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El Turismo Cultural y Sus Construcciones Sociales

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2020,12(2)

EL TURISMO CULTURAL Y SUS CONSTRUCCIONES SOCIALES COMO


CONTRIBUCIÓN A LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS

Cultural Tourism and its Social Constructions as a Contribution to the


Sustainable Management of Tourist Destinations

BENITA ROSALBA SALAZAR DZUL 1 , ALFONSO GONZÁLEZ DAMIÁN 2 , ALMA ROSA MACIAS
RAMÍREZ3

DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

RESUMEN4

En el presente ensayo se presentan reflexiones sobre la construcción social del turismo cultural, el
cual es caracterizado desde las diversas nociones y representaciones colectivas, por los actores
interesados en los sitios turísticos. Cada uno de los grupos de actores entiende al turismo cultural
de manera distinta, orientado por sus intereses particulares, por lo que una gestión integral tiende
a encontrar dificultades para hacerse sostenible. A partir de una revisión de la literatura
especializada, se delinean las características de cinco distintas construcciones que son puestas en
juego en cada sitio turístico y se hacen reflexiones sobre sus implicaciones para la gestión sostenible
del turismo cultural en los destinos turísticos.
PALABRAS CLAVE
Turismo Cultural. Actores Sociales. Gestión Sostenible. Destinos Turísticos. 406

1Benita Rosalba Salazar Dzul – Licenciada. Universidad de Quintana Roo, Cozumel, Quintana Roo, México. Currículo:
https://www.researchgate.net/profile/Benita_Rosalba. E-mail: salazarr697@gmail.com
2Alfonso González Damián – Doutor. Profesor investigador, Universidad de Quintana Roo, Cozumel, México.
Currículo: http://orcid.org/0000-0003-4396-0100. E-mail gonzalezd@uqroo.edu.mx
3Alma Rosa Macias Ramírez - Maestra. Profesora investigadora, Universidad de Quintana Roo, Cozumel, México.
Currículo: https://www.researchgate.net/profile/Alma_Ramirez5 E-mail: maciasalma@uqroo.edu.mx
4
Proceso Editorial – Recebido: 24 JUN 19; Aceito: 18 MAR 20.
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

ABSTRACT
This paper presents reflections on the social construction of cultural tourism, which is characterized
by collective representations of actors interested in tourist sites. Each groups of actors understand
cultural tourism in a different way, guided by their particular interests. In this way, an integral
management tends to find difficulties to become sustainable. Based on a review of specialized
literature, the characteristics of five different constructions that are engaged in interplay in tourism
destinations are delineated. Final reflections are made on implications of such interplay for the
sustainable management of cultural tourism in destinations.
KEYWORDS
Cultural Tourism. Social Actors. Sustainable Management. Tourism Destinations.

INTRODUCCIÓN

La turística es una de las principales y más dinámicas actividades económicas a nivel internacional,
por lo que, desde hace años, la preocupación pública se enfoca en el desarrollo de nuevas formas
de hacer turismo, que se practiquen de manera más sustentable y que tengan como finalidad
mejorar el desarrollo socioeconómico de las comunidades locales. El turismo cultural como forma
distinta a la convencional de hacer turismo, se postula desde fines del siglo XX como posibilidad para
el desarrollo comunitario, entre otras formas posibles (Orgaz, 2013). No obstante, a pesar de contar
ya con cierta historia, aun no existe acuerdo generalizado, ni se ha conseguido demostrar de manera
incontrovertible, que en efecto el turismo cultural sea una verdadera posibilidad para el desarrollo
comunitario sostenible. Gran parte del debate se debe, en opinión de los autores del presente
documento, a la diversidad de intereses que orientan lo que se entiende por turismo cultural, así
como sobre las formas de llevarlo a la práctica.

La cuestión no es menor, si se considera el hecho de que para muchos (Calleja Sordo & González,
407
2016; Cohen, 1988; Fainstein, 2007), el turismo es el principal enemigo de la conservación de la
identidad cultural local, pues incentiva la mercantilización, y la consecuente formación de industrias
culturales cuyos intereses primarios se encuentran en el lucro y no en la conservación de la cultura.
En este sentido, se pretende con el presente documento, abonar al debate, con la identificación de
al menos cinco distintas concepciones, colectivamente construidas, sobre el significado,
importancia, beneficiarios y consecuencias del turismo cultural.
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

El presente trabajo es resultado de una investigación documental, planteada desde una revisión de
publicaciones en español, entre los años 2006-2019, sobre la relación del turismo cultural de base
comunitaria con el desarrollo comunitario sostenible. Como criterio para la selección documental,
se utilizaron tres palabras clave (1) desarrollo sustentable, (2) turismo cultural, (3) turismo
sustentable. En el contenido de los documentos seleccionados, además de identificarse las posturas
teóricas y conceptuales respecto al turismo cultural, se analizaron las relaciones entre los elementos
del turismo cultural y las posibilidades de que impulse el desarrollo comunitario sostenible.

Los hallazgos identificados en la revisión realizada se presentan en forma de ensayo, en el que en


un primer apartado se presentan antecedentes sobre el estudio del turismo cultural y se identifican
los actores que se reconocen en la literatura como centrales para el desarrollo comunitario
sostenible. A continuación, se desarrollan las cinco concepciones socialmente construidas, de
turismo cultural para cada uno de los grupos de actores y finalmente se presentan las conclusiones
respecto a estos hallazgos.

