Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Tema 3. La Diversidad Hídrica, Vegetal y Edáfica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

TEMA 3.

LA DIVERSIDAD HÍDRICA, VEGETAL Y EDÁFICA


1. LA DIVERSIDAD HÍDRICA
España cuenta con una destacada diversidad hídrica, que incluye aguas superficiales y
subterráneas. Ambas pueden ser corrientes, como los ríos y arroyos; o estancadas, como los
lagos, y humedales. La rama de la geografía dedicada al estudio de las aguas es la
hidrografía.
1.1 LOS RÍOS PENINSULARES
Un río es una corriente continua de agua que discurre por un cauce. En la Península, los ríos
desembocan habitualmente en el mar o en otro río, si se trata de afluentes.
1.1.1. FACTORES DE LA DIVERSIDAD FLUVIAL
Los ríos peninsulares están condicionados por diversos factores que influyen en la
organización de las cuencas y vertientes hidrográficas y en el caudal.
- El relieve y la topografía influyen en la organización de las cuencas y las vertientes
hidrográficas, que se separan por unidades del relieve. En la erosión de los ríos, que
aumenta con la inclinación del terreno. En el régimen fluvial, dado que la altura del relieve
determina la aportación o no de precipitación nival. Y en las obras hidráulicas, como los
embalses, que se ven favorecidas por la topografía abrupta aunque, por esta misma razón,
su construcción resulta cara.
- El roquedo más o menos permeable determina la escorrentía*, es decir, la circulación
superficial o subterránea del agua.
- El clima tiene gran influencia. Las precipitaciones determinan el caudal de los ríos y sus
variaciones a lo largo del año. Las temperaturas inciden en la mayor o menor evaporación
del agua.
- La vegetación aminora la evaporación al dar sombra; reduce la erosión al frenar la fuerza
del agua; y disminuye el riesgo de inundaciones, al retrasar la incorporación del agua de
precipitación al cauce fluvial.
- La acción humana realiza obras, como los embalses, para el abastecimiento de agua, el
suministro eléctrico y la regularización del caudal, que modifican los regímenes fluviales
naturales adaptándolos a las necesidades humanas.
1.1.2. LAS CUENCAS FLUVIALES Y LAS VERTIENTES HIDROGRÁFICAS
a) La cuenca fluvial es el territorio que drena o evacúa sus aguas naturales a un río principal
que las conduce hasta el mar.
Las cuencas fluviales peninsulares se caracterizan por estos rasgos:
- Se encuentran separadas por divisorias de aguas, formadas por las cumbres de los
relieves montañosos que las delimitan. Estas cuencas son: cuencas del Cantábrico,
Galicia Costa, Miño-Sil, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Tinto-Odiel-Piedras,
Guadalete-Barbate, cuencas internas de Cataluña, Ebro, Júcar, Segura y cuenca
mediterránea andaluza.
- Dentro de la cuenca, las aguas circulan por un cauce o lecho y forman una red
organizada jerárquicamente, desde los subafluentes y los afluentes hasta llegar al río
principal.
b) Una vertiente hidrográfica es el conjunto de cuencas cuyas aguas vierten en el mismo
mar. En la Península existe una gran disimetría entre las vertientes atlántica-cantábrica y
mediterránea a causa de la inclinación de la Meseta hacia el oeste a partir del sistema
Ibérico. Así, en la vertiente atlántica desembocan el 69% de los ríos peninsulares, y en la
mediterránea, el 31 % restante.
- Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos, ya que nacen en montañas cercanas
a la costa. Tienen gran fuerza erosiva, dado que salvan un gran desnivel entre su
nacimiento y su desembocadura. Esta erosión sería aún mayor si las laderas de los
relieves que atraviesan no estuvieran protegidas por la vegetación. Los ríos
cantábricos son caudalosos y de régimen bastante regular gracias a la abundancia y
a la constancia de las precipitaciones. Aprovechando estas circunstancias y la
topografía abrupta, se han construido pantanos destinados a la producción
hidroeléctrica.
- Los ríos de la vertiente atlántica, excepto los de las pequeñas cuencas gallegas y
andaluzas, son largos, al nacer cerca del Mediterráneo y desembocar en el Atlántico.
Su fuerza erosiva es escasa, dado que discurren por llanuras en las que apenas se
hunden, pero forman barrancos en los desniveles. Su caudal es abundante, dado que
poseen numerosos afluentes, pero su régimen es irregular. Presentan estiaje en
verano coincidiendo con el mínimo de precipitación y crecidas con las lluvias de otoño
y primavera.
