Evolución Historica Del Aborto Terapeutico
Evolución Historica Del Aborto Terapeutico
Evolución Historica Del Aborto Terapeutico
Santiago de Chile
2017
ÍNDICE
Introducción Pág. 4
Hipótesis y Problemática que presentaba Pág. 6
CAPÍTULO I
1. El Aborto Pág. 7
1.1 Como trataba el Código Penal el Aborto Pág. 8
1.2 Fundamento del aborto Terapéutico Pág. 11
CAPITULO II
CAPÍTULO III
2
3.3.2 Opiniones religiosas Pág. 29
CAPÍTULO IV
Conclusiones Pág. 51
Bibliografía Pág. 53
3
INTRODUCCIÓN
Sin duda alguna tomar la decisión de abortar es difícil, pero no hay que dejar de
lado el hecho de que existen muchas razones por la cual una mujer se puede ver
en la necesidad de tomar esta decisión, ya sea por circunstancias personales, un
riesgo para la salud o, tal vez, un riesgo de que el bebé tenga una enfermedad. El
debate radica principalmente en que para muchas personas el aborto, cualquiera
sea la circunstancia que lleve a la mujer a realizarlo es un crimen, mientras que
para otros, es un derecho de la mujer, quien debe poder tomar decisiones que
afecten su propio cuerpo.
Lo que implica un paso trascendental, teniendo en cuenta que Chile tiene una
cultura fuertemente influenciada por los valores cristianos. Desde la época
colonial, el aborto se considera una conducta moral y socialmente reprochable,
aunque ocultamente se practicaran abortos mediante infusiones, yerbas u otros
métodos naturales. La legislación sobre el aborto en Chile estaba considerada
como una de las más restrictivas del mundo ya que consideraba punible el aborto
4
en cualquier circunstancia, incluso en caso de aborto terapéutico en su sentido
amplio. En 1963 la Corte Suprema bajo sentencia dictaminó que el aborto era la
“interrupción maliciosa del embarazo con el propósito de evitar el nacimiento del
feto o detener el curso natural del embarazo”. La pena por este delito era de 3 a 5
años por obtener un aborto y de 541 días a 3 años por proveer un aborto.
La despenalización del aborto en dichas causales era necesaria para terminar con
"las situaciones de vulnerabilidad y violencia que afectan a las mujeres que
buscan la interrupción del embarazo". La penalización total del aborto en nuestro
país constituía una forma de violación de los derechos humanos de las mujeres.
La cual se regulaba en Código Penal, en los artículos 342 a y 345, bajo el título
de “Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la Moralidad Pública”, y en el
Código Sanitario, en el artículo 119, que prohibía toda acción cuyo fin sea
provocar un aborto. Producto de la prohibición del aborto terapéutico en nuestro
país, se veían afectados los derechos humanos de las mujeres de diversas
formas. El derecho a la vida, a la integridad física y psíquica se ve vulnerado, por
ejemplo, cuando la salud o vida de las mujeres es puesta en riesgo, en casos en
que si no se practica la interrupción del embarazo se producirá la muerte o el
grave deterioro de la salud de la embarazada. Por otro lado, también se veían
afectados derechos como la igualdad, puesto que la prohibición absoluta del
aborto implica prohibir un procedimiento clínico que sólo es requerido por mujeres,
y por lo tanto negar este procedimiento constituye una forma de discriminación en
su contra. Otros derechos que se veían afectados por esta prohibición son los
derechos sexuales y reproductivas, los cuales han sido reconocidos por diversos
tratados y convenciones internacionales ratificados por Chile. Esta tesis tiene por
objeto dar un avista amplia de los fundamentos e importancia de la
despenalización del aborto en chile, haciendo un análisis respecto de su evolución
histórica, revisando algunos conceptos de importancia y derechos que se
vulneraban con la prohibición absoluta del aborto, como el derecho a la integridad
personal, derechos sexuales y reproductivos, entre otros
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HIPÓTESIS Y PROBLEMÁTICA QUE SE RESENTABA
Si bien el Aborto Terapéutico fue permitido por el Código de Salud entre 1931 a
1989, en dicho período toda mujer cuya vida estuviera en peligro podía solicitar un
aborto si contaba con la aprobación de dos médicos. Sin embargo en 1989,
producto de los dictadura militar, como una más de sus intervenciones, elimina la
excepción del aborto terapéutico, provocando así una vulneración a los derechos
humanos de las mujeres "La penalización total del aborto en nuestro país
constituía una forma de violación de los derechos humanos de las mujeres". Ello
implicaba que según la regulación penal Chilena de la época “Se Considera a la
mujer y el valor de su vida como un bien jurídico, subordinado al feto en
gestación”. Esta consideración era reforzada por la Constitución de 1980, en el
Artículo sobre las Garantías y Derechos de las Personas, en el párrafo que
garantiza la protección de “la vida del que está por nacer”, separando esta vida de
quien la concibe y de su libertad para decidir respecto del embarazo.
Produciéndose así graves riesgos a los que se exponían las mujer que decidían
abortar, quienes estaban obligadas a recurrir al mercado negro en busca de
fármacos, como el “Misotropol” (su precio fluctúa entre 40 mil y 125 mil pesos)
cuyo acceso es contralado por mafias, o que son chantajeadas y estafadas en
este proceso. Además, se exponen a situaciones sanitarias de alto riesgo, que
atentan contra su vida, A diferencia de las mujeres con más recursos quienes
viajan a abortar en otros países. La realidad es que todavía se ven abortos
rudimentarios, en pésimas o nulas condiciones sanitarias, especialmente en
sectores rurales, con introducción en la vagina de ramas de apio o palillos, sondas
y lavados con detergente, o raspados y aspiración sin anestesia. Acá hay un
problema de clase, de mercado, pero también hay que preguntarse ¿Por qué el
Estado condenaba el aborto en todo circunstancia? La persecución penal por
abortar era reducida y selectiva, siendo las mujeres pobres quienes resultan
mayoritariamente castigadas. De esta forma la prohibición absoluta del aborto
"violentaba gravemente los derechos humanos de las mujeres, por lo que la
necesidad de legislar al respecto se presentaba como urgente y necesaria".
