Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Relatos Filando Cuentos de Mujer

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

1

TITULO: EMPRENDEDORAS

LEMA: MADRID

El origen de esta primera historia se encuentra en un

bonito pueblo de la provincia de Soria, situado al sureste

de la comarca de Almazán. Es allí donde reside nuestra

protagonista Susana: en Moñux.

Susana es una joven que creció en un pueblo pequeño

junto a sus padres; sin embargo, estudió en Almazán,

que está a pocos kilómetros de Moñux.

La joven era una chica inquieta y estaba deseosa de

comerse el mundo. El hecho de vivir en un pequeño

pueblo le proporcionaba las ganas de salir de él hacia un

sitio más grande, como lo es la capital, como muchos

jóvenes quieren hacer cuando se les da la oportunidad.

Por lo tanto, cuando Susana acabó los estudios en

Almazán, se fue a Madrid para empezar la carrera de

Biomedicina. Ella era muy estudiosa y dedicada, nada

que se le pusiera en medio podía pararla, o al menos eso

creía ella.

Domingo, 18 de marzo, dos llamadas perdidas de mamá

y un mensaje que dice: “Llámame lo más pronto que

puedas, es urgente, cariño.”

La ilusión que Susana sentía al vivir una nueva vida en

otro lugar diferente al de sus orígenes, con gente y

experiencias nuevas y todo lo que una universitaria


2

desearía tener, se transformó en un temor que hacía

arder el corazón en cada latido, esos que aumentan la

velocidad al escuchar un “la persona a la que llamas no

está disponible”. ¿Qué podía estar pasando?

Tristemente su padre enfermó y debía ser ingresado

cuanto antes. En una de las cien llamadas de madre a

hija y de hija a madre, esta le pedía su regreso a casa, a

la de verdad o al menos a la de siempre. ¿Por qué?

Porque la necesitaban.

El padre de Susana siempre ha sido ganadero, y su

madre le ayudaba cuanto y cuando podía. Ahora le

tocaba a ella, a Susana. Ella tenía que encargarse del

ganado mientras sus padres permanecían en el hospital

esperando una buena o mala respuesta.

A pesar que Susana paró sus sueños en seco, decidió

salir adelante y ayudar a sus padres, quienes siempre

habían luchado por ella y porque no le faltara de nada.

Sabía que iba a ser difícil, sí, pero su madre le dio las

instrucciones necesarias para que, junto con lo que podía

rescatar de los recuerdos de cuando acompañaba a su

padre al campo, con los ojos húmedos se pusiera manos

a la obra. Aunque más bien lo que le dio esa fuerza fue el

último abrazo con su padre antes de marcharse.

Al principio, Susana intentaba hacer lo básico pero al

máximo: sacaba al ganado a pastar bajo la Torre de


3

Moñux. Esos paseos le servían como momento de

reflexión, y con la mirada clavada en el horizonte

lamentaba lo que había dejado atrás mientras buscaba

algo que pudiera convertir ese trabajo en algo que de

verdad pudiera engancharla. Estaba empezando a

sentirse libre, sin horarios, sin presión, cómoda con lo

que hacía y parecía haber algo que lo consiguiera.

Aparte de sacar al ganado a pastar, Susana se tenía que

encargar de los trámites administrativos y lo hacía en

Almazán, en su antiguo pueblo de estudio. Allí la gente

mayor convertía la emoción de Susana en vergüenza.

“¿Cómo vas a encargarte tú de eso, niña?”, decían, “vas

a arruinar el negocio familiar”, repetían. Susana callaba y

pese a sentirse hundida, salió a flote.

Después de ocho meses trabajando y estudiando o

leyendo libros que pudieran ayudarle a manejar la

situación, se propuso el objetivo de crear su propia

empresa de queso con la leche de su ganado, como

hacía cuando era pequeña. Su madre no dudó en

ayudarla en todo lo que necesitó, ya que nadie más

quiso, porque ¿quién iba a esperarse algo grandioso de

una mujer primeriza cuya ambición no es el campo ni el

negocio sin ayuda de la figura de un hombre? Otra mujer,

su madre, y con su aportación se puso manos a la obra.


4

Primeramente, sus productos estaban realizados en

cantidades pequeñas vendidas en el mercado de todos

los martes en Almazán. Su queso fresco de oveja

llamado “Tierras de Almazán” empezó a ser el éxito del

mercado.

Lo que empezó en pequeña escala fue creciendo y

creciendo hasta que los quesos empezaron a llegar no

solo a los habitantes de Almazán, sino de Soria capital

junto con otros de sus pueblos.

Poco a poco Susana y su comercio de quesos y su

ganado se hicieron un hueco en este mundo donde a las

mujeres, por serlo, nos cuesta un poco más, pero ya he

dicho que a Susana no le para nada ni nadie, igual que a

las demás, porque con ganas y constancia todo se

puede.

