Resumen Penal - Aporte Hebe Higuaín
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El código penal puede dividirse en dos partes, la parte general que regula cuestiones
comunes a todas o algunas figuras delictivas y reglas sobre las normas penales como
por ejemplo la validez temporal de la ley penal. La parte especial está compuesta por
todos los delitos, que, se encuentran ordenados teniendo en cuenta el bien jurídico
protegido, determinando la conducta punible y sus consecuencias.
Pero el derecho objetivo también comprende las regulaciones sobre el juicio penal, es
decir, el conjunto de procedimientos para declarar que una persona es responsable de un
delito y castigarla como tal. Esto le corresponde al derecho procesal penal.
Por otra parte, el derecho penal ejecutivo, determina los modos de aplicación de la pena
o de las medidas de seguridad. La sentencia penal, que impone condena, es sólo
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Se caracteriza por prever las sanciones más graves (penas y medidas de seguridad) para
evitar comportamientos que se juzgan peligrosos (delitos). Es una forma de control
monopolizada por el estado, y que es fundamental como garantía del ciudadano.
El poder punitivo del estado está determinado por normas legales, a aprobar por los
representantes del pueblo, que, a su vez, deben determinar con precisión qué conductas
pueden considerarse constitutivas del delito y cuáles pueden sufrirse, lo que conocemos
como PRINCIPIO DE LEGALIDAD.
El derecho penal, busca evitar que se produzcan comportamientos que importen una
grave perturbación, ésta pretensión, se articula en dos aspectos concretos: primero, han
de ser tuteladas aquellas condiciones que son esenciales para la existencia y evolución
del sistema social, lo que denominamos, función de protección de bienes jurídicos; en
segundo lugar, ha de actuarse sobre los miembros del grupo social para evitar que
realicen comportamientos lesivos o peligrosos para los bienes jurídicos protegidos, lo
que se denomina función de motivación. Ambas funciones están íntimamente unidas, la
protección supone la motivación y sólo dentro de los límites en los que la motivación
puede evitar determinados resultados puede, también, lograrse la protección de bienes
jurídicos.
Para Welzel la misión del derecho penal, era asegurar la vigencia de los valores de acto
ético sociales, como el respeto a la vida, a la salud, a la libertad, a la propiedad, etc. Al
castigar el derecho la inobservancia de los valores, se protege al mismo tiempo los
bienes jurídicos.
Esta posición es rechazada por Roxin, ya que para él, el respeto a la vida, a la propiedad
no se produce como fin en sí mismo, sino para evitar daños a bienes jurídicos. Para
Roxin el derecho penal, tiene la función de prohibir y castigar las acciones dirigidas a
lesionar bienes jurídicos.
El derecho es una forma de control social, que tiene como función, proveer a la
seguridad jurídica mediante la tutela de bienes jurídicos, previniendo la repetición o
realización de conductas que lo afecten en forma intolerable, lo que implica una
aspiración, ético-social.
Presupuestos antropológicos
El derecho penal es una herramienta en la mano del hombre que tiene como finalidad
introducir un orden en la vida social. Su esencia, no puede interpretarse aisladamente de
la sociedad, lo que supone indagar en la naturaleza de quienes lo componen. La ley
penal y la dogmática jurídico penal, implican la comprensión antropológica que subyace
a todo accionar humano.
La ley penal no puede decirnos qué es el hombre, sino que es un instrumento para el
hombre, y no puede aspirar más que a reconocerlo tal cual es. El derecho penal, nos da
una comprensión cotidiana y dinámica, es decir histórica y cultural, ya que el orden
jurídico se va modificando a los cambios que sufre el hombre. Esta fundamentación
antropológica, implica obviar el sostén ontológico que el derecho penal posee, le resta
efectividad, es decir, la capacidad de cumplir la función de posibilitar las condiciones
externas de realización del hombre.
Código Penal y leyes complementarias. Diferencia con las leyes especiales del
Congreso
Codificado y complementario: El Congreso de la Nación tiene la facultad de dictar el
CP. Como ley nacional, ese código se aplica en el ámbito de su materia, en toda la
República, dando lugar al derecho penal codificado o común. El derecho
complementario, está configurado por la legislación que complementa al CP.
Las leyes penales especiales son aquellas en donde la materia que trata deviene de los
textos constitucionales, lo que equivale a decir que su especialidad proviene de regular
mediante normas penales algunos de los puntos regidos por la CN. Si esto ocurre, la ley
será especial.
La criminología, se ocupa de buscar las causas del delito como fenómeno empírico e
individual, aunque actualmente, se dirige la atención al estudio sociológico de las
instancias del control penal, partiendo del principio de que, el delito no constituye una
realidad natural previa a la norma que lo establece, sino que depende en su existencia de
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También existe la Política Criminal, que consiste en aquel sector de la política que
guarda relación con la forma de tratar la delincuencia: es conjunto de criterios
empleados o a emplear en el tratamiento de la criminalidad. Cada ordenamiento
responde a una determinada orientación político-criminal. Para una mayor comprensión
y en un sentido pedagógico podríamos decir que la dogmatica jurídico penal se ocupa
del derecho penal como norma, la criminología como hecho, y la política criminal como
valor.
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Las garantías penales son la exigencia de la ley previa: la irretroactividad de la ley penal
más severa, la retroactividad y ultraactividad de la ley penal más benigna, el derecho a
la tutela judicial efectiva, la prohibición de injerencia en la vida privada, prohibición de
prisión por deudas, derecho de control, derecho del detenido a ser juzgado en un plazo
razonable, respeto del principio de juez natural, consagración del principio de inocencia,
derecho a un proceso regular y de defensa, establecimiento de la libertad como regla
durante la tramitación del proceso penal, prohibición de detención arbitraria, derecho
del inculpado a no ser obligado a declarar contra sí mismo, derecho a ser indemnizado
para caso de detención ilegal, derecho a ser procesado, a estar separado de los
condenados, derecho de los menores a ser juzgados por tribunales especializados non
bis in ídem, necesariedad de la pena, restricciones a la imposición de la pena de muerte,
humanidad de la pena, personalidad de las penas, readaptación social como fin de la
ejecución de la pena.
Garantías Constitucionales
▪ Principio de legalidad: Se vincula a la función de garantía individual que tiene la ley
penal frente al poder del estado. Este principio, se expresa en su aspecto formal con
el aforismo de: no hay crimen y no hay pena sin una ley, que consagra la ley penal
previa como única fuente del derecho penal. En su aspecto material, significa que el
contenido de dicha ley debe sujetarse a los límites constitucionales ya descritos.
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Por otra parte, se imponen ciertos requisitos a la norma jurídica que deben ofrecer
las garantías anteriores. Pueden clasificarse en torno a las exigencias de lex praevia,
lex scripta, lex stricta y lex certa.
1. Ley previa: se expresa la prohibición de la retroactividad de la ley penal
más severa. Es preciso que el sujeto pueda saber en el momento en que
actúa sí va a incurrir en algún delito o si el mismo posee una nueva pena.
La retroactividad de la ley penal más favorable para el autor no infringe
el principio de legalidad.
2. Ley escrita: queda excluida la costumbre como posible fuente de delitos
y penas. Tampoco basta cualquier norma escrita, sino que es preciso que
tenga rango de ley emanada por el Poder Legislativo.
3. Ley estricta: impone un cierto grado de precisión de la ley penal y
excluye la analogía en cuanto perjudique al imputado.
4. Ley cierta: que la ley sea precisa en su lenguaje descriptivo con relación
a la construcción del tipo en cada artículo requiere además precisión en
el uso del lenguaje normativo de las consecuencias que impone cada
artículo (evitar ambigüedades, vaguedades entre otras limitaciones que
tiene el propio lenguaje).
▪ Principio de reserva: Ningún habitante de la nación será obligado a hacer lo que la
ley no manda, ni privado de lo que ella no prohíbe. Esto se logra mediante la
enumeración taxativa de los hechos punibles y de las penas pertinentes, de manera
que aquellos y éstas representen un numerus clausus en recíproca correspondencia,
es decir, un sistema discontinuo de ilicitudes.
▪ Principio de acción y exterioridad: Aun cuando el derecho es un sistema que regula
el comportamiento de los hombres, en el ámbito del derecho penal, conviene
subrayar este aspecto, pues es el resultado de una conquista de la cultura humana
que se patentiza bajo la influencia de la filosofía de la ilustración. El derecho penal
se caracteriza como un conjunto de ilicitudes definidas, que tiene por objeto la
prohibición de acciones determinadas, en tanto sólo a través de éstas se puede
lesionar los bienes jurídicos. La sanción sólo puede ser impuesta a alguien por algo
realmente hecho por él, y no por algo pensado, deseado o propuesto; porque sólo
mediante la acción externa, puede un hombre provocar lesiones a un bien jurídico,
por lo que nuestro derecho penal es un derecho de hecho.
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los bienes jurídicos deben constituir delito, sino sólo las modalidades
consideradas especialmente peligrosas.
▪ Principio de culpabilidad: Al igual que las otras garantías penales, este principio es
una conquista moderna ignorada por muchos ordenamientos primitivos. Este
principio exige como presupuesto de la pena, reconocer la capacidad de libertad del
hombre, y debe remarcarse por su trascendencia la vigencia de un derecho penal de
culpabilidad por el hecho en última instancia. La responsabilidad personal del
individuo, se basa en su libre albedrío, en virtud del cual, es él quien elige delinquir
o no hacerlo. Constitucionalmente el principio hace su fundamentación en los
artículos 1 y 33 de la cartamagna.
▪ Personalidad: Este principio es una consecuencia del principio de culpabilidad, e
impide castigar a alguien por un hecho ajeno, es decir, producido por otro
reconocido moderadamente. Fue fruto de una larga evolución del derecho penal
hasta nuestros días, que llevó a superar el principio de responsabilidad colectiva,
que en otros tiempos hacía responsables a todos los miembros de un grupo familiar
o de un pueblo por el hecho de sólo uno de ellos. En la actualidad, se plantea la
cuestión de si deben responder penalmente las personas jurídicas y las empresas, o
solo sus directores por los hechos cometidos. La responsabilidad penal por el hecho
de otro, es propia de las formas primitivas de cultura en la constitución nacional. Se
hace la base del principio de personalidad de la pena en cuanto el artículo 119, que
tipifica el delito de traición de la nación; establece que la pena no podrá trascender
directamente de la persona del delincuente.
▪ Principio de humanidad: El principio de humanidad, fue un primer paso en la
evolución de las penas. Fue la sustitución del sistema penal, que gira en torno de las
penas de muerte y corporales, por otro curso, cuyo fundamento se basa en las penas
privativas de la libertad. En nuestros días, se observa una gran sustitución de las
penas privativas de la libertad por otras menos lesivas. En esta línea, se inscribe
también la tendencia a la despenalización de ciertas conductas antes punibles, y
también se atenúa la gravedad de la pena prevista para ciertos delitos, mientras se
buscan disminuir los límites máximos de las penas privativas de la libertad.
▪ Principio de resocialización: La exigencia democrática de que sea posible la
participación de todos los ciudadanos en la vida social cuando se reclama que el
derecho penal evite la marginación de los condenados, hace preferibles las penas
que no implican separación de la sociedad. La resocialización constituye la finalidad
de la ejecución de las penas privativas de la libertad, y no puede estar orientada a
imponer un cambio en el sujeto, en su personalidad o en sus convicciones, a fin de
obligarlos a adaptar el sistema de valores que el estado tiene por mejor, sino que su
objetivo se trata de ofrecer al interno, a través del tratamiento penitenciario, una
ayuda que le permita comprender las causas de su delincuencia sin alterar su escala
de valores.
▪ El in dubio pro homine
El principio pro homine o pro persona es un criterio interpretativo que establece que,
toda autoridad perteneciente al poder judicial, legislativo o ejecutivo debe aplicar la
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La costumbre
En general, es el uso constante y general de una regla de conducta por parte de los
miembros de la comunidad, que adquiere el carácter de fuente de conocimiento del
derecho, sin la intervención de un órgano del Estado que realice acto expreso de
creación. Sin embargo en Argentina, debido a los principios de legalidad y reserva, que
exigen la ley previa, la costumbre no constituye una fuente inmediata de conocimiento.
Pero hay que resaltar que la falta de valor de la costumbre como fuente jurídica penal,
no impide que ella pueda tener influencia en el juicio sobre la licitud o ilicitud de una
conducta. La costumbre sí puede ser fuente del derecho penal indirectamente, cuando
haya leyes penales en blanco, que remiten a disposiciones extrapenales (civil,
comercial), integradas por contenidos que sí están regidos por normas consuetudinarias,
que operan de modo complementario.
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Estos principios deben ser extraídos por el juez en cada caso particular y sólo deben
tomarse en cuenta cómo un medio de interpretación teleológica, pero nunca como
fuente de conocimiento del derecho penal.
La jurisprudencia
Antiguamente, la expresión “jurisprudencia” era empleada para denominar a la ciencia
del derecho. Hoy, en sentido amplio, refiere a las sentencias de los órganos
jurisdiccionales que aplican el derecho a cada caso concreto y en sentido estricto, a las
resoluciones de los más altos tribunales de justicia. Sin embargo, el significado actual
en relación a su importancia como fuente de conocimiento del derecho, alude a un
conjunto de sentencias numerosas y repetidas, y en sentido concordante sobre cierta
materia. En el ordenamiento jurídico, en general, las soluciones con una misma
orientación sentadas por los pronunciamientos judiciales en reiterados casos, puede
tener importancia como precedente para la tarea de interpretación de la ley que el juez
puede aplicar a un caso singular sometido a su decisión.
Sin embargo, en nuestro sistema, tal jurisprudencia no puede ser fuente de conocimiento
del derecho penal, ya que conforme los principios de legalidad y reserva, los hechos
delictivos y sus penas, deben ser establecidos por una ley previa emanada del órgano
legislativo correspondiente. Es decir, el juez no puede atribuirse la función legislativa,
que es la exclusiva fuente de producción de la ley penal. Tan claras premisas, resulta
puesto en entredicho cuando frente a fallos contradictorios, se le otorga fuerza
obligatoria al pronunciamiento de un Tribunal Superior o Corte Suprema, mediante los
denominados “acuerdos plenarios”. Hay muchas discusiones con respecto a éstos, pero
se ha llegado a la conclusión de que son inconstitucionales, dado que implican la
creación de una norma general que establece la interpretación vinculante de un tipo
delictivo o de la pena abstracta conminada para él.
La analogía
Se genera cuando la conducta que el juzgador analiza en un caso concreto no guarda
estricta concordancia con la descripción abstracta contenida en el tipo penal que en
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interpretación a cargo del juzgador es necesaria aun en los supuestos en los que el texto
legal es aparentemente claro e inequívoco, ya que todos los conceptos que emplea la ley
admiten en mayor o menor medida varios significados. Esto no se opone a la necesidad
de predeterminación legal del hecho punible y de la pena.
prohibición sólo genéricamente designada, cuyo contenido debe ser llenado por distintas
normas penales o no penales. El autor distingue en dos formas la ley penal en blanco:
En conclusión el núcleo esencial de la materia prohibida debe quedar fijado por la ley;
el reglamento sólo tendría por función señalar condiciones, circunstancias, límites y
otros aspectos claramente complementarios, pero nunca entrar en definir lo prohibido
mismo.
irretroactividad de la ley penal, se deriva del principio de legalidad que exige una ley
previa que determine el hecho punible. Por lo tanto hay una prohibición de
retroactividad, porque si no se vulnera la garantía de seguridad jurídica. Las únicas
excepciones de raigambre constitucional fundadas en la aplicación de la ley penal más
benigna son la retroactividad y la ultractividad.
Retroactividad: se aplica la ley vigente a dicho momento procesal, pero que es distinta
a la que regía en el momento de la comisión del hecho.
Ultractividad: se aplica una ley que no está vigente al momento procesal, pero que si lo
estuvo al momento de la comisión del hecho o en la etapa intermedia. El fundamento de
estas excepciones se basa en que carece de sentido dictar o mantener la ejecución de
penas por hechos que ya no se consideran delitos, o cuando la gravedad de aquellas
aparece como desproporcionada. Estas excepciones recién tuvieron fundamento de tipo
constitucional, en la constitución de 1949. En la actualidad se puede observar en el art 2
C.P la recepción de la extraactividad de la ley penal más benigna.
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1. Que la nueva ley cree una figura delictiva que antes no existía, o por el contrario
desincrimine una conducta que era considerada delito.
2. Que la nueva ley agrave la especie o escala penal de una figura ya existente, o
por el contrario que la disminuya.
3. Que la nueva ley exija más o menos requisitos que la ley derogada a los fines de
la configuración de la figura delictiva.
4. Que la nueva ley exiga más o menos condiciones de aplicabilidad de la sanción.
Resulta imprescindible determinar cuál de las leyes en juego es la más benigna.
Las leyes transitorias: leyes temporales y leyes excepcionales. Las leyes temporales,
son aquellas que establecen ellas mismas sus propios períodos de vigencia. Las leyes
excepcionales, son las que su vigencia queda supeditada a la persistencia de la situación
especial por la cual fueron dictadas. La circunstancia de que estas leyes sean
sancionadas para situaciones excepcionales y que al ser transitorias tengan un período
de vigencia (determinado o no) plantea la cuestión de si ellas son o no aplicables- luego
de su derogación- a los hechos cometidos durante su vigencia. Antes de la reforma de la
constitución de 1994, se sostenía que en estas leyes no regía el principio de
retroactividad de la ley penal más benigna, dado que se pensaba que en la medida que
estas leyes perderán vigencia en un determinado lapso de tiempo, ante las leyes
permanentes, por lo general más favorables, su capacidad intimidatoria, se vería anulada
o seriamente afectada. Sin embargo, con posterioridad a la reforma de 1994, se
establece en el art 75, inc 22 de la constitución, que rige con carácter de garantía
constitucional, el principio de la retroactividad de la ley penal más benigna, sea esta
permanente o transitoria.
Las leyes interpretativas: Son aquellas que aclarando, determinan el contenido de otra
ley que puede entenderse de varios modos o admite distintas interpretaciones. En estas
leyes también rige el principio de irretroactividad, con sus excepciones ultraactividad y
retroactividad.
Las medidas de seguridad y la ley penal más benigna: Para las medidas curativas y
educativas, no rige el principio tempus regis actus, es decir si con posterioridad a la
comisión de un hecho el legislador establece una nueva medida de esta clase, para un
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hecho que antes no la tenía prevista, esta medida, se aplica retroactivamente, aun
cuando sea más perjudicial para el reo, ya que se supone que la nueva ley recepta los
últimos y más adecuados medios para el tratamiento del imputado, logrando su
recuperación o educación. Si la medida de seguridad tiene un fin eliminatorio del
delincuente, es decir es una medida puesta en defensa de la sociedad frente al sujeto
peligroso, en tal caso se rige el principio de la retroactividad de la ley penal más
benigna.
a) Principio territorial: según este criterio es válida la ley penal del lugar donde se
comete el delito. Su fundamento se basa en que siendo la potestad estatal de castigar una
indiscutible manifestación de la soberanía de un estado, también lo es su imperio dentro
del territorio que conforma esa unidad política. Este principio se encuentra receptado en
el art 1. C.P que prescribe la validez de la ley penal argentina, para los delitos cometidos
en el territorio de la Nación Argentina, o en los lugares sometidos a su jurisdicción. El
territorio argentino propiamente dicho comprende:
▪ La zona económica exclusiva: de las 24 millas marinas y las 200 millas marinas
de distancia.
▪ El subsuelo del territorio.
▪ La plataforma continental, abarca tanto el lecho como el subsuelo de las áreas
submarinas.
▪ El espacio aéreo, que comienza entre los 100 y 110 km de altura. Cuando los
hechos sucedan en una aeronave privada extranjera, el código aeronáutico arg,
restringe la aplicación de la ley penal nacional, a cuando:
• El 1er aterrizaje posterior al delito, se hubiera realizado en nuestro país y no
haya un pedido de extradición.
• Se infrinjan leyes de seguridad pública, militares o fiscales.
• Se infrinjan leyes o reglamentos de circulación aérea.
• Se comprometan la seguridad o el orden público.
• Se afecte el interés del Estado o de personas domiciliadas en él.
Son aquellos que se encuentran amparados por el pabellón nacional, aun estando fuera
del territorio propiamente dicho. Pueden enumerarse las siguientes: 1. Sedes
diplomáticas argentinas en el extranjero. 2. Territorios enemigos ocupados por tropas
argentinas en tiempo de guerra. 3. Naves y aeronaves públicas argentinas, que se
encuentran en territorio extranjero. 4. Naves privadas argentinas que se encuentren en
aguas o atmósferas libres o neutras. O las que estén en el extranjero, en tanto la
infracción sólo afecte la disciplina interna de la nave o aeronave. 5. Aeronaves privadas
argentinas, en territorio extranjero, cuando hubiesen lesionado un interés legítimo del
Estado argentino, de personas domiciliadas en él, o se hubiese realizado en el país el 1er
aterrizaje posterior al delito.
recorre más de una jurisdicción. Nosotros consideramos que si una parte del estado
consumativo se concretó en nuestro país, resultará aplicable la ley penal argentina.
Por último e introducido en el 2017 se agregó el inc. 3 que establece lo siguiente “Por el
delito previsto en el artículo 258 bis cometido en el extranjero, por ciudadanos
argentinos o personas jurídicas con domicilio en la República Argentina, ya sea aquel
fijado en sus estatutos o el correspondiente a los establecimientos o sucursales que
posea en el territorio argentino”. Es el denominado soborno trasnacional en el cual se
propone la aplicación del derecho penal argentino a los ciudadanos argentinos o
personas jurídicas que al menos tengan una sucursal en el país (puede ser una
multinacional con asiento principal en otro país), que hayan ofrecido dinero a
funcionarios de otros países para obtener concesiones.
d) Principio universal: propone la validez de la ley penal de un estado, para todos los
casos sin importar el lugar de comisión o en el que deba producir sus efectos el delito,
ni la nacionalidad del sujeto activo o pasivo. Sólo rige para los llamados delitos contra
el derecho de gentes, es decir aquellos elaborados a través de convenciones
internacionales. Su fundamento descansa, sobre el principio de solidaridad, que autoriza
la persecución mundial de aquellos delitos que atentan contra los intereses jurídicos
comunes a las naciones civilizadas. Constituyen delitos contra el derecho de gentes,
para los que rige el principio de validez universal de la ley penal: el tráfico de drogas,
comercio de esclavos, trata de blancas, comercio con publicaciones pornográficas, toma
de rehenes, terrorismo, tortura, etc.