- Los ríos de la vertiente mediterránea, excepto el Ebro, son cortos, dado que nacen
en montañas próximas al mar. Por este motivo erosionan violentamente las laderas
deforestadas. Su caudal es escaso debido a las reducidas precipitaciones y su
régimen es muy irregular. Presentan acusado estiaje en verano (muy prolongado en
los ríos más meridiona- les) y pueden sufrir crecidas catastróficas en otoño originadas
por lluvias torrenciales. Como consecuencia, ha sido necesario construir embalses
para regularizar el caudal y suministrar agua a los núcleos de población, a la
agricultura y a la industria.
En la vertiente mediterránea son también frecuentes los torrentes, cursos intermitentes que
solo llevan agua cuando llueve. Gran parte del año sus cauces o ramblas permanecen secos.
1.1.3. EL CAUDAL Y EL RÉGIMEN FLUVIAL
a) El caudal es la cantidad de agua que pasa en un segundo por un punto dado del río. Se
mide en m3/s en estaciones de aforo instaladas en diversos puntos de su curso. El caudal
relativo es la relación entre el caudal medio anual y la superficie de la cuenca y se expresa
en l/s/km2. El caudal experimenta variaciones.
- A lo largo del recorrido del río, el tramo con mayor caudal suele ser la
desembocadura, donde se acumulan las aportaciones de los diversos afluentes;
excepto en los casos donde hay fuerte evaporación, infiltración, o un elevado consumo
humano. En la Península, los ríos más caudalosos son el Duero, el Ebro y el Tajo
- A lo largo del tiempo, el caudal puede presentar irregularidad anual, con crecidas o
estiajes más o menos acusados, e irregularidad interanual. En la Península, los ríos
más regulares son los de la vertiente cantábrica, y los más irregulares, los de la
vertiente mediterránea.
b) El régimen fluvial es la variación estacional del caudal de un río. Depende de la distribución
de las precipitaciones y de la importancia de la precipitación nival. En función de ambas se
distinguen ríos con régimen nival, pluvial o mixto.
- Los ríos con régimen nival nacen en la alta montaña, donde son frecuentes las
nevadas. Su caudal máximo se da en primavera, con el deshielo; y el mínimo en
invierno, al quedar retenida la precipitación en forma de nieve o de hielo en las
montañas.
- Los ríos con régimen pluvial solo dependen de las precipitaciones. Por tanto, su
caudal refleja los máximos y los mínimos de estas en cada zona climática.
- Los ríos con régimen mixto pueden ser nivo-pluviales o pluvio-nivales, según
predomine la influencia de la nieve o de las precipitaciones.
1.1.4. BALEARES Y CANARIAS
Baleares y Canarias carecen de ríos propiamente dichos. Poseen arroyos o corrientes de
agua de escaso caudal, alimentados por manantiales. En Canarias, la sobreexplotación de
los acuíferos ha supuesto que apenas existan arroyos permanentes en la actualidad.
Los torrentes también son frecuentes en ambos archipiélagos.
1.2. LAS ZONAS HÚMEDAS: LAGOS Y HUMEDALES
Las zonas húmedas -lagos y humedales- agua, procedente de las precipitaciones, de los ríos,
o de los acuíferos.
España cuenta con numerosos lagos (2474) y humedales (2559). No obstante, muchos son
de reducidas dimensiones, tienen carácter estacional,
y ven amenazada su existencia por causas naturales, como la colmatación por los aportes de
los ríos o de las tierras de los alrededores; o por causas humanas, como la extracción de
agua para el riego, el vertido de escombro o la desecación por considerarlos espacios
insalubres.
1.2.1. LOS LAGOS
Los lagos son masas naturales de agua acumuladas en zonas deprimidas, que alcanzan
cierta profundidad (10-15 metros).
En España no son tan grandes como los europeos, por lo que algunos reciben popularmente
la denominación de lagunas. Sin embargo, presentan una tipología muy diversa:
a) Los lagos endógenos están originados por fuerzas del interior de la Tierra:
- Los lagos tectónicos se forman en terrenos hundidos por la acción de pliegues o de
fallas, como la laguna de La Janda en Cádiz.
- Los lagos volcánicos se alojan en el cráter de un volcán apagado, como los del
Campo de Calatrava en Ciudad Real.
b) Los lagos exógenos están originados por fuerzas externas, como la acción del hielo, el
agua o el viento.
- Los lagos glaciares se forman en las cubetas excavadas por el hielo en el circo del
glaciar (lagos de circo, como la laguna de Gredos) o en el valle glaciar (lagos de valle,
como los ibones pirenaicos). También pueden deberse a las obstrucciones causadas
por la morrena frontal en el valle glaciar (lagos de morrena como el de Sanabria en
Zamora).
