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1.

Las causas de la Primera Guerra Mundial


La Primera Guerra Mundial tuvo lugar entre los años 1914 y 1918, y fue conocida como
la Gran Guerra por superar a cualquier conflicto anterior, tanto en número de países
enfrentados como en grado de devastación.
La contienda estalló debido a la creciente hostilidad entre países, la escalada
armamentística y las tensiones diplomáticas que ensombrecían las relaciones entre las
potencias europeas durante la Paz Armada.

1.1. Causas económicas


Las rivalidades económicas desempeñarían un importante papel en el estallido del
conflicto, sobre todo la confrontación de Alemania con Reino Unido y Francia.
Los británicos habían sido la gran potencia económica durante el siglo XIX, pero desde
1890 vieron cómo Alemania, debido a su crecimiento industrial y financiero, pasaba a
estar en condiciones de cuestionar ese liderazgo.
El káiser Guillermo II buscaba ampliar los mercados y las zonas de abastecimiento de
materias primas y fuentes de energía, e incrementó su presión imperialista.
Dado que la clave de la hegemonía británica se hallaba en su superioridad naval,
Alemania decidió encargar al almirante Von Tirpitz la creación de una poderosa flota que
fuera capaz de enfrentarse a la armada británica. Este hecho alimentó la desconfianza
de Reino Unido y propició su acercamiento a Francia.
Alemania también competía con Francia por colocar sus excedentes de capital en Rusia,
en particular desde que tras el acuerdo franco-ruso de 1892 la expansión industrial rusa
pasara a sustentarse casi exclusivamente en inversiones francesas.

1.2. Causas ideológicas


La pugna entre los estados coincidió con una época de nacionalismo exacerbado en la
que la reafirmación de la nación se basaba en la negación del contrario.
La influencia de la prensa de masas y su peso en la opinión pública impulsaron la
propagación de un nacionalismo agresivo que alimentaba los sentimientos xenófobos y
belicistas. Los gobiernos alentaron las políticas armamentísticas desde discursos
cargados de alarmismo que fomentaban el miedo a las potencias rivales.
Ni siquiera la Segunda Internacional fue capaz de oponerse a la guerra cuando, tras el
Congreso de Basilea de 1912, los partidos socialistas antepusieron sus sentimientos
nacionalistas a su tradicional pacifismo y vocación internacionalista.

1.3. Causas políticas


Los aspectos políticos resultaron fundamentales para el estallido del conflicto, pues las
distintas rivalidades territoriales que enfrentaban a los Estados no fueron
convenientemente resueltas por las vías de la diplomacia.
Las rivalidades territoriales.
Entre las rivalidades territoriales destacaron las siguientes:
Alsacia y Lorena. Alemania y Francia pugnaban por esas regiones fronterizas, que habían
sido ocupadas por Alemania tras la guerra de 1870. Durante las siguientes dos
generaciones, los franceses fueron educados bajo un fuerte sentimiento de revancha, y
su recuperación se convirtió en una prioridad para el Gobierno francés.
Balcanes. La progresiva desaparición de la zona del Imperio otomano suscitó las
aspiraciones de otras potencias, al tiempo que propició la aparición de nuevos Estados
en la región que también rivalizaban por redefinir sus fronteras. Austria-Hungría y Rusia
buscaron imponerse como dominadoras de un territorio en el que serbios, búlgaros y
griegos también tenían fuertes intereses. Especialmente decisiva fue la intención de
Serbia de unir a todos los eslavos del sur en un único Estado, lo que derivó en una
creciente rivalidad contra Austria.
Territorios irredentos. Es el nombre con el que se conoce a las regiones de Trentino,
Istria y Dalmacia, de población mayoritariamente italiana y que estaban bajo el dominio
del Imperio austro-húngaro.
Aspiraciones imperialistas. Tanto en África como en Asia, las principales potencias
rivalizaban por incrementar sus territorios o por protegerlos ante las aspiraciones
expansionistas de otras potencias.