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CAPÍTULO I
EL ABORTO.
El aborto puede ser definido como “La interrupción del embarazo por causas
naturales o deliberadamente provocadas”. Para la OMS (Organización Mundial de
la Salud) el término “aborto” se aplica a la terminación del embarazo, cualquiera
que sea su causa, antes de que el feto esté capacitado para la vida extrauterina,
pudiendo el aborto ser:
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✓ El aborto requerirá que el embrión o feto esté vivo y además que éste tenga
viabilidad intrauterina, es decir, la posibilidad de continuar su desarrollo
natural en el seno de la madre.
✓ La destrucción o muerte del embrión o feto deberá producirse dentro del
vientre materno.
El Código Penal regulaba el aborto en los Artículos 342 y siguientes. Del análisis
de esta regulación es posible concluir que se existían tres figuras de aborto:
A.- Que sea llevado a cabo con el consentimiento de la mujer: (Hipótesis regulada
en Artículo 342 Nº 3 del Código Penal) el cual señalaba que este delito era
castigado “con la pena de presidio menor en su grado medio, si la mujer consentía
en ello”. Este consentimiento debía ser otorgado por una mujer con capacidad
penal, imputable, y debía otorgarse libremente, al margen de toda coacción.
Debía, además, ser explícito.
B.1- Con violencia: Situación regulada por los Artículos 342 Nº 1, el cual
sancionaba el actuar doloso de un autor que persigue provocar el aborto, y
se castiga “con la pena de presidio mayor en su grado mínimo, si ejerciere
violencia en la persona de la mujer embarazada; y el Artículo 343, que se
refiere a la situación de un autor que, sin tener el propósito de provocar el
aborto, termina ocasionándolo con violencia, siempre que el estado de
embarazo de la mujer haya sido notorio o le hubiese constado al autor.
De acuerdo con este último artículo “será castigado con presidio menor en
sus grados mínimo a medio, el que con violencias ocasionare un aborto,
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aun cuando no haya tenido propósito de causarlo, con tal que el estado de
embarazo de la mujer sea notorio o le constare al hechor”.
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La mujer que se encuentra en posición de garante de la vida del Nasciturus,
infringe esta posición al consentir en su destrucción o al realizar el aborto ella
misma, lo cual aumentaría el reproche del hecho. El Artículo 344 inciso
segundo, contemplaba una atenuante especial para el caso que la mujer
incurriera en estos actos para “ocultar su deshonra”. Este es el llamado aborto
honoris causa, o por motivos de honor. Para Etcheberry, dentro de la tradición
española de nuestra legislación, la expresión “honra” relativa a una mujer, hace
alusión a sus costumbres en materia sexual. Para este autor “la deshonra, en
consecuencia, significa el hecho de que se haga público que la mujer ha tenido
relaciones sexuales consideradas socialmente como reprochables”. La mujer se
practicará el aborto con el objeto de ocultar esta situación. Algo muy similar señala
Garrido Montt, quien entiende que por la expresión “por ocultar su deshonra” ha
de entenderse “la pretensión de la afectada de impedir que en el medio en el que
se desenvuelve se tenga conocimiento de que ha tenido una relación sexual
criticada, su objetivo ha de ser evitar la reacción socialmente negativa que su
embarazo puede provocar en tales circunstancias”. Esta circunstancia personal
beneficia únicamente a la mujer y no a terceros que pudieron haber participado en
el delito.
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ejercicio de la función curativa que sobrepasa los límites que ha fijado la Lex Artis
Médica. Ahora bien, si en el ejercicio de su profesión un médico causare un aborto
con culpa, su comportamiento no podría ser sancionado puesto que no hay aborto
culposo punible. En este caso su actuar sólo podría subsumirse en el delito falta
descrito en el Artículo 494 Nº 10, el cual castiga el descuido culpable del médico
que no causa daño a la personas
El aborto terapéutico corresponde a un tipo de aborto inducido, por medio del cual
se busca la interrupción voluntaria de un embarazo antes de la viabilidad fetal. Sin
embargo definir lo que debe entenderse por aborto terapéutico es una cuestión
bastante compleja. Se ha cuestionado incluso que la palabra “terapéutico” sea la
indicada para referirse a abortos que obedecen a motivos de salud. Uno de los
problemas para definir el aborto terapéutico es que bajo esta denominación los
distintos autores han considerado hipótesis diversas. Por ejemplo, bajo el término
de aborto terapéutico se habla de:
Así las cosas, el aborto terapéutico es entendido por algunos como “la interrupción
del embarazo en un estado de inviabilidad del feto o embrión, dado que este
embarazo está causando un deterioro grave de la salud de la madre, le puede
causar daños severos e irreversibles que pueden producirle la muerte”. Garrido
Montt, por su parte, señala que los sistemas legales entienden por lo general
como aborto terapéutico “aquel realizado con el consentimiento de la mujer, de
acuerdo a los principios médicos, cuando aparece necesario para mantener su
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vida que por su embarazo está en peligro, y que algunos extienden también a la
conservación de la salud psíquica o física”.
En los incisos siguientes, el artículo 119 establece que la mujer “deberá manifestar
en forma expresa, previa y por escrito su voluntad de interrumpir el embarazo”, y
establece las formas de establecer esa voluntad en casos de discapacidad, y en
los que se requiere un representante legal, como la interdicción por demencia y las
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niñas menores de 14 años. En ese último caso, si no hay autorización por el
representante de la niña, ella “asistida por un integrante del equipo de salud, podrá
solicitar la intervención del juez para que constate la ocurrencia de la causal”. En
los casos en que la interrupción del embarazo se realice por una adolescente de
14 años y menor de 18 deberá ser informada a su(s) representante(s) legal(es).
