran dado
para nosotros solos, y así no servimos ni a Dios ni a
la Iglesia. Pidamos sinceramente al Señor que nos
perdone.

• Señor Jesús, cuando viniste a nosotros querías


liberarnos de todo miedo y temor. R/. Señor,
ten piedad de nosotros.
• Cristo Jesús, tú nos has confiado el futuro de la
Iglesia y de tu Reino. R/. Cristo, ten piedad de
nosotros.
• Señor Jesús, tú nos has hecho libres y
responsables al servicio de Dios y del
mundo. R/. Señor, ten piedad de nosotros.

Ten piedad de nosotros, Señor, perdónanos por


emplear mal o dejar inactivos tus dones. Haznos
servidores como tú y contigo, y llévanos a la vida
eterna. Amén.

Gloria.
Alabemos a nuestro Dios y lo glorificamos
diciendo:

Gloria a Dios en el cielo,


y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros,
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén

Oración Colecta
Oremos para que sepamos responder
a la confianza que Dios ha puesto en nosotros.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro, amable y cariñoso:
Ya no nos llamas más siervos, sino amigos.
Es muchísimo lo que nos has confiado,
incluso el futuro de tu Reino de justicia y amor.
Danos la gracia de planear y desarrollar contigo
el crecimiento de la misericordia y la bondad en
este mundo,
para estar unidos con todos los hermanos
cristianos
y con todos los que te buscan con sincero corazón,
y para llevar reconciliación y alegría a todos.
Que sepamos caminar juntos hacia ti,
nuestro Dios vivo y cariñoso,
por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Primera lectura
Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13.
19-20. 30-31.

Una mujer fuerte, ¿quién la hallará? Supera en valor


a las perlas. Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas. Le trae ganancias, no
pérdidas, todos los días de su vida. Busca la lana y
el lino y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la
rueca. Abre sus manos al necesitado y tiende sus
brazos al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la
hermosura; la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la
alaben en público.

Palabra de Dios.

Salmo. Sal 127, 1-2. 3. 4-5

R/. Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor


y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombre


que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6

En lo referente al tiempo y a las circunstancias,


hermanos, no necesitáis que os escriba, pues
vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor
llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén
diciendo: «paz y seguridad», entonces, de
improviso, les sobrevendrá la ruina, como los
dolores de parto a la que está encinta, y no podrán
escapar.

Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de


forma que ese día os sorprenda como un ladrón;
porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no
somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no
nos entreguemos al sueño como los demás, sino
estemos en vela y vivamos sobriamente.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,


14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta
parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y
los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco
talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su
capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco
talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó
otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó
otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer
un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su
señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos
siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se
acercó el que había recibido cinco talentos y le
presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco
talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has
sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante;
entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que
había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos
talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su
señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has
sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante;
entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó también el que había recibido un talento


y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas
donde no siembras y recoges donde no esparces,
tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra.
Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un
siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que
siego donde no siembro y recojo donde no esparzo?
Pues debías haber puesto mi dinero en el banco,
para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con
los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que
tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le
sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo
que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las
tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de
dientes”».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN.
Se Nos Ha Confiado Mucho. Dios, el Señor, confía en
nosotros más de lo que quizás nosotros confiamos
en nosotros mismos. Él nos confía muchísimos
talentos y cualidades, no solamente para
realizarnos plenamente como personas y llegar a
ser los cristianos que él nos ha llamado a ser, sino
también para construir la Iglesia y el Reino de Dios.
¡Qué tremenda confianza! Él se pone a sí mismo, su
Iglesia y el Reino en nuestras manos! Esa confianza
se convierte en nuestra responsabilidad. En esta
eucaristía pedimos a Jesús, el Señor, que nos dé la
gracia de saber responder plenamente a la
profunda confianza de Dios en nosotros.

Asume los Riesgos de la Fe. Es desalentador ver a


veces cómo la gente con muchísimos talentos
rehúsan simplemente emplear sus dones. ¿Tienen
acaso miedo de comprometerse, de arriesgarse con
la gente? Quizás nosotros mismos tengamos
también miedo de asumir el riesgo de ponernos en
las manos de nuestros hermanos. Reservamos
nuestra fe para los domingos, pero dejamos de
invertirla para el bien de los hermanos, para el
perdón cuando nos han ofendido, para hablar con
valentía por los que no tienen voz, para el afecto no
correspondido. Arriesguémonos con el Señor, que
está aquí entre nosotros.
Credo. Con Pedro y con toda la Iglesia
expresamos nuestra fe en Dios y en Jesús,
nuestro Salvador.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Oración de los Fieles.


Todo lo que somos y todo lo que tenemos
pertenece a Dios. Oremos para que sepamos
ponerlo todo al servicio de la Iglesia y de los
hermanos, y así digamos:

R/. Señor, que todas nuestras obras te alaben.

