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Parábolas de Jesús - Los Dos Constructores

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Los dos constructores

Como parte del Sermón del Monte, Jesús cuenta a Sus discípulos una
parábola cuyo propósito es mostrar claramente la importancia de
aplicar lo que Él enseña.
A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y
las pone en práctica, lo compararé a un hombre
prudente que edificó su casa sobre la roca.
Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron
vientos y golpearon contra aquella casa; pero no
cayó, porque estaba cimentada sobre la roca.
Pero a cualquiera que me oye estas palabras y
no las practica, lo compararé a un hombre
insensato que edificó su casa sobre la arena.
Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron
vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa;
y cayó, y fue grande su ruina. (Mateo 7:24-27)
En el Evangelio de Lucas, la misma parábola tiene algunos detalles
distintos:

Todo aquel que viene a Mí y oye Mis palabras y


las obedece, os indicaré a quién es semejante.
Semejante es al hombre que, al edificar una
casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre
la roca; y cuando vino una inundación, el río dio
con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo
mover porque estaba fundada sobre la roca.
Pero el que las oyó y no las obedeció, semejante
es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin
fundamento; contra la cual el río dio con
ímpetu, y luego cayó y fue grande la ruina
de aquella casa.(Lucas 6:47-49)

Parábolas de Jesús
Lucas, que escribió para cristianos gentiles, adaptó ligeramente la
parábola para que la descripción les resultara más relevante, mientras
que el texto de Mateo refleja las prácticas de construcción de la
Palestina del siglo I.

El constructor prudente de Mateo se asegura de que su casa esté


edificada sobre una firme base de roca; el hombre de Lucas se pone a
cavar en la capa superior del suelo hasta llegar al lecho de roca, sobre
el que pone los cimientos de la casa. Ambos vienen a decir lo mismo:
que darle a la casa un cimiento firme la fortalece. El que oye las
palabras de Jesús y las pone en práctica es como ese constructor.

El segundo constructor se ahorra la dura tarea de cavar hasta el lecho


de roca y opta por una solución más sencilla: construye en la
superficie sin un buen cimiento. Lucas dice que el segundo constructor
edifica su casa sobre tierra, sin fundamento. Mateo viene a decir lo
mismo al explicar que edifica su casa sobre la arena.

Una vez terminadas, ambas casas tienen más o menos el mismo


aspecto; en condiciones normales, uno no notaría ninguna diferencia.
Pero sí la hay, y ¡de qué manera! En Palestina, en el siglo I, la mayoría
de las casas se construían en los meses de verano para no tener que
trabajar al aire libre en la temporada de lluvias. Los veranos son
calurosos, y cavar los cimientos en esa época del año era difícil. Pero
esa dura labor era necesaria para edificar una casa firme.
La diferencia entre las dos casas
se advierte cuando llegan las
lluvias. En Israel, la temporada de
precipitaciones va de mediados de
octubre hasta marzo, y la mayor
parte cae en enero. Cuando llueve
mucho, con el agua procedente de
las colinas y montañas se puede
producir una escorrentía que se
lleva todo por delante.

A esa situación se refiere Jesús al


decir: «Descendió la lluvia, vinieron
ríos, soplaron vientos y golpearon
contra aquella casa». Un aguacero
acompañado de vientos y crecidas
se abalanza sobre la casa
construida sobre roca; pero esta
se mantiene firme. En cambio, la
que no tiene cimientos se viene
abajo. Ambas se ven expuestas a
la lluvia, el viento, la tormenta y la
inundación; pero la única que no
sufre daños es la que tiene buenos
cimientos.

Lucas se centra en la inundación y


en las aguas que se abalanzan
sobre la casa y la derriban. Es
posible que esa imagen encontrara
más eco entre su público, que vivía
fuera de Israel y debía de estar más
acostumbrado a ríos que se
desbordaban y causaban
inundaciones. En cualquier caso, la
casa sin cimientos se vino abajo.
Al contar esta parábola, Jesús presenta a Sus oyentes una elección:
oír y no hacer caso, u oír y poner en práctica.

Nuestra fe —al igual que nuestro discipulado— debe ser firme y


duradera, e ir creciendo y madurando. De la misma manera que cavar
hasta el lecho de roca y construir cimientos era laborioso en la
Palestina del siglo I, escuchar las enseñanzas de Jesús y aplicarlas a
diario requiere gran esfuerzo. Es trabajoso vivir conforme a Sus
enseñanzas, pero es necesario si esperamos volvernos fuertes y
maduros en nuestra fe y aguantar las tormentas de la vida. Si nos
comprometemos a escuchar y aplicar Sus enseñanzas y nos
esforzamos en ese sentido, seremos como el constructor prudente
cuya casa resistió.

Como escribió Santiago, hermano de Jesús:

«Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores» (Santiago


1:22).
www.freekidstories.org

All art is AI-generated. Text adapted from the series “The Stories Jesus Told”

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