Resumen Fallos COMPILADO
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- CLAREN CORPORATION
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES:
- UNANUE
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NO CONFISCATORIEDAD:
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CAPACIDAD CONTRIBUTIVA:
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DERECHOS HUMANOS:
- CHOCOBAR MOVILIDAD DE HABERES
- VERBITSKYPERSONAS PRIVADAS DE SU LIBERTAD
- RUBEN BADIN - PERSONAS PRIVADAS DE SU LIBERTAD
- BADARO 2006 - MOVILIDAD DE HABERES
- BARADO 2007 - MOVILIDAD DE HABERES
- BENGHALENSIS - DERECHO A LA SALUD
- Q.C.S.Y. C/GCBA - DERECHO A LA VIVIENDA
- B.A.F. - DERECHO A LA VIVIENDA
RESTO DE FALLOS:
- ADMINISTRACION FEDERAL DE INGRESOS PUBLICOS - FISCO
NACIONAL CI
- GONZALEZ ALFREDO OSCAR s/ ejecución fiscal.
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- MONTARCE C/DIR GRAL DE ADUANA
- NOEMI NOVARO DE LANUS
EJECUCION DE SENTENCIAS
Tema: Ejecución de sentencias // La ejecución de sentencias contra el Estado y el respeto a la tutela judicial efectiva
Caso: Los Sres Aguirre y Carranza contra el fisco nacional, piden a través de la Comisión Liquidadora creada por la ley
del año 1863, la inscripción de fondos públicos de su créditos proveniente de provisiones al ejército de la
Confederación. Constituye un hito en el reconocimiento que hace el Máximo Intérprete constitucional de la Nación
sobre la necesidad de la venia legislativa lo constituyó la causa "Aguirre Carranza y Cª c/Gobierno Nacional s/cobro
de pesos", en la que los actores -luego de ser rechazada su pretensión en sede administrativa-, solicitaron
autorización del Congreso Nacional para hacerla valer en sede judicial.
Síntesis: El criterio de la incompetencia judicial para entender en reclamos contra el Estado fue modificado en el
caso “Aguirre Carranza” (Fallos, 22:385), de 1880. Este precedente abrió la posibilidad de entablar demandas contra
la Nación, pero contando con la previa venia o autorización legislativa. Surgió luego la doctrina de la doble
personalidad del Estado, tomada del derecho francés, que formulaba la siguiente distinción: cuando la Nación
actuaba como persona de derecho privado –actos de gestión- se le podía demandar sin la previa autorización
legislativa, pero cuando lo hacía como persona de derecho público –actos de imperio- era necesaria esa
autorización. Este criterio recibió sanción legislativa en 1900 con el dictado de la ley 3952 (conf. art. 1°). En el caso
“Sociedad Protectora de Animales c. Gobierno Nacional” (Fallos, 96:336), de 1902, la Corte Suprema aplicó esta
norma. Declaró que podía demandarse a la Nación sin contar con la venia legislativa cuando la cuestión era del
“dominio del derecho civil”, es decir, cuando actuara como persona de derecho privado, siempre que hubiese
existido previa reclamación administrativa.
ARTICULO 7. – Las decisiones que se pronuncien en estos juicios cuando sean condenatorios contra la Nación,
tendrán carácter meramente declaratorio, limitándose al simple reconocimiento del derecho que se pretenda.
Tema: Variación sustancial en la interpretación de la doctrina del efecto declarativo de las sentencias cuando es una
provincia y no el Estado Nacional quien resulta perdidoso en un proceso judicial.
Caso: Se trataba de un ex empleado público provincial que solicitaba el embargo de fondos pertenecientes a la
Provincia de Buenos Aires, a fin de hacer efectiva la devolución de cierta cantidad de dinero por aportes hechos a la
Caja de Jubilaciones. El juez de primera instancia de la Ciudad de la Plata decretó el embargo, por considerar que la
norma de procedimiento provincial -en cuanto prohibía el embargo de las rentas públicas-, era contraria a lo
dispuesto por el artículo 42 del Código Civil de la Nación. Razonamiento este que adopta el procurador general ante
la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la propia Corte cuando le tocó fallar el caso, el 5 de diciembre de 1934. El
único tribunal que se opuso a la procedencia de la acción fue la Cámara de la Ciudad de La Plata que revocó el
decisorio de la primera instancia por considerar que la admisión de embargos sobre la renta pública podía paralizar
la gestión y reivindicó la aplicación del artículo 494 del Código de Procedimientos provincial. El voto de la mayoría de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación funda la excepción contenida en el artículo 7° de la Ley N° 3952 en la
doctrina francesa, y señala que es de exclusiva aplicación para la Nación y no para las provincias. Con respecto a
ellas, considera aplicable el artículo 42 del Código Civil de la Nación, que expresa que las personas jurídicas pueden
ser demandadas por sus acciones civiles y puede hacerse ejecución de sus bienes.
→ La disidencia de Julián Pera señala que el criterio de los efectos declarativos de las sentencias solo para la Nación y
no para las provincias "tendría una preferencia inexplicable con respecto a las demás entidades autónomas del
derecho público".
Caso: En este caso, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al fallar la causa el 13 de marzo de 1940, consideró
inaplicable para los supuestos de expropiación, el artículo 7º de la Ley Nº 3952, ya que prevaleció lo dispuesto por el
artículo 17 de la Constitución Nacional, en tanto señala que la expropiación por causa de utilidad pública debe ser
calificada por ley e indemnizada previamente.
Para ello argumentó el Tribunal: "...De otro modo, el derecho de propiedad se hallaría sin defensa frente al Estado
que, mediante una consignación ínfima, podría desapoderar a los habitantes del país, transformando la condición
sine qua non del art. 17 de la Constitución en una obligación inejecutable, sujeta a su mero arbitrio en cuanto a la
época y forma de solventarla". A partir de la resolución de este caso, el Máximo Tribunal Nacional comenzó a
analizar la aplicación de la regla sentada por el artículo 7º de la Ley Nº 3952, discriminando el tipo de obligación que
debía atender el Estado.
Caso: Trató de un interdicto de recobrar la posesión deducido contra la Nación, por considerar a tal acto de despojo
violatorio del derecho de propiedad. En el caso, tanto la sentencia del juez nacional en lo Civil y Comercial Federal
como la de la Alzada consideraron que debían ser restituidos tales bienes litigiosos, no resultando aplicable al caso lo
dispuesto por el artículo 7° de la Ley N° 3952. El Máximo Tribunal Nacional, en su fallo del 29 de junio de 1960,
confirmó lo sentenciado por los tribunales precedentes, con una interesante argumentación.
Considerandos importantes:
4°) ... un acto estatal de despojo, esto es, un acto manifiesta y gravemente ilegítimo de privación realizado, "por la
fuerza" (...) con desconocimiento del derecho de propiedad...En tales condiciones, sostener que la sentencia que
decide irremisiblemente la existencia de ese acto estatal de despojo y ordena su cesación es solo declaratoria y no
exigible contra el Estado Nacional, significa tanto como entender que el art. 7° de la Ley 3952 -en situaciones como la
que se juzga- autoriza la frustración de la garantía constitucional aludida, en cuanto posibilita el mantenimiento
discrecional y temporalmente ilimitado de un estado de cosas que la agravia.
→ Se observa, en este caso, la posición del Tribunal cuando lo que estaba en juego era una obligación de hacer por
parte del Estado nacional; cabe destacar que, en el Considerando 5°), extendió lo resuelto para los casos de
expropiaciones.
Síntesis: la regla según la cual no cabe asignar el art 7mo de la ley 3952 un alcance que desvirtúe normas
constitucionales, como la relativa a la indemnización previa en las expropiaciones, debe considerarse extensiva a los
casos en que la aplicación de aquel precepto produzca o pueda producir el efecto de frustrar la garantía de la
propiedad, a lo menos mientras no se hallen comprometidos los principios en que se funda el privilegio estatal.
Tema: ejecución de sentencias contra el Estado / exequátur/ requisitos para la validación de la sentencia extranjera
en Arg (que resulta violatoria de los requisitos del art 517 cpccn dado que viola el orden público)
Caso: Corresponde confirmar la sentencia que rechazó la demanda tendiente a obtener el exequatur de una
sentencia dictada por un juez de Estados Unidos y que condenó a la República Argentina a pagar a la sociedad actora
una suma de dinero en concepto de capital e intereses vencidos de los títulos Bonos Externos Globales 1997/2017,
ya que dicho exequatur no satisface el requisito previsto en el inc. 4 del art. 517 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación, en tanto admitir la pretensión implicaría convalidar que el accionante, a través de una acción individual
promovida ante un tribunal extranjero, eluda el proceso de reestructuración de la deuda pública dispuesto por el
Estado Argentino mediante las normas de emergencia dictadas por las autoridades competentes de acuerdo con lo
establecido por la Constitución Nacional
Síntesis: la aceptación de la prórroga de jurisdicción por parte del Estado Nacional no impide que el reconocimiento
de la fuerza ejecutoria de la sentencia foránea en la República Argentina esté condicionado al debido resguardo del
orden público local en los términos del inciso 4 del citado arto 517 que, como se vio, recibe un principio
ampliamente aceptado en los tratados internacionales y en el derecho comparado. el referido control de la posible
afectación de los principios de orden público debe hacerse en el procedimiento de exequátur, sin que pueda ser
relegado a la ulterior ejecución de la sentencia extranjera.
→ Las normas dictadas por los órganos constitucionalmente habilitados, y mediante las cuales el Estado Nacional
ejerce tales facultades, integran el orden público del derecho argentino, por lo cual no puede conceder el exequátur
a la sentencia de un tribunal extranjero que es claramente opuesto a esas disposiciones. Por ello, y lo
concordemente dictaminado por la señora Procuradora General, se confirma la sentencia apelada. Con costas de
esta instancia a la vencida (art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Hechos: El estado nacional expropia un terreno en Tucumán y se excusa en una ley de emergencia
económica para no pagar el total de la indemnización que correspondía. En primera instancia y en cámara
le dan la razón al expropiado por considerar la inconstitucionalidad de esa ley respecto al derecho a la
propiedad (art 17). El estado va a la corte fundándose en la arbitrariedad de la sentencia. Se declara
formalmente admisible el recurso extraordinario, se declara inconstitucional el régimen de la ley 23.982
(ley de emergencia nombrada anteriormente) en su aplicación al pago de la indemnización por
expropiación que se discute en el caso, y se confirma la sentencia apelada en cuanto intima al Estado
Nacional -Servicio Nacional de Parques Nacionales- a depositar el importe de la liquidación aprobada en
autos. Expresando lo siguiente:
“El Estado Nacional no ha negado el hecho de que aún no se ha pagado el 99,85% del monto fijado como
indemnización y sostiene que, en épocas de emergencia, el ciudadano debe soportar razonables
restricciones de las garantías constitucionales en beneficio del bien general, en tanto no se frustre
sustancialmente el derecho de que se trate. A su juicio, el modo de pago de la deuda según el régimen de
la ley 23.982 y de su decreto reglamentario no transgrede el derecho de propiedad de los acreedores del
Estado.”
“Al expropiar, el Estado ejerce un poder jurídico que le reconoce la Constitución, pero -como
reiteradamente ha sostenido este Tribunal- el ejercicio de ese poder, autorizado por causa de utilidad
pública, supone el sacrificio de un derecho que tiene también base constitucional y que obliga a
indemnizar debidamente al expropiado”
“el artículo 17 de la Constitución Nacional se propuso establecer la línea dentro de la cual se produce el
equilibrio entre el interés público y el social, el punto de contacto entre la esfera del poder público y la
amplitud natural del derecho particular, en materia de propiedad. La indemnización debe ser justa por
exigencia constitucional, Este requisito se satisface cuando es íntegra, es decir, cuando restituye al
propietario el mismo valor económico de que se lo priva y cubre, además, los daños y perjuicios que son
consecuencia de la expropiación” “sin la conformidad del expropiado, la indemnización en dinero no
puede sustituirse por otras prestaciones, por el riesgo de afectar los requisitos esenciales de pago previo,
actual e íntegro.”
“La Corte estableció que aun en supuestos de leyes de emergencia, fundadas en el poder de policía del
Estado, la propiedad está garantizada, en los supuestos expropiatorios, por los principios fundamentales
que la tutelan (art. 17, Constitución Nacional) y que exigen, para que pueda privarse de ella, una justa
indemnización.”
Hechos : Sebastián Claus Furlan vivía en la localidad de Ciudadela, Provincia de Buenos Aires, con su padre, Danilo
Furlan, su madre, Susana Fernández, y sus hermanos, Sabina y Claudio Furlan. La localidad de Ciudadela Norte es
“una zona de clase media baja y clase baja, a menos de 500 metros de uno de los barrios más marginales y peligrosos
del Conurbano de Buenos Aires conocido como ‘Fuerte Apache’”. La familia de Sebastián Furlan contaba con escasos
recursos económicos.
El 21 de diciembre de 1988, con 14 años de edad, Sebastián Furlan ingresó a un predio cercano a su domicilio,
propiedad del Ejército Argentino, con fines de esparcimiento. Dicho predio era un circuito de entrenamiento militar
abandonado, donde todavía habían montículos de tierra, “vallas y obstáculos realizados con durmientes de
quebracho” y restos de una pista de infantería que estaba en estado de abandono. El inmueble no contaba con
ningún alambrado o cerco perimetral que impidiera la entrada al mismo, hasta el punto que “era utilizado por niños
para diversos juegos, esparcimiento y práctica de deportes”. Una vez en el predio, el menor de edad intentó colgarse
de “un parante transversal o travesaño” perteneciente a una de las instalaciones, lo que llevó a que la pieza de
aproximadamente 45 o 50 kilogramos de peso cayera sobre él, golpeándole con fuerza la cabeza y ocasionándole
pérdida instantánea del conocimiento. Sebastián Furlan fue internado en el servicio de Terapia Intensiva del Hospital
Nacional Profesor Alejandro Posadas (en adelante el "Hospital Nacional Posadas"), con el diagnóstico de
“traumatismo enc[é]falocraneano con p[é]rdida de conocimiento [en estado de] coma grado II-III, con fractura de
hueso parietal derecho”. En dicha oportunidad ingresó al quirófano para ser intervenido por “un hematoma
extradural”. Luego de la operación, Sebastián Furlan continuó en coma grado II hasta el 28 de diciembre de 1988 y
en coma vigil hasta el 18 de enero de 1989. Mientras estuvo en terapia intensiva se le practicaron “dos tomografías
computadas encefálicas que [mostraban] edema cerebral y troncal, [así como] electroencefalogramas y potenciales
evocados de tronco y visuales que [indicaban] enlentecimiento”.
El 23 de enero de 1989 Sebastián Furlan fue dado de alta para su atención en consultorio externo, con dificultades
en el habla y en el uso de sus miembros superiores e inferiores y con un diagnóstico que incluyó “traumatismo de
cráneo con pérdida del conocimiento […] fractura temporoparietal derecha, contusión cerebral y del tronco
mesencefálico”. Tomando en cuenta este diagnóstico, los médicos ordenaron continuar con un tratamiento de
rehabilitación ambulatorio.
