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Op Ud 25

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OP UD 25. LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA.

INTRODUCCIÓN.

I. LA CIVILIZACIÓN GRIEGA.
INTRODUCCIÓN.
1. LA HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN GRIEGA.
1.1. LA ÉPOCA PREARCAICA Y ARCAICA.
La civilización minoica.
La civilización micénica.
La caída de la civilización micénica.
Los siglos oscuros y el renacer.
El movimiento colonizador.
La polis griega y la evolución de su estructura política: de la
monarquía a la tiranía.
1.2. LA ÉPOCA CLÁSICA.
El Estado ateniense.
La democracia.
El Estado espartano.
1.3. LA ÉPOCA HELENÍSTICA.
Macedonia: Filipo II y Alejandro Magno.
Los reinos helenísticos.
2. SOCIEDAD.
3. ECONOMÍA.
4. RELIGIÓN.
5. CULTURA.
5.1. LITERATURA.
5.2. FILOSOFÍA.
5.3. CIENCIA.
6. ARTE.

II. LA CIVILIZACIÓN ROMANA.


INTRODUCCIÓN.
1. LA HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN ROMANA.
1.1. LOS ORIGENES DE ROMA: LA MONARQUÍA.
1.2. LA REPÚBLICA.
Las instituciones republicanas.
La expansión.
La crisis republicana.
1.3. EL IMPERIO ROMANO.
Augusto.
La nueva expansión.
La evolución del imperio.
1.4. LA CRISIS TARDORROMANA.
2. SOCIEDAD.
2.1. LA DIVISIÓN SOCIAL.
2.2. LAS CIUDADES.
3. ECONOMÍA.
4. RELIGIÓN.
4.1. LA RELIGIÓN PAGANA.
4.2. LA APARICIÓN DEL CRISTIANISMO.
5. CULTURA.
5.1. LITERATURA.
5.2. FILOSOFÍA.
5.3. CIENCIA Y TECNOLOGÍA.
5.4. DERECHO.
6. ARTE.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL.
BIBLIOGRAFÍA DE GRECIA.
BIBLIOGRAFÍA DE ROMA.

INTRODUCCIÓN.
La UD se plantea como un resumen y visión general de la civilización
grecolatina: Grecia y Roma en la Antigüedad.

Resumen.
La civilización grecolatina tiene una importancia vital para explicar el
pasado de la civilización occidental. Es una herencia que perduró escondida
en la Edad Media para alumbrar con renovado vigor en la Edad Moderna y
que advertimos aún hoy en la lengua, urbanismo, economía, arte, política,
derecho, matemáticas, física, historia, geografía, filosofía, poesía...
Grecia originó muchos de los avances anteriores y nos legó una cultura
antropocéntrica, pues incluso su religión, derivada de los mitos, fue
humanizada, la primera en valorar la libertad individual como elemento
esencial de la naturaleza human.
Roma, por su parte, fue la intermediaria entre Grecia y nosotros, y valoró
más los principios de autoridad y gobierno que son necesarios para ejecutar
los ideales humanos.
La economía grecolatina era predominantemente agrícola, con la célebre
“tríada mediterránea” del trigo, la vid y el olivo. También la minería, la
pesca, la artesanía, el comercio se difundieron en la sociedad antigua, que
vivió el auge de las ciudades y la integración del Mediterráneo en un único
mercado, foro de intercambio de productos, hombres e ideas. Pero era una
economía basada en un sistema esclavista, lo que redundó en una profunda
división social y en una falta de estímulos para la innovación técnica, lo que
explica su decadencia final.
Griegos y romanos procedían de un mismo origen indoeuropeo, lo que
explica la semejanza de sus sociedades, idiomas y religiones, y tuvieron una
notable continuidad cultural, pero les distinguen su historia y otros rasgos.

I. LA CIVILIZACIÓN GRIEGA.
INTRODUCCIÓN.
La antigua Grecia se extendía por el sur de la península balcánica, las islas
del Mar Egeo y las costas de la península de Anatolia. Estos territorios del
Mediterráneo oriental constituyeron la llamada Hélade, espacio donde se
desarrolló fundamentalmente la civilización griega o helénica, que fue la
primera gran etapa de nuestra civilización occidental y que más tarde se
extenderá por las colonias en la Magna Grecia del sur de Italia y en otros
lugares del Mediterráneo.
Grecia es considerada hoy día como la cuna de la civilización occidental.
Efectivamente, de Grecia hemos recibido una manera concreta de entender
al mundo y al hombre, un sistema de gobierno democrático y unas normas
artísticas que basan sus metas en la belleza ideal, en la armonía y en el
equilibrio. La civilización griega se basa en el triunfo de la razón,
fundamento de la filosofía, de la técnica y de la ciencia que caracterizan a
nuestro mundo occidental.

1. LA HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN GRIEGA.


1.1. LA ÉPOCA PREARCAICA Y ARCAICA.
La civilización griega tuvo sus más hondas raíces en las culturas cicládica,
minoica y micénica.

Esculturas cicládicas.
La cultura cicládica surgió en la Edad del Cobre en los milenios V y IV aC en
las islas Cícladas, en el centro del Mar Egeo, como la de Keros, que se
enriquecieron con la minería de la obsidiana y el comercio, y desarrollaron
un arte muy interesante de pequeñas estatuillas como ofrendas para sus
santuarios, y que son muy admiradas en la actualidad.
La cultura minoica o cretense, desarrollada en la Edad del Bronce en los
milenios III y II aC, se basaba en la agricultura, la arteanía y un rico
comercio marítimo.
La civilización micénica o aquea, de carácter militar y aristocrático,
sustituyó a la civilización cretense h. 1400 aC aproximadamente, y su centro
fue la Grecia continental, sobre todo en el Peloponeso.

Mapa de las civilizaciones micénica y minoica.

La civilización minoica.
Las comunidades agrarias neolíticas establecidas en las tierras bañadas por
el mar Egeo se vieron profundamente afectadas por la llegada de la
metalurgia del cobre en el III milenio aC. El comercio de los metales y la
fabricación de nuevas armas dieron superioridad a unos pueblos sobre otros
y produjeron cambios en su organización.
La isla de Creta, montañosa pero fértil, favorecida gracias a su situación
geográfica por la influencia de las grandes civilizaciones orientales, adquirió
desde finales del III milenio un papel preponderante en la zona del Egeo. Su
esplendor se inició h. 2000, época en la que la ciudad-estado de Cnosos
dominaba en la isla, junto a las ciudades de Mallia, Faistos y Zakro. Hay
otros centros menores, como Hagia Triada.
La sociedad cretense debió de estar rígidamente gobernada por poderosos
príncipes. El rey Minos (el término significa “rey”) del que hablan los
testimonios más antiguos pudo ser un rey o una dinastía que gobernó sobre
la isla y creó una talasocracia o imperio marítimo.
La economía cretense, sobre una base agrícola, evolucionó hacia el
comercio marítimo. La aplicación del torno a la cerámica y el dominio de la
metalurgia impulsaron un comercio de exportación e importación. Los
cretenses, junto a productos agrícolas exportaban sus manufacturas e
importaban materias primas: cobre de Chipre y estaño de la Europa
occidental. Al tiempo, los cretenses desarrollaron un papel muy rentable de
intermediarios comerciales entre sus pueblos vecinos. El comercio propició
el desarrollo de la vida urbana.
Pórtico del palacio de Cnossos.

Fresco de la Tauromaquia del palacio de Cnossos.


Fresco minoico del palacio de Cnossos.

El arte cretense se desarrolló en la construcción de los palacios y sobre todo


en la decoración con frescos figurativos de sus interiores. Además, había
una espléndida artesanía en cerámica y orfebrería. Las formas artísticas,
que en su origen debieron tener inspiración religiosa, sufrieron una
evolución consecuente con los cambios de vida y de mentalidad de la
sociedad. Dejaron de ser objetos sagrados y pasaron a tener sentido propio,
dirigidos a la simple contemplación. El arte minoico influyó, al parecer, en el
egipcio.

La civilización micénica.
La civilización micénica se extendió por casi toda Grecia entre 1600 y 1200
aC, especialmente en el Peloponeso. Los aqueos, h. 1450-1400, incluso
invadieron el área cretense y arruinaron su civilización. Los aqueos
construyeron grandes ciudades-estado amuralladas, como Tirinto, Pilos y
Micenas (de donde viene el nombre convencional actual de civilización
micénica). Su lengua era indoeuropea, una variante arcaica del griego,
como denota la escritura lineal B de las tablillas que se usaban para la
contabilidad de los palacios.
Ciudad de Micenas.

La sociedad, según la describió Homero, era una sociedad de guerreros


gobernada por una monarquía que se apoyaba en la aristocracia
terrateniente para dominar a la población de campesinos y esclavos. Los
reyes vivían en palacios que tenían funciones religiosas, militares y
económicas. La tradición homérica, sin embargo, no es una fuente histórica
fiable sobre sus costumbres y organización social, porque es cuatro siglos
posterior.
La economía se basó en la agricultura, pero el comercio fue ganando en
importancia hasta convertir a los aqueos en los sucesores de los cretenses.
En este contexto se explica la guerra de Troya cantada por Homero: Troya
fue atacada porque competía con los aqueos.
Tumba de Atreo en Micenas.
Puerta de los Leones en Micenas.

El arte destacó en la construcción de ciudades amuralladas con enormes


muros ciclópeos y de grandes tumbas de tipo familiar, con cámara de falsa
bóveda y corredor, como la tumba de Atreo. Los aqueos destacaron también
por los trabajos de orfebrería hechos con oro y otros metales.

La caída de la civilización micénica.