El fracaso de la diplomacia
La diplomacia no fue capaz de evitar el conflicto, Muy al contrario, la configuración de
dos bloques de alianzas (la Triple Entente y la Triple Alianza) contribuyó a aumentar las
tensiones, pues la participación de alguno de los socios en un conflicto arrastraría a sus
aliados a la guerra.
El fracaso de la diplomacia fue definitivamente constatado en la II Conferencia de Paz
de la Haya (1907), que impidió frenar la carrera de armamentos.

2. El estallido de la guerra
Aunque la guerra terminó estallando como consecuencia de distintos factores, el
detonante definitivo estuvo en la región de los Balcanes y en las rivalidades entre Austria
y Serbia por su ambición de controlar la zona. La política de alianzas terminó
convirtiendo un conflicto regional en un enfrentamiento a escala global.

2.1. La crisis de Sarajevo


El 28 de junio de 1914 fueron asesinados en Sarajevo el archiduque Francisco Fernando
de Austria, heredero del Imperio austro-húngaro, y su esposa. El autor fue un joven
nacionalista serbio de origen bosnio, de nombre Gavrilo Princip y miembro del grupo
terrorista Mano Negra. Dicha organización de nacionalistas serbo-bosnios contaba con
el respaldo del ejército serbio.
Las autoridades austriacas exigieron a Serbia que depurara responsabilidades por lo
ocurrido y que investigara las ramificaciones del atentado en su territorio; el ultimátum
fue rechazado por Belgrado con el apoyo de Rusia.
El día 7 de julio expiró el plazo y el 28 de ese mes Austria-Hungría declaró la guerra a
Serbia. Lo que en principio parecía una nueva crisis en los Balcanes se complicó como
consecuencia de los automatismos establecidos por el sistema de alianzas suscrito entre
las potencias:
1. Así, Rusia decretó la movilización general de sus tropas, lo que llevó a Alemania,
como miembro de la Triple Alianza, a declararle la guerra.
2. Por su parte, Francia respondió declarando la guerra a Alemania en virtud de los
compromisos adquiridos con Rusia tras la firma de la Triple Entente.
3. En agosto, los alemanes invadieron Bélgica para atacar desde allí Francia, por lo
que Reino Unido hizo valer su alianza con los franceses y entró en combate
contra Alemania. Había comenzado la Primera Guerra Mundial.

2.2. Las potencias participantes


Aunque el número de contendientes fue aumentando a medida que se radicalizaba el
conflicto, inicialmente existieron dos bandos muy definidos: la Triple Entente y la Triple
Alianza.
La Triple Entente
Estaba constituida por Rusia, Francia y Reino Unido, a los que se unieron primero Serbia
y Bélgica y, posteriormente, Rumanía, Grecia y Portugal.
Pese a pertenecer a la Triple Alianza, en 1915 Italia intervino a favor de la Entente por
sus aspiraciones en Dalmacia. Más tarde se sumarían Estados Unidos y Japón.
Los países de la Entente contaban con la ventaja numérica, pues sus doscientos treinta
millones de habitantes duplicaban la población de sus contendientes; esto se traducía
en unos efectivos militares sensiblemente superiores (alrededor de seis millones de
soldados frente a cuatro millones del enemigo).
La otra gran ventaja estribaba en su dominio de las comunicaciones, debido a su posición
geográfica, y en su mayor extensión territorial, pues al vasto Imperio ruso se añadían las
posesiones coloniales de Reino Unido, Francia o Italia.
Las Potencias Centrales
Como miembros de la Triple Alianza, Alemania y Austria-Hungría eran los principales
combatientes de este bando, con el que luego se coaligaron tanto el Imperio otomano
como Bulgaria.
Las Potencias Centrales eran fuertes en tierra, ya que Alemania contaba con el ejército
más moderno y la mejor artillería de la época, y su posición central les permitía una
movilización más rápida de sus reservas militares.

