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Charla El Perdn

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ARTÍCULO

El perdón en la familia
La ciencia del perdón

El Perdón es reconocer nuestros


errores y reconocer el daño que
hemos ocasionado a nosotros
mismos, a los demás, a nuestro
cónyuge o a nuestros hijos, Lo
ideal es sincerarse y buscar la
mejor forma de corregir nuestros
errores de perdonarnos, de
recuperar la confianza.

El perdón es un deseo natural porque viene de lo más profundo de nuestro


ser. Todos deseamos vivir con amor, en armonía, en bondad y en pureza;
porque nuestra alma y nuestra conciencia originalmente son puras y llenas
de bondad.

EL PERDONARNOS ASÍ MISMO. El perdón no solamente se da con otras


personas sino también con nosotros mismos, porque a veces estamos dolidos
y resentidos con nosotros mismos por un acto que pudiéndolo controlar no
lo hicimos. Este error es la que nos ata a una vida miserable y nos hace sentir
despreciables frente a los demás. Por eso es indispensable perdonarnos a
nosotros mismos, y esto se hace poniendo como testigo a Dios, que no
hemos sabido perdonar con anticipación.

De tal manera que al conocernos a nosotros mismo, encontramos aquello de


lo cual no nos hemos perdonado, y de igual manera a aquellos a quienes no
hemos logrado perdonar, así pues para que haya perdón debe haber
reparación y esta reparación se manifiesta en la convicción del otro por
remediar la falta

Y ante este enunciado viene la pregunta entonces si no hay verdadero


arrepentimiento ¿no debemos o no podemos perdonar?, bien el

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arrepentimiento o remedio corresponde al proceso de la otra persona, el
perdonar es una acción individual que

EL PERDÓN A NUESTROS PADRES.- Pedir perdón a nuestros padres por


nuestra desobediencia es la llave del éxito para nuestras vidas. Si no lo
hacemos jamás seremos felices ni aun teniendo las mejores cosas materiales,
porque nuestros padres son sagrados para la bendición de nuestra vida
futura, sin ella estamos perdidos.
El perdón entre esposos en el hogar es la esencia divina que da vida y alegría
a la familia, es el bálsamo del amor entre los esposos, basado en los valores
de vida. Nos debemos perdonar entre esposos todo, pase lo que pase, así nos
acercamos más a Dios.

La violencia es el flagelo que está destruyendo a la familia, el perdón para


que tenga buenos resultados debemos hacerlo con una actitud de
arrepentimiento, se debe buscar restaurar este daño, acercándonos a
nuestro cónyuge o hijos para pedirles perdón, con el deseo de no volver a
cometer más este error. Este es un valor indispensable, que debe existir en
todo hogar, para restaurar nuestra vida familiar y así borrar todos los
rencores y heridas que pudiera haber ocasionado nuestro error cometido en
la familia. Esto significa que el perdón es la puerta de entrada a la Armonía
Familiar, que es: El entendimiento entre los miembros de un hogar, se
expresa en un estado de ánimo armónico, dialogante y de entrega;
sustentado en Valores y Principios de Vida encaminados a conseguir vivir en
la Verdad y lograr un desarrollo moral, intelectual, económico y espiritual.

Debemos perdonar y saber pedir perdón por el bien de nuestra salud mental,
física y espiritual, pero cuando absurdamente guardamos rencor,
remordimiento o resentimiento con nuestra familia, esto dañará
totalmente a nuestra vida, física y espiritual, perjudicando más a nuestros
hijos, quienes sufren por la indiferencia y la falta de cariño que existe en sus
padres. Por eso es muy importante evitar que el problema empeore más,
tomando valientemente la decisión de perdonar y saber pedir perdón,
ambos son necesarios para que vuelva la tranquilidad y la paz a nuestro
hogar.

Al que perdona no le pasa nada raro en la memoria, simplemente decide


hacerse un regalo. Un golpe en la cabeza puede producir olvido, pero no
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perdón. Cuando el indulto se otorga, el recuerdo sigue, pero ya no hace
daño.

El proceso del perdón, incluye un beneficio en ambos sentido: alivio del


resentimiento de quien lo ofrece y de la culpa y la vergüenza para quien lo
recibe. No solamente es un obsequio para quien lo entrega, sino una forma
de autorrecompensa y liberación. El perdón es una manera de lavar el alma y
la mente. Es purificar el mundo interior. Al acto de perdonar se llega por dos
caminos: la reevaluación objetiva de los hechos o el amor.

Perdonar no es otorgar clemencia, porque no ejercemos la función de jueces,


al menos en la vida normal de relación.

Perdonar no es sentir compasión. La compasión solidariza con el dolor de la


víctima, es una "virtud afectiva" se trata de sensibilidad, de solidaridad
emocional o de contagio, ya que el dolor ajeno nos toca o se refleja a través
nuestro.

Perdonar no es renunciar a la justicia, es ejércela sin rencor, sin ira, sin


aberraciones violentas. "Perdono pero exijo justicia" no por rencor sino por
principios.

El error se disculpa, la maldad se perdona. Se perdona al ignorante, pero se


perdona al malvado, .Dice Jankelevich en Riso (2004) si no hay intención
entonces hay traspiés.

Luskin, (2008) indica lo que no es perdón;

 No es aceptar la crueldad.
 No es olvidar que algo doloroso ha sucedido.
 No es excusar el mal comportamiento.
 No tiene que ser una experiencia religiosa ni sobre natural.
 No es negar ni bloquear el dolor,
 No implica reconciliación con el ofensor. Tampoco significa dejar de
sentir.

Para Chopra (2005: 64) "La compasión total se traduce en perdón total,"
usted no puede obligarse a perdonar a nadie. El perdón no pertenece al
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ámbito de la mente. Es un sentimiento del corazón. Entonces nos
enfrentamos nuevamente a una paradoja, porque tal parece que cuando no
ablandamos el corazón y sanamos cariñosamente sus heridas, nos
protegemos contra el mal. Cuando construimos fortalezas para protegernos,
solamente nos hacemos más vulnerables”, Chopra indica que las personas
víctimas, utilizan excusas para prolongar el sufrimiento. Sus esquemas
mentales son:

 Llevo tanto tiempo sufriendo que es demasiado tarde para cambiar.


 Estoy esperando que alguien note mi sufrimiento.
 Mi dolor significa que estoy vivo.
 ¿Por qué alguien no me salva?
 Tengo una enorme necesidad de ser amado.
 No se me permite comprender.

¿Qué es perdonar?

