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RESUMEN

La transfusión de productos sanguíneos contribuye diariamente a mejorar la calidad asistencial y,


por tanto, a la recuperación total o parcial de la salud de nuestros ciudadanos, pero también,
como todos sabemos, puede ser la causa de efectos adversos de gravedad variable. Aunque este
aspecto se ha reducido de manera considerable, la relación entre el beneficio y la posibilidad
teórica de efecto indeseable debe estar siempre presente cuando se valora la posibilidad de
transfundir.

Esta guía sobre la transfusión de componentes sanguíneos tiene una clara finalidad: el llamar la
atención de todos los profesionales usuarios de esta alternativa terapéutica sobre la importancia
de optimizar las indicaciones de la transfusión.

Además, no podemos olvidar la frecuente escasez de estos productos. El incremento incesante de


la demanda secundaria a la progresiva complejidad asistencial y al mayor volumen de pacientes
obliga a gestionar exquisitamente nuestros almacenes de derivados sanguíneos. Una de nuestras
prioridades es, por lo tanto, evitar, tanto las transfusiones innecesarias como la infratransfusión, y
realizar indicaciones correctas.

La guía no es sólo un instrumento sobre qué transfundir y en qué cantidad, sino que pretende
influir en la cultura básica de la medicina transfusional de nuestros profesionales incorporando la
reflexión sobre conceptos esenciales en la utilización de un material fundamental y escaso.

Transfusión de los diferentes componentes sanguíneos

Hay una serie de factores que se han de tener en cuenta en el momento de indicar una
transfusión.

En primer lugar, que se trata de un tratamiento transitorio. La transfusión de un componente


sanguíneo es solamente una medida transitoria, la deficiencia volverá a producirse a menos que su
causa se identifique debidamente y corrija (siempre que sea posible).

En segundo lugar, que ha de ser un tratamiento personalizado. Hay que tener presentes varios
factores, como la edad, la enfermedad de base y la sintomatología, entre otros. Se ha de tratar a
los pacientes, no a los resultados del laboratorio. Éstos nos indican si hay anemia, plaquetopenia o
alguna anomalía en la coagulación de la sangre, pero no determinan si un paciente ha de ser
transfundido o no.

Por otra parte se ha de seleccionar con qué realizar el tratamiento. Si se decide que es necesario
realizar la transfusión, se ha de seleccionar el producto sanguíneo más eficaz y que comporte
menos riesgo para el paciente. En determinadas intervenciones quirúrgicas electivas se ha de
considerar seriamente la posibilidad de utilizar técnicas de autotransfusión en el preoperatorio
(contactando previamente con el banco de sangre) o durante la intervención quirúrgica
(hemodilución normovolémica, recuperadores de sangre, y otros).

HEMATIES

Descripción

La finalidad de la transfusión de hematíes es aumentar la capacidad de transporte de oxígeno a los


tejidos gracias a la hemoglobina (Hb) que contienen en su interior.

Los productos utilizados habitualmente son los concentrados de hematíes procedentes de la


donación de sangre total tras su separación mediante centrifugación. La racionalización de la
hemoterapia basada en componentes hace que la transfusión de sangre total sea restringida
únicamente a ciertas situaciones (fundamentalmente autodonación predepósito en cirugía
programada). Los concentrados de hema tíes también pueden obtenerse a partir de una donación
de eritroaféresis cuyo resultado tiene unas características similares al procedente de una unidad
de sangre total.

Durante una donación de sangre se extrae un volumen comprendido entre 405 y 495 ml, que,
cuando se utiliza solución conservante, se recogen en 63 ml de citrato, fosfato, dextrosa (CPD).
Tras centrifugar de manera intensa los hematíes se sedimentan en el fondo y se obtiene un
sobrenadante claro por encima, el plasma, y la capa leucoplaquetaria entre ambos. A continuación
se extrae el plasma y la capa leucoplaquetaria, y por último se añade una solución conservante
constituida por glucosa, adenina, cloruro sódico y manitol (SAG-manitol), con lo que el
hematocrito resultante de este concentrado de hematíes se sitúa entre el 55 y 65%, con un
contenido de Hb superior a los 40 g (concentrado de hematíes leucorreducido) 1,2. El volumen
aproximado del producto se sitúa entre 200 y 300 ml.

En la actualidad, en la mayoría de los centros españoles se procede a la leucorreducción de todos


los componentes sanguíneos celulares en el momento de su preparación, con lo que se obtiene un
contenido leucocitario inferior al millón de elementos por unidad 1-3.

Conservación

Los concentrados de hematíes en SAG-manitol pueden conservarse hasta 42 días a temperaturas


entre 1 y 6 °C, siempre y cuando la etiqueta del producto no indique otra cosa (hematíes
irradiados, hematíes lavados, sistema abierto y otras circunstancias); en ese caso la caducidad se
modificará de acuerdo con las nuevas especificaciones del producto y constará en la etiqueta.

Indicaciones

Las transfusiones de hematíes están indicadas en el tratamiento de las situaciones sintomáticas


donde haya un déficit en la capacidad de transporte de oxígeno:
PLAQUETAS

Descripción

Las plaquetas son elementos sanguíneos esenciales para la detención de las hemorragias. Circulan
en número de entre 125 y 300 * 109/l12.

