Acemoglu Laeconomaversus 2013
Acemoglu Laeconomaversus 2013
Acemoglu Laeconomaversus 2013
POLÍTICAS PÚBLICAS
Author(s): DARON ACEMOGLU and JAMES A. ROBINSON
Source: Desarrollo Económico , ABRIL - DICIEMBRE 2013, Vol. 53, No. 209/210 (ABRIL -
DICIEMBRE 2013), pp. 3-26
Published by: Instituto de Desarrollo Económico Y Social
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" Profesor de Economía en la cátedra Elizabeth y James Killian del Instituto de Tecnología de
Massachusetts, Cambridge, Massachusetts. Dirección electrónica: daron@mit.edu.
"* Profesor de Administración Pública en la cátedra David Florence, Harvard University, Cambridge,
Massachusetts. Dirección electrónica: jrobinson@gov.harvard.edu.
Marco teórico
3 Teniendo en cuenta lo dicho en la nota 2, ante todo es necesario ordenar las medidas de gobierno
en forma tal que una x mayor favorezca a los grupos que ya son políticamente poderosos. Hecho este
ordenamiento, designemos como x,°y x2°las medidas de gobierno favorables al statu quo que se aplicarían
sin ninguna intervención. Supongamos que x2° > x2sw, de modo que en el futuro el statu quo ya tenga un
sesgo favorable a los políticamente poderosos, y por ende p2 aumenta (cambia en favor de los grupos
dominantes) cuando cambia xr Cualquier reforma de las políticas públicas que implique que x, > x,° (o
sea, que favorezca a los políticamente poderosos con relación al statu quo actual) tenderá a incrementar
p2 y a desplazar aún más el equilibrio político en el segundo período en beneficio de los políticamente
poderosos. Esto llevará a valores todavía más altos de x2 (aumentando así en el segundo período la brecha
entre las medidas de gobierno reales y las socialmente óptimas). Nuestro marco teórico indica que las
consecuencias políticas de esta clase de medidas deben estudiarse con sumo cuidado.
la Primera Guerra Mundial (Eley, 2002), pasando por la lucha contra el apartheid
llevada a cabo en Sudáfrica por el Congreso de Sindicatos Sudafricanos (su
sigla en inglés es COSATU), hasta la batalla librada en Polonia por Solidaridad
contra el régimen comunista. Uno de los casos más recientes y evidentes es la
formación del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil en 1979, que surgió en
el contexto de una huelga en la fábrica de camiones Scania, en San Bernardo.
El líder de los metalúrgicos de San Bernardo era un militante de 33 años llamado
Luis Inácio Lula da Silva y conocido popularmente como Lula, quien junto con
otros dirigentes organizó la primera de una serie de huelgas contra la dictadura
militar que estallaron en diversos puntos de Brasil. A primera vista, estas huelgas
se concentraban en mejoras de sueldos y condiciones laborales, pero, como luego
recordara Lula: "Creo que nunca pueden separarse los factores económicos de
los políticos. [...] La lucha era por el salario, pero al luchar por el salario la clase
obrera obtuvo un triunfo político" (citado por Keck, 1992, pág. 65). El PT, que se
creó un año después de esa huelga, ocupó un lugar en la vanguardia del exitoso
movimiento orientado a forzar la salida de los militares del poder político en Brasil.
En síntesis, las políticas públicas que reducen la eficacia de los sindicatos
en las negociaciones de salarios y condiciones laborales para sus miembros
reducen, a la vez, su poder político. Si bien tanto el COSATU como Lula lograron
construir organizaciones en medio de un entorno político hostil, la evidencia
empírica existente sugiere que los índices de sindicalización son sensibles a la
adopción de políticas gubernamentales que favorezcan la creación de un poder
monopólico y de rentas (Rothstein, 1992; Western, 1999; Schmitt y Mitukiewicz,
2012). Si el poder político de los sindicatos contribuye de manera significativa a
una serie de otros resultados económicos y políticos, corregir las fallas del mer-
cado laboral asociadas a los altos salarios promovidos por los sindicatos puede
resultar contraproducente.
