Libro Del Agua
Libro Del Agua
Libro Del Agua
1
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
1
Directora, editora: Amparo Cadavid Bringe
Autores: Amparo Cadavid Bringe, Amparo Murillo Posada, Angélica María
Nieto, Carmen Lucía Bohórquez Bello, Richard I. Argüello Ramírez, Orley
Reinaldo Durán Gutiérrez, Luis Antonio Jaime Rojas, Narciso Beleño Belaides,
Hermes Carreño Estévez, Nilson Dávila Benavides, Johanna Carolina Moreno
Rozo, Tatiana Gutiérrez Alarcón, Juan Manuel Galindo Pulido, Cesar González
Velásquez, Juan de la Cruz Hincapié Sánchez, Patricia Conde, Ismael Jiménez
Nájera, Jenaro Larios Carvajal, Osman Peña Camelo, José Miguel Iturrango
Padilla, Eladio Miguel Borja Guevara
Director del proyecto: Omar Rincón
Revisión de estilo:
Silvia Hernández y María Alexandra Rincones Marchena (Uniminuto)
Coordinación editorial: Luisa Uribe
Coremas: Fabián Ramírez Villamizar – Infografía y mapas de la región:
Olga Torres Duarte – Fotografías: Amparo Cadavid Bringe, Johanna
Carolina Moreno Rozo, Narciso Beleño Belaides, Cesar González Velásquez,
Funcopromas. Carmen Lucia Bohorquez Bello
Uniminuto: Rector General Harold Castillo Devós; Vice-rectora General
Académica, Stephanie Lavoe; Rector Parque Científico de Innovación Social,
Juan Fernando Pacheco Duarte; Director General de Investigaciones, Tomás
Durán Becerra; Sub-directora del Centro Editorial de Uniminuto, Rocío del
Pilar Montoya Chacón; Rector Sede Principal Bogotá, Jefferson Enrique Arias
Gómez; Vice-rector académico de Sede Principal Bogotá, Nelson Iván Bedoya
Gallego; Director de Investigaciones de Sede Principal Bogotá, Benjamín
Barón Velandia; Decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación,
Eliana Herrera Huérfano.
PDPMM: Director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio,
Ubencel Duque Rojas; Sub-director del PDPMM, Santiago Alberto Camargo-
Camargo, Comunidad de Saberes y Tejido de Vida Digna del Sur de Bolívar.
ISBN: 978-958-8677-80-4
2
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Este libro es producto de la investigación: “Agua para la vida, agua para la Paz”, que
fue realizada entre los años 2018 y 2021 por un equipo de investigadores integrado
por UNIMINUTO: Arlex Angarita Leiton – FING / 2018 – Carmen Lucía Bohórquez
Bello - (Tesis doctorado) FCC / 2017-2021 – María Victoria de la Morena García – FCC
/ 2018-2019 - Tatiana Gutiérrez Alarcón – CED y Juan Manuel Galindo Pulido (Tesis
MCEC) / 2018-2020 - Camilo Andrés Medina Fuentes – FCC / 2018-2020 - Angélica
María Nieto García – FCC / 2017-2021 – Johanna Carolina Moreno Rozo FING 2018
(Tesis de Maestría) - Fabián Ramírez Villamizar – FCC / 2019-2021 - Ruth Sánchez
Bernal – FING / 2017-2021 - Semillero Construcción de Paz – FCC / 2017-2021.
PDPMM: Richard Isardy Argüello - Patricia Conde – Nilson Dávila Benavides -
Ubencel Duque Rojas–2018- 2021
Con este equipo se inició la investigación y estos miembros aportaron de diversas
maneras durante su estadía en él.
3
4
DEDICAMOS ESTE LIBRO A…
Nuestros compañeros Teófilo Acuña y Jorge Tafur, del sur de Bolívar, quienes
entregaron sus vidas en 2022 en su lucha por la protección de los humedales de
esta región; a Luis Eduardo ´Lucho´ Arango, pescador de El Llanito, quien ya la
había entregado en 2009; y a Fabiola Fajardo, lideresa del Carmen de Chucurí,
en 2018, por la misma razón. Sus vidas las dedicaron a evitar que ganaderos,
palmeros y políticos le arrebataran el agua a los pescadores y campesinos de
donde derivan sus medios de vida. A través de ellos, dedicamos nuestro esfuerzo
y trabajo concentrado en este libro, a la memoria de las mujeres y los hombres
de Colombia que ofrendaron sus vidas para proteger los ríos, quebradas, caños,
madreviejas, ciénagas, pantanos, selva, llanuras y las especies que habitan en esos
ecosistemas naturales. A las personas cuya defensa del ambiente y del orden natural
fue inspirada por el arrullador sonido del agua que resuena desde los nobles cauces
de ríos, caños y quebradas en temporadas de recorridos lentos, o del estruendo
respetable por su acelerado transitar en algunos tramos.
Conocieron como nadie esas aguas que alimentan humedales y complejos cenagosos
donde cohabitaron y se relacionaron con especies acuáticas y anfibias, tomando
de ellas lo que les permitió la ley natural de la cadena alimenticia, es decir, para su
consumo, con un profundo respeto por la madre naturaleza y lo que ella comporta.
A ellas y ellos, que se regocijaron con el alegre cantar matutino de las aves celebrando
un nuevo amanecer, o en el avistamiento de otras especies al retornar anunciando
la nueva temporada migratoria desde lugares lejanos de este continente, dándoles la
bienvenida. Aprendieron que la traslación y rotación de la tierra no está solo en el reloj
de los humanos, sino también en el sentido de las demás criaturas. Nunca creyeron
que la humanidad sea la dueña de la naturaleza, sino que hace parte de ella.
5
A ellas y ellos, que se opusieron al cercenamiento del Guayacán, del Roble, de
la Ceiba, del Móncoro, del Abarco y de cualquier especie porque entendieron
que la vida de un árbol es como la de cualquier otro ser vivo, sólo se tiene
una vez. Se relacionaron con los bosques como fuentes de vida que sostienen
y protegen la fauna y la flora. Comprendieron al árbol y al agua como un
binomio perfecto de protección y conservación de la vida de los humanos.
Son muchas las mujeres y los hombres en Colombia que han ofrendado sus vidas para
que los seres humanos den un trato digno a la naturaleza y mantengan el equilibro
y respeto por el orden natural. Ellos y ellas merecen nuestro agradecimiento y
nuestra honra.
6
TABLA DE CONTENIDO
ÍNDICE DE SIGLAS.........................................................................................................................................................................9
PRESENTACIÓN............................................................................................................................................................................ 13
EL TERRITORIO............................................................................................................................................................................. 19
LOS FUNDAMENTOS.............................................................................................................................................................. 35
CAPÍTULO 1: DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
POR: AMPARO MURILLO POSADA...................................................................................................................................... 37
7
SEGUNDA PARTE: LOCUS 2 DE PIEDEMONTE – MEDIA MONTAÑA............................................................253
CAPÍTULO 15: PRÁCTICAS, SABERES Y EXPERIENCIAS EN LAS CIÉNAGAS DEL SUR DE BOLIVAR
POR ANGÉLICA MARÍA NIETO GARCÍA...........................................................................................................................335
8
ÍNDICE DE SIGLAS
9
CINEP – CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y EDUCACIÓN POPULAR
COMUARENAL - COOPERATIVA MULTIACTIVA DE ARENAL
CONALBA - COLEGIO NACIONAL DE BACHILLERATO
CORANTIOQUIA – CORPORACIÓN AUTÓNOMA REGIONAL DEL CENTRO DE ANTIOQUIA
CORMAGDALENA – CORPORACIÓN AUTÓNOMA REGIONAL DEL RÍO GRANDE DE LA
MAGDALENA
CORPES – CONSEJOS REGIONALES DE PLANIFICACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
CNA – CENSO NACIONAL AGROPECUARIO
CNMH – CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA
CNPV – CENSO NACIONAL DE POBLACIÓN Y VIVIENDA
CREDHOS – CORPORACIÓN REGIONAL PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS
CRMMM – CORPORACIÓN RED DE MUJERES DEL MAGDALENA MEDIO
CSB – CORPORACIÓN AUTÓNOMA REGIONAL DEL SUR DE BOLÍVAR
CUSB – CAMPUS UNIVERSITARIO DEL SUR DE BOLÍVAR (PROYECTO)
DANE – DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO NACIONAL DE ESTADÍSTICA
DDHH – DERECHOS HUMANOS
DIH – DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO
DIM – DISTRITO DE MANEJO INTEGRADO
ECOPETROL – EMPRESA COLOMBIANA DE PETRÓLEOS
ELN – EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL
EOT – ESQUEMA DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL
ERP – EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO
ESAP – ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
ESMAD – ESCUADRÓN MÓVIL ANTI-DISTURBIOS
FAO – ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA:
FARC – EP – FUERZAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA – EJÉRCITO DEL PUEBLO
FEDEAGROMISBOL – FEDERACIÓN DE AGROMINEROS DEL SUR DE BOLÍVAR
FEDEGAN – FEDERACIÓN NACIONAL DE GANADEROS
FINAGRO – FONDO DE FINANCIACIÓN DEL SECTOR AGROPECUARIO
FFMM – FUERZAS MILITARES
FUNCOPROMAS – FUNDACIÓN COMUNITARIA PROTECTORA DEL MEDIOS AMBIENTE EN LA
SERRANÍA DE SAN LUCAS Y GUAMOCÓ
GIZ – COOPERACIÓN ALEMANA EN COLOMBIA
GWP - GLOBAL WATER PARTNERSHIP
ICANH – INSTITUTO COLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
ICBF – INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR
IDEA – INSTITUTO DE ESTUDIOS AMBIENTALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
IDEAM – INSTITUTO DE HIDROLOGÍA, METEOROLOGÍA Y ESTUDIOS AMBIENTALES
IGAC – INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI
10 ÍNDICE DE SIGLAS
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
11
12
PRESENTACIÓN
Omar Rincón
Profesor Titular, Universidad de los Andes [orincon@uniandes.edu.co]
Director Proyecto Fescomunicación [Fundación Friedrich
Ebert – Latinoamérica y el Caribe - @fescomunica]
1
Ver texto sobre Gerson Morena o la Morena de Chicamocha en la revista digital
070, “Si me van a matar, que me maten cantado” (enero 13, 2023) y el video “Agua”
(Mayo 5, 2020) lo pueden encontrar en youtube.
13
la gente, la que habita los territorios, reinventa modos inéditos de vivir, sanar, cuidar,
crear esperanzas e imaginar alegrías. Al terminarlo uno queda con la sensación que
la gente, la mayoría de la gente, es una valiente del cuidar, cantar, alegrar y gozar la
vida. Léalo como quiera: como denuncia, como esperanza, como esa ambigüedad
que nos habita.
Lo que sí es inevitable es ver El libro del agua como un testimonio de cómo venimos
siendo en el siglo XXI por esos lados del sur de Bolívar que apenas atisbamos en las
noticias mediáticas por las guerras que se han dado por apropiarse de sus riquezas,
y de vez en vez, un bullerengue que nos acroniquea la vida de por allá como este
de Bullenrap que canta “La rueda ya va a empezar. BULLAAA.. porque cuando estoy
cantando siento que no soy quien canta, son todos mis ancestros a través de mi
garganta. BULLA.”2
2
Para conocer a Bullenrap y su música vaya a Youtube o Spotify y dale play o lea
esto en el portal de radiónica “Desde el Caribe colombiano, Bullenrap llega a la
capital”
3
Usoo
14 PRESENTACIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
15
reivindicado sus derechos ante el Estado”. Pero que el Estado no oye ni ve, y siguen
esperando como el coronel de leyenda que los dejen vivir en paz. El sur de Bolívar es
un pueblo que se sabe gobernar y cuidar de modos propios.
La bulla se hace en modos musicales, pero sobre todo radiales como cuenta Orley
Duran, Comunicador social periodista, quien nos dice que el Sur de Bolívar es
radio comunitaria, participación, diálogo no en perspectiva informativa, sino en la
lógica del debate público. Y la bulla se baila sin hambre, Carmen Lucía Bohórquez,
Comunicadora Social, reflexiona sobre la soberanía alimentaria, sin descuidar que
de agricultura y ganadería vivimos pero que hay que buscar hacer todo “sostenible y
sustentable en el cual quienes siembran (campesinos) y quienes comercializan tengan
una vida digna y ganancias equitativas”.
16 PRESENTACIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
17
teatro, la danza y el arte “refrescan la memoria histórica” y son necesarios “para una
comunidad que ha estado callada hace mucho tiempo, y que necesita pasar la página
y mirar hacia un futuro promisorio lleno de nuevos sueños y desafíos”.
Y la ronda y la bulla termina con Eladio Borja, el poeta de Arenal, quién nos canta
“Silbando voy por el camino cuando vas baharequear, una canción que no termino,
con frases para enamorar”. Y nos manda el mensaje de que “Me lleno de confianza
y grito de alegría, ya siembro la cosecha mía donde tengo mi esperanza”. De eso es
este Libro, de esperanzas en el Sur de Bolívar y sus gentes.
Hay silencio. Una tristeza más. Otra más de los buenos y legales. Nilson Dávila,
comunicador para el desarrollo y cambio social, nos trae el reporte de los humedales,
que han sufrido el rigor de la guerra. Dato potente: los violentos matan no solo vidas
humanas, sino todas las formas de vida. Y denuncia como “la Unidad para las Víctimas
no aceptó la proposición de incluir la recuperación de uno de esos humedales como
medida de reparación colectiva”. Solo hay víctimas humanas. Seguimos en esas, de
oídos sordos e ignorancias colectivas ante las hablas de la naturaleza.
Todo lo dicho hasta aquí es para decirle que vaya y lea. Lea por donde quiera y como
quiera. La invitación es a descubrir el Sur de Bolívar y sus gentes y sus luchas y sus
alegrías. No va a ser una pérdida de tiempo. Pero si le falta una razón más, le van a
contar de que allí está el “alto de la teta”, una hermosa montaña de la serranía, que
sobresale a lo lejos como el perfil de una teta y es “un lugar sagrado”, está llena de
exuberancia ambiental, animal, mítica, sagrada. Allí en un metro cuadrado se puede
encontrar más de 20 plantas medicinales… y que técnicamente es “un intento de
formación de un volcán, pero que no tuvo la suficiente fuerza para convertirse en un
volcán”. Bonito, ¿no? Y ay qué dolor, como a todo lo bello en esta tierra colombiche,
ya no se puede ir porque “los buenos”, “el Estado”, le impone su fuerza de macho:
“La romería a la Teta de San Lucas se abandonó porque hicieron una base militar
en el camino por donde se puede subir. La base militar no permite el paso por allí”.
Seguimos siendo como el pico La teta, algo que quiere ser nación de paz y no logra
convertirse en eso. Haga la romería por este libro y recupere el poder de las aguas y
la gente del sur de Bolívar.
18 PRESENTACIÓN
EL TERRITORIO
19
20
INTRODUCCIÓN
LO SAGRADO
El agua simboliza la purificación, la regeneración, el nacimiento, el resurgimiento y la
limpieza. Muchos mitos del mundo hablan de una “gran inundación” y de la nueva
vida que se inicia después de ella. El agua se origina sin límites y sin forma; al apartarse
de ella es gobernada por las leyes del tiempo y de la vida, adquiriendo así limitaciones.
21
Carl Jung relaciona el agua con la madre porque es en el líquido del útero donde
se genera la vida. Así, se convirtió en un símbolo universal de la potencialidad de la
existencia que precede y sostiene toda creación. La oscuridad y humedad del útero
que dan la vida son el reflejo de la tierra y del agua. Emerger de ella es manifestación
de existencia; sumergirse en ella es la disolución de la forma, la integración con el todo.
A lo largo de la historia los mitos de la creación, la purificación, el comienzo de una
nueva vida nacen del agua. De aquí que el agua simboliza también la regeneración.
La sacralidad de la tierra, que es el recinto de la vida, representa al planeta, al cuerpo
humano y a la naturaleza misma. Multitud de criaturas se gestan y nacen de la tierra,
los seres humanos somos guardianes de la vida en el planeta, y de lo que creamos con
este y desde ahí: identidad, arraigo, solidez, estabilidad, salud, alimento, abundancia.
El agua, la tierra, la naturaleza misma son un regalo del Gran Espíritu, que requiere
ser mirado con reverencia y tratado con respeto.
Sin embargo, al hombre contemporáneo se le ha olvidado este postulado de existencia.
Ya no cree en el Gran Espíritu, ha perdido el vínculo, no encuentra nada sagrado en
la naturaleza, se ha desprendido de ella y se ha creído con el derecho -en nombre
de la “economía” y el “progreso”- a destruirla en todos sus aspectos: rocas, suelos,
subsuelos, vegetación, agua, aire, éter, criaturas. El ser humano, el ser consciente del
planeta según él mismo, ha resultado ser el más inconsciente.
22 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Primera Etapa:
Nació en 2015, cuando por primera vez Uniminuto, invitada por el Programa de
Desarrollo y Paz del Magdalena Medio – PDPMM, fue a la región y se vinculó con
algunas de sus actividades como fueron el apoyo en el diseño de una estrategia de
comunicación que estrechara las relaciones de las redes de pobladores, y creación de
una línea de estudiantes-practicantes universitarios, tanto con el PDPMM como con
otros actores de la región. Estas dos actividades se vienen realizando desde entonces.
23
Segunda Etapa:
Surgió como fruto del primer encuentro y del trabajo de este. Así, se iniciaron y
desarrollaron otros dos procesos simultáneamente: (i) Un proyecto para diseñar una
propuesta de educación superior con enfoque rural y para la reconciliación, in-situ,
que ofrezca oportunidades a los jóvenes egresados anualmente de los colegios,
quienes no cuentan con Instituciones de Educación Superior en esas regiones. (ii)
Un estudio sobre las maneras como los pobladores del Magdalena Medio estaban
viviendo las posibilidades de éxito del proceso de paz con las FARC-EP, que en aquel
momento el gobierno del presidente Santos adelantaba en La Habana.
Tercera Etapa:
Comprende el proceso para diseñar una propuesta de educación superior con
enfoque rural y para la reconciliación, que se convirtió en un proyecto de la sede
de Bogotá de Uniminuto y a la fecha sigue adelantando etapas. Su desarrollo, entre
2016 y 2022, se recoge en el texto “Campus de Innovación Educativa Rural para la
Paz” (Cadavid, 2022), en el que se sistematizan los siete años de interacción entre
Uniminuto, PDPMM, e Instituciones y comunidades del sur de Bolívar, para diseñar y
poner en funcionamiento un proyecto de educación superior rural en el territorio que
ofrezca oportunidades a todos sus pobladores actuales y a las nuevas generaciones.
El proceso investigativo, que se denominó “Pensar y vivir la reconciliación”,
tuvo dos etapas y se derivó en esta tercera cuyos resultados presentamos en esta
publicación. Inicialmente se planteó la necesidad de descubrir y analizar la manera
como las comunidades, que habitan en territorios donde el conflicto armado ha sido
el contexto de las generaciones nacidas desde hace 60 años, estaban viviendo y
sintiendo las posibilidades de un acuerdo de Paz. Los puntos centrales de interés
fueron su disposición a la reconciliación y al perdón.
De los encuentros y conversaciones sostenidas con las comunidades como parte de
la investigación, se concluyó que el tema del perdón aparecía claro para ellos porque
lo consideraban una decisión personal. Sin embargo, la cuestión de la reconciliación
era mucho más compleja, ya que las comunidades entendían que dado que la
reconciliación es entre dos o más, solo sería posible cuando el contexto de su realidad
fuera de “justicia social”, que permitiera equiparar las condiciones socio-económicas
entre los pobladores. Así mismo, entendían que el Estado debía hacer más presencia
e invertir de manera significativa en la zona.
Así, emergió otra cuestión que puso su foco sobre las inversiones del Estado en los diez
municipios del sur de Bolívar en los últimos dos periodos de gobierno (2010-2018).
Se identificaron las grandes tensiones de esa región por la situación de pobreza, falta
de oportunidades y de inversión como factores que alimentan el conflicto armado, y
24 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
dentro de ellas, resultó significativa la tensión que se genera por el acceso, manejo y
uso del agua.
Esto nos llevó a mirar con más cuidado y concentración esa tensión existente debido
a que esta región es considerada como una “fábrica de agua” y su territorio es de una
riqueza y exuberancia biodiversa reconocida a nivel global.
Cuarta Etapa:
En 2019 iniciamos el proyecto “Agua para la vida, agua para la paz”, que buscó avanzar
en esta tensión sobre el agua, para identificar las relaciones que han construido los
actores sociales, las organizaciones e instituciones del sur de Bolívar con el agua;
caracterizar las experiencias, prácticas y saberes que se han desarrollado en su relación
con el agua; profundizar en el conocimiento de los imaginarios colectivos que están
en la base de esas experiencias, prácticas y saberes; reconocer los aprendizajes y
principios derivados del análisis, que aporten sustancialmente al conocimiento de la
región y que han de involucrarse en la educación de las nuevas generaciones, así como
en la construcción de lineamientos, políticas y estrategias para las instituciones aliadas.
25
la recolección y registro de esas experiencias y saberes que fueron apareciendo –
como evidencias– fue asumido desde esta perspectiva.
Fue desde el campo de la comunicación para el cambio social que se orientó la
aproximación conceptual hacia los estudios de la decolonialidad del saber (De Sousa
Santos, 2010) y del post-desarrollo y el pluriverso (Escobar, 2011) como marco
para situar y abordar la problemática humana-ambiental- naturaleza. Igualmente,
la disciplina guio la metodología con una perspectiva cualitativa, con enfoque de
la Investigación–Acción Participativa (Fals Borda et al., 1987) y la co-creación que
implica el diálogo de saberes que surge de lo anterior.
El campo de la comunicación para el cambio social se sostiene conceptualmente
sobre los principios que atraviesan este estudio. No solamente la línea conceptual-
teórica que lo orienta, y la aproximación metodológica -ya señaladas- sino, además,
la gestión y las pautas de relacionamiento entre quienes llevaron a cabo el proceso
y con quienes lo llevaron a cabo. Así ponemos en práctica los conceptos sobre el
reconocimiento del saber de los otros y la ecología de saberes, que comienza desde
el origen mismo del proceso. Veamos esto.
De acuerdo con Alfonso Gumucio-Dagron (2006), la comunicación para el cambio
social involucra las dimensiones ética y política.
26 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Los procesos de cambio se dan en el contexto de las culturas, las políticas, las normas
sociales y el desarrollo. La sostenibilidad de los cambios sociales es segura cuando
las personas y las organizaciones involucradas se apropian de los procesos y son sus
protagonistas. La comunicación para el cambio social fortalece la identidad cultural, la
confianza, el compromiso, la apropiación de las voces, fortalece los vínculos entre las
personas y sus organizaciones, fomenta el diálogo, el debate y la negociación. (p.24)
Estos planteamientos de la comunicación para el cambio social atraviesan los procesos
de interacción y gestión que se requieren para hacer investigación, de la manera que
propone este estudio: entre todos. Su enfoque es relacional y participativo, se sitúa en
el tiempo, el territorio y las realidades socioculturales y políticas donde se establecen
los vínculos y la interlocución entre las personas y las comunidades, las instituciones
y entre las unas con las otras. Es donde se urde el tejido social y se diseñan los
escenarios y las condiciones para los encuentros, conversaciones, debates, acuerdos
y reglas de juego en los diferentes órdenes. Es el lugar en donde están las condiciones
para que las personas reconozcan sus propios intereses, y a partir de ellos, generen y
alimenten la acción colectiva que los constituye en sujetos y ciudadanos participativos
y responsables, y miembros activos de su sociedad (MCDCS, 2022).
En este proceso investigativo la comprensión misma de la indagación, la manera de
realizarla, los actores involucrados, las perspectivas de análisis, los lineamientos y el
proceso completo se atuvieron a esta visión de la comunicación. La definición misma
de la problemática a tratar (agua y ambiente) y la manera de realizarla (co-creación)
surgieron de este enfoque. La conformación del equipo de este trabajo se inició con los
investigadores de las academias, al que se fueron sumando los profesionales, líderes,
pobladores, instituciones y redes de la región. Se amplió el diseño metodológico
inicial para que el trabajo lograra su propósito: el diálogo de saberes, que significa
la inclusión de todos en equiparables condiciones. El capítulo sobre metodología da
cuenta de este proceso de manera más detallada.
27
estos medios nos ofrecían para mantener los contactos, diálogos y conversaciones
necesarias entre nosotros, ubicados en diferentes puntos de la geografía, y así, avanzar
en los intercambios y seguir recogiendo información pertinente definida entre todos.
(2) Recoger y sistematizar lo ya avanzado en 2019 para elaborar con ello una estrategia
de divulgación científica que estuviera al alcance de las comunidades con quienes
trabajamos, sus colegios y centros educativos y asi ir socializando lo adelantado por
todos, recogiendo los aportes de quienes participaban. (3) En lugar de preparar una
publicación meramente académica con los resultados de la investigación, a través
de capítulos o artículos científicos, decidimos hacer una publicación en diálogo de
saberes que incluyera el trabajo desde las perspectivas de todos los participantes.
28 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
29
la zona, a través de las primeras dos sesiones de talleres cartográficos realizadas en
2019. Una información bellísima lograda en armónicos y productivos diálogos de
saberes. Después de una consulta entre todos, vimos la necesidad y la obligación de
“devolver” a las comunidades, redes y pobladores lo que habíamos construido y que
había sido inicialmente recogido y ordenado por la academia. Por ello, con base en
las horas de conversaciones, testimonios, descripciones realizadas, así como de los
mapas, fotografías, cartografías, coremas, grabaciones de video hechas entre todos,
diseñamos una serie de productos complementarios:
(i) Una infografía con todos los aspectos formales de una investigación, la cual
nos permitió visibilizar entre los participantes, de manera general y estructurada,
el proceso de la investigación que estábamos realizando. (Carátula del capítulo
sobre Metodología, de este libro)
(iv) Una cartilla interactiva que recoge los contenidos sobre temas de: historia,
geografía, investigación, elaboración de proyectos, la naturaleza y el agua, de
manera que pueda ser completada por todos quienes la aborden, aprendan de
ella y deseen contribuir. Está diseñada de esta manera, y tiene un canal para que
quienes deseen participar, puedan aportar sus saberes.
30 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
ESTE LIBRO
La presente publicación es producto de las decisiones tomadas durante la cuarentena,
cuando se consolidó la metodología del diálogo de saberes, y consideramos relevante
que también se diera en el nivel de la producción académica, complementariamente
con los productos de divulgación científica. Fue diseñado para que articulara como
libro las diferentes perspectivas de todos los participantes, hacer confluir sobre los
temas centrales, las aproximaciones desde lugares de observación, de vivencia, de
análisis y con narrativas tan variadas como surgieran. Recoge material diverso, pero
todo referido al tema central y a la problemática de la naturaleza y el agua de la que
trata la investigación.
El libro está estructurado en cinco partes: la Parte Introductoria presenta cuatro
capítulos que dan fundamento al estudio, escritos por colegas académicos participantes
del proceso y actúan como guía para comprender la región del sur de Bolívar desde
sus estructuras más profundas: la historia de poblamiento, la gobernanza del agua,
el papel de los medios comunitarios en mantener el equilibro de la naturaleza, e
incluye un capítulo sobre la manera como se realizó la investigación desde el punto
de vista metodológico.
Las siguientes tres partes se centran en los resultados de la investigación, la cual fue
organizada enfocando las relaciones entre las poblaciones, la naturaleza y el agua
con base en la conformación geomorfológica de la región, que es de la cual se derivó
el perfil paisajístico, las características medioambientales y la inmensa biodiversidad
que contiene. Son los tres recintos interconectados e interdependientes donde se
origina, fluye y existe el agua, tema central de este trabajo. A estos tres recintos,
o lugares, los denominamos metodológicamente, Locus, por denominar los rasgos
geográficos, geomorfológicos, hidrológicos, orográficos, que determinaron su
poblamiento y establecimiento de actividades económicas a lo largo del tiempo y así
la vida de sus pobladores.
La Primera Parte trata el Locus Alta Montaña, refiriéndose a la Serranía de San
Lucas, frontera occidental de la región del sur de Bolívar, la fábrica de agua con
bosques, fauna y flora de una inmensa biodiversidad con especies endémicas que
aún sobreviven. También es el lugar de la minería del oro. Allí es donde nace el agua
en manantiales a los que los pobladores llaman la “estrella hidrográfica de San Lucas”.
La Segunda Parte estudia el Locus de Piedemonte que va desde la ribera del río,
entre 100 y 300 metros sobre el nivel del mar. Si bien no es fácil ponerle unos
límites exactos, se caracteriza porque predomina la actividad agrícola campesina, la
agricultura familiar, la pequeña ganadería, las empresas asociativas de café, cacao,
miel de abejas y demás. Es un lugar de generación de comida, aunque también hay
minería. En esta parte se reúnen temas centrales como el papel de la mujer, y los
31
desastres de la contaminación producida por la vida cotidiana. Es el lugar por donde
las corrientes de agua se convierten en quebradas y ríos, donde se unen las unas con
las otras; son las aguas de las cuales se abastecen los acueductos de las poblaciones,
y los lugares de paseo y recreación ancestrales donde se encuentran las caídas y los
pozos donde han crecido y disfrutado las generaciones.
La Tercera Parte se enfoca en el Locus de la Ribera del Río, lugar de los humedales,
las ciénagas, caños, desembocadura de corrientes de agua que nacen y se desplazan
en los dos Locus anteriores. Es el límite oriental de la región, el lugar donde se recibe
lo que traen las aguas, sea esto contaminación o grandes corrientes. Es el escenario
de la cultura anfibia, del hombre que vive de la naturaleza casi intacta: la pesca, el
pancoger, de aquel que aprendió a articularse con las épocas de abundancia y de
sequía y ha vivido en ambas de manera feliz. El más afectado por los cambios de las
últimas décadas. Su vida está adscrita al agua y al entorno y todo lo que la afecta a ella
lo afecta a él, no solo a nivel de sobrevivencia, sino en su cultura, su historia, su futuro.
Los diez municipios del sur de Bolívar, escenario de este estudio, comparten los tres
Locus, con excepción de Santa Rosa del sur y Norosí que no tienen parte de Locus
Tres de Ribera, dado que fueron escisiones recientes de otros municipios.
Estudiar la región transversalmente permitió a todos los participantes verla, abordarla
y comprenderla de manera completa, para todos. Durante las sesiones de mapeo
participativo que se realizaron con pobladores de los municipios, se hizo evidente
todo lo que los une, a la vez, de todo lo que separa a quienes siendo del mismo
municipio viven y trabajan en distintos Locus.
Estas tres partes se estructuran de manera que el tema central sea tratado por los
diversos autores desde su perspectiva, su participación y su propia narrativa. Ellos y
ellas son profesores y profesoras universitarios, profesionales del desarrollo en distintos
campos, jóvenes estudiantes, líderes y pobladores de la región. Por ello, los capítulos
están escritos algunos en formato de artículo científico y de tesis de maestría, otros
en narrativas menos rigurosas, pero con grados de formalidad, y otros, en narrativas
autobiográficas y testimoniales. Cuando desde estas diferentes perspectivas, no
solamente se conversa, sino se escribe, el resultado es una publicación como esta
que surge de un proceso de investigación científica en diálogo de saberes.
Para cerrar este libro incluimos textos poéticos del autor Eladio Borja de Arenal, quien
participó dentro del proceso. Su forma de expresar, de amar, de invitar a su región y al
país a mirar tanto la maravilla y magia de esta región, como su proceso de deterioro,
es a través de su poesía que es su saber, su narrativa y su gran contribución a este gran
trabajo de todos.
A lo largo de estos cuatro años, muchas personas contribuyeron con el gran estudio:
profesores de Uniminuto, Unioriente, Unipaz, y otras universidades, profesionales
del PDPMM y de la Asociación Red de Emisoras Comunitarias del Magdalena
32 INTRODUCCIÓN
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Referencias
Armstrong, K. (2022). Naturaleza sagrada. Editorial Planeta Colombiana S.A, Crítica.
Asociación para el progreso de las comunicaciones [APC]. (2005). Metodología
de Evaluación con perspectiva de Género para proyectos de tecnología de la
información y la comunicación. Una herramienta de aprendizaje para el cambio y el
empoderamiento. https://www.apchttps://www.apc.org/sites/default/files/GEM_ES.pdf.org/sites/default/
files/GEM_ES.pdf
Bonder, G. (2008). Juventud, género y TIC: imaginarios en la construcción
de la sociedad de la información en América Latina. Arbor, Ciencia, pensamiento y cultura, 184(733).
https://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/234/235
Bonder, G. (2006). Género en acción en la sociedad del conocimiento:
oportunidades para la innovación. Cátedra Unesco: mujer, ciencia y tecnología en América Latina. https://
www.catunescomujer.org/genero-en-accion-en-la-sociedad-del-conocimiento-oportunidades-para-la-
innovacion/
Bonder, G. (2001). Las nuevas tecnologías de información y las mujeres:
reflexiones necesarias. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. https://repositorio.cepal.org/
bitstream/handle/11362/5894/S026404_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Cadavid, A. (2022). Innovación Educativa Rural para la Paz. Uniminuto.
Cadavid A., Bohórquez, L. y Nieto, A. (2018). Pensar y vivir la reconciliación 2. Uniminuto.
Cadavid A., Bohórquez, L. y Nieto, A. (2017). Pensar y vivir la reconciliación. Uniminuto.
De Sousa Santos, B. (2010). Decolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Trilce-Extensión
Universitaria.
Escobar, A. (1996). La Invención del tercer mundo. Editorial Norma.
33
Fals Borda, O. y Rodríguez, C. (1987). Investigación Participativa. La Banda Oriental.
Gumucio-Dagron, A. (Ed.). (2011). Comunicación para el cambio social, clave del desarrollo participativo.
Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, UNIMINUTO.
Gumucio-Dagron, A. y Tufte, T. (2006). Antología de la comunicación para el cambio social. Editorial
Plural.
34 INTRODUCCIÓN
LOS FUNDAMENTOS
Esta primera parte del libro presenta los capítulos que atraviesan y fundamentan las
otras tres partes y que a la vez le dan paso a cada una de ellas. Se refiere a los aspectos
históricos, de gobernanza del agua, el papel de los medios ciudadanos en la formación
de conciencia ambiental, y el marco metodológico en diálogo de saberes y co-creación
con el cual se llevó a cabo el estudio inicial Agua para la vida, agua para la Paz.
El contexto histórico en cual esta región del sur de Bolívar se fue poblando desde la
época de la penetración de los conquistadores españoles por el río Magdalena en
el siglo XVI, hasta la fecha, es materia fundamental para analizar y comprender las
35
relaciones hombre-naturaleza que se han creado desde entonces, factor central en la
transformación del paisaje con el paso del tiempo. Es autora de este primer capítulo
Amparo Murillo Posada, historiadora de la universidad de Antioquia, reconocida
como la historiadora del Magdalena Medio, co-autora de las obras centrales sobre
esta materia. Murillo Posada contribuyó con la investigación central de la que trata
este libro con su participación en ejercicios de diálogo de saberes en el sur de Bolívar.
Este capítulo fue escrito por ella específicamente para ofrecer marco y contexto al
resto de los contenidos de esta publicación.
Richard Isardy Arguello Ramírez, abogado ambientalista y escritor, hace un aporte
central en este proceso el cual consistió en estudiar cuidadosamente las condiciones
de gobernanza ambiental que existen en el sur de Bolívar, en las cuales también es
posible, o no, “gobernar” el agua. Con ello da marco al proceso presentado en esta
publicación y, además, contribuye con estudios posteriores, al poner “sobre la mesa”
y resaltar los elementos que deben tenerse en cuenta cuando se pretende estudiar las
políticas ambientales en esta región.
Los medios comunitarios, especialmente la radio, son actores centrales en la construcción
de mentalidades e imaginarios colectivos, especialmente en regiones como el sur
de Bolívar. Su situación de aislamiento y precarias vías de comunicación hacen que
los medios locales sean una red de información, recreación y educación con mucho
impacto. Orley Reynaldo Durán, actual director de Aredmag, la Red de Emisoras
Comunitarias del Magdalena Medio y consultor en comunicación para el desarrollo,
escribe el tercer capítulo de esta parte, una contextualización muy valiosa sobre el papel
de estos medios en la formación ambiental de comunidades, evidenciando el papel de
la comunicación en la creación de una cultura de protección y mantenimiento del agua.
Aredmag ha sido un socio de Uniminuto y del PDPMM en las investigaciones y trabajos
de proyección social que se han desarrollado en ese territorio.
Se cierra esta parte inicial con el capítulo que trata los planteamientos y parámetros
metodológicos a través de los cuales se realizó la investigación Agua para la vida,
agua para la paz, sobre la cual versa esta publicación, así como con los fundamentos
epistemológicos y metodológicos con los cuales se organizó, estructuró y escribió este
libro en diálogo de saberes, como se explica en la Introducción. Amparo Cadavid
Bringe, miembro del equipo, recoge y sistematiza el proceso metodológico que fue
llevado a cabo a lo largo del proceso.
36 LOS FUNDAMENTOS
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 1
El texto que constituye este capítulo fue escrito para esta publicación como un marco
histórico que da contexto a la materia que presenta el libro.
INTRODUCCIÓN
El presente texto se propone ofrecer a los lectores una síntesis histórica sobre los
procesos de poblamiento, en diferentes épocas y espacios, que a lo largo de cinco
siglos fueron formando la actual sociedad que hoy se conoce como sur de Bolívar.
37
Esto equivale a decir que la organización espacial ha sido el resultado de aquellas
transformaciones realizadas por los pobladores a través del tiempo, y que los actuales
centros urbanos y comunidades rurales son el testimonio de las interacciones entre
los diferentes grupos sociales con su medio geográfico y con las instituciones del
poder; en este sentido, son cambios políticos y culturales.
Cuando se habla del sur de Bolívar se hace referencia a una unidad espacial
histórica delimitada al norte por las llamadas Tierras de Loba – al sur de la Depresión
Momposina -, específicamente por las jurisdicciones de los pueblos El Peñón,
San Martín de Loba y Altos del Rosario. Al occidente, sus límites lo constituyen el
piedemonte de la vertiente occidental de la Serranía de San Lucas y el valle del
bajo Cauca en Sucre, pertenecientes a la región de La Mojana, donde se hallan
localizados los pueblos Tiquisio y Montecristo. Al suroccidente limita con el bajo
Cauca antioqueño (localidades de El Bagre y Zaragoza) y el Nordeste antioqueño
(jurisdicciones de Remedios y Segovia). Al sur sus límites se corresponden con la
jurisdicción de Yondó, perteneciente al Magdalena Medio antioqueño. En el oriente
es el río Magdalena su límite natural, al que se aúnan todas las aguas y bosques de su
valle húmedo y tropical.
Esta narración es el resultado de una primera indagación histórica y cultural sobre el
poblamiento en el sur de Bolívar en compañía de la antropóloga María Teresa Arcila (4).
También es producto de varios años de consulta en fuentes documentales coloniales
del Archivo Histórico Nacional, de la lectura de cronistas y de viajeros del siglo XIX,
y del estudio de aquellos textos de historiografía sobre región Caribe y de Colombia
relacionados con las situaciones históricas particulares de esta sociedad. Además,
concurre en este escrito la fuente oral de los pobladores obtenida en las visitas a
las localidades desde 1990. Los relatos de la memoria de sus gentes significaron un
importante caudal de conocimiento como historias vividas y sentidas a lo largo del
siglo XX, especialmente desde 1950 hasta hoy.
Un primer tema de esta exposición quiere problematizar sobre la naturaleza y
contenido de la noción sur de Bolívar y cómo ha sido percibida su existencia en
diferentes momentos y desde diversos agentes interesados o no en ella. Una segunda
parte del texto hace referencia a la manera como fueron descritas en el pasado las
características que asisten a sus dos espacialidades, las del río Magdalena y las de la
serranía de San Lucas. Por último, acogiendo la consensuada periodización nacional,
se trazarán los rasgos históricos generales del poblamiento del sur de Bolívar durante
la etapa de la Colonia, desde finales del siglo XVI hasta 1810; luego el siglo XIX,
conocido como época republicana; y, por último, el siglo XX, el más significativo y
4
Murillo, A. y Arcila, M.T. “Historia del poblamiento en el sur de Bolívar”.
Documento inédito (1991). Presentado al Corpes – Costa Atlántica como insumo de
una investigación más amplia sobre el Caribe colombiano.
38 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
39
del ámbito citadino caribeño, más vinculado ‘hacia afuera’, al universo isleño del
mar Caribe, no se asumió la inclusión e integración de sus tierras interiores tan
lejanas del litoral, ni se tenía conciencia de que en esos mundos remotos existía un
bolsón de tierras baldías al occidente del río Magdalena, entre el sur del brazo de
Loba en la Depresión momposina y el río Cimitarra en los límites con Antioquia.
Quizás esta realidad socio-espacial solo era visualizada por la élite cartagenera como
un conjunto de pueblitos pobres que aportan caudal electoral a través de redes
clientelares bipartidistas que desde cada localidad acudían a la capital departamental
para obtener ciertos dones o favores, como la adquisición de una categoría municipal
para alguno de sus corregimientos. También estas redes de clientelas políticas - a
través del intercambio de votos – permitían favorecer el logro de precarios rubros del
presupuesto departamental para invertir en bienes y servicios públicos. Estas prácticas
políticas exponían una débil vinculación entre gobernantes y esta sociedad contenida
en pueblos alejados del centro capitalino y con una baja densidad demográfica,
pueblos pobres con escasa dotación de servicios públicos básicos y plenos, físicamente
aislados ante la precariedad de las vías de comunicación y transporte que –siglo tras
siglo– han dificultado el acceso a sus valles y montañas.
Si tal situación sucedía en la misma jurisdicción del departamento de Bolívar al
cual estaba adscrito administrativamente esta territorialidad del extremo sur de sus
límites, ya podrán imaginar cómo era el desconocimiento y desinterés del gobierno
central ubicado en Bogotá, en el centro de la zona andina del país. Esta ausencia o
precariedad de planes o proyectos para la incorporación o integración del sur de
Bolívar al conjunto de la región Caribe también se percibe en la elaboración de los
estudios académicos, ya técnicos o sociales.
En el libro El Río Grande de la Magdalena (1981), de Eduardo Acevedo Latorre, se
presenta una descripción geográfica del recorrido del río a partir de los siguientes
5 tramos:
• El primero desde su nacimiento hasta Neiva - 221 kms - definido como torrentoso
y juvenil.
• El segundo tramo desde Neiva hasta La Dorada – 418 kms - lo llama Alto
Magdalena o de las praderas y rocas.
• El tercer tramo de La Dorada a Bodega Central – 386 kms - lo define Magdalena
Medio o selvático.
• El cuarto va de Bodega Central a Calamar – 403 kms – y lo llama Bajo Magdalena.
• El quinto tramo de 112 kms lo ubica entre Calamar y Bocas de Ceniza y lo
define como El Delta.
40 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Como puede apreciarse, este recorrido por el gran río se realizó por la vía del brazo de
Gamarra y no incluyó al brazo de Morales, situado entre el occidente de esta isla fluvial
y la ribera izquierda del río Magdalena. Con esta visión del valle del Magdalena se
excluyó al espacio físico y social correspondiente a la histórica zona del sur de Bolívar.
Tal vez este olvido o desconocimiento se deba a que, desde 1896, la ruta del transporte
comercial y formal del río no se hiciera por el brazo de Morales, pues el mayor caudal
de sus aguas se había desviado hacia el de Gamarra a fines del siglo XIX ocasionando el
abandono de la gran navegación por las riberas del sur de Bolívar tradicional.
Para el aspecto que interesa a esta reflexión histórica, se citarán pocos casos como
el del historiador Eduardo Posada Carbó, en su texto “Progreso y estancamiento
1850-1950” (1994) sobre la economía en el Caribe antes de 1950, en él habla de
un sur de Bolívar alrededor de Montería donde existen grandes hatos de ganado y
cultivos agroindustriales. Para este autor pareciera no existir otro sur sino aquel de
prosperidad agraria situado en las sabanas del Sinú, al occidente del entonces Gran
Bolívar. Otro tipo de estudios sobre subregiones vecinas a la jurisdicción de Simití
tampoco logran incluirlo en sus consideraciones. Se alude aquí a la obra de Orlando
Fals Borda sobre Historia doble de la Costa, en particular el volumen I sobre Mompox
y Lobaen el cual se dedica a sustentar el carácter señorial y esclavista de la sociedad
momposina destacando la formación de haciendas agrícolas y ganaderas, así como
las actividades mercantiles y de contrabando. No se refiere a la dinámica social y
económica que generó en Mompox la minería del oro explotada en los montes de
Guamocó y en la serranía de San Lucas, pues muchos de los capitales de los ricos
hacendados y comerciantes momposinos derivaron de su presencia como señores de
cuadrilla en estas minas y en las de la provincia de Antioquia5.
Una posible explicación a este vacío historiográfico sobre el pasado del actual sur de
Bolívar puede relacionarse con varias situaciones. Las primeras de ellas, con realidades
concretas como el poco atractivo que suscitó a partir de la decadencia económica
y demográfica que comenzó desde la primera mitad del siglo XVII cuando finalizó
el ciclo productivo de las minas de Guamocó y San Lucas;también, su complicada
geografía de montañas selváticas, sus tierras bajas inundables y cenagosas, las
enormes distancias y difíciles vías de comunicación provocaron una débil articulación
de estos vastos territorios de frontera con Cartagena y otros principales centros
urbanos del departamento de Bolívar y del país. Haciendo referencia a las crisis
mineras en la explotación del oro, el historiador Hermes Tovar (1997) afirma que
“aquello que no daba provecho era abandonado (p. 112). De tal modo pareciera
5
La historiadora Ivonne Suárez, en su texto Oro y sociedad colonial en Antioquia
1575 – 1700, momposinos en calidad de encomenderos, propietarios de minas y
comerciantes en Guamocó y Simití. También Germán Colmenares. Historia
económica y social de Colombia – I,1537-1719. Bogotá, Tercer Mundo y otros, 1997,
5ª ed. P. 297-298.
41
que los estudios sobre el pasado heredaran esta condición o decisión de abandonar
o excluir el conocimiento de aquellas pequeñas sociedades visualizadas como de
escasa importancia económica, que poco aportaban al proceso de formación de las
regiones y del estado nacional. Prisioneros de esta cultura política, el problema se
ahonda con un segundo tipo de situaciones que tienen que ver con la precariedad y
fragmentación de las fuentes documentales, lo cual hace que este territorio se torne
aún más invisible a la mirada de los investigadores sociales del pasado y el presente.
El segundo tipo de miradas se han elaborado ‘desde adentro’ mismo de la sociedad
sur bolivarense. Partiendo de sus propias condiciones de existencia en torno a la
conservación de una vida digna y del desarrollo de prácticas sociales organizativas,
fueron tejiendo una narrativa colectiva enunciando sus necesidades básicas
insatisfechas y a la ausencia o precariedad del Estado en sus localidades. El diálogo
entre todas las Juntas de Acción Comunal de cada vereda, de cada corregimiento, en
cada cabecera municipal fue construyendo con el tiempo una red social con sentido de
integración y pertenencia territorial. Del conocimiento de su realidad social particular
se generó la conciencia de que ellos eran parte constitutiva del conjunto nacional.
Colonos campesinos y mineros de la serranía de San Lucas y sus estribaciones, así
como los labriegos y pescadores de los asentamientos ribereños, se pensaron a sí
mismos como pobladores de una territorialidad abandonada de la atención estatal6.
De esta experiencia política colectiva surge la elaboración de un texto con sus
demandas por servicios públicos como educación, salud, vías de comunicación y
transporte, acueductos y electrificación, el respeto y la defensa de la vida. Dicho
texto puede y debe leerse como una carta de reclamo hacia el Estado por el derecho
a una ciudadanía integral. En 1985, como sociedad campesina y minera organizada,
sus pobladores decidieron emprender una marcha hacia Cartagena, sede del poder
departamental. El río Magdalena y las carreteras de fuera de la región fueron los
escenarios físicos por donde se movilizaron unas 7.000 personas que ondeaban
las banderas tricolores de Colombia, las blancas de la paz, los carteles y pancartas
que ante los pueblos del Caribe y del resto del país visibilizaron su existencia como
sociedad. A través de sus consignas escritas decían quiénes eran, de dónde venían,
por qué marchaban y hacia dónde iban. Con esta movilización social se enarboló
públicamente el nombre del sur de Bolívar como elemento de identidad social, política
y espacial. Diversos medios de comunicación, regionales y nacionales, mostraron
con imágenes y notas de redacción a este conglomerado humano cohesionado
que marchaba nombrando su existencia y la necesidad de reconocimiento social
y atención política ante el conjunto de la nación. Ahí, en esa acción colectiva de
6
Los testimonios sobre las marchas campesinas del sur de Bolívar así lo expresaban
en ese entonces. Ver: Restrepo, G. (1994). “San Pablo”. En: Murillo, A. y otros. Un
mundo que se mueve como el río. Historia regional del Magdalena Medio. Bogotá.
ICAN-COLCULTURA-PNR. 1994. Pp.242-244.
42 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
7
Ver artículos de prensa en El Universal de Cartagena en las declaraciones sobre la
marcha campesina de 1985 y El Colombiano, Medellín, mayo de 1996.
43
Bolívar mirándose a sí mismos valoraron que esta definición geo-política pasaba por
considerar ciertas diferencias y expresaron
que en la práctica existen dos sur: el sur sur integrado por los municipios de San
Pablo, Simití, Santa Rosa del sur, Morales y Río Viejo, y el sur norte conformado por
los municipios de Barranco de Loba, San Martín de Loba, San Fernando, Margarita,
Mompox, Talaigua Nuevo, Magangué, Pinillos y Achí (Ramírez del Valle, S.F., p. 2).
Desde el siglo pasado, en 1868, las leyes que ordenaron la administración política del
entonces Estado soberano de Bolívar, determinaron que sus territorios ubicados en la
parte oriental del río Cauca –en los que actualmente están contenidos los pueblos de
Achí, Pinillos y Tiquisio– fueran desagregados del distrito de Talaigua y se agregaran
al de Magangué (Corrales, 1999).
Con este apunte se pretende resaltar cómo las identidades espaciales de hoy tienen
sus raíces en territorialidades históricas surgidas de diversas formas de interrelaciones
sociales e intercambios mercantiles, unas y otros en relación con el espacio geográfico
en el que interactúan. En este caso concreto de los dos sur de Bolívar, puede advertirse
que quizás las decisiones del centro del poder regional del siglo XIX retomaron el nicho
de los espacios coloniales para decidir el nuevo ordenamiento político-administrativo
de sus tareas republicanas. Después, en el siglo XX, se reeditó este hilo de continuidades
en las divisiones territoriales, asignándoles nuevos significados y representaciones
de acuerdo con las herencias del pasado y con los cambios sociales y culturales
experimentados en el contexto de nuevas redes de poder y de relaciones económicas.
Las diferencias expuestas en 1990 sobre un sur-norte y un sur-sur no resultan
arbitrarias si consideramos que tienen sus raíces históricas en el período colonial y
quizá, incluso, desde los antiguos cacicazgos de los pueblos precolombinos como lo
fueron los de Mompox y Simití. El sur - norte de hoy se corresponde con lo que el
maestro Orlando Fals Borda llamó las Tierras de Mompox y Loba con una topografía
de laderas ribereñas, sabanas y algunas estribaciones de la Serranía de San Lucas
que terminan en los pueblos de Loba y Pinillos; en sus espacios se desarrolló la gran
hacienda de producción ganadera y agrícola que tuvo como epicentro político y
comercial a la villa de Santa Cruz de Mompox. Mientras que el sur - sur se relaciona
hoy con esos vastos territorios montañosos y ribereños que desde el período colonial
y hasta comienzos del siglo XIX estuvieron bajo la jurisdicción política y administrativa
de la ciudad de San Antonio del Toro de Simití; posesión española que data de
1537 (Bastidas, 1956) y cuya función urbana estaba destinada al control fiscal de la
economía del oro y del comercio vinculado a dicha minería, así como a garantizar
la supervivencia del grupo español. Por este motivo se explica la asignación de su
título de “ciudad” en el ordenamiento jerárquico de los espacios urbanos coloniales,
dado que la producción aurífera constituyó el principal eje estructurador de la
economía neogranadina, el más importante y necesario para la metrópoli española
44 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
8
La localidad de Simití pertenece al universo ambiental y cultural ribereño así no se
comunicaba con el río a través del brazuelo del mismo nombre. Ciénaga y brazuelo
de Bolívar.
45
Peñón, Arenal, Río Viejo y Regidor. Se está, entonces, ante otra nueva resignificación
y reconfiguración al interior del mismo territorio sur bolivarense, construida alrededor
de la identificación de problemas comunes a los cuatro municipios como la salubridad,
el alumbrado eléctrico y la falta de vías; a la vez se refieren a esa identidad cultural
compartida: la de los asentamientos ribereños (Samudio, 2008). Esta propuesta nos
indica que el sur de Bolívar es un territorio dinámico en su interior y que se expande a
sí mismo de acuerdo con las relaciones sociales y culturales con áreas vecinas. En este
caso se advierte la inclusión de El Peñón, perteneciente tradicionalmente a las Tierras
de Loba, pero que la idea de ‘la comarca’ lo incorpora en tanto que comparten un
espacio geográfico de carencias, de sociabilidad y parentesco.
46 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Tanto estos factores geográficos como la dinámica social del poblamiento, vinculados
ambos a la búsqueda de recursos vitales, hicieron del Caribe una región heterogénea
tanto espacial como socialmente.
El espacio físico de un territorio se transforma con el paso del tiempo a través de las
diversas prácticas desarrolladas por los grupos humanos asentados en él. Considerar
la espacialidad de un territorio no trata sólo de su geografía como dato físico, sino
que se la piensa como un escenario de su historia social y cultural. En este sentido,
son necesarios los aportes de otras disciplinas del conocimiento como la historia, la
economía, la política, la antropología, entre otras, clave para su estudio.
Partiendo de este enunciado se presentará la idea de dos ambientes geográficos
constitutivos del sur de Bolívar: el del valle del río Magdalena y el de las montañas
de la serranía de San Lucas y los montes de Guamocó. Sobre estos dos espacios
se presentará una mirada geográfica e histórica de tal manera que se permita
comprender las continuidades y cambios en sus sociedades desde el pasado hasta
la actualidad. Tanto la serranía de San Lucas como el río Magdalena constituyen dos
ejes geográficos estructurantes de la territorialidad del sur de Bolívar y de los diversos
procesos históricos derivados del poblamiento de sus espacios a través del tiempo.
Estudiar ambas espacialidades de manera separada es una opción metodológica que
permite una exposición más comprensiva del todo y sus partes. Con esta decisión no
se niegan las relaciones que han existido entre uno y otro espacio donde han anidado
gentes provenientes de tantos lugares y en diferentes tiempos. Sin embargo, a pesar
de que dichas relaciones han estado trazadas por una dinámica social y económica,
especialmente mercantil, tanto el mundo de la serranía como el ribereño configuran
dos universos simbólicos diferentes, asociados a matrices socio-culturales diversas:
la del Caribe, que fluyó a lo largo del río Magdalena y su red de ciénagas, brazos y
caños; y la del interior andino, que se reprodujo en la serranía sur bolivarense a través
de los colonos campesinos.
Es posible que nuevas preguntas derivadas de estudios culturales sobre relaciones
de familia, parentesco y vecindario entre las sociedades ribereñas y las serranas
brindarán resultados de otras formas de interacciones más allá de la economía y de
las organizaciones sociales que los han relacionado para interactuar frente al Estado,
y lograr reivindicar sus intereses ciudadanos y la defensa de los derechos humanos;
así mismo, las experiencias vividas a partir del conflicto armado en sus pueblos y
parcelas les ha llevado a tender puentes de relacionamiento colectivo en defensa de
la vida digna y en paz.
En muchas décadas de sus vidas, a los pobladores del sur de Bolívar –así como otros
colombianos en otras regiones– les ha tocado sobrevivir en medio del fuego cruzado
de diferentes actores armados, ilegales y legales, que se disputan bélicamente el
control y dominio territorial. A pesar de la agudización de este conflicto que atraviesa
47
todo el tejido social desde 1980 aproximadamente, es posible enunciar que, en
contravía a su desestructuración social, las formas de las organizaciones comunitarias,
sus objetivos y prácticas políticas han sido las vías no institucionalizadas que han
logrado integrar a pobladores ribereños con campesinos y mineros de la serranía;
ellos se han unido desde la diversidad para construir su identidad y pertenencia a
un territorio, a pesar de que él aún no se halla conectado débilmente en su espacio
físico interior debido a las precarias vías de comunicación. Sin embargo, esta vía
organizativa popular ha debido afrontar con dificultades la presencia de diferentes
proyectos económicos, sociales y políticos que desde el 2000 intentaron imponer
coercitivamente la adhesión de las comunidades a intereses particulares de un grupo
social minoritario representado por terratenientes, comerciantes, entre otros, e,
incluso, por autoridades locales.
El espacio ribereño
En el sur de Bolívar –así como en otras zonas del país– el río Magdalena significó el
origen natural y ancestral de sus primeros asentamientos, representando la historia
matria de sus localidades ribereñas; también fue el eje de referencias de la llegada de
aquellos migrantes o desterrados que se adentraron hacia sus espacios montañosos.
Los estudios del Instituto Geográfico Agustín Codazzi se refieren al valle del río
Magdalena como una vega de formaciones aluviales recientes, con un área de tierras
planas anegadizas en las fuertes temporadas lluviosas que, durante cuatro meses en
promedio, afectan el habitual desenvolvimiento de sus pobladores. Además, esta
zona ribereña tiene un alto nivel de irrigación fluvial porque muchos ríos y quebradas
que nacen en las montañas descienden al valle y desembocan en el Magdalena
formando una red hidrográfica de drenaje deficiente. Las ciénagas configuran otro
cuerpo de aguas todas ellas situadas en el entramado hídrico del valle del Magdalena,
alimentadas por el caudal de quebradas y ríos que nacen en la serranía. Son ellas la
de Bija, en San Pablo, Las Leguas, en Cantagallo; Simoa, Betumen, Padilla y Puerto
Rico, en Morales; y la de Simití y la de Morrocoy, en Arenal.
Esta condición física, unida a las inundaciones estacionales, determina un medio
anfibio inestable debido a las cambiantes condiciones naturales. En épocas secas estos
terrenos aluviales se utilizan en una agricultura de subsistencia y ganadería extensiva
en medianas parcelas, mientras que la pesca es la más importante y tradicional
actividad de los ribereños.
Diversos tipos de vegetación se encuentran a lo largo y ancho de las riberas de relieve
plano del valle así: en sus sabanas o llanuras se dan plantas gramíneas y algunos
árboles; en sus playones se encuentran cardones y trupillos; en zonas de pantanos hay
taruya y tapones; y en las pequeñas islas fluviales hay bosques secundarios. Todo este
paisaje de ‘tierras bajas´ corresponde a una zona tropical de “tierra caliente” con una
48 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
temperatura media de 28 grados centígrados y una altura sobre el nivel del mar de 60
metros en promedio (Instituto Geográfico Agustín Codazzi- [IGAC], 1982).
Durante el período colonial y en el siglo XIX, varios viajeros que recorrieron el río
comentaron sobre el carácter espontáneo y disperso del poblamiento a lo largo del
valle del río Magdalena, especialmente entre Tamalameque y Honda. En 1609 el
jesuita evangelizador Gonzalo Lyra, citado por Briceño (1984) decía: “Todo este
gran espacio de tierra... es poco habitada por indios, porque la gran espesura no da
lugar ni a la habitación, ni a las labranzas y ganados” (p. 25). Otros testimonios de
miembros de esta comunidad religiosa coinciden en hablar de las orillas del río como
áreas selváticas y de matorrales espesos, de animales peligrosos como los cocodrilos,
tigres, culebras y mosquitos, y de otros más graciosos como los abundantes micos,
pájaros y garzas (Briceño, 1984).
Poblamiento ribereño
1. Pueblos originarios
De acuerdo con los estudios de la antropóloga María Teresa Arcila, los asentamientos
ribereños indígenas del sur de Bolívar pertenecían a la etnia Malibú, entre ellos se
encontraban los simitíes organizados en 1.000 bohíos, bajo el mando del cacique
Simití y eran el pueblo más densamente poblado de este territorio (Melo,1977).
Eran agricultores, pescadores y cazadores e intercambiaban sus productos con
otros grupos nativos situados en las tierras del actual municipio de Zambrano. De
acuerdo con los testimonios orales, Arcila referenció otro grupo nativo antes de
la conquista española, era el de los simoítas ubicados alrededor de la Ciénaga de
Simoa; igualmente tuvo noticias de un pueblo al mando del cacique Orosí en el
pueblo de Norosí, así como la existencia de un poblado de indios Menchiquejos en
el actual municipio de Río Viejo. En la actual localidad de Cantagallo se habla de la
presencia de grupos indios Yariguíes procedentes de las selvas del Opón y el Carare,
en la banda oriental del río, que se asentaron allí en la época colonial en actitud de
resistencia a la colonización.
La autora advierte sobre la escasez de estudios arqueológicos en este territorio y sobre
las pocas referencias de los cronistas de la conquista y otros estudios académicos, lo
cual le permite inferir sobre la precariedad de estos asentamientos y su baja densidad
demográfica si se les compara con otras regiones neogranadinas. Sin embargo, Murillo
y Arcila (1991) afirman que “los registros de encomiendas de indios para dedicarlos
al trabajo en las minas y a la boga del río hablan de la presencia de poblaciones
indígenas que probablemente se hallaban dispersas” (pp. 14-21). Encomenderos y
curas doctrineros abusaron del servicio personal de los indígenas y debido a ello se
diezmaron estos pueblos nativos.
49
Los jesuitas viajeros del siglo XVII comentaron que los indios que habitaban la margen
izquierda eran más hospitalarios, de buenas costumbres y apacibles pero que estaban
en decadencia por los arduos trabajos a que fueron sometidos en las minas y en la
boga. Eran ellos los malibúes, diferentes a los guerreros flecheros como los chimilas,
carares y yaregüíes de la banda oriental del río.
A finales del siglo XVIII, en 1778, sólo quedaba el resguardo de los indios de Tablada
o Tablar, ubicado en una isla del brazuelo de Simití; allí estuvieron reducidos en
condiciones de aislamiento, pobreza e insalubridad y por esta situación apelaron
directamente al gobierno de Santa Fe de Bogotá para que les trasladaran a un sitio
más seguro y comunicado. Lograron su cometido y fueron agregados al sitio de
Badillo, donde convivieron con otros grupos sociales –pocos blancos y mestizos–
que allí se encontraban asentados (Archivo General de la Nación, S.F.). Para fines
del período colonial, el censo de 1780 registró en Tablada, identificado como
pueblo de indios, existían 535 habitantes: 180 indígenas, 288 mestizos, 65 blancos
(así se llamaban a gentes venidas de España y sus hijos), un esclavo y un clérigo
(Tovar et al., 1995).
2. Pueblos de la Colonia
Una de las avanzadas españolas por el río Magdalena fue la de Antonio de Lebrija, de
las huestes de Gonzalo Jiménez de Quesada, que partió desde Santa Marta a lo largo
del río Magdalena hacia el interior andino (Bastidas, 1956). Lebrija tuvo contacto con
nativos de Simití y por ellos tuvo noticias de la riqueza aurífera en la serranía de San
Lucas. En consecuencia, sometió a los simitíes a su dominio para luego ‘fundar’ un
asentamiento colonial sobre este poblado indígena. Le llamó San Antonio del Toro de
Simití y su nombre representó la implantación de un nuevo orden en la existencia de
los pueblos originarios, convertidos entonces como tributarios de la Corona española.
Desde los puertos del Caribe hasta Honda, en el interior del país, los indios bogas
debían transportar en bongos y champanes a funcionarios civiles, clérigos y mercancías,
en largas y duras jornadas de viaje tanto de ida como de vuelta. Este trabajo de la
boga fue una de las principales causas de su pronta extinción o merma demográfica;
por tal motivo, desde 1650 el gobierno colonial permitió la introducción de africanos
esclavizados para que aprendieran este oficio de los nativos y les relevaran.
De acuerdo con los datos demográficos aportados por el censo de 1780, a fines del
período colonial existían 341 indígenas en la zona ribereña del distrito de Simití,
distribuidos así: 37 en la ciudad de Simití, 43 en el sitio de Morales y 135 en el
pueblo de San Pedro de Tablada (Tovar et al., 1995). Algunos de ellos no fueron
registrados en las visitas oficiales porque huyeron de sus pueblos y se dispersaron a
lo largo del río viviendo en rústicos caseríos lejos del control de las autoridades, o
arrimándose a otros poblados.
50 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
51
sublevación por el incumplimiento de la promesa de libertad de su amo, las acciones
de tal rebelión impactaron a otros sitios como Río Viejo, San Pedro Regidor, Morales;
incluso más adentro, hasta Arenal, Norosí y San Martín de Loba (Murillo, 2007).
El censo de 1780, elaborado en la provincia de Cartagena, nos habla de la presencia
y distribución de los esclavos en varias localidades ribereñas que sumaban un total
de 327. Fueron Norosí con 161 esclavos y Simití con 157 las poblaciones con mayor
cantidad de ellos, mientras que en Morales sólo había 8 y en el pueblo de Tablada
vivía uno solo (Tovar, 1997).
En los comienzos del siglo XVII, también llegaron blancos pobres que se ubicaron a
orillas del río, al margen de la minería y de los circuitos mercantiles del establecimiento
colonial. Fue el caso del poblado surgido en 1610 en la gran isla fluvial de Morales
donde predominó un mestizaje hispano-indio que dio lugar entre sus habitantes al
imaginario de un origen y pertenencia étnica ‘blanca’; para entonces se definían a sí
mismos como mestizos de color blanco. Por ser asiento de una mayoría de vecinos
libres y mestizos, a Morales se le denominó como sitio adscrito a la jurisdicción de la
ciudad de Simití.
Para finales del siglo XVIII, Morales contaba con 534 habitantes, de entre los cuales
había 58 blancos, 439 mestizos, 43 indios y 8 esclavos (Tovar, 1997); la mayoría de
sus gentes se dedicaron a labores de labranza agrícola, a la pesca, cría de gallinas y
cerdos, así como al mercadeo de sus productos en lugares vecinos y con los viajeros
que navegaban por el río, pues su puerto era un lugar de escala que brindaba
abastecimiento de alimentos y de trabajo libre en la boga. Para esa misma época,
Fray Juan de Santa Gertrudis (1956), en en su viaje por el río lo exaltaba diciendo:
Yo sólo contaré los pueblos en donde puedo contar alguna cosa rara. Y empezando
por el pueblo de Morales digo que es el mejor de cuantos tiene el río. Fundado él en
una buena loma. Aquí nos regalan un racimo de plátanos hartones, que no he visto
otro semejante. (pp.68-69)
Estas actividades económicas les proporcionaron su autoabastecimiento y algunos
excedentes, un sentido de autonomía y el surgimiento de una incipiente élite local
que aunó el apoyo comunitario para comenzar en 1773 un proceso de disputas y
rivalidades con el gobierno de la ciudad de Simití. A estos funcionarios coloniales
los vecinos de Morales los percibían como autoritarios y tiranos por los mecanismos
de fuerza y maltrato utilizados en el control de su libertad de comercio en el río,
en el cobro de tributos a sus ventas y en la obligación de reclutamiento masculino
para las milicias de la ciudad. Otra de las causas del malestar de los moraleros era
el abandono y desprecio del gobierno de la ciudad que los visualizaba como de
menor rango social considerando su vida de labriegos en sus parcelas como inferiores
al estilo de la vida urbana. Por todas estas razones se dirigieron al virrey para que
52 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
53
3. Río, navegación y comercio: siglo XIX
54 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
En las zonas ribereñas del sur de Bolívar se comenzó a cultivar tabaco principalmente
en la isla de Morales, en la hacienda concedida al alemán Juan Bernardo Elbers en
contraprestación a sus actividades pioneras en la navegación a vapor; también los
pobladores nativos se dedicaron a estos cultivos en sus parcelas. La navegación y
la economía tabacalera ribereña suscitaron migraciones hacia los pueblos ribereños
del sur de Bolívar de gentes provenientes de las Tierras de Loba y Mompox cuyo
asentamiento engrosó a las comunidades campesinas de orillas del río. Esta migración
humana de mediados del siglo XIX significó una nueva forma de conexión social y
cultural entre Mompox y el sur de Bolívar, dado que aquellas relaciones comerciales
de tiempos de la Colonia entre ambos espacios se habían desdibujado a raíz de la
merma del caudal de las aguas que pasaban por el puerto momposino, lo cual devino
en decadencia y pérdida de su liderazgo en el conjunto regional y nacional9.
De nuevo fue Morales la más próspera población ribereña del sur de Bolívar en el siglo
XIX, configurándose en esta época como el centro económico de esta zona geográfica
intermedia en el tránsito fluvial y comercial entre Barranquilla y Honda (10). Sin dejar
de ser pescadores, los moraleros se dedicaron al cultivo del tabaco y al cuidado
del caney, mientras que en el centro urbano se instalaron dos agencias extranjeras–
estadounidense, una y alemana, otra– que compraban la hoja de variedad cubita a
los cosecheros y previa selección y clasificación la embarcaban en champanes rumbo
a su exportación (Murillo y Arcila, 1991). En 60 años su población casi se cuadruplicó,
pues de 1.094 habitantes en 1851 pasó a tener 3.979 habitantes en 1912. El auge
económico y el crecimiento demográfico le permitieron a Morales obtener la categoría
municipal en 1886, la cual pierde en 1912 cuando decae su importancia –al igual que
Mompox, 70 años atrás– debido a que el río Magdalena de nuevo desvió su mayor
caudal, en este caso hacia el brazo de Gamarra y entonces el brazo de Morales no fue
propicio a la navegación de los grandes barcos de vapor por la falta de profundidad
de su cauce. Mientras tanto, el puerto de Regidor, ubicado al norte de la subregión,
9
El Río Magdalena fue navegable en tiempos de la Colonia y hasta 1850 por el
brazo de Mompox, por este motivo se dio en este puerto llamado Villa de Santa Cruz
de Mompox una gran riqueza material y cultural así como su notable importancia
comercial. Cuando el torrente del río se desvió hacia el sur, por el brazo de Loba,
Mompox decae como puerto y muchos de sus habitantes se ven obligados a migrar a
otros lugares como el sur de Bolívar donde no sólo se establecen como campesinos
ribereños sino también en calidad de artesanos. Particularmente en Morales puerto
importante para el comercio de importación y exportación desde 1870 cuando se
construyó el primer ferrocarril que la unía a Sabanilla en el mar Caribe. Luego en
1893, con la construcción del muelle de Puerto Colombia, “la puerta de oro de
Colombia” hacia el mundo.
10
Barranquilla comienza a ser puerto importante para el comercio de importación
y exportación desde 1870 cuando se construyó el primer ferrocarril que la unía a
Sabanilla en el mar Caribe. Luego en 1893, con la construcción del muelle de Puerto
Colombia, “la puerta de oro de Colombia” hacia el mundo.
55
resultó favorecido por la navegación y los intercambios mercantiles en esta época,
debido a su cercanía al brazo de Gamarra, porque precisamente allí en Regidor tiene
lugar la división del río en dos brazos, a la izquierda, el de Morales y a la derecha, el
de Gamarra. Igual suerte tuvieron San Pablo y Cantagallo, ubicados en el extremo sur,
porque continuaron como proveedores de madera a los barcos, como trabajadores
en la boga de embarcaciones menores como los champanes y seguían vendiendo
alimentos, comidas y frutos a los viajeros que arrimaban a sus puertos.
A pesar de este decaimiento comercial y de la gran navegación, a finales del siglo
XIX los pobladores del río comenzaron otra nueva actividad económica que les
permitió seguir vinculados al mercado de exportación del país, cuando el café relevó
al tabaco en su protagonismo económico. Se trató de aquellas faenas relacionadas
con la extracción de la fauna y la flora nativas del ambiente selvático y tropical que
circundaba a sus pueblos: maderas finas, pieles de caimán y de tigre, plumas de
garzas, plantas medicinales e industriales como la raicilla, palo mora, perillo o caucho
y canime. Sus gentes las extraían y se las vendían a comerciantes barranquilleros
que llegaban a estas riberas con el fin de exportarlas a los mercados europeos y
norteamericano. Este negocio se prolongó durante las primeras décadas del siglo
XX con todo el libre albedrío que requerían los codiciosos comerciantes y sin que
interviniera ningún control institucional que estableciera alguna racionalidad a esta
devastación de la flora y la fauna lugareñas, que – paradójicamente –, se constituyó
en una forma de vida y supervivencia (Murillo y Arcila, 1991). En pueblos como San
Pablo todavía hasta 1940 pervivía este tipo de economía extractiva como una forma
de mantenimiento de sus pobladores raizales (Restrepo, 1991).
Después de la independencia de España, a través del río Magdalena circularon
embarcaciones livianas y de mayor calado como los barcos de vapor, además, mercancías
y comerciantes de dentro y de afuera del país, viajeros nacionales y extranjeros,
funcionarios públicos y eclesiásticos. También circularon las ideas del liberalismo
republicano que promulgaban la formación de ciudadanía, la libertad de comercio, de
la esclavitud, la eliminación de las trabas del pasado colonial a la economía como los
estancos del tabaco y el aguardiente, entre otras muchas ideas modernas. Este ideario
tocó las conciencias de los pobladores del río que optaron por adherirse al partido
liberal, recién creado en 1850. De entre estos pobladores fueron los bogas, hombres
negros y mulatos, en su calidad de navegantes, los portadores de estas ideas, dado que
en su condición de esclavizados fueron beneficiados con su liberación y porque además
eran quienes más entraban en contacto con aquellos viajeros ilustrados.
No todo fue estancamiento en el sur de Bolívar al finalizar el siglo XIX porque se
fundaron nuevos asentamientos rurales en su espacio. Por ejemplo, en la isla de
Morales surgieron Buenavista y Las Pailas, producto del desplazamiento de habitantes
de la cabecera municipal durante la guerra de los Mil Días (1899 – 1902) cuando
56 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
fueron acosados por las fuerzas oficiales debido a la filiación liberal de esta población
(I. Senegal, comunicación personal, 1991). En Morales y Río Viejo, cuyo pueblo fue
incendiado, se narran historias de esta guerra que impactó a las poblaciones ribereñas
del sur de Bolívar y del país, todas ellas afectadas por esta disputa entre liberales y
conservadores dado que el río Magdalena se configuró como un corredor estratégico
para el control militar de uno y otro bando político y sus respectivas guerrillas.
Otro nuevo poblado fue Canaletal, originado por el asentamiento de gentes del bajo
Magdalena que subieron por el río y decidieron vivir allí en calidad de pescadores
y agricultores en lugar de continuar su ruta hacia Puerto Wilches, donde se estaba
requiriendo la llegada de trabajadores que desmontaran las tierras selváticas para dar
vía a la construcción del ferrocarril de Santander (Murillo y Arcila, 1991).
Las leyes sobre ocupación de baldíos de 1874 y 1882 dictadas por el gobierno
colombiano pretendieron estimular la agricultura en terrenos baldíos a través de
concesiones de tierra para quienes quisieran cultivarlos (Le Grand, 1988). A partir
de esta posibilidad de acceso a parcelas, desde 1901 al valle ribereño del sur de
Bolívar llegaron varias familias de campesinos pobres que habían sido desalojados
de sus tierras debido a un nuevo ciclo de concentración y privatización de tierras
a favor de las haciendas ganaderas en las sabanas del río Sinú, del San Jorge y de
la Depresión momposina.
A la vez las élites gobernantes del Caribe dispusieron de terrenos baldíos ribereños
para venderlos a compañías extranjeras como la Colombian India-Ruber Explotation
Company Limited, en 1907, y The Colombian Railways & Navegation Co. Ltda., en
1925. Ambas compañías pronto resultaron con títulos de propiedad y entre ellas y los
recién llegados campesinos comenzaron problemas de límites y posesión por la tierra.
Después de los litigios representados en demandas y quejas ante el Ministerio de
Obras Públicas, el gobierno favoreció a los poseedores nacionales (Archivo General
de la Nación, S.F.).
Otros reclamos campesinos sucedieron a principios de siglo ante las apropiaciones
individuales usurpadas a sus parcelas localizadas en la isla de Morales (municipio
de Bodega Central en ese entonces) y en terrenos de Simití (Archivo General de la
Nación, S.F.).
Por otro lado, la construcción de vías férreas en Santander, así como la explotación
petrolera en Barrancabermeja y Campo Casabe en Yondó- Antioquia, fueron más
un factor de despoblamiento de las riberas del sur de Bolívar dado que muchos de
sus habitantes migraron a estos nuevos frentes de trabajo que a principios del siglo
XX constituyeron referentes de modernización de la economía colombiana y una
posibilidad de vinculación laboral estable y remunerada.
57
El éxodo de los sur bolivarenses estuvo más dirigido hacia Barrancabermeja, el lugar
de arribo más deseado en la medida que la empresa estadounidense Tropical Oil
Company iba ampliando su demanda laboral en proyectos de explotación y refinería
de hidrocarburos. Hasta este centro petrolero – modelo de economía de enclave
capitalista en Colombia - se trasladaron con las costumbres y creencias de sus lugares
de origen, y una vez instalados allí se asociaron en ‘colonias’ de paisanos que tejieron
lazos de interacción y solidaridad con sus pueblos en aras de conservar su identidad,
particularmente asociada a la celebración de sus tradicionales fiestas patronales.
La exploración de crudos se expandió también al sur de Bolívar, específicamente en el
corregimiento de Cantagallo. Años antes, en 1925, existió un proyecto de explotación
agrícola y ganadera en manos de la Compañía Colonizadora de Cantagallo de capital
antioqueño; luego, en 1938, se hizo una concesión privada de baldíos para explorar
petróleo, pero fue en 1941 cuando se iniciaron tales exploraciones con resultados
positivos en manos de la empresa norteamericana Socony Vacuum Oil Company.
Desde entonces el antiguo caserío ribereño se trasformó en un campamento minero
de rudimentaria construcción para albergar la maquinaria y a los muchos trabajadores
que llegaron desde varios pueblos del Caribe, sobre todo de la empobrecida zona
momposina, y de Santander. Diez años después, la Socony le vendió su campo de
producción a la empresa anglo-holandesa Shell que desde 1938 explotaba petróleo
en Campo Casabe. Allí en Cantagallo la Shell se instaló hasta 1960 cuando revirtieron
sus concesiones al Estado. Durante estos casi 20 años de explotación petrolera en
manos del capital extranjero los escasos habitantes del pueblo, dedicados a la pesca
y a cultivos de subsistencia, quedaron al margen de la prosperidad económica que
sugería este microespacio de desarrollo capitalista; por esta razón se puede decir que
en esta localidad existió una precaria “sociedad de enclave” ubicada en los confines
del sur de Bolívar. Después de 25 años de pobreza y estancamiento, la producción
petrolera en Cantagallo fue retomada en 1985 por Ecopetrol, constituida desde 1951
como una empresa de capital nacional (Murillo y Arcila, 1991).
A partir de 1950 todas las localidades ribereñas del sur de Bolívar experimentarán
nuevas situaciones culturales y conflictos desconocidos por sus comunidades. La
violencia política abanderada por los partidos políticos tradicionales desde 1946 en el
territorio nacional, tuvo entre sus móviles la desconfiguración del mundo campesino
y de la vida pueblerina donde se jugaban intereses económicos vinculados al capital
agrario y comercial. El detonante fue el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán,
quien contaba con amplia aceptación de sectores populares filiados al partido liberal,
e incluso muchos conservadores veían en este personaje una posibilidad de salir de
la marginalidad y el abandono en que se hallaban sumidos. Este evento del 9 de abril
de 1948 partió en dos la vida política del siglo XX colombiano. Guerrilleros liberales
y grupos paramilitares conservadores, llamados ‘chulavitas’, se confrontaron en una
guerra social que devastó principalmente a campos y pueblos de las regiones del
58 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
59
esa otra sociedad diferente, diversa en prácticas y sentimientos asociados a la cultura
andina. No sólo sucedieron encuentros y desencuentros entre estos dos imaginarios
socioculturales casi contrapuestos, sino que además se alteraron las pautas de
convivencia ribereña cuando los conflictos sociales se resolvieron de manera violenta
por la disputa de tierras, de recursos y de territorialidades bélicas. Este nuevo orden
social asociado a la guerra se infiltró entre calles, familias y negocios de los puertos
tradicionales. Desde 1980 debieron entonces coexistir con diferentes actores armados,
con otras formas de economía ilegal, con otras formas de lenguaje y silencio, con otras
formas de control social y político. A su vez recrearon la vida con nuevas organizaciones
sociales y culturales para defender el derecho a la ciudadanía y a la vida en paz.
El espacio serrano
La cordillera Central es una de las tres cadenas montañosas del sistema andino que
nacen en el Macizo colombiano, también llamado Nudo de los Pastos, en el sur
occidente del país. Esta cordillera Central recorre el occidente del país de norte a sur,
entre los ríos Cauca y Magdalena y termina en un ramal conocido como la Serranía
de San Lucas, ubicada en los territorios del nordeste y bajo Cauca en Antioquia y los
del sur del departamento de Bolívar, donde se localiza su mayor extensión; al parecer
tiene una unidad biológica diferente al conjunto andino debido a su aislamiento,
quizá por esto es una de las montañas más desconocidas de Colombia en el sentido de
que hay muy pocas investigaciones que expliquen con precisión las características de
su fauna y su flora (Banco de Occidente,1999). Hernández-Camacho et al. (1997)11,
se refieren a la serranía de San Lucas como “una de las zonas altas de Colombia más
interesantes y virtualmente inexplorada, con la mayoría de la serranía actualmente
cubierta por bosque de niebla húmedo” (p. 31). Advierten sobre el interés que suscita
esta zona a pesar de que su biota es desconocida y anotan que los resultados de su
conocimiento seguramente aportarán muchas sorpresas.
Con una longitud de 200 kilómetros, tiene una extensión de 16.000 kilómetros
cuadrados caracterizados por áreas de piedemonte con colinas suaves y onduladas
y por montañas que llegan hasta los 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar;
en estas partes altas sus vertientes son muy verticales y empinadas como sucede
en el cerro de La Teta. Su conformación geológica indica la existencia de rocas
sedimentarias en las colinas y zonas planas, especialmente en su lado oriental, que
son como huellas de las corrientes de ríos y ciénagas que circundaban la serranía en
las antiguas épocas del cenozoico. Las partes medias y altas del conjunto montañoso
se caracterizan por contener rocas de naturaleza ígnea y metamórfica cubiertas por
una buena cantidad de tierras sedimentadas.
11
Citado en Serranía de San Lucas territorio en ordenación para la conservación y el
desarrollo humano sostenible.
60 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
61
Sobre la flora y la fauna puede decirse que ellas apenas empiezan a ser investigadas
e inventariadas respondiendo al interés del Estado – a través de Parques Nacionales -
de proyectar un parque natural con el fin de conservar y proteger todos sus recursos
forestales, hídricos, animales y la sostenibilidad de los grupos humanos que habitan
en la serranía (CDPMM et al., 2007).
Existe una vegetación de bosque húmedo tropical desde los 0 hasta los 1.000 metros
de altura sobre el nivel del mar debido a la carga de agua que portan los vientos;
en las zonas medias hay algunos bosques nativos más expuestos a la deforestación y
mezclados con la producción agraria y explotación minera por sus actuales habitantes;
en las zonas altas se encuentran bosques primarios que continúan intactos debido tal
vez a que son áreas de muy difícil acceso a la acción humana. Se calcula que alrededor
de 500.000 hectáreas están conformados por esta vegetación primaria. Se dice que los
bosques montanos de la serranía de San Lucas son los más extensos, con los más ricos
ecosistemas del mundo andino del norte de América del sur (CDPMM et al., 2007).
La fauna de la serranía también ha sido poco estudiada por investigadores académicos.
Las primeas indagaciones se han realizado bajo la estrategia metodológica del
muestreo por zonas con el fin de obtener una información más precisa de algunas
zonas bajas y medias de la montaña y elaborar un inventario de su fauna. Estudios
anteriores ya habían informado sobre el universo de las aves. Sin embargo, partiendo
del conocimiento de sus pobladores, en los bosques se han identificado gran variedad
de micos, zorro de monte, comadrejas, taira, ardillas, ñeques, conejos, venados, pavas,
gallinetas, paujil, chigüiros, oso hormiguero, dantas, culebras, iguanas y felinos como
el jaguar, el tigrillo y el puma, entre otras muchas más especies (CDPMM et al., 2007).
1. Pueblos originarios
Citando al antropólogo alemán Reichell Dolmatoff, María Teresa Arcila refiere que los
pueblos indígenas en el Caribe procedieron de las remotas tribus Karib (4.000 años
antes de nuera era) situadas en las selvas amazónicas y tierras bajas de las Guayanas
desde donde se desplazaron a las tierras bajas de la Costa Atlántica, desde las cuales
migraron a la parte baja y media de los ríos Magdalena y Cauca; una vez allí situados se
adaptaron a los ambientes ribereños y selváticos. Basado en asociaciones lingüísticas,
el antropólogo Paul Rivet incluyó en este grupo karib a panches, pantágoras, yamecíes
y guamocóes que poblaban la banda occidental del río Magdalena. Según este
investigador, los guamocóes poblaron el sur de la serranía de San Lucas cerca al río
Cimitarra, mientras que los yamecíes se asentaron entre los ríos Porce y Nechí, hasta su
desembocadura en el río Cauca, y tenían en calidad de prisioneros a grupos indígenas
62 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
12
Entrevistas realizadas en Río Viejo, por María Teresa Arcila, en 1991.
63
2. Asentamientos frágiles en la Colonia: siglos XVI – XVIII
Las necesidades de las economías europeas por obtener mercancías rentables fueron
los móviles de los viajes de ultramar hacia tierras ya conocidas en el lejano Oriente,
o a los desconocidos mundos del ‘extremo Occidente’ como fue el continente
americano. A Suramérica llegaron las expediciones españolas, aprobadas por sus
reyes y financiadas por comerciantes y banqueros. Sus navíos cargados de abastos,
mercaderes y militares arribaron a gran parte de sus territorios isleños y continentales,
llamados entonces Tierra Firme.
En el caso del reino de la Nueva Granada (Colombia hoy), en el primer contacto
con los pueblos aborígenes, los españoles advirtieron la presencia de oro en sus
ornamentos corporales y en los ajuares funerarios; después de saquearles estas
riquezas comenzaron la búsqueda frenética de pueblos mineros y yacimientos
ricos en este metal, determinando así la orientación de las formas de ocupación del
espacio. La minería se constituyó en la actividad económica hegemónica a la que se
subordinaron la agricultura, la ganadería y las artesanías en calidad de abastecedoras
de los centros mineros, muchos de ellos distantes y de difícil acceso desde los centros
urbanos que los proveían de alimentos y mercaderías.
Minería y comercio fueron los ejes clave que garantizaron la productividad
neogranadina permitiendo el traslado de metales a la metrópoli española donde la
Corona y los inversionistas privados necesitaban del oro y la plata para sostener su
dominio la una, y expandir las redes del capital mercantil los otros.
Sin la concurrencia del trabajo indígena y de los africanos esclavizados no era posible
garantizar dicha explotación aurífera, también la concurrencia de otros grupos sociales
surgidos del mestizaje triétnico fue necesaria en los asentamientos agrarios y artesanales
que surtían el mercado entre las diferentes comarcas del interior neogranadino.
En este contexto general se ubica la vida de la serranía de San Lucas en los lejanos
tiempos de la colonización española, desde que las huestes de Antonio de Lebrija
y Maldonado, en una segunda expedición por el río Magdalena, iniciada en 1536
desde Santa Marta, tuvieron información en un sitio ribereño poblado por nativos
menchiquejos sobre la existencia de un asentamiento cuyas áreas circunvecinas a una
ciénaga eran ricas en oro. Era la Ciénaga de Simití en cuyas orillas se levantó el pueblo
español llamado San Antonio del Toro de Simití, apartado de la ribera del río como
a tres leguas de distancia y comunicado con este a través del Brazo de Simití cuyas
aguas confluyen al Brazo de Morales, que en aquella época, y hasta 1912, constituía
el cauce principal del río Magdalena. Desde entonces Simití tuvo un significado
importante en la medida que su poblado fue “un espacio bisagra” que conectaba
dos áreas diferentes bajo su control político, el de las zonas bajas del río y el de las
altas montañas de San Lucas, a la vez puede leerse como ‘la ciudad’ que permitía la
relación entre comerciantes que llegaban por río y los dueños de minas en la serranía.
64 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Para los siglos XVI y XVII los diversos estudios históricos que se han elaborado sobre la
minería colonial en la Nueva Granada poco se han referido a las minas de la serranía
de San Lucas en Simití. Algunos solo advierten que sus placeres más ricos se hallaban
a orillas de la quebrada San Lucas y las demás eran de “poca sustancia” (Restrepo,
1979); otros las ubican como pertenecientes al bajo Magdalena y bajo esta nominación
incluyeron las minas que no pertenecían al distrito de Simití como las de las tierras de
Loba, situadas en el piedemonte de la serranía de San Lucas, al final de la cordillera
Central, pertenecientes a las jurisdicciones de Mompox y Tamalameque (West, 1972).
Las orillas de quebradas y ríos nacidos en las montañas fueron los lugares de
asentamiento de todos aquellos buscadores de oro que levantaban rancherías cerca a
sus entables mineros dando lugar a poblados rústicos y provisorios que fueron llamados
reales de minas identificadas con el nombre de la quebrada donde se asentaban y por
esta razón se suscitaron muchos conflictos entre los mineros que reclamaban derechos
de agua; estos asentamientos mineros eran de escasa importancia en el conjunto de
la jerarquía urbana colonial pero, a una escala más reducida, para la ciudad de Simití
fueron referentes espaciales importantes y necesarios para efectos del control social y
fiscal de la población, de la misma manera eran sitios clave para los comerciantes que se
adentraban en la serranía con el interés de abastecer de mercancías a las minas.
En la serranía de San Lucas se hallaban minas en las quebradas de San Lucas, El Pantano,
San Lorenzo, San Antonio, el Rosado, San Francisco de las Palmas, Honda, Ororia y
en el río Arenal. Allí en San Lucas no sólo hubo minas, también surgieron pequeños
poblados de gentes avecindados en Simití y de origen momposino. Fueron los llamados
reales de minas de San Lucas, San Juan y La Venta, también el sitio El Salto y el paraje de
Arenal (Archivo General de la Nación, S.F.). En general, la Serranía de San Lucas fue un
escenario de precario o escaso poblamiento desde entonces hasta mediados del siglo XX.
Los pocos asentamientos durante la época colonial eran más bien rancherías dispersas,
inestables e itinerantes a través de las extensas montañas selváticas; ellos desparecían
apenas se agotaban los aluviones de un sitio y luego se levantaban otros nuevos en un
lugar diferente cuando sucedía un nuevo hallazgo de oro corrido.
Otros frentes de colonos mineros en la Serranía de San Lucas llegaron desde el
sur de sus montañas por el flanco occidental, particularmente se instalaron en los
yacimientos de los montes de Guamocó que contenían minas de “finísimo oro” (Fray
Pedro Simón,1981). La primera incursión española a Guamocó sucedió en 1598
como expansión de la frontera minera del nordeste de Antioquia, para evitar que
tierras marginales dieran acogida a indios fugitivos que desde Zaragoza y a través del
río Tigüí huían a las zonas aledañas al río Cimitarra para evadir la presión que sobre
ellos ejercían las gentes de Remedios y los indios pantágoras. Fue el conquistador y
gobernador Gaspar de Rodas quien dio la orden desde Santafé de Antioquia para que
se erigiera allí una villa poblada de españoles (Colmenares, 1997). Dicho asentamiento
se llevó a cabo en 1611 en calidad de ciudad llamada San Francisco de Nuestra Señora
65
la Antigua de Guamocó y su fundación estuvo a cargo de Juan Pérez Garavito, capitán
encargado de esta segunda expedición ordenada por el gobernador de Antioquia
para contener una nueva sublevación indígena (Urueta y Gutiérrez de Piñeres, 2011).