Para Orozco (2009), el perdón se contempla en todas las sociedades


humanas como una forma que permite la cura del alma y el progreso
espiritual. El que perdona no solo se cura a sí mismo, sino que su alma entra
en paz, teniendo una mayor vitalidad y un claro sentido del para que se vino
a esta existencia. La falta de perdón, quizás es el motor que en la actualidad
promueve tantas enfermedades de índole psicológicas, entre ellas la
depresión

El perdón es benéfico
Perdonar reduce el estrés.
No perdonar puede ser más importante como factor de enfermedades
cardiacas que la misma enemistad.

Las personas que culpa a otras de sus problemas se enferman más, por
ejemplo de cáncer o del corazón.

Quienes piensan en no perdonar muestran cambios negativos de la presión


arterial, la tensión muscular y las respuestas inmunológicas.

Las personas que se imaginan perdonando a su ofensor sienten mejoría


inmediata en su sistema cardiovascular, muscular y nervioso.
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Inclusive las personas que han sufrido pérdidas devastadoras pueden
aprender a perdonar y sentirse mejor psicológico y emocionalmente.

Una vez que se tiene claro el concepto del perdón, se debe tomar en cuenta
sus beneficios para el organismo desde el punto de vista bio-psico-social.
Según Chopra (2008) el ser humano es el único animal que siente culpa y
vergüenza. En esta afirmación, el autor destaca la combinación de una
inteligencia racional y emocional.

Es precisamente, esa inteligencia racional, la que permite la evaluación


cognoscitiva de las consecuencias de la conducta emitida y el procesamiento
de la información emocional que llega al cerebro. Con base a esto, el perdón
es una alternativa, que permite "regular" hasta qué punto la persona deja
que aquel hecho lo afecte y si lo afecta en que intensidad, no se olvida el
hecho, pero se aprende a vivir y a desarrollar la capacidad de resiliencia ante
las adversidades.

La resiliencia es un concepto psicológico que define la capacidad de las


personas de sobreponerse a la adversidad y ser fuerte en las crisis.

Rivas Lacayo (2009), presidenta de la Asociación Latinoamericana de


Desarrollo Humano y de la Asociación de Orientación Holística de la
República Mexicana y autora del libro "Saber Crecer" afirma "Sin perdón no
podemos crecer ni fortalecernos en la adversidad. No logramos tampoco ser
residentes. Algunas personas mantienen su dolor al rojo vivo para demostrar
al mundo lo mal que han sido tratadas, sin querer darse cuenta de que se
dañan ellas mismas al hacerlo. Cuando nos aferramos al dolor, la
autocompasión empaña la capacidad de dar a los demás y asumiendo el
papel de mártires, nos sentamos a esperar que alguien mágicamente
resuelva nuestra vida".

Para Rivas Lacayo (2009), el perdón ayuda a reconocer y admitir que se es


frágil y que no se necesita ocultar la debilidad." Al hacernos consientes de
nuestros límites evitaremos que la experiencia se repita"

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Tomando en cuenta lo anterior, en donde se visualiza el perdón como
capacidad reguladora de las emociones y de sobreponerse al dolor, se tiene
las siguientes consideraciones:

Para Luskin (2008), el principal beneficio del perdón es la reafirmación de que


no somos víctimas de nuestro pasado. Ciertamente el pasado influye en el
presente. El perdón brinda la clave para reconocer el pasado como una
experiencia y seguir adelante. Cuando se perdona se teme menos.

De esta forma al perdonar se desarrolla y fortalece la autoestima. La persona


se hace más fuerte y aprende que le conviene y que no le conviene. El
segundo beneficio es lo mucho que se puede aprender en cómo se puede
ayudar a los demás. Según Luskin (2008), pocos conocen el poder que da un
ejemplo de perdón. Se puede ayudar a muchos mediante el ejemplo de cómo
enfrentar la adversidad y el dolor. Perdonar es una acción que demuestra
fortaleza y la misma puede ser un ejemplo para los demás.

El tercer beneficio del perdón, nace del amor y del cuidado que se ofrece a
las personas importantes en la vida. Generalmente las personas que sufren
por la aflicción de las víctimas, no son la que han lastimado, sino las que se
preocupan por el sufrimiento del ofendido.

Seguidamente, se analizará el valor terapéutico del perdón, donde se percibe


como una herramienta de liberación, de aquellas emociones negativas que
alteran los pensamientos y en consecuencia los sistemas inmunológico,
endocrino y nervioso.

El perdón y la salud

La salud humana es un complejo proceso sustentado sobre el equilibrio de


factores biopsicosociales, es decir, una persona sana tiene en equilibrio tanto
su cuerpo como su mente en adaptación con su entorno.

De lo anterior se desprende, que existe una relación entre mente y cuerpo y


que la falta de equilibrio en uno de ellos, afecta el equilibrio y el buen
funcionamiento del otro. La enfermedad afecta tanto al cuerpo como a la
mente.

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De esta relación mente/cuerpo nace la medicina psicosomática, que se
centra en el estudio de las interacciones entre los procesos psicológicos
(mente) y la ocurrencia de ciertas enfermedades (cuerpo).

Establecida la relación, el psicólogo Robert Ader (citado en Goleman. 1996)


se dedicó a investigar cómo influyen ciertos procesos psicológicos, las
emociones, en la salud (USA, 1974). Es así como nace un nuevo campo de
investigación, la Psiconeuroinmunología (PNI), que estudia los vínculos que
existen entre el sistema inmunológico y el sistema nervioso central. Su
mismo nombre reconoce las relaciones: psico o "mente"; neuro, que se
refiere al sistema neuroendocrino (que incluye el sistema nervioso y los
sistemas hormonales); e inmunología, que se refiere al sistema
inmunológico. Ha sido utilizada para establecer posibles relaciones entre los
factores de comportamiento y la progresión de enfermedades.

Según Ader, (en Goleman, 1996) hay una infinidad de modos en que el
sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican: sendas
biológicas que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo no están
separados sino íntimamente interrelacionados.

Se está descubriendo que los mensajeros químicos que operan más


ampliamente en el cerebro y en el sistema inmunológico son aquellos que
son más densos en las zonas nerviosas que regulan la emoción. A cargo de
estas investigaciones está el psicólogo David Felten (En Goleman, 1996) Él
comenzó notando que las emociones ejercen un efecto poderoso en el
sistema nervioso autónomo (SNA), que es el que regula diversas funciones
del organismo. Detectó un punto de reunión en donde el SNA se comunica
directamente con los linfocitos y los macrófagos, células del sistema
inmunológico.

