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Caliban en El Pensamiento de Roberto Fernández Retamar

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CALIBAN EN EL PENSAMIENTO DE

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR


CALIBAN IN THE THOUGHT OF ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

REVELL – ISSN: 2179-4456 - 2022– v.2, nº.35 – abril de 2023


CALIBÃ NO PENSAMENTO DE ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

Carlos I. Onofre Vilchis1

Resumen: Distintas interpretaciones en literatura, historia y filosofía han problematizado el


personaje y la categoría de Caliban. Perspectivas contemporáneas: Eagleton (2001), Frey
(2000), Kirk (2006), Rebaza-Soraluz (2004) —sólo por mencionar algunos casos— enfrentan
la cuestión de la resignificación simbólica de tal concepto. La finalidad del presente artículo es
responder la siguiente interrogante: ¿A partir de la formulación y el planteamiento que
Fernández Retamar hace de lo posoccidental (como una ideología que permite comprender y
superar a Occidente, es decir, como aquello con lo que América Latina, o Caliban, se ha estado
“confrontando”) se puede llevar a cabo una reinterpretación del símbolo de Caliban, ahora con
características posoccidentales? Con el análisis de dicha cuestión, se busca seguir
adecuadamente la polémica clásica y contemporánea que al respecto, en literatura, historia y
filosofía se encuentra disponible.
Palabras Clave: Occidental; Posoccidental; Caliban; Fernández Retamar; América Latina.

Abstract: Different interpretations in literature, history and philosophy have problematized


the character and category of Caliban. Contemporary perspectives: Eagleton (2001), Frey
(2000), Kirk (2006), Rebaza-Soraluz (2004) —just to mention a few cases— confront the
question of the symbolic redefinition of such a concept. The purpose of this article is to answer
the following question: From the formulation and approach that Fernández Retamar makes of
the post-Western (as an ideology that allows us to understand and overcome the West, that is,
as that with which Latin America, or Caliban, he has been "confronting"), can a reinterpretation
of the Caliban symbol be carried out, now with post-Western characteristics? With the analysis
of this question, it is sought to adequately follow the classic and contemporary controversy that
is available in literature, history and philosophy in this regard.

21
1
Maestro en Humanidades por la Universidad Nacional Autónoma de México – México.
Doctorando en Filosofía Contemporánea en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla –
México. ORCID iD: https://orcid.org/0000-0001-5001-6957. E-mail:
farosiqueiro@hotmail.com.
Keywords: Western; Post-Western; Caliban; Fernández Retamar; America

Resumo: Diferentes interpretações na literatura, história e filosofia têm problematizado o


caráter e a categoria de Caliban. Perspectivas contemporâneas: Eagleton (2001), Frey (2000),
Kirk (2006), Rebaza-Soraluz (2004) — para citar apenas alguns casos — confrontam a questão
da redefinição simbólica de tal conceito. O objetivo deste artigo é responder à seguinte
pergunta: A partir da formulação e abordagem que Fernández Retamar faz do pós-ocidental
(como uma ideologia que nos permite compreender e superar o Ocidente, ou seja, como aquele
com o qual a América Latina, ou Caliban, ele vem "confrontando"), pode-se fazer uma
reinterpretação do símbolo Caliban, agora com características pós-ocidentais? Com a análise
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dessa questão, busca-se acompanhar adequadamente a polêmica clássica e contemporânea que


se dispõe na literatura, na história e na filosofia a esse respeito.
Palavras-chave: Palavras-chave: Ocidental; Pós-Ocidental; Calibã; Fernández Retamar;
América

INTRODUCCIÓN

El problema de caracterizar el personaje y la noción de Caliban2 en


literatura, historia y filosofía no es una empresa nueva. Distintos programas de
investigación en literatura clásica, historia moderna y filosofía contemporánea
(occidental y latinoamericana), han brindado diferentes formas de
particularizar este problema ex. gr. Shakespeare (1850), Renan (1898), Viñas
(2002), Reding (1992), Rodó (2003), Fernández (2000).

Este trabajo forma parte de una investigación más amplia en torno a la


obra integral de Roberto Fernández Retamar que posibilite la reflexionar sobre
la cultura y la identidad en Latinoamérica3, que permita conocer e interpretar

2
Siguiendo las sugerencias críticas de Fernández Retamar no incluyo en ningún caso la palabra
Caliban con acento. Para conocer la justificación, consúltense los siguientes textos: Roberto
Fernández Retamar, "Caliban ante la antropofagia", en Nuevo Texto Crítico, vol. 12 no. 1, 1999;
Fernández Retamar, Todo Calibán, Letras Cubanas, Cuba, 2000.

3
La problemática sobre la existencia o no de la cultura y la identidad en Latinoamérica fue
desarrollada por múltiples polémicas en las décadas de 1960 y 1970. Por ejemplo, Cfr. Augusto
22 Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra américa?, Siglo XXI Editores, México, 1968; Leopoldo
Zea, La filosofía americana como filosofía sin más, Siglo XXI Editores, 1969; Enrique Dussel, “El
método analéctico y la filosofía latinoamericana”, en Hacia una filosofía de la liberación
latinoamericana, Editorial BONUM, Buenos Aires-Argentina, 1973; Juan Carlos Scannone, Nuevo
punto de partida en la filosofía latinoamericana, Buenos Aires, Ed. Guadalupe, 1990; Horacio Cerutti
de una manera más congruente y situada la realidad histórico-social de
nuestros pueblos, pero, como sostiene Nadia Lie, tomando en cuenta dos tesis
centrales: “Primero, que existe una cultura latinoamericana con características
propias. Segundo, que dentro de esta cultura existen dos tradiciones, una que
ha renegado sistemáticamente de su propia identidad, y otra que la ha
reivindicado”. 4

Por cuestiones de extensión, en esta ocasión mi finalidad conceptual se

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restringe a presentar dos contenidos: A. El personaje y la categoría de Caliban
de acuerdo con su “origen” shakesperiano; B. La noción de Caliban (como
símbolo de la identidad, rebelde y creadora a la vez, de la cultura de nuestra
América) de acuerdo con las ideas de Roberto Fernández Retamar. Para lograr
(A) y (B), mi estrategia de presentación será la siguiente.

