Adan y Eva en El Jardin
Adan y Eva en El Jardin
Adan y Eva en El Jardin
comer de todos los frutos del árbol del huerto, excepto uno, llamado árbol de la ciencia
del bien y del mal (mas no les prohibió comer del árbol de la vida) indicándole a Adán y
Eva que si comían los frutos de él, iban a morir.5 La serpiente del Jardín del Edén que
conocía de esta prohibición, se aprovechó de esta única regla; y así tentó y engañó a
Eva, la cual comió del fruto prohibido. Eva viendo que era "bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y realmente un árbol codiciable para alcanzar la sabiduría", le dio
también a comer a su marido. Dios dijo: "El ser humano ha llegado a ser como uno de
nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano
y también tome del fruto del árbol de la vida, lo coma y viva para siempre." (Génesis 3:22).
Esta falta de obediencia les acarreó la expulsión del Paraíso (Génesis 3:24). Expulsión en la
que Dios les castigó con la muerte, el dolor, la vergüenza y el trabajo: "Con el sudor de tu
rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues
polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19) o "parirás a tus hijos con dolor" (Génesis 3:16).
Estos hechos son conocidos como el pecado original. El relato bíblico continúa narrando
la vida de Adán y Eva fuera del jardín del Edén. Cuenta que ellos tuvieron hijos Caín, Abel
y Set . Adán murió a la edad de 930 años. Génesis 5:3-4: Tenía Adán 130 años cuando
engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, a quien puso por nombre Set. Fueron
los días de Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas.
Génesis 2:16: El Señor Dios dio al hombre este mandato....Luego, después de crear a la
mujer, la serpiente pregunta a la mujer y ésta le dice: Génesis 3:2-3: De todos los árboles
podemos comer, pero del que está en medio del jardín nos ha dicho Dios que no
comamos, bajo pena de muerte. Pero el autor de la narración cuenta que Yavé le había
dicho al hombre que del árbol que no podía comer era del otro, el de la ciencia del bien
y del mal.
Génesis 2:16: El Señor Dios dio al hombre este mandato: "Puedes comer de todos los
árboles del jardín, pero de árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás....
La mujer toma del árbol dando también al hombre y se les abren los ojos, pero se dan
cuenta de su desnudez sintiendo temor y vergüenza. Por tanto, aunque la mujer pensaba
que el árbol prohibido era el del medio del jardín (el de la vida) tomó del árbol de la
ciencia del bien y del mal (el de la muerte). Entonces Yavé interroga al hombre y este le
responde haciendo responsable a la mujer que le dio por compañera. Después Yavé
interroga a la mujer y ésta le responde haciendo responsable a la serpiente: Génesis 3:13:
El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?" Y la mujer respondió: "La
serpiente me engañó y comí"
Génesis 3:1: La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor
Dios había hecho. Al Demonio (y no a una serpiente) sí se le menciona en la Tòrah como
responsable de la caída del Hombre, y se le llama Sa-tan, nombre hebreo del que
procede el término latino Satán o Satanás.
El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con la ayuda
del Señor, he tenido un hijo varón!» Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se
dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra. Tiempo
después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. Abel también presentó
al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos. Y el Señor miró con agrado a
Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. (Génesis 4:1-5)
EL PRIMER ASESINATO
Caín se enfureció y andaba cabizbajo. Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan
enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en
alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No
obstante, tú puedes dominarlo». Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el
campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.
—Este castigo es más de lo que puedo soportar —le dijo Caín al Señor—. Hoy me
condenas al destierro, y nunca más podré estar en tu presencia. Andaré por el mundo
errante como un fugitivo, y cualquiera que me encuentre me matará.
—No será así —replicó el Señor—. El que mate a Caín, será castigado siete veces.
Entonces el Señor le puso una marca a Caín, para que no fuera a matarlo quien lo hallara.
(Génesis 4:5-15)
Génesis 6:9-14 Estas son las generaciones de Noé. Noé era un hombre justo, perfecto entre
sus contemporáneos; Noé andaba con Dios. Y Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró
Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido
su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne,
porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos
juntamente con la tierra. Hazte un arca de madera de ciprés; harás el arca con
compartimientos, y la calafatearás por dentro y por fuera con brea.
Génesis 6:18-22 Pero estableceré mi pacto contigo; y entrarás en el arca tú, y contigo tus
hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás dos
de cada especie en el arca, para preservarles la vida contigo; macho y hembra serán. De
las aves según su especie, de los animales según su especie y de todo reptil de la tierra
según su especie, dos de cada especie vendrán a ti para que les preserves la vida. Y tú,
toma para ti de todo alimento que se come, y guárdatelo, y será alimento para ti y para
ellos. Y así lo hizo Noé; conforme a todo lo que Dios le había mandado, así hizo.
