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AINEs Antiinflamatorios No Esteroideos.

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AINES ANTIINFLAMATORIOS NO ESTEROIDEOS

Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), integran uno de los grupos más


diversos de medicamentos de carácter heterogéneo, prescritos a nivel mundial, que
se usan ampliamente en la práctica clínica, dada su capacidad para el tratamiento
del dolor, la inflamación y diversos trastornos crónicos. Debido a su efectividad y
disponibilidad, estos fármacos son de suma importancia en el manejo de muchas
condiciones médicas.
¿Qué son los AINEs?
Los AINEs, o antiinflamatorios no esteroideos, son medicamentos que tienen
propiedades antiinflamatorias, analgésicas y antipiréticas. Estos fármacos se
diferencian de los esteroides, que también poseen propiedades antiinflamatorias,
pero con un perfil de efectos secundarios distinto. Los AINEs trabajan
principalmente inhibiendo las enzimas ciclooxigenasa (COX), lo que reduce la
síntesis de prostaglandinas, compuestos involucrados en la mediación del dolor y la
inflamación.

Clasificación de los AINEs


Los AINEs, se pueden clasificar de varias maneras, generalmente se dividen en
grupos según su estructura química: salicilatos acetilados (aspirina), salicilatos no
acetilados (diflunisal, salsalato), ácidos propiónicos (naproxeno, ibuprofeno), ácidos
acéticos (diclofenaco, indometacina), ácidos enólicos (meloxicam, piroxicam),
ácidos antranílicos (meclofenamato, ácido mefenámico), naftilalanina (nabumetona)
y según su selectividad por las enzimas COX.

Existen dos isoformas principales de la COX: COX-1 y COX-2. Los AINEs pueden
ser no selectivos, inhibiendo ambas isoformas, o selectivos, inhibiendo
preferentemente una de ellas.

AINEs no selectivos, o clásicos: Estos fármacos inhiben tanto la COX-1 como la


COX-2. Dentro de este grupo se incluyen el ácido acetilsalicílico (aspirina),
ibuprofeno y naproxeno. Debido a su falta de selectividad, estos AINEs están
asociados con más efectos secundarios, particularmente gastrointestinales.
AINEs selectivos de COX-2: También conocidos como coxibs, estos fármacos
fueron desarrollados para minimizar los efectos secundarios gastrointestinales al
inhibir selectivamente la COX-2. Dentro de este grupo se incluyen celecoxib y
etoricoxib. Si bien presentan menos riesgo de complicaciones gastrointestinales,
pueden estar asociados con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares.

A pesar de las diferencias en su selectividad y estructura química, todos los AINEs


comparten ciertas características comunes. Todos inhiben la producción de
prostaglandinas, lo que les otorga propiedades antiinflamatorias, analgésicas y
antipiréticas. Además, los AINEs son comúnmente bien absorbidos por vía oral,
alcanzando altas concentraciones plasmáticas en pocas horas. Sin embargo, su
metabolización y excreción varían considerablemente, afectando su duración de
acción y el perfil de toxicidad.

Mecanismo de acción de los AINEs


El principal mecanismo de acción de los AINEs se enfoca en la inhibición de la
transformación de ácido araquidónico en prostaglandinas, prostaciclina y
tromboxano, mediante la inhibición de las enzimas ciclooxigenasa (COX), que
existen en dos formas: COX-1 y COX-2.
La COX-1 es una enzima constitutiva que se encuentra en la mayoría de los tejidos
(mucosa gástrica, plaquetas y riñones) y participa en la producción de
prostaglandinas que protegen la mucosa gástrica, regulan el flujo sanguíneo en los
riñones y agregan plaquetas. La inhibición de COX-1, por tanto, está asociada con
los efectos secundarios gastrointestinales, cardiovasculares y renales de los AINEs.
Por otro lado, la COX-2 (principal isoenzima asociada a la inflamación) se manifiesta
en menor cantidad de tejidos en circunstancias normales (sistema nervioso central,
riñón, y aparato reproductor), es una enzima inducible que se produce
principalmente en los sitios de inflamación y está involucrada en la síntesis de
prostaglandinas proinflamatorias. Los AINEs que inhiben preferentemente la COX-
2 fueron desarrollados para reducir la inflamación y el dolor sin los efectos adversos
gastrointestinales asociados con la inhibición de COX-1; sin embargo, la COX-2
interviene en distintos órganos; por lo que su inhibición puede provocar efectos
secundarios como alteraciones de las funciones renales, y del metabolismo
hidroelectrolítico.