Se descubrieron contactos semejantes a sinapsis, en los que los terminales


nerviosas del SNA tienen terminaciones que se apoyan directamente en estas
células inmunológicas. Este contacto físico permite que las células nerviosas
liberen neurotransmisores para regular estas células (Goleman, 1996).

Luego de diversos estudios, David Felten concluyó que sin esas terminaciones
nerviosas el sistema inmunológico no responde como debería al desafío de
las bacterias y los virus invasores. En resumen, el sistema nervioso no sólo se
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conecta con el sistema inmunológico, sino que es esencial para la función
inmunológica adecuada.

Otra vía clave que relaciona las emociones y el sistema inmunológico es la


influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Las catecolamina
(adrenalina y noradrenalina) y el cortisol, entre otras, obstaculizan la función
de las células inmunológicas: el estrés anula la resistencia inmunológica,
supuestamente en una conservación de energía que da prioridad a la
emergencia más inmediata, que es una mayor presión para la supervivencia
(Goleman, 1996).

Basándose en lo anterior, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y las


emociones negativas generadas por el rencor como la ira, la ansiedad y la
depresión, podían ser la causa de ciertas enfermedades. Las investigaciones
no han arrojado datos clínicos suficientes como para establecer una relación
causal, pero sí, se reconoce que, estas emociones, afectan la vulnerabilidad
de las personas a contraer enfermedades. Asimismo, se investiga si las
emociones positivas son beneficiosas a la hora de la recuperación de la
enfermedad.

También, las emociones y la salud se relacionan cuando ya se está enfermo y


desde el punto de vista psicológico el rencor se considera una enfermedad,
se puede ser emocionalmente frágil mientras se está enfermo porque el
bienestar mental se basa, en parte, en la ilusión de invulnerabilidad.

El rencor hace estallar esa ilusión, atacando la premisa de que el mundo


privado está a salvo y seguro. De pronto las personas se sienten débiles,
impotentes y vulnerables. Las emociones más típicas cuando se experimenta
rencor son el miedo y la rabia. Se ha descubierto que las emociones
negativas, como la ira, la ansiedad o la depresión, y también el estrés,
debilitan la eficacia de ciertas células inmunológicas.

Estudios confirman que las emociones perturbadoras son malas para la salud.
Se descubrió que las personas que experimentan ansiedad crónica,
prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión continua u hostilidad,
cinismo o suspicacias implacables, debido a una situación de rencor, tenían el
doble de riesgo de contraer una enfermedad, incluidas asma, artritis, dolores
de cabeza, úlceras pépticas y problemas cardíacos.
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Esta magnitud hace que las emociones perturbadoras sean un factor de
riesgo tan dañino como lo son, por ejemplo, el hábito de fumar o el colesterol
elevado para los problemas cardíacos, es decir, una importante amenaza a la
salud (Goleman, 1996). Lo anterior no indica, en modo alguno, que todos
aquellos que tengan estos sentimientos serán más vulnerables a una
enfermedad.

Se conoce desde hace años, que la homeostasis normal, el correcto nivel de


las hormonas, neurotransmisores y demás elementos que conforman
nuestro medio ambiente interno, el adecuado funcionamiento del sistema
nervioso central y la adecuada respuesta del sistema inmunitario son factores
implicados en el correcto desempeño de las funciones habituales y/o vitales,
impidiendo que el organismo enferme, favoreciendo su resistencia en las
situaciones de máxima demanda, y posibilitando una correcta y
relativamente rápida recuperación tras las respuestas intensas que se haya
producido en situación de estrés o de intensa emocionalidad.

A continuación, se revisaran algunos aspectos en los que se aprecia la


influencia de los procesos emocionales que son generados del rencor, por la
falta de perdón.

La Ansiedad

Para Chopra (2008), el miedo crónico del tipo que nos despierta en la noche y
ataca sin previo aviso en cualquier momento de la vida se conoce como
ansiedad. Es una de las formas más comunes de sufrimiento en nuestra
sociedad, magnificada durante ataques y recuerdos dolorosos de un hecho
violento. La ansiedad se siente como una especie de temor no especifico.
Puede sentirse en grado leve, y entonces la persona se siente nerviosa e
inquieta, o puede sentirse de manera aguda, cuando la persona se llena de
terror sin razón aparente.

El miedo se convierte en ansiedad cuando una amenaza pierde su ventaja


inmediata pero no puede olvidarse. La ansiedad, según el autor citado, tiene
su asidero en la memoria. No viene de afuera, sino de nuestro mundo
interior.

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El funcionamiento sexual se ve claramente influenciado por efectos del estrés
y de la emocionalidad intensa, ya que se produce una restricción del nivel de
testosterona en el organismo. Esta hormona es fundamental en la motivación
y conducta sexual de hombres y mujeres. (Palmero, 1999). También se ha
observado que la intensidad emocional tiene relación con los trastornos del
sueño.

Así, los procesos de ansiedad y depresión producen un incremento en la


temperatura basal corporal y en la resistencia de la piel, constriñen los vasos
sanguíneos y generan inquietud motora general. Todos estos factores
dificultan la conciliación y/o mantenimiento del sueño. Palmero (1999)
refiere que el insomnio no solo se refiere a la imposibilidad de iniciar el
sueño, sino también a la dificultad de mantenerlo.

Durante momentos de gran ansiedad, sobre todos los producidos ante una
situación de dolor o miedo, el cerebro secreta grandes niveles de cortisol y
norepinefrina que interfieren con las operaciones normales de los
mecanismos neurológicos para el aprendizaje y la memoria. Cuando estas
hormonas de estrés llegan a un nivel crítico, mejoran la función de la
amígdala pero debilitan las áreas prefrontales, las cuales pierden la
capacidad de contener los impulsos de la amígdala. Goleman (2006).

Por otra parte, se ha evidenciado una alta relación entre estrés y diabetes,
hablándose en la actualidad de una personalidad diabética. (Palmero, 1999),
que vendría definida por una disminuida capacidad de alerta, apatía y
depresión.

La Ira y La Hostilidad

Para Chopra (2008), la ira es una emoción primaria, pero que en el mundo del
miedo es una línea secundaria de defensa. Las personas se tornan airadas
cuando no pueden vencer sus sentimientos de indefensión. El hecho de
estallar en ira, tiene dos propósitos hacer sentir a la persona que tiene el
control, sin el cual muchos entrarían en pánico total y el segundo propósito
es que permite canalizar la energía hacia fuera, proporcionando un enemigo
externo al cual atacar.