Este enfoque puede aplicarse, asimismo, a la experiencia de los sindicatos
norteamericanos. A comienzos de la década de 1950 comenzó a decaer en Estados
Unidos la proporción de trabajadores sindicalizados. Sobre ello gravitó el efecto
de una opción de política pública; luego de que la Ley Nacional de Relaciones
Laborales (la ley Wagner, de 1935) y otras diversas medidas oficiales adoptada
durante la Segunda Guerra Mundial fomentaran el crecimiento de los sindicatos,
el entorno se volvió menos favorable a estos últimos cuando se sancionó la Ley
de Relaciones Obrero-Patronales (o ley Taft-Hartley, de 1947). Por otra parte, a
partir de la década del setenta las medidas de apertura comercial aumentaron
el nivel de competencia dentro de la economía norteamericana, socavando en
consecuencia la capacidad de un buen número de sindicatos del sector privado
para obtener mayores salarios. Más importante aún fue la postura antisindical del
gobierno de Reagan (Färber y Western, 2002). La disminución de la cantidad de
afiliados a los sindicatos pudo haber tenido diversas consecuencias económicas;
por ejemplo, como un factor relevante en el aumento de la desigualdad en los
ingresos (Western y Rosenfeld, 201 1). Aunque es menos seguro, también puede
haber influido en la explosión de las remuneraciones de los principales ejecutivos
de empresas (Di Nardo, Hallock y Pischke, 1997, 2000), así como en la rápida
desregulación del mercado financiero.
merciales no eran monopolio de la Corona británica sino que estaban dominadas por
mercaderes independientes, aventureros y corsarios. Muchos de estos individuos se
enriquecieron enormemente gracias a dicho comercio, quienes eran contrarios al
absolutismo de los Estuardo y procuraron limitar las prerrogativas de la Corona. Con
la riqueza aumentó también su poder y su osadía: incluso lograron financiar ejércitos
para derrotar a la monarquía en la guerra civil de la década de 1640 y, más tarde,
durante la Revolución Gloriosa de 1688. Existe evidencia histórica y empírica que
demuestran la relación entre el surgimiento de instituciones inclusivas en Inglaterra y
Holanda y el auge de los comerciantes e industriales que se beneficiaron del comercio
en el Atlántico (ver Acemoglu, Johnson y Robinson, 2005; Jha, 2010). Es llamativo
que esta evolución institucional fuera muy diferente de la que se observó en España y
Portugal, donde el comercio a través del Atlántico estaba monopolizado por lós reyes,
que eran quienes asignaban las licencias para comerciar. En estos países, la riqueza
proveniente del comercio fue a parar a las arcas de la monarquía, fortaleciéndola
aún más y debilitando al Parlamento existente, contribuyendo así a inclinar en forma
persistente el balance del poder político que explica la falta de desarrollo económico
y político de esos países.
Privatizaciones en Rusia
De hecho, una de las razones por las que las reformas de política pública son tan
poco frecuentes en África es porque los políticos saben que es previsible que origine
un quiebre del sistema político (Van de Walle, 2001).