Las prostaglandinas son compuestos proinflamatorios que también participan en la


mediación de la inflamación, el dolor y la fiebre. Los AINEs reducen la síntesis de
prostaglandinas al inhibir las enzimas COX, lo que disminuye la inflamación, el dolor
y la fiebre. Esta reducción en la síntesis de prostaglandinas también puede afectar
otras funciones corporales, como la regulación del flujo sanguíneo a los riñones y la
protección de la mucosa gástrica, lo que explica algunos de los efectos secundarios
de los AINEs, como la nefrotoxicidad y la ulceración gástrica.

Usos terapéuticos
Una de las aplicaciones terapéuticas más comunes de los AINEs es el alivio del
dolor, tanto agudo como crónico. Estos medicamentos son eficaces en el
tratamiento de diversas formas de dolor, incluyendo dolores de cabeza, dolores
musculares, artritis y dolor dental.

Los AINEs alivian el dolor al reducir la inflamación y bloquear la transmisión del dolor
en el sistema nervioso, siendo esta una acción indirecta puesto que actúan
disminuyendo las prostaglandinas que sensibilizan las terminaciones nerviosas, por
ejemplo, el ibuprofeno es comúnmente utilizado para tratar el dolor menstrual y el
dolor postoperatorio debido a su eficacia en reducir la inflamación y el dolor.

Otro uso importante de los AINEs es la reducción de la inflamación en una variedad


de condiciones médicas. Esto incluye enfermedades inflamatorias crónicas como la
artritis reumatoide, la osteoartritis y la espondilitis anquilosante. Los AINEs reducen
la inflamación al inhibir la producción de prostaglandinas proinflamatorias, lo que
puede disminuir la hinchazón, el enrojecimiento asociado con la inflamación. En la
artritis reumatoide, los AINEs pueden ser utilizados para reducir la inflamación y el
dolor en las articulaciones, mejorando la capacidad funcional y calidad de vida del
paciente

Los AINEs también se utilizan en el tratamiento de diversas enfermedades crónicas.


Además de la artritis reumatoide y la osteoartritis, los AINEs pueden utilizarse en
afecciones como la gota, el lupus eritematoso sistémico y la enfermedad
inflamatoria intestinal. Sin embargo, debido a los riesgos asociados con el uso
crónico de AINEs, como la nefrotoxicidad y las complicaciones gastrointestinales,
es importante el uso de estos medicamentos bajo supervisión médica y seguir las
recomendaciones de dosificación adecuadas.

Efectos adversos
Dado que los AINEs son fármacos con una alta eficacia para el tratamiento de
diversas afecciones, durante los últimos años se ha visto un aumento progresivo de
su uso, sobre todo en personas de edad avanzada; ocasionando una variedad de
efectos adversos en los pacientes, (especialmente gastrointestinales), provocando
que estos sean hospitalizados. La mayoría de las complicaciones se relacionan con
la inhibición de la síntesis de las prostaglandinas, haciendo que la posible toxicidad
aparezca en distintos niveles

Uno de los efectos secundarios más comunes y preocupantes de los AINEs es el


daño gastrointestinal. La inhibición de la COX-1 reduce la producción de
prostaglandinas que protegen la mucosa gástrica, lo que puede llevar a la formación
de úlceras, sangrado gastrointestinal y perforaciones. El riesgo relativo de estas
complicaciones tiene que ver con los distintos tipos de AINEs, por ejemplo, el
ketorolaco y piroxicam los de mayor riesgo, diclofenaco y naproxeno los de riesgo
intermedio e ibuprofeno a dosis bajas el de menor riesgo. Para moderar estos
riesgos, a menudo se recetan inhibidores de la bomba de protones (IBP) junto con
AINEs para proteger la mucosa gástrica.