La civilización micénica fue modificada profundamente h. 1200 tras la
invasión de nuevos pueblos, los dorios y jonios, que penetraron en el
espacio griego y desplazaron a los aqueos. Homero, en realidad, refleja en
la Iliada y la Odisea el caos provocado por la invasión de los dorios,
procedentes de los Balcanes, en la península griega durante el siglo XII, a
resultas de lo cual la estructura política y económica de la Grecia micénica
se derrumbó y determinó la huida de sus anteriores pobladores, entre ellos
los aqueos, hacia el mar Egeo y las costas de Asia Menor, con sus
destructivos efectos sobre Creta y Troya.

Los “siglos oscuros” y el renacer.


El país permaneció pobre y aislado, casi sin historia, en los llamados “siglos
oscuros”, hasta después del 900, cuando se comenzaron a restablecer las
relaciones comerciales con Italia y Siria. La escritura fue recuperada c. 750,
por influjo fenicio a través del comercio. Fue una innovación fundamental
que se transmitió por el mundo griego con algunas variantes. Se consolidó
la fragmentación política, pese a que había una gran unidad cultural y
lingüística.

El movimiento colonizador.
Había precedentes del movimiento colonizador, pero a partir del 750 los
movimientos de población fueron más masivos, organizados, con un
planeamiento político: en el continente el poder asirio amenazaba a los
griegos y estos huyeron hacia el Oeste del Mediterráneo. Había un exceso
de población junto a una carencia de tierras de calidad (además dominadas
por la aristocracia), por lo que el descontento social y político exigía una
válvula de escape en la emigración. Otro factor fue el comercio, pues el
vino, el aceite y la cerámica necesitaban de mercados exteriores. Por
último, había un deseo de aventuras, de acuerdo al ideal homérico en
la Odisea.
El resultado fue la fundación de nuevas ciudades (polis llamadas colonias)
en lugares con facilidad para el acceso marítimo, buenas defensas naturales
y tierras de cultivo. La población en su mayoría era griega y mantenía la
cultura, la lengua y los vínculos políticos con la ciudad madre de la que
provenía. Su forma urbana era muy parecida a la de la ciudad de origen.
Recreación de una típica colonia griega, con el puerto, la ciudad amurallada
y la acrópolis (véase que el modelo escogido es la de Atenas).

Mapa de la colonización griega (azul) y fenicia (rojo) en el Mediterráneo.

Primera fase (750-650).


Su finalidad fue la búsqueda de tierras de cultivo para asentar a los
excedentes de población. Se dirigió a Sicilia y sur de Italia. Los Estados de
origen fueron las ciudades eubeas Calcis y Eretria, junto a Corinto y Megara.
Segunda fase (650-550).
Hay una gran ampliación geográfica del movimiento colonizador, que
alcanza al extremo oeste del Mediterráneo y tiene más Estados de origen.
Se fundan ciudades desde Ampurias (Hispania) y Massilia (Galia) hasta
Cirenaica, Egipto y el Mar Negro. Destacan en esta fase en su actividad
colonizadora Mileto (hacia el Mar Negro), Focea, Samos, Creta y Rodas
(Ampurias, Massilia, Sicilia), y las mismas colonias de Sicilia y la Magna
Grecia (el sur de Italia), convertidas a su vez en activos centros de
emigración y colonización. Un nuevo factor esencial de esta fase fue el
comercio, compartiendo importancia con la búsqueda de tierras. Algunas
fundaciones son muy pequeñas, en lugares estratégicos para el comercio.

Como resultado, la cultura griega se difundió por la mayor parte del norte
del Mediterráneo, impregnando las culturas de Italia, Galia e Hispania y
asentando su influencia sobre el naciente pueblo romano.

La polis griega y la evolución de su estructura política: de la


monarquía a la tiranía.
Grecia es un país montañoso dividido en pequeños valles con recortadas
costas, lo que facilita más el comercio marítimo que el terrestre. Estos valles
fueron los núcleos de pequeños Estados, que evolucionaron a ciudades-
estado durante el siglo VIII, con formas institucionales propias, primero una
monarquía no absoluta y después con la tiranía, antes de evolucionar a la
democracia en muchas ciudades.
La polis es el conjunto de la ciudad y del territorio. Era una comunidad tanto
política como religiosa, unida por una ciudad con su acrópolis que albergaba
el templo de la divinidad principal de la ciudad. El oikos es el hogar (o la
familia), la célula básica, a efectos de herencia o reparto.
El genos (agrupación de oikos), reúne a los descendientes de un antepasado
común, mítico por lo general, con posesiones que a menudo coinciden en su
lugar. La estructura social de la genos la componen una clase de nobles
terratenientes y una clase de hombres libres pero unidos por clientela a la
aristocracia. Los esclavos estaban excluidos.
Las instituciones básicas son tres:
- Arcontes. Son los magistrados que administran el Estado, con poderes
detraídos de la monarquía. La aristocracia ocupó al principio estos cargos
mientras el rey, el basileus, se limitaba cada vez más a sus funciones
religiosas.
- El consejo (boulé). Es un consejo de composición aristocrática, con la
función de asesorar a los arcontes y la Asamblea, y administrar la justicia.
- La Asamblea (eklesia). Es la reunión de todos los ciudadanos. En ella reside
toda la soberanía popular, con funciones legislativas, de elección de los
arcontes (a veces de los consejeros de la boulé), relaciones exteriores,
asuntos religiosos, el urbanismo y la moneda.
La mejora de la economía gracias al comercio y la colonización permite que
aparezca la moneda, aunque tardíamente. Al principio sólo se comerciaba
con el trueque, estimando el valor en bueyes, caballos o mujeres, para
usarse después los metales. De estos se pasó a la acuñación de la moneda
de metal, con un valor estable y una garantía del poder público. Nació en
Lidia c. 660 y llegó a Grecia c. 620 en Egina, luego por Corinto y Atenas c.
590 y en Eubea c. 530. La finalidad de su difusión era no tanto el comercio
como las necesidades políticas: el pago de mercenarios, obras públicas,
ofrendas a los dioses, tasas, multas, etc.
Durante los siglos VII y VI algunos aristócratas se alían con las clases
dominadas (artesanos y campesinos) en contra de la monarquía y del resto
de la nobleza terrateniente, y se convierten en tiranos (dictadores). El poder
aristocrático monárquico u oligárquico es derrotado por estos individuos que
se limitan a acaparar los órganos de poder para sí mismos y sus partidarios,
con una continuidad institucional que enmascara un absoluto poder
personal. Su política de favorecimiento de los campesinos, comerciantes y
artesanos, junto a las obras públicas, les ganó un fuerte apoyo, pero luego
las tiranías tendieron a ser hereditarias mientras que los sucesores eran
menos brillantes que los fundadores. Sucesivas crisis (guerras civiles,
destierros) eliminaron las tiranías, que a menudo quedaron como una
transición entre la oligarquía y la democracia. El caso de Atenas es el más
representativo de esta evolución monarquía-tiranía-democracia.
1.2. LA ÉPOCA CLÁSICA.
Hubo tres periodos básicos en la historia de Grecia en el siglo V, con Atenas
en el centro de los acontecimientos:
1) El aumento del poder de Atenas durante las guerras médicas contra los
reyes persas Darío I y Jerjes, que se iniciaron con la represión persa de la
rebelión de lo griegos jonios (496-493) y la posterior invasión de Grecia para
castigar a Atenas y Eretria por su apoyo a los rebeldes, pero Atenas logró la
victoria de Maratón (490).
Más tarde, Jerjes lanza una masiva invasión, que ocupa gran parte del país
excepto el Peloponeso, pero los griegos, sobre todo las ciudades de Atenas y
Esparta, dirigidos por Milcíades, logran la gran victoria naval de Salamina
(480) y la terrestre de Platea (479), gracias a la superioridad griega en
buques, armamento y espíritu militar.
Sigue la formación de la Liga marítima de Delos, dirigida por Atenas, para
acabar con la amenaza persa y asegurar la hegemonía de las democracias.

2) El auge de Atenas durante el gobierno de Pericles (493-429), que


comienza h. 461 y acaba a su muerte. Asegura el predominio marítimo y
comercial de Atenas, contiene el peligro persa, atrae a numerosos artistas y
escritores, construye los monumentos de la Acrópolis. La ciudad de Atenas
alcanza su cima en la política, la cultura y el arte.

3) La decadencia de Atenas en la guerra del Peloponeso (431-405), entre las


dos grandes coaliciones, la democrática acaudilladas por Atenas, y la
oligárquica liderada por () y Esparta, que termina con la victoria final de los
espartanos, que imponen una efímera tiranía a los ateniensees (405-403).
Atenas era superior en el mar y Esparta en tierra, lo que explica la larga
duración del conflicto, en el que hubo treguas. Atenas había sido diezmada
por la peste (431-426), en la que murió el propio Pericles, y luego por el
desastre de la expedición de Alcibíades a Siracusa (415-413), y finalmente
sucumbió incluso en el mar en la batalla de Egospotamos (405).

Armamento (panoplia) del hoplita.

El Estado ateniense.
El ejemplo máximo de evolución política griega fue la ciudad de Atenas en el
siglo V, opuesto al modelo aristocrático de Esparta. Atenas dominada la
península del Ática, con una rica agricultura del vino y del aceite, minas de
plata y una gran actividad artesanal y comercial (puerto del Pireo), lo que
aseguraba una amplia clase media, que vivía gracias al trabajo de
numerosos esclavos. Desde el 507, con Clístenes, había un régimen
democrático.

La democracia ateniense.

Pericles.