En este sentido, el análisis realizado por Reno (1995, 1998) sobre Sierra Leo-
na es elocuente. Tras la llegada al poder en 1968 de Siaka Stevens, ex ministro de
Minería, y su Partido del Congreso de Todo el Pueblo, surgió una coalición política
basada en la creación y reparto de rentas. Stevens manejó con suma destreza la
distribución de dichas rentas y el patrimonialismo, manipulando instituciones políti-
cas tradicionales como los cacicazgos y logrando el apoyo masivo de la población
gracias a los empleos públicos, el patronazgo y las rentas. Stevens estuvo al frente
del gobierno hasta 1985, fecha en la que transfirió el mando al sucesor que él mismo
había elegido, Joseph Momoh, quien continuó en el cargo hasta ser destituido por
un golpe militar en 1992. En los cuarenta años que transcurrieron entre el fin de la
guerra civil y la redemocratización del país en 2002, casi no se brindaron bienes
públicos a la población. Las carreteras quedaron hechas pedazos, las escuelas
desaparecieron, las emisores oficiales de televisión dejaron de transmitir en 1987
(cuando el Ministerio de Información vendió el transmisor), y en 1989 se cayó una torre
que emitía señales de radio hacia el exterior de la capital, Freetown, con lo cual se
puso fin a dichas transmisiones (Reno, 2003, pág. 48). La Junta de Comercialización
de la Producción de Sierra Leona tenía el monopolio de todas las exportaciones de
granos y pagaba precios muy bajos a los agricultores - alrededor del 40% de los
valores prevalecientes en el mundo (Davies, 2007) - . El tipo de cambio fue sobre-
valuado, con lo cual se generó un gran mercado negro. El PBI per cápita cayó en
forma permanente desde principios de la década de 1970 en adelante, y al término
de la guerra civil, alrededor del año 2000, había llegado al 40% del nivel registrado
en la época de la independencia del país (Davies, 2007).
Irónicamente, según sostiene el propio Reno (1995, 1998), las tentativas de
mejorar las políticas económicas de Sierra Leona llevadas a cabo por la comunidad
internacional tuvieron la consecuencia indeseada de intensificar la violencia y conducir
al país a una sangrienta guerra civil. Sierra Leona acudió al FMI en 1979, iniciando a
partir de entonces una larga serie de negociaciones. A medida que la economía del
país iba desmoronándose, en la década del ochenta, la necesidad del gobierno de
obtener recursos externos fue en rápido aumento, pero según Reno (1995), para el
presidente Momoh el problema era que "en este contexto, la responsabilidad fiscal y
las reducciones presupuestarias no hicieron sino agudizar la urgencia por hallar otros
medios de asegurarse la lealtad de sus partidarios" (pág. 156). Más importante aún,
"Momoh estaba perdiendo los recursos que le permitían mantener el control político.
A medida que la pérdida de ingresos fiscales y las medidas de austeridad impuestas
por el FMI fueron eliminando algunos sectores de la burocracia estatal que habían
sobrevivido [. . .] los aliados de Momoh ya no tuvieron acceso a los antiguos beneficios,
y buscaron otros modos de sustentarse [...] El presidente perdió entonces el control
de la desobediencia. [...] La reforma de las 'malas políticas públicas' ya no podía
restituirle el control político ni bloquear las 'energías empresariales', que ahora tenían
como objetivo eludir su autoridad" (pág. 161).
En suma: las bienintencionadas políticas económicas impuestas por los asesores
económicos que querían subsanar las fallas de mercado y las distorsiones en las
políticas públicas despojaron al presidente Momoh de los instrumentos que había
política. Como afirman North, Wallis, Webb y Weingast (2013, pág. 18): "Dado que
las élites saben que la violencia reducirá sus rentas, no tienen incentivos a luchar. Por
otra parte, cada élite comprende que las demás élites enfrentan incentivos similares.
Así pues, el sistema político de un Estado natural manipula el sistema económico de
modo de generar rentas que garanticen el orden político". Y luego resumen su argu-
mentación diciendo (pág. 7): "El resultado contrafáctico apropiado de una supresión
de las rentas no es una economía competitiva de mercado [...] sino una sociedad en
la que reinan el desorden y la violencia".
Conclusiones
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RESUMEN
SUMMARY
The standard approach to policy-makingWe first outline a simple framework for the study
and advice in economics implicitly or explicitlyof the impact of current economic policies
ignores politics and political economy, and on future political equilibria and indirectly on
maintains that if possible, any market failurefuture economic outcomes. We then illustrate
should be rapidly removed. This essay the mechanisms through which such impacts
might operate using a series of examples.
explains why this conclusion may be incorrect;
because it ignores politics, this approach The main message is that sound economic
is oblivious to the impact of the removal of policy should be based on a careful analysis
market failures on future political equilibria andof political economy and should factor in its
economic efficiency, which can be deleterious. influence on future political equilibria.
REGISTRO BIBLIOGRÁFICO