2.3, Una guerra nueva


Inicialmente, los gobiernos y la población de los países beligerantes pensaron que la
guerra sería corta, lo que desató una explosión de euforia popular alimentada por el
nacionalismo y agitada por el sensacionalismo de la prensa. Cientos de miles de jóvenes
se alistaron y fueron despedidos por multitudes enfervorecidas.
Los planes de guerra contemplaban un conflicto bélico similar a las guerras del siglo XIX,
y por tanto preveían una serie de batallas breves y decisivas que forzarían la firma de un
armisticio en el que se establecerían las ganancias territoriales y las compensaciones
económicas de los vencedores a costa de los vencidos.
Pero pronto la realidad demostró lo equivocado de esas previsiones. La Gran Guerra se
revelaría como un conflicto diferente y el más destructivo de todos los conocidos hasta
entonces. En ello operaron los siguientes factores:
• Utilización de nuevo armamento, como ametralladoras, artillería de gran
precisión, gases tóxicos, carros de combate y aviación, que causaron una enorme
devastación y la pérdida de millones de vidas humanas.
• Aplicación de nuevas tácticas militares. Ante la capacidad destructiva de las nuevas
armas, los ejércitos desarrollaron la guerra de trincheras, sobre todo en el frente
occidental. Por otro lado, los alemanes utilizaron la guerra submarina para
bloquear la navegación enemiga.
• Guerra económica. La industria fue puesta al servicio de las necesidades bélicas.
La guerra acarreó gastos ingentes que salo los países con economías más
pujantes podían afrontar y los gobiernos intervinieron en la economía para
sostener el espectacular esfuerzo bélico.
• Guerra total. La población civil sufrió también las consecuencias de la guerra. Las
privaciones y el riguroso racionamiento trajeron hambre y penurias a la reta-
guardia. Se movilizó a la totalidad de la población, bien para acudir al frente o
para sustituir a los obreros en las fábricas; aquí la participación de las mujeres
fue crucial y resultó definitiva en su posterior incorporación al mercado laboral.
Por ello, la propaganda se convirtió en un arma de guerra más para movilizar a las
opiniones públicas y mantener alta la moral en cada bando. Sin embargo, el curso de los
acontecimientos acabaría tornando en desánimo la euforia inicial.

3. De la guerra de movimientos a la guerra de posiciones


Las primeras semanas de la conflagración se desarrollaron conforme a los planes
establecidos por los Estados Mayores de los ejércitos: las operaciones militares se
llevaron a cabo siguiendo los principios de la tradicional guerra de movimientos,
inspirada a su vez en la estrategia militar napoleónica según la cual la caballería actuaba
como fuerza de choque apoyada por la artillería y la infantería.
En septiembre, ante el estancamiento de las ofensivas, los ejércitos se agazaparon en
las trincheras, iniciando una guerra de posiciones en la que lo determinante era la
capacidad de alimentar el frente con millones de reclutas y mantener la presión sobre
el enemigo mediante una guerra de desgaste.

3.1. Guerra de movimientos


En los primeros meses las Potencias Centrales llevaron la iniciativa militar:
• Frente occidental. En el año 1905 Alemania había diseñado el Plan Schlieffen, que
consistía en ocupar Bélgica y Luxemburgo como paso previo para una hipotética
invasión de Francia. Nueve años después el general Moltke pondría en marcha
el plan, con algunas modificaciones, pero el avance de su ejército fue detenido
por las tropas francesas y británicas, comandadas por el general Joffre, en la
batalla del Marne (septiembre de 1914). Desde entonces, la línea del frente
quedó definida a lo largo de una estructura de trincheras que abarcaba cientos
de kilómetros.
• Frente oriental. Los rusos invadieron Prusia Oriental y obligaron a los alemanes a
retirarse, pero la contraofensiva alemana los derrotó en la batalla de Tannen-
berg y estabilizó el frente. Mientras, los austriacos iniciaron una ofensiva en los
Balcanes que fue detenida por los serbios.
Los países en guerra disponían de extensas posesiones territoriales en otros
continentes, por lo que el conflicto terminó extendiéndose por diversas zonas:
• África. Las posesiones alemanas fueron atacadas por franceses, británicos y
sudafricanos, que se apropiaron de Namibia.
• Pacífico. Australia ocupó la Nueva Guinea Alemana, y Nueva Zelanda atacó las islas
Marianas; la principal base alemana en China, el puerto de Qíngdao, fue ocupada
por los japoneses.