El hecho de que el hallazgo de las tierras auríferas de Guamocó se realizara desde
Antioquia determinó la pertenencia de esta franja montuosa a la jurisdicción de esta
provincia a finales del siglo XVI, cuando era imprecisa y confusa la delimitación entre
las diferentes entidades políticas coloniales. Sus límites se establecían a partir del
lugar de origen de las avanzadas de conquista y colonización española en aquellos
espacios desconocidos y aún no incorporados a un centro de poder, por este motivo
los ricos aluviones de Guamocó pertenecieron a la Provincia de Antioquia durante
siglo y medio hasta 1749, cuando las reformas de reorganización administrativa y
fiscal del territorio neogranadino los agregó a la Provincia de Cartagena, asignándolos
a la jurisdicción de la ciudad de Simití. En 1611, la nueva ciudad de Guamocó
se caracterizó por la confluencia de españoles asentados en Zaragoza, Remedios,
Cáceres, Santafé de Antioquia, así como de hombres ricos de Mompox y Cartagena.
Todos llegaron a Guamocó porque los primeros yacimientos explotados entraron en
crisis de producción por el agotamiento de sus vetas superficiales y porque tuvieron
noticias sobre la abundancia y alta calidad del oro en las quebradas de Guamocó.
Los mineros y comerciantes momposinos en una primera avanzada salieron desde
la villa de Mompox, remontaron el río Cauca y luego la quebrada Caribona que
los llevó hasta Guamocó, a orilla de la quebrada Atara (Fray Pedro Simón,1981).
Posteriormente cambiaron de ruta e ingresaron a las minas a través del río Magdalena
hasta llegar a la ciudad de Simití desde donde se iniciaba el “camino real” o “camino
del español”, que atravesaba toda la serranía y llegaba hasta los montes de Guamocó.
A pesar de esta pertenencia a Antioquia, la explotación de los minerales de Guamocó
estuvo más ligada a la ciudad de San Antonio de Simití porque era desde este centro
urbano que se introducían de manera segura la mayor cantidad de mercancías y
alimentos necesarios a su mantenimiento. Simití era el puerto de Guamocó, desde allí
partían las recuas de mulas y los arrieros contratados por los comerciantes. Más que los
límites político-administrativos, fueron las redes del mercado las que originaron el nexo
de Guamocó con la historia de Simití. Desde la ciudad de Zaragoza, a la cual estaba
adscrito, el ingreso resultaba muy difícil y costoso por lo abrupto, selvático y pantanoso
de los terrenos entre ambas zonas13. Así como la producción de las minas de Guamocó
dependía de Simití para su abastecimiento, esta ciudad a su vez sostenía su jerarquía
urbana y situación económica de la actividad minera de Guamocó y aquellos recursos
13
En el informe de la visita a Guamocó, hecha en 1614 por el oidor Francisco Herrera
y Campuzano, se describe el camino entre Zaragoza y estos minerales como “fragoso
y áspero”, “pantanoso y con muchas quebradas con corriente fuerte, pasarlo a
caballo es de gran riesgo, es necesario hacerlo a pie”. En: AGN. Visitas – Antioquia.
Tomo 3, f.202 r, f. 273 r.
66 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
67
fueron trasladados a las minas por la vía del camino real. En 1642 la documentación
colonial aportó noticias sobre la existencia del Real de Minas de San Lucas debido a la
explotación de muchas minas a orillas de la quebrada San Lucas y “todas ellas estaban
llenas de negros y mineros cateando (Archivo General de la Nación, S.F.)
De nuevo, mineros de Mompox y Simití con sus esclavos recorrieron las tierras de la
serranía como buscadores de oro, pero especialmente se instalaron en los minerales
de Guamocó.
En la aristocracia local de Simití, hizo presencia un grupo social de ricos propietarios
mineros o ‘señores de cuadrilla’ que configuraron a Simití como una sociedad
esclavista anclada en la minería14. Incluso en su espacialidad urbana se representó
el cambio dado a partir de la esclavitud. Los españoles vivían alrededor de la plaza –
con iglesia y fuente de agua como expresión del dominio colonial – y también en la
llamada Calle Real; mientras que los esclavos que servían a la élite local compuesta
por comerciantes, mineros, funcionarios y clero, vivían en el llamado Barrio Abajo
al margen de los blancos. Se reprodujo entonces en esta modesta localidad aquella
característica de las ciudades hispanoamericanas en las que un aire entre señorial
y aristocrático generaba discriminaciones tajantes motivadas por la exclusión y los
prejuicios socio-raciales (Murillo y Arcila, 1991).
Para mediados del siglo XVIII en toda la jurisdicción de Simití, en el valle y la serranía,
existían aproximadamente unos 230 esclavos que representaban el 11% del total
de su población. De ellos, 168 estaban asentados en el centro urbano, o sea que
significaban el 19% del total de 880 habitantes que tenía esta ciudad minera y
comercial (Tovar et al., 1997).
Es importante rescatar la presencia de los esclavos en esta frontera interna de la
provincia de Cartagena dada la impronta que dejaron en el conocimiento del territorio,
el mestizaje triétnico de sus habitantes, en las prácticas sociales y culturales que
perviven en la vida cotidiana reflejadas en las músicas de tambora y bailes cantados,
y especialmente con sus luchas por la libertad y la dignidad humanas. En todos los
espacios de la sociedad colonial los esclavos se desempeñaron en diferentes frentes de
trabajo como en las pocas estancias del piedemonte15 en las minas, en el transporte
14
Un minero para ser reconocido como tal debía ser propietario de una o más
cuadrillas de esclavos, y se le llamaba con frecuencia “señor de cuadrilla”. Según las
Ordenanzas de Minería dadas por Gaspar de Rodas en 1587, una cuadrilla debía estar
compuesta por seis esclavos dedicados a la minería, uno de los cuales debía hacer
de capataz o mayordomo de dicha cuadrilla. En: Colmenares, G. Historia económica
y social de Colombia. Tomo II. Popayán: una sociedad esclavista 1680-1800. Bogotá,
La Carreta, 1979, p. 73.
15
El minero momposino Francisco Ortiz Chiquillo tenía una estancia a orillas de la
quebrada Ororia cuyos esclavos se dedicaban a la siembra de maíz para abastecer las
cuadrillas de sus minas en San Lucas. En: AGN. Minas – Bolívar. Tomo Único, fol. 778 r.
68 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
69
Las anteriores situaciones enunciadas fueron el contexto en el cual surgió otra nueva
modalidad de trabajo minero en el sur de Bolívar, así como sucedió en zonas auríferas
de Antioquia. Se trató de la actividad extractiva en manos de trabajadores libres
e independientes como fueron los mazamorreros. Según Robert West (1972) los
mazamorreros eran
…aquellas personas, que trabajaban las minas de aluvión por su cuenta y riesgo…
su sustento en la mayoría de los casos, estaba supeditado al trabajo minero. No
necesitaban hacer grandes inversiones de capital porque, generalmente, extraen
el oro que se encuentra en la superficie. Para la extracción emplean a sus hijos
y parientes; algunos incluso contratan jornaleros y otros cuentan con esclavos.
También es frecuente que para lavar el oro se agrupen entre sí, dividiendo luego
lo obtenido. (p.74)
En Simití, los mazamorreros eran en su mayoría hombres mulatos y pardos surgidos de
las relaciones entre diferentes grupos socio-raciales, más relevantes fueron aquellas
entre hombres blancos y las mujeres negras que poblaron los territorios de Simití.
Otra parte de estos trabajadores libres provenían de antiguos palenques, otros eran
indios fugitivos de sus pueblos, desertores de las milicias, polizones o prófugos de la
justicia (Herrera, 1993).
Quizá fueron las minas el escenario privilegiado de estos cruces interétnicos entre
españoles, esclavos negros e indios desde 1620. Los mulatos libres, vecinos de la
ciudad de Simití16, buscaron su subsistencia en las labores mineras de las montañas,
preferiblemente en las de Guamocó que aunque muy despobladas continuaban siendo
las más deseadas por su riqueza y calidad aurífera (Archivo General de la Nación,
S.F.). Allí se daban cita con los trabajadores avecindados en este real de minas y se
encontraban en las mismas faenas con los vecinos blancos de la ciudad que también
se hicieron mazamorreros por la imposibilidad económica de ser señores de cuadrilla.
Incluso para esta época de finales de la Colonia, las relaciones entre amos y esclavos
en las minas eran más distendidas, menos jerarquizadas que en la pequeña ciudad
de Simití. Los que tenían 2 ó 3 esclavos –ya no señores de cuadrilla– vivían por
temporadas en los montes y allí, ante la intemperie y la soledad, estaban más expuestos
a la cercanía con sus esclavos, lo cual no dejaban de ser relaciones contradictorias, a
veces de confianza, otras de rechazo y hasta agresión (Murillo, 2007).
16
La población mulata fue la más generalizada en Simití y sus tierras en las montañas
debido al cruce entre un blanco y su esclava, relación que estaba prohibida como
pago a sus favores sexuales y amorosos y de ahí surgieron los esclavos mulatos.
También se dieron relaciones entre los unos y las otras de mutuo acuerdo. A pesar
de esto, con el paso del largo tiempo colonial, muchos mulatos y negros compraron
su libertad con el oro que lograron extraer de las minas porque sus amos les
concedían un día a la semana. A pesar de las prohibiciones, excepcionalmente se
dieron matrimonios entre blancos y sus esclavas.
70 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
71
de construir una sociedad alterna al orden establecido constituyeron referencias en
la historia del poblamiento de este territorio de frontera; pero los continuos asedios
de las expediciones militares no les brindaron la oportunidad de establecerse como
campesinos libres y mineros a la vez. Sólo les quedó la opción del trabajo minero como
mazamorreros trashumantes en condiciones precarias, viviendo en ranchos itinerantes
y dispersos entre montes y quebradas. Fueron una sociedad cimarrona ambulante y
reprimida. De esclavos negros y mulatos pasaron a engrosar y diversificar el grupo de
“libres de todos los colores”, pero el dominio de la élite blanca no les permitió fundar
un espacio propio en el pudieran tener el goce de esa libertad. Constituyeron entonces
otro sector social de los pobres de la sociedad minera de la época colonial Simití y
así pervivieron después del fin de la dominación española, cuando devino el período
republicano del siglo XIX y la época modernizadora del siglo XX.
Un pequeño asentamiento mestizo en la serranía, muy cercano a Simití, que no
tuvo como origen la explotación minera fue el sitio de Angulo, situado a la vera
del camino real, donde gentes procedentes de Ocaña tenían sembrados como
la caña y habían levantado unas pocas casas. A Angulo arrimaban a descansar
y pernoctar aquellos mercaderes que llevaban abastecimientos para las minas.
Muchas veces las autoridades de Simití emprendieron ataques a sus moradores
porque, según ellas, en Angulo sucedían desórdenes por el consumo de alcohol y
el juego de cartas que estabanprohibidos por las normas de control social colonial.
Estas acusaciones acompañadas de la presencia policial eran consideradas por los
pobladores del sitio de Angulo como abusos autoritarios de los alcaldes de Simití.
Quizás sean estos eventos del pasado colonial el origen fundacional de los más
recientes desencuentros y duelos de imaginarios entre estas dos localidades vecinas
de Santa Rosa del sur y Simití.
Recientes interpretaciones sobre la problemática colombiana han trazado una línea
de continuidad histórica del conflicto social entre aquellas sociedades marginadas
y poco controladas por el gobierno colonial con las actuales regiones violentas y
de colonización reciente donde la presencia del Estado continúa siendo precaria y
desigual y donde han surgido movimientos de resistencia y discursos alternativos que
han cuestionado el ordenamiento político tradicional (González, 1994).
72 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
fuentes documentales que narren noticias o referencias sobre las formas de existencia
de quienes continuaron sobreviviendo en las montañas buscando oro en las aguas
superficiales a orillas de las quebradas que recorrían las montañas.
En las faenas minera era muy bajo el nivel técnico de las herramientas de trabajo;
nada había cambiado al respecto más allá de la batea, del almocafre, de una a dos
hachas, dos machetes, tres barras, azuelas curvas, una pesa de oro, tres platillos, una
botija, un compás y si acaso un canalón (Archivo General de la Nación, S.F.).
El mundo serrano era un gran espacio montuoso lleno de tierras baldías que solo servía
como medio de subsistencia a los mazamorreros pobres que en su trashumancia no
lograron fundar asentamientos estables en las montañas. Fue en el suroccidente del
distrito de Simití, en la parte de Guamocó, donde ellos más se congregaron y al
parecer ocuparon el sitio de lo que en el siglo anterior se llamó Real de la Venta.
La actividad minera nunca desapareció, continuó realizándose a menor escala y dejó
de ser un importante estímulo del comercio, además reportó una precaria fuente de
ingresos fiscales para el gobierno y la economía en general, tanto local como nacional.
Igual que en el siglo XVIII, esta situación se debía al permanente endeudamiento de
los mazamorreros o barequeros con aquellos comerciantes que aún se atrevían a
trasegar en los caminos de la montaña para vender alimentos y otras mercaderías, así
como para cobrar las deudas pendientes de los mineros. Pero los trabajadores de las
minas huían a otros lugares más lejanos como la inaccesible quebrada Panamá, o se
iban hasta Remedios o Zaragoza en Antioquia, con el fin de evadir dichas deudas,
otros preferían no tener contacto con comerciantes para evitar contraerlas y caer en
manos de quienes especulaban con sus precios a cambio del oro en polvo.
Tampoco los mazamorreros pagaban en Simití el denuncio de minas ni los impuestos
por la producción de oro, situación que venía sucediendo desde mediados del siglo
XVIII y que era motivo de quejas y reclamos por parte de los oficiales del Real Tesoro,
radicados en Mompox y en Santafé de Bogotá. En este sentido, puede hablarse de la
continuidad de una situación de pobreza social desde fines del período colonial hasta
el período republicano, por decir lo menos.
No es que se hubiesen acabado los yacimientos auríferos, es que el antiguo ciclo
de auge del siglo XVII (1610 -1670) había decaído –ya se dijo– por la lejanía de los
centros mineros de las zonas agrícolas y artesanales, y aunada a las grandes distancias
se hallaba la dificultad de acceder a ellos desde los lugares proveedores de alimentos
y otras mercancías.
Después del proceso de Independencia, la escasa producción de oro estaba
fundamentada en el riesgo personal y tenacidad de los mazamorreros que eligieron
este tipo de vida sin que se motivaran por la labor agrícola que les permitiera sostener
de manera estable y complementaria su actividad de mineros libres. En Guamocó solo
73
unos pocos tenían parcela con cultivo de maíz, plátano, yuca, caña, aves y cerdos
para abastecer los gastos de la mina. Otros decían que las tierras no eran aptas para
los cultivos porque solo producían oro (Murillo, 1995).
Muchos de los comerciantes y propietarios mineros de Simití, igual que los de
Mompox, abandonaron estas actividades que en épocas anteriores les habían dado
riquezas, pero en el republicano siglo XIX no se arriesgaron a invertir en las zonas
mineras por sus altos costos. Es posible que hubiesen migrado a otras ciudades o
lugares de la Provincia de Cartagena o a la de Santa Marta, dadas las oportunidades
de nuevos negocios que el naciente estado republicano brindaba con los decretos de
libre comercio y exportación de materias primas.
Tampoco en el siglo XIX existió en el sur de Bolívar un proyecto de colonización que
promoviera la expansión de la frontera agraria y el poblamiento de baldíos como
sucedió en otras regiones de Colombia como Antioquia, que colonizó sus vertientes
montañosas para dedicarlas a la agricultura, la ganadería y al cultivo del café; o
como Cundinamarca, que inició su expansión hacia la ‘tierra caliente’ del valle del
Magdalena para cultivar tabaco. Ambos productos, además del algodón, el arroz,
las maderas y las quinas, sirvieron al país para vincularse al mercado mundial en
calidad de exportador agrario, mientras que la exportación de oro había mermado
ostensiblemente y en este caso los oros de las montañas de Simití atendieron la
supervivencia de los mineros en un restringido intercambio de mercaderías –
alimentos, ropas, tabaco y ron –con Zaragoza. En ese intercambio mercantil simple
no dejaron de concurrir los comerciantes momposinos interesados en obtener la fina
calidad del oro de aluvión extraído de los montes y quebradas de Guamocó. Al
igual que en tiempos coloniales, llegaban hasta Simití con telas, aguardiente y otras
mercancías que cambiaban por oro en polvo con los comerciantes locales, los que a
su vez lo compraban a los mineros de Guamocó cuando algunos de ellos llegaban al
pueblo desde las montañas.
Sin embargo, no se puede reducir la economía de las zonas de montaña del sur
de Bolívar durante el siglo XIX a la mera extracción del oro porque existió también
una experiencia de actividad agrícola próspera en el corregimiento de Angulo,
iniciada desde fines del período colonial en manos de pobladores llegados de Ocaña.
Allí se cultivaron estancias con caña de azúcar, maíz y café; pero la demanda de
panela y azúcar en los mercados ribereños de la segunda mitad del siglo XIX inclinó
la balanza a favor de los cañaduzales. Producción y mercado “dulces” debieron
declinar posteriormente ante la competencia que les significó el abastecimiento de
panela y azúcar procedentes de zonas de Antioquia y Santander, favorecidos por
la construcción de ferrocarriles y puertos que llegaban a orillas del Magdalena y les
permitían vender dichos productos a más bajos costos; mientras que los cultivadores
de Angulo debían transportar los suyos desde la montaña hasta el río por medio de
recuas de mulas y caminos selváticos de difícil movilidad. Otra explicación a este
74 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
17
La extensión de la provincia de Cartagena cubría algo más de la mitad del Caribe
colombiano. Sus límites de entonces estaban comprendidos entre el mar Caribe al
norte y la provincia de Antioquia al sur, al oriente por el río Magdalena hasta su
desembocadura en el mar Caribe y al occidente por la provincia del Chocó. Dicha
extensión originaria se correspondería hoy con los departamentos de Córdoba, Sucre
y Bolívar.
75
En el estado de Bolívar se crearon los departamentos de Cartagena, Corozal, Mompox,
Sabanilla y Sinú. Para el caso que interesa a esta exposición solo se hará referencia
al departamento de Mompox, al que le fueron asignados diez distritos; dos de ellos
en el sur de Bolívar: el de Simití, con la agregación del caserío de San Pablo, y el de
Morales, al que se le agregaron los caseríos de Norosí, Rio Viejo, Regidor y San Pedro.
Según lo anterior, se advierte cómo la otrora ciudad de Simití decayó en su tradicional
jerarquía urbana y cómo Morales adquirió notoriedad política en el espacio ribereño
con ventajas sobre Simití. En este sentido se puede apreciar una dislocación del
ordenamiento territorial colonial signado por las nuevas dinámicas económicas del
comercio y el transporte fluvial favorables a Morales.
En 1860 se abandonó la división de los estados en departamentos y se retornó a la
noción de provincias conformadas por distritos. Entre los distritos de la provincia
de Mompox quedaron de nuevo adscritos a ella las cabeceras de Simití con
agregación de San Pablo y una población de 2.213 habitantes, y el de Morales, que
tenía como agregados a Arenal, Norosí, Regidor y San Pedro con una población de
1.418 habitantes. Como puede verse, fue el espacio ribereño el que se incluyó en la
legislación sobre ordenamiento territorial del estado de Bolívar debido a la existencia
de poblados que ameritaron el interés del nuevo régimen de distribución política-
administrativa del naciente estado republicano colombiano. Mientras que el espacio
serrano no aparecía porque continuaba con escasa población dispersa en precarias
rancherías o errante por los montes en la búsqueda y explotación de minas de oro.
Fue en 1865 cuando Guamocó apareció como un caserío agregado al distrito de
Simití en la misma condición de San Pablo. En el caso del distrito de Morales se volvió
agregar a Rio Viejo, además de los otros caseríos anteriormente asignados (Arenal,
Norosí, San Pedro y Regidor). Después, en 1876, aumentaron las agregaciones de
Morales con la inclusión de nuevos sitios como La Honda, Boca de la Ciénaga, Legua,
Simoa, Morrocoy, Piñones, Punta de Ávila y El Hatillo. En Simití, además de Guamocó
y San Pablo, se le agregó el caserío de Ororia.
Una explicación a este despoblamiento y marginalidad del mundo serrano puede
aludir a que estas tierras del sur de Bolívar, para entonces, no eran atractivas a los
asentamientos humanos por la dificultad de acceder a ellas debido a las distancias
y al aislamiento de centros económicos circunvecinos. Agravaba esta situación la
falta de vías de comunicación y medios de transporte en un ambiente montañoso
agreste y de selva húmeda tropical; además, en el conjunto nacional se desconocía
la existencia de este territorio montañoso del sur de Bolívar. Tampoco las zonas del
valle del río Magdalena llamaron la atención de gentes de otros lugares del país,
por lo cenagosas e insalubres, y porque aún existía oferta de tierras baldías en las
vertientes de otras montañas andinas con ecosistemas más amigables que acogieron a
la colonización de campesinos sin tierra. En el Estado de Bolívar del siglo XIX, a pesar
de que predominaba el latifundio, también había franjas baldías de tierras planas de
76 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
sabanas y llanuras, especialmente las que rodeaban a los valles de los ríos Sinú y San
Jorge, y en ellas se dio la posibilidad de obtener parcelas de tierra que propiciaron la
formación de nuevos poblados cuya vida se reprodujo en torno al trabajo agrícola y
ganadero, así como en la actividad comercial.
77
Sin embargo, los empresarios nacionales y la persistencia personal de los mazamorreros
continuaron en la búsqueda y explotación del oro. Así como sucedió en la época
colonial, ahora, a comienzos del siglo XX, unos y otros mineros resolvieron el
problema del aislamiento y lejanía del río Magdalena a través de la reanimación de la
comunicación con los pueblos mineros del nordeste de Antioquia, como Remedios y
Zaragoza. Estas relaciones comerciales suscitaron recelos del gobierno de Simití porque
las rentas municipales no recibían los recaudos por el consumo de licores y tabacos
en frentes mineros, también porque muchas minas pertenecientes a su jurisdicción
se denunciaban en la alcaldía de Remedios. Esta situación de fuga fiscal determinó la
visita en 1917 de una comisión gubernamental de demarcación de límites entre Bolívar
y Antioquia, así como el establecimiento, en 1940, de guardias adscritos a la reciente
oficina subsidiaria de rentas departamentales con funciones de inspección sobre la
producción de oro y contrabandos de licor y tabaco traídos desde Antioquia. Incluso,
entre 1936 y 1941, se denunciaron ante la alcaldía de Simití más de 300 minas de
aluvión y veta. Estas medidas institucionales formales lograron aumentar las rentas del
municipio durante los 2 años que estuvieron vigentes, pues tanto guardas e inspectores
abandonaron sus cargos porque, además de mal remunerados y desarmados, eran
continuamente atacados por asaltantes en busca de licor (Bastidas, 1956).
Este ciclo de auge minero de la primera mitad del siglo XX fue disminuyendo sin que
por esto dejara de existir la producción aurífera de los ambulantes mazamorreros y
sus precarios y frágiles asentamientos en los montes de Guamocó. Otras dinámicas
sociales y económicas comenzaron a hacer historia en la Serranía de San Lucas y no
fue sino hasta las décadas de 1970 y 1980 cuando se reanimó la explotación del oro
en Guamocó, y desde entonces hasta la actualidad han llegado a la zona miles de
gentes de varias partes del país a trabajar en frentes mineros tanto de aluvión como
de veta. Puede incluso hablarse de una nueva variante del proceso de colonización –
siempre asociada a la economía agraria– y nombrar a un “colono minero” como actor
social del poblamiento en el universo serrano del sur de Bolívar.
78 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
18
Diferente era la visión y actitud frente a inversionistas de capital extranjero, a
diplomáticos, o miembros de comisiones técnicas o científicas.
79
que hiciera contrapeso político a la hegemonía y control del partido conservador
en Simití, para lograrlo ofrecieron ayudas en transporte e indicaciones sobre la ruta
de movilidad desde Puerto Wilches hasta la Serranía de San Lucas. A mula y a pie,
los santandereanos –la mayoría de ellos liberales- fueron llegando poco a poco
para acceder a tierra y trabajo. Las rutas desde las orillas del Magdalena hasta las
montañas fueron en algunos casos los caminos abiertos por los comerciantes de
maderas, también la carretera que abrió la empresa Richmond para sus exploraciones
petroleras cerca de San Pablo y Cantagallo; en otros casos, siguieron los cauces de ríos
como el Cimitarra, el Santo Domingo y sus quebradas, aguas nacidas en la Serranía
de San Lucas. Los primeros que llegaron, cual emisarios, avivaron la colonización
invitando a familiares y paisanos a establecerse en estas montañas que probablemente
consideraban como una ‘tierra prometida’. Entre 1941 y 1945 se instalaron unas 300
familias alrededor del caserío de Angulo que para esa fecha contaba con 6 casas de
bahareque y palma (Murillo y Arcila, 1991).
Se alarmaron los conservadores simiteños y reaccionaron de inmediato calcando el mismo
método de los liberales. Repartieron volantes aguas arriba del río Magdalena a través de
los cuales invitaban a gentes conservadoras perseguidas por liberales para que poblaran
las mismas tierras de Angulo. A este proyecto conservador se unió la voz del párroco
de Simití, quien envió mensajes a la prensa escrita y radial (Periódico El Campesino y
Radio Sutatenza) convocando al convite conservador en la serranía. Efectivamente llegó
una oleada de campesinos colonos conservadores procedentes de Boyacá y Norte de
Santander y se ubicaron en parcelas contiguas a las de los colonos liberales.
La coexistencia de los unos y los otros no fue fácil porque estuvo asistida por
tensiones y conflictos en tanto que las recientes contiendas bipartidistas del país se
reprodujeron en estas “tierras de nadie” –despobladas e invisibilizadas- en las que
se definieron espacialidades políticas contrarias, acompañadas por hechos violentos,
alrededor de 1952. Con el concurso de la policía asentada en la conservadora Simití,
muchos colonos liberales se vieron obligados a abandonar sus parcelas y asentarse
en San Pablo. La mediación del sacerdote Efraín Díaz, que asistía la religiosidad de
los colonos, logró que por unos años existiera una relativa convivencia. Los liberales
retornaron muchos años después, en 196019.
En el contexto nacional sucedía para entonces la aciaga época de la violencia
bipartidista: un conflicto interno que desestructuró la sociedad colombiana en su
conjunto, principalmente la vida de los pueblos y las zonas rurales. Desde 1940 hasta
19
Entrevistas realizadas en julio de 1991, con diversas fuentes orales como Bruno
Restrepo (colono antioqueño) y Luis Ramón Rodríguez (Director del Núcleo Educativo
No. 66) en Santa Rosa del Sur. Napoleón Barba (alcalde de Simití por 20 años) en
Simití. En: Murillo, A y Arcila MT. Texto citado, pp. 66.
80 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
81
Simití20. El auge arrocero tuvo efecto más exitoso en San Pablo, a donde acudieron
comerciantes de Barranquilla, Bucaramanga y Medellín que instalaron agencias y
bodegas para obtener la mayor parte de las cosechas a buen precio, sin intermediarios.
De estas agencias la más importante fue la Arrocera Central de Medellín. Se calculó
que la producción arrocera del sur de Bolívar aportó algo más del 50% al conjunto
del mercado nacional. A finales de 1960 comenzó la crisis de esta producción –
cultivada en fincas pequeñas y medianas de 100 y 200 hectáreas con métodos
simples y manuales– que debió competir con los recientes cultivos en latifundios
tecnificados y mecanizados en el Caribe, Huila y Tolima, a su vez mejor conectados
al mercado; la crisis se agudizó además por la falta de vías de comunicación que
para los cosecheros determinaron un alto costo del transporte en recuas de mulas
y arrieros, que transitaron los caminos desde la montaña hasta el puerto ribereño
(Restrepo, 1991). Las tierras del arroz sur bolivarense pasaron a ser sembradas de
pasto para la ganadería y el cultivo de maíz empezó a ser comercializado.
Estas actividades agrarias de la Serranía de San Lucas están asociadas a una segunda
etapa de la colonización de carácter masivo, cuando desde mediados de 1950 en
adelante llegaron nuevas oleadas de campesinos desplazados por el recrudecimiento
de la violencia bipartidista en diferentes regiones del país. Desde Antioquia, Caldas,
Santander, Boyacá, las sabanas de Sucre y Córdoba, así como desde el sur del Cesar,
llegaron gentes a poblar las partes altas baldías del extenso sur de Bolívar. Buscaban
refugio y asentamiento con la esperanza de comenzar una mejor vida en paz, y con la
ilusión de hacerse a una parcela para trabajarla en compañía de parientes y paisanos
que les precedieron en la búsqueda y a través de quienes tuvieron noticias de la apertura
colonizadora de este territorio. De nuevo, sucedieron enfrentamientos políticos, más
cuando el poblamiento colonizador fue expresión de la pugna liberal –conservadora
en el país en general y particularmente en los lugares de origen de los recién llegados.
Se dio el caso de colonos que hicieron presencia en la Serranía buscando a paisanos
contrarios en política para tomar venganza por ofensas o crímenes cometidos contra su
familia allá en sus veredas o pueblos natales (Murillo y Arcila, 1991).
Otra fuente de conflictos se dio en torno a la posesión de las tierras. La gran mayoría
de colonos que llegaron a las montañas desde fines de los años 50 encontraron
ocupadas las tierras más cercanas a poblados como Santa Rosa del sur (antes llamada
Angulo) o Micoahumado, en Morales, por esta razón debieron asentarse en zonas
más apartadas de los iniciales centros del poblamiento. Otros, no conformes con
esta opción, ocuparon tierras ajenas y este hecho dio lugar a disputas y conflictos,
agudizados por la falta de presencia institucional del Estado que pudo haber servido
de mediador a través de titulaciones de propiedad a las posesiones de parcelas
20
Uno de esos personajes fue el párroco español Daniel Senfeliú cuyas prédicas
incitaban al cultivo de la tierra, incluso publicó el folleto “El cultivo de arroz en
Simití”. En: Leoncio Bastidas. Obra citada, p.19.
82 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
campesinas. Ante el vacío o debilidad estatal, fueron otros agentes los que resolvieron
dichos conflictos agrarios en la década de 1960. Se hace referencia aquí a la presencia
de grupos insurgentes como la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional –ELN–
que desde su creación en 1964 hizo temprana presencia en la Serranía de San Lucas.
Desde entonces, y hasta 1990, la relación de los pobladores rurales y urbanos del
sur de Bolívar con los grupos insurgentes, particularmente con el ELN, se le puede
comprender como una alianza estratégica fundada en la coincidencia de sus objetivos
en torno a la defensa de sus parcelas campesinas, incluso como reguladores de un
orden social escasamente atendido por la precaria presencia institucional del Estado.
83
Bolívar brindaría la oportunidad de evaluar si realmente este dispositivo de presencia
estatal fue eficaz y propositivo. Los eventos de paros cívicos y marchas campesinas
ocurridos desde 1980 hasta hoy invitan a pensar que dichas juntas sur bolivarenses
se configuraron más bien como actores políticos autónomos y, en consecuencia,
lideraron estas movilizaciones sociales reivindicativas para reclamar al Estado su
intervención integral más allá de la presencia militar.
Desde la década del 70 y quizá hasta hoy, la tradicional economía campesina
desarrollada por los colonos entró en una fase crítica o de relativo estancamiento
dado que su producción no tenía el estímulo del mercadeo por fuera de la región
debido a la reiterada incomunicación vial. Estas condiciones de embotellamiento
propiciaron la bienvenida a la producción de cultivos ilícitos como la marihuana
(1970–1980) y la coca (1980–2000) que significaron una alternativa de sobrevivencia
económica ofrecida por la inversión de agentes narcotraficantes del país que llegaron
hasta sus campos dispuestos a realizar negocios con sus habitantes. Igual dinámica
se generalizó en otras zonas de frontera del país como el Chocó, Putumayo, el bajo
Cauca, los Llanos orientales, entre otras tantas, que al igual que el sur de Bolívar
exhibían marginalidad y abandono.
Con los cultivos de marihuana y coca, otro ciclo económico de naturaleza extractiva
se reeditó en la Serranía de San Lucas en detrimento de la agricultura. Fue el retorno
del auge de la minería del oro en las montañas, lo que a su vez atrajo un nuevo
contingente de gentes venidas de muchas partes del país para dedicarse a estas labores;
unos, en calidad de jornaleros de empresas que arrasaron tierras del piedemonte con
maquinaria; otros se adentraron en las montañas a desenterrar el mineral con dragas,
motobombas, e incluso con las ancestrales bateas y almocafres. La serranía se llenó de
poblados y gentes que giraban en torno a las corrientes de dinero que fluía al calor de
las cosechas ilegales y de las ‘lavadas’ de las minas. Este revuelo económico no sólo
estuvo en manos foráneas, los propios pobladores del sur de Bolívar se involucraron
en los nuevos negocios, de manera directa o indirecta vieron circular el dinero del
narcotráfico y la minería en sus calles, tiendas, almacenes, bares. Muchos invirtieron
en la mejora de sus viviendas o parcelas y de esta manera podría pensarse que en algo
se resolvieron viejas carencias y faltas de oportunidades de sociedades abandonadas
a su propia suerte. Estos ciclos extractivos no solo implicaron a los habitantes de la
serranía, su impacto también copó a los de los poblados ribereños que sirvieron de
puentes entre la producción ‘de adentro’, allende el río, y el mercado de afuera;
particularmente fueron los jóvenes sin horizontes de futuro quienes se involucraron,
ya como raspachines de la planta de coca, o como integrantes de grupos armados
encargados de controlar los negocios clandestinos.
Todo este festín de dinero y consumo tuvo un alto costo social y político como fue
la disputa del territorio en manos de grupos armados irregulares, ya guerrilleros o
paramilitares, así como de las fuerzas militares del Estado. Todos se enfrentaron
84 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
por controlar los recursos que proveía la región y el orden social y político. Fueron
todas acciones de fuerza que violentaron a la población civil con desplazamientos,
asesinatos de líderes de las acciones comunales y defensores de derechos humanos,
alteración de los ritmos de la vida doméstica y cotidiana a partir del terror, la amenaza
y el silenciamiento. Fue la guerra que los actuales pobladores tienen para contar
a otros para ser creíbles sus años de desasosiego y soledad. Ya comenzaron a ser
contadas estas historias recientes que han significado un ejercicio de la memoria
colectiva como un frente de resistencia de múltiples voces a favor de la vida y en
contra de las violencias (Samudio, 2008).
Epílogo
El conocimiento y reflexión sobre la configuración social de la territorialidad del
sur de Bolívar constituye una forma de mirar un caso particular de los procesos
generales de la historia nacional, caracterizada por una continua apertura de sus
fronteras internas sin que medie el papel centralizador y cohesionador del Estado.
Esta manera excluyente de funcionamiento político ha tenido como consecuencia la
fragmentación del país y su desarticulación social y espacial.
El poblamiento de los territorios periféricos, excluidos del orden central, ha sido
llevado a cabo por sectores de la sociedad que, desde la Colonia hasta hoy, no fueron
incorporados en la imaginación ni en la realidad de un orden soñado por las elites
gobernantes de Colombia. A golpe de esfuerzos y resistencias estas gentes populares
debieron buscar alternativas de vida; mientras tanto, desde afuera –desde las
relaciones de poder-, eran visualizados como incultos, rudos, incapaces, desordenados
o delincuentes. Igual mirada se proyectó a las tierras baldías donde levantaron sus
asentamientos y sostuvieron a sus familiares, las definieron como zonas rojas, zonas de
orden público, sociedades plenas de conflictos y violencias, a las que hay que controlar
e integrar al estado nacional. Pero la realidad ha enseñado que si algo las ha integrado
al conjunto de la nación ha sido la acción violenta ejercida sobre ellas por la vía de la
guerra llevada hasta sus predios por diferentes actores armados y políticos.
Continuando con la reflexión sobre el sur de Bolívar como espacialidad de frontera, se
advierte que de ser un área geográfica de transición –vasta y precariamente poblada-
entre dos macro-regiones como la Andina y la Caribe, físicamente conectadas
sólo por el recorrido del río Magdalena y sus afluentes, pasó a constituirse en una
sociedad de confluencia cultural de diversas regiones del país. El encuentro de esta
diversidad cultural no estuvo exento de tensiones y conflictos debido al contrapunteo
de imaginarios entre unos y otros habitantes de un país cuya primera fuente de
identidad es la pertenencia regional por sobre la nacional. Hablar de confluencia
cultural remite a un proceso de coexistencia y tolerancia con la diversidad, no se
trata de una síntesis de lo diverso, sino de cómo valores morales, como la defensa
85
de la vida y los derechos humanos, se han impuesto como prioridad de su existencia
compartida en un mismo territorio.
Esta coexistencia y tolerancia entre culturas regionales ha sido mediatizada por los
procesos de organización comunitaria dados en diferentes momentos del proceso
del poblamiento colonizador; sin embargo, desde 1990 en adelante, esta zona se
ha visto enriquecida para resistir la tragedia de la guerra, acentuada con la presencia
de grupos paramilitares. El paramilitarismo no logró su propósito de romper el tejido
social forjado por las gentes a lo largo de tanto tiempo. A pesar del sometimiento y
coacción de los pueblos por parte de las AUC y sus aliados locales, fueron posibles
acciones de protesta cuando estos actores armados asesinaron a personas ‘queridas’
en sus pueblos, como sucedió en San Pablo y Santa Rosa del sur. Tampoco los
combates entre los grupos guerrilleros con el ejército y paramilitares han minado la
esperanza de que el sur de Bolívar sea un territorio de paz.
Según el historiador Mauricio Archila, en el Magdalena Medio ha dominado la imagen
de esta sociedad como campesina y explica cómo esta definición es relevante en las
voces de todos los actores sociales y armados cuando exponen sobre la realidad, las
necesidades y los conflictos de la región (Archila, 2006).
Referencias
Acevedo Latorre, E.(1981). El Río Grande la Magdalena. Banco de la República
Acevedo Latorre, E. (1967). Atlas de Colombia. Instituto Geográfico Agustín Codazzi [IGAC].
Archila, M. (2006). Las identidades en el Magdalena Medio. En Colciencias – Centro de Investigación
Popular [Cinep]. (Eds.) . Conflictos, Poderes e Identidades en el Magdalena Medio 1990 – 2001. Colciencias/
Cinep.
Archivo General de la Nación [AGN]. Minas – Bolívar. Tomo Único. Archivo General de la Nación de
Colombia.
Archivo General de la Nación [AGN]. Visitas – Antioquia. Tomo 3, f.202 r, f. 273 r. Archivo General de la
Nación de Colombia.
Archivo General de la Nación [AGN]. Poblaciones varias. Tomo 6. Archivo General de la Nación de
Colombia.
Archivo General de la Nación [AGN]. Fondo Milicias y Marinas. Tomo 77, folios 169 – 171. Archivo General
de la Nación de Colombia.
Archivo General de la Nación [AGN]. Fondo Baldíos. Vol.27 folio 12, Vol.27 folio 408, Vol. 29 folio 156,
Vol. 29 folios 761 – 762, Vol. 39 folios 557. Archivo General de la Nación de Colombia.
Archivo General de la Nación [AGN]. Fondo Baldíos. Vol.27 folio1301, Vol. 30 folio 1233, Vol. 33 folios
180 y 181. Archivo General de la Nación de Colombia.
Banco de Occidente. (1999). Sierras y serranías de Colombia. Banco de Occidente.
Bastidas, L. (1956). Geografía – Historia y Tradiciones de Simití. Tipografía El Sindicalista.
Bolívar, I. (2006). Transformaciones de la política: movilización social, atribución cusal y configuración
del estado en el Magdalena Medio. En: Colciencias – Centro de Investigación Popular [Cinep]. (Eds.).
86 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
87
jurisdicción de Simití, Provincia de Cartagena: Siglo XVIII. En R. García Estrada (Comp.). Elites, empresarios
y fundadores. Colciencias/ Centro de Investigaciones de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de
Antioquia.
Murillo, A.(1999). Historia y sociedad en el Magdalena Medio. Revista Controversia, (174). CINEP.
Murillo, A. (1995). Oro y sociedad en Simití. 1750-1810. Documento inédito.
Murillo, A. et al. (1994). Un mundo que se mueve como el río. Historia regional del Magdalena Medio.
Instituto Colombiano de Antropología, Colcultura.
Murillo, A. y Arcila, M.T (1991). Historia del poblamiento en el sur de Bolívar. Documento inédito.
Navarrete, M.C. (1995). Historia social del negro en la colonia. Cartagena siglo XVI. Editorial de la Facultad
de Humanidades de la Universidad del Valle.
Posada, E.(1994). Progreso y Estancamiento 1850 – 1950. En: A.M. Roca (editor). Historia económica y
social del Caribe colombiano. Publicación Banco de la República.
PROSUR. Foro para el Progreso e Integración de América del sur. Órgano de la Promotora Cívica y Cultural
del sur de Bolívar (1). Agosto/septiembre 1990.
Samudio, I. (Directora) (2008): “Río de Babel. Investigación Etnográfica”. Convenio Credhos – Unipaz –
PDPMM – Laboratorio de Paz.
Santa Gertrudis, Juan de. O.F.M. (1956): Maravillas de la naturaleza. Tomo I: Primera y segunda parte.
Empresa Nacional de Publicaciones
Sepúlveda Franco, Á. (S.F). Las juntas de acción comunal, origen y desarrollo histórico, (Documento de la
Escuela Ciudadana). http://files.juntalospinos.webnode.es/200000031-d7444d83de/61.pdf.
Serje, M. (2005). El revés de la nación: Territorios Salvajes, Fronteras y Tierras de Nadie. Universidad de los
Andes - Facultad de Ciencias Sociales - Departamento de Antropología - CESO.
Suárez, I.(1993). Oro y sociedad colonial en Antioquia, 1575 – 1700. Secretaría de Educación y Cultura.
Ramírez del Valle, B. La segregación del sur de Bolívar. Un proceso histórico. En: PROSUR
Restrepo, G. (1991). Historia local de San Pablo. En A. Murillo et al. Un mundo que se mueve como el río.
Historia regional y de localidades en el Magdalena Medio. PNR-Colcultura.
Restrepo, V. (1979). Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia. FAES.
Robinson, D. (Comp.). (1992). Mil leguas por América, de Lima a Caracas 1740-1741. Diario de don Miguel
de Santiesteban. Banco de la República.
Salzedo del Villar, P. (1938). Apuntaciones historiales de Mompox. Tip. Democracia.
Tovar, H. (1997). La estación del miedo o la desolación dispersa. El Caribe colombiano en el siglo XVI. Ariel.
Tovar, H. et al. (1995). Convocatoria al poder del número. Censos y Estadísticas de la Nueva Granada 1750
– 1830. Archivo General de la Nación.
Urueta, J.P. y Gutiérrez de Piñeres, E. (2011). Cartagena y sus cercanías: guía descriptiva de la capital del
Departamento de Bolívar. Universidad de Cartagena-Instituto Internacional de Estudios del Caribe-Alcaldía
Mayor.
West, R. (1972). La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. Imprenta Nacional.
88 DESDE EL RÍO HASTA LA SERRANÍA, UNA HISTORIA SOCIAL DEL SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 2
GÉNESIS DE LA GOBERNANZA
AMBIENTAL EN EL SUR DE BOLÍVAR
89
INTRODUCCIÓN
En el Magdalena Medio, como en el sur de Bolívar y en la serranía de San Lucas, el
espíritu de José Arcadio Buendía sigue intacto. Ante el olvido del Estado o su presencia
en forma simbólica, como la de don Apolinar Moscote en Macondo, la costumbre se
ha abierto paso como fuente del derecho y las comunidades han descubierto en lo
empírico la forma de superar el abandono, el aislamiento y la violencia, y allí entre
las selvas, la serranía y los humedales, se han construido unos micro órdenes sociales
a través de los cuales han regulado sus relaciones interpersonales, su relación con la
naturaleza y reivindicado sus derechos ante el Estado.
Hoy, en tiempos de globalización, de paz con enfoque territorial y gobernanza, estos
acumulados sociales se convierten en un patrimonio único y en una oportunidad para
redefinir la relación entre el Estado y los ciudadanos, para trabajar de manera conjunta,
en el fortalecimiento de los sistemas de justicia local, el control a la pérdida de
biodiversidad, el ordenamiento territorial ambiental y la implementación del Acuerdo
Final de Paz de La Habana; para entender mejor el aporte de estas experiencias locales
a la gobernanza, vamos a empezar por comprender el origen de este concepto para
luegocentrarnos en su enfoque ambiental y, por último, en algunas ideas para una
eventual comunión entre las experiencias locales y el enfoque teórico-normativo.
1. ¿Qué es gobernanza?
Este es un concepto que de manera indiscriminada se ha estado usando en las
narrativas de los entes estatales y no gubernamentales, en muchos casos sin reparar
en las múltiples interpretaciones que pueda tener o en sus connotaciones políticas, es
por este motivo, que de entrada hemos decidido hacer claridad sobre el sentido con
el que usamos la palabra “gobernanza” en el presente capítulo.
A la luz de los postulados de Weber (2002), el estado moderno se ha caracterizado
por su dominación racional–burocrática, que tiene como principios el monopolio de
la fuerza, la producción de las normas y una legitimación “que descansa en la creencia
en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados
por esas ordenaciones a ejercer la autoridad” (Pamplona, 2000, p. 193). Esa forma de
dominación del Estado, centrada en un gran aparato burocrático omnipresente, hace
crisis durante finales de siglo XX; el costo del sostenimiento de tal aparato, aunado a las
crisis recurrentes del capitalismo, a través de las cuales se reinventa, hicieron que este
modelo se fuera erosionando y fuera perdiendo legitimidad.
En la periferia, donde ni siquiera el Estado ha podido consolidarse y el Estado de
Bienestar ha sido solo una ilusión, un postulado meramente literal en su Constitución,
el drama de la erosión del Estado Weberiano llega por partida doble. En primer lugar,
por su incapacidad originaria de garantizar una presencia de calidad en su territorio,
más allá de la mera presencia militar, y en segundo lugar, por un mundo que tras la
caída del muro de Berlín se siente con vía libre para profundizar el modelo Neoliberal.
Es en este contexto que surge el término “gobernanza”, primero por los tecnócratas
neoliberales organizados en la trilateral. Es así cómo el Banco Mundial en el año de
1989, en un informe para la zona de África subsahariana, establece “de este informe
surgió entonces la noción de “buena gobernanza” entendida como un servicio público
eficiente, un sistema jurídico fiable y una administración responsable frente a los
usuarios” (Launay, 2005). Esta definición será la que el Banco Mundial irá puliendo
hasta llegar a la siguiente:
91
Esta definición es un reconocimiento de la legitimidad de los nuevos actores sociales
que han emergido en el escenario, local, nacional y mundial, para los cuales la
gobernanza se convierte en un canal a través del cual incidir en el diseño, formulación,
ejecución y seguimiento de las políticas públicas, programas y proyectos de gobierno.
A pesar de este enfoque político que le da PNUD al concepto de gobernanza, este
no aleja las prevenciones sobre su naturaleza neoliberal. Para el autor del presente
texto la gobernanza se entiende desde una interpretación de los alcances del artículo
2 de la Carta Magna (1991), como el mecanismo a través del cual el Estado y el
Gobierno, como su expresión temporal, en desarrollo de sus fines esenciales facilita
“la participación de (…)los sectores de la sociedad civil(…)en las decisiones que los
afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación”,
sumando esfuerzos y construyendo sinergias con estos, para diseñar, formular,
gestionar, administrar, regular y controlar territorios o sectores que hacen parte de la
geografía física y política de la Nación.
21
h t t p s : / / w w w. i u c n . o r g / e s / n e w s / a m e r i c a - d e l - s u r / 2 0 1 9 0 2 / q u e - e s - l a -
gobernanza-y-como-entenderla-para-fortalecer-la-conservacion-del-patrimonio-
natural#:~:text=El%20t%C3%A9rmino%20gobernanza%20se%20refiere,los%20
ciudadanos%20u%20otros%20actores.
PRINCIPIO CONTENIDO
* Participación: todos los hombres y mujeres pueden tener una voz en la toma de
decisiones ya sea directamente o a través de un intermediario legítimo.
Legitimidad y Voz
* Construcción de consensos: la buena gobernanza media entre los diferentes
intereses para alcanzar un consenso amplio sobre los mejores intereses para el grupo
y en la medida de lo posible, en políticas y procedimientos.
* Visión estratégica: los líderes y el público tienen una visión de largo plazo en buena
gobernanza y desarrollo humanos. Junto con un buen sentido de lo que se necesita
Dirección
para alcanzar este desarrollo, hay también una comprensión de las complejidades
históricas, culturales y sociales en la cual esta perspectiva está cimentada.
* Interés: instituciones y procesos intentan servir a todas las partes interesadas
Procesos e instituciones producen resultados que satisfacen necesidades mientras
Desempeño
hacen el mejor uso de los recursos.
* Responsabilidad: los tomadores de decisiones en el gobierno, el sector privado y
organizaciones de la sociedad civil son responsables, con lo público, incluidas las
Responsabilidad y
instituciones interesadas. Esta responsabilidad varía dependiendo de la organización y
Rendición de Cuentas
si la decisión es interna o externa.
* Transparencia: la transparencia está construida sobre el libre flujo de la información.
Procesos, instituciones e información son directamente accesibles a quienes les
concierne y provee información suficiente para comprenderlos y monitorearlos.
93
Los anteriores conceptos hacen parte de desarrollos teóricos sobre La Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en su documento
“Gobernanza de Áreas Protegidas, de la comprensión a la acción” (Borrini-Feyerabend
et al., 2014), el cual enfatiza en la gobernanza para la conservación y presenta todo
un desarrollo conceptual del cual hemos extraído el concepto y principios referidos;
sin embargo, avanza en la materia a tal punto que propone una metodología para su
desarrollo sobre la cual no nos extenderemos en el presente texto.
22
Plataforma MinAmbiente: https://archivo.minambiente.gov.co/index.php/
gestion-integral-del-recurso-hidrico/gobernanza-del-agua#:~:text=Para%20el%20
Instituto%20de%20Estudios,diferentes%20actores%20sociales%20en%20las
Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC), la Federación Agrominera
del sur de Bolívar (Fedeagromisbol) y el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Medio (PDPMM).
Estas organizaciones, ante la necesidad de regular el uso de los recursos naturales,
han implementado formas de regulación consuetudinarias, entre las que se destaca
el proceso denominado “la línea amarilla”, liderado por la ACVC, y el apoyo de otras
organizaciones campesinas, que desde el año de 1993 han logrado la protección de
70.000 hectáreas de bosque ubicadas al sur de la serranía de San Lucas, entre los
municipios de San Pablo (Bolívar), Cantagallo (Bolívar) y Yondó (Antioquía), área que
se caracteriza por su riqueza en materia de biodiversidad (Rincón, 2019) .
El nombre de línea amarilla no es fortuito, se refiere a la forma como estos campesinos
delimitaron el área a proteger, con un mecanismo sencillo y efectivo: pintaron de color
amarillo los troncos de los árboles que se encontraban en el perímetro de esta área, en
la cual no se admitían usos distintos al de la protección del bosque, la investigación y
el disfrute estético y espiritual; de esta forma sencilla hicieron un cierre de la frontera
agropecuaria, ordenaron su estructura ecológica principal y garantizaron la oferta de
servicios ambientales para su territorio.
Esta forma consuetudinaria de ordenamiento ambiental no está libre de riesgos,
aunque parezca paradójico, con la salida de la guerrilla de las FARC del territorio,
la zona se ha convertido en un atractivo para múltiples grupos legales e ilegales que
constantemente desafían, mediante la fuerza y el terror, este orden social establecido
por las comunidades. Pero pesar de esto, la línea amarilla sigue siendo una evidencia
de la experiencia y capacidad de las comunidades de este territorio de llevar a cabo
procesos de este tipo.
Como este proceso, son varios los que hay en la serranía de San Lucas y la llanura aluvial
del río Magdalena en el sur de Bolívar, cada una de ellos con las particularidades que
le imprime su historia, la cultura y hábitat. Estos elementos son los que hacen que las
formas de gobernanza ambiental y del agua no obedezcan a una formula única, sino
que se manifiesten de forma heterogénea. Para la muestra, los siguientes procesos.
El primero, se refiere al desarrollado por las comunidades de pescadores de la ciénaga
de Simití que, en su labor de controlar el uso de las artes de pesca no permitidas
por su impacto ambiental en la sostenibilidad del recurso pesquero, han realizado
labores de concientización y acuerdos de conservación del recurso pesquero a partir
del respeto de las tallas mínimas de pesca por especie, el control social sobre el uso
de las artes de pesca ilícitas, el establecimiento de vedas, el ordenamiento territorial
ambiental respecto a las áreas de conservación del recurso pesquero, l gestión de
incentivos económicos para la población de pescadores artesanales, y la restauración
y conservación de los bosques de galería de los humedales.
95
El segundo proceso para mencionar, de naturaleza campesina, es el de la Asociación
de Caficultores y Productores Agropecuarios de Santa Rosa del sur de Bolívar
(ASOCAFE), con asiento en el corregimiento Fátima, parte alta de la serranía de San
Lucas, quienes transcienden el marco de su actividad productiva y adelantan procesos
de conservación de los bosques de galería de las quebradas que recorren su territorio.
Mediante acuerdos de conservación comunitarios, realizan labores de restauración de
ecosistemas degradados y adelantan labores de ordenamiento productivo y ambiental
de su territorio, además de contribuir con el establecimiento de una cultura cafetera
basada en la producción de cafés especiales con responsabilidad ambiental.
Estos son solo dos ejemplos de los muchos procesos de gobernanza ambiental
adelantados por las comunidades de la serranía de San Lucas, que vienen luchando por
su reconocimiento. Esta capacidad instalada en materia de protección y gobernanza
ambiental es la que consideramos debe entrar en diálogo con las instituciones, la
política pública y las acciones gubernamentales, para que esta sea una relación gana–
gana, basada en la construcción de confianza y en la construcción de sociedad y
Estado. Esto, sobre todo, en la coyuntura actual, que está determinada por el proceso
de formulación, concertación y constitución de un área protegida en la serranía de
San Lucas, adelantando por la Unidad Administrativa Especial de Parques Nacionales
Naturales (UAESPNN).
Si lo anterior quiere hacerse sostenible en el tiempo y en el espacio, requiere gozar
de unos altos niveles de legitimidad entre las comunidades y organizaciones sociales
de la serranía de San Lucas, lo cual pasa por el reconocimiento de sus formas de
gobernanza y su interrelación e interlocución con las formas de gobierno estatales. Al
respecto, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) nos
ofrece unos lineamientos que pueden servir como insumo para este propósito, los
cuales fueron compilados por Borrini-Feyeraben (Borrini-Feyerabend et al., 2014),
y quenos permitimos presentar para consideración del lector, en la siguiente tabla:
PRINCIPIOS CONSIDERACIONES
Establecer y mantener instituciones de gobernanza que tengan amplia aceptación por parte de la
sociedad y que además sean apreciadas.
• Que puedan ser representados y que puedan tener voz en la asesoría y/o toma de decisiones.
• Estimular el compromiso activo de los actores sociales de las áreas protegidas, defendiendo la
diversidad y la equidad de género.
• Ampliar el apoyo especial a grupos vulnerables tales como pueblos indígenas, mujeres y jóvenes.
Legitimidad y voz • Mantener un diálogo activo y buscar consensos para lograr soluciones que respondan, al menos en
parte, a las preocupaciones y los intereses de todos.
• Promover el respeto mutuo entre los titulares de derechos e interesados.
• Hacer honor a las normas acordadas, las cuales son respetadas porque son propiedad de la gente y no
solamente por miedo ante la represión y el castigo.
• Entregar, lo más posible, la autoridad y la responsabilidad de la gestión a las instituciones capaces con
mayor cercanía a los recursos naturales (subsidiaridad).
• Desarrollar y seguir una visión estratégica congruente e inspiradora (perspectiva amplia, de largo
plazo) para las áreas protegidas y sus objetivos de conservación, fundamentada en valores acordados y
en el reconocimiento de las complejidades ecológicas, históricas, sociales y culturales singulares de cada
contexto.
• Garantizar que la práctica de la gobernanza y de la gestión de las áreas protegidas sea congruente con
los valores acordados.
• Garantizar que la práctica de la gobernanza y de la gestión de las áreas protegidas sea compatible y
esté bien coordinada con los planes y las políticas de otros niveles y sectores dentro del paisaje terrestre/
marino más amplio, y que sea respetuosa de las obligaciones nacionales e internacionales (incluyendo el
Dirección PoWPA del CDB).
• Brindar orientaciones políticas claras sobre los principales asuntos de interés del área protegida,
en particular sobre asuntos controversiales (ej., prioridades de conservación, relaciones con intereses
comerciales e industrias extractivas) y garantizar que sean congruentes con las asignaciones
presupuestales y la práctica de la gestión.
• Evaluar y orientar el progreso sobre la base del monitoreo regular de resultados y un enfoque
consciente de gestión adaptativa.
• Favorecer el surgimiento de líderes que generen nuevas ideas y permitan/promuevan cuidadosamente
el ensayo de innovaciones, incluyendo innovaciones en la gobernanza y la gestión para las áreas
protegidas.
97
• Lograr la conservación y otros objetivos según lo planeado y monitorizado, entre otras por medio de
evaluación continua de la eficacia de la gestión.
• Promover una cultura del aprendizaje sobre las políticas y la práctica de la gobernanza de áreas
protegidas utilizando mecanismos, herramientas y relaciones que promuevan el aprendizaje mutuo y la
fertilización cruzada de las experiencias.
• Comprometerse con la defensa de las áreas protegidas y la comunicación en su favor.
• Responder a las necesidades de los titulares de derechos y de los interesados, por ejemplo, ofreciendo
Desempeño respuestas eficaces y a tiempo frente a inquietudes y solicitudes razonables de cambios en prácticas de
gobernanza y de gestión.
• Garantizar que los funcionarios de las áreas protegidas, los titulares de derechos y los interesados,
según corresponda, tengan las capacidades necesarias para asumir los roles y las responsabilidades de
gestión y que esas capacidades sean usadas eficazmente.
• Hacer un uso eficiente de los recursos financieros y promover la sostenibilidad financiera.
• Promover la sostenibilidad y la resiliencia social, esto es, la habilidad para manejar los riesgos,
sobreponerse a las crisis inevitables y resurgir fortalecidos de las experiencias
• Garantizar la transparencia, asegurándose de que los titulares de derechos y los interesados tengan
acceso oportuno a la información sobre: lo que está en juego en la toma de decisiones.
• Garantizar que los roles para las áreas protegidas sean claros y adecuadamente compartidos, así como
las líneas de responsabilidad y la rendición de informes/respuestas..
• Evaluar el desempeño del área protegida, de quienes toman las decisiones y de los funcionarios,
Responsabilidad
vinculando calidad de los resultados con recompensas y sanciones concretas y adecuadas.
y rendición
• Establecer vías de comunicación (ej. sitios web) donde estén accesibles informes y registros sobre el
de cuentas
desempeño de las áreas protegidas.
• Estimular retroalimentación de grupos de la sociedad civil y de los medios frente al desempeño.
• Garantizar que una o más instituciones públicas (ej. Defensoría del Pueblo, comisión de derechos
humanos, agencia de auditoría) tengan la autoridad y la capacidad para supervisar y cuestionar la acción
de los organismos de gobierno y de los funcionarios de las áreas protegidas.
• Luchar por la distribución equitativa de los costos y de los beneficios resultantes del establecimiento y
de la gestión de las áreas protegidas y para que haya justicia en la toma de las decisiones pertinentes.
• Garantizar que el sustento de las personas vulnerables no se vea afectado adversamente por las áreas
protegidas; que las áreas protegidas no creen o agraven la pobreza o fenómenos migratorios socialmente
disruptivos; y que los costos de las áreas protegidas—especialmente cuando se cargan a las personas
vulnerables—no pasen sin compensación adecuada.
• Garantizar que la conservación se lleve con decencia y dignidad, sin humillar o hacer daño a las
personas.
• Manejar con justicia a los funcionarios y a los empleados temporales de las áreas protegidas.
• Hacer cumplir las leyes y los reglamentos de forma imparcial, de manera consistente a través del
tiempo, sin discriminación y con el derecho de apelar (estado de derecho).
• Tomar pasos concretos para respetar los derechos sustantivos (legales o consuetudinarios, colectivos o
Justicia y
individuales) sobre la tierra, el agua y los recursos naturales relacionados con las áreas protegidas, y para
derechos
reparar violaciones pasadas de los derechos.
• Tomar medidas concretas para respetar derechos procedimentales sobre asuntos de las áreas protegidas
incluyendo: Información y consultas adecuadas a los titulares de los derechos e interesados; prácticas
justas de manejo de conflictos; y acceso a la justicia no discriminatoria.
• Respetar los derechos humanos, incluyendo los derechos individuales y colectivos y la equidad de
género.
• Respetar los derechos de los pueblos indígenas, según la Declaración de los Derechos de los Pueblos
Indígenas de las Naciones Unidas.
• Garantizar estrictamente el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas para
cualquier propuesta de reasentamiento relacionada con las áreas protegidas.
• Promover el compromiso activo de titulares de derechos e interesados, al establecer y gobernar las
áreas protegidas.
Conclusiones
Las condiciones de aislamiento y abandono estatal a las que estuvo sometida la
serranía de San Lucas han sido superadasgracias a la pujanza de sus pobladores, lo
que posibilitó el desarrollo de micro órdenes sociales que han permitido establecer
unos sistemas de gobernanza que regulan tanto la vida cívica de las comunidades,
como sus relaciones con la naturaleza. Estos sistemas, al tenor de las definiciones más
progresistas, se homologan a la definición de gobernanza. Esta capacidad instalada,
lejos de ser un obstáculo, le permitiría al Estado, sobre todo en el marco del proceso
de la declaratoria de un área protegida en la serranía de San Lucas, construir un
modelo sólido de gobernanza para la gestión integral de la biodiversidad y sus servicios
ecosistémicos. Sin embargo, esto es posible, siempre y cuando el Estado reconozca
estas formas, se interrelacione e interlocute con ellas en el marco de unos principios
que propicien una relación simbiótica y sinérgica, en las que las partes involucradas
sientan que están en un gana–gana, y en las que se renuncie a toda pretensión de
cooptarlas o someterlas autoritariamente a las categorías y sistemas de ordenamiento
99
ambiental estatal (POMCAS, EOT, Planes de Manejo, etc.), a través de instrumentos
que son válidos, pero que resultan de mayor provecho desde la perspectiva de un uso
alternativo del derecho. Lo anterior permitiría construir confianza, tener un mayor
control sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, y suscribir un nuevo
contrato social entre la periferia y el centro.
Referencias
Borrini-Feyerabend, G., Dudley, N., Jaeger, T., Lassen, B., Pathak Broome, N., Philips, A. y Sandwith, T.
(2014). Gobernanza de áreas protegidas. De la comprensión a la acción. Gland UICN.
Graham, J., Amos, B. y Plumptre, T. (2003). Governance principles for protected areas in the 21st Century.
The Institute On Governance [IOG]. https://www.files.ethz.ch/isn/122197/pa_governance2.pdf
Launay, C. (2005). La gobernanza: Estado, ciudadanía y renovación de lo político. Revista Controversia,
(185), 92-105).
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. (2019). Herramientas para la conservación de la
biodiversidad en municipios, 1. ESAP.
Ministerio de Ambiente Y Desarrollo Sostenible. (2020). Minambiente. http://www.minambiente.gov.co/
index.php/component/content/article/1957-gobernanza-delagua
Pamplona, F. (2000). Legitimidad, Dominación y Racionalidad en Max Weber. Economía y Sociedad, (8).
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5900558.pdf
Rincón, R. (2019). La línea amarilla: defendiendo la naturaleza colombiana. https://www.prensarural.org/
spip/spip.php?article24239
Weber, M. (2002). Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica.
CAPÍTULO 3
INTRODUCCIÓN
El presente documento reflexiona sobre el papel de las radios comunitarias del sur
Bolívar en la protección y conservación ambiental; se busca caracterizar cuáles son
las condiciones que permiten llevar a cabo un ejercicio eficaz de comunicación
101
con enfoque ambiental. Para ello, en primer lugar, se exploran los problemas que
ha suscitado esta relación entre comunicación y ambiente, formulando algunas
reflexiones en torno al contexto en el que emerge esta dupla. En segundo lugar,
se presentan algunas formulaciones teóricas sobre el deber ser de tal relación,
recalcando particularmente en la importancia de considerar las experiencias
comunitarias. En tercer lugar, se presenta una serie de hallazgos derivados tanto
de consulta de documentos como de una entrevista colectiva con radialistas de las
emisoras comunitarias del sur de Bolívar; por medio de estos se presenta un breve
contexto ambiental de esta región y las acciones que desde la radio comunitaria se
han emprendido para su conservación. Finalmente, en cuarto lugar, se analiza el
estado actual de la relación entre comunicación y ambiente en la experiencia de
las emisoras a partir de lo explorado previamente. Con ello, se formulan algunas
consideraciones finales con las que se concluye el documento.
generalizada, que se ha hecho manifiesta en las instancias en que circulan los marcos
de referencia para su comprensión. Se entendería entonces que los medios de
comunicación han cobrado un papel de protagonismo, en cuanto a sus atributos de
difusión adquiridos, para convertir el problema o riesgo ambiental en un fenómeno
de interés global. Sin embargo, esta es una realidad que no debe entenderse de
forma lineal, pues la comunicación o el periodismo sobre el riesgo ambiental aún hoy
presenta dificultades y particularidades que no pueden perderse de vista.
Ya desde inicios de la década de 1990 se advertía que una de las primeras dificultades
en esta relación estaba asociada al hecho de que debía ampliarse la concepción del
conflicto sobre la que se centraba parte de la comunicación. Ya no se trataba, pues, de
comunicar sobre el conflicto entre las personas, sino que ahora debía incluirse en la
agenda el conflicto entre la gente y la naturaleza (Kunst y Witlox, 1993). Esto supuso,
entonces, ajustar el tipo de representaciones sobre el conflicto y sobre la responsabilidad
que debiera adoptar cada persona en la sociedad para resarcir el daño ambiental
que ya estaba hecho. La comunicación, en este sentido, entró en un escenario aun
más complejo, pues el conflicto existente entre la gente y la naturaleza es también el
conflicto entre la gente y la gente que afecta en mayor medida la naturaleza.
Puede ser que por tal complejidad este tipo de discusiones o de agendas no haya
tenido aún tanta cabida en los medios de comunicación. Algunos estudios así parecen
indicarlo (Teso et al. 2019; Teso, 2020), pues ha sido más común que la difusión
de problemas ambientales, como el caso particular del cambio climático, se haya
asumido principalmente desde las instancias políticas o científicas de la sociedad
y no necesariamente desde los medios de comunicación. Igualmente, lo anterior
queda reflejado en la volatilidad que caracteriza las agendas ambientales en los
espacios comunicativos, pues ante la emergencia de coyunturas (políticas, militares,
económicas o de otra naturaleza), el problema ambiental tiende a quedar relegado.
Este es un problema que por ser permanente puede ser atendido y retomado en
cualquier otro momento.
Retomando el carácter del problema ambiental como un conflicto que es también
entre gentes, otra de las dificultades de su comunicación en los medios tiene que ver
con las restricciones de tipo político y económico. Al respecto, es necesario resaltar de
forma particular el caso de los países del Sur Global en el que los intereses de empresas
multinacionales actúan como fuerzas coercitivas y de distorsión en la comunicación
de muchos de los problemas ambientales como cuota para el sostenimiento del
‘mercado global’ (Fortunato y Almeida, 2017). Se tergiversa el enfoque comunicativo
según los intereses de estos actores, orientando el problema ambiental hacia el lugar
de la elaboración de noticias que desvíen la atención sobre los verdaderos riesgos,
o hacia la restricción de un proyecto comunicativo con un verdadero enfoque de
conservación ambiental.
103
Así, mientras los grandes medios de comunicación hacen de los problemas ambientales
un espectáculo noticioso, maximizando sus ganancias con el cubrimiento de
catástrofes -o mientras se dedican a impulsar meras campañas de reciclaje y cuidado
del agua- muchas personas se enfrentan en el día a día a los impactos ambientales
generados por las dinámicas de la industria y del consumo (Muñoz y Sotelo, 2011).
Las inundaciones, los problemas de contaminación, la pérdida en los ecosistemas y
demás consecuencias que afectan a millones de personas en el mundo se asumen
desde la comunicación masiva como una noticia más y no como un problema cuya
solución está mediada, en parte, por la capacidad de reflexión que, entre otras, los
medios de comunicación puedan generar.Por lo tanto, importa revisar precisamente
la posibilidad de que sean otras voces las que se encarguen de comunicar el problema
ambiental como un problema vivido. Para lo cual, las experiencias lideradas por
pobladores de zonas con altos índices de afectación climática, de contaminación o
de pérdida de fauna y flora pueden constituir una transformación simbólica y cultural
en torno a la comunicación. Una transformación que, como sugieren Fortunato y
Almeida (2017), esté a la altura de los cambios que está sufriendo el ambiente, y que
responda con efectividad a las necesidades que ello implica, como lo son proyectos
radiales integrativos de una política orientada a la conservación ambiental.
problemas de conservación del agua con campañas por el uso responsable en las casas
y no con denuncias sobre el problema de su contaminación por el mercurio vertido
por la extracción minera. La comunicación con enfoque ambiental supone superar
las estrategias que atienden de forma parcial los riesgos ambientales, limitándose
a campañas informativas o a meras propagandas, o prestando atención a solo una
parte del todo que comprende el problema.Implica, por tanto, diseñar una estrategia
comunicativa que tenga la capacidad de hacer del problema ambiental un problema
de interés social; algunas consideraciones se vienen formulando desde el siglo pasado
en el que la comunicación empezó a preocuparse por los problemas ambientales.
En el caso particular de las radios comunitarias, el problema ambiental debe adaptarse
desde una sección periodística específica que esté orientada en todas sus funciones
a estructurarlo editorialmente. Esto también supone el necesario compromiso de los
comunicadores populares que se encargarán de cumplir con las funciones relativas al
enfoque ambiental. Es también importante que tengan la capacidad de lidiar o hacer
frente a los eventuales conflictos que puedan surgir en relación con los intereses
económicos o sectoriales a los que se encuentre relacionado el medio. Además,
deben contar con la capacidad de comunicar desde un lenguaje compartido con la
audiencia, tratándose en este caso de la opción de comunicar problemas ambientales
que resulten ser de su atención e interés particular (Kunst y Witlox, 1993).
En torno a esta última consideración, debe tenerse en cuenta que la comunicación con
enfoque ambiental debe ir más allá de los aspectos puramente técnicos o científicos.
El acercamiento que se procura con la audiencia debiera darse en términos mucho
más cotidianos, haciendo gala de lenguaje y de los estilos que impactan realmente
a las comunidades, y que las motivan a movilizarse por la defensa y protección del
ambiente. Esto, por supuesto, no implica que deba anularse la racionalidad técnica
que suscriben los problemas de esta naturaleza, pues también allí están implícitas las
soluciones que deben buscarse de cara a su conservación. Pero lo que debe buscarse
de manera equilibrada es la sensibilidad de las comunidades para que pongan en
función de la defensa del territorio y del ambiente su capacidad de agencia.
En este punto es crucial advertir sobre una de las principales problemáticas que
desde la literatura se ha planteado al respecto. Para que un discurso ambiental en los
medios de comunicación tenga mayor credibilidad, particularmente en los de carácter
comunitario, es imprescindible que se supere el enfoque puramente informativo (o
propagandístico) con el que suele cubrirse el problema ambiental. Como refiere
Libaert (2012), la credibilidad de un proyecto de comunicación ambiental no se
resuelve con menciones esporádicas o coyunturales de un problema, ni tampoco
bajo una lógica publicitaria en la que se multiplican las menciones al respecto.
En cambio, sugiere el autor, es más probable que la credibilidad sea mayor cuando se
tiene una comprensión profunda del sentido de la comunicación y de sus modos de
105
acción. Lo que sugiere, en clave de la radio, transformar la estrategia comunicativa
hacia una propuesta que integre el problema ambiental como un proyecto, en vez de
abordarlo como una franja publicitaria. De esta forma, se abre la oportunidad a una
radio que renueve constantemente sus discusiones y sus discursos sobre ambiente y
desarrollo sostenible, lo cual deviene necesariamente de un ejercicio de intercambio
y escucha, es decir, de un proceso participativo de la multiplicidad de voces que
tienen algo por decir al respeto.
Este giro en la comunicación le otorga, en este caso, una comprensión distinta de sentido
al ejercicio radial, pues motiva lo comunicativo como una opción de encuentro y no
como un dispositivo informativo. Se abre la experiencia a los ‘profanos’, símil que utiliza
Libaert (2012) para referirse a la gente del común que poco o nada tiene que ver con
medios de comunicación, pero que puede aportar mucho en materia de conservación
del ambiente. Además, se asume esta experiencia como la posibilidad de relegitimar
los procesos comunicativos, pues la participación se fundamenta en el consenso y en el
reconocimiento, pero también como la posibilidad de exponerse democráticamente al
conflicto, ya que la disposición a la multiplicidad lo es también a la diferencia.
La comunicación con enfoque ambiental es entendida desde la participación que
conduce al reconocimiento de experiencias, apuestas, conocimientos y problemáticas
del cotidiano de comunidades locales con quienes se puede llevar a cabo procesos
efectivos de transformación de conductas o fenómenos que agudizan los riesgos
ambientales. Al visibilizar los impactos que los pobladores, las empresas y demás actores
generan en el ambiente se abre la puerta al diálogo y a la concertación para trabajar
bajo propósitos comunes (Muñoz y Sotelo, 2011). Lo anterior requiere, como se ha
mencionado, de un cambio en la comprensión del sentido de lo comunicativo como
algo mucho más amplio y mucho más profundo que la simple emisión de información.
Por lo mismo, se diferencia de las agendas mediáticas de los grandes medios
corporativos que utilizan el problema ambiental como espectáculo informativo, muy
desde la lógica del marketing social. O se diferencia también de las prácticas de
comunicación utilizadas por entidades públicas o privadas, quienes, bajo las banderas
de la responsabilidad social empresarial, limitan sus acciones al diseño de campañas
que equilibren sus niveles de producción con los del impacto ambiental generado. La
comunicación centrada en la participación y generada desde las comunidades busca,
en cambio, la movilización y el cambio social (Muñoz y Sotelo, 2011), y hace de un
proyecto comunicativo una estrategia permanente e integral de agencia para, en este
caso, la protección y conservación del ambiente.
ilegales han encontrado allí una zona en la cual llevar a cabo sus operaciones y
control territorial. La guerra ha sido alentada por terceros que han buscado acaparar
extensas áreas de tierra para la producción agroindustrial y la ganadería. Además,
los actores armados se han financiado de la minería ilegal y de los cultivos ilícitos
en el departamento. Lamentablemente, el sur de Bolívar ha sido el teatro de tristes
operaciones de guerra contra la población dejando una huella de sangre imborrable
y que pervive en el recuerdo de sus pobladores.
A todo esto, se suman los conflictos de tipo ambiental, algunos directamente
relacionados con los actores armados ilegales y otros relacionados con la forma
en que se ha ordenado el territorio (formal e informalmente) para la producción
de materia prima y para la subsistencia de sus habitantes. Los cuerpos de agua
son característicos de esta zona del país y del departamento por la presencia de
ciénagas que se alimentan del Río Magdalena, mismo que delimita todo el oriente
del departamento de Bolívar. También son características de su ambiente la flora y la
fauna, tanto de las ciénagas como de las zonas selváticas que se corresponden con la
Serranía de San Lucas, ubicada en la cordillera Central.
Estas zonas representativas del sur de Bolívar se encuentran en mayor o menor medida
amenazadas por riesgos ambientales, algunos de los cuales se mencionan brevemente
para comprender la dimensión de la problemática a la que se enfrentan las comunidades
en los territorios y sobre las cuales pueden contribuir los diferentes espacios radiales.
El agua, para los pobladores del sur de Bolívar, además de ser reconocida como un cuerpo
articulador y estabilizador de los diferentes ecosistemas que allí convergen, constituye la
fuente de las relaciones que entre ellos se tejen por ser un recurso fundamental para la
reproducción ampliada de la vida (Cadavid, 2020). El agua es el sustento material para
el desarrollo de actividades de aprovisionamiento y disposición del recurso. También
se convierte en un referente en la construcción de una identidad asociada a la cultura
anfibia, pues allí suele generarse el encuentro de mujeres que organizan sus espacios
en torno a las labores de cuidado; también los pescadores asumen los cuerpos de agua
como la fuente de su subsistencia e, incluso, los niños y las familiares se encuentran en
espacios de recreación en las ciénagas los caños y las quebradas.
Lastimosamente los cuerpos de agua de esta zona del departamento se encuentran
expuestos a una serie de riesgos que derivan principalmente de la falta de manejo y
ordenamiento de la cuenca hidrográfica en el sur de Bolívar; su fauna y su flora han
entrado en situación de deterioro, entre otras, por la poca planificación en la pesca,
principalmente en el caso de la Ciénaga de Simití, en donde hasta hace poco el uso
del trasmallo se había convertido en una práctica muy particular de pesca, además
legítima, entre los pobladores.
Pero la minería también ha generado graves afectaciones a las fuentes hídricas
contaminándolas de mercurio, con lo cual se disminuye la calidad del agua y se
107
pone en riesgo su aprovechamiento por los pobladores. La minería es una práctica
tradicional en el territorio de la cual se tienen registros desde el siglo XVIII, pero
es una actividad económica que no se ha tecnificado para alcanzar un grado de
calidad suficiente en relación con la conservación del ambiente. Además, como se
hizo referencia, por ser una práctica de la que se favorecen principalmente los grupos
armados ilegales, las autoridades correspondientes no han logrado desarrollar una
capacidad de control al respecto que minimice o desaparezca los riesgos a los que la
minería expone al ambiente.
Por otro lado, la deforestación se ha convertido en una amenaza para la Serranía
de San Lucas; particularmente, como práctica tradicional, la extracción de madera
por el Río Magdalena se ha convertido en uno de los focos de la economía en el
territorio, agudizando cada vez más las condiciones en que se reproduce la fauna y
la flora en el sur de Bolívar. De las 65 millones de hectáreas definidas como zonas de
reserva forestal, se calcula que durante la primera década del siglo XXI se extrajeron
por lo menos 13 millones (Viloria, 2009). De todo ello desprende el problema de
protección ambiental y de las especies que habitan estas zonas selváticas y que hoy
por hoy reclaman algunas voces, entre ellas las de las radios comunitarias del sur de
Bolívar, quienes también abogan por la defensa de los manatíes en la Ciénaga de
Simití ante la amenaza de su desaparición.
109
logrado, junto con los pescadores de la zona, diseñar un plan de pesca en el que las
familias se turnan en días para garantizar la no sobreexplotación de peces.
Por su parte, los integrantes de la emisora de Simití se refirieron a diferentes momentos
en que las comunidades lograron una interlocución con y desde la emisora para
promover campañas que también se inscriben en las estrategias de conservación
de los manatíes o en la denuncia de diferentes situaciones de riesgo ambiental,
generadas por acción de las empresas multinacionales o de los mismos pobladores
del territorio. En general, su respuesta conduce particularmente al lugar de la apertura
de los micrófonos para que de vez en cuando sean las personas del día a día quienes
se encarguen de movilizar a la sociedad en defensa del ambiente. De esta forma,
reconocen los comunicadores, los programas de la emisora y las denuncias que de
allí emanan se convierten en un indicador de las problemáticas que se presentan en
torno a la situación ambiental del sur de Bolívar.
Para determinar el impacto que efectivamente las emisoras han logrado en torno a
la comunicación ambiental, los entrevistados hicieronalusión a cómo la movilización
de diferentes sectores en defensa del ambiente pudo estar relacionada con lo que
desde cada emisora se promovió. En Morales, con San Sebastián Estéreo, se reconoce
el impacto por la acción emprendida con los pescadores, quienes adoptaron
algunas de las recomendaciones expuestas en los programas que impulsaron el
reconocimiento por la importancia de los recursos hídricos para el territorio. Por
su parte, en Simití, los comunicadores advirtieron del impacto de la emisora a
partir del impulso a colectivos que han encontrado un lugar entre sus emisiones
para promover y participar en las campañas o en las denuncias que desde allí se
movilizan. Es decir, el impacto se ha medido por el poder de convocatoria que
en cada caso se ha logrado explorar con algunos de los sectores sociales o de los
sujetos directamente interpelados. Otro de los elementos que puede ser indicador
del enfoque ambiental de las radios comunitarias en el sur de Bolívar es el de la
vinculación con organizaciones de carácter ambiental. Al respecto, Ingrid Urbiñez,
de Santa Rosa Estéreo, refirió que desde esta emisora han logrado establecer una
suerte de alianza con empresas para facilitarles la emisión de mensajes institucionales
para la protección ambiental; además, se han asociado con cooperativas financieras
en las que se articulan pequeñas y medianas empresas en el territorio y con quienes
han diseñado una serie de estrategias de responsabilidad ambiental.
Por su parte, los comunicadores de Simití Original Estéreo recalcaron la función
cumplida con los colectivos que impulsan desde la emisora y con quienes se han
asociada en torno a diferentes campañas de protección ambiental. Todo bajo una
política de apertura institucional de la radio, para que los diferentes colectivos tengan
por lo menos un espacio de media hora a la semana para hablar de la importancia de
los procesos ambientales en el territorio. Mientras que desde San Sebastián Estéreo se
reconoció que al respecto no hay ningún tipo de asociación, más allá de la gestión que
111
de las buenas intenciones con las que se ejecutan, se caracterizan por una falta de
enfoque o de estructura de proyecto que le dé un horizonte de sentido a sus discursos
ambientales. Aunque es evidente la sensibilidad de las radios para abordar estas
problemáticas, y aunque disponen de los espacios en su programación para difundir
los diferentes mensajes, no es clara la política comunicativa que deje por sentado el
papel de estos medios de comunicación en el abordaje de temas ambientales. Las
acciones realizadas aún no se pueden caracterizar como programas específicos con
un enfoque ambiental; más bien, obedecen a situaciones coyunturales y esporádicas
con problemas que resultan de gran relevancia para la comunidad en general, pero
que corren el riesgo de caer en errores conceptuales o procedimentales.
Estas son campañas que, como se mencionó, funcionan bajo la lógica de la
información de servicio, que se diferencia del marketing social particularmente
por su enfoque comunitario. Y aunque son acciones dotadas de preocupaciones
genuinas por el ambiente, pueden resultar insuficientes ante las posibilidades de una
comunicación con enfoque ambiental. Se espera que este tipo de escenarios tenga su
propia estrategia de información y comunicación más allá de las diferentes acciones
esporádicas; también que construyan toda una agenda ambiental que a lo largo de,
por lo menos, un año permita generar ejercicios de opinión y debate para la reflexión
ambiental en el territorio.
Resulta difícil caracterizar estas prácticas que realizan las radios comunitarias del sur
de Bolívar como un ejercicio de comunicación; de lo que se trata, en cambio, es de
un proceso informativo que cumple una función social, en tanto no constituye ni
promueve escenarios efectivos y permanentes de encuentro entre las comunidades
y los actores interpelados. Es decir, son acciones que, aunque se enmarcan en las
preocupaciones por posicionar un debate público, todavía presentan brechas en el
cumplimiento de este propósito. Es difícil reconocer allí lo que advierte Libaert (2012)
al afirmar que la comunicación ambiental es también una comunicación que interpela
lo económico y lo social, pues, aunque se divulgan algunos elementos relacionados,
aún la propuesta no es orgánica en el ejercicio mismo de discusión. Lo económico y
lo social debe ser considerado con la misma importancia, en tanto las soluciones a los
problemas ambientales no son automáticas, ni lineales.
Se corre el riesgo, entonces, de que todo lo que se ha generado en materia de
protección ambiental quede supeditado a las voluntades e intereses personales de
aquellos radialistas que mayor interés expresan por los temas de esta naturaleza. En
la misma dimensión se suscribe la ausencia de procesos de capacitación en materia
ambiental, pues la falta de recursos técnicos en el discurso puede también operar
en contraposición a los intereses genuinos de protección ambiental, ya que, como
se mencionó, pueden promoverse soluciones que resulten técnicamente erradas o
socialmente conflictivas.
CONSIDERACIONES FINALES
En la propuesta que han agenciado las emisoras comunitarias del sur de Bolívar
se hace evidente la preocupación por mejorar las condiciones ambientales en el
territorio. Los radialistas expresan de forma honesta su interés por generar procesos
que, desde las emisoras, contribuyan a conservar el ambiente de las ciénagas y
del complejo selvático que desprende de la Serranía de San Lucas en la cordillera
Central. Sin embargo, la comunicación con enfoque ambiental es un proyecto que
involucra mucho más que voluntades individuales. Supone, entre otras, el diseño de
una estructura programática de la misma emisora en el que se definan claramente
cuáles son las líneas de acción y conservación ambiental que se deben promover.
De tal manera que las diferentes acciones no queden supeditadas a los intereses
personales que, en el plano de lo comunicativo, puede verse superado generalmente
por las circunstancias.
En efecto, se cuenta con una base y con un acumulado de experiencias de gran valor,
pues a partir de lo que se ha ejecutado pueden afianzarse prácticas y alianzas que
deriven en acciones todavía de mayor impacto. Pero también es necesario que estas
prácticas se circunscriban en proyectos mucho más estructurados, con la capacidad
de atender fielmente las necesidades de los pobladores y del territorio en materia de
conservación ambiental.
Asimismo, es preciso que, en la búsqueda por consolidar un proyecto de comunicación
comunitaria desde la radio, se generen cada vez más escenarios de participación que
superen la mera coyuntura y que se inscriban en estrategias de diálogo más amplias
y, por lo tanto, más democráticas. El papel de la radio comunitaria es precisamente
amplificar la voz de las comunidades, pero no en perspectiva informativa, sino en la
lógica del debate público.
Lo que hoy han logrado estas tres emisoras como contribución a la protección del
ambiente es quizás el primero de muchos pasos en los que ya otras radios han
avanzado para consolidar un proyecto comunicativo de esta naturaleza. El interés
genuino de sus integrantes, cuyo origen deviene de la experiencia y el contacto con
las comunidades, puede ser potenciado en función de desarrollar nuevas habilidades
que, de la mano de un proyecto o de una política ambiental en cada emisora, generen
el impacto esperado en la defensa del territorio y la conservación de sus ecosistemas.
Referencias
Cadavid, A. (2020). Agua para la vida, agua para la paz. En Mendiwelso-Bendek, Z, Plata, J., Torres, A.
Construcción de paz en Colombia, alianza entre la universidad y la comunidad. Universidad de Los Andes.
( p.36-43)
113
Fortunato, I., Almeida, A. (2017). La compleja relación tripartita: ambiente, sociedad y medios de
comunicación. Espacio Abierto, 26(2), pp. 5-10. https://www.redalyc.org/journal/122/12252818001/html/
Kunst, M., Wiltox, N. (1993). Comunicación y medio ambiente. Chasqui Revista Latinoamericana de
Comunicación, (46), pp. 83-86.
Leal, C. (2002). La naturaleza en los estudios sociales. En G. Palacio y A. Ulloa, (Eds.). Repensando la
naturaleza. Universidad Nacional de Colombia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
Libaert, T. (2012). Comunicación y medio ambiente, el pacto imposible. Editorial UOC
Muñoz, C. y Sotelo A. (2011). Visiones sobre la comunicación la comunicación desde la tierra. En M.I.
Noreña y E. Herrera (Eds.). Experiencias de comunicación y desarrollo sobre medio ambiente. Estudios de
caso e historias de vida en la Región Andina de Colombia. Alianza interinstitucional.
Teso, G. (2020). La actividad investigadora realizada en España en torno a la comunicación del medio
ambiente, el cambio climático y la sostenibilidad (2007-2018). Revista Mexicana de Investigación Educativa,
25(87): 901-931.
Teso, G., Gaitán, J., Lozano, C., Fernández R., Sánchez, P., Arcila, C., Morales, E., Piñuel, J. y Monge, C.
(2019). Diseño del Observatorio de la Comunicación Mediática del Cambio Climático. ECODES.
Viloria, J. (2009). Economía y conflicto en el cono sur del departamento de Bolívar. Banco de la República.
CAPÍTULO 4
EL CAMINO METODOLÓGICO
115
116 EL CAMINO METODOLÓGICO
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
PUNTO DE PARTIDA
El objetivo de este estudio fue comprender las relaciones de los pobladores del sur
de Bolívar con el agua como articuladora y estabilizadora de los ecosistemas, para
derivar de allí aprendizajes orientados a la elaboración de contenidos educativos que
alimenten la formación universitaria en el sur de Bolívar, alrededor de tres ejes: (i) Paz
Territorial, (ii) Educación y Cultura, y (iii) Producción y Medio Ambiente.
De manera específica se propuso identificar las dinámicas de relacionamiento que han
construido los actores del sur de Bolívar con el agua para caracterizar las experiencias,
prácticas y saberes que han desarrollado con ella. Este fue el camino para conocer los
imaginarios colectivos que están en la base de esas experiencias, prácticas y saberes, a
través de la identificación y análisis de las tensiones ambientales propias de cada una
de las regiones geomorfológicas del territorio. Este propósito nos llevó a sistematizar
los aspectos centrales de esta relación que han marcado la construcción del paisaje
actual del sur de Bolívar, y el estado de sus recursos ambientales, entre ellos el agua,
dentro de la cultura y las costumbres de sus pobladores.
Sin embargo, el fin último de este proceso fue construir conocimiento, que no existe
todavía, sobre aspectos centrales de esta región, o es precario, y que se requiere
para fortalecer sus condiciones de desarrollo mirando al periodo de posconflicto. El
Magdalena Medio, en general, y, en particular, el sur de Bolívar ha sido estudiado
de manera parcial desde las universidades vinculadas e interesadas en él, y como
resultado de la actividad de ONG tan relevantes como el Programa de Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio, entre otras, e instituciones como el INCODER. La tarea
117
inicial del equipo de investigadores se centró en la búsqueda bibliográfica sobre los
temas asociados al objetivo, que se hace al comienzo de cualquier proyecto. Poco a
poco se fueron encontrando documentos y materiales más o menos estructurados y
pertinentes, así, se develaron en esta etapa las características de ese material existente:
(i) es precario el conocimiento institucional que se ha registrado, sistematizado y
publicado sobre el Magdalena Medio, y (ii) la mayoría de los estudios son descriptivos,
parciales y elaborados desde un tipo de investigación que desplaza sus profesionales
a la región a obtener datos y, con base en ello, analizar e interpretar los resultados por
fuera de la región, en sus centros (investigación extractiva).
Al lado de ello, hay una producción de tesis de pregrado, maestría y doctorado de
pobladores de la región, o de estudiantes del país interesados en ella, que cursaron
sus estudios en universidades regionales y nacionales y se interesaron por sistematizar
sus indagaciones en propuestas de nuevo conocimiento sobre el sur de Bolívar.
Otro hallazgo sobre el conocimiento generado desde y sobre la región, son los estudios
internacionales sobre medio ambiente, agua, minería, humedales, conflicto armado,
DDHH que incluyen a la región del sur de Bolívar, y nos dimos cuenta de que esta
misma información encontrada en páginas de internet y estudios internacionales no
está, ni es mencionada, en estudios nacionales o regionales.
El interés de este estudio es generar nuevo conocimiento pertinente y útil para
los habitantes del sur de Bolívar que lleve a la definición de criterios propios y
consensuados de participación ciudadana en los asuntos que les conciernen a través
de la definición de lineamientos, políticas y estrategias desde sus propios intereses y
realidades. Conocimiento que identifique, recoja y sistematice su propio recorrido
como comunidades colonas y pobladoras del territorio a lo largo de la historia y, en
particular, de las últimas dos generaciones. Pretendemos también que los resultados
de este proceso sean convertidos en material pedagógico útil y básico en la formación
de las nuevas generaciones. De allí que su participación en este proceso se considerara
vital y definiera el tipo de estudio que se debía hacer. Marcó la línea de la metodología
que se presenta en este capítulo y que consideramos es una etapa de maduración de
los procesos que veníamos haciendo antes.
