Charla El Perdn
Charla El Perdn
Charla El Perdn
El perdón en la familia
La ciencia del perdón
Debemos perdonar y saber pedir perdón por el bien de nuestra salud mental,
física y espiritual, pero cuando absurdamente guardamos rencor,
remordimiento o resentimiento con nuestra familia, esto dañará
totalmente a nuestra vida, física y espiritual, perjudicando más a nuestros
hijos, quienes sufren por la indiferencia y la falta de cariño que existe en sus
padres. Por eso es muy importante evitar que el problema empeore más,
tomando valientemente la decisión de perdonar y saber pedir perdón,
ambos son necesarios para que vuelva la tranquilidad y la paz a nuestro
hogar.
No es aceptar la crueldad.
No es olvidar que algo doloroso ha sucedido.
No es excusar el mal comportamiento.
No tiene que ser una experiencia religiosa ni sobre natural.
No es negar ni bloquear el dolor,
No implica reconciliación con el ofensor. Tampoco significa dejar de
sentir.
Para Chopra (2005: 64) "La compasión total se traduce en perdón total,"
usted no puede obligarse a perdonar a nadie. El perdón no pertenece al
Mtra. Yolanda Valencia contacto@angelinas.com.mx /3
ámbito de la mente. Es un sentimiento del corazón. Entonces nos
enfrentamos nuevamente a una paradoja, porque tal parece que cuando no
ablandamos el corazón y sanamos cariñosamente sus heridas, nos
protegemos contra el mal. Cuando construimos fortalezas para protegernos,
solamente nos hacemos más vulnerables”, Chopra indica que las personas
víctimas, utilizan excusas para prolongar el sufrimiento. Sus esquemas
mentales son:
¿Qué es perdonar?
El perdón es benéfico
Perdonar reduce el estrés.
No perdonar puede ser más importante como factor de enfermedades
cardiacas que la misma enemistad.
Las personas que culpa a otras de sus problemas se enferman más, por
ejemplo de cáncer o del corazón.
Una vez que se tiene claro el concepto del perdón, se debe tomar en cuenta
sus beneficios para el organismo desde el punto de vista bio-psico-social.
Según Chopra (2008) el ser humano es el único animal que siente culpa y
vergüenza. En esta afirmación, el autor destaca la combinación de una
inteligencia racional y emocional.
El tercer beneficio del perdón, nace del amor y del cuidado que se ofrece a
las personas importantes en la vida. Generalmente las personas que sufren
por la aflicción de las víctimas, no son la que han lastimado, sino las que se
preocupan por el sufrimiento del ofendido.
El perdón y la salud
Según Ader, (en Goleman, 1996) hay una infinidad de modos en que el
sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican: sendas
biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo no están
separados sino íntimamente interrelacionados.
Luego de diversos estudios, David Felten concluyó que sin esas terminaciones
nerviosas el sistema inmunológico no responde como debería al desafío de
las bacterias y los virus invasores. En resumen, el sistema nervioso no sólo se
Mtra. Yolanda Valencia contacto@angelinas.com.mx /7
conecta con el sistema inmunológico, sino que es esencial para la función
inmunológica adecuada.
Estudios confirman que las emociones perturbadoras son malas para la salud.
Se descubrió que las personas que experimentan ansiedad crónica,
prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad,
cinismo o suspicacias implacables, debido a una situación de rencor, tenían el
doble de riesgo de contraer una enfermedad, incluidas asma, artritis, dolores
de cabeza, úlceras pépticas y problemas cardíacos.
Mtra. Yolanda Valencia contacto@angelinas.com.mx /8
Esta magnitud hace que las emociones perturbadoras sean un factor de
riesgo tan dañino como lo son, por ejemplo, el hábito de fumar o el colesterol
elevado para los problemas cardíacos, es decir, una importante amenaza a la
salud (Goleman, 1996). Lo anterior no indica, en modo alguno, que todos
aquellos que tengan estos sentimientos serán más vulnerables a una
enfermedad.