Otro efecto secundario serio de los AINEs es el daño renal. Las prostaglandinas
también juegan un papel crucial en la regulación del flujo sanguíneo renal. La
inhibición de estas prostaglandinas puede llevar a una reducción en la perfusión
renal, disminuyendo la filtración glomerular y aumentando el riesgo de insuficiencia
renal aguda por dos causas principales; la isquémica, durante los primeros días del
tratamiento, relacionado con situaciones de disminución de volumen; y la nefritis
intersticial, que se manifiesta por piuria, hematuria, y proteinuria y aumento del nivel
sérico de creatinina. Los pacientes con antecedentes de enfermedades renales,
deshidratación o aquellos que toman otros medicamentos nefrotóxicos son
particularmente vulnerables a este efecto.

Contraindicaciones
El uso de AINEs está contraindicado en varias situaciones debido a los riesgos de
efectos secundarios graves. Por ejemplo, los pacientes con antecedentes de
úlceras gástricas, sangrado gastrointestinal o insuficiencia renal no deben utilizar
AINEs, o deben hacerlo solo bajo estricta supervisión médica. Además, se ha
demostrado que los AINEs pueden aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares,
como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.

Recomendaciones generales para el uso de AINES


Para reducir los riesgos y aumentar los beneficios de los AINEs, es crucial seguir
las recomendaciones de dosificación adecuadas. Los AINEs deben ser utilizados a
la dosis más baja eficaz y por el menor tiempo posible para reducir el riesgo de
efectos secundarios. Los médicos deben ajustar la dosis según las necesidades
individuales del paciente y tomar en cuenta factores como la edad, el peso, la
función renal y la presencia de otras condiciones médicas.

Los AINEs pueden interactuar con otros medicamentos, alterando su efectividad y


favoreciendo el riesgo de sufrir efectos secundarios. Por ejemplo, los AINEs pueden
interactuar con anticoagulantes como la warfarina, aumentando el riesgo de
sangrado. También pueden disminuir la efectividad de fármacos antihipertensivos
como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA). Por ello es
importante que los médicos tomen en cuenta todas las medicaciones que tiene
indicado un paciente antes de recetar un AINE para evitar interacciones adversas.

El uso a largo plazo de AINEs requiere seguimiento médico regular para monitorear
posibles efectos secundarios y ajustar el tratamiento según sea necesario. Esto
puede incluir análisis de sangre para evaluar la función renal y hepática, así como
exámenes para detectar signos de daño gastrointestinal. El seguimiento es
especialmente importante en pacientes con condiciones médicas preexistentes que
pueden aumentar el riesgo de complicaciones.
ENFERMEDADES GASTROINTESTINALES
Enfermedades inflamatorias
Las enfermedades inflamatorias del tracto gastrointestinal comprenden un grupo
diverso de afecciones que causan inflamación crónica en el sistema digestivo. Las
dos enfermedades inflamatorias intestinales más comunes son la enfermedad de
Crohn y la colitis ulcerosa.

La enfermedad de Crohn puede afectar cualquier parte del tracto gastrointestinal,


desde la boca hasta el ano, pero comúnmente se encuentra en la parte inferior del
intestino delgado y el colon. Los síntomas incluyen dolor abdominal, diarrea severa,
fatiga, pérdida de peso y malnutrición. Por otro lado, la colitis ulcerosa se limita al
colon y al recto, causando inflamación y úlceras en el revestimiento del colon. Los
síntomas comunes incluyen hematoquecia (diarrea con sangre), dolor abdominal, y
tenesmo (urgente necesidad de defecar).