El artículo lo he dividido en cuatro secciones.

En I. CALIBAN: EL ORIGEN SHAKESPERIANO describiré sucintamente “el


(…) concepto-metáfora que es Caliban (…)”5 a partir de la obra La Tempestad
(1611) de William Shakespeare i. e. de acuerdo con los principales rasgos y
características que ofrece el autor inglés.

En II. LA OTRA HISTORIA DE CALIBAN descifraré el significado


revolucionario que tiene la palabra Caliban para Fernández Retamar a partir de
un ensayo titulado “Cuba hasta Fidel (1969)”, donde ya identificaba a Caliban
con la nueva cultura caribeña revolucionaria. Sin embargo, fue en su ensayo de
1971 titulado Caliban, donde abordó directamente el significado de este
símbolo y elaboró una propuesta de interpretación más acabada.

Guldberg, Filosofía de la liberación latinoamericana, FCE, México, 1983; Carlos Lenkersdorf,


Filosofar en clave tojolabal, Miguel Ángel Porrúa, México, 2002, entre otros. 23
4
Nadia Lie, “Calibán en contrapunto. Reflexiones sobre un ensayo de Roberto Fernández Retamar
(1971), en América: Cahiers du CRICCAL, No. 18, Tomo 2, 1997, p. 574.
5
Roberto Fernández Retamar, “Caliban Quinientos años más tarde (1992)”, en Todo Caliban, Buenos
Aires, CLACSO, 2004, p. 118.
En III. EL TÉRMINO POSOCCIDENTAL analizaré puntualmente en qué
términos y en qué contextos Fernández Retamar se refiere a dicho concepto.
Consideraré el artículo “Nuestra América y Occidente (2016)”.6

En IV. EL SURGIMIENTO DEL CALIBAN POSOCCIDENTAL


RETAMARIANO descifraré la extensión del significado “posoccidental” con el
termino Caliban a partir de algunos ensayos relacionados directamente con este
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símbolo: “Caliban revisitado, (1986)”, “Caliban en esta hora de Nuestra América


(1991)”, “Caliban quinientos años más tarde (1992-93)”, y finalmente, “Adiós
a Caliban (1993)”, cada uno de los trabajos lo desarrolló con el objetivo de
abordar y esclarecer un número significativo de problemas centrales y algunos
circunstanciales que formaron parte de su ensayo de 1971. En esta última
sección de mi ensayo voy a tratar de responder si a partir de la formulación y el
planteamiento que Fernández Retamar hace de lo posoccidental (como una
ideología que permite comprender y superar a Occidente, es decir, como
aquello con lo que América Latina, o Caliban, se ha estado confrontando) se
puede llevar a cabo una reinterpretación del símbolo de Caliban, ahora con
características posoccidentales.

I. CALIBAN: EL ORIGEN SHAKESPERIANO

Una sola vez, érase una vez, visitó Anne Hathaway a su marido en
Londres. En su habitación, arriba de una pescadería, William
Shakespeare tenía su segunda mejor cama armada de manera que
servía también de teatrillo. Allí subidos, los esposos amenizaban sus
ratos de amor representando escenas de comedias que él ya había
escrito o soñado. Él, por ejemplo, era “alguien, o algo, llamado
Calibán, de apetitos bestiales”, y ella Miranda, la hija de un Mago, el
Rey de una isla embrujada. O interpretaba él a Antíoco, y ella a su
hija. O él hacía la parte de Leir, un viejo rey de los britanos, y ella a
Regan, a Goneril y a Corderina, sus tres hijas de cuento. “Pero de
éstos no quiero hablar. Ya es suficiente. 7
24

6
Publicado originalmente en Casa de las Américas en el año de 1976.
7
William Shakespeare, La Tempestad, Versión Manuel Palazón Blasco, p. 13.
La tempestad es una obra teatral de William Shakespeare. Se representó
por primera vez el 1 de noviembre de 1611 en el Palacio de Whitehall, en
Londres. Pertenece al grupo de lo que algunos autores han llamado “romances
tardíos” de Shakespeare.

La obra teatral narra la historia de Próspero, el duque de Milán, quien es


derrocado por su hermano Antonio mediante una serie de artificios políticos,
expulsándolo de la ciudad junto con su hija Miranda en medio de una tempestad

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marina con la esperanza de que ambos fallecieran en el mar. No obstante,
gracias a los “poderes mágicos” de Próspero, llegan con vida a una isla donde
habitaba una bruja de nombre Sycorax y su hijo Caliban, aunque la bruja
desaparece de la obra, Próspero esclaviza a dos habitantes de la isla: un espíritu
de nombre Ariel, que por su naturaleza etérea poseía habilidades mágicas, y al
bruto y salvaje Caliban, para realizar las labores cotidianas más difíciles y
pesadas, que por sus deformidades es representado mitad humano, mitad pez.

La obra consiste en el restablecimiento del orden legal de las cosas.


Mediante otra tempestad provocada por la magia de Próspero, hace naufragar
otro barco donde viajaba su hermano el usurpador Antonio, su aliado Alonso
rey de Nápoles y su hijo Fernando, quien terminará enamorándose de Miranda,
pasando duras pruebas provocadas por Próspero, mientras que los traidores se
arrepienten de sus perjurios.

