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Unidad 4. Los Orígenes Del Movimiento Obrero (1789-1914)

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Unidad 4.

Los orígenes del movimiento obrero (1789-1914)

En los temas anteriores vimos cómo la burguesía ha conquistado el poder político y cómo
ha realizado una impresionante transformación de la economía y la sociedad. Una de las
consecuencias más importantes es el fin de la sociedad estamental y su sustitución por una
sociedad de clases. La burguesía industrial tiene como lema el conseguir el mayor beneficio al
menor coste, es una exigencia de la libre competencia. Pues bien, para ampliar su competitividad y
abaratar costes explotará a los obreros que trabajan en sus fábricas, sometiéndolos a duras y
largas jornadas laborales a cambio de un salario miserable, no en vano son los burgueses los que
hacen las leyes.

Poco a poco el proletariado (los obreros) tomará conciencia de su explotación y empezarán


a unirse para reclamar mejoras a la burguesía, es el origen de los sindicatos. Así, dos poderosas
ideologías que tendrán un gran papel en el siglo XX aparecen en estos momentos: el anarquismo y
el marxismo. El primero, cargado de idealismo, pretende la destrucción del Estado, de la
burguesía; el segundo, imitar a los burgueses y que los obreros consigan el poder político a través
de una revolución.

1. La nueva sociedad: de la sociedad estamental a la sociedad clasista.

Con el triunfo del liberalismo y de la industrialización se fue imponiendo una nueva división
social, denominada sociedad de clases, en la que las diferencias entre las clases se derivarán de la
desigualdad económica y no de los privilegios heredados o adquiridos al acceder al estamento
privilegiado. Así, la antigua división estamental va a desaparecer, consolidándose, en cambio, una
sociedad clasista.

El Cuarto Estado, obra de G. Pellizza da Volpedo, 1901

Por tanto, desaparecidas las trabas legales para el ascenso o la movilidad social de los
individuos, se abrió paso a una sociedad abierta donde las posibilidades de promoción quedaban
abiertas a todos, al menos en teoría. La realidad, en cambio, fue otra.

Las transformaciones políticas y económicas del siglo XIX posibilitaron, inicialmente, la


formación de una sociedad compuesta por dos clases antagónicas que, con la difusión del
marxismo, tomarán las denominaciones de burguesía y proletariado. La primera era la clase
“dominante”, la clase alta, la que había impulsado las nuevas formas económicas del sistema
capitalista (empresarios de la industria o del sector servicios). La segunda, la clase baja o clase
obrera estaba formada por los obreros industriales que vivían exclusivamente de un salario. La
conciencia de pertenecer a la misma – la “conciencia obrera”- se estableció sobre una identidad de
intereses que iban en contra de los de la clase burguesa o propietaria de los medios de producción.

Poco a poco, los obreros fueron tomando conciencia de los abusos de la burguesía
(empresarios) y decidieron protagonizar movimientos de protesta contra esta situación: aparecen las
primeras asociaciones de obreros o sindicatos, las primeras huelgas, la quema de máquinas
consideradas responsables de la falta de trabajo…

A menudo las mujeres y los niños trabajaban igual que los hombres por la mitad del salario.

2. Las duras condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera.

La revolución industrial significó el aumento de poder de la burguesía y la consolidación del


capitalismo, que tenía como doctrina la propia del liberalismo económico y social.

Como ya sabemos, esa doctrina defendía que el Estado no debía intervenir en las cuestiones
económicas y sociales y debía dejar que la empresa privada funcionara sin trabas ni impedimentos.

Esta política abandonaba a su suerte a los trabajadores y originaba profundas desigualdades


e injusticias. Las condiciones de trabajo de los obreros dependían de la voluntad de los empresarios,
que eran los que fijaban el horario de trabajo, el salario, el despido...

Los resultados son muy conocidos. La nueva clase obrera comenzó su andadura en una
situación de explotación absoluta: la jornada laboral era de 12 a 14 horas diarias y los salarios eran
insuficientes para mantener una familia, lo que obligaba al trabajo de mujeres y niños, por un
salario inferior al de los hombres.