La democracia es un sistema político en el que el pueblo ejerce la soberanía,


directamente o a través de representantes elegidos. El término, que en
griego significa “gobierno del pueblo”, se aplica en la Antigüedad sobre todo
a la democracia ateniense, establecida a fines del siglo VI. Se basaba en los
conceptos de la isonomía, la igualdad de los ciudadanos ante la ley; de
la isotimía, la igualdad de acceso a los cargos públicos mediante elección o
sorteo; y de la isegoría, el derecho de todos a hablar ante la asamblea
popular y los tribunales.
En Atenas el demos (pueblo o municipio) dominaba la vida política: el
ciudadano tenía el nombre del demos junto al suyo privado. Había tres
grandes órganos políticos:
- La eklesia (asamblea de los ciudadanos) era el principal poder. La ciudad
se dividió en diez tribus, para votar. El ostracismo permitía cada año votar el
exilio de una personalidad amenazadora para el equilibrio político: no
condenaba un delito, sino que intentaba evitarlo.
- El boulé (consejo) de 500 buleutas (50 por tribu), controlaba la
administración. Se dividía el gobierno por décimas partes del año.
- Los magistrados eran el arconte polemarca, nueve arcontes para la
justicia, y diez estrategos para el ejército.

La democracia directa, que suponía la toma de decisiones en una asamblea


a la que teóricamente todos los ciudadanos tenían acceso, sólo era posible
en un Estado pequeño, en el que además la mayor parte del trabajo fuera
realizado por no ciudadanos: mujeres, extranjeros y esclavos. Atenas, en su
apogeo, sólo tuvo unos 20.000 a 30.000 ciudadanos (adultos masculinos
libres). La Antigüedad no conoció formas de democracia aplicables a
ámbitos más amplios que el de la ciudad-estado y Aristóteles afirmaba que
una ciudad de más de 100.000 ciudadanos no podía ser una polis.
Los principales pensadores griegos fueron críticos respecto a la democracia:
Sócrates pereció a sus manos, Platón la rechazó, Aristóteles consideraba
necesario limitarla. El ideal de una constitución mixta, como preferible a las
formas puras de monarquía, oligarquía y democracia, es propia del
pensamiento clásico y ha sido muy influyente hasta el siglo XX.

El Estado espartano.
Esparta es el otro modelo griego. Domina el sur de la península del
Peloponeso y dirigirá la Liga Doria, vasta alianza de ciudades rurales y
comerciales, opuesta a la Liga de Delos.
Esparta es una ciudad-estado rural, conservadora, militarizada, basada en la
opresión de una minoría aristocrática y armada (los espartiadas) sobre una
población de campesinos siervos (los ilotas). Había dos reyes, que
gobernaban conjuntamente y dirigían el ejército, el más poderoso de Grecia
hasta mediados del siglo IV. Pero el poder civil estaba en manos del Senado,
con los dos reyes y 28 ancianos, guiados por cinco éforos
(superintendentes).

1.3. LA ÉPOCA HELENÍSTICA.


Sigue a continuación un periodo de destructoras guerras civiles en la
primera mitad del siglo IV, entre Esparta, Atenas y Tebas, en el que se
debilitan las ciudades-Estado. El periodo de dominio de Esparta duró poco
más de treinta años, hasta las victorias tebanas de Leuctra (371) y Mantinea
(362).

Macedonia: Filipo II y Alejandro Magno.


El reino norteño (helenizado) de Macedonia, rico en cereales, oro y madera,
gracias a los reyes Filipo II y Alejandro Magno alcanzó la hegemonía sobre el
Mediterráneo Oriental.
Filipo II (359-336) robusteció el poder real, venció en Queronea (338) a los
tebanos y atenienses y unificó a los griegos para atacar a los persas, en la
Liga de Corinto, pero murió asesinado antes de comenzar la invasión.
Alejandro, en un fragmento del mosaico de la batalla de Isos.

Su hijo Alejandro Magno (336-323) fue un personaje polémico y fascinante,


que recibió educación cultural de su maestro Aristóteles y militar de su
padre, participando como príncipe en las guerras contra tracios e ilirios y en
la batalla de Queronea. Rey a los 20 años, se aseguró el dominio de Grecia
antes de partir para la conquista del enorme Imperio Persa del aqueménida
Darío III, en una guerra triunfal del helenismo contra el Oriente bárbaro
(334-329).
El ejército greco-macedonio venció en las batallas de Granico (334) e Isos
(333) a ejércitos persas mucho mayores, con lo que conquistó el Asia Menor;
prosiguió con la estratégica conquista de Siria y Palestina, tras los sitios de
Tiro y Gaza (332) y de Egipto, donde fue acogido como un libertador, un
nuevo faraón. Marchó finalmente al interior de Asia, y atravesó el Eufrates y
el Tigris para aplastar en Gaugamela (331) al resto del ejército persa, muy
superior en número. Asesinado por los suyos el rey aqueménida, Alejandro
se coronó rey de los griegos y los persas, comenzando una difícil política de
unión de ambos pueblos. Continuó la conquista hacia Asia Central y la India,
pero sus tropas no quisieron ir más allá del Indo (326) y tuvo que volver
atrás.
Cuando planeaba la conquista de Arabia y del Mediterráneo Occidental
(Roma, Cartago...) murió de fiebres en Babilonia, a los 33 años de edad (h.
13-VI-323). Su inmenso imperio, que sólo su poderosa personalidad
mantenía unido, fue repartido enseguida entre sus generales, pues el hijo
de Alejandro apenas había nacido y más tarde fue asesinado.
Para algunos historiadores sólo fue un afortunado aventurero y un
aficionado a las borracheras, pero para la mayoría abrió una nueva etapa de
la historia universal y fue el modelo de gran héroe guerrero del mundo
antiguo. Extraordinario militar, tanto estratega como táctico, en sus 11 años
de campañas militares recorrió más de 26.000 km y nunca perdió una
batalla, aunque sufrió cientos de miles de bajas con sus extenuantes
marchas y sangrientas batallas. Pero fue mucho más, puesto que concibió el
proyecto de unificar política y culturalmente su Imperio, fusionando las
civilizaciones de Occidente y Oriente. Fundó, entre otras muchas ciudades,
la urbe de Alejandría de Egipto.

El imperio de Alejandro Magno, con sus campañas militares de conquista.

Los reinos helenísticos.


Muchos historiadores limitan el periodo helenístico entre la muerte de
Alejandro Magno en -323 y la destrucción de la Liga Aquea a manos de
Roma y la destrucción de Corinto en -146, y se incorporaron las ciudades
derrotadas a la provincia romana de Macedonia.
El imperio macedonio se dividió a la muerte de Alejandro en -323 entre sus
generales, los Diadocos, la mayoría nobles macedonios: Antígono, Ptolomeo,
Seleuco...
Se asentaron en Europa y Asia varios Estados helenísticos: Macedonia,
Egipto de los Ptolomeos, Siria de los Seleúcidas, Pérgamo de los Atálidas
(264-133)... en luchas constantes entre sí por la supremacía.
En cuanto a la misma Grecia, las ciudades-estado, bajo el control de
Macedonia, se unieron en ligas (Aquea, Beocia, Etolia), junto a las grandes
ciudades de Atenas, Esparta, Tebas. El intento postrero de Filipo V de
dominar Grecia, provocó la reacción de Roma, que aplastó a Macedonia en
Cinoscéfalos (197 aC) y Pidna (168), y finalmente, a los últimos reinos
helenísticos, en Magnesia (190) a los seléucidas de Antioco III, y se
anexionaron Grecia (Corinto fue destruida en 146), Pérgamo (por donación
de Atalo III en 133), Asia Menor (liberada por el tratado de Apamea en 188 y
conquistada en los dos siglos siguientes) y Siria (por conquista de Pompeyo
en 64) y Egipto (por anexión en tiempo de Augusto, en 31 aC). Por otra
parte, el reino seléucida sufrió grandes pérdidas territoriales en el este, a
manos de los bactrianos y finalmente de los partos, el nuevo poder
emergente en Asia, que se enfrentó con los romanos, hasta ser sustituido
por los persas sasánidas en 224 dC.
Los soberanos helenísticos ejercieron un poder absoluto, autocrático,
basado en la burocracia, la Hacienda y el ejército (mercenarios griegos). El
poder se legitimaba con la Asamblea del ejército, la política matrimonial, el
culto al soberano, la capacidad política y militar del soberano.
Se fundaron numerosas ciudades (a menudo de planta regular) con colonos
y comerciantes griegos, que extendieron su cultura, lengua y tecnología.
Todo esto terminará cuando Roma imponga su hegemonía.

2. SOCIEDAD.
Era una sociedad relativamente igualitaria entre los ciudadanos, con una
aristocracia terrateniente no muy rica, una burguesía y un proletariado poco
numerosos que vivían en las ciudades de la artesanía y el comercio, y una
amplia masa de campesinos pobres.

Las clases sociales de la sociedad griega. Los metecos son los extranjeros.

En la base había los esclavos, sin libertad personal, objeto de propiedad de


los ciudadanos. Su cantidad fue enorme en la Grecia clásica. En su mayoría
bárbaros de Tracia, Asia Menor y Mar Negro, también había griegos.
Provenían de los prisioneros de guerra, niños abandonados o vendidos,
personas secuestradas e hijos de esclavos, aunque estos últimos no fueron
numerosos ni en Grecia ni en ninguna sociedad esclavista, por el costo de la
crianza. Al principio fueron considerados meros objetos, pero al final las
leyes les garantizaban una mínima protección (esta creció en Roma). Sus
condiciones de vida eran diferentes: atroces en las minas (en la atenienses
de plata de Laurion había decenas de miles de esclavos, que sufrían una
gran mortalidad), duras en el campo y moderadas en el servicio doméstico y
la artesanía en las ciudades.

Las mujeres estaban preteridas en la escala social, realizando trabajos en el


hogar, en el que estaban casi siempre recluidas en el gineceo. Sus derechos
legales eran mínimos.
Las ciudades dirigían la vida política y económica de las ciudades-estado,
pero eran muy pequeñas.

3. ECONOMÍA.
La economía griega era agrícola, basada en la “tríada mediterránea” de
cultivos (trigo, vid y olivo), con una menor importancia de la ganadería,
pesca y minería (la plata del Ática y Tracia), la artesanía y el comercio. La
esclavitud tenía una gran importancia como fuente de trabajo, sobre todo
en las ciudades.
En la época helenística el comercio fue particularmente activo, lográndose
una gran zona comercial, que abarcaba desde Oriente hasta Occidente.

