Resumen Del VI Al XX
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Resumen Del VI Al XX
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
SECRETARÍA DE EDUCACIÓN
DGIPE
ISFD “LOS SAGRADOS CORAZONES”
VILLA HUIDOBRO
SANTA ROSSELLO 250
PROFESORADO DE EDUCACIÓN INICIAL
PROFESORADO DE EDUCACIÓN PRIMARIA
Resumen del VI al XX
VI. COMO SE POBLO
LA CASA “COMMENDA”
El 10 de agosto de 1837, Benita y sus compañeras se establecieron en la “Commenda” con
cuatro bolsas de paja, cuatro sillas, una lámpara, un libro de piedad, un crucifijo, una
estatua de la Virgen y cinco liras donadas por Monseñor De Mari. Ingresaron
solemnemente, rezaron y leyeron el reglamento. Ángela Pescio fue elegida superiora por su
sabiduría y bondad, y Benita fue nombrada Maestra de Novicias. A pesar de la falta de
experiencia en vida religiosa, se prepararon con entusiasmo, buscando a Dios y
fortaleciendo la fraternidad.
En 1840, la Hna. Josefa fue elegida líder por sus compañeras, destacando por su servicio y
liderazgo. La comunidad creció y enfrentó críticas y apoyo. Monseñor De Mari, un gran
apoyo para ellas, enfermó gravemente y murió en diciembre de 1840, dejando a la
comunidad desolada. Josefa, a pesar de su tristeza, se mantuvo fuerte y lideró con fe,
confiando en la Providencia. Monseñor De Mari les dejó una propiedad en su testamento,
pero había obstáculos legales para recibirla. A pesar de esto, la acción de Monseñor fue un
gran consuelo y muestra de apoyo divino para la comunidad.
La vida cotidiana mejoró, aunque seguían los problemas menores de la obra. El legado
reafirmó la opinión positiva de muchos y desarmó parcialmente a los críticos. Con 800 liras
anuales, ningún Instituto podía sostenerse, pero el reconocimiento del Obispo y del Rey era
significativo.
Las Hijas de la Misericordia obtuvieron audiencia con el nuevo Obispo, y aunque al principio
sintieron su distancia, pronto comprendieron su devoción y sacrificio. La Madre Josefa
encontró en él un corazón cálido y pronto lo consideraron un padre.
En 1842, el Instituto se expandió por primera vez. Varazze, un pueblo cercano a Savona,
solicitó la ayuda de las Hijas de la Misericordia para una escuela y un hospital. Aunque los
recursos eran escasos, la Madre Josefa aceptó la propuesta, enviando a tres hermanas,
incluida su hermana Ana, Hermana M. Angélica.
El 10 de septiembre de 1842, las hermanas partieron a Varazze, donde fueron recibidas con
calidez por la comunidad local. La Madre Josefa organizó la comunidad hospitalaria y se
quedó para apoyar a las hermanas y atender a los enfermos. Su trato amable y
comprensivo con los pacientes demostró ser crucial para su recuperación, enseñando a las
hermanas la importancia del amor y la comprensión en el cuidado de los enfermos.
En su regreso, enfrentó nuevas pérdidas y desafíos, pero también encontró consuelo en las
nuevas postulantes que se unían al Instituto. La Madre Josefa continuó su labor,
enfrentando divergencias internas sobre las Constituciones del Instituto y soportando la
partida de su Director espiritual, el canónigo Ghigliazza. A pesar de las dificultades, el
Instituto seguía atrayendo a jóvenes comprometidas y demostraba ser una entidad con
futuro prometedor.
En 1846, la Madre Rossello recuperó su salud y lideró un viaje a Sassello, donde las
Hermanas fueron recibidas con gran entusiasmo y se encargaron de un hospital y una
escuela. Al regresar a Savona, la Madre Rossello logró comprar la Casa Brignoli-Balbi para
el Instituto, asegurando su expansión. Sin embargo, también enfrentó la pérdida de dos
hermanas queridas, Marina y Ana Bosio, lo que le causó un profundo dolor. A pesar de las
dificultades, la obra del Instituto continuó creciendo y fortaleciéndose.
En 1854, la capilla fue inaugurada, aunque los proyectos financieros de la Madre Rossello
generaron controversia. Durante la epidemia de cólera de ese año, las hermanas se
ofrecieron voluntarias para asistir a los enfermos y trabajaron en lazaretos y hospitales en
diferentes regiones, manteniéndose mayormente inmunes al contagio. Además, las
Hermanas ayudaron a distribuir alimentos durante una escasez. La comunidad agradeció
sus esfuerzos, y su labor solidificó la reputación y expansión del Instituto.
Desde su primer encuentro, la Madre Rossello recibió con entusiasmo a tres niñas en 1856,
cuidándolas y catequizándolas. Continuó recibiendo más niñas, incluso las más enfermas o
con defectos físicos, mostrando una especial predilección por ellas. Tras la muerte de
Olivieri en 1864, su sucesor, el Padre Blas Verri, continuó la colaboración con la Madre
Rossello, quien siguió acogiendo a las niñas liberadas.
Josefa Ranzani, colaboradora de Olivieri y Verri, se unió a la Madre Rossello en 1865 y
destacó la caridad y dedicación de la Madre hacia las niñas. En 1876, Ranzani se integró
oficialmente en el Instituto de la Madre Rossello, continuando la labor de rescate de niñas
esclavas y viviendo bajo la protección y cariño de la Madre Rossello.
Durante los primeros días, la casa enfrentó desafíos como la falta de muebles y utensilios
básicos, pero el espíritu de las residentes era alegre y contento a pesar de las dificultades.
Los problemas más grandes eran la falta de sábanas y zapatos para las chicas. La Madre
Rossello hizo esfuerzos para solucionar estos problemas, pero aún así algunas
permanecieron descalzas. Con el tiempo, logró conseguir zapatos para todas.
En 1866-67, la Madre Rossello llevó a cabo una nueva obra que debió pasmar a los
revisores de cuentas: la Casa de la Providencia de Savona, con un éxito extraordinario. La
Madre Rossello, confiada en la Providencia, había adquirido una casa en Albisola, a pesar
de la resistencia inicial del propietario, el Señor Biancardi. Eventualmente, el Señor
Biancardi vendió la casa a un precio muy inferior al ofrecido por otros. Después de la
adquisición, la Madre Rossello colocó estatuas de la Madre de Misericordia y San José en
el atrio de la Casa Madre y consagró el Instituto a San José.
A pesar de enfrentar críticas y oposición, especialmente por parte del obispo Monseñor
Cerruti, quien temía que la iniciativa pudiera afectar al Seminario diocesano, Josefa
defendió su obra con humildad y fe. Finalmente, el obispo le dio su apoyo, y la obra
prosperó, produciendo sacerdotes comprometidos.