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Propuestas para Cambiar La Justicia de Los Órganos Del Estado Joe

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Propuestas para cambiar la justicia de los órganos del estado.

1. Idea: Romper mitos y prejuicios de la cultura jurídica.


Ninguna reforma podrá tener éxito sino se quiebran los mitos, prejuicios y
prácticas propias de la “cultura jurídica” que han convertido el derecho en un
conjunto de rituales y papeles que sólo alejan la justicia a quienes la buscan; la
justicia es un servicio universal, accesible, eficiente y no responde a intereses
políticos ni personales.
Propuesta: El Estado, la academia y la sociedad civil deben abrir un espacio
de sinceramiento para exponer y documentar las complejidades y extravíos de
la cultura jurídica y del sistema judicial imperante. Un movimiento plural y
participativo debe explorar las raíces del problema y trazar líneas para un
servicio de justicia accesible, independiente, justo, predecible y no reservado a
los factores de interés político o personal. La reforma de la educación legal
universitaria es impostergable.

2. Idea: Faltan diagnósticos e invertir concepto de reformas: De Abajo


hacia Arriba.
La transformación de la justicia debe estar precedida de una información
completa y confiable, no sólo de percepciones. Es indispensable un diagnóstico
del funcionamiento del sistema como servicio público y si corresponde a su
dimensión política y constitucional. Esta aproximación debe invertir la
tradicional forma de ver las cosas: comenzar por el servicio al ciudadano y
terminar por la elección de magistrados y el papel de los otros órganos de
poder en su elección.
Propuesta: El Estado debe encomendar un diagnóstico independiente y
comprensivo del sistema. Su diseño y ejecución deben fundarse en criterios
plurales y reflejar las perspectivas de los usuarios y de los actores. El análisis y
el debate sobre sus resultados y propuestas debe “descentrarse” de la visión
del centro político e invertirse para priorizar los requerimientos ciudadanos y
luego proyectarse a la conformación de los tribunales jerárquicos.
3. Justicia Ordinaria, más accesible y más útil al ciudadano.
La jurisdicción “ordinaria” (que comprende las competencias más activas: civil,
comercial, penal, familiar, de la minoridad, laboral, seguridad social, coactiva,
social, etc. concentra más del 80% de las causas que atiende el sistema) es
anacrónica, poco accesible, lenta e impredecible. Hace décadas que no se ha
renovado de manera integral y consistente el cuerpo de Códigos sustantivos y
procesales. La estructura orgánica judicial no se corresponde con la demanda
de servicio ni los principios constitucionales. Su funcionamiento no es eficaz.
Propuesta: Con base en el resultado de los diagnósticos y los lineamientos de
una política nacional sobre la justicia, debe definirse un Plan Integral de
reformulación de la legislación (codificación) judicial a cargo de una Comisión
Codificadora con participación plural. Paralelamente, es indispensable diseñar
una política de transición a la reforma en todos sus ámbitos y que incorpore
soluciones –aún de transición– efectivas e inmediatas.
4. Una política criminal para diseñar y sostener el sistema penal.
La justicia penal refleja indicadores negativos, insatisfacción e ineficacia tanto
por un desempeño excesivamente congestionado como por la manifiesta falta
de independencia de sus operadores. Su transformación debe fundarse en una
Política Criminal que informe, diseñe y proyecte la acción preventiva y punitiva
del Estado. La legislación en materia penal debe corresponder a una política
criminal (inexistente en Bolivia) y no a iniciativas de coyuntura que llevan a
sobre criminalizar toda la actividad del Estado sin considerar medidas
preventivas ni de rehabilitación.
Propuesta: El Estado, concretamente el Órgano Ejecutivo, debe establecer
una unidad de Política Criminal que reúna, procese y reporte sobre toda la
información referida al ámbito penal. Esta Unidad debe trabajar de manera
coordinada con los Órganos de Poder (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) para
proveer información desde diversas perspectivas: prevención, interdicción,
sanción, rehabilitación etc. La unidad debe recibir los recursos suficientes y
mantener estabilidad institucional.
5. Ajustar la gestión judicial con órganos y prácticas útiles.
Las reformas judiciales y constitucionales en Bolivia se impregnaron de
modelos foráneos que adoptaron y mal adaptaron instituciones ajenas a la
realidad y las necesidades. El Consejo de la Magistratura, ex de la Judicatura,
es un ejemplo de aparato burocrático de mal diseño y cuya existencia insume
más recursos que resultados. Concurren también despachos, prácticas,
procesos y rituales de naturaleza colonial y que todavía son obstáculos
inamovibles de la tradicional cultural jurídica boliviana.
Propuesta: El diagnóstico y plan de reformas judiciales debe enfocarse
también en la estructura orgánica del sistema judicial previsto en la
Constitución y examinar si la concentración –centralizada– de sus órganos y
sus competencias corresponden al nuevo modelo de Estado y contribuyen al
servicio accesible y eficiente.

6. Jueces independientes y eficientes. Entre los elegidos y designados.


El debate público sobre la justicia suele reducirse a las modalidades para elegir
a las autoridades de los tribunales jerárquicos y no a los problemas
estructurales del sistema, menos sobre la forma de elegir, evaluar y sostener
un sistema de recursos humanos. La inestabilidad de los fiscales, jueces y
operadores del sistema a lo largo de la historia es un reflejo –también– de la
falta de voluntad política de introducir y sostener cambios efectivos. La
percepción de la manipulación política está todavía muy presente.
Más importante que la modalidad de designación o elección es el desempeño
eficiente, independiente y equilibrado para juzgar. Que los políticos designen o
el pueblo elija no convierte a los jueces en políticos ni en sabios para el oficio,
lo que cuenta es su idoneidad, su desempeño íntegro e independiente,
susceptible de evaluación, promoción o censura en el marco de un sistema de
recursos humanos y no de una coyuntura política.
Propuesta: El diagnóstico y el plan de reformas deben evaluar las múltiples
opciones para designar o elegir a los jueces. El voto popular puede ser útil para
que los ciudadanos elijan a quienes conocen y en quienes confían (jueces de
paz y jueces de comunidad indígena). Los exámenes de méritos y
competencias en el marco de un sistema de carrera judicial son imprescindibles
y, finalmente, la designación de las autoridades de los tribunales jerárquicos,
idealmente deben combinar la promoción de carrera judicial con la legítima
participación de otros ciudadanos para integrarlos, su definición puede
corresponder a la Asamblea Legislativa en procesos en los que la meritocracia
supere el mero interés partidario.
7. Derecho y Justicia Administrativa: Gestión pública eficaz y
responsable.
Bolivia carece de un sistema completo y consistente de Derecho Administrativo
y Justicia administrativa que atienda y resuelva las relaciones entre las
entidades públicas y entre éstas y los ciudadanos. Su desarrollo ha sido caótico
y su ausencia sobrecarga el sistema judicial en el ámbito constitucional o
criminal. Su desarrollo armónico permitirá mejorar la gestión pública al regular
la actuación administrativa, las obligaciones y efectos jurídicos con espacios de
justicia accesible, independiente y oportuna. Debe reemplazarse el control
fiscalismo criminalizado (anticorrupción) que demora la toma de decisiones y la
inversión pública, por un enfoque orientado en los resultados, transparencia y
la eficacia de la gestión.
Propuesta: Deben definirse los modelos de jurisdicción y derecho
administrativo a desarrollarse en Bolivia, consistentes con la Constitución y la
naturaleza del Estado plurinacional, descentralizado y con autonomías. Este
desarrollo debe corresponder también a los planes generales de reforma
judicial y legislativa a adoptarse.

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