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La(s) Psicología(s) Social (Es) Después de La Crisis. Navarrete.

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La(s) psicología(s) social(es) después de la crisis

Pluralidad, poder, discurso, subjetividad.

Dr. © Rodrigo Navarrete S.

La psicología social era una disciplina aún muy joven, que parecía apenas
consolidada luego del período entre guerras, cuando entró en un período
de intenso debate que se conoce como la “crisis de la psicología social”.
Desde fines de la década de los 60s y durante buena parte de la década de
los 70s, el qué, el cómo y el para qué de la psicología social se volvió
nuevamente objeto de intensa discusión, aunque experimentada de
formas muy distintas según las posiciones teóricas, intelectuales y las
localizaciones geopolíticas de sus protagonistas.

Para simplificar, podemos sostener que lo que entra en crisis es una forma
hegemónica de psicología social que había tomado forma durante las
primeras décadas del siglo XX, pero que consigue su consolidación
definitiva en el periodo de entre guerras mundiales. Esta es una psicología
social que puede ser caracterizada como: una disciplina que se consolida
desde los EEUU, gracias al impulso dado por la llegada de científicos
sociales de origen judío que huyen de Europa. Esta localización geopolítica
es relevante, pues EEUU se convierte en la principal potencia económica y
militar triunfante de la posguerra, y su particular estilo de vida, una
economía capitalista acompañada de una democracia liberal, pasa a
constituirse en un modelo fuertemente defendido por generaciones de
psicólogos, decepcionados de los regímenes autoritarios europeos, tanto
en su cara fascista, como en el fracaso de los proyectos socialistas. En
segundo lugar y ligado a lo anterior, es una psicología social que se adapta
al estilo norteamericano de hacer ciencias humanas, es decir, una
psicología social positivista, preocupada por la búsqueda de leyes simples
y generalizables, y que metodológicamente encuentra en la
experimentación controlada del contexto de laboratorio, su modelo de
trabajo. Esto implica distanciarse tanto de las originarias preocupaciones
de la proto-psicología social europea de fines del siglo xix y comienzos del
siglo xx (Wundt, Le Bon, Freud), como también de la psicología social
desarrollada por los sociólogos (interaccionismo simbólico
principalmente), generando una fractura y escasa comunicación entre los
enfoques psicológicos y sociológicos para hacer psicología social. Por
último, se trata de una psicología social que encontrará principalmente en
los modelos teóricos del cognitivismo su principal referente para alojarse
y desarrollarse. Siendo inicialmente el conductismo el modelo teórico
favorecido por la psicología norteamericana del siglo xx, en psicología
social es evidente que la llegada de los inmigrantes europeos formados en
la psicología de la Gestalt, permite dar un giro hacia los procesos
cognitivos, sin abandonar el modelo del laboratorio y la experimentación.
Así, la artificialidad de la experimentación heredada del conductismo,
junto con el vuelco hacia los procesos mentales permitida por la Gestalt,
permiten el surgimiento de una psicología social cognitiva experimental,
que rápidamente se transformará en el modelo normativo de la disciplina,
relegando a otras formas de hacer psicología social, por ejemplo, ligadas al
psicoanálisis o al marxismo, a un lugar en el mejor de los casos secundario
y, frecuentemente tachado como pseudocientífico.

Es esta la psicología social que se consolida y desarrolla durante buena


parte del siglo xx, a través de la obra de Allport, Lewin, Festinger, Asch,
Heider, Kelly, Millgram, Zimbardo, y tantos otros nombres. Es una
psicología social que, como vimos, examina una enorme gama de
fenómenos psicosociales, principalmente a través del diseño de contextos
experimentales donde los sujetos son sometidos a diversas situaciones-
estímulo y sus comportamientos son observados y medidos, tratando de
parecerse lo más posible a los procedimientos que desarrollan los
científicos de las ciencias naturales en sus laboratorios. Es también una
psicología social que confía ciegamente en distinciones básicas, propias del
sentido común: hay un plano interno (procesos cognitivos, pensamientos,
afectos, etc.) y un plano externo (el comportamiento, lo “social”, etc.) y
hay niveles relativamente claros para organizar los fenómenos (intra-
personal, inter-personal, intragrupo, intergrupo). Pues bien,
prácticamente todos estas características y rasgos de la psicología social
van a ser objeto de profunda crítica, debate y discusión, frente a la
emergencia de formas de comprender lo humano y lo social radicalmente
diferentes que se propagan durante el último tercio del siglo xx.
La crisis de la psicología social como expresión de la crisis de la modernidad

Hay varias formas de concebir la “crisis de la psicología social” que


revisamos durante el 1er semestre. Para un sector importante, nichos
conservadores de psicólogos sociales afincados en sus bunkers
académicos y laboratorios experimentales en EEUU, probablemente se
trata de un evento casi irrelevante, vinculado al espíritu rebelde y hippie
de la época, que trataron de desestabilizar el edificio disciplinar de la
psicología social a través de críticas irracionales, argumentos
pseudocientíficos y modas intelectuales extrañas, pero que no lograron
corromper el firme espíritu experimental y científico de la disciplina, que
encontrará en el auge de las neurociencias una nueva barricada para
defender la psicología social experimental y cognitiva. Para otros, se trata
de una crisis profunda, pues la psicología social nunca volvió a ser como
antes. Sistemáticamente se fue abandonando la experimentación con
personas en laboratorios, fueron ganando espacios los métodos
cualitativos de investigación social, se recuperó el diálogo con la filosofía,
la sociología y las humanidades, y las tradicionales temáticas de
investigación de la psicología social sufrieron un giro en su abordaje, y se
abrieron enormes campos totalmente novedosos para los psicólogos
sociales.