4. RELIGIÓN.
La religión griega, como otros aspectos de la civilización, es el resultado de
la combinación de un conjunto de factores geográficos, políticos, sociales,
económicos, raciales, etc. El primer estadio de esta religión se encuentra en
Creta, en la civilización minoica. Esta religión, empero, sucumbió ante la
invasión de los pueblos indoeuropeos, que impusieron su cultura, aunque
aprovecharon elementos minoicos en su religión. La religión micénica, poco
conocida, sufrió los avatares de la invasión doria, portadores de nuevos
ideales, que se fundieron con los anteriores en la época arcaica, hacia los
siglos IX-VIII aC.
Se pueden encontrar los rasgos específicos de la etapa arcaica en las
epopeyas homéricas, que ejercieron un influjo poderosísimo en la formación
de la conciencia religiosa helénica. Homero, aunque no creó los dioses, sí
organizó jerárquicamente el mundo divino en el Olimpo bajo la soberanía de
Zeus, como un señor que reina sobre vasallos bastante rebeldes. En Homero
apenas hay restos de magia, de superstición o de culto a los muertos. Su
religión fue una religión purificada, aristocrática, que se opone a la religión
popular de raíz agrícola, y desemboca en un sistema fatalista y represivo,
pues crea unas fronteras claras entre la divinidad y los hombres. El intento
de sobrepasarlas fue considerado un pecado de soberbia (la hibris), una
insolencia duramente castigada por los dioses. Fue, asimismo, la base de la
corriente apolínea de la religión arcaica, con máximas délficas como “nada
en exceso” y “conócete a ti mismo”.
Por contra, la corriente dionisíaca, inspirada por el culto libre y orgiástico al
dios Dionisos, fomentó una unión mística entre el hombre y dios, mediante
ritos colectivos.
La religión griega aportó la idea de que el mundo no había sido creado por
los dioses, que sólo habrían intervenido en su transformación. El mundo,
que existía en forma de caos, se transformó sucesivamente hasta
convertirse en orden (cosmos), como explica el poeta Hesíodo.
Dado que en la Grecia antigua no existió una clase sacerdotal ni un cuerpo
dogmático de doctrina, los filósofos y los poetas tuvieron libertad para
elaborar sus propias creencias e interpretaciones, y, de este modo, al lado
del culto oficial de la ciudad, con un ritual y unos cultos establecidos
oficialmente, surgió una religiosidad personal que se interesaba por el
sentido del mundo y del sufrimiento. Esta religiosidad griega incluso tendió
al monoteísmo (en los casos de Esquilo, Píndaro, Eurípides, Platón). En
conjunto, manifestó un gran equilibrio de los diversos elementos que la
constituían, hasta la época de Alejandro, cuando se evidenció una crisis
política del modelo de la polis y también una crisis religiosa debido a la
influencia de las religiones orientales y el desarrollo del racionalismo.
Entonces, los sabios se separaron de los rituales tradicionales y se abocaron
a aceptar las divinidades orientales o a desarrollar las doctrinas monoteístas
de ascendencia platónica, sobre todo el neoplatonismo elaborado por
Plotino, tal vez el mayor contrincante intelectual del primer cristianismo.
En un sentido más específicamente ritual, la griega es una religión
mitológica, politeísta, con múltiples dioses para las distintas tribus griegas
de origen indoeuropeo por etnia y religión pero con una unidad básica por la
fusión cultural y étnica y la existencia de los oráculos de Delfos, Delos y
Olimpia, que dominaban gran parte de las decisiones de colonización,
guerras, paces, etc., y recibían la visita y la ofrenda de los ciudadanos. Los
templos y los santuarios se beneficiaron de una religiosidad entendida como
competencia de los individuos y los Estados para ganarse el favor de los
dioses. Nunca hubo una casta sacerdotal desarrollada, sino que los
ciudadanos más prestigiosos se turnaban en los cargos, salvo algunas
excepciones como las vestales y los augures.

Los dioses eran poderosos, benévolos y duros a un tiempo, con apariencia y


cualidades humanas en sus virtudes y vicios. Zeus y su esposa Hera eran
los señores del Olimpo, donde estaban rodeados por los otros dioses. Zeus
provocaba la lluvia, los rayos y truenos, mantenía el orden y la justicia en el
mundo. Atenea protegía a Atenas y a los artesanos, Poseidón a Corinto y a
los navegantes, Apolo a la juventud, Afrodita al amor, Ares a los guerreros.
Era una religión dominada por los ritos y las fiestas alegres. La adivinación y
los cultos mistéricos se extendieron entre el pueblo llano. En Eleusis se
celebraban los famosos cultos mistéricos a Démeter, Dionisos y Orfeo.
También creían en la existencia de criaturas fantásticas: ninfas, sátiros,
centauros, Gorgona, arpías, esfinges... todas ellas relacionadas con las
fuerzas misteriosas de la naturaleza, y que se suponía que vivían en los
bosques, en las proximidades de las fuentes y en las colinas.
En Olimpia se desarrollaron desde 776 aC a 393 dC los Juegos Olímpicos,
cuatrienales, con un carácter tanto deportivo como religioso (en honor de
Zeus), verdaderas fiestas panhelénicas, en las que se suspendían las
guerras y que han sido el modelo para los actuales Juegos Olímpicos.

5. CULTURA.
Los griegos tenían una cultura común gracias sobre todo al idioma, el
griego, una lengua indoeuropea, dividida en varios dialectos, con tres
principales: jonio, dórico y ático, el último de los cuales, debido al influjo de
Atenas, se convirtió en el dialecto de la literatura y la filosofía.
Su alfabeto se formó h. 750 aC casi al mismo tiempo que Homero compuso
sus obras. Su origen es semita (a través del comercio fenicio): las palabras
alfa, beta y gamma son los términos semitas para buey, casa y camello.

5.1. LITERATURA.
La literatura griega nació con las canciones. Las dos primeras obras son
la Iliada y la Odisea, poemas épicos de Homero que marcaron la cultura
poética y la educación de los griegos durante siglos, y son una gran fuente
histórica. Los primeros poemas épicos eran narraciones de acciones
heroicas. Evolucionan a una literatura lírica y elegíaca, para dar paso a la
poesía gnómica de contenido moral y a la gran poesía clásica, y finalmente
a la prosa histórica de Tucidides y Heródoto y a la filosófica de los
presocráticos y Platón.
El teatro derivó de la poesía, con los géneros de la comedia (humor,
cotidianeidad, costumbres populares) y la tragedia (grandes asuntos
humanos y religiosos) y grandes dramaturgos en las tragedias de Esquilo,
Sofocles y Eurípides, y en las comedias de Aristófanes y Menandro, que
competían en los festivales sagrados.

5.2. FILOSOFÍA.
La filosofía, que se confunde al principio con el mito y la ciencia nació en
Mileto (Asia Menor) a comienzos del siglo VI aC, como una forma de poesía
que se interrogaba sobre las grandes cuestiones del hombre: la naturaleza,
el alma humana, el conocimiento... Se pasó pronto de las explicaciones
míticas, con una imaginación acrítica, a las explicaciones racionales
del logos, propias de la razón crítica. El pensamiento racional aparece así en
la humanidad. Sus grandes figuras son: Tales, Anaximandro, Anaxímenes,
Heráclito, Parménides, Jenófanes, Demócrito, Sócrates, Platón, Aristóteles...
La Academia platónica y el Liceo de Aristóteles fueron escuelas filosóficas
de extraordinaria influencia en la cultura de la Antigüedad y su influjo ha
llegado a nosotros.
La doctrina de Platón (427-347), discípulo de Sócrates, se basa en el
dualismo del mundo natural y el ideal. La materia es una copia imperfecta
del mundo eterno e inmutable de las ideas, presidido por la idea del bien. En
la República planteó su teoría del Estado ideal, a la vez aristocrático y
colectivista, regido por filósofos.
La doctrina de Aristóteles (384-322), discípulo de Platón y, a su vez,
preceptor de Alejandro Magno, se basa en la distinción entre materia y
forma: la materia da realidad a cada ente individual, pero las formas son
universales y pueden ser captadas mediante la abstracción, lo que hace
posible el conocimiento científico.

5.3. CIENCIA.
Como derivación de la filosofía se desarrolló la ciencia, con el médico
Hipócrates, los geógrafos Estrabón y Ptolomeo, los astrónomos Hiparco y
Ptolomeo (el mismo geógrafo anterior, autor de la teoría geocéntrica que
sitúa a la Tierra como centro del Universo), la historia de Heródoto y
Tucídides (Historia de la guerra del Peloponeso). También crecieron las
matemáticas (Pitágoras, Euclides), la física (Arquímedes) y la biología
(Aristóteles y Teofrasto).

6. ARTE.
El arte griego es un arte del hombre, medida de todas las cosas. La técnica
es excelente, basada en la repetición de modelos, constantemente
perfeccionados, que en arquitectura será el sistema arquitrabado (dicho
también adintelado), con los tres órdenes clásicos del dórico, jónico y
corintio. La belleza se basa en la proporción, armonía y simetría. Destacan
los templos, los edificios públicos de la administración y la vida pública
(teatros, buleuterion, stoas, gimnasios, estadios), la escultura de temas
humanos, la pintura (de la que nos quedan pocos restos) y la cerámica
pintada.
El arte griego evolucionó desde la rigidez del arte arcaico, hasta la
perfección ideal de la época clásica y culminó en el realismo del periodo
helenístico.
Acrópolis de Atenas, sede de los principales templos de la ciudad,

El Partenón, el principal templo de Atenas.