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La emoción de ira y la actitud de hostilidad, generado por el sentimiento de
venganza, producen una excesiva activación de las glándulas suprarrenales,
cuya consecuencia es la producción excesiva de cortisol, norepinefrina y
epinefrina. Estas sustancias tienen efectos generales sobre el sistema
cardiovascular, pues aceleran el ritmo cardiaco y reducen la luz de los vasos.
Si se mantiene constante el volumen de sangre bombeada desde el corazón,
la presión sanguínea va incrementándose paulatinamente a medida que se
estrecha el diámetro útil y despejado del vaso.

Pero además, la epinefrina en particular tiene efectos que empeoran la


situación. Esta catecolamina acelera el ritmo cardiaco y produce
vasoconstricción. Los resultados son evidentes se incrementa la presión
cardiaca. (Palmero, 1999). También se ha visto relación con las ulceras
estomacales, ya que se produce un incremento en la secreción de ácidos en
el estómago, que contribuyen a la formación de ulceras.

La Tristeza

Para Chopra (2008) en la base de la depresión (considerada como el extremo


de la tristeza), hay un componente de miedo y ansiedad. La depresión es el
sufrimiento dirigido contra el "yo". La actitud ante la vida de la persona
deprimida es de pasividad y resignación.

Existe una clara relación entre la tristeza y el cáncer, ya que aspectos


emocionales de depresión han provocado disminución en la capacidad
funcional del sistema inmunológico, produciéndose un crecimiento
exponencial de estas células y se desencadena la enfermedad.

Por lo que respecta a otros trastornos importantes, el asma, se conoce en la


actualidad que las situaciones que producen sentimientos de tristeza,
frustración y conflictos, dados por recuerdos dolorosos del pasado,
representan factores importantes para que ocurran ataques de asma.
Igualmente se ha visto su implicación los problemas capilares. (Palmero,
1999).

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El Estrés

El hipocampo es particularmente vulnerable al continuo estrés emocional,


por los dañinos efectos del cortisol, Bajo estrés prolongado, dado por
situación traumáticas y dolorosas, el cortisol ataca las neuronas del
hipocampo, reduciendo el ritmo en el que se agregan las neuronas, o incluso
reduciendo el número total, con un impacto negativo en el aprendizaje. La
muerte de las neuronas del hipocampo ocurre durante un sostenido
aumento del cortisol, por ejemplo, durante una depresión severa o un
trauma intenso. Incluso en bajas dosis, los periodos de estrés extensos
producen altos niveles de cortisol que pueden impedir el crecimiento de esas
neuronas. Goleman (2006) Con esto, se concluye que el estrés tiene
influencia en el aprendizaje.

En los vínculos del estrés con la salud, los sistemas biológicos claves son el
sistema nervioso simpático (SNS), y el eje hipófisis-hipotálamo-suprarrenal
(HHS). Cuando estamos atemorizados, tanto el SNC como el eje HHS asumen
el desafió, secretando hormonas que nos preparan para enfrentarnos a una
emergencia o amenaza. Pero lo hacen tomando recursos del sistema inmune
y endocrinológico, entre otros. Esto debilita a dicho sistema clave para la
salud, por un momento o durante años.

Se considera un estudio Británico sobre trabajadores de la salud que tuvieron


dos supervisores en días alternados, uno al que temían y otro que le gustaba.
Wager, Feldman y Hussey (2001) En los días en que trabajaba el jefe
atemorizador (Victimario), el promedio de la presión arterial subió 13 puntos
para la sistólica y 6 para la diastólica (de 113/75 a 126/81).

Aunque las lecturas estaban dentro del margen saludable, tanta elevación si
se mantenía mucho tiempo, podría tener un impacto clínico significativo,
esto es, aumentar el riesgo de hipertensión. Los estudios de Suecia de
trabajadores a diferentes niveles y en el Reino Unido entre empleados
estatales, demostraron que la gente en posiciones inferiores dentro de las
organizaciones y sometidas a mayores niveles de estrés por un jefe
autoritario, vengativo y acusador, eran cuatro veces más propensos a
desarrollar enfermedades cardiovasculares, a los que no tenían tales
presiones. Wamala (2000).

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Para Puche (1999), cuando las emociones dejan de cumplir la función o
función de protección para las que fueron creadas y empiezan a estorbar y
limitar a la persona que la experimenta, se requiere realizar un proceso de
"liberación". "El resentimiento, como su nombre lo indica, se presenta
cuando alguien, después de haber tenido un conflicto con otra persona hacia
la cual ha sentido mucha rabia, vuelve a sentir (resiente) esa rabia con
frecuencia" (p.246). Puede decirse que la persona se "intoxica" poco a poco
al recordar constantemente y sentir otra vez la ira, que se generaliza
invadiendo otras dimensiones de la vida personal.

El resentimiento como la mayoría de las emociones, tiene beneficios ocultos


o ganancia secundarias. Entre sus beneficios pueden contarse los siguientes:
mantener una distancia real con la persona con la que se presenta el
conflicto, protegiéndose de esta forma; generar una sensación de "control"
del otro a través de la rabia, ponerse en situación de víctima y buscar afecto y
consuelo en otras personas, dejar de asumir responsabilidad sobre la propia
existencia, al culpabilizar al otro por todo lo que le sucede..."Una de las
grandes contradicciones de quienes tienen resentimiento profundos es que
mientras más rencor sienten, más unido al otro se encuentran, sin importar
la distancia física que los separe" (Puche, 1999:24)

Luskin (2008) establece que las investigaciones en los diversos campos


sugieren que aprender a perdonar es bueno de diferentes maneras. Cuando
se perdona, se siente que las emociones positivas aumentan y que es más
fácil sentir esperanza, cuidado, afecto, seguridad y felicidad. También hay
beneficios por sentir menos furia. La persona puede experimentar menos
depresión y desesperanza y hasta reforzar la espiritualidad. "Las personas
que aprenden a perdonar se vuelven menos ansiosas, sufran menos estrés,
aumentan su seguridad, son más calmadas, se deprimen menos, sufren
menos y aprenden a quererse más" (Luskin, 2008:83). Hay estudios que han
examinado el efecto del perdón en la salud física.

El primer estudio reveló que cuando la gente perdona a su ofensor, mejora el


funcionamiento de su sistema cardiovascular y nervioso. (Van Oyen y otros,
2001). Al practicar el rencor aumenta la presión sanguínea, el ritmo cardiaco
y la presión de las paredes arteriales. Estas son experiencias negativas para el
sistema cardiovascular. Si estas respuestas se prolongan pueden afectar el
sistema cardiovascular. Durante los talleres del perdón, los investigadores
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descubrieron que no se presentaron molestias psicológicas y los participantes
informaron sentir emociones positivas y relajamiento.