DESARROLLO SOSTENIBLE DEL TURISMO CULTURAL

El turismo cultural puede encontrar su más lejano antecedente en el siglo XVII, cuando la aristocracia
europea, particularmente la de las islas británicas, realizaba viajes de larga duración como parte de
una costumbre denominada Grand Tour, en la que visitaban diversos países del continente europeo,
en los que sucedieron relevantes sucesos históricos, con el objetivo declarado de ampliar sus
conocimientos sociales, históricos y culturales de tales países, aliados y enemigos (Prieto, 2015). Si
bien estos viajes, que no pueden ser considerados turísticos propiamente, evolucionaron a lo largo
de los siglos, llegando a consolidar la figura decimonónica del ‘viajero cultural’, es decir de quien
viaja no para sentirse conquistador y superior a los demás, para obtener un reconocimiento social
408
por su implicación en este segmento; sino porque aspira a ser una ‘persona culta’ (Serrano, Serrano
& Zarza, 2013). Esta noción del viajero cultural, desde entonces, se posicionaba como distinta a la
del viajero común, por lo que ya para el siglo XX, con el auge del turismo de masas en el período de
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

la postguerra, se reconocía como distintos a los viajeros cultos de los ‘vulgares turistas’ (Boorstin,
1964).

A finales del siglo XX, durante la década de 1980, empiezan a existir ‘nuevos turismos’ (Santana,
2003), que se generaron como resultado de la transformación del mercado, en un cambio general
conocido como posfordismo, en el que la industria, con el fin de mantener sus márgenes de
rentabilidad y mantenerse competitiva, se ve en la necesidad de flexibilizar su producción, es decir,
hacerla adaptable a las necesidades y deseos de segmentos del mercado. Estos nuevos turismos o
nuevas formas de practicar el turismo se centran en proporcionar a los turistas, experiencias
satisfactorias, auténticas, centradas en la singularidad de la naturaleza misma y de la cultura. Es
entonces cuando nace propiamente el llamado turismo cultural, incorporando a la creciente
industria turística a los que antes no deseaban ser considerados como turistas, sino como ‘viajeros
cultos’ (Serrano Barquín, Zarza Delgado & Serrano Barquín, 2013).

Ya en el siglo XXI, el cambio en el turismo mundial se ha profundizado, con nuevos proyectos para
el disfrute del patrimonio cultural y su comunicación, en los que se busca también de manera
simultánea su aprovechamiento y conservación. Se plantea entonces que, mediante una gestión
adecuada y estratégica del patrimonio cultural, se ha de incidir tanto en el flujo monetario, como
en la dimensión social de la riqueza que sustenta el consumo cultural (Cejudo, 2014). Es entonces
que de la gestión del turismo y del patrimonio ha surgido el turismo cultural, como aquel que se
realiza con el fin de obtener nuevos conocimientos, satisfacer la necesidad de diversidad, elevar el
nivel educativo o vivir nuevas experiencias (Morére & Perelló, 2013).

Es precisamente en esta búsqueda de nuevos conocimientos y experiencias que los nuevos turistas,
se internan en los sitios visitados, alejándose de los núcleos masificados y comienzan a encontrarse 409
con espacios relativamente menos explorados o tocados por las multitudes, en los que la actividad
microlocal, comunitaria, suburbana y rural comienzan a ubicarse en el centro de tal búsqueda. Se
puede afirmar entonces que el turismo cultural, como lo hacen Palomino, Gasca y López (2016),
queda anclado a los territorios, debido a “los valores ambientales, el entorno paisajístico y el
patrimonio cultural que estos proveen para llevar a cabo distintas actividades relacionadas al ocio,
el descanso y la recreación” (p. 8).
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

En años recientes, la tendencia respecto al turismo cultural confronta a los modelos turísticos
tradicionales, pues se busca integrar en cada proyecto de turismo, la conservación del medio
ambiente como base fundamental para la actividad turística (Rivas, 2007) y combinarlo con la
gestión sostenible del patrimonio histórico y cultural, en beneficio de las comunidades locales
(Aguirre, 2017).

Turismo cultural y desarrollo comunitario sostenible - Por su naturaleza, el turismo cultural parte
de la búsqueda de la sostenibilidad, pues guarda relación con los aspectos social, económico y
natural, cuando esta actividad se desarrolla de manera planificada. En su búsqueda de la
conservación y valoración de la riqueza patrimonial que se ha heredado a través de generaciones,
incentivado por el interés de los turistas en vivir con cada viaje, nuevas emociones y experiencias, a
lo largo del tiempo, en países como España, Italia, Francia, Chile, Perú, entre otros han encontrado
en él una herramienta para un desarrollo local de sus lugares (Souza, 2016).

En el ámbito turístico, la búsqueda de la sostenibilidad en el nivel local o comunitario ha sido un


tema estudiado e investigado desde distintas disciplinas, tema de interés de diversos actores,
instituciones tanto públicas como privadas, debido a su estrecha relación con los sectores social,
ecológico y económico, pilares de la sustentabilidad. Así mismo, por los impactos generados en
dichos sectores a través del desarrollo de las actividades que esta actividad implica, se ha perfilado
a nivel mundial una visión integral sobre el desarrollo socioeconómico y su compatibilidad con el
medio ambiente (Cervantes & Gómez, 2007). En este mismo sentido, el concepto de turismo
responsable que intenta impulsar el respeto y la preservación, a través de la implicación de todos
los actores como fórmula para el desarrollo integral de los pueblos (Santana, 2008).

El turismo cultural depende de muchos factores externos, por ello se defiende como esencial para 410
el desarrollo sostenible, la participación de la comunidad con la creación de asociaciones y la
colaboración con múltiples grupos de partes interesadas (López & Sánchez, 2009). El turismo
cultural comunitario representa una alternativa para el desarrollo económico y social de las zonas
rurales, siempre que se realice con la participación activa de las comunidades, haciendo converger
el territorio, los actores sociales y el medio ambiente (Palomino, Gasca & López, 2016).