En concordancia, se realizaron procedimientos y metodologías que permitieron dar
cuenta inicialmente de los contextos situacionales tanto regionales como locales que
sirven de fondo y relieve al problema ambiental y del agua. Esto fue posible a través
de indagar de manera conjunta las percepciones de los pobladores sobre los sentidos,
significados, memorias e historias que se alojan vivamente en ellos, quienes han sido
los habitantes y constructores del territorio que habitan. Esto implicó introducir las
visiones histórica y geográfica, las cuales dan elementos para mirar los diferentes
momentos del proceso que los llevó a la construcción de la realidad actual, de sus
paisajes, desde los lugares de enunciación de la experiencia y de la vida cotidiana.
DIÁLOGO DE SABERES
Esta es una investigación cualitativa se planteó sobre la línea del diálogo de saberes
que permitió identificar, recuperar y comprender los saberes, prácticas y experiencias
de los pobladores del sur de Bolívar con respecto al agua, a partir de su propia
participación en la investigación, lo que posibilitó que la recuperación de información
y la construcción de sentido se hiciera de manera conjunta.
Inicialmente comprendimos el diálogo de saberes como una metodología que
trasciende los espacios educativos formales, para suponer un acompañamiento
efectivo en los territorios, de todas aquellas prácticas sociales donde hay interacción
entre sujetos (Cfr.Torres, 2007). Si bien el concepto de diálogo puede tener diversas
connotaciones según el enfoque conceptual escogido, esta investigación se basó en
los planteamientos de la educación popular herederos de Freire, que distan de las
comprensiones puramente epistemológicas en las cuales la dialogicidad es entendida
más desde un ejercicio cognitivo, o un procedimiento de la razón, para alcanzar una
verdad desde el consenso o el debate.
En este caso, siguiendo a Freire, los sujetos no están vacíos o desprovistos de saberes
y experiencias, porque transitan por el mundo desde sus aproximaciones culturales y
cosmovisiones. Conocer, comprender y develar tales sentidos fue uno de los mayores
retos de esta investigación. Así pues, el enfoque metodológico de esta, se basó en
nociones teóricas de autores como Paulo Freire, Jesús Martín-Barbero y Alfredo Ghiso,
principalmente. Paulo Freire (1970) fue pionero en plantear desde la educación el
concepto de una pedagogía dialógica para la libertad, le dio una importancia central
a la palabra que se pronuncia para denotar y transformar el mundo que rodea y en
ello se hacen humanos los hombres:
119
liberación de los hombres. Es así como no hay diálogo si no hay un profundo amor
al mundo y a los hombres. No es posible la pronunciación del mundo, que es un
acto de creación y recreación, si no existe amor que lo infunda. Siendo el amor
fundamento del diálogo, es también diálogo. (1970, p.106).
Estas palabras de Paulo Freire son uno de los pilares de fundamentación de la
concepción de diálogo de saberes que se desarrolló en esta investigación, en la medida
en que lo relaciona con los vínculos entre los hombres, el poder transformador de la
palabra y la profunda libertad de los sujetos interlocutores que implica.
Jesús Martín-Barbero (1981), quien transformaría la noción de comunicación de finales
del siglo XX al comprenderla en el seno de la cultura, nos muestra la importancia
de construir la realidad desde las miradas de quienes las viven y no solamente de
quienes las investigan.
Ontologías relacionales son aquellas que evitan la división entre naturaleza y cultura,
entre individuo y comunidad, y entre nosotros y ellos que son fundamentales para
la ontología moderna… “El mundo es un pluriverso, en incesante movimiento, una
red siempre cambiante de interrelaciones entre seres humanos y no humanos”.
(Escobar, 2011, p. 27)
Por lo que él considera que para alcanzar el equilibrio y la armonía entre las
sociedades y la naturaleza en la cual se inserta la humanidad debe, entre otros,
buscarse el “establecimiento de mecanismos de pluralismo epistémico y cultural
(interculturalidad), entre ontologías y mundos culturales diferentes.” (Escobar, 2011,
p. 29). Estos postulados de Escobar le dieron un peso mucho mayor a la necesidad
de avanzar y profundizar en los diálogos de saberes, dándole bases epistemológicas a
este intercambio de saberes y de vivencias.
121
Postulados que él fundamenta, como nosotros, en trabajos ya avanzados de Boaventura
de Sousa Santos, quien elabora el concepto de epistemologías del sur, como un camino
para trascender la única mirada “científica” dominante de la investigación, que es la
euro centrista, y abrir un camino amplio para encontrarse con las realidades que se
viven, se comprenden y se piensan en los demás continentes del planeta, entre ellas,
América Latina. Sus postulados muestran esas líneas divisorias tan excluyentes que
invaden el pensamiento occidental, del cual todos hacemos parte en la academia. Y son
relevantes, porque en esta investigación, -complementariamente con sus postulados
sobre las otras epistemologías no euro centristas que existen en nuestra realidades-
señalan los obstáculos que se dan entre ellas y constituyen el reto de esta metodología.
“El pensamiento occidental moderno es un pensamiento abismal. Éste consiste en un
sistema de distinciones visibles e invisibles, las invisibles constituyen el fundamento
de las visibles. Las distinciones invisibles son establecidas a través de líneas radicales
que dividen la realidad social en dos universos, el universo de “este lado de la línea”
y el universo del “otro lado de la línea”. La división es tal que “el otro lado de la línea”
desaparece como realidad, se convierte en no existente, y de hecho es producido
como no-existente. No-existente significa no existir en ninguna forma relevante o
comprensible de ser”. (de Sousa Santos, 2006, p. 31)
Con base en estos postulados conceptuales de Freire, Martín-Barbero, Ghiso, Escobar
y de Sousa Santos, hemos concebido y planteado un diálogo de saberes basado en
prácticas dialógicas tendientes a develar los sentidos y significados de las principales
preocupaciones de la región, desde la valoración de las experiencias, así como de las
aspiraciones, sueños y proyectos de la comunidad del sur de Bolívar. Los diálogos, así
entendidos, fueron la principal práctica de acercamiento y construcción comunitaria
que dierono apertura hacia el encuentro entre los pobladores y la academia,
tomando distancia de prácticas coloniales en las cuales se busca imponer un tipo de
saber y aumentar la brecha entre la academia y las comunidades. Quisimos tomar
distancia de la visión extractiva de la investigación de campo que solo enriquece
a la academia. El diálogo, en tanto proceso creativo, propició el reconocimiento
de las personas y la valoración de los diferentes modos de ser y de pensar, dando
paso a prácticas incluyentes en las que niños, jóvenes, mujeres, campesinos,
mineros, pescadores, líderes, funcionarios, educadores y estudiantes participaron y
construyeron conjuntamente.
Así se orientó este ejercicio metodológico y sus resultados, que se fueron robusteciendo
en el proceso. Este ejercicio implicó poner en práctica una posición de apertura hacia
el otro y “lo otro”, en ambas partes (academia y comunidades), propiciando relaciones
horizontales, solidarias y cooperativas entre los participantes, priorizando a los sujetos
como “sabedores” y como constructores de conocimiento, a partir de sus propias
prácticas y experiencias. Lo esencial en esta investigación no es el conocimiento por
Etnografía comunicativa
Introdujimos el concepto de etnografía comunicativa –que ya hemos presentado
y desarrollado en artículos y capítulos escritos a lo largo del proceso (Cadavid y
Bohórquez, 2019) -porque en el camino vimos con claridad que los ejercicios
etnográficos que diseñamos y desarrollamos eran determinados por el enfoque de
la comunicación para el cambio social, que se fundamenta en una mirada profunda
de la comunicación en la cultura y una orientación hacia el trabajo colectivo. Tienen
una base conceptual proveniente de la etnografía clásica (Geertz 1983), porque se
alimentan con aspectos como la identificación de elementos clave en los procesos
vividos. Pero estos se orientan al trabajo colectivo sobre recorridos y visitas territoriales,
la construcción de mapas y observaciones conjuntas, donde la memoria es el sustento
de cualquier comprensión y acción desencadenante. La antropóloga Pilar Riaño Alcalá
(2020; 2021), con sus estudios de la memoria en relación con los ríos, y su trabajo
sobre los Wayuu de la Guajira fue una fuente de inspiración, más allá de sus aportes
previos sobre los museos de la memoria del conflicto colombiano. En sus trabajos
de vena etnográfica-antropológica encontramos los elementos que ubicamos como
provenientes del campo de la comunicación. En territorios del Magdalena Medio
colombiano, el rastro del conflicto armado ha marcado la vida presente y futura de
las comunidades, asi como al territorio, y a las relaciones entre ellos.
Así, hicimos una etnografía comunicativa enfocada a las relaciones construidas entre
las comunidades y el medio ambiente. Etnografía diseñada con base en metodologías
de la memoria, de los recorridos, de las descripciones colectivas; comunicativa,
123
porque se centra en identificar y caracterizar las relaciones en la vida cotidiana,
pero principalmente en las relaciones sociales simbólicas y significativas entre las
comunidades y los llamados “recursos”, los que entendemos y planteamos como las
relaciones hombre-naturaleza.
Cartografía social
La cartografía social, como enfoque proveniente de la geografía humana, surge de la
necesidad de incorporar a este ejercicio epistemologías que interpreten los procesos
de producción del espacio desde varias posibilidades. Era sustancial incorporar las
lecturas del territorio desde lo más básico e inmediato: las concepciones individuales,
y luego colectivas, a las que se llega por la negociación entre los individuos en
ejercicios sobre mapas. Por ello, esta cartografía tuvo dos momentos, uno inicial de
mapeo popular participativo realizada de manera dialogada entre los asistentes al
ejercicio, y otra posterior cuando se devolvieron los resultados de ese ejercicio en
forma de coremas, y se ajustaron con las comunidades con quienes se construyó.
El primer momento, en manos de los pobladores, fue orientado conceptualmente
sobre el sentido de la política del espacio planteada por Henry Lefebvre (1974) y
potenciada por Edward Soja (1997), quienes definen la “trialéctica del espacio” como
la relación entre percepciones, concepciones y vivencias cotidianas. La derivación de
esta relación constituye enunciaciones que evidencian situaciones sociales complejas
y conflictivas, las cuales permiten acercarse a la producción del espacio como una
realidad relacional que va desde lo vivido a lo percibido, pasando por lo concebido.
Al momento de hacer referencia al espacio geográfico que se carga de sentidos y
significados, se está aludiendo a la categoría espacial de lugar, se está reivindicando
el espacio desde las geografías posmodernas, como señala Delgado (como se citó en
Ramírez, 2012):
EL DISEÑO
En los estudios anteriores se tomó el municipio como unidad territorial de mirada,
y en la primera estapa de este estudio se continuó con esta propuesta. Así fue
cómo en los municipios se hicieron los ejercicios de recolección y ordenamiento de
información y los diálogos de saberes en los primeros ordenamientos. En la medida
en que el análisis debía ser regional, se buscaron los parámetros para hacer lecturas
transversales. El primer eje articulador al cual se acudió fue la cuenca, dado que es la
conformación primaria que aloja a las corrientes de agua y crea el tejido hídrico de
un territorio. En el caso del sur de Bolívar, permite establecer las conexiones entre
los municipios y por lo tanto los puntos en los cuales unos influencian a los otros.
Sin embargo, no encontramos estudios ni una definición geográfica ni hidrológica
oficial de las cuencas de esta región. En su búsqueda, descubrimos que estos estudios
representan grandes inversiones para el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el
responsable, y que aún se hallan pendientes para este caso.
125
Por esta razón, encontramos otra unidad territorial sobre la cual basamos el análisis a
nivel regional: la geomorfología que –para este caso- define tres estructuras en las que
este puede describirse: i) Planicie o valle aluvial, ii) Piedemonte o zona de contacto-
lomerío y iii) Zona montañosa. En el territorio del sur de Bolívar cada municipio
contiene las tres unidades morfológicas. A su vez, cada una presenta una continuidad
a lo largo de la región. De esta manera es observable y estudiable la conexión entre
los municipios y la conformación de una sola región.
A cada una de estas unidades geomorfológicas se la denominó Locus, así: Locus de
Montaña, Locus de Piedemonte, Locus de Ribera. Y es a partir de cada una de ellas
que es posible integrar la lectura de la región:
Esta matriz representa las variables centrales del estudio, sus relaciones y su ubicación
en el territorio.
las principales problemáticas del agua y el medio ambiente en sus comunidades, (ii)
recorridos -registrados-por el territorio entre académicos y pobladores, y (iii) talleres de
mapeo socio participativo con grupos de la comunidad, con presencia y participación
de los académicos. Estos talleres ofrecieron una visión general sobre un mapa que
señala los puntos de mayor significación de las variables e indicadores involucrados
inicialmente. De este nivel, se obtuvieron mapas de cada municipio equipados con las
maneras como las comunidades ubicaron en ellos las variables acordadas.
En el segundo nivel explicativo, con mayor profundidad, los académicos tomaron
el trabajo de las comunidades realizado en los mapeos participativos y los llevaron
a coremas y con este avance regresaron a cada municipio a realizar la cartografía
social, en la cual las comunidades ajustaron la información de sus municipios y se
encontraron con los coremas de su región. Fue en estos espacios donde se dieron
diálogos de saberes más enriquecedores entre las comunidades y los académicos,
porque de ambas partes hubo aprendizajes significativos.
Lo anterior fue posible porque la primera fase del diálogo se inició con la propuesta
de los académicos a las comunidades de hacer este ejercicio, Y a partir de ella, entre
ambos se ajustó la metodología propuesta. En el segundo paso, las comunidades
hicieron el mapeo participativo, con la presencia y acompañamiento de los
académicos. En el tercer paso, las comunidades entregaron los mapas municipales
a los académicos para que ellos los integraran como una región. Y es en este que la
perspectiva geográfica de la cartografía social hace el aporte de convertir estos mapas
iniciales en coremas regionales (instrumento gráfico que se trata más adelante), para
llegar al cuarto paso. En este cuarto y último paso sucedió el diálogo de fondo que
genera la cartografía social misma, al devolver estos mapas en coremas para que la
comunidad los complete y ajuste y se analice en conjunto para qué les van a servir. Allí
se cierra el ciclo porque se materializa el sentido del diálogo comunidad–academia,
cada una con su aporte, y se siente el impacto en términos del conocimiento colectivo
que se ha construido de esta manera que combinó dos mundos.
Veamos esta filigrana metodológica en detalle:
Instrumentos
Como un aporte a futuros estudios, compartimos cada paso de este proceso. El primer
tema que debió ser establecido metodológicamente para construir posteriormente los
instrumentos fue la manera como se iba a mirar el territorio. Si bien se utilizaron
instrumentos cotidianos de la etnografía y la cartografía social, en este proceso se
diseñaron con el foco de diálogo de saberes y co-creación. Se presentaron en formato
de diálogo de saberes, es decir en cada uno se señala quiénes participaron.
127
CONVERSACIONES CON LÍDERES (COMUNIDADES-ACADEMIA)
Las conversaciones se dieron entre los investigadores y: (i) los líderes de la comunidad que
pertenecen a organizaciones o movimientos productivos en los que el tema ambiental
es fundamental y, dentro de ellos, el agua; (ii) Los funcionarios de las administraciones
municipales para conocer sus planes y políticas ambientales; (iii) otros actores sociales,
como las emisoras comunitarias, profesores, padres de familia, mujeres y pobladores en
general, para identificar las relaciones que han desarrollado con el tema del agua y el
ambiente, profundizando en sus experiencias, prácticas y saberes. Estas conversaciones,
que quedaron registradas en grabaciones de audio, tuvieron un foco de intercambio
de saberes. En ellas, los académicos presentaron sus intenciones e intereses de entrada
y esperaron que los miembros de la comunidad encontraran sentido e interés en la
conversación. Terminaron siendo entrevistas en doble sentido, donde ambas partes
colocaron sus puntos de vista y sus propósitos. Fue allí donde se inició el gran diálogo
mantenido de múltiples maneras durante cuatro años
129
el equipo de investigadores, con base en su libro de campo y en sus observaciones y
experiencias, llevando a cabo el proceso de identificación y registro de información;
(ii) los mapas municipales elaborados por las comunidades fueron convertidos en
coremas regionales.
Esta figura se le da sentido a la ubicación de los locus que fueron definidos como
variables de estudio para esta investigación
26
Fabián Ramírez Villamizar, quien es el autor de todos los coremas que contiene
este capítulo.
131
Figura 6 - Mirada regional de la conformación morfogénica de la región.
Corema de Fabián Ramírez Villamizar para este estudio
133
Figura 9 - Las percepciones territoriales de los habitantes del sur de Bolívar
llevados al nivel regional
135
136
PAISAJES Y TERRITORIOS EN TRANSICIÓN
SANTA MARTA -PODER Y ESPACIOS. Realidades y potencias en
el Sur de Bolivar.-
CARTAGENA CONFIGURACIÓN TERRITORIAL
PRESIÓN Y RESISTENCIAS. EXPLOTACIÓN Y SAQUEO
Es el proceso historico-geografico resultante
de las diversas formas de apropiación y uso del espacio a través LOS PROYECTOS COLONIZADORES
del ejercicio del poder absoluto y símbolico.
Resultantes de la primera etapa de globalización
comercial relñacionada con la expansión de los centros
de poder mundial.
Las caracteristicas bíofisicas y los ciclos bíologicos han condicionado En todas sus escalas territoriales, el espacio geográfico ha sido
la ocupación y uso del territorio que permiten hablar de una cultura de ínteres para los proyectos económicos, ha sido determinante y
del agua. estructurado en función de las especificas formas
EL CAMINO METODOLÓGICO
ORGANIZACIONES Y ASOCIACIONES COMUNITARIAS que fortalecen procesos
locales y generan sentidos de acción-creación. Potenciales estructuras organizativas YACIMIENTOS DE PETROLEO CON EFECTOS DE CONTAMINACIÓN
tipo RED en temas de DDHH, Genéro, Prouctividad y Victimas.
RIO CAUCA
RÍO MAGDALENA
HACIENDA CHIPRE
CULTIVOS Y ACTIVIDADES AGRICOLAS DISPERSAS
El Río es el elemento principal que configura el territorio y las territorialidades. BOTADEROS A CIELO ABIERTO, se convierte en el principal
referente para generar topofilias
EMISORA COMUNITARIA
ZONA DE RESERVA VALLE CORREDOR ESTRATEGICO PARA EL NARCOTRAFICO
DEL RÍO CIMITARRA
RECAPITULANDO
Como una síntesis de este proceso, presentamos aquí un aparte de este capítulo que
retoma el proceso y permite ver el valor de cada paso dado con el propósito de la
investigación, el enfoque conceptual y su propuesta metodológica.
27
Ver en https://foramirezv.wixsite.com/corematica. La coremática es utilizada
como una herramienta tanto de análisis, como de representación gráfica, que ofrece
una forma de observar las dinámicas y configuraciones espaciales resultantes de
la interacción entre sociedad y naturaleza. Este enfoque involucra una serie de
premisas propias de campo de la geografía involucra una serie de premisas propias
del campo de estudio de la geografía.
137
El enfoque metodológico principal (etnografía comunicativa) permitió combinar los
elementos analíticos y epistemológicos (diálogo de saberes), sin aislar a los sujetos
participantes de su entorno, sino, por lo contrario, mantenerlos inmersos en él. Esta
visión proviene de un enfoque sistémico que favorece la integralidad y la interacción
de la naturaleza como un todo integrado, a partir de la noción de socio ecosistema
que considera la interrelación entre los componentes humanos, biótico y abióticos.
Con ello se facilitó la caracterización de las prácticas y saberes, así como de los
actores (pobladores, organizaciones, instituciones, líderes) que en sus territorialidades
deben enfrentar y vivir las tensiones y conflictos socioambientales. Pero también,
los saberes y algunas experiencias y prácticas provenientes de otras dinámicas que
buscan resolver este tipo de problemas en la vida cotidiana, expresando recursos
heredados y nuevas formas de creatividad frente a la naturaleza.
Este enfoque permitió observar y analizar los efectos de las prácticas humanas, en
las dinámicas socio-ecosistémicas y así logró la caracterización sustentada en las
interrelaciones entre el ser humano y la naturaleza.
La caracterización se logró en la medida en que se tejió un diálogo directo y
permanente con los habitantes de la región, identificando los procesos y movimientos
en el territorio, así como prácticas nuevas o alternativas, o que son el producto de
un conocimiento local originario y ancestral en relación con el paisaje y los ciclos
naturales biofísicos.
En el momento en que los resultados de la investigación fueron devueltos y
apropiados por la comunidad, se completó la última fase del diálogo de saberes y se
abrió al mismo tiempo un espacio para incluir una fase para un componente edu-
comunicativo y prospectivo. Es importante este aspecto, porque el origen y motivación
de esta investigación ha sido la de construir contenidos pedagógicos y educativos –en
diálogo de saberes– como se mencionó varias veces, y que también refleje la manera
como se han socializado las piezas y productos educativos y divulgativos. De ellos se
desprende el componente comunicativo, y a su vez etnográfico, de la metodología.
El trabajo de campo que permitió interacciones directas con la comunidad in situ,
realizado desde el 2018 hasta el 2021, así como los diálogos llevados a cabo en
la distancia (debido al aislamiento por la pandemia), en 2020 y 2021, permitieron
identificar no solo los aspectos situacionales previstos en los objetivos, sino también
cotejar la información recapitulada en diagnósticos socio-económicos y situacionales,
levantados en los proyectos de los años anteriores. Este cotejo se dio precisamente
en el diálogo de saberes, a través de relatos, entrevistas, recorridos, registro de
imágenes, historias de vida y mapeos cognitivos, relacionados con las percepciones
y valoraciones de los grupos de pobladores que hacen parte el tejido socio territorial
local. Igualmente, se articula con los resultados de los proyectos “Pensar y vivir la
Reconciliación 1 y 2”.
139
Referencias
Cadavid, A. y Bohórquez, L. (2019). Agua para la vida, agua para la paz. [Ponencia] International Association
for Media and Communication Research. [IAMCR]. Madrid, España. https://iamcr.org/es/madrid2019/cfp/
his-es
Geertz. C. (1983). La interpretación de las culturas. Gedisa.
De Sousa Santos, B. (2006). Más allá del pensamiento abismal: de las líneas globales a una ecología de
saberes. Universidad de Nueva York.
Escobar, A. (2011). Mas allá del desarrollo: pos desarrollo y transiciones hacia el pluriverso. Norma.
Fernández Santamaría, F. (1997. Los modelos gráficos de la enseñanza de la geografía, Posibilidades y
limitaciones. Ensayos, Revista de la Facultad de Educación de Albacete, (13), pp. 37-44. https://dialnet.
unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2292267
Freire, P (2012). La pedagogía del oprimido. Siglo XXI de España Editores, S.A.
Ghiso, A. (2000). Potenciando la diversidad: Diálogo de saberes, una práctica hermenéutica colectiva.
http://atlas.umss.edu.bo:8080/jspui/bitstream/123456789/735/1/LD-300-208.pdf
Lefevre, H. (1974). La producción del espacio. Papers: Revista de Sociología, 3. Pp. 219-229. https://www.
raco.cat/index.php/papers/article/view/52729
Martín-Barbero (1981). Prácticas de comunicación en la cultura popular: mercados, plazas, cementerios y
espacios de ocio. En M. Simpson (comp.). Comunicación alternativa y cambio social, UNAM.
Ramírez Villareal, F. (2012). Cartografías críticas participativas indagación territorial en las islas del delta río
Paraná, municipalidad del Tigre. Editorial Académica Española.
Ramírez Villareal, F. (2007). La primera sección de islas del delta del río Paraná. Estudios socio territoriales.
Revista de geografía, (7). Centro de Investigaciones geográficas - CIG - Facultad de Ciencias Humanas -
Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
Riaño-Alcalá, P. (2021) Stories that Claim: Justice Narratives and Testimonial Practices Among the Wayuu.
Anthropological Quarterly, In print.
Soja, E. (1997). Six discourses on the Postmetropolis. In Westwood, S. and Williams, J. (eds.). Imagining
cities: Scripts, signs, memory. Routledge.
Torres, Alfonso. (2017). La educación popular, trayectoria y actualidad. El Búho.
Yi-Fu-Tuan (1977). Space and place, the perspective of experience. University of Minnesota Press.
Mapa que contiene el ejercicio de mapeo participativo.Proviene del informe final de la investigación
Agua para la vida agua para la Paz.
141
Tabla 1 - Matriz relacional de cartografía participativa
Fuente – Proyecto Agua para la Vida Aua para la Paz, etapa de sistematización de información
142 ANEXOS
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Descripción
PRÁCTICAS EXPERIENCIAS
(paisaje, Cuerpos Reflexión
Locus Municipios Agentes SABERES Efectos
formas de de agua Síntesis
Nociva No nociva Nociva No nociva
vida)
X X X Pescadores X X X X X X X
Agricultores X X X X X X X
Mineros X X X X X X X
Org Productivas X X X X X X X
Org Mujeres X X X X X X X
Locus 1 Valle aluvial o Ribera
Org ambientales X X X X X X X
Emisoras
X X X X X X
comunitarias
Adm Municipales X X X X X X X
Ganadería X X X X X X X
Palmicultores X X X X X X X
Grandes
X X X X X X
Empresas
Economías
X X X X X X X
ilegales
Actores Armados X X X X X X X
Pescadores X X X X X X X
Agricultores X X X X X X X
Mineros X X X X X X X
Org Productivas X X X X X X X
Locus 2 Piedemonte o Montaña media
Org Mujeres X X X X X X X
Org Ambientales X X X X X X X
Emisoras
X X X X X X X
comunitarias
Adm Municipales X X X X X X X
Ganadería X X X X X X X
Palmicultores X X X X X X X
Grandes
X X X X X X X
empresas
Economia Ilegal X X X X X X X
Actores Armados X X X X X X X
143
Pescadores X X X X X X X
Agricultores X X X X X X X
Locus 3 Zona de montaña o Montaña Alta
Mineros X X X X X X X
Org Productivas X X X X X X X
Org Mujeres X X X X X X X
Org Ambientales X X X X X X X
Adm Municipales X X X X X X X
Ganadería X X X X X X X
Palmicultores X X X X X X X
Grandes
X X X X X X
X
empresas
Economias
X X X X X X X
ilegales
Actores Armados X X X X X X X
Fuente – Proyecto Agua para la Vida Agua para la Paz, etapa de sistematización de información. Este es
un cuadro de síntesis en el cual aparecen todos los municipios y permite una visión regional
144 ANEXOS
PRIMERA PARTE:
Esta sección presenta el estudio del primero de los tres locus. Se refiere a la parte alta
del sur de Bolívar, la serranía de San Lucas, límite occidental del departamento, área
que cuenta con unas características de biodiversidad y riqueza natural únicas.
145
La sección está integrada por cinco capítulos que reflejan las diferentes visiones de
quienes estuvieron involucrados en el estudio general. Dos capítulos son de corte
académico, en formato de artículo científico, un capítulo tiene un enfoque histórico,
y dos son testimoniales, derivados de entrevistas etnográficas. Se inicia con uno de
los capítulos académicos que recoge el proceso investigativo llevado a cabo en esta
zona, por parte del equipo de Uniminuto, y tiene por lo tanto la narrativa y la lógica
de un artículo científico, preparado por la investigadora Amparo Cadavid Bringe. En
él se tratan los aspectos físicos, geográficos y ambientales de la zona para, con base
en ellos, presentar los principales hallazgos sobre la identificación de concepciones
e imaginarios del agua que surgieron de las prácticas, experiencias y saberes de
sus habitantes. El análisis lleva a evidenciar la manera como los pobladores y sus
organizaciones conciben y viven su relación con su entorno y con el agua, en medio
de las tensiones que implican la sobrevivencia a lo largo de la historia.
Le sigue un capítulo escrito por el estudioso historiador, concejal, minero y empresario
de Santa Rosa del sur, Luis Antonio Jaimes, quien ya tiene un primer libro sobre la
historia de ese municipio. En esta oportunidad, con base en su investigación histórica,
escribe un texto, desde otra perspectiva –que involucró la búsqueda y verificación
de nueva información–, sobre los impactos de la minería en el medio ambiente,
y especialmente en el agua en la Serranía. Lo hace en la narrativa del historiador
que, desde sus hallazgos, reflexiona sobre un aspecto específico. Jaimes ha sido
un historiógrafo nato y ha revisado en todos los archivos históricos de su región,
especialmente de Cartagena y Mompox, por ello trae en su historia informaciones
que han quedado por fuera de las historias oficiales y que hoy cobran un gran sentido.
En este sentido, el recorrido de vida de Narciso Beleño, minero, campesino, líder,
hoy presidente de la Federación de Agromineros del sur de Bolívar es el contenido
de el tercer capítulo. Surgido de una sustanciosa entrevista en profundidad con la
investigadora, Beleño abre su corazón y cuenta su vida desde cuando siendo un
jovencito campesino, ambicioso y buscador de nuevas oportunidades, sale de su
hogar en San Martín de Loba y va dando un paso tras otro –algunos muy inesperados
–hasta llegar a posicionarse como un líder minero ambiental. Este recorrido tiene
el valor de relatar su vida, tejida y entrelazada con el proceso de la minería en
el sur de Bolívar y de las movilizaciones y luchas de sus pobladores por construir
y legitimar su propio territorio. Su narrativa es autobiográfica, motivada por las
preguntas y la conducción dada por la investigadora. Beleño representa “una casta”
de líderes campesinos y mineros que han sido los que “se han encargado” de sacar
esa región adelante, quienes, por una parte, actúan en el tejido de relaciones entre
los pobladores mineros y campesinos mostrándoles el camino, convocándolos,
señalando el Norte; y, por otra, urde relaciones con la institucionalidad, con los
actores en choque, y logra sacar adelante proyectos de un alto grado de dificultad e
improbabilidad. No es el único, esta región tiene muchos, hemos invitado a Beleño
a ser autor de este libro por su participación y compromiso con las causas que la
investigación ha planteado.
El cuarto capítulo corresponde a un artículo científico, escrito por Johanna Carolina
Moreno, otra investigadora del equipo, quien dedicó su tesis de Magister en Paz,
Desarrollo y Ciudadanía, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto),
a estudiar las zonas mineras del sur de Bolívar. Moreno ofrece en este texto, surgido
desde la academia, una visión de las realidades y construcciones de los movimientos
mineros que narra Narciso Bolaños, desde su vida, en el capítulo anterior. Estos dos
textos materializan la intención de esta publicación de ser, precisamente, un diálogo
de saberes en el nivel de la producción de conocimiento. Dos capítulos contados
desde diferentes esquinas sobre el mismo tema y expresados a través de narrativas que
dialogan. Carolina fue la investigadora de este equipo que se concentró en el tema
minero-ambiental, quien recorrió palmo a palmo la Serranía en sus zonas mineras de
la mano de los mineros y sus organizaciones, territorio con grandes dificultades. Ella
lo logra, no solo por su capacidad de investigación, sino por su capacidad humana y
su compromiso con esta problemática.
La sección se cierra con un capitulo a cargo de Hermes Carreño, líder ambientalista de
la Serranía, con mucho recorrido en ella y con una capacidad inmensa de convocar
a los pobladores para proteger, conservar, restaurar y buscar salidas productivas a
sus riquezas naturales. Su capítulo se centra en uno de los hechos ambientales mas
interesantes de la Serranía: el caso del Cerro 1.800 y lo que ha implicado a nivel
de aprendizajes sobre ese entorno. Hermes participó en la creación y hace parte de
Funcopromas, una asociación ambiental que ha recorrido palmo a palmo el territorio
y ha registrado información, y en ello ha construido un conocimiento ambiental
compartido con sus pobladores. En el capítulo, Carreño describe el proceso y explica
la importancia de la organización y la educación para mantener el equilibro de la
naturaleza y de sus pobladores. En este recorrido, el autor realiza actividades de corte
etnográfico muy interesantes, conducentes a encontrar formatos de reforestación, por
ejemplo. A través de la observación en el tiempo, de la manera como se comporta un
territorio devastado en proyecto de reforestación, descubre claves de la naturaleza que
se auto-repara, desconocidas muchas veces en la ciencia y en la academia. El capítulo
está narrado en primera persona como una historia de su experiencia sobre el tema,
sobre la cual reflexiona y analiza los fenómenos preponderantes de esta problemática.
En resumen, se presentan dos artículos científicos: uno, en el marco directo de la
investigación y el otro, una tesis de maestría; un capítulo de un historiador local que
se adentra en el tema ambiental y lo ubica y explica en el proceso de poblamiento;
y dos capítulos de pobladores y líderes, cuyo actuar construye y transforma la región,
reúnen conocimiento desde varias perspectivas, expresado en diversas narrativas, y
consolidan una manera de investigar y de socializar los resultados, así se reconocen y
legitiman los saberes y narrativas de quienes participan en un proceso de cocreación.
147
148 LOCUS 1 – ALTA MONTAÑA
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 5
INTRODUCCIÓN
Este capítulo recoge y analiza el trabajo investigativo del equipo del proyecto sobre la
serranía de San Lucas. Su foco estuvo en desentrañar los imaginarios y las concepciones
sobre el agua y la naturaleza que tienen sus habitantes en esta parte alta de la región.
149
El capítulo se presenta en cinco partes: en la primera, se establecen los alcances y
limitaciones del estudio realizado con respecto al tipo de información a la que se
tuvo acceso. La segunda contiene el contexto geográfico-ecológico de este Locus,
al que se ha llamado “alta montaña del sur de Bolívar”, detallando la riqueza de su
biodiversidad. En la tercera se trata el tema del agua. La cuarta presenta la actividad
productiva principal, que es la minería, sus relaciones e implicaciones con el agua.
Y la quinta y última parte revela las relaciones entre los habitantes, la construcción
de sus vidas y emprendimientos, y la manera como se ha interactuado con el medio
ambiente y en particular, con el agua.
28
En el momento de terminar este libro, la Corporación Autónoma del sur de Bolívar
estaba a la espera de que el nivel central le aprobara el proyecto del primer COMPAS
para el río Boque.
29
A la fecha de escritura de este capítulo, solamente se ubicó la resolución de
PONCAS del tramo entre El Banco y Plato: http://www.carcsb.gov.co/Documentos/
RESOLUCION%20POMCA.pdf
30
MinAmbiente http://www.ideam.gov.co/web/ocga/cultura
31
El Ágora, el diario del agua, Madrid 22 de enero de 2021: https://www.
elagoradiario.com/agorapedia/10-paises-mayores-reservas-agua-dulce/
32
Según informes de la Global Water Partnership (GWP), casi una tercera parte de las
reservas de agua renovables se encuentran en Latinoamérica. Entre los 10 países
con mayores recursos hídricos se encuentran Brasil, con el primer puesto, Colombia,
con el tercero, y Perú con el octavo.
151
La existencia de la riqueza hídrica está caracterizada por los estudios geográficos
donde se describe la región con fines de planeación específica, así como los mapas
hídricos levantados por instituciones como el Incoder. Pero la constatación de su
existencia –para este estudio– se encuentra principalmente en las narraciones y relatos
de sus habitantes, quienes cuentan acerca de ellas como una fuente fundamental
de vida. Ellos las han registrado y reportado, en las medidas de sus posibilidades,
con sus cámaras de teléfonos móviles que han cargado en sus plataformas online
y proyectado en las presentaciones realizadas cuando han sido invitados a eventos
regionales y nacionales. Ejemplos de ello son Funcopromas33, fundación ambientalista
con sede en Santa Rosa del sur, que protege desde hace varios lustros el Cerro 1.800
para conservar su patrimonio vegetal, animal y mineral. Y también Fedeagromisbol,
federación de agromineros de varios municipios de la Serranía quienes también
protegen lugares patrimoniales como la Teta de San Lucas.
Sobre las minas, en cambio, hay varias fuentes documentales: desde las “historias”
del sur de Bolívar, de la historiadora Amparo Murillo (2021), de la Universidad de
Antioquia, o del historiador local de Santa Rosa, Luis Antonio Jaimes (2019), como
en leyendas, mitos, canciones y bailes referentes que se encuentran en la cultura.
La indagación de esta investigación muestra la manera como el conocimiento y la
relación entre los pobladores de esta región y su entorno (identificando experiencias,
prácticas y saberes) evidencia grandes temas/problemas de la relación ser humano-
naturaleza, con respecto a su visión, sus imaginarios y sobre el curso de sus prácticas
productivas y de vida, que tratamos en este capítulo.
En síntesis, afirmamos que esta zona denominada el sur de Bolívar es una región
estratégica geográficamente, plena en recursos naturales, con una historia de
poblamiento y constitución relevante en el contexto nacional, que posee riquezas
altamente visibles como lo son la biodiversidad, las fuentes de agua y las minerías
del oro. Sin embargo, estas condiciones no se compadecen con estudios básicos,
que permitan su conocimiento integral y su planificación con fines de sostenibilidad.
Es una región bastante desconocida por las entidades del nivel central que son
responsables del control sobre las explotaciones que se hacen sobre ella.
El otro aspecto que marca a esta región es que, frente a esta inmensa riqueza natural,
existe la inmensa pobreza de sus pobladores, hay zonas en las que el NBI llega a 86%
(Dávila, 2021).
33
Se puede encontrar más información sobre el proyecto en: https://www.facebook.
com/profile.php?id=100065314367183
153
colombiano. José Jairo González Arias, Catherine Le Grand y Augusto Hernández,
que han estudiado en el largo plazo y con profundidad este tema, están centrados en
otros factores, no necesariamente en el medio ambiente.
La devastación a la cual se expuso la naturaleza como variable y como concepto en
estos procesos de colonización –que pueden ser vistos desde nuestra perspectiva
como de invasión– no se menciona. No es fácil encontrar en estos estudios el
concepto de recursos naturales, más allá de la “tierra” productiva, que es el centro de
la atención, porque es el único “recurso” pertinente, y sus referencias a la naturaleza
son nombradas como tierra, los baldíos. Hoy en día la tierra (la extensión de tierra),
sigue siendo el tema central de los conflictos entre los colombianos.
Los ataques contra la naturaleza siempre se han derivado de las relaciones y los
conflictos en la sociedad. Tal vez el más visible en la Colombia reciente es la violencia
contra la tierra y el agua generada por los atentados contra los oleoductos. El caso
de Arauca con el oleoducto Caño Limón-Coveñas ha escrito historia, pero no es el
único, ni Colombia es el único lugar del planeta donde los derrames petroleros han
generado tragedias. Estos temas centrales para el planeta hoy, siguen esperando a
quien los estudie más a fondo para ser conocidos de manera profunda, y alimenten
la educación que las nuevas generaciones están urgidas y obligadas de tener sobre
sus territorios.
Este estudio hace un acercamiento a este tema. En los grandes relatos originados
en las entrevistas y talleres de esta investigación, la mayoría de los participantes de
la comunidad han escuchado de sus padres y abuelos historias como la del corte y
extracción de árboles, que se dio por toneladas, de manera sostenida por años y años,
para llevarlos a los aserríos –industria maderera extractiva– y convertirlos en mercancía,
con un gran mercado en cada época. Estas industrias fueron hechas la mayoría de
las veces por empresarios externos y foráneos. Pero también existen casos del apoyo
prestado por colonos ya establecidos y ya con intereses de vida en la región.
La explotación maderera desde mediados del siglo XX fue una generadora de tensiones
y conflictos entre los empresarios madereros y los colonos habitantes de la región,
y el Estado estuvo siempre de parte de los primeros. En esa tensión lograron los
colonos que algunos empresarios salieran, pero buena parte de los trabajadores que
habían llegado con ellos decidieron quedarse como colonos. Es el caso, por ejemplo,
en Morales, de poblaciones como Micoahumado y Corcovado (testimonios de los
pobladores), que se establecieron precisamente por el poblamiento de exmadereros.
Otro motivo para la deforestación es la necesidad de ganar espacios para construir
casas y sembrar, como la tienen los colonos. Relatos conmovedores, de hoy habitantes
de esta región, muestran cómo muchos de quienes llegan -significativamente
muchos- después de haber tumbado y quemado “monte”, abandonan sus precarias
construcciones para irse a explotar las minas, devastando todo a su paso.
34
http://fedeagromisbol.org/sur-de-bolivar-un-yterritorio-de-vida-digna/
155
El sur de Bolívar hace parte de una de estas regiones donde se estableció la Zona de
Reserva Forestal del Río Magdalena, que abarca territorios de los municipios de San
Pablo, Cantagallo, Simití, Morales y Santa Rosa del sur. Ha sido definida así:
35
Para mayor información de las zonas de reserva forestal en Colombia: http://
www.upme.gov.co/guia_ambiental/carbon/areas/reservas/indice.htm#3.%20
zona%20de%20reserva%20forestal%20del%20rio%20magdalena
36
http://www.cormagdalena.gov.co/
37
http://www.carcsb.gov.co/
del tema que debe tratar. Si bien se reconoce la idoneidad y capacidad técnica y
científica de sus equipos profesionales, ellos por sí solos no alcanzan a cubrir las
necesidades permanentes de esta realidad inmensa, tan diversa, y con tantas
problemáticas como existe hoy.
A los ojos de las organizaciones, instituciones y pobladores de esta región, estas
corporaciones no son un referente muy presente en el territorio. Eventualmente, se
tienen contactos con ellas, ven a sus funcionarios y a sus chalupas pasar, pero no
tienen información relevante sobre su trabajo y acción. Solo algunos miembros de
la institucionalidad local y de las organizaciones más fuertes las conocen y tienen un
vínculo para temas puntuales.
Un segundo aspecto característico de este Locus es que, además de la inmensa
biodiversidad descrita, en ella existen dos riquezas primordiales: (i) los manantiales
de agua potable que originan varias subcuencas del río Magdalena en su vertiente
occidental y (ii) las minas de oro y otros minerales valiosos que se encuentran cercanos
a esos nacimientos de agua.
3. La riqueza hídrica
La producción de agua en la parte más alta de la serranía de San Lucas es tal vez la
más grande riqueza de esta región. Como se dice popularmente, es “una fábrica de
agua”. No obstante, no fue posible encontrar un estudio que refiriera, registrara o
inventariara los manantiales y fuentes de agua existentes derivados de ella. Lo más
cercano posible a esta información fueron los testimonios e historias de vida de los
pobladores, campesinos y mineros, habitantes de este territorio. Ellos nos permiten
afirmar que realmente se trata de una estrella fluvial, aunque no exista una referencia
formal a ella en ningún documento. Siguiendo las definiciones existentes algunas de
las cuales han sido dadas por la Plataforma del IDEAM38, lo planteamos como una
hipótesis para ser observada en futuros estudios.
La información bibliográfica ubicada al respecto fueron documentos de Cormagdalena
y de universidades y entidades como el Instituto Von Humboldt, todos parciales en
tanto se enfocan hacia aspectos específicos, como las Zonas de Reserva Campesina o
la Zona de Reserva Forestal del Magdalena Medio. Con esas referencias, y los relatos
de los pobladores, reunimos la información básica sobre los cuerpos de agua más
significativos de esa región.
38
http://www.ideam.gov.co/web/guest/inicio?p_p_id=3&p_p_lifecycle=0&p_p_
state=maximized&p_p_mode=view&_3_struts_action=%2Fsearch%2Fsearch&_3_re
direct=%2Fweb%2Fguest%2Finicio%3Fp_p_id%3D3%26p_p_lifecycle%3D0%26p_p_
state%3Dmaximized%26p_p_mode%3Dview%26_3_groupId%3D0&_3_keywords=Estrel
la+Hidrogr%C3%A1fica&_3_groupId=0&x=0&y=0
157
El cuadro a continuación señala el patrimonio del agua que nace en la Serranía de
San Lucas y que se derrama sobre su vertiente occidental hacia el Río Magdalena,
en la región del sur de Bolívar. Si consideramos también que de esa serranía hay
equivalentes “derrames hídricos” hacia Antioquia o vertiente occidental de la Serranía,
es válido plantear su estatus de Estrella Hidrográfica de San Lucas. Además, porque
sus aguas alimentan dos cuencas: al río Cauca hacia el occidente y al río Magdalena,
al oriente de la Serranía.
En la vertiente oriental de la Serranía de San Lucas, las principales corrientes son
los ríos Tamar y Cimitarra al sur del municipio San Pablo con las quebradas Santo
Domingo, Don Juan, La Concepción y Sepultura como afluentes. El Río Boque, que
nace en el Alto del Tamar y tiene como afluentes las quebradas de Tiguicito, las
Marías y San Blas; de igual forma, el río Inanea. Al norte de Simití se encuentran las
quebradas Tigrecita, La Fría, Honda y Norosí, las cuales desembocan en los brazos de
Morales y Papayal. Además del río Caribona y río Arizá, en el lado occidental hacia
los municipios San Jacinto del Cauca y Montecristo. Otros ríos son San Pedro y Tiguí.
El cuadro a continuación describe y ubica la vertiente oriental de la Serranía, que es
la occidental del Río Magdalena.
Río Papayal, Caños Olivares, Poneolla, El Limón (lo comparte con Río Viejo), Eneas, La
Río Magdalena -
Regidor Solera, Don Diego, Muero, Elvira, Concepción, Mataperros, Mesón, Piñal, Socorro
Brazo del río Simití
Limón, Atascozo. y Trabajosa
* Es un río que atraviesa los municipios de Yondó y Cantagallo, interconectando las ciénagas de San Lorenzo, Malagana,
Sepúlveda, Los Coroncoros, Cantagallo, Pujarra, San Juan, Bija y Tabacurú; desemboca en el Río Magdalena a la altura de la
cabecera municipal de San Pablo.
159
Tabla elaborada por A. Cadavid, A Nieto y N. Dávila con base en: (i) UIS & CAS
(1997) (iii, (ii) Cormagdalena & U. Nacional (2002), (iii) Alcaldías Municipales del
Magdalena Medio (2008-2012), (iv) Atlas del Río Magdalena.39
Con respecto a las visiones e imaginarios sobre esta riqueza hídrica, lo que aparece a
primera vista es que el agua en esta zona se ve como un recurso para la vida, se sufre
su mala calidad y su carencia en la vida cotidiana; existe en el fondo de las visiones y
los imaginarios una gran preocupación por ella, mirando al futuro, pero son escasas las
acciones coherentes con esta preocupación, que, de manera contundente, cambien
el curso de las situaciones contaminantes.
La mayoría de las “luchas” por el agua que se han dado han sido por parte de la
institucionalidad local y de las organizaciones de la zona, en medio de un gran
abandono del Estado central y departamental, así como de muchas dificultades. A lo
largo de esta investigación, se recogieron algunos episodios de estas luchas por el agua.
Está el caso del alcalde de Santa Rosa, en el periodo 2016-2019, que hizo causa
común con la ciudadanía para exigirle a la Agencia Nacional Minera que cerrara
minas que estaban afectando y contaminando el cauce hídrico que abastece agua
a ese municipio. En ese mismo periodo, el alcalde de Arenal realizó una acción en
contra de la minería a cielo abierto. Lo hizo a través de misiones e inspecciones que
permitieron visibilizar el tema para llamar la atención a las instituciones que deben
controlar y lograr que sí lo hicieran. Y está también el caso reciente de Norosí, donde
la alcaldía propuso un diálogo entre la ciudadanía y las empresas mineras para ver
cómo se mitigaba la contaminación del agua causada por esas extracciones.
También hay propuestas emergentes de la comunidad y las organizaciones: como
el caso de Fedeagromisbol que ha tomado la decisión de no intervenir y de cuidar
el entorno de la Teta de San Lucas, y ha desarrollado acciones hacia ella –como las
romerías– estableciendo que, como lugar sagrado para estas poblaciones, hay que
preservarla. Este tema es ampliamente tratado en el capítulo sobre el líder ambiental
de Fedeagromisbol, Narciso Bolaños, en este libro.
Asamisur, asociado a la Federación anterior, ha intervenido en Simití y San Pablo para
supervisar y cuidar la quebrada Santo Domingo. El PDPMM ha hecho acciones con
la comunidad de reconversión productiva con Asocafe, en Santa Rosa del sur, para la
conservación de la quebrada Fátima. Lo mismo ha hecho con comunidades del Bajo
Sicué, en San Pablo.
La Funcopromas, –Fundación Comunitaria Protectora del Medio Ambiente– en la
serranía de San Lucas y Guamocó, adelanta desde hace cerca de 12 años una acción
39
Esta tabla se encuentra dos veces en este libro. En esta primera parte porque es
necesario ilustrar cómo de estas fuentes nacidas en la Serranía cumplen una función
importante.
comunitaria de protección y cuidado del Cerro de Las Hormigas, a 1.800 msnm que,
como la Teta de San Lucas, es un santuario de fauna y flora y especies endémicas.
Está constituida por familias habitantes de esa zona, que han aprendido a cuidar el
bosque y a renovar los territorios devastados.
Por su parte, la Asociación de Campesinos del Valle del Río Cimitarra –ACVC– es
otra organización representativa y muy fuerte, que se ha consolidado a lo largo de
varias décadas en defensa y potenciación del campesino. Tiene la fortaleza de haber
formulado políticas que la direccionan y encauzan sus acciones. Dentro de ellas, la
línea ambiental es base de muchas otras. Y ellos la formulan:
En medio de la Zona de Reserva Campesina del Valle del río Cimitarra existe una
región que desde inicios de los años noventa ha sido defendida por las comunidades.
Ríos caudalosos que parecen no tener fin, grandes árboles que sueñan con tocar
el cielo y un sinnúmero de pequeños y medianos animales que gobiernan en sus
confines. Se trata de casi ochenta mil hectáreas de selva virgen que se conocen
como la Línea Amarilla, donde se protege a los animales, a las plantas, a los recursos
hídricos40. Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra, S.F.)
La Línea Amarilla es una de “las políticas” de protección a la Serranía que ha
sido desarrollada desde las organizaciones del sur de Bolívar desde los años 90.
Prensa Rural, la ACVC -Red Agroecológica Nacional, el Fondo Acción y la Agencia
Nacional de Cooperación- produjeron un documental “Línea Amarilla: una apuesta
por la conservación comunitaria41” donde presentan y explican de qué se trata.
Esta es producción inspiradora que habla de lo que las comunidades visionarias
y organizadas alcanzan. Esta Línea Amarilla se puede comparar con políticas del
Estado, como con la Ley 2ª, al proponer cero intervenciones en esa zona y por la
propuesta de hacer inventarios de fauna y flora a cargo de las instituciones y de
las universidades. También han propuesto Los Bosques de Paz, que son áreas por
fuera de esta Línea Amarilla donde se puedan conservar los árboles que todavía
existan y, además, reforestarla con especies locales. La Zona de Reserva Campesina
del Valle del río Cimitarra, que lidera la ACVC, tiene un componente ambiental que
está a cargo de un comité correspondiente, y una coordinadora ambiental con otras
instituciones. De otra parte, el tema ambiental y del agua fue incluido en la agenda
del PDET, propuesto por las comunidades. Lo hace a través de varios medios: los
PBOT y los programas y proyectos para la conservación ambiental, especialmente
la recuperación y conservación de fuentes hídricas y complejos cenagosos. Sin
embargo, esos esfuerzos inmensos que se han hecho y se siguen haciendo, no son
suficientes para parar la contaminación y destrucción de las fuentes de agua. Se
40
Para más información: https://reservacampesinariocimitarra.org/medio-
ambiente/
41
https://www.youtube.com/watch?v=Vnu9i0HV-nY
161
requiere una serie de acciones mucho más contundentes en las que intervengan las
instituciones creadas para ello y el Estado central.
Es un tema que puede considerarse dramático si se observa cómo los ricos manantiales
de agua potable que surgen de las partes altas de la Serranía, son utilizados desde
allí en la producción del oro, el que utiliza mercurio y cianuro para ser obtenido.
Adicionalmente, la forma de extracción del oro requiere el uso del agua a grandes
chorros para remover la tierra, de manera que las corrientes naturales de agua,
además de contaminadas, descienden enlodadas y sucias.
El cuidado del agua, la educación sobre ella, la creación y fortalecimiento de una cultura
en torno a esta, como lo proclama el IDEAM42 y otras instituciones, se hace urgente en
esta zona. Y las academias presentes e interesadas deben enfocarse sobre este tema que
es prioritario para el futuro de la región, precisamente desde la alta montaña.
4. El oro y su minería
La minería fue históricamente la razón fundamental para la exploración de esta región,
poblada e incluida en el territorio conocido del Nuevo Mundo, desde la Conquista
(siglo XVI). Los primeros exploradores-conquistadores españoles identificaron los
utensilios y joyas de los grupos indígenas de esa parte del río, especialmente los
Guamocoes, cuando paraban por aprovisionamientos, y siguiendo sus huellas,
llegaron hasta la cumbre de San Lucas encontrando esta riqueza que, desde entonces,
ha sido explotada en varias etapas por seis siglos más.
Las minas de la Serranía siguen considerándose unas de las mas ricas del país y
del continente, según el observatorio internacional del Environmental Justice Map
(2021): “La región (sur de Bolívar), de acuerdo con diferentes estudios (Observatorio
Integral de Magdalena Medio) posee reservas de oro de 1,5 millones de hectáreas
en la Serranía de San Lucas, considerada la mina más grande de América Latina”
(portada Atlas del Gold Mining: https://ejatlas.org/print/serrania-de-san-lucas-gold-
mining-colombia ).
Es, por lo tanto, una riqueza enterrada de enormes magnitudes, con poca atención
y control por parte del Estado, como establecen los hechos estudiados en esta
investigación. La bibliografía que se ha incluido sobre el tema señala en sí la explotación
conflictiva y depredadora de esta riqueza. Para fines de nuestro estudio, tomamos esa
afirmación como punto de partida, para estudiar la manera como en esas condiciones
se construyen las relaciones entre el ser humano, la naturaleza y el agua, y los impactos
en el tejido social, en las organizaciones y en la construcción de futuro.
42
Plataforma Observatorio Colombiano de Gobernanza del Agua: La cultura del
agua.
163
o tener otras empresas y negocios. La explotación del oro no es su único recurso de
vida, sino es un capital para crear otras empresas y proyectos en su región, lo que
hace que invierta sus ganacias en “el progreso de su pueblo”. Vive allí, ha construido
una casa para su familia, y hasta una finca, tiene a sus hijos educándose. No es
necesario hacerle un análisis a su recorrido, porque ha llegado al perfil actual de
muchas maneras, inclusive habiendo trasegado el opuesto: “ganarse la vida como
sea”, pero ha cambiado su forma de vida, se quedó en la zona y hoy hacen parte del
municipio. Este perfil es el del minero que se asocia con otros y crea organizaciones
que se convierten en importantes actores influyentes y productivos en la región.
(ii) En el otro extremo está el minero “depredador”, el que llegó para hacerse rico
extrayendo oro al precio ambiental, social y personal que deba pagar. Es el que se asocia
para meter las máquinas más peligrosas que existen: las retroexcavadoras, en donde
sea: la montaña, los manantiales de agua, los humedales, los bosques. Su propósito
es conseguir el oro a cualquier precio, sin miramientos. Es quien, también, está en la
posición de derrochar esta riqueza que le cuesta tanto en el licor, el juego y la diversión.
Es la población que enriquece los bares, discotecas y billares de los centros poblados.
Esta población ha generado un impacto no solamente ambiental sino social. La
Fundación Social, sede Cartagena, que tiene un observatorio de prostitución infantil
y juvenil a nivel nacional, afirma que este tipo de prostitución en la Serranía de San
Lucas es la más grande y grave que existe en el país. Ha sido muy difícil que las
trabajadoras sociales de esta entidad y del Estado mismo realicen visitas a esta región.
Es además un fenómeno “escondido”, no es visible ni siquiera para quienes trabajan
allí, en otros contextos43. A esto hay que sumarle la “Trata de Blancas”, fenómeno
que ya ha sido estudiado y tipificado. Inclusive se ha identificado un corredor
desde Cúcuta hasta la zona. Estos perfiles se encuentran no solamente en el trabajo
etnográfico realizado por los investigadores y en los talleres con las comunidades,
sino que se derivan de estudios existentes sobre las minas.
El segundo factor que se deriva de estas viables, se refiere a los datos que soportan
la existencia de una minería diversa, poco comprendida, deficiente en su
ordenamiento y control, y que se evidencia en apartes como este:
El Gobierno nacional ha otorgado 240 títulos mineros para oro y otros minerales
asociados, 57 en etapa de exploración, 111 en etapa de construcción y montaje y 45
en explotación. De los títulos otorgados y vigentes, ninguno se superpone con áreas
estratégicas mineras en Bolívar; no obstante, se observa que algunos se superponen con
zonas de protección y desarrollo de los recursos naturales renovables o del ambiente.
(Defensoría del Pueblo, julio 8 de 2015 carátula de la plataforma: https://defensoria.gov.
co/-/defensor%C3%ADa-interpone-demanda-para-combatir-miner%C3%ADa-ilegal-1 )
43
En entrevista con su directora, mantenida en la sede de la Fundación Social en
Cartagena. en mayo de 2017.
Estas áreas se refieren a la Zona de Reserva Forestal del Magdalena Medio y a las
Zonas de Reserva Campesina de Cantagallo y San Pablo, y de Arenal y Morales.
El cuadro a continuación contiene una información parcial pero diciente, sobre los
títulos mineros vigentes a 2015, en los municipios de esta investigación. Evidencia la
incoherencia entre la política pública y la realidad, factor dominante que propicia los
niveles de explotación ilegal, falta de control y uso de técnicas extractivas sin licencias
ambientales, gravemente contaminantes.
Lo que se evidencia con esta información, y que se relaciona con el perfil de los
mineros mencionado arriba, se refiere a que es inconcebible que en esa extensión tan
grande de terreno, que posee una de las riquezas más grandes de oro del continente,
exista este bajo número de títulos mineros otorgados. Deja una sombra: quiénes y
cómo explotan lo demás.
El tema es la manera cómo la falta de consciencia ambiental y sobre el agua hace
parte de una forma de ver y vivir el mundo.
En los imaginarios de los pobladores, el agua es concebida solamente como un
recurso para explotar el oro, sin pensar que el tipo de uso que hacen de ella es para
la naturaleza. En este punto no existe la consciencia de lo vital del agua para la vida
de todos: el planeta, la serranía, la flora, la fauna y las personas. Esto no existe. Por
debajo de esta creencia está el inmenso valor que le dan al oro como único bien
que justifica cualquier sacrificio, el del agua y el de sus propias vidas, que exponen
al carecer de agua potable. Esta actitud de falta de amor propio (su integridad, salud,
existencia) se expresa en el ambiente y la cultura del minero: sus hogares, su comida,
sus familias y sus relaciones.
165
Hay que considerar también que en los últimos veinte años aparece un movimiento
entre campesinos mineros de la Serranía que van tomando consciencia de este
fenómeno y actúan, en la medida de sus posibilidades. Lo hacen en varios sentidos;
uno de ellos es buscando maneras de hacer una minería menos contaminante. Así,
organizaciones como el PDPMM ha sido un gran apoyo desde hace más de 20 años,
ayudando en la búsqueda de soluciones mecánicas y técnicas, y atrayendo la atención
de la institucionalidad para establecer otras formas de extracción que no requieran
químicos y usen el agua de manera más racional. Existen experiencias importantes y
se ha establecido esto como una posibilidad real.
44
www.fedeagromisbol.org
45
https://asamisur.com/
46
La información de ASAMISUR corresponde en gran parte a una entrevista realizada.
167
Los otros habitantes que son transeúntes o transitorios, pueden trabajar si la
comunidad se los permite, y deben cumplir las mismas normas de ellos. Además, el
robo se castiga con la expulsión y debe hacer el trabajo colectivo o pagar multa.
Los “Planes de Manejo Ambiental” no están formulados en papel, pero existen en la
práctica. Como parte de ellos, no se permiten las retroexcavadoras en el territorio.
Hay historias que demuestran el control que se ejerce y los problemas que se derivan
de ello. Hace 12 años (2010) aproximadamente, Asamisur inmovilizó una serie de
excavadoras que habían subido al área del río Boque y el Inanea-, en la parte alta de
la Serranía, a pesar de que algunas de sus comunidades estaban de acuerdo con ello.
Dentro de la asociación misma hay diferentes posiciones frente a estos hechos, pero
ha predominado la prohibición de las retroexcavadoras en el territorio.
Hay que tener en cuenta que no solamente Asamisur, sino casi todas las asociaciones
de agromineros que hacen parte de Fedeagromisbol, compartieron su lugar con
frentes de las FARC, y aún lo hacen con el ELN, grupos a quienes también deben
enfrentarse para defender este territorio.
Por más dificultades que tengan las asociaciones de agromineros del sur de Bolívar
-porque al ser actores sociales en una zona que mantiene un conflicto armado, también
deben enfrentarse a estas situaciones-, las organizaciones mineras de la Serranía son
su más grande riqueza y el único camino para avanzar hacia una minería diferente,
respetuosa y consciente de la naturaleza dentro de sociedades en convivencia.
El cuarto factor se refiere a los altos niveles de violencia que existen en y alrededor
de la minería en San Lucas. Esta es una violencia que se presenta de diferentes
maneras y por variadas razones. Comienza con el mismo momento de la explotación
por parte de los mineros que llegan a un territorio a escavar; e involucra, en el otro
extremo, a la guerrilla y a los paramilitares, quienes cobran el gramaje para dejar que
se explote el oro y ofrecer protección para hacerlo. En medio de esta situación existen
otros factores generadores de violencia.
Dentro de los diálogos de saberes sostenidos con los pobladores de esta región, surgieron
relatos sobre enfrentamientos violentos y situaciones muy graves que se dan dentro de
las comunidades, a causa de la minería sin control ni acompañamiento eficiente.
El ejército, por ejemplo, ha quemado retroexcavadoras que entran a los territorios
mineros, sin cursar una etapa previa de intentar un entendimiento del problema, que
lleve a un diálogo con quienes entran y con quienes están allí, para que se retiren las
máquinas sin violencia. Esa represión violenta no solamente deja muertos y heridos,
sino tensiones entre los habitantes, que no se resuelven. Esto ha sucedido más de
una vez en el municipio de Norosí47– pero no únicamente. El punto a resaltar es que
47
Relato del poblador Ismael Jiménez de Norosí, febrero de 2020.
las FFMM tampoco tienen una comprensión estructural del problema, y son la única
presencia visible del Estado en el lugar.
Esas retroexcavadoras que entran generalmente pertenecen a empresas mineras
identificadas y visibles, pero no siempre. Hay casos, especialmente en zonas de
explotación ilegal, en las cuales los pequeños mineros son usados como testaferros
de esas máquinas, que cuestan por encima de 400 millones de pesos. Y cuando se
vienen los enfrentamientos o las quemas de estas, el que debe dar la cara es este
pequeño minero.
Esta industria atrae a gente joven y ambiciosa que busca hacer de manera rápida un
capital personal, por lo que está lista a exponer su vida. Frente al cuidado ambiental
y del agua, estos perfiles de mineros no solamente no están dispuestos a frenar una
explotación depredadora, sino que tampoco llegan a tener consciencia de lo que
hacen. Así, el factor humano pesa muchísimo a la hora de desarrollar programas de
protección ambiental. De aquí el papel fundamental que juegan las organizaciones y
la construcción de una cultura ambiental entre este sector económico.
A este tema hay que sumarle la presencia permanente y constante del conflicto
armado, que no solamente se deriva de la existencia aún del ELN en esta zona,
sino de los grupos de delincuentes resultantes de la presencia paramilitar de muchos
años y que después de 2006 se convirtieron en bandas que amenazan, saquean y
matan. Este conflicto armado, que hoy ha cambiado su perfil, es otro de los retos que
enfrentan las organizaciones agromineras.
Estas situaciones permanentes, proclives a la confrontación y el conflicto, tienen un
lado positivo. Este hasido la necesidad de alcanzar ejercicios de gobernanza por parte
de las asociaciones mineras, para facilitar el diálogo de la transformación de tensiones y
conflictos entre asociados, entre comités. Así, hacen rutas y jornadas de inspección, de
control y vigilancia en las minas para que se esté cumpliendo lo acordado colectivamente
y en ello han desarrollado una gran capacidad de conversación y diálogo.
169
Es notable que en la literatura científica sobre la producción económica y el ambiente
en la serranía de San Lucas predominan las referencias al tema de la minería sobre
los manantiales de agua. La minería se constituye en un imaginario poderoso en la
región –para bien o para mal– también en los estudios hechos desde la academia y
las instituciones. Mientras el agua no constituye propiamente un imaginario que se
expresa como tal, sino que, por lo contrario, sobresale por su ausencia, lo que hace
que esta indagación haya tenido que llegar a él a través precisamente de su no-
enunciación o de su poca-enunciación.
En el desarrollo de este estudio, se vio con claridad que estas, las dos riquezas, son
vistas, consideradas y sobresalen frente a los pobladores en la parte alta de la Serranía
de San Lucas de maneras diferentes. La minería tiene un alto valor financiero; el agua,
como un recurso básico para obtener la primera, comienza a ganar importancia. El
tema de la biodiversidad, como se menciona antes, no aparece de manera marcada
en las visiones y mentalidades de la población, más allá de la importancia del suelo
para cultivar, con excepciones de los grupos y líderes ambientalistas. En este siglo
han surgido liderazgos y organizaciones que han tomado conciencia y acciones para
contribuir con la transformación de esta problemática en la parte alta de la Serranía.
La sistematización de la información y datos, sumado a su respectivo análisis, permite
presentar una comprensión sistémica de las relaciones que se tejen entre los
pobladores del sur de Bolívar y la disponibilidad del agua como recurso fundamental
en la reproducción ampliada de la vida.
La relación entre los actores sociales y el agua se desarrolla en escenarios
contradictorios; por un lado, están las prácticas, experiencias y proyectos económicos
y de costumbre de vida, que depredan la naturaleza, el paisaje y el agua. Y por otra,
el interés en cuidarlo, que va emergiendo y que ya tiene resultados significativos. Las
voluntades locales se asocian para trabajar en esfuerzos mancomunados alrededor
de la denuncia y, además, llevan a cabo acciones edu-comunicativas que informan
acerca de las prácticas nocivas que se realizan en las cuencas hídricas. Es lo que
hacen los grupos ambientalistas, que muchas veces trabajan muy solos y con poco
apoyo de la población.
La caracterización realizada a través de metodologías etnográficas en el contexto
del diálogo de saberes evidencia el marcado conocimiento que tienen los líderes
comunitarios en relación con las dinámicas socio económicas y productivas que
gravitan alrededor de la disponibilidad del recurso hídrico. Este conocimiento se
convierte en un capital cultural al momento de fortalecer o apoyar procesos de
participación que busquen la gestión y ordenamiento del territorio en sus escalas
locales y regionales.
El agua como recurso elemental para la reproducción ampliada de la vida, es
valorada por los pobladores que tienen como sustento material actividades derivadas
171
De aquí que este estudio resalta las siguientes hipótesis de partida planteadas
en la problemática del proyecto inicial: (i) el agua como el elemento que define y
conecta la región de manera altamente significativa, teniendo gran impacto en la
actual construcción del paisaje y la calidad ambiental;(ii) el agua como un importante
factor de tensión dentro de la región, que está en la base de los conflictos actuales;
(iii) el manejo adecuado de la riqueza y patrimonio “agua” como base ineludible para
construir el futuro de la región y el país. Este fenómeno que es claramente visible
desde la perspectiva geográfica, paisajística y ambiental, se expresa en los desarrollos,
diferenciaciones y conexiones territoriales, mostrando la centralidad del agua, para
cualquier plan de futuro que se desee realizar en el sur de Bolívar.
Si bien es necesario reconocer los esfuerzos regionales por parte de los actores
sociales por darle un lugar a la naturaleza y al agua en el desarrollo de la región,
se requieren esfuerzos mucho más intensos, sostenidos y de las instancias locales,
regionales, nacionales e internacionales para parar el desastre ecológico que ya se
está saliendo de las manos de sus pobladores y de las instituciones.
Referencias
Corporación Desarrollo y Paz del Magdalena Medio [CDPMM] (2007). Serranía de San Lucas: territorio
en ordenación para la conservación y el Desarrollo Humano Sostenible - Consolidación participativa de la
zonificación ambiental a nivel regional y plan de ordenamiento y manejo para la zona de reserva forestal del
Río Magdalena en un área piloto. CDPMM – GAT HOLANDA – IDEAM – MAVDT – CSB – Corantioquia
Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena [Cormagdalena] (2007). Atlas cuenca del
río Grande de la Magdalena. Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena.
Cormagdalena y Universidad Nacional de Colombia. (2002). Documento final de síntesis de caracterización
de la cuenca del río grande de la Magdalena. Convenio Interadministrativo No. 000055. Unidad Técnica
POMIM – Primera Fase.
Dávila, N. et al. (2021). Experiencias de Educación para la Paz en el Magdalena Medio: caso del Sur de
Bolívar”. Doc. 25 págs. Sin publicar.
Delgado, O. (2003). “Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea”. Universidad Nacional de
Colombia. Red de Estudios de Espacio y Territorio. Unibiblios, Bogotá.
Duarte H.A. (2012). Identidades territoriales, sustento de vida y diversidad en el mundo rural: Mina Galla y
Mina Proyecto, expresión de la territorialidad construida a partir de la pequeña minería del oro en el Sur de
Bolívar. [Trabajo de grado para optar por el título de Magíster en Desarrollo Rural. Pontifica Universidad
Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales Maestría en Desarrollo Rural].
Environmental Justice Map. (2021). Serranía de San Lucas: gold mining, Colombia.https://ejatlas.org/conflict/
serrania-de-san-lucas-gold-mining-colombia#:~:text=La%20regi%C3%B3n%2C%20de%20acuerdo%20
con,m%C3%A1s%20grande%20de%20Am%C3%A9rica%20Latina
Fedeagromismol y Corporación Semillas (año). Defendiendo la Teta. Memoria de un proceso de resistencia
y dignidad- sur de Bolívar. Publicación de esta federación sin datos de fecha, lugar ni editor.
Ideam. (2001). El Medio Ambiente en Colombia. Tomo 4, El Agua. Editor Pablo Leyva.
Incoder. (2013). Caracterización biofísica y socioeconómica – Mapa del Área a sustraer ajustado a partir de
los análisis de información. Fundación Ecohábitats Colombia.
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial [MAVDT]. (2013). Resolución 1924 por la cual se
adopta la zonificación y ordenamiento de la Reserva Forestal del río Magdalena, establecida en la Ley 2ª
de 1959 y se toman otras determinaciones.
ONU (2015). Construcción de paz territorial, estable, duradera y sostenible. ONU.
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO] y Comisión Europea
(2002).Estado de la Información Forestal en Colombia. Monografía de Países. Volumen 5. Santiago de Chile.
Paz Cardona A.J. (2018): Colombia prohíbe el uso del mercurio en la minería. Plataforma Mongalay - https://
es.mongabay.com/2018/07/colombia-prohibe-uso-de-mercurio-en-mineria/ Portada julio 20 de 2018.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], Proyecto PNUD, Colombia 98/008,
Apoyo a la Fase de Aprendizaje e Innovación del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio,
Sistematización 1996-2006” Barrancabermeja- Colombia 2008
Servicio Jesuita a Refugiados de Colombia [SJR] (2016). “Informe sobre Minería en el Sur de Bolívar”.
Documento sin más datos.
173
174 SAN LUCAS, SERRANÍA HECHA DE BOSQUES, AGUA Y ORO
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 6
DESDE MI VIDA
Natural de Suratá, Santander, soy el quinto hijo de la familia conformada por siete
mujeres y dos hombres, mis padres son santandereanos: Domingo Jaimes Álvarez y
Lucrecia Rojas Delgado.
En el año de 1969, como muchas familias que buscaban mejores oportunidades,
llegamos a Santa Rosa del sur, en ese entonces, Santa Rosa de Simití. Aún tengo
recuerdos de ese viaje que fue como una aventura mágica; primero, todos en un
camión en el que también mi padre había embarcado unas vacas y un mulo y, luego,
en la lancha que lenta remontaba el río Magdalena desde el puerto de Gamarra en
el Cesar, hasta Simití, en el fantástico sur bolivarense. Al poco tiempo de estar en
una finca de un familiar en la vereda San Benito, muy cerca del poblado de Santa
175
Rosa, mis padres emprendieron otra aventura al llevarnos a una tierra lejana ubicada
en lo que hoy se llama corregimiento de Santa Lucía, y que pertenece a la parte alta
del municipio de Simiti. Es allí donde transcurrió gran parte de mi niñez y la de mis
hermanos. Mi madre, preocupada por la educación, organizó a la comunidad, regaló
el lote y se empezó la construcción de una escuela.
En esa escuela hice mis primeros años, y en 1974 me trajeron a Santa Rosa. Allí
terminé el quinto y, para entonces, ya había cómo hacer el bachillerato, el cual
terminé en el año de 1985, en el glorioso colegio Alfredo Nobel.
Desde el año de 1980, se gestó un movimiento promunicipio del cual, como estudiante
junto con un importante grupo, participamos, recogiendo firmas, haciendo bazares,
rifas, manifestaciones culturales, bingos etc., todo para apoyar a los líderes viables
que encarnaron esta gesta. Una vez siendo Santa Rosa municipio, fui nombrado
Personero Municipal por decreto, por no haber aún Concejo Municipal.
No quise ser profesor, pues en ese entonces a los bachilleres los nombraban como
docentes en el sector rural. Me dediqué al negocio y con un amigo montamos un
depósito de víveres en una mina de aluvión en las cabeceras del río Inanea (Mina
Corneta), allí trabajé dos años. Mis padres vivían en el corregimiento de San Blas,
y me establecí allí. Para ese entonces ya había conformado mi familia con Elida
Villamizar, con quien tenemos dos hijas, Alejandra y Sandy Tatiana Jaimes Villamizar,
la primera, abogada y la segunda, ingeniera ambiental. Tengo cuatro nietos: Sebastián
López Jaimes, Guadalupe Robayo Jaimes, Maximiliano y Alaia Margarita Roa Jaimes.
Estrenábamos los colombianos la constitución de 1991 y la elección popular de
alcaldes, cuando junto con otros importantes líderes de Simití, y bajo el liderazgo
del cura francés Clemente Berel, fundamos un movimiento cívico que denominamos
Movimiento Independiente Cívico Campesino. Desde allí participamos en la lucha
por la alcaldía de Simití, ganando con nuestro candidato. Para el próximo periodo me
presenté yo, pero perdí las elecciones por 140 votos.
Volví entonces al sector minero en calidad de arriero y luego me instalé en Mina
Gallo, que pertenece al municipio de Morales. Allí durante tres años serví al sector
minero prestando el servicio de farmaceuta, y primeros auxilios.
En el año 2000, regresé a Santa Rosa, y con un compañero del colegio, montamos
una farmacia, (Drogas Jasan), luego de cuatro años terminamos la sociedad y desde el
2005, con mi señora, abrimos las puertas hasta hoy de Drogas la Aspirina.
Terminé la carrera de administrador público, en la territorial de la ESAP con sede en
Santa Rosa del sur, en el año 2009. Fui concejal en dos periodos, en los mandatos de los
alcaldes Carlos Albeiro Martínez, y Delmar Augusto Burgos. También he sido un viajero
del sur de Bolívar, conozco todos los poblados de esta subregión rica y diversa, de gentes
48
Hay que aclarar que estos datos están consignados en el oficio radicado número
2020-233-019610-1 del 5-08-202, de Juan Daniel Oviedo Arango, director del
Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en respuesta al Alcalde
de Santa Rosa del sur de Bolívar, Fabio Orlando Mendoza, quien había solicitado
información de estadística poblacional del municipio en oficio del 7 de julio de 2022,
radicado 20203130153902.
177
2018, a 27 825 personas. Este análisis también demuestra un 14.76% de omisión49.
Como se puede analizar no hay un dato concreto y único respecto a la población real
del municipio.
Para los años anteriores a 1826-1832, “Angulo”, hoy Santa Rosa del sur50, era
considerado un caserío muy antiguo, que se mantuvo así durante largo tiempo, de
crecimiento fluctuante debido a su estratégica posición de enclave en su recorrido de
doble vía, sirviendo no más de apoyo al descanso de grandes cantidades de mulas,
bueyes y la tropa acostumbrada de quienes lo transitaban arduamente entre Simití,
Guamocó y también Zaragoza (Antioquia).
Su desarrollo económico y poblacional siempre estuvo supeditado a los cambios
esporádicos de los trabajos mineros, unas veces se poblaba y en otras, bajo las
fluctuaciones de la producción aurífera en Guamocó, languidecía con la consiguiente
incidencia en los conexos de su principal actividad como eran los abastecimientos de
todo género requeridos para la minería, y los tránsitos también variaban.
Por lo tanto, hoy, Santa Rosa del sur, superó la afectación causada por la influencia
de una condición colonial que la mantenía atada al pasado. Después, con la
última oleada de colonos en 1935, 1941, 1950, afianzó su presencia autónoma y
adquirió su mayoría de edad. Con ello tuvo un avance económico y comercial más
desembarazado, que aun con los desafíos de la afectación territorial comprometida
como reserva forestal, seguro sabrá sortear por el tesón de sus dirigentes.
Hoy su territorio tiene una división administrativa que comprende una cabecera
municipal y 13 corregimientos:
Los Canelos 22 veredas, Arrayanes 2, San Pedro Frío 8, Villa Flor 10, Buena Vista
10, San Francisco 3, Fátima 7, San José 3, San Isidro 5, Santa Isabel 2, San Lucas 3,
San Juan de Río Grande 6, la Marisosa 11- Este último poblado minero fue erigido
a corregimiento el 24 de Agosto de 2018, por el Concejo Municipal de Santa Rosa
del sur y está cerca al sitio donde por orden de la corona española se construyó la
ciudad de San Francisco, la antigua de Guamocó en el año de 161, por el capitán
Pérez Gravito. (Salcedo del Villar, 1987, p.51)
Pero la minería no siempre ha sido el renglón económico mas importante de Santa
Rosa; por ser tan diversa en riquezas naturales, en las épocas en que por algún motivo
49
Juan Daniel Oviedo Arango, director del Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE), en respuesta al alcalde de Santa Rosa del sur de Bolívar, Fabio
Orlando Mendoza, quien había solicitado información de estadística poblacional del
municipio en oficio del 7 de julio 2020, radicado 20203130153902.
50
No existe un documento que nos diga por qué se llamó Angulo, pero se cree que
por el apellido de algún importante capitán español que en algún momento pernoctó
en esta plácida posada, en su aventura por llegar a las profundidades de Guamocó.
179
barro cocido para llevarlo a los mercados. Las principales estancias de caña en las que
laboraban muchos obreros, y que salían los domingos al pueblo como en romería,
estaban ubicadas por los lados de Castañal y Jujamito cerca a la quebrada El Platanal,
donde aún podemos encontrar vestigios de esa labor.
La Santa Rosa de hoy es cosmopolita, superó los regionalismos y las intrigas partidistas
que por las décadas de los 50 y 60 la agobiaron como a toda la nación y esta región
no fue la excepción.
La educación oficial también tiene su registro histórico. El 12 de octubre de 1945,
Día de la Raza, se iniciaron los trabajos de construcción de una casa para la escuela
pública en el corregimiento de Santa Rosa, por disposición del H. Concejo Municipal.
A este acto asistieron el alcalde del Distrito, señor Rafael D.; personero municipal,
señor Luis Patiño (ocañero); el señor Zarante Rhenals, inspector seccional de
educación; y Leoncio Bastidas como representante del H. Concejo. En marzo de
1946, la Dirección de Educación autorizó la creación de la escuela de Santa Rosa;
fue su primera maestra la señorita Pabla Alcocer, quien inició labores con 6 niños y al
terminar el año tenía 27 alumnos de ambos sexos (Bastidas, 1956).
El edificio en mención aún existe en la parte nororiente del parque principal y allí se
impartió la educación hasta que se construyeron otras aulas con más capacidad, pues
el número de estudiantes aumentaba cada año. Estamos hablando de los primeros
años de la década del 70. Cuando el gobierno nacional autorizó una oficina de la caja
de Crédito Agrario, se instalo allí, y funcionó hasta el año de 1999, cuando se liquidó
y nació el Banco Agrario de Colombia S.A. Las asociaciones de padres de familia de
las las instituciones educativas María Inmaculada y María Montessori, son quienes
hoy lo administran en calidad de propietarias.
Desde aquel 12 de octubre de 1945, en forma ascendente, se han formado sin pausa
hombres y mujeres que han sabido hacer grande ésta, nuestra patria chica, y en los
anaqueles de esta trascendental cruzada tiene su honorífico lugar el glorioso colegio
Alfredo Nobel, como pionero de los estudios de secundaria. Allí se han formado
muchos ilustres hijos de esta tierra de resistencia, que hoy le prestan sus servicios al
municipio, a Colombia y al mundo, después de alcanzar sus anheladas profesiones.
El Alfredo Nobel es una institución que, enhorabuena, nació marcando esta nueva
etapa contemporánea y decisiva; este proyecto también fue orientado y trabajado
por los sacerdotes Anastasio Calderón y Luis Aroscena, quienes además de guías
religiosos, fueron los primeros profesores.
Los colonos venidos de Santanderes, Boyacá y Antioquia, en lo que he llamado la
“última colonización”, forjaron con su trabajo de buenos agricultores una de las zonas
más prósperas y de resistencia. Cuenta don Eduardo Navas, procedente de Santander
en el año de 1941, las dificultades que había que salvar para llegar a la Santa Rosa, de
las que tanto se hablaba en otras partes. Después de penurias, ya llegando a Simití,
181
Por los meses de abril a mayo de 1948 llegaron a Santa Rosa elementos maleantes
de Santander del Norte, que sembraron la discordia entre los habitantes de dicho
corregimiento dedicados al cultivo de la tierra; y esos elementos disociadores se
establecieron en el punto llamado Candelero, de donde salían a Santa Rosa a
emborracharse y buscar quimeras con los vecinos.
En agosto del mismo año llegó como alcalde del Distrito Miguel Rivera (alias
Pelusa) quien, ayudado por los enemigos de los colonos de Angulo y apoyando
las altanerías de los norteños situados en Candelero, inició la persecución contra
aquellos indefensos campesinos.
Aún tuvo noticia el alcalde Rivera de lo ocurrido en Santa Rosa se fue con
unos policías y trajo prisioneros a los que habían sido provocados y atacados
(Pedro David Herrera, Rodolfo Gómez, Luis Becerra, Pedro Gualdrón, Ciro A.
Bastidas y otros), pues los provocadores tuvieron tiempo para irse a refugiar a
Candelero, porque el inspector de Policía brilló por su ausencia. Los apresados
fueron sumariados por el delito de revoltosos (?), mientras los otros se habían ido
satisfechos de su obra.
183
Ya he mencionado que a pesar de la riqueza hidrológica, tenemos dificultades por la
posición geográfica, pero podría salvarse teniendo en cuenta la tecnología; de hecho,
desde el año 2002, el agua suministrada a la población se hace por bombeo desde el
río Platanal, hecho que encarece el valor del metro cúbico, teniendo en cuenta que
el 85% llega a los tanques de distribución por este sistema.
Desde el año 2005 el servicio lo gestiona la Administración Pública Cooperativa A.A.A.
(Acueducto, Aseo y Alcantarillado). Antes lo administraba directamente la Alcaldía
mediante la Secretaría de Servicios Públicos. Esta empresa, a pesar de las dificultades, ha
logrado avanzar en la potabilidad y organización, con el apoyo de las administraciones
municipales. Hoy se bombea las 24 horas y aun así tenemos un déficit del 42%, esto
implica que de alguna manera haya racionamientos especialmente durante los fuertes
veranos, cuando disminuye dramáticamente el caudal de los afluentes. A la fecha (en
junio de 2021) hay 6.353 usuarios (Empresa Pública Cooperativa A.A.A Sur, 2021). Pero
la grave problemática radica en el desastre ecológico que ha provocado la explotación
de los yacimientos de oro con que cuenta la serranía.
En el municipio hay minas de aluvión y de veta, localizadas en la parte alta donde
también nace el agua, esto hace que muy pocas quebradas estén libres del accionar
minero, entre ellas la San Lucas, también llamada La Fría.
Hoy es casi imposible pensar en un sistema de acueducto por gravedad para la futura
ciudad, pues las vertientes más importantes por su caudal están contaminadas con
cianuro y mercurio. En algunos municipios se han encontrado concentraciones hasta
diez veces por encima de lo permitido para el consumo humano, según un artículo del
columnista Álvaro E. Sánchez H., del diario El Siglo, del 22 de septiembre de 2013.
Estas aguas contaminadas fueron, en su estado natural, el hábitat de moncholos,
sabaletas, mojarras y otras muchas especies de peces. En la actualidad, arrastran el
lodo que producen las dragas, elevadoras y grandes motores que facilitan la extracción
del preciado metal.
Otro factor y no de menos importancia en la encrucijada es la tala indiscriminada del
bosque, especialmente sobre las riveras de todos los afluentes grandes y pequeños.
Sucede ya sea para la obtención de la madera necesaria para el aseguramiento de los
grandes socavones, o simplemente preparando terrenos para la siembra del arbusto
de coca, que en los tres últimos años se ha incrementado masivamente.
La serranía se ha recuperado, al menos así lo demuestra la historia. Cuando por
razones políticas las empresas mineras extranjeras abandonaron los socavones, la
naturaleza se autoreparó. Para los años 1980, la imponente serranía con el verde
natural de su preciada flora y los cantos y alaridos de su fauna, asumía con estoicismo
la nueva arremetida del aventurero ávido de riqueza, que desde entonces no ha
parado de destruir todo, especialmente la vida, el agua.
Quienes hemos permanecido hasta hoy en esta subregión rica, única y estratégica
como ninguna otra, observamos impávidos su deterioro. Se han adelantado acciones
tibias conducentes a la protección de la Serranía. En 1995, el Ministerio del Medio
Ambiente inició estudios para la declaratoria de Parque Nacional, y a pesar de
hacer parte de una de las reservas forestales según la Ley Segunda de 1959, lo
único real es que de los 3 millones de hectáreas que la conforman sólo quedan
menos de 120 mil en su estado natural. Como podemos inferir son muy complejas
las circunstancias que han venido determinando la situación del agua de la cual
dependemos como individuos y como comunidad, que necesita permanecer en
este referente histórico y natural.
El mercurio, al que dentro de la jerga minera se le determina como azogue, ha sido
utilizado en la extracción del oro desde la época de la Colonia; entonces cabría la
pregunta: ¿cuánto mercurio y demás sustancias nocivas para la salud se han vertido en
caños, quebradas, riachuelos y ríos? No en vano en los muestreos hechos últimamente
al agua que consumen las cabeceras municipales se han encontrado concentraciones
hasta diez veces por encima de lo permitido.
Santa Rosa del Sur es vista hoy como el pueblo con mayor crecimiento, aquí no para
la construcción y la oficina de Planeación Municipal no puede controlar la supervisión
eficaz de este fenómeno. La triple AAA, empresa pública cooperativa que administra
además del acueducto, el aseo y alcantarillado, a pesar de las inversiones tanto del
departamento como del municipio, con las cuales se pudo poner en funcionamiento
la planta de tratamiento, no ha podido ni podrá prestar el servicio las veinticuatro
horas, simplemente porque no hay agua para tanta gente.
Y ¿cuál es entonces la solución?
Es aquí cuando volvemos a pensar en el río Inanea, el afluente que por su ubicación
estratégica y su caudal podría solucionar por cincuenta años está grave crisis, pero
también entonces caemos en cuenta de que no tenemos el río, tal como lo requerimos,
como en otrora lo conocimos: el de las límpidas aguas que nos deleitaban en su
recorrido sonoro al apresurarse, porque raudas tenían siempre una cita con otras
también exóticas y cristalinas, las de los ríos Boque y Santo Domingo, tributarios del
Río Grande de la Magdalena. A estos también los está matando el desorden de la
minera y la ambición, sin darnos cuenta de que hoy vale más el agua que la gasolina.
La Fría, también llamada San Lucas, es una quebrada tributaria de la ciénega de
Simití, que nace en la serranía en la parte sur occidental, es una de las pocas donde
la minería no se ha implementado, pero no porque en su cauce no haya oro, es
por la acción valerosa de la comunidad del corregimiento de San Lucas que la ha
defendido enérgicamente. Al menos en dos oportunidades les ha tocado en masa
llegar hasta las cabeceras y persuadir a mineros ilegales que, con maquinaria pesada,
han querido remover estos aluviones donde existe gran potencial mineral. De
185
este afluente sería posible pensar en el suministro de agua por gravedad para esta
población en constante crecimiento.
Esto demuestra que solo la visión, el compromiso y la acción de las comunidades
podrá reconstruir las fuentes de agua de Santa Rosa del Sur para el futuro y la
sobrevivencia de las nuevas generaciones.
Referencias
Bastidas, L. (1956). Geografía, historia y tradiciones de Simití. Tipografía El Sindicalista.
Cienciágora. (2007). El mercurio afecta el sur de Bolívar. https://cienciagora.universia.net.co/infodetail/
novedades_de_ciencia/actualidad/el-mercurio-afecta-al-sur-de-bolivar-246.html
DANE. Censo de Población – CNPV – 2018. https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/
demografia-y-poblacion/censo-nacional-de-poblacion-y-vivenda-2018
Fray Pedro Simón. (1981). Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales,
Tomos IV, V, VI. Banco Popular.
Salcedo del Villar, P. (1887). Las Glorias de Mompox. Imprenta de la Luz.
Sánchez, A.(2013). El Siglo, septiembre 18.
CAPÍTULO 7
MI RECORRIDO DEL
CAMPO A LA MINA
51
http://fedeagromisbol.org/
187
Con inmensa generosidad, Narciso Beleño narra su vida y su camino para llegar a
donde hoy está como líder de la región, su presencia y aporte a la construcción del
territorio ambiental-minero de San Lucas; analiza las grandes problemáticas sociales
y ambientales que deben enfrentar y explica el papel de la Federación, sus aportes,
sus luchas, sus logros, su legitimidad, su papel en el contexto actual y, en particular,
sobre su pensamiento y sus acciones como guardianes ambientalistas de la serranía.
1.BUSCANDO LA ESPERANZA
Nací en una familia netamente campesina. El oficio de mi familia, hoy todavía porque
mi viejo está vivo, es dedicado al campo, a la agricultura y a la pesca. Nací aquí muy
cerca, en San Martín de Loba, Bolívar.
Como todos los jóvenes, cuando uno ya supera la mayoría de edad sale a aventurar.
Yo inicialmente me fui para Cartagena; en ese momento estaban construyendo a
Bocacanoa. Allí la única aspiración era conseguir el trabajo en “la rusa”, o sea, en la
construcción. Me fui a construir como ayudante allí, en Bocacanoa52. Me hice amigo
con uno de los que tenía el contrato, quien me contaba sobre las condiciones del
negocio de la construcción en Bogotá.
Su jefe era de la capital, decía que allí había mucho más trabajo y era mejor por el clima.
Ustedes se imaginan lo duro que es el trabajo en construcción en Cartagena por el clima
tan cliente y húmedo. ¡Es bastante fregao! Así que cuando se presentó la oportunidad
junto con ellos, me fui a Bogotá y conseguí trabajo en la constructora Otis, la que hacía
en ese momento construcciones y ascensores. Trabajé con ellos como seis años.
Un diciembre –como todos los diciembres– que uno regresa a su pueblo, a visitar
a su familia y a los amigos, encontré el boom de la minería en San Martín de Loba.
Se estaba haciendo minería, todo el mundo andaba con mucha plata. Uno que
llegaba de Bogotá de trabajar en la rusa, el tema económico era bastante reducido.
Entonces me interesé y le pregunté a mis amigos que cómo era la minería y ellos de
alguna manera me indicaron. Pero nunca me llamó la atención por los accidentes que
sucedían en ese trabajo.