Antes del accidente Sebastián Furlan era un estudiante regular que cursaba el primer año del ciclo secundario en la
Escuela de Educación Técnica No. 4 de Ciudadela. Fuera del horario escolar participaba en un equipo de básquet,
nadaba en el Club Ciudadela Norte y practicaba karate en el Instituto Privado Oriental Escuela Shinkai Karate-Do. Sin
embargo, con posterioridad al accidente, tuvo que interrumpir toda actividad deportiva. El traumatismo y el estado
de coma en el que permaneció ocasionaron en él un “desorden orgánico post-traumático y una reacción anormal
neurótica con manifestación obsesiva compulsiva[,] con deterioro de su personalidad[,] lo que ha determinado un
importante grado de incapacidad psíquica […] y trastornos irreversibles en el área cognitiva y en el área motora”.
Todas estas secuelas son de carácter irreversible.
El 31 de Agosto de 1989 Sebastián Furlan intentó quitarse la vida arrojándose del segundo piso de un edificio
cercano a su domicilio, por lo que fue internado en el Hospital Nacional Posadas para observación por “depresión
severa en adolescente”. En dicha ocasión, se diagnosticaron “traumatismos varios con p[é]rdida momentánea del
conocimiento […], con alteraciones del lenguaje, mareos, paraparesia signos de irritación meningea, sensorio
conservado, [d]islalis [y] ataxia”. En la descripción clínica se indicó que desde hacía varios días presentaba crisis de
llanto, acompañada por deseos de abandonar la escuela, manifestaciones de sentirse inútil e ideas de suicidio.
Asimismo, se advirtió que era el segundo intento de suicidio de Sebastián Furlan96, quien previamente se infringió
heridas a sí mismo. A pesar de que el menor de edad pudo reintegrarse al colegio, “en el segundo ciclo del año 1990
padeció severas alteraciones en el habla, la motricidad y cambios profundos en su conducta que desconcertaron al
personal docente y que, desde el punto de vista de dicha esc[uela], obstaculizaban el desarrollo normal de [su]
aprendizaje y [el de los otros alumnos]”. Por ejemplo, en el escrito emitido el 3 de marzo de 1998 por la Escuela de
Educación Técnica No. 4 dentro del proceso por daños y perjuicios, se evidencia la conducta de Sebastián Furlan en
esa institución educativa durante dos ciclos académicos consecutivos: “[p]rimer año segunda división” (cursado
durante 1988) y “segundo año primera división” (cursado “hasta principios del mes de mayo” de 1990). En las
observaciones sobre el primer ciclo, la escuela concluyó que “se registraron episodios aislados de conductas
trasgresoras de las normas institucionales de escasa significación y con características comunes en alumnos que
ingresan a esta escuela hasta alcanzar su posterior adaptación a la misma”. No obstante lo anterior, el reporte sobre
el segundo ciclo académico, después de ocurrido el accidente, da cuenta de las alteraciones señaladas
anterioremente”. Como prueba de estas alteraciones se señalaron una serie de sucesos ocurridos desde el 11 de
abril de 1990 hasta el 24 de abril de ese año, entre los que se destacan por su gravedad: i) “[p]roblemas disciplinarios
desde el inicio de las clases” así como “llegadas tarde” y “ausentes consecutivos”; ii) “conductas agresivas” como
“juego de manos” o “golpe[ar] a una alumna”, y iii) “falta de respeto a alumnas” como “besar a una alumna en la
cabeza, pese a la resistencia que opuso”, “trat[ar] de tirarse encima de una alumna” o “baj[arse] los pantalones y la
ropa interior en el aula”.
Proceso Civil: El 18 de diciembre de 1990 el señor Danilo Furlan (en adelante “el demantante” o la “parte actora”),
asistido por abogada, interpuso demanda en el fuero civil -Juzgado Nacional Civil y Comercial Federal No. 9- contra el
Estado de Argentina, con el fin de reclamar una indemnización por los daños y perjuicios derivados de la incapacidad
resultante del accidente de su hijo, Sebastián Furlan. En dicha demanda se indicó que la misma se promovía con el
fin de interrumpir la prescripción de la acción, dejando la reserva de ampliarla posteriormente. El 24 de diciembre de
1990 el juez dispuso la remisión del expediente a la Fiscalía en lo Civil y Comercial para que dictaminara sobre su
competencia. El 11 de febrero de 1991 la Fiscal dictaminó que el proceso iniciado se encontraba sujeto a las
disposiciones de los Decretos 34/91 y 53/91101, relacionados con la suspensión transitoria -por un lapso de 120
días- de juicios y reclamos administrativos contra el Estado Nacional y entes del Sector Público.
En su sentencia, el juzgado dio por probado que Sebastián Furlan “padec[ía] un desorden orgánico post-traumático y
una reacción anormal neurótica con manifestación obsesiva compulsiva (con deterioro de su personalidad), lo que
ha[bía] determinado un importante grado de incapacidad psíquica […] y trastornos irreversibles en el área cognitiva
y en el área motora”. Sin embargo, el juzgado consideró que en el caso había mediado responsabilidad de Sebastián
Furlan, quien “por su propia voluntad y consciente de los riesgos que p[odían] sobrevenir de la realización de juegos
en sectores no habilitados y con elementos desconocidos y abandonados”, había desplegado una conducta que tuvo
incidencia causal en el hecho dañoso. En virtud de ello, el juzgado atribuyó 30% de responsabilidad a Sebastián
Furlan y 70% de responsabilidad al Estado. En consecuencia, condenó al Estado Nacional-Estado Mayor General del
Ejército a pagar a Sebastián Furlan la cantidad de 130.000 pesos argentinos más sus intereses en proporción y con
ajuste a las pautas suministradas en la sentencia. Adicionalmente, impuso las costas del juicio al Estado por haber
resultado sustancialmente vencido y teniendo en cuenta la naturaleza del reclamo.
El 15 y 18 de septiembre de 2000 tanto la demandada como la parte actora interpusieron, respectivamente, recurso
de apelación. La sentencia de segunda instancia, emitida el 23 de noviembre de 2000 por la Sala I de la Cámara
Nacional en lo Civil y Comercial Federal confirmó la sentencia. La Cámara Nacional ratificó que existió “una
combinación de culpa presunta (por riesgo de la cosa) y de culpa probada (por acción de [Sebastián Furlan])”.
Concluyó entonces que el a quo “graduó correctamente la incidencia de ambas culpas” y que fueron adecuados los
“montos indemnizatorios otorgados”, tomando en cuenta la incapacidad sufrida por Sebastián Furlan, las “secuelas
irreversibles como consecuencia de su estado de coma” y los tratamientos requeridos. Respecto a la imposición de
costas, la Cámara encontró que “le asist[ía] razón” a la parte demandada, debido a que “la distribución de culpas […]
debía reflejarse en la imposición de costas”, razón por la cual estableció que Sebastián Furlan debía asumir el pago
del 30% correspondiente.
Mediante auto de 30 de noviembre de 2000, el juez dictaminó que, de conformidad con el artículo 6 de la Ley 25.344
sobre emergencia económica- financiera, se suspendían los plazos procesales. El 22 de marzo de 2001 el
demandante, a través de su abogado, practicó la liquidación de las sumas debidas, solicitó al juez que se decretara el
levantamiento de la suspensión de los plazos procesales y se procediera al traslado de la liquidación. El 15 de mayo
de 2001 el juez aprobó la suma de 103.412,40 pesos argentinos de liquidación en concepto de capital e intereses a
favor del Sebastián Furlan y el 30 de mayo de 2001 se expidió una constancia que indicaba que dicha liquidación se
encontraba firme, consentida e impaga.
El resarcimiento reconocido a favor de Sebastián Furlan quedó comprendido dentro de la Ley 23.982 de 1991, la cual
estructuró la consolidación de las obligaciones vencidas de causa o título anterior al 1 de abril de 1991 que
consistiesen en el pago de sumas de dinero. Dicha Ley estipuló dos formas de cobro de indemnización: i) el pago
diferido en efectivo o, ii) la suscripción de bonos de consolidación emitidos a dieciséis años de plazo. Teniendo en
cuenta las precarias condiciones en las que se encontraba y la necesidad de una rápida obtención del dinero, Danilo
Furlan optó por la suscripción de bonos de consolidación en moneda nacional. Finalmente, surtidos diversos trámites
para tal efecto, el 6 de febrero de 2003 el Estado informó a la parte interesada acerca de la disponibilidad de los
Bonos de Consolidación cuyo vencimiento era el año 2016. El 12 de marzo de 2003 el Estado entregó 165.803 bonos
al beneficiario. Ese mismo día Danilo Furlan vendió dichos bonos. Tomando en cuenta que Sebastián Furlan tuvo que
pagar honorarios a su apoderado por un valor de 49.740 bonos y que, de conformidad con los términos de la
sentencia de segunda instancia, tuvo que pagar una parte de las costas procesales, Sebastián Furlan recibió en
definitiva 116.063 bonos, equivalentes a 38.300 pesos argentinos aproximadamente, de los 130.000 pesos
argentinos ordenados por la sentencia.
INTEGRIDAD PERSONAL, GARANTÍAS JUDICIALES, PROTECCIÓN JUDICIAL, DERECHO A LA PROPIEDAD Y ACCESO A LA JUSTICIA EN RELACIÓN
CON LOS DERECHOS DEL NIÑO, LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD Y EL DERECHO A LA IGUALDAD
Al respecto, la Corte Interamericana ha establecido que, en términos generales, se entiende por “niño” a toda
persona que no ha cumplido 18 años de edad. No obstante lo anterior, el Tribunal tiene en cuenta que al momento
de la ocurrencia de los hechos se encontraba vigente el artículo 126 del Código Civil de Argentina que establecía que
eran “menores [de edad] las personas que no hubieren cumplido la edad de veintiún años”, razón por la cual en
aplicación del principio pro persona (artículo 29.b de la Convención) se entenderá que Sebastián Furlan adquirió la
mayoría de edad sólo al cumplir los 21 años de edad, es decir, el 6 de junio de 1995.
B) Consideraciones previas sobre los derechos de los niños y las niñas, y las personas con discapacidad
De manera previa, la Corte resalta que en el presente caso las alegadas violaciones de derechos consagrados en la
Convención Americana se enmarcan en el hecho que Sebastián Furlan era un niño al momento del accidente y que,
posteriormente, dicho accidente desencadenó que fuera un adulto con discapacidad. Teniendo en cuenta estos dos
hechos, el Tribunal considera que las presuntas vulneraciones deben ser analizadas a la luz: i) del corpus juris
internacional de protección de los niños y las niñas, y ii) los estándares internacionales sobre la protección y garantía
de los derechos de personas con discapacidad. Estos dos marcos jurídicos deberán tenerse en cuenta de manera
transversal en el análisis del presente caso. Una vez establecidos estos estándares generales, la Corte considera que
al haber sido Sebastián Furlan un niño y, actualmente, ser un adulto con discapacidad, es necesario analizar la
controversia entre las partes a partir de una interpretación de los derechos de la Convención Americana y las
obligaciones que de estos se desprenden, a la luz de las medidas especiales de protección que se derivan de dichos
estándares. Dicho marco brinda mecanismos para garantizar y proteger de manera adecuada los derechos de las
personas con discapacidad, en igualdad de condiciones y teniendo en cuenta sus necesidades concretas.
C) Plazo razonable
la Corte considera que el objetivo primordial para el cual la presunta víctima interpuso la demanda en el fuero civil,
era obtener la indemnización por daños y perjuicios y, por lo tanto, para efectos de un análisis del plazo razonable,
no puede considerarse culminado dicho proceso hasta tanto dicho fin no se materializara. En ese orden de ideas,
esta Corte considera que el lapso correspondiente a la etapa de ejecución de la sentencia judicial con el fin de
realizar efectivamente el cobro de la indemnización, en el presente caso, hace parte del proceso y debe tomarse en
cuenta para analizar el plazo razonable.
Por lo anterior, el período que se analizará en el presente caso inicia el 18 de diciembre de 1990 y concluye el 12 de
marzo de 2003, es decir, 12 años y tres meses, aproximadamente. Una vez determinado el tiempo de duración del
proceso, la Corte analizará los cuatro elementos que la jurisprudencia ha establecido para determinar la
razonabilidad del plazo: a) complejidad del asunto; b) actividad procesal del interesado; c) conducta de las
autoridades judiciales, y d) afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso.
El Tribunal considera que el caso no involucraba aspectos o debates jurídicos o probatorios que permitan inferir una
complejidad cuya respuesta requiriera el transcurso de un lapso de casi 12 años. Por lo tanto, la dilación en el
desarrollo y ejecución del proceso civil por daños y perjuicios en el presente caso no puede justificarse en razón de la
complejidad del asunto.
El Tribunal no encuentra hechos que permitan inferir que la actuación del demandante en el proceso haya sido
dilatoria o pueda haber contribuido sustancialmente a que un proceso de esta naturaleza demorara este tiempo en
resolverse, por lo que no puede atribuirse la dilación del proceso a la presunta falta de iniciativa a la parte actora.
La Corte observa que los alegatos de las partes con respecto a este elemento se concentran en: i) la actuación de las
autoridades judiciales del proceso, y ii) la actuación de las autoridades del Estado como parte demandada u otras
autoridades estatales involucradas.
C.4.2) Actuación de otras autoridades del Estado como parte demandada u otras autoridades estatales involucradas
Este Tribunal considera que el Estado no ha demostrado que la demora prolongada por más de 12 años no sea
atribuible a la conducta de sus autoridades, más aún, si se tiene en cuenta que no sólo fueron las autoridades
judiciales quienes tuvieron una participación directa en dicho proceso, sino que varias de las dilaciones son
atribuibles a agentes estatales que participaron como parte demandandada o que debieron brindar información o
actuar de manera expedita con el fin de garantizar la celeridad del proceso.
La Corte considera que se encuentra suficientemente probado que la prolongación del proceso en este caso incidió
de manera relevante y cierta en la situación jurídica de la presunta víctima y su efecto tiene, hasta el día de hoy, un
carácter irreversible, por cuanto al retrasarse la indemnización que necesitaba, tampoco pudo recibir los
tratamientos que hubieran podido brindarle una mejor calidad de vida.
Una vez analizados los cuatro elementos para determinar la razonabilidad del plazo ( supra párr. 152), la Corte
Interamericana concluye que las autoridades judiciales a cargo del proceso civil por daños y perjuicios y del cobro de
la indemnización no actuaron con la debida diligencia y el deber de celeridad que exigía la situación de
vulnerabilidad en la que se encontraba Sebastián Furlan, razón por la cual excedieron el plazo razonable, lo cual
vulnera el derecho a las garantías judiciales establecido en el artículo 8.1, en relación con los artículos 19 y 1.1, todos
de la Convención Americana, en perjuicio de Sebastián Claus Furlan.
La Corte observa que la Comisión y los representantes alegaron que el derecho al plazo razonable también habría
sido vulnerado en perjuicio de su padre, el señor Danilo Furlan y su madre, la señora Susana Fernández. Al respecto,
el Tribunal considera que el titular de los derechos vulnerados en el presente caso era Sebastián Furlan y que sus
padres actuaron en su representación, más no ejerciendo un derecho propio. Sin perjuicio de lo anterior, la actividad
y participación del señor Danilo Furlan y la señora Susana Fernández durante el proceso civil por daños y perjuicios
será analizado con mayor detenimiento en el capítulo sobre el derecho a la integridad personal y acceso a la justicia
de los familiares de Sebastián Furlan (infra párrs. 245 a 266).