- Los lagos cársticos se alojan en las cubetas creadas por la disolución de la caliza o
del yeso, como las Lagunas de Ruidera en Castilla-La Mancha.
- Los lagos endorreicos son el tipo más extendido. Se forman en zonas áridas o
semiáridas donde las escasas aguas no tienen fuerza para llegar al mar y se acumulan
en zonas deprimidas o llanas. Sus aguas suelen ser salobres y poco profundas. Son
característicos de las depresiones interiores y exteriores de la Meseta, como las
lagunas manchegas de las Tablas de Daimiel, la laguna de Sariñena en Los Monegros
de Huesca y la laguna de Gallocanta entre Zaragoza y Teruel.
- Los lagos eólicos ocupan depresiones excavadas por la acción del viento sobre
materiales blandos, como las coses del Ampurdán.
1.2.2. LOS HUMEDALES
Los humedales son extensiones de terreno cubiertas por aguas poco profundas, en muchos
casos de manera intermitente, pues durante el verano baja su nivel e incluso pueden llegar a
desaparecer. Los humedales pueden ser interiores (lagunas, charcas, turberas) o costeros
(deltas, albuferas, marismas, marjales, estuarios, esteros y salinas).
Estas zonas tienen un gran interés biológico por albergar muchas especies adaptadas a vivir
en un medio de transición entre el agua y la tierra y sobre todo por ser lugar de anidamiento
y de parada para las aves acuáticas en sus migraciones anuales entre Europa y África.
Entre los humedales más destacados se encuentran los del parque nacional de las Tablas de
Daimiel (Ciudad Real), las lagunas de Toledo, Ciudad Real, Albacete y valle del Ebro, las
marismas del Guadalquivir, el delta del Ebro y las albuferas de Valencia y del Mar Menor.
1.3. LOS ACUÍFEROS
Los acuíferos son embolsamientos de agua subterránea. Se forman cuando las aguas de
precipitación se infiltran, encuentran un estrato impermeable y se acumulan sobre él. Pueden
descargar sus aguas a través de ríos y manantiales o directamente en el mar.
En la Península hay cerca de mil acuíferos y ocupan casi la mitad de su superficie. Se
concentran en las áreas con roquedo permeable, como las arenas y las gravas de ciertos
sectores de las cuencas terciarias y de las riberas fluviales (acuíferos detríticos); y en las
áreas de roquedo calizo (acuíferos carbonatados). En cambio, están casi ausentes de las
zonas con roquedo poco permeable (silíceas y arcillosas).
En Baleares y Canarias, los acuíferos proporcionan la mayor parte de los recursos hídricos,
pues se ven favorecidos por la permeabilidad de las rocas calizas y arenosas (Baleares) y de
las rocas volcánicas (Canarias).

2. LA DIVERSIDAD VEGETAL
2.1. LA VEGETACIÓN Y LAS REGIONES FLORALES
La vegetación o flora es el conjunto de especies vegetales de un territorio. Está integrada por
formaciones vegetales o grupos de vegetación individualizados por su tamaño y por su
fisonomía. Los tres tipos básicos son el bosque, el matorral y el prado.
En la Tierra, la vegetación se distribuye en grandes conjuntos florísticos, denominados, reinos
florales, subdivididos en regiones. España forma parte del reino holártico, que comprende las
tierras continentales al norte del trópico de Cáncer. La Península incluye tres regiones
florales: la región boreoalpina (zonas más elevadas de los Pirineos y de la cordillera
Cantábrica); la región eurosiberiana (norte peninsular y algunos sectores de los sistemas
Central e Ibérico); y la región mediterránea (resto de la Península). Las islas Baleares forman
parte de la región mediterránea, y las islas (Canarias) de la región macaronésica.
2.2. FACTORES DE LA DIVERSIDAD VEGETAL
La vegetación española cuenta con unas 6000 especies. Esta diversidad resulta de la
variedad de factores que inciden sobre ella:
- Los factores físicos son la diversidad del clima, pues cada planta requiere unas
condiciones específicas de temperatura y precipitación. La diversidad del relieve, que
propicia especies diferentes en función de la altura, y de la orientación de las vertientes a
barlovento/sotavento del viento dominante, o en la solana/umbría. Y la variedad de suelos,
dado que cada especie prefiere un tipo concreto. A la diversidad vegetal de España
colaboran también la posición de puente de la Península y la originalidad de la vegetación
canaria, motivada por la insularidad. Cuando la vegetación de una zona resulta
exclusivamente de la incidencia de factores naturales se denomina clímax o potencial.