3.2. Guerra de posiciones o de trincheras


Tras el fracaso de las primeras ofensivas, el frente quedó estabilizado. Los ejércitos se
fortificaron y se recurrió a la movilización masiva y al empleo de nuevas armas con un
potencial destructivo cada vez mayor: gases, aviación, carros de combate,
ametralladoras, etc.
El conflicto se convirtió en una guerra de desgaste de características defensivas, donde
el combatiente vivía en trincheras bajo unas duras condiciones. En ellas lucharon y
murieron millones de soldados, puesto que cualquier pequeña modificación del frente
costaba decenas de miles de vidas perdidas en constantes e infructuosas ofensivas.
• Frente occidental. Los intentos fallidos de romper las líneas enemigas produjeron
muchas bajas, como en la ofensiva aliada del Artois de 1915, en la alemana de
1916 sobre Verdún, que se cobró la vida de ochocientos mil combatientes, o en
la batalla del Somme (del 1 de julio a 21 de noviembre de 1916), desencadenada
por el ejército franco-británico y en la que murieron un millón doscientos mil
combatientes.
• Frente oriental. Entre abril de 1915 y enero de 1916 los aliados atacaron el
estrecho de los Dardanelos y desembarcaron en Galípoli, en una operación
militar que causó medio millón de bajas y que fracasó en su intento de derrotar
a los turcos. Las incursiones rusas en los Cárpatos también fueron frenadas por
los alemanes, que ocuparon Rumanía en 1916. En esta zona el frente también
quedó bloqueado y se estableció un sistema de trincheras.
• Guerra naval. Reino Unido impuso un bloqueo naval contra las Potencias
Centrales, con intención de asfixiar su economía, a lo que Alemania respondió
con la guerra submarina, que hundió numerosos barcos de países neutrales y
provocó la protesta internacional. La guerra submarina se vio suspendida hasta
junio de 1916, pero tras la derrota de la flota alemana en la batalla de Jutlandia
se reactivó, lo que desataría de nuevo el descontento de los países afectados,
especialmente de Estados Unidos.

4 Final de la guerra
4.1. Del entusiasmo al desánimo
El entusiasmo ante la guerra derivó hacia la frustración y el descontento. La pérdida de
vidas, las condiciones en las trincheras y los rigores de la economía de guerra
desembocaron en el estallido de protestas tanto en el frente como en la retaguardia.
En el frente, los mandos militares se emplearon con saña para impedir la indisciplina y
las deserciones: recurriendo a métodos expeditivos, acusaron de traición y ordenaron
fusilar a muchos de sus propios soldados.
En la retaguardia, las protestas se multiplicaron y el apoyo a la guerra se fue
desvaneciendo, al tiempo que el movimiento obrero se dividía entre los partidarios de
seguir combatiendo y los que propugnaban el fin de las hostilidades.

4.2. Los cambios de 1917


A lo largo de 1917, ocurrieron dos hechos cruciales para el equilibro de fuerzas en el
conflicto: la retirada de Rusia y la entrada de Estados Unidos.
La retirada rusa de la guerra
El descontento social era mayor en Rusia, donde la carestía de la vida y la falta de
provisiones y de pertrechos militares provocaron centenares de miles de muertos en el
frente y alimentaron una creciente agitación social que culminaría con la revolución de
febrero de 1917 y con la abdicación del zar.
El Gobierno provisional prosiguió la guerra, pero una nueva revolución en octubre dio el
poder a los comunistas, que eran partidarios de abandonar el conflicto y en marzo de
1918 firmaron con Alemania la paz de Brest-Litovsk.
Esta decisión dio ventaja a las Potencias Centrales, ya que así Alemania podía
concentrarse en el frente occidental y tratar de doblegar la resistencia franco-británica.