La Ansiedad
Para Chopra (2008), el miedo crónico del tipo que nos despierta en la noche y
ataca sin previo aviso en cualquier momento de la vida se conoce como
ansiedad. Es una de las formas más comunes de sufrimiento en nuestra
sociedad, magnificada durante ataques y recuerdos dolorosos de un hecho
violento. La ansiedad se siente como una especie de temor no especifico.
Puede sentirse en grado leve, y entonces la persona se siente nerviosa e
inquieta, o puede sentirse de manera aguda, cuando la persona se llena de
terror sin razón aparente.
Durante momentos de gran ansiedad, sobre todos los producidos ante una
situación de dolor o miedo, el cerebro secreta grandes niveles de cortisol y
norepinefrina que interfieren con las operaciones normales de los
mecanismos neurológicos para el aprendizaje y la memoria. Cuando estas
hormonas de estrés llegan a un nivel crítico, mejoran la función de la
amígdala pero debilitan las áreas prefrontales, las cuales pierden la
capacidad de contener los impulsos de la amígdala. Goleman (2006).
Por otra parte, se ha evidenciado una alta relación entre estrés y diabetes,
hablándose en la actualidad de una personalidad diabética. (Palmero, 1999),
que vendría definida por una disminuida capacidad de alerta, apatía y
depresión.
La Ira y La Hostilidad
Para Chopra (2008), la ira es una emoción primaria, pero que en el mundo del
miedo es una línea secundaria de defensa. Las personas se tornan airadas
cuando no pueden vencer sus sentimientos de indefensión. El hecho de
estallar en ira, tiene dos propósitos hacer sentir a la persona que tiene el
control, sin el cual muchos entrarían en pánico total y el segundo propósito
es que permite canalizar la energía hacia fuera, proporcionando un enemigo
externo al cual atacar.
La Tristeza
En los vínculos del estrés con la salud, los sistemas biológicos claves son el
sistema nervioso simpático (SNS), y el eje hipófisis-hipotálamo-suprarrenal
(HHS). Cuando estamos atemorizados, tanto el SNC como el eje HHS asumen
el desafió, secretando hormonas que nos preparan para enfrentarnos a una
emergencia o amenaza. Pero lo hacen tomando recursos del sistema inmune
y endocrinológico, entre otros. Esto debilita a dicho sistema clave para la
salud, por un momento o durante años.
Aunque las lecturas estaban dentro del margen saludable, tanta elevación si
se mantenía mucho tiempo, podría tener un impacto clínico significativo,
esto es, aumentar el riesgo de hipertensión. Los estudios de Suecia de
trabajadores a diferentes niveles y en el Reino Unido entre empleados
estatales, demostraron que la gente en posiciones inferiores dentro de las
organizaciones y sometidas a mayores niveles de estrés por un jefe
autoritario, vengativo y acusador, eran cuatro veces más propensos a
desarrollar enfermedades cardiovasculares, a los que no tenían tales
presiones. Wamala (2000).
Conclusiones
Esta búsqueda del bienestar es lo que hace que el perdón forme parte del
objeto de estudio de la Psicología positiva. A través de este camino el perdón
pasara a ser una ciencia. Las emociones que genera el acto de perdonar son:
El perdón sana a todas las personas, en especial a los que deciden perdonar,
y como tal conlleva a la reconciliación familiar. El perdón, en sí mismo, lleva
inmerso una sincera disposición de olvidar, la mejor forma de sanar heridas.
Perdonar es fuente de paz y de amor para la familia
El amor de familia es sacrificio para todos, los hijos, los padres, deben estar
dispuestos a realizar su aporte de sacrificio para que la familia como un todo,
pueda perdonar a quien cometió la falta o les falló en los valores.
Cuando los hijos aprenden a perdonar los errores de sus padres, de sus
hermanos de sus amigos, estarán preparados para ser mejores padres y con
toda seguridad preparados para llevar hacia adelante una relación de pareja
cargada de felicidad. Igualmente, los padres deben estar preparados para
perdonar los errores de sus hijos, no hay muestra más sincera de amor que el
perdón, y el premio es acercarse aún más al amor de sus hijos.
