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Manual Rocas

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Capítulo 1

Introducción
El Manual tiene como objeto la descripción sencilla de los materiales que componen la
Tierra, su distribución y las estructuras que los afectan, la antigüedad, el ordenamiento
temporal y la distribución regional. Se hace uso del vocabulario propio de la geología,
principios y metodología, con ilustraciones sencillas y en la medida de lo posible con
ejemplos locales o regionales. El nivel pretendido tendría que ser accesible a maestros y
profesores de la enseñanza primaria, secundaria y terciaria no específica. Puede también ser
de utilidad para profesionales de otras disciplinas y eventualmente para quienes inicien
estudios universitarios en las carreras de las Ciencias de la Tierra.

La presentación de la variada temática que hace a la Geología incluye una entrada a la


escala de la Tectónica Global (modelo de funcionamiento del Planeta), seguida por la
descripción de los materiales (minerales y rocas), las estructuras tectónicas (deformaciones
sufridas por las rocas), el ordenamiento de los materiales según su antigüedad (incluyendo
una cronología relativa apoyada en las relaciones entre ellos y contenido de formas de vida
fósil y una cronología absoluta expresada en millones de años), la confección de mapas
geológicos que resumen las características de diferentes terrenos, y finalmente la
sistematización según la distinción en un territorio de áreas con rasgos comunes (Provincias
Geológicas).

El Manual es el resultado de la experiencia profesional y docente del autor. Las


ilustraciones, si bien mayormente tienen fuente en algún texto o artículo anterior, han sido
modificadas para adecuarlas al estilo y necesidades de la presente obra.

Definición
La Geología se define como la rama de las Ciencias Naturales que se ocupa del estudio de
la Tierra. Su dominio es el estado inorgánico de la materia. Su contraparte es la Biología,
que estudia en los seres vivos el estado orgánico de la materia.

La Tierra
Planeta integrante del Sistema Solar, tiene una forma denominada geoide, que se aproxima
a la de una esfera de aproximadamente 6.350 km de radio y superficie de 510.000.000 km2.

El acceso directo a los materiales que componen el Planeta queda limitado a la superficie
de los continentes, aproximadamente 1/3 del total. Para el resto, cubierto por las aguas de
mares y océanos, se han desarrollado métodos y herramientas que permiten conocer su
composición y formas de relieve.
En los continentes, cabe aún diferenciar entre las áreas en las que se levantan sierras y
montañas, con rocas a la vista, y aquellas otras que están cubiertas por sedimentos y suelos.
Ambos dominios son importantes por su extensión y por igual son objeto de estudio
geológico, aunque suelen diferenciarse como geología de superficie en el primer caso y
geología de subsuelo en el segundo.

El interior terrestre

En la tercera dimensión, el estudio (indirecto) del interior de la Tierra corresponde a la


disciplina denominada Geofísica, que ha comprobado una organización concéntrica de
niveles de distinta respuesta, denominados corteza, manto y núcleo (Fig. 1.1).

Figura 1.1. Corte de la Tierra. El espesor de la Corteza está fuera de escala,


sobredimensionado, debido a que a escala del dibujo tendría el grosor de línea utilizado.
Modificado de Burchfiel et al., 1982.

La principal herramienta para investigar pormenores del interior terrestre es el estudio de


las ondas de energía producidas en los terremotos o sismos, de donde viene el nombre de
sismología.

Los sismos son eventos de ruptura de una masa de roca, producidos al superarse la
resistencia a los esfuerzos aplicados. Se producen en el interior terrestre hasta
profundidades de unos 700 km. Desde el sitio en el que se produce la liberación de energía
o hipocentro se emiten tres clases de ondas, denominadas ondas P (Primarias), ondas S
(Secundarias) y ondas L (de Love, su descubridor).

Las ondas P son compresionales, producen la vibración de las partículas materiales en la


misma dirección en la que se propagan y son las más veloces y primeras en arribar a una
determinada estación registradora. Las ondas S son ondas de corte (cizalla), producen
vibración de la materia a 90° de la dirección de propagación y arriban con cierto retardo a
la misma estación sismológica. La diferencia de velocidad entre ondas P y S es de
aproximadamente 40%. Las ondas L son de gran longitud de onda, se desplazan
superficialmente alrededor de la Tierra, son las más lentas y producen grandes daños en las
construcciones del hombre. Las ondas P y S permiten explorar el interior terrestre (Fig.
1.2).

Figura 1.2. Efecto del paso de las ondas P y S. Nótese que la barra de roca se acorta al paso
de las ondas P y que sufre ondulaciones al paso de las ondas S. Modificado de Burchfiel et
al., 1982.

La capa exterior o corteza es la única que puede observarse directamente, ampliamente en


la superficie de los continentes y limitadamente en excavaciones y galerías para grandes
obras de ingeniería y minería. Su espesor es variable, con valores del orden de 30-70 km en
los continentes y de 5-10 km en los océanos. La corteza limita con el manto y la separación
la evidencia el comportamiento de las ondas sísmicas, que definen una superficie
denominada discontinuidad de Mohorovicic (Moho), en homenaje al sismólogo serbio que
la descubrió (Fig. 1.3).
Figura 1.3. Discontinuidades principales en el interior terrestre. Modificado de Read y
Watson, 1973.

El acceso a los materiales que componen el manto es restringido y consiste en fragmentos


del mismo que son ascendidos a superficie por lavas. Esos fragmentos, denominados
xenolitos, son parte de una roca preexistente arrancados del medio en el que circula o se
instala material fundido. La consolidación del fundido origina una roca ígnea, que engloba
el cuerpo extraño o xenolito. Con frecuencia son numerosos y pueden alcanzar un tamaño
de algunos decímetros. Xenolitos provenientes del manto son comunes en coladas de lava
basáltica, como los descubiertos en las mesetas patagónicas de Río Negro, Chubut y Santa
Cruz, estudiados entre otros por Rivalenti et al. (2004) y Bjerg et al. (2005).

El manto prosigue en profundidad hasta los 2.900 km y limita con el núcleo mediante la
discontinuidad de Weichert-Gutemberg (Fig. 1.3).

En la corteza y manto terrestres predomina ampliamente el estado sólido de la materia,


aunque la actividad volcánica demuestra que la misma puede fundirse para constituir las
lavas que arriban a superficie.

Para la exploración del estado físico de los materiales del interior terrestre, hay que tener en
cuenta que las ondas P se transmiten tanto en medio sólido como líquido y que las ondas S
lo hacen solamente en medio sólido. El recorrido de ambos tipo de ondas y las desviaciones
por la refracción al pasar de un medio a otro, determinan que las ondas P y S se reciban
hasta sitios que se ubican con un ángulo de 105° desde el epicentro del sismo, que entre
105° y 142° no se reciban ondas y que a partir de 142° se reciban solamente ondas P. El
epicentro es la proyección a superficie del hipocentro o lugar donde se produce la ruptura
de los materiales que originan el fenómeno. Tal comportamiento de las ondas sísmicas
indica que en el núcleo hay una envoltura exterior que se comporta como un líquido
viscoso, denominada núcleo externo, para luego a mayor profundidad retomar las
condiciones del estado sólido y definir un núcleo interno (Fig. 1.4).

Figura 1.4. Trayectoria de ondas P y S. Modificado de Read y Watson, 1973.

La densidad media de la Tierra es de 5,53 g/cm3. No obstante, las rocas comunes en


superficie no exceden en mucho del valor de 3 g/cm3, por lo que cabe esperar la existencia
de materiales de mayor densidad en el interior terrestre. El estudio de las ondas sísmicas y
otros parámetros, ejemplo momento de inercia de la Tierra, permitió modelar la
distribución de densidades en el interior terrestre. En los primeros 700 km se tiene un
incremento moderado y las rocas no superan los 4 g/cm3. A mayor profundidad se registra
un aumento progresivo de densidad y a los 2.900 km (discontinuidad de Weichert-
Gutemberg) hay un importante incremento y hasta el centro del Planeta los materiales
tienen densidades de 10 a 14 g/cm3. Se aprecia que el cambio más significativo coincide
con la discontinuidad de Weichert-Gutemberg. Las variaciones de densidad, desde
superficie al centro de la Tierra, se deben a cambios en la composición química y
mineralógica (Fig. 1.5).

Figura 1.5. Diagrama densidad vs profundidad. Modificado de Burchfiel et al., 1982.

Continentes y Océanos

En la superficie de la Tierra cabe distinguir dos grandes ambientes, continentes y océanos.


El primero cubre aproximadamente 1/3 de la superficie total y alcanza altitudes máximas
cercanas a 9.000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.). Los océanos componen los 2/3
restantes de superficie y constituyen depresiones ocupadas por agua, rodean a los
continentes y llegan a profundidades máximas que sobrepasan los 11.000 m.

La existencia de continentes y océanos es consecuencia de la dinámica interna de la Tierra


(geodinámica), que es motorizada por la disipación del calor interior. El estudio de estos
procesos de primer orden es el tema de la Geotectónica, disciplina desarrollada
conjuntamente por la Geología y la Geofísica. En la segunda mitad del siglo pasado la
geotectónica elaboró el paradigma o modelo de la Tectónica Global.
La Tectónica Global presta especial atención a la distribución de continentes y océanos y a
los cambios que han ocurrido con el transcurso del tiempo. Es de importancia al respecto, la
diferente composición de las rocas que componen la corteza de los océanos y la de los
continentes.

La corteza oceánica es relativamente homogénea, compuesta por fundidos procedentes del


manto, que al consolidar originan basaltos, rocas volcánicas oscuras de densidad
aproximada 3,0 g/cm3. Es asombroso que los océanos nazcan, se desarrollen y
eventualmente mueran, por lo que pese a constituir las 2/3 partes del total de la corteza no
contienen rocas antiguas, ya que las mismas no superan los aproximadamente 150 millones
de años (Ma).

La corteza continental, por el contrario es muy heterogénea, con una variada gama de rocas
de diferente composición, derivadas de procesos de diferenciación de materiales afines a
los que componen la corteza oceánica. La roca tipo se denomina granito, significativamente
más liviana que un basalto, ya que tiene una densidad aproximada de 2,65 g/cm3.

En la evolución del planeta la corteza continental, los continentes, a expensas de su menor


densidad, han sobrevivido aumentado paulatinamente de tamaño. Conservan las rocas más
antiguas del planeta, que llegan aproximadamente a 3.850 Ma y de las más diversas edades
desde ese entonces hasta el presente.

Sial y Sima

Al margen de la mencionada heterogeneidad composicional de la corteza continental, los


geofísicos también diferenciaron en ella dos capas superpuestas, denominadas Sial (la
superior; contracción de los elementos Silicio y Aluminio; densidad promedio 2,65 g/cm3;
granítica) y Sima (la inferior; contracción de Silicio y Magnesio; densidad promedio 3,0
g/cm3; basáltica).

Sial y Sima se pueden distinguir solamente en los continentes. La superficie de separación


entre ellas, en homenaje a su descubridor, se denomina discontinuidad de Conrad (Fig. 1.6).
Figura 1.6. Esquema de dos capas (Sial y Sima) de la corteza continental. Modificado de
Read y Watson, 1973.

El reconocimiento de Sial y Sima está relacionado con otro rasgo de la Corteza, que tiene
que ver con la topografía, la distribución de densidades y el estado de equilibrio o isostasia
de la corteza con su sustrato.

La medición de la desviación de la plomada en el Monte Everest por J. E. Pratt (1855),


condujo primero a un modelo de bloques de corteza de diferente densidad, equilibrados en
un único nivel de compensación a determinada profundidad (Fig. 1.7 A). En el mismo año
G. Airy propuso un segundo modelo, aceptado como válido actualmente, en el que
diferentes bloques de corteza de igual densidad pero distinta altura se ajustan
isostáticamente a diferentes profundidades. De acuerdo con el mismo las montañas tienen
una "raíz de baja densidad", que ocasiona el déficit de desviación de la plomada y de las
anomalías gravitativas que se producen en superficie (Fig.1.7 B).

Figura 1.7. Esquemas de isostasia de Pratt (A) y Airy (B). Modificado de Read y Watson,
1973.

Las irregularidades que apartan al geoide de la forma perfecta de una esfera, se deben en
parte al movimiento de rotación del planeta (achatamiento en los polos) y mayoritariamente
a la constante actividad geodinámica, que genera y modela cuencas oceánicas y crea los
relieves de montaña.

Si la Tierra fuese esférica y de composición homogénea, el valor de la atracción gravitativa


(g) sería igual en cualquier punto de su superficie. No obstante, los valores que se obtienen,
aún con las correcciones necesarias por altitud y latitud, se apartan del valor teórico para los
diferentes sitios en que se determina, lo que se denomina anomalía gravimétrica de
Bouguer. El valor de (g) es alto en los océanos (anomalía positiva) y bajo en los continentes
(anomalía negativa), lo que revela la diferente densidad de ambos tipos de corteza.

Relieve

Los desniveles conocidos en la superficie de la Tierra sólida resultan de la continua


actividad geodinámica. Los máximos son de cerca de 9.000 m y los mínimos próximos a
11.000 m, ambos tomando como referencia el nivel del mar.

Los agentes externos que tienden a la nivelación de la superficie de la Tierra son varios y
de diferente índole. Las rocas pierden cohesión, entre otras causas, a) por la acción química
de soluciones acuosas que causan descomposición, b) por efectos térmicos de contracción-
dilatación de la roca misma y de agua que puede congelarse en las grietas, que conducen a
la desagregación mecánica y c) por el trabajo de cuña que ejercen las raíces de plantas en
grietas de las rocas.

El trabajo erosivo de vientos, aguas de escorrentía y hielos glaciarios toma los detritos que
se producen en terrenos altos y los transporta hacia zonas bajas. El nivel de base general es
el nivel del mar, hacia donde son llevados los detritos y elementos solubilizados en las
aguas. Si en el camino hay zonas bajas se produce su relleno, que constituirán las cuencas
sedimentarias de los continentes. Los mares y océanos son finalmente las cuencas
sedimentarias de mayor envergadura.

El campo por excelencia del trabajo de la geología es el de la corteza emergida por arriba
del nivel del mar, los continentes en sentido geográfico. Debe agregarse una franja, de
variable importancia en ancho, en algunas costas de solo unos pocos kilómetros y en otras
de unas centenas de kilómetros, que constituyen las plataformas continentales. Las aguas
marinas en esas plataformas no sobrepasan en mucho la profundidad de 200 m y su corteza
es continental (granítica).

Las Plataformas Continentales constituyen una extensión de los continentes, actualmente


cubiertas por aguas oceánicas y su límite exterior es el talud continental, una angosta franja
de composición mixta (basáltico-granítica), que continente afuera profundiza rápidamente y
conecta con los fondos oceánicos a profundidades promedio de 4.000 m y formados por
corteza basáltica.

El trabajo geológico en las plataformas continentales es requerido por la exploración y


explotación de recursos minerales, especialmente hidrocarburos y se ajusta a la situación de
ser inaccesibles a la observación directa. La información de mayor cobertura en las
plataformas, proviene de estudios geofísicos, principalmente sísmica. Sobre la base de esa
información, se puede acceder puntualmente, en sitios escogidos, por perforaciones
realizadas desde plataformas. Igual que en tierra firme, las perforaciones llegan usualmente
hasta profundidades de 4.000-5.000 m, y posibilitan la recuperación de muestras de las
rocas atravesadas (fragmentos denominados cuttings y cilindros llamados testigos) y el
hacer ensayos introduciendo sensores. La participación del geólogo en la investigación de
la corteza oceánica es compartida en equipos junto a geofísicos.

Un rasgo a destacar es la repartición de tierras altas y tierras bajas en los continentes, así
como la de distintas profundidades de las aguas oceánicas. En ambos casos no es
progresiva o regular, desde el nivel del mar hacia los máximos y mínimos. La cota máxima
en el monte Everest (8.850 m) y la máxima profundidad oceánica en la fosa de las Marianas
(11.055 m), pueden inducir a una apreciación general errónea. El diagrama
altitud/profundidad versus superficie cubierta (Fig. 1.8 A) denota que en los continentes
predominan las alturas moderadas, por debajo de aproximadamente 1.500 m, y que en los
océanos grandes extensiones tienen profundidades entre 3.000 y 5.000 m. El diagrama de
frecuencias (Fig. 1.8 B) muestra un máximo a 100 m sobre el nivel del mar y otro a 4.700
m bajo el nivel del mar.

Figura 1.8. Diagramas de repartición de altitudes y profundidades referidas al nivel del


mar. Modificado de Read y Watson, 1973.

Objetivo
De acuerdo con lo expuesto, en este Manual se trata esencialmente la geología de los
continentes, describiendo de forma sencilla los materiales, características de composición y
estructuras desarrolladas sobre los mismos, forma y denominación de los cuerpos a que dan
lugar, metodologías de sistematización, reconocimiento de unidades de características
propias, relaciones entre ellas, ordenamiento según los tiempos de formación y
representación en mapas. Previamente se tratarán los aspectos sobresalientes de la
Tectónica Global.

Capítulo 2
Tectónica Global
La teoría de la tectónica global fue desarrollada en la década de 1960 y a ella se ajusta
actualmente el trabajo de la geología.

El antecedente a mencionar es la teoría de la Deriva de los Continentes (Wegener, 1912).


Las similitudes de composición, estructura y contenido paleobiológico de India, Australia,
Antártida, Sudamérica y África fueron el argumento para postular que en el pasado
formaron una única masa continental. La fragmentación y dispersión hasta las actuales
posiciones implican su deriva. Con todo, la teoría no tuvo aceptación, por no poder explicar
el mecanismo de transporte.

Litosfera y Astenosfera
Es destacable que la previamente conocida estructura interna de la Tierra y la división en
corteza, manto y núcleo (ver capítulo anterior) no resultó funcional para la tectónica global.

Para los fines de esta teoría fue importante determinar que la envoltura exterior y funcional
de la Tierra es la capa denominada litosfera. Figura

Figura 2.1. Diagrama velocidad de ondas sísmicas versus profundidad. Nótese la pérdida
de velocidad de ondas S en la franja entre aprox. 100 y 200 km. Modificado de Burchfiel et
al., 1982.
La litosfera tiene espesor variable, del orden de 100 km bajo los océanos, e incluye a la
totalidad de la corteza y a la parte superior del manto, que puede denominarse manto
litosférico. En el manto remanente, por debajo de la litosfera, hay una capa que recibe el
nombre de astenosfera, la que se define entre las profundidades de 100 y 200 km. Las ondas
sísmicas la detectan por la pérdida de velocidad que acusan las ondas S al atravesarla (zona
de baja velocidad), lo que se interpreta como existencia de fundidos. El porcentaje de
material líquido sería bajo, del orden de 1%, aunque suficiente para permitir el desacople de
la litosfera de su yacente (Fig. 2.1).

La litosfera es rígida y quebradiza, fría y mala conductora de temperatura, teniendo


dificultad para disipar el calor existente en el interior del planeta. Por el contrario la
astenosfera tiene comportamiento dúctil y en el medio de alta temperatura y presión en que
se encuentra responde ante esfuerzos como un líquido viscoso, fluyendo sin quebrarse.

Placas litosfericas
En la Tectónica Global, el primer orden de actividad cabe en la organización e interacción
de las llamadas placas litosféricas, que en número reducido, las mayores son 12, forman la
cáscara del planeta (Fig. 2.2).
Figura 2.2. Placas litosféricas mayores y límites entre ellas, con indicación de
divergencias, convergencias y transcurrencias. La sección AB se representa en la Fig. 2.3.

Corrientes convectivas
La idea de corrientes convectivas actuando en el manto fue impulsada por el geólogo A.
Holmes en la década de 1930 y actualmente es aceptada como un gran circuito de
transporte de energía, que disipa calor por determinadas ventanas abiertas en la litosfera y
provoca el movimiento de las placas.

La placa Sudamérica es una de las placas mayores y como es el caso general, está formada
en parte por corteza oceánica (litosfera oceánica) y en parte por corteza continental
(litosfera continental).

El corte AB entre Sudamérica y África ilustra sobre los límites entre las placas Nazca,
Sudamérica y África, la interacción entre ellas, el sistema de corrientes convectivas y las
consecuencias resultantes de la dinámica que se produce (Fig. 2.3).
Figura 2.3. Sección tectónica esquemática entre Sudamérica y África. Ubicación en mapa
de Fig. 2.2.

Los límites principales de la placa Sudamérica son, por el Este la dorsal atlántica y por el
Oeste la fosa oceánica peruano-chilena.

Límites divergentes. Dorsales oceánicas


La dorsal atlántica es el lugar por donde ascienden las corrientes convectivas mantélicas y
generan esfuerzos extensivos, constituyendo el sitio por excelencia para disipar calor, con
ascenso de materiales fundidos (magma) procedentes de zonas profundas del manto.

Las dorsales oceánicas son accidentes lineales, que constituyen una red continua
recorriendo todos los océanos. El límite de placas que constituyen se denomina límite
divergente. En ellos ocurre ascenso y cristalización de magma, con formación de rocas que
se añaden en franjas de nueva litosfera. Esas rocas son características de los fondos
oceánicos y se denominan basaltos, destacándose su tonalidad oscura y alta densidad,
reflejo del alto contenido de hierro y magnesio. Constituyen la litosfera oceánica. La
adición de basaltos en las dorsales oceánicas está relacionada con el alejamiento de las
placas que interaccionan y el crecimiento de los océanos, proceso que se denomina
expansión de los fondos oceánicos.

La disposición de la litosfera oceánica en fajas agregadas desde una dorsal oceánica, fue
comprobada mediante estudios paleomagnéticos.

La Tierra funciona como un electroimán y en un medio líquido como el de las lavas


basálticas, donde los minerales van cristalizando al descender la temperatura, aquellos que
son susceptibles magnéticamente se orientan según la polaridad del campo magnético
terrestre. Solidificada la lava y constituida la roca, conservará el magnetismo adquirido y su
polaridad. Teniendo en cuenta que la polaridad de todo campo magnético cambia
espontáneamente repetidas veces en función del tiempo, las sucesivas fajas de corteza
oceánica en construcción diferirán en la polaridad magnética, de acuerdo con la polaridad
vigente al momento de su cristalización.

La exploración magnética de los fondos oceánicos, perpendicularmente a las dorsales


oceánicas, revela una disposición en fajas simétricas a ambos lados de la dorsal, donde
alternan basaltos que guardaron polaridad normal (igual a la actual) y otros de polaridad
reversa (polos magnéticos N y S invertidos respecto al vigente en la actualidad).
Complementariamente, la edad de las franjas magnéticas puede ser determinada
radiométricamente sobre los basaltos. Otra forma de datación es por el contenido de fósiles,
esencialmente microfósiles, contenidos en los primeros sedimentos que se apoyan sobre esa
parte del fondo oceánico (Fig. 2.4).

Figura 2.4. Corte transversal esquemático de una dorsal oceánica. En blanco fajas de
polaridad normal y en verde fajas de polaridad reversa.

Límites convergentes. Arcos islándicos y Arcos


magmáticos
La fosa peruano-chilena es el segundo límite mencionado. Aquí se produce el encuentro de
corrientes mantélicas convectivas y de placas que se desplazan en sentidos opuestos, por lo
que se denomina límite convergente. Una de las placas se hunde por debajo de la otra,
mecanismo llamado subducción. La placa inferior es asimilada por el manto, produciéndose
destrucción de litosfera oceánica. En la placa superior hay importante adición de rocas
graníticas y eventualmente se construye una cadena de montaña (Fig. 2.2 y 2.3).
En los límites convergentes resulta importante diferenciar la calidad de litosferas que se
encuentran. Si la relación es litosfera oceánica versus litosfera oceánica, el resultado es la
construcción de un arco de islas o arco islándico en la placa superior, como los arcos de las
Islas Aleutianas e Islas Marianas, en el océano Pacífico (Fig. 2.5 A). Si la relación es entre
litosfera oceánica y litosfera continental, siempre la placa que subduce es la placa oceánica
y en el margen de la placa continental se construye un arco magmático o arco volcánico
(Fig. 2.5 B).

Figura 2.5. Esquema de Arco de Islas (A) y Arco magmático (B). Notar que en los arcos de
islas ambas placas quedan por debajo del nivel del mar.

Un arco islándico puede considerarse el sitio primordial o punto de partida para la


generación de corteza continental, por diferenciación de materiales basálticos de corteza
oceánica. Con el transcurso del tiempo geológico, la estabilización de los primeros
continentes y subducción de corteza oceánica por debajo de ellos condujo a mayores
diferenciaciones en ambiente de arco magmático. En los arcos magmáticos la materia prima
de los fundidos proviene, al menos en parte, de una corteza continental previa.

El término diferenciación se refiere a la separación de dos o más clases de materiales a


partir de un reservorio uniforme. Según el conocimiento actual, luego de la
individualización del planeta (hace 4.565 Ma), se postula una temprana diferenciación
manto-núcleo, completada hace 4.450 Ma. La composición del núcleo se estima similar a la
de los meteoritos metálicos, formados en promedio por 90,78% de hierro, 8,59% de níquel
y 0,63% de cobalto. En el lapso 4.450 Ma-3.850 Ma, habría existido una Protocorteza
Basáltica, sometida a un intenso bombardeo meteorítico. El tiempo entre 3.850 y 3.820 Ma
sería de transición hacia las condiciones en que operaría, hasta el presente, la Tectónica
Global, con la existencia de océanos y continentes en un régimen que provocaría
constantemente la diferenciación de los materiales que componen el manto (Moorbath,
2005).

La actividad geológica posterior a los –3.820 Ma de antigüedad, se entiende que operaría


sobre una Tierra sólida, con un núcleo y manto definidos, y necesidad de disipar calor,
tanto remanente de la etapa de impactos meteoríticos como de la que constantemente se
agrega por desintegración radioactiva. Los experimentos y modelados de laboratorio
indican que la isoterma de 1.250°C es el límite en el que las rocas del manto se funden
parcialmente, constituyendo el tope de la astenosfera. Sería ese el comienzo operativo de la
Tectónica Global, con dorsales oceánicas, zonas de subducción y procesos de
diferenciación que extraerían materiales livianos desde el manto para ir paulatinamente
formando la corteza que integra los continentes. Cabe resaltar que el límite Corteza–Manto
es composicional, diferente al límite Litosfera–Astenosfera que es un límite térmico.

Orogénesis
En la interacción convergente de placas con desarrollo de un arco magmático (litosfera
oceánica versus litosfera continental), la subducción conduce a la construcción de un arco
magmático y el proceso eventualmente va acompañado de engrosamiento cortical por
adición magmática y contracción tectónica, que instala un tipo especial de cadena de
montaña, un orógeno, en un proceso denominado orogénesis.

Los ambientes orogénicos se caracterizan por altos gradientes verticales de temperatura y


presión, que provocan la transformación (metamorfismo) de las rocas preexistentes,
importante actividad sísmica, esfuerzos compresivos tangenciales a la esfera terrestre y
adición de importantes volúmenes de rocas ígneas, tanto plutónicas como volcánicas. Los
granitos y granodioritas y equivalentes volcánicos, son las rocas ígneas comunes que se
producen en los orógenos, las que se caracterizan por ser rocas claras y livianas, con alto
contenido de silicio y aluminio y predominan en los continentes, lo que da fundamento a la
distinción de una litosfera continental o granítica.

Los orógenos son accidentes lineales, de hasta varios miles de kilómetros de largo, con un
ancho que alcanza algunas centenas de kilómetros. En nuestro ejemplo la cordillera de los
Andes es el orógeno resultante.

La sección transversal de un orógeno muestra varios ambientes tectónicos. Un elemento


destacado es denominado arco magmático o arco volcánico, respecto al cual se distingue un
antearco y un retroarco. El antearco se extiende desde la fosa o trinchera oceánica, donde se
inicia la subducción, hasta aquel lugar del continente donde aparecen las primeras
manifestaciones volcánicas o frente volcánico. El retroarco es el espacio desde donde
finalizan las manifestaciones volcánicas hasta donde alcanza la actividad tectónica o frente
orogénico (Fig. 2.6).
Figura 2.6. Sección transversal esquemática de un orógeno.

