Tema 3. La Diversidad Hídrica, Vegetal y Edáfica
Tema 3. La Diversidad Hídrica, Vegetal y Edáfica
Tema 3. La Diversidad Hídrica, Vegetal y Edáfica
2. LA DIVERSIDAD VEGETAL
2.1. LA VEGETACIÓN Y LAS REGIONES FLORALES
La vegetación o flora es el conjunto de especies vegetales de un territorio. Está integrada por
formaciones vegetales o grupos de vegetación individualizados por su tamaño y por su
fisonomía. Los tres tipos básicos son el bosque, el matorral y el prado.
En la Tierra, la vegetación se distribuye en grandes conjuntos florísticos, denominados, reinos
florales, subdivididos en regiones. España forma parte del reino holártico, que comprende las
tierras continentales al norte del trópico de Cáncer. La Península incluye tres regiones
florales: la región boreoalpina (zonas más elevadas de los Pirineos y de la cordillera
Cantábrica); la región eurosiberiana (norte peninsular y algunos sectores de los sistemas
Central e Ibérico); y la región mediterránea (resto de la Península). Las islas Baleares forman
parte de la región mediterránea, y las islas (Canarias) de la región macaronésica.
2.2. FACTORES DE LA DIVERSIDAD VEGETAL
La vegetación española cuenta con unas 6000 especies. Esta diversidad resulta de la
variedad de factores que inciden sobre ella:
- Los factores físicos son la diversidad del clima, pues cada planta requiere unas
condiciones específicas de temperatura y precipitación. La diversidad del relieve, que
propicia especies diferentes en función de la altura, y de la orientación de las vertientes a
barlovento/sotavento del viento dominante, o en la solana/umbría. Y la variedad de suelos,
dado que cada especie prefiere un tipo concreto. A la diversidad vegetal de España
colaboran también la posición de puente de la Península y la originalidad de la vegetación
canaria, motivada por la insularidad. Cuando la vegetación de una zona resulta
exclusivamente de la incidencia de factores naturales se denomina clímax o potencial.
- Los factores humanos se manifiestan en la degradación de la cubierta vegetal existente, o
en la introducción de especies foráneas interesantes por su aprovechamiento agrario o por
su valor económico (especies de repoblación). Cuando la vegetación de una zona es el
resultado de la intervención humana se denomina vegetación secundaria.
2.3. LOS PAISAJES VEGETALES DE ESPAÑA
Las formaciones vegetales se disponen en comunidades, cuyo conjunto constituye el paisaje
vegetal de un área. Dado que el clima ejerce una influencia decisiva sobre la vegetación,
estudiaremos los paisajes vegetales de España por bioclimas, es decir, por áreas dotadas de
una cierta homogeneidad interna en cuanto a su clima y vegetación.
2.3.1. EL PAISAJE VEGETAL DE CLIMA OCEÁNICO
Corresponde a la región floral eurosiberiana. Sus formaciones vegetales características son
el bosque caducifolio, la landa y el prado.
a) El bosque caducifolio
El bosque caducifolio es denso. Está constituido por árboles altos, con tronco recto y liso, y
hoja grande y caduca. En el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío
causado por las copas de los
árboles, que se sitúan próximas entre sí, impidiendo que llegue mucha luz al suelo. Las
especies más características son el roble y el haya, que pueden aparecer formando grandes
masas específicas o mixtas.
- El haya exige gran humedad, tolera mal el calor y muy bien el frío, por lo que es un
árbol de montaña, que prefiere los suelos calizos, aunque tolera los silíceos. Su
madera, dura y de buena calidad, se emplea para elaborar muebles y utensilios. Su
área principal está en la cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro.
- El roble exige menos humedad que el haya, y tolera mal el calor y el excesivo frío,
por lo que se sitúa a alturas más bajas. Prefiere suelos silíceos. Su madera, dura, se
emplea para la construcción y para fabricar muebles y barcos. Las áreas más extensas
de roble se encuentran en Galicia y en la cordillera Cantábrica.
