About, Edmond. La Nariz de Un Notario
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LA NARIZ DE UN NOTARIO
1916
INDICE
IV.—Chebachtián Romagné.
V.—Grandeza y decadencia.
VI.—Historia de unas gafas y consecuencias de un catarro
nasal.
A M. ALEJANDRO BIXIO
E. A.
LA NARIZ DE UN NOTARIO
I
II
III
—Sí.
—Sí.
—Sin duda.
—¡Oh, magnífico!
IV
CHEBACHTIÁN ROMAGNÉ
GRANDEZA Y DECADENCIA
—¿Preso?
—Preso.
—¿Preso entre los criminales? ¡Gracias, señor L'Ambert!
¡Eso sería la deshonra de mi familia!
—¡Señor L'Ambert!
—¿Qué?
—Si tuvieseis la bondad de comprarme un tonel nuevo para
ganarme la vida honradamente, os juro que volvería a ser
un buen sujeto.
—Sí.
—¿Sin lunes?
—Entremos.
—¿Pero qué?
—Todavía no.
—¡Demontre!
—Me es lo mismo.
-¿Yo...?
—No, nada. Pero por mí, por vos, por la sociedad toda
entera, ponedle nuevamente a trabajar de albañil; pero no,
mejor será que me lo devolváis; me lo llevaré conmigo.
Pagaré lo que sea necesario, pero el tiempo apremia.
¡Prescripción facultativa!... Romagné, amigo mío, es preciso
que me sigáis. Habéis hecho vuestra fortuna; ¡cuanto tengo
os pertenece!... ¡No! pero venid de todos modos; ¡os juro
que no quedaréis descontento de mí!
Y sin dejarle apenas tiempo para cambiarse de traje,
llevóselo como arrebata el ave de rapiña a su presa. M.
Taillade y sus obreros tomáronle por un loco. El bueno de
Romagné levantaba los ojos al cielo, y se preguntaba qué
querrían de él otra vez.
—¡Cheñor mío!
—¡Chinvergüencha!
—¡Romagné!—gritole el notario.
FIN