En el antearco puede eventualmente desarrollarse un subambiente orogénico que recibe la


denominación de prisma de acreción, caracterizado por una mezcla tectónica de rocas
sedimentarias y rocas volcánicas basálticas, producida en un medio de alta presión y baja
temperatura, por lo que adquieren rasgos metamórficos distintivos. La estructuración de
estos prismas consiste en la proyección de láminas tectónicas hacia afuera del sistema. El
ejemplo de la Figura 14 corresponde a la sección andina de 22°S y no hay prisma de
acreción, probablemente perdido por erosión tectónica en el proceso de subducción.
Contrariamente, al Sur de 42°S el prisma de acreción está muy bien expuesto en territorio
insular chileno.

El retroarco puede alternativamente estar bajo extensión y desarrollar una cuenca rift, o
bajo compresión y originar una faja plegada y corrida, con sucesivas fallas que amontonan
láminas tectónicas dirigidas hacia el interior del continente. Un ejemplo de estas
antagónicas condiciones se puede estudiar en el Noroeste argentino, acompañando las
últimas etapas de la evolución andina. Se suceden en el tiempo y superponen la extensión
con relleno de una cuenca de sedimentación tipo rift y la contracción y estructuración con
relleno sedimentario de cuenca de antepaís. Cabe por lo tanto resaltar que las condiciones
no perduran durante todo un ciclo orogénico. Las mismas son variables para un mismo
lugar con el transcurso del tiempo, por lo que se superponen distintos estadios de desarrollo
dentro de un mismo ciclo orogénico.

Las condiciones tectónicas reinantes en la sección transversal de un orógeno están


controladas por el ángulo de subducción, que es el ángulo entre la horizontal y la losa en
subducción, medido perpendicularmente al eje orogénico. En la práctica, los hipocentros
(focos) de sismos son los que permiten delinear el camino de la losa en subducción,
denominada zona de Benioff, y establecer el ángulo de subducción. Si el ángulo es alto (45°
o más) el arco y retroarco estarán bajo extensión, con importante actividad magmática. Es
característico del encuentro entre placas oceánicas y es denominado tipo Marianas. Si el
ángulo es de aproximadamente 30°, orógeno tipo andino o chileno, se instala un arco
magmático, en donde alternan etapas distensivas con actividad magmática y otras
compresivas que producen sismicidad y estructuras tectónicas del tipo pliegues y fallas.
La subducción de una losa de corteza oceánica por debajo de un continente se denomina
genéricamente de tipo andino. No obstante, cabe considerar que en el eje longitudinal del
orógeno son variables las condiciones para un mismo tiempo, con tramos de distinto ángulo
de subducción, lo que se conoce con el nombre de segmentación.

En los Andes, de Norte a Sur alternan segmentos con ángulo de subducción normal
(aproximadamente 30°), con otros de bajo ángulo (aproximadamente 10°), conocidos como
flat slab. El segmento que va de 15° a 27° (incluye al Noroeste argentino) tiene ángulo
normal y es notorio el funcionamiento del arco volcánico en la Cordillera Occidental
chilena y Altiplano-Puna del límite argentino-chileno (Fig. 2.7 A). En el tramo siguiente
(27°-33°S) la losa oceánica subducta con bajo ángulo (flat slab pampeano) y son intensas la
contracción cortical y actividad sísmica. En la Cordillera de este segmento se consiguen las
mayores alturas, con culminación en el cerro Aconcagua (6.961 m.s.n.m.) y hacia el
naciente hay elevación de serranías hasta la latitud de la ciudad de Córdoba.
Contrariamente no hay actividad magmática (Fig. 2.7 B).
Figura 2.7. Segmentación en el eje de los Andes A: ángulo de subducción normal, con arco
magmático. B: ángulo de subducción bajo, de gran sismicidad y sin arco magmático.

Colisión de continentes
En el proceso de subducción y reciclado de litosfera oceánica, cabe tener en cuenta que
eventualmente se agota la litosfera oceánica de la placa que está en proceso de destrucción
y se encuentran y colisionan dos continentes.

La colisión de continentes produce modificaciones y accidentes particulares, que


corresponden a los llamados orógenos colisionales. Es lo que ocurrió con India, que luego
de fragmentarse y separarse de una masa continental mayor, sufrió un desplazamiento de
varios miles de kilómetros durante algunas decenas de millones de años, colisionando con
Asia y formando los montes Himalaya (Fig. 2.8).

Figura 2.8. Representación de sucesivas posiciones de India y su colisión con Asia.


Modificado de Burchfiel et al., 1982.

En el pasado geológico el armado de Supercontinentes fue consecuencia de la unión de las


masas continentales existentes a determinado tiempo, mediante la sutura por orógenos
colisionales. Gondwana fue un supercontinente amalgamado a fines del Neoproterozoico.
Laurasia fue un agregado de masas continentales ancestrales suturadas por orógenos
colisionales del Paleozoico Inferior y Superior. El resultado del acercamiento y colisión
entre Gondwana y Laurasia fue la Pangea, supercontinente estable a fines del Paleozoico y
comienzos del Mesozoico (Fig. 2.9).

La investigación geológica ha comprobado que en tiempos más antiguos ha habido otros


supercontinentes, como aquellos que han sido denominados Rodinia (Mesoproterozoico) y
Columbia (Paleoproterozoico). Se ha propuesto un Ciclo de los Supercontinentes, que
involucra la suturación por orógenos colisionales para formar un supercontinente, que luego
de un tiempo de estabilidad se fragmenta en varias placas por la instalación de valles rift y
apertura de océanos, que va acompañada de procesos de subducción en otros límites de
placas, hasta llegar a la colisión de continentes, con suturaciones múltiples que darán lugar
a un nuevo supercontinente. El ciclo de los supercontinentes es compatible con el concepto
de ciclos orogénicos (Condie, 2002).

Figura 2.9. La Pangea, supercontinente construido a fines del Paleozoico.

Un dato de interés es el que tiene que ver con la velocidad de desplazamiento de las placas
litosféricas. Es variable de 1 a 10 centímetros por año. En el proceso de expansión de los
fondos oceánicos, a ese ritmo se construye litosfera oceánica. Así, el Océano Atlántico Sur
nació hace aproximadamente 140 Ma, momento hasta que África y Sudamérica formaban
parte de una única placa. La escisión en dos se produjo por la instalación de una rama
ascendente de célula convectiva por debajo de litosfera continental y a la ruptura siguió el
ingreso de aguas oceánicas y la expansión hasta alcanzar los actuales 5.000 km de ancho.

El funcionamiento compensado de creación de corteza en los límites divergentes y su


destrucción en los límites convergentes, constituyó la base para la enunciación en 1964 por
John Tuzo Wilson, de la teoría de la Tectónica de Placas. La ciclicidad del proceso se
esquematiza en el llamado Ciclo de Wilson (Fig. 2.10).

Figura 2.10. Esquema del Ciclo de Wilson

En el inicio se produce la ruptura de un continente, se genera una depresión que recibe el


nombre de valle rift (o simplemente rift). Es un accidente lineal, inicialmente una cuenca de
sedimentación continental asociada a volcanismo (Fig. 2.10 a). Un ejemplo en desarrollo
son los valles rift del oriente africano. Inmediatamente al Norte de ellos, el mar Rojo
constituye una etapa evolutiva donde la expansión permitió la entrada de aguas marinas. El
océano Atlántico por su parte, es un océano maduro (Fig. 2.10 b). Rifting y expansión
oceánica constituyen el hemiciclo extensional del Ciclo. El hemiciclo compresional
involucra los fenómenos de subducción (Fig. 10 c) y colisión (Fig. 10 d).

Límites conservativos
El tercer límite en la delimitación de las placas litosféricas es el de las fallas transformantes.
Son múltiples planos de fracturación, aproximadamente verticales y orientados más o
menos perpendicularmente a las dorsales oceánicas. Producen desplazamientos laterales de
una parte sobre la otra, para permitir cerrar el espacio que ocupa cada placa (Fig. 2.11).

La mayor parte de estos accidentes se producen sobre litosfera oceánica y en ocasiones


generan importantes sistemas, como los del Caribe y Scotia, en el Norte y Sur de
Sudamérica, respectivamente. Algunas veces invaden los continentes y cuando se activan
son el origen de devastadores terremotos, como los del oeste de Norteamérica, donde la
actividad de la falla de San Andrés es motivo de constante preocupación (ver ubicación en
Fig. 2.1).

Figura 2.11. Esquema de funcionamiento de una falla transformante. Modificado de


Burchfiel et al., 1982.

La base de las placas litosfericas


Quedaría incompleta la semblanza de las placas litosféricas sin la mención de su límite
inferior. Por estar oculto a la observación directa es quizás el más especulativo, pero hay
evidencia que resulta de estudios geofísicos. Los mismos muestran que la base de la
litosfera puede situarse a unos 100 km de profundidad, donde las ondas sísmicas que viajan
hacia el interior de la Tierra sufren una pérdida de velocidad. Ese fenómeno se interpreta
como la existencia en el manto de un nivel en donde hay coexistencia de roca en estado
sólido con una cierta cantidad de fundidos. Esa zona con material mezcla de estado sólido y
líquido, que previamente identificamos con el nombre de Astenosfera, constituye la
llamada zona de baja velocidad y es el límite inferior y lugar de desacople de las placas
respecto a su yacente (Fig. 2.12).
Figura 2.12. Zona de baja velocidad, límite inferior de las placas. Modificado de Burchfiel
et al., 1982.

Las fuerzas actuantes


La tecnología disponible actualmente permite obtener imágenes del estado físico de la
materia rocosa en la profundidad donde ocurren los fenómenos de expansión de los fondos
oceánicos (límites divergentes) y subducción (límites convergentes) y compararlos con el
reinante en las adyacentes áreas estables de los fondos oceánicos y plataformas
continentales.

Las tomografías sísmicas son imágenes computadas, que registran pequeñas diferencias en
la velocidad de las ondas sísmicas, obedeciendo a variaciones en la temperatura y rigidez
de las rocas. En rocas frías y rígidas de una losa litosferica en subducción, la velocidad de
las ondas sísmicas es mayor que la correspondiente al medio a mayor temperatura en que se
sumerge, constituido por el manto por debajo de la litosfera. Cabe señalar que la
homogeneización de temperaturas es lenta. La figura que registra una tomografía en un
límite convergente de placas es comparable con el diseño marcado por los hipocentros de
sismos producidos en el camino de la losa en subducción. Los efectos, en ambos casos, se
comprueban desde la trinchera oceánica hasta profundidades de 700 - 800 km. Las
tomografías efectuadas en límites divergentes (dorsales oceánicas), muestran claramente la
figura vertical del material caliente en ascenso, donde las ondas sísmicas se desplazan a
menor velocidad. Los hipocentros de sismos producidos en el camino de la losa en
subducción, debidos al colapso de la masa rocosa componente, se comprueban desde la
trinchera oceánica hasta profundidades de 700-800 km.
Los modelos de funcionamiento aceptados contemplan la actuación de fuerzas que se
originan por efectos gravitativos y diferencias de densidad de las masas en movimiento.

El mecanismo inicial, que empuja hacia afuera las dos partes involucradas en un límite de
placas divergente (extensión), es gravitacional. La litosfera en extensión está sobreelevada
en el eje del rift (abombamiento) o de la dorsal oceánica (cordillera submarina). Hacia los
costados de esos ejes las losas litosfericas están inclinadas hacia afuera y resbalan sobre el
medio dúctil astenosferico subyacente.

Como se ha descripto, la compensación al nacimiento de litosfera se produce en otros


lugares según subducción y destrucción de litosfera. La dinámica contempla que el
hundimiento de la losa en subducción produce una fuerza de tiro o arrastre hacia adentro
del interior de la Tierra, que los modelos estiman es unas tres veces mayor que la producida
en los límites divergentes.

Tipos corticales
La descripción efectuada deja entrever que tanto en ambiente oceánico como continental, la
litosfera presenta cierta variedad de composición y actividad. Así es que se reconocen
diferentes tipos corticales, evaluados por los valores de anomalía gravimétrica y otros
parámetros, como flujo térmico, que caracterizan diferentes grados de estabilidad tectónica
(Tabla. 2.1).

En los continentes los orógenos activos, con sus montañas e intensa actividad sísmica y
volcánica, son inestables y tienen los más elevados valores negativos de anomalías de
Bouguer. Contrasta con las condiciones de estabilidad en los cratones y plataformas.
También hay montañas en estado de madurez geomorfológica, que evidencian estar en un
punto intermedio entre los orógenos activos y las tierras bajas.

En los océanos contrastan la inestabilidad del ambiente de dorsal oceánica y la estabilidad


del ambiente de los fondos oceánicos, donde además se tiene las más elevadas anomalías
positivas de Bouguer.
Tabla 2.1. Tipos corticales. Simplificado de Condie, 1997.

Finalmente y a escala de la geotectónica, en las Plataformas hay otro tipo de movimientos,


que se diferencian claramente de los movimientos orogénicos. Son los movimientos
epirogénicos (del griego epeiros = continente), que actúan en sentido vertical sobre vastas
áreas continentales estables, sin provocar cambios significativos en las rocas y sus
estructuras.

Los movimientos epirogénicos se atribuyen al ajuste isostático de compartimentos


corticales. Producen suaves arqueamientos, localmente con fracturas tensionales, tanto
positivos (abombamientos corticales), como negativos (cuencas de sedimentación
intracratónicas).

Los movimientos epirogénicos son lentos comparados con los movimientos orogénicos.
Una estimación de la velocidad de ocurrencia es del orden de 0,6 m a 0,9 m por mil años,
contra una velocidad del orden de 9 m por mil años para un surgimiento orogénico.

La ampliación del tema desarrollado puede hacerse consultando la obra de Folguera y


Spagnuolo (2009).
Capítulo 4
Petrología
Un conjunto de minerales, eventualmente de una sola especie y en el caso general de varias
especies, forman las rocas de la corteza terrestre y su estudio es el campo de la petrología.

Como es de esperar luego de conocer la abundancia de los elementos químicos en la


corteza terrestre continental, los silicatos son por excelencia los minerales formadores de
rocas.

El estudio sistemático de las rocas se hace según tres grandes conjuntos, ígneas,
sedimentarias y metamórficas. Su origen y naturaleza se visualiza en el denominado ciclo
de las rocas (Fig. 4.1)
Figura 4.1. Ciclo de las rocas.

El punto de partida son las rocas ígneas, formadas a partir de fundidos (magmas)
procedentes de zonas profundas de la Tierra. Si el magma al enfriarse consolida en el
interior de la corteza forma la subcategoría rocas ígneas plutónicas (plutonitas). Si el
magma llega a superficie y se derrama sobre la misma, al consolidarse forma las rocas
ígneas volcánicas (volcanitas).

Desde que en la superficie de la Tierra hay expuestas tanto rocas ígneas plutónicas como
volcánicas, ellas son sometidas química y mecánicamente a una disolución/desagregación.
Los elementos químicos disueltos luego precipitan, sea en medio continental u oceánico.
Los fragmentos resultantes de la desagregación (clastos), son transportados a lugares bajos
(cuencas sedimentarias), donde forman camadas de sedimentos que pueden alcanzar
espesores modestos, metros a decenas de metros, hasta varios miles de metros. La
compactación de los sedimentos por la presión obrante al ser soterrados y el agregado de
cementos por aguas circulantes, conduce al endurecimiento y formación de las rocas
sedimentarias clásticas (sedimentitas).
Las rocas sedimentarias formadas exclusivamente por la precipitación de sales en lagunas y
mares son denominadas rocas sedimentarias químicas.

También hay rocas intermedias entre ígneas y sedimentarias, formadas por fragmentos
resultantes de la actividad volcánica, que constituyen las rocas piroclásticas.

Las rocas de la tercer categoría son las rocas metamórficas (metamorfitas) y el lugar por
excelencia para su formación son las áreas orogénicas (borde activo de placas). Calor,
presión y esfuerzos dirigidos provocan recristalización mineral al estado sólido, tanto en
rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas preexistentes (protolitos), con la formación de
nuevas asociaciones de minerales estables en las condiciones del medio en que se
encuentran.

Eventualmente en el proceso de generación de rocas metamórficas se pueden dar


condiciones de fusión. Si la fusión es parcial, la posterior cristalización de los fundidos
coexistiendo con remanentes de la roca metamórfica, genera rocas de mezcla (en parte
metamórficas, en parte ígneas) que se denominan migmatitas. Si la fusión es total, al
cristalizar ese magma se forma una nueva roca ígnea.

Los tres grupos de rocas mencionados tienen una participación significativa en la


composición de la corteza terrestre, destacándose las rocas ígneas, que forman
aproximadamente el 65% del volumen total. También cabe tener en cuenta que la
participación de las rocas sedimentarias, apenas 7,9 %, se potencia por la distribución bajo
la forma de láminas de poco espesor aunque sobre amplias superficies (Fig. 4.2).

Figura 4.2. Abundancia de las rocas en la corteza.

Rocas ígneas
Proceden de líquidos denominados magma, que por enfriamiento solidifican en un proceso
ordenado de cristalización según determinado conjunto de minerales, dependiente de la
composición de ese magma. Debido a ello, a las rocas ígneas también se las suele
denominar rocas magmáticas.

El ambiente primigenio en la producción de magmas pudo ser similar al de las actuales


dorsales oceánicas, donde conocemos que hay voluminosas irrupciones de fundidos que
ascienden desde el manto y cristalizan formando los basaltos de la corteza oceánica (Fig.
4.3).

Figura 4.3. Bosquejo de una dorsal oceánica.

Un paso siguiente admite la interacción convergente (subducción), de una placa de corteza


oceánica por debajo de otra placa de corteza oceánica. En el proceso se producen fundidos,
diferenciados respecto a la composición basáltica original, que se instalan formando
cuerpos de plutonitas en el seno de la corteza de la placa superior. Eventualmente los
fundidos llegan a superficie formando islas volcánicas, configurando en conjunto un
accidente lineal discontinuo denominado arco de islas (Fig. 4.4).

Cuando en el pasado geológico el proceso hubo conseguido la estabilidad de las primeras


masas continentales, la interacción entre placa oceánica versus placa continental fue capaz
de producir magmas de más alta diferenciación, los que cristalizaron como granitos en la
corteza continental preexistente. Los accidentes lineales resultantes son los orógenos,
conteniendo los arcos magmáticos o arcos volcánicos (Fig. 4.4).
Figura 4.4. Ambientes principales de formación de rocas ígneas: dorsales oceánicas, arcos
de islas y arcos magmáticos.

La efectividad de los procesos de diferenciación magmática puede comprobarse


comparando la composición química promedio de rocas que se estima provienen del manto
(Peridotita), con la de Basaltos y Granitos, componentes esenciales de corteza oceánica y
continental, respectivamente (Tabla 4.1). En la dirección manto → corteza oceánica →
corteza continental, se aprecia el notable incremento en los contenidos de Silicio, Aluminio,
Sodio y Potasio. En las rocas del manto se destaca la abundancia relativa de Magnesio y
Hierro.

Tabla 4.1. Composición química promedio (óxidos de los elementos mayoritarios) de las
rocas Peridotita, Basalto y Granito, componentes esenciales del Manto, Corteza oceánica y
Corteza continental, respectivamente.

Las rocas ígneas comprenden a aquellas consolidadas en profundidad en el interior de la


corteza, denominadas ígneas plutónicas o plutonitas y a las producidas por magma que
llega a superficie, llamadas ígneas volcánicas o volcanitas. Un grupo intermedio, instaladas
a baja profundidad, forman las rocas hipoabisales o subvolcánicas o filonianas.

La textura de una roca es la relación entre los minerales que la forman. En las plutonitas es
característica la textura granuda, con minerales de tamaño uniforme, visibles a "ojo
desnudo" o lupa y aproximadamente del mismo tamaño (Fig. 4.5 A). Contrariamente, en las
volcanitas es frecuente la textura porfírica, en la que hay minerales observables a "ojo
desnudo" o lupa (fenocristales), inmersos en una base (pasta) de grano fino hasta
submicroscópica o vítrea (Fig. 4.5 B).

Figura 4.5. Simplificado de campo microscópico. A: textura granuda de rocas plutónicas;


B: textura porfírica de rocas volcánicas. Q: cuarzo; Or: ortosa; Plg: plagioclasa; Bio:
biotita; Pt: pasta.

Además, en algunas plutonitas y subvolcánicas es frecuente la textura porfiroide, en la que


si bien todos los minerales son visibles a "ojo desnudo" o lupa, hay un conjunto de mayor
tamaño inmerso en una base de grano menor.

La clasificación de las rocas ígneas se realiza recurriendo a la determinación de


composición mineral y alternativamente por medio de la composición química de la roca en
su totalidad.

La clasificación mineral es sin dudas la de mayor injerencia geológica, aunque se ve


limitada en el caso de rocas de grano muy fino o formadas mayoritariamente por una pasta
microcristalina o vítrea, casos en que se recurre y funciona adecuadamente la clasificación
química.

En muestra de mano el geólogo puede determinar la composición mineral a "ojo desnudo"


o ayudándose con elementos sencillos, como una lupa de mano, punta de acero para probar
la dureza y bizcocho de porcelana para obtener el color de la raya. En gabinete se pueden
hacer estudios con mayores aumentos, sea en grano suelto bajo lupa binocular o en láminas
delgadas bajo microscopio petrográfico. Las láminas delgadas son confeccionadas cortando
finas fetas (1-2 mm) que son pegadas a un vidrio portaobjeto, pulidas por la superficie libre
hasta que alcanza espesor de 30 micrones (0,03 mm) y luego cubiertas por un vidrio
cubreobjeto. Ambos estudios son rutinarios, especialmente el de láminas delgadas, aunque
requieren de una formación adecuada y constituyen casi una especialidad entre los
geólogos.

El número de especies minerales conocidas es de alrededor de 1.500, aunque solo unas 200
constituyen los minerales corrientes. La causa debe buscarse en la composición de la
corteza terrestre, donde de cada 100 átomos más de 60 son de Oxígeno, más de 20 de
Silicio, de 6 a 7 de Aluminio, unos 2 átomos son de Hierro, 2 de Calcio, 2 de Magnesio, 2
de Sodio, 2 de Potasio y alguno de Titanio. Disponiendo de esos materiales, se simplifica
aún más en lo que hace a minerales que componen las rocas ígneas, y casi en su totalidad
son silicatos.

En la composición mineral de las rocas ígneas es útil distinguir entre minerales claros o
félsicos y minerales oscuros o máficos. Los félsicos son los más abundantes, ya que
aproximadamente las ¾ partes de la corteza terrestre son tectosilicatos, derivados de un
armazón tridimensional de tetraedros SiO4 enlazados. Todos los iones O-2 de cada
tetraedro SiO4 están compartidos con los tetraedros vecinos, dando lugar a una estructura
con fuertes enlaces, en la que la relación Si:O es 1:2 (SiO2).

Tectosilicatos importantes son el grupo de la sílice y el grupo de los feldespatos, en ambos


casos minerales claros. El primero tiene el armazón más simple y el mineral dominante es
el Cuarzo (SiO2). Los feldespatos son silicatos de aluminio con potasio, sodio y calcio. En
ellos la particularidad es que hay tetraedros AlO4, compartiendo el armazón cristalino con
tetraedros SiO4. Los feldespatos comunes son soluciones sólidas de los siguientes tres
componentes: Ortosa (KAlSi3O8), Albita (NaAlSi3O8) y Anortita (CaAl2Si2O8).

En las rocas ígneas el feldespato potásico puede presentarse según tres formas distintas
(polimorfismo), denominadas Ortosa, Microclino y Sanidina, dependiendo de la
temperatura del medio en que cristalizaron. Por otra parte, los feldespatos sódicos (Albita)
y cálcicos (Anortita), dan lugar a la serie de las plagioclasas o feldespatos calcosódicos, una
solución sólida en la que arbitrariamente se distingue Albita (0-10% de Anortita),
Oligoclasa (10-30% de Anortita), Andesina (30-50% de Anortita), Labradorita (50-70% de
Anortita), Bytownita (70-90% de Anortita) y Anortita (90-100% de Anortita).

Un grupo de tectosilicatos de menor importancia es el de los feldespatoides, producto de la


cristalización de magmas pobres en sílice y ricos en álcalis. Los más conocidos son
llamados Nefelina (NaAlSiO4) y Leucita (KAlSi2O6).

Los minerales máficos comunes son nesosilicatos (olivinas, granates, circón), inosilicatos
(piroxenos y anfíboles) y filosilicatos (micas).

Las olivinas son el resultado de una solución sólida entre Forsterita [(SiO4)Mg2] y Fayalita
[(SiO4)Fe2].

Los granates comunes son el Piropo [(SiO4)3Al2Mg3], Almandino [(SiO4)3Al2Fe3] y


Spessartita [(SiO4)3Al2Mn3].
El Circón es silicato de zirconio [(SiO4)Zr].

El piroxeno de mayor presencia en rocas ígneas es Augita [(Si,Al)2O6(Ca,Na)


(Mg,Fe+2,Fe+3,Al)] y el anfíbol común es Hornblenda
[(Al,Si)8O22Ca2Na(Mg,Fe+2)4(Al,Fe+3Ti)(O,OH)2].

Las micas comunes en rocas ígneas son Moscovita o mica blanca [(AlSi3O10)KAl2(OH)2]
y Biotita o mica negra [(AlSi3O10)K(Mg,Fe)3(OH)2].

Cabe destacar que las distintas asociaciones y proporciones de minerales que forman las
rocas ígneas, tanto félsicos como máficos, deviene del orden en que cristalizan en un
magma a medida que baja la temperatura. Según los experimentos de N.L.Bowen (1956),
partiendo de un magma basáltico (composición general del manto litosférico), la extracción
de los primeros cristalizados va dejando un líquido cambiante en composición, del que
cristaliza otra asociación mineral y así sucesivamente hasta la total solidificación. La
representación esquemática de la Serie de Reacción de Bowen tiene dos ramas, una para
minerales máficos y la otra para plagioclasas y finaliza con una rama única para los
feldespatos alcalinos, moscovita y cuarzo. La cristalización tardía del cuarzo agota la sílice
excedente, y comúnmente se emplaza en diques al rellenar grietas producidas por
contracción al enfriarse la roca ígnea. Además suele invadir la roca hospedante (Fig. 4.6).

Figura 4.6. Serie de reacción de Bowen.


Los diagramas clasificatorios de rocas utilizan preferentemente como base de
representación un triángulo equilátero. En rocas ígneas, la clasificación por composición
mineral se hace por el contenido (moda) de minerales félsicos. La clasificación sigue la
propuesta de Streckeisen (1976), adoptada por la Unión Internacional de Ciencias
Geológicas (IUGS) y consiste en un doble triángulo equilátero, conocido como QAPF. Se
suele simplificar denominándolo QAP, debido a que la mitad superior de ese dispositivo es
suficiente para clasificar a las rocas ígneas comunes.

En el triángulo QAP el vértice superior (Q) corresponde a minerales del grupo de la sílice
(esencialmente Cuarzo), el vértice inferior izquierdo (A) a feldespatos alcalinos (Ortosa,
Microclino, Sanidina) y el vértice inferior derecho (P) a plagioclasas. Si la roca contiene
máficos (caso general), la moda mineral debe recalcularse, de modo que Q + A + P =
100%.

Cabe mencionar que el diagrama QAP no es aplicable a rocas ultramáficas, aquellas en las
que los minerales máficos superan el 90% del total, para las que hay otros triángulos con
los vértices ocupados por olivinas, piroxenos y anfíboles (o micas).

Para la representación de rocas con feldespatoides y carentes de minerales del grupo de la


sílice, se utiliza el triángulo inferior, que comparte la base del triángulo QAP, con el vértice
inferior denominado F (de feldespatoides), con el que queda completo el esquema QAPF.