Un segundo estudio de la Universidad de Wisconsin, en Madison


(S.Sarinopoulos 2000) indicó que la intensidad con la cual se perdona la
persona se relaciona con diversidad de enfermedades. Cuanto más
perdonaron, menos sufrieron de una amplia gama de enfermedades y cuanto
menos perdonaron, más enfermedades se reportaron. Esta relación se
mantuvo constante para las quejas físicas a corto plazo y para el bienestar a
largo plazo. En el estudio, la relación entre perdonar y la salud estuvo
conforme en términos de la frecuencia de síntomas reportados.

El tercer estudio realizado en la Universidad de Tennessee (En Luskin, 2008)


demostró que perdonar a corto plazo reduce el estrés, y aprender a perdonar
no tiene efectos nocivos. Pero a pesar de estos resultados positivos, hay que
recordar que las investigaciones sobre el perdón es una ciencia en
construcción. Sin embargo, es una de las cosas aprendidas que sana física,
emocional y espiritualmente. Con base a lo anterior, desde el punto de vista
cognitivo, el perdón no sólo es un regalo que se le hace al infractor, lo cual
puede llegar a ser importante desde una perspectiva humanista, sino que
también es un regalo que se hace la persona a sí misma. (Riso, 2004), en
tanto se deja de sufrir y en consecuencia de generar emociones negativas.
Perdonar es aliviar la carga que causa el rencor. Para el autor citado, al
perdón se llega por cinco caminos:

 El camino del amor.


 El camino de la compasión
 El camino de la comprensión.

El camino del desgaste, donde la persona decide perdonar como un acto de


"supervivencia" "Me cansé de odiar"

El camino de la comparación. El camino de identificación con el agresor no se


hace desde el dolor sino desde la comparación. ¿Cómo no perdonarte, si yo
hubiese hecho lo mismo?

Para el autor, cuando se trata de perdonar, no importa tanto el camino sino


el resultado. Tener un esquema positivo sobre el perdón implica estar
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dispuesto a no dejarse llevar tan fácilmente por el odio y a intentar terminar
con el rencor si ya está instalado.

Conclusiones

El perdón ha tenido muchas connotaciones a través de la historia desde el


punto de vista moral ético y religioso, pero poco se ha estudiado sobre sus
propiedades terapéuticas, no solo a nivel físico sino también psicológico. Con
el surgimiento de la Psiconeuroinmunología, donde se pone en evidencia la
clara relación entre la mente y el cuerpo. El perdón entra a formar parte de
una nueva herramienta en el campo de la psicología y en especial de la
psicología positiva, que permite activar las emociones positivas. El perdón
como herramienta liberadora de emociones negativas que afectan la salud,
juega un papel importante desde el punto de vista de la salud mental. Ya que
es un mecanismo que está bajo el control de la persona, que permite regular
y manejar, según su necesidad de protección, el hecho doloroso. El Perdón
permite que quede atrás las etapas aguda de la pena. El sentimiento de dolor
queda en una especie de Olano sutil, como una especie de neblina gris, que
se puede recordar, pero que ya no afecta emocionalmente. Si eso realmente
sucede, como lo han demostrado las investigaciones que se han hecho al
respecto, el sentido de normalidad se empieza a recuperar al igual que el
equilibrio homeostático del organismo.

La ausencia de ese sufrimiento, significa que ya se está listo para comenzar a


satisfacer las necesidades más fundamentales como: La necesidad de
seguridad, de pertenecer, de ser reconocido por los demás, de importarle a
los demás, de expresarse libremente y de amar. En otras palabras el perdón
tiene propiedades resiliente sobre la persona y permite la sanación y
reestructuración de la misma. El perdón sosiega la angustia emocional, ayuda
a la persona a pensar con claridad y acaba con el círculo vicioso de la historia
del rencor. Es parte de la inteligencia emocional que permite la interacción
de las personal con otros seres humanos. (Inteligencia interpersonal). Con el
perdón la persona tiene mayor control de su vida, asumiendo
responsabilidad por todo lo que hace La meta del acto de perdonar es sentir
paz, por lo tanto induce en el organismo un estado de relajación, como lo
han comprobado las diferentes investigaciones que se han hecho al respecto,
generando toda una serie de emociones positivas que favorecen la

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producción de endorfinas y el fortalecimiento de los sistemas inmunológico y
endocrino.

Hoy en día, se sabe que las emociones tienen un fuerte impacto en el


cerebro, en el sistema inmunológico, en el funcionamiento endocrino y en
consecuencia en la salud. En definitiva, el bienestar es un estado emocional.

Esta búsqueda del bienestar es lo que hace que el perdón forme parte del
objeto de estudio de la Psicología positiva. A través de este camino el perdón
pasara a ser una ciencia. Las emociones que genera el acto de perdonar son:

Optimismo: Es una disposición a esperar encontrarse con cosas positivas y


buenas. La relación entre optimismo y bienestar han hecho que ésta sea una
de las emociones más importantes de la psicología positiva. Sentido del
humor: Hay suficiente evidencia para poder afirmar que la risa reduce el
estrés y la ansiedad y, en consecuencia, mejora la salud física de las personas.

Adaptabilidad: También llamada resiliencia.

Es la capacidad que tienen algunas personas para adaptarse a las situaciones


adversas de la vida. Creatividad: Es la capacidad de crear cosas nuevas, de
buscar nuevas posibilidades, de encontrar soluciones diferentes. Desarrollo y
bienestar personal Se considera que por cada emoción positiva hay al menos
cuatro emociones negativas generadas por el dolor y el rencor Además las
emociones negativas nos han servido como aliadas a lo largo de la historia de
rencor, por su capacidad adaptativa. Sólo en los últimos años se ha
comenzado a valorar la posibilidad de estudiar las variables que favorecen el
desarrollo personal del individuo y entre ellas, se encuentra la capacidad de
`perdonar. Se ha comenzado a admitir el bienestar como objeto de estudio
con suficiente entidad. La sociedad jamás podrá alcanzar unos niveles
mínimos de bienestar si no se consigue esto mismo para los individuos que la
forman. El perdón es una destreza que se puede desarrollar, es una
competencia que puede formar parte integral de la vida, hasta convertirse en
un hábito. Es un estilo de vida que va a permitir, una mejor salud, por lo
tanto con entrenamiento adecuado se puede aprender.