De los hechos anteriormente descritos, la Corte considera que la ejecución de la sentencia que concedió la
indemnización no fue completa ni integral, por cuanto se encuentra probado que Sebastián Furlan debía recibir
130.000 pesos argentinos y realmente cobró aproximadamente $38.000 pesos argentinos, lo cual es un monto
excesivamente menor al que había sido inicialmente ordenado. Si bien el Estado alega que la decisión de vender los
bonos fue una decisión que se enmarcaba en el ámbito personal, la Corte observa que las condiciones personales y
económicas apremiantes en las cuales se encontraban Sebastián Furlan y su familia (supra párrs. 71, 104 y 214) no
les permitía esperar hasta el año 2016 para efectuar el cobro. Igualmente, el Tribunal nota que ni la Comisión o los
representantes han presentado alegatos frente al monto inicial que se fijo en la sentencia, sino precisamente al
hecho de que al realizarse el cobro, éste haya disminuido hasta casi una tercera parte.
La Corte considera que en el presente caso la ejecución de la sentencia que otorgó la indemnización a Sebastián
Furlan no fue efectiva y generó en la desprotección judicial del mismo, por cuanto no cumplió la finalidad de
proteger y resarcir los derechos que habían sido vulnerados y que fueron reconocidos mediante la sentencia judicial.
De acuerdo a lo anterior, la Corte observa que en este caso existe una interrelación entre los problemas de
protección judicial efectiva y el goce efectivo del derecho a la propiedad. En efecto, al aplicar un juicio de
proporcionalidad a la restricción del derecho a la propiedad ocurrida, se encuentra que la Ley 23.982 cumplía con
una finalidad admisible convencionalmente, relacionada con el manejo de una grave crisis económica que afectaba
diversos derechos de los ciudadanos. El medio escogido para enfrentar dicho problema podía resultar idóneo para
alcanzar dicho fin y, en principio, puede aceptarse como necesario, teniendo en cuenta que en ocasiones puede no
existir medidas alternativas menos lesivas para enfrentar la crisis. Sin embargo, a partir de la información disponible
en el expediente, la restricción al derecho a la propiedad de Sebastián Furlan no es proporcionada en sentido
estricto porque no contempló ninguna posibilidad de aplicación que hiciera menos gravosa la disminución del monto
indemnizatorio que le correspondía. No se encuentra en el expediente algún tipo de previsión pecuniaria o no
pecuniaria que hubiera podido moderar el impacto de la reducción de la indemnización u otro tipo de medidas
ajustadas a las circunstancias específicas de una persona con varias discapacidades que requerían, para su debida
atención, del dinero ya previsto judicialmente como derecho adquirido a su favor. En las circunstancias específicas
del caso concreto, el no pago completo de la suma dispuesta judicialmente en favor de una persona pobre en
situación de vulnerabilidad exigía una justificación mucho mayor de la restricción del derecho a la propiedad y algún
tipo de medida para impedir un efecto excesivamente desproporcionado, lo cual no se comprobó en este caso.
Por todo lo anterior, la Corte considera que se vulneró el derecho a la protección judicial y el derecho a la propiedad
privada, consagrados en los artículos 25.1, 25.2.c y 21, en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana, en
perjuicio de Sebastián Claus Furlan.
De la prueba que obra en el expediente judicial, la Corte observa que Sebastián Furlan no fue escuchado
directamente por el juez a cargo del proceso civil por daños y perjuicios. Por el contrario, en el expediente hay
prueba de que Sebastián Furlan compareció personalmente dos veces al juzgado, sin que en ninguna de las
oportunidades fuera escuchado (supra párrs. 88 y 90). Concretamente, el Tribunal observa que: i) el 8 de mayo de
1997 comparecieron Sebastián Furlan y su abogada a la audiencia de conciliación, pero al no asistir la representación
por parte del EMGE377, se canceló dicha audiencia, sin que Sebastián Furlan hubiera sido escuchado, y ii) no fue
recibida la prueba confesional, mediante la cual se tenía previsto recibir la declaración de Sebastián Furlan378. Al no
haberse escuchado en ninguna etapa del proceso judicial a Sebastián Furlan, el juez tampoco pudo valorar sus
opiniones sobre el asunto y, en especial, no pudo constatar la situación específica de él como persona con
discapacidad.
En este sentido, la Corte observa que mientras Sebastián Furlan fue menor de edad no se ofició al asesor de
menores, y tampoco se libró oficio a dicha asesoría una vez se tuvo conocimiento del grado de discapacidad que
sufría Sebastián Furlan. La única actuación que al respecto obra en el expediente, es el escrito el 24 de octubre de
1996, mediante el cual el asesor de menores manifestó que dado que Sebastián Furlan había adquirido ya la mayoría
de edad, no correspondía que dicha entidad lo representara (supra párr. 86). No obstante, el Tribunal advierte que
dicho asesor asumió la representación de los hermanos de Sebastián Furlan, quienes en ese momento eran menores
de edad, sin que se observen más actuaciones de dicho asesor en el expediente. Por otro lado, la Corte repara que al
haber cumplido la mayoría de edad, el 28 de octubre de 1996, Sebastián Furlan ratificó todo lo actuado por su padre
en su representación hasta esa fecha. No obstante, el Tribunal también observa que dicha ratificación fue realizada
antes de que se alegaran al proceso los dictámenes periciales que arrojaron el grado de discapacidad de Sebastián
Furlan (supra párr. 86).
En este sentido, la Corte observa que el asesor de menores no fue notificado por el juez del proceso civil mientras
Sebastián Furlan era un menor de edad ni posteriormente, cuando se contó con los peritajes que daban cuenta del
grado de su discapacidad, razón por la cual Sebastián Furlan no contó con una garantía, no sólo obligatoria en el
ámbito interno, sino que además habría podido intervenir mediante las facultades que le concede la ley (supra párr.
238), a coadyuvar en el proceso civil. Teniendo en cuenta lo anterior, en las circunstancias especificas del presente
caso el asesor de menores e incapaces constituía una herramienta esencial para enfrentar la vulnerabilidad de
Sebastián Furlan por el efecto negativo que generaba la interrelación entre su discapacidad y los escasos recursos
económicos con que contaban él y su familia, generando, como se mencionó anteriormente (supra párr. 201), que la
pobreza de su entorno tuviera un impacto desproporcionado en su condición de persona con discapacidad. En
consecuencia, la Corte concluye que se vulneró el derecho a las garantías judiciales establecido en el artículo 8.1, en
relación con los artículos 19 y 1.1, todos de la Convención Americana, en perjuicio de Sebastián Claus Furlan.
La Corte considera probada la desintegración del núcleo familiar, así como el sufrimiento padecido por todos sus
integrantes como consecuencia de la demora en el proceso civil, la forma de ejecución de la sentencia y los demás
problemas que tuvo Sebastián Furlan para el acceso a una rehabilitación adecuada. De lo expuesto anteriormente, la
Corte considera que el Estado argentino ha incurrido en la violación del derecho a la integridad personal consagrado
en el artículo 5 y el derecho al acceso a la justicia establecido en los artículos 8.1 y 25, en relación con el artículo 1.1,
todos de la Convención Americana, en perjuicio de Danilo Furlan, Susana Fernández, Claudio Erwin Furlan y Sabina
Eva Furlan.
REPARACIONES
A) Parte lesionada
El Tribunal considera parte lesionada, en los términos del artículo 63.1 de la Convención, a quien ha sido declarada
víctima de la violación de algún derecho reconocido en la misma436. Por lo tanto, esta Corte considera como “parte
lesionada” a Sebastián Claus Furlan, sus padres Danilo Furlan y Susana Fernández, así como sus hermanos, Claudio
Erwin Furlan y Sabina Eva Furlan, quienes en su carácter de víctimas de las violaciones declaradas en el capítulo VII
serán considerados beneficiarios de las reparaciones que ordene el Tribunal.
La Corte resalta que las violaciones declaradas en capítulos anteriores fueron cometidas en perjuicio de un niño y,
posteriormente, adulto con discapacidad, lo cual implica que las reparaciones otorgadas, en el presente caso, deben
seguir el modelo social para abordar la discapacidad consagrado en los diversos tratados internacionales sobre la
materia (supra párrs. 133 a 135). Lo anterior implica que las medidas de reparación no se centran exclusivamente en
medidas de rehabilitación de tipo médico, sino que se incluyen medidas que ayuden a la persona con discapacidad a
afrontar las barreras o limitaciones impuestas, con el fin de que dicha persona pueda “lograr y mantener la máxima
independencia, capacidad física, mental, social y vocacional, y la inclusión y participación plena en todos los aspectos
de la vida”.
Este Tribunal ha constatado el daño producido en perjuicio de Sebastián Furlan por la demora en el proceso que
impidió que accediera a los tratamientos médicos y psicológicos que habrían podido tener un impacto positivo en su
vida (supra párrs. 197 a 203), lo cual fue evidenciado por los peritajes médicos que fueron allegados al proceso
(supra párrs. 197 a 203). Igualmente, se encuentra probada la afectación producida al núcleo familiar de Sebastián
Furlan (supra párrs. 252 a 265), los cuales fueron respaldados por los estudios socio-económicos y los peritajes
remitidos en el presente caso (supra párrs. 252 a 265). Al respecto, la Corte resalta que de la prueba pericial allegada
al expediente se deriva que en casos como el presente la rehabilitación debe ser brindada en forma temprana y
oportuna, para lograr un resultado idóneo, debe ser continua y abarcar más allá de la etapa de mayor complejidad
inicial. Asimismo, la rehabilitación debe tener en cuenta el tipo de discapacidad que la persona tiene y ser
coordinado por un equipo multidisciplinario que atienda todos los aspectos de la persona como una integralidad.
Respecto al presunto “daño a la vida de relación” alegado por los representantes en el caso de Sebastián Furlan,
tomando en cuenta el contenido del alegato, la Corte interpreta esta expresión en relación con el denominado daño
al “proyecto de vida”, que atiende a la realización integral de la persona afectada, considerando su vocación,
aptitudes, circunstancias, potencialidades y aspiraciones, que le permiten fijarse razonablemente determinadas
expectativas y acceder a ellas. El proyecto de vida se expresa en las expectativas de desarrollo personal, profesional
y familiar, posibles en condiciones normales. Esta Corte ha señalado que el “daño al proyecto de vida” implica la
pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de desarrollo personal, en forma irreparable o muy difícilmente
reparable. Dicho daño se deriva de las limitaciones sufridas por una persona para relacionarse y gozar de su entorno
personal, familiar o social, por lesiones graves de tipo físico, mental, psicológico o emocional. La reparación integral
del daño al “proyecto de vida” generalmente requiere medidas reparatorias que vayan más allá de una mera
indemnización monetaria, consistentes en medidas de rehabilitación, satisfacción y no repetición. En algunos casos
recientes la Corte ha valorado este tipo de daño y lo ha reparado. Asimismo, el Tribunal observa que algunas altas
cortes nacionales reconocen daños relativamente similares asociados a la “vida de relación” u otros conceptos
análogos o complementarios.
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PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
Juez de 1° Instancia
Rechazó la acción promovida por Ignacio Unanué, Juan F. Mouras, Juan F Arechávala, Diógenes Ruiz, Juan F. Correas,
José Pereyra Lucena, Fernando Sanjurjo, Eduardo Rezábal, Eduardo M. Ash y Vicente G. Mastropaolo c. contra la
Municipalidad de la Capital. Sin costas.
Reproduciendo los fundamentos de la sentencia se confirma la misma, con costas, fijándose en 200 pesos los
honorarios del doctor Burgos y en 7O pesos los derechos procuratorios de Valenzuela en esta instancia.
Fundamentos
El fundamento central sobre el que se apoya la acción de repetición instaurada, es la imposibilidad en que se
encuentra la Municipalidad de proceder a la obtención de otros recursos que no sean los enumerados taxativamente
en el art. de la ley 4058, modificado en parte por la ley 10.341.
La ley 4058, derogatoria del artículo 65 de la Ley Orgánica Municipal, enumera, en su art 1, cuales son los impuestos
y rentas que concurren a formar los recursos de la Comuna. Esa enumeración reviste carácter taxativo, en
consecuencia, toda ordenanza vinculada a las finanzas o hacienda municipal, que no tenga su antecedente
inmediato en lo que aquella permite y autoriza, o en la número 10.341, modificatoria de la 4058, encontraríase
afectada de ilegalidad. Y ello en razón de que la municipalidad ejercita en la Capital poderes o facultades delegados
por el Congreso, en su carácter de Legislatura local, a mérito de lo dispuesto por el artículo 67, incisos 27 y 28 de la
Constitución Nacional, según los cuales corresponde al Congreso ejercer una legislación exclusiva en todo el
territorio de la Capital de la Nación y hacer todas las leyes y reglamentos que sean conducentes para poner en
ejercicio los poderes que la misma le confiere.
La ordenanza de 23 de Abril del año 1919, grava con un derecho de inspección los locales para stud (caballos de
carrera).
El texto pertinente de la ordenanza, su letra no puede ser más clara y explícita en el sentido de que lo que se grava
es el local, la cuadra, sitio o lugar cubierto destinado a alojar y cuidar los animales de carrera; la caballeriza en una
palabra. Y la facultad general de la corporación municipal, para establecer derechos de inspección a todos los locales
de ese orden, no es siquiera discutible. Una caballeriza, cualquiera sea la especie de animales que existan en ella es
un establecimiento incómodo e insalubre, a poco que se descuiden las más elementales reglas de higiene, y
susceptible de comprometer la salud pública. Es, pues, un establecimiento sujeto a la inspección de las autoridades
edilicias. Y admite con ello la legitimidad del impuesto.
La Municipalidad ha creído, usando de facultades propias, que convenía agrupar y clasificar los locales que alojan
caballos, y una vez obtenida aquella, han sancionado un gravamen que, si es distinto cuando se consideran aquellos
en general, es idéntico cuando se trata de los propietarios de caballerizas que alojan caballos de carrera. Con eso
queda cumplido el precepto constitucional del artículo 16 de la CN cuando en condiciones análogas se imponen
gravámenes idénticos a los contribuyentes.
Por último, la circunstancia de que el impuesto en la práctica se halla cobrado a los propietarios de caballos de
carrera, no induce la ilegalidad del mismo. Todo lo que cabría inferir de ello es que la rama ejecutiva encargada de su
percepción lo habría reclamado indebidamente de quienes no se encontraban obligados a su pago. Y en tal hipótesis,
otro sería el camino para obtener la reparación de la lesión del derecho. Los actores en el caso de autos, solicitan la
devolución de lo pagado en concepto de impuesto, pero han omitido justificar, como era de imprescindible
necesidad, que ellos mismos no son propietarios de locales de stud, caso en el cual como se dijo, el impuesto los
afecta a ese título.
Procurador Gral:
La primera objeción, tal como está planteada, es ajena a la jurisdicción federal, desde que el Congreso, ejercitando
precisamente la facultad que le acuerda el inc. 27, ha excluido del conocimiento de la justicia federal las causas
regidas por las leyes que se refieren al gobierno y administración de la Capital (Ley Orgánica de los Tribunales de la
Capital art. 111, inc. 1). Esta conclusión importa dejar bajo la exclusiva jurisdicción de los tribunales ordinarios de
este distrito la interpretación de la ley de municipalidad y demás relativas a la administración del mismo. Son, pues,
esos tribunales los competentes para decidir si la ordenanza de impuestos a que se refiere este pleito es o no
ajustada a la ley municipal. Por consiguiente, la Corte Suprema no puede rever esa declaración.