En la gestión colectiva del turismo cultural, han de intervenir distintos actores de manera
coordinada, el sector privado y público, turista y comunidad, en entornos diversos, que aprovechan
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

el patrimonio natural, cultural y también la mezcla de ambos. Estos actores interactúan a su vez con
los encargados de la gestión del patrimonio como sistema, entre los que se encuentran desde los
bienes del patrimonio cultural, actores del sector público como del privado, consumidor cultural y
la comunidad receptora de turismo. Cada conjunto de actores puede, y de hecho tiene, una visión
distinta respecto al turismo cultural, la forma de aprovechar el patrimonio, e incluso sobre aquello
que puede o no ser considerado patrimonio (Li & Hunter, 2015).

En términos generales, se puede afirmar que en la comunidad receptora de turismo se pueden


identificar tres grupos de actores sociales: (1) el sector público, representado por los gobernantes
locales y nacionales en turno; (2) el sector privado, que incluye a empresarios locales o no, pero que
tienen intereses de capital establecidos o enfocados en la comunidad; y (3) La sociedad civil
organizada, que incluye a las organizaciones no gubernamentales con fines distintos al lucro,
establecidas o con interés en la comunidad. A estos tres grupos de actores relevantes, en el caso del
turismo cultural, es necesario añadir la participación de los visitantes, los turistas en busca de
experiencias. Por una parte, los turistas convencionales, que en sus viajes buscan entretenimiento,
descanso o diversión y un cambio respecto a sus actividades cotidianas que, en lo general para
obtener este tipo de experiencias, es indistinto el sitio al que viajan, siempre que satisfaga esa
búsqueda (Elands & Lengkeek, 2012). Este tipo de turista también visita destinos de turismo cultural,
aunque no lo hace con el fin de participar o vincularse de manera directa con la cultura local.

Además de los turistas convencionales, en el siglo XXI se están presentando importantes cambios
en el ámbito del ocio, la cultura y el turismo, apareciendo nuevas necesidades e intereses en común
para generar y compartir otras experiencias y conocimientos con la gente que habita los sitios
visitados. Estos nuevos turistas, realizan turismo cultural de manera que facilitan un encuentro de 411
intereses entre aquellos del sector turístico con los del ámbito del patrimonio. Esto hace posible,
establecer una alianza estratégica y desarrollar nuevos modelos de aprovechamiento y uso social
de los recursos patrimoniales sobre la base de la sustentabilidad (Johnson, 2010). Estos nuevos
turistas buscan experiencias de mayor inmersión y compromiso con la cultura del sitio visitado, por
lo que planifican y desarrollan sus viajes con tal intención, por ello el destino del viaje no resulta
sustituible por otro. Las experiencias buscadas por estos nuevos turistas culturales se orientan al
ámbito emotivo. A través de la participación del turista en actividades de este tipo, se propician
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
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situaciones que le permiten participar de procesos colectivos, desplegar su creatividad e


involucrarse emocionalmente con la experiencia. Los turistas pasan de ser sólo espectadores a ser
parte de un proceso colectivo de creación (Díaz & Castro, 2017).

De manera que, el planteamiento de una gestión colectiva, coordinada entre actores, del turismo
cultural en el ámbito local, comunitario, como requisito para que el aprovechamiento de los bienes
patrimoniales, de la cultura en general, se realice de manera equilibrada entre conservación y
generación de beneficios y con un enfoque de desarrollo sostenible, resulta fundamental integrar
las distintas visiones del turismo cultural, así como los distintos intereses que en él se encuentren
centrados. Como condición necesaria para integrar visiones que pueden ser divergentes, a
continuación, se delinea cada una de ellas, las distintas formas de entender, concebir, construir
colectiva, socialmente, al turismo cultural.

Una gestión de la organización patrimonial se puede fundamentar desde diversas teorías sociales,
los avances en la comprensión de los factores que determinan la competitividad de los destinos
turísticos y sobre todo la inclusión de la sostenibilidad como indicador de desempeño, han
conducido a la propuesta de distintos modelos teóricos (Mazaro & Varzin, 2008; Mesinas, 2016).
Entre otras se pueden enunciar:

- La teoría de sistemas complejos, que considera los principios de la sustentabilidad y el desarrollo


local, tomando en cuenta al turismo como eje articulador de los subsistemas biofísicos y antrópico
de manera indisoluble y adaptativa, conceptualizando así al hommoecosistema (Palmas, Gutiérrez,
Cruz & Favila, 2014).

- La teoría del desarrollo local, que identifica cuatro dimensiones básicas: ambiental, económica,
412
social y cultural y política, en las que se integran en binomio irreductible tanto el nivel local en la
planificación como el regional (Núñez & Orozco, 2013).

- La teoría de la economía solidaria, que postula el que a cada ciudadano tiene calidad de asociado
en las iniciativas y proyectos para mejorar colectivamente su calidad de vida. Esta teoría se
caracteriza de acuerdo con Fajardo y Donneys (2005) en que “a) Hace operante la libertad
económica; b) Sirve a la sociedad; c) Propicia la participación plena y consciente; d) Afirma la
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
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cooperación para la superación colectiva; e) Desarrolla el principio de equidad, sin discriminaciones


otras” (p. 51).