No obstante, la versión que nosotros ofreceremos en este curso es aún


más amplia y atrevida. Se trata de situar la crisis de la psicología social
simplemente como la expresión en dicho campo de una crisis mucho más
amplia, profunda y radical, que afecta efectivamente a las sociedades
modernas, a nuestras estructuras económicas, sistemas políticos, a los
espacios más íntimos de sociabilidad y a la subjetividad. En este sentido, la
crisis de la psicología social no termina con una “nueva psicología social”,
sino con un abanico de posibilidades, pues la apertura y la pluralidad
parece ser una necesidad frente a un mundo en profunda transformación,
con nuevas problemáticas frente a las cuales las tradicionales respuestas
de las ciencias sociales del siglo xx (incluida la psicología social) parecen
algo ingenuas, descontextualizadas y simplistas. Denominaremos a esta
crisis, como crisis de la modernidad o crisis de la organización moderna del
mundo. Trataremos de evitar, en la medida de lo posible, de usar el
concepto de posmodernidad para referirnos a esta crisis, tanto por sus
limitaciones intrínsecas como por las exageraciones conceptuales a las que
puede conducir, así como también por el descrédito en al cual han caído
sus promotores, luego de un par de décadas de verborrea y presagios que
simplificaron en exceso un proceso mucho más complejo y frente al cual
carecemos aún de los vocabularios adecuados. De todos modos,
exploraremos algunos vocabularios que intentan dar cuenta de este
periodo de grandes transformaciones temporalmente (sociedades
postindustriales, sociedades postdisciplinarias, mundo poscolonial,
postoccidentalismos, neoliberalismo, etc.) y, obviamente, por motivos
pedagógicos, posiblemente recurramos a la noción de posmodernidad
para simplificar en algunos casos.

Por lo tanto, el camino que seguiremos en este curso será el siguiente.


Comenzaremos con lo más amplio y global, lo que hemos denominado
como “Condiciones de posibilidad para la emergencia de nuevas
psicologías sociales” (Unidad I). En esta unidad trataremos de revisar en
detalle lo que hemos comentado más arriba, es decir, situar la crisis y la
emergencia de nuevos modos de hacer psicología social, dentro de la crisis
más global de las sociedades modernas. Acá ofreceremos una lectura de
diversos ámbitos de expresión de esta crisis y estos profundos cambios,
distinguiendo de modo pedagógico en 3 planos: i. plano de las estructuras
económicas/políticas o sociológicas. Acá nos referiremos a las
transformaciones en la economía, con la crisis del capitalismo industrial y
el nuevo auge de un capitalismo postindustrial, financiero y cultural. Nos
referiremos a la tan manoseada idea del modelo neoliberal, con la
intención de ofrecer al menos una lectura un poco más sustentada de lo
que podemos entender desde las ciencias sociales a propósito de esto.
También hablaremos de los cambios en las estructuras de poder, la
globalización y la crisis del estado-nación, los modos supraestatales y
subestatales de gobierno, entre otros; ii. plano sociocultural, filosófico,
ideológico y discursivo de esta crisis y transformaciones. Acá nos
centraremos en el modo como esta crisis constituye efectivamente una
crisis de los modos de representación, de saber y conocimiento modernos,
cómo los meta-relatos clásicos de la modernidad comienzan a ser
desnudados y problematizados, y se inaugura una serie inacabable, hasta
ahora, de cuestionamientos a los valores, ideales y principios de la
modernidad (progreso, evolución, cientificidad, antropocentrismo,
universalismo, etc.); y iii. plano de las relaciones íntimas y la subjetividad,
acá nos interesa ver el modo cómo dichas transformaciones efectivamente
impactan en el sujeto contemporáneo, en los espacios de sociabilidad más
íntimos, en la experiencia subjetiva, la construcción de identidad y los
nuevos malestares y sufrimientos.

Luego de este ambicioso barrido global, nos interesa adentrarnos en el


particular modo en que este escenario de crisis y transformaciones ha
impactado en las ciencias humanas, para derivar finalmente a la psicología
social. Se trata, nuevamente, de evitar creer que la crisis de la psicología
social puede explicarse solo desde la propia disciplina, y ofrecer una
lectura que nos permita situar ésta como expresión de algo mayor, de algo
que impacta en el modo de hacer ciencias humanas en general.
Hablaremos del estructuralismo, el posestructuralismo y el giro lingüístico
en ciencias humanas, como marco general para captar un nuevo aire
teórico que comenzaba a incomodar a los psicólogos sociales y los
presionaba a salir del laboratorio y abandonar las explicaciones ofrecidas
hasta el momento. Este “giro discursivo” en ciencias humanas, nos
permitirá comprender el auge de la primera de las compuertas que
exploraremos de la nueva psicología social: el construccionismo social.