La entrada de Estados Unidos en la guerra


En abril de 1917, Estados Unidos declaró la guerra a Alemania. Los motivos que explican
la decisión están relacionados con los intereses económicos estadounidenses y sus
mayores afinidades ideológicas y políticas hacia los países aliados. El detonante fue la
guerra submarina total declarada por Alemania en febrero de 1917 y los intentos de esta
de involucrar a México en la contienda.
Con la entrada en la guerra de Estados Unidos, se evaporó la ventaja que habían cobrado
las Potencias Centrales en el frente oriental. El envío de dos millones de soldados para
reforzar el frente europeo, junto con el potencial económico e industrial
estadounidense, acabaron por inclinar la balanza a favor del bando aliado.

4.3. La derrota de las Potencias Centrales


La retirada rusa de la guerra había permitido a Alemania desplegar una ambiciosa
ofensiva en el frente occidental. Pero su Estado Mayor era consciente también de la
importancia estratégica que suponía la entrada de Estados Unidos en la guerra, así que
trató de acelerar el fin del conflicto antes de que esa entrada fuera efectiva en el campo
de batalla.
A finales de 1917, tropas austro-alemanas atacaron el frente italiano, donde se libró la
batalla de Caporetto. El ejército italiano fue desarbolado (más de 250 000 soldados
cayeron prisioneros), pero las defensas en torno al río Piave resistieron y la línea del
frente quedó estabilizada.
Entre marzo y julio de 1918, Alemania lanzó nuevas ofensivas sobre el frente francés, en
el Somme, Flandes y la Champaña, para lograr una posición ventajosa antes de que
Estados Unidos completase su despliegue militar.
Entre julio y agosto se libró la segunda batalla del Marne, en la que Alemania agotó sus
reservas militares sin lograr romper el frente. Mientras, la llegada de los efectivos
humanos y materiales estadounidenses permitió a los aliados acometer una
contraofensiva dirigida bajo el mando único del general Foch.
En pocos días, el frente alemán se resquebrajó, mientras en Alemania aumentaban la
agitación social; los marinos del puerto de Kiel se amotinaron y en algunas ciudades
estalló la revolución. Una nueva ofensiva aliada en septiembre obligó al jefe del Estado
Mayor alemán, Ludendorff, a recomendar la firma de un armisticio que evitase la
derrota total.
En un clima de descontento y sublevación social, el káiser Guillermo II abdicó, y en
octubre de 1918 se formó un Gobierno provisional que poco después proclamó la
República en Weimar.
El 11 de noviembre de 1918, el Gobierno socialdemócrata alemán firmó el armisticio
que pondría fin a las hostilidades en el frente occidental, y unas semanas antes los
aliados de Alemania habían firmado su rendición: la Primera Guerra Mundial había
llegado a su fin.
El derrumbe de la resistencia alemana resultó inesperado para una opinión pública a la
que la propaganda había convencido de las posibilidades de victoria.
Esta circunstancia contribuyó a difundir la leyenda de que los políticos de la nueva
República de Weimar habían traicionado a la patria, argumento que posteriormente
sería utilizado por los nazis contra la democracia alemana.