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CAPITULO II
14
obligado, constreñido o manipulado mentalmente contra su voluntad. La integridad
moral hace referencia al derecho de cada ser humano a desarrollar su vida de
acuerdo a sus convicciones y a la capacidad de la persona para mantener,
desarrollar o modificar sus sentimientos y valores. A partir del derecho a la
integridad personal es posible formular una serie de otros derechos que han sido
reconocidos a nivel internacional, como lo son el derecho a la salud, a recibir
atención médica, el derecho a no ser sometido a torturas, a vivir dignamente, a
disponer del propio cuerpo, etc.
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y libertad deben ser asegurados también en el ámbito de la sexualidad y
reproducción. De esta manera la protección de derechos sexuales y reproductivos
no sería más que una manera de asegurar el pleno ejercicio de derechos
humanos por parte de todas las personas. Así, “el respeto por los derechos
humanos sexuales y reproductivos es condición fundamental para el cumplimiento
pleno e igualitario de los derechos humanos y libertades fundamentales”.
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entre hombres y mujeres: Los mismos derechos a decidir libre y
responsablemente el número de sus hijos y el intervalo entre los nacimientos y a
tener acceso a la información, la educación y los medios que les permitan ejercer
estos derechos.
Cabe destacar el gran avance alcanzado por el Programa de Acción del Cairo,
adoptado en 1994 con motivo de la realización de la V Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo, donde se define el concepto de salud reproductiva
y de derechos reproductivos. El Programa de Acción del Cairo señala en su
párrafo 7.2 que:
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decisiones en relación con la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni
violencia. Se debe prestar plena atención a la promoción de relaciones de respeto
mutuo e igualdad entre hombres y mujeres, y particularmente a la satisfacción de
las necesidades adicionales y de servicios de los adolescentes con objeto de que
puedan asumir su sexualidad de modo positivo y responsable”.
Ello implica que las personas sean capaces de tener una vida sexual satisfactoria
y segura y tener la libertad de decir si quieren y cuándo tener hijos. Esto implica el
derecho de hombres y mujeres a ser informados y tener acceso a métodos de
planificación familiar seguros, efectivos, financiables y aceptables, de su propia
elección, así como otros métodos de regulación de la fertilidad que no se opongan
a la ley.
El concepto de derechos sexuales y reproductivos es un concepto relativamente
reciente que se encuentra aún en evolución. Es posible definir los derechos
humanos sexuales y reproductivos como aquellos derechos que permiten a todas
las personas, sin discriminación ni bajo ninguna clase de violencia o coerción,
ejercer plenamente su sexualidad como fuente de desarrollo personal y decidir
autónomamente sobre su sexualidad y reproducción, contando para ello con la
información, medios y servicios que así lo permiten.
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CAPÍTULO III
1. CÓDIGO PENAL.
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hacer estéril a una mujer. Para proceder a estas intervenciones se requiere de la
opinión documentada de tres facultativos. Cuando no fuere posible proceder de la
forma antedicha, por urgencia del caso o por falta de facultativos en la localidad,
se documentara lo ejecutado por el médico y dos testigos, quedando en poder de
aquel el testimonio correspondiente.”
Esta modificación que flexibilizaba de cierta forma los requisitos para la realización
de interrupciones del embarazo por indicación terapéutica, no estuvo exenta de
controversias y suscitó una serie de discusiones dentro de la doctrina. Por un lado,
lo general de la disposición, la no especificación de causales, así como la falta de
una definición clara de qué debía entenderse por “fines terapéuticos”, dividió las
opiniones respecto de cómo debía interpretarse esta norma. Respecto de esto,
existieron esencialmente dos posiciones en la doctrina:
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para salvar la vida de la madre a través de la muerte del producto de la
concepción.
Emblemático fue, en este sentido, el caso del Hospital Barros Luco, Los
funcionarios del Hospital Barros Luco, ubicado en la comuna de San Miguel, se
veían enfrentados, en las décadas de los 60 y 70, a las graves consecuencias que
traía sobre la salud de las mujeres la falta de programas de planificación familiar y
educación sexual. El aborto inducido era considerado un problema de salud
pública y de inequidad social que alcanzaba tal gravedad que se le consideraba
“una epidemia”, llegando a ser el aborto provocado el responsable del 40% de las
muertes maternas en el año 1964. Los abortos clandestinos e inseguros,
además de ser responsables de las altas tasas de mortalidad materna, dejaban
muchas veces con graves secuelas a las mujeres que sobrevivían a ellos: muchas
sufrían la pérdida de órganos, septicemias y hemorragias.
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médicos del Hospital Barros Luco a realizar abortos terapéuticos a pacientes
derivadas de las clínicas de anticoncepción situadas en el área de influencia del
establecimiento, cuyos embarazos fueran producto de la falla del método
anticonceptivo. De acuerdo con la interpretación hecha por estos médicos, el
embarazo no era deseado, puesto que se había producido a pesar del uso de
métodos anticonceptivos (lo cual constaba en la historia clínica de la paciente), lo
cual habría de conducir a un aborto inducido. Por lo tanto la intervención médica
Lógica era la interrupción segura del embarazo, a fin de no exponer a la mujer a
los riesgos de un aborto clandestino. Finalmente el año 1972, el hospital
consideró, sosteniendo una interpretación amplia del artículo 119 del Código
Sanitario, que el aborto ilegal ponía en peligro la vida y salud de las mujeres de
grupos socioeconómicos más modestos, por lo tanto, al impedir estos riesgos, el
aborto terapéutico era legal. De esta forma se incluyen factores psicosociales y
culturales dentro del concepto de terapéutico, considerando la pobreza como un
factor de riesgo para la salud y la vida de las mujeres. Para proceder a la
interrupción del embarazo en este hospital, se exigía lo siguiente:
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carga de trabajo del hospital: en seis meses, las 89 interrupciones que se
realizaban mensualmente pasaron a casi quinientas. Durante el año y medio que
se aplicó este programa, el cual fue interrumpido en septiembre de 1973 por el
gobierno militar, se realizaron cerca de 2 mil intervenciones. Además, se observó
una disminución de las complicaciones derivadas de la práctica de abortos
clandestinos y sólo hubo una muerte materna derivada de complicaciones de un
aborto inducido entre enero y septiembre de 1973, en circunstancias que, en igual
periodo del año anterior, se habían registrado nueve muertes por esta causa.