El aspecto central de la obra que nos interesa es la representación de los


personajes que serán fundamentales para la historia del pensamiento
latinoamericanista: Caliban, que encarna a un personaje salvaje, casi humano,
despreciable por su deformidad y salvajismo, sujeto de colonizarse y
esclavizarse a ojos de Próspero; Ariel, todo lo opuesto a Caliban, siendo de
naturaleza espiritual, sabio, sumiso y leal a Próspero.
25
Cuando Próspero esclavizó a Caliban, le enseñó su propio lenguaje para
que atendiera sus órdenes. En esto radica uno de los dramas más significativos
de la historia para nuestro análisis: cuando Caliban utiliza esa misma
herramienta de esclavitud para rebelarse y maldecir a Próspero por haberle
robado su isla y convertirlo en sirviente. Sin embargo, por reacciones
subversivas como éstas, Caliban era acreedor de fuertes castigos e injurias que
resultaban pocas para un ser de su condición, según palabras de Próspero.

Respecto a la relación que establecen estos tres personajes Próspero,


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Ariel y Caliban, se van a generar una serie de polémicas y discusiones de variada


índole política, social y cultural, pues lo que simboliza cada uno de estos
personajes quedó fuertemente establecido: Próspero será concebido como un
agente de civilización y de cultura; Ariel representará la espiritualidad, lo más
alto y aliado de la cultura intelectual; mientras que Caliban, un monstruo
idiota, un bruto materialista, maldiciente e insumiso, simboliza todo lo
antivalioso y lo indeseable, el opuesto radical de Próspero y Ariel. “La
agresividad lujuriosa y sarcástica de Caliban traza el perfil de un monstruo que,
si acaso, es fruto del delirio de la naturaleza o del dios que tolera su existencia,
y que parece existir con el fin de templar los valores humanistas y civilizados de
Próspero”. 8

Conocida como la más lograda de su tiempo, La Tempestad es una obra


que pertenece a su época en el amplio sentido de la palabra –lo que no le resta
valor como una obra de la literatura universal, pues además de cuidar el
denominado cánon aristotélico, Shakespeare “logró llegar a formular la regla de
las tres unidades dramáticas: unidad de acción, de tiempo y de lugar”.9

En La Tempestad Shakespeare continúa la perspectiva del humanismo


renacentista, interpretando la virtud humana como un dominio de las pasiones,
esto es, como el triunfo del espíritu racional sobre la materia, del Arte sobre la
Naturaleza, una oposición que en el drama estaría representada por el dominio
26

8
Roger Bartra, El salvaje en el espejo, UNAM-ERA, 1998, p. 182.
9
David Viñas Piquer, Historia de la Crítica Literaria, Ariel, España, 2002, p. 68.
de Próspero sobre el salvaje Caliban, o en la superioridad relativa del sabio y
espiritual Ariel frente al bruto y materialista de Caliban.

Es importante tener presente que también en La Tempestad, hay


elementos que comparte con la denominada “commedia dell'arte”, un género
ampliamente conocido en la Italia del siglo XVI, en cuyos escenarios aparecían
por lo general una isla, un hechicero cuya magia blanca le permitía tener como
sirvientes a genios, demonios, monstruos, con el objeto de resolver querellas o

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suscitar matrimonios, elementos que establecen una gran semejanza con el
drama shakesperiano.

Respecto a Calibán y Ariel, es altamente probable que Shakespeare


prosiguiera con la elaboración de unos personajes que ya tenían antigüedad en
el teatro: los hombres salvajes. En este sentido, Roger Bartra, señala que
probablemente Shakespeare haya tomado en cuenta como modelos para su
obra al sátiro de La Pazzia Di Filandro, o al salvaje de Il Pantaloncino, dos
comedias italianas, pues era usual en aquellos tiempos que se
representaran en Inglaterra este tipo de obras.

Al igual que muchos artistas y pensadores de su tiempo, Shakespeare


también mostró interés en los relatos de expediciones, noticias, memorias,
diarios personales, que se generaban en torno al descubrimiento y
colonización del denominado “Nuevo Mundo”. Una herencia en particular son
las crónicas de Antonio Pigafetta, cronista de la expedición de Hernando de
Magallanes, traducida por Robert Eden en 1577, donde se hace referencia a
Setebos, el Dios-diablo de los Patagones, que Shakespeare utiliza para
representar al dios falso de Caliban.

También, como sostiene Fernández Retamar, Michel de Montaigne se


ha destacado como influencia en Shakespeare, principalmente con su 27
ensayo De los caníbales, traducido al inglés en 1603 por Giovanni Floro,
amigo personal de Shakespeare; un ensayo que también estuvo motivado
por los acontecimientos relativos al Nuevo Mundo.

Otros elementos por considerar son los Bermuda Pamphlets,


documentos sobre el naufragio de una flota en las Bermudas que se dirigía a
Virginia, colonia inglesa recién fundada en América ocurrido en 1609 a
causa de una terrible tempestad.
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Profundizando aún más en esta veta histórica y su filiación


americana, Fernández Retamar ha señalado que la palabra “Calibán” es un
anagrama formado a partir de “Caribe” –término que hace referencia a los
caribes, una cultura nativa mencionada por Cristóbal Colón que dio mucha
batalla a los conquistadores españoles y que da el nombre a lo que hoy
conocemos como el mar Caribe -, y del término “ Caníbal”, descalificativo con
el que Cristóbal Colón y varios más hacían referencia a esta misma tribu,
y por extensión, se atribuyó después a todos los nativos del Nuevo Mundo
para justificar su exterminio o colonización, escribe Fernández Retamar.