- El bosque marcescente de rebollo y quejigo es propio del clima oceánico de
transición. Es menos denso y de árboles menos altos, que mantienen sus hojas secas
hasta el nacimiento del nuevo brote para proteger las yemas del frío. Sus bellotas se
usan para la alimentación del ganado.
La acción humana ha supuesto cambios en la vegetación natural:
- La reducción de la extensión del bosque por la pérdida de sus usos tradicionales
(la leña y el carbón vegetal en la calefacción rural y la madera para la fabricación de
aperos); las quemas incontroladas para obtener pastos; y los incendios forestales.
- La introducción de especies secundarias de aprovechamiento agropecuario, como
el castaño, que ha ganado terreno a costa del roble por el uso de su fruto y de su
madera.
- Las repoblaciones con árboles de crecimiento rápido y buen aprovechamiento
económico, como el pino (madera y resina) y el eucalipto (celulosa y pasta de papel).
Estas repoblaciones han sido muy criticadas porque las hojas de ambos árboles
colaboran a la acidificación y al empobrecimiento del suelo y son especies que arden
con más facilidad en caso de incendio.
b) La landa y los prados
La landa es una vegetación densa de matorral, cuya altura puede ser baja o alcanzar los
cuatro metros. Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama o genista. La
landa aparece como degradación del bosque caducifolio o como vegetación supraforestal.
Suele usarse para cama de animales y luego como abono.
Los prados son una vegetación herbácea que ocupa grandes extensiones de terreno en los
paisajes oceánicos. Se usan como alimento del ganado.
2.3.2. EL PAISAJE VEGETAL DE CLIMA MEDITERRÁNEO
Corresponde a la región floral mediterránea. Sus formaciones vegetales características son
el bosque perennifolio y el matorral: la maquia, la garriga y la estepa.
Estas formaciones xerófilas* se han adaptado a la sequía estival. Así, desarrollan raíces muy
extendidas en superficie o en profundidad para captar el agua. Poseen hojas perennes y
esclerófilas (duras y coriáceas), con diversos sistemas para disminuir la transpiración:
pequeño tamaño; pilosidades; revestimientos de resina, cera o goma; formación de espinas.
a) El bosque perennifolio
Es un bosque poco denso. Lo forman árboles de mediana altura, con tronco sinuoso, grueso
y rugoso, y hoja perenne. Sus ramas crean copas globulares y amplias, que proyectan sombra
sobre el suelo para mitigar la insolación y la evaporación. Posee un rico sotobosque, con
especies como el piorno o la retama, ya que los árboles se sitúan algo apartados unos de
otros y la luz penetra con facilidad. Las especies más características son:
- La encina es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos, por lo que es el
árbol más típico y extendido del clima mediterráneo. Su madera, muy dura y resistente,
se empleaba tradicionalmente para elaborar ruedas, carpintería exterior, utensilios y
carbón; y su fruto, la bellota, para alimentar al ganado. Los bosques mejor
conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de
Guadarrama.
- El alcornoque necesita cierta precipitación (más de 500 mm/año), inviernos suaves,
y suelos silíceos. Su madera, muy dura, se aprovecha para la realización de toneles y
barcos, y su corteza, para la obtención de corcho. Se concentra en el suroeste
peninsular, en sectores del sur de Andalucía (de Cádiz a Málaga), en el noreste de
Cataluña y en Castellón.
La acción humana ha supuesto cambios en la vegetación natural:
- La reducción de la extensión del bosque por la pérdida de muchos de sus usos
tradicionales; el obstáculo que representan los árboles para la mecanización agraria y
para el regadío móvil; y los incendios forestales.
- La modificación para uso agropecuario mediante el sistema de la dehesa.
Consiste en aclarar el bosque de encina y alcornoque y combinar su conservación y
la protección del suelo por los árboles, con el aprovechamiento agroforestal del fruto,
la leña, la madera o la corteza de los árboles; la práctica de la ganadería y del cultivo;
y otros usos, como la caza.