Concepto: el principio de igualdad de los hombres ante la ley, es una de las reglas
constitucionales fundamentales, de un sistema democrático, representativo y
republicano como el nuestro. El art 68, de nuestra Carta Magna, consagra la
inviolabilidad o indemnidad parlamentaria, prohibiendo que los miembros del congreso,
sean acusados, interrogados judicialmente o molestados por las opiniones o discursos
que emitan desempeñando su mandato de legislador.
Este artículo se trata de una excepción al postulado de igualdad ante la ley, que se
asienta en la función que desempeña. Esta inviolabilidad sólo procede frente a aquellos
pensamientos, juicios, o calificaciones emitidos por los legisladores a través de sus
votos, ponencias y toda otra forma de expresarse, cuando estos se emitan durante el
desarrollo de las sesiones parlamentarias, de las actividades propias de las comisiones
de la cámara o de las investigaciones parlamentarias. Naturaleza: su razón política, se
basa en la libertad de expresión, y en que se produciría un grave estancamiento si los
que deben aplicar la ley controlan a los que la crean. Características: es absoluta, para
proteger la función y no a la persona del legislador, quien por esa razón tampoco puede
renunciarlo. Es permanente, ya que lo hace indefinidamente hacia el futuro. Alcances:
comprende: 1. Legisladores nacionales y provinciales. 2. Candidatos a legisladores de
Cba, (desde la oficialización de la lista, hasta la proclamación de los electos) 3.
Convencionales constituyentes nacionales y provinciales. 4. Defensores del pueblo de la
Nación y de la provincia de Cba. 5. Gobernador y vicegobernador de Cba y demás
candidatos a estos cargos. 6. Ministros de la provincia de Cba.
b. Inmunidades diplomáticas:
Origen y evolución del derecho penal moderno. Breve reseña histórica del
pensamiento penal
Escuela clásica
A partir del siglo 16, existieron varios fenómenos que produjeron cambios sustanciales
en el derecho penal. En primer término, se operó la recepción del derecho romano en los
territorios que, tres siglos después constituirían Alemania, por obra de los glosadores y
posglosadores italianos. Como consecuencia, en 1532, se sancionó la Constitutio
Criminalis Carolina, que fue el único derecho penal hasta que entró a regir el código
penal de 1871, y contribuye a consolidar el monopolio del estado en materia represiva.
La Criminalis Carolina, contenía disposiciones de derecho penal de fondo, y de forma.
Aceptaba la analogía, consagrado el principio de culpabilidad y sus dos formas: el dolo
y la culpa. Además, preveía la tentativa, y adolecía de la indeterminación de la pena.
Pero, el derecho penal del absolutismo, entra en crisis con la aparición del iluminismo,
que culminó con la Revolución Francesa de 1789, con su Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano. Esto tuvo importantes repercusiones jurídicas, como el
surgimiento del constitucionalismo y la manifestación de un derecho penal liberal, a
través del Código francés de 1810 y del Código de Baviera de 1813. La influencia de
los pensadores de la ilustración, echó las bases de la escuela clásica del derecho penal
como la llamó Ferri, para englobar a todos los autores que, con anterioridad a la
aparición del positivismo criminológico, se habían ocupado de los problemas jurídicos
penales.
El más destacado de los precursores de dicha escuela, fue Cesare Bonesana, que
escribió el Tratado de los delitos y de las penas, donde atacó las arbitrariedades de las
prácticas penales imperantes, exigiendo una reforma de fondo. Esta obra, combina con
el contractualismo de Locke y Hobbes. Las ideas de Beccaria, se limitaron a postular los
principios sobre el fundamento y el fin de la represión penal, pero no contenían los
elementos para constituir una ciencia del derecho penal, es decir, establecer cuándo hay
delito, qué es la pena, y cuándo se le puede aplicar dichas teorías, esto, aparece recién
con la Escuela Toscana, que abarca la teoría del delito y la teoría de la imputación o de
la pena. Tales principios, fueron:
▪ El principio de legalidad de los delitos y de las penas, en el que nadie podrá ser
castigado por hechos que no han sido previstos con anterioridad por una ley.
▪ La prohibición de interpretación judicial: a los jueces les debía estar prohibido
interpretar la ley que suponía fácilmente comprensible, por la misma razón que
no son legisladores, pretendiendo evitar las arbitrariedades del absolutismo y
garantizar la seguridad jurídica.
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La Escuela Toscana fue iniciada por Giovanni Carmignani, y culminó con su discípulo,
Carrara. Sus postulados influyeron en el Código penal Italiano de 1889, una de las
principales fuentes del proyecto argentino de 1891, que inició el proceso que
desembocó en el Código Penal de 1921. Se trata de una teoría pura del delito, con
pretensiones de validez universal que establece los principios del derecho penal, válidos
en todo tiempo y lugar. Es una doctrina ontológica iusnaturalista, porque busca la
noción del ser del delito y de la pena, empleando un método racional deductivo para
afirmar acciones generales y abstractas que se aplican a casos particulares. Además,
sistematiza el delito y la pena sobre la base de las teorías de las fuerzas, desde el doble
punto de vista de su causa (subjetivamente) y de su resultado (objetivamente).
Dice Carrara, que el delito no es un ente de hecho, sino un ente jurídico que resulta de
una serie de fuerzas que chocan con la ley, encontrando:
Positivismo criminológico
En la segunda mitad del siglo 19, el gran desarrollo alcanzado por las ciencias de la
naturaleza repercuten en las ciencias del derecho y en el derecho penal, que a través de
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Entre fines del siglo 19 y principios del 20, algunos autores encararon con éxito la tarea
dogmática, dando lugar a la denominada jurisprudencia de conceptos. Literalmente, el
vocablo “dogmática”, significa ciencia de los dogmas, es decir, de las normas jurídicas
como verdades indiscutibles, por ello, ésta disciplina se ocupa del estudio de un
determinado derecho positivo, y tiene por finalidad reproducir, aplicar y sistematizar la
normatividad jurídica, tratando de descifrarla, constituyendo un sistema unitario y
coherente. Desde este enfoque, la dogmática es ciencia, pues posee un objeto que es el
derecho positivo, un método que es el dogmático y postulados generales que son los
dogmas. Las elaboraciones actuales le agregan como tarea adicional, la introducción de
valoraciones en el sistema normativo planteando una dogmática crítica.
La ciencia del derecho penal, es una ciencia comprensiva porque intenta interpretar de
determinada manera su objeto de estudio, que se encuentra delimitado por ciertos
ámbitos de validez y el cual le corresponde siempre un especial significado. Desde las
elaboraciones de la dogmática, podemos captar el concepto de delito como un conjunto,
mediante el estudio de los elementos comunes, que debe tener cualquier
comportamiento para ser considerado como punible, lo cual permitió que se pudiera
formular una teoría autónoma y sistemática de la parte general con una finalidad
práctica, qué es la aplicación certera y racional de la ley penal a cada caso concreto. La
teoría del delito representa un concepto analítico y estratificado, pues se construye como
un método de análisis de distintos niveles, cada uno de los cuales presupone al anterior.
Desde fines del siglo 19, el positivismo filosófico imperante que dirigió su interés al
delito regulado por las normas del derecho positivo, excluyendo toda valoración meta-
jurídica, aplicó el método científico-naturalista y experimental, propio de la corriente
mecanicista, y llevó afirmar la existencia de contenidos comunes en todos los delitos,
sus elementos. Esto, se reflejó en una división del delito en categorías, que pretendía
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Teorías causalistas
b. El normativismo penal
A principios de nuestro siglo, tuvo gran repercusión en el Derecho Penal, la influencia
del pensamiento filosófico neokantiano en la versión de la escuela sur-occidental
alemana, con la distinción entre las ciencias de la naturaleza, las ciencias del espíritu y
la orientación subjetivista de su método, según el cual, el conocimiento del objeto
estaba determinado por las categorías a priori de la mente del sujeto.
Teorías finalistas
En este sentido se pronuncia Sancinetti, quien dice: “EI ilícito está constituido
exclusivamente y siempre, por la voluntad de realización, el dolo; no por la realización
de la voluntad... Imputable al autor es sólo su decisión de acción, su acto de voluntad; lo
que exceda de esto constituirá un elemento casual respecto del autor imputado... Que el
resultado se produzca efectivamente o no... no agrega nada a la tendencia de la acción
hacia ese resultado, del mismo modo que el fracaso de la acción no le quita a ésta un
ápice de voluntad. La decisión de voluntad permanece invariada.
Se ha dicho que la principal consecuencia de este punto de vista extremo, sería que "la
distinción entre delito consumado y delito frustrado carece de toda significación: el
delito frustrado contiene ya todo el ilícito y por lo tanto no debe ser necesariamente
menos punible que el consumado".
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Teorías funcionalistas
Teorías Funcionalistas
3. a. Funcionalismo moderado de Roxin:
La función del derecho penal es entendida como la protección subsidiaria del bien
jurídico que son circunstancias dadas o finalidades que son útiles para el individuo y su
libre desarrollo en el marco de un sistema social global estructurado sobre la base de esa
concepción de los fines o para el funcionalismo del propio sistema.
Roxin entiende que hay que implementar un criterio de sistematización jurídico penal:
bases político criminales de la moderna teoría de los fines de la pena. Plantea entonces
un sistema con dos piezas fundamentales: su teoría de la imputación al tipo objetivo,
supone la realización de un peligro no permitido dentro del fin de la protección de la
norma. En segundo lugar, amplió el nivel de la culpabilidad a la que como condición
ineludible de la pena se debe añadir siempre la necesidad preventiva de la sanción, de
modo que la culpabilidad y la necesidad de la prevención se limitan recíprocamente y
solo en conjunto dan lugar a la responsabilidad personal del sujeto.
al individuo que puede ser tanto porque se realice una conducta determinada
como porque se abstenga. Necesidad de enumeración taxativa de las conductas
sancionadas.
▪ Antijuricidad: habla de un injusto más que de antijuricidad, ya que la
antijuricidad no es una categoría especial del derecho penal sino de todo el
ordenamiento jurídico, de modo que puede haber una conducta antijurídica para
el derecho civil y a la vez irrelevante para el derecho penal, de modo tal que las
causas de justificación proceden de todos los campos del derecho. El injusto
(antijuricidad) cumple tres funciones político criminales: soluciona coaliciones
de interés, sirve de punto de enlace para las medidas y otras consecuencias
jurídicas y finalmente entrelaza el derecho penal con el resto del ordenamiento
jurídico (donde se discuten los conflictos sociales).
▪ Culpabilidad (“responsabilidad”): mantiene la idea de que la imputación es la
capacidad de culpabilidad y sostiene que el error de prohibición es configurado
por el legislador como causa de exclusión de la culpabilidad, pues el sujeto no
sabe que lo que hace está prohibido. Sus presupuestos son a culpabilidad y la
necesidad preventiva de punición.
El abolicionismo
El abolicionismo es el modo más radical de afrontar la realidad del derecho penal,
porque rechaza su existencia y propone sustituirlo por otras formas no punitivas de
resolución de los conflictos, que llamamos delitos. Constituye la manifestación
contemporánea esencial del fenómeno, en cierta medida, permanente de la crítica al
derecho penal. Es significativo que su aparición se haya producido en países en los que,
la tendencia predominante, ha sido la resocializadora, como en Estados Unidos,
Holanda y Escandinavia, y sin duda, como una reacción al fracaso de ésta. Sin embargo,
en el plano teórico, es decisiva la vinculación que surge entre la propuesta abolicionista
y la argumentación de la corriente criminológica que hoy conocemos cómo
criminología radical, nueva criminología o criminología crítica. Esta posición, centra su
análisis en el sistema penal como generador de criminalidad. Su fundamento teórico, lo
obtiene de doctrinas marxistas, así como del interaccionismo simbólico expresado en las
doctrinas de etiquetamiento. Según estas últimas, el delito no tiene lugar como tal en la
realidad, sino que surge por medio de una atribución de status criminal, que tiene lugar
en forma selectiva y discriminatoria. Agrega Silva Sánchez, que, pese a sus esfuerzos a
favor de la humanización del sistema penal, las propuestas abolicionistas merecen serias
objeciones. A este respecto, señala que independientemente de si son buenas o malas,
resultan utópicas. La utopía de las alternativas al sistema penal, desarrollado por los
autores del abolicionismo moderado, se hace presente tan pronto como se advierte su
pretensión de sustituir el sistema penal por una solución privada de los conflictos basada
en el principio del resarcimiento civil al daño.
Garantismo penal
El garantismo penal, exige conciliar la prevención general con los principios de
proporcionalidad y humanidad, por un lado, y de resocialización por el otro. Esta última
de resocialización, debe entenderse como el tratamiento que se ofrece al condenado, qué
es libre de aceptar o no, y, además, mediante la reducción de las penas privativas de
libertad al mínimo imprescindible y a través de alternativas a la pena. Las tesis de
autores como Ferrajoli sobre el derecho penal mínimo, sostiene que la función
preventiva es doble: prevención de los delitos y de las penas privadas o
desproporcionadas o arbitrarias y que lo que legítima en derecho penal es la
Resumen Penal I Hebe Higuaín
El fenómeno expansivo
El Derecho penal en los últimos tiempos, caracterizado por la tendencia cada vez más
acentuada a utilizar el ordenamiento punitivo como instrumento de gestión de los
grandes problemas sociales, que ha desembocado en una –hasta hace poco–
insospechada tipificación de nuevas conductas, así como en una creciente
flexibilización de la reglas de imputación y de las clásicas garantías de orden sustantivo
y procesal; lo cual ha originado un profundo debate entre dos posiciones antagónicas
que pretenden, por un lado, seguir alimentando la propuesta de un discurso penal
garantista con asistencia plena de las garantías propias de un Estado de Derecho; y, por
otro, la consolidación de un discurso de la emergencia y la clara propuesta de lo que se
ha catalogado como un “Derecho penal del enemigo”, que se traduce en una propuesta
de Derecho penal máximo con un claro recorte de garantías constitucionales y
procesales, habida cuenta de la aparición de nuevas formas de delincuencia, como la
criminalidad organizada, la criminalidad de las empresas, la corrupción político-
administrativa y el abuso del poder, el terrorismo, etc.
enemigo. Esto no lo dudan ni quienes las consideran conformes a los principios del
Estado de Derecho ni quienes las consideran "estados de excepción no declarada".
La acusación de que el Derecho penal moderno es un Derecho penal simbólico tiene que
ver con que está tipificando conductas carentes de lesividad o con una lesividad
irrelevante, pues, en efecto, el Derecho penal simbólico no persigue la eficacia, sino tan
solo la apariencia de eficacia, con el objetivo de alcanzar una ficticia paz social. En
palabras de Gracia Martín, esto es lo que pasa con el Derecho penal moderno, al
sostener que el mismo carecería en general de la capacidad instrumental de prestar
eficazmente, a la sociedad y a los individuos que la integran, la seguridad que demandan
al Estado ante la amenaza de nuevos riesgos; el legislador, empero, recurriría
eficazmente a esos problemas –mediante la creación de nuevos tipos penales que
incluso devienen de imposible aplicación– con el fin único de producir en la sociedad y
en los individuos que la integran el efecto meramente aparente, esto es: simbólico.
Resumen Penal I Hebe Higuaín
Finalismo
El descubrimiento de los elementos subjetivos del injusto facilitó el desarrollo de la
teoría finalista de la acción, concepción que se inicia con la obra de Hans Welzel, a
comienzos de la década del 30 del siglo pasado. El origen filosófico de esta concepción,
se encuentra en Aristóteles, quien no concebía ninguna conducta voluntaria que no
fuese real. Welzel, rechaza el concepto mecanicista de la acción propia del casualismo,
con el argumento de que, el concepto de acción del derecho penal ha de ser un concepto
ontológico proveniente del campo del ser, y por ello preexistente de toda valoración.
Para el finalismo, la esencia de la acción humana no reside en una causalidad ciega, sino
en la finalidad que constituye ese contenido. Dicen, que la acción humana es ejercicio
de la actividad final, qué consiste en que, el hombre, gracias a su saber causal, puede
prever dentro de ciertos límites las consecuencias posibles de su actividad y ponerse,
por tanto, fines diversos y dirigir su actividad conforme a su plan, a la consecución de
estos fines.
Conforme al concepto finalista de acción, ésta abarca dos etapas: la primera, que
transcurre en la esfera del pensamiento y comprende la proposición del fin por el autor,
la selección mental de los medios para obtenerlo y la consideración de los efectos
concomitantes.
Esquemas funcionalistas
Se desarrollan a partir de los 70, otorgando prevalencia a las consideraciones
teleológico-normativas en el sistema jurídico de delito. El funcionalismo busca abrir el
derecho penal a los criterios de valoración que proporciona la política criminal y debe
mencionarse:
Criticas
reforma del 94 en su artículo 5°, dice que: la pena no puede trascender de la persona del
delincuente.
Factores externos
a. Fuerza física irresistible: Está prevista como causa de exclusión de la pena en el
Artículo 34 inc.2, y corresponde a lo que se conoce como vis absoluta. Por fuerza
física irresistible debe entenderse una fuerza de entidad tal que, haga al sujeto
incapaz de dirigir sus movimientos, es decir, que lo haga obrar mecánicamente. El
sujeto no domina la acción, sino que es un instrumento del tercero, y aquella es la
resultante de la impulsión de una fuerza natural o mecánica extraña. Queda claro
que la fuerza física que se torna irresistible, puede provenir de una tercera persona o
de una fuerza de la naturaleza. Se distingue a la vis relativa, qué es la amenaza de
sufrir un mal grave e inminente. -Uso de medios hipnóticos o narcóticos: En nuestro
derecho positivo, el uso de medios hipnóticos o narcóticos queda comprendido en el
concepto de violencia, por disposición del Art. 78. En consecuencia, los actos
típicos realizados en dichos estados caen dentro de la causa de falta deacción
regulado en el Art. 34 (vis absoluta). Por su parte, Zaffaroni, opina que tan
violentado está el que sufre una fuerza física irresistible, como el que obra
coaccionado ante las amenazas de sufrir un mal grave e inminente, por lo que puede
haber violencia que no excluye la acción. Luego de esta observación, Zaffaroni se
inclina por considerar al hipnotismo como un supuesto de falta de acción, en razón
de las dificultades clínicas para establecer su verdadera esencia, pero en relación al
uso de narcóticos habrá que ver en cada caso, qué tipo de incapacidad le han
provocado al sujeto.
b. Movimientos reflejos involuntarios: Se definen como la actividad o inactividad
atribuible a una excitación de nervios motores debido a un estímulo fisiológico o
corporal, que puede ser interno o externo, ajeno a la impulsión voluntaria de la
persona. Resulta incuestionable la falta de acción. Estos actos, pueden ser
espontáneos como un estornudo, o provocados como los producidos por las
cosquillas.
c. Los comportamientos automatizados: Se entiende por acción automatizada, una
disponibilidad de acción adquirida mediante la práctica, y que, llegado el caso, se
transforma en movimiento sin reflexión consciente en el ser humano. Están
automatizados los movimientos constantemente repetidos y su curso, como caminar
conducir etcétera. En el caso normal, eso es absolutamente adecuado, ya que acelera
la reacción en situaciones en que una reflexión duraría demasiado tiempo, pero en
casos concretos pueden producirse reacciones equivocadas. La opinión dominante
Resumen Penal I Hebe Higuaín
Factores internos
a. Estado de inconsciencia y supuestos: Desde un punto de vista clínico, la conciencia
es el resultado de la actividad de las funciones mentales. No es una facultad del
psiquismo humano, sino de resultado del funcionamiento de todas estas. La
conciencia, puede estar perturbada: en estas ocasiones, no hay ausencia de la
conducta porque no desaparece la voluntad del sujeto. Estas situaciones podrán dar
lugar a la inimputabilidad de la persona, pero no a la falta de acción. En cambio,
cuando la conciencia no existe por estar suprimida, no puede hablarse de voluntad y
desaparecería la conducta. Entonces hay inconsciencia, cuando en el hecho no
intervienen los centros altos del cerebro, o cuando lo hacen en forma discontinua o
incoherente. En relación con la embriaguez, se busca distinguir la ordinaria de la
embriaguez sin sentido, afirmándose que sólo en la sin sentido hay falta de acción.
Finalmente, hay ciertos estados el sujeto cuya naturaleza es muy discutible, como
los casos de sueño fisiológico y trance hipnótico. En relación con el sueño, la
doctrina se inclina por la falta de acción. En cuanto entran al trance hipnótico,
remitimos a lo dicho de fuerza irresistible. Cuando hay inconsciencia, no hay
voluntad y por ende no hay conducta. La inconsciencia está expresamente prevista
en el Art. 34, inc. 1°.
Resumen Penal I Hebe Higuaín
Tipo garantía
El tipo garantía contiene la totalidad de los presupuestos que condicionan la aplicación
de la pena. Es esa forma básica, o esquema que se denomina delito-tipo, lo que indica
que un tipo de ilicitud y un tipo de culpabilidad, juntos, pueden constituir esta figura del
delito. La faz objetiva y la subjetiva, deben siempre coincidir, de modo que tanto
aquella como ésta (dolo y culpa) serán regidas por un idéntico esquema. Solo el matar
realmente un hombre y la intención dirigida a la muerte de éste, hacen posible que surja
la figura delictiva del asesinato. El concepto abstracto de matar un hombre es el delito
tipo. La función garantizadora del tipo deriva del principio de legalidad, que asegura
que, sólo los comportamientos ya descriptos en la ley serán sometidos a castigos. Este
postulado exige al legislador: precisión y uso adecuado del lenguaje en la redacción de
la ley penal, incriminación de conductas específicas y la afectación de bienes jurídicos.
Tipo Mixto
Partimos del tipo complejo cuya construcción se efectúa mediante la descripción
objetivo-subjetiva de la conducta. En el tipo doloso la realización del tipo es querida por
el autor, de modo tal que existe coincidencia entre los dos niveles que lo integran: el
tipo objetivo y el tipo subjetivo. En cambio, en el tipo culposo no existe tal
correspondencia entre lo ocurrido y lo conocido y querido por el sujeto.
Son elementos descriptivos los que expresan una realidad aprehensible a los sentidos
que no requieren una valoración y existe independientemente de cualquier contexto
normativo. (“matar”, “ser humano”, “cosa”, “edificio” y “otro” son elementos
descriptivos).