- Los factores humanos se manifiestan en la degradación de la cubierta vegetal existente, o
en la introducción de especies foráneas interesantes por su aprovechamiento agrario o por
su valor económico (especies de repoblación). Cuando la vegetación de una zona es el
resultado de la intervención humana se denomina vegetación secundaria.
2.3. LOS PAISAJES VEGETALES DE ESPAÑA
Las formaciones vegetales se disponen en comunidades, cuyo conjunto constituye el paisaje
vegetal de un área. Dado que el clima ejerce una influencia decisiva sobre la vegetación,
estudiaremos los paisajes vegetales de España por bioclimas, es decir, por áreas dotadas de
una cierta homogeneidad interna en cuanto a su clima y vegetación.
2.3.1. EL PAISAJE VEGETAL DE CLIMA OCEÁNICO
Corresponde a la región floral eurosiberiana. Sus formaciones vegetales características son
el bosque caducifolio, la landa y el prado.
a) El bosque caducifolio
El bosque caducifolio es denso. Está constituido por árboles altos, con tronco recto y liso, y
hoja grande y caduca. En el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío
causado por las copas de los
árboles, que se sitúan próximas entre sí, impidiendo que llegue mucha luz al suelo. Las
especies más características son el roble y el haya, que pueden aparecer formando grandes
masas específicas o mixtas.
- El haya exige gran humedad, tolera mal el calor y muy bien el frío, por lo que es un
árbol de montaña, que prefiere los suelos calizos, aunque tolera los silíceos. Su
madera, dura y de buena calidad, se emplea para elaborar muebles y utensilios. Su
área principal está en la cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro.
- El roble exige menos humedad que el haya, y tolera mal el calor y el excesivo frío,
por lo que se sitúa a alturas más bajas. Prefiere suelos silíceos. Su madera, dura, se
emplea para la construcción y para fabricar muebles y barcos. Las áreas más extensas
de roble se encuentran en Galicia y en la cordillera Cantábrica.
- El bosque marcescente de rebollo y quejigo es propio del clima oceánico de
transición. Es menos denso y de árboles menos altos, que mantienen sus hojas secas
hasta el nacimiento del nuevo brote para proteger las yemas del frío. Sus bellotas se
usan para la alimentación del ganado.
La acción humana ha supuesto cambios en la vegetación natural:
- La reducción de la extensión del bosque por la pérdida de sus usos tradicionales
(la leña y el carbón vegetal en la calefacción rural y la madera para la fabricación de
aperos); las quemas incontroladas para obtener pastos; y los incendios forestales.
- La introducción de especies secundarias de aprovechamiento agropecuario, como
el castaño, que ha ganado terreno a costa del roble por el uso de su fruto y de su
madera.
- Las repoblaciones con árboles de crecimiento rápido y buen aprovechamiento
económico, como el pino (madera y resina) y el eucalipto (celulosa y pasta de papel).
Estas repoblaciones han sido muy criticadas porque las hojas de ambos árboles
colaboran a la acidificación y al empobrecimiento del suelo y son especies que arden
con más facilidad en caso de incendio.
b) La landa y los prados
La landa es una vegetación densa de matorral, cuya altura puede ser baja o alcanzar los
cuatro metros. Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama o genista. La
landa aparece como degradación del bosque caducifolio o como vegetación supraforestal.
Suele usarse para cama de animales y luego como abono.
Los prados son una vegetación herbácea que ocupa grandes extensiones de terreno en los
paisajes oceánicos. Se usan como alimento del ganado.
2.3.2. EL PAISAJE VEGETAL DE CLIMA MEDITERRÁNEO
Corresponde a la región floral mediterránea. Sus formaciones vegetales características son
el bosque perennifolio y el matorral: la maquia, la garriga y la estepa.
Estas formaciones xerófilas* se han adaptado a la sequía estival. Así, desarrollan raíces muy
extendidas en superficie o en profundidad para captar el agua. Poseen hojas perennes y
esclerófilas (duras y coriáceas), con diversos sistemas para disminuir la transpiración:
pequeño tamaño; pilosidades; revestimientos de resina, cera o goma; formación de espinas.
a) El bosque perennifolio
Es un bosque poco denso. Lo forman árboles de mediana altura, con tronco sinuoso, grueso
y rugoso, y hoja perenne. Sus ramas crean copas globulares y amplias, que proyectan sombra
sobre el suelo para mitigar la insolación y la evaporación. Posee un rico sotobosque, con
especies como el piorno o la retama, ya que los árboles se sitúan algo apartados unos de
otros y la luz penetra con facilidad. Las especies más características son:
- La encina es resistente a la sequía y se adapta a todo tipo de suelos, por lo que es el
árbol más típico y extendido del clima mediterráneo. Su madera, muy dura y resistente,
se empleaba tradicionalmente para elaborar ruedas, carpintería exterior, utensilios y
carbón; y su fruto, la bellota, para alimentar al ganado. Los bosques mejor
conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de
Guadarrama.