- Las repoblaciones con pino se han extendido por amplias zonas. Se valora su
adaptación a condiciones climáticas extremas (frio, calor, aridez y humedad) y a
suelos diversos; su rápido crecimiento; y el aprovechamiento económico de su resina
y de su madera para la construcción, la elaboración de muebles, el aglomerado y la
pasta de papel.
b) El matorral
El matorral mediterráneo no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del
bosque por el ser humano. Presenta tres tipos caracteristicos: la maquia, la garriga y la
estepa.
- La maquia es una formación arbustiva de más de dos metros de altura, muy densa y
casi impenetrable. Sus especies principales son la jara, el brezo, el lentisco y la
retama.
- La garriga está formada por arbustos y matorrales de poca altura, que dejan algunas
zonas sin cubrir. Entre sus especies destacan el tomillo, el romero y el espliego.
- La estepa está formada por hierbas bajas, entremezcladas con arbustos espinosos,
bajos y discontinuos, que dejan al descubierto suelos pobres. Sus especies principales
son el palmito, el tomillo, el esparto y la esparraquera. La estepa es propia de las
zonas semiáridas del sureste peninsular y del valle del Ebro, donde la sequía impide
el crecimiento de los árboles y de las zonas donde la garriga ha sido degradada por
la acción humana.
El matorral mediterráneo tiene diversos usos: en perfumería; en la medicina natural o en la
industria farmacéutica; como condimento gastronómico; y para la fabricación de escobas,
esteras, cuerdas y cestos.
2.3.3. EL PAISAJE VEGETAL DE RIBERA
En las riberas de los ríos, el suelo se impregna de humedad, por lo que su vegetación tiene
rasgos diferentes a la de su entorno, especialmente en las zonas de clima seco. La presencia
constante de agua hace que solo puedan vivir allí ciertas especies, que se disponen en franjas
paralelas al río, desde las que están en contacto semipermanente con el agua hacia el
exterior.
Los bosques de ribera están formados por especies como el aliso y el sauce (cuyas raíces
necesitan estar en el agua); el chopo, el álamo y el fresno (solo requieren humedad en el
extremo inferior de las raíces); y el olmo, menos exigente en humedad. Algunos de esos
árboles, de crecimiento rápido y madera blanda, como el chopo o el sauce, se usan para
armazones y embalajes. Junto a los bosques crecen juncos y matorrales, como el cornejo, el
aligustre, la madreselva, las zarzamoras y los rosales silvestres.
La acción humana ha reducido la extensión de los bosques de ribera, al alterar los márgenes
y los cauces fluviales para implantar cultivos, urbanizaciones o canalizaciones. Este hecho
ha supuesto una grave pérdida, sobre todo en la España seca, debido a su importancia
paisajística -contraste entre su vegetación y la del entorno--; y a sus beneficios ecológicos:
mitiga la erosión, el riesgo de inundación y la evaporación, y suaviza la temperatura.
2.3.4. EL PAISAJE VEGETAL DE MONTAÑA
En la montaña, la vegetación se dispone en pisos con formaciones vegetales distintas según
la latitud, la altitud y la orientación (barlovento/sotavento; solana/umbría). En general se
suceden el bosque hasta la zona donde la temperatura media anual alcanza los 10 °C; los
matorrales a partir de la altura donde el frío impide el crecimiento de los árboles; los prados
y pastizales de hierbas y matas enanas en las zonas cubiertas por la nieve muchos meses;
y las plantas rupícolas adaptadas a vivir sobre las rocas o en el interior de sus grietas y
fisuras (líquenes y musgos).
a) La montaña alpina o pirenaica está representada por los Pirineos. Tiene cuatro pisos
vegetales:
- El piso basal (hasta 1 200 metros) incluye sucesivamente encinas, robles o quejigos,
y hayas.