Esta posición influida por la legislación extranjera, exigía que para su aplicación se
cumplieran con los requisitos necesarios para la existencia del estado de estado
de necesidad. Esto significa, que para que existiera un aborto justificado, además
de cumplirse con los requisitos del artículo 119 del código Sanitario de la época,
debía existir:
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circunstancias eximentes de responsabilidad, y su aplicación se limita al daño en
la propiedad ajena.
En este caso no sería necesario cumplir con los requisitos del estado de
necesidad antes mencionados. Bajo esta tesis, el sujeto activo quedaría limitado
únicamente a un médico, esto a pesar de que la ley no exigía expresamente que
la interrupción del embarazo fuera realizado por un médico, sino que sólo la
opinión de estos.
La Ley 18.826, del año 1989, dictada durante el gobierno militar, elimina el aborto
terapéutico, quedando absolutamente prohibida, tanto en la legislación penal como
en la sanitaria. Ante de la modificación actual dicho artículo señalaba “No podrá
ejecutarse ninguna acción cuyo fin sea provocar un aborto”.
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b) Equiparar las penas del delito de aborto con las del homicidio y el
infanticidio, al estimarse que la vida intrauterina tiene el mismo rango y
jerarquía que la vida del ya nacido.
El tema del aborto terapéutico no había sido una preocupación para el gobierno
militar, lo cual queda demostrado con el hecho que el artículo 119 del Código
Sanitario estuvo vigente durante prácticamente todo este gobierno, durante el cual
se siguieron practicando interrupciones del embarazo. Fue únicamente tras perder
el plebiscito del 5 de octubre de 1988, que este tema comenzó a preocupar al
Almirante Merino, quien temía que sin los militares en el poder, vendría “una
versión chilena del destape español”, por lo cual era necesario dejar resguardos
para evitar este debacle moral que se aproximaba.
Estos resguardos pasaban por prohibir en nuestro país todo tipo de aborto,
incluyendo dentro de nuestra legislación incluso una figura de cuasidelito de
aborto, y aumentando las penas para las mujeres y facultativos que los
practicaran.
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El primero consistía en la modificación de los Art. 342 a 345 del Código Penal.
Dentro de estas modificaciones se buscaba el aumento de las penas asignadas a
las distintas figuras de aborto y la incorporación en el artículo 345 de una figura de
“aborto culposo”. De acuerdo con esta modificación se sancionaría a “el que por
imprudencia temeraria ejecutare un hecho que, si mediara malicia, constituiría un
crimen sancionado en los artículos 342 ó 344”.
El segundo artículo sustituye el artículo 119 del Código Sanitario por uno
estructurado sobre la base de tres incisos. En este nuevo artículo se proscribiría la
interrupción del embarazo con fines terapéuticos y se incorporaría el principio ético
del doble efecto, agregándose requisitos formales en cuanto a la certificación del
carácter de enfermedad grave de la mujer. La Moción señalaba, además, que el
artículo 119 del Código Sanitario, en los términos en los que se encontraba
redactado, era demasiado amplio y no consecuente con la garantía constitucional
de protección de la vida del que está por nacer contenida en el artículo 19 Nº 1
inciso segundo de la Constitución. Por otro lado expresaba que el aborto
terapéutico se encontraba en desuso producto del avance científico, ello sin
perjuicio de reconocer el caso de la muerte no deseada del ser en gestación
causada indirectamente por una acción médica en la gestante enferma.
Para la creación del informe técnico de este proyecto de ley, el Almirante Merino
solicitó al contralmirante y Auditor General de la Armada, Aldo Montagna y a dos
capitanes de fragata, Rodolfo Camacho y Armando Sánchez, que trabajaran en su
redacción. El Jefe de Gabinete de Merino, el señor Jorge Martínez Busch, solicitó
la opinión de sólo dos personas para la elaboración del informe: la del sacerdote
Bruno Rychlowski Palczynski y la de Juan Antonio Widow, académico de la
Universidad de Negocios de Valparaíso. Con respecto a esto, llama
poderosamente la atención que dentro de los creadores e impulsores de este
proyecto no haya ningún médico, ningún abogado o jurista, o algún experto en
temas de sexualidad o salud pública.
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En su lugar las personas involucradas en la creación de este informe son un
sacerdote, un economista y algunos militares. Llama también la atención que
todos ellos sean hombres cuando se trata de un tema que afecta a las mujeres:
son ellas las que pueden quedar embarazadas y quienes eventualmente podrían
requerir un aborto terapéutico. No tomar en consideración la opinión de las
mujeres en una materia como esta, que las afecta de forma prácticamente
exclusiva, no parece lógico desde ningún punto de vista.
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Estima que estas causas deben ser atacadas y se debe propiciar la paternidad
responsable. En lo que toca a la legislación, propone la implantación de normas
consecuentes, coherentes y operantes que no dificulten la aplicación de la ley.
Expresa también que es necesario complementar con normas que castiguen el
uso de tejidos fetales para la elaboración de productos cosméticos o alimenticios,
pronunciarse sobre la fecundación “in vitro”. Considera, además, que es
necesario contemplar los delitos de aborto dentro del Título VIII sobre “Crímenes y
Simples Delitos Contra las Personas”, lo cual iría en concordancia con la idea de
que el feto o embrión debe ser considerado como persona desde el momento de
la concepción. El doctor Serani estima que sólo es aceptable el aborto terapéutico
indirecto, es decir, el que es consecuencia de la acción terapéutica sobre la
madre, y si ella así lo decide. Patricio Mena, ex jefe del Departamento de
Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile,
concuerda con el doctor Serani en cuanto a que la acción denominada “aborto
terapéutico indirecto” es una acción terapéutica que el médico puede lícitamente
proponer y ejecutar, cuando las circunstancias desafortunadas en que se da se
presenten. Comenta que la acción conocida como “aborto terapéutico directo
por indicación materna” no sólo no es una acción específicamente médica, sino
que además encuentra objeciones insalvables desde el punto de vista ético. Tanto
el doctor Serani como el doctor Mena se refieren en sus respectivos informes al
“aborto indirecto”, es decir, aquel que se basa en la doctrina del “doble efecto”.
