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Zodíaco#Constelaciones

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Zodíaco ≠ Constelaciones de estrellas

Michael A. Huber
Astrolog número 127, abril 2002

¿Sabías que el zodíaco y las constelaciones de estrellas son dos círculos distintos? Si la
respuesta es negativa, formas parte de la mayoría del 70% que creen que un signo
zodiacal es lo mismo que una constelación de estrellas. Lo más serio de esto es que
pocos de los astrólogos conocidos están incluidos en el 30% de los que lo saben. Pues,
cuando aparecen en público, no suelen dar una explicación clara o acaban haciendo el
ridículo ante preguntas capciosas. Los astrónomos y los periodistas se aprovechan a
menudo de la ignorancia de las personas y escriben artículos que crean confusión y
presentan la astrología como algo falso. Argumentan, por ejemplo, que las
constelaciones de estrellas tienen dimensiones diferentes y que los astrólogos no tienen
en cuenta este hecho, o que existe un desplazamiento entre los signos zodiacales y las
constelaciones, y que los astrólogos no saben lo que es la precesión.

Mofa de la astrología
Hace unos seis años en la prensa aparecieron artículos sobre la existencia de un
decimotercer signo zodiacal y la mayoría de astrólogos discutieron acaloradamente
sobre el tema. Lo que sencillamente había ocurrido era que un astrónomo relativamente
desconocido había separado una antigua constelación que antes pertenecía a Escorpio y
le había dado otro nombre.

Es muy sencillo y claro: la astrología no trabaja con las constelaciones de estrellas.


Existen 88 constelaciones de estrellas pero no desempeñan ningún papel en la
astrología. La astrología sólo trabaja con los planetas de nuestro sistema solar y con el
zodíaco que es un sistema de referencia unido a la Tierra.

¿Qué es en realidad el zodíaco?


Si miramos el dibujo a color adjunto, nos
daremos cuenta de lo que, en realidad, es el
zodíaco. Es un círculo de medición (un sistema
de referencia) regular, fijamente unido a la
Tierra. En el dibujo está representado por las
líneas verdes. En este sistema fijo situado
alrededor de la Tierra no ha cambiado desde
hace milenios. Desde tiempos inmemoriales, el
ser humano lee en este círculo de medición
terrestre las estaciones del año que se originan debido al movimiento del Sol hacia
arriba y hacia abajo. Este movimiento hacia arriba y hacia abajo del Sol se debe a la
inclinación del eje de la Tierra (23, 44º) y al hecho de que la dirección del eje de la
Tierra permanece constante en su movimiento alrededor del Sol.

El zodíaco es lo mismo que las «doce estaciones» que se derivan del calendario (¡Pero
sólo desde hace 2000 años!). En cambio, el zodíaco existe desde hace más de 5000
años, y tiene más que ver con el calendario que con las constelaciones de estrellas. Sólo
los nombres de las doce constelaciones de estrellas que se encuentran a la misma altura
coinciden con los nombres de los signos zodiacales.

¿Es el zodíaco sólo un calendario?


Sí, puesto que a partir de la posición del Sol
podemos deducir qué día del año es. El dibujo
adjunto (abajo y a la derecha) muestra la
posición de la Tierra el 22 de marzo: el Sol se
encuentra exactamente a 0º Aries (línea
amarilla). Esto es, a una distancia de 90º del eje
de la Tierra, o sea, a 3 signos (3 x 30º) de 0º
Cáncer o a 3 meses del solsticio de verano. Este
punto se alcanza cuando el eje de la Tierra
apunta exactamente hacia el Sol. Pero entonces la Tierra se encuentra en el borde
derecho de su órbita (dibujada en rojo) sin que su orientación cambie. El 22 de junio, el
Sol se encuentra a 0º Cáncer, ha alcanzado su punto más alto (día más largo/noche más
corta) y donde brilla durante más tiempo es en el polo norte.

Cuando la Tierra se encuentra en el punto opuesto (izquierda y abajo en la figura en


blanco y negro adjunta) todo está invertido. Es el 22 de diciembre (el día más corto y la
noche más larga), el Sol está a 0º Capricornio y ha alcanzado su punto más bajo en el
cielo. En este punto ilumina el polo sur durante más tiempo.

La otra posición de la Tierra en el dibujo (izquierda, arriba) corresponde al 23 de


septiembre: el equinoccio de otoño (día y noche de la misma duración). El Sol se
encuentra a 0º Libra y da la misma cantidad de luz al polo norte que al polo sur, puesto
que el eje de la Tierra se encuentra transversal con respecto a la dirección del Sol. Lo
mismo ocurre cuando el Sol se encuentra en el punto de comienzo de la primavera, es
decir, a 0º Aries (abajo y a la derecha, como en el dibujo a color).

El zodíaco también es un círculo de medición para los astrónomos


Un astrónomo casi nunca deja claro que, para cada observación, los aparatos deben
orientarse con el polo norte y con el zodíaco. Sólo hay que saber que la astronomía
llama eclíptica a la órbita aparente del Sol alrededor de la Tierra y que, a eso mismo, la
astrología lo llama zodíaco.

Eclíptica = Órbita del Sol = Órbita de la Tierra = Zodíaco

Hasta tal punto es importante la división de las estaciones del año para la vida en la
Tierra que empleamos diferentes descripciones para referirnos a ella. Este círculo de
medición unido al eje de la Tierra es lo único constante para nosotros en el cielo. Las
constelaciones de estrellas no sólo cambian su posición lentamente sino que a lo largo
de milenios también cambian su forma. Pero la Tierra da una vuelta sobre su eje cada
día y con su masa da estabilidad al eje.

¡Los astrónomos tienen razón!


Con los actuales medios tecnológicos, un viaje a Plutón duraría aproximadamente 12
años pero para llegar a la estrella más cercana (Alfa Centauro) tardaríamos 76500 años.
Esto significa que la distancia a la estrella hermana de nuestro Sol más próxima es tan
grande que es impensable que produzca algún efecto en nosotros. Las estrellas de una

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misma constelación están separadas entre sí por unas distancias tan gigantescas que es
imposible que exista una relación entre ellas. Lo único que ocurre es que, si bien se
encuentran muy alejadas entre sí, vistas desde la Tierra, su ángulo de irradiación sobre
nosotros es muy similar. Por lo tanto, con pleno convencimiento puede decirse: «Las
constelaciones de estrellas no tienen ningún efecto en el ser humano...».

Traducción: Joan Solé, 2004

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