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Microrrelatos de Terror II
¿Has subido a ver a los niños? (Jan Harold Brunvand)
Una adolescente está cuidando por primera vez a unos niños en una casa enorme y lujosa. Acuesta a los niños en el piso de arriba, y, cuando apenas se ha sentado delante de la televisión, suena el teléfono. A juzgar por su voz, el que llama es un hombre. Jadea, ríe de forma amenazadora y pregunta: “¿Has subido a ver a los niños?”. La canguro cuelga convencido de que sus amigos le están gastando una broma, pero el hombre vuelve a llamar y pregunta de nuevo: “¿Has subido a ver a los niños?”. Ella cuelga a toda prisa, pero el hombre llama por tercera vez, y esta vez dice: “¡Ya me he ocupado de los niños, ahora voy a por ti!”. La canguro está verdaderamente asustada. Llama a la policía y denuncia las llamadas amenazadoras. La policía pide que, si vuelve a llamar, intente distraerle mediante el teléfono para que les dé tiempo a localizar la llamada. Como era de esperar, el hombre llama de nuevo a los pocos minutos. La canguro le suplica que la deje en paz, y así le entretiene. Él acaba por colgar. De repente, el teléfono suena de nuevo, y a cada timbrazo el tono es más alto y más estridente. En esta ocasión, es la policía, que le da una orden urgente: “¡Salga de la casa inmediatamente! ¡Las llamadas vienen del piso de arriba!”.
La mano huesuda (relato popular)
Una niña de siete años se había quedado con su abuela en su pequeño piso porque sus padres se habían ido al cine. Todo fue normal, cenaron y se rieron un rato charlando juntas. A las diez de la noche, la abuela se puso a hacer labores de costura, y la niña se puso a ver la tele, pero de repente a la abuela le entró una sed increíble, y le dijo a su nieta si le podía traer un vaso de agua. -Está oscuro -dijo la niña. -No temas, sigue el pasillo, que justo al lado de la puerta del baño hay un interruptor. La niña se decidió, y al entrar al pasillo no veía nada porque estaba muy oscuro, por lo que se arrimó a una pared y fue palpando y tanteando a ciegas en busca de un interruptor. Al seguir andando y llegar al marco de la puerta del baño, se paró y siguió tanteando, y de repente notó como una mano huesuda intentaba arrastrarla a la oscuridad del baño. La niña logró apartarse y fue llorando a su abuela. Desde entonces, la niña está en tratamiento psicológico. ¿Qué pasó, si solo estaban ellas dos en la casa y la abuela estaba en el salón cosiendo?
Ven a jugar conmigo (relato popular)
Hace un tiempo, una amiga mía y yo decidimos hacer espiritismo por primera vez, ya que nunca antes nos habíamos atrevido a hacerlo. Llamamos a otras dos amigas para que nos acompañaran, ya que a mí me habían dicho que probablemente con solo dos personas sería más difícil que pasara algo. Nos costó trabajo convencerlas, pero al final cedieron. Lo preparamos todo y, un poco asustadas, comenzamos a hacer la ouija. Durante la sesión, una de las compañeras a las que habíamos llamado dijo: “Yo me voy de aquí, menuda tontería esta de la ouija”. Nosotras nos asustamos un poco y decidimos dejarlo para otro momento. Al cabo de unos días, la compañera que se había ido me llamó aterrorizada, diciéndome que, de camino a casa después de haber ido a estudiar a la biblioteca, al pasar por delante de una casa en ruinas que hay cerca de su hogar, una niña vestida de blanco le había pedido que jugara con ella. Mi amiga le dijo que no podía ya que tenía prisa por llegar a su casa, y acto seguido, la niña comenzó a llorar con lágrimas de sangre. Mi amiga salió de allí corriendo y al llegar a casa fue cuando me llamó. Hasta ahí fue lo que me contó mi amiga. En un principio me lo tomé a broma, pero algo me hacía pensar que mi amiga hablaba muy en serio. En mi habitación comencé a darle vueltas al asunto y me acordé del día en que habíamos hecho espiritismo y de las malas maneras con las que mi amiga se había retirado. Pensé que no tendría nada que ver y me dormí. Al día siguiente esa misma amiga me llamó porque iba a quedarse sola en casa estudiando y tenía miedo, así que decidí acompañarla ya que yo tenía también que estudiar. Cogí un autobús y, ya en su casa, nos pusimos a estudiar. De repente, oímos a nuestra espalda un ruido como de arañazos. Las dos miramos y comprobamos horrorizadas que la niña que ella me había descrito estaba sentada sobre la cama de mi amiga, arañando la pared. Salimos corriendo de la habitación y al llegar a la puerta observé que mi amiga no estaba, pero yo estaba demasiado asustada para esperarla. Un rato después, la policía llamó a mi casa informándome de que mi amiga había muerto de un ataque de asma. La habían encontrado en las escaleras de su casa, con una expresión de terror en su cara. Yo estuve en tratamiento psiquiátrico unos meses y ya me estaba recuperando, pero el otro día, en mi buzón apareció una nota escrita con letra de niña pequeña que decía: “Tu amiga murió por no jugar conmigo. Tengo una muñeca nueva…”. Yo creo que es una broma, ya que nuestra historia se ha hecho bastante popular en el pueblo, pero por otra parte tengo miedo… ¿vendrá a por mí?