- El modelo teórico de Turismo de Base Comunitaria [TBC], que implica procesos complejos, tales
como: la participación comunitaria, el empoderamiento, la colaboración con actores sociales
externos, la expansión y diversificación del capital social comunitario. La evolución de los procesos
que configuran el TBC es incierta pues éstos dependen de la historia del grupo y su particular
contexto social, político y cultural. Por ello, es un fenómeno que puede tomar diversas facetas en
cada caso específico, dependiendo de la situación local en la que se encuentran dichos procesos
(Fernández Aldecua, 2011).

CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL TURISMO CULTURAL

En la gestión local del turismo cultural intervienen al menos cinco grupos de actores interesados,
cada uno de ellos con distintas concepciones de turismo cultural, el sector público, el sector privado,
el sector social y los turistas, tanto los turistas convencionales como los denominados aquí nuevos
turistas. Los actores sociales, aquí se conciben como colectivos que comparten significados e
intereses, que entran en acción mediante procesos de interacción en los que se rigen por normas
colectivamente establecidas y aceptadas (Fligstein & McAdam, 2012; González, 2011). En colectivo
construyen tales normas y significados que, aunque son negociados, puestos en suspenso en cada
interacción entre ellos y con otros actores sociales, a lo largo del tiempo adquieren solidez, se
instituyen como construcciones sociales (Berger & Luckmann, 2005). De manera que cada grupo
reconoce como válida su propia construcción social de significado y no necesariamente las
provenientes de otro grupo. En relación con las construcciones de turismo cultural, consideradas
413
como representaciones colectivamente construidos, se pueden distinguir cinco que operan
simultáneamente en una misma comunidad:

La construcción social de turismo cultural desde el sector público - La visión de los funcionarios del
gobierno es, de las analizadas en este documento, la más institucionalizada, es decir, la que parte
de un mayor conjunto de referentes normativos legalmente establecidos desde el Estado. A pesar
de ello, los individuos, las personas a quienes les corresponde ejecutar los designios institucionales
del Estado, son orientados por intereses particulares y de sus grupos políticos de referencia, por lo
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sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
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que las ideas que tengan sobre el turismo cultural y la forma en la que debería gestionarse, son
también construcciones sociales. El sector público tiene capacidad de agencia, es el actor que
ostenta el poder y la autoridad de manera formal, sin embargo, no escapa a las fuerzas ideológicas
predominantes en la sociedad, es así que aun cuando de manera formal tiene a su cargo el resguardo,
la conservación, la preservación y el fomento de la cultura, por sobre esta función se encuentra la
orientación ideológica hacia el mercado, es decir hacia el sistema capitalista (Smith, 2014; Smith &
Akagawa, 2009).

Con base en ello, la construcción social del turismo cultural en el sector público se puede identificar
en gran medida a partir de los lineamientos de las instituciones reconocidas en el ámbito del turismo,
la Organización Mundial del Turismo [UNWTO], y los órganos gubernamentales de turismo en el
país, la Secretaría de Turismo [SECTUR], en el caso de México.

Los bienes que conforman el patrimonio cultural son de importancia para las comunidades estados
y país pues no solo permiten preservar la cultura, sino, que representan un atractivo potencial para
la creación de destinos turísticos y diversificación de la oferta turística en los entornos donde se
aprovecha tal riqueza, que se han heredado de generación en generación y que han permanecido
con el paso de los años, lo que también les ha permitido conservar su identidad con características
peculiares de cada lugar o región en donde han permanecido y compartido su riqueza patrimonial.
Asimismo, se plantea la idea de que el patrimonio cultural y el turismo a través del tiempo han
ganado importancia no solo por sus ganancias económicas sino también por contribuir a la
sustentabilidad (Ebru, Kamil & Ige, 2009).

De hecho, la UNWTO adaptó el concepto de ‘Desarrollo Sostenible’ al de ‘Turismo Sostenible’, como


aquel que: “atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras y al mismo 414
tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro” (OMT, 2016, p. 22). En colaboración
con el Programa Ambiental de las Naciones Unidas [PNUMA], se establecieron criterios para el
turismo sostenible, en los cuales destaca que además de preocuparse por los procesos ecológicos
esenciales, se hace alusión al respeto de la autenticidad sociocultural de las comunidades para
“conservar su herencia cultural y habitual, sus valores tradicionales, y contribuir a la tolerancia y al
entendimiento intercultural” (PNUMA, 2006, p. 11). La cultura y el turismo sostenible a partir de
estos conceptos quedan íntimamente ligados, por lo que el turismo cultural forma parte del
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desarrollo sustentable, en el intervienen factores como la sociedad, la parte económica a la que


contribuye, así mismo, la parte ambiental, esto se da por el medio donde se encuentran los recursos
patrimoniales, cuando la actividad es desarrollado a través de la participación activa y equitativa de
los actores involucrados (Montesinos & Campanera, 2017).

Desde esta perspectiva institucional, cobra auge el turismo cultural como parte del sistema turístico
y surgen políticas que lo apoyan. El argumento principal se encuentra en que el turismo cultural es
recomendable para las comunidades puesto que es enriquecedor para ambas partes, tanto
comunidad como turistas, dado que en él se involucran distintos factores como el sector económico,
ambiental, social y desde luego la parte cultural, factores que se encuentran inmersos dentro de la
actividad turística (Nuryanti, 1996). Si bien se advierte de la importancia de minimizar los impactos
negativos que pudieran presentarse y al mismo tiempo reforzar los impactos positivos que en la
actividad turística se generan para conseguir un turismo responsable y con mayor conciencia.

