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La Argentina Moderna

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La Argentina moderna.

Conservadores y liberales
El período que va desde 1880 hasta 1916 fue uno de los más dinámicos de la Historia argentina. El país cambió de
manera notable. Creció y se pobló. En esos años llegaron millones de inmigrantes y se produjeron grandes cambios
sociales. Nacieron los partidos políticos. La economía se expandió y la Argentina ingresó en el mercado
internacional como país proveedor de alimentos, entre ellos, carne y cereales, e importador de productos
manufacturados. Esta etapa es conocida como la Argentina Moderna y los hombres que lo hicieron posible

integraron la llamada Generación del 80.

La política: los grupos dirigentes y el PAN


En 1880 gran parte de los grupos dirigentes del país, principalmente los Autonomistas de Buenos Aires (partido
que había creado Adolfo Alsina en 1862) y una alianza de los gobernadores del Interior, conocida como la "liga de
los gobernadores”, se unieron para sostener la candidatura de Julio A. Roca. Así se originó el Partido Autonomista
Nacional (PAN), que dominó la vida política argentina hasta 1916. En realidad, el PAN no era un partido político
como lo entendemos hoy, sino un partido de "notables": no tenía una organización estable y permanente, y se
armaba para las elecciones bajo la tutela de figuras importantes. Como estructura de poder político, el PAN era una
conjunción de ideas conservadoras y liberales vigentes en la época.
Eran conservadores en lo político, porque sus miembros consideraban que solo las personas instruidas podían
participar de los asuntos públicos y gobernar el país. En la práctica, esto significaba que la mayor parte de la
población quedaba apartada de las grandes decisiones. El sistema electoral favorecía la escasa participación
ciudadana, el voto era cantado (oral), público y voluntario, y las elecciones se arreglaban mediante el fraude. ¿Qué
era el fraude? Los que tenían el poder trataban de impedir que votasen los opositores, a veces hasta con violencia
hacían votar a personas en nombre de ciudadanos muertos o pagaban los votos e incluso llegaron a fraguar la
cantidad de votos contados ya que no habla lista oficial de votantes. Por eso votaban muy pocos, la mayoría de los
que lo hacían eran empleados del Estado
También eran conservadores en lo social muchos de los dirigentes del PAN eran de clase alta, de buena formación
intelectual, y poco flexibles a la incorporación de nuevas personas a su grupo social. Todos viajaban a Europa,
especialmente a París, y tenían ciertos lugares clave de reunión, como el Club del Progreso, el jockey Club o los
veraneos en Mar del Plata, por entonces un balneario exclusivo.
Pero el PAN era liberal respecto de las relaciones con la Iglesia. Buscaban disminuir el poder eclesiástico sobre la
sociedad y por eso sancionaron leyes laicas, como la famosa Ley de Educación N° 1420, la Ley de Registro Civil y la
de Matrimonio Civil. Esto aumentó el poder del Estado en perjuicio de la Iglesia, que hasta entonces se ocupaba de
llevar los registros de la población y ejercía gran influencia educativa. Esta política produjo un enfrentamiento con
el clero local y con el Vaticano.
Asimismo, el PAN era liberal en lo económico: creía en la iniciativa privada, en el rol limitado del Estado en la
economía y en la promoción del comercio internacional. En este período, como ya leíste, se profundizó la inversión
de capicales extranjeros y la llegada de inmigrantes.

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Finalmente, desde el punto de vista filosófico, los grupos dirigentes adherían, en líneas generales, al positivismo.
Esta corriente creía en la experiencia como método científico y único criterio de verdad, es decir todo tenía que ser
verificable, y en el progreso indefinido, ya que consideraba que las sociedades eran cambiantes y evolucionaban
por etapas. Desde esta perspectiva, los miembros del PAN eran muy optimistas respecto del futuro del país.
En este periodo, que duró hasta 1916, fueron muchas las figuras que ejercieron gran influencia, pero se
destacaron Julio A. Roca, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini, y Roque Sáenz Peña