De acuerdo con esta última, “si una acción tiene un buen y un mal efecto (en este
caso salvar la vida de la madre pero provocar la muerte del feto), la acción no está
prohibida siempre que no haya intención de hacer daño, aun cuando éste sea
previsible. Aunque el resultado final sea la muerte del feto, la intención primaria de
la intervención no es esa”. Este sería el caso de una mujer que presenta un tumor,
el cual para ser eliminado requiere de la extracción del útero que está en
gestación. En este caso, se producirá la muerte del feto, sin embargo será
considerado un aborto terapéutico indirecto en la medida en que la intención del
médico no sea provocar el aborto (que finalmente es inevitable), sino que curar a
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la mujer embarazada. Estos profesionales también se refieren, a la “casi
inexistencia” de la necesidad de recurrir al aborto terapéutico. En este mismo
sentido se pronuncia el doctor Elías Jacob Helo y el doctor Adriano Bompiani,
Director del Instituto de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Católica de
Roma. Este último considera que el progreso técnico de la Medicina, hace que
cada día aún más improbable la aparición de tal eventualidad. Señala que la
aprobación moral o legal del aborto terapéutico directo por indicación materna “ha
sido, en todas partes, una puerta abierta, de hecho o de derecho, a la inclusión de
numerosas otras situaciones supuestamente legitimantes del aborto terapéutico
que se han ido alejando progresivamente de la situación original”.
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mayor referencia a lo que ocurre en las situaciones “rarísimas” en que el aborto
terapéutico sí es necesario para salvar la vida de la madre. Se solicitó también la
opinión del sacerdote perteneciente a la Prelatura del Opus Dei, J. Miguel Ibáñez
Langlois, quien participó en la Comisión Redactora de la Constitución Política en lo
referido al artículo 19 Nº 1, oportunidad en la cual propuso que a este artículo
debía incorporar la frase “desde el momento mismo de su concepción”, dentro de
la protección a la vida del que está por nacer. En relación al aborto terapéutico,
expresa en su informe que es partidario de suprimir la norma del Código Sanitario,
ya que el aborto terapéutico es casi inexistente y por razones de orden moral. Al
respecto señala que “la teología moral no permite plantear el problema en
términos de un conflicto entre dos vidas, la de la madre y la del feto, pues eso
lleva obvia y lógicamente a preferir la vida de la madre y por tanto, a legitimar el
llamado aborto terapéutico. El dilema moral no es cuál de las dos vidas elegir, de
la madre o el hijo, sino cuál acto realizar, el de quitar la vida al feto (un homicidio),
o del no hacer nada al respecto, incluso si ese no hacer pudiera derivar en el
deterioro de la salud de la madre o su eventual muerte. El aborto terapéutico es en
sustancia un aborto (un matar directo), no importa con qué fin se haga, pues el fin
no justifica los medios”.
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5. Ley actual que regula la despenalización de la interrupción voluntaria del
embarazo en tres causales LEY Nº 21.030
Esta ley permite la interrupción del embarazo en caso de que se apliquen alguna
de estas situaciones.
1. Que exista riesgo de la vida de la madre, en cuyo caso debe contar con un
diagnóstico de un médico ratificado por un especialista. Sin embargo, esta
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puede ser obviada en caso de que aparezca la necesidad de atención
inmediata.
2. Inviabilidad del feto. En este caso, al igual que el anterior, se debe contar
con el diagnóstico de un médico ratificado por un especialista.
En este sentido, se hace explícito el deber ético del médico afectado por esta
situación de informar oportunamente cuando una paciente se encuentra bajo la
situación de aborto. En este caso, el prestador está obligado de remitir a la mujer a
un profesional que no tenga la objeción de conciencia.
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CAPITULO VI
El tema del aborto genera gran polémica y produce profundas emociones en las
personas. En torno a él se han desarrollado acalorados debates que, en muchas
ocasiones, no han contribuido mayormente a encontrar soluciones o mitigar los
graves efectos que el aborto tiene sobre la vida de las mujeres.
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Por un lado, se ha planteado que el embrión o feto es un ser humano o persona
desde el momento de la concepción. Esta posición, que ha sido defendida
especialmente por la Iglesia Católica, sostiene que el no nacido goza de los
mismos derechos que todas las personas ya nacidas, incluido el derecho a la vida,
y que por lo tanto el aborto, aun cuando sea realizado para salvar la vida de la
madre, sería lo mismo que un homicidio.
Para esta postura existiría, desde la unión de los gametos femenino y masculino,
un “principio o destello de vida humana” el cual sería destruido por el aborto.
Por otra parte, se ha dicho que “la vida”, o más correctamente, el embarazo, no
comienzan con la fecundación sino que en un momento posterior, que se ha fijado
en la implantación del óvulo fecundado en el útero materno. Se ha reconocido que
si bien el zigoto, el embrión y el feto tienen el potencial para convertirse en una
nueva persona, el darles la calidad de tal, con los mismos derechos de los que
goza el ya nacido, no sería adecuado. Para algunos, la protección jurídica de la
vida del feto debe comenzar cuando el sistema nerviosos central comienza a
integrar las funciones corporales, lo cual permitirá a la larga sentir dolor y
desarrollar las funciones cognitivas. Para otros, el inicio de la vida estaría marcado
por el inicio de la vida cerebral, lo cual sería compatible con la definición legal de
muerte como “muerte cerebral”.
34
Los miembros de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución acordaron
consagrar constitucionalmente el derecho a la vida, en primer término, como el
más primordial de todos los derechos. Así, el artículo 19 Nº 1 de la Constitución
vigente señala que: “La Constitución asegura a todas las personas: 1º. El derecho
a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona. La ley protege la vida del
que está por nacer.”