En síntesis, se puede afirmar que para el sector público, encabezado por el sector turismo, se
encuentra en las comunidades un conjunto de valores culturales que le son propios y le confieren
autenticidad, lo cual a su vez es de gran atractivo para el visitante, por lo tanto la estrategia de
gestión congruente con ello, es comenzar por la patrimonialización de la cultura, por su
reconocimiento colectivo e institucionalización desde las políticas públicas para consolidar su
aprovechamiento, en beneficio tanto de turistas como de la propia comunidad en un marco ideal
de desarrollo sostenible. Desde el punto de vista de las dependencias del gobierno encargadas de
la conservación y fomento a la cultura, la orientación al mercado que impulsa el sector turismo,
puede entrar en conflicto, y de hecho lo hace, con las posturas más conservadoras respecto a la
comercialización de la cultura, sin embargo, en los Estados latinoamericanos, y particularmente en 415
México, prevalece de facto, ya sea por la debilidad presupuestal de las instituciones responsables
de la preservación de la cultura, o por la propia legislación que promueve la patrimonialización y la
participación de la inversión privada en estas funciones.

La construcción social de turismo cultural del sector privado - Las tendencias mundiales del turismo
hacen más competitivos a los destinos con mayor atractivo, es decir que congreguen en sí mayores
capacidades para atraer turistas. Tendencia en la que más turistas es mejor, puesto que el negocio
entonces es mayor. Para el sector turístico privado, cuyo fin central, y en más de una ocasión el
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único, es el lucro, resulta muy atractivo el aprovechamiento de los elementos distintivos culturales
locales para hacer negocios, a través de dos mecanismos, (a) diseño de productos turísticos
culturales, para ser lanzados al mercado con la finalidad de competir frente a otros productos
turísticos o (b) aprovechamiento de los rasgos culturales como parte de una identidad local que
confiere valor agregado como distintivo de un destino turístico.

En el primero de los mecanismos, lo que se comercializa y en algunos casos se mercantiliza y banaliza,


es la propia cultura, al acondicionarse o adecuarse sin restricciones a las necesidades del mercado.
Si bien esta tendencia es criticada en el propio mundo empresarial, pues en el mediano y largo plazo
termina por devaluar o restarles valor a sus productos al perder autenticidad, es a la que conduce
el libre mercado, cuando no existen instrumentos o actores que lo regulen. Una posibilidad
atenuante de la mercantilización desbocada lo aporta el enfoque en la responsabilidad social por
parte de las empresas (Inoue & Lee, 2011). Bajo este enfoque, la visión del negocio ya no solo se
centra en el corto plazo, sino que busca maximizar el beneficio en el largo plazo, para lo que requiere
de la participación y del convencimiento de sus stakeholders o partes interesadas, negociar
múltiples intereses y, en suma, operar bajo lineamientos pertinentes con el desarrollo sostenible
(González, 2017).

El segundo mecanismo, la cultura de un sitio turístico es relevante pues le hace atractivo para los
visitantes, aun cuando su visita no sea realizada con el fin de participar o conocer la cultura. Para
ello requiere que la cultura haya sido patrimonializada, es decir que ciertas manifestaciones y
expresiones específicas, hayan sido puestas en valor de manera colectiva mediante políticas
públicas deliberadas para fomentarla y fortalecerla como parte de la identidad cultural local. Dado
que el sector turístico privado se beneficia de ello, aun cuando sea indirectamente, está en 416
disposición de colaborar, de participar en las acciones de preservación y salvaguarda de la cultura
local. En suma, desde el punto de vista del sector privado, el turismo cultural representa un área de
oportunidades de negocios. El aprovechamiento de estas oportunidades, de no existir medios o
mecanismos de control o de regulación, pueden llevar a una explotación mercantil de la cultura, a
la tergiversación de sus valores intrínsecos y de sus significados para la sociedad de los sitios
turísticos. En tanto que, por el contrario, si existe una participación de otros actores sociales con
capacidad de intervenir y establecer criterios para regular, mediar, su participación, puede a su vez
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
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constituirse en un importante aliado en el fomento de la conservación y salvaguarda de la cultura


en los sitios turísticos.

La construcción social del turismo cultural del sector social - La población residente en los sitios
turísticos, denominada en la literatura especializada comunidad receptora, en la medida en la que
sea capaz de organizarse para actuar colectivamente, puede ser un actor social relevante,
conformarse como un sector social que impulse y a la vez controle, regule la promoción, el fomento,
el aprovechamiento social y económico de la cultura. Las organizaciones de la sociedad civil se
constituyen de este modo en sujetos institucionales con capacidad de agencia, de impulsar las
acciones sociales hacia intereses colectivos.

En la práctica, el sector social consiste en un conjunto de grupos con intereses particulares, que no
necesariamente coinciden, ni tampoco reflejan necesariamente una postura ideológica común. No
obstante, si se considera como representantes del sector social, a las organizaciones de la sociedad
civil organizada con intereses y preocupaciones centradas en la cultura local, entonces se puede
afirmar que en general se orientan, en un sentido neo-institucional, entre dos extremos, por una
parte aquellas organizaciones que fundamentan sus acciones en las propuestas de la Unesco, hacia
la patrimonialización como vía para la conservación de la cultura y por la otra, en un sentido activista,
que busca el respeto absoluto a la conservación de la cultura local, sin intervención ni del estado, ni
de la iniciativa privada y menos aún del turismo.