La organización del régimen oligárquico


A partir de 1880 -asegurada la unificación del Estado argentino y la obediencia a la autoridad centralizada por el
conjunto de la sociedad- los grupos dirigentes nacionales se propusieron asegurar el orden político sobre nuevas
bases.
Los grupos dirigentes mantuvieron su adhesión al liberalismo que afirmaba los principios de la soberanía popular
y de, la igualdad de derechos para todos los miembros de la sociedad. Sin embargo, desde 1880 en adelante, el
crecimiento de la riqueza producida en el país consolidó el poder económico de un grupo social cuyos miembros se
consideraron "los más aptos" para ser gobernantes. Por esta razón, aunque el régimen político se mantuvo basada
en las reglas de la democracia política los ciudadanos ejercían el derecho de sufragio y elegían representantes, al
mismo tiempo se fue consolidando un sistema de gobierno que depositaba el ejercicio del poder en una minoría y
restringía la participación política de la mayor parte de la sociedad argentina.
Esta contradicción entre la teoría y la práctica política es lo que permite caracterizar como oligárquico al régimen
que se organizó a partir de 1880. Este calificativo deriva del concepto de oligarquía, palabra que proviene del griego
y que significa gobierno de unos pocos.
Algunos integrantes de los grupos de mayor poder económico se constituyeron en una clase gobernante: la
oligarquía, que legitimaba su poder político en su poder económico y en su educación y su preparación para el
ejercicio del gobierno. Con el tiempo la clase gobernante estuvo integrada por un sector compuesto
específicamente de políticos
El mantenimiento de una democracia oligárquica no generó tensiones
mientras la política se mantuvo como una actividad sumamente restringida en la que no tenía interés la mayor
parte de la sociedad, porque no la relacionaba con su vida cotidiana. El proceso de expansión económica que
atravesaba el país contribuyó para que inmigrantes y nativos tuvieran oportunidades de mejorar sus condiciones de
vida y lograr el ascenso social, aunque no ejercieran sus derechos políticos.

La diferencia entre habitantes y ciudadanos.


Los cientos de miles de inmigrantes que se establecieron en el país durante la segunda mitad del siglo XX,
adquirieron la condición de habitantes de la República Argentina. De acuerdo con el artículo 20 de la constitución
nacional de 1853, los extranjeros gozaban de todos los derechos civiles de los argentinos y no estaban obligados a
adoptar la ciudadanía. Los extranjeros solo adquirían derechos políticos si se nacionalizaban y se convertían en
ciudadanos argentinos. La gran mayoría de los inmigrantes no se nacionalizó, se mantuvieron como habitantes con
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los mismos derechos civiles y garantías de los argentinos y sin la obligación de estos últimos de prestar servicios de
armas. Sarmiento, que había defendido la necesidad de realizar un trasplante demográfico y lo había impulsado,
afirmaba hacia 1880: “Roca hace y hará lo que quiera, para eso tiene un republica sin ciudadanos sin opinión
pública, educada por la tiranía y corrompida en los últimos tiempos por la gran masa de inmigración sin patria allá
ni acá, sin ideas de gobiernos ni otros propósitos que buscar dinero por todos los caminos, con preferencia de los
peores en el sentido de la honradez. Que chasco nos hemos llevado con la inmigración extranjera”.

Las transformaciones en la sociedad


Como ya apuntamos, se produjeron en esta etapa grandes cambios que afectaron a la Argentina en su conjunto.
De modo directo o indirecto, no hubo región en el país que no sufriera transformaciones en su estructura
económica y social. Para comienzos del siglo xx se podían diferenciar claramente tres sectores sociales
La clase alta estaba conformada por los sectores que tradicionalmente habían conducido al país en primer lugar,
los grandes terratenientes ganaderos, a los que se sumaban ahora los dedicados a la agricultura. Luego, los grandes
comerciantes vinculados al mercado internacional de exportación e importación. A esto se agregaban los grandes
inversionistas, por lo general extranjeros de origen británico, que se afincaron de manera definitiva en el país. Este
sector construyó grandes y fastuosas residencias, tanto en sus estancias como en los principales barrios de las
ciudades más importantes.
La clase media, de reciente formación, estaba compuesta por un grupo heterogéneo que cubría un amplio
espectro profesionales, pequeños y medianos comerciantes, agricultores medios, docentes y empleados públicos
(para lo que se necesitaba un grado importante de instrucción), bancarios, etc. Una característica particular de la
clase media fue la posibilidad del acceso a la vivienda propia. Muchos integrantes de este nuevo sector fueron hijas
de inmigrantes que habían podido lograr el ansiado ascenso social
La clase baja estaba constituida por aquellos que no se beneficiaban con el crecimiento económico del país:
peones de grupos menos calificados a nivel laboral. Algunos eran viejos criollos, otros inmigrantes sin fortuna, casi
todos sometidos a extensas jornadas laborales con bajos salarios