Me fui para Bogotá de nuevo, pero regresé el próximo año a mi pueblo. Entonces, un
amigo y vecino de la finca de mi papá me contó de las minas de San Lucas, en donde
en ese momento había un boom muy grande. Para llegar había que caminar cinco
días y tener en cuenta que el tema de orden público era bastante complejo, pues
mucha gente entraba pero no volvía a salir porque los asesinaban, o perdían la vida
en las peligrosas labores del trabajo minero. Si embargo, el hombre me entusiasmó.
52
Complejo recreacional de 225 hectáreas a lo largo de 1.500 metros de playa,
al lado de Cartagena. Construida en una zona cenagosa olvidada, que se abrió y
descubrió al construir el anillo vial de esa ciudad.
189
Seguí trabajando, no pude salir en diciembre, lógico. Las aspiraciones es que uno
llegaba a la mina y en una o dos semanas hacía lo suficiente para devolverse. Conmigo
no fue así. La primera vez que salí fue en marzo de 1994 a visitar la familia porque en
ese momento ni siquiera era posible llamar. Tenía uno que salir a San Lucas, que eran
dos días de camino y dos días de vuelta; o, venir a Santa Rosa a llamar a la familia y
comentarle cómo estaba uno.
Antes del año fui haciendo amigos en los asentamientos más cercanos, que eran
Mochila Vieja, que ya no existe porque se lo llevó una avalancha, y en otra mina más
arriba que la llamaban Mina Bajatanga, que era donde yo trabajaba. Fui haciendo
amigos que de alguna manera participaban en la organización social. La carta de
presentación de cada persona allá en la serranía de San Lucas era su comportamiento.
Según el comportamiento, la persona podía vivir tranquilamente en la serranía, o
podía tener dificultades con las autoridades que en ese momento existían allí, que
eran las guerrillas del ELN y de las FARC.
Somos una familia campesina, pero con una educación cultural muy grande, mis
amistades en la serranía era toda la gente que se movía en el tema de organización
social, que eran muy pocas personas. Así que nunca tuve problemas con ellos, por
ninguna razón.
Uno va metiéndose en la rutina con la esperanza de alcanzar la propuesta económica
que busca. Yo no lo puedo negar, yo llegué a la serranía de San Lucas con una
aspiración económica, fue de esa manera como pude llegar.
El caso mío es que cuando me vine a las minas, yo trabajaba en Bogotá y vivía en
la zona de Verbenal, donde había unos lotes que estaban en venta. Hoy El Verbenal
está muy poblado, pero antes, por la salida de ese barrio a la carrera séptima había
unos potreros grandísimos que los lotearon y cada lote costaba siete millones de
pesos de ese entonces. Mi aspiración era conseguirme esos siete millones de pesos
para devolverme a Bogotá a comprar el lote, y luego hacer la casa. Eso hizo que no
llegara con las aspiraciones de comerme a la serranía de San Lucas. Yo necesitaba
unos recursos para una vaina específica. (Jajaja) lo que pasa es que hasta el momento
no he conseguido para comprarme ese lote.
Hoy yo ya hice mi vida aquí en la Serranía y me convencí de que mi mundo es este, no
hay otro mundo. No tengo nada que pedirle a Dios, todo lo que he querido Dios me lo
ha regalado acá en este territorio. No es necesario tener una cuenta bancaria grandísima
para uno vivir feliz. Eso sí se necesita, pero no es lo primordial y estoy conforme.
Minero
Mi pueblo es minero. Lo que cuentan mis abuelitos es que en la calle de la iglesia
cuando llovía, las abuelas salían y barequiaban en una totuma (vasija que se hace de un
árbol de totumo) y sacaban granitos de oro. Entonces el oro no tenía valor comercial,
y se usaba para lujos. Yo nunca participé en el tema minero en mi pueblo porque
nuestra vocación era campesina y mi papá decía que la minería no la necesitábamos,
lo que necesitábamos era sembrar comida para que los que trabajaban en la mina
tuvieran qué comer. Esa era y sigue siendo la política de mi papá hoy, muy viejito,
sí, pero esa es su política: hay que sembrar para que quienes no siembran puedan
obtener la comida.
Cuando me fui a San Lucas, los amigos donde llegué eran campesinos como nosotros,
incluso, eran vecinos de la finca de mi papá. Eran Cecilio Torres, quien murió hace
dos años de un infarto, allá todavía en Mina Tanga. Y, Ramiro Díaz, con quien llegué,
quien vivía con una hermana de Cecilio. Y los hermanos Torres: Wilmar, Aniedis, una
familia vecina; y los Pacheco, los hijos de Reumaldo Pacheco que ya murió, eran
Abraham y Francisco Javier (que todo el mundo le dice Chico Pimpo), que aún está
en Mina Mochila, que es vecina de Mina Tanga. Ellos llegaron allí. Se establecieron
y permanecen allí, aunque ellos no eran mineros, eran campesinos. Se vinieron
unos dos años antes que yo, empezaron a hacer labores mineras, se amañaron y se
quedaron dejando las labores agrícolas y haciendo la minería.
Activista y líder
191
La Marcha del 96 fue mi primera experiencia en una actividad de hecho en la región.
Esta se organizó principalmente para ir hacia Cartagena, pero no solamente, sino que
se salió a otros municipios como San Pablo, Morales, se llegó hasta Barrancabermeja.
Nosotros en el combo que íbamos no logramos llegar a Cartagena, algunas personas
sí llegaron, pero a nosotros nos retuvieron en un sector de Pinillos porque íbamos por
el río y no nos dejaron pasar.
Cuando comenzamos los nervios eran muchos. Fue una marcha muy grande, tuvo
unas 10.000 personas, uno siempre contabiliza la gente que va en la ruta de uno, y
luego en las asambleas de evaluación se sacan las cuentas entre todos. Decíamos que
eran 10.000 porque algunas regresaron muy temprano, otras se demoraron más. Los
que lograron llegar a Cartagena se demoraron mas tiempo allá.
La preparación de esta marcha la hicieron Cediel Mondragón, Modesto Castro, el
viejo Faustino España. Una de las exigencias de ese momento era el tema de la
educación. Ya la población minera podía contar con unas 5.000 personas, pero entre
ellas ni siquiera había un profesor y ya había niños de 8 a 10 años. La preocupación
más grande que teníamos en ese momento es que los niños tienen una etapa que no
vuelve más, que es su infancia, y esa es la etapa perfecta para educarlos.
Además de la educación, la otra exigencia de esa marcha era la vía. No había vías para
acceder a la serranía, sino que eran caminos y trochas y se transportaba solamente en
mulas. El paso más cercano estaba en San Lucas y las personas se echaban hasta tres
días caminando para llegar al sector minero.
En esa marcha del 96 se hicieron algunos acuerdos y se consiguieron unas becas para
el sector minero, unas famosas becas con las que la universidad se comprometía a
apoyar a algunos hijos de los mineros para que accedieran a la educación superior.
Esas becas existen hasta hoy, pero pasaron a manos de los alcaldes y politiqueros. De
esas becas algunos hijos de mineros y pobladores de esta región se han beneficiado,
pero no porque las manejen las organizaciones.
Había una cosa muy curiosa que no es la de hoy, que son los recursos económicos.
Se hacías reuniones en cada asentamiento y para obtener los recursos económicos
de cualquier cosa que se fuera hacer, era cuestión de una hora porque todo el
mundo tenía plata y mucha plata; y todo el mundo aportaba lo que se necesitara
y usted hacía un fondo –no sé– de cinco, seis, diez millones, que en ese momento
era bastante plata y lo recolectaba en una hora. Se hacía un fondo común y todo el
mundo iba aportando. Eran aportes voluntarios, pero más fáciles porque la gente
tenía plata porque era un boom minero muy grande. Se desaprovechó ese momento
de fortalecer económicamente a las organizaciones.
En la marcha del 96 la situación política del país no era tan grave como la de hoy.
Salir entonces a una marcha significaba unos días de incomodidad, algunos atropellos
53
ACVC - Asociación de Campesinos del Valle del Río Cimitarra – organización de
productores campesinos que también existe en las serranía de San Lucas.
193
Llamarlo con el concepto de Éxodo fue un término que indicaba que no éramos
desplazados, que íbamos a regresar al territorio. Lo que buscábamos era que el
gobierno se comprometiera con sus obligaciones con la región, que atendiera las
necesidades de los campesinos, mineros y pescadores que son sus pobladores. El
término Éxodo era el que más se acercaba a las necesidades y a las exigencias que
estábamos haciendo porque realmente nosotros no estábamos desplazados, lo que
queríamos era volver al territorio cuando cuando se cumplieran esas exigencias. Las
exigencias, en síntesis, eran la vida digna y la permanencia en el territorio, y todas
aquellas condiciones que se derivaban para lograrlo. Violencia y persecución
En esa época ya estaba en su salida el presidente Pastrana, pero con respecto a esta
movilización llegó a firmar unos acuerdos, entre ellos “capacitar al sur de Bolívar
para recibir al sur de Bolívar”. Además, propusieron conformar un equipo élite
para identificar a los grupos que estaban asesinando a los mineros y campesinos
del territorio, porque en ese momento comenzaron a aparecer los grupos que
desplazaban, asesinaban y exterminaban a los mineros.
Ese equipo se conformó, pero nunca persiguieron a lo que nos estaban persiguiendo
como era su propósito; ese equipo se conformó para perseguirnos a nosotros y
para asesinarnos. En el camino de la marcha, mucha gente, incluso líderes muy
importantes de la Federación, fueron desaparecidos. Y luego, cuando llegamos al
territorio, muchísimos líderes perdieron la vida y otros ni siquiera se sabe hoy dónde
están. Ese equipo élite sí se conformó, pero no con la promesa de perseguir a quienes
nos mataban, sino para perseguirnos a nosotros.
Fue una persecución del Estado. Con la gente que usted converse hoy es porque
decidimos hacer un desplazamiento interno en la región. Los que hoy estamos es
porque decidimos eso: desplazarnos en la región de un sitio a otro. Cuando llegaban
los paramilitares por un sitio, nos íbamos para otro, y cuando llegaban por allí, nos
movíamos a otro, todo dentro de la región. Nunca nos desplazamos a las cabeceras
municipales, porque quienes lo hicieron nunca los volvimos a ver, nunca más, nunca
más, porque aquí en las cabeceras municipales los desaparecieron, los asesinaron, y ¡ya!
Fueron seis años de ese movimiento interno, de ese encierro en el monte y de ese temor.
Todos los grupos armados que existían en ese momento de alguna manera participaron
en el miedo y el exterminio. Las guerrillas en ese momento eran tres: las FARC, el
ELN y el ERP, que estaba en una etapa de conformación, porque se desprendió del
ELN, era uno de sus frentes y decide “hacer su rancho aparte” y empezar a construir
su grupo. Todos ellos participaron de alguna manera, todos ellos asesinaron líderes
de la Federación y de las demás organizaciones. Pero existía una diferencia: con esas
guerrillas que existían en ese momento pudimos haber tenido problemas, pero, de
alguna manera le brindaron protección a los pobladores de la región. Si no hubiera
sido por ellos, los paramilitares hubieran subido y ocupado todos los territorios. Las
guerrillas ponían una barrera donde peleaban muchas semanas con los paramilitares,
algunas veces los vencían los paramilitares y seguían avanzando, otras veces la guerrilla
lograba hacer resistencia y los paramilitares no lograban subir a las partes más altas
de la serranía. En ese momento, la diferencia es que había muchísima, muchísima
guerrilla, estamos hablando de cientos de personas que eran guerrilleros, quinientos,
seiscientos, no sé, pero eran muchos. No como hoy, no sé cuánta guerrilla puede
haber, pero es un grupo muy menor, antes tenían una capacidad militar grandísima.
195
Yo creo que en el momento en el que la Federación dio el salto y cambió lo
reivindicativo por la propuesta de vida en el territorio, cambió todo. Cambió el
pensamiento de la organización como tal, cambió el rumbo que se le daba a su
dirección, incluso cambió la manera con que hasta ese momento se llevaban los
trabajos mineros, y se empezaron a poner condiciones para cada uno de los mineros,
condiciones políticas, sociales y económicas.
Uno de los aprendizajes de esas marchas que a mí me ha marcado muchísimo es que
nada en este país se consigue fácil, que hay que sacrificar al máximo, ni siquiera para
uno como persona, sino para la gente que lo rodea a uno. Uno como líder tiene que
sacrificarse al máximo para que su pueblo, su gente se beneficie. Ese es uno de los
aprendizajes que me quedó grabado toda la vida y creo que eso me llevó a sacrificar
personalmente muchas cosas. Uno se dedica a ese proceso y al cariño de la gente
que lo rodea a uno; pero el pago a todo eso es la gratificación en cariño, aquí no hay
otra gratificación.
Hablando de ese cariño que es tan importante, por ejemplo, hace tres días tuvimos
una asamblea de líderes, y los amigos y compañeros de arriba me trajeron una gallina,
yuca, mazorcas, y yo me siento con eso con una gratificación inmensa. Porque
además me lo traen porque me tienen cariño, me tienen reconocimiento y saben
que he dedicado mi vida al beneficio de ellos, allá arriba. Me están dando lo que
ellos tienen, es maravilloso
En el Éxodo del 98, me tocó participar en lo organizativo, no era un líder sobresaliente
en la región, pero al menos estaba en el rango de los 15 mejores líderes, entendiendo
que no era como hoy. Hoy la Federación tiene como 100 líderes, y estar entre los
15 primeros es un privilegio muy grande. En ese entonces no sé de cuántos líderes
hablaríamos, de 15 o 20 máximo, yo estaba por ahí acercándome.
Empecé a participar en el Éxodo. Recuerdo haber pasado tres meses en Bogotá donde
me fui enterando de por qué la lucha social y ahí, es cuando uno se va enamorando de
esto, cada día más. Hubo momentos de depresión, creo que todos los líderes lo hemos
sufrido, en los que uno renuncia al liderazgo e intenta retirarse. Pero eso es mentira,
ningún líder-líder de una organización se retira, ni siquiera las amenazas de muerte lo
retienen a uno, porque uno confía en lo que está haciendo, porque sabe que la región
y el país lo necesitan, porque su experiencia no puede quedar reducida a “me retiré por
miedo, por enfermedad, por dificultad”. Entonces, uno sigue la lucha para conseguir su
proyecto de vida y su proyecto político organizativo, eso en el tema personal.
En el tema de la organización social, la Federación empezó su propuesta sin conocer
mucho, sin tener amigos. Pero en el Éxodo del 98 hizo presencia la Universidad Nacional
y se buscóayuda en el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio con Ubencel
Duque y el Padre Pacho, con la familia franciscana (que nos acompañó mucho tiempo),
y con la Fundación Sembrar. Así, la Federación adquirió amigos que la ayudaron a
Pensamiento ambiental
197
Una cosa magistral que hicimos fue prohibir los perros de caza; hay perros que son
de cacería, los llaman los perros chapolos, a esos animales nadie los adiestra, pero
tienen una capacidad de cacería enorme. Prohibimos que las familias tuvieran esos
perros de cacería, porque son animales a los que no se les escapa nada. Tienen un
periodo de vida muy corto, a los 4 o 5 años se mueren. Establecimos que nadie mas
traía perros de cacería porque se estaba acabando toda la fauna. Había guatinajas,
zaínos, venados, dantas, tigre, tigrillos, papuiles, pavas; la fauna en la serranía de San
Lucas es inmensa, parte de la cacería era por la carne y otra parte por las pieles.
Hoy en día sigue existiendo esa fauna, no en las cantidades que había antes, pero
se encuentran de todos ellos, y se cuidan. Del tigre y tigrillo, por investigaciones que
hemos hecho, sabemos que no habitan la serranía de San Lucas, sino que hacen
cruce del departamento de Antioquia a Bolívar. Ese tránsito puede demorar de dos a
tres meses. Pero ellos realmente no habitan de manera permanente de este lado. Esa
especie de tigres, uno pudiera decir que está extinguida, pero hay momentos en el
año cuando se sabe que un tigre le mató un burro a un campesino, por ejemplo. Eso
es un indicio de que todavía existen. Y con ese tipo de información fue que supimos
que ellos no habitan esta zona permanentemente.
Una cosa que es lastimosa aquí en Santa Rosa, en los restaurantes, es que todavía
exhiben pieles de tigre y de tigrillo como un premio. Uno va aquí al restaurante El
Tizón Santandereano y tienen dos o tres pieles; uno va un lugar que se llama Casa
Blanca y tienen tres pieles de tigre inmensas. Yo decía “¡Ay Dios!”, están ahí como
un premio, como un triunfo. Y entonces recuerdo que eso lo hacíamos nosotros,
cazábamos los tigres, traíamos las pieles y las negociábamos. Por eso digo que de las
experiencias más feas que tengo fue eso: la tala de montaña y la caza de animales.
Afortunadamente ese es un periodo totalmente superado para nosotros, ahora vemos
nuestro territorio de otra manera, hemos cambiado.
La Federación fue prohibiendo la deforestación, la contaminación, la pesca con
dinamita, la caza y tener perros cazadores. Decíamos “Hemos llegado aquí a construir
un territorio, no podemos ahora destruir lo que existe”. Así que empezamos a regular
ya en ese primer momento la deforestación inicialmente y luego las malas prácticas.
Si no hubiera sido así, si no nace la Federación con el pensamiento que nació y con
la gente que empezó, otra sería la historia.
Por ejemplo, el viejo Joaquín España -a quién dejé de ver hace 19 años, cuando ya
estaba mayor, hoy debe estar muy anciano, pero todavía vive en Magangué- era un
hombre de un pensamiento ambientalista muy grande, fue uno de los promotores
del tema ambiental, del cuidado de la naturaleza. Pero también fue importante la
regulación de los trabajos mineros, ¿cómo se regulaba para que en un solo momento
no se terminara con todo lo que había? Se empezó a hablar de una minería para
la vida, aunque no teníamos ninguna experiencia en el tema. Decíamos que había
que reservar un territorio intocado para los hijos de los hijos de nosotros, ese era el
pensamiento, y así, reservamos un territorio para los hijos de los hijos de nuestros
hijos, para que en cien años ellos todavía tengan un lugar donde puedan ejercer su
labor. Y para eso tenemos que construir un espacio con todas las relaciones necesarias.
54
Es un equipo eficiente para recuperar oro libre en todas las gamas de tamaño de
partículas, especialmente para la recuperación de oro.
199
tenemos cómo recuperarlo y se separa el oro. Es decir, cada uno sale por aparte. De
la K-Nelson salen todos comprimidos y no tenemos la parte de laboratorio que nos
separe estos metales. Ese es el problema que hemos tenido con el K-Nelson.
Ahora que no podemos usar mercurio, ya hay plantas en las que, por ejemplo en Mina
Piojo donde la Federación es socia de Génesis55 no estamos utilizando mercurio, ni
con la empresa El Castillo, en Mina Fácil, ni con la empresa Monyor Oro Dulce, que
está en Mina Caribe, ni con la empresa Reina de Oro, en Mina Viejito, a través de un
sistema de precipitación que ayuda a separar el oro en dos tipos, uno que es químico
que se recupera con el cianuro y un oro que está a la vista, en grano y que es el que se
recupera generalmente con el mercurio. Ese oro que ves, que se está precipitando o
separando de las arenas con unas mesas de vibración, lo recoges sin utilizar mercurio,
como hacían antes las mujeres con las bateas; solo que aquí es una mesa que tiene
dos metros cuadrados, el trabajo que hacía una mujer en una semana, esta mesa lo
hace en una hora, separando el oro de la arena con vibración.
Pero al cianuro no le hemos encontrado reemplazo, estamos utilizando una menor
cantidad, pero no hemos encontrado la fórmula de anularlo. No lo han prohibido
todavía, aunque está dentro de los materiales peligrosos. Para que la Federación
pueda transportar cianuro, necesita una cantidad de permisos y requisitos enorme,
pero no está prohibido.
Hace pocas semanas recibimos un ingeniero industrial que nos estaba mostrando
unas herramientas mineras con un impacto ambiental menor porque no utilizaríamos
mercurio, que es uno de los metales más contaminantes que se usan en minería.
El otro paso es la remediación que hicimos. Hemos hecho múltiples intentos y
hemos probado la descontaminación de las fuentes de agua que ya se contaminaron
con materiales pesados. Con la Universidad de la Paz vamos a firmar un acuerdo
macro dentro del cual ellos nos facilitarán unos muchachos que nos ayuden a hacer
un estudio en ese tema específico: el tema ambiental y el tema de remediación.
Estamos en otra propuesta porque la minería necesita asegurar los túneles para que
no se caigan, y para hacerlo necesitamos hierro –que es imposible para nosotros por
el costo económico–, o necesitamos madera. Entonces, estamos incursionando en
la madera sintética. En las próximas semanas nos vamos a reunir con unos expertos en la
construcción de esta madera sintética, que tiene una vida útil muy grande y así evitaríamos
la deforestación, especialmente de especies valiosas que se usan en los socavones.
55
Génesis es una empresa minera cuyos socios son pobladores de Mina Piojo que
llevan 20 años de trabajar allí. Consiguen luego un socio de Medellín llamado
Gamadiel, quien hace la inversión que a él le correspondía en herramientas mineras
con un cierto grado de tecnología. Ahí se cambian los cocos y los remoledores y se
instala una planta de beneficio mínimamente técnica que no utiliza mercurio.
Si logramos esto: (i) la remediación de las fuentes de agua limpiándola para sacarle
los materiales pesados, (ii) si instalamos nuevas herramientas de procesamiento del
mineral para que no se utilice mercurio y (iii) si implementamos la madera sintética,
estaríamos impactando en una menor intensidad la serranía de San Lucas. Y esta es
una de las metas más urgentes que tenemos.
Realmente, tenemos dos metas en estos últimos años, solamente que el año pasado
el trabajo fue mucho menor por el Covid. Una meta es el trabajo con los jóvenes y las
mujeres, y la otra meta es el trabajo ambiental de remediación en la serranía.
201
nunca nos dimos cuenta que estábamos destruyendo unas especies de árboles que
no existían en otro sector.
Eso nos llevó a una gran reunión de reflexión y a investigar si eso era cierto y
encontramos que esto no era tan preciso que se hubieran extinguido totalmente esas
especies, pero que esos árboles sí eran muy escasos. Así que decidimos empezar
la tarea, primero, de conseguir jóvenes, capacitarlos, para que se adentraran en
la montaña a conseguir semillas de esas especies. En Mina Fácil y en Mina Mocha
nos resultó más porque hay un joven que se llama Javier, muy enamorado del tema
ambiental; él está dirigiendo 11 jóvenes más que hoy siguen en la misma tarea que es
investigar, conseguir semillas, llevarlas a los sitios de germinación y ponerlas luego en
otros lugares cuando ya están en el momento de trasplantarlas. Incluso anteayer me
decían que un señor Pedro Esteban había donado un terreno para hacer el trasplante
de las 5.000 plántulas que ya tenemos. Incluso hoy y esta semana se empiezan a
hacer y a desinfectar los huecos para trasplantar esas plántulas que ya tenemos.
Siempre hay un por qué. Nosotros les hemos metido en la cabeza a esos jóvenes
que si no hacemos esto, sus hijos no van a conocer estas especies. Hace muy poco
nosotros mismos estábamos tumbando esos árboles que son fundamentales para la
biodiversidad y que hoy no podemos seguir destruyendo. Entonces decidimos que
hay que volver a que esos árboles y especies existan para que nuestros hijos los
puedan conocer. Y si no los van a conocer, ellos nos van a echar la culpa a nosotros,
quienes fuimos los que los destruimos y no hicimos nada para preservarlos.
Eso va calando, no en la cabeza de todo el mundo, sino en las cabezas de algunas
personas que son quienes nos ayudan a restaurar lo que hemos destruido en el pasado.
Entonces subimos, y vimos que la Teta es un lugar inexplorable antes de llegar al pico,
porque nunca se ve el suelo, está cubierto por una capa de raíces y musgo que puede
tener dos metros de profundidad. Hay que llevar varas para uno irse sosteniendo. Se
va metiendo la vara que se puede ir dos metros de hondo, para conseguir tierra firme.
Es imposible que haya un túnel o un socavón, nadie ve el suelo porque está cubierto
con ese gran espesor.
Otros mitos hablaban de cosas que había en la punta, como una placa de oro
pesadísima, o una virgen desconocida. Cuando subimos al pico, encontramos una
plaquita no grande ni de oro, sino pequeña y de cobre con la marca del Agustín
Codazzi56, esa placa es de fecha antigua. La pregunta es ¿cómo llegaron allá? No
entiendo cómo subieron y la pusieron allí, porque en esa época no existía población
en la serranía. No se si entraron en helicóptero, en fin, sigue siendo un misterio.
Hay muchos mitos sobre esa placa, entre ellos, como que es de oro e inmensa. Pero
no, es una plaquita de cobre, lo sé porque me senté encima. El día que llegamos, yo
estaba muy cansado y le pedí a una niña que me dejara sentar y cuando ella se paró,
vi que estaba sentada encima de la placa. Yo dije: “Uy! ¡Mire la placa de la que tanta
gente habla!”, y alguien contestó por ahí que esa plaquita de cobre la había puesto
el Instituto Agustín Codazzi hacía como 50 o 60 años. Pero de eso hablaba la gente
diciendo que era una placa enorme de oro…
Y con respecto a la imagen de la virgen, supimos que la había llevado un señor llamado
Noé, de Bucaramanga que trabaja en Mochila Vieja y que es muy católico. Él fue uno
de los primeros pobladores que subió a la punta y llevó esa imagen de la virgen y la dejó
allá. Y así ha habido muchos mitos que siempre se forman en estas situaciones.
Más tarde, la Federación retomó esta romería, y a la primera que organizó invitó
a organizaciones sociales de todo el país. Fue aproximadamente en el año 2008
cuando subimos organizaciones de todo el territorio; la que quiso nos acompañó, fue
una visita de un solo día.
La última romería que hicimos fue –si no me equivoco– en 2017. Subimos mas de
1.000 personas, porque encima del pico de la Teta de San Lucas caben mas de 1.000
personas. Fue cuando la declaramos Patrimonio Nacional y Lugar Sagrado del Territorio
y se la entregamos en custodia a los niños que habitan la serranía de San Lucas para
que sean ellos los encargados de cuidar ese patrimonio que no es de la Federación,
sino de la región y del país. Consideramos que debe haber una generación que ayude
a cuidar la integridad de ese monumento que pertenece al país.
Nos decía un geólogo que esta punta de la Teta es un domo, un intento de formación de
un volcán, pero que no tuvo la suficiente fuerza para convertirse en un volcán, eso puede
56
IGAC-Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
203
tener media hectárea de espesor. Hay una parte por donde se puede subir muy fácil y
arriba de la Teta, efectivamente caben más de 1.000 personas, es inmenso, inmenso.
Allí es totalmente prohibido que un minero se acerque con la intensión de hacer
cualquier clase de minería. Se supone que es uno de los lugares más ricos que existen
pero que para nosotros es intocable. Hace más de 20 años en una subida a la Teta nos
acompañó un médico homeópata muy joven de Medellín, Duvan Tabarquino, quien
decía que en un metro cuadrado de la serranía se podían encontrar mas de 20 plantas
medicinales; él estuvo estudiando ese sector mucho tiempo. El estudio que hizo se
quedó con nosotros porque no nos pareció bien divulgarlo. Hay que proteger todo lo
que hay ahí, porque sabemos que hay una riqueza natural renovable y no renovable
muy inmensa, que en algún momento debe ser utilizada en beneficio del país, no de
unos cuantos. Son recursos únicos en su especie y que pueden derivarse en medicinas
para bien de toda la humanidad. Duvan nos decía que esa era la riqueza real que
había en la Teta. Por ello es nuestra intención de protegerla tanto, contiene una gran
biodiversidad, no sabemos en qué momento llegue una compañía trasnacional con
intensiones de destruir todo.
La romería a la Teta de San Lucas se abandonó porque hicieron una base militar en el
camino por donde se puede subir. La Teta es el pico más alto de la serranía y solamente
se puede pasar por allí porque lo demás son faldas muy inclinadas imposibles de subir.
La base militar no permite el paso por allí. Y así hubo que abandonar esa propuesta
de la romería a la Teta de San Lucas.
El agua potable
En las cimas de la serranía hay yacimientos de agua enormes que uno puede sentarse
en una roca a mirarlos por horas y horas y como que lo rejuvenecen a uno. La
contaminación del agua está mucho más abajo, a muchos kilómetros de esas fuentes,
porque en esos sitios de nacimiento no se permite ninguna labor. El agua que se
utiliza en todos los asentamientos viene por gravedad de esos sectores. Las fuentes
están totalmente limpias. En algún momento hicimos un estudio con la Universidad
de Cartagena, con el profesor Jesús Olivero57, sobre esas aguas y están totalmente
limpias. Eso fue hace más de quince años, fue un estudio grandísimo que el profesor
lo tiene en la página de la Universidad. Es un estudio sobre la contaminación de las
aguas en varios lugares del departamento de Bolívar, que tiene una parte que habla
de la serranía de San Lucas, del impacto que ha hecho el mercurio que ha rodado
desde allí, hasta dónde ha impactado en las ciénegas existentes en la ribera de la
serranía. Habla de unas ciénegas cerca de Cartagena.
57
Olivero J. y Johnson B (2002). El lado gris de la minería del oro, la contaminación
con mercurio en el norte de Colombia, Cartagena, Facultad de Ciencias Químicas y
Farmacéuticas, Universidad de Cartagena.
El acueducto de la cabecera municipal de Santa Rosa del sur toma su agua del río
Boque, que baja de la serranía. La incidencia de las organizaciones sociales en el
territorio ha sido bastante notoria. En el área de la Federación hasta el momento no
ha trabajado la primera retroexcavadora. Se puede decir que el impacto que se han
hecho es a través de los pequeños mineros que existen allá. En el río Boque no hay
ninguna organización social que haya impedido el trabajo de retroexcavadora en
ese territorio. Podemos hablar que el río Boque está vuelto nada dese su nacimiento
hasta su final, aquí llegando al puente. Nadie se ha interesado en proteger eso y
menos las autoridades militares, no lo van a hacer.
Desde la Federación, en un momento denunciamos todo esto a las autoridades
habidas y por haber, cuando había 500 retroexcavadoras en la serranía de San Lucas.
Denunciamos con coordenadas de cada una de las “retros”, y ninguna autoridad hizo
nada. La retroexcavadora no es una máquina que la pase una persona en un bolsillo,
las pasan en grandes tractomulas por las cabeceras municipales y ninguna autoridad
hace nada. Y se consumen cientos de galones de combustible diarios que salen de
los municipios, pero nadie hace nada para eso. Hay una complicidad de omisión o
acción grandísima en las autoridades existentes para lo que ha sucedido en la serranía
de San Lucas con respecto al agua y la contaminación de las fuentes de agua.
Aspectos institucionales
205
de San Lucas; a partir de la cota 200 todo terreno es reserva forestal. Eso no ha
servido de protección para la serranía porque se encuentran fincas de aquí de Santa
Rosa hacia arriba que tienen una propiedad legítima, no tienen una propiedad legal
porque está la Zona de Reserva de Ley 2ª. Y hay cientos de hectáreas que fueron
deforestadas en su tiempo y que hoy son fincas, la ZRFRM más bien ha impedido
que el campesino pueda tener la propiedad de su finca, de su parcela y que con ello
acceda a créditos para mejorar su producción.
Por ejemplo, Santa Rosa es Santa Rosa, allí hay una pequeña ganadería, tiene el
cacao que ya está en producción hace varios años, el café, pero ningún campesino
de esos puede acceder a un crédito por estar en la Zona de Reserva. Esto en el
tema agrario.
En el tema minero, levantar la reserva forestal de una hectárea vale cientos de miles
de millones de pesos y eso evita que un pequeño minero pudiera solicitar un área
al Ministerio de Minas para hacer minería por la Zona de Reserva Forestal. Sin
embargo, las grandes empresas sí lo pueden hacer. Yo no veo como una gran ventaja
la existencia de una Zona de Reserva Forestal en el tema de protección. A pesar de
eso, se ha protegido, cada comunidad tiene miles de hectáreas que protegen, se
hayan declarado sitios sagrados o se hayan declarado zonas de no labores mineras y
agrarias, se está protegiendo la región.
Haciendo una comparación de la deforestación en el tiempo, podría decirse que
de lo que se encontró a comienzos de los años 90 en la zona de la Federación se
ha deforestado un 15%, pero desde hace 15 años, esta deforestación ya paró en las
zonas de nosotros.
• Otras concesiones
Nos encontramos hace como doce años que parte de la Teta se había concesionado a
una empresa, la San Lucas Gold, lo que trajo una confrontación muy enorme entre la
Federación y el Ministerio de Minas. Quien tiene la culpa es quien entrega la riqueza,
no quien la pide, este es un patrimonio nacional que hay que cuidarlo, no se puede
entregar en concesión para que en 30 años lo destruyan.
Una concesión de explotación minera que involucra maquinaria pesada y producción
a gran escala es destructora, acabará con la montaña en muy poco tiempo y eso es
lo que hay que evitar.
Nosotros prohibimos hasta una tumba de montaña a 5 km de la Teta. Es decir, la
colonización de una finca, tumbar, quemar y sembrar, está totalmente prohibido.
Nosotros cuidando y el Estado entregando a quien lo pida lo que nunca se debía
entregar. Pero, no ha sonado más eso, sin embargo, es un hecho que parte de la Teta
ha sido ya concesionada.
Hemos tenido una buena relación con la Corporación, desde que entró el doctor
Enrique Núñez (no sé cuántos años, tal vez tres o cuatro). Primero, porque conocíamos
al doctor Enrique desde que trabajó en Minercol, luego llegó a la Corporación y lo
primero que el hombre hizo fue anunciarnos que llegó a la Corporación, que estaba
disponible y presto a trabajar con nosotros.
Con él en la Corporación, hemos hecho las fiscalizaciones ambientales en conjunto.
La Federación pone un equipo de personas para acompañar a la Corporación a
hacer la fiscalización minera ambiental en el territorio. Hemos encontrado mucha
disposición en asesoría en el tema ambiental a través del doctor Enrique. Incluso,
en este momento tenemos una cita aplazada por el tema del Covid. Creo que la
Corporación la cerraron hace como un mes porque la mayoría de sus trabajadores
se infectaron y tuvieron que cerrarla. Así que la cita quedó pendiente para retomar
el tema ambiental.
Pero uno no puede negar la corrupción que existe en Colombia que es grandísima
y llega hasta la Corporación. Yo no digo que el doctor Enrique, pero sí muchas
autoridades que visitan las regiones. El doctor Enrique llega hasta aquí, pero de aquí
van sus funcionarios al territorio y ahí es donde está el quiebre, nadie dice la verdad,
se dejan sobornar, piensa uno, y la cosa queda ahí.
Parece ser que desde la Corporación se destinaron unos recursos para hacer un
estudio de mitigación de los impactos que hemos hecho. Desde sus laboratorios
identificaron algunas plantas que pueden atrapar el mercurio que está regado y se
va a hacer un piloto para saber si realmente esto funciona o no. Ya están los recursos
207
para eso y falta que nos pongamos de acuerdo en cuándo iniciamos la labor, pero ya
están los recursos desde la Corporación.
La coca
Es triste decirlo, pero en las zonas donde las organizaciones sociales no tienen
influencia, la deforestación sigue por la siembra de coca. Duele, pero es así. Es difícil
enfrentar ese tema porque esgente que viene de otros lados, aunque también hay
campesinos de aquí –no se puede negar– que están sembrando coca. Pero en su
mayoría es gente que viene desplazada de otros territorios por este mismo tema, y lo
vienen a implantar aquí. Son mafias que se dedican a eso y que están deforestando
enormemente para volver a sembrar coca.
Yo creo que la serranía de San Lucas en su totalidad no tiene el 20% de deforestación,
pero si el tema cocalero sigue avanzando el desastre de deforestación en la serranía
va a ser enorme. En la minería, todas las comunidades de pequeña minería tomaron
la decisión de no avanzar la frontera minera. Pero está este otro ingrediente que es
la coca. Y que esto tenga solución, no está en manos de las organizaciones sociales,
porque estamos hablando de grupos armados que están manejando ese negocio y
que están facilitando las condiciones a los campesinos para que siembren, y les dan
recursos para hacerlo.
En el territorio hay dos eventualidades en la siembra y manejo de la coca: en una, los
pequeños campesinos quienes sembraban plátano o yuca, y la sacada de la cosecha
de la finca y comercialización no les dejaba casi nada de ganancia, por un gran
esfuerzo. Entonces, son estimulados a sembrar coca para mejorar sus ingresos, ahora
siembran coca en esas dos hectáreas que tenían de plátano.
Y en la otra, son los territorios más o menos extensos donde la siembra y la actividad
coquera está en manos de las mafias. Los mafiosos que llegan de afuera -también
pueden ser de la región- siembran 20 o 30 hectáreas de coca, deforestando. Hoy
tienen mecanismos diferentes de camuflar la actividad; no siembran las 20 hectáreas
juntas, sino que las tienen divididas en diez sectores. Eso se confunde mucho porque
son cultivos todos pequeños que parece que fueran campesinos, pero a la final uno
solo de ellos tiene 20, 30, 40 hectáreas. Estos son dos contextos diferentes
El gobierno hizo algunos acuerdos con los campesinos en el marco del Programa
Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos, que implicaba que ellos cambiaran
sus sembrados de coca por sembrados de otras especies de alimentos tradicionales de
la región. En ese entonces los beneficiarios del Programa no podían tener más de dos
hectáreas sembradas de coca, porque el campesino no tiene capacidad para sembrar
mas de eso. El problema fue que el gobierno no cumplió la parte de esos acuerdos y
el minero y el campesino volvieron a sembrar coca, para sobrevivir.
Es necesario decir que en los territorios donde se siembra coca la violencia es tenaz.
La coca trae violencia, mucha violencia, porque todos los grupos que están en la
región entran a disputarse ese territorio por las ganancias económicas que desde allí
209
surgen. Pero para el campesino tradicional las ganancias con la siembra de la coca
son mínimas. Quienes ganan realmente son los poderes que hacen la trasformación,
el transporte y la comercialización internacional de esto.
En síntesis, hay que anotar estos dos aspectos en el tema de la coca: (i) el aumento de
la violencia en las zonas de siembra de coca, (ii) la falta de interés del gobierno para
realmente generar condiciones de sustitución de esos cultivos de coca. Y, además,
tener en cuenta que hay un repoblamiento permanente en la región con personas
que quieren sembrar coca, y quien se oponga a la siembra y procesamiento es su
enemigo. Por eso reafirmo que la solución a este problema no está en manos de las
organizaciones sociales porque nosotros no tenemos armas y esta gente utiliza armas
para posicionar sus intereses y hacerlos realidad.
Este es un tema muy espinoso que toca los intereses de mucha gente.
FEDEAGROMISBOL
Para cerrar, quiero ahora hablar de lo que hoy es nuestra organización. La Federación
tiene incidencia en 9 municipios de la serranía de San Lucas; tiene 57 asociaciones
afiliadas, que las conforman, en su mayoría, pequeños mineros, pero tenemos
asociaciones de campesinos agricultores, asociaciones de pescadores, de pequeños
ganaderos, que están en Micoahumado. ¡En fin! Pero en su mayoría son asociaciones
y juntas que trabajan el tema minero. La Federación es importante en la región, a mi
juicio, por la participación que se la de a cada uno de sus miembros.
Hay 5.000 familias en la Federación y cada una tiene participación en la opinión
y en el futuro o en el camino que tiene que recorrer la Federación en su mandato.
Por eso se realiza la asamblea de comunidades agromineras, que no es la asamblea
de la Federación. La asamblea de autoridades agromineras es la máxima autoridad
que existe en el territorio de la Federación. Allí están juntas las acciones comunales
que pertenecen a la Federación y todo el gremio organizativo de la región de San
Lucas. Y de allí salen unos mandatos que ordenan a la Federación el trabajo qué
realizar en la región.
Entonces creo que la Federación es importante en la región por ese pensamiento
de vinculación de todos los pensamientos que existen en la serranía de San Lucas,
que es su territorio. ¿Por qué confían en la Federación? Porque hay una asamblea
en la que se revisa el mandato que se le ordenó, y también porque la Federación
puede ser criticada, su directiva puede ser bajada si uno de esos mandatos no fue
cumplido a cabalidad.
Yo siempre causo admiración en las personas que me preguntan por la autoridad
de la directiva; la directiva de la Federación en algunos momentos es una figura
decorativa, porque no es la que ordena o autoriza. La que ordena o autoriza es
211
212 MI RECORRIDO DEL CAMPO A LA MINA
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 8
PROCESOS DE RESISTENCIA Y
RECONFIGURACIÓN TERRITORIAL
EN LA SERRANÍA DE SAN LUCAS
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo de investigación busca comprender los procesos de resistencia y
reconfiguración territorial que emergen desde pobladores campesinos, campesinas
y de quienes desarrollan actividades mineras para la subsistencia en la serranía de
213
San Lucas, frente a las agendas de desarrollo que están orientadas por el crecimiento
económico y las políticas extractivistas, producto del sistema de desarrollo dominante.
Estas dinámicas han generado la exclusión de pequeñas comunidades y organizaciones
que van en contravía de dicho modelo, conduciendo a formas institucionalizadas de
violencia al interior del país, principalmente en áreas rurales.
En este sentido, se destacan algunos factores, producto de estas tensiones:
invisibilización de aquellas personas que desarrollan la minería como forma de
subsistencia, a partir del Código de Minas (Ley 685 de 2001), que entre otras
elimina la estratificación minera, situación que conlleva a la estigmatización de esta
población, tildada como criminal y depredadora. Lo anterior ha traído la vulneración
de derechos humanos y persecución de quienes desarrollan esta actividad por parte
de entidades estatales y multinacionales.
En este escenario, se identifican lugares relegados y caracterizados por el abandono
estatal a lo largo del territorio nacional, lo que ha generado tensiones y disputas por el
control territorial por parte de actores armados legales e ilegales, ejemplo de ello es el
sur–sur del departamento de Bolívar, donde la desconexión con el gobierno nacional
y regional es visible en los diversos sectores (cubrimiento de necesidades básicas,
nivel social, económico y cultural), es una región que además ha sido devastada
continuamente por el conflicto y la violencia armada.
En la región del sur-sur de Bolívar se desarrollan actividades del primer reglón de
la economía, entre ellas la actividad minera a pequeña escala a la que se dedica la
población minero campesina que allí habita desde hace décadas. Dicha población
llegó a la región desplazada de otros territorios y en busca de opciones para mejorar
su calidad de vida. Estos pobladores se ubican alrededor de los lugares como la
Serranía de San Lucas, donde confluyen jurisdicciones de diversos municipios de
los departamentos de Bolívar y Antioquia, de acuerdo con la división político-
administrativa. En este contexto, los pobladores han construido una visión compleja
del territorio más allá de las divisiones, han entretejido un relacionamiento particular
con el territorio y con los seres vivos que allí habitan, dando lugar a la reconfiguración
de la territorialidad.
Algunos pobladores del sur de Bolívar realizan actividades mineras a pequeña escala
para la supervivencia; con el paso de los años y de los daños se han organizado,
construyendo estrategias de resistencia y supervivencia para contribuir a la
permanencia en el territorio y a la preservación de la vida, por lo que han hecho
frente a diversas tensiones generadas a partir de la invisibilización de la región y de
sus pobladores por parte del Estado, el recrudecimiento del conflicto armado y la
estigmatización de la pequeña minería como forma de subsistencia. Lo anterior ha
sido producto del sistema económico dominante a nivel mundial y a las agendas de
desarrollo de los gobiernos nacionales, en las que prima la política extractivista.
215
Camino a la Serranía de San Lucas atravesando el río grande de la Magdalena.
Luego del río, está el municipio de San Pablo (Bolívar) como puerta del departamento,
que a su vez permite el ingreso al camino a la Serranía; también en el camino se
encuentra el municipio de Simití (Bolívar) con su majestuosa ciénaga. Cada uno de
estos lugares cuenta con sus propias historias de resistencia. Al acercarse al valle se
identifica el desarrollo de la agricultura, también se destacan monocultivos de palma
y la ganadería extensiva; en la parte más alta se hace visible el desarrollo agrícola
combinado con cultivos de coca.
Los cultivos de coca han generado tensiones por todo lo que esta actividad significa
en el territorio. Durante los últimos años los gobiernos han implementado políticas
como el Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos, mediante aspersión aérea,
con el herbicida glifosato para la eliminación de cultivos de coca. Adicional a ello,
en el Acuerdo Final de Paz (2016), de La Habana, el punto cuatro trata sobre la
sustitución de cultivos de uso ilícito, sin embargo, este punto ha sido incumplido.
Estas situaciones han llevado a los pobladores cultivadores de coca a organizarse para
hacer frente a los programas de aspersión aérea y a los problemas que ha traído a la
región, además de exigir el cumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz.
En este aspecto cabe mencionar que algunos pobladores se han organizado y han
logrado transitar hacia otros cultivos como el del cacao y el café, procesos que
requieren apoyo económico para su inicio y sostenibilidad.
Así, y adentrándose en la región, se encuentra la parte más alta de la serranía, donde
el desarrollo económico depende principalmente de la minería para la subsistencia, si
bien existen algunos locales del sector de servicios (residencias, tiendas de abarrotes,
billares, entre otras), este sector es movilizado por la minería de oro a pequeña escala,
siendo esta la que mueve la economía de la región, incluso de los municipios como
Santa Rosa del Sur.
No obstante, hablar de minería en Colombia implica reconocer que el modelo de
desarrollo a nivel mundial y en el país está orientado por políticas neoliberales,
centrando su atención en el crecimiento económico y la competitividad, lo que ha
generado exclusión de las pequeñas comunidades y organizaciones dedicadas a esta
actividad y, a su vez, ha conducido a formas institucionalizadas de violencia al interior
del país, principalmente en las áreas rurales.
La población minero-campesina de la Serranía de San Lucas del sur de Bolívar ha
contado con una economía basada en la minería a pequeña escala y artesanal durante
décadas; sin embargo, con el Código de Minas (Ley 685 de 2001) se ha establecido
una legislación orientada hacia la formalización, eliminando la estratificación minera
y solicitando requisitos por igual a pequeños mineros y a empresas multinacionales.
Lo anterior ha generado una brecha inmensa entre cada uno de estos tipos de minería
invisibilizando a los pequeños mineros al dejar de nombrarlos, desconociendo
la existencia de la pequeña minería en términos legales y dando lugar tanto a la
exclusión como a la criminalización de quienes desarrollan estas actividades a lo largo
y ancho del territorio nacional, tal como lo reconoce Guiza (2013):
A partir de la promulgación del actual Código Minero (Ley 685 de 2001) se eliminó
la estratificación de explotación minera por escalas con lo cual, los mismos requisitos
que se le exigen a una gran concesión minera para obtener sus permisos ambientales
y mineros, son exigidos a los pequeños mineros que desarrollan esta actividad como
medio de subsistencia. Esto, aunado a que el Gobierno nacional no ha ofrecido
oportunidades efectivas de formalización a los pequeños mineros, ha conllevado a
que hoy en día se hagan estimaciones de que alrededor de la mitad de las unidades
de explotación minera en el país son ilegales. Adicionalmente, la pequeña minería
ha sido estigmatizada como una minería criminal y depredadora lo que ha generado
vulneraciones a los derechos humanos de quienes la llevan a cabo y diferentes tipos
de conflictos que son motivados con el objeto de reivindicar la actividad. (p.1)
En el ámbito legal, el Código de Minas ha puesto contra la pared a la población
minero-campesina de la Serranía de San Lucas del sur de Bolívar, dada sus condiciones
como pequeños mineros y mineros artesanales.
La serranía de San Lucas es un territorio en disputa, ya que cuenta con una ubicación
estratégica, pues conecta con el nordeste antioqueño y con el río Magdalena,
además, se destaca su riqueza en términos de biodiversidad y recursos naturales.
Otro factor importante para considerar es la presencia de actores armados legales
e ilegales. En los últimos años se destaca la presencia del Ejército de Liberación
Nacional, reconocido como ELN, en la parte alta de la Serranía, que ha sido ente
217
regulador del orden social de esta zona; por su parte, el Estado ha tenido un
papel ausente en esta región, allí se ubica un Batallón de alta montaña del Ejército
Nacional, sin embargo, su presencia en la Serranía no ha sido representativa. Se
identifica también la presencia de grupos paramilitares, quienes han fracturado la
organización social y comunitaria existente en la región. La disputa del territorio
por estos grupos armados legales e ilegales ha afectado la cohesión de la población
y ha obligado a los pobladores a reinventarse para sobrevivir. (Murillo, 201858)
En este escenario se conforma la Federación de Agromineros del sur de Bolívar, en
adelante Fedeagromisbol, proceso organizativo que se ha desarrollado en la parte alta
y media de la Serranía de San Lucas. Se creó en 1998, en sus inicios se denominaban
Agromisbol, y estaba conformada por quienes tenían la necesidad legal de construir
un órgano que agrupara a las asociaciones agromineras y otras organizaciones locales
de la región. Desde su creación los primeros directivos iniciaron acercamientos con
las autoridades para iniciar los trámites de legalización de las minas que desde hacía
varios años venían trabajando de manera artesanal y informal (Corporación Sembrar
y Fedeagromisbol, 2015, p. 12).
Allí las organizaciones comunitarias de base se han fortalecido, a partir de la diversidad,
considerando las diversas dinámicas de poblamiento que han permitido la convergencia
de pobladores de diferentes regiones y culturas del país. Es así que se ha establecido la
cultura minera, campesina y ribereña, permeada por diferentes identidades, lo que ha
dado lugar a la configuración del territorio. En este adentramiento a la Serranía, puedo
reconocer el porqué es un territorio tan apetecido, solo con mirar hacia la llamada Teta
de San Lucas, punto más alto de este sector de la Serranía y ver una mezcla entre selva,
neblina, fuentes de agua, y socavones, que permiten visualizar la realidad compleja
y las tensiones que allí se dan desde actores como multinacionales mineras, grupos
armados legales e ilegales y el Estado por su precaria presencia en la región.
58
Tomado de las notas del conversatorio llevado a cabo por Amparo Murillo Posada
sobre “Poblamiento en el sur de Bolívar”, llevado a cabo en Simití en 2018.
Camino a la Serranía
Las voces plurales son las voces de la vida, del sueño, del reto, de la
creatividad, de la esperanza, de la resiliencia…
Las voces plurales son expresión de las voces del miedo, de la
incertidumbre, del inconformismo, de la denuncia, de la muerte…
Las voces plurales son las voces de la comunicación, de la visibilidad,
del diálogo de saberes, del reconocimiento de la existencia del otro,
del desarrollo… (Toro, 2007, p. 9)
219
Este acercamiento investigativo a los procesos de resistencia de la población minera
y campesina me permite dialogar con otras voces que allí habitan y conocer más allá
de lo que se lee y de lo que se escucha. En este proceso, reconozco algunos trabajos
investigativos previos, que me permiten identificar elementos clave para el análisis y
que dan lugar al reconocimiento de un contexto.
Para empezar, es importante resaltar que se han realizado diversos trabajos
investigativos sobre la región y en particular sobre la organización Federación
de Agromineros del sur de Bolívar, en adelante Fedeagromisbol. En primer lugar,
pude identificar trabajos producidos en el marco institucional, como los del Centro
de Investigación y Educación Popular (CINEP) y la Defensoría del Pueblo, en
convenio con organizaciones como Fedeagromisbol, la Asociación Campesina del
Valle Cimitarra (ACVC) y el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio,
incluyendo documentos de investigación y de trabajo de Uniminuto que desde la
Facultad de Ciencias de la Comunicación ha venido realizando durante años un
arduo trabajo en la región.
Destaco el documento “Defendiendo la teta: memorias de un proceso de resistencia
y dignidad -sur de Bolívar”, que permite un acercamiento a partir de la narrativa del
proceso organizativo y la lucha de los pobladores agromineros. Éste da cuenta de
una línea del tiempo de Fedeagromisbol, antes llamada Agromisbol, desde el año
1994, en el que se recogen las vivencias y luchas comunitarias que se han dado
desde procesos comunitarios y organizativos por la vida y la permanencia en el
territorio. Este libro documenta el trasegar de la Federación y su consolidación como
organización en la zona.
Por otra parte, identifiqué documentos referentes a la legislación minera, que ha sido
un tema relegado a un segundo plano durante años en nuestro país. En el 2001, con la
Ley 695, se expidió el código de minas; sin embargo, dicho código ha tenido grandes
críticas por su descontextualización y por su inclinación a favorecer multinacionales, lo
que ha generado el desarrollo de investigaciones en relación con la formalización de
esta actividad; ejemplo de ello es el trabajo de grado denominado “Explotación minero
aurífera ilegal en el sur de Bolívar colombiano. Análisis en el distrito minero de Santa
Rosa (2002-2008)”, de Jeisson Sulficar Rey Quijano, tesis de grado enfocada en la parte
legal de la explotación minera y el desarrollo de dicha actividad en la región. En esta
propuesta se caracterizan las técnicas y modalidades de explotación en la región, tales
como el barequeo, moto-bombeo o chorreo, dragas de succión, aluvión mecanizado
y pequeña minería de veta. En este sentido, la investigación permite una mayor
comprensión del proceso de formalización de la minería de acuerdo con los parámetros
gubernamentales que obedecen a las posibilidades de las grandes multinacionales.
En esta línea, resalto algunas investigaciones realizadas en el nordeste antioqueño,
considerando que las condiciones sociales y políticas guardan ciertas similitudes, por
su geografía y la población que allí confluye, con la región del sur del departamento de
Bolívar. Esto se plasma en el documento “Construcción del territorio minero campesino
en el norte de Antioquia, Colombia, movimientos socio territoriales y derechos humanos
en contra del modelo económico multinacional 1970-2010”, que corresponde a la tesis
de grado realizada por Andrea Catalina Quiroga, durante el año 2012. Este documento
ofrece un esbozo de la vida campesina en el territorio minero, reconociendo que allí
se realizan diversas formas de minería artesanal, además, presenta un panorama de
la llegada de multinacionales respaldadas por el sistema económico y el gobierno
nacional; así como las tensiones y conflictos a las los que la población da respuesta a
partir de los movimientos sociales que surgen de un tejido social fortalecido; también
se reconoce el territorio como espacio de identidades y se da lugar al reconocimiento
de la configuración de región y territorio a partir de la cotidianidad.
En la misma línea, se encuentra la investigación denominada “Identidades territoriales,
sustento de vida y diversidad en el mundo rural. Mina Galla y Mina Proyecto,
expresión de la territorialidad construida a partir de la pequeña minería del oro en el
sur de Bolívar”, desarrollada para optar por el título de Magíster en Desarrollo Rural,
por parte de Heimunth Alexander Duarte Cubillos, en el año 2011, documento que
permite reconocer el poblamiento de la región y cómo ello nutre la diversidad cultural
que la caracteriza actualmente. El autor reconoce que la construcción y consolidación
de asentamientos se da de acuerdo con la riqueza de la mina o yacimiento, dado que
a partir de estas se posibilita cierta estabilidad para los pobladores.
En todas estas propuesta se enfatiza en la heterogeneidad del mundo rural, además
de resaltar la importancia de elementos para la comprensión de la configuración
territorial construida por la población minero-campesina del sur de Bolívar que,
según Duarte (2011), son: la distribución equitativa de los factores productivos en la
actividad minera; sentido comunitario, autonomía relativa; lenguaje y conocimiento;
y relación agricultura–minería, categorías que se expresan en el ámbito social, cultural
y económico. Además, ofrecen un contexto general de la situación de la minería en
la región y algunas formas de resistencia en lugares que, guardadas las proporciones,
comparten similitudes. Por lo que a pesar de que estamos en un país diverso, algunos
territorios aún invisibles para los ojos del Estado y las grandes ciudades se asemejan, en
términos de abandono estatal y políticas descontextualizadas que generan impactos
negativos en las comunidades.
Estas investigaciones posibilitan el acercamiento a la minería a pequeña escala,
desde diversos enfoques, y a las variables que permiten comprender esta actividad
económica en el marco de la complejidad, pues alrededor de la minería a pequeña
escala se entretejen formas de ser, estar, hacer y relacionarse con la naturaleza que
construyen significados en torno a formas propias de coexistencia, de resistencia y
re-existencia para la pervivencia en el territorio por parte de la población minero
campesina, para reconocer que otros caminos hacia el buen vivir son posibles.
221
1. Referentes conceptuales desde la reflexión
de las dinámicas del territorio
Los procesos de resistencia emergen a partir de la organización comunitaria, de un
tejido social fuerte, de un fuerte sentido de pertenencia y del encuentro de puntos o
sentidos en común que permiten movilizar recursos para lograr, en este caso, preservar
la vida. Las condiciones contextuales de la Serranía han llevado a que los pobladores
se organicen y encuentren puntos en común, como la permanencia en el territorio y
la vida digna, lo que ha permitido que diferentes asociaciones y liderazgos confluyan
y den lugar a procesos de resistencia que se accionan a través de movilizaciones,
marchas campesinas, entre otras, que derivan en formas de resistencia noviolenta en
el territorio. Dichos procesos han buscado llamar la atención de los gobiernos locales,
regionales y nacionales para hacer visibles las necesidades reales y, asimismo, exigir los
derechos de los pobladores en la región, teniendo como bandera la interlocución y el
diálogo para la vida y la construcción de paz, que configuran procesos de resistencia,
tal como lo mencionan Botero y Mora (2018):
Las historias hechas con las propias manos, con los propios pasos y en el trajín
de la vida diaria, en una versión no institucionalizada del relato que se forja en la
memoria […] más que concebirse como unidad cohesiva permanente, retoman los
dolores colectivos como motor y conexión de sentimientos de proximidad. (p.156)
Es así como los procesos de resistencia de la población han estado acompañados de
un persistir, que permite comprender el tejido de la identidad de los agromineros,
dado que la gente se conoce, se apoya y se cuida constantemente, lo cual pude sentir
en los recorridos, pues allí siempre estuve respaldada y cuidada por la comunidad. Si
bien hay personas diversas, ya que cada sector está habitado por personas que han
llegado de lugares diferentes, se destaca que en la serranía y sus quiebres habitan
familias que hacen parte de una gran familia, que ponen en primer lugar el bienestar
común, esto a su vez deja ver la consolidación de un proceso identitario, permeado
por diversas culturas.
Lo anterior conlleva a un proceso de transformación como forma de re-existencia,
para trabajar en pro de la vida y de la permanencia en el territorio. La población
se organiza y aporta a la construcción de la territorialidad desde lo local, teniendo
como eje fundamental la autonomía comunitaria que da paso a la construcción de
una paz duradera. Así, las formas de re-existencia se configuran a partir del sentir,
del reconocimiento de lo común y, por tanto, de la organización comunitaria, lo que
redunda en:
[…]la decisión de sujetos y colectivos que, a pesar de estar en una matriz capitalista,
blanca y patriarcal, toman la decisión de cambiar su forma de existir y hacen un
giro radical en la manera de asumir su existencia. Ello implica un cambio en la
223
También es necesario comprender que la minería a pequeña escala es una opción
en las dinámicas económicas del territorio, que da lugar a un proceso de resistencia
y rechazo de la gran minería. Aunque paradójicamente la minería permite la
movilización de la economía en el municipio de Santa Rosa y, en general, en el sur de
Bolívar, los pobladores mineros campesinos han reconocido la necesidad de empezar
a fortalecer otras actividades económicas, pues han hecho conciencia del impacto
ambiental que ésta genera. La búsqueda de otras formas de economía ha servido para
así garantizar la permanencia en el territorio y el cuidado de la vida. Por lo que los
pobladores y la federación han consolidado un movimiento social, que, en palabras
de Butler (2017), se entiende como:
Todo movimiento social es en sí mismo una forma social, y cuando clama por
una nueva modalidad de la vida, por una vida vivible, entonces tiene que poner
en marcha, en ese momento, los mismos principios que ese movimiento quiere
hacer realidad. Esto significa que, cuando funciona, se está dando una actuación
performativa de la democracia radical, pues solo en esos movimientos se puede
articular lo que podría suponer llevar una buena vida en el sentido de vida viable.
(p.218).
Al organizarse la población minero-campesina, como movimiento social, permite a
la comunidad dialogar, acordar, transformarse, adaptarse, decidir, llegar a la acción,
en pro del ejercicio de la ciudadanía para la defensa de la vida y la permanencia en
el territorio.
225
la realidad y lo escrito, así, a partir de la narrativa es posible compartir las vivencias
en un territorio. Por lo tanto, se establece un proceso de investigación que parte de
la identificación y acercamiento a un lugar y una población determinada, generando
espacios para el encuentro, con una intención clara de conectar con una realidad y de
encontrar y construir un sentido. Para lo que es relevante generar lazos de confianza que
permitan el compartir y el caminar la palabra, como un hacer-pensar, que da lugar a la
comprensión situada de prácticas y significados en algunos aspectos de la vida social, por
ello fue relevante un espacio de tiempo compartido, acompañado de la agudización de
sentidos como la observación y la escucha. Esto además, desde el despliegue de técnicas
de investigación como la entrevista semiestructurada y a partir de una observación no
participante, que llevó al desarrollo de diarios de campo. Por lo que la narrativa juega un
papel fundamental, donde no solo se resaltan aquellos sentires a partir de las vivencias,
sino que se da lugar al reconocimiento de la realidad para el análisis posterior, que
permite dar lugar a reflexiones alrededor de la pregunta de investigación.
En este andar y compartir, me permití recopilar mi experiencia desde la narrativa propia,
plasmada en diarios de campo a partir de la vivencia y el sentir, y de la observación
no participante; sumado a esto, desarrollé una entrevista semiestructurada con uno
de los actores representativos de Fedeagromisbol. Tiempo después indagué sobre la
pequeña minería y sobre la minería artesanal y acerca de los procesos de resistencia
de la población campesina, a través de fuentes secundarias (documentos, entrevistas,
videos). Seguido a esto, organicé la información, considerando las fuentes primaria
y secundaria, por categorías, de tal forma que facilitara su posterior análisis. Este lo
realicé a partir de la reflexividad, que permite entrecruzar lo vivido con lo escrito,
desde otras miradas y en retrospectiva, con el fin de construir narrativas propias, esto
sin desligar la vivencia y el sentir de la experiencia.
Para que la vivencia fuese posible, hubo un escenario previo, en este caso, conté con
el apoyo institucional de Uniminuto, en el marco del proyecto Campus Universitario
del sur de Bolívar. En este contexto, realicé una visita a la Serranía de San Lucas. Para
posibilitar mi estancia en el territorio, fue necesario, en primer lugar, contactar al señor
Narciso Beleño, representante legal de la Federación de Agromineros del sur de Bolívar
(Fedeagromisbol), considerando que es una de las organizaciones reconocidas y con
mayor presencia en la región. Lo anterior con el fin de contar con su acompañamiento
dadas las condiciones de seguridad del momento de mi estadía en la región. Con él se
acordaron diversos espacios de diálogo en el municipio de Santa Rosa del sur (Bolívar),
y con otros mineros en las diversas minas o caseríos de la Serranía de San Lucas, para lo
que delegó a una persona encargada de acompañarme durante mi transitar por la zona.
En la Serranía de San Lucas se ubican varios caseríos que se han ido conformando por
décadas: Mina Gallo, Mina Argentina, Mina Caribe, Mina Chocó, Mina Vieja, en donde
el acceso a la comida es insuficiente debido al clima, la contaminación de agua, por una
parte, y, por otra, la delimitación de zona de conservación que no da lugar a realizar
procesos de siembra y cultivos. Adicional a ello, para vivir en la parte alta de la Serranía,
se debe contar con dinero para abastecerse de alimentos y elementos para suplir las
necesidades básicas, dadas las condiciones de la carretera y de la seguridad en el camino
que hace que los costos de los alimentos y elementos sean más altos.
La población objeto de análisis para este ejercicio es la de hombres y mujeres
campesinas y mineras que hacen parte de la Federación agrominera del sur de Bolívar
(Fedeagromisbol) que habitan la Serranía de San Lucas en el municipio de Santa
Rosa del sur de Bolívar. En este proceso, realicé una entrevista semiestructurada al
representante legal de la Federación, Narciso Beleño, y dialogué con otras personas
en la cotidianidad, dado que tuve la oportunidad de conocer algunos sectores y
algunas bocaminas, además del proceso de transformación del mineral. Estuve allí
alrededor de una semana, lo que me permitió una observación no participante.
De lo anterior, llevé un diario de campo donde resalté hallazgos en términos de las
categorías de análisis, además de los sentires desde la experiencia propia. Seguido a
esta parte práctica, recopilé información a partir de otras fuentes secundarias, como
documentos, investigaciones, entrevistas, videos, entre otros.
Surtido el proceso de recolección de información, continué con la organización y
clasificación de esta, para así proceder al análisis a partir de la reflexividad, es decir,
de volver la mirada a la vivencia, a lo narrado, sumando a esto las otras fuentes
documentales. A partir de este análisis surge el informe que aquí se presenta.
227
Por el sendero hacía la Serranía
A partir de este momento la neblina fue tan espesa que el camino y el paisaje
eran difíciles de reconocer. De este punto al lugar donde me iba a quedarme
durante las siguientes noches, que es el lugar reconocido como “Mina Vieja”, hay
aproximadamente una hora y media de recorrido. Ya acercándonos nos recibió una
fuerte lluvia, y un camino engredado y resbaloso, el transporte nos dejó en la única
cancha en el caserío, donde apenas se veían pequeñas casas hechas en madera que
por mucho tiene dos pisos, algunas con ventanas. Es curioso que al llegar al caserío
de una vez los pobladores y algunos niños y niñas, que por los caminos juegan bajo
el agua, me identificaron como “la profe”.
Me ubiqué en la residencia “Los Amigos”, lugar en el que arriendan “piezas” a
los mineros y sus acompañantes por noches o temporadas. Era una casa hecha en
madera, el piso del primer nivel era de cemento a la entrada; era un lugar que pasa
como comedor y espacio para el compartir, con un pequeño televisor en blanco y
negro, seguido a ello, estaba la cocina, amplia y con una estufa de carbón. Allí, la
dueña de la casa preparaba los alimentos para los inquilinos. Al bajar por una escalera
corta, había un largo pasillo rodeado de habitaciones, cada habitación contaba con
un catre a la justa medida para pasar una noche; al finalizar había otras escaleras
que parecían conducir a un sótano, pero en realidad conectaban con una alberca
grande, un baño y un sector donde había un espacio pequeño para la ducha, que en
realidad era una alberca grande con agua para bañarse “a totumadas”. Este espacio
era común, y allí se conectaba con otra salida que brindaba una mirada panorámica
a la densa selva de la Serranía. En el segundo piso, que se dividía con una puerta de
madera del resto de la casa, se encontraban tres habitaciones un poco más amplias.
Este sector se denominaba Mina Vieja, que se llama así dado que fue el primer
asentamiento que se realizó por hombres y mujeres que realizaban esta actividad y
que se acomodaron allí porque encontraron en la minería una forma de subsistencia.
Los amigos, lugar de acogida de los mineros.
229
Durante los días de mi estancia en la Serranía, visité diferentes lugares con el fin de
conocer cómo se desarrollaban los días allí; estuve en los caseríos Mina Caribe, Mina
Argentina y Mina Piojó. En este sector se encuentran los límites geográficos de varios
municipios del sur de Bolívar, como Morales, Arenal y Tiquisio. Cada caserío es muy
similar en cuanto a su estructura, dado que la mayoría son pequeñas casas de madera
y hay una escuela, que en realidad es un pequeño salón. Algunas de estas escuelas
se encuentran en funcionamiento y otras no, debido a la escasez de recursos y falta
de docentes.
Cada rincón recorrido dejaba ver la inmensidad de la teta de San Lucas, que es el punto
más alto de la Serranía. A su alrededor se tejen diversas leyendas y algunos finales de
año la comunidad minero-campesina realiza una romería hasta allá. Los pobladores
me contaban que allí se encuentra la reserva más grande de oro, sin embargo, es
protegida por su ubicación y su riqueza, ya que está cubierta por una espesa selva.
La inmensidad de la selva cubre los diversos caminos para cada uno de los caseríos,
en cada curva y rincón los pobladores entretejen una serie de historias que dan lugar
al reconocimiento de la diversidad de fauna que allí habita. Ejemplo de ello es una
piedra grande que se asoma en medio de la niebla y las curvas de la serranía, allí
cuentan los pobladores que en ocasiones un puma se asienta y que solo pocos han
tenido la fortuna de ver. Es así que la población ha venido reconociendo la presencia
de fauna diversa, sobre todo en las vías alejadas o poco transitadas.
La bocamina y el mineral
231
Proceso de transformación del oro
Es de destacar que en el imaginario de muchos está que el oro brota cada día, y
esto no es cierto, los mineros de este sector pueden pasar semanas sin encontrar el
mineral. Durante mi estadía, por ejemplo, decían estar en época de vacas flacas.
A partir de mi estancia, las conversaciones y la consulta de otras fuentes, me permito
destacar a continuación algunos hallazgos referentes a las categorías iniciales de análisis:
Tabla 1
Hallazgos principales de acuerdo con las categorías iniciales de análisis
El otro ingrediente, nosotros nunca hemos dividido la región por límites, nosotros trabajamos como sector
minero, sin tener en cuenta que hay 9 municipios que inciden. Para nosotros, 9 municipios son un sector
grande que tiene la misma necesidad, entonces para nosotros no existe una línea imaginaria: […]es que tú
eres de Montecristo, de Morales, no[…]hay un sector que se dedica a la agricultura, a la minería, a la pesca
que tenemos las mismas problemáticas y casi el mismo pensamiento que es permanecer aquí y tener una
Configuración vida digna en el territorio, por eso yo te decía que la Federación tiene incidencia en 9 municipios, pero para
territorial nosotros no existe una línea imaginaria que hasta aquí esta Montecristo, hasta aquí esta Morales, hasta aquí
arenal, no. Eso se materializa en el tema de regalías, los títulos que están en Morales, cuando venden sus
oros, se traspasa porque hay un registro minero que dice que el título es de Morales; cuando se vende el
oro de Montecristo, se registra a nombre de Montecristo y así. En ese momento, sí ya hay que definir: este
es de Morales, este es de Montecristo. Pero el resto de los esfuerzos van dirigidos a un sector que está muy
estigmatizado y que necesita una ayuda externa para superar las necesidades que tiene la serranía para poder
sobrevivir. (N. Beleño, comunicación personal, 11 noviembre de 2018)
Estos procesos de resistencia se hacen más fuerte y cobran mayor visibilidad en 1996, con el Éxodo
campesino, que surge a partir de la sistemática violación de derechos humanos en el sur de Bolívar, a partir
de la que surge el Movimiento Regional por la Paz, que se concentra en Barrancabermeja. Luego de meses de
resistencia noviolenta, el gobierno nacional se compromete a continuar con el diálogo con esta población y
judicializar a los grupos armados ilegales que venían sistemáticamente violando Derechos Humanos y el DIH
Procesos de de los pobladores de la región.
resistencia
Durante 1996 y el 2000, se intensifica la arremetida paramilitar y la persecución de la fuerza pública, durante
este tiempo se hace visible el objetivo de generar desplazamiento de la población, para abrir camino a
proyectos de explotación minera a gran escala. En este marco se dan violaciones a DDHH como asesinatos
selectivos, desaparición y desplazamiento forzado. Adicional a ello, en 1998, el Bloque Central Bolívar, con
distintivo de Autodefensas realizó la toma del corregimiento Cerro Burgos, en el municipio de Simtí, puerto
que da entrada a la Serranía de San Lucas, hecho que genera la movilización de la comunidad durante 103
días en el Éxodo campesino, donde la población se moviliza hacia Barrancabermeja y Bogotá.
Este pequeño recorrido permite visibilizar cómo la comunidad, desde la resistencia y de estrategias
noviolentas, ha hecho frente a hechos violentos.
La minería a gran escala está acompañada de prácticas de violencia sistemática, de despojo de tierras y
desplazamiento forzado, estas prácticas suelen focalizarse hacia las comunidades que habitan lugares donde
la expectativa de explotación es alta.
Aquí es importante resaltar que la pequeña minería en esta región ha de verse más allá de actividad
Pequeña económica. Hay consideraciones a nivel social a destacar, entre ellas que la pequeña minería realiza una
minería como explotación racional de los recursos naturales y genera una relación mucho más armónica entre hombre y
alternativa naturaleza; es una minería de sobrevivencia que permite que el grupo familiar del pequeño minero obtenga
al desarrollo recursos para su sostenimiento económico. No es una minería que genere grandes capitales.
desde
prácticas Los recursos económicos que se generan en la pequeña minería se quedan íntegramente en el país,
cotidianas especialmente en las regiones donde se practica, además, son capitales que dinamizan las economías locales
en todos los renglones.
Esta minería va generando arraigo de los mineros en los territorios donde se encuentran, allí se tejen una
serie de relaciones sociales y culturales que permiten que las personas generen sentido de permanencia con
su territorio. (Corporación Sembrar y Fedeagromisbol, 2015, p. 208)
233
A partir de estas categorías, resalto el sentido de pertenencia de la población con su
territorio. Con el paso de los años, se ha estructurado una relación entre ellos y con
el entorno, así lo reconoce Narciso Beleño:
Hay lugares sagrados establecidos hace 20 años, y que […], todos aquí en la región
sabemos, que no se puede llegar allá a hacer minería o agricultura o cualquier
actividad. Son lugares que trabajamos para su conservación. Las multinacionales
desconocen esto y lo que terminan diciendo es que la Federación sabe que allá
hay oro y no quieren dejar entrar, generando tensiones entre nosotros mismos;
lo que no saben es que son sectores que entre todas las organizaciones y los
pobladores hemos conservado y por años hemos trabajado por su conservación.
(Comunicación personal, 11 de noviembre de 2018)
Así las cosas, los pobladores han establecido ciertos arreglos para la convivencia y
para el cuidado del ambiente, es así que lograron llegar un acuerdo que denominan
la “línea amarilla”, acuerdo que se ha ido labrando entre organizaciones de mineros
como Fedeagromisbol, la ACVC y Parques Nacionales Naturales de Colombia. Este
acuerdo permite materializar la defensa del territorio y de la vida en el territorio, y
se da en pro de la preservación y conservación de humedales y ciénagas, incluyendo
la flora y fauna del territorio que comprende parte de la Serranía de San Lucas y
del Magdalena Medio (Antioquia y Bolívar). Así las cosas, es importante destacar
que: “hoy en día esta área, de aproximadamente setenta mil hectáreas, se mantiene
sin intervención y se conoce como la línea amarilla, que se posiciona como un
mecanismo de defensa del territorio que ha sido conservado de manera autónoma
por las comunidades campesinas” (Narváez, como se citó en Méndez, 2020, p.79).
La población minero-campesina asumió esta responsabilidad por lo que se
comprometieron a no pasar dicho límite, con el fin de proteger la zona alta de la
Serranía y la teta de San Lucas, reconociéndole como lugar para la vida, por lo
que han hecho esfuerzos de manera asociativa para minimizar los impactos. Cabe
mencionar que esta línea amarilla, ha sido una apuesta de construcción colectiva de
territorio que propone un uso sostenible de los recursos naturales donde se establecen,
acorde con estudios previos, unas hectáreas para la minería tradicional (comunidades
tradicionalmente asentadas), para la economía campesina, el aprovechamiento
forestal sostenible, y propiciar otros espacios para actividades como el ecoturismo
comunitario, y algunas zonas de preservación y restauración.
La estadía en la región da lugar para el compartir en el diario vivir de la población
en la Serranía. Es curioso, ya que desde el desconocimiento se pensaría que el
mineral brota al interior de la montaña; sin embargo, hay épocas de sequía y de
abundancia, por lo que los ingresos económicos y el movimiento de dinero no es
alto todas las temporadas del año. Adicional a este compartir, se suma a la vivencia
en la residencia “Los amigos”, que me acogió durante mi estadía. Allí, los mineros,
sus esposas y algunos niños que pernoctaban en este lugar, incluyéndome a mí,
compartíamos la hora de la comida, el café y una película en DVD como familia. En
estos espacios la conversa se dio alrededor de la explotación del oro y lo mal que se
estaba poniendo la situación, dado que el proceso de transformación del mineral de
acuerdo con los estándares gubernamentales eleva su costo, por lo que la ganancia
real se queda en los intermediarios y la difícil comercialización hace que aumenten
las situaciones de contrabando.
En el andar, reconocí que gran parte de la población habita allí y se dedica a la minería
como tradición familiar, sin embargo, con el paso de los años la región se ha vuelto más
conocida, por lo que muchos mineros de otras regiones vienen buscando este preciado
metal, recurriendo a otras prácticas, por ejemplo, algunos se ubican en los lugares
donde se vierten los residuos del proceso minero y allí revisan si encuentran algún
extracto del mineral, si esta actividad no da fruto, se movilizan a otros lugares como el
nordeste antioqueño o el Chocó. En este sentido, cabe mencionar que si bien hay una
parte de la población con un alto sentido de pertenencia y con compromisos con las
buenas prácticas y cuidado ambiental, también hay una parte de la población que es
fluctuante y en ocasiones puede generar cierto malestar en las prácticas acordadas y en
las dinámicas establecidas por las comunidades que allí habitan.
Este recorrido en el territorio dio lugar a una serie de encuentros y desencuentros para
mí, que me han permitido comprender las realidades desde diversos puntos de vista,
reconociendo que cada rincón transitado, cada situación vivida, cuenta una historia
y reflexiones, sobre algunas situaciones que a veces parecieran ajenas a los lugares
donde nacimos. Por lo que es de reconocer que éste es un territorio en movimiento,
que se transforma constantemente obedeciendo a las dinámicas de la realidad social,
cultural, política y económica. Este caminar vislumbra la necesidad de comprender la
diversidad de formas de ser, estar y pensar, en un mismo espacio geográfico.
La suma de estos factores ha dado lugar a que los pobladores de la región se hayan
organizado y hayan enfrentado la violencia. Ejemplo de ello es la Marcha Campesina
y los años de violencia durante la década de los noventa y en la primera década
del 2000, muestra de cómo la comunidad ha venido transformándose, resistiendo
y preexistiendo en la región, en su relación con la naturaleza y trabajando día a día
por unas condiciones de vida dignas a través de alternativas al desarrollo desde su
contexto y su historia, contra el modelo extractivo privilegiado a nivel estatal. Es así
cómo la población ha desarrollado estrategias alternativas para resistir y luchar por la
vida y la permanencia en el territorio, construyendo una visión compleja del mismo,
donde éste es visto más allá de las jurisdicciones administrativas; al contrario, se ha
entretejido a partir de un relacionamiento particular entre la tierra, las dinámicas y
prácticas socioculturales que allí se expresan y los seres vivos que allí habitan, dando
lugar a la reconfiguración de la territorialidad.
235
Esta región vive inmersa en antagonismos, producto de intereses particulares, como las
multinacionales y las reivindicaciones por las que la población lucha incansablemente;
sumado a esto, las transformaciones en cuanto a legislación y mandato relacionadas
con actividades mineras han llevado a que las comunidades transformen sus dinámicas
y así mismo sus formas de relacionarse con su territorio.
Estas disputas territoriales, acompañadas de cambios institucionales, han dado lugar
a otras violencias como el despojo de tierras por parte de multinacionales. Frente a
estas, se reconocen acciones de resistencia que se dan a lo largo de América Latina y
en este sur-sur del departamento de Bolívar, como forma de presión que permite ir
avanzando hacia un camino en construcción de desarrollos propios. Así las cosas, el
territorio se ha de comprender como
[…] el resultado de la manera como las sociedades se organizan para usar los
sistemas naturales en los que se apoya su reproducción, así como de los lazos
sociales que están en el origen de la propia formación de los territorios. (Abramovay,
2006, como se citó en Burbano et al., 2021, p.65)
Dentro de los hallazgos, identifiqué también la configuración de la territorialidad
desde la Federación que muestra que la región del sur de Bolívar es reconocida por su
riqueza aurífera, es así que la comunidad minero-campesina se dedica principalmente
a la actividad minera como forma de supervivencia, allí confluyen diversos intereses
de control territorial por actores armados legales e ilegales, situación que ha acarreado
numerosos conflictos en la región.
De acuerdo con lo que manifiesta el señor Narciso Beleño, representante legal de
Fedeagromisbol, se reconoce que los pobladores tuvieron la necesidad de organizarse
desde la base para preservar la vida. Durante los últimos años, han resistido de
diversas formas, sobre todo organizándose, uniéndose, poniendo en común lo que
de la región se quiere. En esto confluyen las diferentes organizaciones y pobladores
que trabajan día a día por la permanencia en el territorio y la vida digna, a través de
procesos de resistencia, estos entendidos
para llamar la atención del Estado y exigir los derechos de los pobladores en la región.
Las comunidades de la región han desarrollado estrategias noviolentas, y cuentan con
la interlocución como bandera.
Durante el proceso de investigación, surgió la categoría territorialidad, dado que la
población ha significado y representado el territorio de otra manera. Es así cómo al hablar
de límites no se hace referencia a límites geográficos de acuerdo con la división político-
administrativa, sino que los pobladores configuran el territorio, en este caso la Serranía
de San Lucas, para la propia organización social y comunitaria, para trabajar en y por el
territorio y sus pobladores. Así las cosas, la Federación ha consolidado una zonificación
particular de la Serranía de San Lucas, que la distribuye en seis sectores, nombrados,
algunos, de acuerdo con la riqueza en biodiversidad y otros, en honor a líderes sociales
que han sido víctimas de asesinatos colectivos, líderes que han trabajado durante
décadas desde la comunidad en la lucha por la vida y la permanencia en el territorio,
tal es el caso de la zona Alejandro Uribe, en honor a un líder agrominero, asesinado el
19 de septiembre de 2006 a manos del Ejército, presentado como guerrillero muerto en
combate. El denominar algunos sectores con nombres de líderes que han luchado por la
vida y la permanencia en el territorio, es una forma de hacer memoria de los hechos de
violencia que han tenido lugar en la zona. Adicional a ello cabe destacar lo mencionado
por Narciso Beleño en la entrevista, sobre este tema en particular:
El otro ingrediente, nosotros nunca hemos dividido la región por límites, nosotros
trabajamos como sector minero, si tener en cuenta que hay 9 municipios
que inciden, para nosotros 9 municipios son un sector grande que tiene la
misma necesidad, entonces para nosotros no existe una línea imaginaria […].
(Comunicación personal, 11 noviembre de 2018)
En cada una de estas zonas, los pobladores han configurado sus relaciones y la
que tienen con el territorio de maneras diversas, aquí es de resaltar el trabajo de
organización de base que en la región se ha dado, considerando que la población
ha tenido como única opción articular esfuerzos para trabajan por el bien común.
Ejemplo de ello es la organización de días cívicos que se realizan para una finalidad
concreta como arreglar alguna vía, abrir un camino, levantar la estructura de un salón
comunal o para una escuela, siempre trabajando por el bien común. Así las cosas,
reconozco el territorio, entendido como una apropiación de prácticas culturales, que
además une y alrededor de él se configuran ciertas formas de ser, hacer y estar,
como lo menciona Escobar (1999): “el territorio como un espacio multidimensional
fundamental para la creación y recreación de las prácticas ecológicas, económicas
y culturales de las comunidades. La defensa del territorio es asumida dentro de una
perspectiva histórica que liga el pasado y el futuro” (p. 259).
La subregión del sur de Bolívar, específicamente los municipios de Arenal, Cantagallo,
Morales, San Pablo, Santa Rosa del sur, Simití y Yondó fueron priorizados para los
237
programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET), entendido como instrumento
de planificación a largo plazo. En este escenario, durante el 2018, se estableció el
Plan de Acción para la Transformación Regional (PATR) subregión sur de Bolívar,
espacio promovido por la Agencia de Renovación Territorial, administraciones locales,
pobladores, lo cual, al igual que el Acuerdo de Paz de la Habana (2016), quedó en el
papel y, por el contrario, para el 7 de mayo de 2022 según Indepaz han asesinado 69
líderes sociales, entre ellos 3 líderes del sur de Bolívar. Esto ha sido un factor que tiene
a los pobladores en vilo y muy a pesar de la fuerza de sus procesos comunitarios, el
miedo y la zozobra aumenta día tras día, ya que el riesgo es latente.
Sumo a lo anterior, la tensión constante por señalamientos y campañas de las fuerzas
armadas, que ponen en riesgo alto a líderes comunitarios, organizaciones sociales,
adicional a ello las estructuras del ELN realizan la práctica del “boleteo”, donde
avisan a personas que incumplan las normas establecidas por este grupo, además de
la fuerza de las incursiones de las denominadas autodefensas gaitanistas.
La práctica de minería a pequeña escala es una opción en la economía de la región, y
en un inicio la ilegalidad de esta actividad se configuró como una forma de resistencia
social, comunitaria y económica frente al control de las grandes mineras que durante
años han estado tras desplazamientos, asesinatos selectivos y el despojo de estas
tierras dada su riqueza mineral. Por lo que la Federación luchó en dos caminos; el
primero, por lograr que a nivel nacional el gobierno reconociera la pequeña minería
en las condiciones en que se desarrolla, y que a su vez contara con acompañamiento
técnico y económico para mitigar su impacto; y el segundo, por la necesidad de
fortalecer la producción de alimento, pues la Serranía de San Lucas es un territorio de
difícil acceso, por la escasez de vías, y porque en estas montañas se generan a veces
tensiones y conflictos de otros actores armados. Fue entonces para ellos necesario
fortalecer este ámbito, y sobre todo continuar trabajando para lograr las condiciones
para la permanencia en el territorio.
Así, se resalta la necesidad del cuidado del ambiente y del agua, como bien común,
por lo que hay un largo camino por andar, para lograr nuevamente una cohesión
entre las organizaciones sociales y comunitarias, sin perder de vista las nuevas
dinámicas de movilidad de población de otras regiones, que deja ver un reto grande
en cuanto al sentido de pertenencia de esa población fluctuante, que en ocasiones
genera tensiones y aumento en problemáticas sociales.
A partir de las movilizaciones como estrategias de resistencia, específicamente del
Éxodo Campesino, se construyó colectivamente el Plan Integral de Desarrollo y
Derechos Humanos del Magdalena Medio, en el que se concretaron las exigencias
de la población; sin embargo, en 1999-2000, la represión y la violencia en la región
aumentó. A pesar de estas situaciones, la población que allí habita se declaró como
comunidad en resistencia y construyeron un proyecto de vida donde la dignidad
239
Estas tensiones se hacen evidentes en que la economía del municipio se basa en las
rentas provenientes de la explotación aurífera de multinacionales, lo que entra en
conflicto con el equilibrio ecológico, aunque a esto se suma la invisibilización de los
pequeños mineros, ya que no cuentan con los recursos para acceder a tecnologías
más limpias que les permitan cumplir con la legalidad y, asimismo, erradicar las
grandes cantidades de mercurio y cianuro que se transportan a las fuentes hídricas.
En esta misma línea, la categoría conflictos socio ambientales para este análisis
permite comprender el territorio y sus dinámicas, pues la población minero-
campesina, que lucha por la permanencia en su territorio, ha venido trabajando a
nivel comunitario y con organizaciones, como la Corporación SEMBRAR, realizando
ejercicios que les han permitido hacer conciencia del impacto negativo de prácticas
como la minería; sin embargo, es la única fuente de trabajo en dicha región, por
lo que si bien personas como el representante legal de la Federación tienen en
mente darle un rumbo asociado a la agricultura, es un camino arduo y a largo plazo.
Por esto, por ahora se han concentrado en reorientar sus actividades hacia buenas
prácticas, dada la comprensión más completa del territorio que habitan, producto no
solo del acompañamiento institucional, sino del andar y el reconocimiento propio
de las comunidades.
La configuración del territorio se ha dado a partir de dinámicas diversas de poblamiento,
pues allí convergen pobladores en su mayoría campesinos de diferentes regiones y
culturas del país, que han establecido en la región una cultura minera, campesina y
ribereña, además del sector comercial. Por lo que la llegada a esta región me invitó a
comprender el entretejido del territorio del sur de Bolívar alrededor de la actividad
minera como estrategia de subsistencia, en relación con las formas de ser, estar,
hacer y relacionarse con la naturaleza, lo que los ha llevado a construir significados
alrededor de la coexistencia, resistencia y re–existencia, para la pervivencia en el
territorio por parte de la población minero-campesina. Este ha sido el insumo para
reconocer que otros caminos hacia el buen vivir o la vida querida son posibles en
el marco de una comunidad en movimiento que fluye a través del caminar y tejer
la palabra, que permiten concertar estrategias diversas para la supervivencia, para
el desarrollo económico y social, para la consolidación de territorialidad, dando
lugar formas de bienestar que se consolidan desde la organización comunitaria y
la movilización social, que tienen lugar dadas las condiciones de un contexto y una
historia concreta.
Para cerrar, es necesario reconocer que la minería de beta más allá de ser una
alternativa de desarrollo, en este caso, es una práctica de resistencia que le permite a
la población no solo vivir sino organizarse y permanecer en el territorio.
CONCLUSIONES
Esta realidad social no es una mera explicación de una situación particular, sino que,
por el contrario, da lugar a la reflexión sobre el reconocimiento de la organización
y la movilización a nivel comunitario en la región de la serranía de San Lucas en el
sur-sur de Bolívar, dado que son procesos que emergen alrededor de la minería a
pequeña escala para la subsistencia. Es en este camino que es necesario resaltar que
la minería de beta, más allá de ser una alternativa de desarrollo, en este caso es una
práctica de resistencia que le permite a la población no solo vivir, sino organizarse y
permanecer en el territorio.
Por eso, es necesario recordar que este proceso organizativo se da gracias al
reconocimiento de los bienes comunes del territorio, proceso que ha tenido lugar
a partir del fortalecimiento de las relaciones comunitarias y del reconocimiento del
territorio, lo que confluyen en un sentido de pertenencia, por lo que el colectivo ha
logrado encontrar puntos de congruencia para el cuidado de la vida y la permanencia
en éste. Para esto, la comunidad ha construido un plan de vida acorde con un modelo
diferente, esto dado que las luchas que han tenido a nivel estatal se han quedado
en atenciones que obedecen a la inmediatez, y no a las peticiones reales. De esta
manera, se ha construido de manera diferente en el sentido que cada necesidad
ha sido resuelta desde las organizaciones por medio de articulaciones con otras
organizaciones y corporaciones, y a través de movilizaciones de exigencia al Estado.
En un país como el nuestro, donde la violencia pareciera volverse parte de la vida
misma, resistir de manera noviolenta es un proceso que requiere del refuerzo de las
relaciones de las comunidades, de las organizaciones de base, además de un alto
sentido de pertenencia, lo que implica transformar las relaciones con el territorio
para preservar la vida y las relaciones entre nosotros, con los otros, y con el entorno
que habitamos, lo que aporta a la recuperación de la tranquilidad en el territorio.
Es importante resaltar, como ya se ha mencionado, que la minería a pequeña escala
es una forma de resistencia ante las políticas de despojo y violencia que a nivel
estatal se fomentan; no obstante, este aspecto aún es un tema a trabajar para la
Federación, dado el reconocimiento de esta actividad minera como perjudicial para
el ambiente. Para lo anterior, se requiere de un plan de vida que estructure otras
formas de economía, asunto que es de interés en particular para la Federación, que
trabaja por volver a la raíz y asimismo a la vida.
A nivel metodológico, es un reto realizar una investigación en estos tiempos, donde el
acceso a los territorios y las garantías de vida parecieran inexistentes. Sumado a esto
creo que la tarea investigativa requiere de un tiempo significativo, que al momento
de sumarnos a estos procesos académicos pensamos tener, pero tal como cambian las
dinámicas en los territorios, en nuestras vidas cada día, cada año, cada semestre es
incierto, lo cual dificulta la planeación y la escritura. No obstante, el reto es para toda
241
una población que día a día labra su vida alrededor de socavones profundos donde
el aire escasea, donde las inclemencias del clima natural, político y social no permiten
contar con garantías para vivir.
El proceso investigativo y de escritura si bien es académico, me ha permitido ir tiempo
atrás, recordar ese caminar la palabra, que me permitió sumarla al pensamiento y a
la acción, no solo en el momento de la vivencia, sino posteriormente, ya que es
de mi interés que esta investigación no se quede en mera experiencia, sino que dé
lugar al reconocimiento de una historia que en los últimos años ha empezado a ser
escuchada, a pesar de los riesgos que ello implica.
