La Flor Más Bonita
La Flor Más Bonita
La Flor Más Bonita
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los
comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía
que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.
Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber
que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:
- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y
ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé
que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva
locura. - Y la hija respondió:
- Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor
más bella dentro de seis meses será escogida por mí, como esposa y
futura emperatriz de China.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en
las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su
semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no
tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada
brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había
nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más
profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su
madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la
fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos
momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las
más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto
una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el
príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y
atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su
resultado: Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.
Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie
entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había
cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:
- Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en
emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué
eran estériles.