Cenicienta
Cenicienta
Cenicienta
blanco.
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Estados Unidos juega un papel importante en las representaciones sociales al ser una de las
potencias mundiales mas importantes. Son más "escuchados" que otros países. De alguna
manera, los "seguimos". La mayoría de las películas que vemos y la música que escuchamos,
viene de este país, y es más probable que estemos mas al tanto de la política de Estados
Unidos que de la de Nigeria, por lo que tiene sentido que contribuyan en nuestra manera de
ver el mundo. Al hacer esto, lo que ellos expresan lo toman como la única verdad,
compartiéndolo con todo el mundo invisibilizando el resto de las historias. Todas las personas
de todos los lugares del mundo deben ser escuchadas, ya que no hay una sola historia, versión
o lado de las cosas.
4_
Cuenta una vieja historia que en un bello país había un rico comerciante que tenía una bella
hija llamada Cenicienta.
Padre e hija vivían solos en una esplendorosa casa porque el comerciante había enviudado. La
madre de Cenicienta había sido tan bella como la hija, pero una repentina enfermedad había
acabado con su vida.
Solos vivieron unos años hasta que el padre decidió que su hija merecía las atenciones y el
cuidado de una nueva madre. Por ello contrajo matrimonio con una respetable señora, que
también tenías dos hijas de la misma edad aproximadamente de Cenicienta, aunque ante la
belleza de esta las dos deslucían completamente.
Por ello, desde el principio la nueva madrastra y sus hijas miraban con profunda envidia a la
tierna Cenicienta.
Pasaron otros pocos años y la desgracia se apoderaría de la bella muchacha. Su padre también
murió de forma imprevista, por lo que el control de la casa y la fortuna familiar recayó sobre la
madrastra, quien lo malgastó satisfaciendo sus caprichos y los de sus hijas.
Bajo el régimen despótico de estas, Cenicienta acabó siendo sirvienta en la casa que la vio
nacer, y que por derecho merecía más que estas.
Sus jornadas se tornaban tortuosas, pues tenía que hacerlo todo en la casa, mientras sus
hermanastras y madrastra vivían rampantes, sin hacer nada salvo explotarla.
Un día a la casa llegó la noticia de que el rey ofrecía un baile donde se seleccionaría la chica a
la que el príncipe desposaría.
Cenicienta, que había visto al príncipe en alguna que otra ocasión y sentía simpatías por él, le
preguntó a la madrastra si podía ir.
Con burla, esta le dijo que si hacía todos los deberes para esa fecha y encontraba un vestido
decente le permitiría asistir con sus hijas.
Sin embargo, durante esos días recargó tanto de tareas a la muchacha, que si no hubiese sido
por la ayuda de los animales de la casa, los únicos amigos de Cenicienta, esta ciertamente no
hubiese terminado en tiempo y mucho menos hubiese tenido un vestido hermoso con el que
ir.
Así, llegó la fecha marcada y Cenicienta, con todo terminado, bajó a la sala en un lindo vestido
que había sido de su madre y sus amigos le habían ayudado a preparar para la ocasión.
Muertas de envidia las hermanastras se arrojaron sobre ella y destruyeron su vestido, con lo
que a Cenicienta no le quedó otra que echarse a llorar de impotencia mientras la madrastra y
sus envidiosas y poco agraciadas hijas iban al baile.
Tanto lloró Cenicienta que sus sollozos llegaron a los oídos del hada madrina de las causas
imposibles, quien fue hasta la otrora casa de un rico comerciante y su linda hija.
Al ver a la muchacha y conocer la causa de su llanto, el hada madrina le dijo que haría posible
que fuese al baile, con la condición de que regresara antes del término de las 12 campanadas
que anunciaban la medianoche.
Cenicienta accedió y con tan solo unos golpes de varita del hada, quedó vestida divinamente
para la ocasión.
Asimismo, tenía a su disposición un bello carruaje hecho a partir de una calabaza y personal de
servicio, que eran sus amigos animales transformados por arte de magia.