- El alcornoque necesita cierta precipitación (más de 500 mm/año), inviernos suaves,
y suelos silíceos. Su madera, muy dura, se aprovecha para la realización de toneles y
barcos, y su corteza, para la obtención de corcho. Se concentra en el suroeste
peninsular, en sectores del sur de Andalucía (de Cádiz a Málaga), en el noreste de
Cataluña y en Castellón.
La acción humana ha supuesto cambios en la vegetación natural:
- La reducción de la extensión del bosque por la pérdida de muchos de sus usos
tradicionales; el obstáculo que representan los árboles para la mecanización agraria y
para el regadío móvil; y los incendios forestales.
- La modificación para uso agropecuario mediante el sistema de la dehesa.
Consiste en aclarar el bosque de encina y alcornoque y combinar su conservación y
la protección del suelo por los árboles, con el aprovechamiento agroforestal del fruto,
la leña, la madera o la corteza de los árboles; la práctica de la ganadería y del cultivo;
y otros usos, como la caza.
- Las repoblaciones con pino se han extendido por amplias zonas. Se valora su
adaptación a condiciones climáticas extremas (frio, calor, aridez y humedad) y a
suelos diversos; su rápido crecimiento; y el aprovechamiento económico de su resina
y de su madera para la construcción, la elaboración de muebles, el aglomerado y la
pasta de papel.
b) El matorral
El matorral mediterráneo no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del
bosque por el ser humano. Presenta tres tipos caracteristicos: la maquia, la garriga y la
estepa.
- La maquia es una formación arbustiva de más de dos metros de altura, muy densa y
casi impenetrable. Sus especies principales son la jara, el brezo, el lentisco y la
retama.
- La garriga está formada por arbustos y matorrales de poca altura, que dejan algunas
zonas sin cubrir. Entre sus especies destacan el tomillo, el romero y el espliego.
- La estepa está formada por hierbas bajas, entremezcladas con arbustos espinosos,
bajos y discontinuos, que dejan al descubierto suelos pobres. Sus especies principales
son el palmito, el tomillo, el esparto y la esparraquera. La estepa es propia de las
zonas semiáridas del sureste peninsular y del valle del Ebro, donde la sequía impide
el crecimiento de los árboles y de las zonas donde la garriga ha sido degradada por
la acción humana.
El matorral mediterráneo tiene diversos usos: en perfumería; en la medicina natural o en la
industria farmacéutica; como condimento gastronómico; y para la fabricación de escobas,
esteras, cuerdas y cestos.
2.3.3. EL PAISAJE VEGETAL DE RIBERA
En las riberas de los ríos, el suelo se impregna de humedad, por lo que su vegetación tiene
rasgos diferentes a la de su entorno, especialmente en las zonas de clima seco. La presencia
constante de agua hace que solo puedan vivir allí ciertas especies, que se disponen en franjas
paralelas al río, desde las que están en contacto semipermanente con el agua hacia el
exterior.
Los bosques de ribera están formados por especies como el aliso y el sauce (cuyas raíces
necesitan estar en el agua); el chopo, el álamo y el fresno (solo requieren humedad en el
extremo inferior de las raíces); y el olmo, menos exigente en humedad. Algunos de esos
árboles, de crecimiento rápido y madera blanda, como el chopo o el sauce, se usan para
armazones y embalajes. Junto a los bosques crecen juncos y matorrales, como el cornejo, el
aligustre, la madreselva, las zarzamoras y los rosales silvestres.
La acción humana ha reducido la extensión de los bosques de ribera, al alterar los márgenes
y los cauces fluviales para implantar cultivos, urbanizaciones o canalizaciones. Este hecho
ha supuesto una grave pérdida, sobre todo en la España seca, debido a su importancia
paisajística -contraste entre su vegetación y la del entorno--; y a sus beneficios ecológicos:
mitiga la erosión, el riesgo de inundación y la evaporación, y suaviza la temperatura.