Rocas ígneas plutónicas

El triángulo QAP clasificatorio de rocas ígneas plutónicas está dividido por líneas
horizontales que marcan contenidos de Q de 60% y 20% y líneas que parten de la base del
triángulo en puntos a 90%, 65%, 35% y 10% de P y se dirigen a Q hasta llegar a la
horizontal de 60% o 20% de Q, según corresponda (Fig. 33).

Los espacios resultantes de esa división se denominan campos. El campo 1 corresponde a


rocas con más de 60% de cuarzo, que no consideramos por ser muy escasas y de dudosa
naturaleza ígnea. Son importantes el campo 2: granito alcalifeldespático; 3: granito; 4:
granodiorita; 5: tonalita; 6: sienita alcalifeldespática; 7: sienita; 8: monzonita; 9:
monzodiorita/monzogabro; 10: diorita/gabro.

Resulta útil y es de uso común al referirse a rocas ígneas, reunir dos o más campos afines
entre sí, definiendo una categoría superior llamadas sección. La sección I es la de los
granitoides, que reúne los campos 2, 3, 4 y 5. La sección II es la de los sienitoides, para los
campos 6, 7 y 8. Por último las secciones III y IV son las de los dioritoides y gabroides, que
reúnen a los campos 9 y 10.
Figura 4.7. Triángulo QAP para rocas ígneas plutónicas. Simplificado de Teruggi, 1980.

Los granitoides son rocas granudas que contienen abundante cuarzo, que si es ponderado
debe resultar no menor de 20% y no exceder de 60% del total de minerales claros. La
división en campos es efectuada por la relación feldespática.

El campo 2 corresponde a los granitos alcalifeldespáticos, cuyos feldespatos son casi


exclusivamente Ortosa, Microclino o Albita, que ante el predominio de uno u otro mineral
son llamados granito ortoclásico, granito microclínico o granito albítico.

El campo 3 es el de los granitos y en ellos coexisten feldespatos alcalinos y plagioclasas,


con relación feldespática entre 10% y 65% de plagioclasas.

El campo 4 es el de las granodioritas, rocas plutónicas muy abundantes en áreas orogénicas,


en las que la relación feldespática indica una participación de plagioclasas entre 65% y
90%.

Finalmente, el campo 5 es de las tonalitas, en donde la participación de las plagioclasas


supera el 90% del total de feldespatos.

Los sienitoides son rocas plutónicas granudas con escaso cuarzo (no excediendo 20% del
total de minerales claros), y ricas en feldespatos alcalinos (100% a 35%). Se subdividen por
la relación feldespática en los campos 6 de las sienitas alcalifeldespáticas (0% a 10% de
plagioclasas), 7 de las sienitas (10% a 35% de plagioclasas) y 8 de las monzonitas (35% a
65% de plagioclasas). Dioritoides y gabroides son rocas plutónicas pobres en cuarzo
(menos de 20%) y ricas en plagioclasa (65% 100%).

El campo 9 de las monzodioritas/monzogabros tiene relación feldespática de 65% a 90% de


plagioclasas y el campo 10 de las dioritas/gabros cuenta con 90% a 100% de plagioclasas.

En el estudio al microscopio, la diferencia entre las rocas que ocupan el mismo campo
(monzodiorita/monzogabro y diorita/gabro), se establece por la composición de las
plagioclasas, oligoclasa-andesina para los dioritoides y labradorita-bytownita para los
gabroides. También contribuyen a esa distinción los minerales máficos que acompañan a
los minerales claros, ya que los dioritoides contienen hornblenda y/o biotita y los gabroides
piroxenos y/o olivinas.

Figura 4.8. Secciones pulidas de rocas plutónicas comunes. A: granito; B: granodiorita; C:


tonalita; D: sienita; E: monzonita; F: gabro.

Con todo, se destaca que la clasificación de una roca ígnea plutónica en alguno de los
campos mencionados, es tarea de gabinete, a menudo realizada por un especialista. El
geólogo de campo, en forma tentativa, distingue granitos (Fig. 4.8 A), granodioritas (Fig.
4.8 B), tonalitas (Fig. 4.8 C), sienitas (Fig. 4.8 D), monzonitas (Fig. 4.8 E) y gabros (Fig.
4.8 F).

Una caracterización adicional de las rocas ígneas plutónicas procede de la cantidad de


minerales máficos que contiene, llamado índice de color. Son hololeucocráticas las rocas
que carecen de máficos o que los mismos no superan el 5% del total de la roca,
leucocráticas las que contienen de 5% a 35%, mesocráticas las que contienen de 35% a
65%, melanocráticas aquellas que tienen 65% a 90% y ultramáficas las rocas más oscuras,
constituidas por 90% a 100% de minerales máficos.
Rocas ígneas volcánicas

En la clasificación de las rocas ígneas volcánicas se puede rápidamente prever alguna


dificultad, que surge de la característica textura porfírica de las mismas. Con todo, mientras
pueda establecerse la mineralogía, se recomienda la clasificación mineral modal, según un
doble triángulo QAPF.

En los casos en que solamente se pueda establecer la mineralogía de los fenocristales, la


roca es clasificada en base a los minerales reconocibles, anteponiendo el prefijo feno (de
fenocristal; ejemplo fenoriolita).

En realidad, la clasificación de volcanitas en campaña es siempre de fenotipos y


frecuentemente no coincide con el resultado de una posterior clasificación química,
ciertamente sobre el total de la roca.

Resulta claro que en todos los casos en que no se pueda determinar la moda mineral, se
debe recurrir a la clasificación química, la que trata de ser correlacionable con la
clasificación mineralógica.

Figura 4.9. Triángulo QAP para rocas volcánicas. Simplificado de Teruggi, 1980.
De igual forma que con las plutonitas, las volcanitas comunes caben en el triángulo
superior, por lo que frecuentemente se simplifica utilizando solo la parte superior o QAP
(Fig. 4.9).

Mantiene los mismos límites ya visto para las plutonitas, lo que es satisfactorio atendiendo
a que hay una buena correlación natural entre rocas ígneas plutónicas y las homólogas
volcánicas.

Los campos significativos son: 2-3: riolita; 4-5: dacita; 6-7: traquita; 8: lacita; 9-10:
andesita/basalto. La riolita tiene entre 20% y 60% de cuarzo y más de 35% de feldespatos
alcalinos (Fig. 4.10 A). La dacita es también una volcanita rica en cuarzo, pero en la
relación feldespática predominan las plagioclasas, con más del 65% (Fig. 4.10 B).

Figura 4.10. Secciones pulidas de rocas volcánicas con más de 20% de cuarzo. A) riolita;
B) dacita.

Las volcanitas con menos de 20% de cuarzo se separan por relación feldespática en
traquita, con más de 65% de feldespatos alcalinos (Fig. 4.11 A), lacita con 65% a 35% de
feldespatos alcalinos (Fig. 4.11 B) y andesita/basalto cuando las plagioclasas superan el
65% del total de feldespatos. Igual que en las plutonitas, las plagioclasas orientan para la
distinción entre andesita y basalto, oligoclasa-andesina para las andesitas y labradorita-
bytownita para los basaltos (Figs. 4.11 C y 4.11 D).

Cabe agregar que debido a la frecuente dificultad para la determinación de la composición


de las plagioclasas, la distinción entre andesita y basalto se hace comúnmente por el
contenido de SiO2 (análisis químico), siendo andesitas si hay más de 52% de sílice y
basaltos si están por debajo de ese porcentaje.
Figura 4.11. Secciones pulidas de rocas volcánicas con menos de 20% de cuarzo. A)
traquita; B) lacita; C) andesita; D) basalto. RICARDO VARELA

Finalmente, otro camino para establecer conjuntos diferentes de rocas ígneas, tanto
plutónicas como volcánicas, tiene base química y se apoya en el contenido de SiO2, lo que
da lugar al concepto (petrológico, no químico) de acidez. Es ampliamente utilizado en el
vocabulario geológico. Son rocas ácidas las que contienen más de 65% de SiO2, rocas
intermedias las que poseen entre 65% y 52% de SiO2, rocas básicas las que tienen entre
52% y 45% de SiO2 y rocas ultrabásicas aquellas con menos de 45% de SiO2.

Mayor información, tanto de plutonitas como volcanitas, puede obtenerse en la obra de


Toselli (2010).

Rocas sedimentarias
El atributo distintivo de las rocas sedimentarias es su disposición en capas o estratos. Esa
estructura, denominada estratificación, es la expresión de una acumulación episódica en un
recipiente denominado cuenca de sedimentación.

La acumulación puede ocurrir en medio ambiente marino o continental, en el seno de un


fluido líquido (océanos, mares, lagunas, ríos, etc.) o gaseoso (sobre la superficie, en
desiertos, estepas, etc.). La materia acumulada consiste en fragmentos de materiales
preexistentes (clastos), en precipitados químicos, o una mezcla de ambos.

La fuerza predominante al producirse la depositación es la de la gravedad, por lo que las


capas del material acumulado se disponen en posición horizontal. Hay excepciones, como
la que ocurre en los conos aluviales al pie de las montañas, o la de los sedimentos deltaicos,
donde hay una inclinación original de las capas al copiar la superficie del terreno donde se
depositan. Con todo y en el caso general, se acepta que los sucesivos estratos de una roca
sedimentaria nacen en posición horizontal y que la inclinación que eventualmente adopten
es prueba de que la sucesión de estratos ha sido dislocada posteriormente.

El carácter episódico, con un tiempo de interrupción entre cada evento de acumulación,


motiva los planos de discontinuidad (planos de estratificación). El espesor de los estratos es
variable, desde pocos centímetros hasta algunos metros. Se consideran muy finos si no
superan 1 cm, finos de 1 a 10 cm, medios de 10 a 30 cm, gruesos de 30 cm a 1 m y muy
gruesos por encima de 1 m. Cabe destacar que una cuenca de sedimentación puede alcanzar
a reunir espesores del orden de cientos y hasta varios miles de metros.

Los materiales inconsolidados se denominan sedimentos y se transforman a sedimentitas


luego de adquirir cohesión, por carga al ser soterrados y por cementos de la precipitación de
sustancias químicas desde aguas circulantes.

La importancia de la estratificación es tal, que la disciplina que estudia el registro


geológico-temporal se denomina estratigrafía y si se asocia con el contenido fosilífero
bioestratigrafía. Trascendiendo aún el origen de las rocas (ígneas ó sedimentarias y
eventualmente metamórficas), el esquema de ordenamiento de los cuerpos de roca y el
tiempo geológico involucrado se denomina Carta Estratigráfica.

Rocas sedimentarias clásticas

Son las más importantes del grupo y derivan de la acumulación y litificación de fragmentos
de rocas preexistentes, denominados clastos.

La textura general de las sedimentitas clásticas consiste en granos (clastos), de contornos


más o menos redondeados, ligados por una matriz de grano más fino que los clastos, un
cemento o ambos.

El estudio y clasificación de las sedimentitas clásticas se hace según tamaño y composición


de los clastos.

Para clasificar según el tamaño de los clastos se adopta una serie aritmética expresada en
milímetros. Se denomina psefitas a las rocas formadas por clastos de diámetro mayor a 4
mm, psamitas a aquellas con clastos de diámetro entre 4 mm y 1/16 mm (0,062 mm; 62
micrones) y pelitas si los clastos son menores de 1/16 mm (Fig. 4.12).
Figura 4.12. Clasificación granulométrica de sedimentitas clásticas, según Teruggi, 1982.

Las psefitas se subdividen en conglomerado/brecha si los clastos tienen más de 4 mm sin


sobrepasar los 256 mm y aglomerado cuando son mayores que 256 mm. La diferencia entre
conglomerado y brecha estriba en que el primero tiene clastos redondeados y el segundo
clastos angulosos.

Entre las sedimentitas clasificadas como psamitas, se distingue con el nombre de sabulitas a
las más gruesas, con clastos entre 2 y 4 mm. Las psamitas con clastos menores que 2 mm
son genéricamente areniscas y la serie hasta llegar a 1/16 mm da lugar a la distinción de
areniscas muy gruesas, gruesas, medianas, finas y muy finas.

En cuanto a las pelitas, las divisiones menores separan dos fracciones, con límite a 1/256
mm (0,004 mm; 4 micrones), con la denominación de limolitas para las más gruesas y
arcilitas para las más finas.
Son frecuentes las sedimentitas resultantes de una mezcla de tamaños de clastos. En estos
casos se recurre a diagramas triangulares, en los que hay establecidos campos para la
clasificación. En el caso de una sedimentita formada por las fracciones psamita y pelita, con
predominio de la primera, en el triángulo Arena-Arcilla-Limo clasifica como arenisca
arcillosa; otra que presenta una mezcla de las tres granometrías, con destacada participación
de materiales gruesos, puede clasificar utilizando el triángulo Grava-Fango-Arena como
una grava areno-fangosa.

Además, hay casos especiales y de uso muy arraigado en el quehacer geológico. Ejemplo,
una pelita con hasta 20% de arcilla es una limolita y una pelita con más de 80% de arcilla
es una arcilita, pero una pelita que contiene entre 20% y 80% de arcilla es una fangolita. En
los tres casos anteriores, si la sedimentita ha adquirido fisilidad (propiedad de henderse por
planos paralelos muy próximos entre sí), se está ante una lutita.

Figura 4.13. Bosquejo de tres sedimentitas de textura y composición característica. A:


Ortocuarcita, clastos redondeados de cuarzo (gris) ligados por un cemento (naranja); B:
Arcosa, clastos angulosos de feldespato potásico (rosado) y cuarzo (amarillento), ligados
por una matriz de iguales componentes (gris); C: Grauvaca, con clastos de cuarzo (gris),
feldespato potásico (rosado) y biotita (castaño), ligados por abundante matriz de variada
composición y tamaño de grano (verde).

La clasificación atendiendo a la composición resulta significativa en las psamitas.


Ortocuarcita es una arenisca de tonalidad clara, constituida casi enteramente por clastos de
cuarzo (Fig.4.13 A). Arcosa es una arenisca de tonalidad rosada, que tiene más de 25% de
clastos de feldespato potásico (Ortosa, Microclino; Fig. 4.13 B). Grauvaca = wacke = vaque
es una arenisca de color gris-verdoso oscuro, formada por una mezcla de clastos de cuarzo,
feldespatos (preferentemente plagioclasas) y líticos (fragmentos de roca de cualquier tipo),
en una gran variedad de tamaños (Fig. 4.13C).

Un concepto relacionado con las rocas sedimentarias es el de madurez. La madurez textural


está dada por la uniformidad granulométrica y morfológica de los clastos (selección de
tamaños; redondez de las aristas). La madurez composicional implica la desaparición de los
minerales menos estables (especialmente feldespatos) y la escasez o ausencia de matriz
pelítica. Las ortocuarcitas son areniscas maduras; las grauvacas son areniscas inmaduras.
Ambos tipos de madurez, textural y composicional, van comúnmente asociadas y reflejan
las condiciones ambientales de sedimentación (temperatura, humedad, energía mecánica,
etc.).

Rocas sedimentarias calcáreas

Son abundantes y se estima que constituyen entre un 10% y 20% del total de rocas
sedimentarias. Formadas a partir de la combinación y precipitación del anhídrido carbónico
disuelto en agua, son mayormente de ambiente marino, aunque también las hay de
ambiente continental. Predominan las calizas, formadas por Calcita (CaCO3) y en menor
cantidad dolomías, formadas por Dolomita [Ca,Mg(CO3)2]. La caliza que contiene
fragmentos clásticos de la fracción arena se denomina simplemente caliza areniscosa y en
el caso de contener arcillas se llama marga.

En lo referente a textura de las calizas hay micrita y esparita. La micrita, abreviación de


microcristalina y calcita, está formada por pequeños calciclastos (menores de 5 micrones) y
resultan de la acumulación y endurecimiento de fango calcáreo. La esparita es un mosaico
carbonático cristalino, con cristales de más de 10 micrones hasta 0,1 mm, resultantes de la
precipitación química en poros e intersticios de sedimentos calcáreos. Biosparita es una
caliza esparítica con abundantes bioclastos (clastos formados por parte entera o fragmento
de un vegetal o animal); una oosparita contiene abundantes oolitas (concreciones esféricas);
una pelsparita contiene abundantes pelletes (eyectos de invertebrados que se alimentan de
fangos).

Rocas sedimentarias químicas

Reciben la denominación general de evaporitas y resultan de la precipitación de solutos de


soluciones concentradas (salmueras), por evaporación del agua que los contiene.

En ambiente marino predominan los sulfatos (yeso, anhidrita) y cloruros (halita, silvita). En
aguas continentales son además frecuentes boratos, nitratos y sulfocarbonatos.

Las evaporitas pueden formar acumulaciones de decenas a cientos de metros de espesor. En


sucesiones sedimentarias continentales son indicadores de paleoclimas desérticos, como los
depósitos de interés económico de los "bolsones" de la Puna argentina y Altiplano chileno.
En medio marino son de importancia económica, por favorecer la formación de estructuras
que pueden contener grandes acumulaciones de hidrocarburos y se relacionan con las
etapas iniciales (de rift) en la apertura de cuencas oceánicas.

Rocas metamórficas

Son los productos de la transformación de rocas preexistentes bajo presión litostática (P),
temperatura (T) y presión dirigida o estrés (S), obrantes en el seno de la corteza terrestre.
Esos agentes producen cambios en la mineralogía de la roca sometida a metamorfismo (sea
ígnea, sedimentaria y aún metamórfica preexistente). Hay minerales que al variar las
condiciones de su ambiente dejan de ser estables y desaparecen, con aparición de nuevas
especies. Al mismo tiempo se produce un nuevo arreglo de texturas y estructuras, que tiene
relación con el campo de esfuerzos durante el metamorfismo. Además, es requisito que la
transformación se produzca al estado sólido, sin adición ni sustracción de materia, por lo
que se mantiene la composición química global de los materiales involucrados. En forma
general, se puede decir que es característica la textura orientada (Fig. 4.14).

Figura 4.14. Bosquejo de estructura orientada, vista al microscopio en sección transversal.


Se aprecia la alternancia de láminas de minerales claros (feldespatos, rosado) y de
minerales oscuros (biotita, castaño; anfíbol, verde; granate, bordó).

En la Corteza Terrestre, la presión litostática o presión de confinamiento se ejerce sobre la


materia con igual intensidad en todas direcciones, en forma similar a la que sufre un objeto
en el seno de un líquido y su magnitud es creciente con la profundidad.

La temperatura también es función de la profundidad. Se verifica para profundidades


someras un gradiente geotérmico promedio de 20°C - 30°C por km. Dentro de ese
promedio, el gradiente es relativamente elevado en ambiente orogénico, respecto al de
ambiente tectónicamente estable. A profundidades mayores, el mencionado gradiente no es
aplicable, decreciendo notoriamente y la curva muestra temperaturas máximas de
aproximadamente 4.000°C en el centro del planeta (Fig. 4.15 A).

Experimentos de laboratorio variando las condiciones de presión-temperatura necesarias


para la fusión de peridotita (roca componente del manto, formada por olivina y piroxeno),
establecen para la litosfera oceánica temperaturas de 1.100°C a 100 km de profundidad y de
1.250°C a 250 km de profundidad (Fig. 4.15 B).
Figura 4.15. Diagramas de variación de Temperatura en función de Profundidad. A: para
todo el planeta. B: detalle para la litosfera. Modificado de Burchfiel et al., 1982.

La presión dirigida puede resolverse en forma compresional, extensional o de cizalla y


además de determinar los planos preferidos para el crecimiento mineral, tiene como
principal efecto la deformación y eventual ruptura de las rocas.

Otra cuestión de importancia en rocas metamórficas se relaciona con la intensidad de los


cambios producidos, que conduce a la distinción de grados metamórficos, que en la
denominación más sencilla se identifican como bajo, medio y alto.

También es de tener en cuenta la naturaleza de las rocas sometidas a metamorfismo, ya que


diferentes roca madre darán diferentes asociaciones de minerales (paragénesis mineral),
cuya determinación (usualmente bajo microscopio petrográfico) permite arribar a refinadas
clasificaciones.

Las pelitas son la roca madre de más expresivos cambios metamórficos, debido a la
heterogénea composición química y fina granulometría, lo que conduce a variada
mineralogía y grados metamórficos. Opuestamente, caso especial de roca madre son las
ortocuarcitas, compuestas exclusivamente por Cuarzo (SiO2), con un producto
metamórfico denominado cuarcita, donde se destaca la recristalización del cuarzo
adoptando una textura en mosaicos cristalinos. Por su parte las calizas puras, formadas por
cristales de calcita (CaCO3) y/o dolomita [Ca,Mg(CO3)2], conducen a mármoles por la
recristalización y disposición de los cristales de calcita y dolomita según una nueva textura.
El predominio de la acción de uno u otro agente metamórfico, propio de diferentes
ambientes tectónicos, es la base para la distinción de tres clases de metamorfismo,
denominados regional, de contacto y dinámico.

Metamorfismo regional

El metamorfismo regional se produce en ambiente orogénico, bajo la acción de los tres


agentes metamórficos citados, en proporciones dependientes de la ubicación dentro del
orógeno y el grado evolutivo del mismo. Las rocas producidas ocupan extensas áreas
(decenas a centenas de km2) y reciben la denominación genérica de pizarras, filitas,
esquistos y gneises.

Las pizarras y filitas son rocas de bajo grado metamórfico, con incipientes recristalización y
desarrollo de estructura orientada. Comúnmente se conserva la estratificación del protolito
sedimentario (Fig.4.16 A). Un esquisto resulta de un grado medio de metamorfismo y se
distingue por la estructura denominada esquistosidad, que consiste esencialmente en la
disposición paralela de minerales micáceos y facilita una partición según planos paralelos.
En ellos la estratificación del protolito sedimentario ha sido totalmente obliterada. Según la
composición hay esquistos cuarzo-micáceos, esquistos micáceos o micacitas, esquistos
calcíticos, esquistos grafíticos, etc. (Fig. 4.16 B).

Figura 4.16. Rocas características del metamorfismo regional. A: Pizarra, con posibilidad
de determinar los planos de estratificación por la presencia de finos estratos arenosos
(birome azul). La incipiente esquistosidad está indicada por la birome negra. B: Esquisto
biotítico, conteniendo filones de granito deformados. C: Paragneis, con foliación donde
alternan bandas de minerales claros con bandas de minerales oscuros. D: Ortogneis
granítico.
En un gneis la recristalización es intensa, con aplanamiento y estiramiento de los minerales
y un ordenamiento en láminas alternantes más o menos definidas, integradas unas por
minerales claros y otras por minerales oscuros. Ese bandeado, usualmente de espesor
milimétrico, es la estructura denominada foliación. Los gneises indican mayor grado
metamórfico que los esquistos (grado metamórfico alto) y según el tipo de roca madre son
paragneises si derivan de una sedimentita (Fig. 4.16 C) y ortogneises si provienen de una
plutonita (Fig. 4.16 D).

Metamorfismo de contacto

El metamorfismo de contacto (o térmico) tiene lugar por aumento de temperatura


localizada, durante el emplazamiento de cuerpos de rocas ígneas en niveles medios y altos
de la corteza. La sobretemperatura adicionada depende de la composición del magma y del
tamaño del intrusivo. Los magmas básico-ultrabásicos (SiO2 menor que 52%) son de
mayor temperatura que los magmas ácidos (SiO2 mayor que 52%). En cuanto a las
dimensiones los plutones ácidos pueden alcanzar grandes dimensiones, del orden de
decenas a centenas de km2 en planta, aunque los plutones básico-ultrabásicos, si bien de
dimensiones menores suelen ser numerosos.

El metamorfismo de contacto se produce tanto en ambiente orogénico como en áreas


estables de la corteza, ya que el único requerimiento es el emplazamiento de un magma.
Las transformaciones son más o menos locales, del orden de metros a centenas de metros
desde el contacto con el intrusivo y hacia el exterior gradan en intensidad hasta
desvanecerse.

La roca producida por el calentamiento recibe el nombre genérico de hornfels o corneana y


un elemento diagnóstico suelen ser las motas (neominerales) esparcidas en el cuerpo de la
roca, recibiendo en estos casos la denominación de esquistos moteados.

Metamorfismo dinámico

El metamorfismo dinámico se produce en áreas localizadas, bajo la forma de fajas de


centímetros a kilómetros de potencia, en las que ocurrieron molienda y recristalización. La
causa es la ruptura de corteza y desplazamientos (fallas) bajo esfuerzos dirigidos.

Una denominación general es Zona de Cizalla y según el nivel estructural en que se


produce la deformación puede estar bajo el dominio frágil o dúctil.

En una zona de cizalla frágil el efecto dominante sobre la roca madre es la ruptura y
fragmentación hasta pulverización. En cambio, en una zona de cizalla dúctil prevalece la
recristalización, con total transformación de la roca madre.

En el metamorfismo dinámico también se pueden diferenciar grados de transformación.


Así, la roca en una zona de cizalla frágil es una cataclasita cuando la fragmentación
producida no impide reconocer la naturaleza de la roca madre y una protomilonita cuando
hubo una fina pulverización de la roca e incipiente recristalización. En una zona de cizalla
dúctil la roca metamórfica de menor grado se denomina milonita y la de mayor grado
ultramilonita.

Capítulo 6
Estratigrafía
El nombre de la disciplina proviene de estrato (capa), la unidad de disposición de las rocas
sedimentarias. Esencialmente estudia las relaciones originales entre los diferentes estratos
de las sucesiones sedimentarias, según las direcciones vertical y lateral.

En el plano vertical, una sucesión de estratos es función del tiempo y permite una
cronología relativa. Constituye la estratigrafía propiamente dicha.

En el plano lateral, las rocas sufren cambios en función del paleoambiente de


sedimentación, dando lugar a diversas facies sedimentaria, que permiten la reconstrucción
de paleogeografías. En efecto, para un determinado tiempo geológico el reconocimiento de
facies continentales, mixtas marino-continentales y marinas, permite determinar las áreas
ocupadas por continentes y océanos y tanto en unos como en otros, los subambientes
desarrollados. En los continentes facies fluviales, lacustres, desérticas, etc.; en los océanos
facies litorales, plataformales, de talud, de fondos oceánicos, etc.
Estratigrafía y Paleogeografía son indisolubles y si bien su práctica está restringida a rocas
sedimentarias, permiten situar en tiempo y espacio a otros eventos geológicos, a saber,
paleontológicos: cambio de faunas y floras; petrológicos: ocurrencia de volcanismo,
plutonismo, metamorfismo; tectónicos: deformación de las rocas y formación de cadenas de
montaña; morfológicos: creación de formas de erosión y de acumulación. En fin, permiten
realizar un seguimiento de la historia de la Tierra, constituyendo el corazón de la Geología
Histórica.

El ordenamiento de las rocas de la litosfera por su antigüedad comenzó tempranamente en


la práctica de la geología, con el enunciado y uso de simples leyes o principios.

Las observaciones de Nicholas Steno (1669) en el Norte de Italia, le permitieron establecer


el Principio de Superposición. El mismo dice que en una sucesión estratificada no
deformada, un estrato dado es más joven que su yacente y más antiguo que el que se le
sobrepone (Fig. 6.1).

Figura 6.1. Principio de superposición. El estrato 2 es más joven que el Estrato 1, pero más
antiguo que el estrato 3.

Hacia fines del siglo XVIII el aporte de James Hutton en Escocia, agregó los Principios de
Relaciones de Corte y de Inclusión. El primero permite relacionar cuerpos de rocas ígneas
con su encajonante, al establecer que si un cuerpo de roca corta a otro es más joven que el
cuerpo cortado. En el ejemplo (Fig. 6.2), una sucesión de estratos guarda el orden de
superposición, siendo el tercero el más joven. El intrusivo granítico (stock), corta a los
estratos y por lo tanto es más joven que ellos. El intrusivo diqueforme corta tanto a los
estratos como al plutón granítico, por lo que se infiere es el cuerpo de menor edad. Cabe
agregar que los intrusivos dejan además, como elemento de observación cronológica, los
efectos de metamorfismo térmico en las rocas del encajonante.
Figura 6.2. Principio de relaciones de corte.