Enfermedades infecciosas
Las enfermedades infecciosas gastrointestinales son causadas por patógenos
como bacterias, virus y parásitos. Algunas de las infecciones bacterianas más
comunes son causadas por Salmonella, Escherichia coli, y Clostridium difficile.
Estas bacterias se encuentran en alimentos contaminados y agua, transmitiéndose
a través del consumo de los mismos o mediante contacto persona a persona.

Las infecciones virales, como la gastroenteritis viral, pueden estar causadas por
varios virus, incluidos los norovirus y el rotavirus. Este tipo de infecciones suelen
propagarse rápidamente y son una causa común de brotes epidémicos,
especialmente en lugares confinados.

Los parásitos como Giardia lamblia y Entamoeba histolytica también pueden causar
infecciones gastrointestinales. Estas infecciones son especialmente predominantes
en áreas con malas condiciones de saneamiento y pueden ocasionar
complicaciones crónicas si no son tratadas adecuadamente.

Trastornos funcionales
Los trastornos funcionales del tracto gastrointestinal, como el síndrome del intestino
irritable (SII) y la dispepsia funcional, no están causados por infecciones ni
inflamación, estos trastornos se deben a una funcionalidad anormal del sistema
digestivo. El SII es uno de los trastornos gastrointestinales más comunes y se
caracteriza por síntomas como dolor abdominal, hinchazón y cambios en los hábitos
intestinales, que incluyen diarrea y estreñimiento. La dispepsia funcional se
manifiesta por medio de síntomas como dolor o incomodidad en la parte superior
del abdomen, hinchazón, saciedad temprana y náuseas.

Medicamentos antiinflamatorios
Corticoides
Los corticoides son una clase de medicamentos antiinflamatorios utilizados en el
tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias del tracto gastrointestinal,
como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Estos medicamentos, como la
prednisona y la budesonida, actúan suprimiendo la respuesta inmune del cuerpo y
reduciendo la inflamación en los tejidos afectados.

Aminosalicilatos
Los aminosalicilatos, como la mesalazina y la sulfasalazina, son otra clase de
medicamentos utilizados en el tratamiento de la colitis ulcerosa y, en menor medida,
de la enfermedad de Crohn. Actúan reduciendo la inflamación en el revestimiento
del intestino y tienen menos efectos secundarios en comparación con los
corticoides, lo que permite su uso prolongado.

Inmunosupresores
Los inmunosupresores, como la azatioprina, la mercaptopurina y el metotrexato, se
utilizan para el tratamiento a largo plazo de enfermedades inflamatorias intestinales,
especialmente en pacientes que no responden adecuadamente a otros
tratamientos. Estos medicamentos reducen la actividad del sistema inmune,
disminuyendo así la inflamación crónica en el tracto gastrointestinal.

Tratamientos para infecciones gastrointestinales


Antibióticos
Los antibióticos son esenciales en el tratamiento de infecciones bacterianas del
tracto gastrointestinal. En enfermedades como la infección por Clostridium difficile,
el uso de antibióticos como la vancomicina y el metronidazol es fundamental para
eliminar la bacteria y aliviar los síntomas. Asimismo, infecciones por Salmonella o
Escherichia coli pueden requerir tratamiento antibiótico en casos severos o cuando
hay riesgo de complicaciones. Sin embargo, el uso inadecuado o excesivo de
antibióticos puede llevar a la resistencia bacteriana.

Antivirales
Los antivirales se utilizan principalmente en infecciones gastrointestinales causadas
por virus, como los norovirus y rotavirus. La mayoría de estas infecciones suelen
ser eliminadas por el sistema inmunológico del organismo sin la necesidad de
tratamiento antiviral específico, sin embargo, en casos graves o en pacientes
inmunocomprometidos, el uso de antivirales es necesario para tratar las infecciones
gastrointestinales

Antiparasitarios
Las infecciones parasitarias gastrointestinales, como las causadas por Giardia
lamblia y Entamoeba histolytica, son tratadas con medicamentos antiparasitarios
específicos. El metronidazol y la nitazoxanida son ejemplos de fármacos utilizados
para tratar la giardiasis, mientras que la amebiasis puede tratarse con metronidazol
y posteriormente un amebicida luminal para eliminar los quistes del colon.