A partir del proceso, destaco las transformaciones de la comunidad que, con
el tiempo, ha trabajado profundamente en las inclemencias de lo incierto en el
movimiento campesino; que, con el pasar de décadas de lucha, se ha convertido en
un movimiento por la defensa de los Derechos Humanos a partir de que el colectivo
busca salvaguarda la vida y limitar en este caso las agresiones a la población, como
el desplazamiento de las comunidades, los asesinatos selectivos y el abandono
de la tierra, para evitar en lo posible que esta sea dominada por inversionista y
multinacionales, así que la defensa es por la vida misma, por el reconocimiento de la
historia de la población que allí habita.
La población minero-campesina ha estructurado durante años un plan de vida
que obedece a mandato popular, esto no ha surgido de un día para otro, sino a
partir de las diversas acciones noviolentas para llamar la atención del Estado, y a
los años de resistencia y persistencia que los pobladores han vivido, por lo que
desde la base se construye el territorio, las relaciones y la vida. Por esto, el proceso
en mención no está acabado, sino que es una lucha que se transforma de manera
continua, y que así mismo permite la construcción y diálogo para el confluir de
propuestas como mineros-campesinos que habitan, conocen y se relacionan con
la serranía de San Lucas.
En el escenario actual, es un deber volver la mirada a aquellos rincones de nuestro
país, reconocer y conocer esa Colombia diversa, aprender de ella. Para ello es
necesario visibilizar la riqueza de repertorios de resistencia para la defensa de la vida
y el territorio por medio de procesos organizativos de base. Reconocer esta historia
es una obligación para la memoria del país; solo a partir del reconocimiento del
otro y del caminar la palabra en cada rincón entre diferentes se logra comprender
la realidad compleja del país y así mismo reconocer esos otros desarrollos que se
edifican en consonancia de la vida.
Referencias
Bienal UNAM Artes y Diseño FAD (2021, noviembre 16). ¿Qué significa caminar la palabra? [Video].
YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=50YuMYRq9S8&t=2s
Blanco, M. (mayo-agosto, 2012). Autoetnografía: Una forma narrativa de generación de conocimientos.
Andamios, (9), pp. 49-74.
Botero, P. y Mora, A.I. (2018). Comunidades en resistencias y re-existencias: aporte a los procesos de
educación popular. En G.A. Muñoz González (Ed.). Re-vistar la comunicación popular. Ensayos para
comprenderla como escenario estratégico de resistencia social y re-existencia política (pp. 135-191).
Corporación Universitaria Minuto de Dios- UNIMINUTO.
Burbano Muñoz, N., Linares Sánchez, M. y Nava León, F. (2021). Colombia y México: entre el
neoextractivismo y las luchas territoriales. En C. Quiroga. Y O. Uscátegui Ramírez, (Comp.). Conflictos
socio-ambientales en el sur global. Respuestas y construcciones locales de otras naturalezas (pp.62-82).
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO.
Butler, J. (2017). Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea. Editorial
Planeta Colombiana S.A.
Corporación Sembrar y Fedeagromisbol (2015). Defendiendo la Teta. Memoria de un proceso de resistencia
y dignidad – sur de Bolívar. Corporación Sembrar y Fedeagromisbol.
Duarte Cubillos, H. A. (2011). Identidades territoriales, sustento de vida y diversidad en el mundo rural:
Mina Galla y Mina Proyecto, expresión de la territorialidad construida a partir de la pequeña minería del oro
en el sur de Bolívar. [Tesis Posgrado]. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Biblioteca General Alfonso
Borrero Cabal SL. https://repository.javeriana.edu.co/handle/10554/2745
Ellis, C., Adams, T., y Bochner, A. (2019). Autoetnografía: un panorama. En S.M. Bénard Calvad (Ed.).
Autoetnografía. Una metodología cualitativa: un panorama. (pp.17-41). Universidad Autónoma de
Aguascalientes. https://es.scribd.com/document/567126214/Autoetnografia-Un-panorama
Escobar, A. (1999). El final del salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea.
Instituto Colombiano de Antropología.
Güiza, L. (2013). La pequeña minería en Colombia: una actividad no tan pequeña. Dyna (181), pp. 109-
117. https://revistas.unal.edu.co/index.php/dyna/article/view/35819/42262
Korol, C. (2018). De los saberes de la emancipación y de la dominación. CLACSO. http://biblioteca.clacso.
edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D11176.dir/10korol.pdf
Ley 685 de 2001. Código de Minas. (2001). Ministerio de Minas y energía, República de Colombia.
Bogotá. https://www.ilo.org/dyn/natlex/docs/ELECTRONIC/69738/68799/F1119680939/COL69738.pdf
Méndez Alvarado, Y. (2020). La zona de reserva campesina del Valle del Río Cimitarra. Una apuesta socio-
territorial. Editorial UPTC.
Quiroga. C. (2012). Construcción del territorio minero campesino en el Nordeste de Antioquia, Colombia,
Movimientos socio territoriales y derechos humanos contra el modelo económico multinacional 1970-2010.
[Tesis Pregrado]. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/
12082?msclkid=bf3430f5ceb211eca7a13de3810af11b
Rey, J. (2008). La explotación minero aurífera ilegal en el sur de Bolívar colombiano; análisis en el distrito
minero de Santa Rosa (2002-2008). [Tesis Pregrado]. Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga
(Santander). http://tangara.uis.edu.co/biblioweb/tesis/2008/128603.pdf
Toro, G. A. (2007). Prólogo. En O. Jaramillo (Ed.). Sólo quiero que me escuche. Crónicas del Oriente
antioqueño y la subregión Porce Nus. Premio Orlando López a la Comunicación 2007. Categoría Crónica
(pp.9-13). Prodepaz.
243
244
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 9
ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN Y
PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA
SERRANÍA DE SAN LUCAS - CERRO 1800
¿QUIÉN ES HERMES?
Nací en una finca cerca de El Paraíso, corregimiento de Simití, Bolívar. Éramos 14
hermanitos, nuestro padre falleció muy pronto, y nuestra madre nos distribuyó entre
la familia. Me llevaron a San Vicente de Chucurí con unos tíos, y por eso en mi cédula
aparece que nací allí. En ese tiempo, un sacerdote me puso a estudiar en el Seminario
Menor de San Gil. Mis hermanos querían que fuera sacerdote, pero yo no tenía vocación.
A los 20 años estuve un tiempo en Bogotá, allí, un sacerdote familiar quería llevarme
a Italia a estudiar, pero no quise y me quedé en Bogotá mucho tiempo, donde
estudié y trabajé de cotero en centro Abastos, y haciendo oficios varios. Aprendí a
manejar carro, quise manejar un taxi, pero me asustaba. Luego me fui a Bucaramanga
buscando la ruta al sur de Bolívar donde nací, en esas, me encontró un tío que vivía
por ahí, y por medio de él regresé a mi tierra.
245
En ese caminar conocí a mi esposa hace 25 años, con quien tengo dos hijos. Al poco
tiempo de casado, me tocó un desplazamiento forzado con mi esposa embarazada y
me fui al Valle del Cauca. Un tiempo después, regresé a Cúcuta donde un hermano
de mi esposa. Estando allí, mis amigos me dijeron que ya estaba más calmado el sur
de Bolívar y volví de nuevo por allá.
Hoy reconozco que fui una persona cazadora y devastadora porque eso era lo que
sabía hacer. Pero al pasar el tiempo comencé a ver mi actividad y mi entorno de
otra manera, me fui enamorando de lo ambiental, me volví inquieto y activo en ese
tema. Antes no se podía hablar de ello en San Lucas, porque era ir en contra de las
dinámicas del sur de Bolívar: la minería.
Cuando regresé de mi desplazamiento, encontré que ya se hablaba de la formalización
de la minería, lo que implicaba unas normas y el cuidado del medio ambiente.
Una minería responsable. Por eso me metí a hablar del tema con la gente, pero no
encontré mucho eco. En 2009 creé la Fundación Comunitaria Protectora del Medio
Ambiente en la Serranía de San Lucas y Guamocó – Funcopromas, con amigos del
cerro de Las Hormigas.
Fotografía de Funcopromas
Mi nombre es Hermes Carreño Estévez, desde hace más de 20 años con unos
amigos y vecinos de este lugar, la Serranía de San Lucas en el área del cerro Las
Hormigas, empezamos a crear una estrategia de conservación por el alto grado de
destrucción ambiental que se venía haciendo en la región. Debo resaltar que esta
iniciativa de conservación nunca fue fácil porque a nosotros nadie nos decía que se
246 ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN Y PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA SERRANÍA DE SAN LUCAS - CERRO 1800
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
debería proteger estas aguas y estos cerros, ya que nuestras actividades de minería y
extracción maderera nos facilitaban recursos que de una forma u otra servían para el
sostenimiento de las familias.
Empezamos a notar el cambio en los ciclos de lluvia, las crecientes de los ríos, la
escasez de la pesca y ya no era posible ir a los sitios de recreación en las quebradas y
ríos por la gran contaminación de las aguas.
Un grupo pequeño, encabezado por los señores Francisco Rodríguez, El Paisa Evelio,
El Colega, tres presidentes de Junta de Acción Comunal de ese sector y mi persona,
tomamos la decisión de establecer un área protegida en todo el Cerro 1800, mejor
conocido en la región como cerro de Las Hormigas. Conseguimos prestado un GPS
que fue llevado a escondidas porque en la región es muy peligroso usar ese tipo
de elementos. Tomamos las coordenadas del Cerro en el área de conservación y
se empezó a hablar con el resto de comunidades para que se unieran a esta noble
causa de conservación dando a entender que era nuestro territorio y que si no lo
protegíamos las dificultades de permanecer en él iban a empeorar.
Logramos englobar 7 500 hectáreas de bosque nativo, que en la actualidad, a pesar
de los obstáculos y los intereses en la región, lo seguimos protegiendo y conservando.
Me di a la tarea de investigar y nos dimos cuenta de que la Serranía de San Lucas es
un nicho único en el mundo que alberga una gran cantidad de especies endémicas
tanto de flora como de fauna, y que esta maravilla de macizo montañoso es un gran
productor de agua que crea hermosos microclimas únicos en el país. Lo difícil del
asunto de la conservación es que económicamente no es llamativo y, por ser zonas
tan remotas, las actividades ilícitas son alternativas mejor remuneradas, pero cuyas
consecuencias son nefastas en la salud pública y el medio ambiente.
Mapa de FUNCOPROMAS
247
LA GUAQUERÍA EN LA SERRANÍA
Nos volvimos expertos en guaquerías y no hubo ningún ente territorial u otro ente
que nos advirtiera de la importancia de los hallazgos precolombinos que había en
la zona. Investigué en el Museo del Oro de Cartagena sobre la existencia de estas
sociedades indígenas precolombinas y fue muy poco lo que encontré. Descubrí que
una antropóloga que estudia temas precolombinos –una doctora europea– encontró
que en la Serranía de San Lucas, al sur de nuestra área, habitaba una sociedad muy
antigua llamados Yamahaníes y otros llamados Guamocoes.
Averigüé que en el país hay un ente encargado de este tema, el Instituto Colombiano
de Antropología e Historia, y recolecté algunos pedazos de vasijas y cerámicas y las
llevé a dicha oficina en Bogotá, donde me di cuenta de que sabían muy poco de
estas sociedades precolombinas de la Serranía. Investigando un poco más a fondo
en algunos libros antiguos encontré que en esta zona existieron los Yamahaníes, los
Guamocoes y los Chimilas. Nos dimos a la tarea de identificar las pocas tumbas
precolombinas que existen en la zona ubicadas en el Cerro 1 800 y, desde luego,
optamos por protegerlas y no permitimos la explotación de las mismas.
EL BOSQUE
Al pasar de los tiempos, empezamos a enamorarnos más de los ríos, caños, quebradas
y de nuestras montañas, y a descubrir que el bosque no es solamente madera, que
el bosque es un conjunto maravilloso y demasiado frágil, que si no se cuida, la
vida y permanencia de las personas en el territorio serían muy caóticas. De esta
reflexión sale uno de nuestros lemas: “Conservemos los bosques para poder vivir
mejor”. Empezamos a valorar la función ecológica que cumplen nuestras especies
de fauna como grandes polinizadores y entendimos que si seguíamos con esa cacería
desmedida nuestros bosques desaparecerían.
248 ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN Y PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA SERRANÍA DE SAN LUCAS - CERRO 1800
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
no podían creer que eran originales sobre especies vivas de la Serranía. Ese es otro dato
que evidencia la negligencia del estado, y de sus instituciones, de conocer, registrar y
cuidar esta riquezas naturales y endémicas, dejando perder estas maravillas biológicas.
FUNCOPROMAS
Área de operaciones de Funcompras
Fuente Funcompras
59
La personería jurídica que ampara esta acción es una asociación campesina.
249
Ese es nuestro caso, somos 250 familias campesinas quienes decidimos proteger el
Cerro 1800, conocido así por su altura. Tomamos la decisión –contra todo pronóstico
y corriendo todo tipos de peligro, incluso poniendo en riesgo nuestras propias vidas–
de dedicarnos a protegerlo porque tenemos plena consciencia que es un gran nicho
ecológico y con gran biodiversidad, por lo que era vital cuidarlo. La extensión protegida
es de 7.500 hectáreas totalmente conservadas para proteger la estrella hídrica; allí
nacen importantes ríos de la región que benefician a muchas comunidades, entre
ellos el río Boque, río San Juan, río La Calavera y un gran número de pequeños
riachuelos. Nuestra labor ha sido que todos cuidemos y los niños juegan un papel
importante en esta; a ellos les encanta escuchar y participar de actividades lúdicas,
como la recolección de semillas, en la que los adultos hacemos pequeños viveros y
resembramos o simplemente seguimos el ejemplo de las aves y las esparcimos donde
nacen sin tanto esfuerzo. Nos dimos cuenta de que algunas especies maderables están
muy escasas y estamos haciendo trabajos de recuperación y repoblamiento de estos
árboles. Aprendimos a hacer monitoreo comunitario de nuestras fuentes hídricas,
y de flora, y este conocimiento nos ha ayudado a amar y respetar más el bosque.
Tenemos otros lemas: “Cuidemos el bosque porque sin él se nos complica la vida”.
Y este otro también: “No somos la solución, pero somos parte de la solución”.
RECONOCIMIENTOS
Libro Cerro 1800
250 ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN Y PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA SERRANÍA DE SAN LUCAS - CERRO 1800
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
60
https://www.iucn.org/es/news/america-del-sur/202111/las-otras-medidas-
efectivas-de-conservacion-basadas-en-areas-omec-ofrecen-una-oportunidad-clave-
para-la-conservacion-de-la-biodiversidad
251
252
SEGUNDA PARTE:
LOCUS 2 DE PIEDEMONTE
– MEDIA MONTAÑA
Esta parte presenta los resultados del estudio del segundo Locus de la investigación
Agua para la vida, agua para la paz, el cual se refiere a la zona ubicada entre la alta
montaña y el valle aluvial de la región sur de Bolívar, piedemonte. En este apartado
se describen algunas de las actividades y dinámicas que se realizan en torno a la
agricultura y al impacto que esta actividad productiva tiene en los cuerpos de agua
de la región.
Se une a esta comprensión, por una parte, el recorrido que construyen las mujeres
en el territorio a partir de los múltiples roles que desarrollan, dejando en evidencia
condiciones que precarizan la vida de éstas y de sus familias pero, además, el
potencial transformador que han desarrollado, desafiando incluso a los grupos
armados en el territorio.
253
Por otra parte, se exponen, desde quienes vivieron la guerra en esta región, los efectos
del conflicto armado sobre la vocación agrícola del territorio y las reivindicaciones
realizadas por los pobladores a través de las organizaciones sociales. Se subrayan en
este tema las alternativas que desde hace décadas vienen elaborando ellos mismos
frente a esta problemática, las que se ven reflejadas en políticas públicas derivadas de
acuerdos comunitarios, que se orientan cada vez más hacia la protección de la vida
en el territorio.
Se cierra esta sección con la puesta en práctica del ejercicio del mapeo participativo,
por parte de los pobladores del municipio de Norosí. Esta estrategia metodológica
propuesta por la investigación, fue apropiada por varios pobladores participantes,
quienes la implementaron como un ejercicio propio en su municipio. Lograron con
ello avanzar en un conocimiento más amplio del vasto territorio de su región y en un
reconocimiento de los complejos acuáticos, la fauna y la flora.
Así, este apartado está integrado por cinco capítulos que reflejan las diferentes
visiones de quienes estuvieron involucrados en el estudio general. Hay dos capítulos
académicos en formato de artículo científico, dos testimoniales derivados de entrevistas
etnográficas y un capítulo que concreta las herramientas de mapeo participativo,
etnografía y diálogo de saberes descrito ya en el capítulo de Metodología. Este se trata
del ejercicio realizado por un grupo de pobladores que luego de participar en varios
talleres con profesores de Uniminuto, apropiaron el conocimiento aprehendido en lo
que titularon una expedición a lo profundo de su territorio.
El capítulo que da inicio a esta sección es de orden académico, en él se recoge el
proceso investigativo llevado a cabo en este locus por parte del equipo de Uniminuto
y tiene, por lo tanto, la narrativa y la lógica de un artículo científico, preparado por la
investigadora Carmen Lucía Bohórquez Bello.
En él se aborda la agricultura como la modificación planeada intencionalmente en
los ecosistemas naturales por el hombre, para transformarlos en agro-ecosistemas
esenciales para la producción de alimentos, fibras y energía como aporte al
sostenimiento de la vida y a la economía en el territorio. También hace referencia a la
huella que este renglón productivo está dejando como evidencia de la transformación
de los ecosistemas. Se comparten también alternativas a la agricultura convencional,
exponiendo procesos que los pobladores han venido generando en este renglón
agropecuario, con miras a una producción más limpia y amable con el medio
ambiente, en la que se impulsan procesos de producción desde la agroecología.
Le sigue el capítulo escrito por Patricia Conde, coordinadora de Incidencia,
Gobernabilidad y Género del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio
–PDPMM, y por la investigadora Carmen Lucía Bohórquez Bello, de Uniminuto.
Este es el resultado de la exploración que se dio en esta investigación, sobre los
roles de las mujeres, por una parte, y las búsquedas personales y profesionales de las
autoras, por otra, para quienes la fuerza femenina en el sur de Bolívar ha generado
transformaciones profundas en el territorio.
En este sentido, se dio paso a describir los roles que las mujeres han incorporado
a su vida, tomando como eje la memoria del agua, referida a los lugares que han
transitado en el devenir cotidiano con los cuerpos de agua y, en especial, con la
economía aurífera del territorio; también, por los impactos que esta actividad
económica produce en el desarrollo de la vida de sus pobladoras y pobladores. Se
propuso una reflexión sobre el papel de las mujeres como sujetas políticas que han
ganado espacios que les otorgan una nueva mirada no solo para ellas, sino para sus
núcleos familiares y el territorio. Se observa en ello una articulación con la incidencia
en políticas públicas de equidad de género, acompañadas por la Corporación de
Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, CDPMM, las que brindan herramientas para
el fortalecimiento de las capacidades de las mujeres en el logro de su autonomía, el
desarrollo de sus apuestas de vida y las de sus familias.
El recorrido de vida de César González, líder e integrante del Comité Cívico del sur
de Bolívar, quien vive en el corregimiento de Monterrey del municipio de Simití,
da cuenta del tercer capítulo, en el cual narra, a partir de su historia de vida, los
sucesos que devastaron el territorio en la época más cruenta del conflicto armado
colombiano. Desde ese momento se le impuso a la región una transformación en
su vocación agrícola, pasando de pequeñas parcelas familiares a la producción de
monocultivo y, entre otros productos, el de la palma. Esto no solo sucedió a partir
de la incursión paramilitar, sino también a través de los programas de desarrollo
impulsados por cooperación internacional, los cuales llegaron con la desmovilización
y posterior reincorporación de los ejércitos exparamilitares.
La historia de César se entrelaza con la génesis del Comité Cívico, la reincorporación
de las Autodefensas a la vida civil y la lucha desde la organización social dentro y
fuera del país, para que los campesinos de Monterrey fueran declarados víctimas de
reparación colectiva, por el daño causado. Esta historia se constituye en otra denuncia
ante el incumplimiento por parte del Estado con esta comunidad.
El cuarto capítulo es narrado por Juan Hincapié, líder y representante legal de la
Asociación de Familias Agro-mineras del sur-sur de Bolívar, Asamisur, quien cuenta con
gran detalle la transformación del territorio desde la llegada de sus padres, los múltiples
desplazamientos sufridos, la lucha por proteger los cuerpos de agua y por incorporar la
producción ecológica en todos los procesos para proteger el medio ambiente.
El autor relata sobre la forma de organización de la comunidad que integra a varios
municipios del sur de Bolívar para salvaguardar los cuerpos de agua, impulsar la
vocación agrícola del territorio sembrando pancoger y cumpliendo los acuerdos a los
que llegan en las asambleas realizadas, para preservar los ecosistemas y permanecer
en el territorio.
255
Cierra este Locus el capítulo con el relato de Ismael Jiménez, el profesor, como lo
llaman en la región y su grupo de amigos, pobladores del municipio de Norosí, quienes
bajo su liderazgo realizaron una actividad de recorrido de su municipio identificando
los mismos elementos realizados en el mapeo participativo. Así, cuentan la manera
como llevaron a cabo esta iniciativa que nació a partir de estos talleres realizados en
el marco del proyecto.
Este ejercicio concreta la apropiación del conocimiento en doble vía (academia-
pobladores), con este capítulo se materializa el proceso metodológico tal como lo
evoca el maestro Paulo Freire cuando alude a la relación entre el profesor y estudiante
y considera que ambos aprenden si se relacionan a partir del diálogo y de una
comunicación horizontal. Este proceso plasma una educación liberadora a partir de la
relación bidireccional del campo comunicacional, lo cual permite alcanzar resultados
no esperados con la investigación realizada.
Ismael y su equipo caminan palmo a palmo la ronda de los cuerpos de agua que
bordean el municipio, que se conecta con cuerpos de agua más amplios y que
desembocan en el rio Magdalena y en el río Cauca, demostrando que no existen
fronteras bióticas, es un entramado magistral que nutre la vida no solo en la región,
sino que comunica múltiples ecosistemas en todo el país.
Así, estos cinco capítulos dan cuenta de la riqueza exuberante encontrada en el
Locus piedemonte y su potencial transformador para recuperar la tierra con una
producción más limpia. Se encuentra aquí la fuerza femenina que convierte el
territorio en potencia de vida, las narrativas de quienes vivieron la época más dura
del conflicto armado y asistieron a la devastación de su territorio, de los cuerpos de
agua y de la vida en sí misma, para recuperarlo desde los procesos realizados en las
organizaciones sociales y la práctica que materializan los pobladores a partir de los
aprendizajes alcanzados en un entramado: comunicación-educación, que posibilita
el campo material de la comunicación en una relación bidireccional.
CAPÍTULO 10
DE LA CRISIS ALIMENTARIA
A LA AGRICULTURA CONSCIENTE
INTRODUCCIÓN
Este capítulo inicial del locus de Piedemonte plantea la agricultura como la
modificación planeada intencionalmente por el hombre en los ecosistemas naturales
para transformarlos en agro-ecosistemas esenciales porque producen alimentos,
fibras, energía y aportan a la economía de los países de manera sustancial; ocupan
más del 50% de la superficie sobre el planeta tierra. No se pueden interrumpir, deben
257
permanecer en el tiempo de manera sostenible y sustentable (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO], 2021).
Para abordar el tema, inicialmente se presenta el contexto glocal61, que remite a la
visión de la agricultura en el mundo, en Latinoamérica y en Colombia. Se abordan
los aspectos centrales del desarrollo de esta actividad como uno de los renglones
económicos fundamentales desde dos cuestiones: la alimentación y la contaminación,
esto como un marco general para exponer las dinámicas agrícolas, en lo que para esta
investigación se llamó el Locus 262 “piedemonte o montaña media”.
El Locus detallado en este capítulo corresponde a la zona ubicada entre la alta
montaña y el valle aluvial de la región sur de Bolívar, en el que se describen algunas
de las actividades y dinámicas que se realizan en torno a la agricultura, así como al
impacto que tiene en los cuerpos de agua.
Finalmente, se hace una reflexión sobre alternativas a la agricultura convencional,
exponiendo procesos que los pobladores han venido generando en el renglón
agropecuario, con miras a una producción más limpia y amable con el medio
ambiente, y algunas recomendaciones para impulsar procesos de producción desde
la agroecología63.
61
Entendemos por “Glocal” aquello que se conforma por la articulación entre
cómo se vive y se produce en lo local en el contexto de lo global, reconociéndose
mutuamente. Esta visión fue reflexionada por los pobladores del Sur de Bolívar y
se orienta a que los procesos de educación para los educandos se diseñen con una
visión global y que pueda ser aplicada en el ámbito local. (Texto Académico escrito
por el equipo de investigación del Campus Universitario del sur de Bolívar en el
Diagnóstico línea Productividad y Medio ambiente, 2016).
62
Se entiende por Locus a las unidades de paisaje, donde la geomorfología las
define: (i) Planicie o valle aluvial, (ii) Piedemonte o zona de contacto-lomerío y
(iii) zona montañosa o alta montaña. Es en los locus donde se localizan actividades
socioeconómicas resultantes de los asentamientos humanos, por tanto, las unidades
geomorfológicas en tanto apropiadas, definen en la manifestación de sus tensiones
en los territorios. (Informe final de la investigación Agua para la vida, Agua para la
Paz mayo 6 de 2021)
63
Como filosofía, es una manera de ver y enfrentar la vida, cuyo principal objetivo
es la conservación activa de los recursos naturales o conservación in situ; es decir,
conservar produciendo, de tal forma que la producción agrícola emplea herramientas
no perjudiciales con la naturaleza y, a su vez, mejora la riqueza genética de las
especies locales dedicadas a la agricultura, cuidando la vida silvestre, la cual
se valora como parte del patrimonio genético de las comunidades rurales de la
postmodernidad (González et al., 1998, en Acevedo-Osorio, Á. y Martínez-Collazos,
J. (comps., 2016).
AGRICULTURA GLOCAL
La agricultura históricamente emerge como una necesidad del humano64 para dejar
de desplazarse permanentemente por un territorio en busca de alimento para la
supervivencia, también conocido como “nomadismo”. En esta era se dedica a la
recolección de alimentos que produce la naturaleza, así como a la caza y a la pesca.
Pero el nomadismo paso a un modo de vida sedentario, que busca establecerse y
para ello debe producir sus alimentos en el territorio que habita y que lo surte para la
vida propia, la de su familia y su comunidad.
Al establecerse en un lugar, el hombre altera el paisaje natural, para distribuir el
territorio en clanes o comunidades las cuales se establecen y organizan en torno a la
producción de alimentos. Así, la agricultura, se remonta al periodo Neolítico cuando
se cultivan los alimentos que se consumen. Posteriormente, al producir más de lo que
consumen, se da paso al intercambio (comercio de productos) y a la distribución de
las labores (trabajo) para potenciar los resultados de la producción.
La agricultura depende de la energía solar, necesita nutrientes del suelo, agua y
energía. Es la actividad que consume más cantidad de agua en la tierra, según la
Organización de Naciones Unidas (ONU). Hay varias maneras de producir agricultura
y la manera como se realice trae consecuencias.
Hace 10.000, años en el Neolítico, la población mundial no superaba los seis millones
de personas. De acuerdo con Romero (2014) “al comienzo de la agricultura, entre
8.000 y 10.000 años a.c., la población mundial era de 6 millones de habitantes,
pasando a 250 millones al comienzo de nuestra era” (p. 57). Es evidente la explosión
demográfica que ha sucedido en los últimos siglos pues, de acuerdo con la ONU, hoy
la población mundial llega a los 7.875 millones65 de personas y, según los cálculos de
la misma organización, para el año 2.050 serán 9.700 millones.
Una de las primeras preocupaciones es si el planeta, en términos de agricultura,
producirá la cantidad y la calidad de alimentos suficientes para abastecer no solo la
población hoy, sino para alimentar las generaciones futuras.
Autores como Leonardo Boff (2011) denunciaban la crisis ecológica y han puesto en
duda si el planeta, al ritmo que lleva en los últimos siglos, en especial desde la Revolución
Industrial, podrá producir la comida necesaria para sostener a todos los habitantes de
esta casa común, tal como llama el autor al planeta. “La utopía de mejorar la condición
humana, ha degradado la calidad de vida en nuestra casa común” (p. 25).
64
Se menciona humano en este capítulo para referirse al ser racional hombre y
mujer considerado como una especie animal que pertenece a la especie “homo
sapiens.”
65
https://www.unfpa.org/es/data/world-population-dashboard
259
A través de la producción agropecuaria (cultivos y ganado), la población mundial se
provee de alimentos para sostener la vida, si bien hay otros renglones que aportan
significativamente a las economías mundiales, la agricultura es un renglón esencial
para la supervivencia humana.
En síntesis, todo lo que hoy la raza humana come procede o bien de la agricultura, o
bien de la ganadería, o bien de la pesca. De lo que se concluye que sin la producción
de alimentos realizada por el campesinado en el mundo entero, no se alcanzaría
la sostenibilidad alimentaria del planeta, por una parte, pero por otra, no solo el
análisis de la agricultura se orienta a oferta y demanda, en cuanto a capacidad de
producción, sino que además tiene que ver con la calidad de los alimentos.
Para los pueblos ancestrales y teóricos, como dice Leonardo Boff (2011)
261
la FAO, supera el 50% de la producción de emisiones de gases de efecto invernadero,
sumado a la deforestación que lleva a transgredir la biodiversidad de los ecosistemas.
Las formas de hacer la agricultura y la acumulación de la tierra en manos de unos
pocos terratenientes, -además de ser cuestiones fundantes del conflicto armado
colombiano, el cual se agudizó a mediados del siglo pasado y que pervive hasta este
momento- son dos aspectos esenciales que se deben revisar para transformar las
relaciones en lo que respecta a la producción de alimentos, a su impacto ambiental
y a la economía agropecuaria.
De acuerdo con el DANE, en el Censo Nacional Agropecuario [CNA] (2014), las
Unidades de Producción Agropecuaria (UPA) ocupan el 70% de las tierras. De ellas,
el 80,5 % se destinó a pastos y para el uso agrícola se destinó el 19.1 % (DANE,
CNA, 2014). Lo cual se expresa en que: 63,2 millones de hectáreas son de bosques;
43,0 hectáreas son de uso agropecuario, diseminadas así: 7.1 millones de hectáreas
en plátano, café, arroz, palma de aceite, yuca, maíz, caña, papa, cacao y banano,
entre otros; y 34,4 millones de hectáreas de ganadería en modelos de producción
principalmente extensivos y de baja productividad que impactan el medio ambiente.
Este sector produce el 14% de las emisiones de gas efecto invernadero, imponiendo
modelos de agricultura industrial66.
Lo anterior deja ver que la manera de producción agropecuaria por excelencia es la
que incorpora variedades en un ecosistema natural y para sostenerlo se requieren
agroquímicos, pesticidas -en palabras de los pobladores del sur de Bolívar- venenos67,
así como deforestación y desecamiento de cuerpos de agua, entre otros, para siembra
y cría de ganado; incluso, la quema controlada del suelo para preparar el terreno para
la siembra, regar las semillas que al ir creciendo requieren de herbicidas, pesticidas,
para controlar las plagas, productos que terminan en las fuentes de agua. Este ciclo
genera una dependencia de una cantidad grande de insumos (fungicidas, herbicidas,
inhibidores de germinación y reguladores del crecimiento de las plantas, sistemas de
riego, entre otros muchos), que se requieren y que se orientan a una alta productividad,
generando muchas ganancias para el sector que las produce y las comercializa.
La manera como se produce termina afectando a todos los seres vivos. El mundo
silvestre está siendo afectado por lo que se hace en la producción agropecuaria que
impulsa un modelo de desarrollo desde los países del norte que ven en los países del
sur una gran alacena.
66
La agricultura industrial es un tipo de agricultura centrada en la producción a
gran escala de un producto, o varios, con alto grado de tecnificación e inversión
en capital, así como otros recursos. (https://economipedia.com/definiciones/
agricultura-industrial.html)
67
Pobladores del Sur de Bolívar que producen arroz, denominan de esta manera a los
agroquímicos.
263
termina generando impactos ambientales importantes e incluso migrando a otros
sistemas de producción cuando se promete desde entes gubernamentales apoyos
económicos para su desarrollo. “Es el principal modo de producción agrícola del
planeta y produce el 56% de los alimentos que se consumen en el mundo. El 35% de
la agricultura a gran escala produce lo que consumimos y el resto de su producción
es utilizado como materia prima para biocombustible y alimentación de ganado,
también criado a gran escala” (Ceraso, 2021, p.83).
AGRICULTURA FAMILIAR
La agricultura familiar es la base de la agricultura no solo en Colombia, en la región,
sino también en el mundo pues, como se explica en este apartado, más del 80% de
la producción mundial se sostiene a través del abastecimiento a pequeña escala que
realizan las familias campesinas.
Se denominada Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria –ACFC, de acuerdo
con la Resolución Ministerial 464 de 2017, que la define como:
68
Desde 2015, UNIMINUTO lidera una iniciativa para crear un Campus de Innovación
Educativa para la Reconciliación y la Inclusión en el Magdalena Medio (CIERI- MM) a
partir de un diálogo de saberes - entre el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Medio - PDPMM, la Red de Pobladores, las administraciones municipales de zona y las
universidades e instituciones que hacen presencia en la región.
Los campesinos asumen desde muy temprana edad diversas obligaciones relativas
a la producción agropecuaria de la finca y la comunidad, especialmente hacen una
contribución a la subsistencia familiar por su participación en la producción de
alimentos en huertas, la cría de animales y la venta de su fuerza de trabajo. (p. 6)
En el mismo diagnóstico se estableció que las técnicas utilizadas por los campesinos para
el desarrollo de las economías locales, como la agricultura y la ganadería, impactaron
de manera importante y en ocasiones irreversible el ecosistema en el territorio. Si bien
la resolución 000464 reconoce la importancia de la ACFC y da piso para una política
pública que permita visibilizar el aporte fundamental de los campesinos a la sostenibilidad
alimentaria de la población en Colombia, aún no son claras las rutas e impulsos
presupuestales para que las familias campesinas puedan realizar procesos amables con el
medio ambiente, que minimicen el impacto de este renglón en los suelos.
Por el contrario, en ocasiones los planes y proyectos derivados de políticas públicas
desencadenan una serie de procesos en territorios como el que se describe en esta
investigación, el sur de Bolívar, que frenan economías campesinas y contribuyen
al impulso de monocultivos transformando la vocación agrícola de los territorios
y sus pobladores, a través de subsidios y proyectos se ha impulsado monocultivos
que han terminado por transformar la cultura campesina de una comunidad
eminentemente agrícola.
69
La Serranía de San Lucas es una formación montañosa ubicada en el extremo norte
de la Cordillera Central, en los departamentos de Bolívar y Antioquia.
70
Magdalena Medio, denominado así en 1995 para controlar militarmente el
territorio, los sures de cuatro departamentos: Antioquia, Cesar, Bolívar y Santander.
265
Los pobladores de esta región basan actualmente su economía en el renglón
agropecuario, expresado en agricultura y ganadería en pequeña escala, comercializando
la agricultura dentro de la misma comunidad y con los municipios o ciudades vecinas
como Aguachica, Gamarra, Barrancabermeja, entre otras. Se cultiva pancoger, maíz,
arroz, yuca, fríjol, plátano, entre otros, como lo expresa Barreto (2016): “En términos
sociales y demográficos es eminentemente un área rural campesina, con solo dos
centros urbanos importantes, Barrancabermeja y Aguachica. La economía campesina
es dominante, correspondiendo al 80% del total predial de la región” (p.151).
Por su ubicación geomorfológica, ha sido cuna del conflicto armado colombiano,
albergando en su corazón grupos de guerrillas, paramilitares, narcotraficantes, entre
otros, ya que la espesura del bosque les permite camuflarse y evadir cualquier tipo
de regulación. Pero también ha sido un lugar donde cerca de doscientos ochenta mil
campesinos han desarrollado la vida a pesar de las condiciones agrestes del territorio,
el clima y la ausencia del Estado en temas centrales, como educación, salud, vías,
entre otros, y la presencia de múltiples actores armados. Pobladores que poco a poco
han sido protagonistas, y han visto, del tránsito de una economía agrícola tradicional
a una economía agroindustrial que impulsa cultivos permanentes transformando el
paisaje y, por ende, el medio ambiente.
De acuerdo con lo encontrado en esta indagación, vale la pena compartir un bosquejo
general de la producción agropecuaria en los diez municipios que han hecho parte
del estudio, recorrido que permite identificar una agricultura familiar campesina71que
ha posibilitado la sostenibilidad del territorio y sus pobladores.
71
La agricultura familiar es una práctica de carácter agrícola que se caracteriza
porque la mano de obra se compone de familias que buscan su autoabastecimiento.
dar a manos de los palmeros. Cuenta con 14 mil hectáreas (ha) y 14 mil son de palma,
el suelo que está libre de palma es porque es zona de pantanos. Comparte territorio
con Río Viejo en su parte plana. El municipio tiene a lado y lado al río Morales, así
en la parte baja está dividido por el río Morales y en el sector del Dique; al occidente
hay zonas que producen de acuerdo con los ciclos naturales pancoger y lo combinan
con pequeña ganadería, para la subsistencia.
Rio Viejo, por su forma alargada, se incrusta en la serranía de San Lucas y en la parte
plana del municipio de la margen izquierda del río Morales, se ha venido sembrando
palma de aceite, por lo tanto, se ha diezmado la producción agrícola.
Entre Norosí y Arenal cuentan con una economía de subsistencia; se produce una
cantidad reducida de pancoger. Hay áreas, especialmente en Norosí, que son de
economía campesina, pero por ser municipio minero su atractivo es la minería, aun
así, sigue siendo un municipio de economía campesina, pues su renglón de base es la
agricultura familiar. Recientemente se incorporó la siembra de cacao y café en la parte
alta del municipio, pero no es un municipio con experiencia en ese tipo de productos.
Tiquisio, por su parte, es privilegiado, pertenece a la Mojana72 y es un municipio que
mira al Cauca, no al río Magdalena como los demás; queda cerca a Puerto Pajón,
ubicado en zona del corregimiento Río Nuevo, del municipio de Achi, en él hay veredas
pequeñas que cultivan arroz “campesino”, pues su economía es de subsistencia.
El fuerte de la zona minera de Tiquisio está en el sur, donde se encuentra Mina Plana,
que colinda en la parte alta con Norosí. Allí, tomando como referencia la cabecera
municipal hacia el oriente, hay producción agrícola combinada con pequeña y
mediana ganadería. Este municipio cuenta también con pequeña producción de
caña de azúcar.
En Arenal, la producción agrícola se basa en agricultura familiar, especialmente
productos de pancoger, además crían gallinas, hacen queso, con esto impulsan la
economía familiar. Pero también allí se encuentra Mina Proyecto, hoy Mina San
Agustín; dentro de su perímetro la gente se ha preocupado por sembrar agricultura
familiar: yuca, plátano, maíz, arroz, etc.
En Morales, además de la Zona de Reserva Campesina de Arenal y Morales ZRCAM73,
se evidencia una agricultura de subsistencia. La agricultura, además de cubrir el
72
La Mojana es una subregión geográfica, ubicada al norte de Colombia perteneciente
a la zona fisiográfica de la Depresión Momposina. Está ubicada sobre las cuencas de
los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, lo que la convierte en una zona rica en
humedales.
73
Tienen por objeto fomentar y estabilizar la economía campesina, superar las
causas de los conflictos sociales que las afecten y, en general, crear las condiciones
para el logro de la paz y la justicia social en las áreas respectivas. Plan de Desarrollo
Sostenible de la ZRC-MA (2012).
267
autoconsumo en la zona alta del municipio, es una despensa agrícola para la región,
pues desde los corregimientos de Corcovado y Micoahumado, se surten productos
alimenticios a la cabecera municipal de Arenal, así como a la zona minera, e incluso
a otros municipios. Se da cacao, café, plátano, fríjol, aguacate, piña, maíz, ahuyama,
especies menores como: cerdos, pollos de engorde, ovejos, gallinas ponedoras y
producción de cachama, tilapia roja.
Es un municipio privilegiado por su geografía, pues cuenta con una isla fértil constituida
por aluvión, en ella se dan ciclos cortos de sequía y se produce maíz, arroz, yuca,
plátano, etc. Entre Morales a Simití, en la parte media, existen pequeñas parcelas de
economía campesina combinadas con ganadería.
En Simití, en el sector de Campo Payares y el Garzal, tienen pancoger. Especialmente
El Garzal se ha esforzado por la siembra de cacao. También hay diversificación de
productos, tomate y cebollín. En general, como ya se ha mencionado, la base es la
agricultura familiar para el autoconsumo.
Santa Rosa del sur es un municipio favorecido, porque la mayor parte de su territorio
es de vocación agrícola, ya que se encuentra en un piso térmico especial, por lo que
allí se han desarrollado el cacao y el café significativamente. También producen fríjol,
maíz, entre otros. En uno de sus corregimientos, el de Villaflor, se produce caña y
panela, al igual que en Tiquisio.
San Pablo, Simití, Santa Rosa del sur centran su economía en lo que en esta
investigación hemos denominado el Locus 2, tienen características similares y en los
tres municipios hay presencia de cultivos ilícitos74.
En el caso de Cantagallo, en la parte baja y media hay pequeña agricultura, expresada
en; maíz, plátano, yuca, frijol, etc., y también hay pequeña ganadería.
Esta información fue obtenida de múltiples entrevistas y recorridos realizados a lo
largo y ancho de los diez municipios.
De lo anterior podemos deducir que la región sur de Bolívar cuenta con una vocación
agrícola, que se expresa en una agricultura familiar campesina que les permite
abastecerse y generar algunos excedentes para la comercialización.
74
Entrevista a pobladores y organizaciones de estos municipios.
Además de las dificultades para producir las cosechas, tienen que enfrentar la
dificultad que implica comercializar los productos, que parte de sacar de sus fincas
la cosecha, pues esto tiene un coste elevado y la infraestructura vial es un reto por
superar, entre otros desafíos.
Ahora bien, es evidente, ya desde varias décadas, el impulso agroindustrial que ha
ido transformando este renglón de la economía, por lo menos en tres cuestiones que
vienen impactando al sector y que se describen en el primer apartado: contaminación
por efecto de la producción agrícola, alteración en la dieta alimentaria y desarrollo de
una economía agroindustrial que avanza a través de monocultivos.
Por una parte, la agricultura genera por defecto la tala de árboles en la parte boscosa,
produciendo el desplazamiento de flora y fauna. Y aunque hay un comportamiento
del suelo que lo hace muy productivo, ya que la cantidad de sedimentación nutre los
productos agrícolas, es evidente en municipios como Regidor la transformación total
del paisaje y el impacto medioambiental que generan los monocultivos, como el de
la palma, arroz y caña, entre otros, pues también el cultivo de la coca ha alterado no
solo la cultura e idiosincrasia de sus habitantes, sino el paisaje.
Si bien es una zona donde se encuentran plantaciones de coca, como producto de
uso ilícito, los campesinos se han organizado para controlar en algunos lugares esta
planta y no dejar que los problemas que esta trae permeen su vida cotidiana.
Un ejemplo de ello es el corregimiento de Micoahumado, en el municipio de
Morales, que a través del proceso organizativo de la Asamblea Popular Constituyente
de Micoahumado, estableció no sembrar coca en un área determinada, por ello hay
una franja del territorio que está libre de esta planta, lo que ha impulsado poco
a poco la siembra de otros cultivos como el cacao y el café. Lo anterior deja ver
la capacidad organizativa de los pobladores, que se han ido fortaleciendo con la
presencia del PDPMM, quien acompaña en el desarrollo de proyectos productivos.
Este Programa ha puesto en evidencia que la actividad agrícola es un proceso de largo
aliento, pues implica un ejercicio de observación de la naturaleza y auto convencimiento
a la hora de cambiar la siembra de un producto por otro. Lo que deriva en que los
cultivos de sustitución tengan un tránsito lento, pues los campesinos van estableciendo
desde la experiencia qué tipo de producto funciona y cómo ir remplazándolo.
Para fortalecer este tránsito, el PDPMM ha acompañado a la comunidad a lo largo
de varias décadas. Una de las primeras estrategias estuvo anclada al Laboratorio
de Paz del Magdalena Medio, en el año 2002, proceso respaldado por la Unión
Europea y en el cual se impulsó un asunto de “generación de condiciones de vida
con dignidad y sin exclusiones, llevado a cabo por medios lícitos y en armonía con el
medio ambiente” (Barreto, 2016, p.268).
269
A través de esta iniciativa se impulsaron proyectos de economía campesina como
producción de cacao, frutas, incentivos y apoyo a la pesca y ganadería, programas de
microcréditos, entre otros. Incluso, acompañó a la finca campesina75 como proyecto
75
El proyecto de finca campesina, que tenía como producto líder la palma, recibió
apoyo de la Unión Europea, que vinculó a 650 familias campesinas al proyecto.
271
En los años 90 inició una apertura económica con los Tratados de Libre Comercio, que
se expresó en un alza descomunal en las importaciones. De acuerdo con el DANE,
ingresaron al país 15 millones de toneladas de alimentos y desde el gobierno nacional se
dio un sinnúmero de subsidios que terminaron debilitando el agro en el país. Pues, en el
caso del arroz subsidiado, ingresó a un menor coste del precio al que podían producirlo
los campesinos. Entonces la gente compró el arroz subsidiado, extranjero, que estaba a
menor costo y el arroz nacional se fue a pérdida. Este tipo de experiencias empezaron
a desalentar a los campesinos, quienes migraron a otro tipo de economía, por ejemplo,
a los cultivos agroindustriales, como el de la palma y también la minería.
Para el 2016, el gobierno de turno aprobó las ZIDRES (Zonas de Interés de Desarrollo
Rural y Económico), figura con la que se buscaba fomentar proyectos productivos
que beneficiaran a los campesinos sin tierra, impulsando la inversión de capital en el
agro. Sin embargo, a 2022 aún esta figura no se ha materializado, pues tiene muchos
vacíos en su implementación, empezando por la ubicación de baldíos lejos de las
zonas urbanas pobladas, entre otros.
Otra de las iniciativas sobre el tema se encuentra en el Acuerdo Final de Paz (AFP)76,
firmado entre el gobierno nacional y las guerrillas de las FARC, también en 2016 y
que en su punto 1 afirma:
76
https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Fotos2016/12.11_1.2016nuev
oacuerdofinal.pdf
273
Deseo que se ha venido materializando por décadas desde el anonimato, pues se
podría cerrar este capítulo mencionando numerosas e importantes experiencias de
producción limpia y amigable con el medio ambiente y con los hermanos campesinos
que habitan el territorio, que ya se dan en el sur de Bolívar.
las organizaciones conformadas por los pobladores para el impulso de las actividades
en torno al agro.
El impulso de la agroecología ha tenido algunos desarrollos interesantes, por ejemplo,
en Santa Rosa, ASOCAFE, iniciativa que está anclada al tema de la certificación,
ya que las firmas especializadas que supervisan las fincas las certifican, les hacen
recomendaciones o las descertifican y, en ese sentido, ASOCAFE ha mantenido el
propósito de realizar una producción limpia.
La certificación de confianza: un campesino le presta o regala una semilla, y por
defecto se establece que es la mejor, ésta no requiere de un tercero que la certifique.
Cuando un campesino ha guardado semillas que no son de buena calidad, lo
manifiesta, ese acto ha generado el desarrollo de la confianza entre el sector del
agro por décadas. Por ejemplo, en San Pablo, venden patillas grandes que han sido
producto de semillas mejoradas. Cuando un campesino coge esas semillas y las va
a ofrecer dice de dónde provienen y deja en libertad que los demás campesinos
las siembren o no, pues estas semillas vienen parametrizadas para que produzcan
una o dos cosechas no más. De la misma manera cuando la semilla es de entera
confianza, demuestran las múltiples cosechas que les han producido. Esta práctica se
ha establecido también para el desarrollo de la ganadería.
Intercambio de semillas: es un trueque que realizan dando una semilla por otra, por
ejemplo, tabaco por café. El trueque entre productos es una práctica que se realiza
cotidianamente, de acuerdo con los productos que tienen en las fincas. Esta es una
forma de comercializar que ha perdurado en el tiempo.
El Consejo Comunitario Afrodescendiente Arincon Amela, en Arenal, como
parte de la política pública que impulsa a las comunidades para hacer agricultura
orgánica, genera productos orgánicos, compost, caldos de cultivo que repelen las
plagas, entre otros.
Reforestación: hay jornadas de siembra de árboles y avances en la conciencia
ambiental de los pobladores.
PRAES: como parte de una política pública de educación, los Proyectos Ambientales
Rurales (PRAES) son una herramienta para impulsar acciones de formación y práctica
que desarrollen conciencia ambiental. Si bien no se encontraron un número
significativo de experiencias, se constituyen en una oportunidad para articular procesos
entre Instituciones de Educación Superior, organizaciones sociales, gobiernos locales,
colegios, etc.
Planes Educativos PEI: algunos colegios tienen Planes Educativos con énfasis en el
agro y desde allí se ofrece formación en cría de especies silvo-pastoriles, siembra de
pancoger, entre otros.
275
En este capítulo se ha realizado un tránsito desde el origen de la agricultura, pasando
por la experiencia que abordó la investigación Agua para la Vida, Agua para la
Paz, en el Locus dos, para recoger, en diálogo de saberes, alternativas que han
contribuido y pueden fortalecer de manera seria y efectiva la transformación de
la dieta alimenticia, consciente, diversificando los cultivos y fortaleciendo la finca
campesina, y disminuyendo la contaminación. Esto es posible si se hace un tránsito
a modos de producción limpia, amables con el medio ambiente y si se impulsan
procesos de agroecología.
Así mismo, es necesario la generación estrategias que permitan hacer del renglón
agropecuario un renglón sostenible y sustentable en el cual quienes siembran
(campesinos) y quienes comercializan tengan una vida digna y ganancias equitativas.
Es responsabilidad de académicos, autoridades en el territorio y en el país, atender al
llamado urgente que hacen la naturaleza y los pobladores, para que juntos puedan
alcanzar la vida querida tan anhelada en este territorio del sur de Bolívar.
Referencias
Acevedo-Osorio, Á. y Martínez-Collazos, J. (Comps.). (2016). La agricultura familiar en Colombia. Estudios
de caso desde la multifuncionalidad y su aporte a la paz. Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia
- Corporación Universitaria Minuto de Dios - Agrosolidaria.
Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. (2016).
https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Fotos2016/12.11_1.2016nuevoacuerdofinal.pdf
Asociación Nacional de Empresarios de Colombia [ANDI]. (2017). Estrategias para una nueva
industrialización II Colombia un país de oportunidades. http://proyectos.andi.com.co/Libro2/Paginas/assets/
docs/estrategia-para-una-nueva-industrializacion-ii.pdf
Angarita, A. y Sánchez, R. (2018). Texto académico producido en el marco del CUSB- Centro - Escuela –
Laboratorio de Educación en Agroecología y Ambiente.
Bohórquez, C. (2016). SOMUNA [Avance de la Tesis doctoral en Comunicación, por la Universidad
Nacional de La Plata] -SOMUNA - sin publicar.
Barreto, M. (2016). Laboratorios de Paz en Territorios de Violencia ¿Abriendo caminos para la paz positiva
en Colombia? UTADEO. Departamento DE Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales.
Boff, L. (2011). Grito de la Tierra, Grito de los Pobres. Ed Trotta, S.A.
Boticario, C & Cáceres, M. 2012. Digestión y metabolismo energético de los nutrientes. UNED. Centro de
Plasencia. Cáceres España, I.S.B.N.: 978-84-615-8137-5
Campus Universitario del sur de Bolívar [CUSB]. (2016) Proyecto académico bajo la dirección de
Uniminuto.
Ceraso, C. (2021). La producción de mensajes propios en contextos de silencio impuesto : las comunidades
toman la palabra pública a través del lenguaje audiovisual. EDULP.
Fals Borda, O. (1978). Campesino de los Andes: estudio sociológico de Saucío. Punta de Lanza.
FAO, (2003) Programa de Lucha contra el hambre: Enfoque de doble componente para la
reducción del hambre: prioridades para la actuación a nivel nacional e internacional, Roma. En https://
www.fao.org/3/j0563s/j0563s00.pdf
IDEAM.
http://www.ideam.gov.co/documents/11769/153422/Adicionalmente+consultePrograma_Monitoreo_
poster.pdf/7ce68862-bc79-4397-93a3-78ce6c5bd7e2
Instituto Colombiano de Desarrollo Rural y Corporación Desarrollo y Paz del Magdalena Medio [CDPMM].
(2012). Diagnóstico al Plan de Desarrollo de la Zona Campesina de Morales y Arenal.
https://issuu.com/centrodedocumentacionanzorc/docs/zrcma_informe_final_1_diagnostico
Romero Saldaña, M. (2014). La transición demográfica en la Revolución Neolítica. Revista Enfermería del
Trabajo, 4(4), pp. 157-159. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5213008
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, Resolución Número 000464 del 09 de Dic de 2017.
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. (2017). Lineamientos Estratégicos de Política Pública. Agricultura
Campesina, Familiar y Comunitaria - ACFC.
http://bibliotecadigital.agronet.gov.co/bitstream/11438/8684/1/Lineamientos_%20ACFC_web.pdf
Universidad de Valencia. (2021). Así ocurre la nutrición celular en el ser humano. https://www.universidadviu.
com/int/actualidad/nuestros-expertos/asi-ocurre-la-nutricion-celular-en-el-ser-humano
Universidad Nacional de la Plata. Paiper (2018) Biodiversidad y manejo de plagas.
277
278
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 11
INTRODUCCIÓN
César González es un líder de este corregimiento, donde ha vivido toda su vida;
conoció este territorio, lo ha habitado, disfrutado y ha construido en él desde que era
un niño. En la primera parte de este capítulo cuenta su vida, cómo llegó a construirse
como un líder de la región y las circunstancias que lo llevaron a donde hoy está. En la
segunda parte, narra la historia del río Boque, que es la arteria fluvial más importante
279
de esta zona, el cual trae agua, pesca y posibilidades de transporte. El relato tiene sus
momentos tristes porque trata cómo las actividades maderera y minera, la presencia
del conflicto armado (guerrilas y paramilitares), la indiferencia del estado, el afán de
riquezas y la poca conciencia de la mayoría de sus habitantes llevaron a este paraíso a
convertirse en un lugar deforestado, contaminado, con dificutades muy serias para tener
agua potable, en medio de la abundancia, pero en la violencia. En este capítulo resalta
la actividad, trabajo e influencia de las organizaciones sociales como el Comité Cívico
–al cual pertenece- para encontrar respuestas a las demandas de la población y sacar
adelante proyectos importantes que harán de esta región de nuevo un paraíso para sus
pobladores. Este capítulo es producto de varias conversaciones entre Cesar González y
Nilson Dávila, miembro del equipo de esta investigación, a lo largo del 2020.
77
Por orden de los Castaño, jefes de las AUC, las autodefensas que operaban en el
Sur de Bolívar, Santander, Puerto Berrío, Yondó y el Bajo Cauca se unieron bajo el
nombre de Bloque Central Bolívar (BCB).
280 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
desde territorios de Puerto Boyacá y sus alrededores, a comienzo de los años 80.
Esa fue la misma violencia que obligó a muchas familias de esos territorios a huir en
busca de tranquilidad. Desde entonces, César y su familia habitan en el corregimiento
de Monterrey, jurisdicción municipal de Simití–Bolívar, donde adquirió su registro
de nacimiento. Por eso expresa con orgullo: “Me siento simiteño cien por ciento”;
sin embargo, nunca perdió el gusto por los fríjoles y las arepas, propio de la cultura
paisa de donde es oriundo, aunque por sincretismo cultural, combina sus gustos
alimentarios con los existentes en el Sur de Bolívar.
281
Aprendió el oficio
Llegan a su mente los recuerdos de las largas jornadas de trabajo en los cultivos de
coca. Eran tiempos de abundancia de dinero, producto de la bonanza local de la
hoja. César entrelaza los dedos de las manos, se estira para coger aire y expresa: “en
esa época (2003) raspando se ganaba mucho, en una semana podíamos juntar 300
o 350 mil pesos libres de comida”. En el año referido por César un asalariado en
Colombia ganabaun salario mínimo de $330.000. Lo que le entraba a un raspachín
en el mismo periodo se cuadruplicaba en relación con el de un empleado con el
salario mínimo legal vigente.
César describe de memoria y con detalle el flujograma del proceso para obtener la
coca. Conoció el oficio desde la instalación de semilleros hasta el procesamiento
para llegar a la pasta de coca. Raspachín, picador, pateador, guarapeador, químico,
cortador fueron términos y puestos de trabajo ampliamente conocidos por César en
el proceso de obtención de la pasta de coca posterior a la raspa.
Se recorrió todos los puestos de trabajo, sin embargo, le gustó uno, donde se sintió
cómodo a pesar del horario. Era el turno de dos de la madrugada a dos de la tarde.
Aunque era un turno duro, era muy bien remunerado, pasaba a incrementar los
ingresos hasta en 100%, de modo que lo que se ganaba en ese puesto de trabajo en
una semana podía compararse con dos meses de sueldo de un trabajador asalariado
que devengaba el salario mínimo legal vigente para la fecha. Sin embargo, el dinero
como llegaba se iba. “El dinero de trabajo de la coca, el de la mina o de la pesca no
se ve”, afirma César y continúa: “Uno llegaba por la tarde del domingo con 400 0 500
mil pesos y se sentaba a tomar cerveza con los compañeros de trabajo y se regresaba
para las fincas el martes con los bolsillos sin nada”.
282 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
con tan poca suerte que por decir la verdad al momento de responder a la pregunta
sobre el número de hermanos eran en la familia (“Somos cinco, pero soy el único
varón entre cinco hermanos, las demás son mujeres”), le dijeron: “No importa se va
con nosotros”. Recuerda César las palabras del oficial del Ejército que lo entrevistó; le
entregó un papel con instrucciones de fecha, hora y lugar para su incorporación unas
semanas después. “Ni por el putas permitiré que mi hijo preste el servicio militar”,
expresa César, recordando lo dicho por su padre.
Con él emprendió el camino de regreso a Monterrey, con la ilusión perdida por no
poder acceder a la compra de la libreta militar, a pesar de haber llevado un disponible
en efectivo superior cuatro veces al valor estimado de ese documento para la fecha. En
el camino de regreso un retén de la guerrilla del ELN los detiene, los requisa y con tan
mala suerte que le encuentran ´el papelito´ donde le indican, lugar, fecha, hora para su
presentación para irse para el ejército a prestar el servicio militar. No valió una sonrisa
y un saludo afectuoso para aquel amigo de la infancia que ahora lo veía portando un
uniforme militar y un fusil al servicio de la guerrilla y comandando un retén, para que
éste lo considerara contrario. “Qué hijueputa, ese papel es para que yo me presente a
prestar servicio militar, pero yo no me voy para esa mierda”, expresa César que fue su
reacción ante aquel reclamo de su amigo de la infancia. Con eso de la militar la suerte
lo persiguió, unos días después un cuñado suyo, apoyado en la fe cristiana, le hizo
la gestión y lo logró, de modo que se alzó en júbilo el día que lo llamó para decirle
que volviera a Bucaramanga que ya todo estaba liso. Nunca ha entendido por qué un
documento que sólo acredita la prestación del servicio militar se lo venden a alguien
que no conoce ni se ha sometido por un día a la disciplina militar.
En la década de los 90 el paramilitarismo desarrolló estrategias para llegar a todos los
rincones de Colombia. El sur de Bolívar no fue la excepción. El 15 de mayo de 1998
un grupo de paramilitares, al mando de Camilo Morante, se tomó en horas de la
noche la comuna siete de Barrancabermeja, de donde se llevaron y desaparecieron
25 personas y asesinaron siete más, la mayoría de ellas jóvenes, cuyo delito era estar
compartiendo bazares y paseando por las calles de la comuna.
Ese hecho, aparentemente distante del sur de Bolívar, se constituyó en el preámbulo
del ingreso del paramilitarismo. Ese mismo año, debido a las presiones militares y
paramilitares de las que venían siendo víctimas las comunidades, las organizaciones
campesinas decidieron llevar a cabo una Marcha Campesina a Barrancabermeja,
conocida el ‘Éxodo campesino del 98’. “Yo fui porque por cada casa ddebía ir una
persona y como mis papás ya estaban viejos, me tocó a mí”, comenta César. Junto
con él se fueron a la marcha otros jóvenes del corregimiento de Monterrey. Entre
los marchantes iba un hombre mayor proveniente de Puerto Boyacá y quien vivía
desde hacía mucho tiempo en Monterrey. “Él por las noches nos sacaba a los jóvenes
de la concentración de la marcha y nos llevaba a tomar cerveza en las cantinas en
Barrancabermeja. Un día yo me salí de la marcha y me fui para donde mi hermana
283
en Bucaramanga y dos días después supe que ese hombre de Puerto Boyacá se había
llevado a mis amigos de la infancia y de juventud, para entregarlos como paramilitares”.
Los jóvenes fueron llevados a una finca lujosa en Doradal, de donde llamaron en varias
ocasiones a César para decirle que se fuera, que la estaban pasando bien, con buena
comida, buenas armas, buenos lujos, buen dinero y demás; sin embargo, eso no le
llamó la atención, de modo que decidió volver a la comunidad de Monterrey.
“Me dio nostalgia volver y no encontrar a mis amigos en este caserío”, manifiesta César
mientras extiende su vista como mirando a nadie. “Me sentí muy aburrido”, concluye. Esta
situación la superó rápidamente cuando los integrantes de la comunidad le propusieron, a
la edad de 23 años, que asumiera un cargo de dignatario en la Junta de Acción Comunal.
Desde entonces se ha mantenido en el ejercicio de liderazgo desde la Junta de Acción
Comunal, unas veces como presidente, otras como vicepresidente. “La vocación de
servicio a la comunidad se me despertó y desde entonces va conmigo”, asegura.
A finales del 1998, volvieron sus amigos que fueron reclutados en la marcha campesina
y entrenados en la finca de Doradal. Vinieron con uniformes, fusiles y con otros
materiales de intendencia con unas letras en sus brazaletes donde se leía AUC. “Yo me
estaba tomando unas cervezas esa tarde cuando los vi llegar y en otra mesa estaban
dos muchachos, a uno de ellos se lo llevaron y lo mataron allí afuerita del pueblo”,
recuerda César. Sólo era el inicio de momentos infernales para los habitantes de las
284 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
comunidades rurales del municipio de Simití. “Aquí había actores armados desde los
años ochenta, las guerrillas ayudan a resolver problemas y muy poco maltrataban la
gente, pero, a partir de la llegada de los paramilitares, la vaina se jodió”, manifiesta.
Entre los años 1998 y 2006, años de entrada de los paramilitares al sur de Bolívar, y el
de la desmovilización de los paramilitares en Santa Fe de Ralito, las comunidades en el
sur de Bolívar sufrieron los azotes de ese grupo armado, en todas las manifestaciones.
Los asesinatos fueron el pan de cada día. Había enfrentamientos con mucha
frecuencia. “El 27 de febrero de 1999, la guerrilla le tendió una emboscada a los
paramilitares allí en Pozo Azul y les mataron un poco. Aquí trajeron 32 muertos y los
‘encarraron’ como leña y nos dijeron que le lleváramos esos muertos a San Blas y,
eso nos tocó. Hicimos tres viajes en una camioneta”, precisa César. Ese oficio le era
conocido, debido a que su padre de desempeñó por más de 14 años como inspector
de policía y quien le servía de auxiliar para el levantamiento, limpieza y sepultura de
cadáveres, unos impuestos por la violencia otros no, era César.
285
Figura 16 Corregimientos del municipio de Simit
286 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Este mapa señala las rutas entre corregimientos en los desplazamientos dentro del
municipio de Simiti
Esas comunidades han sufrido toda clase de violencia, “por más de cuarenta años
hemos sufrido todas las violencias existentes. En el momento en que más hemos
necesitado al gobierno no nos ha tendido la mano. Cuando aquí estaban los
paramilitares, la fuerza pública estaba aliada con ellos para joder a la comunidad
y eso es violencia contra nosotros. También nos abandonó porque nosotros mismos
construíamos las vías, las escuelas, los puestos de salud y el gobierno no nos aportaba
nada, antes por el contrario, cuando llegaron los paramilitares todas esas cosas nos las
dañaron. Como si eso fuera poco, nos dividieron y nos pusieron a tratarnos mal entre
nosotros mismos: si unos vivían en las comunidades de arriba, entonces le decían que
eran colaboradores de la guerrilla y si vivían en las comunidades de abajo, entonces,
le decían que eran paracos. Por eso me alegré mucho cuando se desmovilizaron los
paramilitares y nosotros creamos el Comité Cívico con las comunidades de los cinco
corregimientos, y ya nos podíamos encontrar entre nosotros, saludarnos y trabajar
conjuntamente por nuestras comunidades”, precisa César.
Durante esos años, el control paramilitar fue tan fuerte en el territorio que no dejó
suelto un solo aspecto de la vida de las comunidades que no controlaran. Controlaban
los mercados, las tiendas, las cantinas y todo tipo de negocio. Hacían controles
sanitarios a las prostitutas. Impusieron una moneda local a la que llaman ‘Vale’.
“Ellos se inventaron un proyecto de la palma y organizaron una cooperativa y todo,
y buscaron algún ente para que formalizara esa cooperativa, pero todo lo manejaban
ellos. También tenían el control del negocio de la coca, aquí traían los bultos de
billetes y los ponían a secar al sol en un patio y destinaban cuartos completos para
guardar esos billetes. A los trabajadores les pagaban con unos vales, entonces los
trabajadores iban al supermercado o a la tienda que también era de ellos y pagaban
con ese vale y los vueltos también se los daban en vale y con ese pagaban arreglo de
motos, de bicicletas, echaban gasolina. El proyecto de palma fue entregado al Fondo
para la Reparación a las Víctimas, sin embargo, Acción Social no le dio un buen
manejo, como tampoco se lo ha dado ahora la Unidad para las Víctimas, pues lo han
tomado para enriquecer a los amigos de los directores de turno de la Unidad: crean
unas Uniones Temporales, sólo para administrar ese fondo, sacan el producido y se lo
llevan y las víctimas que fuimos los afectados no nos han reparado en lo más mínimo.
De eso tiene conocimiento suficiente las entidades de control, porque se lo hemos
hecho saber en varias ocasiones”, concluye César.
Una de las órdenes dadas por los paramilitares, y que afectara la vida de César y la
de su familia, fue la de no permitir que su padre siguiera siendo inspector de policía
del corregimiento de Monterrey, labor que había realizado por más 14 años. “Eso le
dio duro a mi viejo […] y eso lo mató”, expresa César, al tiempo que se le aguan los
ojos. Con sus servicios como inspector de policía, el señor Marco Tulio González,
287
padre de César, no encontró respaldo de su comunidad, a pesar de la abnegación
en la prestación del servicio, pues nunca puso por delante un pago para prestarle
los servicios correspondientes a cualquier integrante de la comunidad. Desde el
momento en que los paramilitares dieron la orden de quitarle el cargo de inspector
de policía, se encerró en su propio mundo. Con la liquidación obtenida por los años
de servicio montó una pequeña tienda de víveres, que acabaron vecinos y amigos
bajo la modalidad del fiado. Con resentimientos con la comunidad que no lo apoyó,
esquivaba saludos de propios y extraños, al recuerdo de César llegan sus palabras
“Mijo, no sea líder, no vale la pena el sacrificio que se hace por esta gente”. Sólo un
año sobrevivió a la dañina decisión de los paramilitares, al cabo del cual murió.
288 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
a los pocos meses sólo quedaban 18, con los cuales la comunidad trabajó a fondo
un proceso de reconciliación. Como un elemento simbólico en ese proceso de
reconciliación los líderes le pidieron a la comunidad los siguieran llamando por el
nombre de pila y no por el alias, como una forma de trabajar la igualdad en el
proceso de la reconciliación.
Considera César que “hasta ahí habíamos dado sólo dos pasos de la larga escalera
que teníamos que subir”, razón tenía. Las gestiones y decisiones como líder estaban
por llegar. La política pública de desmovilización y reconciliación implementada
por el gobierno nacional no estaba dando sus resultados. De una parte, la atención
brindada a los desmovilizados era notablemente débil y carecía de integralidad para
favorecer proyectos de vida de los desmovilizados. “La atención a los desmovilizados
se limitaba a una visita mensual de los psicólogos, les daban charlas, los contaban y se
iban”, expresa César. “Lo otro es que como comunidad no se nos tuvo en cuenta en
esa política de reconciliación, siendo que nosotros fuimos los afectados y nos tocaba
convivir con ellos”, precisa César.
La comunidad le solicitó al gobierno nacional que se les tuviera en cuenta en el
proceso de reconciliación con algún proyecto. “El Alto Comisionado para la Paz
nos dijo que el dinero era sólo para los desmovilizados. Eso nos cayó como una
patada en las güevas”, recuerda. “Eso es fácil doctor, denos 15 días a la comunidad,
nos armamos, hacemos una masacre y ahí sí se nos tiene en cuenta”, fueron las
palabras de unos de sus compañeros de liderazgo. Aquellas palabras contribuyeron al
cambio en la política pública de reconciliación del gobierno. Desde entonces la Alta
Consejería para la Paz avaló proyectos para el desarrollo social y económico de esas
comunidades.
Como expresión social organizativa, las comunidades estructuraron el denominado
Comité Cívico, integrado por las comunidades de los cinco corregimientos, con
representación equitativa y con perspectiva de género. Tienen entre sus logros:
289
la estigmatización impuesta por los actores armados en medio de la dinámica de
conflicto. Gracias a ello, hoy el Comité Cívico del Sur de Bolívar es un proceso
social y organizativo con gran experiencia en asuntos comunitarios y en procesos
de incidencia de políticas públicas, especialmente en temas de reparación integral
a las víctimas.
• En el ámbito personal, después de más de 14 años por fuera de las aulas escolares,
César retomó el camino de su formación académica. En el 2007, mediante la
modalidad de validación, terminó su bachillerato y más de una década después
una universidad, a través de la modalidad a distancia, le dio la posibilidad de
estudiar una Tecnología y posteriormente la Carrera profesional en Contaduría
Pública. Aunque no ejerce esa profesión, expresa que siente satisfacción de haber
estudiado una profesión y ejercer el liderazgo, la primera en honor a su padre y
en la segunda en contra de la voluntad también de su padre.
290 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
río. Ahí, hacían balsas de madera y eran llevadas hasta el río Magdalena, en Cerro de
Burgos78 donde desemboca el río Boque al río Simití. En el río Simití forjaban balsas más
grandes en las que transportaban la madera del río Simití al río Magdalena, y la madera
era transportada hasta Barranquilla. Por ello, Monterrey fue fundando por aserradores
y arrieros, ya que ellos acampaban a la orilla del río de noche; con el tiempo se fueron
haciendo casas y fueron formándose familias, así fue creciendo Monterrey.
Cabe resaltar que el agua del río Boque era agua muy sana, eran aguas cristalinas que
no estaban contaminadas en ese momento, es decir, el río Boque era fuente de vida
porque la gente se fue ubicando y se fue quedando a orilla de él, ellos pescaban, del
río se alimentaban y bebían. Con el pasar del tiempo, el territorio se fue deforestando.
No obstante, cuando se construyeron fincas, las personas no tuvieron el cuidado con
las franjas de reserva que se deben mantener a la orilla de las fuentes hídricas, que son
30m por cada lado, todo eso afectó la vida del río Boque. Por otro lado, el río Boque
llegó a ser navegable en Johnson79. Yo estaba pequeño, pero tuve la posibilidad de
ver un Johnson navegando en el río Boque, que solía ser muy caudaloso, el río no lo
cruzaban las personas en cualquier parte caminando; tenía que cruzarse en canoa y
buscarle sitios específicos, lo que comúnmente se llama “regadero” o “chorros”, ahí
se podía cruzar en “bestia” (caballo) o a pie.
Cuenta un amigo la historia de un señor de aquí que era muy bueno para nadar, el
río un día estaba crecido y él dijo “yo ese río me lo cruzo”. Se tiró al río y el río lo
ahogó, cuando pasó por la finca donde vivía solo llevaba una mano por fuera del río,
ya que era muy caudaloso.
En consecuencia, con el tema de la deforestación por la madera, después se empezó
a cultivar marihuana y por ello se deforestó más; luego, llegó la coca y con ella la
contaminación del río, puesto que cuando llegó el auge de la coca entre finales de los
años 80’ y principio de los años 90’, se contaminó el río por los químicos que utilizaban
para su cultivo y producción, ya que, trabajaban en las partes altas de Monterrey y
desde allá botaban los residuos químicos en las fuentes hídricas que llegaban al río.
Desde los años 88–89, se empezaron a hacer unos estudios sobre la posibilidad de
hacer un acueducto. Se le encargó a una compañía que hizo esos estudios hacer
un pozo perforado en Monterrey. Desde ese estudio, se tomaron varios puntos, los
resultados arrojados dictaron que en Monterrey no se podía realizar un acueducto
de pozo perforado, debido a que hay una roca en el subsuelo, que tiene 150 m de
grosor. Otro punto de estudio fue en la Vereda Mata E’plátano, donde iban a construir
un acueducto pero, por gravedad, nunca se construyó.
78
Cerro Burgos es un puerto del sur de Bolívar sobre el río Magdalena que lo comunica
con lo municipios de Simití y Santa Rosa del sur.
79
Se le llaman Johnson a los motores fuera de borda.
291
Entre finales de los años 80’ y principios los 90’, hubo un proyecto para el acueducto
en Monterrey e hicieron pozos manuales, medían unos 5 o 6 metros; constaban de
unas bombas con uno tubo que extraía el agua y afuera tenía las manijas, eran cuatro
manijas y de ahí, donde salía la manguera, una pulgada. En esa esquina había un
tanque de 500 ml de agua, se bombeaba y se llenaba ese tanque; cada uno sacaba
agua y la llevaba para su uso. Ese fue el primer acueducto que tuvo Monterrey.
Hicieron tres pozos, estaban en la esquina de la casa de mi mamá, en la virgen y en la
esquina del hospital, pero ese acueducto en los veranos no servía. Igual, el río pasaba
por el lado y se iban a traer agua de él en pimpina, las mujeres se iban a lavar al río.
Cuando los niños y jóvenes se levantaban, de 5:30 a.m. a 6 a.m., se bañaban en el
río para ir a la escuela todos los días.
En Monterrey vivió una persona que tiene una historia en el territorio, fue Antonio
Gallego, “Toñito”, que huyó al monte en los años 80 - 90 creyendo -y por temor– a
que lo asesinara la guerrilla. Él también intentó hacer un acueducto y aquí arriba,
como a unos dos o tres kilómetros de Monterrey, hizo una especie de represa y
recogía agua, pero ese acueducto de Toñito no funcionó.
Consecuentemente, retomando el proyecto, en el 89 apareció un acueducto con un
sistema bombeo, llegaron cuatro motores Lister80, de ACPM, nuevos para impulsar el
acueducto. Esos motores duraron cerca de 10 a 12 años guardados, pero en Monterrey
nunca trabajaron, cumplieron su vida útil guardados. Con los años apareció un nuevo
proyecto de acueducto y se trabajó en varias fases, primero se instalaron los motores,
luego la construcción del tanque elevado entre el 98 y 99. Luego, en el 2001, se
realizó un contrato para el acueducto por parte de la alcaldía y se empezaron a
enterrar las redes con los motores que tenían 12 años de estar guardados.
Con la construcción del acueducto de Monterrey, hubo un agravante, ya estaban en
la zona los paramilitares, de alguna manera, el contratista fue amedrentado y salió
de la región sin cumplir totalmente y sin entregar. Se realizó el acueducto con esos
motores y los motores empezaron a presentar fallas. Otro factor que da fundamento
a mi criterio para decir que se robaron la plata de la construcción del acueducto es
que hicieron una planta de tratamiento muy pequeña, ya que esa planta era para
que funcionara entre los años 88 y 89 pero fue instalada entre el 2001 y 2002. Ya la
planta de tratamiento no alcanzaba a tratar el agua, hubiese servido cuando había
500 habitantes en Monterrey, pero en 2001 tocaba tratar agua para 2.000 o 2.500
personas, porque se había poblado más el corregimiento debido a que estaba en
pleno apogeo la coca y el paramilitarismo había llegado a la zona.
80
El motor diésel es un motor térmico de combustión interna alternativa cuyo
principio de funcionamiento es la autoignición del combustible debido a altas
temperaturas derivadas de la alta relación de compresión que posee, según el
principio del ciclo diésel. (Wikipedia)
292 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
293
les dije: “tengan en cuenta que históricamente las generaciones ahí, en ese territorio
y en esas veredas, han vivido de la minería artesanal, sus abuelos lo hicieron, así
lograron mantener a sus familias y vivieron, sus papás también lo hicieron, entonces
se lo enseñaron a ustedes y les dejaron esa herencia. ¿Qué va pasar a sus hijos cuando
eso se acabe? Ya no quedará nada, entonces los hijos de ustedes y los hijos de sus
hijos ya no van a poder ganarse la vida porque las retroexcavadoras van a acabar con
todo eso”. Ellos no entendieron razones.
En 2012, el alcalde de Santa Rosa y una comisión de líderes de Monterrey fueron al
ministerio del Medio Ambiente a hablar con la ministra o el ministro, explicando la
problemática, inclusive llevaron unas botellas con agua desde Monterrey, se les mostró
el agua que estaba consumiendo la comunidad, pero de ahí enviaron la comitiva al
Ministerio de Minas para hacer la denuncia por la minería ilegal y los grupos al margen
de la ley; es decir, del Ministerio del Medio Ambiente al Ministerio de Minas y del de
Minas al de Defensa.Y ninguno de ellos aceptó la responsabilidad ni solucionó.
Luego, desde el Comité Cívico y con el acompañamiento de la CDPMM, se inició un
proyecto con la Universidad Javeriana para analizar la calidad del agua y se descubrió
que la deforestación generó otros impactos en el río, más allá de la contaminación
al agua: en tiempos de invierno, cada que el río se desborda, debido a que todo
el material que las retroexcavadoras han estado moviendo en las minas llega al río
Boque, todo ese material se estanca allá, se sedimenta allá con tierra, con la arena, y
eso ocasiona el desborde del río. El río se ha ido sedimentado y se ha ido secando. Se
perdió el cauce, entonces el río se desborda e inunda cada isla y todo el corregimiento.
El estudio con Universidad Javeriana duró 3 años, en los que se realizaron muestreos en
Pueblo Gato, en Vereda Islas y acá en Bocatoma, donde se hace la captación del agua
y donde se tomaron otras muestras desde las casas para mirar la calidad del agua que
están consumiendo las familias y la contaminación de la misma. Ese muestreo se hizo
tres veces; se hizo cada seis meses o cada ocho meses para hacer el informe que arrojó
que sí tiene contaminación con mercurio, también arrojó contaminación muy alta con
la bacteria E. coli. Esto ha generado enfermedades a las personas del corregimiento, las
personas han tenido esa bacteria en el estómago y les ha tocado someterse a rigurosos
tratamientos de antibióticos. También han existido casos de niños con mercurio en la
sangre; esto lo pudo haber ocasionado la contaminación del agua del río Boque.
Estos ya son resultados de los estudios técnicos hechos por la Universidad Javeriana
con los profesores que estuvieron acompañándonos y apoyándonos en el proceso
de investigación.
Alberto Ramírez, de Monterrey, llegó a la alcaldía de Simití en el 2016 y por presión
de los líderes empezó la gestión y propició una visita de líderes e ingenieros a la zona,
quienes analizaron la quebrada La Maderera, que viene del corregimiento El Paraíso,
la cual se considera apta para el consumo en Monterrey.
294 “LA VIOLENCIA ME PERSIGUIÓ, LA VIDA ME PREMIÓ” EXPERIENCIA DE VIDA DE UN LÍDER SOCIAL EN EL
SUR DE BOLÍVAR
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
295
296
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 12
MI TERRITORIO
297
Bolívar. Mi padre fue uno de los colonos de este territorio, el vecino más cercano, se
encontraba a 6 horas a pie. Poco a poco se fue poblando el territorio.
Después de un tiempo, debido al conflicto en la zona, salimos de allí y nos trasladamos
al corregimiento El Paraíso, en el municipio de Simití. Mi padre fue un hombre de paz y
decía que él no se veía vinculado con ningún grupo armado. Ahí construimos una finca
en 1984 porque un señor de la comunidad, que conocía el territorio, nos informó que
allí había unas tierras muy productivas con buenas aguas y a mi padre eso lo motivaba. Su
trabajo fue campesino, cultivando el cacao, el café, el fríjol, todo lo agropecuario. Siempre
estuvo desligado de los cultivos ilícitos. Aún conservamos la tierra, la cual aprovechamos
en su dinámica productiva y estamos protegiendo una fuente hídrica, la quebrada La
Humadera, que hace parte de las fuentes hídricas que bañan el corregimiento y las
veredas aledañas, hasta el corregimiento de Pozo Azul, donde desemboca.
Mi padre fue una persona muy dada al cuidado de las fuentes hídricas, acostumbró
a dejarle un corredor a los caños y las cabeceras que para él eran intocables. Nos
aconsejó que cuando fuésemos a comprar algo de tierra, lo primero que había que
mirar eran los espejos de agua y, si no, que no se comprara porque eso era morir de
sequía. Esa finca tenía tres nacederos de agua importantes y son la cabecera de uno
de los caños principales que tiene la quebrada Los Madera. En ese lugar terminamos
de estudiar y aprendimos a trabajar.
En ese tiempo el territorio en su mayoría era muy boscoso y eso permitía gran
abundancia de agua, por lo que los espejos de agua eran muy caudalosos. Para ir a
estudiar sufríamos mucho porque el único camino era por la orilla de la quebrada,
lo demás era selva virgen y el paso se hacía difícil, en su gran mayoría, eso también
permitía que se diera en esa localidad el efecto invernadero. Por ser bosque, había
mucha lluvia y las tierras eran muy productivas. En ese tiempo no se podía tumbar
vegetación cerca a las quebradas. Creo que había más sentido de pertenencia por la
fauna y la flora y había menos máquinas destructoras.
En los años 2000, el conflicto se agudizó y los actores armados entraron a quemar el
corregimiento. Mi padre, viendo esta confrontación tan cerca, nos llevó a desplazamos
a la vereda Diamante. Allí yo conseguí una tierra y la administré durante tres años,
mientras pasó ese conflicto fuerte. Yo tuve a mis padres allí y seguía visitando el
territorio de donde veníamos, además de obtener la economía para sobrevivir. Dado
que un hermano quedó en la finca inicial, en El Paraíso, era fácil movilizarnos.
El fuerte productivo de nosotros era el pancoger, como yuca, plátano, maíz, fríjol,
el arroz, aves de corral y también cerdos; había mucha diversidad productiva. El
tema comercial se ubicaba cerca de la finca, donde había un sector minero y allá
realizábamos las ventas porque tenían un mejor precio. De esa manera sobrevivíamos
nosotros y muchas familias. Otra parte se vendía en especie en la misma finca y se
realizaban trueques o intercambios; se vivía sabroso.
298 MI TERRITORIO
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Las fiestas para nosotros eran al final de año cuando cada vecino engordaba unos
pavos, cerdos o vacas - dependiendo la capacidad de cada finquero - y se iniciaba la
celebración el 8 de diciembre en una finca con todos los vecinos. El 15 nos reuníamos
en otra finca e igual el 25 y el 31. El 6 de enero era la despedida de las fiestas y nosotros
disfrutábamos porque de niños no llevábamos nada, pero sí comíamos de todo. Solo
cuando nos tocaba el turno en la casa ahí sí nos tocaba trabajar para atender a todos.
Éramos una sola familia los negros, blancos, indios, no teníamos racismo, a pesar de
lo que nos impusieron como pueblos explotados. Finalmente, había riesgos como la
mordedura de culebra, pero teníamos curanderos, se cortaban con peinillas o rulas o
hachas; también teníamos rezanderos; y en casos de partos, teníamos parteras. ¡En fin!
Para descuajados estaban los sobanderos y mucha otra diversidad de conocimientos y
soluciones a los problemas que se nos presentaran.
En el año 2000, llegamos al cañón de Santo Domingo buscando otra historia, porque
ese territorio permitía una dinámica de alimentación del río, por tener una gran
riqueza en pesca y de la tierra productiva. Así que garantizaba una alta productividad
de arroz, yuca, maíz, y también de praderas de pastizales que nos permitía alimentar
ganadería y fortalecer la seguridad y la autonomía alimentaria. Nos establecimos en
la vereda El Jardín con otra dinámica de vida que nos permitió soñar en medio de
tanta biodiversidad de fauna y flora que rodeaba los hermosos amaneceres y los
atardeceres, llenos de sueños y esperanzas de poder vivir en paz y tranquilidad.
Mi padre, don José Hincapié, que venía huyendo de la guerra del 48 entre liberales
y conservadores, nos animaba con sus importantes anécdotas. Contaba que toda su
vida había sido una historia de guerras por desigualdad y poder, y que unos cuantos
hacían matar a los otros; y que fue por eso que nació la rebeldía insurgente, por
buscar cambios de modelo de país.
En el 2001, después de grandes confrontaciones entre paramilitares y la guerrilla
del ELN, pasaron los paramilitares y quemaron todo lo que teníamos; tuvimos que
escondernos en la montaña para huir de las balas y los constantes ametrallamientos
por ese conflicto armado. Gracias a Dios, como comunidad, todos salimos ilesos,
con la tristeza de haberlo perdido todo lo que nos había costado tanto. Cada uno
retornó a las cenizas de lo propio para hacer resiliencia y renacer de nuevo como
comunidad organizada. Realizamos gestiones con la Cruz Roja, la Defensoría del
Pueblo, la parroquia de San Pablo, el PDPMM, la Organización Femenina Popular,
la Corporación Sembrar y CREDHOS, quienes nos visitaros para ver los sucesos y
realizar unas inversiones.
Con el PDPMM logramos reconstruir las viviendas y fortalecer el arraigo en el territorio,
así levantamos varias casas con mucho esfuerzo. En el 2004, volvieron a entrar al
territorio los paramilitares y, después de varias confrontaciones con las guerrillas,
volvieron a quemar todo lo que teníamos. Reconstruimos de nuevo. En adelante,
299
nos desplazábamos cuando volvían a entrar las Autodefensas y retornábamos cuando
se iban; así fue como nos arraigamos aún mas al territorio, vivimos y nos amañamos
allí. Hoy aspiramos a morir en este mismo lugar antes de abandonarlo porque allí hay
esperanza y fuente de vida para vivir sabroso.
Finalmente, como estábamos organizados, se realizó un trabajo comunitario. Como
Junta de Acción Comunal, y con la Federación de Agromineros del sur de Bolívar,
empecé a liderar ese territorio que hace parte de un espacio de participación
comunitaria y organizacional, incidiendo en la cabecera municipal para hacer gestión
administrativa. También desde allí participamos en el ordenamiento territorial que
incluyó la fuente hídrica de Santo Domingo.
Para lograrlo, escalamos como comunidad hacia allí para determinar su cuidado
porque es la cuenca principal del territorio. De esta manera, se definieron dos partes,
el sector hacia arriba, que se puede decir que está protegido desde las comunidades
y se ha establecido que es una zona intocable. En el sector hacia abajo se permiten
actividades productivas para el desarrollo, por parte de las personas del territorio,
con base en un Plan de Ordenamiento Territorial, y en los planes de vida de las
comunidades, como Territorios Campesinos Agroalimentarios TCAM. Estos territorios
han sido definidos por las comunidades y organizaciones de base como Asamisur, y
la comunidad ha respetado esos acuerdos para la protección y conservación de las
fuentes hídricas que bañan la ribera del río Santo Domingo, conservando el corredor
biológico de las principales cuencas hídricas asociadas.
Esta cuenca hídrica de Santo Domingo es importante para el territorio, ya que nace
en la Serranía de San Lucas; en la cordillera central cae a la vertiente oriental hacia
el río Magdalena, bañando las veredas que están en su paso. La zona protegida se
une con las quebradas de La Gloria, El Jardín, El Diamante, Vallecito, La Virgencita,
Las Pavas, Aguas Lindas, Virgencita, Pozo Azul y Santo Domingo, entre otras, las
cuales fortalecen esta cuenca, que constituye un cuerpo hídrico importante para el
territorio, rodeado y acobijado por ella, y en la cual los impactos positivos o negativos
que tenga llegan al río Magdalena.
Es importante que el gobierno nacional, a través de los ministerios de Medio Ambiente
y Agricultura, fortalezca el fomento a la implementación de corredores biológicos
productivos a lo largo de las fuentes hídricas, para aplicarlos en los territorios
deforestados con vocación productiva; así pueden asociarse frutales y maderables y,
en algunos sectores, bosque productor protector como café, cacao y aguacate.
Entre los acuerdos para la protección y conservación del caño de Santo Domingo
están:
• La existencia y cuidado del corredor biológico (protección del río). Toda persona
aledaña al río debe dejar mínimo 10 metros sin tumbar árboles para cuidar el río.
300 MI TERRITORIO
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
En la parte alta, a los 600 metros sobre el nivel del mar, no se puede construir
nada. La parte alta es zona protegida por las comunidades, no por política de
Estado, sino por decisión y mandato comunitario.
301
de reserva especial nos ha ayudado mucho, pues consta de una figura legal del
gobierno y no podemos utilizar solo 30% del territorio. Dentro del área de reserva
especial tenemos 20.502 hectáreas; el 70% lo tenemos que proteger y el 30% es para
actividades productivas.
En el territorio trabajamos como Asamisur, la cual nació con 57 afiliados inscritos,
colonos del territorio y en la actualidad aproximadamente hay 320 familias inscritas
en la dinámica del territorio. Eso quiere decir que el radio de acción de la asociación
es alto, se encuentra en 4 municipios: Santa Rosa, Simití, San Pablo y Cantagallo.
Cada asociado hace un procedimiento de afiliación, quedando vinculado a hacer
unos aportes económicos de sostenibilidad, eso hace que en el proceso existan
condiciones para el cumplimiento de obligaciones tributarias y para actividades
productivas, foros y asambleas; así la asociación es autosostenible. Así mismo, cuenta
con una reglamentación para la pequeña minería respecto a las tierras en posesión o
tierras libres.
Algunas veces se presentan conflictos territoriales entre los mineros por la producción
y demás, pero como comité y asociación se logra trabajar en la resolución de
conflictos para la apuesta de la defensa del territorio. Con la minería ecológica se
podría comprar a un mejor precio a los mineros y los costos de producción serían
menores, lo cual es beneficioso para la economía del territorio.
En la actualidad, vemos con preocupación la tala indiscriminada que se ha venido
haciendo por la zona de Antioquía, Montecristo, Norosí y eso entristece porque
el compromiso es de todos y, desde la institucionalidad, el gobierno nacional solo
decreta políticas, pero presencia en conservación se queda en solo proyectos que
terminan desviados, no benefician a la población que lo necesita y el llamado es
a que todos participemos desde lo comunitario y lo institucional para el cuidado y
protección del medio ambiente. Mi invitación es a que a nivel mundial se apueste a
la producción ecológica para la protección de los territorios.
302 MI TERRITORIO
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 13
LA FUERZA FEMENINA EN LA
TRANSFORMACIÓN DEL SUR DE BOLÍVAR
-MAGDALENA MEDIO-
Agua: “Soy una, pero adopto muchas formas. Voy por montañas y llanuras, baño
mares y arados. En la costa soy niebla marina y en el páramo rocío que acaricia.”
El Nuevo Siglo (2018)
303
PRESENTACIÓN
Este capítulo plantea y analiza el papel de las mujeres como fuerza transformadora, en
el territorio del sur de Bolívar (SB). Incluye la mirada que establece la profesional de
incidencia, gobernabilidad y género de la CDPMM; mirada que amplía el horizonte
de comprensión sobre las mujeres, sus múltiples roles y las transformaciones que
con urgencia requieren ellas para impulsar la vida querida81desde lo femenino en
el territorio.