Y es así, la vida da muchas vueltas y las vueltas dan

mucha vida. Susana a pesar del gran giro que sufrió en

su vida y en sus sueños, decidió cumplir el de su padre,

heredando no solo lo que él tenía, sino su ambición

también, porque ni las administraciones ni el papeleo

para llevar una explotación agraria agacharon la cabeza

de Susana, el trabajo duro le sirvió para ser cada día

mejor y, a día de hoy, ella sigue observando desde el

Castillo de Moñux el horizonte, recordando a su padre y


5

sintiéndose orgullosa de sus logros, porque seguro que

su padre también lo estaría.

Que no dejemos nunca de lado la figura del pastor en

nuestros campos y, sobre todo, que no dependa de ser

hombre o mujer, que todos juntos podemos hacer

cualquier cosa que nos propongamos si creemos en

nosotros mismos, como Susana, ahora una propietaria

bella y necesaria para los campos de Soria.

En otro lugar no muy alejado, Pili se levanta a las seis de

la mañana. Dice que lo hace porque a quien madruga

Dios le ayuda. Yo creo que es porque, si no, el pan no

estaría listo para las nueve. Son pocos en el pueblo,

noventa y cuatro, si contaba con el nieto de Yoli que se

había ido a estudiar a la ciudad. Son tres tandas al día,

podrían ser dos o incluso una, pero el pan debe estar

recién hecho para desayuno, comida y cena. Así les

gusta a los del pueblo. A veces no le da para la luz. A

veces no queda harina y cierra más pronto para no dar

explicaciones. A veces piensa en cerrar su preciada

panadería. A veces piensa que desde que Pepe ya no

está las cosas van a peor. Y en que a Pepe siempre le

gustó la panadería. Y en que Pepe estaría orgulloso de lo

fuerte que es. Y en que Pepe siempre apoyó su proyecto.

Y en que Pepe ya no está. Treinta años casados y para

Pili son toda una vida. Es lo que era él. Vida. Por eso
6

seguía, porque esos pensamientos que le asaltaban una

vez se acostaba le asaltarían todo el día. Y porque no

tiene nada mejor que hacer. Y porque le gusta.

Yoli tiene una tienda de zapatos. Negocio propio. “La

tienda no es suya, solo trabaja en ella”, dice la gente.

Supongo que es difícil admitir el éxito de otros desde la

envidia. Y no es que le vaya muy bien. Cada vez son

menos los que viven en el pueblo. Comprar por Internet y

desde el sofá de casa debe de ser más fácil que visitar

su tienda. Y lo entiende, por eso busca siempre traer lo

nuevo del mercado. Pero para eso necesita dinero. Tenía

unos ahorros. Pero su hija volvió hace dos veranos.

Rompió con su nuevo novio y está en el paro. Yoli es

quien paga la universidad de su nieto. Y su alojamiento.

Y la hipoteca de la casa que compró su hija creyendo

que con aquel novio construiría un para siempre. Eso

eran muchos gastos. Su marido recibe ayudas por su

grado de discapacidad pero cada vez está peor. Yoli

tiene pensado jubilarse cuando Rafa ya no esté. No sabe

qué hará después y eso no le deja dormir. No quiere

acabar en una residencia. “Ojalá alguien cuidara de mí

como yo de Rafa” pensó. El amor no se extingue con los

años. Crece. Pero solo si es amor, claro. De momento,

seguirá con la tienda, pero no sabe lo que le deparará el

futuro.
7

Supongo que nadie lo sabe. El relevo generacional es lo

que preocupa a Yoli. Porque sabe que su hija no estará

por más tiempo en el pueblo. Ni su nieto. Y cuando ella

ya no esté solo quedará el letrero oxidado de lo que un

día fue su más preciada posesión.

Ser mujer no es fácil. Ser mujer emprendedora en la

España vaciada, menos. Por eso Pili no se rinde. No se

trata solo de un negocio, se trata de un legado. Porque

ella es la panadera del pueblo, y su ausencia podría

provocar un efecto dominó. Si no hay ni panadería, ni

colegio, ni centro de salud, ni farmacia, ni tiendas de

comida, ni tiendas de ropa; la gente se irá yendo a la

ciudad. Y Pili no podría soportar eso, no al menos

teniendo parte de la culpa. Porque ella sigue teniendo

esperanzas en que, algún día, quizás, su pueblo volverá

a ser su pueblo. No el de ahora, el de antes. De cuando

había niños por todas partes y calles llenas hasta las

tantas. De cuando las madres lavaban en el río y

cantaban y reían. De cuando las bodas significaban

fiesta todo el día y la música inundaba todo el pueblo. De

cuando era un pueblo de verdad.

Quizá esa es la diferencia. Que las mujeres

emprendedoras de la España vaciada son

emprendedoras en todos los aspectos. Y lo son de

verdad.
8

También podría gustarte