Pese a que el dolo es el núcleo del tipo subjetivo, varios tipos delictivos contienen la
exigencia de ciertos contenidos especiales de índole subjetiva diferentes de aquel. Son
los llamados elementos subjetivos del tipo o del injusto (distintos del dolo), dentro de
los cuales se comprende a los especiales elementos subjetivos, es decir, los que suponen
en el autor un determinado propósito, intención, motivación o impulso, que se suman al
conocimiento y voluntad de la realización del tipo o dolo. Otro autor los denomina
especiales elementos de la autoría, entendiendo por tales los que requieren que el autor,
además de haber querido la realización del tipo, también haya perseguido con ella una
finalidad ulterior; dicha finalidad ulterior del autor, trasciende la consumación del delito
y se dirige a un fin jurídicamente desaprobado. Núñez afirma que representa un
elemento subjetivo del tipo, todo elemento suyo, que ayuda a una situación anímica del
autor del delito cualquiera sea su naturaleza. Comprende un determinado conocimiento,
un sentimiento y un estado afectivo. Este autor también sostiene que, cuando el tipo
delictivo exige un conocimiento o intención especial, se produce la especialización del
dolo, que excluye la imputación de ese delito a título de culpa.
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Dolosos o imprudentes
En un primer grupo, de los tipos dolosos, el sujeto es plenamente consciente de que su
accionar lesiona el bien jurídico y quiero afectarlo. Lo sucedido debe haber sido
conocido y querido por el autor, por ejemplo, la muerte de la víctima y la conducta letal
del sujeto que la produjo. Por otro lado, en los tipos culposos, la gente no pretende la
lesión al bien jurídico, pero su conducta descuidada produce su afectación; por ejemplo,
el conductor del automotor que aumenta la velocidad por encima del límite admitiendo
la causa de la muerte del peatón que cruzaba la calle; resultado que no quería alcanzar.
Ambas conductas son distintas, pues las dolosas son dirigidas por la voluntad contra la
norma que le prohíbe dañar el bien jurídico de que se trate; mientras que las culposas se
limitan a infringir una norma de cuidado. Tales comportamientos, tienen una gravedad
diferente, que se traduce en la intensidad de la pena, la cual es inferior para el tipo
culposo.
Comisivos u omisivos
Son delitos de acción, aquellos en que la ley prohíbe la realización de una conducta que
se estima nociva, mientras que, son de omisión aquellos en que se ordena actuar en
determinado sentido que se reputa beneficioso y se castiga el no hacerlo. En ambos
casos, concurre una conducta positiva: en el delito de omisión, la que se realiza en lugar
de la ordenada. Como se ve, la diferencia entre delitos de acción y de omisión, no reside
en el plano del comportamiento, sino en el plano normativo de la clase y el contenido de
la norma jurídica infringida.
modificación del objeto material sobre el cual recae, por ejemplo, la estafa exige un
perjuicio patrimonial derivado de la conducta engañosa del autor. En los tipos de
peligro, no se exige que la conducta deba ocasionar un daño sobre su objeto, sino que es
suficiente que el bien jurídicamente protegido haya sido puesto en riesgo de sufrir la
lesión que se requiere evitar. El peligro puede ser concreto, cuando se produce la
posibilidad real y efectiva de la lesión al bien jurídico, o abstracto, cuando el tipo se
limita a describir un comportamiento que generalmente representa, en sí mismo, un
peligro para el interés penalmente tutelado.
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Tipo objetivo.
El tipo objetivo comprende el aspecto externo del comportamiento humano prohibido
por la norma, que abarca no sólo su descripción abstracta, sino también valoraciones de
distinta índole. Se excluye pues lo que se encuentra situado dentro de la esfera anímica
del autor, que corresponde al tipo subjetivo.
El núcleo del tipo objetivo, está constituido por la conducta o la acción descrita por el
verbo; pero encontramos, además, diferentes circunstancias como por ejemplo su
relación con personas o cosas, su vinculación con el tiempo y el espacio, la forma y
modos de ejecución, así como también sus nexos con otras acciones. Algunos tipos
exigen la producción de un específico resultado.
Conforme con este punto de vista, expuesto por Roxin, se intenta establecer ciertos
criterios valorativos que permitan esclarecer cuándo una causación se puede calificar
como acción típica desde el punto de vista objetivo. Para esta concepción, existen 2
categorías sucesivas e independientes en el tipo penal: causalidad e imputación. La
primera es condición necesaria pero no suficiente para la tipicidad, ya que puede haber
causalidad sin imputación, pero no imputación sin causalidad. La teoría de la
imputación objetiva establece la necesidad de determinar la confluencia de dos niveles:
primero, si la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado y segundo si el
resultado producido es la realización del mismo peligro. Es decir, son causas de cursos
causales irregulares donde el riesgo creado no está jurídicamente desaprobado, pero
tampoco lo está en la prohibición de regreso. Se han elaborado los siguientes criterios o
pautas que tienen carácter enunciativo:
Dentro del tipo objetivo podemos hallar delitos de mera actividad y de resultado; delitos
de acción y de omisión; delitos de medios determinados y resultativos; y delitos de un
acto, de pluralidad de actos y alternativos.
c) El paso final, es decir, el traslado del dolo al tipo de injusto, lo dio Welzel cuando
reparo en la dificultad de colocar en un mismo plano la valoración y el objetivo
valorado. Se llega así a un concepto de dolo natural carente de valor, que consistía en
conocer y querer la realización del hecho típico.
Clases de dolo
En el ámbito de la voluntad, nos encontramos frente al dolo directo de primer grado,
cuando la acción o el resultado típico constituyen el objetivo perseguido por el sujeto,
por ejemplo; quiere matar a otro y lo mata
El dolo indirecto o dolo directo de segundo grado, abarca los resultados no queridos
directamente por el autor, pero que aparecen unidos de modo necesario e ineludible al
resultado comprendido en la intención del sujeto. Por ejemplo, la actitud de quién
coloca una bomba en un avión para cobrar el seguro de vida constituido a su favor por
uno de los pasajeros en donde la muerte de los demás pasajeros y la destrucción del
avión son consecuencias no buscadas, pero ligadas al efecto.
Resulta importante diferenciar el dolo eventual –modalidad más leve del dolo- de la
culpa consiente, por la escala penal a aplicar. En una se aplicaría la escala de los delitos
dolosos –que es mucho mayor- y en el otro la escala del delito imprudente la cual es
mucho menor.
Entre las numerosas teorías que a tal fin se han formulado para diferenciar dolo eventual
de culpa consciente, dos posiciones destacan por su importancia. Son la teoría del
consentimiento (o de aprobación) y de la probabilidad (o representación).
Según la actio libera in causa, se puede imputar a quien comete un acto típico y
antijurídico en un estado de inconsciencia provocado por alcohol o estupefacientes, en
el cual él mismo se introdujo, lo que lo haría irresponsable por falta del requisito de la
culpabilidad. También por medio de esta doctrina, se puede llegar a la conclusión de
que el sujeto activo del presunto delito carece de responsabilidad, por haber sido
introducido en estado de inconsciencia por un tercero que, por error, dolo o violencia,
quebrantó o vició su voluntad.
Por excesos subjetivos los tipos pueden ser portadores de elementos subjetivos distintos
al dolo, o constituir una forma de imperfecta ejecución. Los tipos portadores de
elementos subjetivos pueden ser: mutilados de dos actos, de resultado cortado, o de
tendencia interna intensificada. Los dos primeros se distinguen según que la intención
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del autor, al ejecutar la acción típica, deba dirigirse a realizar otra actividad posterior del
mismo sujeto o a un resultado independiente de él. Ambos coinciden en que, ni el
segundo acto pretendido ni el resultado perseguido, es preciso que lleguen a producirse.
Los delitos de tendencia interna intensificada, no suponen que el autor busque algo que
está más allá de la acción típica, sino que realiza ésta confiriéndole un sentido subjetivo
específico.
En segundo lugar, tenemos el exceso objetivo, el cual está compuesto por los tipos
imprudentes o culposos. En ellos, se produce un resultado no querido por el autor por
falta de cuidado punto en los delitos cualificados por el resultado se prevé una
combinación de un hecho básico doloso y un resultado del mismo no querido que
agrava la pena.
Todos los elementos del tipo sistemático deben ser alcanzados por el dolo, cuyo reverso
es el error o ignorancia del hecho no imputable, porque tanto el falso conocimiento,
como la falta de conocimiento, excluyen el elemento intelectual o cognoscitivo del dolo,
es decir, la comprensión de la criminalidad del acto. Dice Núñez que, cuando se trata de
dolo, esa posibilidad se transforma en comprensión o conocimiento efectivo ya que, si
no fuera así, el autor ignoraría la criminalidad del acto y estaría en error a su respecto.
Este conocimiento, que debe ser real, efectivo y verdadero, abarca los elementos
descriptivos de los tipos que pueden captarse por los sentidos y los elementos
normativos y valorativos que a ellos se refieren. Por eso, es error de tipo el que se da
cuando, por ejemplo, el cazador dispara creyendo que está matando a un jabalí y resulta
que lo hace contra otro cazador que se desplazó de su puesto. Un error de tipo sobre un
elemento normativo, se da cuando, en el hurto, el autor cree que la cosa de la cual se
apodera es suya de acuerdo a la ley civil.
Error in objeto, in persona, sobre el nexo causal, aberratio ictus y dolus generalis
Por recaer sobre elementos accidentales del tipo, son irrelevantes como eximentes del
dolo, los supuestos de error in objeto y error in persona, como así también el error sobre
el nexo causal.
Ordinariamente, los errores sobre el nexo causal son accidentes y por lo tanto,
irrelevantes como eximentes de dolo. Estás hipótesis, se plantean cuando el autor previó
el resultado como producto de su acción, según una determinada mecánica causal, pero
aquel se produjo por una forma diferente, aunque sin impedir que el resultado sea
producto de su acción.
▪ Existe una sola clase de error excluyente del dolo. Si en la construcción compleja
del tipo, el dolo queda comprendido en el tipo subjetivo, el error que lo elimine será
error de tipo. La exclusión del dolo generada por la deficiencia cognoscitiva del
autor, puede comprender los elementos fácticos o descriptivos como así los
normativos del tipo objetivo.
▪ Modalidades: El error de tipo puede recaer sobre un elemento del tipo básico, sin el
cual desaparece la tipicidad; por ejemplo, cuando el autor cree que la cosa de la cual
se apodera no pertenece a un tercero, sino que es suya. También puede recaer sobre
una circunstancia agravante o atenuante del tipo calificado, por ejemplo, aunque
Juan quiere matar a otro, no sabe que la víctima es su padre, en cuyo caso su error es
accidental porque sólo excluye el tipo de parricidio, pero no el de homicidio simple.
▪ Consecuencias: Si bien el error de tipo trae como consecuencia la exclusión del
dolo, la existencia de cualquier error que afecte los elementos del tipo objetivo no
siempre producirán la extinción total de responsabilidad penal. Para que ésta se
produzca, por exclusión del dolo y de la culpa, debe tratarse de un error esencial e
invencible. Si bien el error esencial vencible puede excluir el dolo, no elimina la
culpa, quedando así una responsabilidad penal remanente del sujeto si el delito
admite la forma culposa y la conducta de aquel se adecua al respectivo tipo culposo.
En el ejemplo del cazador que mata a otro, no responde por homicidio simple, pero
si no realizó las comprobaciones que las circunstancias exigían antes de disparar el
arma, puede responder por homicidio culposo. El error se considera invencible o no
imputable cuando no hubiera podido evitarlo una persona cuidadosa y diligente en
las mismas circunstancias que rodearon la conducta del autor.
▪ Error sobre los elementos normativos y normas penales en blanco: Es error de tipo
también el que recae sobre los elementos normativos, ya sean valoraciones jurídicas
culturales o científicas. Cuando se trate de tipos que contienen elementos
normativos jurídicos que no adelanten una valoración sobre la antijuridicidad del
hecho, y que, remiten a disposiciones prescriptivas extrapenales, el falso
conocimiento o el desconocimiento de dicha norma puede dar lugar a errores de
tipo. Esta situación suele ocurrir en los delitos socio-económicos, por el empleo de
aquella técnica legislativa que puede complicar el acceso al conocimiento de la ley
para sus destinatarios.
▪ El error sobre los elementos accidentales no excluye el dolo ni la culpa porque no
afecta el conocimiento del hecho y sus caracteres constitutivos que fundamentan el
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En el sistema del código penal argentino el principal problema de la fórmula del artículo
34 inciso 1 deriva de la limitación de la eximente al error de hecho con lo que para
muchos es implica la introducción al derecho penal del principio error juris nocet.
El error sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación, y su relación con
los elementos negativos del tipo.
Es problemático el error sobre los presupuestos objetivos de una causa de justificación,
es decir, el error de prohibición indirecto, como el que recae sobre la existencia de la
agresión en legítima defensa.
La misma solución llega por vía de la teoría de los elementos negativos del tipo, que fue
adoptada por Roxin. Para esta tesis, la tipicidad implica siempre la antijuridicidad y
viceversa, la presencia de causas de justificación excluye la tipicidad. Por eso, el tipo
consta de dos partes: la positiva, equivalente al tipo tradicional; y la negativa. Decimos
que, en caso de error invencible, al faltar el tipo de injusto, el hecho no podría ser
considerado como antijurídico, con lo que no cabría frente a la posibilidad de legítima
defensa teniendo el tercero que soportarlo como si se tratara de un hecho lícito.
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Omisión
Del mismo modo, los tipos de omisión pueden ser también de conducta y de resultado,
pero debido a que éstos se distinguen por el carácter prescriptivo de la norma que
manda a hacer algo; en el primer caso (pura actividad), se limita a ordenar el desarrollo
de cierta conducta, en tanto que en el segundo caso (de resultado), impone que mediante
el desarrollo de la conducta ordenada se evita un resultado lesivo para el bien jurídico
protegido.
Los elementos que estructuran el tipo de omisión simple son: la situación típica
generadora del deber de obrar, la no realización de la acción ordenada, y el poder
fáctico para realizarlo ordenado o capacidad de obrar. Ejemplo de omisión simple:
en la omisión de auxilio, se reprime con multa al que encontrando perdido o
desamparado a un menor de 10 años o a una persona herida, inválida, amenazada o en
peligro, cualquiera omitiere prestarle el auxilio necesario cuando pudiere hacerlo sin
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riesgo personal o no diere aviso inmediatamente a la autoridad (art. 108 CP), allí se
describe la situación típica generadora del deber de obrar. La ley no impone el deber de
ayudar a todos los que enfrenten necesidades, sino que determina cuál son las
condiciones que hacen nacer la obligación de auxilio. Frente a esta situación, la ley
impone el deber de auxiliarlo, pero con la condición de que se encuentre con el
necesitado y también que pueda asistirlo sin riesgo personal, así como también indica el
comportamiento que debe observar quién se halle ante una situación como la de prestar
auxilio. También será preciso que el autor haya tenido la capacidad de hecho para
realizar la conducta qué es lo que se denomina capacidad de obrar.
En esta clase de delitos, hay que partir de la base de que existe un peligro para el bien
jurídico protegido, que se encuentra tipificado legalmente, por lo que se espera que el
sujeto realice una conducta que impida la materialización de dicho peligro. La
estructura del tipo de omisión pura o propia, a la vista de la descripción de esta clase de
delitos está constituida por tres elementos: la situación típica, la inejecución de la
acción esperada y la capacidad de ejecutar la acción.
de resguardo por lo que puede decirse que se trata de tipos de comisión por omisión.
Ocurre que en todos los delitos de comisión y de resultado, se genera igualmente la
posibilidad de que alguien afectado por la obligación de resguardar el bien jurídico haya
omitido, pudiendo hacerlo evitar la lesión respectiva. Así, por ejemplo, pese a que el
homicidio se limita a describir la acción de matar a otro, la doctrina no ha dudado en
llamar autor de la muerte a quién estaba obligado a preservar y cuidar el bien jurídico, y
omitió realizar la conducta dirigida a impedir el resultado típico.
El tipo subjetivo de la comisión por omisión sólo difiere de la omisión simple en que el
dolo habrá de abarcar, además de la omisión de la conducta debida, la posibilidad y la
necesidad de evitación del resultado lesivo y la situación generadora de la posición de
garante en el autor.
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Noción
En el artículo 10 del Código Penal Español se establece de manera expresa que no sólo
son delitos las acciones y omisiones dolosas, como hemos visto en la Lección anterior,
sino también las imprudentes penadas por la ley. Mientras que el delito doloso supone la
realización del tipo injusto respectivo con conocimiento y voluntad, en el delito
imprudente el sujeto no quiere cometer el hecho previsto en el tipo, pero lo realiza por
la infracción de la norma de cuidado, es decir, por inobservancia del cuidado debido.
Históricamente, han sido definidos dos conceptos principales de culpa: uno psicológico
y otro normativo. El concepto psicológico, está ligado con el concepto de culpabilidad
defendido en el Siglo 20, en Alemania. Según este concepto, la culpabilidad consiste en
una mera relación psíquica entre la mente del sujeto y su hecho. El dolo y la culpa son
las dos formas posibles de la culpabilidad.
Dentro del sistema de numerus clausus es preferible contar con una cláusula en la parte
general que establezca que solo se castigará una conducta como culposa cuando
expresamente lo disponga la ley. Nuestro código penal participa del sistema de numerus
clausus, pero no prevé la parte general de una cláusula de los CP alemán y español. El
contenido de esa cláusula puede considerarse, sin embargo, vigente en nuestro derecho a
través de la aplicación directa del principio constitucional de legalidad, según el cual
sólo es punible una conducta cuando así expresamente lo establece la ley.
Evolución histórica
Históricamente la ubicación sistemática de la culpa ha evolucionado desde su ubicación
en la culpabilidad a fines del Siglo 19 y comienzos del 20, hasta su ubicación en el tipo
ya desde 1930. Según los primeros desarrollos dogmáticos importantes en Alemania,
todo lo objetivo debía pertenecer a la antijuridicidad y todo lo subjetivo a la
culpabilidad. Se consideraba que tanto el dolo como la culpa significaban diferentes
formas de las intenciones y por lo tanto diferentes formas de culpabilidad.
Entre 1915 y 1924, quedó claro que muchos tipos también estaban integrados por
elementos subjetivos, así como por elementos normativos. Ya no podía sostenerse que
la línea divisora entre el ilícito y la culpabilidad pasara por la distinción entre
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objetividad y subjetividad. Estaba claro que, del lado del ilícito, se tomaban en cuenta
elementos subjetivos y normativos, y que la culpabilidad era un concepto normativo.
Todo indicaba que la culpa, como elemento subjetivo, no podía continuar siendo
considerada como una forma de culpabilidad, como elemento del delito.
Aparece en 1930 una investigación sobre el dolo y la culpa, en la que se advierte que, la
inobservancia del cuidado debido, debía ser considerada como un elemento del tipo, ya
que nunca una conducta conforme a la norma de cuidado podía ser ilícita. Con esto,
comenzaba a quedar claro no sólo que la culpa consistió en un concepto normativo, sino
que también debió ubicarse sistemáticamente en el tipo.
A esta consideración de la culpa como elemento del tipo contribuyó la teoría final de la
acción creada por Welzel, la cual demostró con su concepción del ilícito personal, que
nunca la pura causación del resultado podía ser penalmente relevante y que lo
fundamental para considerar ilícita una conducta es el desvalor de la acción y no del
resultado. Si el dolo y la culpa han de cumplir un papel tan determinante en la
constitución del desvalor de la acción, es claro que debían ser trasladados del ámbito de
la culpabilidad al ámbito del ilícito, y dentro de éste, al de la tipicidad, ya que es allí
donde se caracteriza positivamente a la conducta punible.
Ese cambio de puesto fue el paso que dio la teoría final de la acción en la década del
1940. Las corrientes surgidas en Alemania luego del finalismo, a partir de la década de
1960, aceptarán que la culpa tiene su lugar sistemático en el tipo, pero van a justificar
esta conclusión con fundamentos diferentes a los del finalismo. Estos fundamentos son
los que están en la base de la teoría de la imputación objetiva, para la cual sólo es
culposa la conducta que crea un riesgo no permitido realizado en el resultado. La culpa
constituye un problema del tipo, y para fundamentar esto hay que tener en cuenta la
vigencia en nuestro sistema jurídico del principio de culpabilidad, entendiendo en este
sentido de nullum crimen sine culpa. Los ciudadanos deben poder saber que está
prohibido y qué no, ya que ambas posibilidades contribuyen a determinar cuál es el
ámbito efectivo de libertad en el que pueden desenvolverse los ciudadanos.
Trabaja en base del juicio de adecuación, una conducta será culposa si el resultado al
momento de tener lugar la acción, se presenta como previsible para un observador
razonable, y objetivo dotado de los conocimientos propios del hombre medio, más los
conocimientos especiales que posea el autor en el caso concreto.
Una conducta es culposa si viola un deber objetivo de cuidado, lo cual ocurre cuando
alguna norma que regula la vida en sociedad es vulnerada por la conducta del autor.
Tales normas pueden ser las reglas del tránsito requiere decir que no se toman en cuenta
las incapacidades individuales del autor. Si el autor, por alguna incapacidad, no podía
observar el deber de cuidado, realiza igualmente el tipo culposo porque el deber ha sido
violado. Su incapacidad de tenerse en cuenta, pero recién en la culpabilidad.
permitido de un riesgo. Por ejemplo, conducir un auto en una calle de ciudad a 30 km/h,
es riesgoso, pero está permitido porque ciertas observaciones indican que, hasta esa
medida, ese riesgo es tolerable socialmente; pero conducir un auto a 80 km/h en una
calle de ciudad, es algo tan peligroso que su permisión implicaría más costos qué
beneficios, entonces nos encontramos con un riesgo no permitido. Toda conducta
encuadrable dentro del riesgo permitido es necesariamente irrelevante desde el punto de
vista jurídico penal y en consecuencia no puede ser nunca considerada ni siquiera
objetivamente típica. A continuación veremos los criterios desarrollados por la teoría de
la imputación objetiva relacionados a los delitos culposos:
actor ejecuta la acción dudosa sin cumplir con este deber general de información o
de omisión, y crea un riesgo no permitido, pues su incapacidad le impidió concretar
con éxito la acción emprendida, no podrá excusarse diciendo que al momento de
realizar la acción era incapaz y que actuó inculpablemente o que ni siquiera actuó
culposamente. Tanto la tesis generalizadora, (primer caso), así como la
individualizadora, (segundo caso), coinciden en afirmar que en tales casos el autor
obra con culpa por asunción lo que quiere decir que la culpa del autor ha consistido
y se ha concretado en el hecho de asumir una empresa o una acción sin estar
suficientemente capacitado para ella. Por ejemplo, si una persona de 60 años que,
hasta ese momento, no ha tenido inconveniente para conducir vehículos, de pronto
constata una significativa disminución de sus reflejos porque a causa de ello ha
provocado un accidente automovilístico, no ha sido imprudente al asumir la acción
de conducir su vehículo ese día, pues su incapacidad no le era cognoscible; y como
al momento del infortunio su capacidad era de hecho inferior a la media, puede que
se considere que obró sin culpa, o que se sostenga que obró culposamente pero sin
culpabilidad. La culpa por asunción obra como límite a la exoneración de la
responsabilidad penal por incapacidad del autor.
d. Principio de confianza: En el tránsito viario, por ejemplo, es conocida la regla según
la cual quién conduce correctamente su vehículo puede confiar en que los demás
también se comportaran prudentemente. Esta regla es fundamental, pues sí rigen al
principio contrario, el tránsito no tendría la fluidez que lo caracteriza. Si, por
ejemplo, para quién transita por una arteria con prioridad de paso fuera obligado a
detenerse o disminuir la velocidad en cada bocacalle, el tránsito general sería tan
lento y pesado que se suprimirían muchas de sus ventajas. Este principio tiene una
limitación muy importante: la confianza en el actor prudente del otro debe ceder si
existen indicios claros de que el tercero está a punto de cometer un hecho culposo.