El recorrido inicial permitió comprender las dinámicas que se desarrollan en torno
a las mujeres. Este proceso se inició con un mapeo que fue dibujando poco a poco
las prácticas que las mujeres realizaban ancestralmente, aquellas que continuaban
practicando y aquellas que se han ido perdiendo o transformando, entre otras razones
por la incorporación de nuevas tecnologías.
Las mujeres fueron complementando el espacio privado con su participación
en espacios públicos, transformando los roles que les han sido impuestos
hegemónicamente. Con la generación de liderazgos a través de formación política y
el desarrollo de proyectos de vida, más allá de las labores del cuidado, lograron llevar
su voz a lo público para defender los derechos propios y de sus comunidades.
Este camino de liderazgo y transformación en sus roles ha sido acompañado por
organizaciones territoriales como la CDPMM, que ha impulsado estrategias que
facilitan a las mujeres conquistar espacios antes vetados para ellas y garantizar la
exigibilidad de derechos vulnerados. Inicialmente se recuperó la memoria del
poblamiento desde lo femenino en las generaciones que han poblaron el territorio, lo
cual permitió identificar la relación que tienen ellas con éste.
A partir de este trabajo, se describieron los roles que las mujeres han incorporado
a su vida, tomando como eje la memoria del agua, referida a los lugares que han
transitado en el devenir cotidiano, con los cuerpos de agua y, en especial, con la
economía aurífera del territorio, por los impactos que esta actividad económica
produce en el desarrollo de la vida de sus pobladoras y pobladores.
Finalmente, el trabajo se centró en el papel de las mujeres como sujetas políticas
que han ido ganando espacios que les otorgan una nueva mirada no solo para ellas,
sino para sus núcleos familiares y el territorio, en articulación con la incidencia en
políticas públicas de equidad de género, acompañadas por la CDPMM. Estas políticas
se expresan en brindar herramientas para el fortalecimiento de las capacidades de
81
Construir de forma colectiva la manera de vivir que la gente quiere vivir. Es decir
construir las condiciones para proteger y expresar la grandeza de la dignidad humana
como lo quiere un pueblo, con sus tradiciones, su sensibilidad, su medio ambiente y
sus sueños. (De Roux, 2007, p. 233).
82
El término palenque se define como aquel lugar poblado por cimarrones o
esclavizados africanos, fugados del régimen esclavista durante el período colonial.
http://patrimonio.mincultura.gov.co/Paginas/PES-Palenque.aspx
305
colonización de estas tierras, vinieron las bonanzas: maderera, algodonera, cauchera,
cafetera y cocalera. Así se configuraron los centros poblados, la mayoría sin servicios
públicos adecuados, ni infraestructura básica de escuelas, centros de salud para el
desarrollo y cuidado de la vida. En ese contexto emergieron múltiples iniciativas
sociales, que les permitieron organizarse comunitariamente, juntarse entre vecinos,
para hacer los ranchos, sacar las cosechas, gestionar los servicios, poner la manguera
desde la quebrada hasta las casas para abastecerse del preciado líquido vital, el agua
(entrevista con la pobladora de Micoahumado-Arisolina Rodriguez, 2017)
Un tercer momento en la historia del poblamiento tiene que ver con la profundización
del conflicto armado desde mediados de la década de los años 90, cuando a causa
de la ausencia histórica del Estado con su aparato civil son tomadas las comunidades
por ejércitos ilegales. Guerrillas, paramilitares y otros actores armados que operan
en el territorio, les hacen presa de sus tácticas de terror a riesgo de su propia vida,
siendo expulsadas las y los pobladores, teniendo que desplazarse a otros lugares y
el territorio recibe a nuevos forasteros de todas partes del país, especialmente de
Boyacá, Santander, Antioquia, Cundinamarca y Cesar.
Comprender la historia del poblamiento y caminar junto a las mujeres, en el territorio,
ha permitido identificar la idiosincrasia de ellas, sus planes de vida conectados con el
territorio, su potencial transformador, sus sueños y esperanzas.
83
Elias N, s.f, citado en Bohórquez, C. 2023, p. 198, de la tesis doctoral -SOMUNA,
sin publicar
territorio, defienden sus modos de vida, su pensamiento y su familia. Así como las
generaciones nacidas allí, ellas parieron el territorio, lo reconfiguraron, se relacionaron
con las fuentes hídricas, recolectando el agua para cubrir las necesidades del hogar,
cultivaron la tierra, desarrollaron estrategias productivas que les permitieron sostener
la vida (Bohórquez, 2016).
En ese contexto, comprender sus dinámicas, el ecosistema que las contiene, la
naturaleza de la que se han servido ellas y sus familias, permite vislumbrar a las
mujeres como parte de un territorio y a este entorno natural como parte de las
mujeres. Ahondar en este aspecto ha sido una de las líneas de profundización de la
tesis doctoral de una de las investigadoras.
Así que luego de identificar algunas de las características generales que son propias de
las mujeres en el Magdalena Medio, se decidió adentrarse en el sur de Bolívar y seguir
la pista de ellas a partir de los cuerpos de agua que bañan esta región.
307
Figura 17 - Mapeo Participativo - Agua para la Vida Agua para la Paz (2019)
Este ejercicio generó conversaciones en profundidad que dejaron ver, en sus relatos,
el desarrollo de la vida de las mujeres cerca de las fuentes de agua.
El territorio como productor de agua provee a las mujeres un entorno natural en el
cual desarrollan prácticas culturales anfibias84 que se han convertido en cotidianas
para ellas y aportan a la economía familiar significativamente. De acuerdo con el
Diccionario de Pesca, realizado por el PDPMM y la Universidad Javeriana (2015), sus
acciones son vitales e indispensables en la actividad económica, ambiental, familiar
y cultural de la zona.
84
Para Fals Borda (s.f.), aquella producida por los versátiles habitantes de laderas,
caseríos y pueblos de los ríos, ciénagas, caños, playones y bosques de la depresión,
aquellos que combinan estacionalmente la explotación agrícola o territorio (p. 25B).
309
explotación del oro. El oro y la coca se han convertido en las principales actividades
económicas del territorio, que por su carácter extractivo impactan el recurso hídrico,
fundamental para la vida.
Entre más cerca está un poblado a las minas de oro, o al cultivo de coca, mayor son
los impactos para sus habitantes, para el ecosistema, para los cuerpos de agua y, por
supuesto, para las mujeres que se constituyen en una fuerza laboral en el desarrollo
de estas actividades a través de las labores del cuidado primordialmente.
85
Es una técnica para extraer oro con herramientas artesanales. Consiste en sacar la
tierra con oro de las terrazas, de las playas o de los lechos, y lavarla con agua hasta
separar el oro de los minerales con los que se encuentra.
Al igual que los pesticidas y herbicidas, los metales pesados pueden provocar
problemas de salud a largo plazo, ya que alcanzan niveles elevados en el cuerpo.
Es decir, “si los humanos comen cultivos y verduras, que ya absorbieron cadmio
311
en exceso de los fertilizantes orgánicos, en particular de las aguas residuales,
pueden provocar daños en los órganos esenciales del cuerpo. El consumo de
plomo también es responsable del retraso mental”. (Morgan, como se citó en
Grijalva E, et al., 2020, p. 91)
Es evidente, entonces, por una parte, la relación que hacen las mujeres entre los
cuerpos de agua contaminada y las enfermedades que emergen, como una expresión
de esta situación, en los cuerpos de los pobladores.
Por otra parte, la administración de los recursos asignados para la alimentación
también le corresponde a la mujer rural o agro-minera; teniendo en ocasiones que
hacer malabares para garantizar la dieta alimentaria de su núcleo familiar, cuando la
mina no produce o deja de producir por agotamiento del recurso.
Otra de las cuestiones que a las pobladoras en estas zonas es que las mujeres
rurales cabeza de hogar encuentran múltiples barreras para acceder a proyectos
de Vivienda de Interés Social Rural, por la falta de acceso a la propiedad y uso del
suelo. Además, por la informalidad de economías como la del oro y por la poca
estabilidad que otorga para permanecer en un solo lugar, ya que la explotación
minera es temporal, en la medida en que se va agotando el recurso se van
abandonando los lugares de exploración y explotación aurífera haciendo que
migren de un lugar a otro constantemente.
Entre las problemáticas que se presentan para la participación de las mujeres en la
economía están las dobles, o a veces triples, jornadas laborales que deben desempeñar,
a saber, actividades productivas generalmente no remuneradas dedicando más horas
que las mujeres urbanas a estas labores, concernientes a la economía del cuidado
(preparación de alimentos, trabajo doméstico, de hijos/as y personas dependientes).
Cuando deciden participar en espacios de toma de decisiones generalmente son
relegadas a actividades rechazadas por los hombres por considerarlas de poca valía,
como las relacionadas con labores secretariales, de conciliación o administrativas.
Esta situación se agrava al no ser tenidas en cuenta a la hora de repartir las ganancias
o el producido de la actividad económica campesina y/o agro-minera desarrollada
por la familia; su aporte en la mayoría de los casos es desconocido en términos de
retribución monetaria y social.
Otro aspecto que impacta el rol de las mujeres es el bajo incentivo y apoyo para
la conformación de redes o asociaciones de mujeres rurales y/o agro-mineras o
de campesinas, que, adicionalmente, se ven atravesadas en algunos casos por las
excesivas jornadas diarias, la prohibición por parte de sus parejas para asociarse y la
geografía dispersa que habitan.
Todo lo anterior deja ver los múltiples roles que desempeñan las mujeres y su
contribución especial al desarrollo de la vida querida de ellas y sus familias,
313
Se hace necesario mencionar que el AFP visibilizó sustancialmente a las mujeres
de entornos rurales, brindándoles la oportunidad de participar activamente
durante la formulación de los PDETs de sus municipios, donde lograron posicionar
algunas iniciativas como el acceso a la propiedad de la tierra, a créditos bancarios,
la formulación e implementación de políticas públicas afirmativas para la mujer
y equidad de género, que, entre otras, contemplan la solicitud de inclusión de
programas y proyectos para la autonomía económica, la participación política y la
soberanía alimentaria, al igual que la creación de mecanismos de adelanto para las
mujeres (MAM), como las oficinas o secretarías de las mujeres en los municipios PDET.
Sin embargo, estos avances volvieron a verse truncados ante la desaceleración de la
implementación del AFP en su integralidad, lo que generó sentimientos de frustración
e incertidumbre en la realización de las propuestas de las mujeres para disminución
de brechas existentes entre lo urbano y lo rural, entre hombres y mujeres, y entre las
mujeres agro mineras, campesinas, afrodescendientes y urbanas.
Las políticas de mujer y equidad de género en los municipios del sur de Bolívar siguen
siendo un pendiente, bien sea porque no existen o porque no han sido implementadas,
carentes de asignación de recursos específicos, de decisión institucional frente a la
garantía de las necesidades del 50% de su población, la mayoría en condición de
víctimas y pobreza extrema.
Ganar espacios de participación política, por una parte, y contribuir a la formulación
de políticas públicas que atiendan las necesidades específicas de las mujeres, por
otra, son tareas para las que las mujeres han buscado acompañamiento tanto de las
universidades como de las organizaciones que hacen presencia en el territorio, como
el PDPMM.
CONCLUSIONES
La memoria del agua con cuerpo de mujer permitió identificar, por una parte, la
transformación de la relación que las mujeres tienen con el territorio y, en
especial, con el agua. Se encontró que las mujeres han perdido la calma, ya no se
sienten tranquilas para reunirse, para recrearse a pescar u otra actividad a causa de
múltiples acciones como el desecamiento, la contaminación, el conflicto armado, la
acción de las economías legales e ilegales. Estos factores han impactado el complejo
biótico de su territorio que consideran una “fábrica de agua” pero que, en algunos
lugares y ocasiones, representa un peligro para ellas. No sienten tranquilidad en que
sus hijos e hijas visiten esos lugares.
Obstáculos a la hora de asociarse. Este recorrido permitió ver los múltiples roles
que son asignados a las mujeres, los cuales han sido naturalizados sin cuestionarlos,
limitando así su libertad de movimiento y de actuación. La falta de tiempo por las
múltiples labores desempeñadas, la falta de cualificación y el desconocimiento son
factores que imposibilitan la libre asociatividad de las mujeres, sumado a las largas
distancias a recorrer para reunirse en las cabeceras municipales, corregimentales y/o
veredales. Esto ocasiona expresiones de molestia por parte de sus compañeros de
vida, por ausentarse de las labores diarias para dedicarle tiempo a reunirse con otras
mujeres para proyectarse colectivamente.
Las mujeres que ocupan un rol de lideresas se ponen en riesgo por defender
los derechos de su comunidad. En algunos casos, las mujeres han sido víctimas de
amenazas contra su integridad personal y la de su núcleo familiar, sin recibir ningún
tipo de protección por parte de las entidades responsables de la convivencia y de la
defensa territorial.
Si bien existen políticas públicas y organizaciones que establecen rutas para posibilitar
el acceso de las mujeres a múltiples espacios y garantizar derechos de éstas, en
ocasiones, estas políticas e iniciativas terminan siendo “un saludo a la bandera”86, ya
que difícilmente se materializan, entre otras razones, por falta de recursos económicos
y de voluntad política.
Finalmente, con todos los obstáculos y el sobrepeso en su responsabilidad cotidiana,
el Magdalena Medio y el sur de Bolívar se nutren con la fuerza femenina que es
tradición en el país. Las mujeres son pioneras en la organización social, la defensa de
los derechos propios, los de su familia y la naturaleza, lideran proyectos productivos
y suman a la economía, aunque se ha querido invisibilizar su contribución. Ellas
se siguen levantando cada mañana para proteger su hogar, para cuidar las fuentes
de agua que las vieron crecer durante generaciones y seguir desarrollando la vida
querida con la que tanto soñaron, en un territorio del que siguen derivando su fuerza
y valor para permanecer en él.
Las vidas de las mujeres, continúan fluyendo como las aguas del río grande de la
Magdalena y sus afluentes que atraviesan la Serranía de San Lucas, hasta desembocar
al caribe colombiano, hasta alcanzar definitivamente la realización de sus derechos
en condiciones de equidad, igualdad y dignidad y haciendo eco a la frase de la OFP:
“Las mujeres no parimos hijos ni hijas para la guerra”.
Referencias
Bohórquez, C. (2016) .Tesis doctoral en Comunicación. Universidad Nacional de La Plata -SOMUNA - sin
publicar.
Del Valle, M. (2012). Diccionario de Pesca Artesanal. https://colombianistas.org/wp-content/themes/
pleasant/biblioteca%20colombianista/03%20ponencias/18/Del_Valle_Idarraga_Monica_Maria.pdf
86
Expresión popular para decir que no se cumplen.
315
Elías, N. (s.f). Ensayo acerca de las relaciones entre establecidos y forasteros.
Fals Borda, O. (2002b). Historia doble de la Costa. Tomo 3, Resistencia en San ‘Jorge’. Universidad Nacional
de Colombia, Banco de la República y El Áncora Editores
Grijalva, A. de las M., Jiménez , M. E., y Ponce, H. X. (2020). Contaminación del agua y aire por agentes
químicos. RECIMUNDO, 4(4), 79-93. https://doi.org/10.26820/recimundo/4.(4).octubre.2020.79-93 y
https://recimundo.com/index.php/es/article/view/883/1425
Instituto Humboldt. (2016). http://www.humboldt.org.co/es/
La memoria es la única forma de no volver a repetir. (2018, abril 18). El Nuevo Siglo.
https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/04-2018-la-memoria-es-la-unica-forma-de-no-volver-a-repetir
CAPÍTULO 14
EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO
PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR
MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
317
Norosí”. Desde muy chico, cuando tenía apenas ocho años, salió de su tierra natal para
iniciar un recorrido que lo llevó a conocer la mayor parte del país.
A la edad de nueve años, luego de cursar la primaria, viajó por el brazo de Morales
y se instaló en la creciente ciudad de Barrancabermeja. Cuatro meses después, y
cerca de cumplir sus primeros 10 años, regresó a Norosí para cargar maletas e iniciar
un recorrido por la región Caribe. En Cartagena se matriculó en el colegio León XIII,
pero por dificultades económicas y de comunicación, se retiró y viajó por la región
de las sabanas de Bolívar, San Juan Nepomuceno, San Jacinto, Carmen de Bolívar y
Magangué, este último puerto sobre el río Magdalena.
Siendo buen conversador se ganó la confianza de un maquinista de “lancha”, vehículo
fluvial pesado que transportaba mercancía, víveres, productos de cosecha regional,
ganado vacuno y también pasajeros por el río Magdalena.
En el año 1973 reinició sus estudios de secundaria en el Colegio Vicente Hordaza,
del municipio de Morales. Siempre inquieto, formó grupos de estudio, de teatro y de
deportes, obteniendo muy pronto reconocimiento por su dinamismo, su vocación de
servicio, su particular estilo de ser portero de fútbol, en el que paraba los remates de
los adversarios con una sola mano golpeando como si fuera un bate de béisbol. Por
su alta estatura pronto, también, lo apodaron Centímetro.
Al siguiente año, se trasladó a la ciudad del El Banco (Magdalena) e ingresó al Colegio
Nacional de Bachillerato (CONALBA), reconocido centro de formación pública, de
donde obtuvo su grado de bachiller en el año 1978.
En el año 1980, y luego de acompañar a su familia en actividades de comercio, partió
rumbo a la ciudad de Bogotá, donde llegó para radicarse. Allí inició la vida laboral
vinculado con la Contraloría General de la República. Inició estudios superiores en la
Universidad Empresarial Panamericana, donde se graduó con reconocimientos como
Administrador Comercial y Financiero a nivel técnico profesional, y se capacitó en
la Escuela de Formación de la Contraloría General de la República, como auditor
fiscal. Con ello realizó gestión de auditaje en diferentes entidades públicas, como el
Ministerio de Comunicaciones, hoy Ministerio de las TIC e Icetex, entre otras.
Sus últimos años laborales los hizo de manera independiente, administrando
propiedad horizontal en la ciudad de Bogotá. Hoy es un: “afortunado pensional y
trabajador comunitario, amigo del campo, la naturaleza, lógicamente de todo lo
ambiental”, como se describe en sus propias palabras.
Esta breve biografía deja ver a un hombre intrépido, que ha transitado por múltiples
experiencias abriéndose paso a lo largo de su vida. Este texto es un reconocimiento
más, ya que a sus 65 años lideró la expedición a lo profundo de Norosí, convocando
un grupo de amigos que siguieron sus pasos para reconocer la región que los vio
nacer. Tema de este capítulo.
318 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
En el año 2018, Ismael y otros pobladores del municipio hicieron parte del ejercicio
“mapeo participativo”87, liderado por el equipo de la investigación Agua para la vida-Agua
para la paz, de la que trata este libro, y que se realizó en diez municipios de la región.
1. Norosí
En un primer momento se desarrolló este ejercicio para preparar la cartografía social,
metodología que ya implica un proceso de diálogo más intenso. Estas son metodologías
que facilitan la ubicación de elementos concretos en el territorio, en este caso, de los
cuerpos de agua y las dinámicas de relacionamiento entre pobladores y complejos
acuáticos, así como las zonas mineras y productivas.
Se convocó a grupos de pobladores de los municipios al taller, quienes durante varias
horas ubicaron y situaron en el mapa las variables concertadas a través de imágenes
icónicas o convenciones que se diseñaron con ese propósito88. Con ellas se colocaron
sobre el mapa de cada municipio el lugar de ubicación de los cuerpos de agua, las
actividades económicas, los peligros más comunes en el territorio, las prácticas de
las mujeres, etc. Poco a poco fueron describiendo las dinámicas del municipio y sus
alrededores, como se deja ver en el siguiente mapa.
Nota. Investigación Agua para la vida, Agua para la Paz-Mapeo participativo (2018)
87
Los mapas participativos comunitarios, también llamados mapas de la localidad,
son una herramienta de representación visual de información en un contexto
geográfico determinado. Este se basa en la percepción de los actores sobre un tema
de interés específico (MSP, 2009).
88
Los cuales se describen en detalle en el capítulo sobre la metodología aplicada de
la investigación.
319
Algunas de las cuestiones fundamentales que arrojó el mapeo participativo confirmaron
visualmente que Norosí es un municipio de una gran riqueza aurífera, incrustado en
la serranía de San Lucas; riqueza de la que, según sus pobladores, deriva su nombre.
A la llegada de los españoles este lugar fue llamado Orosí de Playas Blancas, por
sus yacimientos de oro y para enfatizar en las playas blancas que rodeaban la ribera
de la quebrada del mismo nombre; también es de una gran vocación agrícola y de
pequeña ganadería.
Su economía está basada en buen porcentaje en la explotación minera, una parte
a cielo abierto, otra con minas de socavón, y el barequeo ancestral, todo esto
acompañado de la producción agropecuaria. Cuentan con un buen número de
vacunos, caprinos, porcinos, carnes de pollo y cerdo, pescado, aves de corral y
cultivos de maíz, arroz, yuca, plátano y cacao; de este último se ha incrementado su
producción en la actual década. También cuenta con una excelente producción de
bosques maderables.
En definitiva, es un municipio autosuficiente, con múltiples economías de las que
se deriva el sustento de sus pobladores. Sin embargo, gran parte de su producción
genera un nivel alto de contaminación para las fuentes hídricas cercanas a estos
desarrollos económicos, y al centro poblado, impactando el suministro de agua
potable para los hogares.
Estos, entre muchos otros aspectos, fueron los que surgieron en el mapeo participativo,
punto de partida e inspiración para que Ismael Jiménez y sus amigos se propusieran -por
su cuenta- iniciar una expedición mucho más profunda para reconocer minuciosamente
la tierra de la que ellos hacen parte, corregimiento por corregimiento.
320 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
321
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, INS (2015) que realiza un constante
informe sobre la calidad del agua, a partir de las muestras suministradas por los
gobiernos locales en el departamento de Bolívar, Norosí tiene calidad de agua inviable,
mientras que Morales y Arenal, como municipios vecinos, tienen una calidad de
riesgo alto y medio respectivamente, como se ve en el mapa.
322 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Continúa su conexión hacia el norte con los municipios de Barranco de Loba, San
Martín de Loba, Pinillos, San Fernando, Margarita, Mompox y toda la Depresión
momposina, hacia el norte con Magangué y Carmen de Bolívar, ruta que llega hasta
la capital del departamento, Cartagena.
Son vecinos directos y colindantes, el municipio de Río Viejo, por la parte nororiental
y buena parte del sector sur y occidental. Hacia el noroccidente conecta con el
municipio de Tiquisio, y tiene vías de acceso al municipio de Montecristo, con el que
mantenen comercio por la vía carreteable hacia el occidente por el cauce que sigue
la quebrada de Norosí.
323
Aquella que promueve la participación de ciudadanos en la producción de datos
científicos desde sus ámbitos de actividad, para hacer énfasis en la participación de
ciudadanos de muy diverso perfil y formación, pero sobre todo sin adscripción a una
institución académica. (Méndez y Kalma, 2019, p. 4)
Así los datos encontrados y registrados por Ismael y el equipo, se presentaron como
el resultado de un ejercicio ciudadano inspirador que recupera saberes que se han
ido diluyendo con el paso del tiempo. Ellos se sumergieron en un trabajo de campo
diseñado por ellos mismos como originarios del territorio, y en este, porque Ismael se
daba a la tarea de escribir esta experiencia en equipo, con la academia.
Para Humboldt, la expedición fue concebida como el proceso que le permitió explorar
el nuevo mundo, sistematizar la gran diversidad de fauna y flora que encontró en los
viajes que realizó con el propósito de estudiar las especies nativas en tierras lejanas.
Basados en este concepto, en Norosí, el equipo de pobladores decidió llamar a este
recorrido “viaje expedicionario”, el cual iniciaron convocando a un grupo de amigos
que se pusieron en la tarea de reconocer un territorio más allá de los límites que
durante toda su vida habían observado.
Iniciaron el recorrido en noviembre del año 2020 y lo terminaron en el mes de
marzo del año 2021, con recursos propios y apoyados por las comunidades que iban
encontrando a su paso; lograron hacer un reconocimiento minucioso de su territorio,
como se verá a continuación.
4. La Ruta
En noviembre comenzaron el recorrido en los corregimientos de Casa de Barro y
Mina Brisa, la parte más occidental y alta que tiene la región, que alcanza hasta los
1100 metros sobre el nivel del mar; es una zona boscosa y completamente minera,
donde se cree que se encuentra los pórfidos89 más significativos de la región, con
grandes concentraciones de oro,
Salió a su encuentro la vereda de Las Nieves, desde donde aparecen fuentes hídricas
como la quebrada de Manoa, un gran afluente que nace en la parte de arriba de
este poblado y descarga sus aguas en la quebrada de San Pedro, como uno de sus
afluentes más significativos. En esta zona también ejerce influencia la quebrada de
El Firme.
Visitaron la región de Las Minas, conformada por las veredas de Mina Seca, Mina
Yuca, Mina Piedra, Mina Gloria, Mina Nueva, Mina Muerto, Mina Uno, Mina Dos,
Mina Tres, Mina Siete, Mina Gallo, Mina La Esperanza, Mina Úrsula y Mina Brinca.
89
Es un tipo de roca ígnea, más concretamente una roca filoniana.
324 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
También visitaron las zonas de Manoa, El Trasmallo, San Pedro Medio, La Esperanza y
La Nevera. Esta última es muy famosa por poseer el sitio de mayor altura del municipio,
alcanzando los 1.100 metros sobre el nivel del mar, en la cima de Cerro Oso, lugar
histórico porque se dice que allí se libró un cruento enfrentamiento entre el Ejército
Nacional y el Ejército Revolucionario del Pueblo-ERP, que finalmente se desintegró.
En estas zonas encontraron un paraíso nuevo: bosque virgen, de paisaje y vegetación
nativa, reservas ambientales, fuentes hídricas, con grandes riquezas tanto en minería
aurífera como fuentes de agua, fauna y flora, con grandes árboles milenarios,
especialmente abarcos, arrayanes, caracolíes, cedros, tolúas, robles, ceibas, zapatillos,
moradillos, caigüí, entre otros, que datan de más de 200 años, y árboles nativos que
alcanzan hasta treinta metros de altura y más.
La tierra en su mayoría posee un clima templado, lo cual favorece el desarrollo de
la ganadería y de la agricultura, sin embargo, la mayoría de los hogares deben su
economía a la extracción de minerales auríferos.
Las veredas de Mina 30, Mina 80, San Isidro de Cuba y Los Mosquitos, Mina Cachete
y La Trinidad son paso obligatorio para llegar hasta el corregimiento de Casa de Barro,
que se encuentra bañado por dos fuentes hídricas importantes, la quebrada de San
Pedro y El Firme; posee bosques naturales que oxigenan el ambiente propiciando las
aguas lluvias en volúmenes considerables en las dos temporadas anuales.
325
ancestrales y para ello estigmatizaron previamente la forma en que los indígenas
utilizaban las plantas.
326 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Ellos, descubrieron múltiples saberes locales que practican quienes habitan el territorio
como, por ejemplo: observaron que, en las minas de socavón, ubicadas en la región
de Mina Brisa y Casa de Barro, extraen el oro y lo purifican con plantas, utilizando
una mezcla de hojas y tallos, los cuales le aplican a los barriles donde muelen la
tierra para desactivar algunos componentes minerales como el arsénico y así xtraer el
oro. También identificaron que las comunidades que viven en el territorio consumen
plantas como la ipecacuana, más conocida como raicilla, con la cual controlan, en
buena parte, el paludismo.
Utilizan para mordedura de culebra, plantas, que la denominan contra, con la cual
estabilizar los pacientes hasta que logran recogerlos y llevarlos a los hospitales de
municipios cercanos.
Todos estos factores animaron a estos expedicionarios a continuar el recorrido por
toda la zona, hasta rodear completamente la región que bordea a Norosí.
327
nórdico antes de encontrarse con los límites del municipio de Río Viejo, vía a la zona
de las Lobas.
El corregimiento de Mina Estrella es bañado por una fuente hídrica muy importante
denominada quebrada El Azul, nombre que alude a que en épocas de verano sus aguas
se tornan de un color azulado. En sentido nororiente, encontraron el corregimiento
de los Olivares y las zonas del Orejero, la Mocha y la Serranía, limítrofe entre los
municipios de Norosí, Río Viejo y Tiquisio.
Siguieron por la región de Buena Seña, que es un corregimiento especial por su
minería de beta, allí, empotrado en su poblado, se encuentra el segundo pórfido en
importancia por proyección de su potencial calculado en más de 900.000 onzas troy,
ubicado en el cerro de San Carlos.
Desde este corregimiento, en dirección suroccidente, encontraron las zonas de Casa
Lomas, vestigio existente de la explotación aurífera de mineros de Antioquia a partir
de los alrededores de los años 1 930. La zona de San Pedro, San Pedro la Represa
y Las Culebras. En dirección Occidente llegaron a las zonas de la Quebrada Buena
Seña Medio, El Polvillo, La Candelaria, Poco Oro, Morro Liso, Firme Medio y el Tigre.
Hacia el Norte encontraron las zonas de Piloto, las Palmeras, hasta llegar a la ruta
oriental donde está la zona de la Ye de los Mangos y la Ye de Buena Seña. En esta ruta
encontraron fuentes hídricas importantes como las quebradas de San Pedro, Buena
Seña, Batata, El Firme y Piloto.
En la región de la quebrada de San Pedro, en la zona denominada la Represa, donde
hubo una gran explotación de minas de oro entre los años 1930 a 1960, hubo una
gran migración de pobladores de Antioquia que llegaron buscando tierra, trabajo y
riqueza o, por lo menos, medios para subsistir, y se quedaron en la zona, por eso allí
hay fuerte presencia de mano de obra antioqueña.
En Las Palmeras existe un cultivo agroindustrial de cultivo de palma africana y
ganadería con más de 300 hectáreas cultivadas.
Otro recorrido que hicieron fue de Santa Helena, Villariza, Guamal y el Cristal,
encontrando grandes extensiones de tierras en su mayoría planas, bajas, muy
productivas, donde se encuentra la Hacienda Chipre. Esta tiene 600 hectáreas de
palma cultivada con hato ganadero, una empresa industrial legalizada en toda su
extensión, que genera más de 100 puestos de trabajo, bañada por la quebrada de San
Pedro y Norosí. Están allí mismo los cuerpos de agua Ciénaga de Cristal y caños como
el Engaño, el Obispo, que circulan sus aguas hacia estos territorios.
La zona de Villa Ariza, bañada por la quebrada El Cristal, es rica en cultivos como
arroz, maíz, yuca, plátano, pero también hay hatos ganaderos, con una población
muy cercana a los tres o cuatro mil semovientes, incluidos los hatos de Santa Elena.
328 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
La última zona por donde anduvieron fue la de la quebrada de Norosí hacia arriba,
recorrido hecho entre los meses de enero, febrero y marzo de 2021.
Este es un trayecto de 90 km bordeando la quebrada de Norosí, en donde encontraron
un afluente de agua que consideran fuerza vital para la economía del municipio,
quebrada de Norosí.
Partiendo de la cabecera municipal, quebrada arriba, hallaron una zona minera a
cielo abierto. La última fuente hídrica que encontraron fue la quebrada El Dorado,
una gran fuente que nace en la cordillera de ese territorio, el cual confluye en
territorios de Montecristo, Río Viejo, Norosí y Tiquisio. Finalmente, y por recuento de
un miembro del grupo que logró subir por la cuenca de la quebrada de Norosí, luego
de recorrer 15 kilómetros en territorio del municipio de Montecristo, hallaron el sitio
denominado Mina Seis, un sitio de extracción de oro a cielo abierto, donde se abre
paso la vía que conduce a la imponente Teta de San Lucas, lugar donde según los
mineros ancestrales se desprenden las vetas (minas de oro) hacia el resto de territorio
del sur de Bolívar y partes aledañas del departamento de Antioquia.
329
donde inició este relato. La quebrada de Norosí recibe el caudal de la quebrada de
Arenal, segunda en importancia, a la altura del sitio denominado Ciénaga de Pajaral,
y estos dos cuerpos hídricos juntos reciben más adelante las aguas de la quebrada de
San Pedro, en territorio de Río Viejo. La unidad de estas quebradas y sus afluentes
conforman allí la quebrada de la Oscura que, a su vez, conforma, junto al Brazuelo
de Papayal en el municipio de Barranco de Loba, la desembocadura que vierte sus
aguas al río Magdalena frente a la población de Juana Sánchez.
Así reconocieron la ruta que en sentido contrario recorren los pobladores de
Norosí y también la horda de colonos que continúan viniendo en busca de oro y
otras riquezas más.
En toda esa estrella fluvial encontraron una gran riqueza: extensión de bosque que
mitiga el impacto del calentamiento global y los gases efecto invernadero, por sus
reservorios de montañas, como parte de la gran reserva ambiental que conforma el
parque de la Serranía, hoy intervenida por Parques Naturales.
También permanece, desde su fundación, la extracción de madera, la cual bajan por
el río en camiones para comercializar, especialmente la llevan hasta Barranquilla,
Bucaramanga, Cúcuta, Medellín y Bogotá.
8. Aprendizajes y desafíos
Ismael describió esta profunda expedición como una experiencia maravillosa porque
les brindó la posibilidad de reconocer el territorio, sus paisajes y en él a vecinos con
muchos saberes ancestrales.
Observaron bosques nativos, impecables, de una gran riqueza en todos los sentidos.
Fueron testigos de la organización social con la que cuenta Mina Nueva y Mina Gloria,
que son los trabajos más organizados, desde donde se divisan bosques nativos, que,
como Ismael afirma, nada tienen que envidiarles a bosques europeos, con grandes
pastizales naturales y sembrados.
Contemplaron el gran valle del Magdalena, en la zona de mina Dago y mina Muerto,
desde lo alto se observa todo, lo que incluye la zona de los humedales del municipio
de Tiquisio, y la desembocadura del Río Cauca, con paisajes completamente
maravillosos, esplendorosos, que recordarán por el resto de sus vidas.
En la zona de Villa Ariza, subieron a un mirador maravilloso, como es la piedra de
Cristal y el mirador de Chipre, y quedaron extasiados con el esplendoroso y mágico
Cerro de Oso, que tiene una altura aproximada de 800 metros sobre el nivel del
mar, donde se divisa el valle del Magdalena hacia arriba, en territorio del sur de los
departamentos de Cesar y Bolívar, casi toda la región denominada Magdalena Medio
y que, como lo describieron, hay presencia de naturaleza virgen y especies nativas
330 EXPEDICIÓN PEDAGÓGICA A LO PROFUNDO DEL SUR DE BOLÍVAR - MUNICIPIO DE NOROSÍ 2020-2021
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
como el oso de anteojos y de mucha fauna. Pero lo más espectacular - insisten - fue
la visita al Cerro de Osos, ubicado en el corregimiento de Casa de Barro a los 1 100
metros de altura, donde se divisa absolutamente todo el valle del río Magdalena,
desde el sur de Antioquia, Santander, Cesar, Magdalena y Bolívar.
331
Una de las aspiraciones al compartir esta expedición y llevar a la voz pública la gran
aventura que realizaron, a través de este texto co-construido con los docentes de
UNIMINUTO, es reconocer y apropiar el territorio que les dio la vida, y buscar rutas
para recuperar los saberes secretos que custodia este impresionante territorio y que han
ido acumulando los pobladores de ese corredor natural. Es un sueño manifestado por
ellos el de construir “el diccionario biodiverso de elementos de trabajo, plantas nativas,
fauna, sitios históricos de interés ambiental y fuentes hídricas”, para que la humanidad
conozca y conserve como un bien común la riqueza exuberante de este territorio.
Finalmente, este manuscrito a dos voces entre Ismael y quien escribe, como parte de
Uniminuto, es una apuesta por reconstruir un territorio entre academia y pobladores
originarios. Es una apuesta por aprender unos de otros; es una herramienta
metodológica incorporada por el equipo de investigadores como lo es el mapeo
participativo. Fue implementada con mucho detalle por los pobladores, generando
todo un saber del que seguiremos nutriendo la reflexión académica.
Ha sido una experiencia grata, dinámica, de múltiples aprendizajes. Ha permitido
comprender que se ignoran muchas cosas - lo que apenas se está reconociendo en la
academia-. Y ha permitido dar una voz pública a saberes anónimos locales.
Construir conocimiento in situ, desde el saber acumulado de los pobladores, es
reconocer una alianza que seguirá dando a unos y otros un conocimiento mucho
más preciso acerca de los territorios y que otorga el saber necesario para aprender de
ellos y protegerlos como un bien común de la humanidad.
Referencias
Deb Roy, R (2021. Descolonizar la ciencia: el momento de acabar con otra era imperial. Descolonizar la
enfermedad. El Descubrimiento de Europa [EDDE], editorial.
Godoy, I. y Sánchez, A. (2007). El trabajo de campo en la enseñanza de la geografía. Revista Universitaria
de Investigación, (2), pp. 137-146. https://www.redalyc.org/pdf/410/41080209.pdf
Instituto Nacional de Salud [INS]. (2015). Estado de la vigilancia de la calidad del agua para consumo
humano. https://www.ins.gov.co/sivicap/Documentacin%20SIVICAP/2016%20Estado%20de%20la%20
vigilancia%20de%20la%20calidad%20del%20agua%202015.pdf
Méndez-Arreola, R. y Kalma, J. (2019). Lo que escriben los científicos locales. El texto como acción social.
Íkala, revista de Lenguaje y Cultura. 24(2),(s.p.).
http://www.scielo.org.co/pdf/ikala/v24n2/0123-3432-ikala-24-02-00271.pdf
Mora, A.I. et al. (2014). Comunicación educación un campo de resistencias. Corporación Universitaria
Minuto de Dios.
Muñoz González, G. et al. (2016). Comunicación-Educación en la cultura para América Latina: Desafíos y
nuevas comprensiones. Corporación Universitaria Minuto de Dios.
LOCUS 3 DE RIBERA
LOS HUMEDALES
Esta cuarta sección del libro denominada “La Ribera” contiene cinco artículos que
presentan los resultados de la investigación referidos a la parte baja del territorio del
Sur de Bolívar, cuyos principales cuerpos de agua son las ciénagas, los humedales, las
quebradas, los caños, las madres de agua y los grandes ríos Magdalena y Cimitarra.
De estos cinco artículos, cuatro contienen reflexiones académicas y el último, presenta
el relato de un líder social que ha luchado durante décadas en defensa de la vida y la
permanencia en el territorio. El primer capítulo escrito por Angélica María Nieto García,
profesora e investigadora de la Facultad de Comunicación de Uniminuto e integrante
333
del grupo de investigación que llevó a cabo este proyecto, presenta las características
particulares del territorio de la parte baja, las prácticas productivas que han deteriorado
notablemente las fuentes de agua y la vida de los habitantes de la región, y, algunos de
los saberes puestos al servicio de la contención de los daños producidos.
Nilson Dávila Benavides, profesional del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Medio – PDPMM en el sur de Bolívar, quien hizo parte del equipo de la investigación
“Agua para la Paz, Agua para la Vida”, es el autor del segundo capítulo denominado
“Humedales de Simití”, en el que profundiza en las problemáticas que viven estos
ecosistemas, reconstruyendo la historia del Caño Barbú y el playón El Sombrero. La
experiencia de más de veinte años de trabajo en la región, así como los profundos
lazos tejidos con las comunidades, le permiten al autor presentar una versión compleja
de la desaparición de estos dos cuerpos de agua. Este capítulo enmarca el trabajo
investigativo en una conceptualización sobre los humedales y su reglamentación a
nivel internacional, señalando el abandono histórico al que el Estado colombiano ha
sometido a esta región de inmensa riqueza hídrica.
“Pensamiento-acción paisajero de los pescadores artesanales en Simití, sur de Bolívar”
es el título del capítulo escrito por Tatiana Paola Gutiérrez Alarcón, investigadora
del Centro de Educación para el Desarrollo –CED de Uniminuto, y Juan Manuel
Galindo Pulido. En él, los autores tejen los relatos de pescadores artesanales de la
ciénaga de Simití, a partir de las nociones de territorio, sentido de lugar y paisaje,
lo que les permite aproximarse a las formas de producción social del espacio en
el sur de Bolívar. Este trabajo, que fue a la vez su tesis de grado de la Maestría en
Comunicación, Educación en la Cultura de Uniminuto, les permitió crear el concepto
“pensamiento– acción paisajero”.
El cuarto capítulo denominado “Simití: Fuente de vida, cultura y resistencia”, escrito
por el joven simiteño Jenaro Larios Carvajal, describe la historia del municipio
que le vio nacer, su riqueza hídrica, el carácter “anfibio” de sus pobladores y su
“sentipensamiento”, las afectaciones del conflicto armado y la creación de colectivos
de comunicación, medioambientales y culturales, que centran sus acciones en
defensa de la naturaleza y de la paz en el territorio de Simití.
El quinto y último capítulo de esta parte, surge de varias conversaciones entre Osman
Peña Camaño quien es vocero de la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar,
Centro y sur del Cesar, sur del Magdalena y sur de los Santanderes y Angélica María
Nieto García, investigadora del grupo “Comunicación y Construcción Social” de
Uniminuto. Las reflexiones en torno a la vida de este habitante del municipio de
Regidor, quien, por su amor a la naturaleza y sus convicciones se convirtió en líder
social, permiten comprender las tensiones y desafíos que viven los pobladores de la
región, así como la extinción de los cuerpos de agua, producidas por la expansión de
la producción del monocultivo de palma, la ganadería extensiva y la minería.
CAPÍTULO 15
INTRODUCCIÓN
En este capítulo se presentarán los resultados de la investigación en la unidad de
paisaje90, denominada paisaje cenagoso o parte baja. Allí encontramos básicamente
las ciénagas y dos ríos muy importantes, que son el río Magdalena y el río Cimitarra.
El capítulo está organizado en tres apartados.
90
Estas tres unidades de paisaje son: paisaje de montaña, que corresponde a la
parte alta; piedemonte, que corresponde a la parte media; y, paisaje cenagoso, que
hace referencia a la parte baja. Véase Gran Corema, Unidades de Paisaje.
335
En el primero se presentará una descripción general sobre esta unidad de paisaje
y su relación con las otras dos que caracterizan la región: paisaje de montaña y de
piedemonte. Se centrará en los actores que entraron en diálogo de saberes para la
realización de esta parte de la investigación y se hará un esbozo de las principales
tensiones que ellos y ellas describieron en sus conversaciones con el equipo de
investigación de Uniminuto91.
El segundo apartado contiene el grueso de los hallazgos sobre esta unidad de paisaje,
allí se tratarán las prácticas, los saberes y las experiencias de las y los pobladores
en tres actividades que se consideran de vital importancia para el análisis sobre la
relación de los seres humanos con el agua y la naturaleza de esta región: pesca,
ganadería y palmicultura.
Finalmente, a manera de conclusión, se recogerán las principales reflexiones de la
segunda parte, y, además, se propondrán algunas acciones a seguir para el cuidado
del agua y la naturaleza en la parte baja.
91
Este capítulo surge como resultado de la investigación “Agua para la vida, agua
para la paz”- - Uniminuto (Bogotá, sede Presencial).
92
En adelante, CNMH.
93
Las negrillas son nuestras.
94
Hacia el futuro, sería muy interesante hacer un ejercicio de memoria para
establecer cuáles y cuántas han desaparecido.
337
Cuencas, subcuencas y ciénagas por municipio en el sur de Bolívar (95)(96)
95
96
95
Todos los nombres que aparecen en cursivas fueron suministrados por las y los
pobladores del Sur de Bolívar
96
La Ciénaga del Canaletal es la más grande de todas, ocupa el 62% de la extensión
de este tipo de cuerpos de agua en el municipio de San Pablo (Fuente: Informe
compartido por Nilson David, referente del PDPMM para la región del Sur de Bolívar,
y que hizo parte del grupo de investigación “Agua para la vida, agua para la paz.”
Morales Río Magdalena, Quebradas: San Miguel, El Catana, Simoa, El Dique, y la ciénega de
Brazo de Atranco, Seca, Providencia, El Padilla o Ratoncito.
Morales, Brazo Juncal, La Honda, Caño Amor
de Simití, Viejo, Casa de Piedra, Simoita, La
Brazuelo de El Labranza, La María, Ay El Desierto,
Dique. Ay Quebradona, Palmasteral, San
Francisco y Ororia.
Arenal Río Magdalena Quebrada de Arenal y el caño Morrocoy
Carnizala
Tiquisio Quebradas: Tiquisio, Del Medio, Poza de Palo, Gegenal, Cariñal, El Amparo,
Bogotá (La Ventura), El Firme, El Sudán, Morrocoyal, Mata Hambre, La
Santo Domingo, Agua Fría, Bodega, La Rosa, Peronillo y La Culata.
Mojacojones, La Mojana (El Saltillo
y Sudán), Caño de los Muertos.
Norosí Q. Norosí
Río Viejo Cuenca del Quebradas Norosí, San Pedro, La La Victoria, El Ubero, La Tigrera, La Palma,
brazo de Oscura y El Azul El Esperal, El Pajaral, La Piedra, El Leal y
Morales Los Ponches
Regidor Río Magdalena Caños Olivares, Poneolla, Solera, Ciénega El Mesón, El Congal, Pozo
Don Diego, Muero, Elvira, Limón, Escondido o Concepción, El Limón, Enea,
Atascozo, Caño Saraita. Piñal, Socorro y Trabajosa
339
huyeron hacia esta región como consecuencia de la violencia bipartidista. Las distintas
“bonanzas”: explotación maderera, marihuana, coca, entre otras, han afectado los
bosques primarios, hasta tal punto que hoy día quedan pocos reductos de ellos.
En la parte media de la región, las actividades agropecuarias a pequeña y mediana
escala se realizan utilizando grandes cantidades de pesticidas que contaminan las
ciénagas y los cuerpos de agua de la parte baja, situación que se hace más compleja
cuando se piensa en todos los desechos que surgen de otras actividades cotidianas
como el aseo, la preparación de alimentos o el vertimiento de las heces humanas, a
falta de alcantarillado.
La Pesca
“El pescador, con sus piernas fijadas como estacas a la canoa, empuña el extremo
de la atarraya y, con movimientos precisos y fuertes, lanza la red, que se extiende
en toda su dimensión para atrapar a los peces que caen enredados en ella. Son
pescadores de mar, de ciénaga, de río, de lagunas, herederos de un oficio ancestral
y una tradición milenaria, cuyo saber ha sido aprendido en la cotidianidad de sus
97
La visión predominante sobre el agua en el discurso desarrollista es aquella en la
que se le concibe como bien de consumo para las actividades de los seres humanos.
Esta perspectiva antropocéntrica está siendo revaluada desde los enfoques críticos
como el biocéntrico, según el cual el ser humano hace parte de la naturaleza y, por
tanto, no es superior a ninguna de las otras especies que habitan el planeta.
98
A partir de los diálogos con las y los pobladores del sur de Bolívar, y con la ayuda
de investigaciones previas, se establecieron algunas de las prácticas, saberes y
experiencias en relación con el agua en la parte baja de la región; sin embargo, es
importante advertir que permanentemente mencionamos cómo cada una de estas
actividades entra en relación de cooperación o de tensión con las otras.
vidas, en medio de riquezas naturales que contrastan con las carencias que, a
veces, limitan su existencia” (CNMH, 2014, p.19)
Esta caracterización, tan bella como realista, habla de cientos de familias que viven
de la pesca en el sur de Bolívar, actividad que se realiza principalmente en los ríos
Magdalena y Cimitarra, y en las decenas de ciénagas con que cuenta la región99. Este
oficio, que para muchos es un arte100, es también un saber, un legado que se transmite
de generación en generación, pero que hoy día ha sufrido cambios producto de las
tensiones surgidas por la expansión de otras actividades económicas en el territorio,
como el cultivo de palma, la ganadería, la minería, la explotación petrolera y el
cultivo de coca101.
Además de estas actividades, y en parte como producto de su expansión, han surgido
prácticas de pesca que afectan el equilibrio ambiental, como el uso del trasmallo y el
zangarreo que también se le denomina taponear.
El trasmallo es una red cuyos huecos son más pequeños que los de la atarraya
comúnmente utilizada por los pescadores, su uso tiene como finalidad atrapar todo
tipo de peces y de especies que son utilizadas para el consumo humano. La práctica
de trasmallo102es inadecuada porque interrumpe los ciclos naturales de reproducción
de las especies que habitan en las ciénagas.
(…) el trasmallo está hecho de un material que es adhesivo a la piel del pez,
así que no solamente se le pega a la escama […]. Eso significa que los peces de
cualquier tamaño: grandes, pequeños, peces en estado de preñes; todo queda allí,
es decir, nada pasa por ahí, por eso es que acaba con las especies, por ejemplo:
una bocachica puede tener miles de huevos en su barriga, pero si queda en el
trasmallo, se le quita la posibilidad de que todos esos miles de peces nazcan, es
decir, en dos años, no nacen esos peces.
99
Ver Tabla 1
100
Que se perfecciona a través de la práctica.
101
“Según la ANPA, en 1985 había 150.000 pescadores en el país y 85.000 en el
Magdalena Medio. Otro estudio identifica a 46.000 pescadores artesanales que vivían
hacia 1997 de la pesca en el Magdalena Medio (Gutiérrez, 2011, p. 50). Estudios más
recientes establecen el número de pescadores en el Magdalena Medio, entre el 2000
y el 2011, alrededor de 30.000 y 50.000 (Gualdrón, 2000), 50.000 (Cormagdalena,
2002) y 45 930 (Contreras et al., 2011).” (CNMH, 2014, P. 27)
102
“Este método, también conocido en la región del Magdalena Medio como liso,
deslizao, manta o peludo, utiliza redes de entre 800 y 1 600 metros de largo que se
instalan de lado a lado del río o del caño. En el trasmallo cae todo: peces pequeños
que no han completado su crecimiento, peces a punto de desovar, las especies que
se comercializan y las que no.” (CNMH, 2014, p.98)
341
Lo otro es que, en esos sitios de reposo, los peces se mantienen en lugares donde
la vegetación es escasa, porque eso les permite respirar, allí hay oxígeno, entonces
¿qué hacen los pescadores? Pues echan el trasmallo y empiezan a hacerles bulla,
a golpearles del lado de la vegetación y los peces salen despavoridos hacia el agua
limpia y se encuentran con la red y ahí caen, entonces no se le permite mantener
sus ciclos a los animales por eso.
En el zangarreo los pescadores aprovechan una práctica natural de los peces que
consiste en refugiarse en los troncos de árboles que han caído a la ciénaga. Cuando
los animales están allí, les tiran la atarraya arropando el tronco, sacando de ahí los
peces de cualquier tamaño, lo que es perjudicial para su normal reproducción.
Los pescadores tradicionales no están de acuerdo con este tipo de prácticas, ya que,
dado su conocimiento sobre los ciclos naturales de las especies que habitan en los
cuerpos de agua, saben de los impactos negativos que tiene sobre los ecosistemas.
Este control no es porque estén cuidando las especies, sino porque es una zona de
conflicto, es decir, que si encuentran a un pescador con dinamita, eso se constituye
en un delito asociado con el conflicto armado, con terrorismo. Para los miembros
de las Fuerzas Armadas reportar a alguien como terrorista es más relevante para
su hoja de vida que reportar un pescador que está utilizando prácticas que van
contra el medio ambiente.
Lo que se puede analizar hasta el momento es que los conocimientos que tienen los
pescadores sobre la naturaleza y sus ciclos pueden ser utilizados para su cuidado o para
su depredación. Se advierten tensiones entre grupos de pescadores: entre aquellos que
consideran fundamental el cuidado de las ciénagas y de las especies de peces que viven
en ellas, y aquellos a quienes sólo les interesa conseguir dinero sin detenerse a reflexionar
sobre los impactos negativos de sus prácticas en los cuerpos de agua de la región.
103
En adelante, PDPMM.
Sin embargo, el asunto no se puede dirimir diciendo que hay buenos y malos
pescadores, es necesario comprender por qué se empiezan a utilizar prácticas que
son nocivas para las ciénagas.
Las explicaciones al aumento de prácticas como el trasmallo y el zangarreo son
diversas, pero todas tienen que ver con el deterioro de las oportunidades de
subsistencia de los pescadores. Desde la perspectiva de algunos de ellos, quienes
llevan décadas viviendo de su arte, se han creado tensiones en el territorio por
actividades económicas que deterioran los cuerpos de agua, y que poco a poco les
van quitando la posibilidad de subsistencia.
“El trasmallo, por ejemplo, es una práctica que se da porque los pescadores
duraban horas sin poder pescar nada, entonces es más fácil dejar la red varias
horas entre la tarde y la noche, y luego, ir a recoger 10 o 20 pescados, lo que
tampoco es bueno, pero es mejor que nada”. (Testimonio poblador de San Pablo)
Hay otras explicaciones, incluso que tienen que ver con lo generacional y con las
dinámicas propias de la economía del narcotráfico.
Esta práctica generó una serie de tensiones muy fuertes, entre pescadores que ven
con más respeto la naturaleza y que son celosos de utilizar nuevas prácticas, sobre
todo la gente mayor, y las nuevas generaciones que no tienen el acervo de toda esta
tradición cultural que es el arte de la pesca y que son los que empezaron a utilizar el
trasmallo. (Testimonio poblador de San Pablo).
Por las características de las ciénagas y humedales, y por la falta de control efectivo
por parte del Estado104, el tráfico de armas y de drogas ilícitas se convirtieron en una
fuente de ingresos muy atractiva para los habitantes de la región, este es otro factor de
tensión y disputas entre pescadores; de hecho, el asesinato del líder regional Lucho
Arango se produjo porque sus actividades en defensa de las ciénagas y de la pesca
artesanal incomodaban a grupos de traficantes y trasmalleros que lo acusaron de
poner en riesgo la operación de la banda criminal Los Rastrojos, que dominaba en la
zona, porque podría dar aviso o denunciar su presencia ante las autoridades.
El asesinato del líder tuvo hondas repercusiones en las organizaciones de pescadores,
que defienden el ambiente.
104
Un habitante de la región plantea que si las autoridades tuvieran deseos de
controlar el uso del trasmallo, deberían empezar por prohibir la venta de dichas
redes, las cuales son comercializadas libremente en ciudades como Barrancabermeja
o Aguachica.
343
sus amigos cercanos detuvieron sus acciones, pues algunos también habían sido
víctimas de amenazas. El Acuerdo Río Sogamoso – Complejo Llanito, con toda
la resonancia institucional que tuvo, nunca se cumplió. La ciénaga se quedó
sin defensor, sin doliente. El trasmallo y la pesca ilícita, así como el tráfico de
la economía ilegal en los caños, fueron el Goliat que ganó esta batalla, ante la
ausencia evidente de una institucionalidad responsable de los procesos de
vigilancia, control, protección y preservación de la pesca artesanal, y en general
de los humedales. (CNMH, 2014, p.43)
Ahora bien, pese al temor que generó el asesinato de Lucho Arango, su legado ha
inspirado a muchos pescadores de la región a defender los humedales, las ciénagas y
la pesca artesanal. Podría decirse que hoy día el cuidado de los cuerpos de agua es una
práctica casi solitaria de los pescadores artesanales, aunque algunas administraciones
municipales utilicen una parte de sus ya reducidos recursos para ocuparse del control
de actividades nocivas como el trasmallo o el zangarreo.
En el caso concreto de Simití, se creó la organización “Pescando Sueños”, que se
ocupa de limpiar las basuras y hacer campañas de concientización sobre el cuidado de
la ciénaga. Por su parte, la administración local “hace campañas de repoblamiento de
alevinos y campañas para alimentar los manatíes en tiempos de verano, colocándoles
buchones de agua en el centro de la ciénaga para que vengan a comer” (Testimonio
de emprendedor cultural del municipio de Simití).
Aun así, el éxito en el control de las actividades ilícitas depende en gran medida de la
coordinación de esfuerzos entre las administraciones municipales y las organizaciones
que se ocupan de cuidar la ciénaga. Un habitante de la región describe la siguiente
experiencia que se presentó en el municipio de Simití.
(…) en Simití, durante la administración del alcalde anterior (2016 – 2020), se logró
una estrecha relación con los Guardianes de la Ciénaga, al punto que trasmallo que
quitaban lo ponían en frente de la Alcaldía y, delante de la comunidad, lo quemaban.
Este hecho se constituía en una sanción social y material frente a las malas prácticas
en la pesca. Además, con la intervención de las autoridades municipales, se evitaban
enfrentamientos entre sectores de la comunidad: los que defienden las buenas
prácticas y el uso de los saberes ancestrales y aquellos, que se han dedicado a la
explotación indiscriminada de la ciénaga.
Pese a lo interesante de esta historia, la acción de las autoridades no siempre es
la más adecuada, así lo afirma un poblador quien recuerda la siguiente situación
que se presentó en San Pablo: “infortunadamente la experiencia en San Pablo es
otra. Sucedió hace un tiempo que decomisaron un trasmallo y desapareció del lugar
donde estaba en custodia, sin que ninguna autoridad respondiera por este hecho”
(Testimonio poblador de San Pablo).
Antes existía una comunicación más fluida entre los pescadores y el Inderena105 que
manejaba una metodología que fluctuaba entre ser persuasivos y ser impositivos.
Entre las cosas interesantes que hizo esta institución es que adoptó la práctica
de los pescadores de medir los peces para saber si se pescaban o se devolvían
a la ciénega. En un principio no había sanciones, sino que se daba un proceso
de persuasión para que los pescadores comprendieran la importancia de esta
práctica. Otra cosa que hacían es que le exigían a los comercializadores del
pescado que tuvieran en cuenta las medidas exigidas, ya que, al llegar a Barranca,
había funcionarios del Inderena que revisaban si se estaba cumpliendo con la
medida. Si no cumplían, se lo decomisaban y lo mandaban para la cárcel, o, para
hogares escolares; además, le imponían una multa y le sancionaban disminuyendo
el tiempo de licencia para comercializar.
105
INDERENA.
106
Institución creada en el año 2011, con el objeto de “ejercer la autoridad pesquera
y acuícola de Colombia, para lo cual adelantará los procesos de planificación,
investigación, ordenamiento, fomento, regulación, registro, información,
inspección, vigilancia y control de las actividades de pesca y acuicultura, aplicando
las sanciones a que haya lugar, dentro de una política de fomento y desarrollo
sostenible” Diario Oficial No. 48.242, 2011, p. 2. (CNMH, 2014, p. 102)
345
Este programa contempla la distribución de dedinos de cachama y mojarra, dos
especies de peces que son cultivadas en estanques de las fincas campesinas. En
palabras de un habitante de la región,
[…] Por ejemplo, este tipo de siembra de cachama se está haciendo en la parte
alta, pero si se desbordan los estanques, las aguas van al caño Santo Domingo y de
ahí, entonces, van a la ciénaga y a su paso van barriendo con lo que encuentran de
comida. Algunos argumentan que en el entorno natural hay otros depredadores,
pero no tienen en cuenta que entre las especies hay un equilibrio, es decir, que
cada uno identifica a su depredador y se defiende de él. El bocachico, por ejemplo,
sabe que el bagre es carnívoro y representa una amenaza para él, entonces en su
chip le tiene miedo al bagre y así huye de él. Mientras que la cachama es del
mismo tamaño del bocachico y seguramente él no la ve como una amenaza.
(Testimonio poblador de San Pablo)
Es importante señalar que las prácticas inadecuadas, relacionadas con el agua en
la regió, no obedecen únicamente a lo que hacen los pescadores, más adelante
haremos referencia a otras actividades muy lesivas; sin embargo, se puede advertir
que hay una falta de conciencia, una ruptura, entre el saber ancestral de la pesca y
las nuevas generaciones. Así, la pesca deja de ser un saber, una forma de subsistencia
que le da soberanía alimentaria a las familias, para convertirse en una actividad
comercial permanente.
En relación con esta última afirmación, vale la pena explicar que la pesca siempre ha
sido una actividad que implica un momento de comercialización, pero los tiempos de
pesca se dan en determinadas épocas del año y no todo el tiempo107. Los pescadores
saben cuándo se pesca, cuándo se puede aprovechar, sin que se rompa con el
equilibrio que permite la reproducción de la vida en los cuerpos de agua.
107
“Históricamente se observaban cuatro ciclos de movimiento de las poblaciones
de peces, determinadas por la temperatura y el nivel del agua, la oferta alimenticia
y las formas de reproducción de ciertas especies que migran. Los ciclos eran:
“subienda” (de diciembre a marzo), “bajanza” (de abril a junio), “mitaca” (de
junio a agosto) y “bajanza de mitaca” (de agosto a noviembre). Sin embargo, desde
mediados de los años noventa, a causa de los diferentes impactos en los cuerpos de
agua, estos ciclos se han ido transformando hasta llegar a la definitiva desaparición
de la subienda en el 2011” (CNMH, 2014, p.68).
347
Para finalizar este apartado, se puede decir que la pesca es un arte, un oficio, una
práctica y un saber que contribuye a la cohesión social. Solo por mencionar un ejemplo
de esta contribución, se destaca la “capachera”, que es una práctica tradicional
temporal, en la que un número limitado de pescadores, con sus embarcaciones, se
organiza para, de manera solidaria, maximizar sus ingresos, esto sin hacer daño al
medio ambiente.
La idea es que no importa cuánto pesque cada embarcación de manera individual, al
final de la jornada, se recoge todo lo pescado, se vende y se reparten las ganancias en
partes iguales. Esta práctica no solo permite obtener un mejor precio en el mercado,
sino que le asegura el sustento a quienes no les fue bien en la jornada y se constituye
en una forma de organización primaria de los pescadores. Sumado a lo ya dicho, los
pescadores que no fueron a labor de comercialización, pero que siguen pescando,
también reciben dinero por lo vendido en la capachera. La práctica comunitaria,
que es totalmente informal, en muchas ocasiones es el germen de organizaciones,
fundaciones o asociaciones, que pueden llegar a ser formalizadas y que contribuyen
a la defensa de los derechos de las familias que viven de la pesca.
108
“A pesar de sus impactos ambientales y baja productividad, el sector ganadero en
Colombia sigue teniendo un rol importante en la economía nacional porque genera
alrededor del 19 % del empleo agropecuario rural y cerca del 6 % del empleo total
nacional” (Paz Cardona, 2018).
109 Según el panel de expertos de Naciones Unidas sobre cambio climático, el 10%
de las emisiones de CO2, están relacionadas con la industria ganadera (Pares, 2020).
110
Áreas aptas para la actividad ganadera en colombia |Biodeversidad 2017 (humboldt.
org.co): http://reporte.humboldt.org.co/biodiversidad/2017/cap4/403/#seccion5
111
El índice de Gini de concentración de tierras en Colombia es de 0.87 (Giraldo,
2015).
Otra afectación tiene que ver con la ganadería; allí hay una ciénaga que es la
ciénaga de Pajaral, a la que un señor, el padre del actual alcalde, le abrió un
boquete para que se secara, lo que llevó a que los campesinos promovieran una
acción popular que fue aceptada, pero que la institucionalidad [CRSB] no ha
hecho llegar. Actualmente la comunidad está pendiente de los resultados de esta
acción popular. (Testimonio habitante de Cantagallo)
112
Según la organización Pares (2020): “La industria ganadera colombiana ha estado
vinculada a graves procesos de deforestación, de acumulación y especulación de
tierras y, más grave aún, de conformación y financiación de grupos paramilitares. El
mejor ejemplo es el de FEDEGAN cuyo expresidente (1991-2004) no solo promovió,
sino que asesoró a las Autodefensas Unidas de Colombia.”
113
El peso de las reses y sus cascos desecan y aplanan los acuíferos, esto es aún más
grave con el ingreso al territorio de búfalos que pueden llegar a pesar en promedio
400 kilos, mientras que una vaca hembra puede pesar la mitad (Fonseca, 2016).
349
A la construcción de boquetes, se le suma otra práctica que evita que las aguas tomen
su curso y su espacio natural: se construyen murallas o jarillones, con el consecuente
daño ecológico.
A mediados del 95 empezaron a hacer murallas y a secar las ciénagas, sin permisos de
las autoridades ambientales, ni estudios que las avalaran. A través de la Comisión de
interlocución del Sur de Bolívar, Centro y Sur del Cesar, se ha solicitado a los distintos
gobiernos que estas murallas sean destruidas y que quienes las pusieron paguen por
el daño que han causado a la naturaleza y a las personas que viven de las ciénagas;
sin embargo, esto no ha sido posible. (Testimonio de Teófilo Acuña, líder social que
fue asesinado el 22 de febrero de 2022)
Estas prácticas no solamente son lesivas para la naturaleza, sino que, para muchos
pescadores y pequeños campesinos de la región, son formas de despojo. Se despoja a
los pescadores de su medio de subsistencia, ya que se secan las aguas y desaparecen
los peces; y se despoja a los pequeños campesinos que tienen por costumbre sembrar
en los playones durante el verano, cuando el nivel de las aguas de la ciénaga baja.
Ellos hablan de despojo porque consideran que esos espacios son patrimonio común,
es decir, no son de propiedad privada.
Ahora bien, aunque hay estudios que recomiendan evitar la ganadería en esta
región debido a sus características ambientales (Etter y Zuluaga, 2018), muchas de
las políticas y planes que tienen que ver con la vocación productiva del territorio
están enfocadas a estimular la ganadería, lo que afecta la parte baja, media y alta del
paisaje regional.
de 7.000 vacas a la Serranía de San Lucas, sin pensar en las afectaciones que esto
tendría para el medio ambiente. (Testimonio de poblador de la región)
Como se puede observar, prácticas ilegales de algunos ganaderos, así como políticas
públicas desacertadas, ponen en peligro el equilibrio ambiental en la región y la
seguridad alimentaria de las comunidades que han vivido de la pesca y la agricultura.
351
En este apartado, hablaremos principalmente de tres: la desecación, la contaminación
por el uso de pesticidas y el vertimiento de desechos del proceso de industrialización,
y los daños colaterales que estas dos situaciones producen, particularmente el
empobrecimiento de los pueblos de pescadores y la precarización laboral.
El testimonio que se cita a continuación habla de la situación que se vive en San
Pablo; sin embargo, se puede afirmar que la problemática expuesta es un ejemplo
del universo de situaciones que se viven en varios lugares de la región donde hay
cultivos de palma.
Los pescadores hacen añoranza y dicen que hace una década o dos, por lo menos
500 familias, asentadas en la cabecera municipal y en el entorno de la ciénega
Canaletal119, derivaban su sustento de ahí. Hay quienes dicen que la principal
empresa que tenía San Pablo fue la ciénaga de Canaletal y hoy la Ciénaga está
amenazada de desaparecer y a eso se le suma que la extractora de aceite Loma
Fresca ha tenido una concesión de agua de la ciénaga. Estas concesiones de agua las
da la Corporación Autónoma Regional y resulta que hay un proceso de utilización
del agua y después de esa utilización, lógicamente, tiene que botarla en alguna
parte y, al parecer, esa agua regresa a la ciénaga, pero ya regresa contaminada por
el proceso de industrialización del corozo, o de extracción del aceite; y eso ha
tenido efectos sobre la ciénega de Canaletal, porque ha entrado el lodo directo, lo
cual la ha puesto en riesgo muy alto de ser inundada por el río. Esto es una tensión
permanente a la ciénega. (Testimonio habitante de San Pablo)
Ahora bien, en el municipio de Cantagallo los cultivos de palma tienen una extensión
mucho menor a los de San Pablo120, principalmente porque la economía de este
municipio se ha centrado en la explotación petrolera y en la agricultura tradicional.
A diferencia de San Pablo, los cultivos en Cantagallo son pequeños; sin embargo,
también hacen daño al ecosistema, tal como lo afirman habitantes de la región:
“porque 10 pequeños cultivos de 10 hectáreas pueden afectar lo mismo que uno
grande de 100”121.
Estos cultivos se encuentran en el corregimiento de Sinzona, ubicado en límites entre
Cantagallo y San Pablo, y las zonas de Patico Alto y Patico Bajo, en la ribera del
río Magdalena. Estas zonas son de humedal y han sido utilizadas para el cultivo de
palma, aunque por pequeños productores. En síntesis, los pequeños cultivos en masa
pueden hacer tanto daño como los grandes, ya que las características y demandas de
producción (agua, pesticidas y desechos) son las mismas.
119
Ubicada en el municipio de San Pablo
120
Nilson Dávila, referente del PDPMM en la región, plantea que en San Pablo la
extensión de cultivos de palma alcanza aproximadamente 14.000 hectáreas,
mientras que en Cangallo hay 839 hectáreas cultivadas.
121
Palabras de Nilson Dávila, referente del PDPMM en la región.
353
la Zona de Reserva Campesina de Arenal y Morales, lo que ha implicado la titulación
de la pequeña propiedad de la tierra y la organización de proyectos como la creación
de un distrito de riego que designa el agua para cultivos de arroz124 y de pancoger.
Los caños se caracterizan por tener corrientes en doble vía, es decir que si el
río está crecido, le tributa agua a la ciénaga, y es de allí de donde se alimenta la
ciénega, pero si el río baja […] la ciénega le devuelve el agua al río. Cuando está
crecido el río, baja con arena, baja con lodo, y este lodo, cuando el río mantiene
su cauce natural, un diseño natural […] los caños tienen una forma natural, unas
curvas, y en esas curvas, dicen los entendidos en la materia, que esas curvas tienen
un sentido, naturalmente tienen un sentido, porque es allí donde se amortiguan
las arenas, es decir, allí se asientan y no llegan a la ciénega […].
124
A pesar de la importancia de este proceso en términos de la defensa de la soberanía
alimentaria, desafortunadamente, aún se usan pesticidas para la producción del
arroz, lo que implica la contaminación de las aguas.
125
En el sur de Bolívar han incursionado varios grupos armados al
margen de la ley. Entre ellos encontramos las extintas Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia – FARC EP, el ELN y las fuerzas estatales.
El Ejército de Liberación – ELN [cuya presencia continúa en el territorio], ejércitos
paramilitares como el desmovilizado Bloque Central Bolívar – BCB, y la banda
criminal Clan del Golfo de alta incidencia en la actualidad. Es importante aclarar
que en el 2016 las FARC – EP firmaron un acuerdo de paz con el Estado colombiano
convirtiéndose en la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, nombre
recientemente cambiado a partido de “Comunes”. El proceso de implementación
de dichos acuerdos ha sufrido muchas vicisitudes, entre ellas la conformación de
disidencias que volvieron a las armas y que hoy día se disputan el control territorial
con otros grupos armados.
El municipio de Morales, que tiene en la pesca uno de los renglones económicos más
significativos, ha visto afectada esta actividad en los últimos años por el desecamiento
de los espejos de agua, la contaminación producida por la minería realizada desde
Mina Gallo, y por el impacto del conflicto armado en el municipio, factor este que ha
motivado el alejamiento de las fuentes hídricas por considerar estos espacios como
peligrosos para sus familias. Según uno de sus habitantes,
Se tiene miedo de ir al río. Hay rayas, hay animales y ven peligros para los hijos,
así que prefieren no ir al río, el lugar más cerca para ir al río es la Arcadia, pero no
van para allá, prefieren ir a las piscinas de Aguachica cuando de recreación se trata,
por un lado, porque están contaminadas, por otro lado, por el riesgo que corren de
acuerdo con lo sucedido en tiempos en que el conflicto armado repuntó.
Como se mencionó en el apartado sobre el cultivo de palma, hay algunas actividades
económicas que se desarrollaron, en algunos casos, de la mano del paramilitarismo y
que han afectado sensiblemente los cuerpos acuíferos de la región. De acuerdo con
uno de los habitantes de la zona:
(…) antes del conflicto, antes del 2000, había procesos fuertes de organización
de los pescadores, el PDPMM apoyó esos procesos, pero con la llegada de los
paras esos procesos se vieron afectados y con ello la protección de especies y
de los complejos cenagosos. Las luchas que han venido dando los pescadores,
por ejemplo, para que la extractora Loma Fresca no contamine la ciénaga de
Canaletal, no le sustraiga el agua con complicidad de la CVC para el proceso de
producción y de extracción del aceite, son luchas muy desiguales, porque estas
industrias tienen un poder muy grande frente al de los pescadores.
Pese a que el territorio del sur de Bolívar sigue siendo un lugar de disputa entre
actores armados ilegales y entre estos y el Estado, en los testimonios recogidos no
se logró identificar más problemáticas en relación con el agua. Es posible que este
silencio, por lo menos en lo que se refiere a la parte baja de la región, se deba a que
hoy día la presencia y el control de estos actores sigue siendo muy fuerte.
A manera de conclusión
Lo abordado hasta aquí da cuenta de algunas de las prácticas, saberes y experiencias
de los habitantes de la parte baja del sur de Bolívar en relación con el agua. Las
prácticas, que surgen de las experiencias y de la producción de saberes que se
transmiten de generación en generación y las prácticas que surgen a propósito de
nuevas circunstancias como las políticas institucionales, las dinámicas económicas y
de la guerra.
A partir de los relatos, se ha podido establecer que, pese a las prácticas de cuidado
de algunos pobladores del sur de Bolívar, la vida en esta región está en grave riesgo.
355
Las fuentes de agua, elemento fundamental para la existencia, están diezmadas y
contaminadas por las actividades humanas.
Decisiones políticas a nivel macro y micro social han privilegiado actividades
económicas que van en contravía del buen uso del agua en el territorio. En esta
reflexión, que privilegia las voces de las personas del territorio, se han identificado
prácticas asociadas a la ganadería, el cultivo de la palma de aceite y algunos métodos
de pesca que afectan significativamente a las ciénagas y ríos y, por ende, a todos los
seres vivientes de la región: humanos y no humanos.
La ganadería, actividad que se ha venido extendiendo en la región debido a programas
de reparación a las víctimas del conflicto armado, contribuye a la desecación de las
ciénagas debido a la presencia y al peso de los cascos de las reses y búfalos.
El cultivo de palma no es endémico y requiere de grandes cantidades de agua que
es tomada de las ciénagas, que son cuerpos de agua fundamentales para el equilibrio
ecológico de la región. Los palmeros han comprado grandes extensiones de tierra y
algunos campesinos han cambiado los cultivos de pancoger por cultivos de palma; lo
que produce una afectación fundamental en la seguridad alimentaria de las familias y
destruye el hábitat de cientos de especies de animales y plantas.
Por otro lado, se encuentra que las prácticas de la pesca han venido cambiando en el
territorio debido a la contaminación y desecación de las ciénagas, la desaparición de
especies de peces, la disminución de los precios del pescado en los mercados de la
región y el avance del narcotráfico.
Las difíciles condiciones económicas de las familias y el cambio de valores en relación
con la naturaleza y el arte de la pesca han propiciado enfrentamientos entre aquellos
que desean utilizar sus saberes para cuidar la vida en los cuerpos de agua y quienes
quieren, o se ven abocados, a usar prácticas nocivas para el ecosistema.
En cuanto a las actividades institucionales, es posible observar la falta de control y
cuidado estatal de los cuerpos de agua en el territorio. Como en muchos casos, el
discurso gubernamental está lejano de la realidad de su gestión; de hecho, algunas
leyes y políticas públicas parecieran apostar al urgente cuidado de la naturaleza,
mientras que, los recursos designados para su ejecución son exiguos o entrar a llenar
las arcas de los corruptos.
Desde el punto de vista macroeconómico, las políticas han ido en contravía del
cuidado del agua, ya que, como plantearon algunos de los entrevistados, desde los
años noventa se estimuló el cultivo industrial de la palma y se ejecutaron programas
de reparación a las víctimas del conflicto armado que han alentado la ganadería en
la región.
Los gobiernos colombianos se han alineado con las políticas neoliberales y con la
división internacional de la producción, en la que los países del sur explotan sus
territorios para obtener las materias primas necesarias para que la economía global
avance, devengando sus ingresos de la venta de materias primas en las que los
términos de intercambio son injustos para los pequeños productores, y lo que es peor,
con altísimos costos para las economías propias del territorio y para la naturaleza.
Por su parte, los actores armados, principalmente los grupos guerrilleros: ELN y FARC
- EP y los grupos paramilitares que operaban en la zona (Bloque Central Bolívar y
los Rastrojos), abrieron boquetes a las ciénagas con el fin de facilitar su movilidad
y el tráfico de armas, de cocaína y de suministros para la guerra, causando grandes
daños ambientales. Las fuerzas del Estado han tenido un discreto papel en el control
y cuidado de los acuíferos, situación que contrasta con la gran cantidad de efectivos
puestos al servicio del resguardo de proyectos extractivos privados.
Pese al gran daño ecológico observado y quizás justamente por esto, también hay
prácticas de cuidado que buscan contener la degradación del medio ambiente,
principalmente la de las fuentes de agua.
Se ha hablado en este capítulo de la creación de grupos de defensa de las ciénagas
como los Guardianes de la Ciénaga en Simití, y otros grupos en San Pablo, Morales
y Cantagallo. Estas personas, entre ellas muchos pescadores, arriesgan sus vidas
enfrentándose a quienes utilizan métodos ilegales de pesca como el trasmallo y el
zangarreo, actividades que en muchas ocasiones están protegidas o auspiciadas por
los grupos armados que actúan en la región.
Estos esfuerzos son más efectivos cuando las autoridades locales: alcaldía y policía
contribuyen sancionando a los infractores; aunque dada la generalización de estas
prácticas y los pocos recursos con que cuentan las instituciones para ejercer el control
en el territorio, no parecen suficientes para contener los daños ambientales.
La organización como práctica social propia del Magdalena Medio y del Sur de
Bolívar es saber y tradición que se aplica para solucionar muchos de los problemas
y desafíos cotidianos. Esta tradición se expresa en prácticas, como la capachera, que
siguen siendo formas solidarias de cooperación entre los pescadores.
El problema de la contaminación del agua es muy grave para los habitantes de la
región, frente a esto, en algunos lugares recurren a saberes como el consumo de agua
donde se encuentra el cardenillo que tiene la propiedad de limpiarla.
Para terminar, es recomendable plantear nuevas investigaciones que permitan ampliar
el conocimiento sobre estudios de caso en la región, ya que, debido a las afectaciones
globales surgidas como consecuencia de la pandemia del Covid – 19, muchos de los
encuentros con las comunidades debieron ser cancelados.
Sin embargo, los hallazgos expuestos en este trabajo sirven para avanzar en la
comprensión de los diversos impactos que tienen las prácticas, los saberes y las
experiencias de los habitantes de la región del sur de Bolívar en relación con el agua
357
como elemento fundamental para la vida. Así mismo, este conocimiento construido en
diálogo de saberes es el primer paso para formular propuestas de solución reeditando
la alianza entre las comunidades y la universidad.
Referencias
Álvarez F., Echeverry J.P, Martínez A., Márquez V., Moreno C. y J. Palacio (2012). Uso tradicional de los
recursos naturales pesqueros y conservación de la biodiversidad en regiones tropicales en desarrollo: hacia
un modelo de Ecología de la Reconciliación. Informe final. Universidad de Antioquia, Universidad de
Sevilla, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Cormagdalena.
Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH]. (2014). Lucho Arango. El defensor de la pesca artesanal.
Universidad Pontificia Bolivariana Sede Bucaramanga.
Fonseca P. (2016, 22 de julio). Conozca las razas de búfalos que existen en Colombia.
https://www.contextoganadero.com/ganaderia-sostenible/conozca-las-razas-de-bufalos-que-existen-en-
colombia
Giraldo O. (2015, 13 de agosto). Acaparamiento de tierras en Colombia.
https://grain.org/es/article/entries/5251-acaparamiento-de-tierras-en-colombia
Honduras Natural (s.f.). Palma Africana Elaeis Guineensis.
https://www.hondurasnatural.es/palma-africana-elaeis-guineensis/
Incoder. (2013). Caracterización biofísica y socioeconómica – Mapa del Área a sustraer ajustado a partir de
los análisis de información. Fundación Ecohábitats Colombia.
Indepaz. (2013). Agroindustria de la Palma de Aceite. Preguntas frecuentes sobre impactos y sostenibilidad.
http://www.indepaz.org .co/wp-content/uploads/2018/08/Agroindustria_de_la_Palma_de_Aceite-
Preguntas_Frecuentes-Indepaz-2013.pdf
Jiménez-Segura L.F., Granado-Lorencio, C., Gulfo A., Carvajal J.D., Hernández A. y
Paz Cardona A. (2018, 11 de septiembre). Ganadería en Colombia ¿Dónde sí y dónde no?
https://es.mongabay.com/2018/09/ganaderia-en-colombia-restriccion-areas/
Mondragón H. (2009, 10 de agosto). Colombia: triste historia y triste futuro del negocio de la palma aceitera.
https://www.biodiversidadla.org/Documentos/Colombia_Triste_historia_y_triste_futuro_del_negocio_de_
la_palma_aceitera
Rodero P., Rado M. y Latam M. (06 de junio de 2017). El cultivo de palma aceitera seca a los Montes de
María.
https://www.semana.com/medio-ambiente/articulo/palma-aceitera-y-su-cultivo-seca-a-los-montes-de-
maria-en-bolivar/37966/
Rodríguez J. (2020, 10 de marzo). Fedegán, una historia de violencia y depredación.
https://www.pares.com.co/post/fedeg%C3%A1n-una-historia-de-violencia-y-depredaci%C3%B3n
CAPÍTULO 16
HUMEDALES DE SIMITÍ
359
Presentación
Este capítulo da cuenta de las causas de las afectaciones sufridas por los ecosistemas
de humedales de Caño Barbú y el Playón El Sombrero, ubicados en el municipio de
Simití, al Sur del departamento de Bolívar. El primero agoniza a pasos agigantados y el
segundo está totalmente desaparecido. Estos dos ecosistemas, además de compartir
la misma jurisdicción municipal, han tenido en común intervenciones de actores
armados, ante la mirada omitida de las autoridades; además de contar con unas
comunidades y líderes que han asumido la defensa y recuperación de esos humedales
desde una perspectiva de derechos humanos.
Para una mejor comprensión de la situación e importancia de los dos humedales de
Simití (Caño Barbú y el Playón El Sombrero), se estructura el presente documento con
los temas que siguen a continuación. Uno de los substanciales que se aborda es la
elaboración conceptual de los humedales como ecosistemas anfibios que interceden
entre los ecosistemas terrestres y los acuáticos. En ese orden de ideas, es razonable
describir la importancia que tiene esos ecosistemas para la naturaleza y, en general,
para la vida humana.
Es de vital importancia exponer la forma como han respondido las autoridades
ambientales y las instituciones gubernamentales al clamor de las comunidades para la
conservación de los dos humedales, para ello es necesario un aproximarse desde la
política pública colombiana en esa materia.
El sur de Bolívar es un extenso territorio que alberga diversos pisos térmicos y una
variedad de ecosistemas, entre los que se encuentran los humedales, es por eso que
estudiar el complejo cenagoso de Caño Barbú y el Playón El Sombrero, lo debo hacer
inexorablemente desde una perspectiva de región, de allí la importancia de hacer
referencia de manera particular a los humedales del sur de Bolívar.
Es de público conocimiento la presencia de grupos armados al margen de la ley
(guerrillas y paramilitares) en el sur de Bolívar que, más allá de confrontaciones,
han tenido un interés por el control territorial, a costa de sacrificio de los actores
del territorio. De allí que han jugado un papel central en el deterioro del medio
ambiente, especialmente en la extinción de los ecosistemas de humedales. Esto
explica la necesidad de abordar la práctica de los actores armados en el marco del
conflicto, en relación con los procesos de transformación de esos ecosistemas. En
este contexto, se deben esbozar los aspectos relacionados con los humedales en
el territorio municipal de Simití y de esa manera considerar de manera descriptiva
dos de las afectaciones ambientales - que son emblemáticas- en esa jurisdicción
municipal. Se trata de los complejos cenagosos de Caño Barbú y del Playón el
Sombrero en los que, por su ubicación, se evidencia el papel que han jugado y su
gran contribución con la vida de los pobladores y al territorio. Hoy estos estratégicos
humedales afrontan sus propias angustias.
Los contenidos que integran este capítulo fueron obtenidos mediante un trabajo
investigativo apoyado básicamente en cuatro fuentes. En primer lugar, la consulta de
material bibliográfico, como fuente secundaria fue de gran aporte, de otra manera
no hubiese sido posible obtener información sobre los aspectos conceptuales,
importancia y políticas públicas sobre los ecosistemas de humedales. En segundo
lugar, se realizaron entrevistas a expertos sobre los temas abordados, sin las cuales
no hubiese sido posible profundizar en una compresión del entramado de subtemas
que se tejen en el concepto de humedal y su relevancia. En tercer lugar, durante el
proceso investigativo del proyecto “Agua para la vida, Agua para la Paz”, se le dio un
lugar significativo al saber de la comunidad, ese saber que muchas veces es utilizado
y pocas veces valorado; se trata del saber popular que aportaron líderes campesinos
y pescadores, sin el cual no se hubiese logrado entender el significado de lo que
genera vida para las comunidades que habitan en el entorno de los humedales, como
tampoco se hubiese tenido una idea más clara del concepto de la cultura anfibia.
Entender la conexión entre comunidades y los humedales permite comprender en
profundidad su lucha por la defensa y conservación de esos ecosistemas.
En cuarto lugar, he convivido por más de 20 años con comunidades habitantes de
entornos de humedales y por observación directa he sido testigo de la relación de los
campesinos y de las campesinas, y buena parte de las comunidades de pescadores,
con el medio ambiente, especialmente con los humedales. De modo que esa
experiencia de vida, además de fuente, fue motivo de inspiración para desarrollar
un trabajo de visibilizar la problemática de los humedales que, muy seguramente
muchos de los 31.702 reconocidos en Colombia, no han tenido.
361
Acorde con lo definido por Mitsch y Gosselin (2000), el término de “humedales” ha
sido utilizado generalmente para definir los ecosistemas húmedos como pantanos,
ciénagas, lagos, lagunas y áreas similares. Son terrenos saturados con agua que
combinan las características de ecosistemas terrestres y acuáticos, y mantienen
una actividad biológica que se adapta muy bien a ambientes húmedos; es por esto
común encontrar la presencia de animales y plantas estrechamente relacionados con
el medio acuático. Los elementos más importantes de los humedales son el agua, el
suelo o sustrato, y las comunidades biológicas, siendo el agua el principal elemento
que controla la vida vegetal y animal relacionada con el ecosistema126.
El Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas -SINCHI afirma que los
humedales están divididos en tres zonas. La primera es la zona alta, donde hay
tierra firme alrededor del humedal. La segunda corresponde a la zona ribereña, que
consiste en una franja de tierra con vegetación entre la zona más alta y la zona
acuática. La tercera es la zona acuática que es la parte húmeda del ecosistema. El
área acuática puede ser profunda, con una gran cantidad de aguas abiertas, o puede
ser muy superficial127.
Según Scott y Carbonell (1986), para Colombia, el MAVDT ha adoptado la definición
de humedal establecida por la Convención RAMSAR que expresa:
126
Inventario y tipificación de Humedales en la cuenca del río Orteguaza,
departamento del Caquetá, colombiana. Luisa Fernanda Ricaurte López y Marcela
Núñez Avellaneda. https://sinchi.org.co/inventario-y-tipificacion-de-humedales-
en-la-cuenca-del-rio-orteguaza-departamento-del-caqueta-amazonia-colombiana)
127
Departamento del Caquetá, Amazonia colombiana. Luisa Fernanda Ricaurte López
y Marcela Núñez – Avellaneda.
128
Política nacional para humedales interiores de Colombia, estrategias para su
conservación y uso racional. Ministerio del Medio Ambiente, Consejo Nacional
Ambiental. Bogotá, 2011 (Tomado el 20 de marzo de 2022)
presencia de flora y fauna silvestre, los seres humanos también han encontrado allí
espacios como medios de vida, ambientes sociales y culturales. Al respecto, Orlando
Fals Borda (1986) introdujo el concepto de cultura anfibia, la cual
129
Fals Borda, O. “Fundamentos de la Cultura Anfibia.”
363
3. Arrecifes de coral
4. Costas marinas rocosas; incluye islotes rocosos y acantilados.
5. Playas de arena o de guijarros; incluye barreras, bancos, cordones, puntas e
islotes de arena; incluye sistemas y hondonales de dunas.
6. Estuarios; aguas permanentes de estuarios y sistemas estuarinos de deltas
7. Bajos intermareales de lodo, arena o con suelos salinos (“saladillos”)
8. Pantanos y esteros (zonas inundadas) intermareales; incluye marismas y zonas
inundadas con agua salada, praderas halófilas, salitrales, zonas elevadas inundadas
con agua salada, zonas de agua dulce y salobre inundadas por la marea.
9. Humedales intermareales arbolados; incluye manglares, pantanos de “nipa”,
bosques inundados o inundables mareales de agua dulce.
10. Lagunas costeras salobres/saladas; lagunas de agua entre salobre y salada con
por lo menos una relativamente angosta conexión al mar.
11. Lagunas costeras de agua dulce; incluye lagunas deltaicas de agua dulce.
12. Zk(a) Sistemas kársticos y otros sistemas hídricos subterráneos, marinos y costeros.
b) Humedales continentales
1. Deltas interiores (permanentes)
2. Ríos/arroyos permanentes; incluye cascadas y cataratas.
3. Ríos/arroyos estacionales/intermitentes/irregulares
4. Lagos permanentes de agua dulce (de más de 8 ha); incluye madre viejas
grandes (meandros o brazos muertos de río).
5. Lagos estacionales/intermitentes de agua dulce (de más de 8 ha); incluye lagos
en llanuras de inundación.
6. Lagos permanentes salinos/salobres/alcalinos.
7. Lagos y zonas inundadas estacionales/intermitentes salinos/salobres/alcalinos
8. Pantanos/esteros/charcas permanentes salinas/salobres/alcalinos
9. Pantanos/esteros/charcas estacionales/intermitentes salinos/salobres/alcalinos
10. Pantanos/esteros/charcas permanentes de agua dulce; charcas (de menos de
8 ha), pantanos y esteros sobre suelos inorgánicos, con vegetación emergente en
agua por lo menos durante la mayor parte del período de crecimiento
11. Pantanos/esteros/charcas estacionales/intermitentes de agua dulce sobre
suelos inorgánicos; incluye depresiones inundadas (lagunas de carga y recarga),
“potholes”, praderas inundadas estacionalmente, pantanos de ciperáceas.
130
Manual de la Convención de RAMSAR 6ª Edición. (Tomado el 19 de marzo de 2022)
https://www.ramsar.org/sites/default/files/documents/library/manual6-2013-sp.
pdf
365
Sin embargo, según la Convención de RAMSAR, para que a un humedal se le dé
importancia nacional se deben cumplir nueve requisitos agrupados en dos categorías:
1) Sitios que comprenden tipos de humedales representativos, raros o únicos. Según
esta categoría, un humedal puede ser considerado de importancia internacional si
contiene un ejemplo representativo, raro o único de un tipo de humedal natural o
casi natural hallado dentro131.
2) Sitios de importancia internacional para conservar la diversidad biológica. En esta
categoría hay cinco criterios sobre los que se basa la decisión para determinar un humedal
de importancia internacional. Esos criterios son: i) Basados en especies y comunidades
ecológicas; ii) Basados en aves acuáticas; iii) basados en peces y iv) otros taxones (si el
1% de los individuos de la población de una especie o subespecie dependiente de los
humedales que sea una especie animal no aviaria). Más adelante se describirá el número
de humedales de importancia nacional y el área que Colombia tiene.
Un complejo de humedal se define como un conjunto de esos ecosistemas que
pueden ser de diferente tipo; sin embargo, se encuentran en un espacio geográfico
donde comparten sus características biogeográficas generales y están integrados entre sí
funcionalmente (Naranjo, Andrade y Ponce de León, 1999). Son de carácter estratégico
para la vida. Juegan un rol fundamental, a través de las funciones que se esbozan a
continuación. i) Proveen agua para uso doméstico, agrícola e industrial; ii) Sirven de
protección contra inundaciones; iii) Sirven como sumideros de carbono; iv) Recargan
acuíferos y estabilizan el microclima; v) Sirven para filtrar sedimentos, nutrientes y
tóxicos; vi) Proveen productos naturales de origen animal o vegetal; vii) Proporcionan
espacios para el turismo y la recreación; viii) Sirven de hábitat para la vida silvestre132.