Cuando las aguas comenzaron a bajar, el Señor guió el arca hacia un lugar protegido por
un grupo de montañas conservadas por su poder. Estas montañas estaban muy poco
separadas entre sí, y el arca se mecía en este quieto refugio, sin que el inmenso océano la
agitara. Esto alivió a los cansados y sacudidos viajeros. Noé y su familia esperaban
ansiosamente que bajaran las aguas; pues anhelaban volver a pisar tierra firme. Cuarenta
días después que se hicieron visibles las cimas de las montañas, enviaron un cuervo, ave
de olfato delicado, para ver si la tierra ya estaba seca. No encontrando más que agua, el
ave continuó yendo y viniendo. Siete días después, se envió una paloma, la cual al no
encontrar dónde posarse, regresó al arca. Noé esperó siete días más, y una vez más envió
la paloma. Cuando esta regresó por la tarde con una hoja de olivo en el pico, hubo gran
gozo en el arca.
Todavía esperó pacientemente dentro del arca. Como había entrado obedeciendo un
mandato de Dios, esperó hasta recibir instrucciones especiales para salir. Finalmente
descendió un ángel del cielo, abrió la maciza puerta y mandó al patriarca y a su familia a
salir a tierra, y llevar consigo todo ser viviente. En su regocijo por verse libre, Noé no se
olvidó de Aquel en virtud de cuyo misericordioso cuidado habían sido protegidos. Su
primer acto después de salir del arca fue construir un altar y ofrecer un sacrificio de toda
clase de bestias y aves limpias, con lo que manifestó su gratitud hacia Dios por su
liberación, y su fe en Cristo, el gran sacrificio. Esta ofrenda agradó al Señor y de esto se
derivó una bendición, no solo para el patriarca y su familia, sino también para todos los
que habrían de vivir en la tierra. Noé había regresado a una tierra desolada; pero antes
de preparar una casa para sí mismo, construyó un altar para Dios. Su ganado era poco, y
había sido conservado con gran esfuerzo. No obstante, con alegría dio una parte al
Señor, en reconocimiento de que todo era de él.
ABRAM
El patriarca Abram era un hombre justo, descendiente de Sem, nacido en Ur de Caldea,
el cual, aunque vivió en medio de un pueblo idólatra, nunca abandonó el culto del
verdadero Dios. Por eso y para contener los progresos de la idolatría y la corrupción de
costumbres, que incesantemente se esparcían por la tierra, Dios decidió escoger un
pueblo, el cual, gracias a un cuidado especial de su providencia, conservaría su culto y
prepararía la venida del Mesías, y eligió al patriarca Abram para cabeza o jefe de ese
pueblo privilegiado. Se le apareció el Señor, y le dijo: “Sal de tu país, deja tu familia y ve a
la tierra que te mostraré. Te haré padre de un gran pueblo, y en ti serán benditas todas las
generaciones. Obediente Abram a la voz del Señor, se puso en camino con su mujer Sara,
su sobrino Lot, sus sirvientes y ganados. Después de haber permanecido algunos años en
Harán de Mesopotamia, se dirigió hacia las fértiles llanuras de Canaán y levantó sus
tiendas no lejos de Siquén. Vivía con su sobrino Lot en Canaán pero, como crecieron
extraordinariamente los rebaños, llegó un momento en que el país no producía pasto
suficiente para ellos. Por este motivo, Abraham y Lot decidieron separarse. Abram se
dirigió al valle de Mambré, y Lot a Sodoma, ciudad grande y rica, pero de malas
costumbres de forma que sus habitantes habían provocado la ira de Dios.
Vivía tranquilo y feliz, cuando unos reyes de Oriente, invadiendo el país de repente, lo
saquearon e hicieron prisionero a Lot. Cuando le llegó la noticia a Abram, fue deprisa allá
con sus siervos y aliados, sorprendió a los enemigos por la noche, los derrotó, y libertó a su
sobrino y a los demás prisioneros. Cuando Abram volvió victorioso, recibió la bendición de
Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Altísimo, le dio el diezmo del botín que
había obtenido y Melquisedec ofreció al Señor un sacrificio de pan y vino en acción de
gracias. Este sacrificio era figura de la Eucaristía.
“Dios visitó a Sara como había dicho, e hizo por ella lo que había prometido. Concibió
Sara y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo predicho por Dios.”El heredero de
Abraham, tanto tiempo deseado, recibió el nombre de Isaac, que significa risa. “Abraham
circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días, como se lo había mandado Dios. Abraham
tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac. Dijo Sara: “Dios me ha dado de que reír;
todo el que lo oiga reirá conmigo” Y añadió: “¿Quién le habría dicho a Abraham que
Sara amamantaría hijos?; pues bien, yo le he dado un hijo en su vejez”. Jehová prometió a
Abraham y a Sara que por medio de Isaac su familia crecería para bendecir a toda la
tierra. Pero un día Jehová le dijo a Abraham que llevara a Isaac al monte Moriah y que
ofreciera a Isaac como sacrificio. Génesis 17:1–8; 22:1–2
Mientras iban hacia la montaña, Isaac preguntó dónde estaba el cordero para el
sacrificio. Abraham dijo que Jehová proveería uno. Génesis 22:4–8
En el monte Moriah, Abraham edificó un altar y colocó leña sobre él. Génesis 22:8–9
Como Dios lo mandó, Abraham le pidió a Isaac que se acostara sobre el altar. Isaac
confió en Abraham al igual que el Salvador Jesucristo confió en Su Padre. Génesis 22:9