Se trata de evitar en lo posible la lesión de bienes jurídicos. Si quién tiene la
prioridad de paso advierte que el otro automovilista culposamente está a punto de
cruzar la bocacalle, debe disminuir la velocidad de su vehículo todo lo que sea
necesario para evitar la colisión, por más que tenga derecho a favor. Si no hace esto
y tiene lugar una colisión entre ambos automotores, sus consecuencias penales le
serán también a él imputables y no sólo a quien cruzó sin respetar la prioridad de
paso.
e. Prohibición de regreso: El instituto de la prohibición de regreso tiene una larga
tradición siendo nombrado por primera vez en 1931, formulación que actualmente
es obsoleta. Los nuevos desarrollos alrededor de la idea de prohibición de regreso
son muy recientes, y su contenido y límites están necesitados de mayor precisión.
Así, muchos de los problemas que algunos autores incluyen en el ámbito de la
prohibición de regreso, son tratados por otros en diferentes institutos, como, por
ejemplo, en el principio de confianza o en el fin de protección de la norma.
Aquí debe retenerse que el objetivo de la prohibición de regreso es impedir que un
comportamiento inicialmente correcto, sea vinculado a consecuencias lesivas
ulteriores a las que causalmente ha contribuido o favorecido. Por ejemplo, un grupo
terrorista amenaza a un juez manifestándole que matarán a una persona si lleva
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a. El problema de los cursos causales hipotéticos: son aquellos casos en los cuales
quienes crearon un riesgo no permitido se hubieran comportado conforme a derecho
muy probablemente el resultado disvalioso hubiera sucedido de todos modos.
b. Teoría del nexo o evitabilidad: un importante sector de la doctrina considera que en
tales casos no puede considerarse el resultado una realización del peligro creado,
pues aquel era un riesgo inevitable y hubiera tenido lugar igualmente cualquiera
fuera la conducta del autor. Esta opinión entiende que debe otorgarse relevancia al
curso natural hipotético constituido por el comportamiento correcto, y que sólo se
puede imputar el resultado del curso causal real cuando sea seguro, o por lo menos
probable en la certeza que el mismo resultado si hubiese evitado si el autor se
hubiese comportado correctamente.
c. Teoría del incremento del riesgo: Esta teoría parte de la idea de que no hay que
otorgar relevancia a los cursos causales hipotéticos, sino que debe atenderse a lo que
realmente ocurrió en el caso concreto. Según esta posición, por más que uno se
aseguró que el resultado se hubiera evitado con un comportamiento alternativo
correcto, debe imputarse igualmente al autor sí es seguro que su conducta implica un
incremento del riesgo de lesión para el bien jurídico en comparación con la conducta
correcta, es decir, con aquella que no hubiera sobrepasado el nivel del riesgo
permitido. Las principales objeciones contra esta teoría son dos: por un lado, se dice
que viola el principio in dubio pro reo, pues si no es seguro que el resultado se
hubiera evitado con un comportamiento correcto debe absolverse el autor por
imperio del principio citado según el cual la duda sobre cuestiones de hecho debe
jugar en favor al acusado. Por otro lado, se le achaca que transforma delitos de
resultado en delitos de peligro violando así el principio de legalidad.
d. Teoría del fin de la norma: Según esta teoría tampoco debe otorgársele relevancia
alguna a los cursos causales hipotéticos en orden a decidir si el riesgo creado se ha
realizado o no en el resultado. Lo que debe tenerse en cuenta es el fin de la norma de
cuidado que rige el caso, lo que equivale a decir que es menester preguntarse si el
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Clases de culpa
Por su representación por parte del autor: culpa consciente e inconsciente. Distinción
entre dolo eventual y culpa
Actuar sin representarse de ninguna manera la posible lesión del bien jurídico importa
una culpa inconsciente. Actuar representándose esa lesión, pero confiando en que ella
no sucederá, importa una culpa consciente. Esta diferenciación no tiene importancia
práctica, porque par ambas clases de culpa, el legislador asigna la misma pena, y hay
acuerdo doctrinario en afirmar que entre ambas clases no existe una diferencia de
gravedad en el nivel de culpabilidad. Tanto una culpa consciente como la inconsciente,
puede merecer un muy elevado o insignificante reproche de culpabilidad, según el caso
concreto. La distinción adquiere sentido respecto de la diferenciación entre la forma
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más general de dolo (el eventual) y la más exigente de la culpa (la consciente), lo que
significa que tal discusión determinará por donde pasa la diferencia entre dolo y culpa.
Esta determinación es relevante para la práctica, pues el legislador asigna una pena
menor a la conducta culposa en relación a la dolosa, o puede asignar pena solo a la
modalidad dolosa de una conducta. De allí que la distinción entre dolo y culpa pueda
significar en la práctica una considerable diferencia en la aplicación de la pena, o
directamente el paso de la punibilidad a la impunidad, según el caso.
La preterintencionalidad
Si el tipo doloso se caracteriza porque el autor quiere realizarlo, y el tipo imprudente
presupone que no hay voluntad de ejecutar dicho tipo doloso, la preterintencionalidad se
da cuando el autor quiere realizar un tipo doloso de distinta significación penal al que
resulta. Por ejemplo, Juan quería sólo causarle unas lesiones a Pedro, pero produce su
muerte.
Tentativa
Se dice que la tentativa está presente cuando, con el objetivo de cometer un delito,
alguien ha comenzado su ejecución, pero no se consuma por causas ajenas a su
voluntad. Los delitos imperfectos se caracterizan y se diferencian por la parte subjetiva.
Ej. Alguien dispara contra la víctima y le causa una herida: ¿cómo se sabe si es
homicidio frustrado o lesión? Ya que objetivamente es lo mismo. La diferencia radica
en la intención del autor. Esta intención va a ser la que permita diferenciar el delito y,
por ello, es la parte central de los delitos de imperfecta realización. Esto, sin embargo,
no quiere decir que en estos delitos no haya una parte objetiva (si la hay).
Fundamento de su punición
Para establecer el fundamento político de la punibilidad de la tentativa, será necesario
partir del criterio legal o dogmático que determina el límite jurídico de lo punible. Este
criterio en nuestro ordenamiento jurídico, es establecido como garantía constitucional
frente al poder estatal de castigar; esto es el principio de lesividad. Así afirmamos que
son punibles aquellas conductas que lesionan o las que causan perjuicio; dentro de estas,
está la consumación, pero también serán posibles los actos de ejecución delictivos que
no impliquen consumación, o sea, que sí pone el bien jurídico protegido en un peligro
real inminente de daño; peligro que por su proximidad e inmediatez al daño queda
atrapado en el concepto de lesividad. Será necesario que la acción de la que se trate
importe un verdadero y próximo peligro concreto para un bien, para hacer castigable.
Estas acciones constituyen los llamados actos de tentativa. Quedan fuera de la esfera de
la punible aquellos actos que sólo importan una manifestación equivoca de una eventual
voluntad criminal. En las teorías objetivas, la falta de un resultado de daño efectivo
disminuye el valor criminoso del hecho delictivo que deberá traducirse en la
disminución de su pena. Aunque el tipo subjetivo sea el mismo en el delito consumado
que en la tentativa, la falta del resultado disminuye su contenido criminoso y disminuye
el reproche penal. Los elementos constitutivos de la tentativa son 3: El fin del autor o
elemento subjetivo, el comienzo de ejecución o elemento objetivo, y la falta de
consumación por circunstancias ajenas a la voluntad del autor.
Iter criminis
Se denomina así al camino o vía que recorre un sujeto para realizar un delito. Esta vía
comienza en una fase interna en la que el sujeto imagina o idea la acción criminal, y
culmina con el agotamiento de su pretensión delictiva. En este recorrido, el sujeto va
atravesando distintos estados cada vez más perfectos en relación a su cometido criminal.
Se torna imprescindible su análisis para establecer cuáles etapas pueden caer en la órbita
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del ius puniendi. La respuesta de este planteo ha sido dada desde dos perspectivas
diferentes:
▪ A través de teorías subjetivas, que justifican el ejercicio del ius puniendi toda vez
que se manifieste de alguna manera una voluntad criminal, acentuando la
punibilidad en el propósito de cometer un delito.
▪ A través de teorías objetivas que sólo admiten la actividad represiva estatal cuando
se ha producido un daño efectivo, o aún antes siempre que al menos haya existido
un peligro real e inminente de daño para el bien jurídico. Entre estos extremos se
ubican distintas posiciones, como la teoría de la impresión, que considera peligrosa
la conducta humana que produce la impresión en la comunidad de una agresión al
derecho.
La doctrina separa al iter criminis en 2 partes: la primera parte, impune, que comprende
las fases internas del sujeto (como la ideación de liberación o reflexión sobre la idea), y
en segundo lugar, las fases externas que no signifiquen una manifestación clara y directa
de la voluntad criminal.
Aspecto objetivo
Algunas veces, la ley castiga hechos que son naturalmente preparatorios, erigiéndolos
cómo figuras delictivas, ya sea por su conocida significación o por la necesidad de
reforzar la esfera de defensa de bienes considerados de gran valor. Pese al escepticismo
de la doctrina sobre lograr una fórmula precisa de delimitación en la actualidad, y sin
olvidar la dependencia objetiva de la tentativa con las figuras perfectas que obligan al
referirse análisis en cada caso particular, se han elaborado algunas teorías:
Aspecto subjetivo
La fórmula empleada por el Art. 42 requiere, por parte del autor, el fin de cometer un
delito determinado, de allí que la doctrina descarta la posibilidad de la tentativa culposa,
ya que ninguna de las formas culposas se compadece con una finalidad directa de
cometer un delito. Asimismo, se descarta la tentativa por dolo eventual. Cuando el tipo
subjetivo del delito pretendido contiene elementos subjetivos específicos distintos del
dolo, estos también se requerirán para la tentativa de este. Lo que en la tentativa sucede
es que, a la imperfección del tipo objetivo, que implica la falta de consumación, el
legislador le ha compensado con una exigencia subjetiva mayor.
Falta de consumación
El desistimiento voluntario
Naturaleza y fundamento de la eximición de la pena El Art. 43 del CP, establece que el
autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente del delito.
Aunque la doctrina no es unánime sobre la naturaleza jurídica del desistimiento, todos
acuerdan que es una exigencia temporal de su tipo que haya habido un comienzo de
ejecución con finalidad delictiva, puesto que la ley refiere al autor de tentativa.
Asimismo, el autor podrá desistir voluntariamente del delito tentado hasta que se
produzca la consumación, o antes, si se produjera una circunstancia impeditiva de
aquella.
La pena de la tentativa
La falta de consumación determina una disminución del contenido criminoso del hecho,
que va a tener reflejo en una consecuente reducción obligatoria de la pena. Dicha
reducción está establecida con una fórmula en el Art 44, el cual dice que “la pena que
correspondería al agente si hubiera consumado el delito, se disminuirá de un tercio a la
mitad; si la pena fuera de reclusión, la pena de tentativa será reclusión de 15 a 20 años;
si la pena fuese de prisión perpetua, la de tentativa será de prisión de 10 a 15 años”.
Algunos autores han sostenido que en los casos en que falta alguno de los elementos del
tipo, no puede haber conducta típica, y, por ende, no puede haber tentativa inidónea ya
que ésta sería atípica. Sólo podrá haber delito imposible cuando la inidoneidad fáctica
recaiga en los medios empleados por el autor.
Nuestra ley no define al delito imposible, sino que la norma del Art. 44 alude a cómo
puede proceder el juez si el delito fuere imposible, posibilitando incluso eximir de la
pena al autor. La imposibilidad puede provenir de:
En el delito experimental, el autor cree que podrá consumar el delito, pero éste no
ocurre, porque la víctima está advertida o acudió a la autoridad, y ésta impulsar el hecho
para sorprender al delincuente, de suerte tal que el hecho en sí mismo resulta un
verdadero experimento. Aunque a los ojos del autor el delito se haya consumado, este
debe haber quedado en grado de tentativa, y en tal sentido, la inidoneidad al ser relativa
o concreta se presenta como una circunstancia imprevista, que ajena a la voluntad del
sujeto impide la consumación. Por otra parte, el agente no debe haber utilizado como
medio de provocación la instigación al delito o a la tentativa.
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Participación criminal
1. Exterioridad: Expresa Fierro: “Desde que todo derecho penal que pretenda tener una
firme base democrática y liberal, debe construir su sistema de ilicitudes sobre el
concepto de hechos o exteriorización qué vulnera aquellos bienes jurídicos
estimados como valiosos por una sociedad en un momento determinado”.
2. Comunidad de hecho: Para que sea posible la responsabilidad en común que la
participación criminal supone, la base indefectible es un hecho común que la genere.
El hecho común no debe ser unitario desde el punto de vista jurídico, en el sentido
de que diversas conductas deban siempre convergir hacia una misma figura
delictiva. La participación exige un concurso de contribuciones a este hecho, pero
no requiere, sin embargo, un concurso de acciones.
3. Convergencia intencional: La esencia de participación reside en que, la intervención
de las distintas personas en el mismo hecho, se realiza en ayuda sólo de una parte a
otra. La ayuda supone en quienes la prestan como tendencia hacia el objeto o hecho
común, esto es una convergencia de las particulares intenciones en un mismo objeto
que puede tener su fuente en el acuerdo de los participantes o en la intención de
contribuir a un objeto común.
4. Irreductibilidad: Al momento de determinar la contribución del participe nos
encontramos en una posición en donde corresponde excluir lo que no es
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1. Concepto unitario de autor: Esta doctrina no acepta ningún tipo de distinción entre
autoría y participación. Según ella, son autores todos aquellos intervinientes que han
realizado algún aporte causal al hecho. Aplica la teoría de la equivalencia de las
condiciones, de manera que todas las condiciones tienen igual valor y no puede
hacerse ninguna distinción.
2. Teorías diferenciadoras: Estas teorías difieren respecto de si la distinción entre
autoría y participación depende de criterios fácticos generales válidos para todos los
casos, o si la distinción se debe practicar teniendo en cuenta la significación de que
el propio participe le atribuyó a su aporte al hecho. De otro costado, a partir de la
oposición legalidad-valoración, se busca la diferenciación partiendo de las
previsiones de la ley o apelando a criterios valorativos basados en la importancia del
aporte realizado en el hecho. Las teorías diferenciadoras más importantes son:
a. Teoría subjetiva: Hunde sus raíces en el problema causal y en la teoría de la
equivalencia. Plantea que sólo es autor es el que contribuye causalmente al
hecho y, a la inversa, no será autor aquel cuya contribución no sea causal. Desde
un punto de vista causal objetivo, es imposible poder establecer una
diferenciación entre autor y participe, por eso, es preciso acudir al punto de vista
subjetivo. En este sentido el autor será quien, realizando una aportación causal,
cualquiera sea la entidad de esta, lo haga con voluntad de autor, es decir que
actúe con la voluntad de realizar su propio hecho. Por el contrario, será partícipe
quién realizando una aportación causal, lo hace con voluntad de participar, es
decir de intervenir en un hecho de otro.
b. Teoría formal objetiva: Esta teoría estima autor a aquel que ejecuta por sí mismo
total o parcialmente las acciones descritas en los tipos de la parte especial, y
todos los demás serán instigadores o cómplices.
c. Teoría material objetiva: Ante la insuficiencia de la teoría formal objetiva la
presente busca ir más allá de la descripción típica, dirigiéndose hacia un criterio
material: la importancia objetiva de la contribución. Nos dice Mir Puig que sería
autor el sujeto que aportase la contribución objetivamente más importante.
3. Teoría del dominio del hecho: En la noción finalista, el autor de un delito doloso era
quién dominaba finalmente la ejecución del hecho, prevaleciendo el componente
intencional. Esta teoría también llamada final-objetiva se ha impuesto en la
actualidad como teoría objetiva-subjetiva. Aunque el dominio del hecho supone un
control final, no requiere sólo la finalidad sino también una posición objetiva que
determine el objetivo dominio del hecho (tener entre manos el dominio del hecho).
1. Teoría funcionalista: En la actualidad, se enlaza autoría con la esfera de
responsabilidad del sujeto, de forma que aquella se determinará en razón de la
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El autor
Autor directo, inmediato o primario, es el que realiza el tipo ejecutando por sí mismo la
acción típica; es el que comete por sí mismo el hecho punible. El rasgo general alude al
dominio del hecho. Lo tiene en particular quién dirige la totalidad del suceso a un fin
determinado. Entre las características especiales, se pueden enumerar:
Coautoría
Tenemos coautoría cuando varias personas de común acuerdo toman parte en la fase
ejecutiva de la realización del tipo, codominando el hecho entre todos. En la doctrina,
también se hace mención en este apartado a la autoría concomitante, que se trata del
supuesto en que si bien, en la realización del hecho convergen varios sujetos, cada uno
realiza la acción típica en su totalidad.
1. El condominio del hecho: Para coactuar se debe haber codecidido hasta el último
momento acerca de la realización del hecho típico.
2. Aporte realizado en fase ejecutiva: Para conceptualizar a alguien como coautor
es indispensable que preste su aporte en el momento de la ejecución del hecho
3. Esencialidad del aporte, bien o función: Es coautor tiene ejercido una función
tiene prestado un aporte o ha contribuido con una cosa o actividad esencial y
necesaria difícil de reemplazar.
Autoría mediata
En la autoría mediata, un sujeto realiza el tipo, utilizando a otro como instrumento, que
será quién lo ejecutará. Se trata de supuestos de dominio de la voluntad. El suceso debe
aparecer como obra de la voluntad rectora del hombre de atrás. Éste, debe tener las
características especiales de la autoría: elementos objetivos del dominio y elementos
subjetivos de cualificación típica. La doctrina mayoritaria admite los siguientes
supuestos de autoría mediata:
1. Instrumento que obra sin dolo: Se trata de casos en que el autor aprovecha o provoca
el error de tipo del instrumento. Sea el error invencible o vencible, el hombre de atrás es
autor doloso en autoría mediata, y en cuanto al instrumento, en el primer caso no es
responsable; mientras que en el segundo es autor imprudente del delito.
3. Instrumento que actúa bajo coacción: En estos casos, el instrumento actúa con dolo
(viciado) teniendo la posibilidad de obrar de otra manera.
Formas de complicidad
Instigación
Concepto y elementos
Agente provocador
Agravantes genéricas
El delito presenta a veces tales caracteres que revela una mayor culpabilidad y
perversidad del delincuente y su gravedad excede de aquel término medio que la ley
considera como tipo. Estas circunstancias se llaman agravantes. La primera de ellas es
la premeditación, porque el acto premeditado, preconcebido y calculado contiene una
mayor cantidad de voluntad criminal y una mayor dosis de libertad. El que premedita,
por la frialdad y calma con que prepara el delito revela gran peligrosidad.
El motivo, cuando es bajo y antisocial, es circunstancia agravante. Así, el que mata para
conseguir dinero y poder continuar llevando vida crapulosa, muestra mayor peligrosidad
que el homicida que mató para defender la honra de su hija. Los medios, modos y
formas empleados para lograr mayor impunidad y disminuir la posibilidad de defensa
de la víctima son también circunstancias que agravan el delito. Todas ellas quedan
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comprendidas bajo el epígrafe de alevosía. Art. 41 bis: “Cuando alguno de los delitos
previstos en este Código se cometiera con violencia o intimidación contra las personas
mediante el empleo de un arma de fuego la escala penal prevista para el delito de que se
trate se elevará en un tercio en su mínimo y en su máximo, sin que ésta pueda exceder
del máximo legal de la especie de pena que corresponda. Esta agravante no será
aplicable cuando la circunstancia mencionada en ella ya se encuentre contemplada
como elemento constitutivo o calificante del delito de que se trate”. Las circunstancias
agravantes pueden ser objetivas cuando denotan mayor peligrosidad del hecho por la
especial facilidad de comisión determinada por los medios, o por los sujetos. También
puede ser por la especial facilidad de impunidad o por ambas razones, además suponen
un ataque más extenso. Son circunstancias subjetivas cuando indican una motivación
particularmente indeseable o se revela el sujeto una actitud más contraria al derecho.
porque hace que la conducta extienda su lesividad material más allá de la propia del
delito y porque expresa un mayor desprecio de la dignidad humana, por lo que
también añade un ataque a este bien jurídico constitucional.
B. En cuanto a las circunstancias subjetivas encontramos:
1. Circunstancias que expresan un móvil particularmente indeseable:
a. El precio, la recompensa o la promesa: Es una agravante que se ha visto como
expresión de mayor perversidad, o una motivación vil. Una motivación tal ha de
entenderse más indeseable, y, por lo tanto, especialmente desvalorada y
prohibida. El precio, la recompensa o la promesa pueden ser económicos, así
como también pueden tener otro carácter no monetario.
b. Motivos racistas y otros discriminatorios: Se considera circunstancia agravante
cometer el delito por motivos racistas, antisemitas y otras clases de
discriminación referentes a: la ideología, religión, creencias de la víctima, etnia,
raza, nación a la que pertenezca, su sexo u orientación sexual, enfermedad o
minusvalía que padezca. Todo eso responde a la voluntad de evitar actuaciones
genocidas o discriminatorias.