La Corte:
Respecto al primer fundamento invocado por los recurrentes procede observar que la cuestión que aparece
planteada es la de la oposición de la ordenanza que crea el impuesto con las disposiciones de la ley orgánica que
determina las facultades impositivas de la Municipalidad es decir de una ley local destinada a regir solamente en la
Capital y cuya aplicación o interpretación por erróneas que fueran no podrían ser revisadas por esta Corte en el
recurso extraordinario, mientras no afecten o envuelvan cuestiones especialmente regidas por la Constitución
tratados o leyes de carácter federal. La validez o nulidad de la ordenanza impugnada no puede depender de la
inteligencia que se atribuya a dicha cláusula fundamental (ART. 67 INC 27 CN) sino de la interpretación que
corresponda dar, a la ley orgánica sancionada por el Congreso en virtud de la atribución recordada.
Que, por lo que hace, al segundo fundamento, es de tenerse en cuenta, que la igualdad preconizada por el ART 16 de
la CN, importa, en, lo relativo a impuestos, establecer, que en condiciones análogas deberán imponerse gravámenes
idénticos a los contribuyentes. No se propone erigir una regla férrea en materia impositiva, sino impedir que se
establezcan distinciones, con el fin de hostilizar o favorecer arbitrariamente a determinadas personas o clases en
base a diferencias de color, raza, nacionalidad, religión, opinión, política u otras consideraciones que no tengan
relación posible con los deberes de los ciudadanos como contribuyentes.
Que en el caso no aparece violada la igualdad requerida por la cláusula constitucional invocada, desde que todas las
caballerizas comprendidas en la denominación de studs son gravadas con una base uniforme, o sea de acuerdo con
el número de caballos de carrera que alojan, y porque no es posible desconocer que existe algún motivo razonable
para hacer distinción entre los establecimientos que se ocupan de cuidar caballos destinados al .tráfico común de la
ciudad y aquellos que albergan y preparan caballos con el único objeto de disputar carreras. Es innegable que por el
valor de los animales que alojan, por los cuidados especiales que éstos requieren y aun por el monto de la pensión,
los studs forman una categoría particular dentro de las caballerizas y esa circunstancia constituye también causal
bastante para autorizar la distinta clasificación.
Por ello, por los fundamentos concordantes del fallo apelado y lo expuesto y pedido por el señor Procurador
General, se confirma dicha sentencia en cuanto ha podido ser materia del recurso.
La Corte resolvió:
Que la facultad de la Municipalidad de la Capital para el establecimiento de tasas o impuestos es una cuestión cuya
resolución depende de la interpretación de las ordenanzas impositivas y de las leyes orgánicas de la Municipalidad,
cuestiones que no pueden revisar por vía del recurso extraordinario, mientras no se alegue que ellas están en
conflicto con la Constitución Nacional o leyes nacionales. Que el carácter confiscatorio del impuesto ha sido
rechazado por falta de prueba y no poderse apreciar el producido del negocio irrevisables por este tribunal.
Que habiendo estudiado reiteradamente el alcance de la igualdad como base del impuesto y las cargas públicas
establecida por el ART 16 DE LA CN concluye:
a) la duplicidad que resulta del ejercicio de facultades impositivas diferentes no limitadas por disposición
constitucional alguna, no es causa de invalidez del impuesto.
b) la igualdad en materia impositiva se cumple cuando en condiciones análogas se imponen gravámenes iguales a los
contribuyentes.
c) la igualdad establecida en la CN como base del impuesto, no impide la formación de categorías, siempre que no se
hagan distinciones arbitrarias y las clasificaciones de los bienes o de las personas afectadas reposen sobre una base
razonable.
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NO CONFISCATORIEDAD
La actora reclama la restitución de las sumas debitadas en concepto de impuesto sobre créditos y débitos
en las cuentas corrientes bancarias durante el período que va del 1° de agosto al 17 de octubre de 2001,
por aplicación del ART 4 DE LA LEY 25.453 y el decreto 969/01 señalando que es inaplicable e
inconstitucional.
Argumenta que al inicio de la vigencia del gravamen, se encontraba exenta, conforme al ART 2 INC C de la
ley 25.413, ya que se eximía a todas aquellas instituciones reconocidas como exceptuadas del pago del
impuesto a las ganancias. Sin embargo, este beneficio fue suprimido con la modificación introducida en el
texto de la mencionada ley por su similar 25.453.
Considera que se lesionó el derecho a la igualdad toda vez que el ART 10 INC E del decreto 380/01
(modificado por el decreto 969/01) exime a las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones
(AFJP), ya que ambos tipos de entidades cumplen una similar función previsional, lo cual toma aún más
írrito el caso de autos ya que se trata de un ente público sin fines de lucro. A similar conclusión arribó al
verificar que el INC A del ART 2 de la ley 25.413 beneficia con la exención a los Estados nacional,
provinciales, municipales, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como asimismo al Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI), organismo que también realiza una función de
naturaleza análoga a la suya.
Disconforme el Estado Nacional interpone recurso extraordinario. Critica la procedencia de la vía del
recurso de amparo sosteniendo que se vio imposibilitado de desenvolver en toda su extensión su derecho
de defensa, a ofrecer prueba y alegar sobre ellas.
Aduce que la sentencia implica consagrar una extralimitación del Poder Judicial, al sustituir mediante una
sentencia la política legislativa en materia de exenciones en situación de emergencia económica. En tal
sentido, arguye que existe interés institucional dado que la decisión impide el ejercicio regular de
funciones públicas de innegable repercusión en la recaudación impositiva.
Por último, se agravia del criterio utilizado por el a quo para concluir en que se ha violado el principio de
igualdad del ART 16 de la CN, ya que tanto el PAMI como las AFJP estuvieron exentos de tributar la gabela
en crisis.
La Corte resuelve:
Respecto a la procedencia formal de la vía escogida, que el agravio es inadmisible por no tener entidad
suficiente para desvirtuar los fundamentos dados por el a quo ni para dilatar el control de
constitucionalidad. La demandada no ha indicado ni mucho menos demostrado sobre qué medidas
probatorias en concreto es que versa su queja. Estima que el asunto bajo debate se puede resolver sin
producir más pruebas que las aportadas y sin más discusión sobre los hechos.
A mayor abundamiento, el gravamen aquí discutido tampoco aparece como respetuoso del elemental
principio de igualdad en el establecimiento de los impuestos y de las cargas públicas, tal como lo impone el
ART 16 de la CN, toda vez que en idénticas circunstancias, las AFJP y el PAMI quedaban al margen de su
incidencia y dicho principio esboza el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que
excluyan a unos de lo que en iguales circunstancias se concede a otros, y el Estado Nacional no ha
esbozado razón alguna que justifique la eximición que se ha otorgado a otras entidades que realizan
funciones sustancialmente similares a las de la actora, mientras que ésta permaneció alcanzada por el
deber de tributar.
Por último señala que el dictado del decreto 1.287/01 aparece como la reparación de un olvido normativo
que vino a sanear la situación de inconstitucionalidad que aquejaba al plexo regulador del gravamen, por
las razones expuestas.
Corresponde confirmar la sentencia apelada en todo cuanto pudo ser materia del recurso extraordinario.
Fallo "GÓMEZ ALZAGA MARTÍN BOSCO c/ BUENOS AIRES, PROVINCIA DE y OTRO s/ INCONSTITUCIONALIDAD”
El actor es propietario de tres establecimientos de campo ubicados en la Provincia de Buenos Aires e inicia demanda
contra la Provincia y el Estado Nacional por entender inconstitucional el sistema tributario al que se encuentra
sometido, el que resulta, a su juicio, confiscatorio.
Denuncia la inconstitucionalidad de los ART 2 INC C, 5 INC B y 13 de la LEY DE IMPUESTO A LOS CAPITALES (texto
ordenado por decreto 656/86), los ARTS 105, 106 y sgtes, del CÓDIGO FISCAL DE LA PROVINCIA DE BS (ley 10.397 y
sus modif.) y los ARTS 1, 2 y concs. de la LEY 10.897 y sus modificatorias, ya que en su aplicación conjunta violan los
ART 4, 6, 28, 31, 67 INC 2 y concs. de la CN (texto de 1853).
La Provincia de Buenos Aires realiza una negativa de carácter general y sostiene la improcedencia de la acción
declarativa. Entiende que la inconstitucionalidad planteada resulta extemporánea toda vez que la actora ha
efectuado pagos parciales de los impuestos que ahora impugna. Considera, asimismo, que el escrito de demanda
carece de una fundamentación clara y suficiente y que las argumentaciones utilizadas son inconducentes.
Señala que la confiscatoriedad debe apreciarse con relación al valor del inmueble, el quantum del impuesto y el
producto o productividad normal o posible de la explotación. Pero la actora no ha invocado cuál es el valor real de la
propiedad ni que con relación a él los gravámenes resulten confiscatorios, lo que basta para desestimar el reclamo.
El Tribunal ha precisado que para atribuir a un tributo carácter confiscatorio debe considerarse únicamente su
alícuota o monto y no el importe resultante de la acumulación de varias contribuciones ni de multas, recargos o
actualizaciones.
Se presenta el Estado Nacional y se adhiere a los términos de la contestación de la provincia. Y agrega que no cabe
fundar la inconstitucionalidad sólo en relación al período 1989/90, y sostiene que la jurisprudencia ha afirmado que
no pueden computarse aisladamente los años en los cuales se han producido pérdidas y que deben tomarse en
cuenta los rendimientos corrientes.
El carácter confiscatorio de los tributos debe relacionarse con el valor real y actual del bien o su potencialidad
productiva, que esta apreciación de una situación fáctica no debe surgir de una mera calificación pericial de la
racionalidad presunta de la explotación sino de la comprobación objetiva de los extremos indicados
precedentemente y que la acreditación del agravio constitucional debe ser clara y precisa, esto es, inequívoca.
La actora no ha ofrecido elemento de prueba alguno tendiente a acreditar el valor real de los campos, requisito
indispensable a la luz de la doctrina citada precedentemente. Por su lado el propósito de acreditar su explotación
racional, para lo cual se apeló al peritaje en agronomía, resultó frustrado por las deficiencias que presenta el
dictamen del ingeniero.
Estas circunstancias, unidas a la escasa idoneidad probatoria del peritaje contable, revelan que la pretensión
deducida carece de la prueba "clara y precisa” o “concluyente” que ha exigido esta Corte. Por ello decide rechazar la
demanda interpuesta por Martín Bosco Gómez Alzaga contra la Provincia de Buenos Aires y el Estado Nacional. Con
costas.
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CAPACIDAD CONTRIBUTIVA
Demanda la inconstitucionalidad del art. 6 de la ley 25.063, que imponía el impuesto a la ganancia mínima
presunta sosteniendo que no tenía capacidad contributiva.
La empresa presentó balances por tres años consecutivos 1995, 1996 y 1998, donde demostró que su
explotación comercial había arrojado pérdidas, lo cual determinaba la inexistencia de capacidad
contributiva para hacer frente al impuesto.
La CSJN por mayoría declara la inconstitucionalidad del impuesto por ser irrazonable y no respetarse el
principio de capacidad contributiva. No le permitieron demostrar, ya que la ley lo prohibía, que no había
tenido ganancias. Consideró que el hecho de que el legislador pretenda captar la capacidad contributiva a
través de una presunción de renta mínima no resulta razonable y es inequitativo porque con ese
mecanismo se incluye indiscriminadamente en la misma órbita a una diversidad de actividades y formas de
organización, sin tener en cuenta sus particularidades y sin permitir la prueba de que en el caso concreto
no se haya obtenido la ganancia presumida por el legislador.
La disidencia dice que no es inconstitucional e hizo hincapié en que la capacidad contributiva que el
legislador pretendió alcanzar con el impuesto está dada por la propiedad de los activos afectados a una
explotación comercial, los que constituyen por sí solos una exteriorización de riqueza susceptible de ser
gravada, sin que sea necesaria la existencia de ganancias. En este sentido, la disidencia consideró que la
presunción utilizada por el legislador no resulta irrazonable y sí lo sería, en cambio, presumir que una
explotación pudiera subsistir con un activo improductivo. Agregó que la empresa tampoco había probado
que la imposición le resultara confiscatoria, es decir, que absorbiera una parte sustancial de su renta o
capital, teniendo en cuenta la capacidad productiva potencial del bien según el rendimiento normal medio
de una correcta explotación, de acuerdo con los parámetros establecidos por la misma Corte Suprema en
varios antecedentes. “el tributo en examen pesa sobre un universo de actividades heterogéneas —sin
consideración a particularidad alguna— y sobre innumerables formas de organización de los recursos humanos.” “el
legislador, ha supuesto que dichas explotaciones, en todos los casos, obtendrán una renta equivalente al 1% del
valor de éstos, y no ha dado fundadas razones para impedir la prueba de que, en un caso concreto, no se ha
obtenido la ganancia presumida por la ley.”
“corresponde concluir que el medio utilizado por el legislador para la realización del fin que procura, no respeta el
principio de razonabilidad de la ley, y por lo tanto, las normas impugnadas son constitucionalmente inválidas en su
aplicación al caso, lo que así se declara.”
Dependerá entonces de cómo se entienda el “impuesto a las ganancias”; si se lo toma como ganancia sí, si
se lo toma como que grava el patrimonio no. La Corte entiende que es a la ganancia, a la renta en base a la
opinión legislativa.
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El recurrente considera que la disposición es operativa pues no requiere reglamentación interna del Estado
parte para ser aplicada por los jueces.
La Corte recordó que el carácter operativo o programático de los tratados internacionales depende de si su
ejercicio ha sido supeditado o no a la adopción, en el caso concreto, de medidas legislativas por parte del
orden jurídico interno del país contratante.
En consecuencia, al ser una norma operativa, la Corte analizó si en el caso concreto resultaba violada. Al
respecto determinó que la apelante no había demostrado que debido al excesivo monto del depósito le
fuera imposible interponer el recurso de apelación previsto en la legislación cuestionada, de tal forma de
impedir real y efectivamente el ejercicio del derecho de defensa consagrado en la Convención, por tanto se
confirmó el pronunciamiento apelado.
El principio "solve et repete" reconocido en el artículo 176 de la ley 11.683, establece que la apelación de
las sentencias que condenan al pago de tributos, se otorgarán al sólo efecto devolutivo. Supedita la
posibilidad de recurrir el monto del tributo, al previo pago del mismo, impidiendo al contribuyente el
ejercicio del derecho de defensa y debido proceso.
a) El artículo 8º, inciso 1º de la Convención Americana de Derechos Humanos prohíbe el solve et repete
b) El artículo 8º, inciso 1º de la Convención Americana de Derechos Humanos no era aplicable a una
persona jurídica
c) El apelante no alegó que le fuera imposible por el monto del depósito interponer el recurso previsto en
la legislación cuestionada
d) La causa se originó en una impugnación a una determinación de oficio dictada por la Dirección General
Impositiva, con respecto al impuesto a las ganancias
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DERECHOS HUMANOS
HECHOS: El actor reclamó ante la Cámara Nacional de la Seguridad Social por el reajuste de sus
haberes, obteniendo sentencia, donde la Cámara fijó pautas de movilidad según las variaciones de los
índices del salario básico de convenio de la industria y la construcción, siempre que el haber resultante de
aplicar los arts. 53 y 55 de la ley 18.037 (ley de movilidad de jubilaciones) determinara un perjuicio al
jubilado superior al 10% con respecto al método establecido en la sentencia –caso en que existiría
confiscatoriedad-, y declaró que la ley 23.928 –ley de convertibilidad- no afectaba la vigencia de las pautas
establecidas en la ley 18.037 para la determinación de los haberes mensuales.