Adicionalmente, y no menos importante, se resalta el uso como canal para el transporte
fluvial, ampliamente utilizado por comunidades habitantes de los entornos de los
ecosistemas acuáticos. En las comunidades del Sur de Bolívar el transporte fluvial es de
obligatorio uso para su conexión con centro urbanos o de importancia comercial.
131
https://www.ramsar.org/sites/default/files/documents/library/handbook1_5ed_
introductiontoconvention_s_final.pdf
132
Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, Humedales del Territorio CAR,
Bogotá 2011. https://www.car.gov.co/uploads/files/5adf57a6d882c.pdf
Los ecosistemas de humedales se caracterizan por ser terrenos saturados con agua que
combinan las características de ecosistemas terrestres y acuáticos, y mantienen una
actividad biológica que se adapta muy bien a ambientes húmedos; esa característica
hace que sea común encontrar la presencia de fauna silvestre y plantas estrechamente
relacionadas con el medio acuático133. Dicho de otro modo, “los humedales son
aquellos ecosistemas cuyos suelos aparecen permanente o periódicamente inundados,
tanto en ambientes de agua dulce como en aquellos que presentan cierto grado de
salinidad” (Roldán, 2022, s.p.)134.
Los científicos clasifican los ecosistemas terrestres acorde con las formas de vida
vegetal predominante y la clasificación de los ecosistemas acuáticos; lo hacen basados
principalmente en las características del ambiente físico. Estos últimos están dentro
de dos categorías principales: de agua salada o de agua dulce (Smith y Smith, 2007).
En el de la categoría de agua dulce se encuentran ríos, lagunas, madreviejas, caños,
manglares, arrozales, acequias, ciénagas, morichales, cananguchales, pantanos,
playones, charcos y caños (Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander
von Humboldt, s.f.).
Estos ecosistemas cumplen un papel ecológico muy importante por su alta
biodiversidad, por el control de inundaciones, regulación del clima, por contar con un
gran valor económico, ya que nos dota del líquido vital y nos provee de vida silvestre
y recursos forestales; además, tienen un importante valor social, ya que permiten el
desarrollo de culturas a su alrededor, la comunicación de tradiciones y el desarrollo
de actividades de esparcimiento (CAR, 2012).
La bióloga Laura Fernández Roldán, en un artículo publicado en la revista Ecología
Verde (2019), resalta que entre las características de los humedales se tiene que:
133
Humedales del Territorio CAR, Corporación Regional Autónoma de Cundinamarca,
Bogotá, 2011. https://www.ecologiaverde.com/humedales-que-son-tipos-y-
caracteristicas-2234.html
134
https://www.humboldt.org.co/noticias/humedales-un-tesoro-anfibio-que-
sobrevive-en-el-26-por-ciento-de-colombia
367
otro ecosistema de ambiente exclusivamente terrestre; v) Los humedales son el
hábitat ideal para una gran variedad de especies, entre las que destacan las aves
migratorias que llegan a los humedales de todo el mundo para alimentarse, así
como mamíferos, anfibios, reptiles, y por supuesto, peces e insectos, que eligen
las aguas de los humedales como refugio. (s.p.)
El área territorial de Colombia es de 114,2 millones de hectáreas, de ella más del 26%
se encuentra en humedales, es decir, aproximadamente 30,8 millones de hectáreas
copadas por 31.702 por estos ecosistemas; sin embargo, el Instituto Humboldt,
en publicación del 2 de febrero de 2021, reportó la existencia de 48.473 cuerpos
de agua en Colombia, de los cuales 24,2% han sido transformados. La ganadería
extensiva, la agricultura para uso industrial, la minería y la deforestación han
contribuido con la transformación o secamiento estos ecosistemas. Del total del área
ocupada en humedales, el 58% de esa área corresponde a humedales temporales (18
millones de hectáreas); el 14% humedales permanentes (4,2 hectáreas) y el 28% en
áreas potenciales (8,6 hectáreas). De los datos infográficos ofrecidos por el Instituto
Humboldt (2015), se resalta que el 90% de los municipios localizados en áreas de
humedal tienen menos de 50 mil habitantes. El 87% de la población colombiana
habita en municipios con área de humedal. En Colombia, 1.094 municipios tienen
territorios en área de humedal. En esos municipios habita el 87% de la población
nacional. El 20% del área, incluida bajo alguna figura de protección, es humedal.
Paz Cardona (2021), citando un informe del Instituto Humboldt, advierte que en
Colombia el 88% de los humedales carecen de figuras protectoras, lo cual refleja una
débil o inexistente política pública de protección de esos ecosistemas estratégicos.
Según el citado autor, sólo el 7% de los humedales ubicados en zonas de páramos
están amparados por figuras de protección. Mientras que el 5% de las áreas de esos
ecosistemas permiten un uso sostenible y de conservación135.
135
https://es.mongabay.com/2021/11/nuevo-estudio-
humedales-colombia-no-estan-protegidos/
Es común escuchar que Colombia es un país donde abundan las normas en el papel,
pero con poca aplicabilidad en la práctica, a ello hay que agregarle que la adopción de
instrumentos internacionales y la reglamentación de las normas es excesivamente lenta.
El tema de los humedales no escapa a esa realidad. Hace más de 50 años (1971), 140
países realizaron una convención en Ramsar (Dubái, Emiratos Árabe Unidos), donde
se acordaron aspectos relacionados con la protección y conservación de humedales de
importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas.
En la actualidad, 172 países han firmado el convenio RAMSAR y han incorporado
2.439 humedales a la lista amparados por dicho convenio, para un área total de
254.691.993 hectáreas136 (s.f.). Casi tres décadas después de la convención, Colombia
empezó a ser parte del convenio RAMSAR, adoptado mediante la ley 357 de 1997, y
en 1998 inscribió el primer humedal de importancia internacional, en atención a que
uno de los requisitos para ser parte del convenio es tener por lo menos un humedal
en la lista137.
Los estudios dan cuenta que en Colombia hay 31 702 humedales reconocidos, de los
cuales sólo 12 de ellos son RAMSAR, con un área total de 1.471.802 hectáreas, de
las más de 20 millones que se encuentran en estos ecosistemas, es decir, únicamente
esos tienen reconocimiento de importancia internacional. Para no desesperanzar a
ecologistas y comunidad en general, se prefiere no mencionar la cantidad de años
necesarios para que la totalidad de los humedales del país adquieran reconocimiento
o amparo de instrumentos internacionales. Colombia logra el reconocimiento
internacional de un humedal promedio cada dos años, de modo que vuelva a leer
el número con el que inició este párrafo y si multiplica por dos se tendrá el número
de años requeridos para que la totalidad de los humedales existentes en el territorio
colombiano tengan protección internacional.
El Convenio RAMSAR es el único instrumento internacional que protege los
humedales. Los Estados deben acogerse a lo establecido allí, no sólo para tener una
lista de humedales de importancia nacional protegidos, sino también para conocer
los que no ingresan en la lista. En el Convenio se establecen recomendaciones a los
Estados para que adopten medidas de protección y conservación de los humedales,
en tal sentido, el artículo cuarto de la referida convención establece:
https://www.ramsar.org/
136
Lista es la denominación de los humedales inscrito por los países en el marco del
137
Convenio RAMSAR.
369
Para considerarlos sitios que merecen atención mundial, la Convención RAMSAR tomó
en cuenta las funciones ecológicas fundamentales de los humedales colombianos
para regular los regímenes del ciclo del agua y ser hábitat de animales y plantas
características, especialmente de aves acuáticas. Vio además que son fuente de agua
dulce, contribuyen a la recarga de acuíferos, entre muchos otros servicios. Incluso
mitigan el cambio climático. La Convención reconoció que los humedales “constituyen
un gran valor económico, cultural, científico y recreativo, cuya pérdida sería irreparable”
(Interamerican Association for Environmental Defense [AIDA], 2016).
Después de casi tres décadas de la Convención RAMSAR, y seis años después de
creado el Ministerio del Medio Ambiente, Colombia entró como Estado parte a esa
Convención. Valga resaltar que para que un Estado sea aceptado en la Convención
debe tener al menos un humedal en la lista, es decir, de importancia internacional.
Dicho de otra manera, sólo hasta 1998 Colombia pudo demostrar que tenía por lo
menos un ecosistema de humedal con las características requeridos por la Convención.
Hoy, 24 años después, cuenta con 24 humedales reconocidos a nivel mundial.
La normatividad colombiana en materia de protección de los humedales se desprende
del artículo 79 de la Constitución Política Nacional, en el cual se plantea el marco
general de los derechos ambientales. En él se establece:
Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará
la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo. Es deber
del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas
de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos
fines. (Constitución Política Nacional, 1991)
Primero: integrar los humedales del país en los procesos de planificación de uso
del espacio físico, la tierra, los recursos naturales y el ordenamiento del territorio,
reconociéndolos como parte integral y estratégica del territorio, en atención a sus
características propias; y promover la asignación de un valor real a estos ecosistemas
y sus recursos asociados, en los procesos de planificación del desarrollo económico.
Consecuente con este objetivo se planteó la estrategia de manejo y uso sostenible
que, textualmente, establece: “En este sentido las estrategias, líneas programáticas y
acciones propuestas, tienen como propósito considerar a los humedales dentro de los
procesos de planificación y ordenamiento ambiental territorial del país, con el fin de
garantizar su conservación y uso sostenible” (Ministerio de Medio Ambiente, 2002).
Segundo: fomentar la conservación, uso sostenible y rehabilitación de los humedales
del país de acuerdo con sus características ecológicas y socio económicas. Para el
cumplimiento de este objetivo, el Ministerio de Medio Ambiente (2002) propuso
en el mencionado documento, como estrategia de conservación y recuperación,
que el uso principal de los humedales es el de protección, por lo que una buena
parte de estos ecosistemas del país deberá ser gestionada para su administración bajo
categorías de manejo apropiadas de acuerdo a sus potencialidades y características
Tercero: promover y fortalecer procesos de concienciación, y sensibilización a escala
nacional, regional y local, respecto a la conservación y uso sostenible de humedales.
Para el logro de este objetivo en el documento se incluyó la estrategia de sensibilización
y concientización. Entre las acciones más importantes de esa estrategia está el
compromiso del Ministerio de Medio Ambiente de liderar el diseño y aplicación de
un Plan Nacional de Concientización y Sensibilización, acordado sobre las funciones
y valores de los humedales. Estas acciones, que estarían orientadas a las comunidades
en general, contarían con la participación del Ministerio de Educación Nacional, el
Comité Nacional de Humedales y Organizaciones No Gubernamentales.
No se evidencian resultados de los objetivos, estrategias y acciones gubernamentales
en el marco de esa política nacional. Sólo por citar una de las entidades
comprometidas, el Ministerio de Educación Nacional, de quien no se conoce
directriz alguna orientando la inclusión de esas temáticas en los Planes Educativos
Municipales o los Planes Educativos Institucionales. En relación con las estrategias
y acciones de conservación, los resultados son quizá menos halagadores, la
transformación de más del 24% de los humedales, en este caso transformación
significa deterioro o secamiento, dan cuenta de la baja respuesta de los gobiernos
colombianos para atender la agonía de los humedales.
La ley 99 de 1993, en su artículo 23, establece que las Corporaciones Autónomas
Regionales son “encargados por la ley de administrar, dentro del área de su
jurisdicción el medio ambiente y los recursos naturales renovables y propender
por su desarrollo sostenible, de conformidad con las disposiciones legales y las
políticas del Ministerio de Medio Ambiente”. Sin embargo, en las 31 funciones
371
que establece la misma ley, ninguna de ellas se relaciona de manera específica con
el cuidado o protección de humedales.
Por su parte, la Ley 160 de 1994, en su capítulo X, establece los derroteros en materia
de clarificación de la propiedad, deslinde y recuperación de baldíos. Sentó las bases
protectoras para los terrenos comunales, entre ellos, los playones, siendo estos,
una de los ecosistemas de humedales. El procedimiento para la aplicación de este
capítulo se encuentra en el Decreto 2663 del mismo año. En materia de protección de
terrenos comunales, entre ellos los humedales, se resaltan algunos artículos referido
al Decreto. Artículo 35: “Constituyen reserva territorial del Estado todos los playones
y sabanas comunales existentes en el país, cuyos terrenos y usos correspondan a las
características y definiciones señaladas en las normas vigentes y el presente Decreto”.
Y el artículo 38:
El capítulo XI de la misma Ley establece las bases para la extinción del dominio
sobre tierras incultas. Consecuente con el referido decreto, en su artículo 59,
expresa:
El territorio del sur del departamento de Bolívar, según sus características topográficas,
está divido en tres zonas: alta, media y baja. En esta última se desarrollan tres
373
actividades económicas: i) cultivos de palma de aceite; ii) ganadería extensiva y iii)
minería. Esos tres renglones de la economía regional determinan el uso del suelo que
no guardan relación con la vocación de este, lo que ha conllevado a serias y graves
alteraciones de la naturaleza en el territorio.
También se encuentra una producción pesquera de características artesanales y los
cultivos de pancoger, establecidos por pequeños campesinos, que son ancestrales y
armónicos con el medio ambiente. Estas son actividades productivas de subsistencia
orientadas hacia el autoconsumo y el autoabastecimiento local y regional. Esta
concepción de producción hace que los pescadores y campesinos –cuyos proyectos
de vida se corresponden con una visión estratégica y perenne del territorio, porque
conlleva el uso de los productos de la naturaleza para la satisfacción de necesidades
humanas– estén siendo marginados y estén desapareciendo.
En esos espacios territoriales se tejen entre las comunidades relaciones de tipo social,
cultural y solidario, que van más allá de lo productivo, por lo que puede afirmarse
que han creado condiciones de género de vida, extendiendo este concepto como
el conjunto de actividades y rasgos de un grupo social, articulados funcionalmente y
cristalizados por la costumbre (la historia), que se expresan en las formas de adaptación
de dicho grupo a las condiciones del medio geográfico (Sánchez, 2013). Hay estudios
que demuestran que el Sur de Bolívar es un área clave para la prestación de servicios
ambientales asociados con la regulación del recurso hídrico en Colombia, en los que
aplica una restricción severa para el cultivo de palma (Mow, 2011).
Esos dos tipos descritos de intervención en el territorio definen dos concepciones de
desarrollo diferentes que ponen en tensión a sus implementadores. De un lado están
los ganaderos, agroindustriales y mineros, cuyas actividades se basan en una lógica del
capitalismo desarrollista, que se sustenta en la acumulación de ganancias, sin importar los
daños causados a la naturaleza, y de sacrificios de la población que habita en el territorio.
Sus características evidencian un modelo de economías de enclave o extractivas, que
saquean las riquezas renovables de manera no-renovable, sin invertir un centavo en el
territorio, sino, por el contrario, depredándolo. Es de resaltar que bajo esta concepción
de desarrollo se vuelve práctica común en las zonas bajas del sur de Bolívar– entre ellas
las del municipio de Simití– el desvío o contaminación de causes hidrográficos (caños,
ríos, quebradas) y secados de ciénagas, afectando y deteriorando los ecosistemas donde
cohabitan seres humanos, flora y fauna, llevándolos a daños irreversibles. Estos humedales
son recintos sagrados para las aves que migran en los inviernos de los hemisferios norte
y sur, permitiendo que esas especies se conserven. Por lo tanto, son una naturaleza con
estatus internacional, global, cuya desaparición afecta el equilibrio del planeta.
El motivo de las tensiones en esa franja territorial del sur de Bolívar, entre la que se
encuentra el municipio de Simití, gira en torno al uso áreas de bienes comunes, entre
las que se encuentran los complejos cenagosos. En Simití son relevantes los casos
375
Los ecosistemas de humedales no sólo son espacios territoriales de hábitat de flora y
fauna silvestre, también son lugares donde los humanos interactúan con la naturaleza,
tomando de ella para la subsistencia. En ellos los seres humanos tejen entre sí todo
tipo de relación e interacción. Una de esas formas es a través de la pesca, que se
constituye en un medio de subsistencia familiar de las comunidades de pescadores.
“La ciénaga es la empresa más grande que ha tenido mi municipio, hasta poco de allí
devengamos los ingresos y comida más de 500 familias”, manifestó un pescador de
San Pablo (Bolívar) al referirse a la emblemática ciénaga de Canaletal.
La pesca artesanal es una práctica de gran importancia para las comunidades de
los entornos de humedales, formándose alrededor de ella procesos de organización
social de diversas características y formas, propósitos y temporalidades. Constituye
además para el país una práctica ancestral de un gran valor cultural, vivo, que se
practica aún hoy y que es la demostración de la armonía entre la sobrevivencia de los
hombres y el cuidado de la naturaleza.
Uno de los métodos de pesca artesanal que se practica tiene como herramienta
principal una red o atarraya que al extenderla obtiene la forma de circunferencia,
cuyo radio oscila entre tres y seis metros. El otro instrumento es la canoa o piragua,
construida artesanalmente con trozos de madera o con tablas prensadas entre sus
bordes, su forma es cóncava, con una longitud, por lo general, entre cuatro y ocho
metros, con una cavidad de entre 40 y 60 centímetros, formada por el plan y unos
laterales de similar longitud a la cavidad. Sus extremos son obtusos donde se sitúa en la
parte delantera un hombre, generalmente en pie, encargado de organizar la atarraya
y lanzarla en el lugar y momento indicado; esa función adquiere la denominación
de atarrayero; en la parte trasera de la pequeña embarcación, otro hombre que, con
canalete en mano dirige la embarcación hacia el destino acordado con el atarrayero,
navega, dirige y hace la pausa cuando es necesario. Este oficio adquiere el nombre
particular en el argot de los pescadores, de ‘el patrón’.
Otra práctica social, cultural, económica y colectiva que se da en torno de la pesca
está relacionada con el “corraleo”. Se trata de realizar una faena de pesca, ya sea
en las ciénagas o los ríos, en la que juntan varias embarcaciones como la descrita
anteriormente. Generalmente se agrupan entre tres y doce embarcaciones, es
decir, entre seis y 24 hombres. Con sus respectivas canoas conducidas a canalete,
con distancias entre 15 y 20 metros, forman un embudo entre la parte trasera de
esa figura de las canoas. Posteriormente, se juntan los entremos, formando una
circunferencia en cuyo espacio es justo donde lanzan las atarrayas. Esta práctica se
usa como estrategia de encierro de los peces para facilitar su captura. Durante la
jornada, los pescadores se integran, cuentan chistes, se intercambian comestibles,
refieren anécdotas, comparten alegría, si hay abundancia; si hay escasez, comparten
esperanzas. En las ocasiones en las que unos tienen suerte de lograr una buena pesca
377
movilidad, abrió un dique (caño) para conectar directamente ese complejo cenagoso
con el río Magdalena. Los paramilitares, para establecier cultivos de palma de aceite,
secaron el Playón el Sombrero.
La sentencia 1357, proferida por el Tribunal Superior de Cundinamarca, en el
apartado 13.3.2, expresa
“Al respecto, señaló la delegada de la Procuraduría que con la entrada del Bloque
Central Bolívar […]se produjo un gran daño al medio ambiente, consecuencia de
diversas actividades que ejercían para su financiamiento y actos de terrorismo,
entre los que se encuentran el sembrado de coca, pesca a través de explosivos,
voladura de oleoductos, minería ilegal, palmicultura y ganadería entre otros.
Por otro lado, hizo saber que la práctica el cultivo de palma de aceite y de la
ganadería extensiva generó la destrucción de ciénagas, lo que condujo al deterioro
de la economía de los campesinos que subsistían de este recurso y a la pérdida
de caudal de ríos y quebradas, afluentes de ríos principales; desecamiento de
quebradas abastecedoras de acueductos comunitarios; fracturas en los complejos
hidrogeológicos; problemas de salud de distinta índole, por contaminación del
aire, del agua y del suelo; ruptura de los circuitos económicos sustentables[…].”
(pp. 1874-1875)
Las comunidades del sur de Bolívar han sido víctimas de esas afectaciones ambientales
por parte de los actores armados, es por eso que lo han incorporado a sus agendas
reivindicativas desde el punto de vista de defensa de sus derechos. En ese orden de
ideas, el Sujeto de Reparación Colectiva de las Comunidades de cinco corregimientos
de Simití (Monterrey, San Blas, San Joaquín, Santa Lucía y El Paraíso) y el proceso de
formulación del Plan de Reparación Colectiva incluyeron como daños causados por
el Bloque Central Bolívar de las Autodefensas, a la totalidad del área del Playón El
Sombrero, para establecer cultivos de palma de aceite. Así mismo, incluyeron como
medida de reparación colectiva la recuperación de dicho playón; sin embargo, la
Unidad para la Atención Integral y Reparación a las Víctimas, en un gesto de re-
victimización de esas comunidades, se negó a aceptar dicha medida.
En 2016, un grupo de líderes integrantes del “Comité de impulso de ese sujeto de
reparación colectiva” se reunió con directivos de la Corporación Regional Autónoma
del Sur de Bolívar – CSB, en la ciudad de Magangué. Allí la Corporación se comprometió
a realizar una inspección ocular de esos humedales, pero seis años después no se ha
realizado dicha visita. La actuación de esa Corporación en lo que respecta al Sur de
Bolívar es notablemente discreta. Según funcionarios de los gobiernos locales de los
municipios de esta región, la CSB no hace presencia en estas localidades a pesar de
las necesidades acorde con su objeto misional. La ubicación de las oficinas de esa
entidad contribuye poco a la observación, control y vigilancia ambiental en el Sur de
Bolívar; su cobertura se extiende a 25 municipios del departamento de Bolívar y sus
379
con presencia de agua permanente y otra ocasional. Los pobladores de la región
enuncian la primera como “agua limpia” y la segunda, como “playones”.
Su denominación de complejo es apropiado, en tanto que un número significativo
de ciénagas se interconectan a través de caños, a su vez integrados a un complejo
hídrico de mayor magnitud, compuesto por caños, ríos, quebradas, ciénaga,
pantanos. Cada uno de esos cuerpos de agua cumple una función importante en
las dinámicas hidrológicas.
Similar característica presenta el Playón El Sombrero, ubicado en la parte noroccidental
de la jurisdicción del mismo municipio. Este ecosistema de humedal es alimentado
por el río Inanea y la quebrada San Blas, a través de un caño. Hasta hace más de
dos décadas contaba con un área de inundación temporal y otra permanente; sin
embargo, hoy no es más que un área desierta.
Con los saberes propios, campesinos y pescadores advirtieron desde sus comienzos
sobre las consecuencias de ese proceder de los grupos armados. Bien puede decirse el
panorama del complejo cenagoso de Caño Barbú es como la crónica de la anunciada
muerte de un vasto territorio de ecosistema acuático. La situación del humedal
El Playón no fue diferente. La incursión paramilitar con el Bloque Central Bolívar
de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC, trajo consigo la implementación
de proyectos productivos. Una de esas actividades productivas fue la plantación y
explotación de palma de aceite, llegando a tener más de 1 600 hectáreas plantadas,
de las 2 200 que alcanzaron a poseer en el municipio de Simití, adquiridas a través
de diferentes modalidades que van desde las compras negociadas hasta el despojo y
la usurpación. En esta última modalidad está la apropiación del Playón el Sombrero,
sometido a secamiento, y su desaparición como ecosistema acuático para la plantación
de palma de aceite.
381
las acciones de deslinde de los playones comunales, a cargo de la Agencia Nacional
de Tierra, han sido muy lentas.
3) La ganadería: la extensa porción de terrenos comunales (playones) en el sector
de Caño Barbú, se ha constituido en un atractivo para los ganaderos que ven allí
una oportunidad para el secamiento y usurpación de esos terrenos comunales para
dedicarlo a la ganadería extensiva. Esta ha sido una práctica recurrente en ganaderos
y con ello se ha dado el deterioro de ese humedal, y la extinción de especies de fauna
y flora. Los pescadores y demás pobladores del territorio atribuyen a esa práctica la
extinción de especie acuáticas, anfibias y terrestres de la región. Con tristeza narran
que especies de la familia del Coroncoro, han pasado a ser piezas de museo para
niños y jóvenes, y no una de las especies de las que se alimentaban sus padres. Igual
suerte ha corrido el manatí.
4) Los cultivos de palma de aceite: la palma es un cultivo que por sus características para
su plantación y la facilidad para la recolección de cosecha, se debe establecer en zonas
planas y en piso con cierto nivel freático. El entorno de las ciénagas que integran el
complejo de Caño Barbú ofrece esas características, si se tiene en cuenta que su entorno
es plano; además, los espejos de agua son de poca profundidad, lo que significa que en
épocas de verano se extienden playones temporales, pero con la plantación de palma
de aceite buena parte se ha venido volviendo permanente. A ello se le suma el uso
de herbicidas e insecticidas, sin los cuales el cultivo de palma no es posible. De modo
que tanto las plantaciones de palma, como el uso de esos agroquímicos han venido
acabando con ese complejo cenagoso y las especies que albergaba.
5) La minería es una actividad económica que ha contribuido enormemente en la
transformación del complejo cenagoso de Caño Barbú. Tiene que ver la explotación
minera en su entorno. La minería artesanal en el Sur de Bolívar se explota en la parte
alta de la serranía, cuyas corrientes de aguas bajan al complejo cenagoso de Caño
Barbú, antes de llegar al río Magdalena, al oriente del municipio. En su recorrido
se encuentran con las aguas enlodadas y contaminadas con mercurio, producto de
la explotación minera que se realiza en los sectores Las Ahuyamas, Ánimas Altas,
Sinaí (Ánimas Bajas), Las Palmeras, entre otros. La mezcla de lodo y mercurio han
contribuido con el secamiento de buena parte del complejo cenagoso y el exterminio
de especies de fauna y flora, otrora abundantes en el territorio.
Llama la atención que mientras los campesinos y pescadores han hecho frente para
la conservación y protección de los humedales de este complejo cenagoso, no hayan
encontrado respaldo en las instituciones y autoridades locales. La Agencia Nacional de
Tierras inició un proceso de deslinde; sin embargo, la alcaldía municipal de Simití no
tiene conocimiento sobre el estado del proceso, como tampoco lo tiene la comunidad.
De otra parte, los campesinos y las campesinas del municipio de Simití incluyeron las
iniciativas relacionadas con la protección y conservación de humedales en el marco
del Pilar Uno del PDET (Ordenamiento Social de la Propiedad Rural y Uso de Suelos);
no obstante, no se registran avances en cuanto a la recuperación de este importante
complejo cenagoso.
138
Marca de motor fuera de borda, los pescadores les dan esa denominación a las
embarcaciones integradas por un motor y canoa, utilizadas en diversas actividades
fluviales (Pesca, Transporte de carga, para compra de pescado y transportarlo a los
puertos de ciudades de consumo o de despacho a otras ciudades).
383
Antes del daño ambiental, la gente no pescaba con atarraya dentro del humedal,
solamente en el caño cuando había la fuga139 de bocachico, de pronto entraban
pescadores por el caño y entraban a las ciénagas que estaban limpias, tiraban cinco
o cuatro lances y se iban para las casas porque no podían echar más pescado en
la canoa. Los vecinos del humedal del Playón El Sombrero pescaban con flecha,
ellos se subían en los árboles de la orilla del caño, una persona cogía cuatro o cinco
bocachicos y no más, con eso era suficiente.
Las personas usaban los playones para soltar el ganado, alrededor de unas 10 o 15
familias, no eran tantas que hacían eso, es decir, se usaban esos playones para sostener
el ganado en los tiempos de verano y sequía, el ganado en el verano engordaba ahí.
También se cazaba ponche, patos, pisingo y pavo real. Sobre todo, en el verano, se
podían cazar en las orillas y aguaitar los ponches, esconderse para cazar los patos
reales. A veces las personas tenían que enfrentarse al tigre que rondaba la zona para
poder llevar lo que cazaban.
Además, cerca al humedal había mucha madera, Tolúa, Gusanero, Dividivi, Polvillo,
Coco; muchas especies que hoy ya no existen, pues porque lo talaron totalmente,
además que esos humedales son muy ligeros en volverse a reforestar porque si se
deja un lote sin talarlo, sin quemarlo, rápidamente vuelven a haber árboles grandes
porque se ha visto, en este momento se ve en las tierras que trillaron con maquinaria
para sembrar palma y no la sembraron, hoy día hay árboles grandes nuevamente.
Lo que ha significado lo anteriormente mencionado es que se ha perdido fuente de
empleo, o sea, de producción de trabajo y de alimentación, porque los que vivían
alrededor del playón en esa época se sostenían con lo que el playón producía del
pescado, de la hicotea, babilla, porque vendían las pieles o a veces se comían la
carne; los chigüiros también los cazaban para comer o para comercializar la carne;
la hicotea también la vendían, la consumían y el bocachico también era el que la
comunidad quisiera consumir y vender.140
Desde finales de la década del 90, las AUC llegaron al Sur de Bolívar e instalaron su
centro de operaciones en el centro poblado del corregimiento de San Blas, municipio
de Simití, es decir, próximo al Playón El Sombrero. El propósito de este grupo armado
no fue sólo de carácter militar, sino que instaló una economía en la que el cultivo de
palma adquirió singular importancia141. El campesino defensor y protector del Playón
139
Momentos de salida de los peces de las ciénagas a los ríos (subienda) o en su
regreso a las ciénagas (Bajanza).
140
Relato de un campesino de la región
141
Las nociones de desarrollo y de producción que planteó el modelo paramilitar
se fundamentaron en la explotación desmedida de recursos para la acumulación y
la generación de rentas. La sentencia registra una de las denuncias realizadas por
una víctima del BCB en el sur de Bolívar; este relato describe cómo la estructura
secó un humedal a fin de sembrar palma y mantener ganado. Este tipo de conductas
representa una clara afectación al ecosistema y la vida, pues los playones y
El Sombrero expresa:
humedales son parte esencial de la flora y fauna que habita en los cuerpos de agua
de la región, lugares donde las comunidades ejercen de forma tradicional sus labores
productivas. Los paramilitares en la región pescaban en los ríos Boque e Inanea
con granadas [de fragmentación], y pues también para cultivar un tramo de palma
africana en uno de los predios, hicieron una “chamba” con una retroexcavadora
y secaron un humedal, acabando con muchas especies que allí se criaban, ese
humedal lo secaron y según el cuento es que la palma que sembraron allí es uno
de los “carajos” que ayer nombraba Don Rodrigo; creo que son 80 hectáreas y creo
que no es ni el 2 % del humedal que dañaron, ese cultivo de palma que sembraron
en esa parte nunca ha sido productiva, ni lo va a ser, porque nunca ha crecido
por problema del humedal y sí acabaron con el humedal al secarse, los vecinos en
general limpiaron e hicieron potreros y hoy día en este territorio lo único que hay es
búfalos y ganado, lo que alimentaba y daba muchísimo trabajo y producía muchas
especies, daba mucha comida a miles de familias, hoy en día es de máximo de 10
familias. (TS Bogotá, Sala de Justicia y Paz, Rad. 110012252000201400059, 2018,
19 de diciembre, p. 615) Tomada de Arrasamiento y control paramilitar en el sur
de Bolívar y Santander Bloque Central Bolívar: violencia pública y resistencias no
violentas. Tomo I (p. 291).
142
Corporación Autónoma Regional del sur de Bolívar.
385
CONCLUSIONES
En este capítulo se ha propuesto una aproximación al concepto de humedales que,
según la definición de Mitsch y Gosselin (2000), son terrenos saturados con agua
que combinan las características de ecosistemas terrestres y acuáticos, y mantienen
una actividad biológica que se adapta muy bien a ambientes húmedos; es por esto
común encontrar la presencia de animales y plantas estrechamente relacionados con
el medio acuático. Los elementos más importantes de los humedales son el agua, el
suelo o sustrato, y las comunidades biológicas, siendo el agua el principal elemento
que controla la vida vegetal y animal relacionada con el ecosistema. De acuerdo con
sus características, se clasifican en tres tipos de humedales: a) marinos y costeros; b)
continentales y 3) artificiales.
Por su parte, la bióloga Laura Fernández Roldán resalta que entre las características
de los humedales se tiene que: i) son áreas de transición o cambio progresivo entre
los sistemas acuáticos y terrestres, es decir, ecosistemas mixtos; ii) constituyen zonas
de inundación de manera que pueden ser temporales o permanentes; iii) las aguas
de los humedales pueden ser aguas estancadas, corrientes, agua dulce, salobre o
salada, incluyendo aquellas áreas marinas cuya profundidad en marea baja es menor
de seis metros; iv) el límite de cualquier humedal queda determinado por el tipo de
vegetación hidrófila (con buena predisposición al agua) que aparece en el terreno, de
manera que al cambiar el tipo de vegetación por otra no hidrófila, podremos distinguir
cómo el ecosistema de humedal termina y da comienzo a otro ecosistema de ambiente
exclusivamente terrestre; v) los humedales son el hábitat ideal para una gran variedad
de especies, entre las que destacan las aves migratorias que llegan a los humedales de
todo el mundo para alimentarse, así como mamíferos, anfibios, reptiles y, por supuesto,
peces e insectos, que eligen las aguas de los humedales como refugio.
Colombia, por ser un Estado parte de la convención RAMSAR, está obligado a
adoptar estrategias y acciones para la protección de los humedales, en ese sentido
ha construido una política pública para tal propósito, basada en tres objetivos: 1)
integrar los humedales del país en los procesos de planificación de uso del espacio
físico, la tierra, los recursos naturales y el ordenamiento del territorio, reconociéndolos
como parte integral y estratégica del territorio, en atención a sus características
propias, y promover la asignación de un valor real a estos ecosistemas y sus recursos
asociados, en los procesos de planificación del desarrollo económico; 2) fomentar la
conservación, uso sostenible y rehabilitación de los humedales del país de acuerdo con
sus características ecológicas y socio económicas; 3) promover y fortalecer procesos
de concienciación, y sensibilización a escala nacional, regional y local, respecto a la
conservación y uso sostenible de humedales.
En lo que hace referencia a los humedales en el Sur de Bolívar, a pesar de que buena
parte de este territorio se encuentra en humedales, son pocas las acciones para su
Referencias
Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH]. (2021). Bloque Central Bolívar: violencia pública y
resistencias no violentas. Tomo I.
Colegio de Michoacán. (2016). Cultura Anfibia: Relaciones socioproductivas, saberes locales y paisajes
estacionales en Castañal, Bolívar, Colombia. La Piedad.
Consejo Nacional Ambiental. (2011). Política nacional para humedales interiores de Colombia, estrategias
para su conservación y uso racional. Ministerio del Medio Ambiente. ttps://www.minambiente.gov.co/wp-
content/uploads/2021/10/Poli%CC%81tica-Nacional-de-Humedales.pdf
Convención para los Humedales. (1971). Criterios para Sitios RAMSAR. https://www.ramsar.org/sites/
default/files/documents/library/ramsarsites_criteria_sp.pdf
Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca. (2011). Humedales del Territorio CAR. https://www.
car.gov.co/uploads/files/5adf57a6d882c.pdf
Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca. (2012). Humedales del Territorio. Sistema regional de
áreas protegida.https://www.car.gov.co/uploads/files/5adf57a6d882c.pdf
Corporación Regional Autónoma de Cundinamarca. (2011). Humedales del Territorio CAR. https://www.
car.gov.co/uploads/files/5adf57a6d882c.pdf
Fals Borda, O. (2015). Fundamentos de la Cultura Anfibia. (s.d.e)
Fernández, L. (2022). Humedales: qué son, tipos y características. https://www.ecologiaverde.com/
humedales-que-son-tipos-y-caracteristicas-2234.html#anchor_0
Instituto Humboldt. (s.f). Biodiversidad – Humedales. http://www.humboldt.org.co/es/noticias/actualidad/
item/618-humedales
Instituto Humboldt. (s.f.). Infografía Humedales. http://www.humboldt.org.co/images/pdf/
infografiamapahumedales.pdf
Manual de la Convención de RAMSAR 6ª Edición. (2016). RAMSAR. https://www2.congreso.gob.pe/
sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/772047FB49421BE405257C630051A691/$FILE/61_pdfsam_Manual_
convenci%C3%B3n_de_Ramsar_2013.pdf
Ministerio de Medio Ambiente. (2002). Política Nacional para Humedales interiores de Colombia Estrategias
para su conservación y uso sostenible. Ministerio de Medio Ambiente.
387
Mow, M. (2011). La crisis socio-ambiental del Sur de Bolívar. Revista Semilla. https://www.semillas.org.co/
es/la-crisis-socio-ambiental-del-sur-de-bol
Naranjo, L., Andrade, G, y Ponce de León, E. (1999). Bases Técnicas para su Conservación y Uso Sostenible.
Instituto Humboldt y Ministerio de Medio Ambiente.
Paz, A. (2021). Nuevo estudio indica que el 88 % de los humedales de Colombia no están
protegidos. Mongabay. https://es.mongabay.com/2021/11/nuevo-estudio-humedales-colombia-no-
estan-protegidos/#:~:text=El%20pa%C3%ADs%20cuenta%20con%20cerca,su%20territorio%20
continental%20e%20insular.
Red de Desarrollo Sostenible. (2016). Seis Humedales Colombianos de Importancia Mundial. https://www.
ramsar.org/
Ricaurte, L. y Núñez, M. (2015). Inventario y tipificación de Humedales en la cuenca del río Orteguaza,
departamento del Caquetá, Amazonía colombiana. https://sinchi.org.co/files/publicaciones/publicaciones/
pdf/HUMEDALES_interactivo_06_03_15-2.pdf
Sánchez, M. (2013). Géneros de Vida Complejos y su Expresión en el Paisaje Suburbano en Mixquic.
Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Iztapalapa.
Thomas, S y Smith, R. (2007). Ecología. Pearson.
388
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 17
389
Simití es un municipio ubicado al sur del departamento de Bolívar y pertenece a la
gran región del Magdalena Medio. Limita al norte con el municipio de Morales, al
occidente con Santa Rosa del Sur, al sur con San Pablo y al oriente, por el costado
sur del departamento de Santander, con la vertiente del gran río Magdalena. Simití,
o chimití143, significa ‘mucha tierra’ o ‘tierra de abundantes aguas’ y fue fundado en
1537; resulta ser uno de los primeros pueblos fundados en las nuevas tierras, incluso
antes de Bogotá, que se fundó en 1538, es decir, un año más tarde y antes que
Mompós, que se fundó en 1540, tres años después. De hecho, el economista Viloria
(2011) describe la entrada de las embarcaciones provenientes de Europa en este
territorio y los aledaños:
Esta región fue explorada desde los primeros años de la conquista. Es así como
en 1537 el capitán Antonio Lebrija y Maldonado, miembro de la expedición de
Gonzalo Jiménez de Quesada, que más tarde fundaría Santa Fé, remontando
uno de los brazos occidentales del río Magdalena, llegó a la ciénaga de Simití,
en donde encontró un poblado indígena que rebautizó con el nombre de San
Antonio del Toro de Simití. (p. 6)
En la región se albergaron poblaciones precolombinas que pertenecían a dos grandes
familias étnicas: los Caribes y los Chibchas. Los Caribes se extendieron desde la zona
antioqueña de la Costa Atlántica hacia el sur del departamento de Antioquia, por los
ríos Atrato, Cauca y Magdalena. Esta etnia contaba con dos familias, los Tahamíes
y los Nutabes, habitantes del río. Los indígenas pertenecientes al pueblo Tahamíes
fueron exterminados, sometidos, ultrajados y saqueados en diferentes momentos.
Primero, por la invasión maya, luego por la expansión de los caribes procedentes del
Amazonas y, finalmente, por el hombre blanco a causa de la invasión europea y las
lógicas de imperialismo y capitalismo español (Uribe, 1887).
Además, existieron dos pueblos en la región: los Guamocoes, que vivían en la Serranía
de San Lucas, y los Malibús, ubicados en la parte baja. El pueblo de los Malibús
tenía un cacicazgo en la Depresión Momposina y otro en Simití. Estos indígenas
cultivaban maíz, yuca dulce y yuca brava, arroz y fríjol. Practicaron la economía de
subsistencia a través de la pesca, la caza, la agricultura y la recolección de alimentos
vegetales; un modo de vida semejante al del hombre ribereño, actuales habitantes
del río Magdalena. En el siglo XVI, a la llegada de los españoles, los Malibús tenían un
patrón de poblamiento lineal sobre los barrancos que bordean los cursos de los ríos,
en viviendas dispersas y caseríos ribereños. Los Malibús de las ciénagas ocupaban
los pueblos de Senpeheguas, Panquiche, Sopati, Simichagua (actual Chimichagua),
Sopatosa (Zapatoza), Soloba. Los Malibús de río, Tamalaguataca, Tamalameque,
Nicaho y toda la orilla, río abajo, hasta Tenerife, incluyendo Chimití (Groot, 1989). En
143
Tribu perteneciente a la nación de los Tahamíes.
la serranía de San Lucas existen indicios y hallazgos arqueológicos que dan cuenta de
que también habitaron comunidades Chimilas y Yamahaníes.
Por su ubicación estratégica, escondida entre las montañas, y la espesa vegetación
de las riberas del río grande, Simití se convirtió muy pronto en un lugar ideal para
albergar a los esclavos huidos y libertos en la época de la invasión. Fue así como
se convirtió en un Palenque, con la misma fuerza y tradición que hoy conserva,
por ejemplo, el Palenque de San Basilio, en el norte del departamento de Bolívar,
reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO) como patrimonio intangible de la humanidad. Por lo tanto,
Simití ha convertido a la región en portadora de patrimonio cultural, oral e inmaterial
de la humanidad, pues las historias, las canciones, la poesía, la música y la danza
narran parte de la época de la conquista. De hecho, la UNESCO (2003) ha señalado
que el Carnaval de Barranquilla ha sido desarrollado a partir de las fuentes históricas
y culturales de los pueblos del río Magdalena, entre ellos, y con gran relevancia, de
Simití (Barragán, 2015).
Dada la presencia de recursos naturales y minerales, como el oro, ubicado en las
minas de Guamocó, y las tierras fértiles para el cultivo o las ciénagas, las cuales fueron
fuente de trabajo por muchos años debido a la comercialización de todo tipo de
peces, Simití adquirió gran importancia durante la época colonial. A propósito, el
historiador simiteño Leoncio Bastidas (1956) señala que:
Simití, antigua y rica ciudad, fue célebre en tiempos del Reino de Nueva Granada,
siendo después de Cartagena y Mompós la población más importante en la olla
del río Magdalena, por las ricas minas de oro y de plata que en sus cordilleras
explotaban los españoles con sus cuadrillas de negros esclavos, de cuyos trabajos
se han encontrado vestigios en las regiones de San Lucas y Guamocó, y también
por ser lugar de escala para los viajeros que subían a Santa Fé, pues no había otra
población, después de Mompós, donde descansar con comodidad del estropeo
que producía el penoso viaje en champanes hasta Honda, y dónde estar libre de
los ataques de los indios. (p. 25)
En la época de la Gran Colombia y la República de la Nueva Granada, Simití fue
uno de los municipios que componían la extinta Provincia de Mompós. En su
jurisdicción territorial estuvieron las áreas que hoy se conocen como San Pablo,
Canaletal, Cantagallo, Santa Rosa, Morales, Norosí, Río Viejo y Badillo; en el año
1824 fue denominado cabecera de Cantón o Provincia, por la ley 1 del 25 de junio
del mismo año. Vale la pena señalar que por esa época se establecieron actividades
comerciales y mercantiles con el Banco (Magdalena), Mompós (Bolívar), Magangué
(Bolívar) y Honda (Tolima), a través de embarcaciones fluviales provenientes de los
mercaderes momposinos, quienes comerciaban implementos diversos como telas,
drogas y vasijas, entre otros.
391
En el año 1935 se independizaron los corregimientos de San Pablo, Canaletal y
Cantagallo, y en el año 1984 también se independizó Santa Rosa. Estos procesos
condenaron al pueblo a un letargo y avance lento debido a la pérdida de las minas
de Guamocó y de las extensas tierras para el cultivo de arroz, maíz, caña o café,
las cuales le suministraban más del 50% de su riqueza. Sin embargo, pese a estas
adversidades, el pueblo simiteño logró erigir su propia economía a través la minería,
la agricultura, la pesca y, como popularmente se dice, ‘el rebusque’ (trabajo informal)
de los pobladores mediante la venta de fritos, comidas, verduras, electrodomésticos,
etc., en establecimientos o en sitios públicos.
Hoy por hoy, la situación del municipio es crítica. Las cifras arrojan altos índices de
pobreza y marginalidad de la población, de hecho, el Departamento Administrativo
Nacional de Estadística (DANE) menciona que Simití ostenta la quinta categoría como
municipio básico, es decir, la población no es superior a veinte mil habitantes y los
ingresos no superan los veinticinco mil salarios mínimos legales mensuales, esto de
acuerdo con los parámetros de la Ley 1551 de 2012 expedida por el congreso de
la república. Además, los habitantes se ubican dentro de los estratos uno y dos y la
medida de pobreza multidimensional municipal es de 54,8%, lo cual significa que las
condiciones económicas no son alentadoras para más de la mitad de los habitantes
del municipio (DANE, 2020).
El objetivo del presente artículo es sensibilizar a los lectores sobre la importancia y
defensa del recurso hídrico para el municipio de Simití, ya que ha tejido el desarrollo y
la identidad histórica, cultural y ambiental del pueblo. Además, los habitantes generan
una relación fuerte con el agua, ya que permea todas sus actividades diarias. Así,
los habitantes actúan, viven y se transforman dentro de un proceso histórico-natural
de formaciones sociales y comunidad de reproducción identificable como laderas,
caseríos o pueblos. En el texto se reflexiona sobre las experiencias de la defensa
del agua llevadas a cabo por el Colectivo de Comunicaciones “Pescado, Sombrero
y Tambó”. El texto se divide de la siguiente manera: la primera parte, titulada ‘Un
municipio rodeado de agua’, identifica la cuenca hídrica del municipio de Simití;
el segundo apartado, ‘El conflicto armado llega a Simití’, trata sobre las disputas
territoriales y el actuar delictivo de los diferentes grupos subversivos que coexisten
en el territorio; la tercera sección, ‘Comunicación para la paz’, relata la importancia
del Colectivo de Comunicaciones “Pescado, Sombrero y Tambó” en la defensa del
agua y búsqueda de la paz. Como cierre, se realizan algunas consideraciones finales.
144
Embarcación generalmente de motor construida en cerámica.
393
EL CONFLICTO ARMADO LLEGA A SIMITÍ
Es innegable que el Sur de Bolívar fue una región azotada por el conflicto armado. La
poca presencia estatal dificultó el desarrollo de proyectos y programas de inversión
para esta zona. Los campesinos fueron las principales víctimas de la desidia del Estado
colombiano, ya que eran buenos cultivadores, pero no contaron con elementos
adecuados para la comercialización de sus cultivos. Sumado a lo anterior, las zonas
de difícil acceso, las vías en mal estado y la infraestructura física ocasionaron costos
de producción elevados y pérdidas económicas.
A la situación anterior se suma el hecho de que el complejo cenagoso de Simití, y en
especial el río Magdalena, ha sido testigo mudo de la crueldad con que actúan los
grupos armados. Debido a su ubicación estratégica, pues conecta el sur con el norte
del país, los cuerpos de agua se convirtieron en escenario de disputa por parte de
los actores del conflicto armado en Colombia. Por esta razón, también han servido
como corredores estratégicos para el negocio del narcotráfico; negocio que asegura
el sostenimiento y la supervivencia de grupos paramilitares, guerrillas, delincuencia
organizada e, inclusive, figuras de la política nacional acusadas de tener nexos con
estos grupos.
A partir de la década de los setenta llegó la bonanza marimbera145 a este territorio a
través de la figura de los terratenientes, quienes tenían grandes cultivos ilícitos que les
aseguraban riquezas y gran poder en la región. Esta situación empeoró con la llegada
de los grupos al margen de la ley, especialmente con las FARC y el ELN, quienes
vieron en los cultivos ilícitos el negocio propicio para el sostenimiento de sus grupos
y, por ende, gestaron disputas por el territorio.
El ELN incursionó en los municipios de San Pablo, Morales, Santa Rosa, Simití, Arenal,
Regidor, Río Viejo y Tiquisio a inicios de los setenta, con los frentes José Antonio
Galán, Manuel Pérez Martínez, José Solano Sepúlveda, Héroes y Mártires. Por su
parte, las FARC aparecieron años más tarde, a mediados de la década de los ochenta.
Con este grupo se intensificó el conflicto en la región pues también se disputaron
territorio con los terratenientes y, posteriormente, con las AUC (Gutiérrez, 2018).
La bonanza marimbera tuvo su fin a mediados de los ochenta cuando fue reemplazada
por la siembra de coca y su procesamiento en clorhidrato de cocaína. Pese al cambio
de cultivo, el ELN y las FARC continuaron con la reyerta por el control territorial
para la producción de estos cultivos. De hecho, entre 1991 y 1994, periodo de
tiempo en el cual se dio el primer auge de este negocio ilegal, las dos guerrillas
ejercieron un fuerte control militar en los territorios donde se cultivaba, entre ellos,
Simití (Gutiérrez, 2018). De ahí las dos tomas guerrilleras en el casco urbano del
municipio protagonizadas por el ELN en 1988 y 1997, los desplazamientos forzados,
los asesinatos y los despojos de tierras a campesinos.
En medio de esta guerra por el control de la tierra, los terratenientes empezaron a
establecer alianzas con el grupo paramilitar de las AUC. Así, el panorama se tiñó de
negro o, mejor, rojo sangre. El ingreso de los paramilitares al Sur de Bolívar se dio a
mediados de los noventa, específicamente en 1997, año en el que estaba en disputa
el control de municipios de San Pablo, Santa Rosa, Cantagallo, Río Viejo, Simití,
Montecristo, Morales y Altos del Rosario. Las AUC lograron ingresar a los cascos
urbanos mediante el frente Sur de Bolívar, perteneciente al fuerte y consolidado
Bloque Central Bolívar (Misión de Observación Electoral, 2016) y realizaron
tomas paramilitares en la zona rural del municipio de Simití, concretamente en el
puerto fluvial sobre el río Magdalena, en el corregimiento Cerro de Burgos y en el
corregimiento de Monterrey en el año de 1998; y en la vereda El Piñal en 1999.
Además, las AUC arrojaban personas a los caimanes en los cenegales más apartados.
Por esta razón, los campesinos tuvieron que dejar sus tierras y migrar o desplazarse a
otros territorios en busca de una mejor calidad de vida y paz.
Las AUC tuvieron el control territorial del Sur de Bolívar por más de cinco años
hasta que el 15 de julio de 2003, después de un proceso de diálogos, se firmó un
polémico acuerdo de desmovilización con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Las
desmovilizaciones de las Autodefensas se iniciaron el 25 de noviembre de 2003, en
Medellín, con el bloque Cacique Nutibara y terminaron el 15 de agosto de 2006, con
el bloque Elmer Cárdenas (Verdad Abierta, 2008).
En la región hoy en día se vive una desolación inmensa. [Los grupos insurgentes]
dejaron enfermedades, prostitución, delincuencia común y mafias, que hacen
parte de los carteles de Cali, de la costa y de Santander. Hoy en día, estos pueblos
del río ya ven pocos guerrilleros o autodefensas, pero sufren la presencia y acción
de mafias que manejan desde la gasolina, los café internet, establecimientos
varios, transporte y que influyen en la política local. (Barragán, 2016, p. 25)
En suma, las confrontaciones y disputas entre los tres actores armados irrumpieron
de manera abrupta el tejido social de esta población pesquera y campesina,
modificando su proyecto de vida, sus tradiciones, sus costumbres y sus dinámicas.
El flagelo del conflicto ocasionó despojo de tierras, desplazamiento forzado, tomas
paramilitares y guerrilleras, asesinato de habitantes y reclutamiento de infantes de
la zona rural para la guerra, lo cual implicó una grave vulneración de Derechos
Humanos y marginalidad en el municipio. Pese a este panorama económico y social,
395
las comunidades del sur de Bolívar tienen las esperanzas puestas en el proceso de
paz; en especial, el pueblo simiteño. Los habitantes de la región están a la espera del
cumplimiento de los acuerdos que se establecieron en torno a la paz para que las
obras y programas sociales permitan el desarrollo de una de las zonas más olvidadas
del país. Así pues, resulta fundamental visibilizar la historia y actualidad de estas otras
“Colombias”, que han padecido las vicisitudes, vejámenes y desidia del conflicto
armado y del Estado colombiano pero que encuentran en la cultura una forma
particular de vida y resistencia.
Por consiguiente, en esta lejana y abandonada tierra han surgido dinámicas comunitarias
de participación y comunicación que han logrado procesos de reconstrucción del tejido
social a través del empoderamiento por parte de la comunidad y del uso de diversos
mecanismos de comunicación comunitaria, tales como la radio y la cultura propia.
397
Pescado, Sombrero y Tambó”, tres elementos identitarios de la cultura simiteña:
‘Pescado porque es el sustento de la mayoría de pobladores y pobladoras que aquí
habitan; Sombrero porque pescador que se respete usa un sombrero, sea dañado,
remendado, total un sombrero; y Tambó porque nuestro pueblo tiene una cultura
multiétnica y pluricultural’. Así pues, el colectivo se terminó de constituir de la mano
de los licenciados Sofía Torrenegra y Yamil González, en ese entonces, profesores
del Colegio Departamental Antonio de Lebrija de Simití, hoy Institución Educativa
Eutimio Gutiérrez Manjón.
Contra todo pronóstico, el colectivo permaneció diecisiete años trabajando por el
desarrollo de la región sur bolivarense, uno de los territorios más olvidados estatalmente
y donde el conflicto armado fue constante, como ya se evidenció. Niños, niñas y
jóvenes al son del micrófono, la frecuencia dial, los libretos, la cultura y los programas
emitidos los sábados y domingos por la Emisora Comunitaria Simití Original Stereo les
dijeron a los actores del conflicto armado colombiano: ‘NO a la guerra, SÍ a la paz’.
Los temas de las diferentes secciones se plantearon en una agenda temática conforme
al acontecer simiteño. La directora y los niños establecían plenarias para identificar
temas y problemáticas del territorio y hablar de estas; de esta manera se construía la
agenda temática de un mes.
Con el transcurrir de los años, debido a la gran cantidad de personas que se sumaban
al colectivo, la directora Sofía Torrenegra dividió el grupo en tres subgrupos y asignó
un coordinador o coordinadora para cada uno de estos:
• Alharaca, “Un programa para los más chirriquiticos y chirriquiticas de la casa:
cuentos, valores, poemas, chiqui-adivinanzas, saludos, derechos, esto y mucho
más aquí en Alharaca, bienvenidos y bienvenidas” (Cortinilla programa Alharaca).
Este grupo estuvo pensado para una población de cero a siete años para que los
niños y las niñas se iniciaran en el mundo de la radio. Se convirtió en una suerte de
laboratorio experimental, pues todos los integrantes debieron aprender el lenguaje
radial: cortina, clips, cabezotes de entrada y de salida, recitar poemas, crear cuentos
y hacer un libreto. El programa de este grupo se emitió en vivo todos los sábados de
3:00 a 3:30 por la Emisora Comunitaria Simití Original Estéreo.
• Los niños y las niñas tienen la palabra, “Un programa para la promoción y difusión
de los derechos de los niños y de las niñas: música, derechos sexuales y reproductivos,
Simití ecológica, el artista de la semana, tips de belleza, unidad investigativa, chiqui-
saludos, valores, esto y mucho más aquí en los niños y las niñas tienen la palabra”
(Cortinilla programa Los niños y las niñas tienen la palabra). Este grupo fue el segundo
paso y estuvo pensado para una audiencia entre ocho a dieciséis años. Los integrantes
del grupo debían tener más compromiso y trabajar con más desempeño, pues se
hacía investigación, entrevistas y microprogramas, entre otros. El programa de este
grupo inicialmente se emitió en vivo todos los domingos de 10:00 a 10:30 de la
mañana, pero a partir del año 2014 duró hasta las 11:00.
• Por último, existió el Grupo Juvenil que permaneció más de tres años en
funcionamiento. Allí estaban los niños más grandes del Colectivo, es decir, los de
grado décimo y undécimo, quienes iniciaron con el proceso en el año 2000 y ya
habían asistido a todos los talleres de formación. Ellos tenían un programa que duraba
dos horas y que presentaban antes del grupo Alharaca (Barragán, 2015).
El colectivo encontró en sus programas “la importancia de identificar problemas,
cuestionarse, cuestionar la realidad social y plantear alternativas de solución de
manera reflexiva, crítica e indagadora, y proponer la reflexión constante para analizar
procesos y generar verdaderos cambios” (Moreno, como se citó en Castellar, Navarro
y Rocha, 2012). Por esta razón, con el desarrollo de estos programas, los integrantes
de los tres grupos se convirtieron en la voz de denuncia de toda la comunidad para
visibilizar las problemáticas sociales del Sur de Bolívar: contaminación de la naturaleza
(fuentes hídricas como la ciénaga principal del municipio de Simití), conflicto armado,
abuso sexual, corrupción, violencia intrafamiliar y maltrato infantil, entre otros.
El uso de la cultura es un elemento esencial para el éxito de las estrategias de
comunicación. El colectivo impregnó las tradiciones y las costumbres del pueblo en
sus campañas, sus estrategias y sus programas radiales. Esto siempre se logró a través
de la sabiduría popular del pescador, el gestor cultural, el cantautor, el coplero y
el cuentero, entre otras figuras propias de la región, ya que sus voces realmente
fueron escuchadas, reconocidas y tenidas en cuenta. Por tal razón, no resulta extraño
su éxito y su alta sintonía pues “las estrategias de comunicación para el desarrollo
más exitosas son aquellas que fortalecen los propios canales de comunicación
tradicionales, amplificando las voces locales y anclándose en la cultura” (Gumucio,
2011, p.5). En este sentido, se resalta la importancia de que la comunicación surja
desde las comunidades y sea para las comunidades, que los contenidos no sean
impuestos por un externo, sino que sean concertados de acuerdo con las necesidades
identificadas en el territorio. Así, resulta ser una comunicación que busca el diálogo
y genera cambios desde los saberes locales, en donde se aprende de lo vivido y se
rescata aquello que los identifica (Dussan, 2019).
Por consiguiente, el colectivo se erigió como un espacio de lucha y de resistencia a
través de la acción de los niños y las niñas que reclamaban, mediante la radio, su
espacio de participación comunitaria y aquello que les corresponde como infantes:
Sueñan otro país, donde los niños y las niñas se sientan que pueden plasmar y
que pueden mostrar en esos programas esos imaginarios de país que ellos quieren,
independiente a que haya bombas, independiente a que haya unos, los otros, no,
no importa. Ellos desde este espacio sueñan con ese país que realmente debería
ser el país que Colombia debe representar para nuestros niños. (Entrevista con
Torrenegra, directora del colectivo)
399
Así pues, la reconstrucción del tejido social encontró vida en esta experiencia de
comunicación comunitaria y de participación ciudadana con los niños y las niñas.
Estos se reconocen como sujetos sociales de derecho, agentes de cambio y modelo a
seguir para el resto de la comunidad:
Que el niño sea sujeto de derecho significa que ejercerá sus derechos y deberes
de acuerdo con su edad y grado de madurez. Tres principios lo concretizan: la
autonomía progresiva, el interés superior del niño y el derecho del niño a ser oído
y que su opinión sea tomada en cuenta. (Vargas, 2018, p.134)
Por consiguiente, podría concebirse el colectivo como un espacio de educación
popular. Los contenidos radiales y audiovisuales eran creados por estudiantes,
profesores y comunidad en general, pero no bajo una organización vertical ni dentro
de las cuatro paredes en un salón de clase; se propuso un modelo de organización
horizontal y una nueva metodología de enseñanza a través del uso de las nuevas
tecnologías y el trabajo en equipo al interior de la comunidad para alzar las voces de
los ‘subalternos’ y analizar el mundo críticamente. Álvarez (2017), señala que
Las estrategias que se generan desde el interior de una comunidad y que aportan
una visión crítica sobre la forma en que la sociedad se constituye son prácticas de la
educación popular. Estos ejercicios intentan poner en crisis un orden hegemónico
del que, en efecto hacen parte, pero que intentan cambiar. Un gran componente
en los colectivos culturales, incluidos los de comunicación, es que se basan en la
emancipación. (p.43)
Precisamente, las prácticas pedagógicas de los colectivos comunicativos que tienen
un componente altamente político, de poder y hegemónico, convierten a dichos
colectivos en escenarios de una educación al servicio de las personas o clases menos
favorecidas (Álvarez, 2017). En últimas, justamente desde estos espacios se puede
construir colectivamente un concepto diferente de nación. Un concepto que incluya
la pluralidad, el respeto, la diversidad y la comprensión de la diferencia.
401
entonces tiene un significado muy grande. La Ciénaga es el patrimonio más grande
de toda la población porque a través de sus aguas se unió la cultura, se unen los
pueblos ribereños conociendo la forma de vivir de cada una de las poblaciones
cercanas a Simití. (Mazo, J., comunicación personal, 19 de febrero de 2021)
Los programas radiales vislumbran la importancia de la Ciénaga para el municipio de
Simití, de ahí la insistencia y necesidad de los niños y niñas por cuidarla. Por ejemplo:
¿Usted quiere a Simití? Somos muchos los que decimos con orgullo: “yo quiero a mi
pueblo, yo amo a Simití, yo doy todo por Simití” y hasta ahí, no hay compromiso y
todo es de labios para afuera, porque la realidad es otra. Si la amamos y la queremos
entonces ¿por qué arrojamos empaques de dulce?, ¿los papelitos de notas?, ¿los
empaques de drogas médicas? o ¿las bolsas del supermercado al piso o a la ciénaga?,
¿por qué enviamos o pagamos a personas para que la basura que no recogieron a
tiempo la arrojemos en la calle o, en el peor de los casos, a la ciénaga? ¿Por qué
los residuos sólidos de construcción terminan cerca del andén del vecino o en el
lote cercano?, ¿por qué los cadáveres en estado de putrefacción no los enterramos,
sino que los llevamos a los sitios mencionados o los tiramos a la ciénaga? Ahora sí
podemos reflexionar sobre el amor que le tenemos a Simití, si caemos en algunos de
estos comportamientos sobre ella y sobre nosotros mismos, de ahí una frase célebre
que escuché: en Colombia lo que se requiere son escuelas para padres de familia,
de la familia depende todo y nosotros somos el reflejo de lo brindado en casa, ahora
sí: amemos a Simití. (Producción radial Alharaca, 2014, 4:17 minutos)
Además, los sentimientos afloran cada vez que se habla de la ciénaga. Las imponentes
puestas del sol al amanecer, o la caída del ocaso, fueron fuente de inspiración para
componer o cantar a la ciénaga. Sin embargo, no solo era componer, las composiciones
siempre llevaban el mensaje y llamado de atención a la comunidad por preservar los
recursos naturales. El siguiente es un extracto de un poema de uno de los integrantes
del colectivo, declamado en la sección “El rincón de mis poesías”, del grupo Alharaca:
Simití que tienes en tu vientre una Ciénaga floreciente ¿cuál fuera tu orgullo? Ella que
te vio nacer ¡hoy llora! Y te reclama desde el fondo de su alma por qué dejas padecer
su deterioro día a día de su flora y de su fauna: hoy son sólo una ilusión… Piensa y
reflexiona qué dejas para esta generación. (Colectivo Pescado, Sombrero y Tambó, 2004)
Vale la pena recalcar que el amor a la ciénaga no solo se demuestra con las
composiciones literarias, sino con lo más importante: el cuidado de esta. Recuerda
Karina Orozco, integrante del colectivo:
Hay algo muy chévere que la seño Sofía nos metía: el amor por la ciénaga. Yo
recuerdo ese cuento del amor por la ciénaga gracias a la seño, ella nos inculcaba
mucho el cuidado de esta porque era lo que había mantenido vivo a la gente de
Simití, entonces yo amo la ciénaga y la amé yo creo que desde el momento en
que ingresé al colectivo que la vi de esa manera, pues no recuerdo antes de los
10 años. Pero después de los 10 años, el cuidado, no echarle basura. De pronto
es porque apenas uno empezaba a tener conciencia de las cosas, pero sí nos
inculcaba bastante el amor por la ciénaga como sustento de los simiteños y ese
ecosistema importante (Orozco, K., comunicación personal, 22 febrero de 2021)
Los niños y niñas, a través de sus programas, realizaron denuncias públicas desde
una perspectiva infantil, por ejemplo, denunciaron la pesca ilícita, el consumismo,
la contaminación y las prácticas que atentan contra el agua como el fracking, entre
otros temas. En ese orden de ideas, no es raro escuchar en la emisora jingles, clips,
cuñas o microprogramas que instan a los habitantes o entidades estatales a generar
propuestas o iniciativas para el cuidado de las riquezas ambientales del municipio.
Ejemplo de lo anterior es el siguiente clip:
Hoy, en pleno siglo XXI, hay mucha tecnología, se supone que todo sería perfecto,
pero no es así. Día a día la tecnología se va desarrollando, lo que ayer fue nuevo,
hoy es viejo. Las personas por la tendencia de la moda van botando las cosas
innecesariamente, esto produce muchos fenómenos y cambios climáticos. A
medida que avanza el tiempo nos estamos autodestruyendo, descuidando un
elemento necesario para nuestro pueblo simiteño que es la ciénaga. Es importante
preservarla, ya que es una fuente de empleo para nuestra comunidad simiteña,
porque de allí se saca el sustento diario de pobladores y pobladoras que allí
habitan. Por consiguiente a esto, se están desatando una serie de problemas para
la comunidad, entre los cuales se encuentran: los malos olores y la extinción de
los peces, también producido por la pesca ilegal o conocido como el trasmallo: en
tus manos está que esto siga sucediendo, vos sos el futuro de Simití (Producción
radial Alharaca, sección Cuidemos la ciénaga, 2015).
Álvarez (2017) apunta que “más que una producción radial es una práctica donde
los niños, niñas y jóvenes del Colectivo evidencian una perspectiva de invitación a
los simiteños de preservación de los recursos naturales que sustenta la población”
(p. 110). Esto, pues, como se evidencia con los segmentos expuestos, todas las
producciones se llevan a cabo mediante campañas radiales que buscan el mismo
objetivo: transmitir y promocionar el cuidado del medio ambiente, de la fauna y de
la flora a través de ideas innovadoras plasmadas por voces infantiles.
Ahora bien, las campañas radiales están acompañadas por la pedagogía toda vez que
el mensaje transmitido por el emisor llega al receptor y este lo replica. Es decir, la
defensa por el territorio empieza por la voz de los niños y niñas del colectivo, pero
en el proceso se suman muchas más personas. En otras palabras, empiezan dos, pero
terminan siendo muchos. En este sentido, la intención comunicativa y la fuerza de la
palabra cobran sentido porque los resultados son los esperados: se logra ser agente
de cambio o constructor social.
403
Hay que construir uno colectivamente, y construirlo implica entonces, no solo la
referencia a los símbolos que construimos, que ponemos en común con otros, cómo
nombramos el mundo, sino también la dirección que le queremos dar, hay en este
sentido una dimensión política también, qué mundo queremos es lo que estamos
diciendo cada vez que hacemos comunicación. (Kaplún, como se citó en Álvarez,
2017, p.110)
Así pues, el cuidado y defensa de la tierra, madre naturaleza o pacha mama, es lo
que quieren los niños del colectivo. Los programas tienen un valor agregado, ya que
son protagonizados por voces infantiles. Los integrantes apuntan a que una máxima
del colectivo es la posibilidad de que un infante le diga a otro lo que está bien o mal.
Sofía Torres Argota, integrante del colectivo, señala que:
Siempre se trató de que los propios niños inculcaran a otros niños, porque es
más fácil que un niño entienda el dialecto con otro niño que de pronto se lo diga
otra persona que le va a entrar por un oído y le va a salir por el otro. Y era tanta
la influencia que siempre se recalcó en el medio ambiente que muchas de las
personas adultas también le prestaban atención a esas palabras que niños decían:
“hey, ven, mira, cuida la ciénaga, de la ciénega vives, que la ciénega no nos va a
durar todo el tiempo, que si no se acaba”. Entonces, en su tiempo y cuando se
hacían los programas, pienso que a muchas personas esas palabras que todos los
fines de semana se decían de una u otra manera hacían eco y permitían que con
pequeñas acciones y desde la casa cuidaran y preservaran la naturaleza, el agua
y el medio ambiente en general. (Torres, S., comunicación personal, 18 febrero
de 2021)
Además, todas estas campañas sobre la preservación de los recursos naturales son
realizadas con enfoque de derecho, es decir, el derecho que tienen todos los niños
a crecer en un ambiente sano y sin contaminación. Un corto clip que ejemplifica
lo anterior es el realizado para la campaña Sí a la vida, del año 2010, que decía:
‘NO arrojemos desperdicios a la ciénaga, por un medio ambiente sano es nuestro
derecho’. Sobre este tipo de procesos, Barragán menciona que:
Desde nuestro enfoque en el colectivo, que fue la defensa de los derechos de los niños
y las niñas, es exigir que como niños tenemos el derecho al agua limpia, entonces
era como razonar: como niños tenemos el derecho al agua limpia, pero también el
deber de cuidar nuestro medio ambiente. (Barragán, D., comunicación personal, 18
de febrero de 2021)
Por consiguiente, la transmisión de los programas sobre el cuidado del medio ambiente
se realiza bajo un marco de derecho respaldado por tratados internacionales, la
Constitución Política y leyes. Puntualmente, sobre el Derecho Humano al Agua y al
Saneamiento, a nivel internacional, la Resolución 64/292, de la Asamblea General de
la ONU, reconoció que el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho
humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos.
Además, el agua se encuentra dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el
artículo 6. A nivel nacional, el artículo 366 de la Constitución Política menciona que el
bienestar general y mejoramiento de la calidad de vida son finalidades esenciales del
Estado y que el abastecimiento de agua será objetivo fundamental. Y, a nivel regional,
una sentencia de Tutela de primera instancia, número 071 del juzgado primero penal
del circuito de Neiva, declara al río Magdalena como sujeto de derecho y sienta el
precedente para su protección, conservación, mantenimiento y restauración a cargo
del Estado.
Como se evidencia, el colectivo transmite de forma pedagógica el cuidado del medio
ambiente en la sección ‘Simití ecológica’, anunciada con el siguiente cabezote de
entrada: ‘En esta sección aprenderás a cuidar a nuestra madre tierra, el agua, el aire,
la fauna, la flora y aprenderemos muchas cosas más. Así que comencemos desde
ya, no lo pienses más, corre a comenzar a cuidar a nuestra madre tierra aquí, en Los
niños y las niñas tienen la palabra’. Sobre esta sección José Mazo López, integrante
del Colectivo, menciona que:
En estas secciones lo que hacíamos era hacer clips o notas pedagógicas para que tanto
los niños, jóvenes o adultos que nos escucharan tomaran conciencia de no tirar la
envoltura del bombombum, la botella de la gaseosa a la ciénega o al piso, sino crear
una cultura de no botar, sino de guardar y tirarlo en una caneca de basura ya sea de
reciclaje o en su casa (Mazo, J., comunicación personal, 19 de febrero de 2021)
No obstante, también realizan programas dedicados netamente a la naturaleza,
dependiendo de las fechas especiales. Por ejemplo, todo el mes de abril, pero
específicamente el 23 de abril (Día de la Tierra) realizan campañas fuertes sobre su
cuidado y defensa. Algo similar sucede el día 23 de marzo, Día Mundial del Agua.
Es pertinente mencionar que el colectivo también tiene otra serie de iniciativas
en defensa del medio ambiente: acciones con la Fundación Omacha, campaña
“Cuidemos la Ciénaga” y estrategia “Medio Ambiente, Comunicación y Paz”.
OMACHA
Es una fundación sin ánimo de lucro, que garantiza la conservación y el uso sostenible
de ecosistemas y especies acuáticas y terrestres. Trabajan en Colombia y en otros
países de Suramérica y del mundo, vinculando a las comunidades locales, sectores
productivos y gobiernos. Su filosofía es hacer presencia permanente en las regiones para
comprender e implementar dinámicas biológicas, sociales, culturales y económicas
que permitan tener un planeta resiliente y saludable (Fundación Omacha, 2021).
La Fundación Omacha llegó a Simití en el año 2014 con el fin de generar acciones
positivas para el cuidado del medio ambiente. Por esta razón, se aliaron con el colectivo
405
para prevenir y promocionar la conservación y uso sostenible de los recursos naturales
y el ecosistema a través de la radio comunitaria y de los espacios de participación
ciudadana. En Simití, puntualmente, se buscó incentivar el cuidado de la ciénaga y del
manatí antillano, especie en vía de extinción. Sofía Torrenegra, directora del colectivo,
señala que “cuando llega Omacha empezamos a trabajar programas puntuales donde
todo era alrededor del medio ambiente. Movilizamos toda esa información sobre qué
es la ciénaga, qué son los humedales: que se debían cuidar, preservar. Cuidar a los
manatíes” (Torrenegra, S., comunicación personal, 11 de marzo de 2021).
Las campañas se realizaron a través de la estrategia de comunicación I.C.E. (Información,
Educación y Comunicación) y los radialistas se apoyaron en diferentes formatos
como clips, spots, cápsulas informativas y microprogramas que se emitían todos los
días entre lunes y viernes. Los fines de semana se hicieron programas radiales en
formato magazín donde biólogos marinos, ingenieros forestales y expertos en materia
ambiental debatían junto con los niños en torno a la prevención y sensibilización del
cuidado del medio ambiente, la naturaleza o el énfasis en la defensa de la vida de las
especies de la ciénaga.
No obstante, la estrategia de comunicación no se limitó al espacio radial. El trabajo
de campo fue una constante, ya que se acompañaron procesos de movilizaciones con
asociaciones de pescadores como la Asociación de Pescadores de Simití (ASOPESIM).
Además, se realizaron talleres de formación a estudiantes del colegio Antonio de
Lebrija. A propósito, José Mazo, integrante del colectivo y partícipe de todo este
proceso, cuenta su experiencia:
Lo más importante que ellos dejaron son las enseñanzas, ya que trajeron
profesionales como lo fueron biólogos marinos y muchas personas que su profesión
gira en torno a las ciencias biológicas o a la naturaleza, que nos capacitaron en el
funcionamiento de todo el ecosistema acuático de Simití, de la ciénaga, nos dieron
tips de cómo cuidarla y nos ayudaban en los programas que hacíamos junto a ellos
para el cuidado y la preservación del medio ambiente. Entonces los trabajos que
más marcaron durante la estadía de Omacha, durante el acompañamiento de
Omacha en el colectivo, fueron programas que se hicieron para dar a conocer el
manatí a la comunidad de Simití y fueron programas que se dedicaron para hablar
de este animal que está en vía de extinción: salir al campo, tratar de fotografiarlos
y explicarle a la comunidad que se debían cuidar, entonces eran trabajos que
nos dejaron a nosotros y a la comunidad grandes frutos, grandes conocimientos.
(Mazo, J., comunicación personal, 19 de febrero de 2021
Los integrantes de estos talleres y procesos, a saber, niños, niñas y jóvenes,
recuerdan las principales campañas: 1) reduce, reutiliza y recicla, 2) recuperación
de la ciénaga, 3) defensa de las especies nativas, 4) cuidado del agua y 5) no
contaminación, entre otras.
Cuidemos la ciénaga
Como ya se ha mencionado a lo largo de este capítulo, Simití cuenta con una variedad
incalculable de recursos hídricos. Sin embargo, esta riqueza se ha visto afectada por
la mano destructora del hombre. La campaña radiofónica Cuidemos la ciénaga buscó
sensibilizar a los habitantes sobre el cuidado del agua, específicamente, sobre el
cuidado de las ciénagas del municipio.
Dina Barragán, Sofía Torres y José Mazo, integrantes del colectivo, coincidieron en
el significado y representación de la ciénaga para el municipio: riqueza, belleza,
sustento, medio económico y medio de transporte. Al respecto, Sofía comenta:
La ciénaga para el municipio de Simití significa riqueza, significa belleza porque, pues
es un lugar, no todos los municipios ribereños del Sur de Bolívar, pues no tienen el
beneficio o la posibilidad de contar con una hermosa ciénega alrededor; representa
el sustento de muchas de las personas como lo he mencionado anteriormente,
gracias a ella muchos de los pescadores consiguen en [suspenso] que llevan a sus
casas diariamente, permite ser un medio de transporte para llegar a distintas veredas,
como es el caso de la Vereda el Juncal. Entonces, la ciénega para Simití es un tesoro
que, muchas veces por descuido, por pensar en otras cosas y por darle importancia a
otras cosas, se ha ido descuidando, pero la ciénega para Simití pienso que es el tesoro
más grande que tenemos nosotros los simiteños y simiteñas. (Torres, S., comunicación
personal, 18 febrero de 2021)
Esta campaña radial fue emitida por la Emisora Comunitaria de Simití y la emisora
escolar del colegio Antonio de Lebrija, lo cual demuestra, una vez más, la importancia
del papel de la radio comunitaria a la hora de llegar a las casas de cada uno de los
simiteños. Dicha campaña se basó en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ligado al
proceso de educación-comunicación, ya que se aprende, especialmente, a través del
diálogo con los otros. En este sentido, se empezó a “vislumbrar la relación tan fuerte
entre comunicación y educación. Aprendemos al comunicar, y al comunicarnos”
(Kaplún, como se citó en Álvarez y Franco, 2017, p. 113).
Por lo tanto, Cuidemos la ciénaga no constituyó solo una campaña radial, sino que
también estableció una práctica cotidiana que realizó el colectivo desde el año 2000
en función de los factores que acechaban y ponían en evidencia la crisis de la ciénaga.
Mazo menciona que el “Colectivo Pescado, Sombrero y Tambó” desde sus inicios
Viene haciendo un trabajo que es apuntarle al cuidado de la ciénega, de sus recursos
naturales, de sus animales, de su flora y específicos animales importantes que están
en vía de extinción y viven en esta ciénega como es el manatí, el cocodrilo, el caimán;
entonces, darlos a conocer y explicar a la comunidad cuál es la importancia de estos
animales y por qué no se pueden cazar, por qué no se pueden comercializar, por qué
no se pueden matar, entonces desde el colectivo siempre se trata de influenciar a la
407
comunidad para que no haga este tipo de actos. (Mazo, J., comunicación personal,
19 de febrero de 2021)
En últimas, los integrantes del colectivo, al son de la palabra y del acto de narrar,
lograron edificar y transmitir un conocimiento fundamental para la transformación
del tejido social de su territorio, en este caso, en torno al cuidado de la ciénaga. Así
pues, se resalta cómo la búsqueda de transformación mediante pequeñas acciones,
valores y hábitos logró construir un proceso sólido en función de la comunicación
como herramienta eficaz de la educación transformadora y popular.
Fue muy importante las últimas llegadas de la Uniminuto porque pudimos hacer
eso, a través de los niños que llegaran a la ciénaga, que vieran de qué manera
podemos cuidar esos espejos de agua. La idea era esa, cómo desde el colectivo
podemos tener una estrategia para decirle a los otros: ¡óyeme, hay que cuidar la
ciénaga! ¡Óyeme, la ciénaga en un momento puede decir ya no te voy a dar más
nada! y ¿qué va a pasar de ahí en adelante? (Torrenegra, Sofia., comunicación
personal, 11 de marzo de 2021).
Consideraciones finales
La caracterización de una región como el Sur de Bolívar converge entre el agua,
la vegetación, la violencia estructural y la vida campesina con sus resistencias
particulares. Igualmente, Simití, rodeado de una mágica ciénaga, musa inspiradora
de poetas, cantores, trovadores y enamorados es una tierra de exuberancia, llena de
recursos naturales incalculables, de personas alegres, con los brazos abiertos, del son
del tambor, de la música folclórica y del inclemente sol. Y es que, a decir verdad, el
poblador simiteño se caracteriza por ser fiestero, descomplicado y jovial debido a
la influencia y arraigo de la cultura costeña. Además, tienen marcadas costumbres y
características propias de los pueblos ribereños, o mejor ribesureños, al mejor estilo
del maestro Fals Borda.
Sin embargo, también se trata de un territorio de realidades absurdas: muy rico en
fuentes hídricas, pero con un acueducto en mal estado y sin sistema de alcantarillado;
cuenta con abundantes riquezas, pero tiene altos índices de pobreza multidimensional;
posee extensa vegetación y suelos fértiles, pero no cuenta con sistemas de producción
de alimentos; cuenta con actividad minera, pero los habitantes presentan índices
elevados de necesidades insatisfechas; cuenta con personas alegres y pacíficas, pero
que han soportado los vejámenes de la guerra condenándolos al olvido estatal.
Pese a este sórdido panorama, crecen habitantes con ilusión y ánimo de cambiar
y sellar las fracturas dejadas por el conflicto armado. Muestra de lo anterior es el
“Colectivo Pescado, Sombrero y Tambó”, que reivindica los derechos de los niños y
niñas ante la incapacidad del Estado colombiano. Esta experiencia de comunicación
popular y alternativa reconstruye el tejido social mediante acciones propuestas por
los infantes y como menciona Álvarez:
409
en la obligación de desplazarse a las ciudades para poder acceder a la educación
superior debido a que no existe en el municipio alguna Institución de Educación
Superior. La segunda razón fue la desmotivación de la directora del Colectivo a causa
del poco apoyo recibido. La alcaldía municipal de Simití y la Institución Educativa
Eutimio Gutiérrez Manjón muy poco reconocieron la labor de la docente y de los
niños y no vieron la importancia del proceso, por ello brillaron por su ausencia al
momento de brindar patrocinio con recursos económicos para su sostenimiento.
Tampoco hubo relevo generacional en cuanto a la dirección del Colectivo, pues tuvo
una sola dirección en sus 17 años y, además, hubo notable desinterés de los niños y
niñas en pertenecer al grupo. Todas estas situaciones convergieron al punto de que el
colectivo perdiera el impulso ocasionando que la directora y los integrantes, luego de
estar 17 años “al pie del cañón” -como ellos mismos lo expresan- dejara de funcionar.
El Colectivo estuvo conformado por tres clases de integrantes. En primer lugar,
integrantes activos que llegaron a ser, en sus 17 años de funcionamiento, un total
de aproximadamente 500 niños, niñas y jóvenes de diferentes edades, provenientes
de la Institución Educativa Eutimio Gutiérrez Manjón, del municipio. En segundo
lugar, se encontraban los participantes semiactivos que fueron los trabajadores de
las entidades públicas como la Alcaldía Municipal, Juzgado, Comisaría de Familia,
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, entre otras. Estos fueron a quienes los
integrantes activos, es decir los niños, niñas y jóvenes, les hacían entrevistas o los
invitaban a sus programas. Y, por último, se encontraban los radioescuchas, es decir,
los oyentes. (Torrenegra, S., comunicación personal, 18 febrero de 2021).
Los integrantes más antiguos como Dina Marcela Barragán Mercado, Karina Isabel
Orozco Arévalo y Jenaro Larios Carvajal llevan presente al Colectivo en su día a día
y están trabajando en unas propuestas para continuar con el grupo: el sueño de
Barragán es tener una sede para el Colectivo en donde puedan producir programas no
sólo radiales, sino audiovisuales, a través de un canal local; Orozco está desarrollando
una estrategia de comunicación para crear la cátedra ‘Colectivo de Comunicaciones’,
en la Institución Educativa del Municipio, y Larios se encuentra realizando un proceso
de rescate de los archivos de audio, video, fotografía y documentos del Colectivo con
el fin de construir la memoria histórica de este. Además, tienen una página web146 y
un perfil en Facebook147 en los cuales siguen publicando contenido.
No está de más exaltar la loable labor que el Colectivo desarrolló en el municipio de
Simití con sus decenas de programas, movilizaciones, estrategias y eventos. El proceso
146
Link portal web: https://colectivopst.wixsite.com/
colectivoderadio?fbclid=IwAR3LHOeVjDs4DfYk9IIcN3qrhMEjMEgUyjPzsSuFyz_
srbsWZGCw5tcN-7Q
147
Link perfil Facebook https://www.facebook.com/
ColectivoDeComunicacionesPescadoSombreroYTambo
se convirtió en referente no solo para los habitantes, sino también para universidades y
organizaciones que lo estudiaron e invitaron a numerosas experiencias, por ejemplo:
Seminario Internacional de Comunicación y Paz, en la Universidad Javeriana, sede
Bogotá, año 2007; Encuentro de Jóvenes y Adolescentes por el derecho a vivir de otra
manera, realizado por la Presidencia de la República en Melgar, Tolima, año 2008; y
el Festival de Experiencias Radiofónicas en Quibdó, Chocó, año 2015.
El compromiso y perseverancia de Sofia Torrenegra, directora del Colectivo, responde
a los más de 20 reconocimientos y menciones de honor, entre los que destacan:
Año 2004, en Cartagena de Indias, le es impuesta la Medalla al Mérito Educativo
a la Licenciada Sofía Torrenegra, galardón otorgado a aquellos docentes que han
dedicado su vocación a educar desde nuevas perspectivas; año 2005, le es impuesta
la Cruz al Mérito Educativo Ramón de Zubiría; Año 2005, Redes Constructoras de
paz, premio otorgado en Bogotá por la Consejería presidencial; y, año 2015, premio
otorgado en Quibdó por la organización Programa Por La Niñez (PLAN) (Álvarez y
Franco, 2017).
En este sentido, las resistencias sociales y populares están vivas en estos territorios y
se encuentran en esas experiencias de comunicación comunitaria y de participación
ciudadana que ocurren no solo en Simití, sino en las otras “Colombias. También
es claro que esas resistencias tienen distinta envergadura, forma de expresión y
capacidad de acción. Por ejemplo, como se ha dejado en evidencia, la radio para los
habitantes de Simití es un medio de resistencia porque a través de esta defienden el
territorio y el agua.
La defensa del agua en estos territorios tan apartados es fundamental porque las fuentes
hídricas han tejido el desarrollo y la identidad histórica, cultural y ambiental de esta
región. Por tal razón, los habitantes actúan, viven y se transforman dentro de un proceso
histórico-natural de formaciones sociales como laderas, caseríos o pueblos. Además, el
río magdalena, por estar ubicado en el corazón del Sur de Bolívar, resulta importante
para los habitantes y las organizaciones sociales que denuncian las prácticas que lo
acechan como el fracking, la minería ilegal, la deforestación, entre otras.
Finalmente, considero que no se puede ser ajeno a las otras realidades y a las otras
“Colombias”. Es un compromiso demostrar al mundo que hay otros territorios y otras
formas de construir nación. En Simití, por ejemplo, son muchas las voces que resisten
y desean contar sus historias a través de la cultura, el deporte, el teatro, la danza o el
arte. Refrescar la memoria histórica es necesario para una comunidad que ha estado
callada hace mucho tiempo, y que necesita pasar la página y mirar hacia un futuro
promisorio lleno de nuevos sueños y desafíos.
411
Referencias
Álvarez, S., & Franco, E. (2017). Sistematización de la experiencia del Colectivo de Comunicaciones
Pescado, Sombrero y Tambó (CCPST), en el municipio de Simití sur de Bolívar, para identificar sus aportes
al campo de la Comunicación Educativa. [Tesis de maestría]. Corporación Universitaria Minuto de Dios
y Universidad Tecnológica de Pereira. Bogotá, D.C. https://repositorio.utp.edu.co/items/6bb8df2d-e968-
4fb2-969e-5fa7b12f08e1
Barragán, D. M. (2015). Pescado, Sombrero y Tambó en sintonía con la comunicación para el cambio social
[Tesis de Pregrado] Corporación Universitaria Minuto de Dios. Bogotá, D.C.
Barraquero, A. y Ángel, A. (2015). La producción académica sobre Comunicación, Desarrollo y Cambio
Social en las revistas científicas de América Latina. Signo y Pensamiento, 34(67), pp. 30-58. http://dx.doi.
org/10.11144/Javeriana.syp34-67.pacp
Bastidas, L. (1956). Geografía, Historia y Tradiciones de Simití. Tipografía El Sindicalista
Colectivo Pescado, Sombrero y Tambó. (2005) [Libreto grupo Alharaca]. Simití, Colombia.
DANE. (2021). Censo población y vivienda 2018. Departamento Administrativo Nacional de Estadística.
Dussan, M. C. (2019). Comunicar para reconstruir: papel de la emisora comunitaria Simití Original Estéreo
en la reconstrucción de la memoria y la promoción de una cultura de paz en el municipio de Simití, Bolívar,
luego de la firma del acuerdo de paz del 2016. [Tesis de maestría] Pontificia Universidad Javeriana.
Fundación Omacha, 2021. ¿Quiénes somos? https://omacha.org/quienes-somos/
Gumucio-Dagron, A. (2011). Comunicación para el cambio social: clave del desarrollo participativo.
Comunicación, desarrollo y cambio social, 30(58), pp. 27 -39.
Gutiérrez, A. (2018). Sur de Bolívar. Contextos subregionales, No. 4. https://www.uninorte.edu.co/
documents/13945767/0/Doc+N+4.pdf
Groot, A. (1989). Colombia prehispánica: Reglones Arqueológicos. Colcultura, Instituto Colombiano de
Antropología.
La desmovilización: el proceso de paz (2003-2006). (11 de febrero de 2008). Verdad Abierta. https://
verdadabierta.com/periodo4/
Misión de Observación Electoral [MOE]. (2016). Monografía Político Electoral, Departamento de Bolívar
1997 A 2007. Misión de Observación Electoral.
Montenegro, E. (1997). De Ciénagas y Montañas: Un estudio antropológico en la Serranía de San Lucas.
[Trabajo de pregrado]. Universidad Nacional de Colombia.
Navarro, L. R., Castellar, A., y Rocha, S. L. (2012). Una mirada a la comunicación para el cambio social
como generadora de participación y empoderamiento político de la población infantil de Cartagena a
través de la implementación de estrategias del edu-entretenimiento. Escenarios, 10(1), 49. https://doi.
org/10.15665/esc.v10i1.725
Torrenegra Romero, S. (2 mayo 2014). Evidencias Colectivo de Comunicaciones Pescado, Sombrero y
Tambó 001 [Archivo de video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=bOQg21d3ufk
Vargas, M. (2018). Las implicancias de considerar al niño sujeto de derechos. Revista de Derecho
(Universidad Católica Dámaso A. Larrañaga, Facultad de Derecho), (18), pp. 117-137. https://dx.doi.
org/10.22235/rd.v18i2.1703
Viloria de la Hoz, J. (2011). La economía anfibia de la isla de Mompox, (148). https://www.banrep.gov.co/
docum/Lectura_finanzas/pdf/DTSER-148.p
Uribe, M. (1887). Compendio histórico del departamento de Antioquia de la República de Colombia.
CAPÍTULO 18
PENSAMIENTO-ACCIÓN PAISAJERO
DE LOS PESCADORES ARTESANALES
EN SIMITÍ, SUR DE BOLÍVAR
413
el desarrollo de procesos pedagógicos y de transformación cultural con diferentes
grupos y poblaciones, haciendo énfasis en la construcción de paz, la reconciliación y
la reivindicación de derechos de comunidades de alta complejidad como víctimas del
conflicto armado, jóvenes infractores, infancia y adolescencia, entre otras.
INTRODUCCIÓN
Este capítulo es producto de un trabajo de coinvestigación que se deriva de un
proceso de indagación “matriz”, titulado: “Agua para la Vida, agua para la Paz” y
a partir del cual se ha propuesto construir un conocimiento en diálogo de saberes
sobre la concepción, uso y gestión del agua por parte de los pobladores del sur de
Bolívar148, partiendo de entender el agua como elemento articulador del paisaje149.
Esta investigación se está llevando a cabo para derivar aprendizajes orientados al
desarrollo de un proyecto educativo que Uniminuto y el Programa de Desarrollo
y Paz del Magdalena Medio –en adelante PDPMM– vienen liderando, y que, en
148
La investigación se desarrolla en diez municipios que conforman este sur de
Bolívar: Regidor, Río Viejo, Tiquisio, Norosí, Arenal, Morales, Simití, San Pablo, Santa
Rosa y Cantagallo.