El Principio de Inclusión alude a la mayor antigüedad de un cuerpo de roca que aporta


fragmentos que se incorporan en un cuerpo de roca en formación (Fig. 6.3).

Figura 6.3. Principio de inclusión. A es una roca granítica; B es una roca sedimentaria. En
el ejemplo 1 (arriba), la roca A es la más antigua, porque aporta fragmentos durante la
formación de la roca B. En el ejemplo 2 (abajo), la roca B es la más antigua y entrega
fragmentos a la roca A.

Finalmente el Principio de la Sucesión de Faunas surgió en Inglaterra, por las


observaciones de William Smith (1769-1839), en las obras de construcción de canales que
atraviesan sucesiones sedimentarias. Smith demostró que hay cambios en las formas de
vida fósil presentes en la sucesión de estratos de Gran Bretaña, los que ocurren en un orden
vertical definido e invariable, en columnas estratigráficas de diferentes lugares y aún de
diferentes litologías. Por lo tanto la edad relativa de las rocas puede ser determinada por su
contenido fosilífero (Fig. 6.4).

Figura 6.4. Principio de la sucesión de faunas. Sección entre Gales e Inglaterra estudiada
por Smith y dos de las asociaciones de fósiles característicos que reconoció. Modificado de
Burchfiel et al., 1982.

Concordancia y discordancia
El espesor sedimentario total depositado en las grandes cuencas, tanto continentales como
marinas, llega a totalizar varios miles de metros. Dentro de los mismos, generalmente se
distinguen secciones, que difieren en composición, granulometría, color, contenido
fosilífero, etc. Esas secciones, pueden ser concordantes o discordantes entre sí.

La concordancia implica una continuidad del proceso sedimentario y los estratos resultantes
en las sucesivas secciones que pueden discernirse tienen la misma disposición estructural.

La discordancia implica la interrupción en el proceso de sedimentación. En estos casos


puede no haber ocurrido deformación tectónica en el lapso que media entre dos secciones
analizadas, por lo que la disposición estructural es la misma, aunque faltando parte del
registro temporal. Son denominadas discordancias erosivas (Fig. 6.5 A). Si por el contrario,
es diferente la actitud estructural de los planos de estratificación a uno y otro lado del plano
de discordancia, queda en evidencia la deformación tectónica previa a la depositación de la
sección superior. Son llamadas discordancias angulares (Fig. 6.5 B).

Figura 6.5. Discordancias, ilustradas en sección transversal. A. Discordancia erosiva,


relacionando un paquete de pelitas y otro arenoso dispuesto por encima. B. Discordancia
angular. Una sucesión donde intercalan estratos conglomerádicos y arenosos de posición
próxima a la vertical, es cubierta discordantemente por una sucesión de estratos
horizontales formados por conglomerados, arenas y pelitas. Obsérvese la notación utilizada
para indicar la línea contenida en el plano de discordancia.

Paleontología
Las evidencias de vida en el pasado geológico, estudiadas por la Paleontología, constituyen
un valioso elemento para la asignación de edad relativa a las rocas que las contienen e
interpretar las condiciones del medio ambiente en que se formaron.

Esas evidencias son los fósiles, que consisten en petrificaciones de las partes duras de un
individuo vegetal o animal (ej. troncos silicificados; huevos de dinosaurio; esqueletos de
mamíferos), moldes y/o calcos (ej. relleno con sedimentos del interior de caracoles;
impresiones de hojas de plantas en barros), o huellas de su actividad (ej. pisadas de aves y
mamíferos en lagunas; pistas de desplazamiento de gusanos en arenas de playa).

Interesa conocer el biocrón de una determinada especie o género, que es el tiempo desde su
aparición hasta su extinción. Si ese lapso de tiempo es relativamente breve, un Sistema,
Serie o Piso, es un fósil guía de ese tiempo. Los paleontólogos afinan aún más, trabajando
con asociaciones de fósiles.

Correlación
Cabe agregar el Principio o Método de Correlación Geológica. El uso más simple del
Principio se efectúa en distancias moderadas, sin salir del entorno geológico local,
comparando litologías, ejemplo granometría y color de estratos de una sucesión
sedimentaria. Es frecuente que se disponga de estratos o grupo de estratos que se reconocen
con facilidad por su espesor, textura, color, dureza, etc., los que constituyen niveles guía
para la correlación de afloramientos aislados entre sí, o de mejor acceso y posibles de
revisar por el geólogo.

Hay además ciertos procesos, como la erupción y proyección aérea de material volcánico
fragmentario (cenizas), que pueden alcanzar enorme distribución, a nivel continental y aún
mundial y son tiempo dependientes. Transformadas esas cenizas en rocas piroclásticas
(tobas), constituyen excelentes estratos guía para la correlación entre secciones
estratigráficas de diferentes lugares.

Otro ejemplo de correlación es el realizado con varves, que son pares de estratos o láminas
estacionales, ej. verano-invierno en regiones glaciarias, o temporada seca-temporada
húmeda de regiones semidesérticas.

En el caso de varves de regiones glaciarias, la depositación se produce en los lagos


periféricos, a los que llegan las aguas de derretimiento de los hielos. Además de
distinguirse una lámina de verano y una de invierno, los pares sucesivos difieren entre sí,
sea en coloración, espesor, granometría, composición mineral, etc., según las condiciones
ambientales para los sucesivos años. Eventualmente, condiciones ambientales particulares
hacen que en el registro vertical se destaquen algunos varves, que constituyen niveles guía
para la correlación.

En el hemisferio Norte el estudio de varves posibilitó datar el proceso de retiro de los hielos
de la glaciación pleistocénica, por correlación de varves de sucesivos lagos formados en el
retiro de los hielos hacia latitudes altas, en un registro de varios miles de años (Fig. 6.6 A).
Figura 6.6. A: Correlación por varves. B: Correlación por paleomagnetismo; Épocas de
Magnetopolaridad, B: Brunhes (Normal), M: Matuyama (Reversa), G: Gauss (Normal) y
Gi: Gilbert (Reversa); modificado de Bidegain et al., 2005.

También se hace correlación por paleomagnetismo, a menudo en espesas y monótonas


sucesiones sedimentarias continentales, carentes o con escaso contenido fosilífero. El
estudio del magnetismo remanente en rocas, revela que en secciones verticales hay
intervalos de polaridad normal (la vigente actualmente), alternantes con otros de polaridad
reversa (opuesta a la actual). Además de la correlación entre diferentes perfiles, el método
conduce a la confección de una columna integrada representativa de una cuenca
sedimentaria. A mayor escala, los especialistas han construido una Escala Estándar de
Magnetopolaridad, que cubre los últimos 250 Ma de la historia de la Tierra (Mesozoico y
Cenozoico). Mediante el contraste con la Escala Estándar, se puede valorar la antigüedad
de las rocas, en particular de las rocas de una sucesión sedimentaria. Un ejemplo de
aplicación en sedimentos cenozoicos de la costa bonaerense entre Santa Clara del Mar y
Chapadmalal, determina que los mismos se han depositado en los últimos 5 Ma (Neógeno
Tardío y Cuaternario) y permite la asignación de edades y correlación entre las diferentes
localidades (Fig. 6.6 B). Otras sedimentitas en la que se ha utilizado el paleomagnetismo
como herramienta cronológica y de correlación, son las que integran las espesas sucesiones
continentales andinas del tiempo Terciario. Alcanzan espesores de varios miles de metros y
tienen profuso desarrollo en el Noroeste y Cuyo, con característicos colores castaños y
rojizos, como las estudiadas en Salta por Reynolds et al. (2001) y en Mendoza por Irigoyen
et al. (2000).
Tiempo geológico
Cronología relativa

El ordenamiento de los cuerpos de roca por antigüedad relativa, se denomina cronología


relativa. La síntesis de la cronología relativa, esencialmente lograda por la aplicación de los
principios descriptos, son las Escalas Estratigráficas.

Hay Escalas Estratigráficas locales, ejemplo para una cuenca de sedimentación. De mayor
alcance es la Escala Estratigráfica que representa a una región, que puede categorizar como
Zona Morfoestructural o Provincia Geológica. La síntesis puede también conducir a la
construcción de la Escala Estratigráfica de un continente.

Cabe destacar que hay diferencias en las Escalas Estratigráficas de diferentes regiones de la
Tierra (continentes), ya que ellas conservan rocas que representan registros distintos, sea de
distintos tiempos o de iguales tiempos pero diferentes ambientes tectónicos. La correlación
e integración de ellas permite arribar a una Escala Estratigráfica Global.

Para posibilitar el ordenamiento de los distintos niveles estratigráficos reconocidos, a


cualquier escala, se establecieron jerarquías de unidades de dos naturalezas, unidades
geocronológicas y unidades cronoestratigráficas. Hay una sutil diferencia entre ambas, ya
que las primeras se refieren al tiempo en que se formaron determinadas rocas y las
segundas a las rocas que han sido formadas en un tiempo dado. Cabe destacar que ellas se
corresponden uno a uno y que frecuentemente se utilizan indebidamente.

La jerarquía de unidades geocronológicas, de mayor a menor, incluye Eón, Era, Período,


Época y Edad. La unidad esencial es el Período, dos o más de los cuales pueden reunirse en
una Era y ellas en un Eón. El Período se divide en Épocas y Edades.

La jerarquía de unidades cronoestratigráficas comprende Eonothema, Erathema, Sistema,


Serie y Piso, siendo el Sistema la unidad esencial.

El enunciado de los Principios Geológicos favoreció el rápido desarrollo de la Estratigrafía.


En orden de antigüedad creciente fueron representadas sucesiones sedimentarias
consideradas estratotipos, a las que se les dio un nombre. A mediados del siglo XIX se
contaba con una detallada Escala Estratigráfica, que en su trama fundamental se utiliza
actualmente en la tarea geológica (Fig. 6.7).
Figura 6.7. Unidades geocronológicas principales, con autores y fecha de proposición. El
tiempo, expresado en millones de años (valores según Tabla Cronoestratigráfica, IUGS
2013), indica el comienzo de la unidad; ejemplo: el Período Devónico comienza a -419,2
Ma y su fin lo marca el inicio del Período Carbonífero a los -358,9 Ma.

Los períodos Cámbrico, Ordovícico y Silúrico fueron creados para rocas de Gales. El
primero hace referencia al nombre romano de la región y los otros dos a las tribus que
habitaban el lugar. Devónico proviene del nombre de la región Sudoeste de Inglaterra.
Carbonífero alude a la presencia, en Inglaterra y en esos niveles, de importantes mantos de
carbón. En Norteamérica el Carbonífero se subdivide en Mississippiano y Pennsylvaniano,
tomando los nombres del alto valle del río Mississippi y del Estado de Pennsylvania.
Pérmico se denomina por referencia a la provincia rusa de Perm.

Los citados Períodos fueron reunidos en la Era Paleozoico, que hace referencia a formas de
vida antigua. Cabe además destacar que las rocas que posibilitaron la división descripta son
las de sucesiones sedimentarias fosilíferas, que eventualmente se apoyan sobre terrenos de
mayor antigüedad, generalmente ígneo-metamórficos, incluidos en el Precámbrico.

El período Triásico debe su nombre a la división en tres secciones en Alemania, Jurásico


toma el nombre de los montes Jura de Suiza y Cretácico alude a la presencia de creta (tiza;
caliza formada por restos de microorganismos marinos y un cemento calcáreo). Estos tres
períodos son reunidos en la Era Mesozoico o de la vida intermedia.

Los períodos Terciario y Cuaternario, toman nombre de su posición respecto al Primario


(Paleozoico) y Secundario (Mesozoico). Posteriormente el Período Terciario fue
desdoblado en Paleógeno y Neógeno. Terciario y Cuaternario son reunidos en la Era
Cenozoico o era de la vida nueva.

Las escalas estratigráficas modernas son actualizadas periódicamente. Puede recurrirse a la


confeccionada por la International Union of Geological Sciences (IUGS, 2013), o a la
presentada por la Geological Society of America (GSA, 2009). En ellas la jerarquía de
Unidades Cronoestratigráficas/Geocronológicas comprende a los Eones Arcaico,
Proterozoico y Fanerozoico, los dos primeros para el tiempo Precámbrico. El Eón
Fanerozoico incluye a las Eras Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico, cada una con los
mencionados Períodos y correspondientes subdivisiones en Épocas y Edades.

Cabe destacar que la Tabla de la Sociedad Geológica de América contiene también, para el
Mesozoico y Cenozoico, una columna de Polaridades Magnéticas.

Cronología absoluta

La cronología absoluta, que también suele denominarse geocronología o radiometría, se


encarga de precisar la cantidad de tiempo transcurrido desde la formación de una roca, es
decir su antigüedad. También es capaz de establecer el lapso temporal que insumieron los
eventos, por ejemplo la duración de un ciclo sedimentario, la duración de un ciclo
orogénico, o el tiempo que insume el emplazamiento y cristalización de un plutón.

La unidad de tiempo de mayor entidad utilizada en geología es el Mega-año (Ma),


equivalente a un millón de años (106 años).

En los estudios que involucran la parte más moderna de la Escala Estratigráfica


(Cuaternario), resulta práctico el Kilo-año (Ka), que vale por 103 años. En la otra punta de
la Escala Estratigráfica (Precámbrico), suele utilizarse el Giga-año (Ga = 10 9 años).

Las primeras tentativas de arribar a respuestas sobre la antigüedad de la Tierra condujeron a


valores erróneos. A mediados del siglo XVII los estudios bíblicos la estimaban en
aproximadamente 6.000 años. En los siglos XVIII y XIX los geólogos encontraron en las
rocas evidencias de mayor antigüedad, pero sin poder precisar valores.

A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX hubo tareas de mayor elaboración. John
Jolly (1899) realizó cálculos según el aporte anual de sales que hacen los ríos a los océanos
y la salinidad de los mismos, llegando a una edad de 90 Ma. Actualmente sabemos que no
hay océanos antiguos (de más de aprox. 200 Ma) y que las sales de los océanos
desaparecidos están en parte en las sedimentitas marinas expuestas en los continentes, las
que eventualmente son recicladas y vueltas a los océanos. El método es inaplicable.

Otros resultados, de poca utilidad ya que resultaron variables entre 3 Ma y 1.500 Ma,
fueron obtenidos según la relación entre acumulación sedimentaria anual y espesor total de
sedimentitas presentes en el registro mundial.

Cabe mencionar también los cálculos de Lord Kelvin, que supuso una Tierra inicial fundida
y una pérdida de calor anual constante, arribando a un valor entre 25 y 100 Ma. El
desconocimiento del calor radioactivo fue el principal factor de error.

Está claro que si hasta mediados del siglo XX no pudo determinarse la edad de la Tierra,
menos podía establecerse la edad de partes reconocidas de la Escala Estratigráfica y el
tiempo que transcurrió para la formación de cada una de ellas.

La radioactividad es el fenómeno natural en que se basa la cronología absoluta. Su


descubrimiento se debe a Henri Becquerel en 1896, al trabajar con sales de uranio.
Siguieron los aportes para el cabal conocimiento de la estructura atómica, según los
trabajos de E.Rutherford en 1911, y el desarrollo del espectrómetro de masas por
J.J.Thomson en 1914 y F.W.Aston en 1919. La idea de utilizar el fenómeno de la
radioactividad para medir el tiempo geológico se debe a P.Curie en 1902. Las primeras
determinaciones fueron comunicadas por Rutherford en 1906, conociendo la cantidad de
Helio producida por gramo de Uranio en 1 año, con resultados de 500 Ma y hasta 1.000 Ma
en distintas muestras (Allègre, 2008).

Es conocido que la materia que compone las rocas está formada por átomos, que tienen un
núcleo que alberga partículas denominados protones, de masa arbitrariamente considerada
unitaria y carga eléctrica positiva. El número de protones en el núcleo de un átomo (número
atómico), determina la especie química o elemento al que pertenece. Además, en los
núcleos hay neutrones, partículas de igual masa que los protones pero desprovistas de carga
eléctrica. La suma de protones más neutrones (número másico), identifica a las diferentes
especies másicas conocidas, que se denominan nuclídeos.

Dos nuclídeos de igual número atómico pero diferente número másico, son isótopos de un
elemento químico:

Ejemplo 1; el elemento de número atómico 37, denominado Rubidio, está integrado por dos
nuclídeos (72,15 % de masa 85, con 48 neutrones y 27,85% de masa 87, con 50 neutrones),
de lo que resulta para el elemento un peso atómico aproximado de 85,56.
Ejemplo 2; el elemento de número atómico 38 es Estroncio y está integrado por 4 nuclídeos
(0,56% de masa 84, con 46 neutrones; 9,86% de masa 86, con 48 neutrones; 7,0% de masa
87, con 49 neutrones; 82,58% de masa 88, con 50 neutrones), que dan al elemento un peso
atómico aproximado de 87,62. Recordamos que los pesos atómicos son relativos y referidos
al peso del átomo de Hidrógeno, que se integra con un solo protón y carece de neutrones.

La geología isotópica es la disciplina que estudia los isótopos para aportar parámetros de
interés geológico. Dos propiedades se utilizan; la primera tiene que ver con
fraccionamientos que ocurren en procesos naturales, por el diferente peso de los átomos de
un mismo elemento; la segunda está ligada a la desintegración radioactiva de los átomos y
es la base de la radiometría.

La desintegración radioactiva de un átomo es un fenómeno natural, espontáneo, que tiende


a una mayor estabilidad de la materia, con liberación de energía a través de la emisión de
partículas subatómicas (alfa, beta) y ondas electromagnéticas. La desintegración produce la
trasmutación en otro nuclídeo.

Cabe ahora distinguir entre isótopos estables e isótopos inestables o radioactivos. Si


volvemos a los ejemplos anteriores, el Rubidio de masa 85 es estable y el Rubidio de masa
87 es inestable, mientras que los cuatro isótopos de Estroncio son estables. Rubidio y
Estroncio constituyen un par de elementos utilizados en geocronología, donde Rb87 es el
nuclídeo Padre o Radioactivo y Sr87 el nuclídeo Hijo o Radiogénico. En todo mineral que
contiene Rubidio, la cantidad de Rb87 decrece con el tiempo, mientras se incrementa la de
Sr87.

Desde mediados de siglo pasado son de aplicación rutinaria los métodos de datación K-Ar
(Potasio-Argón), Rb-Sr (Rubidio-Estroncio) y U-Pb (Uranio-Plomo), debido a que son
elementos comunes que componen los diversos minerales conocidos y a que ciertos
parámetros se ajustan a los tiempos a medir.
Figura 6.8. Diagrama del significado de vida media. Arriba, en un proceso lineal, la
primera mitad de una vela encendida se consume en el mismo tiempo que la segunda mitad.
Abajo, en el decaimiento de un nuclídeo radioactivo, una mitad de los átomos remanentes
se consume en cada vida media, según una función exponencial respecto al tiempo.
Modificado de Burchfiel et al., 1982.

Los átomos de Potasio de masa 40 (K40) se desintegran por captura electrónica; el núcleo
toma un electrón externo que se neutraliza con un protón dando lugar a un neutrón; el
número atómico decrece en 1 y la masa permanece invariable, pasando a Argón de masa 40
(Ar40).

Los átomos de Rubidio de masa 87 (Rb87) sufren la escisión de un neutrón, emiten una
partícula beta (partícula negativa similar a un electrón) y se trasmutan en Estroncio de masa
87 (Sr87); el número atómico aumenta en 1 y la masa permanece invariable.
Los átomos de Uranio de masa 238 (U238) emiten en varios pasos 8 partículas alfa
(partículas de masa 4 y carga positiva, similares a núcleos de Helio) y se trasmutan en
Plomo de masa 206 (Pb206). Los átomos de Uranio de masa 235 (U235), emiten 7
partículas alfa y se trasmutan en Plomo de masa 207 (Pb207).

La desintegración radioactiva del Isótopo Padre y trasmutación en un Isótopo Hijo puede


utilizarse para medir el tiempo geológico, porque son procesos espontáneos que se
producen regular y únicamente en función del tiempo, no influenciados por otras variables,
tales como Presión, Temperatura, etc. El decaimiento es exponencial y en cada vida media
(T), un parámetro fijo y característico de cada nuclídeo Padre, la cantidad de ese nuclídeo
queda reducido a la mitad (Fig. 6.8).

La vida media del K40 es de 1,25 x 109 años, la del Rb87 4,88 x 1010 años, la del U238
4,468 x 109 años y la del U235 0,704 x 109 años.

El carácter de elemento mayoritario y amplia distribución del Potasio en las rocas (ácidas,
intermedias y aún básicas), junto al moderado valor del Período (T) del K40, permite la
datación de rocas en prácticamente todo el registro geológico. No obstante, el estado
gaseoso del Argón facilita su movilidad e impide tener edades ciertas en rocas/minerales
que posteriormente a su formación han sido calentadas y/o deformadas.

El Rubidio es un elemento minoritario o traza, relativamente abundante en rocas ácidas,


decrece su participación en rocas intermedias y es escaso en rocas básicas. Teniendo en
cuenta que la vida media del Rb87 es un orden mayor que la del K40, se entiende que su
uso no es posible en rocas básicas y en rocas muy jóvenes (cenozoicas).

El Uranio tiene menos presencia en las rocas, aunque es apreciada la posibilidad de datar a
las rocas por ambas líneas de decaimiento, la del U238 y la del U235. Cabe destacar que en
las últimas décadas los avances tecnológicos hicieron posible su aplicación en minerales
accesorios comunes que contienen pequeñas cantidades de Uranio, ej. Circón, Monacita y
Apatita.
Figura 6.9. Ejemplo de aplicación conjunta de cronología relativa y absoluta.

Por último, sofisticados métodos desarrollados en los últimos años, son los que miden la
desintegración de Samario y trasmutación en Neodimio (Sm-Nd) y la desintegración de
Lutecio para generar Hafnio (Lu-Hf), los que se aplican intensamente en la investigación
geológica.

La utilización conjunta de los Principios de la Cronología Relativa y la Radiometría


permiten expresar los valores absolutos, en Ma, correspondientes a las numerosas
divisiones de la Escala Estratigráfica. Así por ejemplo, con la información reseñada en un
determinado afloramiento (Figura 6.9), se puede establecer, a) que las rocas ígneas y
metamórficas del Basamento del lugar son más antiguas que 405 Ma (Devónico Inferior);
b) que el Plutón granodiorítico se instaló hace 405 Ma; c) que la edad del paquete de
areniscas se sitúa entre 405 Ma y 303 Ma y que la del paquete lutítico tiene entre 303 Ma y
245 Ma; d) que el derrame de lava ocurrió hace 245 Ma y limita la edad máxima de las
calizas.

La radiometría, luego de la obtención de decenas de miles de edades en rocas de todos los


continentes, ha posibilitado determinar con error aceptable el tiempo en que empiezan y
finalizan los eones, eras, períodos, épocas y edades de la Tabla Cronoestratigráfica
Internacional (IUGS, 2013). Así por ejemplo, el Eón Fanerozoico comenzó hace 541,0 ±
1,0 Ma, la Era Mesozoico hace 252,17 ± 0,06 Ma, el Período Cretácico hace 145,0 Ma y la
Época Pleistoceno hace 2,588 Ma. La Tabla se perfecciona y corrige periódicamente al
evaluarse nuevos datos. Hay algunos límites aún no muy precisos y cabe mencionar que se
indican con unos clavos dorados a aquellos que corresponden a la datación segura de la
base de una Sección Estándar Global.

La datación de rocas terrestres ha expandido notablemente el rango de antigüedad del


planeta. En los escudos las rocas más antiguas arrojaron cifras próximas a 3.850 Ma y el
análisis puntual de minerales presentes en rocas metamórficas de roca madre sedimentaria
alcanza los 4.100 Ma, indicando la probable pre-existencia de rocas más viejas que los
3.850 Ma.

La edad de la Tierra y del Sistema Solar, se estima es la que se obtuvo datando rocas de
meteoritos, con un valor algo menor de 4.600 Ma.

Luego de la obtención de algunas decenas de miles de edades radiométricas, cubriendo todo


el planeta, se considera que no quedan rocas sobrevivientes del intervalo 4.600-4.000 Ma,
denominado Hadeano en la Carta Estratigráfica Internacional.

Los meteoritos son los únicos materiales a nuestro alcance que pueden brindar información
sobre las primeras etapas de la formación de la Tierra y el mismo Sistema Solar. Los
meteoritos son materia atraída gravitatoriamente y caída sobre la Tierra, en un proceso que
tiene vigencia desde los primeros días de vida del planeta.

Hay dos clases mayores de meteoritos (Zanda, 2004): a) meteoritos diferenciados, que
provienen de asteorides que sufrieron, al igual que los grandes planetas, fusión y
diferenciación en capas concéntricas. Son fragmentos de alguna de esas capas, rocosos (de
una corteza) o metálicos (de un núcleo). b) meteoritos primitivos, que son parte de cuerpos
que nunca sufrieron fusión luego de su temprana formación en la nebulosa solar. Son
denominados condritos, por estar formados por pequeñas esferas, de un tamaño menor a 1
mm, llamadas cóndrulos. Los cóndrulos están ligados entre sí por una fina matriz,
conformando una textura similar a la de una roca sedimentaria clástica. La edad isotópica
de los condritos es de 4.564,7 ± 0,6 Ma y constituye la edad misma del sistema solar.
Además, resulta interesante que hay una clase de ellos, denominados condritos carbonosos,
en los que se ha detectado materia orgánica.

Capítulo 7
Geología Histórica
La descripción del registro de los sucesivos eventos geológicos ocurridos en la Tierra,
puede hacerse siguiendo de base a techo la Escala Estratigráfica.

A grandes rasgos, hay una diferencia sustancial entre los terrenos anteriores y los
posteriores al deslinde Precámbrico-Cámbrico. En efecto, los terrenos fanerozoicos
(Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico) se destacan por la abundancia de sucesiones
sedimentarias estratificadas, con su preciado contenido de fósiles. Contrariamente, los
terrenos precámbricos (Arcaico y Proterozoico), se caracterizan por la gran difusión de
rocas ígneas y metamórficas, en mayor parte desprovistas de fósiles. No obstante, cabe
tener en cuenta que la anterior no es una regla general. Hay rocas ígneas y metamórficas de
cualquier edad estratigráfica (incluyendo prácticamente todo el registro Fanerozoico) y en
los terrenos precámbricos se conservan algunas sucesiones sedimentarias.

La relación entre ambos conjuntos, Precámbrico y Fanerozoico, suele ser la de un


Basamento Ígneo-metamórfico, soportando en relación de discordancia angular a una
Cobertura volcano-sedimentaria.

Precámbrico
Denominación informal de los terrenos ubicados por debajo de las rocas formadas en el
Período Cámbrico.

Las rocas precámbricas ocupan los núcleos continentales, marginadas por rocas orogénicas
fanerozoicas. Todos los continentes tienen su correspondiente núcleo precámbrico, como
los Escudos Canadiense y Amazónico, de Norteamérica y Sudamérica, respectivamente
(Fig. 7.1).

Figura 7.1. Bosquejo de la distribución de los núcleos continentales.

Las rocas de tales núcleos continentales están expuestas, a la vista en superficie, en grandes
áreas denominadas Escudos o Cratones. Además, se extienden considerablemente en
subsuelo, a moderada profundidad, cubiertas por sedimentitas no deformadas,
constituyendo en conjunto las Plataformas.

Otra denominación de las rocas precámbricas, previas al Período Cámbrico, es Azoico,


atendiendo a las características paleontológicas y en la creencia de que estuvo desprovisto
de vida.