II. LA CIVILIZACIÓN ROMANA.
INTRODUCCIÓN.
Roma, una pequeña ciudad del centro de la península itálica, conquistó y
dominó todas las tierras que rodean el mar Mediterráneo, constituyendo un
imperio de una extensión sin precedentes, desde el desierto de Arabia y los
montes del Cáucaso hasta la península Ibérica, y desde el desierto africano
hasta Britania y los ríos Rin y Danubio. Roma dotó a toda esta diversidad de
pueblos de un alto grado de unificación política, social y cultural. A través de
este proceso de romanización, estos territorios se integraron, en mayor o
menor grado, en un marco de civilización común.
La historia de Roma arranca con la mítica fundación de la ciudad en el 753
aC y acaba con la caída del Imperio de Occidente en el 476 dC. La influencia
de Roma sobrevivió a su poder político, dejando su huella incluso en algunos
de los factores que provocaron su desintegración como el cristianismo y los
pueblos germánicos.
En Hispania (España), uno de los territorios donde dejaron más huella, los
romanos nos legaron un extraordinario patrimonio arqueológico, el idioma
(el castellano, el catalán y el gallego son lenguas procedentes del latín), la
estructura urbanística (la mayoría de las ciudades se fundaron entonces), el
derecho e incluso la red básica de carreteras.

1. LA HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN ROMANA.


1.1. LOS ORIGENES DE ROMA: LA MONARQUÍA.
Los datos que conocemos sobre el origen de Roma están envueltos en la
leyenda. La ciudad de Roma se fundó en el 753 aC y sus primeros
habitantes fueron pastores y agricultores que habitaban las colinas de la
orilla izquierda del río Tíber y que se confederaron en la liga de las Siete
Colinas. Eran una tribu de ítalos, los latinos, a los que pronto se sumarán los
sabinos, estableciendo poco después una monarquía alternativa (el mito de
Romulo y Remo), hasta que son conquistados por los etruscos en el siglo
siguiente.
Los etruscos marcaron con su influencia el urbanismo, el arte, la sociedad y
las instituciones romanas. Los reyes etruscos, vitalicios pero no hereditarios,
controlaban el ejército, administraban la justicia y eran la máxima autoridad
religiosa. Ampliaron el territorio, construyeron una sólida muralla (los
llamados muros servianos, por el rey Tulio Servio), edificios de piedra,
alcantarillado (Cloaca Máxima)...
Mapa de las siete colinas de la Roma Antigua.

1.2. LA REPÚBLICA.
Los abusos de la dominación extranjera de los reyes etruscos provocaron la
sublevación del pueblo romano y la proclamación de la República en el 509
aC, concediendo la suprema autoridad al Senado, encarnación de la
aristocracia.

Las instituciones republicanas.


En los siglos siguientes las instituciones se fueron adaptando flexiblemente,
a medida que el territorio y la población aumentaban y la sociedad se hacía
más compleja.
El Senado es la institución básica del gobierno romano. El Senado fue
variando en su composición y funciones, al principio casi totales.
Generalmente lo componían 300 patricios, elegidos por cooptación.
Los magistrados principales eran los cónsules (dos, con poderes ejecutivos),
los pretores (con poder judicial y administrativo), los cuestores (con poder
administrativo sobre la economía) y los censores (con poder sobre el censo
de ciudadanos y sobre las costumbres). El dictador asumía todos los
poderes por tiempo de un año cuando las circunstancias políticas eran muy
peligrosas por invasiones o guerras.
Los plebeyos consiguieron entre los siglos IV y III aC plenos derechos
políticos y civiles, entre ellos la elección del tribuno de la plebe (un
magistrado que defendía sus intereses con el derecho de veto), una ley
común para todos (la ley de las Doce Tablas), el acceso a las magistraturas
y al consulado, la abolición de la esclavitud por deudas, y la legalización del
matrimonio de los patricios y plebeyos.

La expansión.
El republicano es un periodo de gran expansión territorial: gracias a la
fuerza del ejército popular integrado por legiones de soldados que eran
pequeños propietarios con derechos políticos, una hábil diplomacia y la
energía del núcleo dirigente.
Los romanos comenzaron la conquista de las zonas vecinas, y, a principios
del siglo IV aC, habían conquistado la importante ciudad etrusca de Veii.
Tras un revés temporal causado por la invasión de los galos (una tribu
celta), los romanos continuaron anexionándose grandes zonas de Italia; a
principios del siglo III aC la mayor parte de Italia central y septentrional era
romana. Al contrario que los griegos, los romanos conectaron sus dominios
con carreteras y garantizaron la total o parcial ciudadanía a los
asentamientos situados fuera de Roma, una política que finalmente dio
lugar a una lengua y una cultura más o menos uniformes.
La expansión de Roma por Italia.
En las llamadas Guerras Pírricas (280-271 aC), Roma consiguió el control de
la Italia meridional griega, la llamada Magna Grecia, y, al absorber esta
zona, se helenizó en parte.
La conquista puso a Roma en confrontación directa con Cartago, una
antigua colonia fenicia del norte de África, por el control del Mediterráneo
occidental, en las guerras con Cartago, las famosas tres Guerras Púnicas: la
primera en 264-241; la segunda, sobre todo contra Aníbal, en 218-201; y la
tercera en 146, Roma obtuvo la victoria y con ella el control de Sicilia (tras
tomar la ciudad siciliana de Siracusa en 212), Córcega, Cerdeña, y el norte
de África.
Como directa consecuencia los romanos siguieron gradualmente con la
conquista de Macedonia y Grecia, que se convierte en provincia tras la
destrucción de Corinto en 146, mientras que Atenas es tomada en
86. Limpiaron los mares de piratas y extendieron sus carreteras por toda la
región, con lo que facilitaron las comunicaciones y favorecieron la unión
cultural. Esta amalgama cultural romano-helenística fue bilingüe: el latín
dominó al oeste y el griego al este.
Los romanos emprendieron también la conquista de Hispania; al respecto,
hay que anotar que el dominio romano de la península Ibérica no fue fácil,
pues tardó casi dos siglos (212-25), y entre los episodios de resistencia se
hizo célebre la defensa de Numancia, cuyos habitantes prefirieron morir
antes de entregarse. Frente a los romanos, el héroe peninsular Viriato
inventó un tipo de acción militar que se hizo célebre, la guerra de guerrillas.
La expansión siguió con la rápida anexión de la Galia con Julio César h. 50,
el Asia Menor en los dos siglos siguientes al tratado de Apamea con Antioco
III (188) y tras la victoria contra Mitrídates de Ponto, la toma de Siria (64) y,
al final de la guerra civil la conquista del Egipto de Cleopatra (31)...

No fue una conquista de ritmo continuo, pues a menudo prevalecían


tendencias aislacionistas, pues, por ejemplo, el Senado aceptó a
regañadientes la donación de Pérgamo por Atalo III en 133 e incluso rechazó
la de Egipto por Ptolomeo Alejandro I en 88, pero finalmente triunfaron los
intereses del partido expansionista compuesto por senadores y caballeros
de actividades comerciantes y financieras.
En 44 aC, a la muerte de Julio César, Roma controlaba el Mediterráneo, ya
directamente o a través de su influencia en los gobernantes nativos. Sólo el
imperio de Partia (en el Irán actual) era un contrincante grande e
independiente.

Como resultado un enorme botín en oro, plata o esclavos enriqueció a


Roma, convertida en el gran centro comercial y financiero del Mediterráneo.
En este proceso aumentó la diferenciación social, con una clase senatorial
poseedora de grandes latifundios, una clase media de caballeros (equites)
dedicados a la actividad comercial y financiera, una amplia clase baja de
campesinos, a menudo arruinados por las guerras y que entonces se
dirigían a la capital para vivir del reparto gratuito de alimentos y, por último,
una inmensa masa de esclavos, que eran la principal fuerza de trabajo en la
ciudad.
Los esclavos no eran considerados personas sino cosas, propiedades o
mercancías, que no podían contraer matrimonio, aunque después pudieron
elegir compañera entre las esclavas y vivir en un régimen matrimonial
llamado contubernium. Realizaban todo tipo de trabajos: doméstico,
agrícola, artesanal... Los esclavos que conseguían la libertad eran llamados
libertos, y constituyeron una gran parte de la amplia clase media.
La revolución social agraria de los hermanos Graco (133 y 121 aC), apoyada
por los campesinos sin tierras, terminó en un sangriento fracaso y abrió
paso a las luchas civiles entre los principales generales del ejército (el nuevo
sujeto político dominante) para conseguir la primacía política. Los itálicos se
convierten en ciudadanos romanos en 89 aC, tras la guerra itálica que
hicieron para conseguir sus derechos. Las rebeliones de los esclavos, varias
de las cuales estallaron en Sicilia, aunque la más peligrosa lo hizo en Italia,
comandada por Espartaco, fueron reprimidas ferozmente.

La crisis republicana.
En el siglo I aC la forma republicana de gobierno entra en crisis, debido a
que la gran extensión del dominio romano y la diversidad de intereses
sociales impedían un gobierno consensuado como el republicano. Así
aparecen los sucesivos triunviratos y las sucesivas guerras civiles entre
Mario y Sila, Pompeyo y César, Antonio y Octavio, desapareciendo en el -27,
cuando César Octavio es nombrado Augusto por el Senado, iniciándose así
el Imperio.

1.3. IMPERIO ROMANO.


Augusto.