Los conventillos
Una mención especial merece los conventillos o casas de inquilinato. La escasez de vivienda en las grandes
ciudades y la llegada masiva de extranjeros hizo surgir una solución precaria al problema habitacional. Se optó por
dividir viejas casonas, y así en una sola vivienda habitaban varias familias que debían compartir el patio, el baño, la
cocina y los piletones para lavar la ropa. Con tanta gente viviendo en espacios tan reducidos era inevitable el
contacto entre diferentes culturas, así como episodios confusos, peleas y malentendidos.
En cada conventillo había, por lo general, un encargado y a veces existía también, un reglamento interno. Aunque
muchos no tenían luz ni agua corriente, se cobraban altos alquileres por una pieza. En 1907, la suba de los
alquileres provocó una famosa huelga de los conventillos, donde fueron desalojados muchos inquilinos.

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Se calcula que a principios del siglo xx había en Buenos Aires alrededor de 2400 conventillos habitados por
alrededor del 10% de la población de la ciudad. Los barrios más afectados por este fenómeno fueron
principalmente los del sur porteño: San Telmo, Montserrat, Barracas y La Boca

Juárez Celman y el nacimiento de la oposición


En 1886 asumió la presidencia Miguel Juárez Celman, ex gobernador de Córdoba que había sido elegido para ese
cargo por influencia de Roca, su concuñado. A pesar de ello, el nuevo presidente se alejó velozmente de su
promotor político y de su prudente administración económica. Celman puso en práctica una manera de hacer
política que rápidamente le generó enemistades y que, con la conjunción de otros factores, llevó al país a una
situación crítica.
Desplazó de la conducción del PAN a Roca (que se convirtió en su enemigo implacable), y se rodeó de un grupo
de incondicionales partidarios que lo proclamaron "jefe único”, lo que determinó que al período de Celman se lo
llamara el Unicato.
Por otro lado, el presidente tomó una serie de medidas muy arriesgadas: privatizó los ferrocarriles que estaban
en manos del Estado, despilfarró los dineros públicos en obras desmesuradas y aumentó la deuda del Estado,
autorizó, mediante una ley, la emisión de moneda de forma indiscriminada. A todo esto, se sumó la especulación
económica de muchos juaristas (como se llamaba a los seguidores del presidente) tanto en la compra y venta de
tierras como en concesiones ferroviarias.
Además, la situación exterior se agregó al desbarajuste general cuando se produjo una significativa caída
internacional de los precios de los productos de exportación. Esto hizo que ingresaran menos capitales al país y que
no se pudieran pagar las deudas contraídas. A causa de todos estos factores se desató un descontento general que
pronto se transformó en una doble crisis: política y económica.

Los grupos opositores y la revolución de 1890


Aprovechando el malestar social y ante la soberbia del juarismo, que no aceptaba cuestionamientos, diferentes
grupos opositores retomaron la actividad política y comenzaron a nuclearse en tomo a ciertas figuras
representativas.
Aquellos que creían en la posibilidad de terminar con el fraude político y reencauzar la economía, se agruparon
en torno de Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle. Los católicos, contrariados con las leyes laicas (la N° 1420, la
de Registro Civil, y la de Matrimonio Civil sancionada por Juárez Célman), se pusieron bajo el liderazgo de José M.
Estrada y Pedro Goyena. Y los sectores más preocupados por la crisis económica y sus consecuencias políticas
buscaron la tutela de Bartolomé Mitre, ex presidente y figura de consulta permanente. Estos tres sectores unidos
por su oposición al gobierno conformaron en 1890 Unión Cívica (UC).
Esta nueva agrupación, con apoyo de algunos grupos del Ejército y el liderazgo de Alem, intentó tomar el poder
por la fuerza, en lo que se denominó la Revolución del 90. Aunque las tropas fieles al gobierno pudieron controlar
la situación, el poder político de Juárez Célman se desmoronó y el presidente tuvo que renunciar. Para ello jugaron

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un papel significativo no solo la popularidad de los reclamos de la Unión Cívica sino también las maniobras políticas
del vicepresidente Carlos Pellegrini y del ex presidente Roca.

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