Medicamentos para trastornos funcionales


Laxantes
Los laxantes son una categoría de medicamentos utilizados para tratar el
estreñimiento. Estos pueden clasificarse en varias categorías según su mecanismo
de acción, incluido los formadores de masa, osmóticos, y estimulantes.

Los laxantes formadores de masa, como el psyllium, funcionan aumentando el


contenido de fibra en el intestino, lo que ayuda a formar heces más voluminosas y
facilita su paso. Los laxantes osmóticos, como el polietilenglicol, atraen agua al
intestino, lo que ablanda las heces y facilita su evacuación. Los laxantes
estimulantes, como el bisacodilo, actúan estimulando la motilidad intestinal para
promover el movimiento de las heces a través del colon.

Antidiarreicos
Los antidiarreicos son utilizados para tratar la diarrea. La loperamida es uno de los
medicamentos antidiarreicos más comúnmente utilizados. Funciona ralentizando el
movimiento intestinal, permitiendo así que el intestino absorba más agua y
electrolitos, lo que resulta en heces más firmes.

Antiespasmódicos
Los antiespasmódicos se utilizan para aliviar el dolor y la incomodidad abdominal
en pacientes con trastornos funcionales del tracto gastrointestinal, como el
síndrome del intestino irritable. Medicamentos como la diciclomina y la hiosciamina
actúan relajando los músculos lisos del intestino, reduciendo así los espasmos y el
dolor.

ENFERMEDADES CARDÍACAS
Cardiopatía isquémica
La cardiopatía isquémica, también conocida como enfermedad coronaria, es una
condición en la que el suministro de sangre al corazón se ve reducido debido a la
acumulación de placas en las arterias coronarias. Esta disminución en el flujo
sanguíneo puede causar angina y, en casos severos, infartos de miocardio. Los
tratamientos farmacológicos se enfocan en aliviar los síntomas y prevenir
complicaciones.

Insuficiencia cardíaca
La insuficiencia cardíaca es una condición en la cual el corazón no puede bombear
suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo. Se trata mediante una
combinación de medicamentos que ayudan a disminuir la carga de trabajo del
corazón y mejorar su eficiencia. El tratamiento se enfoca en reducir los síntomas,
prevenir la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente.

Arritmias
Las arritmias son trastornos del ritmo cardíaco que pueden ser inofensivos o
potencialmente mortales. Entre las más comunes se encuentran la fibrilación
auricular y las taquicardias ventriculares. El tratamiento farmacológico es
fundamental para regular el ritmo cardíaco y prevenir complicaciones graves como
accidentes cerebrovasculares.

Fármacos utilizados en el tratamiento


Betabloqueantes
Los betabloqueantes son comúnmente utilizados para tratar diversas enfermedades
cardíacas debido a su capacidad para reducir la frecuencia y la fuerza de los latidos
del corazón, lo cual disminuye la demanda de oxígeno del corazón y previene
arritmias. El metoprolol y el carvedilol, son los principales fármacos utilizados.

Inhibidores de la ECA
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) son esenciales en
el tratamiento de la insuficiencia cardíaca y la hipertensión. Actúan bloqueando la
conversión de angiotensina I en angiotensina II, un potente vasoconstrictor. Esto
ayuda a reducir la presión arterial y la carga de trabajo del corazón, mejorando así
su funcionamiento.

Anticoagulantes
Los anticoagulantes, como la warfarina y el apixaban, son cruciales en la prevención
de la formación de coágulos sanguíneos que pueden provocar accidentes
cerebrovasculares y embolias pulmonares. Estos medicamentos son especialmente
importantes para pacientes con fibrilación auricular y otras arritmias que aumentan
el riesgo de coágulos.