Existen dos tipos de concentrados de plaquetas. Por un lado, están los concentrados de plaquetas
obtenidos a partir de donaciones de sangre total. Dependiendo del tipo de fraccionamiento
realizado pueden encontrarse en forma: a) Individual, contienen una cantidad aproximada de 6 *
1010 plaquetas suspendidas en un volumen de plasma que varía entre 50 y 70 ml, se mezclan en el
momento de la transfusión, precisándose aproximadamente un concentrado individual por cada
10 kg de peso de receptor1,2; b) mezcla, que se obtiene durante el fraccionamiento, con la
obtención de un producto intermedio la capa leucoplaquetaria que contiene la mayoría de las
plaquetas y leucocitos de la bolsa de sangre total. Mezclando de 4 a 6 de estos componentes,
mediante dispositivos estériles, conseguimos una unidad terapéutica de plaquetas, con un
contenido aproximado de 2,5 * 1011 plaquetas en un volumen de 250-300 ml de plasma, o bien en
una solución aditiva para plaquetas, siempre que mantenga un 30% de plasma1,2.

El otro tipo de concentrado de plaquetas son los que se obtienen mediante plaquetoféresis;
obtenidos de un único donante mediante procedimientos de aféresis. Deben contener más de 2,5
* 1011 plaquetas suspendidas en un volumen de plasma de alrededor de 250 ml1,2.

En la actualidad, en la mayoría de los centros españoles se procede a la leucorreducción, de todos


los componentes sanguíneos celulares en el momento de su preparación, resultando un contenido
leucocitario inferior al millón de elementos por unidad1,2,13.

Conservación

Independientemente del método de obtención, los concentrados de plaquetas se almacenan a


una temperatura mantenida entre 20 y 24 oC en agitación continua, como máximo durante 5 días.

PLASMA FRESCO CONGELADO

Descripción

El plasma fresco congelado (PFC) es la parte líquida de la sangre, separada y congelada en las
horas siguientes a la extracción para conservar al máximo las concentraciones de los diferentes
factores de la coagulación. El plasma puede obtenerse mediante la separación en componentes de
una donación de sangre total, su volumen en este caso es de 200-300 ml, o bien a partir de una
donación de plasmaféresis, siendo en este caso el volumen de 300-600 ml1,2.

En España, la legislación establece que el PFC se ha de transfundir tras haberle aplicado alguna
medida que aumente su perfil de seguridad. Entre las medidas que contempla la norma se
encuentra el «cuarentenar» el plasma durante un período de varios meses hasta que el donante
realiza una nueva donación. La negatividad para los marcadores infecciosos en esta nueva
donación permite la liberación y transfusión de la unidad anterior cuarentenada. Otras medidas
recogidas en la normativa son tratar el plasma con medios para la atenuación de patógenos como
el azul de metileno o solvente detergente, o la utilización simultánea de PFC y concentrados de
hematíes o plaquetas del mismo donante cuando el paciente requiera más de un tipo de
componente sanguíneo.

El PFC es la fuente fundamental de obtención de derivados plasmáticos: concentrados de factores


de la coagulación del PFC se realiza a temperatura inferior a 30 °C durante como máximo 1 año o a
18 °C o temperaturas inferiores durante como máximo 6 meses1.

Indicaciones

Las indicaciones de utilización del PFC son muy limitadas y perfectamente establecidas. La
observación estricta de estas indicaciones permitirá evitar exponer a los pacientes a riesgos
innecesarios. Siempre que sea posible deberán utilizarse alternativas que no conlleven riesgo de
transmisión de enfermedades infecciosas19.

De forma general, el PFC está indicado en pacientes con hemorragia activa o pacientes que deban
ser sometidos a intervenciones quirúrgicas con déficit de múltiples factores de coagulación
(hemorragias graves, exanguinotransfusión, coagulación intravascular diseminada [CID]), pacientes
con déficit congénitos para los que no existe concentrado purificado e inactivado disponible
(factor V, factor X), y en pacientes con púrpura trombótica trombocitopénica (PTT) y síndrome
hemolítico urémico1

RIOPRECIPITADO

Descripción

El crioprecipitado es la fracción de las proteínas plasmáticas que son insolubles en frío. Se prepara
mediante la descongelación de una unidad de PFC a 4 °C, tras lo cual se centrifuga para sedimentar
el precipitado. Tras eliminar el sobrenadante, el sedimento con 15 a 20 ml de plasma se vuelve a
congelar y se conserva a temperaturas inferiores a 30 °C durante como máximo 1 año. El
crioprecipitado debe contener más de 70 U de factor VIII y 140 mg de fibrinógeno por unidad 19.

Indicaciones

El crioprecipitado puede estar indicado en el tratamiento de deficiencias congénitas y adquiridas


de los factores anteriormente citados siempre y cuando no se disponga de concentrados del factor
necesitado viralmente inactivados.

Dosificación

Inicialmente 1 U/10 kg y seguir según el control clínico.


Administración

El crioprecipitado debe descongelarse a temperatura controlada de 30 a 37 °C (baño María o calor


seco). Una vez descongelado, el crioprecipitado debe mantenerse a temperatura ambiente hasta
su transfusión que, en el caso de que haya sido abierto el circuito, debe transfundirse antes de
transcurridas 6 h desde su apertura (tabla 7).

RECUERDEN LA MEJOR TRANSFUSION ES LA QUE NO SE ADMINISTRA.

GRACIAS

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