El caribe, por su parte, dará el caníbal, el antropófago, el hombre bestial


situado irremediablemente al margen de la civilización, y a quien es
menester combatir a sangre y fuego.10

En este sentido La Tempestad es una obra paradigmática y compleja,


que refleja las máximas aspiraciones artísticas y humanistas de los hombres
de su época, así como los problemas culturales, sociales y políticos que
implicaron la conquista y colonización de nuevas tierras.11

28 10
Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán, Letras Cubanas, Cuba, 2000, p. 17
11
No puedo empezar a discutir acerca del tipo de lecturas posibles, validas o “autenticas” de la obra
o sobre la intencionalidad del autor inglés, por el momento sólo describí algunos elementos que son
fundamentales para la configuración del sentido que tomarán nuestros tres personajes principales
en relación con la categoría de lo posoccidental.
II. LA OTRA HISTORIA DE CALIBAN

Roberto Fernández Retamar propone que el término Caliban es un


anagrama formado de Caníbal y Quarives (Caribe), dos palabras con las cuales
Cristóbal Colón se refería a los nativos del Caribe, por lo que concluía que la isla
shakespereana de Caliban era la mitificación de una perteneciente al Nuevo
Mundo. Al respecto, Fernández Retamar (2004) señala:

Caliban es anagrama forjado por Shakespeare a partir de «caníbal»

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—expresión que, en el sentido de antropófago, ya había empleado en
otras obras como La tercera parte del rey Enrique VI y Otelo—, y este
término, a su vez, proviene de «caribe». Los caribes, antes de la
llegada de los europeos, a quienes hicieron una resistencia heroica,
eran los más valientes, los más batalladores habitantes de las tierras
que ahora ocupamos nosotros. Su nombre es perpetuado por el Mar
Caribe (al que algunos llaman simpáticamente el Mediterráneo
americano; algo así como si nosotros llamáramos al Mediterráneo el
Caribe europeo). Pero ese nombre, en sí mismo —caribe—, y en su
deformación caníbal, ha quedado perpetuado, a los ojos de los
europeos, sobre todo de manera infamante. Es este término, este
sentido, el que recoge y elabora Shakespeare en su complejo
símbolo. Por la importancia excepcional que tiene para nosotros,
vale la pena trazar sumariamente su historia.12

A partir de esta filiación lingüística e histórica, de la similitud metafórica


y de las interpretaciones del movimiento de la Negritud sobre Calibán,
Fernández Retamar lo postuló como símbolo particular de la identidad cultural
de América Latina, para enfatizar que se identifica más con la trayectoria
emancipatoria de Calibán –y no con la actitud colonialista de Próspero, ni con
la subordinada de Ariel-. Esto nos permitiría –y exigiría- a reinterpretar nuestra
historia bajo un nuevo enfoque crítico o punto de vista calibanesco.

De acuerdo con Fernández Retamar,

Asumir nuestra condición de Caliban implica repensar nuestra


historia desde el otro lado, desde el otro protagonista. El otro
protagonista de La tempestad no es Ariel, sino Próspero. No hay
verdadera polaridad Ariel-Caliban: ambos son siervos en manos de 29
Próspero, el hechicero extranjero. Sólo que Caliban es el rudo e
inconquistable dueño de la isla, mientras Ariel, criatura aérea,

12
Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán…, pp. 21-22.
aunque hijo también de la isla, es en ella, como vieron Ponce y
Césaire, el intelectual.13

En consecuencia, esta resignificación histórico-social que propone F.


Retamar no debe ser entendida como una larga serie de fracasos en la búsqueda
de constituirnos como pueblos prósperos y desarrollados, no consiste en un
mero recuerdo de lamentaciones o injusticias sobre los pueblos
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latinoamericanos, más bien, a nuestro juicio, tendría por lo pronto tres


objetivos específicos: a) Enfatizar que la identidad histórico-cultural de
América Latina no es la del Próspero desarrollado, sino la del Caliban
desarrollante o de la resistencia; 2) El segundo aspecto consiste en
contrarrestar la visión colonizadora de la historia y de la cultura en general
(nordomanía la llamaba Rodó) que ha prevalecido en el discurso oficial de
los Prósperos; 3) por último, y considerando nuestro lugar en la historia con la
perspectiva que brinda la otredad, establecerse como un instrumento de
análisis para desentrañar las estrategias de la dominación, que pueden impedir
la reconstrucción de un perfil humanista crítico, tal y como de alguna manera
ya lo había empezado a plantear Aníbal Ponce, para quien es necesario y
fundamental precisar el tipo de humanismo que uno reivindica al invocar este
concepto. En Humanismo burgués y humanismo proletario (1974) Ponce
recuerda que un humanismo realmente emancipador no es posible sino se dan
determinadas condiciones históricas y sociales.

Una preocupación filosófica constante de Fernández Retamar es el


significado o contenido de las expresiones de un lenguaje. Respecto a Ariel,
Fernández Retamar prolonga la línea interpretativa que viene de Rodó, Ponce y
Césaire, que simboliza al intelectual puro, genio del aire, es por ello que Retamar
vio representado en este símbolo el problema de la función del intelectual14, sin
30
13
Ibídem. p. 37.
14
José Ramón Fabelo Corzo (2016) considera el problema de los intelectuales que quedan al servicio
de la rentabilidad de lo políticamente correcto, olvidando así, la undécima tesis de Marx sobre
embargo, Retamar no aparta o elimina a este personaje como hiciera Ponce, por
el contrario, al estar subordinado a Próspero el etéreo Ariel debía tomar
conciencia de su condición de clase y contribuir, desde su oficio como pensador,
a la causa revolucionaria de Calibán. A la inversa de Rodó, no es materialismo
de Caliban que debe sumarse a la causa idealista de Ariel sino por el contrario,
poner todos los recursos intelectuales y culturales al servicio de las causas
revolucionarias de Calibán.

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De acuerdo con esta concepción, Ariel es el colaborador de Calibán en su
lucha contra la opresión de Próspero, por eso insiste Fernández Retamar que
en La Tempestad, el personaje opuesto a Calibán es Próspero y no Ariel.
Indudablemente no concibe la otredad desde los parámetros que empleara
Shakespeare en su drama: espiritualismo-materialismo o cultura-salvajismo;
ni siquiera la polaridad civilización-barbarie, que fue la disyunción
latinoamericana de aquellas oposiciones. Para Fernández Retamar, la otredad
consiste en el punto de vista de quienes han resistido el dominio de Próspero,
lo que nos lleva a la consideración de una reinterpretación de la historia.