• Para que la Iglesia no tenga miedo de


arriesgarse aceptando el sufrimiento que conlleva
la renovación en Cristo y llevando a todos los
hombres su mensaje de esperanza y de vida,
roguemos al Señor.

• Para que todos los seres humanos participen de


los recursos de la tierra con justicia, amistad y paz;
y también para que los poderosos de este mundo
cooperen para lograr el desarrollo humano y
económico de todas las naciones y de todas las
clases sociales, roguemos al Señor.
• Para que las mujeres alcancen con honor su
legítimo lugar en la Iglesia y en el mundo; y para
que su cordialidad, tacto, sensibilidad y amabilidad
den calor a este nuestro mundo duro y frío,
roguemos al Señor.

• Para que una buena educación y el hogar,


inspirador del bien, preparen a nuestros jóvenes
para poner sus cualidades y talentos al servicio de
la Iglesia y de nuestro pueblo, roguemos al Señor.

• Por todos nosotros, para que seamos


responsables ante Dios por nuestras vidas y por la
felicidad de todos; y para que progresemos en
servicio y unidad, y nos enriquezcamos unos a
otros con amor, roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro, tú nos has regalado tan


generosamente nuestros talentos. No permitas que
seamos tacaños y egoístas, sino ayúdanos a dar
generosamente lo mejor de nosotros mismos al
servicio de la Iglesia y de la humanidad, por medio de
Jesucristo nuestro Señor.

Introducción al Padrenuestro
Como hijos de la luz y del día
oramos a Dios nuestro Padre
con la oración de Jesús.
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de nuestra pasividad
y de nuestro miedo paralizante,
que nos impiden entregarnos a nuestros hermanos.
Que nunca nos quedemos inmóviles
para conservar lo que tenemos,
sino que sigamos siempre creciendo en el amor
y desarrollando nuestros dones,
para que un día podamos rendir buena cuenta
a quien ha de venir a juzgarnos,
nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…

Momento de la paz.
Es Jesús, el Cordero de Dios.
Él entregó todo lo que tenía, su vida y muerte,
para que otros vivieran
y fueran capaces de entregarse también a sí
mismos.
Dichosos nosotros, que como constructores de paz,
sepamos esperar su venida gloriosa
sin ningún temor ni ansiedad.

- La paz esté con ustedes.


- Y con tu espíritu.
- Como comunidad que vive una sola fe hacemos
un gesto de paz.

Si fuera necesario, siguiendo las indicaciones de las


autoridades, este gesto puede hacerse inclinando
profundamente la cabeza hacia el otro o, en familia,
enviando un beso a distancia con dos dedos en los
labios. Nos sentamos.

Preparación a la comunión espíritual.


Nos colocamos a nosotros mismos,
y todo lo que nos has dado,
en este momento.
que aceptemos a comprender que tenemos que
compartir unos con otros
todo lo que somos,
seamos ricos o pobres.
Y que ojalá así nos edifiquemos unos a otros
y demos forma visible a tu Reino.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.

Momento de silencio y comunión espiritual.


La fórmula de San Alfonso María de Ligorio es
una invitación a entrar en comunión con Jesús
Eucaristía.
Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente
en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo
sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi
alma. Pero como ahora no puedo recibiros
sacramentado, venid a lo menos
espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me
uno todo a Vos. No permitáis, Señor, que jamás
me separe de Vos.

Oración después de la Comunión


Oh Dios y Señor nuestro,
fuente de todo lo bueno:
Por medio del don de tu Hijo Jesucristo
nos has hecho capaces
de sembrar las semillas de tu vida y tu amor.
Que ojalá, cuando nos pidas cuenta
de lo que hicimos con nuestras vidas,
oigamos de tus propios labios
que fuimos siervos buenos y fieles,
que hicimos mucho con lo poco que teníamos,
y que, por tanto, entremos en tu alegría eterna.
Concédenoslo por medio de Jesucristo nuestro
Señor.

Bendición
Hermanos: Nuestra vida, con todo lo que somos y
tenemos,
no es de nuestra propiedad,
ya que es como un fondo de inversión recibido de
Dios.
Es un préstamo suyo,
no para guardarlo seguro en un "agujero en la
tierra",
sino para hacerlo producir del mejor modo posible,
cada uno según su habilidad.
Que Dios omnipotente nos dé fuerza y valor
para servir con todo nuestro ser
a él y a los hermanos.

Para ello,

que la bendición de Dios todopoderoso,


Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros
y permanezca para siempre.
amén.

Consagración a la Virgen María.


¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me ofrezco enteramente a Vos y,
en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día mis ojos,
mis oídos, mi lengua, mi corazón.
En una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro,
oh Madre de bondad,
guardadme y protegedme
como hijo y posesión vuestra.
Amén

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