2.3.4. EL PAISAJE VEGETAL DE MONTAÑA
En la montaña, la vegetación se dispone en pisos con formaciones vegetales distintas según
la latitud, la altitud y la orientación (barlovento/sotavento; solana/umbría). En general se
suceden el bosque hasta la zona donde la temperatura media anual alcanza los 10 °C; los
matorrales a partir de la altura donde el frío impide el crecimiento de los árboles; los prados
y pastizales de hierbas y matas enanas en las zonas cubiertas por la nieve muchos meses;
y las plantas rupícolas adaptadas a vivir sobre las rocas o en el interior de sus grietas y
fisuras (líquenes y musgos).
a) La montaña alpina o pirenaica está representada por los Pirineos. Tiene cuatro pisos
vegetales:
- El piso basal (hasta 1 200 metros) incluye sucesivamente encinas, robles o quejigos,
y hayas.
- El piso subalpino (entre 1 200-2 400 metros) reúne coníferas naturales, como el pino
silvestre, el abeto, y el pino negro. El abeto puede formar bosques mixtos con el haya.
El sotobosque está constituido por arbustos, como el rododendro y el arándano.
- El piso alpino (entre 2400-3 000 metros) es el dominio del prado y el pastizal.
También abundan los sectores de roca desnuda y los canchales, donde crecen
pequeñas plantas rupícolas.
- El piso nival (por encima de 3000 metros) tiene espacios de topografía algo plana o
de pendiente reducida donde la nieve se mantiene todo el año y no existe vegetación;
y espacios de fuerte inclinación, donde la nieve desaparece cierto tiempo y crecen
pequeñas plantas rupícolas.
b) La montaña atlántica está representada por la vertiente norte de la cordillera Cantábrica.
En ella se suceden un piso basal forestal de bosque caducifolio; un piso supraforestal de
landa; y una cima con prados.
c) La montaña mediterránea incluye las montañas del resto de la Península y de las islas
Baleares. En ella se suceden un piso basal forestal de bosque perennifolio (precedido de
maquia en las montañas más meridionales) y de bosque caducifolio y/o pinares a mayor
altitud; y un piso supraforestal de maquia o garriga (que incluye matorral almohadillado
espinoso en las montañas más meridionales). Los prados solo aparecen en las cimas más
elevadas o en las umbrías.
La acción humana ha reducido los bosques de montaña en favor de usos agropecuarios
(pastos en la montaña atlántica, o cultivos en la mediterránea -almendro, olivo, vid-) y de la
extensión de los bosques de repoblación con buen rendimiento económico. En otros casos,
la degradación o desaparición del bosque ha provocado su sustitución por el matorral.
3.3.5. EL PAISAJE VEGETAL DE CANARIAS
Corresponde a la región floral macaronésica de la que proceden las especies autóctonas, a
las que los sucesivos pobladores incorporaron especies mediterráneas europeas y africanas
y especies americanas. Además, por su situación insular, desempeñan un gran papel los
endemismos (formaciones vegetales propias y exclusivas) y las reliquias (formaciones
vegetales propias de épocas geológicas pasadas con un clima distinto, que han sobrevivido
en enclaves muy reducidos). El resultado es una riqueza vegetal extraordinaria, sobre todo
en las islas con relieve montañoso, en las que se suceden los siguientes pisos vegetales.
- El piso basal (desde el nivel del mar hasta los 300-500 metros). Incluye plantas que
soportan la sal (halófilas) y la arena (psamófilas) como la barrilla; y una elevada aridez, caso
de los matorrales ralos y ásperos, como el cardón y la tabaiba.
- El piso intermedio (entre 200-800 metros). Está condicionado por el aumento de la
humedad y el descenso térmico, que permiten el crecimiento de palmeras, dragos y sabinas.
- El piso termocanario (entre 800-1 200 metros). La vegetación se adapta al mar de nubes
o niebla causada por el alisio que aporta gran humedad, mayor refrescamiento y menor
insolación. Incluye dos originales formaciones de bosque: la laurisilva, muy denso y con
más de 20 especies, y el fayal-brezal, resultante de la degradación de la laurisilva por la
acción humana.
- El piso canario (entre 1 200-2 200 metros). Al quedar por encima del mar de nubes, la
vegetación debe adaptarse a la aridez y al frío. Está dominada por el bosque de coníferas,
cuya especie principal es el pino canario, que a mayor altitud da paso al cedro canario.
- El piso supracanario (por encima de 2200 metros) solo está presente en Tenerife y La
Palma. Está ocupado por matorrales (codeso, retama) y matillas dispersas de gran riqueza
florística (violetas del Teide).
La acción humana se ha manifestado en el retroceso de la vegetación en las zonas bajas y
en las medianías por la implantación de urbanizaciones turísticas y cultivos; y en las áreas de
bosque, dada la escasez de madera del archipiélago.