El posterior descubrimiento en esos terrenos de formas biológicas fósiles motivó un


desdoblamiento. A las rocas de la parte más reciente del Precámbrico se la llama
Proterozoico (del griego proteros = primero) y a la parte más antigua Arcaico.

La importancia temporal del Precámbrico surge cuando se contrasta con la duración del
Fanerozoico, aproximadamente 540 Ma. Por lo tanto, los aproximadamente 4.600 Ma de
antigüedad de la Tierra, dejan a disposición aproximadamente 4.000 Ma. Además, entre
otros eventos importantes, se sitúan en el Precámbrico el origen del planeta y de la vida.

La división del tiempo Precámbrico es dificultosa, atendiendo a que casi no puede aplicarse
el criterio paleontológico. Es por ello que desde los primeros intentos la distinción de
unidades y su ordenamiento se han apoyado en el criterio orogénico, consistente en el
reconocimiento de los efectos producidos por la acción de sucesivos ciclos orogénicos.

El estudio de los ciclos orogénicos ha sido potenciado desde mediados del siglo pasado por
la radiometría. No obstante, teniendo en cuenta que los ciclos orogénicos tienen una
duración de algunas centenas de millones de años, se entiende que haya un escaso número
de divisiones estratigráficas.

Los ciclos orogénicos son productores de metamorfismo y magmatismo y las rocas


producidas muestran estructuras de tipos y orientaciones características, lo que hace que
por medio del mapeo geológico se pueda distinguir dentro de un cratón varios dominios o
provincias.

Las rocas de cada dominio ocupan superficies de miles de km2 y eventualmente pueden
ponerse en contacto, dando oportunidad a establecer cuál dominio es más antiguo, por la
deformación sobrepuesta a estructuras preexistentes y por relaciones de corte de plutones.
La determinación de edades radiométricas de las rocas de los distintos dominios de un
cratón permite conocer el tiempo de ocurrencia de los ciclos orogénicos.

La cronología relativa pudo tempranamente ordenar los diversos conjuntos o dominios


orogénicos presentes en los Escudos Continentales, definiendo sucesivos ciclos orogénicos.
Luego, la obtención de edades radiométricas en rocas de cada conjunto permitió delimitar
su ubicación cronoestratigráfica.

Cabe también considerar que una característica de la geología de los cratones, es que en los
Escudos de los distintos continentes hay una estratigrafía orogénica propia, que dificulta la
correlación intercontinental precisa.
La división mayor da lugar a los Eones Arcaico y Proterozoico, con deslinde entre ellos a
los -2.500 Ma. Es un límite más o menos universal, estimándose que probablemente
coincida con un cambio drástico de mecanismos geológicos. El marco de la Tectónica
Global sería aplicable estrictamente en los Eones Proterozoico y Fanerozoico, en los
últimos 2.500 Ma de la historia de la Tierra.

El Eón Arcaico se divide en tres Eras, Paleo- Meso y Neoarcaico y no ha sido posible
establecer divisiones menores de alcance intercontinental.
Figura 7.2. Bosquejo de la evolución de la vida durante el tiempo geológico. Celeste medio
marino; castaño medio continental.

El Eón Proterozoico también incluye tres Eras, Paleo- Meso- y Neoproterozoico, para cada
una de las que se han definido sucesivos Períodos. El Neoproterozoico por ejemplo,
dividido en tres Períodos, el más antiguo denominado Toniano (alude al estado extensivo
de la Corteza al desmembrarse el Supercontinente mesoproterozoico Rodinia), el
intermedio llamado Criogeniano (por las características paleoclimáticas glaciales) y el más
joven llamado Ediacarano (por Ediacara, localidad australiana donde se alzan las montañas
que albergan la primera fauna conocida de metazoos).

Las primeras formas de vida conocidas, registradas en rocas precámbricas, se conservaron


en sedimentos químicos silíceos (chert). Son formas unicelulares microscópicas, bacterias y
algas verde-azul, sin núcleo, que provienen de terrenos arcaicos del Oeste de Australia (-
3.500 Ma), Sudáfrica (-3.000 Ma) y de rocas proterozoicas del Sur de Canadá (-2.000 Ma).

Una asociación más diversificada de algas, protozoos flagelados y algas verdes con
aparente preservación de núcleos celulares, se conservaron en rocas neoproterozoicas de
Australia (-900 Ma).

Los primeros seres multicelulares (metazoos), fueron descubiertos en las colinas Ediacara (-
600 Ma; Sur de Australia) y consisten en impresiones de cuerpos blandos en sedimentos.
Son formas afines a celenterados (medusas, anémonas y corales), gusanos, artrópodos y
equinodermos (Fig. 7.2).

Fanerozoico
Los terrenos fanerozoicos constituyen principalmente cinturones orogénicos que se
adosaron en las márgenes de los núcleos continentales. También están representados en
sucesiones sedimentarias que descansan pasivamente sobre las áreas cratónicas. En el
primer caso, tienen el significado de nuevos y sucesivos cinturones orogénicos, en buena
parte constituídos por rocas juveniles (mantélicas), eventualmente acompañadas por rocas
preexistentes (reseteadas; corticales), resultantes de la interacción de las placas litosféricas.

Las divisiones estratigráficas que se han establecido dentro del Fanerozoico, están
fuertemente influenciadas por la sucesión de faunas y floras. No obstante, cabe tener en
cuenta que ciertos aspectos, como los paleogeográficos y orogénicos, están íntimamente
relacionados con la dinámica de la Tectónica Global.

Paleozoico

Está integrado, en orden de antigüedad decreciente, por los Períodos Cámbrico, Ordovícico,
Silúrico, Devónico, Carbonífero y Pérmico.

Se acostumbra efectuar una división informal del tiempo Paleozoico, con la posibilidad de
considerar Paleozoico Temprano (Inferior), Paleozoico Medio y Paleozoico Tardío
(Superior). No obstante, la subdivisión no es uniforme en los distintos continentes, reflejo
de diferencias en la evolución geológica y límites temporales para el inicio y finalización de
los ciclos orogénicos discernidos.

En Europa se incluye en el Paleozoico Temprano a los Períodos Cámbrico, Ordovícico y


Silúrico (movimientos tectónicos del Ciclo Caledónico) y en el Paleozoico Tardío a los
Períodos Devónico, Carbonífero y Pérmico (tectónica del Ciclo Hercínico o Varíscico).

En otras regiones (o continentes) los estratígrafos prefieren una división tripartita:


Paleozoico Temprano (Cámbrico y Ordovícico), Medio (Silúrico y Devónico) y Tardío
(Carbonífero y Pérmico).

En Argentina y regiones adyacentes, hay tendencia a una división en dos partes, pero con
límites no coincidentes con los del estratotipo Europeo. El Paleozoico Temprano (Cámbrico
a Devónico) tiene relación con la Orogenia Famatiniana. El Paleozoico Tardío (Carbonífero
y Pérmico) está vinculado con el Ciclo Orogénico Gondwánico.

La paleogeografía del Paleozoico Temprano estuvo caracterizada por la ubicación en el


Hemisferio Sur de la casi totalidad de masas continentales. Se destaca la existencia de una
gran masa continental, el Supercontinente Gondwana, resultado de la unión de fragmentos
de corteza continental precámbrica (núcleos de los actuales continentes Sudamérica, Africa,
Arabia, India, Antártida y partes del Sur de Europa y Sudeste de Norteamérica). Otros
núcleos continentales, entre ellos Norteamérica, Europa y Siberia, fueron para ese tiempo
fragmentos continentales separados. El Iapetus fue un angosto océano que separó
Norteamérica de Europa y el océano Theic separó Gondwana de las ancestrales
Norteamérica y Europa. El Proto-Océano Pacifico tuvo grandes dimensiones en el
Hemisferio Norte, rodeando escasas masas continentales (Fig. 7.3).
Figura 7.3. Paleogeografía del Paleozoico Temprano. Modificado de Burchfiel et al., 1982.

La paleobiología es uniforme a nivel global. El Paleozoico Temprano se caracteriza


biológicamente por la abundancia de variadas formas de invertebrados marinos, pero no
tiene buen registro de vida en tierra firme. Los grupos más representativos son corales
tabulados, briozoarios, brachiópodos, trilobites y graptolites (Fig. 7.2).

Los corales son construcciones en CaCO3 que utilizarían como hábitat formas similares a
pólipos de los actuales corales.

Los briozoos son formas diminutas, coloniales, que construyen habitáculos ramosos, cuyos
restos fosilizados llegan ocasionalmente a formar rocas.

Los brachiópodos tienen un cuerpo blando contenido por dos valvas articuladas, en un
tamaño variable de milímetros a algunos centímetros. Las formas fósiles del Paleozoico
Inferior son numerosas y tienen importancia estratigráfica.
Un atributo común a trilobites y graptolites es que son formas de vida extinguidas, con
numerosos fósiles guía, por lo que son de gran utilidad para fijar edad relativa. Los
trilobites son afines a artrópodos modernos y su hábitat era de ambiente marino de aguas
poco profundas (costas y plataformas continentales). Los graptolites fueron individuos
coloniales diminutos, que construían formas ramosas centimétricas, flotantes en las aguas
marinas, por lo que alcanzaron gran dispersión. Los restos de uno y otro grupo pueden
eventualmente coexistir en una misma roca, pero la facies graptolitífera común es la de
lutitas negras y la facies de trilobites es normalmente de litología calcárea o arenosa, por lo
que se complementan y permiten ubicar estratigráficamente a las sucesiones sedimentarias
del Paleozoico Inferior en todo el mundo.

Figura 7.4. Paleogeografía del Paleozoico Tardío. Modificado de Burchfiel et al., 1982.

En el Paleozoico Tardío la actividad tectónica condujo a la conformación del


Supercontinente Pangea, que reunió prácticamente a toda la corteza disponible para ese
tiempo (Fig. 7.4).

Gondwana, que se amalgamó a fines del Proterozoico, persistió como una gran masa
continental a lo largo de todo el Paleozoico. Un rasgo distintivo es que durante parte del
Carbonífero y Pérmico tuvo un extremo próximo al Polo Sur y experimentó glaciaciones.
Laurasia (Norteamérica-Europa-Asia) es un producto del Paleozoico Superior, originado en
el proceso de uniones colisionales que instaló los Montes Hercínicos y Urales.

La colisión de Laurasia y Gondwana integró la Pangea, con la amplia bahía tropical del
Mar Tethys. En las márgenes de Pangea también hay orógenos que devienen de la
subducción de corteza oceánica, como los Montes Samfrau (contracción de Sudamérica-
África-Australia). Partes del Samfrau, ahora fragmentado, son la Sierra de la Ventana en la
provincia de Buenos Aires y el Sistema del Cabo en Sudáfrica.

En los mares del Paleozoico Tardío la vida siguió diversificándose y son comunes y de
importancia estratigráfica los foraminíferos, tetracorales, briozoarios, brachiópodos,
ammonoideos, crinoideos y equinodermos, con la aparición de los peces (primeros
vertebrados), entre ellos los tiburones (Fig. 7.2).

Los foraminíferos son pequeños y numerosos organismos unicelulares, que construyen un


caparazón donde viven y sus restos llegan a formar rocas. En el Pérmico fueron importantes
las fusulinas, cuyos exoesqueletos son parecidos en forma y tamaño a granos de trigo.

Los ammonoideos, aparecieron en el Paleozoico Tardío, aunque alcanzaron gran auge en el


Mesozoico. Vivían en celdas tabicadas, donde la unión entre ellas (sutura), son de variadas
formas y complejidad, dándoles valor clasificatorio.

En ambiente continental, los primeros registros de invertebrados y plantas se conocen a


partir del Silúrico Tardío, aunque fue en el Carbonífero y Pérmico donde prosperaron (Fig.
7.2).

Los peces, que invadieron la tierra a fines del Devónico, permitieron la evolución hacia
primitivas formas de anfibios y reptiles. La flora alcanzó gran importancia en el
Carbonífero, incluyendo a las Gimnospermas o plantas con semilla, que en parte son
grandes árboles y es el origen de los depósitos de carbón que caracterizan al período.

Mesozoico

Las reconstrucciones paleogeográficas muestran que en el Mesozoico se produjo en


sucesivos pasos la ruptura de la Pangea, con la apertura de Océanos que continúan
actualmente en expansión. La fragmentación generó episódicamente los actuales
continentes del Hemisferio Austral. En el Hemisferio Boreal nace el Atlántico Norte. En el
borde oriental pacífico los fenómenos orogénicos comienzan la formación de una larga
cadena de montañas, incluyendo las Rocallosas (Rocky Mountains), Sierra Nevada y los
Andes (Fig. 7.5).

La vida marina mesozoica muestra abundancia de espongiarios y hexacorales en los mares


tropicales. Los moluscos constituyeron un grupo dominante, con diversas formas de
gasterópodos, bivalvos y cefalópodos. Algunos grupos de reptiles vuelven a los mares,
incluyendo tortugas, lagartos y formas afines a delfines (ichthyosauros) y serpientes
(plesiosauros; Fig. 7.2).
Figura 7.5. Paleogeografía del Mesozoico. Fragmentación de la Pangea. Modificado de
Burchfiel et al., 1982.

La vida terrestre de la Era fue dominada por los reptiles. Cabe destacar que en el Período
Triásico aparecieron los reptiles mamiferoides, ancestros de los verdaderos mamíferos. En
los períodos Jurásico y Cretácico tuvieron auge los dinosaurios y hay formas que
evolucionaron hacia las primeras aves. Hacia fines de la Era, los reptiles decayeron en
importancia y los dinosaurios se extinguieron. En la flora el hecho más significativo es la
aparición en el Cretácico de las Angiospermas o plantas con flores (Fig. 7.2).

Cenozoico

Durante la Era los continentes y océanos fueron paulatinamente acercándose a la


configuración actual.

El acontecimiento orogénico más notable es el acercamiento y colisión con Eurasia de


fragmentos continentales correspondientes a Turquía, Persia, India y China, originando los
Montes Himalaya. En Europa Occidental es un elemento significativo la estructuración de
los Alpes.
En el Hemisferio Sur, Australia se separa de Antártida y en el borde pacífico la subducción
continuada construyó los Andes. El registro de paleoclimas destaca las glaciaciones
cuaternarias (Fig. 7.6).

Figura 7.6. Paleogeografía del Cenozoico. Modificado de Burchfiel et al., 1982.

En la vida de los mares cenozoicos se destaca en aguas abiertas la abundancia de formas


unicelulares planctónicas (suspendidas pasivamente en la masa de agua), incluyendo
diatomeas, radiolarios y foraminíferos. En aguas someras próximas a los continentes, entre
las formas bentónicas (habitan el fondo marino), se destacan los moluscos y especialmente
los pelecípodos, acompañados por otras formas exitosas como echinoideos y peces óseos
(Fig. 7.2).

La vida terrestre cenozoica está distinguida por los mamíferos y las plantas angiospermas.
En el grupo de los Primates surgió y evolucionó en el Neógeno, probablemente en África,
la familia de los Homínidos, propagándose luego por todo el mundo (Fig. 7.2).

Capítulo 8
Mapa geológico
La tarea de campo denominada mapeo geológico, consiste en la representación en un mapa
de los distintos cuerpos de roca que componen un terreno.

Para el reconocimiento en el terreno y su posterior mapeo, cabe tener en cuenta que las
rocas según naturaleza (ígneas: plutónicas y volcánicas; sedimentarias: clásticas,
carbonáticas, evaporitas; metamórficas: grados bajo, medio y alto), forman en la corteza
terrestre cuerpos rocosos de diferentes formas, que suelen ser característicos de uno u otro
tipo de roca.

Cuerpos de rocas ígneas plutónicas


Los cuerpos formados por rocas ígneas plutónicas pueden ser de forma globosa o laminar.
Los mismos están contenidos en otro/s cuerpos de roca, que se denominan caja o
encajonante. La instalación del cuerpo de roca ígnea produce en el encajonante aureolas de
metamorfismo térmico, de variado grado de desarrollo.

Cuerpos ígneos globosos

Los cuerpos ígneos globosos se denominan plutones. Puede considerarse sinónimo el


término stock, que es bastante utilizado. Los plutones son generalmente de forma
subcircular en planta, con superficie de hasta algunas centenas de km2. Teniendo en cuenta
que se instalan y consolidan en el interior de la Corteza y que alcanzan tamaños
considerables, experimentan luego de instalados, un enfriamiento lento y provocan
importantes efectos térmicos en la roca de caja.

Es destacable que los plutones son siempre cuerpos consolidados en profundidad y que
aquellos que pueden estudiarse directamente han sido, junto con su encajonante, llevados a
superficie por procesos orogénicos o epirogénicos. La erosión se encarga de remover las
rocas que los cubrían, en casos algunos cientos de metros y en otros varios kilómetros en
sentido vertical.

Cada plutón se concibe como una cámara magmática congelada, es decir un espacio en el
interior de la corteza que estuvo ocupado por líquido con cristales en suspensión.

Una asociación de plutones constituye un batolito. Hay dos grandes tipos de batolitos, que
destacan el ambiente tectónico de la corteza en la que se instalan; batolitos orogénicos son
los que tienen clara relación con procesos de subducción y dan entidad a los conocidos
arcos magmáticos; batolitos anorogénicos son aquellos desarrollados en intraplaca, como
los asociados a estructuras rift.

Los batolitos orogénicos son los que adquieren mayor desarrollo, como el caso del Batolito
de los Andes peruanos, formado por centenas de plutones, emplazados durante el Cretácico
y Cenozoico, en un lapso de 70 Ma. Entre otros batolitos conocidos, en territorio argentino,
se puede mencionar al Batolito de Colangüil en la Cordillera de San Juan, constituido por
23 plutones instalados en el Pérmico, en un lapso de 25 Ma. El Batolito de Las Chacras-
Piedras Coloradas es un ejemplo de la sierra de San Luis, y el Batolito de Achala de la
sierra de Córdoba.

Una importante categorización de plutones se efectúa teniendo en cuenta el momento de


instalación con relación a la acción de una determinada actividad orogénica. Son plutones
preorogénicos = pretectónicos = precinemáticos, los instalados con anterioridad a dicha
orogenia. Normalmente conservan evidencias de su original carácter discordante, aunque
atenuadas por adquirir posteriormente y junto con su encajonante, estructuras tectónicas en
común (esquistosidad; foliación). Son plutones sinorogénicos = sintectónicos =
sincinemáticos, los emplazados durante la orogenia considerada y en ellos se verifica alto
grado de concordancia con las estructuras del encajonante. Generalmente tienen forma
alargada en la dirección de la esquistosidad o foliación de la roca de caja. Son plutones
posorogénicos = postectónicos = poscinemáticos, los emplazados posteriormente a la
orogenia en cuestión, netamente discordantes con las estructuras tectónicas del encajonante
y en casos muy posteriores temporalmente y sin relación con la orogenia de referencia.
Figura 8.1. Mapa geológico de la sierra de San Luis, simplificado de Sato et al. (2003).

La sierra de San Luis es un buen ejemplo de la ocurrencia de los tres tipos de plutones
mencionados. Los movimientos orogénicos de referencia en el caso son los de la Orogenia
Famatiniana, ocurrida en el borde Suroeste del Supercontinente Gondwana durante el
Paleozoico Inferior, más precisamente en el Cámbrico Tardío y Ordovícico Temprano-
Medio, aproximadamente 490-470 Ma (Fig. 8.1).

Los granitoides pretectónicos de la sierra de San Luis incluyen un subgrupo de pequeños


plutones de composición granodiorita-tonalita, y otro formado por plutones de composición
granito, algunos alargados en la dirección de la esquistosidad regional. Están caracterizados
químicamente como granitos de arco magmático (subducción). Los más notorios se han
instalado en sedimentitas ahora transformadas en pizarras y filitas (grado metamórfico
bajo), aunque se conserva la aureola de metamorfismo térmico. La relación de contacto con
el encajonante revela que ambos están afectados por la esquistosidad famatiniana, de rumbo
NNE, muy bien desarrollada en los metasedimentos y si bien menos acentuada y
heterogénea, con continuidad en los cuerpos ígneos. Las edades radiométricas los ubican en
el entorno de 510 Ma.

Los granitoides sintectónicos de la sierra de San Luis tienen desarrollo en las rocas de
grado metamórfico medio y alto. Son pequeños y numerosos, alargados en la dirección de
las estructuras metamórficas, destacándose que tanto el contacto con la metamorfita de caja,
como las foliaciones de una y otra unidad tienen la misma actitud. No hubo contraste
térmico importante entre el intrusivo y la caja, por lo que no hay desarrollo de aureola de
contacto ni borde de grano fino en la periferia del plutón (Fig. 8.2). En la composición de
estos plutones predomina una granodiorita con granate, biotita y moscovita
(leucogranodiorita). Los análisis químicos las definen como magmas formados a expensas
de la fusión de rocas de corteza. Las edades radiométricas obtenidas ubican entre 470 y 450
Ma.
Figura 8.2. Mitad septentrional del Plutón sinorogénico Cerros Largos, sierra de San Luis.
Nótese como el plutón, las pegmatitas y facolitos se adaptan a la esquistosidad regional.
Simplificado, tomado de Llambías, 2008.

Los granitoides postectónicos de la sierra de San Luis son de forma subcircular y gran
tamaño, frecuentemente asociados para constituir batolitos, como el de las Chacras (Fig.
8.1). La foliación regional (NNE) es interrumpida por los plutones, claramente
discordantes, que contrariamente se alinean con rumbo SSE. Las edades radiométricas son
de 420 Ma a 390 Ma.

Cuerpos ígneos laminares

Los cuerpos ígneos laminares son de forma tabular, con relación largo/potencia muy mayor
a 1. Se denominan diques si son discordantes con las estructuras del encajonante y filones
capa si son concordantes con ellas. En ambos casos el rápido enfriamiento no favorece el
desarrollo de metamorfismo térmico significativo en la roca de caja.

Los diques generalmente ocupan fracturas producidas en la roca hospedante. Son cuerpos
de centímetros a decenas de metros de potencia, aunque pueden tener recorridos de decenas
de kilómetros. Los diques en ocasiones son numerosos y paralelos entre sí, constituyendo
enjambres.
Un ejemplo de enjambre de diques se tiene en Uruguay. El encajonante es un basamento
gnéisico-migmático, datado en aproximadamente 2.200 Ma (Proterozoico Inferior), cuyas
estructuras metamórficas tienen rumbo ENE-OSO. Los diques son numerosos, integrados
por microgabros, de rumbo N70°E, subverticales, con espesor variable desde pocos
centímetros hasta 80 m y longitudes que alcanzan hasta 26 km. La datación radiométrica de
la roca de dique es de aproximadamente 1.750 Ma. La instalación del magma básico que
compone los diques fue respuesta a una distensión que sufrió el basamento en la ruptura de
un supercontinente del Proterozoico Inferior. Cabe agregar que los microgabros son
utilizados como roca de aplicación, conocida con el nombre comercial de granito negro
(Fig. 8.3).

Figura 8.3. Enjambre de diques máficos (microgabros) en Uruguay. Simplificado,


modificado de Oyhantçabal (2010).

El otro tipo de cuerpos laminares, los filones capa, se instalan preferentemente en


sucesiones estratificadas subhorizontales, sedimentarias o volcano-sedimentarias.
Comúnmente forman enjambres, con cuerpos a diferentes niveles estratigráficos, que
pueden estar interconectados entre sí. La potencia varía de pocos centímetros a decenas de
metros y lateralmente pueden extenderse por decenas de km.
Los cuerpos llamados lacolitos pueden confundirse con filones capa. En ambos tanto piso
como techo son concordantes con la roca de caja, pero en los lacolitos el techo se ajusta a la
superficie convexa desarrollada en las sedimentitas a causa de la intrusión (Fig. 8.4).

Figura 8.4. Lacolitos, superpuestos a distintos niveles estratigráficos, con una alimentación
en común. Modificado de Llambías, 2008.

Otra forma de cuerpo concordante de rocas ígneas, se denomina facolito. Se encuentran en


sucesiones plegadas inyectadas, preferentemente metamórficas, donde ocupan las charnelas
de los pliegues, adelgazándose y desapareciendo en los limbos (Fig. 8.2).

Cuerpos de rocas sedimentarias


Las rocas sedimentarias constituyen cuerpos de roca formados por una acumulación de
estratos. La forma general de los cuerpos la determina la cuenca sedimentaria que los
contiene, que puede corresponder a ambiente continental o marino.

En los continentes las cuencas sedimentarias son cerradas, elongadas si se asocian a


ambiente orogénico y subcirculares si están implantadas en áreas estables de plataformas y
cratones.
En ambiente marino las cuencas de sedimentación son abiertas y un límite de referencia lo
constituye la línea de costa.

El espesor total de sedimentitas acumuladas en una cuenca sedimentaria es un parámetro


importante y varía desde cientos de metros a algunos miles de metros. En todos los casos, la
arquitectura interior del relleno cuencal permite identificar cuerpos de roca esencialmente
uniformes, denominados litosomas, normalmente interdigitados con otros de distinta
litología, sea conglomerádicos, arenosos, lutíticos, carbonáticos, etc.

La continuidad de un litosoma y el pasaje (lateral y vertical) de uno a otro, es otra


característica que está relacionada con el ambiente de sedimentación.

Cuencas continentales

En ambiente orogénico hay varios tipos de cuencas continentales, que por su ubicación
respecto al arco magmático se denominan cuenca de antearco, cuenca de intraarco y cuenca
de retroarco.

Las cuencas de retroarco son las más frecuentes y las de mayor desarrollo. Pueden ser
espacios de acumulación sedimentaria producidos en un retroarco en estado de extensión o
de compresión. El primer tipo es clasificado como cuenca rift y el segundo como cuenca de
antepaís.
Figura 8.5. Bosquejo geológico y sección de la cuenca Cretácico-Eocena del Noroeste
argentino.

En las cuencas rift en retroarco el estado extensional es motivado por ascenso astenosférico,
del que resulta un adelgazamiento cortical y colapso por fallamiento directo. El relleno
inicial es grosero, con abundante aporte desde los terrenos altos y consiste esencialmente de
conglomerados y arenas gruesas, entre las que se intercalan algunas coladas y filones capa
de volcanitas, entre ellas basaltos. La frecuente reactivación del sistema de fallas, en un
proceso que puede durar varias decenas de millones de años, permite la acumulación de
espesores del orden de 3.000-4000 m. Agotado el proceso tectónico (subsidencia tectónica),
sucede un proceso de subsidencia regulado por enfriamiento y reajuste de la relación
litosfera-astenosfera (subsidencia termal). Los materiales de éste hemiciclo son
mayormente arenas y pelitas, que en un tiempo de algunas decenas de millones de años
totalizan espesores del orden de 1.000-2.000 m. Visto en conjunto el modelo origina
sucesiones granodecrecientes de base a techo. Un ejemplo completo es el de la Cuenca
Cretácico-Eoceno del Noroeste argentino, con expansión al Norte hacia Bolivia y Perú (Fig.
8.5).

Figura 8.6. Esquema de cuencas de antepaís en el Terciario del Noroeste de Argentina.


Modificado de Ramos, 1999.
En las cuencas de antepaís el acortamiento tectónico crea relieve y al mismo tiempo carga
tectónica por fallamiento inverso dirigido hacia el interior continental (antepaís), de lo que
resulta una cuenca alargada paralela a la serranía naciente. El transporte de los sedimentos
por desgaste de los terrenos altos, mayormente por sistemas fluviales, deja una sucesión de
litosomas de granometría decreciente hacia el exterior, que puede finalizar en ambiente
lagunar. La propagación episódica del proceso hacia el antepaís motiva sucesivos
desplazamientos del eje de cuenca y los límites entre litosomas. El modelo genera
sucesiones granocrecientes de base a techo; en la base de la sucesión predominan
sedimentos finos (alternancia de estratos de lutitas y areniscas finas) y hacia el techo lo
hacen los sedimentos gruesos (alternancia de conglomerados y areniscas gruesas). Los
cambios más notables ocurren en la base de paquetes conglomerádicos, que suelen ser
discordantes y marcan los eventos denominados fases tectónicas. Un buen ejemplo es el de
las sucesiones terciarias del Noroeste argentino, con un desarrollo en respuesta a tres
eventos tectónicos, que generan sucesivamente los paquetes sedimentarios denominados
informalmente Calchaquense, Araucanense y Estratos Jujeños (Fig. 8.6).