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Con él se aprende a equilibrar el aspecto impersonal del dolor con el
personal., lo cual significa tomar y evaluar algo doloroso menos
personalmente.

Permite tomar la responsabilidad sobre los sentimientos y asumir las


consecuencias de estos. Para llegar a este punto y tener la madurez
psicológica para ejercer el acto del perdón, la persona debe: Saber lo que se
siente sobre lo ocurrido.

Tener claridad sobre la acción que motivo el dolor. Compartir la experiencia


por lo menos con una persona de confianza. De esta forma, aquellas
emociones negativas como el miedo, la ansiedad, la ira y el dolor empiezan a
liberarse, dando paso a un estado de relajación y paz que permita el "buen
vivir" y la sana convivencia.

LA FALTA DE PERDON CAUSA DE ENFERMEDADES FISICAS

La ira, el resentimiento y la amargura, son como cánceres que corroen


nuestra alma y nuestra vitalidad. Cada vez existen más pruebas de que
perdonar a quienes nos han lastimado u ofendido produce efectos curativos
muy profundos, no solo en lo emocional sino en lo físico, el perdón es un
poderoso antídoto contra la ira y reduce el estrés. También es importante
perdonarnos a nosotros mismos nuestras fallas, errores y deficiencias.
Investigadores de la Universidad de Winsconsin-Madison, y de la Universidad
Rockefeller en Nueva York, en un estudio realizado comprobaron que la falta
de perdón, afecta la salud y puede causar las siguientes enfermedades: Dolor
crónico de espalda, pérdida de la memoria, aumenta la presión arterial y
aparición de males cardíacos, jaquecas, insomnio, neurosis, problemas de
ulceras, problemas gastrointestinales, eleva los niveles de colesterol, también
se ha comprobado que el 60% de los casos de artritis es por falta de perdón.
Esta investigación realizada por científicos, refuerza la importancia del
perdón y porque Dios nos ordena que no guardemos rencor. Friedrich
Nietzsche, pensador, escritor y filósofo, alemán, pensaba que perdonar y
amar es para los débiles; y actualmente muchos piensan igual que él, no
pretendo juzgarlo, pero este pensamiento es totalmente anti bíblico y según
narra su biografía, al final de sus días se sentía solo, casi ciego y sufrió una
crisis de locura de la que no se recuperó. Los últimos doce años de su vida,
los vivió en un aletargamiento mental, hasta que murió en el año 1.900.
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Contrario al pensamiento de Nietzsche, pienso que se necesita más fuerza y
valor para perdonar y amar que para odiar y guardar rencor. Creo sin duda
alguna, y por experiencia propia que el PERDON Y EL AMOR, son el principal
camino hacia la sanidad del alma, sanidad física y sanidad mental.

COMO LOGRAR PERDONAR La Biblia como manual de la vida nos invita a


perdonar. Dijo Jesús a sus discípulos Mateo 5: 44-45 Pero yo les digo: Amen a
sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su
Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y
buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos. Quiero destacar los
beneficios del perdón, para que comprendamos que perdonar es para
nuestro bien y que vale la pena decidirnos por este camino que es la base de
la sanidad del alma.

BENEFICIOS DEL PERDON

1. Cuando perdonamos obtenemos recompensa, Lucas 6:36 Versión Dios


Habla Hoy. Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado
sin esperar recibir nada a cambio. Así será grande su RECOMPENSA, y
ustedes serán Hijos de Dios, que es también bondadoso con los
desagradecidos y malos. 2. El perdón nos hace hijos de Dios y como hijos
herederos de sus promesas. Muchos cristianos que no han perdonado, están
confundidos, porque a pesar de tener años de haber aceptado a Cristo, sin
embargo, tienen vidas de fracaso y de derrota, porque el rencor les ha
impedido ser herederos de las Bendiciones que Dios tiene para sus HIJOS. Así
que ya no eres esclavo, sino HIJO; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo.

3. La sanidad física, mental y emocional es otro beneficio del perdón. Las


enfermedades sicosomáticas como llaman los sicólogos y que ya mencione
en detalle, en las enfermedades causadas por la falta de perdón, son sanadas
cuando perdonamos. Además el perdón es un antídoto contra la ira y el
enojo. Amado lector espero que después de todos los motivos expuestos en
esta reflexión, decidas perdonar a tus enemigos o los que te han hecho daño,
esta decisión te va acarrear grandes beneficios, y te va a llenar de paz,
después de todo es lo que más necesitamos. Si logras seguir estos consejos,
te prometo que vas a lograr perdonar y sentirte mejor. Yo lo hice con la
ayuda de Dios. Tú también puedes. ¡Anímate! Es por tu bien. 1. Reconocer
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que estas resentido y pedir perdón tanto a Dios, como a tu ofensor en
oración, si puedes ubicarlo o está cerca de ti pídele perdón por estar
resentido con él. (Puede que tu enemigo este muerto, debes perdonarlo). De
acuerdo a mi experiencia este paso es uno de los más difíciles, y suena
contradictorio que yo tenga que pedir perdón a mi ofensor, cuando yo estoy
esperando que sea el quien me lo pida, pero esto te libera tanto a ti como a
él. 2. Comienza a orar todos los días por tu enemigo y a bendecirlo, es decir a
desearle el bien; veras como empiezan las cosas a cambiar en ti y en él, si aún
vive. 3. Pídele a Dios que coloque en ti, amor por tu enemigo, y que puedas
verlo como Jesús lo mira, con misericordia y amor, porque Jesús murió aun
por nuestros enemigos.

El perdón restaura la familia

El perdón sana a todas las personas, en especial a los que deciden perdonar,
y como tal conlleva a la reconciliación familiar. El perdón, en sí mismo, lleva
inmerso una sincera disposición de olvidar, la mejor forma de sanar heridas.
Perdonar es fuente de paz y de amor para la familia

En el núcleo familiar, no hay duda que el ejemplo es fundamental, es de esta


forma que se construyen los valores esenciales del ser humano. Sin embargo
esos ejemplos, a veces no son todo lo mejor que uno deseara, esto por
nuestra naturaleza humana de cometer errores, una y otra vez. Pero cuando
la familia es una familia unida, sana, con sus valores bien enraizados, el
perdón puede llegar de una forma más sencilla, no menos dolorosa, porque
el dolor provocado por un error, pasa por toda una escala de sentimientos
que afecta a todos los miembros de la familia de diferente forma. Sin
embargo el amor por los seres queridos, dentro de ese núcleo familiar, hace
del perdón una virtud.