La ANSeS apeló con base en que la ley de convertibilidad 23.928 había derogado el sistema de la ley
18.037.
QUE DIJO LA CORTE:
La Corte, por mayoría entendió que el sistema de la ley 18.037 fue derogado a partir de la convertibilidad
debido a que el nuevo sistema económico prohibía la indexación por precios, variaciones de costos o
repotenciación con posterioridad al 1º de abril de 1991 (art. 7º de la ley 23.928), y derogó (art. 10) a partir
de esa fecha todas las normas legales o reglamentarias que establecieran la indexación por precios,
actualización monetaria, variaciones de costos o cualquier otra forma de repotenciación de deudas o
impuestos, entre otros. Asimismo, entendió que si bien el art. 160 de la ley 24.241 –sistema integrado de
jubilaciones y pensiones- estableció que las leyes anteriores que tengan una fórmula diferente de
movilidad continuarían vigentes, de acuerdo al decreto 2433/93, que determinó cuáles eran expresamente
las leyes cuyo sistema de movilidad -diferente del general- seguirían rigiendo. Entre esa enumeración no
se encontraba la ley 18.037.
Claramente al dictar la ley 23928 el país se encontraba en un periodo de emergencia económica donde la
indexación de precios permitia que al mes siguiente se aumentaran en base a la depreciación monetaria,
la ley de convertibilidad viene a terminar con esto y en conjunto el sisema con el cual se calculaba la suba
(o movilidad) de las jubilaciones cambian porque según la corte se debe a una necesidad de reforma y
reconstrucción impuesta por la necesidad de equilibrar los egresos e ingresos del anses por lo cual se
debían reducir beneficios actuales y futuros dentro de una proporcionalidad justa y razonable para poder
cumplir con el principio de solidaridad al que apuntan instituciones como estas. No se puede calificar de
injusto o arbitrario esto ya que lo justifican como que es en interés del bien publico. Y para lo que
mantenían que este cambio afectaba derechos adquiridos, la corte mantuvo que no caducó la jubilación
que es lo que se encuentra protegido por la ley, pero esta misma ley no protege la cuantía de los haberes.
Boggiano dice “el monto de los haberes debe ser acorde con el carácter sustitutivo que deben mantener
las prestaciones. Pero esta ultima adecuación no puede prescindir de las concretas posibilidades
financieras del sistema, de lo contrario significaría la quiebra”
Explicó que muchas personas permanecen detenidas en comisarías, pese a que la Constitución y la ley lo impiden,
consignando además, que gran cantidad de los detenidos continuaban en dichas instalaciones pese a haber vencido
el plazo que la ley menciona para su alojamiento excepcional, y si bien había sido ordenado el traslado de gran parte
de ellos a unidades penitenciarias, éste no se había hecho efectivo por falta de cupos en éstas.
En suma, consideró que la situación planteada en los hechos resultaba violatoria del art. 18 de la Constitución
Nacional y de diversos instrumentos internacionales de jerarquía constitucional; como así también de las leyes
nacionales y provinciales que aseguran y regulan los derechos básicos de las personas detenidas, estableciendo un
tratamiento humano y digno tendiente a garantizar el fortalecimiento de la dignidad humana y la inserción social de
los procesados y condenados.
Sostuvo que la situación denunciada constituía un caso inobjetable de gravedad institucional que tornaba imperioso
el tratamiento por parte de dicha judicatura.
La Sala III del Tribunal de Casación decidió rechazar el habeas corpus interpuesto con fundamento en que no era
competente para entender originariamente en la acción instaurada.
El Centro de Estudios Legales y Sociales impugnó la sentencia del Tribunal de Casación a través de los recursos
extraordinarios de nulidad y de inaplicabilidad de ley previstos en los acápites "a" y "b" del artículo 161, inciso 3,de la
Constitución de la provincia de Buenos Aires y en los artículos 491 y 494 del Código Procesal Penal local.
La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (por mayoría) declaró inadmisibles los recursos de
nulidad e inaplicabilidad de ley deducidos contra la resolución de la Sala III del Tribunal de Casación Penal provincial,
que había rechazado la acción de habeas corpus interpuesta, en forma directa ante ese tribunal, por Horacio
Verbitsky, en su calidad de director del Centro de Estudios Legales y Sociales en adelante CELSC, a favor de la
totalidad de los detenidos que se encuentran alojados en establecimientos policiales superpoblados y/o en
comisarías de la Provincia de Buenos Aires, el accionante interpuso recurso extraordinario federal, cuya denegación
dio lugar a la presentación en queja.
Considerando 7
El recurrente calificó como error conceptual sostener que la cuestión planteada podía ser debatida individualmente en
cada caso ante los magistrados a cuya disposición se hallan detenidos los amparados por el hábeas corpus
correctivo incoado, en tanto este razonamiento identifica a la acción colectiva como la suma de muchas acciones
individuales tramitadas por separado, vulnerando de esta manera las pautas fijadas por el art. 43 constitucional que
legitima a las entidades no gubernamentales para accionar en forma colectiva en representación de un grupo o clase
de personas que requieren especial tutela.
Por otra parte, tomando en cuenta la situación denunciada, remarcó que el transcurso del tiempo y la demora que
implicaría tratar cada caso en forma particular aumentaba el gravamen que padecen las personas detenidas en
condiciones agravadas, incrementando los riesgos contra la vida y la integridad física
Considerando 8
La Corte resolvió, en los términos del art.34, inc. 4°, ap. a, del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
convocar a las partes a dos audiencias públicas.
En las mismas, tanto el CELS como el Poder Ejecutivo provincial presentaron sus inquietudes y aportaron escritos en
los que sostuvieron sus respectivas posiciones.
Considerando 25
Que no compete a esta Corte evaluar la oportunidad, el mérito o la conveniencia de las medidas políticas adoptadas
por la administración provincial, ni poner en discusión su política penitenciaria y, menos aún, su política criminal en la
parte en que le compete, como tampoco podría hacerlo ni siquiera respecto del Estado Federal. La valoración de las
medidas que el Estado provincial comunica haber adoptado y que fueran expuestas en las audiencias públicas,
solicitando que se incorporarán a las actuaciones, no son materia que deba evaluar esta Corte en cuanto a su acierto
o conveniencia, más allá de considerar que acrediten el esfuerzo del Estado provincial respecto del problema.
Considerando 26
Que reconoce la actora que la actuación judicial tiene sus límites y que en materias tales como la presente no puede
imponer estrategias específicas, sino sólo exigir que se tengan en cuenta las necesidades ignoradas en el diseño de
la política llevada a cabo.
En consonancia, acepta que no se trata de que la Corte Suprema defina de qué modo debe subsanarse el problema
pues ésta es una competencia de la Administración, en tanto una Corte Constitucional fija pautas y establece
estándares jurídicos a partir de los cuales se elabora la política en cuestión.
Como consecuencia de admitir como impracticable una solución total e inmediata a la pretensión y que la obligación
estatal está compuesta por múltiples y variadas cargas que necesariamente requieren planeamiento y despliegue a lo
largo del tiempo, pide se establezcan instancias de ejecución en las que a través de un mecanismo de diálogo entre
todos los actores involucrados pueda determinarse el modo en que podrá hacerse efectivo el cese de la inapropiada
detención de personas.
Efectivamente, las políticas públicas eficaces requieren de discusión y consenso. En tal contexto y en el marco de lo
que aquí se decide, es prudente implementar un criterio de ejecución que en justo equilibrio y con participación de la
sociedad civil, contemple los intereses en juego y otorgue continuidad al diálogo ya iniciado con el propósito de lograr
el mejoramiento de las condiciones de detención en La Provincia de Buenos Aires.
Por ello, se estima procedente que esta Corte encomiende a la Provincia de Buenos Aires para que a través de su
Ministerio de Justicia organice la convocatoria de una Mesa de Diálogo a la que invitará a la accionante y restantes
organizaciones presentadas como amicus curiae, sin perjuicio de integrarla con otros sectores de la sociedad civil
que puedan aportar ideas y soluciones y que en un ámbito de discusión facilitada permita arribar a soluciones
consensuadas y sustentables.
a) Le compete evaluar la oportunidad, mérito o conveniencia de las medidas políticas adoptadas por la administración
provincial
b) Puede establecer estrategias específicas para satisfacer necesidades ignoradas por la administración provincial
Ministerio de Justicia organice una Mesa de Diálogo para llegar a soluciones consensuadas y sustentables
d) Ninguna de las anteriores proposiciones es verdadera
Instruir a la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y a los tribunales de todas las instancias de la
provincia para que, en sus respectivas competencias y por disposición de esta Corte Suprema, con la urgencia del
caso, hagan cesar toda eventual situación de agravamiento de la detención que importe un trato cruel, inhumano o
degradante o cualquier otro susceptible de acarrear responsabilidad internacional al Estado Federal.
Exhortar a los Poderes Ejecutivo y Legislativo de la Provincia de Buenos Aires a adecuar su legislación procesal
penal en materia de prisión preventiva y excarcelación y su legislación de ejecución penal y penitenciaria, a los
estándares constitucionales e internacionales. Encomendar al Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires para
que a través de su Ministerio de Justicia organice la convocatoria de una mesa de diálogo a la que invitará a la
accionante y restantes organizaciones presentadas como amicus curie, sin perjuicio de integrarla con otros sectores
de la sociedad civil, debiendo informar a esta Corte cada sesenta días de los avances logrados.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa “Q. C., S. Y. c/ Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires s/ amparo”,con el voto conjunto del presidente Lorenzetti, de la vicepresidenta Highton de Nolasco y de los
jueces Fayt, Maqueda y Zaffaroni, revocó la sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y, en consecuencia, ordenó al gobierno local que garantice a una madre y su hijo discapacitado, que se
encontraban en “situación de calle”, un alojamiento con condiciones edilicias adecuadas, sin perjuicio de contemplar
su inclusión en algún programa de vivienda en curso o futuro para la solución permanente de la situación de
excepcional necesidad planteada.
El Alto Tribunal dispuso también que el gobierno porteño deberá asegurar la atención y el cuidado del niño y proveer
a la madre el asesoramiento y la orientación necesaria para la solución de su problemática habitacional.
La Corte resolvió además mantener una medida cautelar que exige otorgar al grupo familiar un subsidio que le
permita abonar en forma íntegra un alojamiento en condiciones dignas de habitabilidad.
En el caso examinado, la señora S. Y. Q. C., residente en la ciudad desde el año 2000, inició una acción de amparo
con el objeto de que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la incluyera, junto con su hijo menor de
edad –que sufre una discapacidad motriz, visual, auditiva y social producida por una encefalopatía crónica no
evolutiva- en los programas gubernamentales vigentes en materia de vivienda y le proporcionara alguna alternativa
para salir de la “situación de calle” en la que se encontraba. La actora destacó que la negativa por parte de la
autoridad local de atender su requerimiento afectaba sus derechos fundamentales a la salud, la dignidad y la
vivienda digna, reconocidos tanto en la Constitución local como en la Constitución Nacional y en diversos tratados
internacionales incorporados al artículo 75 de la carta magna.
En el voto Mayoritario se destacó que este caso, por su extrema gravedad, no constituía un simple supuesto de
violación al derecho a la vivienda digna, pues involucra a un niño discapacitado que no sólo exige atención
permanente, sino que además vive con su madre “en situación de calle”, por lo que se encuentran involucrados
también aspectos relativos a la situación en la sociedad de los discapacitados y la consideración primordial del
interés del niño.
En ese orden de ideas, se señaló que tanto en la Constitución Nacional y en distintos tratados internacionales a los
que la República Argentina ha adherido, y también como en la propia Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, se reconoce el derecho de acceso a una vivienda digna y el deber de protección de sectores
especialmente vulnerables, como lo son las personas con discapacidad y los niños en situación de desamparo.
A partir de las obligaciones derivadas de esas normas, y con especial consideración de las manifestaciones expuestas
por la ministra de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la audiencia pública celebrada en la
Corte Suprema el 15 de septiembre de 2011, se concluyó que la respuesta habitacional brindada por el gobierno
local para atender una situación extrema, como era la que afectaba a la madre y su hijo, aparecía como insuficiente y
desconocía sus derechos económicos, sociales y culturales. En particular, se subrayó que el sistema de paradores
implementado por la demandada no resultaba un ámbito adecuado para un niño afectado por una discapacidad, ya
que no reunía las condiciones de salubridad que esa situación exigía. Tampoco el programa de “Atención para
Familias en Situación de Calle” constituía una respuesta acorde al problema habitacional del grupo familiar en
situación de extrema vulnerabilidad.
Asimismo, la Corte precisó que aún cuando el esfuerzo económico estatal era considerable, no parecía ser el
resultado de un análisis integral para encontrar la solución más eficiente y de “bajo costo”, dado que la inversión
realizada por la autoridad local no aparecía como adecuada para garantizar la protección y asistencia integral al niño
discapacitado que, conforme compromisos internacionales asumidos por el Estado Nacional, constituye una política
pública del país.
El Alto Tribunal señaló que no hay un derecho a que todos los ciudadanos puedan solicitar la provisión de una
vivienda por la vía judicial. Ello es así porque la Constitución asigna esa facultad a los poderes ejecutivos y
legislativos, los que deben valorar de modo general este y otros derechos así como los recursos necesarios. Sin
embargo, los derechos fundamentales que consagran obligaciones de hacer, a cargo del Estado, con operatividad
derivada, están sujetos al control de razonabilidad por parte del Poder Judicial. Ello significa que, sin perjuicio de las
decisiones políticas discrecionales, los poderes deben atender las garantías mínimas indispensables para que una
persona sea considerada como tal en situaciones de extrema vulnerabilidad. Hay una garantía mínima del derecho
fundamental que constituye una frontera a la discrecionalidad de los poderes públicos.
Por su parte, el juez Petracchi también acogió el planteo de la actora y condenó al Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires a otorgar a la madre y su hijo una solución habitacional adecuada hasta tanto se acreditaran nuevas
circunstancias que permitieran concluir que su estado de necesidad había cesado.
La jueza Argibay, en tanto, consideró que la Ciudad, frente al pedido de una vivienda digna, debió haber dado a la
madre y su hijo un trato distinto al establecido en el régimen general, en atención a las graves patologías padecidas
por el niño.
RUBEN BADIN:
“Un principio constitucional impone que las cárceles tengan como propósito fundamental la seguridad y no
el castigo de los reos detenidos en ellas, proscribiendo toda medida "que a pretexto de precaución
conduzca a mortificarlos mas allá de lo que aquella exija" (Artículo 18, Constitución Nacional)”
El padre de Dario Badin, Ruben Badin, inicia la demanda por daños al estado provincial por la muerte de su
hijo en el incendio de la cárcel.
“los hechos acaecidos el 5 de mayo de 1990 en la unidad penitenciaria de Olmos treinta y cinco personas
muertas y nueve lesionadas, que se encontraban confiadas al Estado comprometen la responsabilidad del
Estado pues importan la omisión de sus deberes primarios y constituyen una irregular prestación del
servicio a cargo de la autoridad penitenciaria”” se atribuye el incendio a "un problema de estructura,
edificio obsoleto, presupuesto y mantenimiento” “la sentencia de la Cámara Tercera de Apelación de la
ciudad de La Plata, aunque sobreseyó definitivamente al entonces director del establecimiento por los
delitos de homicidio y lesiones culposas que se le imputaron, es demostrativa del estado del
establecimiento penitenciario. Es una de las trágicas y recurrentes demostraciones del incumplimiento por
todos los administradores responsables del sistema penal penitenciario" de lo dispuesto en el Artículo 18
de la Constitución Nacional y del Artículo 26 de la provincial.”