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En nuestro país no existen cifras confiables sobre la cantidad de abortos que se
realizan al año, pero se ha estimado que la cifra llegaría hasta los 160.000
abortos anuales, a pesar de estar éste hasta hace muy poco absolutamente
prohibido. La penalización absoluta del aborto no disminuye el número de abortos
que se practican anualmente, pero sí significa que la mayoría de los abortos
clandestinos que se realizan serán “abortos inseguros”, esto, en parte por el
mismo hecho de encontrarse estos al margen de la ley, y porque los abortos
ilegales pero seguros, realizados por médicos capacitados y con los medios
necesarios, tendrán un alto costo que las mujeres de menores recursos no podrán
pagar.
Así, los abortos inseguros constituían una grave amenaza para la salud de las
mujeres, las cuales muchas veces sufren complicaciones inmediatas y a largo
plazo debido a ellos. Algunas de las complicaciones inmediatas que suelen sufrir
las mujeres que se someten a abortos inseguros, realizados por personal no
capacitado o en condiciones poco adecuadas, serán hemorragias, lesiones
traumáticas o químicas de los genitales u otros órganos, infecciones y reacciones
tóxicas a los productos ingeridos o aplicados.
Además, a mediano y largo plazo, las mujeres que se someten a este tipo de
procedimientos pueden requerir, como tratamiento, la extirpación de órganos
como las trompas, ovarios o útero, lo cual evidentemente puede resultar en
infertilidad. La consecuencia más dramática de los abortos inseguros es, sin lugar
a dudas, el gran número de mujeres que mueren debido a las complicaciones
derivadas de las malas condiciones en las cuales se llevan a cabo estas
intervenciones.
Así, las mujeres que se han realizado un aborto y que han tenido complicaciones
producto de éste, tienen dos alternativas:
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✓ Acudir al hospital en busca del tratamiento que necesitan, arriesgándose a
ser denunciadas; o
✓ No hacerlo, con el riesgo que ello implica para su salud e incluso su vida.
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La prohibición del aborto consentido, en cambio, implica para la mujer un deber de
tolerar la afectación de sus intereses propios en beneficio de otro. No habría sólo
una restricción a su libertad de acción, sino que se le exigiría una contribución al
bienestar del feto la cual, desde el punto de vista de la justicia política, sería propia
de un deber de solidaridad. Este deber de la mujer de tolerar el embarazo, no
tiene comparación con ningún otro deber de solidaridad de nuestro ordenamiento
jurídico. Ningún otro ser humano nacido tiene un derecho ni una obligación
semejante respecto de otro ser humano nacido.
Se debe partir de la base que todo embarazo no consentido implica una situación
de estado de necesidad resuelta por el legislador en contra de los intereses de la
mujer (puesto que el aborto se encontraba prohibido en toda circunstancia),
contando con el apoyo constitucional. La pregunta que hay que responder
entonces, a la luz de la Constitución, es ¿Hasta dónde puede legítimamente
llegar el sacrificio de los intereses de la mujer exigible como medio para
salvaguardar el interés en la vida del feto?
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• En segundo lugar, si las excepciones a la prohibición de matar al nasciturus
se basan en supuestos de colisión de intereses, cuando los intereses que
deben ser defendidos por medio de la muerte del nasciturus tienen rango
constitucional, entonces podemos decir que se trata de un conflicto de
principios constitucionales. Por lo tanto el criterio para solucionar estos
conflictos debe encontrarse en la misma Constitución. Este criterio sería la
ponderación de estos intereses o principios en conflicto.
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fundamento de la autorización estatal a la práctica del aborto como medio
para salvaguardar estos intereses de la mujer.
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4. La Privacidad.
La Corte Suprema de los Estados Unidos reconoció por primera vez el derecho
independiente a la privacidad en el marco de la protección implícita en las
primeras diez enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos o “Bill of
Rights”, en el caso Griswold v. Connecticut. En este caso, se invocó el derecho
de privacidad de las personas casadas para anular una ley que prohibía la
anticoncepción. Casos posteriores ampliaron este derecho fundamental dentro de
los cuales destaca el caso Roe v. Wade. El caso de Roe v. Wade comienza en
1970 con una acción declarativa que cuestionó la constitucionalidad de la ley del
Estado de Texas sobre aborto, la cual penalizaba el aborto en todos los casos
salvo que existiera consejo médico y se practicara con el propósito de salvar la
vida de la madre. Varias personas se presentaron como demandantes, sin
embargo se estimó que la única que tenía un interés justiciable era “Jane Roe”
(Norma L. McCorvey), una mujer soltera que sostenía que su embarazo era
producto de una violación. La Corte del Distrito declaró que la ley de Texas era
inconstitucional, pero no otorgó una proscripción en contra de las leyes de aborto.
El caso fue apelado y finalmente resuelto por la Corte Suprema de Estados
Unidos. En la decisión del caso Roe v. Wade, la Corte Suprema de Estados
Unidos reconoció que el derecho de la mujer de decidir si continuar o no con su
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embarazo estaba protegido por el derecho a la privacidad. Por lo tanto, prohibirle a
una mujer abortar por vía legislativa violaría este derecho.
5. La Autonomía.
La autonomía personal puede ser entendida como “la libertad que tiene cada
individuo para actuar conforme a su propia concepción acerca de lo que es
valioso, necesario, deseable o correcto”. El Estado, respetando esta autonomía,
no debe intervenir en los planes de vida de las personas, sino que crear
condiciones para posibilitarlos.
Por ello era necesario reconocer a las mujeres la misma capacidad de razón que
se les reconoce a los varones. Para ello debe considerarse a las mujeres como
seres capaces de elegir racionalmente, de conocer sus intereses y de tener en
cuenta las consecuencias de sus propias acciones. El derecho debe reconocer a
las mujeres como individuos responsables y adultos. En tanto individuos
responsables y adultos, las mujeres no pueden ser consideradas como prisioneras
de sus cuerpos ni seres a merced de sus emociones, las cuales se cree que su
mismo cuerpo condiciona.