El Imperio fue aceptado mal por la clase senatorial, pero fue muy apoyado
por la clase de los caballeros y las masas populares, cansadas de la
continua guerra civil y del caos político, y que aspiraban a subir en la escala
social. Augusto reunió en su persona los cargos de emperador, cónsul,
tribuno de la plebe, pontífice máximo... Su poder se asentaba sobre el
apoyo de la clase senatorial, los caballeros y el ejército (unos 300.000
soldados).
Mapa de la expansión de Roma.
La nueva expansión.
La expansión de Roma durante el Imperio hasta el 117 (Trajano) fue rápida y
enorme, hasta configurar uno de los mayores imperios de la Historia,
asimilando muchos aspectos de las civilizaciones sometidas o vecinas, en
especial de los etruscos y de los griegos. El mundo clásico será la fusión de
las civilizaciones griega y romana, evolucionando a un modelo propio y
original: Roma será el pilar de la cultura occidental en el derecho, lengua,
artes...
Las ciudades eran la institución fundamental, con una gran autonomía real,
con un derecho común que fue universal con la extensión de la ciudadanía
romana con Caracalla en 212. El poder del Senado fue declinando a medida
que se afianzó la supremacía del emperador. Los cargos públicos
republicanos se mantuvieron, aunque generalmente monopolizados por el
emperador y sus partidarios, con lo que los cargos de cónsul y senador se
extendieron a los provinciales.
La agricultura fue la principal fuente de riqueza: trigo, vid, olivo, frutales. El
comercio de trigo, vino y aceite era muy importante en el abastecimiento de
Roma, las ciudades y las guarniciones militares. La minería se desarrolló en
muchos lugares. La moneda de oro (áureo) y de plata (sestercio, denario),
permitió intercambios seguros. Las vías de comunicación (calzadas, puertos
marítimos) unían todo el Imperio. El comercio puede estudiarse con los
restos de cerámica y vajillas, que se han encontrado hasta en China, donde
se compraba la seda. La mayor parte de los productos pesados se
transportaba por mar y sólo los productos livianos por las vías terrestres,
que se dedicaban más al transporte de personas y ganado.
El régimen económico-laboral se basaba en la esclavitud, que entró en crisis
durante el siglo II, al acabarse las guerras fáciles de conquista. Al mismo
tiempo comenzaron las epidemias, los costos de las guerras fronterizas con
los germanos y persas, la desorganización interior por las guerras civiles...

¿Por qué se paró la expansión romana en el Rin y el Danubio?


Las tesis tradicionales incidían en la resistencia de las belicosas tribus
germánicas, con hitos como la destrucción por Arminio de las tres legiones
de Varo en el bosque de Teotoburgo en 9 dC, pero la tesis moderna
dominante [Heather. La caída del imperio romano. 2006: 74-85] funde dos
razones que se retroalimentan: la principal es que la Germania del siglo I era
muy pobre y no podía mantener un ejército de ocupación ni interesaba para
ganar a los generales romanos para ganar botín, y la secundaria es que las
legiones romanas necesitaban abundantes suministros que solo podían
llegar al limes fronterizo por los ríos Danubio y Rin.

La evolución del Imperio.


El periodo de máximo auge del Imperio se dio con los Julio-Claudios (-31
a 68, con Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), los Flavios (68-98,
con Vespasiano, Tito y Domiciano), los Antoninos (98 a 180, con Nerva,
Trajano, Adriano, Pío Antonino, Marco Aurelio y el decadente Cómodo). Estos
protagonizaron la expansión a todos los confines (hasta el desierto del
Sahara, el Éufrates, el Danubio y el Rin, el norte de Britania) y después de
ellos no hubo más conquistas. Los Antoninos configuran el periodo de Oro
de la civilización romana, con sus más altas cotas de expansión exterior,
paz, estabilidad y prosperidad interior.
El imperio en época de Claudio I (37-54).

El imperio en la época de Marco Aurelio (161-180), cuando arrecian


las invasiones bárbaras en el
Danubio. [https://arrecaballo.es/edad-antigua/invasiones-germanicas/
invasiones-barbaras-en-tiempo-de-marco-aurelio-162-180/]

1.4. LA CRISIS TARDORROMANA.


Las causas de la crisis se resumen en que se habían alcanzado los límites
económicos del esclavismo, la insuficiencia de la moneda, la crisis financiera
de la ciudad, la concentración latifundista, la crisis religioso-cultural, la
debilidad institucional del imperio, la militarización de la vida política y las
continuas guerras civiles entre los candidatos a emperador.
Después de alcanzar su apogeo durante el siglo II, el Imperio sufrió una
lenta decadencia desde Cómodo, con una sucesión de emperadores que
conseguían el poder gracias a su condición de victoriosos generales del
ejército, iniciada con Septimio Severo y su dinastía de los Severos (192-235)
y seguida por un periodo de anarquía militar (235-285), con algún
emperador notable (Aureliano), hasta que Diocleciano estableció la
tetrarquía (un reparto del imperio en cuatro partes, 285-312) y después
Constantino (312-337) restablecieron cierta solidez institucional.
Constantino basó su dinastía en el apoyo del ejército y del cristianismo
(313), que se convirtió después en la religión oficial. Su otra gran novedad
fue el traslado de la capital a Bizancio (que se rebautizó como
Constantinopla), en el paso entre Europa y Asia.
Pero los crecientes gastos militares llevaron a una terrible presión fiscal, que
agotó al Imperio. En este siglo se consolida la barbarización del ejército:
numerosos germanos se alistan como mercenarios al tiempo que pueblos
enteros (como los godos) pasan la frontera y reciben tierras a cambio de
prestar el servicio militar.
Había entonces una gran diferencia en el Imperio entre la parte occidental,
menos rica y poblada, con la lengua latina, y la parte oriental, de lengua
griega, que al final derivaron en la división del Imperio, que perduró unido
hasta el 395, cuando Teodosio lo reparte entre sus hijos Arcadio (Oriente) y
Honorio (Occidente), mientras los pueblos bárbaros de Germania invaden y
asolan el Imperio de Occidente, hasta la fecha crucial de 476 (desaparición
del Imperio de Occidente, al ser depuesto el joven Rómulo Augustulo).
La parte oriental mantuvo su prosperidad y unidad, posibilitando el
desarrollo del Imperio bizantino y el breve periodo de reconstrucción del
dominio mediterráneo con Justiniano en el siglo VI.

¿Por qué cayó el Imperio Romano?


La pregunta es muy interesante, de las que más en la Historia, porque su
éxito fue inmenso en el espacio y el tiempo, el imperio más extenso y
duradero de la Antigüedad. En el espacio se extendió desde Occidente
(Britania) a Oriente (Siria) a lo largo de 4.000 kilómetros, desde el norte
(el limes germánico) al sur (el limes sahariano) en 2.000 kilómetros. En el
tiempo duró desde la época de Augusto hasta mediados del siglo V, más de
cuatro siglos. Que tamaña estructura sucumbiera nos da profundas
enseñanzas.
Las explicaciones se condensan en dos líneas de pensamiento, una político-
cultural y otra económica o material, ambas con decenas de variantes.
La primera, la político-cultural, hace hincapié en el papel de los individuos
geniales, de los grupos sociales, de las instituciones y de las ideas: las
guerras civiles entre los generales ambiciosos, la falta de un sistema
sucesorio consensuado para ser emperador, la corrupción de las élites
políticas, la concentración del poder político y económico en una minoría
endogámica, la creciente barbarización desde el siglo III y finalmente las
invasiones bárbaras de los siglos IV y V, el descontrol y las tensiones
secesionistas de las provincias periféricas en un imperio demasiado
extenso, el aumento de poder político-social-económico de la Iglesia
cristiana que acaparó los recursos e incluso a los jóvenes más preparados —
su primer teórico fue Edward Gibbon que en el siglo XVIII preconizó que la
causa fundamental de la crisis fue el cristianismo porque infundió una idea
pacifista en la élite romana y ello desarmó su ejército, y porque su teología
supersticiosa sustituyó a la filosofía racionalista del mundo clásico, el mito a
la razón.
La segunda, mucho más seguida en la actualidad, preconiza que el imperio
era insostenible económicamente y entre sus explicaciones materiales
destacan los excesivos impuestos a las actividades productivas —por
ejemplo, H. M. Jones argumenta que los excesivos impuestos de siglo IV
aplastaron a las familias campesinas por debajo del nivel de subsistencia—,
el rentismo de unas clases sociales dominantes que no pagaban impuestos,
la presión excesiva sobre el medio ambiente que se manifiesta en una
amplia la desforestación, el cambio climático desde la segunda mitad del
siglo II que arruinó amplias zonas antaño fértiles, la proliferación de
epidemias mortales gracias a la unificación comercial del Mediterráneo y su
conexión con el sudeste asiático, el uso de conducciones de plomo que
contaminaron a la población y redujeron su natalidad, la falta de innovación
en un sistema esclavista…

¿Por qué los germanos de los siglos IV y V pudieron vencer al imperio


romano de Occidente?
La tesis actual [Heather. La caída del imperio romano. 2006: 116 y ss.] es
que desde el siglo II hubo un extraordinario cambio económico, social y
político gracias a nuevas técnicas agrícolas (rotación de dos cosechas
anuales, útiles de hierro) que aumentaron las cosechas y por ende la
población presionando para emigrar al sur, la mayor especialización
productiva y social, la sustitución de decenas de tribus por mayores
confederaciones políticas (alamanes, francos, sajones o godos).
2. SOCIEDAD.
2.1. LA DIVISIÓN SOCIAL.
Es una sociedad muy estructurada, con fuertes diferencias.
Fundamentalmente había tres clases sociales: los patricios, los plebeyos y
los esclavos.
La clase social de los patricios se dividía en tres órdenes: senatorial,
ecuestre y decurional.
En la cúspide político-social está el orden senatorial, de grandes propietarios
agrícolas, cuyas quintas laboran muchedumbres de esclavos. Dominan el
Senado y de sus filas salen casi rodos los magistrados y emperadores.
Sigue el orden ecuestre de los equites (caballeros), que dominan las
finanzas públicas y el comercio.
El orden decurional está compuesto por la nobleza local de Italia y las
provincias. La mayoría son medianos propietarios agrícolas.
Sigue la clase social de los plebeyos, dividida en numerosos grupos por su
riqueza, su actividad y su procedencia. El grupo más elevado es el de la
amplia clase media de medianos y pequeños propietarios agrícolas,
comerciantes, artesanos, funcionarios. Por debajo, está un amplio
proletariado urbano, a menudo desempleado, que vive de la beneficencia
pública, la artesanía y el comercio a pequeña escala. La mayor parte de la
población es campesina, asentada en unas pequeñas fincas de propiedad
privada. El grupo de los libertos (esclavos manumitidos), se mueven entre
los grupos anteriores, con una gran movilidad social.
Por último, la clase social de los esclavos, los parias de la sociedad, casi sin
derechos, sometidos a una dura opresión, sin otra esperanza que la
manumisión (por concesión o pago), la huida o la rebelión.
La condición de las mujeres era algo mejor que en la civilización griega,
pues gozaban de mayor libertad en la vida cotidiana, pero tampoco gozaban
de derechos políticos y estaban tuteladas legalmente por un varón.