149
Esta noción implica la simultaneidad y complejidad que entrelaza lo social, lo
histórico y lo espacial de modo inseparable y siempre interdependiente. En Co-Lab
Paz, un texto que socializa esta propuesta de investigación dentro de un proyecto
de sistematización de experiencias que evidencian las alianzas entre universidades
y comunidades, se justifica esta indagación en torno al agua por constituirse en
un elemento del ecosistema biodiverso que no representa solo un recurso, sino la
continuidad de la historia, la cultura y el futuro regional del conjunto de municipios
que configuran lo que hoy conocemos como el sur de Bolívar.
conjunto con los pobladores del sur de Bolívar, han llamado Campus Universitario
del Sur de Bolívar CU-SB150. Por lo que la investigación se desarrolla entre tres grupos
de investigación de la sede principal de Uniminuto, el equipo de investigación del
PDPMM y los pobladores de los diez municipios del sur de Bolívar, con quienes se
viene trabajando en el proyecto educativo del Campus, desde 2015.
En este tiempo del trabajo con los pobladores se determinó que la pregunta por los
saberes, las experiencias y las prácticas en torno al agua era fundamental, por ser:
150
“El cual diseñó y busca establecer una opción de educación rural enfocada
en la inclusión y la reconciliación en una región de inmenso patrimonio natural,
organizativo y cultural, pero atravesada por la pobreza, el conflicto armado y las
economías extractivas e ilegales” (Cadavid, 2020, p. 37).
415
conocimientos, saberes, experiencias y prácticas y validan el acompañamiento, las
metodologías, formas de recoger y sistematizar la información y posteriormente,
representarla. Lo central de esta metodología ha sido: (i) la creación de ambientes
de encuentro en los cuales se propicia un diálogo entre interlocutores que se
reconocen como legítimos y equivalentes para el trabajo; (ii) dinámicas en las
cuales el proceso está en manos de ambas partes y las decisiones se toman
en conjunto; (iii) en los espacios conjuntos, los académicos presentan sus
metodologías para identificar y recuperar la información (mapeos participativos,
recorridos, conversaciones, talleres de la memoria), las comunidades los evalúan,
apropian y utilizan allí y con otros sectores de sus municipios donde consideran
que son importantes. (Cadavid, 2020, p. 40)
En ese sentido, dentro de este artículo se hará mención a las fuentes bibliográficas
y documentales que sustentan la investigación, pero también tendrán relevancia
las fuentes orales provenientes de entrevistas realizadas a académicos que han
colaborado con el proyecto de investigación, a líderes y lideresas del PDPMM,
también pobladores. Con ellos se ha establecido una alianza que nos ha permitido
conocer más de cerca las dinámicas de la región; así como de las conversaciones con
pobladores del sur de Bolívar, propiciadas en los encuentros territoriales que tuvo el
equipo en los años 2018 y 2019, y en el 2020, mediados por la virtualidad.
Dada la extensión de la investigación principal, la coinvestigación que se adelantó en
el marco del trabajo para optar por el título de grado en la Maestría en Comunicación-
Educación en la Cultura, y que se expondrá en este artículo, se enfocó en la pregunta
sobre cómo los pobladores, particularmente los pescadores en Simití, sur de Bolívar,
producen sentidos de lugar y territorialidades –es decir, paisaje– a partir de sus
experiencias del ser/habitar y de las acciones de cuidado compartido que despliegan.
Así, la coinvestigación se centra en el tercer locus, la zona baja, de ribera o de complejo
cenagoso en Simití, donde entre otras actividades económicas y de reproducción de
la vida, la pesca es fundamental para comprender la construcción de paisaje y de la
cultura que lo habita. En la figura 1, se visualiza la territorialidad geográfica del sur
de Bolívar, los diez municipios en los que se adelanta la investigación principal o
“matriz”, con el foco puesto en Simití para el desarrollo de esta coinvestigación.
417
claves para que podamos ver cómo emergen otros entendimientos sobre la forma en
que cada ser (tanto individual como colectivo) reconcilia sus acciones con el espacio
mientras lo habita.
Este tipo de pensamiento-acción, también hace visible cómo la modernidad ha
reducido el mundo exterior a un objeto: la “naturaleza” o el “medio ambiente”, y
nos permite develar cómo se ha forcluido151 ese pensamiento de copertenencia entre
el ser humano y su entorno, que es el que configura el todo de lo que llamamos
vida; y en esa medida logramos explicar la muerte, el deterioro, el despojo y las
dificultades para configurar proyectos colectivos de acción en defensa de esa vida. El
agua que alberga la vida es estructural y estructurante dentro de esta comprensión.
Así lo demuestra el hindú Anil Agarwal (1992), cuando nos dice que el agua es el
último depositario de todas las malas acciones del hombre, de modo que cuanto más
daño comete una sociedad a su agua, más insensible e indiferente se vuelve ésta y
más degradados aparecen sus afluentes, ríos y lagos.
Situamos los aportes de esta coinvestigación en Simití, territorio que condensó todo
el sur de Bolívar en el valle medio del Río Magdalena colombiano -que fue la aorta
del país naciente durante la colonia-, ya que fue determinante “para el asentamiento
español”, no solamente en los altiplanos de las cordillas oriental y central, sino, y
especialmente, en la Serranía de San Lucas y los montes de Guamocó. De acuerdo
con lo que indica la historiadora Amparo Murillo (2020) 152:
Se llamó San Antonio del Toro de Simití y su nombre representó la implantación
de un nuevo orden en la existencia de los pueblos originarios, convertidos desde
151
En Berque (2009), la forclusión se explica a partir de la modernidad occidental,
que con su concepción dualista externaliza el mundo e inaugura la separación
sujeto-objeto, en sus palabras “en el mundo al que se pertenece, se ve sólo lo que
conviene ver, y lo que no pertenece a ese mundo - lo que es im-monde- no se ve.
Se pone fuera del mundo, fuera (foris), y se le cierra la puerta (claudere), o, mejor
dicho, los ojos: es decir se deja fuera, se forcluye (locks out)” (p. 47).
152
Esta historiadora ha venido levantando información de fuentes orales, fuentes
secundarias y documentos históricos, para dar cuenta de los procesos de poblamiento
a lo largo de cinco siglos en lo que es hoy la sociedad del sur de Bolívar, bajo la
tesis de que la organización espacial ha sido el resultado de las relaciones entre
los grupos sociales y su medio geográfico. Pero además hace parte del grupo de
académicos con el que el equipo de investigación “matriz” ha venido trabajando.
De ahí que sus aportes sean importantes y los retomemos en el transcurso de
este trabajo, a partir de una entrevista que le realizó nuestra directora de tesis
e investigadora principal, Amparo Cadavid Bringe, en noviembre del 2020. Hemos
tenido acceso a este material a través de la transcripción del audio de la entrevista
facilitada por Amparo Cadavid. De modo que, por tratarse de un material que no
puede ser consultado, aunque citamos textualmente lo que la historiadora dice en
la entrevista no puede referenciarse con número de página. Así mismo, haremos
referencia a un texto que esta autora publicó en 1999 sobre el distrito de Simití.
153
La reseña del libro, publicada en noviembre 2020 por el diario BBC NEWS, se
constituye en la fuente que citaremos en este texto, dado que no pudimos tener
acceso al libro.
419
Inspirado por sus recorridos y el reconocimiento de esta realidad sociohistórica,
Wade Davis dice: “Colombia es un regalo del Magdalena. Y podemos utilizar esta
metáfora de que la nación fue posible gracias al río, porque el Magdalena contiene
todo lo bueno y todo lo malo del país” (Millán, 2020, p.x), porque fue en los valles del
medio Magdalena, por ejemplo, donde los indígenas zenúes produjeron alimentos
en cantidades abundantes, suficientes para abastecerse a lo largo del año mientras
el gran río inundaba zonas en las que, mientras tanto, nadaban los patos migratorios
y planeaban las garzas; pero, también, este río principal y en general toda la red de
ríos, caños y quebradas que lo conforman cumplieron una función preponderante
en el proyecto de conquista española. Siguiendo su curso fue que los exploradores
europeos lograron penetrar el territorio hasta llegar a las zonas de mayor poblamiento,
de manera que innegablemente fue un elemento unificador de la modernidad urbana
y posteriormente, ya en el olvido, el configurador de un sistema territorial periférico,
de frontera interior y neocolonización.
Al respecto, Eduardo Posada (1998) señala que:
Los asentamientos de la población se dieron sobre todo a lo largo de las vías fluviales
y del litoral, porque estas redes de agua proporcionaban salidas para el comercio
y especialmente los ríos, caños y ciénagas eran fuente de abastecimiento de agua
dulce y alimentos para las subregiones del interior de la región. Las aguas, entonces,
constituyeron un elemento natural de referencias en la vida caribeña. (p. 41
Particularmente, en el Magdalena Medio, creado como territorialidad interior en
1970, se localiza el sur de Bolívar, y de acuerdo con lo que plantea Amparo
Murillo:
El río Magdalena ha significado el origen natural y ancestral de sus primeros
asentamientos, representando la historia matria de sus localidades ribereñas;
incluso fue el punto de referencia de aquellos que se adentraron hacia sus espacios
montañosos. Los estudios del Instituto Geográfico Agustín Codazzi se refieren al
valle del río Magdalena como una vega de formaciones aluviales recientes, con un
área de tierras planas anegadizas en las fuertes temporadas lluviosas que, durante
4 meses en promedio, afectan el habitual desenvolvimiento de sus pobladores.
[...] Esta condición física, unida a las inundaciones estacionales, determina un
medio anfibio inestable debido a las cambiantes condiciones naturales. (A.
Murillo, comunicación personal, 2020)
Dentro de las características determinantes del sur de Bolívar se encuentra que
sus pobladores son campesinos mestizos descendientes de indígenas, españoles y
africanos, así como colonos de todas partes del país que se asentaron en la serranía de
San Lucas, las riberas del valle medio del río grande de la Magdalena y de sus ciénagas.
En el siglo XVIII, mestizos y mulatos vivían a lado y lado del río, conformando pequeños
caseríos ribereños; más tarde los blancos pobres y esclavos los siguen poblando de
manera alterna y espontánea, en contravía con las pautas del ordenamiento espacial
legal y reglamentado. Hasta que, en el siglo XX, llegan campesinos desde el interior
del país atraídos por la economía tabacalera y de enclave, o tras la búsqueda de un
nicho seguro para sobrevivir a la violencia. Como lo dice Murillo:
Los tranquilos ribereños del sur de Bolívar experimentaron con asombro cómo sus
pueblos se llenaban de gentes desterradas que iban en tránsito hacia las tierras
baldías allende el río, hacia las zonas montañosas de la serranía de San Lucas
donde aspiraban reproducir su tradicional vida campesina. De nuevo la zona
ribereña del sur de Bolívar fue un lugar de paso, de llegada y de partida a la vez,
de quienes remontaron esas tierras altas que nunca les provocaron a pescadores
y campesinos que habitaban las márgenes del río, las ciénagas y sus caños. (A.
Murillo, comunicación personal, 2020)
Pero la historiadora aclara también que la actual noción geopolítica del sur de Bolívar
no existió sino hasta después de mediados de la década de los 80’, cuando las
acciones colectivas del campesinado “fundaron” desde abajo esta territorialidad.
Debido a un desconocimiento o negación de este territorio y sus particularidades
socio-espaciales:
En esta zona del bajo Magdalena se formaba mentalmente una cortina de humo
que no permitía visualizar ese mundo interior tan lejano al litoral del Caribe
colombiano. En los circuitos modernizadores del ámbito citadino del Caribe no
circulaba la idea de que en sus lejanías existía un bolsón de tierras baldías entre
los ríos Cauca y el Magdalena, y entre la Depresión momposina y el río Cimitarra
en los límites con Antioquia. (A. Murillo, comunicación personal, 2020)
Para comprender la configuración territorial actual del sur de Bolívar y del Magdalena
Medio, nos afiliamos a los planteamientos de Margarita Serje (2005) respecto a
que la fragmentación será la causa y el efecto de relaciones de poder producidas
bajo la lógica centro-periferia, que se instalarán desde la Colonia. En un avance de
este trabajo de grado, publicado en un capítulo de libro a finales del año pasado,
señalamos que:
421
Particularmente, el sur de Bolívar está configurado en una doble posición periférica
sur sur154, ya que, con respecto a la nación, es uno de los límites de la región del
Magdalena Medio, una territorialidad trazada por disputas heredadas hasta los tiempos
contemporáneos y marcada por fuertes episodios de violencia de variadas vertientes, y
marginada con respecto al departamento de Bolívar, cuyo desarrollo centralizado tiene
como base político-administrativo a Cartagena. La frontera sur se encuentra olvidada
después del municipio de Magangué, ubicado en la zona media del departamento, lo
que transmite en el imaginario colectivo la idea de que esta región es el último extremo
de la realidad departamental y de la acción político-administrativa.
Mientras que el sur sur se relaciona hoy con esos vastos territorios montañosos y
ribereños que desde el período colonial, y hasta mediados del siglo XIX, estuvieron
bajo la jurisdicción política y administrativa de la ciudad de San Antonio del Toro
de Simití, el sur norte de hoy se corresponde a lo que fue la gran hacienda de
producción ganadera y agrícola que tuvo como epicentro político y comercial a la
villa de Santa Cruz de Mompox. (A. Murillo, comunicación personal, 2020)
Como lo indica esta historiadora, lo que hoy se conoce como el sur de Bolívar era
en la Colonia la ciudad de Simití (Murillo, 1999). En la Colonia se fundaron entonces
dos centros urbanos vinculados la explotación minera. Uno de ellos fue la ciudad de
San Antonio del Toro de Simití, construida a orillas de la ciénaga que lleva ese mismo
nombre (“Simití”), y comunicada con el río Magdalena a través del brazuelo de Simití.
Su importancia radicaba en ser un centro político y administrativo, con funciones de
control fiscal sobre el bajo y montuoso territorio minero de la Serranía de San Lucas,
y sobre la parte plana y anegadiza del valle:
154
Amparo Murillo señala que: “los pobladores del sur de Bolívar mirándose a sí
mismos consideraron que en la práctica existen dos sur: el sur sur, integrado por
los municipios de San Pablo, Simití, Santa Rosa del Sur, Morales, y Rio Viejo y el sur
norte, conformado por los municipios de Barranco de Loba, San Martín de Loba, San
Fernando, Margarita, Mompox, Talaigua Nuevo, Magangué, Pinillos y Achí”.
el recorrido del río Magdalena, al occidente por el río Cauca y al sur por el río
Cimitarra en límites con Antioquia. (A. Murillo, comunicación personal, 2020)
En su devenir histórico, Simití perdió su centralidad. Ya en el siglo XVII, el municipio
de Morales, una isla fluvial poblada por “mestizos blancos” que configuraron una élite
local, lo convirtieron en sitio adscrito a la jurisdicción de la ciudad de Simití, pero luego
de ganar autonomía por su capacidad de autoabastecimiento entraron en disputa y
rivalidad con la ciudad, hasta que lograron segregarse de este distrito y obtuvieron
permiso del virrey para ejercer su propio gobierno. Y así, lo que se conoció como la
“ciudad” de San Antonio del Toro de Simití fue cediendo su proporción territorial y pasó
a ser uno de los diez municipios de la territorialidad de lo que hoy es el sur de Bolívar.
Durante la última disputa y fragmentación de su territorio en lo que fue la fundación del
vecino municipio de Santa Rosa, Simití “perdió” una porción del continuo ecológico
desde la serranía hasta el valle del río. La figura 2 ilustra los locus en los que se organiza
la investigación “matriz” y en la localización de Simití se evidencia que la parte alta de
montaña no es predominante en Simití; de ahí que la elección para esta coinvestigación
haya sido centrarnos en los análisis del paisaje cenagoso.
423
Locus o unidades de paisaje sur de Bolívar y su relación con las actividades económicas.
Unidades de paisaje en los que se evidencia que la parte de alta montaña es de
menor proporción en Simití, así como el sistema socioespacial.
Vemos, entonces, que, como hemos mencionado, la situación geopolítica es
la expresión de una producción espacial fragmentada. Sin embargo, la doble
constitución fronteriza, que también hace a este “sur” un sistema socioespacial sur
sur, ligada a la visión de frontera de Heidegger (1994): “una frontera no es donde algo
termina, sino justamente donde algo comienza a ser lo que es” (p. 135), es que Simití
se constituye en una zona de frontera desde la que se pueden ver los palimpsestos
de la configuración territorial, y las consecuentes territorialidades producidas en el
transcurso del tiempo, como resultado de políticas y planes territoriales desde las
perspectivas de un sistema político y productivo para el ordenamiento, gobernanza y
planeación del territorio.
Lo dicho hasta ahora nos permite sustentar que Simití ha sido un territorio dinámico
y cambiante que tuvo una historia de suma importancia, para comprender la
configuración territorial actual del sur de Bolívar y del Magdalena Medio.
Justamente una de las lecciones aprendidas a partir de la investigación principal ha
sido que:
Cuerpos de agua, paisaje cenagoso Simití, sur de Bolívar. Paisaje cenagoso de Simití,
en el que se resalta la ciénaga que lleva su mismo nombre y su conectividad con el
río Magdalena a través del brazuelo de Simití.
155
En el marco de esta co-investigación se realiza una entrevista a Nilson Dávila,
nuestro colega, poblador del sur de Bolívar e integrante del equipo de la investigación
principal por el PDP-MM, quien hace aportes relevantes en torno a la dinámica de
la territorialidad del sur de Bolívar y en particular de Simití. Esta entrevista ha sido
transcrita y por esa razón se citará aunque no se pueda referenciar.
425
Aludiendo nuevamente la investigación (2021), se aclara que las ciénagas son ecosistemas
lénticos, es decir, que permanecen en un mismo lugar y que no corren como los ríos,
pero que sí se comunican con ellos a través de los caños y son fundamentales para
mantener el equilibrio de las aguas en épocas de inundaciones o de sequía.
En Simití, el caño o brazuelo de Simití es el que conecta la ciénaga con el río grande
de la Magdalena y la alimenta desde quebradas como El Juncal que, a su vez, se
comunica con otros ríos como el Inanea y el río Boque, y provee oxígeno a la ciénaga.
Por esa razón, las ciénagas son espacios privilegiados para la reproducción de toda
la vida.
La parte próxima al río Magdalena, pero también al brazuelo de Simití son complejos
cenagosos y valles aluviales, en donde los campesinos que habitan allí sufren las
consecuencias de las inundaciones dos y tres veces al año y, con estas, viene la
pérdida de sus cultivos y de animales, es decir, siempre hay una tragedia natural
que es cíclica. Pero la gente no lo asume tanto así, porque ese es su hábitat y su
territorio, viven ahí y se han adaptado a esos cambios periódicos de la naturaleza,
allí hacen pesca y agricultura, y en pequeña escala ganadería bovina, si se quiere,
de subsistencia. En estas zonas de valles aluviales la agricultura es de plátano, maíz,
arroz cetano, yuca, entre otros. (N. Dávila, comunicación personal, 2020)
Cabe aclarar también que como el territorio de Simití posee los tres locus (una parte
alta, una parte media o de piedemonte y una parte plana no inundable), que tiene
características de terrenos de sabana por su condición plana y por la vegetación, a
su vez en esa misma parte plana hacia el oriente se encuentran los valles aluviales
donde se configura el paisaje cenagoso. Pero, además, los patrones de poblamiento
territorial del valle aluvial, con respecto a los de la sabana y el piedemonte, son muy
distintos, razón por la cual se encuentran diferencias en sus prácticas culturales y en
el habitar. El origen de los pobladores del piedemonte es la región andina, gente que
llegó a mediados del siglo XX, desplazada por la violencia; mientras que en la ribera
del brazuelo de Simití y los bordes de las ciénagas que conectan con este afluente
fue poblado por gente que subía en las faenas de pesca río arriba y terminaban por
quedarse habitando a orilla de la ciénaga o del río. La otra parte de la población
de Simití, del piedemonte hacia arriba en la serranía, se asocian mucho más con la
cultura andina, y una diferencia interesante que encontramos dentro de los relatos
es que son “gente de ferias más que de fiesta”, esto significa que organizan eventos
de un sector económico (feria de negocios verdes o la feria ganadera, por ejemplo),
mientras que en la cabecera municipal de Simití se organizan encuentros de orden
cultural (festividades). Esto se explica porque en la cabecera municipal la población
es nativa en su mayoría, es decir se trata de descendientes de las comunidades de
los indios simitíes mezclados con los españoles durante la colonia y con los esclavos,
muchas de las familias resguardan las tradiciones culturales y ven cómo las nuevas
generaciones se apropian y las transforman (N. Dávila, comunicación personal, 2020).
En entrevistas con los pobladores, recogimos relatos relacionados con la fiesta de San
Simón156 y la de la patrona de Simití, la Virgen de la Original157.
Incluso en la cabecera municipal, la pesca es la actividad por excelencia, que no
solo está ligada a lo económico, sino que se concibe como un arte. A lo largo de la
historia, la pesca ha sido artesanal, haciendo parte de esa cultura ribereña, aunque
desde hace un par de décadas, el uso del trasmallo se ha venido imponiendo, a pesar
de ser de uso ilegal. Dado que esta coinvestigación se centra en la unidad de paisaje
cenagoso, haremos referencia a pobladores de la cabecera municipal de Simití,
especialmente pescadores que viven su cotidianidad entre los terrenos del agua del
río, sus ciénagas, vertientes y brazuelos. Sin embargo, para mostrar la densificación
de la configuración territorial con la que nos encontramos, como se evidenció en la
historia de su poblamiento, enfatizamos que este territorio se ha ordenado desde su
génesis alrededor de un modelo de desarrollo que ha intensificado la explotación
y el extractivismo minero, de madera y de tabaco, lo que ha derivado en su
fragmentación, y en relacionalidades depredadoras con la naturaleza y autoritarias
entre los pobladores.
Uno de los pobladores, pescador y cuidador del agua, mencionó al respecto
que el espejo de agua de la ciénaga de Simití en los años 50’ y 60’ contaba con,
aproximadamente, 2.000 hectáreas con una profundidad, promedio de 6 a 8 mts.,
pero en la actualidad (2019, fecha de la entrevista) la ciénaga se ha reducido de
manera dramática
156
En la fiesta de San Simón, los niños en los colegios decoran árboles. El tema
cultural en Simití está muy bien arraigado, hay una especie de transferencia a
nuevas generaciones, entonces las tradiciones se mantienen; hay una casa de la
cultura que tiene sus programas y su propósito no es otro que mantener la viva la
identidad cultural de este territorio (N. Dávila, comunicación personal, 2020).
157
Se realiza a mediados del mes de diciembre. En este trabajo no ahondaremos
en estas referencias de las festividades, pero la mención nos pareció importante.
La Original fue una exclamación: ¡esta virgen es la original! cuandoencontraron la
figura de una virgen en un árbol, y ahí quedó el nombre.
427
tomamos el agua como elemento central para comprender el espacio, por un lado, el
agua como patrimonio vital y por otro, como bien económico o mercancía. En estas
zonas rurales, la acumulación de capital opera sustentada en el acaparamiento de las
mejores tierras y del agua. De modo que, la concentración del agua en pocas manos
se relaciona con la concentración profundamente inequitativa de la tierra. Lo que
puede llamarse el “despojo del agua” se expresa de dos maneras: una formalizada
a través del ordenamiento territorial, a través de concesiones o autorizaciones
entregadas por el Estado, y otra, mediante el uso del agua por parte de privados al
margen de la ley.
Fenómenos como los de la ganadería extensiva, los monocultivos de palma
(encontrados en menor medida en Simití, no así en los demás municipios del sur de
Bolívar), e incluso la minería, expresan este despojo y son indicativos de las tensiones
territoriales más relevantes de acuerdo con los relatos de los pescadores. Así lo
aseguran: “Lo que tiene que ver con la ganadería, hay una cantidad de ganaderos
que, en épocas de verano, tiran cerca de forma arbitraria, tomándose los criaderos
de refugio de peces”, afectando la ciénaga, sedimentando. Nilson Dávila nos explica
que el tema de la ganadería tiene diferentes aristas, pero todas dejan entrever niveles
de afectación ecológica que son los que se evidencian en la actualidad:
Si hay 100 campesinos y cada uno tiene tres vacas, estamos hablando de 300 vacas
al borde de una ciénaga, pero si hay uno solo que tiene 300 vacas, pues de igual
manera se está afectando el territorio, sin embargo, el punto más problemático
es que no se trata de la cantidad, ni de la extensión, sino de la usurpación que se
hace, de la privatización. (N. Dávila, comunicación personal, 2020)
Es decir que los campesinos aprovechan de manera temporal el playón158 en tiempo
de verano, y en el invierno sacan el ganado de allí, por lo que puede inferirse una idea
del playón como bien común; esto no ocurre con los grandes ganaderos, porque lo
que hacen es cercar o “alambrar” la ciénaga, sembrar pasto en el agua y sedimentan
esa área para hacer uso privado de esta, lo que nos hace pensar en que ese ganadero
ve al playón como una “oportunidad” para usurpar la tierra y el agua, que es de todos.
Otro pescador y cuidador del agua, Leonardo Torres, se refiere a los conflictos que
se generan debido a esta apropiación, nos dice que en época de invierno, cuando el
agua retorna y cubre los playones, se forman unos claros o nichos donde los peces
han desovado en las orillas y son ideales para pescar porque se facilita; no obstante,
una vez se levanta un muro, se tira una cerca o se alambra esa orilla, se convierte
en “propiedad privada” y ha pasado que los pescadores se acercan a buscar peces y
los sacan a tiros, los amedrentan y se generan riñas y conflictos. Mientras tanto, las
158
Playón es como se le llama a las áreas secas que va dejando la ciénaga en época
de verano.
429
depredación que las nuevas generaciones están desplegando: “La pesca está dejando de
ser un saber, una forma de subsistencia que le da soberanía alimentaria a las familias, para
convertirse en una actividad comercial permanente” (informe de investigación, 2021).
Los pescadores coinciden en que una problemática que muestra esa “depredación”
es la pesca con trasmallo. Emiro Ángel, pescador y cuidador de la ciénaga, y Jovani
Arévalo lo mencionan así:
Esta pesca ilícita nos está perjudicando, porque está depredando el agua y toda la
vida que hay en ella, porque en esa red se enredan especies de peces pequeños,
grandes y medianos, hasta el Manatí, que ahora es una especie en vía de extinción
también queda enredado, y cuando se enreda, lo capturan, es decir no lo sueltan,
lo matan y se lo comen. (E. Ángela, comunicación personal, 2019).
159
Para ahondar más en lo que respecta a los fundamentos teóricos y conceptuales
acerca de la producción social del espacio en el paisaje cenagoso de Simití, se sugiere
la lectura del capítulo “En el intersticio de los sentidos de lugar y las territorialidades
emerge el paisaje. Hacia otros entendimientos de la producción social del espacio
en la Ciénaga de Simití, Sur (sur) de Bolívar”, del libro “Territorios, conflictos y
resistencias”, editado por la Universidad Santo Tomás, y publicado a finales del
año pasado. Este capítulo hace parte de los avances presentados para el trabajo de
grado de la Maestría Comunicación-Educación en la Cultura de UNIMINUTO.
431
por medio de signos, códigos e imágenes, así como las diversas formas de respuesta y
concreción de los habitantes en referencia a las políticas y planes territoriales.
De otra parte, el lugar, o sentido de lugar (espacio percibido), se comprende a partir
de las significaciones que nos remiten a las prácticas espaciales, y está directamente
relacionado con la percepción que la gente tiene de su uso y vivencia cotidiana. El
espacio, entonces, adquiere significados individuales y colectivos por las acciones
que día a día expresan sus habitantes, y que condensan de historias y relatos el
espacio: los paseos de olla en el río, el camino de la escuela a la casa y de la casa a la
escuela, el sitio de trabajo, etc.
Por último, el paisaje, también entendido como espacio vivido y espacio de vida,
abarca todas aquellas experiencias que se adquieren durante el habitar del espacio;
es en el paisaje donde las territorialidades y los sentidos de lugar se encuentran y
actúan de forma simultánea, tanto individual como colectivamente. Así, se incorporan
experiencias y formas variadas de apropiación, identidad y pertenencia, para ocupar
un lugar en el espacio y otorgarle sentido de vida. Por ello, consideramos este último
elemento como la clave para que emerjan otros entendimientos sobre la forma como
cada ser humano, individual y colectivamente, reconcilia sus acciones con el espacio
que estas experiencias producen; teniendo en cuenta que existe un modelo impuesto
desde la Modernidad Occidental en el que se reduce el mundo exterior a un objeto,
lo cual está en oposición y rompe la lógica del pensamiento en clave de paisaje que
nos remite a lo que de aquí en adelante trataremos como pensamiento paisajero.
Esto quiere decir que las luchas de los campesinos-pescadores del sur sur de Bolívar, no
solo se inscriben en el reclamo de la tenencia de la tierra y la colectividad del agua, sino
en el tránsito que hay entre la dimensión económica para la garantía de la producción
de la vida y de su reproducción, hacia la dimensión política de la organización de la vida
social y la tramitación de la conflictividad dentro de su territorio.
Entre las territorialidades y los sentidos del lugar que se producen cotidianamente, en
medio de una matriz que separa a los seres humanos y a la naturaleza, la búsqueda
de espacios que sean paisaje implica sentipensamientos-acción de estas nociones del
habitar para significar y apropiar el agua como un bien comunal, como escenarios
para afrontar la “crisis global del agua” (Arrojo, 2010), desde la que se articulan las
crisis de sostenibilidad, de gobernanza y de convivencia en los territorios.
El pensamiento paisajero, por tanto, va en vías de retornar al sentido de comunidad,
en el cual se expresan formas diversas de vida que privilegian la noción colectiva por
sobre la idea del bienestar individual; sin embargo, las acciones que se encaminan
hacia esta vía presentan vastos obstáculos en vista de las problemáticas ya enunciadas
que dan cuenta de un territorio y una comunidad altamente fragmentada y dividida
por la matriz moderna individualizada y de un entorno cosificado.
433
misma, ya que el sujeto no vive entre puntos, líneas y polígonos, ni en lugares
abstractos y homogéneos, sino en su casa, parques, ciénagas, patios, islotes, etc. Así
concebido, nos referimos al lugar como espacio de la vida que necesariamente es
emocional, lleno de sentidos y significados.
Pero, también, comprender una región implica entender el funcionamiento de la
economía a nivel global y su respuesta en el territorio de un país o de una zona
determinada, con la mediación del Estado y las demás instituciones, así como del
conjunto de los agentes de la economía, empezando por sus actores hegemónicos.
Estudiar una región significa contemplar una serie de fuerzas en tensión, funciones,
organizaciones, estructuras, etc., con sus más diversos niveles de interacción y
contradicción dentro de los cuales se producen relaciones de poder. Si el espacio
se unifica para atender las necesidades de una producción globalizada, las regiones
aparecen como las distintas versiones de la mundialización.
Es en este contexto que el estudio regional asume un importante papel en la actualidad,
con la finalidad de comprender cómo un mismo modo de producción se reproduce
en diferentes regiones del globo, con base en sus especificidades. Para comprender
cualquier fracción del planeta hay que tener presente la totalidad del proceso que
la engloba; asimismo, para comprender la realidad global, es indispensable entender
lo que es la vida en las diferentes regiones: sus funcionamientos específicos, sus
especializaciones, sus relaciones, en fin, su disposición particular, siempre en
movimiento. Develar las relaciones existentes entre esos elementos, y convertir los
conceptos en realidades empíricas, permitirá vislumbrar, en el tiempo y en el espacio,
la transformación.
La lectura espacial que se realiza sobre el sur sur de Bolívar, y en particular de Simití,
se constituye en una herramienta no solo para la comprensión de la configuración
socio-histórica, cotidiana y representada desde las relaciones de poder, los
significados y percepciones de los habitantes, sino que, antes que nada, permite
potenciar las futuras reconfiguraciones espaciales y políticas, para que se dirijan
hacia la producción de comunes alrededor de la experiencia del habitar y de las
transformaciones locales necesarias.
435
La clave de abordaje desde del paisaje, por un lado, contiene la memoria de la interacción
que permite conocer cómo las sociedades humanas se han relacionado, interpretado y
transformado con su entorno, y por otro lado, implica comprender ontológicamente la
realidad, lo que de forma indiscutible condiciona y determina la dinámica de lo común.
Esta visión del paisaje entiende el entrecruzamiento (conexión) de las características
biofísicas y las dinámicas socioculturales desde donde se codeterminan las relaciones
de control, apropiación, identidad y poder que las poblaciones humanas generan en
su territorio (Rincón, 2017).
La pregunta de esta coinvestigación hace una lectura entre las territorialidades y el
lugar, a partir de la cual emerja un abordaje (comprensión y análisis) del paisaje como
medianza, esto es, en palabras de Berque (2009):
437
naturaleza, del cosmos, y se instaló el control sobre la vida misma como condición
para garantizar la existencia humana. Esta separación implicó el sometimiento e
instrumentalización de la vida para favorecer lógicas de producción y de mercado
individuales, que incidieron en la pérdida del sentido de bien común. En Simití,
lo que evidenciamos en los relatos es que buena parte de las formas y modos de
vida comunitarios se han disuelto o erosionado, y cabe aclarar en este punto que
cuando nos referimos a la comunidad (comunitario) lo hacemos como referencia al
campo de lo compartido, que es fundamentalmente la cultura o la manera en que
habitamos el mundo. Según Rodríguez (2018) ,la comunidad se organiza en función
del bien común, para resolver la vida, la reproducción de la vida de todos, en todos
los sentidos y dimensiones “la comunidad nos enseña que no hay bien común sin
gestión de lo común” (p.18). La dificultad para establecer modos de habitar desde este
sentido comunitario está íntimamente relacionada con la forclusión del pensamiento-
acción paisajero propia de la modernidad, por cuanto esta separación oculta que la
existencia humana no puede darse, sino en tanto medianza con el entorno y como
consecuencia lo humano vive su propio mundo solo como sujeto de ese entorno que
no está objetivado, sino que íntimamente le configura.
Leonardo Torres, pescador simiteño, nos enseñó en una conversación la conexión
entre el pensamiento-acción paisajero y el tejido de formas de vida comunitarias que
se articulan alrededor del cuidado:
439
como pueblo. Simití es rico en agua, y el agua es la vida del ser humano. Quisiera
que la institucionalidad se concentre en la recuperación de todas las quebradas y
cuencas que producen el agua. [...] Hay que sembrar árboles, hay que proteger,
hay que hacer campañas con los campesinos que viven alrededor de los cuerpos
de agua, porque hay que proteger, hay que proteger la franja de la ciénaga de
Simití, y de todas las ciénagas que hemos perdido, para que el futuro del agua esté
presente en los años venideros. (L. Torres, comunicación personal, 2020)
La ausencia histórica del Estado en regiones de frontera interna como esta ha repercutido
en desarrollar culturas creativas y resilientes, capaces de sobrevivir y construir su entorno.
Las acciones colectivas para la gestión del territorio y la reconciliación con el río y la
ciénaga son de vital importancia como testimonio vivo de las transformaciones en los
procesos de identidad, arraigo y empatía con el entorno en que se habita.
Sin embargo, este llamado para que la institucionalidad responda también es una
constante en los relatos de la población y puede explicarse en que la figura del Estado
(burocrática) y su institucionalización representada en regiones como esta, en el edificio
municipal donde funciona la alcaldía, todas las secretarías de gobierno y los concejos
municipales electos popularmente, potencia imaginarios sobre que el monopolio de
las decisiones sobre lo público le corresponde a estos actores representantes, que en
el entendimiento de los pobladores fueron los elegidos para gobernar. De modo que
se produce esta legitimidad del monopolio de la gestión del territorio en contradicción
con el imperativo del cuidado de lo común, que hemos evidenciado en muchos
pobladores del sur de Bolívar y en particular en Simtí. En la sociedad moderna, el
cuidado, la protección, las relaciones de convivencia y el amparo, propias de la
acción comunitaria, se desplazan a la esfera de la institucionalidad y la normativa.
Aun así, y como lo señala Rodríguez (2018), en momentos de precariedad, en la
lucha por la tierra, el agua, por el alimento, por el futuro:
en hacer ver a los habitantes del casco urbano, y a los que están alrededor de
la ciénaga, en la franja de protección, que esa ciénaga hay que cuidarla, no
arrojándole basuras, herbicidas; al pescador, que no tire colillas de cigarrillo, no
tire piedras, y un sinnúmero de actividades encaminadas a la protección del agua,
que es la vida Simití, porque ahí viven los peces con los que nos alimentamos (E.
Peinado, comunicación personal, 2019).
Y decimos que centraron su trabajo porque, en la actualidad, de los 96 miembros que
conformaban la asociación en sus inicios quedan apenas siete líderes, movilizando
acciones de conservación, de limpieza y de prácticas de pesca artesanal, en medio
de la precariedad y la pobreza. El proyecto moderno/colonial ha profundizadp cada
vez más las subjetividades neoliberales que se expresan en sociedades individualistas,
solitarias y desamparadas.
Pero si bien reconocemos que la capacidad para asociarse y el poder de las
organizaciones sociales con base comunitaria en la discusión sobre la vida que
se quiere ha sido fundamental también para la construcción de sociabilidades y
liderazgos de defensa territorial en la región, no siempre la vía es la organización social,
o simplemente resulta muy difícil ceder en las ambiciones o intereses particulares en
función del bienestar común.
De otra parte, el pensamiento-acción paisajero se expresa tanto a nivel de las vivencias
como de las acciones de cuidado concretas, dado que estas experiencias comunes
muchas veces nacen a partir del reconocimiento de los mismos pobladores de sus
prácticas de depredación y de autodestrucción del entorno, así como de la necesidad
de superarlas para garantizar la vida a futuro. Así, encontramos que la defensa de la
ciénaga y del territorio simiteño se construye a partir de las secuelas de un accionar
depredador y la necesidad de proteger el entorno, para garantizar la sostenibilidad de
la propia existencia y la de las próximas generaciones.
En algunos territorios dicen que pescador que se respete sabe tejer su atarraya,
pero no es tan cierto; en el arte de la pesca también hay especialidades, hay
quienes se especializan en remar, otros en tirar la atarraya, otros en pescar con
chinchorro. [...] Hay varias formas de tejer o, como dicen, de hacer el nudo o de
hacer la maya, y en eso también existen especificidades, por ejemplo, hay quienes
441
se especializan en hacer el nudo moreno. El nudo moreno tiene una manera de
hacerse y hay quienes se especializan en eso, y los pescadores le buscan para
hacer la atarraya, porque eso es sinónimo de calidad; entonces la elaboración de
esa red es un arte que se combina con una especie de técnica, porque al hacer
la atarraya y lanzarla para que se expanda, si se pasa o se queda corta, entonces
no da la apertura necesaria. Eso lo proyectan los tejedores de atarrayas, desde la
primera tejida hasta la última, por lo tanto, es un arte, aunque también tiene cierta
técnica. Igual pasa con otros instrumentos de pesca como la canoa, el canalete,
el palo de matar pescado, el raspar la totuma para achicar la canoa, el plomo
para darle peso a la atarraya. Cada cosa significa una especialidad. (L. Torres,
comunicación personal, 2020)
Este pensamiento-acción se entiende desde la perspectiva de los pescadores que
llevan décadas viviendo de su arte, entre en tensión por las prácticas económicas
que deterioran los cuerpos de agua y que, como se ha expuesto, cada vez son más
generalizadas, como el trasmallo, la apropiación de los playones para actividades de
ganadería extensiva, entre otros. No obstante, cuando escuchamos a los pescadores
dar cuenta de lo que son, ligado a lo que hacen, entendemos que el pensamiento-
acción paisajero no está en la mirada sobre los objetos, sino que está en la realidad
de las cosas, es decir, en la relación que establecemos con nuestro entorno,
Soy pescador desde los 16 años de edad, y tengo 71, hace 10 años hago atarrayas
con las banderas de las naciones, ese ahora es mi arte, antes era la pesca. (F. Javier,
“Bejuco”, comunicación personal, 2019)
Soy Eliseo Peinado, pescador y líder comunitario, eso soy. (E. Peinado,
comunicación personal, 2019)
Yo soy Leonardo Torres Carballedo, nací y crecí en Simití, frente a esta ciénaga.
El ser pescador es como si fuese algo de mi familia, la pesca se me metió en la
sangre, mis antepasados se levantaron en la pesca. Mi padre fue pescador, yo no
me imagino en otro lugar; uno sale al patio de su casa y ve la ciénaga que nos da
el sustento. (L. Torres, comunicación personal, 2019)
INCONCLUSIONES
Teniendo en cuenta que lo desarrollado y descrito en estas páginas es letra viva si
atendemos a las fuentes, no creemos apropiado concluir el texto. Presentamos a
continuación, una serie de inconclusiones de nuestro trabajo, dando a entender que
el proceso aún no termina y que el pensamiento-acción paisajero de los pobladores
de la ciénaga de Simití debe continuar fortaleciéndose hacia la búsqueda de la
consolidación de una comunidad que participe activamente de la defensa de su
entorno natural y el cuidado de su sistema socioecológico.
La coinvestigación desarrollada centró su atención en la noción del paisaje, como una
forma de habitar el territorio, partiendo de reconocer los vínculos y la relación ontológica
que cada ser tiene con su entorno, es decir que cada uno de nosotros hacemos parte
del paisaje, no estamos por fuera de él; por lo tanto, el paisaje permite abordar las
territorialidades en relación con las dimensiones políticas del territorio y las vivencias de
sus pobladores, haciendo visibles otros entendimientos de coexistencia, reciprocidad,
otras formas de re(ex)sistencias que marcan alternativas al modelo hegemónico de
depredación ecológica y fragmentación del territorio. Esta comprensión significa
un aporte al campo C-E-C en tanto que plantea nuevas maneras de relacionarnos y
comunicarnos con nuestro entorno en procura de mantener y cultivar la vida.
El agua pasó a ser comprendida como un factor altamente dinamizador de todas las
formas vida social y ambiental en la zona, en tanto que integra todo un ecosistema
de paisaje interdependiente y cada vez más en riesgo de ser menoscabado, como
resultado del posicionamiento de la racionalidad extractivista y utilitaria que opera
en el vínculo naturaleza-cultura (Cadavid, 2020, p. 39).
El predominio del paradigma del agua como bien económico o mercancía ha hecho
que el agua sea considerada desde una relación utilitaria. Esta perspectiva ha generado
afectaciones en el territorio, que reducen la oferta de alimentos y, en consecuencia,
ponen en riesgo la seguridad alimentaria de la población y el equilibrio ecológico de
la región.
Visto así, como lo hemos dicho, la región del sur sur de Bolívar sería la expresión del
colonialismo ecológico, concretado en la relación de sus habitantes con el agua. Como
contraparte, de la visión del agua como elemento de vida se derivan acciones que
la defienden para que no sea susceptible de apropiación o posesión privada, ni sea
objeto mercantil. Las transformaciones futuras pasan por la “desmercantilización” de
la naturaleza. De ahí que las territorialidades, los sentidos de lugar y las significaciones
alrededor del agua, por parte de los pobladores, sean fundamentales para proyectar
nuevas alternativas a la gestión de este territorio.
Se encuentra latente en el paisaje cenagoso de Simití la dificultad para mantener
un proceso de organizaciones sociales continuo y fortalecido en el territorio, sin
443
embargo, la comunidad de pescadores avanza en el fortalecimiento del tejido
social, promoviendo acciones de cuidado compartido en torno a la ciénaga como
bien común de los pobladores. Valorar la comunalidad de la Ciénaga es lo que
permitirá reconstruir comunidades, sentidos comunitarios, como consecuencia de un
pensamiento-acción paisajero.
Las tensiones en las prácticas y experiencias de los pescadores artesanales que acogen
una lectura de la ciénaga de Simití, desde el pensamiento-acción paisajero, hacia la
búsqueda del cuidado de estos cuerpos de agua que sustentan la vida propia y de la
comunidad, en relación con otras prácticas que se derivan del modelo hegemónico,
y ponen en riesgo el equilibrio del ecosistema del paisaje cenagoso y la producción
de la vida.
El pensamiento acción paisajero es una lectura del territorio que permite reconocer las
diversas capas y dimensiones que lo componen, brindando de esta nuevas miradas y
entendimientos para abordajes de las problemáticas y sus salidas alternativas, teniendo
en cuenta una visión integradora de nivel regional, que conecta las diferentes formas de
vida y culturas, que van desde lo alto de la montaña hasta donde brotan los nacimientos
de agua; hasta el paisaje cenagoso, en el que se desarrolla esta coinvestigación.
Referencias
Arrojo Agudo, P. (2010). El reto ético de la crisis global del agua. En A. Acosta y E. Martínez (Comps.). El
agua un derecho humano fundamental (pp. 281-328). Abya-Yala.
Berque, A. (2009). El pensamiento paisajero. Ed. Biblioteca Nueva.
Cadavid, A. (2020). Agua para la vida, agua para la paz. En Z., Mendivelso et al. (Eds.). Construcción de paz
en Colombia, alianza entre la universidad y la comunidad. Universidad de los Andes.
Fals Borda, O. (1979). Mompox y la Loba. Historia doble de la costa I. Ed. Carlos Valencia.
Heidegger, M. (1994). Conferencias y artículos. Ediciones del Serbal.
Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Capitán Swing Libros, S. L.
Millán, A. (2020, noviembre 6). Colombia es el único país en el mundo que nació a partir de la visión de la
historia natural. BBC NEWS. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-54742299
Murillo, A. (1999). Historia y sociedad en el Magdalena Medio. Controversia, 174, pp. 42-61. https://
revistacontroversia.com/index.php?journal=controversia&page=article&op=view&path[]=32
Posada, E. (1998). El Caribe colombiano. Una historia regional (1870- 1950). El Áncora Eds. - Banco de la
República.
Rincón, C. (2017). Restauración ecológica y ordenamiento del territorio. Una experiencia de gobernanza
del agua en el municipio de Puente Nacional, Santander. [Tesis para optar por el título de Magíster en
Geografía]. Repositorio institucional Universidad Nacional de Colombia. http://www.bdigital.unal.edu.
co/60945/7/Carlos.ARinc%C3%B3nArias.2017.pdf
Rodríguez, M. (2018). Comunidades urbanas. Cuaderno de conversaciones No. 4. Editorial Red de la
Diversidad - Fundación Wayna Tambo.
Safford, F., y Palacios, M. (2002). Colombia, país fragmentado, sociedad dividida, su historia. Editorial
Norma.
Santos, M. (1995). Metamorfosis del espacio habitado. Oikos-Tau.
Santos, M. (1996). De la totalidad al lugar. Oikos-Tau.
Santos, M. (2000). La naturaleza del espacio. Ariel.
Serje, M. (2005). El Revés de la Nación: Territorios Salvajes fronteras y tierras de nadie. Ediciones Universidad
de los Andes.
Shiva, V. (2006). Manifiesto para una democracia de la tierra, justicia, sostenibilidad y paz. Paidós.
Soja, E. (2008). Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones. Traficantes de Sueños.
445
446
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
CAPÍTULO 19
Gracias Teo y Tafur por dejarnos ese legado de lucha, por tener vida
digna y la permanencia en nuestro territorio
Osman Peña Camelo
Este capítulo es producto de las conversaciones realizadas por los autores entre junio
de 2021 y mayo de 2022, y están enmarcadas en la investigación “Agua para la
Vida, Agua para la Paz”, realizada en el marco del acuerdo entre UNIMINUTO y el
Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.
447
A continuación, se reproducen apartes que dan cuenta de la situación del agua en el
municipio de Regidor, uno de los más afectados de la región del sur de Bolívar por la
desecación de sus cuerpos de agua.
Angélica Nieto: Osman, nos hemos encontrado varias veces en estos siete años de
recorridos por el Sur de Bolívar. La intención que nos trajo por primera vez en el
año 2016, a un equipo de trabajo de Uniminuto de la Sede Principal, fue hacer
un diálogo con los pobladores de diez municipios para diseñar una propuesta de
educación superior pertinente para la región. Nos acompañaban nuestros amigos
del PDPMM; eran recorridos interminables por esas bellas tierras. Nunca olvidaré el
pequeño mapa que hiciste para explicarme por qué debíamos pensar en una sede de
la universidad en Regidor.
Te agradezco infinitamente la disposición para el encuentro y la conversación. Este
ha sido uno de los diálogos más estimulantes que he tenido en mi vida. Gracias por
todas tus generosas enseñanzas, de ellas, la más importante es el amor a la vida y la
lucha por preservarla.
Me gustaría empezar hablando de ti, de tu trayectoria vital.
Osman Peña: nací el 27 de septiembre de 1965, en el corregimiento de Santa Teresa,
municipio de Regidor, departamento de Bolívar. Soy hijo de Francisco Peña Oviedo
y Graciela Camelo Contreras. Fui un niño muy inquieto, siempre me gustaron las
actividades culturales de la región, por eso me dediqué a la música vallenata y
tropical. Los otros amores de mi vida han sido: la tierra, por eso soy campesino y me
he formado para ello, y mi esposa Petrona Monterrosa Gómez.
Ser campesino es muy importante para mí, lo que sé sobre el campo lo aprendí en mi
casa y en estudios que he realizado para profundizar mis conocimientos. Soy técnico
agropecuario, técnico en Avicultura, técnico en Porcicultura y técnico pesquero; ah
sí, porque esa es una de las características de los campesinos de las tierras bajas:
también somos pescadores.
Esa doble condición: ser campesino y ser del Sur de Bolívar ha implicado mi
participación en las organizaciones sociales; poco a poco me he formado como líder
y defensor de los derechos humanos. En estos momentos, soy vocero de la Comisión
de Interlocución del sur de Bolívar, Centro y sur del Cesar, sur del Magdalena y sur
de los Santanderes, que es una plataforma de organizaciones que dialogan con los
distintos gobiernos sobre los principales problemas de la región.
Desde el año 2000 comencé mi labor social con el programa del PDPMM; en el año
2004 comenzamos a ejecutar un proyecto de infraestructura que fue financiado por
la Unión Europea.
A través del trabajo que hemos realizado, se ha logrado avanzar en proyectos
importantes para la comunidad, como la construcción de aulas escolares, la sala de
partos del hospital de Regidor, un restaurante para ancianos y muchas otras cosas
más. Actualmente, estamos en espera de iniciar labores con la emisora comunitaria,
cuya licencia tramitamos ante el Ministerio.
Una de las luchas más importantes que hemos venido dando en el sur de Bolívar
tiene que ver con el cuidado del medio ambiente, particularmente, el cuidado del
agua. Y es que hay muchas amenazas para la naturaleza. El caso de Regidor es muy
dramático, ya que hoy día prácticamente nos hemos quedado sin agua.
Angélica Nieto: ¿Cómo llega a la mesa de interlocución?
Osman Peña: he estado participando en la Mesa de Tierra y Territorio porque ahí
es donde uno puede exponer las temáticas ambientales, es un proceso donde uno
puede aprender de diferentes áreas. Y, bueno… uno sabe cuáles son los daños que se
le hacen al medio ambiente por parte de los industriales y terratenientes al territorio
nuestro, aunque eso es a nivel nacional, uno conoce y maneja lo del territorio nuestro,
que son cinco departamentos: Cesar, Magdalena, los dos Santanderes y Bolívar, en esa
estamos luchando por la permanencia en nuestro territorio. Nosotros interlocutamos
con el gobierno, tenemos cuatro mesas: (i) Derechos Humanos, (ii) Inversión Social,
(iii) Minero - Energética y (iv) Tierra y Territorio. Yo estoy en esta última porque es ahí
donde uno puede exponer las problemáticas del agua, de la contaminación y todo
ese tipo de cosas. Y uno tiene la película clarita de cómo hacer para recuperar todos
esos espejos de agua, las ciénagas.
Nosotros hemos puesto en conocimiento, a través de videos, todo el daño que se está
haciendo a nivel nacional y a nivel regional por la deforestación. En Norosí y Arenal
ya se ha puesto en conocimiento de la Agencia Nacional de Tierras – ARN, Parques
Naturales Nacionales, MAVDT, Ministerio del Interior, la UPRA, las corporaciones
regionales. Uno expone las problemáticas y ellos dicen: “Vamos a hacer estudios,
vamos a ir a la zona con los técnicos…”, pero, en resumidas cuentas, no están haciendo
nada para recuperar el agua, para mejorar el sistema de vida de los habitantes donde
se están llevando a cabo estos proyectos, estos megaproyectos; y, entonces, entramos
en discusión con el gobierno, pero tú sabes, mientras el gobierno tenga ese modelo
capitalista de extracción, es muy difícil que haya un cambio en la región.
Desde 1995 empezaron las conversaciones con el gobierno nacional sobre la
contaminación de las aguas. Antes la quebrada de Norosí era muy limpia (1987),
el agua era totalmente cristalina, era una belleza de agua; pero en poco tiempo
se contaminó con la explotación minera, desde que llegaron las multinacionales.
Si tú vas y ves el agua, es como rojiza, turbia, está muy contaminada; en menos de
diez años la cosa se puso muy mal. Lo mismo pasó con la quebrada de Arenal, ya
la ves con el color de uno de esos ladrillos con los que uno construye las casas, los
apartamentos, así de ese color es el agua. Entonces nosotros estamos trabajando para
que la gente conozca esto, sea consciente y tome las medidas necesarias.
449
El medio ambiente debe ir de la mano con la agroecología, nosotros somos cincuenta
y cuatro organizaciones campesinas a nivel de los cuatro departamentos, y a todas
esas organizaciones les hacemos ver que no hay que trabajar con tantos agrotóxicos
y todo ese tipo de fertilizantes que le hace daño a la tierra.
Angélica Nieto: ¿Se trabaja la agroecología en el territorio?
Osman Peña: no mucho, yo porque he tomado unos cursos, pero la gente no conoce
mucho esas tecnologías de la agroecología. Y es que todo se está acabando porque
con esa cantidad de venenos que se usan en la agricultura...
Angélica Nieto: en una de nuestras conversaciones hablamos de la desaparición de
las ciénagas en el municipio de Regidor, que es, quizá, la situación más dramática de
toda la región. Para empezar a hablar del origen de esta problemática, hicimos un
ejercicio de memoria, Osman se tomó unos días y este es el mapa que realizó:
160
En negrilla las ciénagas
451
El caño Mataperro está al servicio de la palmera Hacienda La Gloria, lo que significa
que ya no le llega toda el agua a la ciénaga que lleva el mismo nombre.
Todas las ciénagas están sedimentadas a causa de los tapones y, además, con la
llegada de los cultivos de palma, se utilizó otro método que consiste en hacer caños
para sacar el agua de las ciénagas; por lo tanto, salvo en los momentos que hay
inundaciones por el invierno, todas estás ciénagas están secas.
Cuando llegaron los palmeros, ellos compraban playones, compraban humedales y así
sucesivamente. Por ejemplo, a la ciénega El Socorro le metieron una retroexcavadora,
le hicieron una canalización y empezaron a sacar el agua para los cultivos de palma.
Como los caños son los que alimentan las ciénegas y estas están comunicadas, poco
a poco, fueron acabando con sus aguas.
La alteración del cauce natural del agua es muy grave cuando hay invierno, porque
la naturaleza cobra sus espacios y es cuando se producen los desastres. Como esos
palmeros echaron muro para protegerse de las inundaciones, entonces, le cambiaron
de caudal a los caños, y eso trae consecuencias. Esos caños, buscando su caudal,
cogían y se metían por los caños artificiales y eso daba la vuelta y se ponía más fuerte.
Angélica Nieto: tenemos acá, entonces, dos razones principales por las que se han
desecado las ciénagas en Regidor. Una, que tiene que ver con políticas del Estado,
en este caso, decisiones de Cormagdalena; y otra, que está relacionada con actores
privados, es decir, los dueños de las empresas de palma.
Osman Peña: así es, pero creo que hay algunos otros factores: los propietarios de las
palmeras no son de la región, unos viven en Santa Martha, en Barranquilla, en Cartagena
y en Bogotá, es decir que quizá no les importa tanto lo que pase en la región.
Las palmeras se han venido apropiando del agua, además, utilizan los agrotóxicos que
le hacen daño a la flora y la fauna.
Regidor es la puerta de entrada a los demás municipios del sur de Bolívar, es un
corredor por donde pasan armas, narcotráfico y otro tipo de materiales bélicos. Pero
los actores armados acá no han taponado caños.
Los búfalos también afectan la flora y la fauna, ellos son del agua, no son una especie
que esté frecuentemente en los potreros, sino en los playones y en el agua. Ellos
dañan la naturaleza porque pisan la tarulla161, además van secando (sedimentando) la
ciénaga, y le van quitando el oxígeno a los peces, y revuelven el agua y la contaminan.
Los búfalos son de los terratenientes, que en casi todos los casos son los mismos
palmeros que combinan palma y búfalos.
161
Son plantas acuáticas donde se da el proceso de reproducción de los peces y
donde se protegen del ser humano.
Las administraciones y los consejos municipales no hacen nada para solucionar el tema,
por el contrario, en casi todas las ocasiones, se ponen del lado de los terratenientes.
Angélica Nieto: Osman, ¿podrías hacernos un recuento del proceso de deterioro de
los cuerpos de agua en Regidor? Acudamos a la memoria y hagamos una especie de
línea de tiempo.
Osman Peña: Claro que sí, Angélica, como te dije anteriormente, considero que el
origen del problema es cuando Cormagdalena empezó a construir los jarillones, eso
fue más o menos en 1979 o 1980.162
Los cultivos de palma empiezan en el año 2005, lo que coincide con el proceso de
desmovilización de los grupos paramilitares, que para el sur de Bolívar fue el Bloque
Central Bolívar, en cabeza de Julián Bolívar.
En Regidor se produjo un desplazamiento económico, se dio a través de pagos
superiores al valor de la tierra de ese entonces. Por ejemplo: si una hectárea valía
entre $300.000 y $400.000, ellos la compraban por tres o cuatro millones de pesos.
Si la gente no quería vender había presión armada con los paramilitares. Mataban al
dueño de la finca y la señora tenía que vender al precio que ellos le ofrecieran.
Aunque en Regidor el mayor volumen de desplazamiento fue económico, es decir
mediante la compra de tierras, también hubo desplazamiento armado. La gente que
vendió se fue para la ciudad o para otros lugares.
Hoy día, una gran proporción del territorio es de propiedad de empresas Palmeras. La
hacienda La Gloria tiene 8.000 hectáreas aproximadamente y además tiene extractora
propia en El Cesar; Puerto Libre tiene una extensión aproximada de 2.280 hectáreas;
Aportes San Isidro tiene 850 hectáreas, además, los pequeños productores tienen
aproximadamente 850 hectáreas. La extractora que hay en Regidor es de propiedad
de varios palmeros que se han asociado.
La contaminación principal es para el aire, ya que bota humo de día y de noche y
esos residuos van a dar al caño Elvira. La agropecuaria Los Caimanes, que tiene 5 300
hectáreas que se encuentran ubicadas en las jurisdicciones de Regidor y El Peñón,
más o menos distribuidas mitad y mitad, contamina al caño Las Tortugas que va a una
ciénega que se llama El Uvero, pero esa ya es jurisdicción de El Peñón.
Angélica Nieto: ¿cómo ha sido el proceso de desecación? ¿Cuáles ciénegas se
desecaron primero?
162
En una búsqueda realizada, se encontró que Cormagdalena nace en 1994, lo cual
muestra un desfase temporal entre el relato de Osman y la creación de la Corporación,
sin embargo, su relato coincide con el de especialistas sobre las afectaciones que
tiene la región del Magdalena Medio, a propósito de la construcción de los jarillones.
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-698163
453
Osman Peña: las que eran más profundas se demoraron un poco más. Hablando con
un señor de 90 años, él me dijo que las ciénagas más profundas, como El Limón y
Mata Perro, tendrían más o menos dos metros de profundidad en tiempo de verano;
en tiempo de creciente hasta tres y cuatro metros; hoy, lo máximo es un metro y
medio de profundidad en invierno. Los caños sí profundizan un poco más que las
ciénagas, tres metros aproximadamente.
La palmera agropecuaria Los Caimanes compró 5 846 hectáreas de tierra, ubicadas
en zona de playones, entonces ella capta toda el agua que está en los humedales
de esa zona. El brazuelo de Papayal está en tres municipios: Río Viejo, Regidor y El
Peñón; el 80% del territorio de El Peñón está constituido por humedales y playones, y
todo eso está perdiéndose porque esa empresa compró todas esas tierras. La empresa
hace canales para sacar el agua y eso es muy grave para la naturaleza. Los alcaldes de
turno no tenían en cuenta la problemática ambiental que se estaba creando, sino que
ellos estaban detrás del impuesto catastral que paga la finca, pero no miraban el daño
que se le hacía a los municipios, a la gente, acabando con los humedales, acabando
con la economía propia y una serie de problemas que hay en esos municipios.
En la actualidad, Regidor está totalmente sin agua; la palmera Hacienda Los Caimanes
compró tierra en la jurisdicción de los dos municipios, aunque en El Peñón todavía hay
agua. En el caso de Regidor hay varias palmeras. Están: Hacienda San Isidro, Hacienda
Puerto Libre y la Hacienda Puerto Rico, siendo esta última la más grande, ya que tiene
más o menos unas 8.000 hectáreas. Puerto Libre tiene 3.000, de estas 1.100 hectáreas,
más o menos el 20%, están legalizadas y el resto está en área de humedales. El 20%
utiliza agua que proviene del río Magdalena, que es llevada a través de los distritos de
riego superficiales, el resto, es decir el 80%, proviene de los humedales.
Al uso del agua de los humedales se le suma el uso de agrotóxicos para la siembra
y el vertimiento de desechos a las ciénagas, lo que significa un daño ambiental
inmenso. Tristemente, las instituciones encargadas de vigilar, controlar y sancionar
las actividades que van en contravía del medio ambiente, no cumplen con su papel:
son decorativas.
En Regidor hay acueducto, el agua que se toma en la cabecera municipal es tratada
y proviene del río Magdalena; en los corregimientos, el agua se saca de pozos
profundos, pero no es tratada. En todos los municipios: Regidor, Río Viejo y El Peñón
tratan el agua que se toma en las cabeceras, mientras que los corregimientos toman
el agua de pozos y no es tratada, lo cual es muy grave. Ese es un reclamo permanente
que le hacemos a las administraciones municipales y a Cormagdalena porque en los
corregimientos están tomando agua contaminada con cianuro, que proviene de la
minería, y con pesticidas de la agroindustria.
La contaminación de las aguas de las que beben las personas de los corregimientos
les trae enfermedades en la piel e, incluso, yo creo que hay enfermedades genéticas
porque los niños nacen con la cabeza pequeñita. Sería muy importante hacer un
estudio para hacerle seguimiento a estas problemáticas.
El modelo de negocio en la región es el siguiente: las grandes empresas palmeras
compran la tierra, le sacan todo el provecho que pueden y cuando empiezan a bajar
su productividad, establecen alianzas productivas con pequeños campesinos, les
suministran los insumos, y luego le compran el corozo163.
Un argumento que han esgrimido los gobiernos y las palmeras para estimular este
sector con subsidios y exención de impuestos es que van a crear empleo en estas
regiones. Sin embargo, el empleo que crean es paupérrimo, ya que se aprovechan
de la necesidad de la gente y lo que pagan no alcanza para sostener dignamente a
una familia. Como ya no hay tierras productivas, porque casi todas están en manos
de los industriales, a los campesinos les toca someterse a trabajar en las condiciones
que les propongan.
La contratación de los trabajadores se hace a través de bolsas de empleo que,
según dicen algunos, son creadas por las mismas empresas para no tener un vínculo
laboral directo con ellos. De esta manera, pueden evadir fácilmente las prestaciones
sociales. El pago lo realizan cada quince días, y lo hacen de acuerdo con lo que cada
trabajador produce. En el caso de Puerto Libre, ningún trabajador puede producir
más de $40.000 pesos diarios, yo no sé por qué.
La empresa Puerto Rico fue denunciada internacionalmente por violar los derechos
de los trabajadores, la denunciamos ante las empresas europeas que tienen una
serie de reglas que obligan a sus proveedores a cumplir con los derechos de los
trabajadores. A esta empresa la obligaron a contratar a 600 trabajadores fijos para
seguir negociando con ella.
Las alcaldías municipales no han hecho nada para exigirle a las empresas cumplir
con los proyectos sociales con los que según ellos entraron al territorio. Cuando
entraron las palmeras a Regidor, lo hicieron a través de alianzas productivas. Las
empresas les brindaban toda la asistencia técnica a los campesinos y les ayudaban a
toda la producción del negocio y estos se comprometían a venderles el fruto (corozo)
durante los siguientes quince años. Así mismo, les apoyaban para obtener los créditos
que entregaba el Estado, lo que no les decían es que había una devolución del 40%
por parte de FINAGRO, y se quedaron con esa plata.
Como si esto no fuera poco, durante el gobierno de Álvaro Uribe, se creó la política
de Agro Ingreso Seguro, la cual implicaba que los subsidios se les otorgaran a los
medianos productores. Ya sabemos que, en muchos casos, los grandes empresarios
utilizaron toda clase de estrategias ilegales para quedarse con esos dineros.
163
Nombre que se le da al fruto de la palma de aceite.
455
Antes que llegaran las empresas de palma, Regidor era el epicentro agropecuario del
sur de Bolívar, la gente se dedicaba a la agricultura y a la ganadería; se cultivaba fríjol,
maíz, yuca plátano, se producía leche, éramos la despensa de Aguachica.
Las cosas empezaron a cambiar cuando Heriberto Urrego, que fue alcalde, empezó
a promover los proyectos de palma, eso fue más o menos en el año 95 o 96. La
gente cayó en eso por ausencia del Estado, y porque hubo una combinación con la
presencia de grupos paramilitares que desplazaron a los dueños de fincas y luego la
gente fue vendiendo las tierras a las empresas.
Las tierras fueron compradas a precios altos con respecto al mercado, pero la gente
no sabía manejar esa plata: compraron motos, iban a las cantinas… y se fueron
gastando la plata. Hoy día, estas personas trabajan para las empresas y viven en unas
condiciones muy difíciles.
La propuesta principal de la Mesa de Interlocución es la permanencia en el territorio.
Primero, tener vida digna y, luego, la permanencia en el territorio. Es por eso que me
parece fundamental la propuesta de Uniminuto, tener una universidad en el territorio
es muy importante. Yo por eso es que estoy ahí, porque eso es cambiar la cultura;
teniendo la Universidad, nuestros hijos no tienen que irse para otros lados, pueden
permanecer en el territorio. La agroecología es central para retomar la vocación del
territorio, para recuperar las tierras que se van dañando por la agroindustria, esto es
vital para la soberanía.
Angélica Nieto: ¿qué otras actividades afectan los cuerpos de agua?
Osman Peña: en Regidor, las ciénagas están lejos del casco urbano, entonces no hay
contaminación directa de basuras o actividades cotidianas. La contaminación se da
sobre todo por la explotación minera que se realiza en los municipios de Norosí y
Arenal afectando la quebrada de Norosí, que pasa por Arenal y por los municipios de
Regidor, El Peñón, San Martín de Loba y Barranco de Loba, impactando negativamente
a sus pobladores, que deben tomar agua contaminada.
Para ser más exacto, a continuación, voy a nombrar los municipios con los
corregimientos que beben las aguas de la quebrada de Norosí:
457
pones a hervir el agua, le echas unas hojas de la planta y te la tomas. Es muy buena,
te nivela la diabetes.
Angélica Nieto: en este punto cerramos esta serie de conversaciones con un pequeño
homenaje a quienes fueron compañeros de Osman en la Mesa de Interlocución.
459
con el animal pequeño, todo tenía su época. Nunca nos dejó pescar en bajanza, que
es cuando el animal se reproduce.
A nosotros, los Iturriago Padilla, se nos facilitaba porque en ese tiempo de desove
estábamos recogiendo maíz, yuca, productos de pan coger, teníamos de todo un
poquito. Conocí nuevos sitios de pesca, uno de los puntos clave que alimentaban
esas buenas subiendas en el río Magdalena era el complejo Sogamoso que había
en la isla de Mompox, desde la Boca de Pinto hasta salir por el Chicagua y el coger
el Magdalena; en esa zona conocí muchos puntos de pesca, con muy buenas
rentabilidades para el pescador ribereño.
En los años 70, conocí los playones de Ayapel, en un punto de pesca que caía al río
San Jorge, por ahí conocí la ciénaga de San Marcos, el complejo de la villa de San
Benito, ciénaga de la Raya, ciénaga San Pedro Sapo, Playa Afuera en Barro Blanco,
Jaraba en Santa Ana, Magdalena. La ciénaga de San Fernando.
Todas estas ciénagas eran ricas en gran variedad de peces, otros animales como el
ponche, el manatí y muchos animales más que hoy día están en vía de extinción. Con
todo esto hoy día da tristeza salir a pescar a una de esas ciénagas con atarraya porque
no coge ni el lonche. ¡Que tristeza! ¡Cómo se acabó esa gran economía y la seguridad
alimentaria de muchísimas familias ribereñas de este país!
Luego, a San Pablo, en 1980, no vine ilusionado a hacer otra cosa que no fuera
la pesca, llegué en tiempo bueno de subienda y en esos días habría la pesca en la
ciénaga de Canaletal. Como buen pescador, nos acoplamos rápido a cualquier región,
porque la pesca artesanal la realizamos en el río Cauca, río san Jorge, el Magdalena,
en Arauca, de la misma manera.
¡Qué buena era la pesca de esas épocas! Porque llevaba la plata a la casa todos los
días y el pescado para comer, en todos los pueblos que he conocido, cuando hay
buena producción, vuelve el comercio diario.
De a aquí de San Pablo salíamos en subienda, era tan bueno que en cualquier playa
nos arrecostábamos a cocinar y a dormir muchas veces con el comprador de pescado.
Subí río arriba, al río Sogamoso hasta Cascajera, por el Magdalena hasta Puerto
Berrío, Dorada (Caldas). ¡Qué riqueza tan hermosa cuando el pescador tolimense, el
caldense, el antioqueño compartíamos y dormíamos en la misma playa! Qué lastima
que, por la violencia desatada en la región, ya no pudimos subir más a hacer ese
recorrido en subienda.
Ustedes se preguntan, ¿solo la violencia ocasionó eso? No, la contaminación de los
ríos por las grandes empresas que vierten las aguas residuales y residuos sólidos al
río, caños, ciénagas, las grandes ganaderías, lo monocultivos y, por desgracia, llegó
la pesca ilícita y se quedó para completar. Mis amigos, hay algo que me quita la
tranquilidad y es cómo todo lo que les he mencionado donde había gran cantidad de
peces, hoy en día lo que hay es miseria.
Las ciénagas están acabadas, tantas partes que produjeron comida, hoy, por las roturas
del río, se han acabado muchísimas ciénagas y ¡Qué tristeza! Ni los concejales, ni
alcaldes, ni gobernación, ni el ministerio de agricultura, el INPA -Cormagdalena no
tienen plata para proteger y recuperar las ciénagas y, si hacen algo, lo hacen mal
hecho. Señores gobernantes de este país: ¿qué va a pasar con la seguridad alimentaria
de los pueblos ribereños?
“Será que la herencia que le vamos a dejar a nuestros nietos es miseria”
461
462
TEXTOS POÉTICOS
SOBRE LA NATURALEZA
463
AURORA AMARILLA
De manera muy sencilla,
triste estoy pensando en la aurora amarilla.
El sol se ha calentado,
la ceniza se eleva como nube
y mi rancho, donde toda mi esperanza estuvo,
se está quemando.
El fuego llegó de repente, rápido y devastador,
lo causó un indolente que debe pagar su error.
El sombrío de los caminos, guácimos y espinos
los acabó esta destrucción
y los peces en la poza también murieron
porque el agua se calentó.
Los árboles que la abrigaban
uno a uno se quemaron y todo fue un desastre.
Ya no se oye más el canto
de las aves que al amanecer
alegraban la mañanita y el atardecer.
Los animales silvestres se han quemado,
los encuentran por doquier,
también se quemó el plátano y la yuca,
no hay nada qué comer.
Es una situación maluca,
las selvas se están acabando, no tendremos bastimento
y con lo que sirve vamos a terminar.
Tocará sembrar más árboles,
para DIOS esto será grandeza,
y así podremos contar de nuevo
con la madre naturaleza.
LINDA BAHAREQUERA
Oye, linda baharequera, la única que adoro yo,
vengo de la quebrada, de verte sacar el oro,
eres como la primavera, hermosa sin compasión,
mi linda baharequera, reina de mi corazón.
465
LA BIODIVERSIDAD
No tengo preocupación cuando vengan los males
porque en mi nación
hay plantas medicinales.
Es buena noticia,
hallarlas no da calambre
unas son alimenticias y otras
calman el hambre.
DIOS bendijo esta nación,
aquí lo digo y es verdad
porque tenemos la solución
con esta diversidad.
Hay plantas benditas,
que a todos dan solución,
unas quitan venéreas
otras curan el corazón.
Hay adormecedoras
otras desinfectantes,
árboles que dan madera
y otros artesanales.
Como pueden ver,
no me meto en los líos,
muy verde se puede ser
y proteger quebradas y ríos.
Nuestro DIOS por bienestar
prestó a nosotros su atención,
la tierra deben cuidar, dijo
y tendrán mi bendición.
Es la única condición
que DIOS ha sostenido,
pero vemos la contradicción
y muchos la han destruido.
La naturaleza es la grandeza
que DIOS nos ha dejado
y no la hemos cuidado bien,
se lo dice mi conciencia y tengo mucha razón:
cuando hay mucha ciencia se presenta destrucción.
NO HA CESADO
Presten mucha atención, los que les voy a referir
es sobre el triste gemir que hay en nuestra nación.
Que DIOS retire el mal de mi patria, haga otra.
Si miro una nota del himno nacional,
quiero hacer un reproche de cómo estamos viendo,
las familias andan huyendo y no cesa la horrible noche.
El hombre es más espanto que todas las brujas y los fantasmas,
ni en el campo podemos tener calma.
Solo llegará la dicha, si a nadie se le atropella.
¿Para qué tantas leyes si no hay justicia?
Decir esto quiero, porque me causa tristeza,
y aquí no ayudan a la pobreza sino al que tiene dinero.
Así abusan del poder, cometen mucho horror
y así todo va de mal en peor.
Abajo los quiero ver.
Lo digo en este día, no estoy metiendo caña.
Cuando están en campaña y en politiquería,
llegan donde nosotros,
abrazan a cada cual y se las tiran de social.
Pero van es por el voto,
y cuando están elegidos en sus cargos y alguien va donde ellos,
nos dice que no somos sus conocidos.
El pobre es necesario, lo digo de conciencia,
porque es la potencia del constituyente primario.
Así pasa, como lo digo, lo deben saber:
nosotros no los volvemos a ver, ellos nos tiran al olvido.
Votar ya no dan ganas, lo digo y soy sincero,
se roban el dinero de mi patria colombiana.
Hacen costosos viajes, poca gestión
y a grandes capitales viaja la corrupción.
Presten mucho cuidado de esto que voy narrar:
no votar por el amañado, lo que van es a robar.
Ellos no son nuestros amigos ni tienen por nosotros aprecio,
cuando se encuentran contigo nos miran con desprecio.
467
TRISTEZA VAGA
A la tristeza vaga la tengo permanente por causa de la gente,
que ya no dejan nada.
Me siento presentido, con mucha preocupación,
con mucha destrucción que mi país ha vivido.
Muchas especies no hay ya, yo sé que en pocos meses
no se verán los peces y nadie los encontrará.
Ciénegas ya no se ven ni sus bellos atardeceres
porque la secaron también no hay nada de comer.
Me quedo asombrado esto parece una guerra
con esas motosierras las montañas han talado.
Esos altos matorrales, como desiertos quedarán
las aves no cantarán ni quedarán animales.
Lo digo todos los días con altura y grandeza,
la gran naturaleza se manifiesta en la ecología.
Detengamos los males, no dejemos pasar los años
las que están haciendo daño son las multinacionales.
Esto es un infierno en mi querida nación
Prohíban la explotación, ¡oiga! ¡Débil gobierno!
No me vayan a atacar, por la palabra mencionada,
no nos va a quedar nada con qué vamos a contar.
Como el poeta dijo con toda su nobleza,
qué heredarán nuestros hijos de esta gran riqueza.
Si se la llevan otros, para qué este sacrificio,
recibir el desperdicio no aceptamos nosotros.
Campesino que defiendes y alimentas al estado
cuida lo que está a tu lado y al gran manto verde.
Los ríos los están secando, también los pantanales,
las sabanas se las están robando que eran tierras comunales.
Esto deseo tanto, ustedes bien lo saben
que deseo oír el canto de aquellas aves.
De a pie nadie camina, ninguno de nosotros
la gente campesina trafica es en moto.
No salen caravanas en aquellos caminos
de buenos campesinos en horas muy tempranas.
Me causa admiración y no me siento feliz
ya no se oye el pilón pilando el arroz y el maíz.
Muchos le recordaremos por mi gran DIOS divino
ya no se muele el café en los famoso molinos.
LA QUEBRADA DE MI PUEBLO
La quebrada de mi pueblo viene de la lejanía,
te alimentas del cielo con lluvias en la serranía.
Como hilo de plata, reflejas en la distancia,
nos haces la vida alegre, gracias a tu constancia.
Tú eres un regalo que nos dio nuestro creador,
pueblo por tu bien cuídala para que nos vaya mejor.
El agua frágil corre y trasporta muchas cosas
y entre roca y roca corre y se forman esas cosas.
La hermosura sin igual encanto de belleza,
sin ti todo está mal, cuidemos esta riqueza.
Tus aguas son espejos de gran utilidad,
vienen de allá lejos supliendo necesidad.
Cuando llueve muy fuerte y sube tu nivel,
da gusto ver lo fuerte que eres.
Con esa gran creciente demuestras con tu fuerza
bajas lo que encuentras, demostrando tu grandeza.
Corre con alegría orgullo de los andes,
reina de la tierra mía, por útil eres grande.
He dicho muchas veces en tu grandioso seno,
hay variedades de peces que para comer son buenos.
Eres vida y salud, si se te da buen uso,
agua buena tienes tú pero se comete abuso.
Eres esperanza porque eres vertiente,
generas confianza a toda nuestra gente.
Los animales beben, en ti las aves llegan también,
todos se mueven allí, donde se encuentra cada quien.
En ti pescan con redes porque das alimentos,
al regreso sus mujeres lo ven llegar contentos.
469
ALEGRE CAMPESINO
Voy cantando en mi camino con entusiasmo y alegría,
soy alegre campesino que trabaja todo el día.
Lo digo con mi cariño, reciban mi mano derecha
he trabajado desde niño machete en mano, haciendo cosecha.
Me levanto bien de mañana porque tengo cosas pendientes
mi mujer en su labor cotidiana ya me tiene el tinto caliente.
Ella se ocupa en la cocina, nuestras hijas son sus refuerzos
echándole maíz a las gallinas y preparándome el almuerzo.
El trabajo es agotador, de esto soy consiente
regreso mojado en sudor porque el sol está muy ardiente.
Cuando la tierra está preparada esperando el tiempo bueno
y oigo de madrugada el sonido de un trueno.
Me lleno de confianza y grito de alegría
ya siembro la cosecha mía donde tengo mi esperanza.
Tenemos aves de corral uno que otro de pecuario
por eso me esfuerzo en enseñar, para tener lo necesario.
Me llevo bien con mis vecinos, mutuamente nos ayudamos
como buenos vecinos unidos todos estamos.
A los árboles no dejamos talar, así como lo pueden saber
para así poder contar con buen tiempo y agua para beber.
Viva mi Colombia amada, que a sus campesinos les presta atención
los que nos levantamos de madrugada para darle producción.
En tu suelo todos estamos, regados por toda tu faz
así de todos esperamos que nos dejen vivir en paz.
ALERTA ARENALERO
Oye, arenalero, lo que te voy a narrar
te quiero ser sincero, a nadie voy a engañar.
Te hablo sin alegría porque estoy mirando
que la ecología se va deteriorando.
Hay que tener cuidado, de decir esto no dan ganas
porque a la sabana ya se la han robado.
Eso no está bueno protesta mi derecha
tampoco en sereno se hace cosecha.
Hoy solo el sueño al ver estos males
ver que los humedales todos tienen dueño.
Alerta arenalero no lo vaya a olvidar
Tú eres el primero que los debe recuperar.
Lo que estoy diciendo esta es la pura verdad
que está perdiendo tu verdadera identidad.
Siempre la paso sobrio esto me tiene triste
es que ya en los velorios tampoco refieren chiste.
Esta vida era un encanto había mucho argumento
narraban muchos cuentos de brujas y de espantos.
Decir esto también quiero lo digo con mucho cariño
que ya en los aguaceros tampoco se bañan los niños.
Siempre a solas susurro cuando oigo el alboroto
no van en caballos y burro, ahora andan solo en moto.
Cortaban leche con cuajo era cosa sencilla
el queso de sabor está bajo si ya la cortan con pastilla.
No me digan embustero por lo que digo ahora
no hay gritos de macheteros se oyen es guadañadoras.
Cuando fritaban chicharrón quien lo comía era feliz
sabroso el migajón con bollo de maíz.
Por eso digo arenalero, con respeto y verdad
decir esto quiero no pierdas tu identidad.
471
ESPERANZAS FUGAZ
Parado en una loma miraba con melancolía
vi retirarse una paloma por la inmensa lejanía.
Observé con cuidado en ese despejado momento
miraba matorrales descarrilados no veía arboles corpulentos.
Vi troncos quemados muchos se han podrido
la flora se ha acabado el desierto ha aparecido.
El hombre está acabando con lo que vida le da,
el agua se irá retirando, de qué la humanidad vivirá.
La fauna esta escasa a esto hay que poner cuidado
quien la busca no lleva nada a casa porque ya se la han acabado.
Esto pude entender que los días son aburridos
casi no cantan aves al amanecer, de noche no cantan los buhíos.
Muchos caños se han secado y ciénegas han desaparecido
ya casi no hay pescado porque los hemos destruido.
El hombre quedará solo si continúa en esta ignorancia,
antes no se comía el moncholo porque había todo en abundancia.
Ahora no se puede comer esto lo he entendido
ya no se puede coger porque han desaparecido.
Desnuda quedará la tierra peligra la naturaleza,
daño hace la motosierra y también la matamalezas.
Hay que prestar atención porque estamos descuidados
por tanta fumigación la tierra se ha esterilizado.
Cuando el último río se haya secado y las hierbas no amanezcan mojadas
y no haya árboles parados, el dinero no servirá para nada.
Porque todo habrá desaparecido hasta las nubes en la serranía,
igual a la paloma que se ha ido por la inmensa lejanía.
473
MANTO OSCURO
Les sirves a la humanidad sin hacer ningún reproche,
los del campo y la ciudad descansan es en la noche.
El que está preocupado el que quiere que desaparezca
se la pasa desvelando, quiere que amanezca.
En tus horas se descanso si no pierde la figura
lo seguro sin tardanza vendrán vejez prematura.
Yo quiero manifestarte tú con nadie te turnas
llega pasando la tarde y cantan las aves nocturnas.
Algunos se aterrizan bajo el seno de tu sombra
los miedosos muy suave, pisan, por cualquier cosa se asombran.
Al venir un vendaval imagínense qué horrible
qué terrible será que tal la noche es sensible.
Ella es la sombra completa hay que tener preocupación
DIOS te ha hecho perfecta aunque has causado tropezón.
Llegas, a nadie golpeas el que anda en berroche
y cuando hacen cosas feas es porque llega la noche.
Esto les voy a decir, en ella todo es maldad,
hay un dicho que es verdad, la noche es para dormir.
El día es para trabajar esto se tenga presente
para que trabaje la gente y la noche para descansar.
Tú ocultas la belleza, reconocerlo no tardo
escondes la naturaleza, de noche los gatos son pardos.
Adiós noche, que te vaya bien grito con mucha alegría
ya se levanta cada quien porque llegó un nuevo día
474
CONCLUSIONES DEL ESTUDIO SOBRE
EL AGUA EN EL SUR DE BOLIVAR
475
El profesor Thomas van der Hammen164 indica que “… la estructura ecológica regional
se basa en la ecología, la geoformología e hidrografía del área y en la vegetación original
o lo que queda de ella. Esta vegetación contiene y conserva la diversidad…”4 . Van
der Hammen plantea en el mismo artículo la necesidad de considerar la problemática
ambiental en una forma holística, de manera tal que la estructura ecológica estaría
conformada por el geosistema, que comprende el subsuelo y los procesos ecológicos;
el pedosistema , que hace referencia a la relación entre suelo y clima, y el biosistema,
que incluye la totalidad de la flora y la fauna y los procesos biológicos. Así introduce la
noción de sistema, que a nuestro modo de ver es más dinámico que el de estructura.
La estructura ecológica es un eje estructural de ordenamiento ambiental, en tanto
contiene un sistema espacial, estructural y funcionalmente interrelacionado,
que define un corredor ambiental de sustentación, de vital importancia para el
mantenimiento del equilibrio ecosistémico del territorio. La estructura ecológica de
las comunidades se refiere a la riqueza y diversidad de especies y su historia de vida,
pero, sobre todo, a las diferentes formas en que interactúan. Por su gran diversidad,
las selvas tropicales lluviosas poseen un alto grado de estructuración.
La noción de paisaje que se retoma es la de Agustín Berque (2009) en la cual se
condensa una postura ontológica, desde la que emergen otros entendimientos (a
nivel de los saberes, lasprácticas y las experiencias) sobre la forma como cada ser
(tanto individual como colectivo) reconcilia sus acciones con el espacio mientras lo
habitan –un espacio que es producido entre las formas de concebirlo en medio de las
relaciones de poder, de percibirlo y producir imaginarios y de actuar en el–. De ahí
que, desde esta perspectiva, se diferencie el pensamiento sobre el paisaje que se ha
desarrollado de manera amplia como una tradición en el arte, la arquitectura e incluso
algunas vertientes de la geografía clásica, en donde se asocia a la contemplación, es
observable, se analiza como un concepto que se externaliza de la mirada humana y se
asocia a larepresentación; del pensamiento paisajero, en el que se integra la sabiduría
que ha sido desarrollada desde la experiencia del saber/hacer humanos en el espacio,
en los tres niveles la naturaleza (su estructura física, geomorfológica y ecosistémica),
el de la sociedad (relaciones de poder) y el de la persona (sus imaginarios y prácticas).
Este enfoque nos permite dar un salto desde el paradigma occidental moderno clásico
a un pensamiento holista que pretende la integración del sujeto en el mundo. Una
integración que implica la simultaneidad y complejidad que entrelaza lo social, lo
histórico y lo espacial de modo inseparable y siempre interdependiente, y de la que
nos viene hablando la filosofía y que hace parte de los aportes de la geografía crítica
en los últimos tiempos: la trialéctica espacialidad/socialidad/historicidad, de ahí que
476
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
Milton Santos diga que: “El paisaje es el conjunto de formas que en un momento
dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre
hombre y naturaleza (2000).
Colombia: potencia hídrica mundial. Colombia ocupa el sexto puesto en el ranking
de países con más fuentes hídricas11. Es el único país de América del Sur que tiene
acceso a dos océanos y hace parte de los 21 países del mundo con esta condición.
Tiene 3.330 km de línea de costa, dos litorales y una región insular con una superficie
de 300km2 , compuesta por 8 subregiones. También es famoso por sus 36 páramos,
que abastecen de agua a más del 70% de la población12 y ocupan casi 3 millones
de hectáreas. Colombia también alberga 22 millones de hectáreas de humedales y
299.000 de manglares (Bello et al, 2014). En términos de especies, el país ocupa el
segundo puesto en número de peces dulceacuícolas a nivel mundial.
El estudio realizado y presentado en esta publicación en sus aspectos mas relevantes
permite comprender de manera articulada y sistémica las relaciones que se tejen entre
los pobladores del sur de Bolívar, Colombia y la disponibilidad del agua no solo como
recurso vital en la reproducción ampliada de la vida, sino como parte de la sacralidad
de la naturaleza. Algunos resultados obtenidos y que se presentan a continuación se
convierten en un aporte en vía de nuevas perspectivas complementarias que faciliten
el diálogo interdisciplinario desde la academia, las instituciones y las comunidades en
la construcción de insumos que apoyen la toma de decisiones en escenarios propios
de la gestión socio-territorial.
Disponer del recurso hídrico en optimo estado para la salud humana y para el
sustento de las actividades socio-productivas y socio económicas, se hace posible
en la medida que jueguen a favor una serie de factores que interactúan en un
sistema abierto y complejo. De donde se permite afirmar que las formas dominantes
de acceso, apropiación, uso y explotación de los recursos naturales se encuentran
en detrimento de los paisajes socio-ecológicos que sustentan la calidad de vida y
mantienen el equilibrio de los socio-ecosistemas presentes en la zonificación de la
presente investigación.
El agua se encuentra como material estructurante del proceso de construcción social
del territorio, de la vida y de la vida cotidiana. Es lo que da la continuidad al paisaje, y
estructura y articula los diferentes escenarios en los cuales los pobladores desarrollan
sus actividades económicas y llevan sus vidas cotidianas.
Muestra la importancia para las ciencias humanas y sociales abordar el socio-
ecosistema como parte del paisaje resultado de la intervención humana y el agua
como elemento configurador del territorio. Así se establecen fundamentos históricos
en relación con el derecho al agua y las condiciones que garanticen su disponibilidad
y establezcan procesos de recuperación y equilibrio en estos socio-ecosistemas.
477
A partir de las indagaciones y las expresiones de las comunidades locales que se
vincularon con este proceso, se torna de vital importancia procurar a través de todas
las instancias político-administrativas públicas y privadas, adelantar la ejecución
de acciones que garanticen la protección, recuperación y mantenimiento de las
cuencas hidrográficas. A través de ello se logra soportar el equilibrio y regulación de
los ecosistemas principales (que conforma parte sustancial de la Estructura Ecológica
Principal de la Región) y que se presenta en toda la región del sur de Bolívar. El
común denominador de estos es la cultura anfibia y ribereña del Río Grande de La
Magdalena.
Conocer la realidad situacional alrededor del agua en la región del Sur de Bolívar es un
componente central para abordar los grandes lineamientos en los que los pobladores
definieron su desarrollo en el posconflicto: la Paz territorial, el fortalecimiento de
educación en el contexto de la cultura y la producción económica en el marco de la
protección y mantenimiento del medio ambiente.
En enfoque epistemológico, el diseño metodológico y los procesos de diálogo de
saberes y co-creación a través de los cuales se llevó a cabo la investigación, marcan
derroteros para el fortalecimiento de contenidos curriculares acordes con las
necesidades poblacionales y territoriales que demanda la región.
La caracterización de los actores y su relación con el agua lleva a plantear la existencia
de escenarios contradictorios donde las voluntades locales se asocian para trabajar
en esfuerzos mancomunados alrededor de la denuncia y llevando a cabo acciones
edu-comunicativas que informan acerca de las prácticas nocivas que se realizan en
las cuencas hídricas.
La caracterización realizada colectivamente a través de metodologías etnográficas de
permite evidenciar el marcado conocimiento que tienen los líderes y la comunidad
en relación con las dinámicas socio económicas y productivas que gravitan alrededor
de la disponibilidad del recurso hídrico. Este conocimiento se convierte en un capital
cultural al momento de fortalecer o apoyar procesos de participación que busquen la
gestión y ordenamiento del territorio en sus escalas locales y regionales.
El agua como recurso elemental para la reproducción ampliada de la vida, es valorada
por los pobladores que tienen como sustento material actividades derivadas del
aprovisionamiento y disponibilidad del recurso, las actividades agrícolas y extractivas
son las que mayor efecto nocivo se encuentran produciendo en la región.
El agua como referente de identidad asociado a la cultura anfibia características de
estos socios ecosistemas, se encuentra determinando el tejido local a través de redes
de mujeres que organizan su espacio-tiempo entorno a las labores cotidianas como
lo es el lavado de ropa.
478
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
479
EL LIBRO DE AGUA DEL SUR DE BOLÍVAR ]
www.fescomunica.fes.de/ @fescomunica