“Si el Estado no puede garantizar la vida de los internos ni evitar las irregularidades que surgen de la causa
de nada sirven las políticas preventivas del delito ni menos aun las que persiguen la reinserción social de
los detenidos” “no encuentran justificativo en las dificultades presupuestarias que se traducen en la falta
de infraestructura edilicia, la carencia de recursos humanos, la insuficiencia de formación del personal o las
consecuentes excesivas poblaciones penales de las que pretende hacer mérito en su declaración quien fue
jefe de la Unidad de Olmos.”
“Se hace lugar a las demandas iniciadas por Ruben Badín, contra la provincia de Buenos Aires,
condenándola a pagar la indemnización correspondiente”
ASOC. BENGHALENSIS Y OTROS C/ MIN. DE SALUD Y ACCIÓN SOCIAL - ESTADO
NACIONAL S/ AMPARO LEY 16986.
(fallo del 1° de junio de 2000, declara formalmente admisible el recurso extraordinario parcialmente concedido a fs.
614, y se confirma la sentencia apelada. Con costas. JULIO S. NAZARENO (en disidencia)- EDUARDO MOLINE
O’CONNOR (según su voto)- CARLOS S. FAYT (en disidencia)- AUGUSTO CESAR BELLUSCIO - ENRIQUE
SANTIAGO PETRACCHI (en disidencia)- ANTONIO BOGGIANO (según su voto)- GUILLERMO A. F. LOPEZ -
GUSTAVO A. BOSSERT - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ (según su voto).)
b) Las asociaciones que promovieron el juicio no están legitimadas para hacerlo (7°) Que los amparistas
tienen legitimación para interponer la presente acción pues, queda probado en autos, que existen pacientes
necesitados de los medicamentos cuya provisión se requiere (fs. 338) y asimismo, el objeto de la pretensión
-suministro de medicamentos- queda comprendido dentro de los fines de sus estatutos. En tales condiciones,
se configuran los requisitos señalados por el art. 43 de la Constitución Nacional en cuanto reconoce
legitimación a sujetos potencialmente distintos de los directamente afectados (Fallos: 320:690; 321:1352) y
el conflicto planteado constituye un "caso o controversia" en los términos señalados por la jurisprudencia
de esta Corte que requiere que se persiga en concreto la determinación del derecho debatido entre partes
adversas (Fallos: 275:282; 308:1489; 313:863, entre otros). VOTO DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE
DOCTOR DON EDUARDO MOLINE O’CONNOR Y DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO
BOGGIANO)
c) Las obligaciones emergentes de la ley 23.798 no deben ser cumplidas por el estado nacional, si existen
obras sociales que deban cumplir con dichas obligaciones. (La Corte interpreta que el art.3º de la ley 23798
pone de manifiesto que las obligaciones emergentes de la norma deben ser cumplidas por el Estado
Nacional)
d) Ninguna de las anteriores afirmaciones es verdadera (esta es la respuesta verdadera, no corresponde
afirmar que la ley obligue a las provincias; tampoco sostiene que las asociaciones que promovieron el juicio
no estuvieran legitimadas; y por último, es falso que las obligaciones emergentes de la ley 23798 no deben
ser cumplidas por el Estado Nacional)
1 VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ. considerando 6º.
para personas con VIH-Sida. “al sufrimiento de la enfermedad no corresponde agregarle la indiferencia del
derecho”. VÍNCULO ENTRE EL DERECHO PRESUPUESTARIO Y LOS DERECHOS HUMANOS
En el fallo "Asociación Benghalensis y otros c/ Ministerio de Salud y Acción Social", la Corte hizo lugar a
la acción de amparo interpuesta por la Asociación y otras entidades gubernamentales que desarrollaban
actividades en defensa de las personas afectadas por el virus del sida y condenó al Estado Nacional -
Ministerio de Salud y Acción Social- a dar acabado cumplimiento a su obligación de asistencia; tratamiento;
y, en especial, suministro de medicamentos en forma regular, oportuna y continua a los enfermos de ese mal,
registrados en los hospitales públicos del país.
Si se advierte que "la actividad presupuestaria debe ser un medio adecuado para asegurar el ejercicio
habitual de los derechos fundamentales", condenas de este tipo, que involucran -en general- afectación
presupuestaria a fin de garantizar la efectividad de los derechos que se cuestionan -en este caso, el derecho
humano a la salud-, no deberían presentar dificultades en su ejecución.2
La Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires (SCBA) condenó al gobierno de la Provincia de Buenos Aires y al
Municipio de La Plata a entregar una “vivienda adecuada” a una mujer que atravesaba una etapa de alta
vulnerabilidad económica y, que además, tenía cinco hijos. Los integrantes del tribunal dieron vuelta las resoluciones
del juzgado de primera instancia y de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo de La Plata que
habían desechado las pretensiones de la actora.
La actora había interpuesto acción de amparo, por sí y en representación de sus cinco hijos menores de edad,
mediante la cual pretendía la provisión de una vivienda digna para su grupo familiar y una renta básica por cada hijo.
La Cámara había declarado improcedente la acción de amparo promovida con fundamento en el carácter excepcional
y subsidiario de la vía procesal referida, así como en la ausencia de una arbitrariedad o ilegitimidad manifiesta en el
obrar de la Administración por no encontrarse acreditado en autos que la interesada hubiese efectuado reclamos
fehacientes ante la autoridad administrativa competente con antelación al inicio de la acción judicial. Por lo cual, a
pesar de que la vigencia de cláusulas constitucionales y de instrumentos internacionales de Derechos Humanos,
imponían al Estado conductas positivas en resguardo de los derechos invocados, en el caso no se verificaba una
conducta ilegítima o arbitraria de la autoridad demandada en los términos estrictos que son de aplicación para la
viabilidad de la acción de amparo, ya que la actora no había probado hacer ejercicio activo de esos derechos
reclamando fehacientemente a la autoridad competente. La actora recurrió expresando que reclamo
administrativo previo” no forma parte ya de las condiciones de admisibilidad de aquella vía, sino que más bien ésta se
ha configurado como “una verdadera garantía de tutela efectiva de los derechos fundamentales” señaló además que
existió efectivamente un reclamo administrativo dirigido al Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia de Buenos
Aires, que no mereció respuesta alguna y se celebraron audiencias ante el juez de la instancia donde se requirieron
de la demandada respuestas concretas.
Entrando en el voto del Dr. Negri, en relación a los problemas procesales aducidos desde la Cámara, afirmó que
“asiste razón al impugnante en cuanto aduce, como primer agravio, la violación de los artículos 20 de la Constitución
2 La ejecución de sentencias contra el Estado y el respeto a la tutela judicial efectiva por FABIANA SCHAFRIK DE NUÑEZ,
Noviembre de 2017, http://www.mpdefensa.gob.ar/sites/default/files/revistanro.11.pdf pág. 394 (Id SAIJ: DACF190057)
provincial y 43 de la Constitución nacional. Este Tribunal ha sostenido que el agotamiento de la instancia
administrativa no constituye un recaudo de admisibilidad del proceso de amparo”.
El Dr. Negri recordo que “cuando el artículo 20 de la Constitución de la Provincia dispone que la garantía del amparo
procederá siempre que no pudieren utilizarse, por la entidad del caso, los remedios ordinarios sin daño grave o
irreparable, se está refiriendo a remedios judiciales ordinarios y no a remedios de otra índole, como son los recursos
administrativos”.
En este orden de ideas, el juez manifestó que “la Constitución nacional en su artículo 43 expresamente establece que
el amparo podrá interponerse siempre que no exista otro medio judicial más idóneo”. Y en este caso, se había
demostrado lo vulnerable de la situación familiar: la mujer contaba con un nivel de educación bajo, de primaria
incompleta, y su pareja era un albañil que no tenía un trabajo fijo, sino que podía aportar 20 o 30 pesos diarios a los
que accedía cada dos o tres días. De hecho, y según el peritaje de la trabajadora social, no llegaba a cubrir los
gastos de la canasta básica de alimentos establecida por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
El integrante de la SCBA resaltó la falta de correspondencia entre las premisas de reconocer la situación de
vulnerabilidad de la accionante y rechazar el amparo en virtud de no haber probado la existencia de una conducta
ilegítima del Estado que haga lugar a la acción de amparo “Concretamente el a quo por una parte hace mérito de la
situación de extrema necesidad en que se encuentra la familia de la señora B. (la que considera probada), y aún
reconoce que la accionante carece de “los recursos elementales para subsistir” y que tal situación “vulnera los
derechos elementales del grupo familiar afectado”, refiriéndose así a los derechos derivados de la Constitución
nacional y tratados internacionales a los cuales considera “plenamente operativos” y, de otra, concluye -en definitiva-
que no se ha acreditado la existencia de una conducta estatal arbitraria o ilegítima que pueda hacer procedente la
acción de amparo”.
El juez afirmó que “dicha circunstancia queda todavía remarcada en autos por cuanto la alzada, pese a contar con
numerosos informes de asistentes sociales y dependencias administrativas, que daban cuenta de la necesidad
urgente de que la actora y su grupo familiar contara rápidamente con un lugar habitable, sumado a ello su ostensible
y manifiesta carencia de recursos económicos autónomos o derivados, dispuso el rechazo de la acción sobre la base
de no encontrar incumplidas las mismas obligaciones estatales que en su propia consideración se imponen en el
Estado de Derecho”. “Por lo demás, la referencia a la “falta de demostración del ejercicio activo de los derechos que
luego alega como conculcados en sede administrativa” es insostenible”, consignó el magistrado.
En consecuencia, hizo lugar al recurso extraordinario interpuesto, y condenó a la Provincia de Buenos Aires y a la
Municipalidad de La Plata a que, coordinada y solidariamente, provean en un plazo que no exceda de los 60 días,
una vivienda adecuada a la familia constituida por la actora y sus cinco hijos menores de edad y que incluyan a la
señora B. y su grupo familiar en un régimen de subsidio mensual que garantice un equivalente al monto móvil del
salario mínimo y vital para satisfacer las necesidades de supervivencia de su familia, el cual deberá hacerse efectivo
a nombre de la señora A.F.B., en tanto subsistan las circunstancias fácticas que al presente configuran el caso.
Hasta que se dé cumplimiento a la aludida prestación, las demandadas deberán cubrir a su exclusivo costo y dentro
de las siguientes 48 horas el alojamiento de los nombrados en una casa de alquiler, hotel o complejo habitacional
similar que reúna las condiciones arriba explicitadas.
Luego de mas de un año de su pronunciamiento original, la Corte Suprema analizó nuevamente la situación del caso
para verificar si se había dado cumplimiento a lo dispuesto en la misma.
El actor denunció que ANSeS no había dado cumplimiento a lo resuelto en lo relacionado con el ajuste del nivel inicial
del beneficio, el cómputo de la movilidad hasta el 31 de marzo de 1995 y el pago de retroactividades.
La ley 26.198 otorgó un aumento del trece por ciento (13%), a ser percibido por todos los jubilados a partir del 11 de
enero de 2007 sobre los importes correspondientes al 31 de diciembre de 2006 (art. 45); fijó el haber mínimo en la
suma total de quinientos treinta pesos ($ 530) mensuales (art. 46) y autorizó al Poder Ejecutivo a conceder en el
curso del año incrementos adicionales en las prestaciones, cuando la evolución de las finanzas públicas lo permitiera
(art. 47), lo cual se concretó -después de que la Corte oyera a las partes sobre la ley- a través del decreto 1346/07,
que incrementó las prestaciones en un 12,50% a partir del 11 de setiembre del corriente año.
Que la ley 24.463 consagró un régimen de movilidad con un nivel de protección menor que el que tenían los
existentes hasta el momento de su entrada en vigencia.
Que el actor plantea la inconstitucionalidad de las disposiciones de la ley 26.198, pues sostiene que no cumplen con
las pautas fijadas por esta Corte en lo relacionado con la comprensión y alcance de la garantía de la movilidad .
declarar en el caso la inconstitucionalidad del art. 7, inc. 2, de la ley 24.463 (d e Solidaridad Previsional), disponer que
la prestación del actor se ajuste, a partir del 11 de enero de 2002 y hasta el 31 de diciembre de 2006, según las
variaciones anuales del índice de salarios, nivel general, elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos,
y ordenar a la demandada que abone el nuevo haber y las retroactividades que surjan de la liquidación, en el plazo
previsto por el art. 2 de la ley 26.153, estas últimas con más los intereses a la tasa pasiva según el precedente de
Fallos: 327:3721 ("Spitale"), autorizándose la deducción de las sumas que pudieran haberse abonado en
cumplimiento de las disposiciones del decreto 764/06.
____________________________________________________________________________________________
En el caso se debate si la empresa concesionaria es responsable por los daños ocasionados por interrupciones y
variaciones en los niveles de tensión, o si, de conformidad con lo alegado en sede administrativa, el incumplimiento
no le resulta imputable porque obedeció a un supuesto de caso fortuito o fuerza mayor. La cuestión se reduce a
determinar si (teniendo especialmente en cuenta la naturaleza y las modalidades propias con que, según las normas
aplicables y el contrato respectivos, debió ser cumplido el suministro de energía) Edesur S.A. es responsable y, en
ese caso, si adeuda al usuario los daños e intereses correlativos.
El asunto planteado se resuelve con arreglo a los principios del derecho común, cuya vigencia no ha sido desplazada
por ninguna otra norma contenida en el estatuto legal específico que regula la prestación del servicio de electricidad.
Ya se ha expresado que el art. 78 ley 24065 (en cuanto dispone que los incumplimientos de los contratos de
distribución de electricidad serán sancionados con las penalidades previstas en los contratos de concesión) no sólo
no excluye la vigencia de las normas generales que regulan la responsabilidad contractual sino que, además, remite
al texto del contrato que deja a salvo los eventuales reclamos por daños y perjuicios derivados del incumplimiento
de la provisión de energía en las condiciones debidas. El Reglamento de Suministro, aprobado por resolución
Secretaría de Energía 168/199 se limita a determinar una de las hipótesis de responsabilidad de la empresa
distribuidora, esto es, el resarcimiento de los daños producidos a las instalaciones y/o artefactos de propiedad del
usuario provocados por deficiencias de la calidad técnica del suministro imputables a dicha empresa segunda
cuestión planteada en el caso (conf. consid. 4.b), relativa a determinar si el Ente Nacional Regulador de la
Electricidad tiene facultades para resolver el reclamo de daños y perjuicios interpuesto por Ángel Estrada y Cía. S.A.
en los términos expuestos, la Secretaría de Energía se agravia de lo resuelto en la sentencia apelada por considerar
que la competencia atribuida por la ley 24065 al Ente Regulador se limita exclusivamente a la determinación de la
existencia de un incumplimiento contractual y a la imposición de las sanciones establecidas en el contrato
respectivo. Sostiene que la determinación y condena al pago de los daños y perjuicios reclamados por el usuario
constituye materia ajena a la jurisdicción del Ente y que, al estar regida por el derecho privado, compete a los jueces
ordinarios (fs. 149/150 vta.).
