Fiscalidad de La Economía Digital
Fiscalidad de La Economía Digital
Fiscalidad de La Economía Digital
mente emitidas por las autoridades con competencia para ello. La introducción de
la tecnología en este ámbito ha supuesto un paso adelante en la lucha contra las
falsificaciones de documentos.
1. Objeto de estudio
01300
La realidad digital permea la actividad económica de la que los poderes
públicos obtienen los recursos con los que financiar los gastos públicos. El presente
trabajo no pretende agotar las implicaciones fiscales del fenómeno, sino sólo centrar
la atención en algunos de los desarrollos más relevantes se han producido en el
Derecho Tributario y, de manera, particular en la vertiente de derecho sustantivo
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Dos son los ámbitos en los que se han producido las principales novedades.
Desde hace tiempo la Unión Europea ha venido desarrollando un sistema de impo-
sición en el país de destino a efectos del IVA que se aplica al comercio electrónico
y a los servicios de telecomunicación, radiodifusión y televisión y a los servicios
prestados por vía electrónica. Por otra parte, la aparición de nuevos modelos de
negocio ha puesto en evidencia las limitaciones de los impuestos que gravan los
beneficios empresariales, particularmente cuando el contribuyente es una empresa
no residente. Se trata de negocios caracterizados por la posibilidad de desarrollar
una actividad económica sin necesidad de que el operador económico cuente con
una presencia física en el país donde se generan los beneficios, en los que los bienes
intangibles adquieren una gran importancia y donde se reconoce el valor de los datos
de los usuarios. Con todo, es preciso distinguir en este punto ya que, mientras los
desarrollos producidos en materia de IVA ya se han traducido en normas jurídicas
concretas aplicables en la UE, los resultados alcanzados en materia de imposición
societaria han sido mucho más modestos y, salvo contadas excepciones, la cuestión
todavía se debate fundamentalmente en el plano de la política fiscal.
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Las carencias del sistema tributario frente a esta nueva realidad, y, por ende,
la necesidad de proceder a su revisión y adaptación, se han puesto particularmente
de relieve en el ámbito de la Fiscalidad Internacional. El desarrollo de Internet y, en
general, la expansión de las tecnologías de la información y de la comunicación,
junto con los avances producidos en los sectores logístico y del transporte, han faci-
litado el acceso de los consumidores finales a un mercado global de bienes y servi-
cios, los cuales hoy pueden efectuar operaciones internacionales con la misma faci-
lidad con la que antes realizaban compras locales (tras la descarga de una app, la
utilización de servicios de streaming o la compra de productos a través de una página
web, bien puede existir una operación intracomunitaria o transfronteriza). Correla-
tivamente, los operadores económicos pueden obtener beneficios empresariales en
países distintos de aquellos en los que se encuentran establecidos, sin necesidad de
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III. Fiscalidad de la economía digital
disponer de la presencia física que hasta ahora se ha requerido para que el Estado
de la fuente pudiese gravar las rentas. Si las operaciones y los beneficios obtenidos
no resultan gravados, además de producirse una pérdida de recaudación para el
Estado donde se venden las mercancías o los servicios, se genera una distorsión de
la competencia que perjudica a las empresas locales. En definitiva, a las dificultades
propias que acarrea la digitalización de la actividad, se añade el hecho de que con
frecuencia afectan a tributos que gravan a sujetos no establecidos en el territorio
nacional, con las dificultades que ello acarrea desde el punto de vista de la recau-
dación y del control de lo actuado.
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Un último problema, de carácter más general, es el relativo a la ineficacia
de las medidas nacionales de carácter unilateral frente a la actuación de los grandes
grupos de sociedades implantados en varios países. Desde la crisis de 2008 se ha
promovido la necesidad de adoptar medidas que, a partir de los trabajos de la OCDE,
sean fruto del consenso de la comunidad internacional. Es un proceso lento y labo-
rioso, cuyos resultados distan de ser perceptibles en el plano jurídico y que se mueve
fundamentalmente impulsado por la creencia de que la solución a un problema
global pasa por un paradigma común que sea adoptado por el mayor número posible
de países.