C. La reincidencia como circunstancia que expresa una actitud más contraria al
derecho.
Según el Art. 22, es circunstancia agravante ser reincidente. Hay reincidencia cuando, al
delinquir, el culpable haya sido condenado ejecutoriamente por un delito comprendido
en el mismo título de este código, siempre que sea de la misma naturaleza. Dentro de
este, encontramos:
Existe concurso de delitos si una persona ha cometido dos o más delitos no juzgados
con anterioridad. Los delitos ya juzgados no originan un concurso de delitos sino la
reincidencia del condenado (art. 50 CP) y deberá aplicarse, si es que corresponde, la
unificación de penas (art. 58 del CP).
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Unidad delictiva
Concurso de tipos. Relaciones entre tipos penales
Dice Núñez que los tipos delictivos son autónomos entre sí porque funcionan de manera
independiente, pero existen ciertos tipos penales entre los cuales median vinculaciones
estrechas que originan conflictos al momento de su aplicación al hecho cometido por el
sujeto. Los concursos de tipos penales, se producen cuando un hecho encuadra
simultáneamente y de manera efectiva en varios tipos penales que entran en conflicto
entre sí. Como consecuencia de la superposición de espacios típicos, uno de los tipos
puestos en movimiento aprehende en forma total el hecho y desplaza los otros tipos
penales que enfocan al hecho pero de manera parcial. La circunstancia de que los
distintos tipos contengan una repetición de la prohibición de ciertos aspectos de la
conducta, no puede legitimar que a ésta se le aplique múltiples penas, pues si el
comportamiento es único, la sanción también debe ser única en virtud del principio non
bis in ídem. Este principio que significa “no dos veces por lo mismo”, implica que no se
debe investigar 2 veces un mismo hecho histórico o un mismo aspecto, porque estamos
multiplicando aquello que en el mundo de la realidad se hizo una sola vez.
Las diversas relaciones entre los tipos penales están determinadas por las distintas
formas en que se produce la superposición de los espacios típicos. Se trata de relaciones
de carácter funcional, que pueden ser:
Concepto
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Teorías:
Penalidad
El Art. 54 del CP, siguió el principio de la absorción, pues unifica la pena de los
distintos tipos involucrados en el concurso ideal: "se aplicará solamente la que fijare
pena mayor". Para determinar cuál es la pena mayor se deben considerar 2 situaciones:
▪ Si las penas de los distintos tipos delictivos son de la misma naturaleza. Pena
mayor es la que tiene conminado un máximo superior. Si los máximos son
iguales, la que presente el mínimo mayor. Si tanto los máximos como los
mínimos son iguales, la pena mayor será la del tipo que prevé penas conjuntas.
▪ Si las penas son de distinta naturaleza, la pena mayor será la de naturaleza más
grave. Si concurren hechos consumados y tentados, se aplican a éstos las pautas
de reducción y luego se determina la pena mayor.
Pluralidad delictiva
Según el Art. 55 del CP, el concurso real o material de delitos tiene lugar cuando hay
una pluralidad de hechos independientes, susceptibles de ser encuadrados en uno o
varios tipos penales realizados por el mismo sujeto activo, que concurren para ser
juzgados en el mismo proceso. Si los varios hechos independientes se adecuan al mismo
tipo penal, estamos en presencia de un concurso real homogéneo; cómo ocurre si Juan
mata a Pedro y priva de la vida a Nicolás. En cambio, se produce un concurso real
heterogéneo, cuando el agente consuma diversos tipos penales; como sucedería si
Enrique violara a Luisa, hurtara mercancía en un supermercado, y matara a Carlos.
Elementos
a. Pluralidad de hechos: El mismo sujeto debe haber cometido varios hechos definidos
como delitos por la ley penal, es decir, debe haber causado materialmente 2 o más
modificaciones del mundo exterior tipificadas penalmente.
b. Independencia entre sí: El obrar del autor debe traducirse en varias modificaciones
del mundo externo independientes entre sí, de modo que, si suprimimos cualquiera
de ellas, la otra subsiste porque el otro delito tiene vida propia, pues constituyen un
comportamiento distinto. Por ejemplo, penetrar el domicilio constituye una
materialidad autónoma y diferente a la de sustraer efectos, por lo cual se consuman
delitos de violación de domicilio y hurto.
c. Concurrencia de los distintos hechos: Puede ser simultánea o sucesiva.
1. Simultánea:
▪ Concurso real homogéneo: Cuando los varios hechos independientes realizados
por el mismo agente son contextual y jurídicamente iguales, ya que son
ejecutados en el mismo contexto de tiempo y lugar y encuadran en el mismo tipo
penal. Por ejemplo, Juan, mediante el veneno puesto en la comida de la familia
de Pérez, mata al padre, a la madre y a los dos hijos.
▪ Concurso real heterogéneo: Si los varios hechos autónomos se cometen en un
mismo contexto espacio-temporal, pero son jurídicamente distintos, pues
encuadran en diversos tipos penales quenada tienen que ver entre sí. Por
ejemplo, con un disparo de arma de fuego José lesiona al cajero que está detrás
del vidrio; primero destruye una cosa y luego lesiona al cajero.
2. Sucesiva:
▪ Reiteración homogénea: Cuando en un contexto espacio-temporal distinto, el
mismo sujeto comete varios hechos independientes que encuadran en el mismo
tipo penal. Por ejemplo, en julio Pablo mata a Lucas y en octubre mata a
Mariela.
▪ Reiteración heterogénea: Se trata de hechos contextual y jurídicamente distintos,
pues se ejecutan en distintos contextos de lugar y tiempo, y se adecuan a tipos
penales diferentes. Por ejemplo, en abril Mario roba en un supermercado en
junio mata a su esposa y en noviembre estafa a un comerciante.
anterioridad. Por lo contrario, si entre los delitos media una sentencia condenatoria
firme queda descartado el concurso real pudiendo haber reincidencias si se dan los
requisitos del art. 50.
Sistemas de punición
A pesar de que en el concurso real sería posible imponer al autor varias penas por qué se
le puede imputar haber cometido una pluralidad delictiva, nuestro código penal ha
consagrado un sistema de pena única que rige "tanto si cada uno de los distintos delitos
está reprimido con una sola pena, como si alguno de ellos o todos lo están con penas
alternativas". La pena única, fija una escala abstracta para graduar la pena que se
establecen de la siguiente manera:
Elementos
a. Pluralidad de hechos: La pluralidad exige que la misma persona cometa dos o más
hechos discontinuos, incluso en tiempos y lugares distintos. La prolongación
discontinua de la conducta delictiva diferencia del delito continuado del delito
permanente.
b. Dependencia de los hechos entre sí: Para que se configure este requisito, varios
hechos deben concurrir o proseguir en relación a una sola y misma delincuencia que
no se ha agotado. Esta exigencia implica que el sujeto que amplía una consumación
delictiva, o si la prosigue, continúa cometiendo el mismo delito; por ejemplo, el
ladrón que en una misma noche sustrae varios objetos del mismo negocio
perpetrado una y otra vez al lugar. Distinta es la situación de quién ejecuta
consumaciones material y subjetivamente distintas, por ejemplo, el ladrón que en
una misma noche sustraer objetos de distintos domicilios en cuyo caso hay
pluralidad delictiva. Se requiere la homogeneidad material, que consiste en la
similitud del modo de ejecución de los hechos, es decir, que las consumaciones
ampliatorias o persecutorias sean compatibles con la consumación ya empezada, sin
alterarla de manera esencial y que aparezcan como momentos de una misma
conducta delictiva. Para que pueda haber delito continuado en razón de la
dependencia de los hechos, también es preciso que exista unidad de culpabilidad.
Para Núñez, ésta consiste en la subsistencia de una misma resolución originaria de
delinquir, es decir, que la culpabilidad persiste en forma homogénea como una
pervivencia de la misma voluntad delictiva originaria, pero agrega que lo esencial
reside en la naturaleza y modalidades de la ejecución de la cual debe trascender la
unidad subjetiva de los hechos. La unidad objetiva y subjetiva del delito continuado
se produce:
▪ Cuando en un mismo contexto de conducta delictiva se ejecuta en forma
dividida por razones circunstanciales, como por ejemplo el ladrón nocturno del
negocio.
▪ Cuando cada uno de los hechos particulares son las secuelas de una situación
delictiva que permanece, en la cual a la ley le es indiferente para su
configuración que se cometan uno o varios delitos, por ejemplo, en la
defraudación por el uso de pesas o medidas falsas o la falsificación de moneda
que se prolonga en el tiempo no multiplica la delincuencia.
▪ Cuando los hechos posteriores son los efectos de una misma trama delictiva, por
ejemplo, con la alteración del medidor de consumo de energía eléctrica.
Resumen Penal I Hebe Higuaín
▪ Cuando entre los varios hechos media una relación de servidumbre, como el
cajero que efectúa nuevas sustracciones para conjugar contablemente el déficit
de caja producido por sustracciones.
c. Sometimiento a una misma sanción legal: deben concurrir dos factores
▪ Primero, que la totalidad de esos hechos merezcan la misma calificación
delictiva; por ello debe darse una homogeneidad conceptual, es decir, qué los
distintos hechos en razón de su homogeneidad material pueden unificarse en una
misma calificación legal.
▪ Segundo, que, en el caso de pluralidad de ofendidos, la naturaleza de los bienes
jurídicos lesionados admita la unificación delictiva.
La unificación de penas
El Art. 58 dio lugar a problemas interpretativos por la regulación de la unificación de
penas. Su finalidad es establecer la unificación de las penas impuestas en distintas
sentencias a una misma persona, aunque hayan sido dictadas en distintas jurisdicciones.
Los distintos supuestos contemplados por el código penal son los siguientes:
▪ El sujeto mientras está cumpliendo una pena impuesta por sentencia firme, comete
un nuevo delito. En este caso el tribunal que juzgue este último tiene que unificar la
pena que le asigne con la impuesta anteriormente
▪ El sujeto ha sido juzgado por diferentes hechos en distintos tribunales, llegando a
registrar varias sentencias condenatorias cuando debió haber sido juzgado en un
mismo proceso por todos esos hechos. En tal caso, el juez que aplicó la pena mayor
de todas las aplicadas en los distintos procesos, tiene que practicar la unificación
según las reglas del concurso real sin alterar las declaraciones de hechos contenidas
en las otras sentencias.
Resumen Penal I Hebe Higuaín
Lección 11: Antijuridicidad como manifestación plena del tipo de injusto. Noción,
las causas de justificación y otros supuestos de exclusión
A. Antijuricidad
2. Antijuridicidad e injusto
La tesis subjetivista puede sintetizarse así: solo hay ilicitudes culpables. Esta afirmación
deriva de otra, que dice que “las normas jurídicas son imperativos destinados a los
componentes del grupo social, que imponen el deber de hacer o no hacer algo, o actuar
de determinado modo; la obediencia o desobediencia a ese imperativo supone un acto
anímico constituido por la conciencia de obrar contra el derecho”. Sin esa participación
subjetiva, no puede hablarse de actos ilícitos. Así, pues, los hechos de los inimputables
solo resultan dañosos en la medida que pueden serlo las fuerzas de la naturaleza; pero
no en relación con el orden jurídico, para el cual resultan indiferentes. La desobediencia
sólo resulta de un acto realizado con dolo o con culpa.
Al decir que solo hay ilicitudes culpables o que no hay ilicitudes inculpables, se
subvierten los términos del problema. Si lo antijurídico es lo contrario al derecho, y si es
la lesión o la puesta en peligro de un bien jurídico, esa contradicción puede apreciarse
sin dificultades con la independencia de la actividad psicológica del sujeto; la acción es
la que se califica de antijurídica, NO la acción culpable; en cambio, carece de sentido
investigar la culpabilidad de un hecho lícito. La objetividad del hecho es lo que ha de
decidir investigar la culpabilidad. Si el acto es lícito, ¿qué le importa al derecho la
actitud subjetiva de su autor?
La opinión común fue durante mucho tiempo la que sostenía que el delito consistía en
una violación de la ley penal. Así, Carrara lo define como “la infracción de la ley del
Estado”. Sin embargo, a poco que nos detengamos en la lectura de las prescripciones de
la parte especial de cualquier código en vigencia, veremos que la ley penal no adopta
fórmulas de prohibiciones ni de imposiciones; describe las conductas a las que
corresponde la pena y la determina. La ley contiene lo contrario a la norma, lo que no
debe hacerse: matar a otro es precisamente lo penado. Eso hizo decir a Binding que el
delincuente no viola la ley penal, más bien podría decirse que la confirma.
Fue Von Liszt quien puso en debate la existencia de una dualidad antijurídica, que él
distinguió entre formal y material. La reprobación jurídica que recae sobre el acto es
doble:
Aún cuando la tesis de Von Liszt, en el ámbito de las que distinguen entre norma y ley,
ha quedado como un ensayo sociológico superado, le corresponde el mérito de haber
indicado el camino para distinguir la existencia de una antijuridicidad material o
sustancial, que significa tanto como señalar la materia o contenido de lo antijurídico. La
acción es esencialmente antijurídica cuando, siendo contraria al derecho, lesiona, pone
en peligro o es idónea para poner en peligro un bien jurídico, según la extensión de la
tutela penal a través de la respectiva figura. La ley penal, mediante los tipos, da mayor o
menor amplitud a la tutela.
A) Positivismo: Beling, creador del moderno concepto de tipo, lo concibió con total
independencia de la antijuridicidad (definía el delito como acción típica, antijurídica,
culpable...). La presencia de tipicidad no supone para este autor ningún juicio de
desvalor jurídico sobre el hecho, sino sólo la constatación lógica de que el mismo es
subsumible en una figura de delito. De ello se sigue que la tipicidad no implica la
antijuridicidad de la acción: el hecho típico (por ejemplo: matar) puede no ser
antijurídico, lo que sucederá cuando concurran causas de justificación (p. ej.: matar en
legítima defensa). La relación de tipicidad y antijuridicidad es, pues, puramente lógica
—no valorativa—, según el esquema de regla (tipicidad) / excepción (ausencia de
antijuridicidad).
es sólo un indicio (ratio cognoscendi) que permite suponer su antijuridicidad, sino que
ésta, cuando concurre con relevancia jurídico-penal, procede (ratio essendi) de la
realización de un tipo —aunque tenga que ser sin causas de justificación—. La tipicidad
no es condición suficiente, pero sí necesaria de la antijuridicidad penal. Por eso se
vinculó a la antijuridicidad en la definición de delito, que pasó a ser una acción
típicamente antijurídica y culpable donde se aprecia con claridad que la tipicidad es el
modo en que ha de manifestarse el juicio de desvalor de la antijuridicidad para que
tenga relevancia jurídico-penal.
Importa destacar que esta concepción coincide con Beling en un punto esencial: no toda
acción típica es antijurídica, ni, por tanto, la exclusión del injusto lleva aparejada la
negación del tipo. La conducta típica puede estar justificada. El juicio de desvalor
provisional que expresa la tipicidad, desaparece cuando concurran causas de
justificación.
b) La teoría de los elementos negativos del tipo lleva a sus últimas consecuencias el
planteamiento neokantiano: si el tipo es un juicio de valor no ha de serlo sólo
provisionalmente, sino definitivamente. La única forma de conseguirlo es admitir que la
tipicidad implica siempre la antijuridicidad y, viceversa, la presencia de causas de
justificación excluye la tipicidad. Según esto, el tipo consta de dos partes: parte positiva
y parte negativa (o tipo positivo y tipo negativo). La parte positiva equivale al tipo en
sentido tradicional, esto es, conjunto de elementos que fundamentan positivamente el
injusto. La parte negativa añade la exigencia de que no concurran causas de
justificación.
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B. Causas de justificación
1. Concepto y naturaleza
Las causas de justificación son situaciones de hecho y de derecho cuyo efecto es excluir
la antijuridicidad de un hecho típico. También se la ha considerado como permisos
concedidos por la ley para cometer en determinadas circunstancias un hecho penalmente
típico. Para Jakobs, las causas de justificación son los motivos jurídicos bien fundados
para ejecutar un comportamiento en sí prohibido, y que deben extraerse de una sociedad
concreta.
Al realizar el análisis de las causas de justificación, surge que sus fuentes son dos: la ley
y la necesidad. La primera porque solo ella puede declarar lícitas ciertas acciones
típicas, y la segunda porque es una determinada situación episódica la que hace obrar al
agente. La necesidad en sí misma, es el fundamento de la justificación, pero ésta debe
nacer de la ley, sea que resulte de una disposición expresa o de la valoración extraída de
la totalidad del ordenamiento vigente. La tipicidad de un hecho no siempre implica la
antijuridicidad, ya que, si está justificado, desde el punto de vista del positivismo
jurídico, objetivamente no será delito borrándose su valor indiciario. En esta posición
tradicional se habla de una conducta típica justificada. Pero, desde otro punto de vista,
en la teoría de los elementos negativos del tipo, se considera que las causas de
justificación eliminan la tipicidad. Determinar la naturaleza de la justificación depende
de la posición tomada respecto a la naturaleza de la antijuridicidad. Si se parte de la idea
que la antijuridicidad consiste en el desvalor objetivo que el ordenamiento jurídico
proyecta sobre una conducta que lesiona o pone en peligro el bien jurídicamente
protegido; la justificación deberá concebirse también objetivamente, pero de naturaleza
positiva. Según algunos autores, esta forma de ver la causa de justificación estaría en
pugna con la admisión de los llamados elementos subjetivos de justificación, en la que
se apreciaría no solo el criterio ex post, sino que en la justificación se admitiría la
potencialidad positiva del criterio ex ante, donde se encuentra la voluntad del autor
dirigida al fin lesivo, aunque no se admitan los puros elementos subjetivos.
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2. Fundamento
En caso de conflicto entre dos bienes jurídicos, debe salvarse el preponderante para el
derecho positivo. Si una acción es útil para la conservación del bien jurídico, no puede,
al mismo tiempo, contrariar la norma que tiene la misión de tutelarlo, pero esa conducta
tiene un límite: que sea el medio adecuado para ello. Un principio omnicomprensivo
residiría en que todas las causas de justificación pretenden la regulación socialmente
correcta de intereses que colinden.
Para Mir Puig, la razón material de la justificación es diferente si nos referimos a las
causas de justificación en sentido estricto, que si hablamos de otras formas de exclusión
del injusto por suposición errónea invencible de que concurren los presupuestos típicos
de algunas de ellas. La suposición errónea de que concurren los supuestos de una causa
de justificación constituye un error sobre el tipo negativo, y debe tratarse como una
especie de error de tipo. Considerarlo vencible o invencible dependerá del análisis de la
conducta del sujeto colocándose en su situación y no en un juicio a posteriori.
Ahora bien, cuando la suposición errónea de los presupuestos típicos de una causa de
justificación no es objetivamente invencible, pero sí personalmente invencible,
subsistirá la antijuridicidad, pero faltará la infracción personal de la norma primaria.
3. Efectos
1. Legítima defensa
Es un caso especial del estado de necesidad que implica la acción y efecto de defender o
defenderse, significando amparar, librar o proteger. Jurídicamente, esa acción de
amparo o protección debe ser la consecuencia de una agresión ilegítima previa. Es la
defensa que resulta necesaria para apartar de uno mismo o de otro una agresión actual y
antijurídica o llámese legítima defensa a la reacción necesaria contra una agresión
injusta, actual y no provocada. Su fundamento reside en la injusticia de la agresión del
titular del bien sacrificado. El doble fundamento de la legítima defensa individual sino
de ratificación del orden jurídico como tal: “el derecho no necesita ceder ante lo ilícito”.
Desde un enfoque estrictamente individual, podría considerarse tan importante el punto
de vista del agresor como del defensor, lo que nos llevaría a solucionar el conflicto
considerando el bien más valioso, pero los sujetos de la relación defensiva no se
encuentran de la misma forma ante el derecho, mientras uno lo niega, el otro lo afirma y
por ello, la ley se inclina a favor del defensor.
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Existen diferentes clases de legítima defensa: puede ser de la propia persona o de sus
derechos. Existe legítima defensa cuando, el que en defensa de su persona o de sus
derechos, empleando un medio racionalmente necesario para impedir o repeler una
agresión ilegítima y sin que medie provocación suficiente de su parte, le ocasiona un
perjuicio a la persona o derechos del agresor.No será punible el que obrare en defensa
propia o de sus derechos, siempre que concurrieran las siguientes circunstancias: -
Agresión ilegítima: es un ataque contra personas o cosas, pudiendo consistir en hechos,
palabras o advertencias de repetir un daño ya comenzado; acto contrario al derecho. -
Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla: aparece como
consecuencia de un peligro concreto para las personas o sus derechos, y la ley autoriza
siempre que sea racional. El medio defensivo hace referencia a la conducta desplegada
no sólo al concreto instrumento utilizado, y debe guardar proporción con la agresión. -
Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende: consiste en que el
agredido no cause conscientemente la agresión. “Provoca no solo el que incita
maliciosamente para disimular la criminalidad de su conducta, sino también el que se
coloca en situación de agredido como el ladrón y el amante de la adúltera”. No basta
haber provocado al agresor, sino que ésta debe ser suficiente.
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La ley prevé casos en los cuales, por razones de tiempo o lugar, existe una agresión
ilegítima y la reacción de quien se defiende es considerada necesaria y racional,
cualquiera sea el daño ocasionado al agresor. Constituye una presunción iuris tantum,
ya que si el escalamiento, fractura o la resistencia no presentaron la situación de peligro
personal para el morador no concurre la justificante (esta situación de peligro no se
encuentra expresamente en la ley). Estos casos especiales de defensa tienen su
fundamento en la situación de hecho que muestra la gravedad de la agresión y por ello
es racional la necesidad del agredido de emplear todos los medios a su alcance para
repeler el ataque. El privilegio existe si se produce el escalamiento o fractura del recinto
habitado en horas nocturnas y si se encuentra a un extraño en el hogar y éste opusiera
resistencia.
B. Defensa de terceros
Hay legítima defensa de la persona o derechos de otro, si éste es objeto de una agresión
ilegítima y el autor emplea un medio racionalmente necesario para impedirla o
repelerla, siempre que el agredido no haya provocado suficientemente la agresión o que
no haya participado en ella el tercero defensor. Es una justificación para el actuar de una
persona que interviene en defensa de otra, aunque ésta haya provocado suficientemente,
la exigencia es que el defensor no haya intervenido en ella ni como coautor, cómplice o
instigador. Este derecho de defensa de un tercero es aplicable en la medida de que el
agredido quiera ser defendido. Para enjuiciar el auxilio no solicitado hay que realizar el
análisis en concreto, que puede suceder: cuando el agredido ha consentido el acto;
cuando el agredido no acepta la forma de repulsa del defensor; y se considera
irrelevante la voluntad del agredido en los casos en que no pueda disponer del bien
jurídico amenazado.