- El piso subalpino (entre 1 200-2 400 metros) reúne coníferas naturales, como el pino
silvestre, el abeto, y el pino negro. El abeto puede formar bosques mixtos con el haya.
El sotobosque está constituido por arbustos, como el rododendro y el arándano.
- El piso alpino (entre 2400-3 000 metros) es el dominio del prado y el pastizal.
También abundan los sectores de roca desnuda y los canchales, donde crecen
pequeñas plantas rupícolas.
- El piso nival (por encima de 3000 metros) tiene espacios de topografía algo plana o
de pendiente reducida donde la nieve se mantiene todo el año y no existe vegetación;
y espacios de fuerte inclinación, donde la nieve desaparece cierto tiempo y crecen
pequeñas plantas rupícolas.
b) La montaña atlántica está representada por la vertiente norte de la cordillera Cantábrica.
En ella se suceden un piso basal forestal de bosque caducifolio; un piso supraforestal de
landa; y una cima con prados.
c) La montaña mediterránea incluye las montañas del resto de la Península y de las islas
Baleares. En ella se suceden un piso basal forestal de bosque perennifolio (precedido de
maquia en las montañas más meridionales) y de bosque caducifolio y/o pinares a mayor
altitud; y un piso supraforestal de maquia o garriga (que incluye matorral almohadillado
espinoso en las montañas más meridionales). Los prados solo aparecen en las cimas más
elevadas o en las umbrías.
La acción humana ha reducido los bosques de montaña en favor de usos agropecuarios
(pastos en la montaña atlántica, o cultivos en la mediterránea -almendro, olivo, vid-) y de la
extensión de los bosques de repoblación con buen rendimiento económico. En otros casos,
la degradación o desaparición del bosque ha provocado su sustitución por el matorral.
3.3.5. EL PAISAJE VEGETAL DE CANARIAS
Corresponde a la región floral macaronésica de la que proceden las especies autóctonas, a
las que los sucesivos pobladores incorporaron especies mediterráneas europeas y africanas
y especies americanas. Además, por su situación insular, desempeñan un gran papel los
endemismos (formaciones vegetales propias y exclusivas) y las reliquias (formaciones
vegetales propias de épocas geológicas pasadas con un clima distinto, que han sobrevivido
en enclaves muy reducidos). El resultado es una riqueza vegetal extraordinaria, sobre todo
en las islas con relieve montañoso, en las que se suceden los siguientes pisos vegetales.
- El piso basal (desde el nivel del mar hasta los 300-500 metros). Incluye plantas que
soportan la sal (halófilas) y la arena (psamófilas) como la barrilla; y una elevada aridez, caso
de los matorrales ralos y ásperos, como el cardón y la tabaiba.
- El piso intermedio (entre 200-800 metros). Está condicionado por el aumento de la
humedad y el descenso térmico, que permiten el crecimiento de palmeras, dragos y sabinas.
- El piso termocanario (entre 800-1 200 metros). La vegetación se adapta al mar de nubes
o niebla causada por el alisio que aporta gran humedad, mayor refrescamiento y menor
insolación. Incluye dos originales formaciones de bosque: la laurisilva, muy denso y con
más de 20 especies, y el fayal-brezal, resultante de la degradación de la laurisilva por la
acción humana.
- El piso canario (entre 1 200-2 200 metros). Al quedar por encima del mar de nubes, la
vegetación debe adaptarse a la aridez y al frío. Está dominada por el bosque de coníferas,
cuya especie principal es el pino canario, que a mayor altitud da paso al cedro canario.
- El piso supracanario (por encima de 2200 metros) solo está presente en Tenerife y La
Palma. Está ocupado por matorrales (codeso, retama) y matillas dispersas de gran riqueza
florística (violetas del Teide).
La acción humana se ha manifestado en el retroceso de la vegetación en las zonas bajas y
en las medianías por la implantación de urbanizaciones turísticas y cultivos; y en las áreas de
bosque, dada la escasez de madera del archipiélago.