Conviene recordar que la atribución de la jurisdicción primaria a organismos administrativos (doct. tomada de
EE.UU.) se justifica cuando la resolución de la controversia presuponga la familiaridad con hechos cuyo conocimiento
haya sido confiado por la ley a cuerpos expertos, debido a que su dilucidación depende de la experiencia técnica de
dichos cuerpos; o bien porque están en juego los particulares deberes regulatorios encomendados por el Congreso a
una agencia de la Administración; o cuando se procure asegurar la uniformidad y consistencia en la interpretación de
las regulaciones políticas diseñadas por la agencia para una industria o mercado particular, en vez de librarla a los
criterios heterogéneos o aun contradictorios que podrían resultar de las decisiones de jueces de primera instancia.
Es relevante añadir que no cualquier controversia puede ser válidamente deferida al conocimiento de órganos
administrativos con la mera condición de que sus decisiones queden sujetas a un ulterior control judicial suficiente.
Los motivos tenidos en cuenta por el legislador para sustraer la materia de que se trate de la jurisdicción de los
jueces ordinarios deben estar razonablemente justificados, pues de lo contrario la jurisdicción administrativa así
creada carecería de sustento constitucional e importaría un avance indebido sobre las atribuciones que el art. 116
CN. define como propias y exclusivas del Poder Judicial de la Nación. Admitir que el Congreso pudiera delegar en los
órganos de la Administración facultades judiciales sin limitación material de ninguna especie sería tan impensable
como permitir que el legislador delegara la sustancia de sus propias funciones legislativas, lo cual está expresamente
vedado en el art. 76 CN., con salvedades expresas.
En consecuencia, dada la sustancial analogía existente entre las facultades atribuidas por el art. 72 ley 24065 al Ente
Regulador de la Energía Eléctrica (para resolver "todas la controversias" que se susciten con motivo del suministro de
energía eléctrica) y las otorgadas por el art. 66 ley 24076 al Ente Nacional Regulador del Gas (para dirimir "todas las
controversias" que se susciten con motivo de la captación, tratamiento, transporte, almacenamiento, distribución y
comercialización del gas), es pertinente extender al caso la doctrina de Fallos 321:776 . De conformidad con ella, la
decisión del conflicto relativo a la venta y adquisición de las instalaciones de distribución de gas, por importar una
determinación sobre el derecho de dominio sobre éstas, se halla excluida de la jurisdicción especial atribuida al Ente
Nacional Regulador del Gas (conf. consid. 7). De la misma manera, la determinación y condena al pago de los daños y
perjuicios eventualmente derivados del incumplimiento del contrato celebrado con el usuario debe considerarse
fuera de la jurisdicción especial atribuida al Ente Nacional Regulador de la Electricidad por el art. 72 ley 24065.
Toda vez que la materia del reclamo está constituida por los daños individualmente experimentados en el
patrimonio del usuario como consecuencia del suministro insuficiente de energía eléctrica, resulta claro que la
disputa no puede resolverse por aplicación del régimen estatutario que conforma el marco regulatorio del servicio
público de electricidad, para cuya administración fue especialmente creado el Ente respectivo. Por ello (sin perjuicio
del indudable valor probatorio que revisten las actuaciones administrativas tramitadas ante el Ente Regulador) tiene
razón la Secretaría de Energía en cuanto a que el Ente Nacional Regulador de la Electricidad carece de competencia
para dirimir el conflicto planteado en autos con arreglo a los principios contenidos en la legislación común (conf.
"Nader v. Allegheny Airlines", 426 US. 290). No toda disputa imaginable debe ser sometida a la agencia de la
Administración porque, de modo periférico, ésta tenga algo que ver con alguna de las partes.
Decisión de la Corte:
La Corte Suprema resolvió que EDESUR podía ser demandada por los daños y perjuicios causados por no haber
prestado el servicio de provisión de energía eléctrica en las condiciones previstas en el contrato (Voto de los jueces
Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de Nolasco, Belluscio, Zaffaroni y Lorenzetti. Fayt votó en disidencia,
rechazando el recurso por cuestiones formales. Argibay consideró innecesario resolver esta cuestión).Los jueces
basaron su decisión en que el contrato de servicio público con EDESUR expresamente establecía esta obligación.
Además, señalaron que la limitación a la responsabilidad civil sólo podría surgir de una ley dictada por el Congreso
que justificara, debidamente, la razón de ser de esa medida. Los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda, Highton de
Nolasco y Lorenzetti rechazaron el argumento de que por reconocerse esta responsabilidad civil se causaría el
aumento de las tarifas lo que al final perjudicaría a todos los usuarios. Para estos jueces, esto no sería una
consecuencia posible porque la ley no autoriza aumentar las tarifas para amortizar los costos causados por el
propio incumplimiento del servicio. Zaffaroni fue el único juez que argumentó que esta posición, encontraba
justificativo en el artículo 42 de la Constitución Nacional que asegura la protección económica de los usuarios de
los servicios públicos. En segundo lugar, la Corte resolvió que este reclamo no podía ser resuelto por el ENRE sino
que correspondía que fuera analizado y decidido por la justicia (Voto de los jueces Petracchi, Boggiano, Maqueda,
Highton de Nolasco, Lorenzetti, Belluscio y Argibay). Zaffaroni votó en disidencia. Para este juez, la ley que regula la
actuación del ENRE le otorga competencia para resolver este tipo de reclamos y que ello no era violatorio de la
división de poderes porque existía la posibilidad de que la justicia revisara esa decisión. Fayt votó en disidencia,
rechazando el recurso por cuestiones formales. Argibay consideró innecesario resolver esta cuestión.
El Congreso sancionó las leyes 13.246, 13.897 y 14.451, que ordenaban al Poder Ejecutivo a organizar en el
Ministerio de Agricultura las Cámaras Regionales Paritarias de Conciliación y Arbitraje obligatorio, y una
Cámara Central. Estas cámaras estaban integradas por representantes de los propietarios de terrenos rurales y de
los arrendatarios y aparceros.
Creados los organismos, se organizaron de la siguiente manera, las Cámaras Regionales tenían competencia
exclusiva en la decisión de todas las cuestiones suscitadas entre arrendadores y arrendatarios o aparceros, con
motivo de los respectivos contratos de arrendamiento o aparcerías rurales, las decisiones de esta Cámara debían
apelarse ante la Cámara Central cuyas decisiones eran susceptibles del recurso extraordinario ante la Corte
Suprema.
El caso se origina por un conflicto entre Fernández Arias y Poggio en el cual la Cámara Regional de Trenque
Lauquen, condenó a Poggio a entregar el predio en cuestión; contra dicho pronunciamiento, el condenado dedujo
recurso extraordinario, que al ser denegado motivó una queja ante la Corte Suprema, donde impugnó la
constitucionalidad de las leyes 13.246, 13.897 y 14.451, ya que por éstas se crearon órganos administrativos
dotados de facultades jurisdiccionales lo que contraria al Artículo 95 de la Constitución Nacional, que impide al
Poder Ejecutivo el ejercicio de funciones judiciales, resulta violatorio el Art. 67 inc. 11 de la Constitución toda vez
que se faculta a las Cámaras Paritarias para resolver sobre materias propias de autoridades judiciales de las
provincias, e incumple el Artículo 18 de la Constitución Nacional, en cuanto se reconoce a toda persona el derecho
de defensa en juicio ante el Poder Judicial. Las leyes cuestionadas extraen de la esfera judicial ciertos conflictos
para que sean resueltos exclusivamente por tribunales administrativos.
Se revoca la sentencia apelada y la corte declara la inconstitucionalidad de las normas impugnadas. Dejando
sentando que, resulta compatible con la Constitución Nacional la creación de órganos administrativos con
facultades jurisdiccionales, teniendo en cuenta que se han ampliado las funciones de la administración, como
medida necesaria para la ágil tutela de los intereses públicos. Si bien nuestra Constitución recepta la doctrina de
separación de poderes, por lo que la función de juzgar le correspondería sólo al Poder Judicial, este precepto debe
interpretarse dinámicamente según las cambiantes necesidades sociales.
Las decisiones de los órganos en discusión deben quedar sujetas a revisión judicial, de lo contrario se violaría el Art.
18 de la Constitución Nacional, que reconoce a todos los habitantes del país el derecho a acudir a un órgano
judicial. Hay que diferenciar la adecuación del principio de división de poderes en la vida contemporánea, y la
violación de su esencia, lo que sucedería si se privara totalmente al Poder Judicial de sus atribuciones.
La instancia judicial obligatoria no se satisface con la posibilidad de interponer recurso extraordinario ante la Corte
Suprema, ya que no es un proceso de amplio conocimiento, por lo tanto no es suficiente para garantizar el derecho
a una instancia jurisdiccional profunda y completa.
Coinciden con el fallo de la mayoría pero disienten con los argumentos, son más restrictivos en cuanto a la
procedencia de conceder funciones jurisdiccionales a órganos administrativos.
El Art. 95 de la Constitución Nacional prohíbe al Poder Ejecutivo el ejercicio de funciones judiciales, contrariando
este precepto constitucional las leyes en examen confieren facultades jurisdiccionales a órganos creados en el
ámbito de la Administración. Si bien las necesidades sociales pueden requerir que organismos administrativos
ejerzan excepcionalmente funciones judiciales, el Art. 18 de la Constitución Nacional exige que siempre
exista una instancia judicial. Los integrantes de las Cámaras Paritarias son designados y removidos por el Poder
Ejecutivo, no gozan por lo tanto de la independencia necesaria para desempeñar la función judicial, como así
tampoco poseen título habilitante para ejercer una función jurídica.
Por disposición del Art. 67 inc. 11 de la Constitución Nacional las provincias se reservan la aplicación del derecho
común, contrariamente las normas impugnadas establecen un sistema por el cual el derecho será aplicado por las
cámaras creadas, las que tienen jurisdicción nacional, no provincial. Es aceptado el ejercicio de funciones
jurisdiccionales por órganos administrativos. El Poder Judicial debe conservar la atribución de revisar las decisiones
que dicten los tribunales administrativos. El recurso extraordinario federal no satisface el requisito de revisión
judicial.
El Juzgado Federal de Azul rechazó las excepciones de inhabilidad de título, litispendencia, inexistencia de deuda e
inconstitucionalidad. opuestas por la demandada y mandó llevar adelante la ejecución fiscal.
Se interpuso recurso extraordinario pese a que no procede en juicios ejecutivos y de apremio. Empero, considero que
el remedio federal es formalmente admisible en esta causa pues V.E. ha señalado que tratándose de juicios de
apremio, la vía extraordinaria procede, en forma excepcional, cuando resulta manifiesta la inexistencia de deuda
exigible.
La sentencia recurrida no satisface sino en forma aparente la necesidad de ser derivación razonada del derecho
vigente, con adecuada referencia a los hechos de la causa, por lo que correspondería atender los agravios del
apelante en cuanto a la arbitrariedad que imputa a lo resuelto. Pero, respecto de la deuda exigida en autos, no ha
sido materia de debate la competencia ~n razón de la materia del Tribunal Fiscal de la Nación ni tampoco la
naturaleza· del actoadmiriistrativo llevado por la ejecutada ante sus estrados sino, únicanlente, el efecto del recursO
contemplado en el arto 192 de la ley 11.683, interpuesto contra la sentencia que hizo lugar a la excepción de cosa
juzgada opuesta por el Fisco Nacional.
Cualquiera sea su resultado, la ejecución ha sido mal iniciada, sin que una posterior ratificación de la sentencia del
Tribunal Fiscal pueda otorgarle exigibilidad de manera retroactiva a una deuda que carecía de ella al momento de
librarse su correspondiente boleta. Opino que debe revocarse la sentencia de fs. 68/72 en cuanto fue materia de
recurso extraordinario y ordenar, por quien corresponda, que se dicte una nueva conforme a derecho.
Demanda tendiente a que se declare la inconstitucionalidad de un decreto que eliminó las exenciones al pago de IVA
a la hora de abonar los ingresos a espectáculos culturales.
Con votos de los supremos Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, más las disidencias
de Ricardo Lorenzetti y Juan Caros Maqueda, la Corte revocó el fallo por el cual había decretado la
inconstitucionalidad “del conjunto normativo” integrado por el artículo 1°, inc. a, apartado 11, de la Ley 25.414 “en
cuanto delegó en el Poder Ejecutivo Nacional la atribución de eliminar exenciones tributarias” y el decreto
493/2001 -art. 1° inc. f- que modificó la ley del impuesto al valor agregado.
La normativa había eliminado la exención “a los espectáculos y reuniones de carácter artístico, científico, cultural,
teatral, musical, de canto, de danza, circenses, deportivos y cinematográficos, por los ingresos que constituyen la
contraprestación exigida para el acceso a dichos espectáculos”.
La inconstitucionalidad había sido decretada por considerase que la delegación de atribuciones dispuesta por la Ley
25.414 autorizó al Poder Ejecutivo “a modificar aspectos esenciales del tributo”. Además, sostuvo que, en virtud del
principio de legalidad tributaria, si sólo por ley se puede crear o modificar un tributo, lo propio también se aplicaba en
lo relativo “a las exenciones, reducciones o desgravaciones”.
La mayoría de la Corte falló en contra de la actora entendiendo que no estaba acreditado -ni siquiera alegado- que
los derechos de esta “se encuentren afectados por el statu quo de tal forma que se configure un caso o
controversia que la jurisdicción deba esclarecer”. Por el contrario, las disidencias de Lorenzetti y Maqueda
ratificaron el temperamento según el cual le está vedado al Poder Ejecutivo la posibilidad de eliminar exenciones a
los tributos.
Pese a reconocer que el Festival de Doma y Folklore sostuvo que le causaba lesión “el mero hecho de poder ser
sometida a una fiscalización del Fisco Nacional”, el Máximo Tribunal consideró ese argumento insuficiente, ya que
no probó “que de tener que pagar el tributo le sería imposible trasladar dicho costo al precio de las entradas ni
tampoco -de modo contrario- ha demostrado que existiría una merma del público concurrente a los espectáculos
por ella organizados de tener que efectuar dicha traslación”.
El tema en discusión es si se afectan los Arts. 4, 17 y 67, inc. 16, CN al establecer tributos cuyo
porcentaje (33%) fue anteriormente considerado como confiscatorio por la CSJN.
Considerando 3°. Que la jurisprudencia de esta Corte, en cuanto tiene declarado que determinado
impuesto, en la medida que exceden el 33% de su base imponible afectan la garantía de
propiedad, por confiscatorios, NO es aplicable cuando, como sucede en la especie, se trata de
tributos que gravan la importación de mercaderías, bien se advierta que si no es
constitucionalmente dudoso que el Estado, por razones que hacen a la promoción de intereses
económicos de la comunidad y su bienestar, se encuentra facultado para prohibir la introducción
al país de productos extranjeros con igual razón debe considerárselo habilitado para llegar a un
resultado semejante mediante el empleo de su poder tributario, instituyendo con finalidades acaso
disuasivas, gravámenes representativos de uno o mas veces el valor de la mercadería objeto de
importación.
El poder fiscal del Estado tiende, ante todo, a proveer de recursos al tesoro público, pero
constituye además, un valioso instrumento de regulación económica que a veces linda con el
poder de policía y sirve a la política económica del Estado, en la medida que corresponde a las
exigencias del bien general, cuya satisfacción ha sido prevista en la Constitución como uno de los
objetos del poder impositivo.
