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Hayd Mozart Schubert

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La obra de Haydn, Mozart y Beethoven pasó a la historia como la quintaesencia de la Primera

Escuela de Viena. Tomando como punto de partida el Clasicismo, el Engegård Quartet nos
propone un recorrido “alternativo” a través de la evolución del sonido vienés: Joseph Haydn
(1732-1809), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y, en el lugar del genio de Bonn, su
contemporáneo, Franz Peter Schubert (1797-1828).

El Cuarteto Op 76 N° 5 de Haydn hace parte de su periodo medio (1785-1797), años en los


que el compositor dio el paso de nitivo hacia el Clasicismo, consolidando el ensamble de
cámara representativo del Periodo: el cuarteto de cuerda.

La obra está escrita en cuatro movimientos. A diferencia de lo habitual, el cuarteto se abre con
un leve cambio en la indicación de tempo: Allegretto, en lugar de allegro, detalle del que el
compositor se sirve para desplazar el peso dramático hacía el movimiento lento, el Cantabile
e mesto, algo que, años más tarde, Beethoven llevaría a proporciones aun más ambiciosas.

El cuarteto hace parte del grupo de cinco piezas que fueron publicadas bajo el nombre de
Erdödy-Quarttete,Opus 76, en 1797. Estos conforman el último corpus que Haydn escribió
para el formato y, si no pasamos por alto su fecha de su publicación, concluiremos que los.
Erdödy son el paso anterior a los cuartetos de Beethoven, pues, para el año de su
publicación, Mozart ya había fallecido.

El cuarteto K 458 “La caza”, de Wolfgang Amadeus Mozart, es fruto de la in uencia que
Haydn ejerció sobre el joven Amadeus. Así, Mozart dedicó a “Papá” Haydn una serie de seis
cuartetos de cuerda, publicados en 1785, entre los cuales se encuentra “La caza”. Por aquel
entonces, Mozart ya había roto los lazos que lo ataban al ancien regime, y en su nueva
condición de artista libre se enfrentaba en Viena a las nuevas leyes que empezaban a regir la
relación entre artista y público: la oferta y la demanda.

En ese nuevo, y también difícil contexto, Mozart escribió a Haydn sobre su nueva serie de
cuartetos: “un padre que había decidido enviar al ancho mundo a sus seis hijos pensó en
con arlos a la guía y protección de un hombre entonces muy conocido […] me conforta
bastante y me acaricia la idea de pensar que estos hijos míos me proporcionarán algún día
cierto consuelo”.

A diferencia del Op 33, los seis cuartetos que Mozart le dedicó a Haydn no fueron escritos
durante la misma época. Los últimos tres, dentro de los que se encuentra “La caza”, fueron
concebidos en un lapso de tres meses, entre noviembre de 1784 y enero de 1785. Como es
habitual en el estilo clásico, esta obra está estructurada sobre los cuatro tempos
característicos que se usaban en las obras de gran formato del periodo: Allegro, Minuetto,
Adagio y Allegro. La obra se inicia con una fanfarria, como si el compositor quisiera dar un
parte de optimismo, a pesar de estar pasando por una de las etapas más complicadas de su
vida.

Cuarenta años después de que Mozart escribiera “La caza”, Franz Schubert retomaba el lied
“La muerte y la doncella”, escrito originalmente en 1817 por Schubert, la pieza fue utilizada
nuevamente por el compositor en 1824 para elaborar una serie de variaciones a lo largo del
Andante con moto del cuarteto.

Schubert se sirve del carácter fúnebre de la introducción de su lied para plasmar sobre esta
serie de acordes su particular visión de la variación que, a diferencia de Haydn y Beethoven, la
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fi
fl
concebía como una sucesión de cuadros característicos, y no como un continuo desarrollo
temático, propiedad típica del sonatismo clásico.

La breve introducción al tempo Allegro, ya anuncia el rumbo trágico que la obra va a tomar,
como si quisiera hacer eco del momento en el que Schubert la escribió: el periodo de “Los
años de crisis”, nombre que nos sugiere el curso que tomó la vida del compositor en sus
últimos años de vida.

Iván R. Contreras
Director TEMPO

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