Existe cuando el sujeto cree erróneamente que concurren los presupuestos de la legítima
defensa. Al ser un error se lo trata al estudiar la responsabilidad. Cuando el error versa,
en modo irrecuperable de la falsa apreciación de una agresión injusta también excluiría
la punibilidad, pero por una causa de inculpabilidad. Se distingue entre defensa putativa,
y exceso putativo en la legítima defensa. En la primera, el error recae sobre todos los
elementos de la defensa, mientras que, en el segundo caso, sólo sobre la necesidad de la
defensa.
2. El estado de necesidad
actúa de iure, el que lesiona bienes jurídicos ajenos para salvar un bien propio o ajeno
que se encuentra amenazado. Este bien debe ser de mayor valor que el sacrificado. Si
bien la situación de necesidad es la base de todos estos permisos legales en los cuales se
produce una colisión de bienes, el estado de necesidad propiamente dicho es una causa
de justificación.
A. Fundamento y clases
▪ La fuerza física irresistible solo puede ser vis absoluta, y no puede estar allí la vis
compulsiva
Núñez, sostiene que nuestra ley encuentra el criterio rector de la impunidad del hecho
cometido en estado de necesidad, en el mayor interés que el derecho tiene en que se
evite el mal mayor, representando una causa objetiva de justificación y, al diferenciar la
conducta del coaccionado con el que obra necesitado, considera la imposibilidad de que
la diferencia fundamental entre ambas situaciones tenga carácter subjetivo.
B. Requisitos
No son punibles:
El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño. De allí
surge la inminencia del mal para el que obra o para un tercero;
▪ Que el mal que se causa sea menos que el que se trata de evitar
El sujeto activo es el que se encuentra en esa situación de necesidad, qué se trata de una
acción, en cambio era legítima defensa consiste en una reacción. El mal que se causa
debe ser para alejar el peligro, sea para el sujeto que lo produce o para un tercero, pero
siempre debe lesionar un bien ajeno ya que si fuera propio constituiría un acto de
disposición. Además, el mal evitado debe ser mayor, para determinar el valor relativo de
los bienes debe partirse de las escalas penales de la parte especial del código. Los bienes
jurídicos amparados no están limitados en nuestra ley ya que el estado de necesidad se
encuentra en la parte general del código y no se realiza una especificación de estos, la
ley considera el más habitado y el causado.El mal causado debe ser menor que el
evitado, ello considerando objetivamente y apreciado en la totalidad del orden jurídico
que permite distinguir además del valor relativo de los bienes, la licitud o ilicitud del
obrar. También se requiere que el mal sea inminente, es decir que sea actual o que esté
próximo a suceder. Debe existir la imposibilidad de evitar el mal por otros medios, lo
cual quiere decir que el utilizado es la única forma para evitar el peligro. El sujeto que
obra necesitado debe haber sido extraño a la amenaza del daño, es decir que no la debe
haber provocado. El aspecto subjetivo de la justificante aparece en que el mal menor
debe haber sido causado para evitar otro mal mayor o inminente, existiendo este fin o
ánimo de salvación. Con respecto a los bienes iguales, es interesante la opinión de
Roxin: “cuando está en juego el bien jurídico de la vida humana, son inadmisibles las
cuantificaciones. Ante el derecho toda vida humana tiene el mismo rango; no existe un
diferente valor de vida. Tampoco considera admisible la ponderación de acuerdo al
número de vidas.” Pero a pesar de lo dicho, ante ciertas puestas en peligro de bienes
Resumen Penal I Hebe Higuaín
jurídicos tan valiosos como la vida, puede justificarse hasta el caso de matar
dolosamente a una persona, como en el estado de necesidad defensivo y, lo que se trata
es de factores adicionales que nos llevan a la justificación, los cuales no son referidos a
la valoración de la vida humana en sí misma.Con respecto a la colisión de deberes
justificante, es un caso particular del estado de necesidad que se da cuando alguien sólo
puede cumplir un deber jurídico de su incumbencia a costa de otro que le corresponde
igualmente, siendo así que la vulneración del deber que infringe constituye una acción y
omisión conminada con pena. El conflicto de intereses puede aparecer entre deberes.
Cicerón mencionaba casos de conflicto entre deberes contrapuestos, refiriéndose por
ejemplo al deber de familia y un deber cívico. Jescheck distingue 3 grupos de colisión
de deberes: -Cuando un deber de acción puede entrar en colisión con un deber de
omisión; -Cuando existen dos deberes de acción de modo que sólo se puede cumplir
uno; -Cuando varios deberes de omisión colisionan, no permitiendo al sujeto ninguna
posibilidad de actuar.
Cuando los deberes en colisión son de igual entidad de acuerdo al valor de los bienes en
juego y a las otras circunstancias mencionadas, si concurre un deber de acción con uno
de omisión, el autor considera que goza de preferencia el de omisión y justifica al autor
que por inactividad infringe el deber de acción. Sin embargo, lo correcto en estos
supuestos parece ser no apreciar tampoco ninguna justificación en cuanto al deber
infringido, sino considerar ambos deberes como equivalentes. En los casos en los cuales
chocan dos deberes equivalentes de acción, existen distintas opiniones:
hecho de que se trate y esto colisionan con lo dispuesto por la ley penal, debe resolverse
por la norma no penal en favor del deber o derecho y, cuando se desee derogar algún
deber o derecho previamente establecido por otra norma, ahora que manifestar lo
expresamente entre las disposiciones derogatorias". En esta justificante se actúa en el
ámbito de libertad dentro de lo autorizado por el orden jurídico. El Proyecto Tejedor
dice que no son responsables del daño que puede resultar ni por las leyes penales ni por
las civiles: el que ejerce de una manera legal un derecho que le pertenece, si el acto
ilícito se ejecuta con la debida diligencia Irma se causa por mero accidente. Para
Bacigalupo importa un acto no prohibido desapareciendo así la tipicidad misma del
hecho. Zaffaroni no piensa que es propiamente una causa de justificación sino el
carácter genérico de ella. Si bien, todos los que realizan actividades lícitas ejercen
derechos, el CP se refiere a los casos en que ese ejercicio surge de un precepto
permisivo relacionado con la totalidad del ordenamiento jurídico manifiesta la
imposibilidad de limitarlo debiendo considerarse el derecho que se ejerce y,
genéricamente, esos límites estarían dados por el abuso del derecho complementado. El
código penal argentino no considera punible el que obrare en el legítimo ejercicio de su
derecho. De la legitimidad del ejercicio resulta una doble limitación: de contenido y de
forma. Superando los límites nos encontramos en un exceso o en un abuso del derecho.
El exceso por razón del contenido surge cuando se lesiona un derecho de otro como
consecuencia de realizar actos que van más allá de lo autorizado de acuerdo al caso
concreto; en cambio se abusa del derecho en razón del objeto cuando se lo ejerce con un
fin distinto del autorizado por el derecho o cuando se lo ejerce usando medios o vías
distintas a las autorizadas por la ley. La consecuencia en estos casos sería la
responsabilidad dolosa.
Es la potestad que posee una persona sobre otra en virtud de una disposición legal. Se
desenvuelve dentro del ámbito privado de las relaciones familiares, implicando la
facultad educación y corrección de ambos padres, tutores o curadores, respecto de sus
hijos menores no emancipados. Constituye una facultad legal y no sólo un deber, es el
imperio o supremacía sobre otro, por ello algunos autores lo llaman derecho
disciplinario. el educar e instruir a los hijos va mucho más allá del mínimo exigible por
la ley concretándose según los padres estimen oportuno siempre que se encuentre dentro
de los límites: objetivo, de la moderación y subjetivo, del animus corrigendi. Es un
derecho-deber de formación y protección integral en lo físico y moral. El ejercicio de
este derecho debe interpretarse restrictivamente por las posibles violencias que
conllevan. Las conductas justificadas dependen en general de lo permitido por la ley y
aceptado por la jurisprudencia y en particular de las reglas de convivencia de cada
núcleo familiar. Es de observar que pueden suscitarse situaciones de error tanto en los
presupuestos del tipo negativo como acerca de los límites del permiso. La solución se
encuentra en la aplicación de las reglas generales:responsabilidad por culpa si el error es
vencible e irresponsabilidad si el error es invencible.
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4. Obediencia debida
Núñez considera que la obligación jurídica de obedecer del subordinado debe tener su
fuente en una orden formalmente legítima emitida por el mandante. Esa legitimidad
exige que la orden satisfaga las siguientes condiciones:
▪ Que entre el que emite la orden y su destinatario medie una vinculación jurídica de
naturaleza pública que autorice al primero a expedirla
▪ Que la orden llene las formalidades legalmente exigidas para el caso de que se trata
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▪ Es una coacción especial que representa la orden del superior cuando ha sido
impartida en una situación excepcional y el subordinado está obligado a cumplirla
▪ Cuando el subordinado debe cumplir la orden sin examen queda fuera de toda
relación imputativa y la acción se desplaza hacia el superior que impartió la orden
Los efectos de las diferentes posiciones se traducen en que, si se considera una causa de
justificación, al excluir la antijuridicidad y debido al análisis objetivo de esta entonces
no hay delito ni para el superior que ordena mi para el subordinado que ejecuta; pero si
se excluye la culpabilidad ya sea por error o por coacción entonces el análisis de la
responsabilidad debe realizarse a cada sujeto de la relación en particular.
Desde el punto de vista de la antijuridicidad, si no hay interés por parte del sujeto pasivo
entonces no hay conflicto de intereses, motivo principal de las causas de justificación.
Es así que el consentimiento del ofendido puede verse en doctrina o como una causa de
atipicidad o de justificación. Se dice que aparece como una causa de exclusión de la
tipicidad donde su presencia hace irrelevante la lesión o puesta en peligro, y como causa
de justificación donde subsistiendo dicha elección recae sobre un bien del que el titular
puede disponer y dispone efectivamente en favor del autor. El consentimiento de la
víctima se presenta cuando el sujeto pasivo acepta que el auto realice conductas que de
otra manera constituirían delitos. La doctrina alemana distingue dos grupos de casos:
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*recomendación: para una mayor comprensión de este tema leer al terminar la lección
correspondiente a culpabilidad.
A. Teoría del dolo: responde en esencia a la sistemática causalista que concibe al dolo
como dolus malus en la culpabilidad. Trata unificadamente el conocimiento del hecho y
el conocimiento de la antijuridicidad, con lo que se produce una solución idéntica
cuando se trata de un error de tipo o de un error de prohibición. A pesar de ello plantea
una diferencia entre vencible y el invencible; en ambos casos se excluye el dolo, pero en
el supuesto de error invencible queda totalmente excluida la responsabilidad criminal,
mientras que el error vencible únicamente excluye el dolo subsistiendo la
responsabilidad por delito imprudente.
la culpabilidad. A esta misma solución llega la teoría de los elementos negativos del
tipo que considera a los presupuestos fácticos de una causa de justificación como parte
del tipo de injusto.
“El que hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la autoridad o por
la necesidad, será castigado con la pena fijada para el delito por culpa o
imprudencia.”
2. La imputabilidad
La problemática actual del enfermo mental que comete un hecho antijurídico gira en
torno a los siguientes aspectos: la crisis del propio concepto de enfermedad mental y de
sus límites con la normalidad; y la necesidad de reducir las medidas de internamiento a
los casos imprescindibles y a una duración en principio muy limitada que evite
encierros a perpetuidad. Son dos las condiciones de la culpabilidad o atribuibilidad
individual:
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normales, pero en tanto que esta última se refiere a facultades desarrolladas y afectadas,
Resumen Penal I Hebe Higuaín
Los casos más frecuentes son la deficiencia o retraso mental, caracterizada como un
trastorno consistente en un desarrollo incompleto o detenido, que afecta el nivel global
de inteligencia y es categorizada de acuerdo con la intensidad (desde leve al máximo
profundo).
Desde la perspectiva del tenor literal, la alteración morbosa de las facultades puede
conceptualizarse como una perturbación patológica de la capacidad psíquica, pero este
significado ha merecido variaciones en la interpretación doctrinaria influida por el
desarrollo de las ciencias de la salud mental.
Son también alteraciones morbosas, los trastornos mentales que no tienen base orgánica
o sintomática en una disfunción cerebral pero que conllevan distorsiones de la psiquis
(psicosis endógena).
Ciertos trastornos del humor (afectivos), como las manías, ciclotimia, el trastorno
bipolar, el episodio o trastorno depresivo, son también categorizados como trastornos
mentales 179. Se los caracteriza como una alteración anormal del humor o de la
afectividad (binomio de presión/euforia). La vinculación con el compromiso de la
capacidad psíquica que se vincula con la inimputabilidad es más difusa y dependerá del
caso concreto de que se trate y de cómo esa variación anormal incide especialmente en
la comprensión de la criminalidad y el control de las acciones, lo que muy
probablemente sucederá si se trata de un trastorno con síntomas psicóticos.
Más débil conexión corresponde a los trastornos neuróticos y otras afecciones similares
(como las fobias), en la medida que es menos probable que afecten las esferas psíquicas
que repercuten en la posibilidad de la comprensión del injusto, aunque pueden incidir en
el gobierno de las acciones (por ejemplo, un ataque de pánico que paraliza al momento
de realizar la acción debida).
c) Conciencia insuficiente
La conciencia alude a la capacidad psíquica de la persona que posibilita tanto el auto
como la heteropercepción, esto es de sí misma y del entorno, sin que sea posible brindar
un concepto más preciso, pues no abarcaría la constelación de situaciones en las que se
elimina o afecta esa capacidad.
Por ello, la perturbación de la conciencia que aquí se verá es la que tiene otro origen,
distinción que tiene relevancia porque, como se verá en el componente normativo, la
conciencia insuficiente puede ser imputable o no al agente, lo que puede conducir a la
imputabilidad a diferencia de la insuficiencia y la alteración morbosa.
En modo idéntico con la alteración o insuficiencia de las facultades, no basta con una
grave perturbación de la conciencia, sino que es menester conforme a las exigencias de
nuestra fórmula legal, que tenga por efecto privar al autor de comprender la
criminalidad del acto (intelecto) o de dirigir sus acciones (voluntad), que es el
componente normativo de la fórmula mixta de la inimputabilidad.
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-La imposibilidad de dirigir las acciones, si bien puede estar basada en la Concepción
del poder actuar de otro modo, que presupone admitir la libertad de voluntad en el autor,
lo que es científicamente indemostrable en el caso concreto, se produce a causa de la
presencia de alteraciones morbosas de las facultades mentales o Estado de inconsciencia
cuando se comprueba normativamente que los procesos de motivación le alcanzan al
autor de modo por completo anormal.
-En el caso del ilícito penal que sin pluralidad de actos se prolonga en el tiempo por su
concreta forma de realización, desde que comienza la ejecución hasta que se produce el
resultado consumativo.
4. Exclusión de la culpabilidad
Para Amelung, cabe distinguir entre:
una diferencia entre vencible y el invencible; en ambos casos se excluye el dolo, pero en
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inexistente en la realidad. El resultado querido por el autor no pretende ser evitado por
ninguna norma penal y esto lo distingue precisamente del delito imposible, en el que la
subjetividad del autor se orientada directamente a un resultado típico prohibido, el que
no llega a producirse por un error fáctico del autor ex ante, en la representación de las
circunstancias del hecho y cursos causales que gobiernan la realidad en la que él opera.
En cambio, en el delito putativo el sujeto tiene una adecuada representación de la
realidad que lo circunda, .no así del derecho que regula su comportamiento.
La falta total de relevancia jurídica del comportamiento del autor de un delito putativo
determina y justifica su absoluta e indiscutida impunidad.
A. Las amenazas que al margen del lenguaje pueden expresar las personas por otros
medios
B. Las amenazas de males de otro origen que el humano, en tanto no constituyan estado
de necesidad. La admisibilidad de la coacción genera situaciones naturales permite
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incluir en aquella categoría el conflicto de bienes de igual valor (vida por vida). El
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sujeto coacto debe ser ajeno al mal editado, el cual debe ser grave e inminente y no
tratarse de un peligro que alguien tenga la obligación de soportar. El código penal prevé
la situación de quién sufre la incidencia de un factor externo que le provoca temor
basado en una real o imaginario que debe ser insuperable, es decir, que no deje otra
posibilidad de actuar. El criterio para decidir si un supuesto de miedo es insuperable se
basa en lo que pueda resistir un hombre medio en esas circunstancias.
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Para esta corriente la pena se orienta exclusivamente hacia el pasado. Su fin se satisface
con la respuesta al delito cometido. El punto de partida es la idea del estado como
guardián de la justicia y compendio de las nociones morales, de la fe en la capacidad de
la persona para auto-determinarse y de la necesidad de limitar la función estatal a la
protección de la libertad individual. Para Kant la sanción penal se encuentra como un
imperativo categórico, es decir como una exigencia incondicionada de justicia. Hegel
siguiendo su método dialéctico considera que la voluntad general que expresa el orden
jurídico penal conforma la tesis. Al ser negada por el delito a modo de antítesis surge la
necesidad de la pena para que actúe como negación de dicha negación, cómo anulación
del delito que de lo contrario tendría validez y como restablecimiento del derecho. Las
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ventajas de esta posición son claras, ya que garantiza un estricto respeto al principio de
dignidad del hombre al erigir la magnitud del injusto como un límite claro para la
sanción que impide su instrumentación con fines sociales. Respecto de sus desventajas,
se señala que el estado como institución humana no es capaz de realizar la idea
metafísica de justicia ni está legitimado para ello, debiendo limitarse a asegurar la
existencia de la sociedad y sus intereses, lo que significa que la pena debe procurar la
prevención de nuevos delitos y no la satisfacción de un criterio metafísico de justicia.
-Libertad condicional: para ejercer este derecho se exige, en caso de condenas privativas
de la libertad de tres años o menos, que el penado haya cumplido un año si la pena es
reclusión mientras que si es de prisión sólo necesita cumplir un encierro de 8 meses.
cumplimiento de la pena impuesta. A tal fin deberá entenderse por prisión preventiva,
no sólo el encierro cautelar dispuesto desde el día en que procesalmente ha sido
ordenada por el juez, sino también al transcurrido desde el día en que el condenado fue
privado de su libertad por la comisión del delito por el cual fue condenado. Con relación
a la forma en que deben realizarse aquellas equivalencias, el Art 24 establece que se
computarán por dos días de prisión preventiva, uno de reclusión; y por un día de prisión
preventiva, uno de prisión y 2 de inhabilitación o la cantidad de multa que el tribunal
fijase. Pero la ley 24.390 establece que la prisión preventiva no podrá durar más de dos
años sin que se haya dictado sentencia. No obstante, cuando la cantidad de los delitos
atribuidos al procesado o a la complejidad de la causa hayan impedido el dictado de la
misma en el plazo indicado, éste podrá prorrogarse por un año más. Los plazos
previstos en el artículo precedente no se computarán a los efectos de esta ley cuando los
mismos se cumplieran después de haberse dictado sentencia condenatoria, aunque la
misma no se encontrare firme.
En los casos de primera condena a pena de prisión que no exceda de 3 años, será
facultad de los tribunales disponer en el mismo pronunciamiento que se deje en
suspenso el cumplimiento de la pena. Esta decisión deberá ser fundada, bajo sanción de
nulidad, en la personalidad moral del condenado, su actitud posterior al delito, los
motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y las demás
circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente la privación
de libertad.
El tribunal requerirá las informaciones pertinentes para formar criterio, pudiendo las
partes aportar también la prueba útil a tal efecto. Igual facultad tendrán los tribunales en
los casos de concurso de delitos si la pena impuesta al reo no excediese los tres años de
prisión. No procederá la condenación condicional respecto de las penas de multa o
inhabilitación.
Las reglas podrán ser modificadas por el Tribunal según resulte conveniente al caso. Si
el condenado no cumpliere con alguna regla, el Tribunal podrá disponer que no se
compute como plazo de cumplimiento todo o parte del tiempo transcurrido hasta ese
momento. Si el condenado persistiere o reiterare el incumplimiento, el Tribunal podrá
revocar la condicionalidad de la condena. El condenado deberá entonces cumplir la
totalidad de la pena de prisión impuesta en la sentencia. La suspensión de la pena no
comprenderá la reparación de los daños causados por el delito y el pago de los gastos
del juicio.
En esta clase de sanción, la coerción estatal recae sobre el patrimonio del condenado. En
el ordenamiento vigente se cuentan la multa y el decomiso.
Es la única pena pecuniaria principal legislada en nuestro C.P. Puede presentarse como
pena exclusiva; conjunta con la de prisión, con la de inhabilitación absoluta o con la de
inhabilitación especial; o alternativas a la de prisión. Consiste en el pago de una suma
de dinero al Estado, impuesta bajo la forma de retribución por el delito cometido. En la
actualidad, su tratamiento ha cobrado gran interés debido a su posibilidad de sustituir
con eficacia, muchas penas privativas de la libertad de corta duración. Se destaca su
naturaleza retributiva para distinguirla del carácter reparativo de la multa civil. En
consecuencia, la multa penal solo incide sobre el condenado y no tiene relación alguna
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con la entidad de ese daño, a la vez que se encuentra sujeta a los principios de
personalidad de la pena. Dada su naturaleza distinta a las penas de encierro, reviste
algunos rasgos propios que merecen un tratamiento aparte. La primera cuestión se
relaciona con la individualización judicial de la pena de multa. En este sentido,
prescribe que además de las pautas habituales de mensuración previstas en el C.P,
deberá ponderarse la situación económica del penado. Asimismo, el tribunal podrá
autorizar el pago de la multa en cuotas cuando así lo pida el condenado. En ese caso,
tanto los montos como los plazos podrán ser fijados libremente por el juez, teniendo en
cuenta su condición económica. Por otra parte, el cumplimiento de la multa exige una
actividad por parte del condenado, a la que éste puede resistirse. Poresa razón, se
contempla la posibilidad del cobro compulsivo. Es decir, de hacer efectivo el monto de
la multa, sobre bienes, sueldos y otras entradas del condenado. El art. 21 del CP autoriza
que la pena se pueda tener por cumplida sin que el condenado haya pagado la multa o
que haya sido efectiva sobre sus bienes. Es decir, se permiten formas sustitutivas para el
cumplimiento. Puede tratarse de la amortización con trabajo en libertad, para imputar el
valor de su retribución al pago de la multa, siempre que se presente ocasión para ello.