2.2. LAS CIUDADES.

El centro de Roma, con el Coliseo.

La civilización romana creó un modelo de ordenación urbana inspirado en


las ciudades helenísticas y en la estructura del campamento militar romano.
Se trataba de un recinto cuadrado o rectangular protegido por una muralla.
La ciudad se articulaba a partir de dos calles principales,
el decumanus (este-oeste) y el cardo (norte-sur), al final de las cuales se
abrían puertas de acceso a la ciudad.
Las vías secundarias también se cruzaban perpendicularmente, creando
manzanas donde se edificaban las viviendas, sean domus (unifamiliares)
o insulae (bloques de pisos). Las calles estaban bien pavimentadas y tenían
aceras. Existía una red de alcantarillado que recogía las aguas residuales.
En el cruce de las calles principales se situaba el centro económico y
administrativo de la ciudad: el foro, que se trataba de un recinto en el que
estaban situados los edificios públicos y religiosos más importantes de la
ciudad: consejo y oficinas municipales, tribunales, templos, tiendas del
mercado... Los lugares de recreo eran el anfiteatro, el circo, el teatro, las
termas, las bibliotecas... Casi siempre había arcos de triunfo en homenaje a
algún personaje o hecho importante. El abastecimiento de agua potable a
las ciudades se hacía mediante acueductos. Las comunicaciones se
aseguraban con puentes, calzadas, túneles y puertos.
Roma, la ciudad más grande del imperio, con más de un millón de
habitantes en el siglo II, se había fundado como una ciudad irregular y
nunca pudo estructurarse según este modelo regular, que sí se extendió por
el Imperio, en un sinfín de ciudades, que marcaron la historia urbanística
posterior.

3. ECONOMÍA.
Era una economía agraria, pero dominada por las ciudades que actuaban
como los centros de administración, mercado y producción artesanal.
La esclavitud aporta la mano de obra para los sectores más dinámicos, pero
este sistema basado en la intensidad humana y no en la técnica se agotará
cuando lo hagan las reservas de mano de obra esclava, siempre menos
productiva que la libre, al acabarse las grandes guerras de conquista.
La agricultura se basa en la triada mediterránea: trigo, vid y olivo, junto a la
cebada, cáñamo, lino... Se difunden nuevos cultivos. Se desarrollan nuevas
técnicas: barbecho de tres hojas, avanzado instrumental, regadíos... Los
esclavos trabajan los campos de los grandes propietarios, que arruinan a
muchos pequeños propietarios. Finalmente, el sistema agrario entrará en
crisis por su incapacidad de aumentar la productividad y por la
concentración de la propiedad en latifundios, que eran cultivados no por
esclavos sino por colonos, bajo duras condiciones de arrendamiento.
La minería se expande: canteras para los materiales de construcción; minas
de oro, plata, hierro, cobre, estaño, plomo, mercurio. Hispania destaca por
su riqueza minera. La mano de obra también era esclava.
La producción industrial se diversifica en una artesanía de tipo familiar y
otra en serie con mano de obra esclava. Destaca la construcción, la textil, la
salazón de pescado, la metalurgia, la orfebrería, la cerámica, el papiro
(Egipto).
El comercio es muy activo a lo largo del Mediterráneo, beneficiado por la
unión política, la seguridad marítima y los puertos, y las buenas calzadas.
Destaca el comercio de trigo (con suministros de África, Egipto, Sicilia), vino
(Grecia), aceite (Hispania, África), pescado salado (salmuera), tejidos de
lana y lino, esclavos y animales exóticos, y el comercio con el Lejano
Oriente, a cambio de seda y especias, que empero fue una sangría lenta y
continua de plata y oro, lo que dificultó a largo plazo la eficacia de la
economía monetaria. Plinio se quejaba en el siglo I dC de que las
importaciones de la India costaban a Roma 550 millones de sestercios cada
año, drenando la disponibilidad de moneda de plata (la más apreciada en
Oriente).
Se desarrollan las finanzas, gracias a la moneda estable del denario de plata
y el áureo de oro, y la intensa vida urbana.
Pero en época tardorromana la crisis financiera y fiscal hundió la economía,
agobiando a las clases productoras con altos impuestos. La moneda se
devaluó, con emisiones de cobre y bajas de ley (el denario de plata,
purísimo en el siglo I, tenía sólo un 2% de plata h. 250). Las clases sociales
se consolidaron mediante normas legales, que impedían la movilidad social.
Las ciudades decayeron y la sociedad se ruralizó, entrando en una
decadencia irrefrenable. El Imperio Romano cayó no por las invasiones sino
por sus problemas internos.

4. RELIGIÓN.
4.1. LA RELIGIÓN PAGANA.
La religión era fundamental en la vida de Roma. Es una religión ritual, con
sacerdotes de varias funciones: pontífice, vestales, augures, arúspices,
duumviros. Pero no es una clase sacerdotal separada de la sociedad civil y
su importancia siempre fue menor.
La religión tomó de Grecia los dioses (cambiando; por ejemplo Zeus se
convirtió en Júpiter), junto a infinidad de dioses locales y los propios
emperadores divinizados. La religión romana siempre acogió a los nuevos
dioses, con un espíritu ecléctico y abierto, con los métodos de la evocatio y
la interpretatio. Tenemos que esperar a la aparición de las religiones
monoteístas para encontrar un rechazo institucional a unas religiones que
ponían en peligro las bases de la civilización romana.

Equivalencia de los dioses griegos y romanos (en azul).


Al principio era animista, con una trinidad suprema: Júpiter, Marte y Quirino,
convertida por influencia etrusca en Júpiter, Juno y Minerva, junto a
deidades de lugares sagrados (numina) y del hogar.
Durante el Imperio se difundió el culto al emperador, que era el pontífice
máximo de la religión oficial pero también encarnación divina del Estado, y
asimismo se expandieron los cultos de los misterios. Se distingue un culto
estatal público y un culto familiar privado, con los manes de los
antepasados, los penates de las provisiones y los lares de los campos y
hogares.

4.2. LA APARICIÓN DEL CRISTIANISMO.


A partir del siglo I dC se difundieron en la sociedad romana algunas
religiones orientales, como el mitraísmo, maniqueísmo y judaísmo, que
intentaban dar una respuesta más espiritual y menso ritual a la
incertidumbre de qué hay más allá de la muerte y a la influencia del mal
sobre el hombre.
El cristianismo fue la religión oriental que más arraigó, sobre todo entre las
clases bajas, dado que el Nuevo Testamento (la segunda parte de la Biblia)
presentaba la pobreza como una virtud y aseguraba una vida mejor después
de la muerte. Los apóstoles extendieron la nueva religión por todos los
confines del Mediterráneo ya en el siglo I, Pedro entre los medios judíos y
Pablo entre los gentiles. Pero esta religión fue considerada un peligro para el
Imperio porque no se reconocía la divinidad del emperador ni el politeísmo
que era esencial para el sistema, y algunos emperadores decretaron
persecuciones sistemáticas para eliminarla (la primera con Nerón en 64 y
más tarde Trajano, Antonino Pio, Decio hasta llegar a Diocleciano. Sin
embargo, las persecuciones fueron ineficaces. La Iglesia cristiana tenía cada
vez más influencia social, sobre todo en las ciudades, mientras que en las
zonas rurales sólo tenía presencia en Asia.
El fin del paganismo llegó con la victoria del cristianismo en el siglo IV. Los
grandes momentos de esta victoria fueron el Edicto de Milán (313)
promulgado por Constantino, que garantizaba la libertad de culto cristiano
después de tantas persecuciones que había sufrido; el Concilio de Nicea
(325), que organizó la Iglesia y unificó el culto y la doctrina contra el
arrianismo y el Edicto de Tesalónica (380) promulgado por Teodosio I, que
prohibió el culto pagano, declarando al cristianismo religión oficial y única
del imperio. Se acabaron entonces los Juegos Olímpicos y se cerraron la
Academia y el Liceo de Atenas. En menos de un siglo el cristianismo había
pasado de religión oprimida a religión opresora.
Crismón, un símbolo paleocristiano.

5. CULTURA.
5.1. LITERATURA.
La literatura griega influyó decisivamente en los inicios de la literatura
latina, con los autores teatrales Ennio, Plauto y Terencio.
El latín se convirtió en la lengua culta de Occidente, unificado mediante la
educación, la administración y el comercio; mientras, el griego mantenía su
prestigio en Oriente.
Historiadores como Julio César, Tito Livio y más tarde Tácito son maestros
del latín. El poeta Cátulo da paso a la época clásica, en el imperio de
Augusto, con grandes poetas como Virgilio, Horacio y Ovidio. Destacan
después los hispanos Séneca, Marcial, Quintiliano. Después viene una larga
decadencia, salvo en los historiadores.