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aplicadas en el campo de la discusión sobre el aborto. Al penalizarse el aborto
(parcial o absolutamente) el Estado es quien decide sobre un tema propio de la
mujer, como es la reproducción. El sustraer esta decisión de las mujeres afecta su
autonomía, puesto que no se las considera como individuos responsables,
capaces de tomar buenas decisiones y hacerse cargo de sus consecuencias.
Al examinar el tema del control de la reproducción, han existido dos tesis
mayoritarias respecto de quién es el responsable para tomar las decisiones en
esta materia y sobre qué tipo de reglas son necesarias. En ambas tesis la decisión
es sustraída de la mujer y reenviada su regulación al derecho, a través de la
criminalización o de la regulación de permisos para abortar bajo ciertas
condiciones.
La primera tesis sería aquella bajo la cual se buscaría defender el principio moral
de la “vida”. De acuerdo con ella, la única forma para asegurar la defensa de este
principio moral sería traducirlo en una norma jurídica. Además, el Estado tendría el
deber de reafirmar este valor de la “vida” y, puesto que no existe consenso
respecto del significado de “vida” o de cuando ésta comienza, se pretende resolver
la controversia ética confiando al Derecho la defensa de una moral particular. De
esta forma, “utilizando la cuestión del aborto se lleva a cabo una batalla por
traducir las elecciones éticas propias en normas jurídicas. Así, no sólo se
contradice el principio constitutivo del moderno Estado de derecho, o sea, la
separación entre derecho y moral, sino que se pone en evidencia como la vida y
su tutela son cuestiones a menudo zarandeadas instrumentalmente”.
La prohibición del aborto no impidió que se practicaran, sino que sólo hizo más
difícil y complicada la vida de las mujeres. Bajo esta primera tesis, se desconoce
el status de sujetos plenamente morales a las mujeres. A través de ella lo que se
estaría sosteniendo es que a éstas no es ni siquiera posible confiarles la tutela de
la “vida”.
En una segunda tesis, el Estado concede autorización a las mujeres para decidir
sobre el aborto pero únicamente en la medida en que concurran ciertas
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condiciones o circunstancias. Aquí, la ley estaría asumiendo la función simbólica
de reafirmar que se tutela la vida, pero también la función de construir a las
mujeres como sujetos moralmente imperfectos, sobre los cuales es necesario
mantener el control institucional. Por lo que el interés que hace que el Estado se
movilice y se atribuya la regulación de la interrupción del embarazo no es la tutela
de la “vida” (o del embrión), sino que el control de la reproducción, al menos en el
plano simbólico. Se añade, complementariamente, el interés por “el control del
potencial poder reproductor femenino, de los cuerpos y de las mentes de las
mujeres. Mujeres que se presentan como sujetos morales imperfectos, a los que
no se les puede reconocer la plenitud de ese poder”.
6. Derecho a la Igualdad.
Dentro de las discusiones por la despenalización parcial o total del aborto se han
formulado una serie de argumentos que giran en torno al derecho de igualdad y no
discriminación. Estos argumentos han sido sostenidos por quienes defendieron la
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necesidad de despenalizarlo y algunos de ellos pueden ser resumidos de la
siguiente forma:
✓ Otro argumento que se refiere al principio de igualdad ante la ley, que como
ya revisábamos anteriormente, se refiere a ello al tratar el tema del aborto
terapéutico cuando existe un peligro actual o inminente para la salud o la
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vida de la mujer embarazada. Señala que en estos casos estamos ante un
caso de estado de necesidad defensivo que autorizaría la interrupción del
embarazo sin necesidad de existencia de una causal de justificación en
específico. Ello ya que existiría un peligro originado por el feto que autoriza
a la mujer a atacar esta fuente de peligro. Bajo la institución del estado de
necesidad defensivo se permite a toda persona a actuar en defensa de sus
intereses, en la medida en que estos tengan un peso específico equivalente
al interés de afectación, a pesar de que el peligro sea causado de forma
inocente por el otro, lo cual se basa en la idea de que nadie tiene porque
tolerar el sacrificio de sus intereses si puede actuar atacando la fuente del
peligro. Por lo tanto, si se le negara a la mujer embarazada respecto del
feto este derecho de actuar en defensa de sus intereses, en circunstancias
que este derecho lo tiene cualquier persona respecto de otra, ello implica
una discriminación arbitraria
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declararse en contra del aborto: la posición de la perversidad y la posición
ontológica. De acuerdo con la primera, el aborto sería una perversión de la
verdadera y única función del sexo, esto es, la reproducción. El aborto sería así un
pecado, puesto que transgrediría este propósito. Esta posición fue finalmente
rechazada de manera oficial por el Concilio Vaticano Segundo, que se reunió entre
los años 1962 y 1965. En él se declaró que el matrimonio tendría dos finalidades
de igual importancia: la procreación y la unidad de los cónyuges, dentro de lo cual
se incluiría el disfrute del sexo sin finalidad procreativa. La posición ontológica, por
su lado, se opone al aborto en base al estatus del embrión o feto durante el
embarazo. Con esto se vuelve a la pregunta sobre el inicio de la vida. La Iglesia
Católica ha sostenido dos teorías con respecto al inicio de la vida a lo largo de la
historia:
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enfermedad que ésta parezca, y aun cuando el resultado de aborto haya
sido previsible. Esta es la hipótesis del “aborto indirecto” conforme con la
doctrina del doble efecto.
Esta fue justamente la situación que se dio en nuestro país en el año 1979,
cuando el gobierno militar, enfrentado a los problemas limítrofes con Argentina,
consideró necesario aumentar las tasas de natalidad con el objeto de poblar los
territorios fronterizos. De esta forma se suprimieron las campañas de educación
sexual en los medios de comunicación e incluso se eliminaron los ramos de
educación sexual de la educación básica y media.