En la base de esta reconsideración se encuentra un intento por


demostrar que la otredad (calibanesca) de América Latina, según Retamar,
comenzaría con las culturas autóctonas americanas que padecieron la
conquista y la colonización, proseguiría con los independentistas y
nacionalistas del siglo XIX que tomaron conciencia de la especificidad de la

Feuerbach, la cual exige la transformación del mundo. Para Fernández Retamar, lo mismo que para
Fabelo Corzo, el intelectual al servicio de las clases explotadas no debe despreciar la realidad
concreta. Por ejemplo, Cfr. Fabelo Corzo, “América Latina: ¿al servicio de la colonización o de la
descolonización?, en Revista Casa de las Américas, No. 276, Julio-Septiembre, La Habana, Cuba,
2014; _____, “América (Latina): ¿Descubierta o construida?, en La estética y el arte de la Academia 31
a la Academia, Fabelo Corso José Ramón, Alejo Herrera, Eliecer Eduardo (Coords.), Colección La
Fuente – BUAP, Puebla, 2016; _____, “La colonialidad del poder y la lógica del capital”, en
Perspectiva, Año 14, No. 16, Noviembre, Cajamarca, Perú, 2013.
realidad social frente a las metrópolis coloniales, generando constantemente la
clásica interrogación acerca de la identidad cultural de América Latina.

La versión de Fernández Retamar sobre la otredad, comprende dos tipos


de otredades, 1) una de carácter enunciativa que hace referencia a actores
sociales e intelectuales que se han ubicado del lado de los colonizados; 2) la
segunda es una otredad histórica-social. En otras palabras,
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Para ser consecuentes con nuestra actitud anticolonialista, tenemos que


volvernos efectivamente a los hombres y mujeres nuestros que en su conducta
y en su pensamiento han encarnado e iluminado esta actitud. Y en este sentido,
ningún ejemplo más útil que el de Martí.

No conozco otro autor latinoamericano que haya dado una respuesta


tan inmediata y tan coherente a otra pregunta que me hiciera mi
interlocutor, el periodista europeo que mencioné al principio de
estas líneas (y que de no existir, yo hubiera tenido que inventar,
aunque esto último me privara de su amistad, la cual espero que
sobreviva a este monólogo).15

Adicionalmente presenta a J. Martí como un antecedente de aquella


perspectiva, en tanto fue uno de los pensadores pioneros en denunciar y
rechazar tajantemente el colonialismo bajo la forma del imperialismo
estadounidense, y en identificar su pensamiento con las culturas aborígenes
y con el negro, que constantemente lucharon por su emancipación. “Se viene
de padres de Valencia y de madres de Canarias, y se siente correr por las venas
la sangre enardecida de Tamanaco y Paramaconi”, la sangre de estos héroes
aborígenes del Caribe no era otra sino sangre de Caliban.

Bajo esta caracterización, Fernández Retamar asume el símbolo de


Caliban haciendo una revisión crítica de la trayectoria de este personaje,

32 desde su elaboración shakesperiana hasta su arribo a los debates


latinoamericanos, con el objetivo de mostrar que su interpretación Caliban-

15
Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán…, p. 40.
emancipación era una consecuencia natural. No obstante, al identificarlo con la
otredad y con la historia de la resistencia latinoamericana lo hizo aún más
complejo. La complejidad existe porque de ser un personaje-símbolo abstracto,
del materialismo o de la barbarie, incluso del colonizado, pasó a representar
una región concreta, su historia, sus personajes y sus luchas.

En suma, y aunque no ahondó en esta nueva resignificación –pues su


ensayo respondía a otro tipo de cuestiones-, a nuestro juicio dejó cimentados

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los antecedentes para una nueva lectura de Caliban, que abordaremos en la
última sección de este ensayo.

III. EL TÉRMINO POSOCCIDENTAL

Una de las rutas para clarificar la noción de lo posoccidental consiste en


explicar la relación entre una distinción conceptual muy generalizada en
diferentes ámbitos del conocimiento: i. occidental/posoccidental.

En principio, la distinción occidental/posoccidental16 es una disimilitud


semántica, i. e. una distinción que se puede explicar en términos de zonas
geográficas, imperios políticos, conflictos religiosos, sociales, culturales, etc. No
obstante, Retamar nos invita a tener presente que

En cuanto a la denominación “mundo occidental”, la farragosa


bibliografía en torno suyo es, en general, harto insatisfactoria y
escandalosamente mistificadora. (...) Es cierto que Occidente remite
en Europa, sobre la base de obvias alusiones geográficas, a imperios
políticos y cismas religiosos, pero el contenido moderno del término
es otro. (...) Una definición serena y aceptable del concepto la ofreció
en 1955 Leopoldo Zea (en América en la conciencia de Europa], al
decir: “llamo mundo occidental y Occidente al conjunto de pueblos
que en Europa y en América, concretamente los Estados Unidos de
Norteamérica, han realizado los ideales culturales y materiales de la
modernidad que se hicieron patentes a partir del siglo XVI”. ¿A partir
del siglo XVI? En el primero tomo de El capital (1867), Marx había
escrito: “aunque la producción capitalista, esporádicamente, se 33
16
Al inicio del artículo “Nuestra América y Occidente”, Fernández Retamar comienza analizando esta
distinción (como delimitación del contexto histórico-social latinoamericano), pero usando el término
“confrontación”.
estableció ya durante los siglos XIV y XV en los países del
Mediterráneo, la era capitalista sólo data del siglo XVI”. El propio Zea
dirá en (América en la historia, de 1957): “el capitalismo, esto es, el
mundo occidental”. (...) Las ideas expuestas por los latinoamericanos
sobre las relaciones entre nuestra América y el mundo occidental, se
inscriben, pues, dentro de este dramático marco histórico.17

Específicamente, en el ensayo “Nuestra América y Occidente (1976)” de


Fernández Retamar se puede intuir y complementar la comprensión de la
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distinción occidental/posoccidental:

(…) ésta no es ya una ideología occidental, sino en todo caso


posoccidental: por ello hace posible la plena comprensión, la plena
superación de Occidente, y en consecuencia dota al mundo no
occidental del instrumento idóneo para entender cabalmente su
difícil realidad y sobrepasarla.18

A mi juicio, cuando Fernández Retamar alude al término posoccidental


en su ensayo, lo hace para referirse al marxismo-leninismo, como un
pensamiento que ha logrado desenmascarar al capitalismo (que para
Fernández Retamar es sinónimo de “mundo occidental”), logrando desarrollar
así una ideología en el proletariado.