El amor de familia es sacrificio para todos, los hijos, los padres, deben estar
dispuestos a realizar su aporte de sacrificio para que la familia como un todo,
pueda perdonar a quien cometió la falta o les falló en los valores.

El perdonar es un valor y un desafío, es la forma de demostrarnos a nosotros


mismos, que nuestra capacidad de amar es más grande que el dolor. Que el
perdonar nos da una mejor calidad de vida y devuelve la confianza a la
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familia, estimula el proyecto de vida que tiene cada persona, porque la
familia ante todo es un equipo. Las familias y las personas que aprenden a
perdonar y sobre todo a perdonarse a sí mismos, son familias mejor
preparadas para enfrentar cualquier prueba, sobre todo aquellas tan duras
como la muerte súbita de unos de sus integrantes. La familia es la esencia
misma de la sociedad en que vivimos, el perdón y el amor familiar se
reflejarán en nuestras calles.

Cuando los hijos aprenden a perdonar los errores de sus padres, de sus
hermanos de sus amigos, estarán preparados para ser mejores padres y con
toda seguridad preparados para llevar hacia adelante una relación de pareja
cargada de felicidad. Igualmente, los padres deben estar preparados para
perdonar los errores de sus hijos, no hay muestra más sincera de amor que el
perdón, y el premio es acercarse aún más al amor de sus hijos.

El perdón familiar es el mejor remedio a los dolores de sus miembros y crea


lazos afectivos que perduran por siempre, aún y cuando los padres u otro
miembro de la familia se adelanten en el viaje hacia la eternidad. Es una
excelente garantía de que los hijos formarán hogares, donde los valores
esenciales serán el amor y el perdón, como respuesta al arrepentimiento por
el error cometido.

Cuando las circunstancias de la vida, nos enfrentan ante una ofensa, el


perdón es la respuesta del verdadero amor.

El perdón, uno de los llamados más difíciles de la vida


Tips para aprender a perdonar

•Tenemos que reconocer que somos responsables ante Dios y la sociedad de


mantener nuestra familia feliz, porque Dios quiere que seamos felices.
Además reconocer nuestros errores, porque hemos sido mal formados y
decidirnos a corregirlos con la ayuda de nuestro cónyuge y de otras personas.
De igual manera, reconocer que nuestro cónyuge también fue mal formado y
ayudarle a corregir sus errores.
•Debemos tener un sincero arrepentimiento de nuestras malas acciones.
•tomar la decisión de subsanar los errores y cambiar las circunstancias para
vivir en paz, en unidad y en Armonía Familiar

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•Actuar valientemente para acercarnos a pedir perdón personalmente, que
es lo ideal o también hacerlo por medio de una carta. De igual manera
atener el valor de perdonar a nuestro cónyuge por sus errores.
•Hacer todo lo posible de no volver a cometer el mismo error varias veces,
esto daña más a la familia.

Traición. Rechazo. Condena.


Nadie pide ese trato, pero pocos están a salvo de recibir algunas heridas en la
vida. Las circunstancias que requieren de perdón no están, por lo general, en
nuestros planes. Pero, para obedecer fielmente a Cristo, tenemos que
aprender a decir: “Te perdono”. La siguiente “guía” no es exhaustiva. Pero los
consejos, las citas y los relatos recogidos aquí proporcionarán orientación en
cuanto a la difícil orden del Señor de perdonar, no importa cuál sea la ofensa.

Mientras observaba a mis hijos jugar en un parque cerca de nuestra casa, se


desarrolló un curioso drama entre dos mujeres y sus hijos.

Una mujer sostenía la mano de su hijo. La otra, más alterada, agarraba el


codo del suyo. Ambos niños estaban con el ceño fruncido, con el mentón
hacia fuera y las manos metidas en los bolsillos.

“Él dijo que lo sentía”, dijo la segunda madre. “Ahora dile tú: ‘Te perdono’, y
dense la mano”. Ninguno de los dos se miraba a los ojos. Durante el silencio,
la frustrada mamá comenzó a amenazar alteradamente a su hijo hasta que
éste pronunció una o dos palabras. Aliviada, esta mamá los envió de nuevo al
parque, y luego se lamentó con su amiga sobre la dificultad de llegar a los
corazones de sus hijos. “Sé que el necesitaba hacerlo”, suspiró, “pero si no lo
hizo de corazón, ¿qué sentido tiene?”

Era una pregunta válida. Después de todo, el “te perdono” que dijo su hijo
era tan sincero como el “lo siento” de la respuesta del otro. Este incidente
me recordó que saber que hay que perdonar no es la parte difícil; perdonar
de verdad, sí que lo es. El punto, después de todo, es la reconciliación —la
comunión restaurada y la herida sanada— que resulta de la práctica de esta
disciplina. Al final, el perdón cambia más a quien perdona que al perdonado.

Esto es así, porque el perdón nos obliga a reconocer nuestra impotencia, y a


confiar en la justicia de Dios. El niño que se resistía a perdonar sabía
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instintivamente que la debilidad no es, por lo general, considerada una
virtud. Buscar la venganza nos hace sentir fuertes. Perdonar, por el contrario,
reconoce que es posible que no recibamos la “justicia” que pensamos que
merecíamos.

El cambio también se debe a que el perdón crea un espacio para la comunión


restaurada. Renunciar a nuestro reclamo contra el ofensor nos lleva de la
debilidad a la fortaleza, ya que invitamos a la paz del Espíritu Santo a
restaurar nuestra relación con Dios y el prójimo. Negar el perdón, en cambio,
rompe la comunión no solo con nuestro adversario, sino también con nuestro
Padre celestial (Mr 11.25).

Un rato después, mientras mis hijos y yo dejábamos el parque, vi que los


niños estaban jugando otra vez. Sonreían y reían como si nada hubiera
sucedido. Aunque el proceso no siempre se vuelve tan fácil, el perdonar —y
recibir perdón— había hecho un espacio para su amistad.

La mayoría de las personas sufren heridas mucho más profundas que las del
caso del parque. Los obstáculos para perdonar serán mucho más grandes, y
el costo mucho más alto. Pero el punto sigue siendo el mismo: cuando
perdonamos, hacemos posible que una relación se renueve, si no con la
persona que perdonamos, entonces con la Persona que nos ha perdonado.

Consejo no. 1: Perdone y recuerde

Por lo general, ponemos juntas las palabras “perdonar” y “olvidar”, pero para
perdonar de verdad, tenemos que recordar. El apóstol Pablo dice que
nuestro deber de perdonar a los demás depende de recordar el perdón que
recibimos de Dios. “De la manera que Cristo os perdonó”, escribe, “así
también hacedlo vosotros” (Col 3.13). No solo debemos recordar que Dios
nos perdona, sino también imitar cómo Él lo hace: con misericordia, con
generosidad, y por completo.