3. LA DIVERSIDAD DEL SUELO


El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre. Se compone de elementos en los tres
estados. Los elementos sólidos son partículas minerales procedentes de la erosión de las
rocas y la materia orgánica viva o en descomposición (raíces, hongos, bacterias, gusanos,
insectos). Además, el suelo contiene elementos líquidos (agua) y gases ocupando los poros
(CO2). La ciencia que estudia el suelo es la edafología.
3.1. FACTORES DE LA DIVERSIDAD EDÁFICA
El suelo resulta de la alteración del roquedo terrestre por el clima y por los seres vivos.
Primero, los fenómenos atmosféricos disgregan la roca. Luego, se instalan sobre ella plantas
colonizadoras, organismos y microorganismos que aportan materia orgánica y permiten la
implantación de comunidades biológicas más complejas. Con el paso del tiempo, el suelo
evoluciona hasta alcanzar el equilibrio con el medio. Por tanto, los factores que condicionan
la formación y la evolución del suelo (edafogénesis) son los siguientes:
- La roca madre es el sustrato mineral a partir del cual se forma el suelo. Influye en su color,
textura, estructura, permeabilidad y acidez. Dependiendo de la roca madre, los suelos
pueden ser silíceos (sueltos y poco permeables), calizos (pastosos y permeables) y
arcillosos (compactos e impermeables).
- El clima es el factor más influyente en la formación del suelo. Las temperaturas y las
precipitaciones influyen en sus procesos químicos y biológicos. Las precipitaciones
condicionan también el lixiviado, es decir, la disolución y el arrastre de los elementos de la
capa superficial del suelo hacia las capas bajas; si este lavado es excesivo, el suelo se
empobrece y se vuelve ácido. Atendiendo al clima, los suelos pueden ser zonales o climax,
cuando su origen está estrechamente ligado al clima; o azonales e intrazonales cuando
depende de otros factores, como la naturaleza del roquedo, el encharcamiento, etc.
- Los seres vivos actúan de diversas maneras. Las plantas pueden empobrecer y acidificar
el suelo (coníferas) o enriquecerlo aportándole bases captadas por sus raíces (frondosas).
La microflora formada por bacterias y hongos descomponen la materia orgánica y crea el
humus, del que depende en gran parte su fertilidad. Los animales, como las lombrices,
roedores e insectos, lo remueven con sus movimientos. Y las personas lo destruyen y
alteran, o lo mejoran con abonos y repoblaciones adecuadas.
- La topografía también influye. En las zonas llanas se acumulan suelos gruesos, mientras
que las pendientes fuertes favorecen la erosión y el deslizamiento del suelo.
- El tiempo es otro factor determinante, dado que la formación de un suelo es un proceso
lento que requiere siglos. Según el nivel de evolución se distinguen suelos jóvenes o
incipientes, que todavía no han completado su formación, y suelos evolucionados.
3.2. LOS HORIZONTES Y EL PERFIL DEL SUELO
Los suelos están constituidos por horizontes o capas individualizadas por sus características
físicas, químicas y biológicas. El conjunto de horizontes conforma el perfil del suelo.
- En profundidad se encuentran el horizonte D, constituido por la roca madre consolidada o
sin alterar; y el horizonte C formado por la roca madre meteorizada, es decir, alterada y
disgregada por los agentes atmosféricos, como los cambios de temperatura o las
precipitaciones.
- En superficie se encuentra el horizonte A, que tiene una capa AO formada por la hojarasca;
una capa A1, de color oscuro, formada por el humus o materia orgánica en descomposición;
y una capa A2, más clara, que es una zona de lixiviación o de pérdida de sustancias que
son arrastradas por las precipitaciones a las capas inferiores.
- Entre ambos, se sitúa el horizonte B, de color más intenso, que tiene una capa de alteración
en contacto con el horizonte C y una capa de acumulación de sustancias lixiviadas
procedentes del horizonte A.
3.3. LOS TIPOS DE SUELO
Existen diversas clasificaciones del suelo. Unas se basan en su origen y evolución
(clasificaciones genéticas, como la europea) y otras en sus características (clasificaciones
analíticas, como la americana). Como el clima y la naturaleza del roquedo son los factores
más influyentes en la formación y la evolución del suelo, estudiaremos primero los suelos de
España por áreas climáticas, distinguiendo en cada una diversos tipos en función del roquedo.
3.3.1. LOS SUELOS ZONALES
a) Los suelos de clima oceánico son bastante evolucionados, ricos en materia orgánica y
ácidos, ya que las lluvias constantes arrastran las bases de la superficie hacia los estratos
inferiores (lixiviación). La acidez se refuerza cuando la roca es silícea y la vegetación natural
se sustituye por especies como el pino o el eucalipto. Todos los suelos ácidos requieren
abonado para su aprovechamiento agrícola.