Debe aclararse que en todos los casos debe tratarse de una opción del condenado y
porque el trabajo no puede serle impuesto compulsivamente sin violar principios
constitucionales. Pero cuando el condenado no paga la multa y fracasan los
procedimientos de pago en cuotas, amortización con trabajo y cobro compulsivo,
deviene la conversión de la pena de multa en pena de prisión.
El cómputo para la conversión se hará siguiendo lo dispuesto por el art. 24, para el
cómputo de prisión preventiva. De modo que un día de prisión equivaldrá a la cantidad
de multa que el tribunal fije entre el mínimo y el máximo previsto por la ley, aunque la
conversión no podrá superar en ningún caso el año y medio de prisión, y si así
sucediera, quedará reducida a ese máximo. Debe aclararse que lo único que se convierte
es el cumplimiento, ya que la pena conserva su naturaleza de multa con relación a todos
los demás efectos. Tanto es así que, si durante el encierro, el reo satisface la multa,
queda automáticamente en libertad.
Se trata de una pena principal, paralela, conjunta-facultativa del tribunal, que opera
como circunstancia genérica de agravación. Se encuentra prevista en nuestro CP, que
autoriza al tribunal en caso de delitos reprimidos con penas privativas de la libertad, a
imponer una pena de multa no prevista por la figura o contemplada en forma alternativa
con la de encierro, cuando el delito haya sido cometido con ánimo de lucro.
ánimo de lucro, es decir, con la idea de obtener algún provecho o beneficio económico,
o con un interés egoísta o desaprensivo de ganancia o provecho económico, aun cuando
no haya sido ese el móvil exclusivo. No obstante, cuando dicho ánimo sea exigido
necesariamente por el propio delito, la multa complementaria no será aplicable. De otro
modo, se estaría ante una vulneración del principio non bis in ídem. Finalmente, el
carácter facultativo de la sanción demanda al tribunal un juicio concreto sobre su
necesidad preventiva especial.
Se trata de un modo de conminar la pena de multa que no ha sido receptado por nuestro
ordenamiento penal. Fue parte de la propuesta de reforma del CP de 1960. Su virtud
consiste en su eficacia para asegurar la proporcionalidad entre la multa y la capacidad
económica del condenado, permitiendo equilibrar de manera más equitativa el impacto
punitivo de la multa para pobres y ricos, al permitir una mejor consideración de las
desigualdades emergentes de distintos estados patrimoniales.
2.2.2. Decomiso
Prevista por el artículo 23 se trata de una pena accesoria que consistente en la perdida de
las cosas que han servido para cometer el hecho y de las cosas o ganancias que son el
producto o el provecho del delito. Quedan excluidos los objetos adquiridos con los
efectos del delito. Desde antiguo se ha distinguido como bienes decomisables, entre
instrumentos y efectos del delito. Los primeros, conformados por los objetos utilizados
para intentar o consumar el delito por todos o algunos de los partícipes. Son efectos de
delito, en cambio, los objetos que han sido producidos con el delito o logrados a través
del suyo. En cuanto a la sanción penal, en principio debe ejecutarse solo sobre el
condenado. Sin embargo, la disposición comentada establece que:
a. Del empleo o cargo público que ejercía el penado, aunque provenga de elección
popular. Tal carácter público exige una relación administrativa que concurre en los
entes autárquicos y en las empresas públicas. Por otra parte, da lo mismo que el cargo
sea permanente o transitorio, remunerado o no.
b. Del derecho electoral, es decir, del derecho de votar en las elecciones nacionales,
provinciales o municipales
Comprende tanto los beneficios actuales como los que obtenga después de la sentencia.
Aunque la disposición expresa que su porte se destinará a los parientes que tengan
derecho a la pensión, también permite que el tribunal disponga por razones de carácter
asistencial que sea percibido hasta la mitad, por la víctima o los deudos que estaban a su
cargo cuando el penado no tuviese parientes con derecho a pensión.
El Art. 20 CP, la define como la pena consistente en la privación del empleo, cargo,
profesión o derecho sobre que recayere y la incapacidad para obtener otro del mismo
género durante la condena. Deben incluirse aquellas artes que se despenalizan sin
alcanzar caracteres de profesión y que, necesitando de especiales habilitaciones o
permisos del estado, pueden ser objeto de aquella pena. La vinculación del delito con el
derecho o actividad para el que se inhabilita, debe extraerse tanto del tipo penal como
del caso concreto.
Se trata de una inhabilitación del tipo especial y prevista por el art.20 bis como pena
principal, paralela, conjunta y facultativa. Sus alcances son los de inhabilitación especial
y su imposición procederá por el término de 6 meses a 10 años cuando, aún no estando
prevista, el delito importe:
Son las que se aplican autónomamente, por sí solas. Es decir, sin depender de la
aplicación de otras penas, se trata de la regla. Son las siguientes:
c. La pena de inhabilitación
3.2. Accesorias
La primera de ellas es iniciando la demanda a través del fuero civil. En este caso se
inicia una causa en ese fuero con la particularidad de tener que esperar para dictar
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sentencia, la condena o absolución del fuero penal. Esto es lo que se denomina pre-
judicialidad del proceso penal (art. 9 C.P.P.).
De todas maneras estas vías, son soluciones que no forman parte del derecho penal, sino
que resuelven la cuestión apoyándose en normas civiles. Aunque le Juez penal resuelva
reparar los daños por que la víctima o ofendido se constituye en actor civil, este resuelve
con las normas referidas.
Por otro lado, no debemos dejar de mencionar la reparación del daño a través de la
suspensión del juicio a prueba (probation, art. 360 bis C.P.P.). Ésta se presenta cuando
nos encontramos frente a delitos menores y el imputado ofrece, según sus posibilidades,
reparar razonable y proporcionalmente el daño producido por el hecho y de esta manera
el Juez, si lo considera procedente, suspende el juicio bajo ciertas condiciones que
impondrá en el caso concreto.
Por último, el art. 13 bis de C.P.P. le otorga a las Fiscalías de Instrucción la potestad de
disponer sobre la acción penal si existe entre las partes conciliación y la victima haya
percibido la totalidad de lo convenido (criterio de oportunidad art. 59 inc. 7 del CP).
Estas dos últimas situaciones si se encuentran dentro del mundo penal, y constituye una
suerte de tercer vía (junto a las penas y medidas de seguridad). Pero para que podamos
afirmar que la reparación del daño constituya una verdadera opción como consecuencia
jurídica debe tener un tratamiento distinto, más completo e integrado a las normas
penales.
3. Medidas de seguridad
1. Concepto
Son los medios de que dispone el derecho penal moderno, distinto de las penas, y que
cumplen una función de prevención especial. Es otra forma de reacción penal dirigida a
aquellos sujetos inimputables o en los cuales la pena no ha cumplido el efecto esperado.
Solo partiendo de la peligrosidad y de la defensa social, es posible la aplicación de
ciertas sanciones a los inimputables y a ciertos imputables peligrosos.
2. Fundamentos y finalidades
3. Clases de medidas
Artículo 18— En el caso de art. 14, segundo párrafo (La pena será de un mes a dos años
de prisión cuando, por su escasa cantidad y demás circunstancias, surgiere
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Artículo 21— En el caso del art. 14, segundo párrafo, si el procesado no dependiere
física o psíquicamente de estupefacientes por tratarse de un principiante o
experimentador, el juez de la causa podrá, por única vez, sustituir la pena por una
medida de seguridad educativa en la forma y modo que judicialmente se determine. Tal
medida, debe comprender el cumplimiento obligatorio de un programa especializado
relativo al comportamiento responsable frente al uso y tenencia indebida de
estupefacientes, que, con una duración mínima de tres meses, la autoridad educativa
nacional o provincial, implementará a los efectos del mejor cumplimiento de esta ley.
La sustitución será comunicada al Registro Nacional de Reincidencia y Estadística
Criminal y Carcelaria, organismo que lo comunicará solamente a los tribunales del país
con competencia para la aplicación de la presente Ley, cuando éstos lo requiriesen. Si
concluido el tiempo de tratamiento éste no hubiese dado resultado satisfactorio por la
falta de colaboración del condenado, el tribunal hará cumplir la pena en la forma fijada
en la sentencia
En la causa “Gramajo” del año 2006, la CSJN dijo que la reclusión accesoria por tiempo
indeterminado es una pena conjunta de encierro frente a un delito cometido, no es una
medida de seguridad. Es una pena que consiste en agregarle a la última pena por el
último delito, 10 años más. Es una pena adicional que se aplica a los que tienen muchas
reincidencias.
Según nuestra ley, la reclusión accesoria por tiempo indeterminado debe aplicarse
cuando hay muchas reincidencias. Hacen falta 4 reincidencias declaradas, si al menos
una es mayor a 3 años, y 5 si las condenas son de 3 años o menos.
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En la práctica, dicho instituto se aplica a delincuentes que han sido condenados varias
veces por delitos leves. Es que no alcanza el promedio de la vida humana para cumplir
varias condenas de larga duración.
La C.S.J.N. (en "Gramajo", res. del 5/09/2006) dice que se trata de una pena
inconstitucional, porque el último delito generalmente no merece lo años más de prisión
propios de esta pena., y en consecuencia se viola el principio de proporcionalidad. En la
práctica, desde el año de dicho fallo (2006) no se aplica más la reclusión accesoria por
tiempo indeterminado.
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1 Punibilidad.
a. Algunos consideran que se trata de un presupuesto del castigo penal que debe situarse
antes de la teoría de las consecuencias del delito, de modo que, al análisis de la acción,
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ii. Con los requisitos exigidos para el ejercicio de las acciones penales, como
acontece con la necesidad de la denuncia del agravado, su tutor, guardador o
responsable, en los delitos de acción pública dependiente de instancia privada; y
con la querella del ofendido penal, requerida para iniciar el proceso en los
ilícitos de acción privada.
Nosotros entendemos que, aunque es cierto que estas condiciones no se identifican con
los elementos típicos, integran igualmente la tipicidad, porque si el tipo penal sirve para
seleccionar los hechos penalmente relevantes, deben constituir materia suya todos los
elementos que condicionan la objetiva punibilidad de un evento y no solamente aquellos
que hacen a la infracción de la norma primaria.
2 La acción penal
Las acciones penales son las formas jurídicas mediante las cuales se excita el deber del
Estado de aplicar la sanción establecida por la ley al partícipe de un hecho típico y
penalmente antijurídico. Se trata de los modos a través de los cuales se pretende el
ejercicio de la fuerza represiva del Estado. Los sustantivistas distinguen entre acción en
sentido material y acción en sentido formal. La primera hace referencia al contenido
sustancial y estático del concepto; la segunda alude a quien la ejerce y el modo de
hacerlo, vale decir, su aspecto dinámico. Los procesalistas las designan como pretensión
y acción, respectivamente.
Por regla, la acción penal es pública y se ejerce de oficio. El art. 120 CN, otorga al
ministerio público la función de promover la actuación de justicia en defensa de la
legalidad de los intereses generales de la sociedad. De este modo, el constituyente
nacional ha optado por crear una nueva función del Estado independiente de los tres
restantes, a quién le adscribe la acción en sentido formal o acción propiamente dicha, de
ejercicio público. Siendo uno de los corolarios del principio republicano de gobierno la
división de funciones del poder, las provincias federales deben reflejar la existencia de
la nueva función del poder en sus sistemas locales. Mientras el convencional
constituyente nacional no dispuso el lugar que le correspondía al ministerio público en
el sistema republicano, el cupo a las provincias la facultad de adscribirlo algunas de las
otras funciones del poder. Una vez otorgado el quicio institucional al órgano, por
disposición de todas las provincias, a través de sus representantes en la convención
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constituyente nacional, no queda otra posibilidad para los estados federados que acatar
el mandato constitucional.
dirigida a los órganos del estado. De acuerdo al artículo 72 CP, son acciones
dependientes de instancia privada los que nacen de los siguientes delitos:
a. Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 (abuso sexual, abuso sexual a menores
cuando hubiere configurado un sometimiento sexual gravemente ultrajante o hubiere
acceso carnal, y retener a una persona con la intención de menoscabar su integridad
sexual) cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o lesiones de las
mencionadas en el Art 91 (lesiones gravísimas).
b. Lesiones leves, ya sean dolosas o culposas. Sin embargo, en los casos de este inciso,
se procede de oficio cuando medien razones de seguridad o interés público. Concurren
razones de interés público para ejercer de oficio la acción, cuando su conocimiento y
juzgamiento resulta útil o conveniente para el bienestar de la comunidad; estamos frente
a razones de seguridad pública, si por su naturaleza o circunstancias, el hecho resulta
sintomático de un peligro potencial para la incolumidad de las personas o bienes de los
terceros en general.
a. Calumnias o injurias: la acción por estos delitos puede ser ejercitada sólo por el
ofendido y después de su muerte por cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes.
b. Violación de secretos, salvo en los casos de los artículos 154 y 157. (Empleado de
correos que se apodere de una pieza de correspondencia; funcionario público que revele
información que por ley debe ser secreta).
3.1. Disponibilidad de la Acción Penal (reforma ley 27147 a los arts. 71, 73, 59 y cc.
del CP: Texto añadido -Enrique Buteler-)
En la Lección 17 (Punibilidad), vimos que para que proceda la imposición de una pena
contra un sujeto, no alcanza con su intervención en un delito. La infracción penal
constituye una condición necesaria, incluso principal, pero insuficiente para el castigo
penal. Es que, la existencia de una acción típica, antijurídica y culpable es
imprescindible por definición para el castigo penal, pero no determina inevitablemente
el castigo del concreto participe de un delio. Es necesario, además, que la pena que
surge como necesaria y merecida a partir de ese delito, sea además operativa en el caso
concreto. En otras palabras, que ese delito (acción, típica, antijurídica y culpable), sea
también punible. Y ello, señalamos, ya no pertenece a la teoría del delito sino a la de las
consecuencias jurídicas.
Las excepciones a la oficiosidad se dan en dos clases de ilícitos. Por un lado, los delitos
de acción pública, pero de instancia privada enumerados en el art. 72 CP, que permiten
al ofendido dar inicio o no a esa persecución –eligiendo qué hecho se denuncia-. Por
otro lado, en los delitos de acción privada mencionados en el art. 73 CP, que permiten al
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Esa imposibilidad de castigar la mayor parte de los delitos denunciados conduce a una
inevitable selectividad del sistema. Alguien, de algún modo y en algún momento, debe
elegir cuáles son esos pocos procesos que culminarán y cuáles van a parar al casillero de
la prescripción. Aunque ante la falta de criterios legales para hacerlo, esa selección es
informal, arbitraria, no controlable y en general ajena a pautas de racionalidad político-
criminal. Una situación que termina beneficiando a cierta clase de delincuencia en
detrimento de otra. Así ocurre en general con delitos de corrupción y de cuello blanco,
muchas veces de mayor complejidad y cometidos por sujetos con mejores posibilidades
de defensa. De modo que exigen más esfuerzos y medios para su adecuada persecución,
que son difíciles de obtener en unos tribunales abarrotados que agotan gran parte de sus
esfuerzos en la persecución de la delincuencia violenta y de los más vulnerables. Una
clase de delitos que muchas veces es decisivamente abonada por los desbarajustes
derivados de contextos generados por aquella delincuencia más compleja que se deja de
perseguir para darle respuesta. Muy especialmente en nuestro país, marcado a fuego por
los efectos devastadores de la corrupción y las dificultades para evitar la impunidad de
la delincuencia de los poderosos. Junto a esos requisitos relativos a una mejor economía
y eficacia de los recursos penales, concurren otros vinculados con la posibilidad de
brindar respuestas alternativas al castigo penal. Sobre todo, en relación con la
inconveniencia de penas de encierro de corta duración frente a delincuentes primarios
ante delitos de menor magnitud, y con la innecesaria estigmatización con las
consiguientes dificultades de reinserción social que acarrean. Por esas razones en 1994,
con la ley 24394 se inicia un proceso legislativo tendiente a la incorporación de nuevos
criterios de disponibilidad de la acción penal, buscando ampliarlos en los delitos de
acción pública, y que culmina con la reforma introducida en 2015 por la ley 27147 a la
que aquí nos referimos.
En ese sentido la ley 24394 introdujo reformas al Código penal incorporando los
institutos de la oblación voluntaria de la multa del art. 64 CP y de la suspensión del
juicio a prueba de los arts. 76 bis y ss. CP, que ya hemos visto en el desarrollo de la
Lección 14. Pero en esa reforma se mezclaron otros intereses como la necesidad de
respuestas ante el abarrotamiento de causas en el fuero correccional de la actual CABA.
Sin embargo, esos cambios pronto se consideraron insuficientes. Ante ello y debido a la
pasividad del Congreso de la Nación que no introdujo nuevos institutos de esta índole
en el Código Penal, algunas provincias comenzaron a regular nuevos criterios de
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Esta situación intentó ser salvada en los Anteproyectos de reforma al Código Penal
2006 y 2014 que rescataban estos mismos institutos de disponibilidad semejantes
introducidos en distintas provincias –entre las que no se hallaba Córdoba– para
incluirlos en el Código penal. Pero esas reformas no prosperaron y la primera solución
del Código penal a estos problemas recién se produjo en 2015, con las reformas
introducidas por ley 27147 a los arts. 59, 71, 73 y 76 CP que ahora estamos
examinando. La diferencia es que, en ésta el Código penal se limita a identificar y
validar esos criterios de disponibilidad, pero remitiendo a su caracterización y
definición en los ordenamientos procesales.
No obstante, el nuevo texto legal se limita a esa mención, sin caracterizar en modo
alguno sus contenidos o sus requisitos materiales de procedencia. Es más, esa omisión
es intencional y explícita, pues expresamente remite a su caracterización por los
ordenamientos procesales respectivos. Ello plantea el riesgo de su inconstitucionalidad
ante un posible “fraude de etiquetas” en el cual el legislador nacional terminaría
delegando al legislador provincial la determinación de condiciones que el constituyente
ha querido que sean competencia suya en el art. 75 inc. 12 CN procurando su misma
regulación para los ciudadanos de todas las provincias del país.
Ahora bien, en Córdoba hasta la reforma del Código Procesal Penal por la ley 10.457
(B.O. 16/6/2017) no contábamos con una regulación propia que nos dijera con más
precisión en qué consisten los criterios de oportunidad y la conciliación o reparación
integral del perjuicio de los incs. 5° y 6° del art. 59 CP. Sólo sabemos que permite
extinguir la acción penal y con ello la punibilidad de estos delitos de acción pública.
Mucho menos se contaba con una regulación de la suspensión del juicio a prueba
distinta de la de los arts. 76 bis y ss CP – por lo que rige este último en virtud del 76 CP.
Por consiguiente, sólo podíamos caracterizar estos institutos a partir de los rasgos
generales que determinan esa aludida homogeneidad que surge del análisis comparativo
de su regulación semejante en los diferentes ordenamientos procesales provinciales.
En ese sentido podemos decir que los criterios de oportunidad se relacionan con
supuestos donde por distintas razones, las necesidades de pena son comparativamente
menores frente a otros grupos de delitos determinando su exclusión del sistema para
perseguir más eficazmente a estos últimos. Por ello el legislador autoriza que en estos
casos se disponga de la acción penal de un modo menos costoso para el imputado que
en la suspensión del juicio a prueba. Tanto es así que no se añaden reglas de conducta
resocializadoras para el imputado, en muchos ordenamientos ni siquiera se exige la
reparación a la víctima para su procedencia y suelen proceder en momentos procesales
anteriores, hallándose en algunos casos previstos como criterios para ordenar
directamente el archivo de la causa.
Las razones que fundan esta menor cuantía que conduce a la falta de punibilidad por
disponibilidad por oportunidad de su acción penal son variadas. En algunos casos se
relacionan con la existencia de un menor interés público - lo hay en todo delito- de
castigo por su menor significación (insignificante) frente a otros delitos. Podríamos
decir, por la menor relevancia del conflicto secundario o social generado por el conflicto
primario del delito. En otros casos, por un menor interés público originado en que se
trata de un sujeto que tuvo una intervención menor en un delito que puede ser más grave
para otros partícipes. La oportunidad también puede disponerse por razones utilitarias
directamente relacionadas con una mejor economía de recursos. Así ocurre en los casos
en que la imposición de una pena por ese delito se presenta como irrelevantes ante otras
impuestas al mismo autor en ese u otro procesos penales por otros delitos.
Desaconsejando entonces emplear más esfuerzos en contra de esos delitos para
dedicarlos para castigar otros más necesarios de castigo. Finalmente, la oportunidad
también es vinculada a razones de humanidad, como en los supuestos de pena natural
(grave daño físico o psíquico sufrido por el autor del delito) o en los que el imputado se
encuentra afectado por una enfermedad grave en período terminal.
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del imputado o condenados fallecido y no pueden favorecer a los restantes participes del
hecho delictivo ni influir sobre sus respectivas situaciones jurídicas; tampoco perjudica
a los herederos del muerto desviando hacia ellos la acción penal.La causal en estudio
debe tener como presupuesto el hecho de la muerte. El concepto de esta puede ser
natural, que coincide con la denominada muerte real que se produce en el instante
detención de las funciones cardio-circulatorias y respiratorias; pero también puede
tratarse de un proceso irreversible de muerte cerebral que requiere la verificación de
modo acumulativo. No puede equipararse el concepto de la muerte como hecho
extinguido la ausencia con presunción de fallecimiento, que sólo atiende la finalidad de
civiles, ya qué el ausente puede reaparecer y a los fines de la extinción de la acción
penal, sigue con vida.
3.3. Amnistía
La voz amnistía deriva de la locución amnesys, qué significa pérdida de memoria y
olvido. La amnistía es un acto de soberanía interna del estado por el que, fundado en
graves razones de orden público cuya existencia y oportunidad que sólo al poder
legislativo le compete valorar, éste, por medio de una ley con efecto retroactivo declara
el olvido de infracciones de naturaleza penal ocurridas con anterioridad, produciendo la
extinción de todas sus consecuencias represivas sin individualizar a los destinatarios del
beneficio, quienes no pueden renunciarlo y, una vez reconocido por una resolución
judicial pasada en autoridad de cosa juzgada, es irrevocable.