“Él dijo que lo sentía”, dijo la segunda madre. “Ahora dile tú: ‘Te perdono’, y
dense la mano”. Ninguno de los dos se miraba a los ojos. Durante el silencio,
la frustrada mamá comenzó a amenazar alteradamente a su hijo hasta que
éste pronunció una o dos palabras. Aliviada, esta mamá los envió de nuevo al
parque, y luego se lamentó con su amiga sobre la dificultad de llegar a los
corazones de sus hijos. “Sé que el necesitaba hacerlo”, suspiró, “pero si no lo
hizo de corazón, ¿qué sentido tiene?”
Era una pregunta válida. Después de todo, el “te perdono” que dijo su hijo
era tan sincero como el “lo siento” de la respuesta del otro. Este incidente
me recordó que saber que hay que perdonar no es la parte difícil; perdonar
de verdad, sí que lo es. El punto, después de todo, es la reconciliación —la
comunión restaurada y la herida sanada— que resulta de la práctica de esta
disciplina. Al final, el perdón cambia más a quien perdona que al perdonado.
La mayoría de las personas sufren heridas mucho más profundas que las del
caso del parque. Los obstáculos para perdonar serán mucho más grandes, y
el costo mucho más alto. Pero el punto sigue siendo el mismo: cuando
perdonamos, hacemos posible que una relación se renueve, si no con la
persona que perdonamos, entonces con la Persona que nos ha perdonado.
Por lo general, ponemos juntas las palabras “perdonar” y “olvidar”, pero para
perdonar de verdad, tenemos que recordar. El apóstol Pablo dice que
nuestro deber de perdonar a los demás depende de recordar el perdón que
recibimos de Dios. “De la manera que Cristo os perdonó”, escribe, “así
también hacedlo vosotros” (Col 3.13). No solo debemos recordar que Dios
nos perdona, sino también imitar cómo Él lo hace: con misericordia, con
generosidad, y por completo.
Practique el perdonar a otros por sus pequeñas faltas a lo largo de cada día,
tales como que otro conductor se le adelante en el tráfico quitándole su
derecho en la vía, o que reciba una ofensa no intencional. Si lo hace, eso
transformará poco a poco su corazón con el tiempo, haciendo posible que
perdone a otros cuando surjan conflictos más grandes y más serios.
Sin embargo, el mismo día, mientras que los cuerpos seguían sin enterrar, se
escuchó decir a un abuelo Amish a sus parientes jóvenes: “No debemos
pensar mal de este hombre”. Roberts se había quitado la vida durante la
crisis, y en los días que siguieron, la comunidad trató con misericordia y
perdón a su familia, asombrando al mundo por su benignidad.
No todas las personas tienen un enemigo, es decir, a alguien que las haya
agraviado continuamente, con malicia, sin pensar en el bienestar de ellas. Si
usted tiene un enemigo, la obra del perdón comienza con una oración para
recordar la gracia de Dios hacia usted. Una de las tareas del Espíritu Santo es
“convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn 16.8). Solo Él
puede producir el cambio de corazón necesario para que podamos ver
nuestro pecado, reconocer la justicia de Cristo, y ver que el juicio le
pertenece a Dios.
Bibliografía recomendada
Chopra, D (2005) "El Perdón" grupo editorial Norma. Bogotá.
Goleman, Daniel (2003)" Emociones Destructivas" Javier Vergara.
Ediciones B Argentina S.A.
Luskin, F (2008) "Perdonar es sanar" Harper Collins Publisher Ediciones
Norma. S.A. Bogotá.
Orozco, E (2009) "Perdonar es sanar" Publicación del diario
Panorama,(7-04-2009)
Riso, W (2005) "Deshojando Margaritas" Editorial Norma, Bogotá.
Rivas, R. (2009) "El poder del Perdón" Entrevista realizada para la
revista de Selecciones de Reader´s Digest por Szèkey, enero, 2009: 44-
46.