Podemos sentirnos tentados a mantener un “registro de agravios”, pero el


amor impide eso (1 Co 13.5). El mundo incrédulo tiende a alimentar rencores
contra quienes nos han causado algún mal, pero como seguidores de Cristo,
perdonamos con generosidad sin esperar nada a cambio.

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Aplicación: Perdone por completo, haga borrón y cuenta nueva. Perdonar no
significa olvidar la ofensa. Después de todo, usted es humano, y no puede
olvidar totalmente. Peor aún, pretender que nunca sucedió nada malo,
impide que haya sanidad. Cuando recuerde la falta cometida contra usted,
véala como una oportunidad para recordar la gracia de Dios para con usted, y
por medio de usted para con el ofensor.

Consejo no. 2: No se limite a decir unas simples palabras

Desde la perspectiva cristiana, el perdón requiere mucho más de nosotros


que unas breves palabras. El escritor Thomas Watson dio una respuesta
sorprendente a la pregunta: ¿Qué es el perdón? Él escribió: “Perdonamos
cuando luchamos contra todo pensamiento de venganza; cuando no
pensamos hacer ninguna mala jugada a nuestros enemigos, sino que les
deseamos lo mejor, nos afligimos por sus calamidades, oramos por ellos,
buscamos la reconciliación con ellos, y nos mostramos listos todo el tiempo
para aliviarlos”. En otras palabras, el perdón requiere de una acción
misericordiosa interior antes de que podamos llevar a cabo una acción
misericordiosa exterior (véase el consejo no. 4). Gran parte de este trabajo
interior puede hacerse sin el conocimiento del ofensor. La frase de Watson
“luchar contra”, reconoce lo extenuante que puede llegar a ser el perdón,
exigiéndonos que nos opongamos de forma activa y enérgica a la inclinación
natural de agredir física o verbalmente a la otra persona, o de retirarle
nuestro afecto.

Consejo no. 3: Comience con poco

Practique el perdonar a otros por sus pequeñas faltas a lo largo de cada día,
tales como que otro conductor se le adelante en el tráfico quitándole su
derecho en la vía, o que reciba una ofensa no intencional. Si lo hace, eso
transformará poco a poco su corazón con el tiempo, haciendo posible que
perdone a otros cuando surjan conflictos más grandes y más serios.

Consejo no. 4: Evite guardar rencor

Podríamos tener la tentación de no hacer caso a la falta cometida contra


nosotros, asumiendo la responsabilidad total o parcial. Frases como:
“probablemente me lo merecía”, o “tiene que haber sido cosa de los dos”,
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puede ocultar los sentimientos reales. Este falso proceder parece ser sabio,
pero sepultar el dolor planta semillas que producen después un fruto
amargo.

Consejo no. 5: Busque misericordia más que justicia

En nuestra cultura, que aplaude la venganza antes que la misericordia, la idea


de la justicia bíblica se les escapa a muchos, incluyendo a los cristianos.
Algunas personas utilizan frases como: “el castigo debe ser proporcional al
delito”, y concluyen falsamente que la justicia y la misericordia no pueden
coexistir. Estas personas ignoran la estrecha conexión que debe haber entre
ambas, como lo ilustra la Biblia mediante expresiones de profundo perdón
cuando pudo haberse hecho “justicia” mediante la violencia.

Pensemos en José (véase Gn 37, 39–47). Imaginemos su historia contada


dentro de las normas culturales de hoy. En vez de perdonar a sus hermanos,
José habría ejecutado su largamente esperada venganza por medio de una
cruel venganza o de una larga batalla legal. Esto puede sonar ridículo a
nuestros oídos, pero las películas y los libros (las “biblias” del mundo de hoy)
cuentan historias semejantes todo el tiempo. ¡Cuánto más grande y más
conmovedora es la historia del José real! Él prefirió perdonar cuando nadie le
habría negado su derecho de vengarse.

Consejo no. 6: Perdone a sus enemigos

En la mañana del 2 de octubre de 2006, Charles Roberts entró en una escuela


Amish de Nickel Mines, Pensilvania. Un poco más de media hora después,
cinco niñas estaban muertas, cinco más heridas, y la paz de la comunidad
hecha añicos para siempre.

Sin embargo, el mismo día, mientras que los cuerpos seguían sin enterrar, se
escuchó decir a un abuelo Amish a sus parientes jóvenes: “No debemos
pensar mal de este hombre”. Roberts se había quitado la vida durante la
crisis, y en los días que siguieron, la comunidad trató con misericordia y
perdón a su familia, asombrando al mundo por su benignidad.

La respuesta Amish de misericordia y perdón fue extraordinaria por su


singularidad en un mundo fascinado por la justicia. Uno de los autores del
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libro Amish Grace (La misericordia de los Amish), Donald Kraybill, descubrió
que la respuesta no era sorprendente sino natural. Dice que el perdón está
entretejido en la cultura Amish. Su vida comunitaria exige un espíritu de
perdón, y por eso lo practican como un estilo de vida, cultivándolo, como lo
requiere la Biblia.

No todas las personas tienen un enemigo, es decir, a alguien que las haya
agraviado continuamente, con malicia, sin pensar en el bienestar de ellas. Si
usted tiene un enemigo, la obra del perdón comienza con una oración para
recordar la gracia de Dios hacia usted. Una de las tareas del Espíritu Santo es
“convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn 16.8). Solo Él
puede producir el cambio de corazón necesario para que podamos ver
nuestro pecado, reconocer la justicia de Cristo, y ver que el juicio le
pertenece a Dios.

Bibliografía recomendada
 Chopra, D (2005) "El Perdón" grupo editorial Norma. Bogotá.
 Goleman, Daniel (2003)" Emociones Destructivas" Javier Vergara.
Ediciones B Argentina S.A.
 Luskin, F (2008) "Perdonar es sanar" Harper Collins Publisher Ediciones
Norma. S.A. Bogotá.
 Orozco, E (2009) "Perdonar es sanar" Publicación del diario
Panorama,(7-04-2009)
 Riso, W (2005) "Deshojando Margaritas" Editorial Norma, Bogotá.
 Rivas, R. (2009) "El poder del Perdón" Entrevista realizada para la
revista de Selecciones de Reader´s Digest por Szèkey, enero, 2009: 44-
46.

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