La Unesco ha impulsado a nivel internacional, el proceso de patrimonialización con el fin de


revalorar la cultura y constituir pilares sobre los que, mediante un proceso de construcción
sociotécnico-política, que no se puede considerar en ningún momento como un producto acabado
o estático, confiere una dimensión integral al patrimonio al asumir que supone un acto de consumo 417
por parte de los sujetos y que ese consumo es multidimensional, con significado por sí
mismo (Hernández & Ruiz, 2017). Desde esta perspectiva, al gestionar los bienes del patrimonio
cultural para la oferta turística se conectan dos mundos, donde la cultura y los principios de cada
uno son diversos, sin embargo, ambos pueden tener intereses en complementarse y colaborar entre
sí (Velasco, 2009), para estimular el desarrollo regional en zonas rurales y urbanas y constituirse en
un factor clave que puede favorecer el bienestar económico (Ebru, Kamil & Ige, 2009).
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

Como parte de las recomendaciones de la Unesco para la salvaguarda del patrimonio cultural en las
naciones se encuentran: (1) que la puesta en valor de las expresiones culturales provenga de la
propia comunidad, de manera participativa y colectiva, (2) que su aprovechamiento se constituya
en un consumo con significado para la colectividad local, de manera que primero fortalezca la
identidad cultural y como consecuencia genere valor económico, que enriquezca también en tal
sentido al ámbito local. 3) que la generación de beneficios sea equitativamente repartida entre los
miembros de la comunidad y particularmente entre quienes detentan y son depositarios de las
propias expresiones culturales.

El aprovechamiento del turismo cultural, bajo esta perspectiva, toma en cuenta las nuevas
necesidades en el ámbito del ocio, debido a que el turista ya no se conforma con el turismo
tradicional de sol y playa, sino que cada día busca conocer nuevas formas de entretenerse, obtener
nuevos conocimientos, conocer otras culturas y vivir nuevas experiencias, que lo lleve a
experimentar nuevas acciones. Esta necesidad del turismo ha propiciado que las comunidades
locales aprovechen sus conocimientos, prácticas y tradiciones a través de un valor de uso y de
cambio.

La construcción social del turismo cultural para el turista convencional - Los bienes que conforman
el patrimonio cultural son de importancia para un país, municipio o comunidad, ya que no solo
permiten conocer y preservar la cultura, sino que también representan un atractivo potencial para
la incorporación y diversificación de la oferta turística en la consolidación de un destino turístico. La
cultura es un elemento cada vez más valorado por turistas y visitantes en las distintas ofertas
turísticas y juega como elemento diferenciador al elegir un destino (Cerpa & Lunar, 2008). En el
momento en que los visitantes y turistas eligen un lugar para viajar el patrimonio cultural juega 418
como elemento diferenciador al elegir el destino, diversificar el turismo a través del
aprovechamiento de los recursos del entorno hace de esta actividad más enriquecedor para el
turista que le gusta vivir nuevas experiencias.

El turismo ha evolucionado, si a mediados del siglo XX los viajeros elegían su destino con base en
aquello que deseaban admirar y presenciar, a fines del siglo XX ya no era suficiente, pues era
necesario que existiesen actividades para realizar en el lugar admirado. Ya entrados en el siglo XXI,
los viajeros eligen el destino de su viaje con base en la capacidad de éstos de ofrecerles experiencias
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sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

significativas y memorables, distintas a las que pueden encontrar en otros sitios. Esta evolución ha
marcado a los destinos turísticos que hoy en día se enfocan en el diseño y oferta de tales
experiencias distinguibles de otras por su autenticidad la que, en buena medida, descansa en las
características de identidad cultural propias de la comunidad que habita el destino turístico.

Para el turista convencional, entendido como aquel viajero que prefiere mantenerse en una esfera
de relativa seguridad y comodidad durante sus viajes, en la que el contacto que se espera con las
costumbres propias del lugar visitado será mínima o reducida a su representación a modo de
espectáculo, el turismo cultural es entendido como aquel conjunto de actividades complementarias
que aportarán a su viaje cierto grado de exotismo, sin salir en realidad de la seguridad y comodidad
a la que se encuentra acostumbrado. Los turistas convencionales, buscando principalmente
descanso y diversión en destinos de sol y playa o recreacionales, o buscando sitios para encuentros
de negocios y convenciones, el turismo cultural no es el principal motivador de su viaje, pero llega
a ser el elemento decisivo para elegir entre un destino u otro.

En la actualidad, el turista convencional aún representa más de las tres cuartas partes del total del
mercado de viajes turísticos en el mundo, por lo que la visión que este grupo de turistas tiene sobre
el turismo cultural, es de tomarse en cuenta en todo esfuerzo encaminado a aprovechar el
patrimonio cultural de un sitio turístico ya establecido. Si bien, los turistas propiamente no ejercen
una acción organizada para ser reconocido como un actor social con todas sus características, la
influencia de sus opiniones se traduce directamente en acciones de mercado, ya sea
deliberadamente conducidas por la industria turística local o de manera indirecta por las acciones
de la industria de otros destinos competidores.

La construcción social del turismo cultural del nuevo turista - Las nuevas formas de turismo 419
empiezan a existir a finales de los años ochenta debido a las nuevas condiciones, necesidades y
exigencias del mercado, flexibilidad y segmentación de los productos y servicios turísticos, con una
mirada hacia el aprovechamiento del patrimonio cultural de las comunidades rurales, a través de
sus atractivos, donde se da una combinación entre la cultural, el lugar y la gente que propicia una
experiencia satisfactoria y real para el turista (Campos, Mendes, Valle & Scott, 2015; Tuo, Bai & Chen,
2014). Los cambios que se han presentado en el turismo han propiciado la creación y desarrollo de
proyectos para el disfrute del patrimonio cultural a través de la diversificación del turismo, de esta
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sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
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manera nace el ‘nuevo turista cultural’ aquel que se interesa por conocer de manera directa,
vivencial, nuevas culturas e incursionar en nuevas experiencias relacionados con la cultura.