Mecanismos de acción de los fármacos


Reducción de la presión arterial
Los betabloqueantes y los inhibidores de la ECA ayudan a reducir la presión arterial
de formas distintas. Los betabloqueantes disminuyen la frecuencia cardíaca y la
capacidad de contracción, mientras que los inhibidores de la ECA bloquean la
formación de angiotensina II, reduciendo así la vasoconstricción y la retención de
sodio y agua.
Disminución del ritmo cardíaco
Los betabloqueantes son eficaces en la disminución del ritmo cardíaco al bloquear
los receptores beta-adrenérgicos. Esto reduce la carga de trabajo del corazón y
previene la aparición de arritmias, mejorando la eficiencia cardíaca.

Prevención de coágulos sanguíneos


Los anticoagulantes interfieren con diversas etapas de la coagulación, lo que impide
la formación de coágulos en el sistema circulatorio. La warfarina, por ejemplo, inhibe
la síntesis de factores de coagulación dependientes de la vitamina K, mientras que
los anticoagulantes orales directos (DOAC) como el apixaban inhiben directamente
factores específicos de la coagulación.

Efectos secundarios y manejo


Hipotensión y mareos
La hipotensión es un efecto secundario común de los betabloqueantes y los
inhibidores de la ECA. Los pacientes pueden experimentar mareos, especialmente
al ponerse de pie rápidamente. Es crucial monitorear la presión arterial y ajustar la
dosis según sea necesario para minimizar estos efectos.

Tos seca y fatiga


Los inhibidores de la ECA pueden causar tos seca en algunos pacientes debido a
la acumulación de bradiquinina. Además, tanto los betabloqueantes como los
inhibidores de la ECA pueden provocar fatiga. En estos casos, puede ser necesario
cambiar a un medicamento alternativo o ajustar la dosis.

Riesgo de sangrado
El uso de anticoagulantes conlleva un riesgo significativo de sangrado,
especialmente en personas mayores o con antecedentes de ulceraciones
gastrointestinales. La monitorización regular del tiempo de protrombina (INR) y el
ajuste de la dosis son cruciales para minimizar este riesgo y garantizar una terapia
segura.

ENFERMEDADES PULMONARES
Definición y características del asma y la EPOC
Las enfermedades respiratorias abarcan una variedad de trastornos que afectan el
sistema respiratorio, incluyendo los pulmones y las vías aéreas, pudiendo ser
agudas o crónicas. Estas enfermedades pueden ser causadas por infecciones,
exposición a contaminantes, o factores genéticos.
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica caracterizada por la hiperrespuesta
bronquial y obstrucción variable del flujo aéreo; por otra parte, la Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es un término que describe un grupo de
enfermedades pulmonares que bloquean el flujo de aire y dificultan la respiración.
Las dos principales afecciones que componen la EPOC son la bronquitis crónica,
que implica una tos prolongada con moco, y el enfisema, que resulta en la
destrucción de los alvéolos pulmonarias. Ambas condiciones provocan una
disminución significativa en la función pulmonar, causando disnea, tos y una
producción excesiva de esputo.

Impacto en la calidad de vida


La EPOC afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes, limitando su
capacidad física y provocando fatiga constante. Las actividades diarias, como
caminar, subir escaleras o hacer tareas domésticas, pueden volverse
extremadamente arduas. Esta enfermedad no solo impacta físicamente, sino
también emocionalmente, aumentando la aparición de ansiedad y depresión entre
los pacientes.

Estadísticas de prevalencia
A nivel mundial, la EPOC es una de las principales causas de morbilidad y
mortalidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay
aproximadamente 65 millones de personas con EPOC moderada a grave en el
mundo. En muchos países, la EPOC es la cuarta causa principal de muerte, y se
espera que su prevalencia aumente en las próximas décadas debido al
envejecimiento progresivo de la población y la continua exposición a factores de
riesgo como el tabaquismo.