NO obsta a lo expuesto el uso particular asignado por el contribuyente a los bienes importados
La cuestión debatida refiere a la facultad de la DGI de requerir al CPACF datos personales de sus
matriculados (numero de DNI, fecha de nacimiento y fecha de matriculación). Considerando que
la decisión de la Cámara resulta violatoria del derecho a la intimidad, el Colegio de Abogado
deduce recurso extraordinario.
La Cámara baso su sentencia en las facultades de fiscalización y recaudación de los recursos del
sistema de seguridad social conferidas a la DGI por los artículos 41 (con el agregado sin número
a continuación de éste por la ley 24.073) y 105, de la ley 11.683. Juzgó que la facultad de requerir
informaciones puede ser ejercida por el ente fiscal no solo en el marco de una causa
administrativa concreta, en la que se investigue a un contribuyente determinado, sino también –
de modo genérico – cuando aquél procura establecer, con referencia a cierto grupo de personas,
a quienes cabe dirigir la verificación y fiscalización.
3 La ejecución de sentencias contra el Estado y el respeto a la tutela judicial efectiva por FABIANA SCHAFRIK DE NUÑEZ,
Noviembre de 2017, http://www.mpdefensa.gob.ar/sites/default/files/revistanro.11.pdf pág. 394 (Id SAIJ: DACF190057)
Si bien la Constitución Nacional protege la vida privada (Art. 19 y 43), dicha tutela se brinda
contra toda injerencia arbitraria o abusiva, y no es ésa la hipótesis del presente caso, pues tanto
por la índole de los datos requeridos, como por la finalidad que se persigue al solicitarlos, así
como por las garantías del debido proceso que se han observado para acceder a ellos, no es
admisible sostener que se consagre una intromisión injustificada o caprichosa en la vida privada
de los abogados matriculados.
Considerando 5°. Que el art. 105 de la lay 11.683 establece respecto de “los organismos y entes
estatales y privados, incluidos bancos bolsas y mercados” la obligación de suministrar a la DGI
“todas las informaciones que se les soliciten para facilitar la determinación y percepción de los
gravámenes a su cargo”, las que no podrán negarse mediante invocación de lo dispuesto “en las
leyes, cartas orgánicas o reglamentaciones que hayan determinado la creación o rijan el
funcionamiento de los referidos organismos y entes estatales o privados”.
En primer lugar, corresponde poner de relieve que no surge del texto de dicha norma que tales
facultades únicamente puedan ser ejercidas en el marco de un procedimiento administrativo
incoado con referencia a un contribuyente o un responsable en particular. Por el contrario, su
redacción -dada la amplitud de los términos empleados por el legislador- no se concilia con una
restricción de tal naturaleza.
Corresponde entender que la referencia que efectúa la norma a los “jueces administrativos” no
tiene otro sentido que el de deferir únicamente a una determinada categoría de funcionarios el
ejercicio de las delicadas facultades que ella otorga, con el propósito de evitar que otros agentes,
de inferior jerarquía, puedan llevarlas a cabo.
El hecho de que los informes deban requerirse “para facilitar la determinación y percepción de los
gravámenes” no implica necesariamente la existencia de un procedimiento reglado en los arts. 23
a 25 de dicha ley, sino que mas bien tiende a posibilitar que el organismo recaudador se provea
de los elementos suficientes como para establecer si debe o no incoar los trámites pertinentes a
tales efectos y, en su caso, respecto de quienes debe hacerlo.
El derecho a la intimidad ha sido definido por esta Corte como aquel que “protege jurídicamente
un ámbito de autonomía individual constituida por los sentimientos, hábitos y costumbres, las
relaciones familiares, la situación económica, las creencias religiosas, la salud mental y física y ,
en suma, las acciones, hechos o datos que, teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas por
la comunidad, están reservadas al propio individuo y cuyo conocimiento y divulgación por los
extraños significa un peligro real o potencial para la intimidad”.
El requerimiento de la DGI, relacionado con lo establecido por el art. 22, ley 24.447, tiene por
objeto reunir datos atinentes al control de los aportes previsionales que deben efectuar los
profesionales universitarios que actúan en forma autónoma.
Sobre la base de lo expresado, cabe concluir que el agravio deducido por la recurrente NO
guarda relación directa e inmediata con la garantía constitucional que se dice conculcada, por lo
cual, en este aspecto, el recurso extraordinario resulta improcedente.
En el sub lite la DGI no persgiue sino reunir un conjunto de datos de estricta naturaleza
identificatoria, conducentes para el cabal cumplimiento de las tares legales a ella encomendadas,
y cuyo requerimiento -como se señaló- en modo alguno puede considerarse como una
transgresión de derechos amparados por la Constitución Nacional.
El fisco le había determinado de oficio el IVA de los período 7/92 a 2/94 y 12/95 a 11/96, por
entender que, aunque la presión del servicio de televisión por cable estaba exenta, se hallaban
gravadas las diferencias entre el abono normal y el importe cobrado por la actora en los restantes
vencimientos de las facturas por su servicios, ya que -bajo la óptica fiscal- se trataba de intereses
provenientes de una financiación, de conformidad con lo dispuesto por los decretos 870/92 y
2633/92, ratificados por ley 24.447.
La Ley 11.683 establece que los actos que impongan sanciones o determinen tributos son
susceptibles de recurso de reconsideración para ante el funcionario superior del organismo
recaudador o bien del recurso de apelación para ante el Tribunal Fiscal de la Nación (Art. 76, incs.
a y b). En el caso de autos, el contribuyente optó por la primera de tales vías, lo cual obsta a que
luego pueda acudir al mencionado tribunal ya que los referidos medios impugnatorios son
excluyentes entre sí.
Considerando 8°. Que en las indicadas circunstancias se extrae, como primera conclusión, que la
tacha de inconstitucionalidad de esa norma, en cuanto establece el principio solve et repete
deriva de la propia conducta discrecional de la actora, en tanto, el mismo ordenamiento legal
ponía en sus manos otro medio de impugnación que no requería el previo pago del gravamen. De
tal manera, al haber optado por el recurso de reconsideración previsto en el inc. a del art. 76,
renunció a la posibilidad de recurrir lo resuelto por el organismo recaudador sin necesidad de
afrontar el pago previo del tributo. Al ser ello así, resulta aplicable la jurisprudencia según la cual
la garantía de defensa no ampara la negligencia de las partes, pues quien ha tenido oportunidad
para ejercer sus derechos responde por la omisión que le es imputable.
CASO: La AFIP promueve una ejecución fiscal contra Intercorp S.R.L. Para ello informa, como es
su deber acorde a ley 11.683 y su modificatoria 25.239, al juez de primera instancia, que dispuso
contra Intercorp un “embargo general de fondos y valores” por el monto de 112.046,44 pesos,
basándose en las declaraciones juradas de IVA y GANANCIAS del ejecutado; correspondientes
a períodos comprendidos entre 1998 y 1999.
Tras haber hecho la presentación de la ejecución, el juez de primera instancia declara
inconstitucional el inc 5 del artículo 18 de la ley 25.239 (sustituto del art 92 de la ley 11.683). En
consecuencia a ello, decretó la nulidad de todos los actos procesales. Ello así, basándose en que
las reformas introducidas al artículo 92, violan el artículo 17 de la Constitución Nacional, en tanto
y en cuanto contempla una ejecución administrativa sin intervención del Poder Judicial.
La AFIP apeló el fallo, que llegó a la Cámara Federal de Salta, que hizo lugar y revocó lo resuelto
por el juez de primera instancia, rechazando también el planteo de inconstitucionalidad. Sostuvo
el a quo que existen casos de ejecuciones extrajudiciales respecto a los cuales la CSJN se
pronunció favorablemente.
Contra esa decisión, Intercorp interpuso un recurso extraordinario ante la CSJN que le fue
concedido, argumentando:
* Que la norma es inconstitucional por otorgar a funcionarios de la administración, facultades que
corresponden exclusivamente al Poder Judicial.
* Que se violó su derecho a la defensa en juicio.
* Que se violó su derecho a la propiedad.
* Que se violó la garantía del juez natural.
* Que se violó la garantía del debido proceso.
* Que la participación que se le da a los jueces en los procesos de ejecución fiscal, es menor e
irrelevante, por tanto no solo violenta el principio de división de poderes, sino que desconoce la
tutela judicial efectiva y la defensa en juicio.
* Que las disposiciones del artículo 92 de la ley 11.683, violan también el artículo 17 de la
Constitución Nacional: “… la propiedad es inviolable y ningún habitante puede ser privado de ella
sino es en virtud de una sentencia fundada en ley…”. Y aunque lo puesto en tela de juicio sea la
potestad de disponer de la misma unilateralmente medidas cautelares, estas afectan
concretamente el derecho a la propiedad del individuo.
* Que no obstante lo expuesto, uno de los peores males del país es el gravísimo perjuicio social
causado por la ilegítima afectación de l régimen de ingresos públicos, producto de la evasión
impositiva o bien de la demora en el cumplimiento de obligaciones tributarias; y que los jueces
deben contribuir a solucionar.
* Que la insuficiencia de recursos humanos y materiales que afrontan los juzgados federales fue
reconocida por el Estado Nacional, haciendo hincapié en su situación de colapso crítico. Y que las
medidas adoptadas para su solución, nunca fueron concretadas.
* Que ello obliga a rechazar cualquier inteligencia de la presente decisión que obstruya o paralice
la adecuada y expedita percepción de la renta pública.
* Que en mérito de ello es necesario trazar una jurisprudencia divisoria, apoyándose en razones
de conveniencia, utilidad, y “en los más hondos sentimientos de justicia”; que entraña fijar un
momento preciso en que dichos cambios comiencen a operar.
* Que siendo así, las decisiones no pueden dictarse desatendiendo a las consecuencias
inmediatas que derivarán de ellas.
Resuelven: Aceptar la validez de las medidas cautelares adoptadas por la AFIP bajo el marco del
artículo 92 de la ley 11.683 hasta el presente momento. Pero deja sin subsistencia las medidas
precautorias dispuestas por la AFIP con posterioridad a esta sentencia, por vicio de
constitucionalidad que importa el procedimiento que las afecta. Estas deberán, de ahora en más,
ser requeridas al juez competente.
Por tanto revocan parcialmente la sentencia apelada, con las salvedades antedichas y se delcara
la inconstitucionalidad del inc. 5 del art 18 de la ley 25.239 (que sustituyó al artículo 92 de la ley
11.683); con los alcances especificados.
* Que nuestro ordenamiento jurídico presenta casos de procedimientos ejecutivos llevados a cabo
fuera de la órbita del Poder Judicial y que La Corte no formulo al respecto de los mismos
objeciones de índole constitucional.
* Que cuando solo se encuentra comprometido el dereho a la propiedad, la mera postergación del
examen judicial no constituye una denegación del debido proceso.
* Que las modificaciones de la ley 25.239 no quitan las medidas de un exámen judicial, pues las
mismas se llevan a cabo bajo la dirección de un juez.
* Que la percepción de las rentas públicas en el tiempo y forma adecuados son indispensables
para el funcionamiento del estado.
* Que las modificaciones introducidas por la ley 25.239 obedecen a la necesidad de superar o al
menos morigerar las demoras de los procesos de ejecución fiscal.
* Que las facultades otorgadas al agente fiscal se tratan de la capacidad de realizar ciertos actos
y diligencias que no afectan a la sustancia del proceso ni al derecho a la legítima defensa del
contribuyente que podrá presentarse en sede judicial.
* Que del impugnado artículo 92 resulta la exigencia hacia la AFIP de informar las medidas a
adoptar ante el juez competente. Exigencia que fue cumplida.
* Que la mencionada ley requiere la intervención del juez para el desapoderamiento físico o
allanamientos de la propiedad.
* Que por lo antedicho no se advierte lesión al derecho a la propiedad privada del contribuyente.
* Que es jurisprudencia de La Corte que la invocación de la violación a la garantía del juez natural
y la defensa en juicio, no deben ser considerados por La Corte cuando quien la requiere no
especifica en qué forma concreta se le priva de las mismas; como ocurre en autos.
* Que por tanto se rechaza la impugnación del apelante con base en que se habría vulnerado el
principio consagrado de división de poderes.
* Que la modificación que la ley 25.239 importa a la ley 11.683, continúa revistiendo al proceso de
ejecución fiscal bajo la dirección de un juez. Por tanto lo determinante es que la potestad para
decidir cualquier planteo legal que se realice en el accionar el proceso, siempre está en cabeza
de un magistrado judicial.
* Que la propia ley 11.683 define a la ejecución regulada como un “cobro judicial” y establece que
“la ejecución fiscal será considerada juicio ejecutivo a todos sus efectos”; aplicando
supletoriamente las disposiciones del Código PROCESAL (fallo del 2010) Civil y Comercial.
* Que asimismo la norma que cuestiona la ejecutada, demanda la presentación de la ejecución
fiscal ante un juzgado competente.
* Que se advierte entonces que todo el proceso exige la intervención constante de un juez en la
ejecución fiscal.
* Que en ningún momento las normas impugnadas, obstan al juez a que realice el examen judicial
ni disponen que no pueda detener las medidas.
* Que por tanto no se trata de un proceso meramente administrativo ni fuera de la órbita judicial.
* Que con la norma se buscó entonces hacer más expeditiva este tipo de ejecuciones, alivianando
las tareas de los tribunales, pero sin transformarlo en un proceso meramente adminsitrativo.
* Que por la jurisprudencia de esta propia Corte, no se encuentra inconstitucionalidad en los actos
procesales dispuestos en el marco de la ejecución fiscal a la AFIP, con control del tribuanl; no
encontrándolos lesivos a derecho constitucional alguno.
* Que debe destacarse que en el supuesto de que la decisión fuese desfavorable a la aquí
demandada, esta tendrá oportunidad de hacer valer en un juicio ordinario, con total amplitud, los
derechos que pudiesen asistirle. Por lo que en tales condiciones carecen de sustento los agravios
alegados respecto al derecho a la legítima defensa.
* Que cabe agregar que toda medida cautelar, incluso la dictada en sede judicial, afecta la
propiedad y disminuye su valor.
* Que el contribuyente será privado de su propiedad solo una vez dictada la sentencia definitiva
favorable a la contraria y que la propia medida cautelar solo se puede trabar una vez comenzada
la ejecución fiscal; criterios que cumplen acabadamente con lo dispuesto en el artículo 17 de la
Constitución Nacional.
* Que de lo expuesto se desprende que no hay una supresión del derecho a la propiedad por un
acto adminsitrativo, sino una simplificación de los procesos cautelares; dentro de un juicio de
apremio que se tramita ante el Poder Judicial de la Nación.
* Que por tanto tampoco cabe admitir que se haya vulnerado, en nase a que un funcionario
adminsitrativo trabe medidas cautelares, el derecho a la defensa en juicio.
* Que el juez continúa teniendo la facultad de convalidar o revocar las medidas cautelares.
* Que en la ejecución especial el estado actúa como parte y no como juez, pues el juicio de
apremio continúa preservando su naturaleza judicial y por tanto, no reviste la categoría de
administrativo.
* Que no se advierte que se viole la igualdad ante la ley, ya que las prerrogativas del Fisco
Nacional en esta ejecución especial, son propias del interés que busca tutelar, relacionado con la
obtención en tiempo oportuno de los impuestos.
* Que cabe reconocer que la norma cumple con los requisitos de constitucionalidad.