ANALISIS
ANALISIS
ANALISIS
Es por eso, que actualmente vivimos una época violenta, muy violenta;
quizás tan violenta como otras épocas, sin embargo, la diferencia radica en
que la actual es una violencia estructural y mundial; que hasta la OMS retrata
como "epidemia mundial" en muchos de sus variados informes de situación.
En ese engendro imperial denominado (grandilocuentemente) como "el gran
país del norte", la ignorancia (junto con otras bestialidades, como el
supremacismo, el racismo y la xenofobia, etc.) adquiere ribetes
escandalosos, y más por la violencia que se ejerce directamente sobre
aquellos seres que los "ganadores" han determinado como "inferiores". Aquí,
un texto fechado en 1980 donde el genio de la ciencia ficción Isaac Asimov
hace una crítica mordaz sobre el culto a la ignorancia, un culto a un Dios
ciego y estúpido cual Azathoth, que se ha esparcido por todo el mundo, y
aquí tenemos sus consecuencias, las vivimos en nuestra cotidianeidad.
Por otro lado, hay un tipo particular de personas que ama el poder, les
da placer y gozo. Y como se dedican con más energía a los notables
esfuerzos y sacrificios necesarios para tener más poder, a menudo estas
personas llevan las de ganar. Debemos partir de la segunda ley de Cipolla,
hay tantos estúpidos en el poder como en el resto de la humanidad, y son
más numerosos de lo que creemos. Pero hay dos cosas que son diferentes:
la relación y la actitud.
Una definición fundamental en el método de Cipolla establece que los
resultados de un comportamiento no deben ser medidos desde el punto de
vista de quien hace las cosas, o no hace lo que debiera, sino desde el punto
de vista de quien sufre sus efectos. Por tanto, el daño o la ventaja son mucho
más grandes, en base al número de personas involucradas y a la intensidad
de las consecuencias de un acto o de una decisión. Si en una relación entre
iguales, una persona consigue una ventaja equivalente al daño que inflige a
algún otro, esta persona en la definición de Cipolla es un “bandido perfecto”,
mientras el otro es un perfecto desafortunado, y el sistema, en general,
permanece en equilibrio. Obviamente aquí no estamos hablando de una
diferencia de poder.
Las personas que no buscan el poder como tal, sino que vigilan más el
bien de los otros, tiene menos tiempo y energías para gastar en la conquista
del poder, o incluso para tratar de conservar el que tiene. Las personas
sedientas de poder, independientemente de sus efectos sobre la sociedad,
se concentrar en la lucha por el poder.