El nuevo turista cultural busca una inmersión integral con la cultura visitada, por ello es que elige el
destino de viaje de manera cuidadosa, estudia previamente la historia y costumbres del sitio elegido
y en muchas ocasiones tiene contacto previo con personas, habitantes del sitio, que le guiarán en
su inmersión. Para este turista, el turismo cultural constituye una cuasi expedición etnográfica, en
la que el respeto por la cultura local es tal, que no solo reconoce su valor en términos simbólicos y
económicos, sino que está en disposición de colaborar en su preservación, su rescate activo y su
salvaguarda. Para este tipo de turistas la inmersión en el viaje inicia mucho antes del recorrido físico
y no concluye en realidad al regresar a su lugar de residencia, pues el contacto en muchas ocasiones
se mantiene, seUna gestión de la organización patrimonial se puede fundamentar desde diversas
teorías sociales, los avances en la comprensión de los factores que determinan la competitividad de
los destinos turísticos y sobre todo la inclusión de la sostenibilidad como indicador de desempeño,
han conducido a la propuesta de distintos modelos teóricos (Mazaro & Varzin , 2008; Mesinas, 2016).
Entre otras se pueden enunciar:

- La teoría de sistemas complejos, que considera los principios de la sustentabilidad y el desarrollo


local, tomando en cuenta al turismo como eje articulador de los subsistemas biofísicos y antrópico
de manera indisoluble y adaptativa, conceptualizando así al hommoecosistema (Palmas, Gutiérrez,
Cruz & Favila, 2014).

- La teoría del desarrollo local, que identifica cuatro dimensiones básicas: ambiental, económica,
social y cultural y política, en las que se integran en binomio irreductible tanto el nivel local en la
planificación como el regional (Núñez & Orozco, 2013). 420
- La teoría de la economía solidaria, que postula el que a cada ciudadano tiene calidad de asociado
en las iniciativas y proyectos para mejorar colectivamente su calidad de vida. Esta teoría se
caracteriza de acuerdo con Fajardo y Donneys (2005) en que “a) Hace operante la libertad
económica; b) Sirve a la sociedad; c) Propicia la participación plena y consciente; d) Afirma la
cooperación para la superación colectiva; e) Desarrolla el principio de equidad, sin discriminaciones
otras” (p. 51).
Salazar D., B. R.; Gonzáles D., A. & Macias R., A. R. (2020). El turismo cultural y
sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
destinos turísticos. Rosa dos Ventos Turismo e Hospitalidade, 12(2), pp. 406-
428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

- El modelo teórico de Turismo de Base Comunitaria [TBC], que implica procesos complejos, tales
como: la participación comunitaria, el empoderamiento, la colaboración con actores sociales
externos, la expansión y diversificación del capital social comunitario. La evolución de los procesos
que configuran el TBC es incierta pues éstos dependen de la historia del grupo y su particular
contexto social, político y cultural. Por ello, es un fenómeno que puede tomar diversas facetas en
cada caso específico, dependiendo de la situación local en la que se encuentran dichos procesos
(Fernández Aldecua, 2011), adoptan y adaptan nuevas costumbres y formas de entender el mundo.

Para que este tipo de turismo exista, es fundamental que previamente en el sitio turístico se hayan
desarrollado acciones para identificar, reconocer y poner en valor el patrimonio cultural local, es
decir, que existan acciones colectivas, ya sean dirigidas desde política pública o no, orientadas al
desarrollo de una identidad cultural local. Parecería contradictorio, pero antes de poder atraer a
nuevos turistas culturales, es necesario poner en valor y conservar la cultura local. En este sentido,
asociar el patrimonio al consumo, si se concibe este último como aquello que, facilitando la vida
material, está lleno de sentido, entonces el patrimonio, sin duda, también puede ser consumido.

CONCLUSIONES

En un sitio turístico, cuando se pretende introducir el turismo cultural como actividad económica,
ha de considerarse la participación colectiva de los actores interesados en la temática, teniendo en
cuenta de manera previa, que cada actor social, cada colectivo con capacidad de agencia, tendrá su
propia construcción sobre el significado del turismo cultural, sus propios intereses al respecto y las
consideraciones propias sobre sus posibilidades de aprovechamiento, la cual se habría derivado de
su propia experiencia, de su práctica, como hecho social. A lo largo del texto se identificaron al
menos cinco construcciones sociales diferenciables sobre el turismo cultural que operan en la
421
práctica de manera simultánea: la de los actores del sector público, la de los actores del sector
privado, la de los actores del sector social y dos provenientes de los visitantes, la del turista
convencional y la del nuevo turista cultural.

Si bien, las cinco construcciones sociales tienen naturaleza distinta y se orientan hacia
intencionalidades diferentes, se encontró que existe coincidencia en el proceso de
patrimonialización como requisito necesario para aproximarse al turismo cultural. Si bien algunas
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sus construcciones sociales como contribución a la gestión sostenible de los
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de las nociones o representaciones se enfocan en el aprovechamiento del patrimonio cultural y


otras sólo en su conservación y salvaguarda. En este marco, se encontró que hay dos construcciones
sociales que por extremas resultan incompatibles en la práctica, la que pretende una completa
mercantilización de la cultura, creando productos turísticos culturales adecuados a los deseos de la
demanda versus la visión de un patrimonio cultural absolutamente local, en el que el turismo no
solo no tiene opinión, sino que ni siquiera tendría cabida.