Cuencas marinas

La sedimentación en cuencas marinas genera cuerpos de roca de distintas formas, tamaños


y característicos patrones, respuesta al ambiente tectónico. Si partimos de la apertura de un
océano por ruptura de una masa continental, el primer paso, como lo expone el Ciclo de
Wilson, es la generación de una cuenca "rift". La misma recibe sedimentos continentales,
que acumula cientos a algunos miles de metros de espesor, esencialmente clásticos y de
granometría decreciente de base a techo (conglomerados; areniscas; lutitas; eventualmente
acompañados por diques y coladas basálticas).

El continuo proceso de extensión produce repetidas entradas de aguas saladas, seguidas por
desecamientos, generando importantes niveles de evaporitas. Luego, la masiva y
permanente inundación separa los estadios denominados de "rifting" (ruptura) y "drifting"
(deriva). El océano en crecimiento recibe la sedimentación conocida como de "margen
pasivo", de plataforma continental hasta el talud oceánico y de aguas profundas hacia las
profundidades abisales (Fig. 8.7).

Las cuencas de margen pasivo son importantes por la potencial generación de


hidrocarburos, como las comprobadas en el litoral de Brasil, en cuencas cretácicas
formadas en la apertura del océano Atlántico.
Figura 8.7. Esquema de cuenca sedimentaria en margen pasivo. Nótese la discordancia
existente entre las rocas de basamento y la base de la sucesión sedimentaria, que comienza
con conglomerados. El proceso de hundimiento de bloques de corteza ante los esfuerzos
extensivos y fallamiento normal, provoca a su tiempo la discordancia entre los sedimentos
de rift y de margen pasivo. La nueva corteza oceánica muestra franjas alternantes de
polaridad normal y reversa.

Las cuencas de sedimentación marinas pueden tener una vigencia que supera la duración de
uno o varios períodos geológicos. El análisis de la ruptura del supercontinente Gondwana,
es un ejemplo en el que se forman varios océanos, como el Índico y el Atlántico, y procesos
incipientes como la apertura del mar Rojo y los "rift" del oriente africano, insumiendo el
tiempo ocurrido a partir del Triásico (250 Ma) hasta la actualidad.

El análisis de los cuerpos sedimentarios en cuencas marinas, muestra que en general hay
mayor continuidad lateral de los litosomas y un cambio ordenado de litologías relacionadas
con la profundidad de aguas. Dentro de un mismo ciclo sedimentario, los pasajes verticales
suelen ser concordantes, sin interrupciones en el registro temporal y obedecen a cambios en
el nivel de las aguas, que produce traslados transgresivos o regresivos en la línea de costa.

Una sucesión transgresiva acusa un desplazamiento de los litosomas hacia el interior


continental. La sucesión, analizada verticalmente en un determinado lugar, es
granodecreciente de base a techo (Fig. 8.8).
Figura 8.8. Sucesión transgresiva. Es notorio que los litosomas cortan las líneas de tiempo
(= diacronismo). Modificado de Camargo Mendes, 1984.

Opuestamente, una sucesión regresiva muestra un desplazamiento de los litosomas hacia el


mar. La sucesión es granocreciente de base a techo (Fig. 8.9).

En sucesiones sedimentarias marinas aparentemente continuas en sentido vertical, el


estudio bioestratigráfico detallado puede poner en evidencia interrupciones (una o varias),
con falta de registro de variable magnitud (del orden de un Piso, una Serie, un Sistema). En
estos casos el deslinde entre dos secciones consecutivas constituye un plano de
discordancia erosiva. Frecuentemente coinciden con un cambio en la litología y
eventualmente pueden estar señalados por un conglomerado de base en el inicio de la
sección superior.
Figura 8.9 Sucesión regresiva. La línea de costa se retira hacia el interior marino. Un corte
vertical es de granometría granocreciente. Modificado de Camargo Mendes, 1984.

La relación de sucesiones sedimentarias de diferentes ciclos sedimentarios, con frecuencia


se hace mediante un plano de discordancia angular. El paquete de estratos más antiguo ha
sido deformado, con desarrollo de pliegues y fallas; con posterioridad fue llevado a
superficie y sometido a erosión. La instalación en el lugar de una nueva cuenca de
sedimentación posibilita la depositación de sedimentos, que naturalmente lo hacen en
estratos horizontales, que a la base pueden ser de granometría grosera y conformar un
conglomerado basal.

Base topográfica y escala


El mapeo geológico es una práctica de gran importancia para el estudio e interpretación de
la Tierra y su historia. Básicamente es la representación en planta (dos dimensiones) de los
diversos cuerpos de roca observables en superficie. A las rocas expuestas se las denomina
afloramientos, por emerger a menudo de sedimentos modernos que las cubren.

El mapa geológico utiliza una base topográfica para asentar los datos tomados en el terreno.
Ese mapa se vale de curvas de nivel (o rastras) para denotar los altos y bajos del terreno,
con representación de ríos y cordones montañosos, ciudades, estancias, trazado de caminos
y vías de ferrocarril. En todo mapa debe señalarse el Norte, la escala gráfica, proyección
utilizada y las líneas de referencia que corresponden a coordenadas geográficas, meridianos
y paralelos u otra cuadrícula utilizada.

Actualmente se prefiere utilizar una base elaborada a partir de imágenes satelitales, como la
Carta de Imagen Satelitaria a escala 1:250.000 del Instituto Geográfico Militar.
La escala de un mapa indica la relación que hay entre distancias en el terreno y en el mapa.
La escala grande (1:1.000, 1 cm en mapa = 10 m en el terreno; hasta 1:10.000, 1 cm en
mapa = 100 m en el terreno) es utilizada en Geología Aplicada, para el mapeo muy
detallado de rocas y estructuras en lugares donde será realizada una obra de ingeniería, o en
un distrito de interés minero.

La escala media (1:25.000, 1 cm en mapa = 250 m en el terreno; hasta 1:250.000, 1 cm en


mapa = 2,5 km en el terreno) es adecuada para el trabajo geológico convencional, ya que se
ajusta a las dimensión natural de los diferentes cuerpos de roca y de las estructuras
tectónicas. Su objetivo es representar las litologías y sus estructuras, la relación entre los
cuerpos de roca mapeados y la cronología relativa, ordenándolos por antigüedad en una
columna estratigráfica integrada que se ofrece en un lateral del mapa. Además, usualmente
el mapa geológico va acompañado de una o varias secciones o perfiles, que revelan las
condiciones en profundidad.

El mapa geológico de la escala media permite además esbozar una historia geológica o
sucesión de eventos acaecidos en la región, lo que se hace en un boletín o texto explicativo
del mapa. En nuestro país el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR)
confecciona a escala 1:250.000 las Hojas Geológicas de Argentina, dividiendo el territorio
mediante una cuadrícula de 1,5° de longitud por 1° de latitud, por lo que cada una abarca
una superficie aproximada de 15.000 km2.

La escala chica o regional (1:500.000, 1 cm en mapa = 5 km en el terreno; hasta


1:5.000.000, 1 cm en mapa = 50 km en el terreno) es utilizada para tareas de síntesis de los
rasgos geológicos de un país o de un continente. El SEGEMAR prepara mapas provinciales
a escala 1:500.000 o 1:750.000 y el Mapa Geológico de Argentina, escalas 1:2.500.000 y
1:5.000.000.

La escala más chica, ejemplo 1:10.000.000 (1 cm en mapa = 100 km en el terreno) y


menores, es apta para la Geotectónica (Tectónica Global), para la representación de
continentes y océanos y los accidentes correspondientes a dorsales oceánicas, trincheras de
subducción, sistemas transcurrentes, etc.

La distinción en el terreno de los cuerpos de roca que se mapearan es una importante tarea,
que requiere de un geólogo con amplia experiencia de campo. También es fundamental
establecer las relaciones entre los distintos cuerpos distinguidos, aplicando los principios o
leyes de la cronología relativa. Si se trata de sucesiones sedimentarias, incluyendo también
a las afectadas por bajo grado metamórfico, se aplicará el principio de superposición. Las
relaciones de corte y aureolas de metamorfismo de contacto son excelentes recursos para
determinar las relaciones entre cuerpos de rocas ígneas respecto a cuerpos de roca
sedimentaria.

Unidades litoestratigráficas
La denominación de los cuerpos de roca distinguidos sigue ciertas normas, establecidas en
los Códigos de Nomenclatura Estratigráfica, según la jerarquía para Unidades
Litoestratigráficas.

La unidad fundamental es la Formación. Dos o más Formaciones pueden reunirse en un


Grupo y la Formación puede dividirse en Miembros.

Una Formación reúne un conjunto de rocas de litología característica, propiedad que


permite diferenciarla de su entorno. Preferentemente se utiliza en rocas sedimentarias y
pueden consistir en un solo tipo textural (ej. conglomerados, areniscas, o pelitas), o una
alternancia de areniscas y pelitas, o enteramente capas de caliza, etc. Los códigos fijan
además la condición de que constituyan cuerpos de dimensiones suficientes para que sean
mapeables a escala 1:25.000 o menor.

Las rocas volcánicas a menudo permiten separar Formaciones dentro de una sucesión
groseramente estratificada. En todos los casos el color es un atributo que ayuda a la
individualización.

La denominación de las unidades litoestratigráficas se hace agregando a la jerarquía un


topónimo. Ejemplos, Formación Balcarce, para las sedimentitas arenosas blancas expuestas
en Balcarce y Mar del Plata (Buenos Aires) y Grupo Ventana, para las sedimentitas que
constituyen la Sierra de la Ventana (Buenos Aires), integrado con cuatro formaciones.

En ocasiones la litología dominante reemplaza a la jerarquía, ejemplo Caliza San Juan para
un paquete de calizas de la provincia homónima. Para los cuerpos de roca ígnea también se
prefiere reemplazar la jerarquía por la litología característica, ejemplo Granito El Morro
(San Luis).

También hay cuerpos de roca en los que se entremezclan variadas litologías, generalmente
ígneas y metamórficas, a los que se categoriza como Complejo, ejemplo Complejo Buenos
Aires en las sierras de Tandil (Buenos Aires).

En el área de mapa que ocupa una unidad litoestratigráfica se indican las estructuras
presentes, incluyendo la actitud de la estratificación en sedimentitas, existencia de pliegues,
distintos tipos de falla y diaclasas, orientación de esquistosidad y foliación en rocas
metamórficas.

También debe surgir de la observación del mapa la relación entre unidades


litoestratigráficas. En el caso de sucesiones sedimentarias, dos formaciones en contacto
pueden ser concordantes o discordantes entre sí.

La concordancia alude a que no hay una interrupción en el registro, por lo que ambas
corresponden a un mismo ciclo sedimentario y deben sus diferencias litológicas a un
cambio de la facies sedimentaria. Ejemplo, una sucesión de paleoambiente marino, donde
de base a techo se dispone una Formación integrada por pelitas, sucedida por otra de
litología arenosa. Los estratos de pelitas y de arenisca tienen la misma disposición
estructural, en un registro de tiempo continuo, sin interrupciones.

La discordancia entre unidades es marcada por un plano de desgaste por erosión, que
constituye el plano de discordancia. Se llama discordancia erosiva a aquella en la que es
igual la actitud estructural de los estratos de la unidad inferior y superior. Puede ser causada
por movimientos epirogénicos o por cambios ocurridos en el nivel de los mares. En cambio
en una discordancia angular, difiere la actitud estructural de los estratos por abajo y por
arriba del plano de discordancia, evidenciando la ocurrencia de movimientos tectónicos y el
desgaste erosivo antes de la depositación de la unidad superior. En toda discordancia se
denomina hiatus estratigráfico al tiempo faltante por no depositación o erosión.

Capítulo 9
Geología Regional Sudamericana
Sudamérica es el continente (litosfera continental = litosfera granítica) que junto a la
litosfera oceánica contigua al Este, hasta la dorsal medio-oceánica del Atlántico Sur,
componen la Placa Sudamérica. Al Norte y Sur los cierres de la Placa son el arco del Caribe
y el arco de Scotia, que constituyen el nexo con la Placa Norteamérica y Antártida,
respectivamente (Fig. 9.1).

Figura 9.1. Placa Sudamérica y relación con las placas vecinas. La altimetría está esbozada
por la tonalidad y en la Placa Sudamérica se destacan la altura de los Andes, la monotonía
del área continental de Plataforma, el desarrollo de una importante Plataforma Marina, la
profundidad abisal oceánica y la elevación del Rift medio-oceánico.
Unidades geotectónicas mayores
En el Continente se distinguen tres unidades geotectónicas mayores: Plataforma
Sudamericana, Plataforma Patagónica y Cadena Andina (Fig. 9.2).

La Cadena Andina contiene los productos del Ciclo Orogénico Andino, en desarrollo
durante el Mesozoico y Cenozoico y actualmente activo. Las Plataformas son áreas estables
y resultado de la actividad de varios Ciclos Orogénicos extintos, cuyos productos (rocas,
fósiles, estructuras tectónicas, metamorfismos y magmatismos) se ubican
estratigráficamente en el Precámbrico y Paleozoico.

Las Plataformas se diferencian porque han consolidado a diferentes tiempos. La Plataforma


Sudamericana es estable desde fines del Proterozoico y contiene a los cratones, con las
rocas más antiguas del continente. Por el contrario, en la Plataforma Patagónica las rocas
ígneo-metamórficas de su Basamento Cristalino se han formado durante el Paleozoico y es
estable recién a partir del Triásico Medio.

Cratones y ciclos orogénicos


Los cratones sudamericanos son núcleos en los que sobrevive litosfera granítica antigua,
del Arcaico, Proterozoico Inferior y Proterozoico Medio, rodeados y unidos entre sí por
cinturones orogénicos del Proterozoico Superior.

Se diferencian dos áreas cratónicas mayores, Cratón Amazónico y Cratón de San Francisco,
más los fragmentos cratónicos de San Luis, Luis Alves y en el extremo Sur el Cratón del
Río de la Plata (Fig. 9.2).
Figura 9.2. Unidades geotectónicas mayores de Sudamérica. MANUAL DE GEOLOGÍA

En los cratones se puede reconstruir los procesos ocurridos en los ciclos orogénicos
precámbricos, que en Sudamérica y en orden de antigüedad decreciente se denominan Ciclo
Jequié, Ciclo Transamazónico, Ciclo Grenville y Ciclo Brasiliano.
Figura 9.3. Mapa de Ciclos Orogénicos. En la representación se ha eliminado la cubierta
sedimentaria meso-cenozoica de la Llanura Oriental. En la Patagonia extra-andina (Chubut,
Santa Cruz y Tierra del Fuego), la cubierta volcano-sedimentaria meso-cenozoica (en
blanco) oculta las rocas de ciclos anteriores.

Los acontecimientos orogénicos fanerozoicos, luego de consolidada la Plataforma


Sudamericana, también han construido orógenos, ya finalizados y en vías más o menos
avanzada de estabilidad (orógenos fósiles), que finalizaron aproximadamente hace 350 Ma
(Ciclos Pampeano y Famatiniano) y 250 Ma (Ciclo Gondwánico). Los procesos del Ciclo
Andino están en desarrollo. Cabe tener en cuenta que en la Plataforma Sudamericana se
pueden estudiar ampliamente las rocas producidas en los Ciclos Jequié, Transamazónico,
Grenville y Brasiliano. En territorio argentino no se conocen rocas arcaicas y las rocas de
los ciclos Transamazónico, Grenville y Brasiliano tienen menor importancia que las
homólogas de la región central-norte de la Plataforma Sudamericana. Por el contrario son
significativas las actividades orogénicas separadas con la denominación de Ciclos
Pampeano, Famatiniano, Gondwánico y Andino (Fig. 9.3).

Orógenos activos y orógenos fósiles


La diferencia entre orógenos activos y orógenos fósiles es que los primeros están en
desarrollo, produciendo terremotos y erupciones volcánicas y de acuerdo al grado de
evolución forman una cadena de montaña, que puede elevarse algunos miles de metros
sobre el nivel del mar. Por el contrario los orógenos fósiles han muerto como tales y
pierden la actividad y altura que caracteriza a los primeros. No hay volcanes en actividad y
el terreno va perdiendo altura por erosión, acercándose inexorablemente al nivel del mar.
En tal condición se van integrando a las áreas estables o plataformas, que contienen a los
cratones y constituyen la mayor parte de la superficie de los continentes. En tales
plataformas, los orógenos fósiles se disponen marginando a los cratones preexistentes y los
geólogos pueden demostrar fehacientemente que fueron parte de un orógeno.

En un orógeno activo se tiene a la vista la superficie del mismo y es frecuente que


predominen las rocas volcánicas, junto a variada cantidad de sedimentos. En los orógenos
fósiles, el desgaste erosivo muestra virtuales secciones de subsuelo de lo que fueron en
vida. Algunos de ellos, completamente ajustados a las condiciones de fósil (seniles),
exponen en superficie rocas que experimentalmente se determina se han formado a
profundidades del orden de 20-30 km y aún más. Otros, en etapa intermedia (maduros)
muestran rocas graníticas formadas a profundidades de algunos kilómetros. Esta evolución
es de gran ayuda, porque los geólogos pueden examinar directamente, en superficie, los
materiales producto de procesos ocurridos en el pasado en subsuelo, que emulan las
condiciones de lo que ahora ocurre en orógenos activos a profundidades variables.

Provincias geológicas
La distinción de Provincias Geológicas en un territorio es una de las vías que permite la
sistematización regional de sus rasgos geológicos. La combinación de litologías y
ordenamiento temporal, estructuras tectónicas y relieve permite separar regiones con
categoría de Provincias Geológicas.

Una Provincia Geológica tiene una estratigrafía distintiva, condiciones estructurales propias
y formas de relieve características, que son la expresión de una particular historia
geológica. Los límites entre provincias geológicas pueden ser netos o transicionales, caso
éste último en el que se establece arbitrariamente.

Provincias geológicas argentinas


El territorio argentino se divide en una veintena de provincias geológicas clásicas, que
exponen sus rocas en superficie y constituyen áreas de relieve positivo. Además hay una
decena de cuencas de sedimentación, unidades de subsuelo rellenadas en distintos tiempos
con espesores sedimentarios del orden de algunos miles de metros.

Para un desarrollo simplificado del tema separamos regiones con afinidad en su historia
geológica, a saber: a) Llanura Oriental; b) Noroeste; c) Región Central; d) Patagonia (Fig.
9.4).
Figura 9.4. Mapa de Provincias Geológicas del territorio argentino.
Para algunas de las Provincias geológicas se presentan columnas estratigráficas
simplificadas y con fines comparativos (correlación) se ofrecen eventualmente en conjunto
para una determinada región.

Las columnas estratigráficas constituyen una reseña de la composición de una superficie de


terreno, en éste caso el que cubre una provincia geológica. Las unidades distinguidas se
disponen verticalmente, en orden de antigüedad decreciente de base a techo. La litología se
representa con rastras de uso convencional y el tiempo involucrado está indicado por los
colores adoptados en la Tabla Cronoestratigráfica Internacional por la Comisión
Internacional de Estratigrafía de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS,
2013).

a) Llanura Oriental

Es una extensa comarca, que va desde el límite con Paraguay, Brasil y Uruguay por el
Norte y Este, hasta el curso de los ríos Colorado y Negro por el Sur. Por el Oeste el límite
es tajante y coincide con el levantamiento de las estructuras de montaña que se desarrollan
hasta el límite con Chile.

En el esquema regional sudamericano, la comarca incluye en la franja oriental a la


extensión más austral de la Plataforma Sudamericana. El sustrato de rocas precámbricas
aflora en la isla Martín García y en las serranías bonaerenses. En subsuelo se lo ha
comprobado en varias perforaciones profundas, por debajo de la cobertura volcano-
sedimentaria, aunque en la mayoría de los casos las rocas ígneo-metamórficas extraídas en
las perforaciones se identificaron como basamento cristalino, sin una ubicación temporal
precisa.

La mayor parte de la superficie es llana (Llanura Chaco-Pampeana), con desarrollo de


suelos sobre sedimentos cuaternarios y altura de algunas decenas de metros sobre el nivel
del mar. Las unidades positivas que emergen de la llanura son Tandilia, Ventania y
Mesopotamia. En subsuelo se ha identificado varias cuencas de sedimentación, entre ellas
las denominadas Chaco-Paranaense, Rosario, Laboulaye, Macachín, Claromecó, Salado y
Colorado (Fig. 9.4).

Tandilia
Constituye la exposición más austral del área cratónica de la Plataforma Sudamericana. Es
parte del Cratón del Río de la Plata, que por el Norte tiene los mayores afloramientos en
Uruguay y Sur de Brasil.

La faja serrana tiene orientación ONO-ESE y se extiende por unos 300 km entre Olavarría
y Mar del Plata, con un ancho máximo de aproximadamente 60 km en la zona central, a la
altura de Tandil.

En su composición se diferencian claramente un Basamento Cristalino y su cobertura


sedimentaria, separados por discordancia angular (Fig. 9.5).
Los gneises, granitoides y migmatitas del Basamento, a la vista en Balcarce, Tandil, Azul y
Olavarría, previenen sobre el alto grado metamórfico de sus rocas, que tienen edades
radiométricas de aproximadamente 2.200 Ma y son asignadas al Ciclo Transamazónico
(Fig. 9.6).
Figura 9.5. Columnas estratigráficas y correlación de las provincias geológicas de la
Llanura Oriental.

Figura 9.6. Gneis aflorante en cerro El Triunfo, Balcarce. La actitud de los planos de
foliación (metamorfismo) se aprecia en el detalle del ángulo superior izquierdo. Los planos
más destacados en la imagen general (aproximadamente perpendiculares a la foliación), son
diaclasas de una tectónica frágil posterior al metamorfismo.

La cobertura sedimentaria se integra con dos paquetes superpuestos de sedimentitas


marinas, uno Neoproterozoico y otro Paleozoico Inferior, separados por discordancia
erosiva.

El primero tiene perfiles tipo en la proximidad de las localidades de Olavarría y Barker, con
varios niveles diferenciados con jerarquía litoestratigráfica de Formaciones, incluyendo
areniscas, dolomías, arcilitas con microfósiles y calizas (Fig. 9.7 A, B y C). Son rocas de
importante valor económico, como las calizas utilizadas en la elaboración de cales y
cementos, las dolomías usadas para fabricar cementos especiales y como roca de aplicación
en pisos y revestimientos, y las arcilitas para la industria cerámica.

Las sedimentitas paleozoicas son las areniscas cuarzosas de Balcarce y Mar del Plata,
conocidas como piedra Mar del Plata. Contienen pistas de desplazamiento de invertebrados
marinos, conservadas en los sedimentos blandos formados en los fondos de aguas someras
(icnofósiles), que ubican en el Ordovícico a Silúrico Temprano (Fig. 9.7 D).

La estructura externa destacada en Tandilia son las fallas, que dividen el terreno en
numerosos bloques que constituyen cerros aislados por sedimentos modernos. El relieve
apenas supera los 500 m.s.n.m. y consiste en formas redondeadas en el frente Norte, donde
afloran las rocas de basamento y tabular en el frente Sur, dado por las sedimentitas de
actitud subhorizontal.

Figura 9.7. Cobertura sedimentaria de Tandilia. a, b y c pertenecen a sedimentitas del


Neoproterozoico de las proximidades de Olavarría; A) dolomía, tonalidad castaño,
intercalando pelitas, de tonalidad verdosa. B) vista en planta de las estructuras algales
(estromatolitos) que contienen las dolomías. C) arcilitas, tonalidad rojiza, sobrepuestas por
calizas, tonalidad gris. D) ortocuarcitas del Paleozoico Inferior aflorantes al Este de Barker.
En la base del afloramiento se destacan las labores para la extracción de un nivel de
arcilitas.

Ventania
Arco de sierra en el Sur bonaerense, de rumbo NO-SE y aproximadamente 175 km de
longitud, extendido entre Pigüé y las proximidades de Bahía Blanca. Al centro tiene unos
70 km de ancho.
En el sector Sudoeste hay afloramientos menores de un Basamento Cristalino, formado por
granitos y riolitas. Las edades radiométricas lo ubican en el Neoproterozoico-Cámbrico,
sugiriendo su relación con el Ciclo Orogénico Brasiliano (Fig. 9.5 y 9.8 A).

Es importante la cobertura sedimentaria, marina y clástica, con fósiles devónicos y


pérmicos, incluyendo además a las diamictitas glaciarias carboníferas, características del
supercontinente Gondwana.

Se inicia con un conglomerado de base (Fig. 9.8 A), destacándose que los altos cordones
occidentales de las sierras de Curamalal y de la Ventana están formados casi
exclusivamente por cuarcitas, roca muy resistente a la erosión (Fig. 9.8 B). El flanco
oriental de sierra está a menor altura (Fig. 9.8 C) y se compone de areniscas feldespáticas
con invertebrados fósiles y plantas devónicas, seguidas por diamictitas glaciarias,
rematando con una monótona alternancia de areniscas finas y pelitas con flora fósil de edad
Pérmico. Es notorio la fuerte esquistosidad que afecta a las areniscas y diamictitas (Fig. 9.8
D).

La característica estructural sobresaliente es el plegamiento (Fig. 9.8 B), acompañado por


numerosas fallas inversas, conjunto que en el rumbo adopta la forma de un arco de
circunferencia, notablemente visible entre las localidades de Pigüé y Tornquist. Las
estructuras son atribuidas a Movimientos del Ciclo Gondwánico. El relieve es de largos y
altos cordones orientados NO-SE, con mayores alturas en la sierra de la Ventana y
culminación en el cerro Tres Picos, de aproximadamente 1.250 m.s.n.m.
Figura 9.8. A) Relación de discordancia angular en el cerro Pan de Azúcar, entre unidades
del Basamento (abajo) y conglomerados de inicio de la cobertura sedimentaria (arriba); el
contacto está marcado por el cambio de tonalidad y el quiebre de pendiente. B) cuarcitas
gris-blanquecinas de los cordones occidentales, con pliegues asimétricos-volcados. C) Vista
al SO, mostrando al fondo la línea de altos cordones occidentales y el cerro Tres Picos y en
primer plano y a menor altura las areniscas feldespáticas del faldeo oriental de sierra. D)
Vista al SSE de las areniscas feldespáticas, afectadas por fuerte esquistosidad, inclinada al
SO.

Mesopotamia
En la composición se destacan las espesas coladas basálticas de la Formación Serra Geral,
como las expuestas en las Cataratas del Iguazú, datadas radiométricamente en el rango 137-
127 Ma (Cretácico Inferior). La efusión de los basaltos se relaciona con la ruptura del
supercontinente Gondwana, proceso episódico iniciado en el Triásico, hace 250 Ma y aún
en marcha. En la Cuenca de Paraná, Sur de Brasil y Uruguay, alcanzan en subsuelo
espesores de hasta 1.720 m. Sedimentitas marinas fosilíferas del Neógeno afloran en las
barrancas del río Paraná en Corrientes y Entre Ríos.
La geomorfología distingue la meseta misionera, los esteros del Iberá y las onduladas
cuchillas entrerrianas. En el Cuaternario se destaca la construcción del Delta del Paraná
(Fig. 9.5). Detallada información en Aceñolaza (2007).