5. La organización de la paz
5.1. Los tratados de paz
Terminada la guerra, los países combatientes tuvieron que afrontar la organización de
la posguerra en una serie de tratados de paz. Alrededor de París se celebraron las
negociaciones, en las que participaron treinta y dos estados, aunque los países más
representativos fueron las potencias vencedoras: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña
e Italia. En las negociaciones hubo posturas enfrentadas:
• Francia. Su representante fue el jefe de gobierno Georges Clemenceau, quien,
movido por el revanchismo, exigía acabar con el peligro alemán decretando su
desmilitarización y recuperar Alsacia y Lorena para llevar su frontera hasta el Rin.
Además, reclamó el pago de duras reparaciones de guerra.
• Reino Unido. Estuvo representado por el primer ministro Lloyd George, que se
mostró partidario de mantener cierto equilibrio y suavizar las condiciones de paz
para Alemania. Finalmente, se plegaría a las pretensiones francesas.
• Italia. El encargado de negociar fue el primer ministro Vittorio Emanuele Orlan-do.
Sus principales aspiraciones eran de tipo territorial, y afectaban tanto a los
territorios del mar Adriático como a las posesiones coloniales.
• Estados Unidos. Negoció mediante su presidente, Woodrow Wilson. Su prioridad
era evitar la guerra en Europa y defender la autodeterminación de las distintas
nacionalidades del continente; para ello había redactado el programa de los
Catorce Puntos, que recogía las condiciones de la paz.
En torno a estos intereses, muchos de ellos contradictorios, se diseñó la paz de París.
Las negociaciones se extendieron hasta 1920 y dieron como resultado cinco tratados,
cada uno de ellos aplicado a un país derrotado (Doc. 10):
• Tratado de Versalles. Fue firmado con Alemania; considerada la única culpable de
la guerra, tuvo que hacer frente al pago de fuertes indemnizaciones de guerra,
que pasaban por la entrega de las minas de carbón del Sarre a Francia. Además,
su ejército sufrió una drástica reducción, se vio obligada a desmilitarizar Rena-
nia y su flota fue entregada a Reino Unido. Por último, tuvo que aceptar
cuantiosas pérdidas territoriales: Alsacia y Lorena fueron entregadas a Francia,
que recuperaba así los territorios perdidos tras la guerra de 1870; la región de
Poznan le fue cedida a Polonia para dotar al país de una salida al mar, quedando
así Prusia Oriental separada del resto de Alemania; las ciudades de Eupen y
Malmedy fueron entregadas a Bélgica, y la región de Schleswig-Holstein, a
Dinamarca; además, los enclaves bálticos de Memel y Dánzig (hoy Gdansk)
fueron declarados autónomos y administrados por la Sociedad de Naciones, y
Alemania tuvo que asumir la pérdida de sus posesiones colonia-les, tanto en
Africa como en el océano Pacífico.
• Tratado de Saint-Germain. Fue firmado con Austria. Se estableció su separación
de Hungría y la cesión de diversos territorios a Checoslovaquia, Polonia, Italia y
Yugoslavia, Estado de nueva creación que culminaba las aspiraciones de Serbia
de aglutinar a todos los eslavos del sur. Austria quedaba así convertida en un
pequeño país.
• Tratado de Trianon. Fue firmado con Hungría, que perdió dos tercios de su
territorio en favor de Checoslovaquia, Rumanía, Yugoslavia e Italia.
• Tratado de Sèvres. Afectó a Turquía, que vio reducido su imperio prácticamente a
Asia Menor, al tener que entregar sus últimas posesiones europeas a Grecia y
perder sus territorios de Oriente Medio, que pasaron a ser administrados por
Gran Bretaña y Francia.
• Tratado de Neuilly. Se suscribió con Bulgaria, que hubo de renunciar a su salida al
mar Egeo en beneficio de Grecia y ceder diversos territorios a Rumanía y a
Yugoslavia.

5.2, La Sociedad de Naciones
A propuesta del presidente Wilson, se acordó crear una sociedad internacional
encargada de propiciar las negociaciones diplomáticas como vía para la resolución de
conflictos y de fomentar la colaboración entre Estados.
La primera sesión de la asamblea se celebró en noviembre de 1920 en la ciudad suiza de
Ginebra, que se convirtió en la sede de la organización. La Sociedad de Naciones (SDN)
quedó organizada a través de diversos organismos. La Asamblea General integraba a
representantes de todos los países miembros, mientras que un Consejo formado por
Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón e Italia, además de otros tres miembros no
permanentes, tomaría las decisiones.
Pese a que el presidente Wilson había sido el promotor de la idea, el Senado
estadounidense rechazó el ingreso del país en la sociedad. Además, en un principio no
se admitió a los países vencidos ni a la revolucionaria Rusia. Todo ello, además de la
complejidad generada en la toma de decisiones, hizo que la eficacia de la SDN fuera
escasa y no pudiera evitar los numerosos conflictos surgidos durante el período de
entreguerras.