Clasificación de medicamentos para la EPOC


Broncodilatadores
Los broncodilatadores son el pilar central en el tratamiento de la EPOC. Estos
medicamentos ayudan a relajar los músculos alrededor de las vías respiratorias,
facilitando la respiración y mejorando la ventilación pulmonar. Se pueden clasificar
en agonistas beta-2 y anticolinérgicos, estos son administrados generalmente
mediante inhaladores.

Corticoides
Los corticoides se utilizan para reducir la inflamación de las vías respiratorias.
Aunque no son el tratamiento principal para todos los pacientes con EPOC, se
prescriben comúnmente durante exacerbaciones agudas de la enfermedad para
controlar la inflamación y prevenir el deterioro adicional de la función respiratoria.

Broncodilatadores: Tipos y usos


Agonistas beta-2 de acción corta
Los agonistas beta-2 de acción corta, como el salbutamol, se utilizan para el alivio
rápido de los síntomas agudos de la EPOC. Estos medicamentos son eficaces en
minutos y su efecto puede durar varias horas.

Agonistas beta-2 de acción larga


Los agonistas beta-2 de acción larga, como el salmeterol y el formoterol, se utilizan
para el mantenimiento a largo plazo del control de la EPOC. Estos medicamentos
se administran generalmente dos veces al día y proporcionan alivio sintomático
durante 12 horas o más.

Anticolinérgicos
Los anticolinérgicos, como el bromuro de tiotropio, funcionan bloqueando los
receptores muscarínicos en las vías respiratorias, reduciendo así la contracción del
músculo liso y facilitando la respiración. Pueden ser de acción corta o larga, al igual
que los agonistas beta-2.

Corticoides: Función en el tratamiento


Corticoides inhalados
Los corticoides inhalados, como la budesonida y la fluticasona, se utilizan para el
manejo a largo plazo de la inflamación en las vías respiratorias. Aunque su uso
principal está en el asma, en la EPOC se emplean especialmente en combinaciones
con broncodilatadores en pacientes con exacerbaciones frecuentes.

Corticoides sistémicos
Los corticoides sistémicos, como la prednisona, se utilizan en forma de tabletas o
inyecciones para tratar exacerbaciones graves de la EPOC. Aunque son eficaces
en reducir la inflamación, su uso prolongado está relacionado con una variedad de
efectos secundarios significativos, limitando su aplicación a corto plazo.

Inhibidores de la fosfodiesterasa-4
Mecanismo de acción
Los inhibidores de la fosfodiesterasa-4, como el roflumilast, actúan aumentando los
niveles de AMP cíclico dentro de las células, lo que conlleva a la disminución de la
respuesta inflamatoria en las vías respiratorias. El uso de estos medicamentos es
considerado cuando otras terapias no son suficientes.

Efectos secundarios posibles


Los inhibidores de la fosfodiesterasa-4 pueden provocar efectos secundarios
comunes como la diarrea, la pérdida de peso y náuseas. Por lo tanto, la evaluación
cuidadosa de los beneficios y riesgos que puede provocar en el paciente es crucial
antes de iniciar el tratamiento.

Terapias combinadas en el manejo de la EPOC


Combinación de broncodilatadores y corticoides
Las terapias combinadas, que incluyen broncodilatadores de acción larga y
corticoides inhalados, son una estrategia en el manejo de la EPOC, que pueden
mejorar la función pulmonar, reducir las exacerbaciones y mejorar la calidad de vida
de los pacientes.

Medicamentos de rescate y mantenimiento


Los medicamentos de rescate, como los agonistas beta-2 de acción corta, se utilizan
para el alivio rápido de síntomas agudos. Mientras que, los medicamentos de
mantenimiento, que incluyen broncodilatadores de acción larga y corticoides
inhalados, se utilizan para el control a largo plazo de la EPOC.

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