Cuencas Sedimentarias de la Llanura Oriental


La Cuenca Chaco-Paranaense es un amplio espacio al Este de las sierras del Noroeste y
Centro-Oeste, hasta el Alto de la Mesopotamia. El ambiente tectónico es de Cuenca
Intracratónica. La estratigrafía, reconstruida mediante perfiles de perforaciones, muestra
que depositados sobre Basamento Cristalino hay dos componentes mayoritarios, uno del
Paleozoico Inferior (sedimentitas marinas plataformales) y el otro del Paleozoico Superior
(incluyendo sedimentitas continentales glaciarias). Al tope sedimentos cenozoicos.

La Cuenca de Claromecó, ubicada en territorio bonaerense entre los sistemas de Tandilia y


Ventania, se expande al naciente por la Plataforma Continental. El ambiente tectónico es de
Cuenca de Antepaís, generado por carga tectónica al estructurarse Ventania por
movimientos del Ciclo Gondwánico. Su relleno es Pérmico y tiene aproximadamente 7.000
m de espesor máximo, que se afina y apoya al NE contra Tandilia.

Las Cuencas de Salado y Colorado, en Buenos Aires y Plataforma Continental contigua,


responden al tipo de rift o aulacógeno, vinculado con la apertura del Océano Atlántico. El
relleno es Cretácico y Terciario, alternadamente continental y marino, a la base con
intercalación de lavas basálticas. Fueron exploradas por hidrocarburos con resultado
negativo.

Las Cuencas de Rosario, Laboulaye y Macachín completan el anillo de cuencas mesozoico-


cenozoicas que rodean al Positivo Bonaerense de Tandilia-Ventania.

b) Noroeste

Puna, Cordillera Oriental y Sierras Subandinas son las provincias geológicas del Noroeste
(Fig. 9.4). Dos rasgos cabe señalar, primero que son continuidad hacia el Sur de las cadenas
andinas bolivianas y segundo que están relacionadas genéticamente entre sí, con evolución
cortical que tuvo etapas constructivas mayores en los Ciclos Pampeano, Famatiniano y
Andino.

Cordillera Oriental
La estratigrafía de Cordillera Oriental incluye un Basamento y su cobertura sedimentaria
(Fig. 9.9).

El Basamento está conformado por sedimentos marinos, plegados y afectados por bajo
grado de metamorfismo (metasedimentos), que conservan formas fósiles del
Neoproterozoico Tardío a Cámbrico Temprano. Se completa con plutones graníticos
postectónicos, datados en 535-520 Ma. El conjunto es el prototipo del Ciclo Pampeano
(Fig. 9.10 A).
La cubierta sedimentaria característica, apoyada sobre Basamento en relación de
discordancia angular, es una espesa sucesión, en total unos 7.500 m, de sedimentitas
marinas fosilíferas plataformales del Cámbrico Superior y Ordovícico (Fig. 9.10 B y C).
Además, la Cordillera Oriental comparte con Sierras Subandinas y Puna, las sedimentitas
del Cretácico y Cenozoico, respuesta a los procesos de distensión (rift; Fig. 9.10 D) y
contracción (cuencas de antepaís), del Ciclo Andino.

Figura 9.9. Columnas estratigráficas y correlación para las Provincias Geológicas del
Noroeste. En el recuadro superior ambiente tectónico y ciclos involucrados. Ver referencias
en Fig. 9.5.

Puna
En la Puna son importantes las sedimentitas, volcanitas y plutonitas ordovícicas,
relacionadas con un arco magmático (470 Ma; Ciclo Famatiniano). Otro componente
destacado son las sedimentitas continentales y volcanitas del Paleógeno y Neógeno (45 a 5
Ma; Ciclo Andino).(Fig. 9.9).
Sierras Subandinas
En las Sierras Subandinas el registro sedimentario característico es marino para el Silúrico-
Devónico, continental glaciario en el Carbonífero-Pérmico, sobrepuestos por depósitos
continentales de los sucesivos ciclos sedimentarios Cretácico-Paleógeno y Neógeno (Fig.
9.9).

En la región, las unidades antiguas tienen internamente estructuras tectónicas del


Paleozoico Temprano. La estructuración morfogenética o externa, responde al acortamiento
del Ciclo Andino, principalmente ocurrido en el Terciario, que instaló a la Puna como un
altiplano a 4.000 m.s.n.m., definió los altos cordones montañosos de la Cordillera Oriental
y la faja plegada y corrida de las Sierras Subandinas.

La mitad austral del Sistema Subandino puede separarse con el nombre de Sistema de Santa
Bárbara, que se destaca por las sedimentitas del Cretácico-Paleógeno y acortamiento
mediante estructura de bloques.

Figura 9.10. Principales unidades de Cordillera Oriental. A) Basamento; metasedimentos


en finos estratos fuertemente plegados. B) Sedimentitas cámbricas varicolores en
Purmamarca, quebrada de Humahuaca, Jujuy. C) Detalle en el cerro San Bernardo, Salta,
de la alternancia de paquetes de pelitas y areniscas que caracterizan al Ordovícico. D)
Sedimentitas continentales del Cretácico-Paleógeno en la quebrada de las Conchas, Salta; al
fondo, Sur, rocas ígneo-metamórficas de las Sierras Pampeanas.
c) Región Central

Incluye a la comarca montañosa Oeste del país. Se destaca que entre los paralelos 27°S y
33°S hay una importante proyección hacia el Este de las montañas y/o sierras, que alcanzan
hasta el meridiano de la ciudad de Córdoba, distante unos 800 km de la trinchera (fosa
oceánica chilena), donde se inicia la subducción de la placa de Nazca por debajo de la placa
Sudamérica (Fig. 9.1).

La mencionada proyección tiene causas geotectónicas, ya que coincide con un segmento de


bajo ángulo de subducción (menor de 10°), contrastante con los valores normales
(aproximadamente 30°), comprobados en los segmentos andinos contiguos al Norte y Sur.

La actual configuración de placas se produjo hace aproximadamente 10-15 Ma atrás


(Neógeno) y las consecuencias incluyen el "silencio volcánico" y la alta compresividad,
con actividad sísmica e importante estructuración que sufre el segmento. Hay desarrollo de
fajas plegadas y corridas en la alta cordillera (incluye al cerro Aconcagua), faja plegada y
corrida de la Precordillera cuyana e instalación de las Sierras Pampeanas.

Las provincias geológicas involucradas en el segmento de bajo ángulo de subducción (flat


slab pampeano) son las Sierras Pampeanas, Sistema de Famatina, Precordillera, Cordillera
Frontal y tramo norte (mendocino) de la Cordillera Principal. Al Sur de los 33° de latitud,
fuera del flat slab, se desarrollan el tramo sur (neuquino) de la Cordillera Principal y la
Provincia Sanrafaelino-Pampeana (Fig. 9.4).

Sierras Pampeanas y Sistema de Famatina


Conjunto de serranías y valles interpuestos. Los bloques de sierra exponen un Basamento
con variada gama de rocas ígneas y metamórficas. La cobertura sedimentaria es de varios
ciclos sedimentarios y rellena los valles interserranos, eventualmente aflorando en los
flancos serranos (Fig. 9.11).
Figura 9.11. Columnas estratigráficas y correlación para las provincias geológicas de la
Región Central. Ver referencias en Fig. 9.5.

Las Sierras Pampeanas incluyen un sector oriental o cordobés, con rocas ígneas y
metamórficas de 550-530 Ma (Ciclo Pampeano; Fig. 9.12 A), un sector central puntano-
riojano de 490-470 Ma (Ciclo Famatiniano) y un sector occidental o sanjuanino de 1200-
1100 Ma (Ciclo Grenville; Fig. 9.12 C y D).
Importantes fajas de cizalla dúctil (metamorfismo dinámico) y grandes plutones graníticos
discordantes (ejemplo batolito de Achala, Córdoba; batolito de las Chacras, San Luis),
procesos datados en 400-350 Ma, son atribuidos a un ciclo de actividad denominado Ciclo
Achaliano.

El Sistema de Famatina es esencialmente un bloque de basamento interpuesto entre las


serranías de los sectores central y occidental. En el mismo predominan los granitoides
ordovícicos (Ciclo Famatiniano; Fig. 12 B y F), pero el rasgo distintivo es que contenga
retazos de sedimentitas marinas fosilíferas y volcanitas del Ordovícico.

La cobertura sedimentaria de las Sierras Pampeanas y Sistema de Famatina se localiza en


los bolsones intermontanos, con espesor de algunos miles de metros en subsuelo y
afloramientos en los flancos de los bloques de Basamento. Es esencialmente continental,
producto de varios ciclos sedimentarios, con flora fósil e intercalación de basaltos y/o tobas
que han permitido fijar su edad. En orden de antigüedad decreciente hay sedimentitas del
Carbonífero-Pérmico (Fig. 9.12 E), Triásico, Cretácico y Terciario (Fig. 9.12 F), las tres
primeras pertenecientes a ciclos sedimentarios en sucesivas cuencas rift y el último en
cuenca de antepaís.
Figura 9.12. Fotografías de afloramientos de Sierras Pampeanas y Sistema de Famatina. A)
Rocas metamórficas y migmatitas del Ciclo Pampeano, Sierra Chica de Córdoba. B)
Granitos de los plutones famatinianos ordovícicos (rosado), cortados por diques de
lamprófiros del mismo magmatismo (negro), Cuesta de Miranda, La Rioja. C) Ortogneises
y metabasitas del Ciclo Grenville en la sierra de Umango, La Rioja. D) Muestras de mano
de ortogneises graníticos y de una metabasita (a derecha), de la sierra de Umango. E)
Sedimentitas rojas pérmicas en el valle del río Miranda, La Rioja. F) En primer plano
sedimentitas terciarias del faldeo oriental de la sierra de Famatina; al fondo los granitoides
ordovícicos y Nevados del Famatina, en las cercanías de Chilecito, La Rioja.

Precordillera
Ubicada en el Oeste de las provincias de La Rioja, San Juan y Mendoza, limita al Este con
los bloques de Basamento Cristalino de las Sierras Pampeanas y al Oeste con los cordones
montañosos de la alta Cordillera (Fig. 9.4).

La característica estratigráfica distintiva reside en la completa sucesión de sedimentitas


marinas fosilíferas del Cámbrico hasta Devónico (Fig. 9.11).
Figura 9.13. Fotografías de Precordillera. A) Calizas, abajo en tonalidad gris, sobrepuestas
por areniscas y lutitas silúrico-devónicas. B) Estructura algal (estromatolito) en calizas
cámbricas. C) Sucesión alternante de grauvacas y pelitas del Ordovícico Superior. D)
Detalle de la sucesión grauvaca-lutita. E) Vista de las lutitas negras y areniscas amarillentas
de Precordillera Occidental. F) Basaltos contenidos en las sedimentitas de Precordillera
Occidental.

Las diferentes facies sedimentarias permiten dividir en tres franjas longitudinales:


Precordillera Oriental, Central y Occidental. En la Precordillera Oriental se destaca la facies
de calizas con trilobites, abarcando Cámbrico y Ordovícico Temprano, por lo que también
se la conoce como Precordillera Calcárea (Fig. 9.13 A y B). En la Precordillera Central es
característica la sucesión clástica del Ordovícico Medio y Tardío, Silúrico y Devónico (Fig.
9.13 C y D), conteniendo braquiópodos, pelecípodos y graptolitos. Por su parte la
Precordillera Occidental se distingue por facies de lutitas negras graptolitíferas,
conteniendo basaltos (Fig. 13 E y F).

El Basamento Cristalino de la cobertura descripta se conoce solamente por xenolitos


gnéisicos, llevados a superficie en la erupción de lavas neógenas. Las edad radiométrica de
las rocas que componen los xenolitos es de aproximadamente 1.100 Ma y tentativamente se
correlaciona con el Basamento aflorante en el sector occidental de las Sierras Pampeanas.

La sucesión sedimentaria se completa con espesas formaciones, mayormente continentales,


de edades Paleozoico Superior, Triásico y Neógeno. Las respectivas cuencas de
sedimentación son compartidas con el espacio ocupado por las Sierras Pampeanas.

En la escala de la geotectónica, cabe destacar la interpretada interacción de placas ocurrida


en el Paleozoico Inferior, con subducción y colisión entre un alóctono que se caracteriza
por corteza del Ciclo Grenville (Precordillera y sector occidental de Sierras Pampeanas) y
un autóctono de corteza del Ciclo Pampeano (sectores central y oriental de Sierras
Pampeanas). Las rocas y estructuras producidas por tal interacción dan entidad al Ciclo
Famatiniano.

La estructura morfogenética de Precordillera consiste en pliegues y fallas de una faja


plegada y corrida, generada en el Neógeno por la tectónica del Ciclo Orogénico Andino,
que condiciona una morfología de largos y angostos cordones orientados Norte-Sur.

Cordillera Frontal
Hay un Basamento pre-Carbonífero integrado por varias unidades, algunas de litología
ígneo-metamórfica y otras sedimentaria, plegadas y falladas.

Los términos estratigráficos característicos son los del Ciclo Gondwánico, que incluyen
productos sedimentarios e ígneos (Fig. 9.11).

Sedimentitas marinas fosilíferas fueron depositadas en una cuenca de retroarco durante el


Carbonífero y Pérmico Temprano.

Una importante fase de contracción ocurrida al finalizar el Pérmico Temprano, es


denominada Fase Orogénica San Rafael. El principal efecto fue el cierre de la cuenca
sedimentaria marina y estructuración de las sedimentitas carbonífero-pérmicas.

Acto seguido se produjo ascenso regional con arrasamiento erosivo (isostasia), e instalación
de los productos ígneos del denominado Magmatismo Choiyoi. El mismo consta de
derrames volcánicos andesíticos a rioliticos, en sucesiones estratificadas que superan los
1.000 m de espesor, y numerosos plutones granodioríticos y graníticos que componen
importantes batolitos. Las edades radiométricas van desde 270 Ma a 250 Ma.
La estructuración del Ciclo Andino consiste en una vigorosa reactivación tectónica
contraccional, formadora del relieve de alta montaña y algunas cuencas sedimentarias. Las
alturas superan los 6.000 m.s.n.m. en los altos cordones del límite argentino-chileno del
Norte de San Juan, La Rioja y Catamarca.

Cordillera Principal
Es la denominación del Orógeno del Ciclo Andino, que en el sur de San Juan, Mendoza y
Neuquén constituye la Cordillera del límite. Hacia el Norte, tiene desarrollo exclusivo en
territorio chileno y la divisoria de aguas la constituye la Cordillera Frontal.

La paleogeografía muestra vinculación con el Océano Pacífico, en un escenario de


subducción de corteza oceánica por debajo del Sudoeste de Gondwana (ahora Sudamérica).
La vertiente argentina de la montaña se identifica mayormente con las cuencas de
sedimentación en retroarco, receptáculo de secuencias marinas fosilíferas completas del
Jurásico y Cretácico Temprano. La etapa de estructuración, vigente a partir del Cretácico
Tardío, originó depósitos continentales importantes, como los Estratos con Dinosaurios
neuquinos (Fig. 9.11).

En el Oeste montañoso, la estructura destacada es la de fajas plegadas y corridas.


Opuestamente, la mitad oriental de Neuquén está poco perturbada tectónicamente y
constituye la Cuenca Neuquina o Engolfamiento Neuquino. El Engolfamiento es
importante por las reservas de hidrocarburos y puede categorizar como subprovincia.

Provincia Sanrafaelino – Pampeana


Faja de terreno orientada NO-SE, desde San Rafael en el Centro-Sur de Mendoza, hasta
Pichi Mahuida en el Sur de La Pampa (Fig. 9.4).

El elemento estratigráfico común y característico es el magmatismo permo-triásico o


magmatismo Choiyoi (Ciclo Gondwánico; Fig. 9.14 B y C), precedido por sedimentitas del
Carbonífero-Pérmico (Fig. 9.14 A), lo que la relaciona con el eje orogénico de la Cordillera
Frontal.

La orientación diagonal (NO-SE) provoca diferencias en la composición y edad del


Basamento. En el NO (San Rafael), incluye rocas ígneo-metamórficas de 1.200 Ma
(Mesoproterozoico; Ciclo Grenville) y sedimentitas marinas fosilíferas del Paleozoico
Inferior, por lo que es comparable con la estratigrafía de Precordillera. En el SE (La
Pampa) está formado por rocas ígneo-metamórficas de 525-475 Ma (Paleozoico Temprano;
Ciclos Pampeano y Famatiniano), similares a las de Sierras Pampeanas en los sectores
oriental y central.

La Cuenca de Cuyo se ubica en Mendoza al pie de la Cordillera, entre las unidades


positivas de Precordillera al Norte y Bloque de San Rafael al Sur. El ambiente tectónico es
propio de cuenca rift al inicio del Ciclo Andino. El sustrato lo compone una sucesión
sedimentaria similar a la aflorante en Precordillera. El relleno principal es del Triásico y
Terciario. Es productora de hidrocarburos.
En el Sur de Mendoza y Norte Neuquino, a expensas de las construcciones volcánicas
basálticas acaecidas en el Cuaternario, se puede diferenciar con categoría de subprovincia a
la zona conocida como Payenia (Fig. 9.14 D).

Figura 9.14. Fotografías del Bloque de San Rafael y Payenia. A) Areniscas y lutitas negras
del Carbonífero-Pérmico, en la sección del río Atuel. B) Magmatismo Pérmico, a izquierda
se aprecia un cuerpo subvolcánico (domo) y a derecha la sucesión volcano-sedimentaria
estratificada. C) Detalle del interior de la sucesión volcano-sedimentaria: abajo capas de
tobas y areniscas tobáceas, en tonalidad clara; las tobas son sobrepuestas por un nivel de un
flujo denso (oscuro) y al tope por una lengua ignimbrítica (castaño-rojizo). Las volcanitas
se apoyan sobre rocas de Basamento, expuestas al fondo de la vista. D) Vista al Sur del
lago Nihuil del cerro Nevado (estratovolcán) y numerosos conos volcánicos menores de la
Payenia.

d) Patagonia

La comarca que se extiende al Sur de los 39°S tiene características geológicas y


morfológicas distintivas, que tempranamente propiciaron su separación. Los Andes de estas
latitudes tienen algunas características distintivas, pero no son el motivo principal del
contraste con la geología al Norte de los 39°S. Las mencionadas diferencias son propias de
la región extra-andina, al sur de la zona deprimida de los valles de los ríos Colorado y
Negro, región conocida con el nombre de Patagonia. Se desprende de lo anterior, que la
evolución de la Corteza patagónica extra-andina es la clave para diferenciar la Plataforma
Patagónica respecto a la Plataforma Sudamericana.

En la Plataforma Patagónica hubo actividad orogénica durante el Paleozoico y la


estabilidad queda acreditada a partir del Triásico Medio. Ese es el criterio que se utiliza
para la separación de la Plataforma Sudamericana, que es estable desde fines del
Precámbrico.

Las diferencias en la geología de los Andes al Sur de los 39°, respecto a la de los Andes al
Norte, son explicadas satisfactoriamente estableciendo las condiciones que fija la
segmentación andina (edad de la corteza oceánica involucrada en la subducción; ángulo de
subducción; dorsales oceánicas que arriban a la trinchera; ángulos de incidencia y velocidad
de subducción).

Considerando todo el territorio, las Provincias Geológicas reconocidas son: Macizo


Norpatagónico, Macizo del Deseado, Precordillera Patagónica, Cordillera Patagónica y
Cordillera Fueguina. Las cuencas sedimentarias mayores son la del Golfo de San Jorge y la
Austral o Magallánica. Arbitrariamente incluimos en este apartado a las Islas Malvinas y al
Sector Antártico Argentino (Fig. 9.4).
Figura 9.15. Columnas estratigráficas y correlación para algunas Provincias Geológicas del
Norte de Patagonia. Ver referencias en Fig. 9.5.

Macizo Norpatagónico
Ocupa totalmente la región extra-andina de la provincia de Río Negro y Norte de Chubut,
entre los ríos Negro por el Norte y Chubut por el Sur. La estratigrafía distingue un
Basamento Cristalino y una cobertura volcano-sedimentaria. Además, por diferencias en el
Basamento Cristalino cabe separar una región Oriental o Atlántica y una región Centro-
Occidental (Fig. 9.15).

El basamento de la región Oriental es principalmente resultado de actividad orogénica


durante el Paleozoico Inferior. Incluye rocas metamórficas de alto grado (con granitos
sinorogénicos) y de bajo grado metamórfico (con granitos posorogénicos), separadas por
falla (Fig. 9.16 A y B). El conjunto es cubierto en relación de discordancia angular por
sedimentitas marinas fosilíferas silúricas, con niveles ferríferos de importancia económica,
explotados en el yacimiento de Sierra Grande (Fig. 9.16 C).

El basamento de la región Centro-Occidental se debe esencialmente a la acción del Ciclo


Gondwánico (Paleozoico Superior). Mayoritariamente son rocas gnéisicas de protolito
granítico (ortogneises), datados radiométricamente en alrededor de 300 Ma (Fig. 9.16 D).
Se completa con plutonitas y volcanitas ácidas postectónicas datados en 270-250 Ma.
Figura 9.16. Fotografías de afloramientos del Macizo Norpatagónico. A) Rocas
metamórficas cámbricas de bajo grado (pizarras y filitas) del Basamento de la región
oriental. B) Rocas metamórficas del Neoproterozoico?-Cámbrico de alto grado
(ortogneises) del Basamento de la región oriental. C) Zona Mina de Hierro Sierra Grande; a
derecha granitos postectónicos ordovícicos; a izquierda sedimentitas silúricas con niveles
ferríferos. D) Ortogneises fuertemente foliados, del Carbonífero-Pérmico del Basamento de
la región Centro-Occidental. E) Afloramientos al sur de Sierra Grande; en primer plano
Basamento de la región oriental; al fondo, en tonos rosados, cobertura volcánica riolítica
jurásica. F) Afloramientos en Pailemán; en primer plano rocas del Basamento de la región
oriental; al fondo a derecha volcanitas riolíticas jurásicas y a izquierda basaltos terciarios de
la Meseta de Somoncura.

En la cobertura del Macizo Norpatagónico participan sedimentitas y volcanitas del


Mesozoico y Cenozoico. Son importantes sedimentitas continentales con flora fósil del
Triásico, el plateau volcánico ignímbrítico jurásico (Fig. 9.16 E) y las mesetas basálticas
terciarias (Fig. 9.16 F).

Las estructuras en el Basamento son complejas y contrastan con la disposición


subhorizontal de la cobertura. La morfología distintiva es la de extensas mesetas, formadas
tanto por volcánicas basálticas como por los sedimentos de agradación fluvial del
Cuaternario, conocidos como Rodados Patagónicos.

Macizo del Deseado


Constituye el antepaís andino de la Patagonia austral (Santa Cruz y Tierra del Fuego). Hay
un Basamento pre-Jurásico muy poco expuesto, que incluye unidades ígneo-metamórficas
del Paleozoico Inferior y sedimentitas continentales fosilíferas y plutonitas Pérmico-
Triásicas.

La cobertura volcano-sedimentaria cubre prácticamente toda la Provincia y esencialmente


pertenece al plateau ignimbrítico jurásico, que permanece subhorizontal. En el Cenozoico
hubo construcción de mesetas basálticas, atribuidas a la subducción de una dorsal oceánica
pacífica.

Precordillera Patagónica
Está desarrollada en la provincia de Chubut, inmediatamente al Este de la cadena andina.
La estratigrafía distintiva la dan sucesiones sedimentarias fosilíferas marinas y
continentales del Carbonífero y Pérmico (Ciclo Gondwánico), en parte relacionadas con el
glaciarismo del Supercontinente Gondwana.

Se completa la estratigrafía con sedimentitas marinas del Jurásico Inferior que son intruidas
por plutones básicos y ácidos del arco magmático andino (Fig. 9.15).

Las sección paleozoica está afectada por pliegues y fallas y el conjunto está cortado por un
sistema de fallas inversas terciarias.

La morfología proviene del modelado maduro de los cordones N-S elevados en el


Terciario, separados por valles fluviales longitudinales.
Cordillera Patagónica
Los Andes Patagónicos suelen dividirse en dos tramos, Cordillera Norpatagónica (Sur de
Neuquén hasta los lagos La Plata-Fontana, aprox. 45° LS) y Cordillera Surpatagónica (Sur
de Chubut y Santa Cruz).

La Cordillera Norpatagónica expone volcano-sedimentitas marinas jurásicas de arco y gran


cantidad de plutones jurásico-cretácicos del llamado Batolito Andino (Fig. 9.15).

La Cordillera Surpatagónica tiene un sustrato de rocas metamórficas del Paleozoico


Superior, seguidas por vulcanitas jurásicas y sedimentitas marinas cretácicas de la Cuenca
Austral o Magallánica.

Las estructuras más destacadas son las del tramo sur, que desarrolló una faja plegada y
corrida andina a fines del Cretácico.

El relieve es juvenil, aunque de relativa baja altura. No obstante la alta latitud favorece el
desarrollo del campo de hielos permanentes.

Cordillera Fueguina
El rasgo más notable es el cambio de rumbo, desde N-S en Río Negro-Chubut-Santa Cruz a
E-O en Tierra del Fuego. La estratigrafía es similar a la de Cordillera Surpatagónica:
sustrato Neopaleozoico, vulcanitas Jurásicas y sedimentitas cuencales del Cretácico
Inferior.

La estructuración del Ciclo Andino produjo, a partir del Cretácico Superior, el cierre de la
cuenca de sedimentación, con el paulatino retiro de los mares y construcción de la faja
plegada y corrida fueguina.

Un accidente estructural destacado es la curvatura andina denominada Oroclino Patagónico,


desde donde nace el Arco del Scotia, limitado por fallas de rumbo que tienen
desplazamientos de centenas de kilómetros y relacionan la Placa Sudamericana con la Placa
Antártica.

Islas Malvinas
Emergentes en el Sur de la Plataforma Continental Argentina, coincidente con una
importante proyección al Este de la corteza continental. Dos islas mayores y numerosos
islotes.

Hay un pequeño afloramiento de Basamento Cristalino en el extremo Sur de la Isla Gran


Malvina, ubicado en el Mesoproterozoico por edades radiométricas de aproximadamente
1.100 Ma y asignado al Ciclo Grenville.

Una extensa cobertura sedimentaria paleozoica incluye, en orden ascendente, areniscas y


lutita marinas con invertebrados fósiles devónicos, sedimentitas glaciarias carboníferas y
areniscas y lutitas con vegetales fósiles. Es correlacionable con la de Ventania.
La estructura de plegamiento fue generada durante el Ciclo Gondwánico y el relieve es de
colinas redondeadas que apenas sobrepasan los 1.000 m.s.n.m. Un haz de diques básicos de
190 Ma (Jurásico Inferior), ubica un episodio de la ruptura de Gondwana y el
desprendimiento de la Plataforma Malvinas desde el Sudeste africano, en el marco del
inicio de la apertura del Atlántico Sur.

Sector Antártico Argentino


Ubicado al Sur del paralelo de 60° LS y comprendido entre los meridianos de 25° y 74°
LO, con vértice en el Polo Sur. Incluye por el naciente algunos afloramientos de rocas del
Proterozoico, típicas de la Antártida Oriental o Cratónica, sobre las que se apoyan calizas
fosilíferas cámbricas.

En la Península Antártica la estratigrafía se asemeja a la de los Andes Patagónicos, por lo


que se suele utilizar el nombre de Antartandes. Hay un basamento ígneo-metamórfico
Carbonífero-Triásico y sedimentitas y plutonitas del Ciclo Andino.

La estructuración es poco conocida, lo que se debe a la dificultad de transitar la región y


escasez de afloramientos (denominados nunataks). Además, la capa de hielo proyectada
sobre los mares, en parte oculta la real forma del continente. Un accidente destacado es la
estructura rift generada en la franja deprimida entre las escotaduras de los mares de
Weddell y de Ross, con volcanismo activo en los últimos 7 Ma.