● Sobre roquedo silíceo, la acidez del suelo se incrementa.
- La tierra parda húmeda es el tipo dominante. Con topografía favorable es una
excelente tierra de cultivo si se contrarresta la acidez con cal. Cuando la
pendiente aumenta puede dedicarse a pastizales.
- Los rankers se sitúan en las zonas más altas o pendientes. Por tanto, están
sometidos a una fuerte erosión, que explica su escasa evolución y espesor (el
horizonte orgánico reposa directamente sobre la roca madre). Solo son aptos
para pastos y bosques, no para cultivo.

• Sobre roquedo calizo, la acidez del suelo es menor.


- La tierra parda caliza es el tipo dominante. Da excelentes rendimientos en
cultivos como judías y maíz, o en prados permanentes.
- La terra fusca aparece sobre calizas duras y en zonas montañosas. Su principal
dedicación es forestal.
b) Los suelos de clima mediterráneo se encuentran muy alterados por la erosión y la acción
humana.
● En las rocas silíceas, como las del oeste peninsular, el tipo principal es la tierra parda
meridional, un suelo pobre por su acidez, escasez de humus y estructura suelta, que
lo hace fácilmente erosionable. Se dedica a dehesas de encina y pastizales pobres, o
a cereales cuando se encala y abona.
● En las rocas calizas, dominantes en esta área climática, los suelos tienen un
horizonte arcilloso que resulta de la lenta disolución de la caliza y color rojizo debido
al óxido de hierro. Su fertilidad es diversa:
- El suelo rojo mediterráneo, rico en nutrientes, es excelente para todo tipo de
cultivos.
- La terra rossa, sobre calizas duras, tiene el horizonte arcilloso reposando
directamente sobre la roca madre, por lo que son frecuentes las afloraciones
rocosas que dificultan la mecanización. Sobre él dominan los matorrales o
bosques adehesados y cultivos arbóreos, como el almendro o el olivo
● En las arcillas y las margas surgen los vertisuelos o tierras negras, formados por
arcillas expansivas, que se contraen cuando se secan y se hinchan cuando se
humedecen. Durante el verano, al contraerse, se abren grietas, que se rellenan con
materiales de la superficie. En la época húmeda, cuando la arcilla se hincha, los
materiales que rellenan las grietas actúan como cuñas y provocan tensiones internas
que ocasionan el volteo o removido de suelo. Debido a ello, estos suelos se renuevan
constantemente y son los más fértiles de España, usados para todo tipo de cultivos,
salvo los arborescentes. Son característicos del valle del Guadalquivir, de la tierra de
Barros (Badajoz) y de la cuenca de Pamplona/Iruñea.
● En las áreas mediterráneas de clima estepario, como el valle medio del Ebro y el
sureste peninsular, predomina el suelo gris subdesértico o serosem. Es de color
gris claro, está casi siempre seco y es rico en caliza y muy pobre en humus, pues la
vegetación que soporta es escasa y abierta, dejando grandes espacios sin cubrir. Su
aprovechamiento en secano es prácticamente nulo. En regadío es bastante fértil,
aunque se saliniza fácilmente debido a la acusada evaporación de las zonas donde
se encuentra.
3.3.2. LOS SUELOS AZONALES Y LOS INTRAZONALES
Los suelos azonales y los intrazonales pueden encontrarse en cualquier área climática, al
depender de factores distintos del clima, como el roquedo o la topografía.
● Los suelos azonales no tienen un perfil bien definido, por ser jóvenes, o por estar situados
en pendientes demasiado pronunciadas.
● Los suelos intrazonales tienen un perfil bien definido, que contrasta con el del suelo del
entorno debido a la influencia de factores locales distintos del clima. En España los más
habituales son los pardo calizos y rendzinas sobre calizas con abundante contenido en
carbonato cálcico (permiten cultivos leñosos, cereales y leguminosas y también huertas si
se riegan); los aluviales en las orillas de los ríos (aptos para cultivos de huerta); los
encharcados de las zonas endorreicas (pobres en nutrientes, aunque sobre algunos se
cultivan fresas); los arenosos (áridos e improductivos porque las precipitaciones se
infiltran); los salinos de las marismas y de las zonas donde la elevada evaporación hace
precipitar las sales contenidas en el agua (solo cultivables si se neutraliza la sal con grandes
cantidades de agua); y los volcánicos (sobre todo basálticos, en gran parte improductivos,
aunque pueden cultivarse cereales en las cenizas volcánicas).

También podría gustarte