Desde esta óptica posoccidental, sigue afirmando Fernández Retamar,


podremos ubicar e interpretar la historia y la cultura de América Latina de una
manera diferente, “ya no se harán sólo con respecto al “mundo occidental”, sino
en relación con el mundo todo, del cual Occidente es sólo un capítulo”.19

Es importante resaltar que (i) Fernández Retamar limita su noción de


Occidente al capitalismo eurocéntrico, y (ii) también se debe admitir que el

17
Roberto Fernández Retamar, “América Latina y el trasfondo de occidente”, en Leopoldo Zea
(coord. e introd.), América Latina en sus ideas, México, Siglo XXI/UNESCO, 2010, pp. 300-303.
34 18
Roberto Fernández Retamar, “Nuestra América y Occidente,” en Para el perfil definitivo del
hombre, Letras Cubanas, Cuba, 1995, p. 244.

19
Ibídem. p. 245
pensador cubano se ajusta a este significado porque ha sido la parte del mundo
occidental con la cual América Latina ha estado emparentada estructuralmente
desde su incorporación a las prácticas globales del Occidente-capitalista.

A partir de la distinción planteada entre occidental y posoccidental y


considerando (i) y (ii), las siguientes preguntas conducirán el desarrollo de las
siguientes cuestiones:

1. ¿Cuál es la naturaleza de la conexión entre Caliban -o

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Próspero- con la categoría de Occidente?20
2. ¿En qué sentido hablar de lo posoccidental implica decir
algo relevante para América Latina?
3. ¿Existe alguna posibilidad de considerar ahora el
“Próspero” shakesperiano como símbolo de Occidente, y Caliban como
el símbolo de algo llamado Posoccidental?

La distinción que ha puesto en juego Fernández Retamar no es arbitraria,


porque la utilización del concepto posoccidental plantea cosas específicas, a
saber, lo que permite comprender, y en función de esto, superar a Occidente21,
pero el término Caliban ha sido una clave que permite llegar a los principios
fundamentales de esta noción: me refiero al logos griego, racional y civilizador
y, por otro lado, la religión monoteísta judeocristiana. Dos directrices en torno
a los cuales se van a articular las diferentes facetas de Occidente (modernidad,
capitalismo, colonialismo, por mencionar algunas).

20
En este ensayo no abordo la famosa “absolutización de la antinomia Próspero-Caliban” que
muchos pensadores le adjudican (a veces injustamente) a la interpretación de Fernández Retamar.
Cfr. Eduardo J. Vior, “Visiones de Caliban, visiones de América”, en Anuario de Filosofía Argentina y
Americana, no. 17, año 2000; Aimé Césaire, Una tempestad, Seix Barral, Barcelona, 1971; Arturo
Andrés Roig, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, Edición de Marisa Muñoz y
colaboración de Pablo E. Boggia, 2004, entre otros. 35
21
Con “superar a occidente” me refiero a que este concepto no significa “abandonar” a occidente
como cultura o dejar de ser occidentales. La expresión hace referencia a un nivel epistémico de
conocimiento y comprensión de una forma cultural, de modo que nos referimos a superar las
limitaciones lógicas y simbólicas (dominantes) que articulan la cultura occidental.
En la obra Todo Caliban Fernández Retamar dice que en 1492 además de
los españoles, llegó “todo un vasto proyecto (político-económico)”, sin duda se
refiere al capitalismo. No obstante, para el poeta cubano, eso no era lo único
que arribaba, pues considera también los términos “sociedad burguesa”, o
expresiones geográficas quizá más neutrales u objetivas como Oeste, Occidente,
mundo, cultura, civilización o sociedad occidental, señalaba que estos han sido
“los trajes con los que sale de paseo el capitalismo. A veces se añade [...] el
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nombre de “cristiano”, y entonces considera que está precioso: es decir,


perfumado y letal.”22

Aunque Fernández Retamar ya tenía todos los elementos para dar un


nuevo giro a sus planteamientos, no se puede pasar por alto que el contexto
histórico-social y el marco conceptual lo ubicaban desde cierta perspectiva que
lo hacían considerar sólo al capitalismo como eje central del “vasto proyecto”
que se echaba andar en los inicios de la globalización.

IV. EL SURGIMIENTO DEL CALIBAN POSOCCIDENTAL RETAMARIANO

La concepción de Caliban de Roberto Fernández Retamar en su ensayo


Caliban (1971) ofrece una rica caracterización sintáctica y semántica,
respectivamente, del personaje y de dicha categoría simbólica. Las
características de ambos aspectos no tienen el propósito de ofrecer una
interpretación unívoca de Caliban, ni un tipo de justificación “acabada” de
verdades universales para determinar su naturaleza semántica y
epistemológica. La propuesta de Fernández Retamar se caracteriza por una
incesante e inagotable búsqueda de problemáticas abordadas y por abordar. En
consecuencia, creemos que nuestra puesta en relación de Caliban con este otro

36

22
Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán…, p. 151
ensayo, Nuestra América y Occidente, revela la enorme complejidad que
Retamar arrojó sobre Caliban.