5.2. FILOSOFÍA.
La filosofía sigue las pautas de la filosofía helenística. Entre las escuelas
destacan la socrática (Cicerón), epicúrea (Lucrecio), estoica (Seneca) y
neoplatónica (Plotino).
5.3. CIENCIA Y TECNOLOGÍA.
En ciencia se recogió la herencia griega pero se hicieron pocas
innovaciones. En la medicina destaca Galeno.
Mayor es el avance tecnológico. Se desarrolló la ingeniería de construcción
naval (barcos más grandes), el hormigón mejoró la construcción y los
acueductos el suministro de agua a las ciudades. La cerámica fue producida
en serie. La minería se benefició de los nuevos equipos de extracción de
agua. La agricultura mejoró con el drenaje e irrigación de los terrenos, y la
difusión de los tratados agrícolas de Varrón y Columela. Muchas de estas
novedades cayeron en desuso con la crisis final, pero pocas se perdieron
definitivamente y la mayoría sobrevivieron a través de la Edad Media.

5.4. DERECHO.
El derecho romano fue una institución fundamental para la vida política y
social de Roma. Las primeras leyes fueron las XII Tablas (451-449), la base
del derecho civil entre los ciudadanos romanos, que se desarrolló hasta
el Corpus Iuris de Justiniano en el siglo VI. Las fuentes de la ley eran la
costumbre, la jurisprudencia de los jurisconsultos, los edictos del Senado y
del Emperador.
Se distinguió el derecho público y el derecho privado. Una de las grandes
conquistas de la civilización romana fue la progresiva extensión del derecho
de ciudadanía a toda la población, vigente en 212 mediante el edicto de
Caracalla.

6. ARTE.
Es un arte que sigue el modelo griego, sobre todo el helenístico tardío,
aunque sin su extraordinaria creatividad.
Es un arte funcional, que busca ante todo la utilidad.
La escultura es realista, destacando en el retrato y el relieve narrativo, con
historias de los emperadores.
Panteón de Roma, el principal templo de la ciudad.
El Coliseo, el principal anfiteatro de Roma, dedicado sobre todo a combates
de fieras y gladiadores.

Arco triunfal de Tito, en Roma.


Acueducto de Segovia.

La arquitectura destaca por la variedad tipológica: templos, palacios,


basílicas civiles, circos, anfiteatros, teatros, bibliotecas, termas, acueductos,
arcos triunfales, columnas triunfales, mercados..., en los que se utiliza un
sistema mixto que funde el arquitrabado y el abovedado (arco, bóveda,
cúpula).
La pintura, de la que apenas nos quedan unos restos en Pompeya, es
fundamentalmente decorativa. El mosaico nos ofrece obras de
extraordinaria calidad.
El arte romano, tras una época de auge en los siglos I y II, entrará en una
grave decadencia, hasta devenir en el arte paleocristiano.

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Reconstrucción de Roma Antigua. Documental de 7 minutos, en 3D, sobre
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Imperio Romano desde Septimio Severo hasta Teodosio I. Trad. de José
Antonio Míguez. Col. Universo de las Formas. Aguilar. Madrid. 1971 (1ª
español 1965). 462 pp.
Bianchi-Bandinelli, Ranuccio. Roma. Centro del poder: El arte romano desde
los orígenes hasta el final del siglo II. Trad. de Concepción Hernando Martín.
Col. Universo de las Formas. Aguilar. Madrid. 1970 (1ª español 1969). 437
pp.
Birley, Anthony. Adriano. Península. Barcelona. 1997. 479 pp.
Burbank, Jane; Cooper, Frederick. Imperios. Una nueva vision de la Historia
universal. Trad. de Juan Rabasseda y Teófilo de Lozoya. Crítica. Barcelona.
2011 (inglés 2010). 699 pp. Los autores son profesores de Historia en la
Universidad de Nueva York y resumen la evolución de los principales
Imperios de la Historia: chino, romano, holandés, español, francés, inglés,
estadounidense, ruso… Tanta ambición conlleva numerosos errores en los
datos concretos, que aparecen pequeños fallos casi en cada página, pero no
son clamorosos. Aun así, en general sus análisis son correctos y coherentes
con la mayor parte de la historiografía actual y se puede recomendar el libro
para una historia general del imperialismo.
Christol, Michel; Nony, Daniel. De los orígenes de Roma a las invasiones
bárbaras. Akal. Madrid. 1988. 269 pp.
Cornell, Tim; Matthews, John. Roma. Legado de un imperio. Folio. Barcelona.
1989. 240 pp.
Crawford, Michael. La República Romana. Taurus. Madrid. 1989 (1978
inglés). 226 pp.
Cumont, Franz. Las religiones orientales y el paganismo romano. Akal.
Madrid. 1987. 183 pp.
Espinós, J.; Masià, P.; Sánchez, D.; Vilar, M. Así vivían los romanos. Anaya.
Madrid. 1988 (1987). 96 pp.
Everitt, Anthony. Cicerón. Edhasa. Barcelona. 2007. 540 pp. Reseña de
García Gual, Carlos. La huella de Roma. “El País” Babelia 832 (3-XI-2007) 15.
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Fernández Ubiña, J. La crisis del siglo III y el fin del mundo antiguo. Akal.
Madrid. 1982. 135 pp.
Ferrill, Arther. La caída del Imperio Romano. Las causas militares. EDAF.
Madrid. 1989 (1986 inglés). 207 pp.
Garnsey, Peter; Saller, Richard. El Imperio Romano. Economía, sociedad y
cultura. Crítica. Barcelona. 1991 (1987 inglés). 271 pp.
Gibbon, Edward. Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano.
Turner. Madrid. 1984 (1776-1787). 8 vols. Es mejor la nueva edición, con
distinto título, que sigue.
Gibbon, Edward. Decadencia y caída del imperio romano. Trad. de José
Sánchez de León Menduiña. Atalanta. 2012. 2 vols. Círculo de Lectores.
Barcelona. 2013. 2 vols. 3.182 pp. Antón, Jacinto. Manual de uso para el
declive imperial. “El País” (17-IV-2012) 43. Gibbon (1737-1794) escribió un
gran clásico sobre la historia antigua.
Goldsworthy, Adrian. César. La Esfera. Madrid. 2007. 760 pp. Reseña de
García Gual, Carlos. La huella de Roma. “El País” Babelia 832 (3-XI-2007) 15.
Comenta también películas como Cleopatra (1963) —pero no Julio César
—, Julius Caesar (2002), las novelas de Colleen Mccullough, Conn Iggulden
Goldsworthy, Adrian. En el nombre de Roma. Trad. de Ignacio Hierro. Ariel.
Barcelona. 2010 (2003 inglés). 459 pp. Biografías de varios de los generales
que forjaron el imperio romano: Fabio Máximo, Marcelo, Escipión, Mario, Julio
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1.185 pp. Novela sobre el ascenso del emperador Trajano, entre 66 y 96 dC,
durante los mandatos de Nerón, Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito y,
sobre todo, Domiciano, en cuyo asesinato se centra el argumento, pleno de
personajes ficticios y reales, con una trama llena de intriga y ritmo, y muy
acertada es la descripción de la sociedad romana y sus costumbres. Cuenta
con un glosario y apéndices documentales muy interesantes.
Rémondon, Roger. La crisis del Imperio romano desde Marco Aurelio a
Anastasio. Col. Nueva Clío nº 11. Labor. Barcelona. 1979 (1967). 310 pp.
Roldán, José Manuel. Historia de Roma. Cátedra. Madrid. 2 vols. I. La
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LA CIVILIZACIÓN GRECOLATINA.
UBICACIÓN.
CS 1 UD 12. La civilización griega. CS 1 UD 14. La civilización romana.
ESO, 1r ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y cambio en el tiempo. Bloque 4.
Sociedades históricas. Núcleo 2. Sociedades prehistóricas, primeras
civilizaciones y Antigüedad clásica. En el apartado: - Sociedad, política,
cultura y arte en el mundo clásico: Grecia y Roma.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con los temas de Educación Moral y Cívica, Educación para la Paz,
Educación para la igualdad de los sexos.
TEMPORALIZACIÓN.
Nueve sesiones de una hora.
1ª Documental sobre Grecia, seguido de diálogo, como evaluación previa.
Exposición del profesor.
2ª Exposición del profesor. Cuestiones.
3ª Exposición del profesor. Cuestiones.
4ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, mapas y
comentarios de textos.
5ª Documental sobre Roma, seguido de diálogo, como evaluación previa.
Exposición del profesor.
6ª Exposición del profesor. Cuestiones.
7ª Exposición del profesor. Cuestiones.
8ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, mapas y
comentarios de textos.
9ª Examen escrito.
OBJETIVOS.
Conocer las civilizaciones griega y romana.
Sintetizar la evolución histórica de ambas civilizaciones.
Relacionar ambas civilizaciones entre sí y respecto a la nuestra.
Analizar aspectos sociales y culturales de la Antigüedad.
Valorar las civilizaciones antiguas.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
Las civilizaciones griega y romana, en historia, sociedad, economía y arte,
como un todo integrado.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas y mapas del tema.
Explicación multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias,
manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Interés por las civilizaciones del pasado.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre la civilización griega y otro sobre la romana.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso.
Realización de dos pirámides sociales sobre las sociedades de Grecia y de
Roma, explicación y comparación.
Realización de esquemas de los apartados.
Hacer un pequeño trabajo de indagación, con una síntesis escrita, sobre la
romanización de las Baleares o la región correspondiente, salvo si hay una
UD específica.
Comentarios de textos sobre las civilizaciones griega y romana, en especial
los textos sobre la democracia ateniense, las guerras médicas y la guerra
del Peloponeso, las guerras civiles del siglo I aC en Roma, el ascenso de
Augusto y sobre la crisis socio-económica en el Imperio tardorromano, la
esclavitud, la condición de la mujer...
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital y mapas.
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará especial hincapié en que se comprenda la
relación entre Grecia y Roma y la interrelación de los fenómenos políticos,
económicos, sociales y culturales.
Examen propio, no incluido en el de otras UD, debido a su importancia
intrínseca. Se harán breves cuestiones, un comentario de texto general y el
comentario de una imagen.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación, junto a las otras UD.

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