La implicación práctica de ello es que, si en un sitio turístico hay actores sociales con capacidad de
movilización colectiva que defiendan ambas posiciones extremas, será inevitable la confrontación.
No obstante, no toda confrontación necesariamente tiene que verse como algo negativo,
particularmente cuando lo que se confronta son las ideas y las inquietudes colectivas. Al respecto
entonces cabe insistir en la relevancia de que toda decisión de incursionar en el turismo cultural
para un sitio turístico debería en principio ser discutida entre los diversos actores interesados, con
el fin de tomar las decisiones que mejor les convengan.

En las decisiones que sobre la introducción y posterior gestión del turismo cultural deben intervenir
distintos actores; sector privado y público, turista y comunidad, en los entornos diversos, donde se
aprovechan el patrimonio cultural. Donde dichos actores deben interactuar a su vez con los
encargados de la gestión del patrimonio. En el caso de que se decida impulsar el turismo cultural,
es indispensable que se establezcan políticas, criterios y parámetros en la forma de normas
colectivamente reconocidas y aceptadas, legitimadas, para respetar los preceptos del desarrollo
sostenible de los cuales el turismo cultural a desarrollarse debería formar parte.

Las teorías que abordan el tema del turismo cultural han hecho énfasis en la necesidad de un
enfoque centrado en la sustentabilidad, hacen énfasis en el aprovechamiento equilibrado de los 422
recursos que intervienen en el desarrollo, destacándose aspectos como la participación local,
repartición de beneficios equitativos, el combatir la pobreza, el conservar el patrimonio, formular
proyectos de abajo hacia arriba, es decir, a partir del involucramiento directo e iniciativa de la
misma comunidad, donde se contempla a la colectividad como los principales actores. La
sostenibilidad del turismo cultural en este sentido, se fundamentaría en una estructura
multidimensional (Yulong & Hunter, 2015):
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(1) Debería garantizar la participación local. La comunidad anfitriona y los empleados locales nunca
deben ser explotados, en lugar de ello lo deseable es que adquieran capacidades, se empoderen
para ser socios del negocio en el turismo cultural.

(2) Se deberían repartir equitativamente los beneficios. En primer lugar, toda la operación debería
ser económicamente viable, lo que significa que el ingreso bruto a largo plazo debe exceder los
costos totales de conservación y turismo. La distribución de costos y beneficios entre todos los
participantes deberían ser justos y equitativos.

(3) Se ha de plantear como objetivo el combatir la pobreza. Es incompatible la inequidad económica


con la conservación de una identidad cultural.

(4) El objetivo al aprovecharlo debiera ser en realidad conservar el patrimonio. El aprovechamiento


sin conservación del significado y el valor intrínseco de las expresiones y manifestaciones culturales
lleva a la pérdida de autenticidad, de sentido y al empobrecimiento o pérdida de valor de la propia
cultura.

(5) La toma de decisiones debería seguir un sentido de abajo hacia arriba. Es decir, la participación
democrática en las decisiones por parte de los actores sociales habría de jugar un rol fundamental
para sostener tanto a las propias instituciones en el largo plazo como a sus objetivos y por ende al
patrimonio y el turismo.

(6) Se debería de involucrar a todos los actores sociales con interés en el turismo cultural. Una
estructura institucional transparente que se caracterice por establecer un consenso y una
gobernanza compartida, de modo que los intereses y las preocupaciones de todas las partes
interesadas pudieran ser reconocidas y representadas adecuadamente en el proceso de las
423
operaciones turísticas

(7) Se debería respetar el entorno natural. Toda acción de promoción y aprovechamiento del
turismo cultural deberá ser ecológicamente sostenible y su entorno circundante no debe disminuir
en valor con el tiempo.

A través de los cambios que se han generado en el ámbito del ocio, la cultura y el turismo se han
presentado nuevas formas de generar conocimientos y compartir experiencias que promueven un
encuentro entre el turismo y el patrimonio cultural, lo cual genera las condiciones para el
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428. DOI: http://dx.doi.org/10.18226/21789061.v12i2p406

aprovechamiento de los recursos patrimoniales, aunque no necesariamente de manera sustentable.


Los cambios que se han generado en el turismo han permitido la creación de proyectos turísticos
que tienen por vocación el aprovechamiento y al mismo tiempo la conservación del patrimonio
cultural, sin embargo, el interés sobre el patrimonio no debe enfocarse en la obtención de recursos
económicos, sino más bien en el aprovechamiento social de los mismos. La valoración del
patrimonio permitirá su reconocimiento, transmisión de valores y la diversificación del turismo
cuando el patrimonio cultural se gestione de una manera sustentable.

Comúnmente, las condiciones para desarrollar el turismo cultural se encuentran en las comunidades
rurales, en donde los mismos habitantes son quienes participan las actividades turísticas que se
desarrollan. En las comunidades los recursos patrimoniales culturales atractivos para el turismo
pueden variar de acuerdo al lugar en donde se desarrolla esta actividad, sin embargo, el
aprovechamiento de los mismos debe garantizar su conservación como parte de la identidad
cultural de los habitantes de la comunidad, sin perder una relación directa con el desarrollo
sostenible de las actividades que implica.

El turismo cultural por sus condiciones y naturaleza, la diversidad de actores y representaciones


sociales sobre él, en la actualidad no es capaz de contribuir a un desarrollo sustentable: ser de
consumo social, generar beneficios económicos, permitir la conservación y permanencia del
patrimonio cultural. Para que el turismo cultural adquiera estas características, deberá partir de una
planeación colectiva, participativa, incluyente y con enfoque en el largo plazo.

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