Por cuestiones de espacio no expondré aquí cada punto de la noción del


Caliban posoccidental retamariano, me centraré en lo fundamental de ella para
los propósitos de este artículo: Saber si a partir de la formulación y el
planteamiento que Fernández Retamar hace de lo posoccidental (como una
ideología que permite comprender y superar a Occidente, es decir, como

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aquello con lo que América Latina, o Caliban, se ha estado confrontando) se
puede llevar a cabo una reinterpretación del símbolo de Caliban, ahora con
características posoccidentales y sin dejar de lado que “Caliban se escribió
cuando la década del sesenta todavía echaba resplandores y hacía nacer
esperanzas que en considerable medida habían sido alimentadas por la
emergencia del Tercer Mundo después de la Segunda Guerra Mundial”.23

Ahora bien, por distintas razones en el ensayo Caliban, Fernández


Retamar no dejó claramente establecido a qué era relativa esa otredad
calibanesca latinoamericana, sin lugar a dudas se refería a Próspero, al
imperialismo estadounidense o al capitalismo colonialista en general. No
obstante, en su ensayo “Caliban Revisitado” de 1986, indica en qué trabajo
desarrolló esta idea con mayor precisión.

La forma como tuvo que ser escrito Caliban, en unos cuantos días,
casi sin dormir ni comer, mientras me sentía acorralado por algunos
de los hombres que más había apreciado, es responsable de varios
cabos sueltos en el trabajo, que dieron lugar a malentendidos. En
años sucesivos, traté de atajar esos cabos. Así, por ejemplo, la
relación entre nuestra América y su vieja metrópoli colectiva me
llevó a escribir “Nuestra América y Occidente” (…).24

37
23
Roberto Fernández Retamar, “Caliban en esta hora de nuestra América”, en Todo Caliban,
Buenos Aires, CLACSO, 2004, p. 100.
24
Roberto Fernández Retamar, “Caliban Revisitado”, en Todo Calibán, Letras Cubanas, Cuba, 2000,
p. 94.
Es indudable que en el ensayo “Nuestra América y Occidente”, Retamar
no pretendía continuar desarrollando la categoría simbólica de Caliban. Sin
embargo, encontramos que dio mayor profundidad y alcance a las ideas que
formaban parte de su interpretación inicial, por lo que merecen ser
consideradas en nuestro estudio.

A mi juicio, el pensador cubano planteó inicialmente que Caliban era el


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símbolo de la resistencia latinoamericana, y como tal se ubicaba en el lugar de


la otredad, lo que implicaba realizar un ejercicio de repensar, reinterpretación
y re-significación de la historia de los pueblos latinoamericanos. Asimismo, es
necesario tener en cuenta lo siguiente:

El Caliban de Roberto Fernández Retamar es un rebelde, como


Prometeo o Espartaco, una criatura que lucha por la liberación de
nuestro “pequeño género humano”. Su lengua es la misma de su
dominador, pero esta ya no es un instrumento de sumisión, sino que
le da voz para denunciar la injusticia (…). En Caliban encarnan
entonces los aborígenes americanos, los africanos esclavizados, los
criollos mestizos pobres, los hombres y mujeres sometidos,
humillados, despojados de sus tierras y sus vidas, los rebeldes contra
toda injusticia. No obstante, el símbolo tampoco es enteramente
“nuestro”, ha sido elaborado también desde la extrañeza, y para
ejemplificarlo su autor acude a la palabra mambí, de origen africano,
utilizada como insulto por los españoles y devenida en nombre
glorioso para los independentistas cubanos.25
Desarrollando un poco más esta idea de la emancipación, en su ensayo
“Nuestra América y Occidente”, Retamar sostiene lo siguiente:

Una tarea que debía ayudarnos a delimitar el ámbito histórico


latinoamericano consiste en confrontar su realidad con la propia de
otro ámbito al que hemos estado vinculados, y que, al parecer,
disfruta de más claridad en cuanto a su propia definición: el llamado
“Occidente” o “mundo occidental”. 26

38
25
Félix Julio Alfonso López, “América Latina en la obra de Roberto Fernández Retamar, en Revista
Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, vol. 7, núm. 1, 24, 2019, p. 5.
26
Roberto Fernández Retamar, “Nuestra América y Occidente”, en Pensamiento anticolonial de
nuestra América, Buenos Aires, CLACSO, 2016, p. 228.
Según Retamar, para poder reinterpretar y delimitar el ámbito histórico
de América Latina era necesario confrontarla con el Occidente moderno, lo que
para nuestros propósitos sería (como punto de arranque) el equivalente al
personaje de Próspero en la obra de Shakespeare. Tal confrontación no la
entendemos como un colocarse en contra de..., en un sentido bélico, se trata más
bien de cotejar, equiparar nuestras realidades latinoamericanas –nuestra
otredad- con Occidente. Tal contraste nos permitiría entender con mejor

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claridad el lugar de América Latina en la historia y la especificidad de su
identidad cultural, al mismo tiempo que se revelarían las estrategias y los
diferentes mecanismos de la dominación occidental, bajo una lógica cultural
que forma parte, diría Fabelo Corzo, acompaña, complementa y sobrevive al
colonialismo mismo. Esta lógica, sostiene el pensador cubano:

Se disfraza de verdades supuestamente absolutas, de valores


supuestamente universales, de una supuesta superioridad humana
y/o cultural por parte del colonizador. Apela a la autoridad de
religiones que excluyen el derecho a existir de cualquier otro credo,
de teorías científicas que se presentan como irrebatibles, de
normativas éticas que moralizan la desigualdad, la opresión y hasta
el exterminio, de expresiones artísticas que se presentan como las
únicas capaces de satisfacer el más depurado juicio de gusto y
marcan su diferencia en relación con todo aquello que, a lo más,
comienza a codificarse como el folclor y la artesanía de sociedades
exóticas.27

Retomando el hilo de la discusión, Fernández Retamar era consciente de


las dificultades que implicaba usar el término Occidente, pero con la
introducción de este concepto nos permite ampliar considerablemente el
significado de Próspero, pues ya no se limita a representar la civilización o el
imperialismo yanqui, o los intereses de las masas materialistas –de acuerdo a
las interpretaciones previas-, a partir de ahora lo podemos identificar clara,

39

27
José Ramón Fabelo Corzo, “La colonialidad del poder y la lógica del capital”, en Perspectiva, No
16, Universidad Antonio Guillermo Urrelo, Cajamarca, Perú, noviembre 2013, p. 92.
abierta y directamente a Próspero con Occidente y no solamente con los Estados
Unidos o Europa en particular.

