Exploración Abdominal 2
Exploración Abdominal 2
Exploración Abdominal 2
3.4. PALPACIÓN
En la palpación bimanual con los dedos índices en contacto es preferible que diverjan
las manos en sus bases, para aprovechar los pulpejos de los dedos con mayor soltura.
Las manos deben tener cierto grado de oblicuidad (una doble oblicuidad), sobre el
abdomen para ganar la profundidad necesaria en la palpación de las vísceras al
practicar el deslizamiento.
La palpación bimanual con las manos superpuestas tiene como objetivo vencer cierta
resistencia de la pared, aunque en realidad se palpa con una sola mano, la de abajo.
La palpación bimanual anteroposterior o de peloteo, usada por Chauffard, es
aplicable más bien a los vacíos. Con esta palpación, la mano que está detrás empuja
hacia delante las vísceras ofreciéndolas a la mano que palpa. En todos estos tipos de
palpación, los dedos desempeñan un papel fundamental; se deben manejar con soltura,
no fijarlos en posición forzada, de flexión o de una verdadera garra que es perjudicial en
una buena palpación. A su vez, se deben aprovechar dos, tres o hasta cuatro dedos de
cada mano.
Esta maniobra se utiliza fundamentalmente para la palpación del hígado y el bazo, que
están situados más superficialmente y por debajo y en contacto con el diafragma.
Los objetivos fundamentales de la palpación profunda, o mejor, intracavitaria, son la
valoración de masas palpables y la existencia o no de dolor, no detectado previamente
con la palpación superficial.
Esta maniobra se utiliza fundamentalmente para la palpación del hígado y el bazo, que
están situados más superficialmente y por debajo y en contacto con el diafragma.
Los objetivos fundamentales de la palpación profunda, o mejor, intracavitaria, son la
valoración de masas palpables y la existencia o no de dolor, no detectado previamente
con la palpación superficial.
Masas palpables. Aunque no es normal el hallazgo de masas palpables, si se
encuentran, debe evaluarse su localización, tamaño, forma, consistencia y movilidad.
La localización debe evidenciar, además, si la masa está situada en la pared abdominal
o está dentro de la cavidad abdominal.
Las estructuras abdominales que comúnmente se mal interpretan como masas
anormales incluyen la aorta, el músculo rectoabdominal, el colon lleno de heces, el
promontorio sacro en las personas delgadas con una palpación demasiado profunda y
la sínfisis del pubis, en los obesos con abdomen redundante. Las heces se palpan
usualmente como una estructura tubular, en oposición a una estructura redondeada de
una masa anormal.
Puntos dolorosos:
Cada afección duele en sitios específicos. Algunos de ellos son:
• apendicitis: lateral al punto medio de una línea imaginaria entre el ombligo y la
espina ilíaca anterosuperior
• colecistitis aguda: bajo el reborde costal derecho, lateral al borde externo del
músculo recto abdominal
• diverticulitis: duele en el cuadrante inferior izquierdo o la fosa ilíaca y el flanco
izquierdo
Las peritonitis se deben a una irritación del peritoneo. Con frecuencia se deben a la
perforación de una víscera hueca (por ejemplo, como complicación de una apendicitis o
por perforación del intestino). Puede ser localizada o difusa, según el proceso logre ser
contenido o no. El abdomen en estas condiciones es muy sensible y una palpación
suave es capaz de desencadenar dolor. Incluso, las sacudidas que se producen al
percutir el abdomen desencadenan dolor. También cuando el paciente tose. Se
encuentra un signo que tiende a ser bastante característico que consiste que después
de presionar el abdomen y soltar bruscamente, la persona experimenta un intenso dolor.
Este es el signo de Blumberg. Duele más al retirar la presión que al ejercerla.
El médico, sentado a la derecha del paciente, mirando hacia él, con la mano
derecha algo oblicua y el talón apoyado, palpa suavemente con los pulpejos, hundiendo
levemente la mano desde la FID hacia arriba, por fuera de los músculos rectos sobre la
línea hemiclavicular. Si no se encuentra el borde, al llegar al reborde costal se le pide al
paciente que inspire más profundamente, de modo que el hígado descienda y sea
posible palparlo. Es necesario siempre continuar palpando hacia el epigastrio y el
hipocondrio izquierdo; en caso contrario, se pasarán por alto tumoraciones exclusivas
del lóbulo izquierdo. En ocasiones, se percibe un aumento de tensión, pero no se
encuentra el borde, y en la inspiración profunda, hundiendo un poco más la mano, se
siente pasar algo de mayor consistencia debajo de los dedos, que no puede retenerse
en la espiración. Este es el hallazgo más frecuente en los casos de hígado
basculado. A continuación, en todos los casos, se debe tratar de establecer si el borde
hepático es romo o agudo, si es doloroso, y las características de la superficie hepática.
Otra maniobra monomanual para palpar el hígado es la de mano en cuchara. En ella,
el examinador, a la derecha del paciente, coloca su mano derecha en forma transversal
al borde hepático con los dedos flexionados en forma de cuchara. Se presiona
suavemente debajo del reborde costal mientras se le indica al paciente que inspire en
forma profunda. Los pulpejos de los dedos perciben así el borde hepático
2. Palpación bimanual
Maniobra de Chauffard
Maniobra de Gilbert
El médico, a la derecha del paciente, mirando hacia sus pies, coloca las manos
unidas por los pulpejos de los dedos índice y medio y los talones hacia fuera, formando
un ángulo recto. La mano derecha se ubica paralela y la izquierda perpendicular al
reborde costal. Se asciende desde la fosa ilíaca derecha en busca del borde hepático
con movimientos de flexión metacarpofalángica. Al acercarse al reborde costal se le
solicita al paciente que respire profundamente, y el borde hepático es percibido por los
pulpejos de los dedos de la mano izquierda y el borde radial del índice derecho. Esta
maniobra resulta útil en los hígados blandos (hígado graso).
Es la más usada por su facilidad. Se colocan las manos con los dedos unidos
por los medios y levemente curvos, con los índices superpuestos de manera que los
pulpejos de los tres últimos dedos de ambas manos formen una recta paralela al reborde
costal.
El médico sentado o de pie a la derecha del paciente, mirando en dirección a los pies,
comienza la palpación también desde la fosa ilíaca derecha, con movimientos de
“enganche” en dirección hacia el hombro, y al llegar cerca del reborde costal solicita una
inspiración profunda.
Bibliografía
LLANIO, R., PERDOMO, G. (2005). Propedéutica clínica y semiología médica. Ed.
Ciencias Médicas.
DOUGLAS, G., NICOL, F., ROBERTSON, C. (2011) Macleod. Exploración clínica.
12ª ed. Ed. Elsevier.