Sin perder un segundo Cenicienta fue al palacio y apenas llegó todos quedaron maravillados
por su belleza, incluido el príncipe, que la invitó a bailar de inmediato.
Toda la noche danzaron juntos, pues en el corazón del joven no había cabida para ninguna otra
de las asistentes al baile.
Aunque les resultaba familiar la misteriosa muchacha, ni la madrastra ni sus hijas pudieron
reconocer a Cenicienta, que apenas empezaron a sonar las campanadas de medianoche se
percató de su descuido y huyó de los brazos del príncipe.
Este quedó destrozado y la siguió por unos instantes, pero no le fue posible darle alcance a la
mujer con la que sentía debía casarse sin perder un día más.
Por suerte para él, en su carrera Cenicienta dejó una de las zapatillas de cristal que el hada le
había dado para que calzase, así que su pena podría tener solución.
…
Al día siguiente todo era igual que siempre en casa de Cenicienta, salvo por una cosa.
Aguardaban a la caravana real, que estaba yendo casa por casa y probando la zapatilla de la
misteriosa joven a todas las muchachas de la comarca.
A la que calzase la zapatilla, sería llevada de inmediato a palacio para contraer nupcias con el
príncipe.
Cuando llegaron a casa de Cenicienta, que había sido encerrada por su madrastra para no
optar por la rara prueba, las dos hermanastras se esforzaron por que les sirviese la zapatilla,
pero todo fue en vano.
Como no parecía haber más nadie en ese domicilio la caravana estaba a punto de partir, mas
una vez más los animalitos ayudaron a Cenicienta y la liberaron de su encierro.
La chica pudo probarse su zapatilla y casarse con el príncipe, con lo que puso punto final a todo
su infortunio y ganó la felicidad total para toda su vida.
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Un cuento escrito durante la dinastía china Táng (siglos VIII y X) nos habla de una bella
jovencita llamada Yeh Shen, hermosa por tener unos pies diminutos, ya que es durante esta
dinastía cuando comienza la tradición de los “pies de loto”, la belleza en una mujer se medía
por el tamaño del pie, y un pie hermoso no podía medir más de diez centímetros, por lo que
desde niñas, se vendaban los pies de las mujeres, rompiendo los dedos, para que se
ajustasen al bello zapato.
Madrastras y las hijasSe dice que la madrastras tenía tres hijas, las cuales, hacían la vida
imposible a 'Cenicienta'. Para el día en el que en la aldea se celebraba el baile en el que los
jóvenes solteros eligen pareja, la madrastra, consciente de que Yeh Shen es mucho más bella
que sus hijas, la encierra para que no vaya al baile.
Ella tiene un pececito mágico, bueno, las raspas de pez, porque la madrastra sabiendo que el
único amigo de la niña era un pez de colores que habla, lo cocina y se lo come. La niña
guarda las espinas, que también son mágicas y con ellas convoca a los espíritus para que la
ayuden. La transportan al baile completamente transformada.
La magia dura poco y ella pierde un zapato. Todos admiran la belleza del zapato, que no
mediría más de 10 cm, claro, la noticia llega a oídos del emperador que quiere casarse con la
dueña del zapato y comienza una búsqueda para encontrar a la mujer cuyo pie entre en el
zapato. Más tarde, el príncipe llega a la casa de Yeh Shen. La madrastra corta los dedos de
una de sus hijas y venda fuertemente el pie para que quepa, la mentira dura poco, ya que
camino de palacio el pie empieza a sangrar.
Devuelven a la chica, y esta vez la madrastra corta el talón de su segunda hija. El resultado es
el mismo. Al final Yeh Shen se pone el zapato que la queda como un guante, se casa con el
emperador, y la madrastra y las hermanastras son condenadas a muerte, las tiran a un pozo
y mueren apedreadas.
Aunque también hay versiones que afirman que la madrastra y las hermanastras fueron
atacadas por una bandada de palomas, dejándolas ciegas.