A partir de esta nueva lectura de Próspero, y siguiendo la lógica


argumentativa del texto “Nuestra América y Occidente”, el significado de
Caliban también lo vemos trastocado, pues siendo la contraparte del Occidente
capitalista, sólo podía identificarse con el marxismo, la ideología que desde el
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interior del mundo Occidental fue capaz de criticar y someter a juicio al


capitalismo, según afirma F. Retamar; a esta propuesta y al proyecto social y
político que buscaba construir, Retamar considera críticamente que

(…) con la aparición en la Europa occidental del marxismo, a


mediados del siglo XIX, y con su ulterior enriquecimiento leninista,
ha surgido un pensamiento que sienta en el banquillo al capitalismo,
es decir, al mundo occidental. Este pensamiento solo podía brotar en
el seno de aquel mundo, que en su desarrollo generó a su
sepulturero, el proletariado, y su consiguiente ideología: pero esta
no es ya una ideología occidental, sino en todo caso posoccidental:
por ello hace posible la plena comprensión, la plena superación de
Occidente, y en consecuencia dota al mundo no occidental del
instrumento idóneo para entender cabalmente su difícil realidad y
sobrepasarla.28

Siguiendo la estructura de argumentación de Retamar, Caliban estaría


adoptando también un significado marxista y posoccidental. De este modo
tenemos un análisis conceptual de Caliban bastante complejo porque contiene
las siguientes especificidades:

a) Es un símbolo que representa las luchas emancipatorias y de las


expresiones culturales vinculadas con estos fines específicos.

b) Es un enfoque histórico, una perspectiva crítica que se ubica desde el


lugar de enunciación de la otredad, a partir de la cual es posible hacer explícitas
las prácticas y la lógica del ejercicio de poder del Próspero opresor.
40

28
Roberto Fernández Retamar, “Nuestra América y Occidente”, en Pensamiento anticolonial de
nuestra América, Buenos Aires, CLACSO, 2016, p. 256.
c) Es un instrumento de análisis y crítica de la mismidad de Próspero
–del que sería relativa la otredad calibanesca.

d) Por lo cual, estaría identificándose con el marxismo, y finalmente, (de


acuerdo a las características anteriores)

e) asumiría un significado posoccidental, en el cual ha de superar su


condición de otredad, para ser solamente Caliban.

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Esta última concepción de Caliban es muy compleja, porque no solo
proviene de las múltiples reinterpretaciones que componen su trayectoria
intelectual: desde la elaboración shakespereana, pasando por las
interpretaciones de Baudelaire, Renan, José E. Rodó, Aníbal Ponce, Manonni, el
movimiento de la Negritud y el propio Fernández Retamar, hasta la propuesta
posoccidental que extraemos de los planteamientos de éste último pensador.
Además, podemos distinguir ahora las profundas implicaciones
epistemológicas y culturales que subyacen a las figuras de la otredad salvaje en
la configuración de la cultura occidental.

Para la concepción de Próspero como símbolo de Occidente sólo fue


posible a través de la asociación de Caliban con los procesos emancipatorios y
de resistencia latinoamericanos, digamos que fue necesaria una estancia de
Calibán en Nuestra América, que se hiciera latinoamericano, para que Próspero
lograra alcanzar un significado que trascendiera sus expresiones particulares,
como el colonialismo, el imperialismo o el capitalismo, las cuales son
comprendidas dentro del concepto de Occidente como algunas de sus
manifestaciones culturales particulares.

Tres conclusiones extraigo del planteamiento retamariano:

1) Para ubicar plenamente el significado de la otredad histórica de


41
América Latina, era preciso observar primero cuál era su referente directo,
es decir, identificar qué aparece como mismidad, pero el colonialismo,
capitalismo e imperialismo, sólo habían sido expresiones, facetas o máscaras de
aquella mismidad escurridiza, no obstante, Roberto Fernández Retamar acertó
al colocar sobre la mesa, y en estos momentos de los debates sobre el símbolo
de Caliban, el concepto fundamental de Occidente.

2) Es sumamente significativo que haya optado mejor por el neologismo


posoccidental, para referirse no sólo al pensamiento marxista, sino también a
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los caracteres que adoptaría la identidad latinoamericana una vez


reinterpretada y repensada su historia desde el punto de vista de la otredad,
puesto que las nociones conocidas como Poscapitalismo, Posmodernidad o
Poscolonialismo, se refieren a elementos específicos que aún pueden ser
incluidos bajo el concepto -ampliado- de Occidente, ya que se mantienen bajo
un enfoque fundamentalmente dicotómico-occidental, sin que éstas categorías
supongan necesariamente una superación o trascendencia alguna.

3) Sin duda, Fernández Retamar asume el concepto de Occidente en


términos básicamente políticos y económicos: como el capitalismo colonizador;
sin embargo, más allá de esta conceptualización, lo que importa subrayar es que
logró redireccionar la atención hacia un aspecto que es crucial para la
comprensión del propio Caliban: la perspectiva de una otredad negativa de
cierta cultura determinada, esta fue la puerta de entrada para conocer de una
mejor forma el propio concepto de Occidente.

REFERENCIAS

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Recebido em 15/03/2022 43
Aceito em 06/08/2022

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