La idea de las políticas demográficas tomada por partidarios, quienes consideran,
dentro de los argumentos para oponerse al aborto, la necesidad de aumentar la
población. Señala que esto es válido particularmente en el caso de Chile
considerando que es un país en vías de desarrollo, históricamente de escasa
riqueza material y que tiene como principal factor de desarrollo su propia
población. Este tipo de medidas han sido condenadas por diversos sectores.
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Así, las conferencias internacionales sobre temas de población y desarrollo
realizadas por la Organización de Naciones Unidas los años 1974, en Bucarest,
y 1984 en México, fueron precisamente criticadas por centrarse de manera casi
exclusiva en el logro de objetivos demográficos, lo cual negaría los derechos
humanos de las mujeres. Esta situación fue remediada en la III Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo, que se llevó a cabo el año 1994 en el
Cairo, donde se estableció que la dignidad humana estaba por sobre las metas
demográficas. Tomar medidas como las señaladas anteriormente vulnera los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, se encuentran reconocidos por
una serie de tratados y convenciones internacionales. En este sentido también
penalizar el aborto en todas sus formas como medio para cumplir con los fines de
estas políticas resultaría atentatorio contra estos derechos.
Dentro de la doctrina chilena existen autores que plantearon que bajo nuestra
legislación procederían causales de justificación del aborto terapéutico. Además
existen algunos sectores de la doctrina que han estimado que los llamados
“abortos indirectos”, conforme a la doctrina del doble efecto, no se encontraban
prohibidos. A continuación examinaremos brevemente algunas de estas
posiciones. En primer lugar nos encontramos con la tesis sostenida por:
Mario Garrido Montt, quien afirma que la intervención terapéutica abortiva será
atípica cuando esta acción se encuentre debidamente cubierta por la lex artis.
Para comprender esta tesis es necesario recordar que el artículo 345 del Código
Penal castigaba al facultativo que “abusando de su oficio” causa un aborto o
coopera con él. Garrido Montt señala que para que esta situación se configure es
necesario que el facultativo obre ejerciendo la actividad que le es inherente como
tal, pero cometiendo un abuso. Esto ocurrirá cuando el facultativo, en el ejercicio
de su función curativa, sobrepase los límites de la lex artis médica.
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La lex artis médica está constituida por los principios y reglas que rigen el ejercicio
de la profesión médica, y a los cuales deben sujetarse quienes desarrollen esta
actividad. Si se infringen estas reglas entonces habrá “abuso del oficio”, mientras
que el profesional que las respete estará amparado por la justificante del artículo
10 Nº 10 del Código Penal (antes de su modificación), el cual señala que estará
exento de responsabilidad criminal el que obra en el ejercicio legítimo de un oficio.
Para Garrido Montt la disconformidad con la lex artis es un elemento negativo del
tipo del delito de aborto. El autor plantea que a pesar que por disposición del
artículo 119 del Código Sanitario (antes de su modificación) se encuentra
prohibida toda acción cuyo fin sea provocar un aborto, no habría impedimento
para interrumpir el embarazo si por razones propias de la lex artis médica
corresponde hacerlo como tratamiento curativo. Es decir, el médico que pusiera fin
de esta forma a un embarazo no estaría actuando en abuso de su oficio, en la
medida en que exista consentimiento de la mujer.
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un derecho u oficio. De acuerdo con Etcheberry, para que esta causal sea
aplicable deberán cumplirse una serie de requisitos:
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Conclusiones.
En tanto, para los 12 casos de mujeres que invocaron la ley pero decidieron
continuar con su embarazo, tres de ellas lo habían hecho bajo la causal de riesgo
de vida, ocho porque el feto no tenía posibilidad de sobrevivir y una por agresión
sexual.
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exigencia que indica que las clínicas que mantuvieran convenios con el Estado en
prestaciones obstétricas y ginecológicas no podrían hacer objeción institucional.
Eso trajo consigo una serie de críticas.
Sin embargo la nueva ley resulta ser un avance menor frente a la realidad nacional
en materia de aborto, en tanto abarca solamente al 3% de los casos de aborto
clandestinos que se realizan en chile. Esta nueva ley responde de algún modo a
compromisos internacionales que estaban pendientes, pero ciertamente que ello
no agota el reconocimiento y protección de los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres. Por lo que creo necesario que para la eliminación real de esta
discriminación en contra de la mujer, es necesario ampliar la iniciativa a “todos los
casos”. Es preocupante pensar que aun con dicha legalización seguirán existiendo
riesgos para las mujeres no comprendidas en dichas causales legales, quienes se
verán obligadas a seguir realizándose abortos ilegales e inseguros.
Avanzar a un aborto libre, seguro y gratuito, que permita a las mujeres decidir
sobre sus cuerpos y liberarse del espacio de maternidad obligatoria al que han
sido confinadas por el Estado. Si una mujer aborta es porque no quiere ser madre
y el Estado no puede obligarla, no tiene porqué obligarla, ese es otro tipo de
violencia estatal donde nos quieren situar a las mujeres en un espacio obligado
que es la maternidad”. Para la ONU, el obligar a una mujer a tener un hijo contra
su voluntad, negándole el acceso al aborto libre y seguro, es constitutivo del delito
de tortura.
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BIBLIOGRAFÍA
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Está por Nacer”. En: XVIII Jornadas Chilenas de Derecho Público. Concepción,
Chile. Universidad de Concepción, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales,
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especial. 2ª edición. Barcelona, Ed. Atelier, 2009.
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✓ CENTRO DE ESTUDIO DE LA MUJER “et al”. Informe Alternativo sobre el
Cumplimiento de la CEDAW en Chile. Informe sobre la situación de los derechos
humanos de las mujeres en Chile, 2003. Santiago de Chile. La Morada, 2003.
✓ CENTROS DE ESTUDIOS EL DIA, Sondeo de opinión Universidad Central de
Chile, Disponible en: www.ucentral.cl
✓ DE MIGUEL, J.M. & DÍEZ NICOLÁS J., Políticas de Población. Madrid, España.
Editorial Espasa Calpe, 1985. Disponible en: www.ced.uab.es
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