Guzmanj Ensayo U3 Daydr
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Lo mismo pasa a raíz de la reforma de 1992, que pregonó el final del reparto
agrario, bajo el supuesto de que “ya no había tierras qué repartir”, cuestión que
generó muchas dudas en cuanto al verdadero motivo de la reforma, en el sentido
de que el supuesto deseo de mejorar las condiciones jurídicas del ejido en pro
de los propietarios, traía oculto otro objetivo era propiciar la propiedad privada de
este.
La presente actividad tiene por objeto realizar un ensayo relativo a los elementos
que están presentes en la figura del ejido para conocer sus características, las
normas, los actores, los derechos y obligaciones de los involucrados, todo ello a
través de un enfoque histórico, político y social.
EL EJIDO. CARACTERÍSTICAS Y ELEMENTOS QUE LOS CONFORMAN.
De ahí que las discusiones sobre la elaboración del artículo 27 dejaron de lado
aspectos secundarios retomados de la Constitución de 1857 y se orientaron a lo
fundamental: la implementación de un nuevo régimen de propiedad rural.
La figura del ejido cobró relevancia por las características que reunía y las
formas en que se constituían, para beneficio de las poblaciones y que
contemplaban modalidades como tierras para asentamiento, para producción y
para uso de áreas comunes.
El ejido en la actualidad se constituye como un ente colectivo al que la ley le
concede personalidad jurídica y que son propietarios de las tierras de las que
han sido dotados, de conformidad con lo que dispone el artículo 9 de la Ley
Agraria.
El ejido como tal se organiza de la siguiente manera; por una parte, tenemos los
espacios que son utilizados para asentamientos humanos, mismos que la ley
protege de manera especial al considerarlas áreas inalienables, imprescriptibles
e inembargables.
En el aspecto social, tenemos dos tipos de personas que habitan en los ejidos,
los ejidatarios hombres o mujeres titulares de los derechos ejidales y los
avecindados, mexicanos mayores de edad que han sido reconocidos como tales
por la asamblea ejidal o el tribunal agrario competente, por el hecho de haber
residido un año o más en las tierras ejidales.
Los órganos de los ejidos están constituidos por la asamblea, órgano máximo de
decisión en la que participan todos los ejidatarios, mismo que debe reunirse
mínimo cada seis meses, o como lo determine su Reglamento correspondiente,
para tratar y emitir decisiones sobre aspectos de gran relevancia relacionadas al
ejido.
Entre sus atribuciones están la de vigilar que los actos del comisariado estén
apegados al reglamento interno o a lo establecido por la asamblea; revisión de
cuentas para darlas a conocer en la asamblea, así como denunciar
irregularidades en las que hubiera incurrido el comisariado; por último, convocar
a asamblea si no lo hace el comisariado.
Por un lado, las que se podrían denominar “ordinarias” en las que los asuntos
que se dirimen no afecten los derechos de los ejidatarios o de terceros. Por
ejemplo, cuando se reúnen para establecer el reglamento interno y la logística
que se seguirá para la convocatoria, asistencia de los ejidatarios, sanciones en
su caso para los que no asistan, etc.
Para que esas asambleas sean válidas, deberá haber un quórum de la mitad
más uno de los ejidatarios y ser convocada por lo menos con anticipación de 8 a
15 días. Si no se cumple con la asistencia requerida, se convocará a una
segunda asamblea, misma que se deberá celebrar en un plazo comprendido de
8 a 30 días, la cual se celebrará con los ejidatarios que asistan y las decisiones
se tomarán por mayoría.
En cuanto a los contratos que se pueden llevar a cabo por parte de los
ejidatarios o del núcleo de la población ejidal, la ley les concede el derecho de
que sus tierras ejidales pueden ser objeto de cualquier contrato de asociación o
aprovechamiento, ya sea de tierras de uso común o parceladas. Si los contratos
celebrados implican el uso de tierras ejidales para proyectos productivos, la
duración del contrato no podrá ser mayor a 30 años, pero podrán ser
prorrogables.
Finalmente, es conveniente mencionar que otro derecho con el que cuentan los
ejidatarios y los ejidos es que tendrán la posibilidad de formar uniones de ejidos,
asociaciones rurales de interés colectivo y cualquier tipo de sociedades
mercantiles o civiles para aprovechar de una manera óptima las tierras ejidales.
Como futuros profesionales del derecho, nos toca analizar y tener muy presente
la norma que regula los ejidos, para estar en condiciones de involucrarnos en
controversias o conflictos entre sus miembros y entre ellos y los que no lo son.
FUENTES DE CONSULTA.
Lara, M. M. (2016). El ejido y la comunidad en el México del siglo XXI. México: Porrúa
Donato, C. J. (2016). Derechos y Juticia para el campo mexicano (3 ed.). México: UNAM-
INEHRM.