3.4. Prescripción
La prescripción de la acción penal es una causa de extinción de la pretensión represiva
estatal que opera por el mero transcurso del tiempo atrás la comisión del delito, según
los plazos que fija la ley, impidiendo la iniciación o prosecución de la persecución penal
de los supuestos responsables a quienes beneficia, dejándola subsistente con respecto a
los demás. La prescripción no hará el delito, sino que elimina su punibilidad ya que
extingue la acción penal. La prescripción de la acción penal ha sido admitida en la
mayoría de los CP contemporáneos, pese a que se mantienen las polémicas doctrinales
que dan lugar a diversos argumentos; desde un enfoque procesal se aluda las
dificultades probatorias que se derivan del transcurso del tiempo, otros consideran que
la prescripción es una institución que sirve para fortalecer la necesaria seguridad
jurídica, desde la perspectiva de la prevención especial se estima que el derecho penal
no debe actuar sobre quién ha logrado su reinserción social avalada por su abstención de
delinquir durante un largo tiempo ya que ha desaparecido la necesidad de la pena,
algunos afirman que el paso de un prolongado periodo de tiempo luego de la comisión
del delito torna difícil la justificación por parte del inocente y hace cesar el daño social.
a partir de la ley 13569 que incorporó la secuela del juicio como nueva causa de
interrupción de la prescripción de la acción penal, esto también pasa fundarse en la falta
de voluntad persecutoria de los órganos públicos o del particular encargados de instar la
prosecución del juicio penal. La discusión sobre su naturaleza jurídica está referida al
carácter sustantivo, personal o mixto de esta institución: Para unos es de naturaleza
material ya que extingue la potestad represiva, para otros su naturaleza es procesal ya
que impide la prosecución del proceso, también se le asigna una naturaleza mixta, ya
que, aunque por su esencia la prescripción es material también produce efectos
procesales. Nosotros nos inclinamos por la primera solución ya que, en nuestro derecho
positivo, es indudable la naturaleza material de la prescripción, ya que extingue la
potestad represiva misma que corresponde al derecho penal sustancial. La prescripción
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es de carácter personal, toda vez que elimina la punibilidad sólo en relación a los
partícipes a quienes beneficia, dejándola subsistente para los demás. También se
sostuvo que es una institución de orden público, que trae aparejada la consecuencia que
aquella opera de pleno derecho y debe ser declarada de oficio. El artículo 62 CP
establece diferentes plazos para la prescripción de la acción penal, de conformidad al
especie y medida de la pena conminada legalmente en abstracto para el delito imputado.
Aquella disposición siempre tiene en cuenta la especie de la pena. En el inc 5 de la
multa, no toma también en consideración para fijar el plazo bianual de prescripción, la
perpetuidad o temporalidad de la pena. En los supuestos delitos condenados con penas
perpetuas, el plazo de prescripción es de 15 años si se trata de reclusión o prisión, y de 5
años si es de inhabilitación. En los casos de delitos combinados con penas temporales,
cuando se trata de inhabilitación, el plazo de prescripción es de un año. Cuando se trata
de reclusión o prisión, la acción penal se prescribe cuando haya transcurrido el plazo
máximo de duración de la pena según la escala combinada legalmente para el delito
imputado, sin que dicho término pueda ser superior a 12 años ni inferior a dos años. Si
el delito imputado está conminado con penas alternativas o conjuntas, o si una de las
penas es principal y la otra accesoria, el plazo de prescripción es único y no se rige por
la pena de naturaleza más grave sino por la pena de mayor término de prescripción. La
prescripción de la acción penal de los tipos instantáneos empieza a correr desde la
medianoche del día en que se cometió el delito; si se trata de un delito continuo
entonces la prescripción de la acción penal empieza a computarse desde la medianoche
del día en que cesó de cometerse.Antes de la sanción de la ley 13569, la CSJN, para
proteger la garantía de la defensa en el juicio, había aplicado a la suspensión de la
prescripción de la acción penal con el objeto de evitar que "valiéndose de la prelación
del procedimiento federal respecto del provincial, se provocará la prescripción de la
acción penal en causas provinciales".
La Ley 24316 incorpora la suspensión del juicio a prueba o probation, qué establece que
el tribunal según la gravedad del delito deberá fijar el tiempo de suspensión del juicio
entre 1 y 3 años, y prescribe "durante ese tiempo se suspenderá la prescripción de la
acción penal".
La ley 27206 (2015) agregó como causal de suspensión que, en los delitos previstos en
los artículos 119, 120, 125, 125 bis, 128, 129 —in fine—, 130 —párrafos segundo y
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tercero—, 145 bis y 145 ter del Código Penal, se suspende la prescripción mientras la
víctima sea menor de edad y hasta que habiendo cumplido la mayoría de edad formule
por sí la denuncia o ratifique la formulada por sus representantes legales durante su
minoría de edad
Cualquiera sea el momento procesal en que se haga uso de este beneficio, el imputado
deberá abandonar en favor del Estado aquellos objetos que resultarían decomisados en
caso que recayera condena. Son bienes susceptibles de decomiso las cosas que han
servido para cometer el hecho delictuoso como así también las cosas o ganancias que
son el producto o provecho del delito. La oblación de la multa implica la extinción de la
acción penal, y por esto la resolución que la recepta no produce los efectos de la
sentencia condenatoria a los fines de reincidencia.
Este modo de extinción puede ser admitido por 2da vez si el nuevo delito ha sido
cometido después de haber transcurrido 8 años a partir de la fecha de la resolución que
hubiese declarado la extinción de la acción penal en la causa anterior; el nuevo delito
también debe estar reprimido con pena de multa.
durante el tiempo fijado por el tribunal el imputado no comete un delito, repara los
daños en la medida ofrecida y cumple con las reglas de conducta establecidas, se
extinguirá la acción penal. La suspensión se incorpora a nuestro ordenamiento jurídico
como un instrumento de política criminal para los delitos reprimidos con penas
privativas de libertad de corta duración, cometidos por delincuentes primarios. La
condena de ejecución condicional implica un modo de evitar el cumplimiento efectivo
de la prisión y se ubica dentro de la teoría de la pena; por su lado, la suspensión del
juicio a prueba opera sobre la acción penal pública cuyo ejercicio suspende o paraliza en
la etapa del plenario y determina su definitiva extinción. La excepción al principio de
oficiosidad consagrada por la suspensión del juicio a prueba, se fundó en 2 razones:
En cuanto a los requisitos legales, tenemos dos posiciones que fueron correctamente
sintetizadas: Por un lado, en la teoría restrictiva se ha sostenido que el beneficio sólo
puede acordarse para aquellos delitos que no superen los 3 años de reclusión o prisión.
Por el otro lado, se afirma que la suspensión del juicio a prueba puede concederse
cuando la condena aplicable sea susceptible de ejecución condicional, ampliando así los
casos de posibilidad de aplicación del beneficio, ya que En definitiva no se tiene en
cuenta la pena en abstracto del delito, sino la pena que deberá tenerse en cuenta y que
no deberá superar los 3 años de privación de libertad, es la que concretamente perciba el
tribunal como aplicable en este caso particular. Nosotros nos inclinamos por esta teoría
amplia Frente al silencio de la ley con respecto a la oportunidad para que el imputado
puede formular esta petición, es preferible la posición amplia que admite su
planteamiento desde la declaración del imputado. Con respecto al plazo final, la facultad
cesa cuando da comienzo el debate. Al formular su petición el imputado debe hacerse
cargo de la reparación del daño sin que ello importe confesión ni reconocimiento de la
responsabilidad civil. El tribunal, en resolución fundada, debe decidir sobre la
razonabilidad del ofrecimiento, que no está condicionado a la aceptación o rechazo del
damnificado, quién quedará habilitado para ejercer la acción resarcitoria en sede civil si
el tribunal hace lugar a la suspensión del juicio penal. Es indispensable el
consentimiento del fiscal; y una vez otorgado el beneficio, el imputado deberá pagar el
mínimo de la multa correspondiente si el delito estuviere conminado con dicha especie
de pena en forma conjunta o alternativa con la de prisión. También deberá abandonar a
favor del Estado los bienes que presumiblemente resultarían decomisados en caso de
que recayera condena.
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4. Excusas absolutorias
Diremos que las excusas absolutorias son aquellas causas de operatividad de las
consecuencias del delito de carácter penal sustantivo, que, fundadas en razones político-
criminales de diversa naturaleza, actúan como causas personales de exclusión de
levantamiento de la pena merecida por un hecho típico, antijurídico y culpable. Se trata
de condiciones de operatividad de carácter sustantivo, que obedecen a la priorización
legislativa de intereses jurídicos distintos a los que normalmente informan a la potestad
estatal de castigar.
Las excusas absolutorias operan como causas personales que excluyen la penalidad, es
decir, que impiden que la coerción penal se ponga en funcionamiento: ateniendo a la
calidad del autor o a circunstancias relacionadas con su persona (como los casos de
impunidad de la mujer embarazada por la tentativa de su aborto); relacionadas con las
particulares circunstancias en que el autor comete el delito (como la impunidad de las
injurias proferidas por los litigantes producidos ante los tribunales y no dados a
publicidad). También actúan como causas personales que cancelan una penalidad que
inicialmente gozó de operatividad: las referidas a una actividad del autor posterior al
comienzo o a la consumación de la conducta delictiva (desistimiento voluntario); y las
que dependen de la actividad de terceros (injurias recíprocas).
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La ley penal necesariamente tiene un alto grado de abstracción por ser un cuerpo de
disposiciones dotado de gran generalidad; previendo que puede darse una combinación
infinita de circunstancias que rodean a cada hecho. En una etapa posterior a la actividad
de las leyes, luego de cometido, investigado y juzgado el hecho, si el sujeto es culpable
será pasible de una individual sanción que debe ser adecuada a su caso. Para ello, es que
el juzgador cuenta no sólo con la información existente en la causa y las pruebas del
juicio, sino que está obligado a tener un conocimiento directo del delincuente que está
juzgando a los fines de la individualización de la pena. Además de ello, el legislador ha
planteado diversas hipótesis en las que predeterminar penas de distinta clase, y dentro
de cada una encontramos que su medida o cantidad es representada por magnitudes que
delimitan este aspecto en la decisión judicial. Un código penal es un sistema en el que
hay reglas técnicas que permitirán resolver uno de los problemas capitales del derecho
penal: establecer cuál es la precisa pena que corresponderá en cada caso, a cada
individuo, de acuerdo con las circunstancias que lo rodearon y condicionaron en el
momento del hecho. En general, hay innumerables diferencias entre las personas como
la educación, la situación o posición social, el estado anímico, etc.; todo eso se
multiplica indefinidamente si se agregan las circunstancias propias de cada acto y
momento al delinquir. En este sentido no existen dos delincuentes iguales porque no
hay dos casos iguales. Cada estado a su vez, desarrolla su política criminal como reflejo
de su propia idiosincrasia, modelo político, etapa histórica y requerimientos sociales
quedé cantarán como objetivos de su propio sistema penal. En nuestro código penal, la
pena para cada delito no está con mi nada de una forma fija, sino que el legislador
dispuso dejar a cargo del juzgador la misión de optar tengo por el monto y la cantidad
de la pena, como para su especie cuando así está dispuesto. Es la ley la que determina la
pena y el juez quien la individualiza, tarea que consiste en adecuar la determinación
legal a un individuo concreto, sus hechos y circunstancias particulares. La fijación de la
pena es una tarea compleja con determinadas exigencias constitucionales y legales, y
esa tarea se integrará con la aplicación de criterios, evaluación de circunstancias de
hecho y cierto margen de discrecionalidad. La amplitud en la determinación de la pena
para ser individualizada en cada caso, responde a una necesidad impuesta no sólo por
las garantías constitucionales, sino que también el monto resultará de la apreciación en
particular de la deuda que el sujeto contrajo con la sociedad por su conducta. Esa
conducta delictiva es la que el juez ha de valorar de acuerdo con los cánones legales, y
dentro de ellos atendiendo a la significación que el hecho tuvo en el contexto jurídico,
histórico y social. El sistema flexible adaptado nuestro país tiene su razón de ser en que
se pretende respecto del delito, una cabal valoración jurídica ajustada a las
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particularidades del hecho y del sujeto en cada caso; tal flexibilidad evitará que la
norma pierda vigencia y aplicabilidad en el tiempo.
D. En los que queda relativamente indeterminada por la ley: cada pena es establecida
con cierta amplitud fijándose su especie, así como la duración y la cantidad entre un
mínimo y un máximo. El juez no está facultado a superar el máximo ni imponer una
sanción por debajo del mínimo; sólo puede decidir la especie de pena y su extensión con
cierto grado de arbitrio, aunque debe motivar y fundamentar su decisión. El juez dirá
qué pena y cuánto de ella está a la medida del hecho, del sujeto y su conducta
Este sistema se corresponde con los de indeterminación legal relativa, ya que en cada
caso la ley establece parámetros temporales -para las penas privativas de libertad y de
inhabilitación-o materiales —para las penas pecuniarias, dentro de los cuales el juez
establecerá la sanción. Es en esta etapa en la que cobra especial relevancia la finalidad
preventiva general, por la amenaza que la sanción supone.
Corresponde a la individualización legal las reglas que fijan las penas en los casos de
concurso de delitos (ideal y real), como también las que las regulan para la tentativa y
delito imposible 60, y las que corresponden a la participación en sentido amplio. Las
particularidades que presentan las llamadas “agravantes genéricas" y la unificación de
penas se abordan por separado.
La segunda hipótesis son casos en los que el tribunal que dictó la última condena no
unificó las penas y subsiste, por tanto, la necesidad de fijar la pena única, que se
efectuará conforme a las reglas del concurso real.
En cuanto a cómo ha de proceder el tribunal para fijar el monto de la pena única, se trata
de una cuestión que se efectúa en la individualización judicial.
Un punto crítico es la referencia que efectúa el Código entre las circunstancias que se
ponderan en la individualización y la mayor o menor peligrosidad”, por su innegable
impronta del positivismo criminológico. Esta referencia a la capacidad futura de
cometer nuevos delitos debe compatibilizarse con las exigencias de un derecho penal de
acto, para que no se distorsione la individualización de la pena con resabios de derecho
penal de autor, de allí que sólo puede ser considerada dentro del fin preventivo especial
limitada por el principio de culpabilidad 75.
Desde este punto de partida, en la medida en que el legislador con mine diversas
alternativas, corresponde al juez decidir qué especie de pena aplica, si impone como una
pena complementaria, si se trata de una pena privativa de libertad si será de
cumplimiento efectivo o condicional, considerando los parámetros normativos
mencionados.
Pero si esas circunstancias son idénticas a las que integran el tipo básico (la pérdida de
una vida en el homicidio) o agravado (el uso de arma de fuego en el robo agravado), su
consideración ya fue motivo de valoración por parte del legislador a los efectos de la
escala penal, y por ende, su reiterada selección por el juez como agravantes a la hora de
acrecentar la pena importa una vulneración de la prohibición de la doble valoración,
comprendida actualmente como un aspecto de la garantía del non bis in ídem 76
2. Individualización judicial
Pautas aplicables a las penas divisibles
El art. 40, dispone que, en la fijación de las penas divisibles por razón de tiempo o
cantidad, el Tribunal deberá contemplar ciertas pautas teniendo en cuenta su incidencia
para agravar o atenuar. La disposición tiene por objeto fijar cantidades y tiempo, así
como también tener presente a los fines de elegir la especie cuando el Código la
conmina en forma alternativa, como prisión y reclusión.ART. 40: “En las penas
divisibles por razón de tiempo o de cantidad, los tribunales fijarán la condenación de
acuerdo con las circunstancias atenuantes o agravantes particulares a cada caso y de
conformidad a las reglas del artículo siguiente”. ART. 41: “A los efectos del artículo
anterior, se tendrá en cuenta: 1º. La naturaleza de la acción y de los medios empleados
para ejecutarla y la extensión del daño y del peligro causado; 2º. La edad, la educación,
las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad de los motivos que lo
determinaron a delinquir, la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio y el de
los suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que
hubiera incurrido y los antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos
personales, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y
ocasión que demuestren su mayor o menor peligrosidad”. Los artículos 40 y 41
conforman una regla técnica que los jueces están obligados a observar como
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El juicio de peligrosidad
situación económica del penado. Esta situación tiene importancia ya que, cómo es la
multa es una pena, deberás ser de tal magnitud que sea suficientemente retributiva con
el objeto de cumplir con la finalidad de prevención especial; eso hace necesario que el
juez no imponga una multa suficientemente gravosa en relación con la capacidad
económica del sujeto. El otro aspecto es que, en la multa, como pena que es, debe
contemplarse el principio de proporcionalidad y evitarse que en los hechos se convierte
en una pena aflictiva.
En caso necesario pondrá al menor en lugar adecuado para su mejor estudio durante el
tiempo indispensable.
a) La obligada custodia del menor por parte del juez, para procurar la adecuada
formación de aquél mediante su protección integral. Para alcanzar tal finalidad el
magistrado podrá ordenar las medidas que crea conveniente respecto del menor, que
siempre serán modificables en su beneficio;
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3º Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un (1) año,
prorrogable en caso necesario hasta la mayoría de edad.
Una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del
menor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez
hicieren necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo reducirla en la forma
prevista para la tentativa.
Si fuere juzgado por delito cometido después de esa edad, las sanciones impuestas por
aquellos hechos podrán ser tenidas en cuenta, o no, a efectos de considerarlo
reincidente.
ARTICULO 6º - Las penas privativas de libertad que los jueces impusieran a los
menores se harán efectivas en institutos especializados. Si en esta situación alcanzaren
la mayoría de edad, cumplirán el resto de la condena en establecimientos para adultos.
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-Absoluta: ésta importa la privación del empleo o cargo que ejercía el penado; la
privación del derecho electoral; la incapacidad para obtener cargos, empleos o
comisiones públicas; la suspensión del goce de toda jubilación, pensión o retiro. Es una
pena dispuesta en resguardo de la honestidad, decoro y responsabilidad con que los
funcionarios deben desempeñar sus cargos.
-Especial: producirá la privación del empleo, cargo, profesión o derecho sobre que
recayere, y la incapacidad para obtener otro de mismo género durante la condena. La
inhabilitación especial para delitos políticos producirá la incapacidad de ejercer durante
la condena, aquellos sobre los cuales recayera.
Las salidas transitorias según la duración acordada, el motivo que las fundamente y el
nivel de confianza, podrán ser:
- Según el tiempo: Salidas hasta 12 horas, hasta 24 horas y hasta 72 horas en casos
excepcionales.
- Por el motivo: Para afianzar y mejorar lazos familiares y sociales, para cursar estudios
de educación, para participar en programas específicos de prelibertad
Requisitos:
-No tener causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente.
Libertad asistida
La libertad asistida le permitirá al condenado sin la accesoria del Art. 52, el egreso
anticipado y su reintegro al medio libre 3 meses antes del agotamiento de la pena
temporal (antes del 28/07/2017 eran 6 meses). El juez de ejecución o juez competente, a
pedido del condenado y previo los informes del organismo técnico-criminológico y del
consejo correccional del establecimiento, podrá disponer la incorporación del
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-Presentarse dentro del plazo fijado por el juez, al patronato de liberados que le indique
para su asistencia y supervisión de las condiciones impuestas.
Es el período durante el cual el penado sale de su encierro, pero está sometido a una
serie de obligaciones. Es una característica del sistema progresivo y forma parte de la
pena.
La libertad condicional es una suspensión condicional del encierro que se cumple como
pena o medida de seguridad, la cual no es una ejecución de la pena o medida, sino lo
contrario. El liberado no ha cumplido su pena, pero tampoco la está cumpliendo en
libertad; solo está sometido a un término de prueba destinado a decidir si la sanción ha
de declararse extinguida por el encierro sufrido, o si el condenado la debe seguir
cumpliendo. La autoridad competente para otorgarla es la judicial, es decir, el juez de la
condena, previo informe de la dirección del establecimiento penitenciario sobre la
conducta del interno. En caso de unificación de penas, será el juez que impuso la pena
única.
-El condenado a reclusión por 3 años o menos, un año y el condenado a prisión por 3
años o menos, 8 meses.
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Estas condiciones regirán hasta el vencimiento de los términos de las penas temporales,
y en las perpetuas hasta 5 años más, a contar desde el día de la libertad condicional. La
libertad condicional NO se concederá a los reincidentes, y será revocada cuando el
penado cometiere un nuevo delito o violare la obligación de residencia. En estos casos,
no se computará en el término de la pena, el tiempo que haya durado la libertad.
A. Prisión domiciliaria
La pena de prisión que no exceda de 6 meses, puede hacerse cumplir por simple
detención domiciliaria, cuando se trate de una mujer embarazada; una mujeres madre de
un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad a su cargo; de
personas +70 años (antes 60 años) o valetudinarias. El juez competente confiará la
supervisión de la detención domiciliaria a un patronato de liberados o servicio social
calificado de no existir aquel.
Ejecución de las Medidas de Seguridad (el sistema vicariante y el art. 25 del C.P.)
El sistema vicarial se presenta como un sistema sustitutivo. Se caracteriza en que la
pena, fundada en la culpabilidad, puede ser sustituida en su ejecución por una medida de
seguridad, computándose el tiempo de cumplimiento de ésta con el de la pena. El
Tribunal tiene la facultad de optar entre determinar que complete el resto de la pena que
le queda o suspender ésta de forma definitiva o, decretar la libertad o remisión
condicionales. La crítica que se realiza a este sistema es la amplitud de arbitrio
concedido al juez, así como los inconvenientes derivados de su aplicación en la práctica.
Según Bacigalupo, este sistema acentúa la imposibilidad de sostener en las legislaciones
modernas una distinción entre penas y medidas de seguridad.
Ahora vemos el art. 25 del CP para determinar si es posible afirmar que nuestro sistema
se encuentra dentro de un sistema vicariante: “Si durante la condena el penado se
volviere loco, el tiempo de la locura se computará para el cumplimiento de la pena, sin
que ello obste a lo dispuesto en el apartado tercero del inciso 1º del artículo 34.”. La
respuesta es negativa toda vez que el plazo transcurrido en internación sirve para que
este sea computado al plazo de la pena. Una vez que la persona se estabiliza (no hace
falta que se cure) vuelve al establecimiento penitenciario. Es importante tener en claro
que el sujeto cuando fue condenado era imputable (el autor comprendió los hechos), y
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esto no varía en la ejecución de la condena, por ello es que se realiza la aclaración a que
no se aplica la última parte del inciso primero del art 34 (declarados inimputables por
sentencia). Además el sistema vicariante va mucho más allá permitiendo que el Juez
pueda optar entre determinar que complete el resto de la pena que le queda o suspender
ésta de forma definitiva o, decretar la libertad.