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Concepto y normativa sobre derecho digital
regular las prestaciones de servicios a consumidores finales (B2C). Por otra parte,
en relación con esta segunda vertiente, la Organización Mundial del Comercio
(OMC) acordó en 1998 conceder una moratoria a la imposición de derechos
arancelarios sobre las transmisiones electrónicas, que se ha mantenido hasta
nuestros días a través de prórrogas sucesivas.
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La consideración del suministro de productos digitales como prestación de
servicios es la solución natural a efectos del IVA ya que, según se desprende del art.
8 LIVA, al no tratarse de un bien corporal, no pueden constituir una entrega de
bienes, salvo que la ley disponga otra cosa. Además, el carácter residual con el que
la categoría aparece articulada (es prestación de servicios «toda operación sujeta
[…] que, de acuerdo con esta Ley, no tenga la consideración de entrega de bienes…»
ex art. 11.Uno LIVA) hace de ella un vehículo adecuado para albergar los productos
digitales. El hecho de que la distinción se base en que la operación tenga por objeto
un bien corporal hace que el suministro de determinados productos pueda califi-
carse como entrega de bienes o como prestación de servicios en función de que
medie o no un soporte material (libros, programas de ordenador, música, películas
y contenidos similares) y ello, a su vez, puede conducir a diferencias de tributación
(hasta el RDL 15/2020, de 21 de abril, los libros en soporte papel tributaban al 4%,
mientras que los libros electrónicos lo hacían al 21%).
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La posición de la UE y de la OCDE es que las prestaciones transfronterizas
de servicios electrónicos deben tributar en el lugar de consumo. La forma de articular
esta solución pasa por las reglas de localización de las prestaciones de servicios (arts.
69 y ss. LIVA), ya que solo están sujetas a imposición las prestaciones de servicios
que se entienden realizadas en el territorio de aplicación del IVA (TAI). Las reglas
referidas han de reflejar el lugar de consumo de los servicios, lo que obliga a desa-
rrollar una de las vertientes más frágiles del IVA, al tiempo que aboca a una situación
en la que la recaudación con frecuencia dependerá del cumplimiento voluntario de
empresas no establecidas en la UE. Conviene precisar, en cualquier caso, que la
cuestión en principio no plantea especiales dificultades cuando el destinatario del
servicio es otro empresario o profesional.
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Cuando el destinatario de los servicios electrónicos es un empresario o pro-
fesional, la regla general de localización de los servicios prestados B2B prevista en
el art. 69.Uno LIVA dispone que los servicios se entienden prestados en el lugar
donde se encuentra la sede de la actividad del destinatario (o el establecimiento
permanente al que va destinado el servicio). Por tanto, el lugar de consumo del
servicio se identifica con el del establecimiento del destinatario, lo que garantiza
que los servicios adquiridos acarrean la misma carga tributaria con independencia
de que el prestador se encuentre establecido en territorio español, comunitario o
extranjero y facilita que la empresa adquirente pueda recuperar el IVA soportado. A
fin de cuentas, el IVA no pretende gravar los inputs de la actividad empresarial o
profesional, pero sí garantizar la neutralidad fiscal entre los operadores económicos.
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puede encontrarse en el art. 69.Tres LIVA. Por otra parte, interesa destacar que, por
razones de claridad, los arts. 6 bis, 6 ter y 7 del Reglamento de ejecución (UE) n.o
282/2011 del Consejo, de 15 de marzo de 2011, definen cada una de las categorías
y establecen una lista de supuestos habituales, así como una relación de exclusiones
que puede resultar de utilidad. Así, por ejemplo, no son servicios prestados por vía
electrónica los suministros de productos en un soporte tangible (CD-ROM, CD,
DVD, entre otros); los servicios de profesionales que asesoran a sus clientes por
correo electrónico; los servicios de enseñanza en los que el contenido del curso es
impartido por un profesor por conexión remota; los servicios de almacenamiento de
datos fuera de línea; los servicios de publicidad, los servicios convencionales de
subastas que dependen de la intervención humana directa; las entradas a conciertos,
teatros, museos y similares, reservadas en líneas; o los servicios de hostelería, alqui-
ler de coches, transportes de viajeros o similares reservados en línea, entre otros.