6 Las consecuencias
La Primera Guerra Mundial fue un conflicto de proporciones desconocidas hasta
entonces: la cantidad de recursos materiales y humanos puestos al servicio bélico fue
descomunal, y sus consecuencias a todos los niveles, de enorme alcance.

6.1. Las consecuencias demográficas


La principal consecuencia de la guerra fueron las numerosas pérdidas humanas. Se
estima que murieron diez millones de personas, y otros veinte millones resultaron
heridas. Además, la elevada mortandad entre los hombres redujo de forma considerable
las tasas de natalidad durante el período de entreguerras.
Como novedad, en la Gran Guerra se produjeron un gran número de bajas civiles debidas
al deterioro en las condiciones de vida, con su inevitable secuela de hambre, penurias y
enfermedades.
Asimismo, en 1918 tuvo lugar una virulenta epidemia de gripe, propagada por los
soldados que regresaban del frente y que ocasionó varios millones de muertos.
6.2. Las consecuencias económicas
El efecto más visible de la guerra fueron las enormes pérdidas materiales y económicas
por la destrucción de las zonas donde se habían desarrollado las batallas.
Además, el esfuerzo bélico agotó las economías de los contendientes, obligados a
endeudarse hasta la bancarrota y a emitir enormes cantidades de dinero para sostener
los gastos, lo que elevó la inflación, fenómeno hasta entonces desconocido.
La puesta en marcha economías de guerra supuso un cambio radical en el
funcionamiento de la economía de los combatientes, y la intervención del Estado en la
economía para sostener el esfuerzo bélico puso fin al librecambismo del siglo XIX.
Por otro lado, Europa perdió su tradicional supremacía en los mercados, que fueron
ocupados por otros países, y pasó a depender financieramente de Estados Unidos; el
país americano fue el gran beneficiado por la guerra, y el poder financiero se desplazó a
la Bolsa neoyorquina de Wall Street.
El principal perjudicado fue Reino Unido: la City londinense fue desbancada como centro
de transacciones económicas internacionales y el patrón oro basado en la libra esterlina
fue suspendido y sustituido por el dólar.

6.3. Las consecuencias políticas


Una de las principales motivaciones de la guerra había sido política, de modo que el
conflicto también acarreó profundas transformaciones en ese sentido.
La derrota de las Potencias Centrales supuso la desaparición de los últimos imperios del
continente. Austria-Hungría, el Imperio otomano y Rusia fueron desintegrados por los
impulsos nacionalistas, por los tratados de paz y. en el caso ruso. por la revolución, que
introdujo un nuevo actor político clave, el comunismo.
La desaparición de los imperios dio lugar a un resurgimiento del nacionalismo, debido a
la constitución de nuevos Estados en territorios anteriormente sometidos: tal fue el caso
de las repúblicas bálticas, Finlandia, Polonia o Checoslovaquia.
Otro de esos nuevos países fue Yugoslavia, cuya formación respondió a la vocación
serbia de aglutinar a los eslavos del sur en un único Estado, tal y como habla quedado
establecido en la Declaración de Corfú de 1917.
El nacionalismo también se expandió en los territorios coloniales, que en muchos casos
dieron en esas fechas sus primeros pasos hacia la independencia.

6.4. Las consecuencias sociales


La guerra transformó la sociedad. Uno de los cambios más importantes fue el creciente
protagonismo de las mujeres en la vida pública por su mayor participación en el mundo
laboral en sustitución de los hombres que combatían en el frente. El voto femenino
comenzó a ser reconocido durante el período de entreguerras.
Por otro lado, los partidos y sindicatos obreros salieron fortalecidos, al canalizar el
descontento por las penurias de la guerra. El triunfo de la revolución rusa fue
Visto como una esperanzadora alternativa al capitalismo.
El optimismo fue sustituido por el pesimismo y la desilusión ante una sociedad burguesa
incapaz de asegurar la prosperidad, lo que contribuyó al desarrollo de movimientos
revolucionarios, populistas y autoritarios y a la crisis de las democracias liberales
durante el período de entreguerras.

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