Las unidades siguientes estarán conformadas por el construccionismo


social (unidad ii) y la psicología social latinoamericana (unidad iii). Esta
forma de organizar las nuevas psicologías sociales tiene que ver
precisamente con valorar la pluralidad y la relevancia de las localizaciones
geopolíticas y geoepistémicas de los saberes en ciencias sociales. El
construccionismo social será el movimiento que expresará de mejor
manera la introducción de los debates posestructuralistas y el giro
discursivo en la psicología social europea y norteamericana. Acá
revisaremos el renacer de la psicología social europea de la mano de
Moscovici, la escuela francesa y las escuelas sociopsicológicas de Ginebra
y Bristol, como detonantes de la crisis e inspiradores de cambios en la
psicología social, pero que no logran aún la radicalidad y novedad que
estallará con el giro discursivo y los debates posestructuralistas, de la mano
de Foucault, Derrida y otros. El giro al discurso en la psicología social de
Jonattan Potter y Margaret Wetherell, el construccionismo social
propuesto por Kenneth Gergen, los desarrollos críticos de Ian Parker, Erika
Burman, Tomás Ibáñez y Lupiciñio Iñíguez, entre otros, abrirán una
enorme caja de herramientas para nuevas psicologías sociales a inicios del
siglo xxi.

Pero otra expresión de la crisis de la psicología social es fuertemente


protagonizada desde América Latina, con algunas características
compartidas, pero también con rasgos muy diferentes a los
experimentados en Europa y EEUU. Desde mediados del siglo xx, pero con
mayor expresión en los 60s y 70s, América Latina se transforma en una
región que comienza a cuestionar su papel en la economía mundial
(sistema-mundo) como región periférica y dependiente, y comienza a
pensar y teorizar críticamente, siendo la teoría de la dependencia en el
plano económico y la filosofía de la liberación, la educación popular y las
ciencias sociales militantes en el campo social, las principales expresiones
de una época de creatividad, aspiraciones de emancipación y proyectos
revolucionarios que llegan también a la psicología social. La psicología
social comunitaria latinoamericana y la psicología de la liberación,
encarnan dos proyectos familiares, comprometidos con las luchas
populares en la región, para lo cual se requiere una profunda renovación
de la psicología social, abandonando la herencia norteamericana y
construyendo disciplinas locales, situadas y pertinentes para las mayorías
oprimidas de nuestras sociedades. La obra del educador brasileño Paulo
Freire, del sociólogo colombiano Orlando Fals-Borda, la filosofía de Enrique
Dussel, la propuesta de Ignacio Martín-Baró, y la enorme sistematización
de Maritza Montero, reflejan un compromiso ético político, pero también
teórico-metodológico para transformar las ciencias sociales
latinoamericanas y crear una nueva psicología social.
Esta psicología social, al igual que todas las personas y colectivos
involucrados en dichos proyectos de transformación social, serán
reprimidos, perseguidos y condenados a la clandestinidad por varias
décadas, de la mano de las dictaduras militares impuestas en el continente
para resguardar los intereses del capital y las clases dominantes. No
obstante, ha logrado mantenerse y reconstruirse, no sin enormes
tensiones internas, con evidentes intervenciones externas para
domesticarla e institucionalizarla, pero con un legado enorme que ha
inspirado a miles de psicólogos en la región y en el resto del mundo.

Por último, cerramos el curso con una revisión de algunas psicologías


sociales emergentes, que ya no pueden reducirse ni a la clásica psicología
social del siglo xx, pero tampoco al construccionismo social o la psicología
social latinoamericana tal como existen hoy. Al contrario, emergen como
trincheras críticas para renovar y estimular a las ciencias sociales y a la
psicología social y evitar que estas se vuelvan estériles o funcionales, ya
sea cayendo en sofisticados juegos teóricos academicistas alejados de las
luchas más allá del escritorio (crítica al construccionismo social), o
evitando que se vuelva una simple herramienta o instrumento de gobierno
sobre los grupos focalizados por la política social neoliberal estatal, supra
estatal o subestatal (crítica a la psicología comunitaria institucionalizada).
Denominamos temporalmente a éstos como enfoques semiótico-
materiales (unidad iv), por cuanto pretenden articular el enorme aporte
de los giros hacia el discurso, pero sin desvincularlo de las relaciones
materiales, extra discursivas, relaciones de poder sobre los cuerpos, los
afectos, los hábitos, y las relaciones de injusticia, dominación y explotación
del sistema-mundo capitalista, pero también patriarcal y racista-colonial.
El feminismo y el giro decolonial, serán estas trincheras semiótico-
materiales que interpelan a la psicología social contemporánea, que
revisaremos para finalizar el curso.

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