01312
Desde un punto de vista subjetivo, el régimen se aplica a los servicios elec-
trónicos prestados a las personas que no tienen la condición de empresario o pro-
fesional (B2C). Cuando el destinatario es un empresario o profesional se aplica
directamente la regla general de localización prevista en el art. 69.Uno.1º LIVA, sin
que medie especialidad alguna que derive de la naturaleza del servicio.
01313
Con carácter general, la tributación de los servicios tecnológicos se rige por
el principio de (imposición en el) país de destino, lo que garantiza que cada Estado
miembro grava el consumo que se produce en su territorio, con independencia del
lugar donde se encuentra establecido el prestador. Es el resultado que se desprende
de la regla general de localizción de los servicios prestados B2B (art. 69.Uno.1º LIVA)
y de las reglas especiales que establecen los apartados 4, letras a) y b) del art. 70.Uno
LIVA, para los servicios prestados a consumidores finales.
01314
Si el prestador es una empresa no establecida en la UE, el servicio electró-
nico tributa en el Estado miembro donde está establecido el destinatario o donde
tiene su residencia o domicilio habitual [art. 70.Uno.4º letra b) LIVA]. Lo mismo
cabe decir, con algún matiz, cuando el prestador del servicio electrónico está esta-
blecido en un Estado miembro diferente de aquél en el que se encuentra el consu-
midor final: el servicio tributa en el lugar donde el usuario tiene su residencia o su
domicilio habitual. La diferencia estriba en que en este caso existe un umbral por
debajo del cual las operaciones pueden tributar en el Estado miembro de origen, es
decir, donde se encuentra la sede de la actividad del prestador o el establecimiento
permanente desde el que se presta el servicio [art. 70.Uno.4º letra a) LIVA]. La fina-
lidad de esta previsión es evitar que una actividad intracomunitaria incipiente o de
escasa entidad obligue a las empresas europeas a cumplir las obligaciones tributarias
de cada uno de los Estados miembros en los que se encuentran sus clientes, lo que
puede resultar particularmente gravoso para microempresas y start-ups. En cualquier
caso, las posibilidades de tributación en origen son bastante limitadas, ya que el
umbral sólo se aplica a los sujetos pasivos establecidos en un Estado miembros (no
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excediese de 150€. Esta solución inicialmente se extendió al ámbito del IVA, pero a partir
de 2010, a raíz de la Directiva 2009/132/CE, del Consejo, de 19 de octubre de 2009, se
limitó a los bienes cuyo valor global no excediese de 22€ (art. 34 LIVA). Este régimen se
ha visto recientemente modificado en un sentido que permite ingresar el IVA pero sin
necesidad de que las autoridades aduaneras gestionen el gravamen, como enseguida
veremos con más detalle.
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Con carácter general, las ventas a distancia intracomunitarias tributan en el
Estado miembro de destino de los bienes; no obstante, es posible que la operación
tribute en el Estado miembro de inicio de la expedición o transporte. A partir de 1
de julio de 2021 se ha extendido a este ámbito el umbral de 10.000€ que desde
2019 viene rigiendo para los servicios tecnológicos prestados B2C dentro de la UE.
Evidentemente, al ampliar el espectro de las operaciones que computan a estos
efectos se reducen las posibilidades de que la operación pueda tributar conforme al
IVA del país de origen y se refuerza la imposición en destino respecto al régimen
que hasta ahora se venía aplicando.
01324
Ya hemos puesto de relieve los inconvenientes que acarrea la tributación en
destino, ante la necesidad de cumplir las obligaciones tributarias de todos los Estados
de consumo de los bienes. Por eso es importante subrayar que, a partir de 1 de julio
de 2021, se ha hecho realidad una tradicional reivindicación dentro de este ámbito,
gracias a la inclusión de las ventas a distancia intracomunitarias dentro del meca-
nismo de ventanilla única que constituye el «régimen de la Unión» (arts. 163 unvi-
cies y ss. LIVA). Es una fórmula que, en la medida en que permite a los operadores
económicos cumplir todas las obligaciones tributarias en el Estado miembro donde
se hallan establecidos, contribuye a mitigar la percepción de un Mercado Interior
que se encuentra fragmentado en veintisiete espacios fiscales.
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