Cuenca del Golfo de San Jorge


Desarrollada en el oriente de Chubut y Plataforma Continental contigua. Tiene relleno
Jurásico Superior-Cretácico-Terciario y es productora de hidrocarburos. Espacios cuencales
menores ubicados enteramente sobre Plataforma Marina son las Cuencas de Valdés,
Rawson y San Julián.

Cuenca Austral o Magallánica


Se ubica en las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego, por fuera del frente orogénico
andino, cerrando al NE contra el Macizo del Deseado. Tuvo una etapa de relleno de cuenca
marginal (Jurásico Superior-Cretácico Inferior) y otra de relleno en sucesivas cuencas de
antepaís durante la estructuración andina (Cretácico Superior-Terciario).

Cuenca de Ñirihuau
Es un espacio menor, en retroarco de la tectónica andina, en el sur de Neuquén, Río Negro
y Chubut. Tiene relleno volcano-sedimentario, con etapas de activación en el Paleógeno y
Neógeno.

Capítulo 10
Campo de aplicación de la Geología: recursos naturales
geológicos y medio ambiente
Los fundamentos de geología delineados en los precedentes capítulos tienen diverso grado
de aplicación en apoyo de la actividad humana, parte de lo cual se menciona sintéticamente
en los siguientes párrafos.

Suelos
Teniendo en cuenta que las comunidades se asientan sobre la superficie de la Tierra, el
suelo constituye un elemento de gran importancia para su desarrollo. Su estudio es
abordado por la disciplina denominada pedología (o edafología) y en ella participan
principalmente geólogos e ingenieros agrónomos.

En los suelos hay varios componentes, en diverso grado entremezclados, incluyendo a)


fragmentos de roca y granos minerales de la fracción arena y limo, constituyendo un
armazón o esqueleto; b) sustancias al estado coloidal (plasma), tanto inorgánicas como
minerales del grupo de las arcillas (argilominerales) y orgánicas que reciben el nombre de
humus, resultado de la destrucción por microorganismos de restos vegetales y animales ; c)
compuestos solubles, carbonatos, sulfatos, nitratos, etc.; d) fluidos, agua y aire.

La observación en sentido vertical de un suelo bien desarrollado, pone en evidencia la


existencia de horizontes, denominados de arriba hacia abajo A, B y C, que constituyen el
perfil de ese suelo. El horizonte A, es un nivel húmico, eluvial (de lavado). La parte
superior del mismo contiene, si hay disponibles, cantidad de desechos orgánicos vegetales y
animales, descompuestos o en vías de descomposición. Por debajo es más homogéneo, de
tonalidad oscura y contiene tanto fragmentos de minerales como materia orgánica. Del
horizonte A se extraen nutrientes que se movilizan hacia el horizonte B, en solución
química o suspensión fluida, incluyendo sales solubles de calcio y sodio, sílice y
argilominerales. El horizonte B es iluvial (de acumulación) y recibe por acción
gravitacional el plasma movilizado desde el horizonte superior. Normalmente la
precipitación de esos materiales provoca endurecimiento del nivel, que puede llegar a
desarrollar costras de compuestos cálcicos (toscas), de hierro, etc. El pasaje al horizonte C
es gradual y el mismo constituye una zona de parcial alteración de la roca o sedimento
sobre la que se desarrolla el suelo, que también gradualmente pasa hacia abajo a la roca
madre, el material original inalterado. El límite inferior puede ser de difícil establecimiento
y suele fijarse arbitrariamente a la profundidad donde deja de observarse actividad
biológica, mayormente arraigamiento de las raíces de plantas (Fig. 10.1).
Figura 10.1. A) Esquema de un perfil de suelo. B) Perfil natural de un suelo bien
desarrollado, fértil, con Horizonte A rico en humus (negro) y Horizonte B arcilloso
(castaño), fotografía tomada de www.fagro.edu.uy.

Como es de prever, la distinta calidad de materiales (rocas y sedimentos), condiciones del


relieve y variables condiciones climáticas (temperatura, humedad, vientos, régimen de
lluvias, etc.) sobre la superficie terrestre, dan lugar a distintos tipos de suelos. La
clasificación de suelos es compleja. Puede basarse en un esquema humedad-temperatura
(Teruggi, 1984). a) Clima frío-seco (serozem; suelo desértico gris). b) Clima frío-húmedo
(podzol; delgado nivel húmico oscuro, seguido de característico nivel blanco-ceniciento y
un horizonte B iluvial gris oscuro-castaño oscuro que concentra los coloides húmicos y los
hidratos de hierro y aluminio). c) Clima cálido-seco (suelo desértico rojo). d) Clima cálido-
húmedo (latosol; suelo que por intensa eluviación pierde los materiales solubles, con un
remanente insoluble enriquecido en óxidos de hierro y de aluminio). e) Clima de
condiciones óptimas de humedad-temperatura (intermedias), con grandes superficies
cubiertas por sedimentos finos y buen drenaje, como las praderas de la llanura
Chacopampeana; se desarrollan los fértiles suelos negros llamados brunizem y chernozem.

Actualmente, son utilizadas las clasificaciones propuestas por el Servicio de Suelos de


Estados Unidos de Norteamérica (Séptima Aproximación) y FAO (Organización de las
Naciones Unidas, ONU, para la alimentación y la agricultura. En Argentina el INTA
(Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), utiliza la Séptima Aproximación en el
estudio y mapeo de suelos, que incluye 10 órdenes (Morrás, 2008): Entisoles (suelos
castaños) tienen poco desarrollo y baja fertilidad. Vertisoles (suelos arcillosos), de poca
aptitud agrícola pueden ser buenas áreas pastoriles. Inceptisoles (suelos pardos), son suelos
incipientes, aptos para cultivos. Aridisoles, son suelos de regiones áridas, de colores claros,
vulnerables a erosión y escasa fertilidad. Molisoles (suelos blandos, negros), muy fértiles,
equivalente de los brunizem y chernozem. Spodosoles (suelos ácidos), de áreas boscosas,
poco aptos en agricultura. Alfisoles (suelos grises), arcillosos, húmedos de baja
permeabilidad, bajo a medio contenido de materia orgánica, no aptos para agricultura.
Oxisoles (lateríticos), de clima subtropical húmedo, rojizos con alto contenido de hierro,
poco fértiles. Histosoles (turberas y mallines), muy ricos en materia orgánica, aunque poco
descompuesta y pantanosos, sin valor agrícola. Litosoles, suelos esqueléticos formados
sobre cascajo y arena por desagregación de rocas duras en superficies inclinadas del faldeo
de sierras, sometidos al desplazamiento hacia abajo por movimientos de reptación-
solifluxión, carentes o con escasa materia orgánica y fácilmente erosionables.

Aguas subterráneas
La disponibilidad de agua dulce es un factor preponderante para el desarrollo del hombre.
Del agua disponible en la Tierra, el 97,2% es agua salada de mares y océanos quedando un
remanente menor (2,8%) para las aguas dulces. Para las últimas y referido al total, 2,15%
está retenida en los casquetes polares y glaciares. Lagos y ríos contienen cantidades
insignificantes, aproximadamente 0,0091%. La cantidad de agua dulce alojada en suelos se
calcula es un 0,005% y en reservorios de subsuelo se contabiliza la significativa cantidad de
0,62% del total. Es notorio que por la atmósfera pasa cíclicamente una gran cantidad de
agua, pero instantáneamente alcanza solo el 0,001% del total de agua del planeta.

En la variada temática que encierra el conocido ciclo hidrológico (evaporación en los


océanos, precipitación sobre los continentes, infiltración-escurrimiento y retorno a los
océanos), tiene clara injerencia geológica el tramo que ocurre sobre los continentes, tanto
en superficie como subterráneamente (hidrología) y con énfasis en las aguas de subsuelo
que es motivo de estudio de la hidrogeología. La precipitación de nieve introduce algunas
particularidades y da lugar a una especialidad denominada nivología.

Caída el agua como lluvia sobre la superficie de los continentes, una parte escurre en
superficie, sea en manto o canalizada en torrentes, arroyos y ríos. El agua que infiltra en el
terreno, en suelo y subsuelo, migra tanto lateral como verticalmente y define una zona de
aereación, donde la porosidad de los materiales no es totalmente ocupada y por debajo una
zona de saturación, en la que hay total ocupación de espacios vacíos. La superficie que
limita las zonas de aereación y saturación constituye el nivel freático, que se destaca por su
movilidad en el tiempo, tanto ascendente como descendente (Fig. 10.2).
Figura 10.2. Esquema mostrando la relación entre zonas de aereación-saturación y nivel
freático. También se aprecia la interacción entre aguas superficiales (arroyos y ríos) y
subterráneas.

El agua subterránea se aloja en los espacios vacíos de las rocas. El medio más importante
son los sedimentos y rocas sedimentarias clásticas y los espacios vacíos son los poros entre
los clastos, que constituyen la porosidad de la roca. La porosidad es mayor cuanto menor es
el tamaño de los clastos y también varía en función de la madurez textural, aumenta cuando
es homogéneo el tamaño de los granos y disminuye ante la existencia de matriz dispuesta
entre los clastos mayores. También los cementos ligando clastos reduce la porosidad. En
sedimentos y en promedio, la porosidad es de 45% en arcillas, 35% en arenas y 25% en
gravas; en sedimentitas son frecuentes valores de 15% en areniscas y 5% en limolitas y
arcilitas. En rocas compactas, como granitoides y calizas, la capacidad de contener agua
está determinada por la existencia de diaclasas abiertas y oquedades producidas por
disolución.

Teniendo en cuenta que sedimentos y rocas pueden contener agua en subsuelo, resulta de
gran importancia el parámetro denominado permeabilidad, que es la capacidad de permitir
el movimiento de la misma. Se valora por la cantidad de agua que pasa por una sección del
sedimento/roca y se mide en m3/día/m2. Está controlada por el grado de interconexión
entre los poros y/o fisuras del sedimento/roca. Las arcillas/arcilitas pueden contener mucha
agua, pero retardan o impiden el tránsito por ella, constituyendo un acuicludo. En cambio,
las arenas/areniscas tienen relativamente buenos valores de porosidad y permeabilidad, por
lo que almacenan y permiten el movimiento de agua, lo que da lugar a los acuíferos.

Hay una relación a tener en cuenta entre agua subterránea y de escurrimiento superficial por
ríos y arroyos. El caso general es que los acuíferos tengan una zona de recarga en terrenos
altos, sea por lluvias o derretimiento de nieve y hielo. Definido un nivel freático, los ríos
pueden aportar agua al acuífero y ser ríos influentes, o por el contrario extraer agua del
mismo siendo entonces ríos efluentes (Fig. 10.2).
En un determinado lugar y en profundidad, también cabe distinguir entre acuífero libre o
freático y acuífero/s confinado/s. El primero es de posición superior, inmediatamente por
debajo del nivel freático, en comunicación con la atmósfera y por abajo es limitado por un
acuicludo. De acuerdo con ello la ubicación de su techo varía estacionalmente; el nivel
freático puede subir tanto como para anegar la superficie del terreno, o descender y aún
secar el acuífero libre. Su conexión con superficie es causa de que sus aguas estén sujetas a
contaminación. Por su parte, los acuíferos confinados están limitados en base y techo por
acuicludos; desde superficie puede accederse a ellos mediante perforaciones; al estar
sometida a presión, el agua asciende por las perforaciones, determinando un nivel
piezométrico; eventualmente el agua puede llegar a superficie sin necesidad de bombeo,
constituyendo un pozo artesiano. Otra característica es que al estar aislados, son recursos de
agua no contaminada (Fig. 10.3).

Figura 10.3. Esquema de un acuífero confinado con un pozo artesiano. Puede apreciarse la
diferencia respecto a un pozo en acuífero libre, que extrae agua mediante un molino de
viento.

Otro aspecto a tener en cuenta es la calidad química de las aguas que contienen los
acuíferos. Normalmente contienen en solución aniones carbonato, sulfato, cloruro, fluoruro
y variados cationes, como calcio, sodio, magnesio, hierro, arsénico, etc. La incorporación
de sales y elementos procede normalmente de los sedimentos o rocas por las que circulan y
alojan. Mediante análisis químicos se determina con precisión su calidad y aptitud.

La composición química del agua puede alterarse por la actividad del hombre, comúnmente
por contaminación desde superficie por productos de uso industrial o agrario. Otra causa,
que provoca salinización, puede deberse a la explotación de acuíferos en lugares próximos
al litoral marino, que moviliza la invasión por aguas saladas.

Ejemplo de acuífero de importancia económica es el Acuífero Puelche. Cubre una


superficie de aproximadamente 92.000 km2 y se extiende en subsuelo por el NE de la
provincia de Buenos Aires, con extensión a las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y
Córdoba. Es un manto de arenas cuarzosas blanquecinas de 20 a 30 metros de espesor y
origen fluvial, depositado durante el Plioceno tardío (~ 3 Ma), cuyo techo se dispone a
profundidad variable de 30 a 50 m. Por arriba soporta los limos y loess del Grupo Pampa, la
conocida tierra colorada sobre la que se desarrollan los suelos de la llanura pampeana. Por
debajo las arenas se apoyan sobre arcilitas verdes, marinas, de la Formación Paraná
(Mioceno tardío) con características de acuicludo. Teniendo en cuenta que se ha
comprobado la intercomunicación con la atmósfera y recarga a través de los sedimentos del
Grupo Pampa, se lo considera un acuífero semiconfinado. El agua del Puelche es
bicarbonatada sódica. Numerosas ciudades se alimentan de agua del Puelche y un ejemplo
es la ciudad de La Plata (700.000 habitantes), único recurso utilizado hasta el año 1957,
para con posterioridad compartir con agua potabilizada extraída del río de la Plata (Auge,
2005).

Otro gran sistema es el Acuífero Guaraní, que tiene una extensión aproximada de 1.200.000
km2, en el SE de Brasil, NO de Uruguay, SE de Paraguay y NE de Argentina. El agua está
contenida en areniscas continentales de paleodesiertos, de edad Triásico-Jurásico
(aproximadamente 200 Ma de antigüedad), que en Brasil se denominan Formación
Botucatú, en Uruguay Formación Tacuarembó y en Argentina Areniscas de Misiones. El
manto arenoso está a profundidades variables, desde 50 m en los bordes de cuenca en
Brasil, hasta 1500 m hacia el Sur, donde es cubierto por volcanitas cretácicas (140-120 Ma
de antigüedad), como las que están a la vista en la meseta misionera. Es un acuífero
confinado y puede alumbrar en superficie, en pozos artesianos, aguas a temperaturas de 33°
a 65°C, por lo que se explota también en centros termales recreativo-curativos.

Un ejemplo de uso de agua proveniente de un acuífero libre es el del Partido de la Costa, en


el litoral marino, desde San Clemente a Mar de Ajó. El agua se aloja en la arena de los
médanos y cordones costeros, en una franja paralela a la costa, de 2 a 4 kilómetros de
ancho, sobre la que se asienta la población. El espesor de arena varía de 5 a 15 metros y se
apoyan sobre arcillas de albufera. El agua es extraída desde numerosas perforaciones
someras domiciliarias y la contaminación limita su uso como agua potable, a causa de lo
que ha prosperado el comercio de agua potabilizada, envasada en botellas y bidones
(Carretero y Kruse, 2010).

Geología aplicada
Las construcciones que realiza el hombre, sea en superficie o subsuelo, requieren del
conocimiento geológico de los sitios donde serán emplazadas, estableciendo un campo de
acción donde participan geólogos e ingenieros, en una actividad que suele denominarse
geología aplicada. Intenta asegurar la estabilidad de obras tan diversas como edificios,
calles, rutas, pistas de aterrizaje, diques y embalses de agua y tendido de acueductos-
gasoductos- oleoductos.

La disciplina utiliza prácticamente todos los recursos geológicos convencionales,


destacándose que lo hace a escala de detalle (1:1000 a 1:10000), en la que se efectúa el
relevamiento y mapeo de litologías, estructuras sedimentarias/ígneas/metamórficas y
estructuras tectónicas (fallas, pliegues y diaclasas).

Cabe también mencionar la interacción entre naturaleza y actividad humana en el límite


continente-mar, donde la geología de costas aporta para el mejor uso de puertos, playas y
desarrollo de ciudades.

Recursos naturales geológicos


La necesidad de materiales para el desarrollo acompaña a la humanidad desde tiempos
prehistóricos, como queda acreditado por la utilización de rocas y minerales en la
construcción y confección de herramientas, seguida por el uso de metales y la energía
proveniente de los depósitos de carbón, hidrocarburos y uranio. La alta sofisticación actual
de la ingeniería y electrónica requiere además elementos químicos poco abundantes, del
grupo de los minoritarios y tierras raras. A lo largo de ese proceso se han desarrollado
especialidades, como las conocidas con el nombre de geología de yacimientos y geología
del petróleo.

Geología de yacimientos

La exploración y explotación de rocas y minerales para su uso en la construcción e


industria es un tema de variada índole. El bien a aprovechar puede ser una roca en su
totalidad, uno o varios minerales concentrados en cuerpos discretos por procesos naturales,
o minerales que en pequeñas cantidades están dispersos en la roca. La roca o cuerpo que
constituye o aloja el

La roca o cuerpo que constituye o aloja el material de interés, puede ser del dominio ígneo,
sedimentario o metamórfico. Para la etapa exploratoria resulta indispensable el
conocimiento de la estratigrafía regional, acompañado del relevamiento minucioso de
estructuras tectónicas desarrolladas en las rocas.

La zona de interés constituye un distrito minero y normalmente cuenta con varios


yacimientos o minas. Además, es frecuente que haya zonas con más de un mineral o roca
de interés minero, en el mismo o a distintos niveles estratigráficos, a veces de diferentes
orígenes y desprovistos de relación entre ellos.

La estratigrafía juega un papel fundamental cuando la roca o mineral explotable está


vinculado a una roca sedimentaria. Hay casos relativamente sencillos, como es el
aprovechamiento a cielo abierto (canteras) de calizas, dolomías y arcilitas en Olavarría,
provincia de Buenos Aires, donde la sucesión de estratos se dispone subhorizontalmente.
Otros distritos presentan diferentes grados de complejidad; un ejemplo puede ser la
explotación de hierro en Sierra Grande, provincia de Río Negro, donde los estratos de
areniscas ferríferas motivo de la actividad minera, están inclinados por efecto de pliegues y
fallas, lo que obliga al laboreo en galerías subterráneas y a un permanente control de los
frentes en explotación por la discontinuidad provocada por numerosas fallas.

En rocas ígneas los yacimientos suelen tener hábito laminar, bajo la forma de diques o
filones mineralizados, contenidos en plutonitas o volcanitas. Ejemplo diques de pegmatita
en granitoides de las sierras de Córdoba, San Luis y otros bloques de Sierras Pampeanas,
explotados por micas, cuarzo, turmalina. También diques de fluorita en volcanitas de Río
Negro.

Los yacimientos contenidos en rocas metamórficas pueden estar condicionados por la alta
complejidad estructural, como los yacimientos de plomo, zinc y plata en esquistos del
Distrito Minero Gonzalito, Río Negro. Varias fases de deformación superpuestas generaron
una compleja estructura, en la que los niveles mineralizados son discontinuos, con forma de
discos de posición subvertical, espesor de algunos metros y continuidad en el rumbo por
algunos cientos de metros, separados por niveles de esquistos y gneises estériles (Fig. 10.4
A).

Los yacimientos diseminados, contenidos en rocas ígneas en pequeñas cantidades (partes


por millón), permiten obtener cobre, oro, plata y otros metales, removiendo grandes
volúmenes de roca con explosivos y grandes máquinas, que se tritura y somete a
tratamientos físico-químicos para concentración de los metales. Se explotan a cielo abierto,
en enormes labores subcirculares, que ganan profundidad escalonadamente. Mina La
Alumbrera, en funcionamiento en Andalgalá (Catamarca), remueve por día 340 toneladas
de roca y obtiene por año 190.000 kg de concentrado de cobre y 23.000 kg de oro. En el
proceso utiliza gran cantidad de agua y "sopas ácidas" para extraer los metales, acusadas de
contaminar suelo y agua.

En la provincia de San Juan, la Mina Veladero es otra explotación a cielo abierto. Ubicada
en la alta cordillera 320 km al NO de la ciudad capital, extrae oro y plata con utilización de
cianuro. En la misma provincia, el proyecto Pascua Lama, compartido con Chile, también
por oro y plata, será uno de los más grandes del mundo. Es resistido por la contaminación
de los glaciares en los que se alumbra el agua utilizada en los valles sanjuaninos. Igual
situación ocurre con la proyectada explotación de oro y plata de la sierra de Famatina, en
La Rioja. En la provincia de Santa Cruz, el yacimiento Cerro Vanguardia explota oro y
plata a cielo abierto utilizando cianuro (Fig. 10.4 B).
Figura 10.4. Ejemplo de explotaciones mineras. A: Labor en Mina Gonzalito, Río Negro.
Son gneises y esquistos cámbricos, de los que se ha extraído el nivel mineralizado; piques
de ingreso y galerías subterráneas dan continuidad en subsuelo. B: Cerro Vanguardia, Santa
Cruz, labor a cielo abierto en rocas volcánicas jurásicas. MANUAL DE GEOLOGÍA

Geología del petróleo

Es conocido que en los continentes hay regiones con grandes afloramientos rocosos, a
veces sobresaliendo pocos metros sobre el nivel del mar, otras formando serranías y
montañas elevadas desde pocos cientos de metros hasta miles de metros sobre el nivel del
mar. En Sudamérica las elevaciones del terreno son prominentes en la franja occidental
(Pacífico), merced a la instalación del orógeno activo andino. La franja oriental o atlántica
tiene las elevaciones cratónicas, expuestas discontinuamente con alturas modestas, como en
los escudos Amazónico, de San Francisco y del Río de la Plata. Interpuesta entre ambos
ambientes rocosos se dispone la franja central de los grandes llanos (Beni, Iquitos,
Pampas).

En las grandes extensiones tapizadas por sedimentos, la exploración de subsuelo permite


ubicar áreas en las que el espesor de sedimentos acumulados es significativo (depocentros;
cientos a varios miles de metros, separados por altos o umbrales de subsuelo), que
constituyen cuencas sedimentarias. Algunos de esos depocentros son cuencas
intracratónicas, como las de Amazonas, Parnaíba, Paraná y Chaco-paranaense. Otras son
cuencas subandinas de antepaís, en los contrafuertes de los Andes, desde Venezuela a
Tierra del Fuego, de Norte a Sur depocentros de Barinas, Los Llanos, Oriente, Madre de
Dios, Chaco, Cuyo, Neuquén, Río Mayo y Magallanes. Otras cuencas, asentadas parte en
continente y parte en plataforma continental, tuvieron origen en la apertura del Atlántico,
como las de Campos, Santos, Pelotas, Punta del Este, Salado, Colorado y San Jorge.
Ubicado un depocentro, el éxito en la exploración y explotación de hidrocarburos requiere
conocer la evolución estratigráfica y estructural del relleno. Establecida la secuencia
depositacional (columna estratigráfica) es posible presumir cuales pueden ser las rocas
madre (rocas generadoras de hidrocarburos; sedimentos de alto contenido de materia
orgánica), cuales las rocas reservorio (sedimentos porosos y permeables capaces de
albergar petróleo y gas) y cuales las rocas sello (sedimentos impermeables que impiden la
pérdida de los hidrocarburos acumulados en la roca reservorio). También es necesario
conocer el estilo tectónico, para imaginar las posibles trampas de hidrocarburos,
consistentes en determinado arreglo estructural (pliegues; fallas) o estratigráfico (facies;
cambio lateral de litologías), (Allen y Allen, 2005).

Las rocas madre o generadoras son aquellas capaces de generar y expeler petróleo, que
deben además integrar un modelo de migración junto a una roca reservorio. Son sedimentos
marinos o lacustrinos ricos en materia orgánica por la actividad fotosintética de algas, a lo
que puede sumarse el aporte de plantas desde el continente. La materia orgánica debe ser
enterrada por otros depósitos y protegida de ambientes oxidantes que la destruyan.

La materia orgánica insoluble contenida en los sedimentos es llamada kerógeno y se puede


transformar (metamorfismo) en hidrocarburos mediante un proceso físico-químico que
requiere ciertas condiciones de temperatura y presión. Conocido es que el gradiente
geotérmico medio es de 1° C por cada 30 metros de profundidad. A un rango de 100°-
150°C el kerógeno genera petróleo y a 150°-220°C la ruptura de moléculas (cracking)
produce gas.

La expulsión de los hidrocarburos de la roca madre se debe a la presión por sobrecarga


(presión litostática). Es un proceso concomitante, temperatura alcanzada por enterramiento
a cierta profundidad y presión resultante de la carga de la pila sedimentaria sobre el nivel de
sedimentos con materia orgánica. Cabe tener en cuenta que la migración hacia niveles
superiores se produce por la menor densidad de los hidrocarburos respecto a la del agua
contenida en los poros del sedimento reservorio. También en los lugares donde madura y se
expele petróleo, se producen gradientes de presión, que pueden ser laterales y aún dirigidos
hacia abajo, favoreciendo la circulación por fisuras-microfisuras hacia sedimentos porosos
y permeables.

La roca sello ideal es un paquete de lutitas, transgresivo sobre una sucesión suavemente
inclinada, formada por paquetes alternantes de sedimentitas arenosas y arcillosas.

Las trampas de petróleo son de tipo estructural o estratigráfico. Las de mayor frecuencia
son las primeras y de ellas se han extraído los grandes volúmenes consumidos en la era
industrial. Un anticlinal es la trampa estructural por excelencia (Fig. 10.5 A), adquiriendo
mayor complejidad el caso de combinación de pliegues asociados con fallas. Las fallas por
si solas suelen también constituir trampas, al interrumpir la continuidad lateral de las arenas
reservorio y yuxtaponerlas con estratos arcillosos u otras rocas sello (Fig. 10.5 B).
Actualmente se acentúa la exploración de otros reservorios no convencionales, como los
producidos por discordancias (Fig. 10.5 C), diapiros salinos y sucesiones de plataformas
continentales producidas en los tiempos de ruptura de continentes y activación de cuencas
rift.
Figura 10.5. Yacimientos de petróleo y variedad de trampas. A: Petróleo y gas son
retenidos en la cresta de un anticlinal. B: Los hidrocarburos están alojados en una
sedimentita arenosa, que es interrumpida por el desplazamiento provocado por una falla y
la yuxtaposición con un nivel impermeable formado por lutitas. C: El conjunto muestra una
sección inferior, dislocada y arrasada por erosión, y una sección superior subhorizontal,
depositada en un segundo ciclo de sedimentación; la relación entre ambas secciones es de
discordancia angular. Los fluidos agua-petróleo-gas contenidos en areniscas porosas y
permeables son retenidos por las lutitas sobre el plano de discordancia.

Geología ambiental – Geología urbana

Por último, ha cobrado relevancia en las últimas décadas la temática relacionada con la
actividad humana, en lo referente a utilización de la tierra, riesgos naturales y
contaminación de aire, suelo y aguas. Los problemas se acentúan en los asentamientos de
grandes conglomerados poblacionales y en las regiones de actividad minera o agropecuaria
de gran escala. La temática puede referirse en conjunto como geología ambiental.

Ante el desarrollo de nuevas actividades, está capacitada para determinar el impacto


ambiental que pueden provocar en la atmósfera, agua y suelo/subsuelo y la forma de
evitarlas o atenuarlas. Incluye además la evaluación y diagnóstico del grado de
contaminación de una región, los procedimientos para la remediación y recuperación de
suelo/subsuelo y aguas, así como la forma de evitar nuevas contaminaciones.

Entre los riesgos geológicos en relación con las poblaciones, la geología urbana contribuye
a evitar y remediar problemas de las grandes ciudades, como destino de basura, tratamiento
de efluentes, efectos del uso masivo de pesticidas y fertilizantes, manejo del drenaje pluvial
para evitar inundaciones y en áreas montañosas prevención de deslizamientos en masa y
efectos de sismicidad y volcanismo.

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