Las condiciones de vida eran, asimismo, muy duras: cuando el trabajador llegaba a casa le
tocaba vivir hacinado en un espacio reducido y en precarias condiciones higiénicas.
El origen del movimiento obrero e ideologías.

3. Los orígenes del movimiento obrero británico: el ludismo, las asociaciones de trabajadores
y el cartismo.

El ludismo.

La primera reacción de los obreros fue su aposición al maquinismo, por considerarlo


responsable del paro y de los bajos salarios. Artesanos y trabajadores se rebelaban contra las
máquinas destruyéndolas. Este movimiento recibe el nombre de ludismo (por el de Ned Ludd,
obrero inglés que se puso al frente del movimiento que, en 1811, emprendió la destrucción violenta
de la maquinaria textil).

Además de en Inglaterra, las destrucciones de máquinas alcanzaron a otros países europeos;


así, en Francia (1817-1823), Bélgica (1821- 1830), Alemania (1830-1842) y España, donde los
obreros destruían en Alcoy (1821) las máquinas de hilar y, en Barcelona, en 1835, se quemaba la
fábrica “El Vapor” de Bonaplata y Cía.

Las primeras asociaciones de trabajadores.

Además de permanecer al margen de las relaciones de trabajo entre empresarios y obreros,


el Estado también tenía prohibido las asociaciones obreras. Las cosas fueron cambiando. Inglaterra
fue el primer país en reconocer el asociacionismo obrero (1824).

Las primeras asociaciones que se crearon fueron las Sociedades de Socorros Mutuos, donde
los mutualistas cotizaban para atender situaciones de accidente, enfermedad o muerte. En 1825 se
crearon las asociaciones de oficios o Trade Unions, en las que los obreros de un mismo oficio, de
una localidad, se organizaban para obtener mejores condiciones de trabajo. Por tanto, con el
nacimiento de las Trade Unions hacía su aparición el sindicalismo.

La lucha por la participación política: el cartismo.

El movimiento cartista tuvo como objetivo la mejora de la condición obrera través de la vía
parlamentaria. Si los trabajadores constituían la mayoría de la población, se pensaba que
reformando la ley electoral se podría conseguir desde el Parlamento las necesarias medidas de
reforma social. Con ese objetivo, en 1838, la Asociación de Trabajadores de Londres redactó la
Carta del Pueblo con peticiones de tipo político, para avanzar hacia la democratización del Estado:
el sufragio universal, la supresión del requisito de poseer propiedades para ser elegido diputado, el
voto secreto...

Remitida en varias ocasiones al Parlamento (en 1839, 1842 y 1848), las peticiones de la
Carta fueron continuamente rechazadas.

4. Las teorías socialistas: el socialismo utópico, el marxismo y el anarquismo.

El socialismo utópico. Se conoce con el nombre de socialistas utópicos a un grupo de


teóricos de la primera mitad del siglo XIX que preconizaban soluciones carentes de sólida base
científica, de donde les ha venido el nombre que se les aplica. La mayoría creía en una pacífica
transformación social a través de la difusión de sus ideas, con la educación y con el propio ejemplo,
proyectando la formación de futuras comunidades, sin hacer uso de la violencia.

Contamos, entre los pensadores, al inglés Robert Owen (1771-1858) y a los franceses Saint-
Simon (1760-1825), Charles Fourrier (1772-1837), Louis Blanc (1811-1882) y Proudhon (1809-
1865). Este último rechazaba al Estado como institución, y al defender la libre asociación de los
individuos contribuyó al desarrollo de las ideas anarquistas.

El fracaso de las teorías socialistas utópicas favoreció la aparición de dos ideologías


revolucionarias, denominadas marxismo y anarquismo, que proponían un cambio de sociedad y
establecían cómo se tenía que alcanzar este objetivo.

El marxismo o socialismo científico.

Toma el nombre de Karl Marx (1818-1883), quien en colaboración con su amigo Friedrich
Engels (1820-1895), escribió diversas obras que constituyen el soporte teórico de la ideología
socialista. Las de mayor influencia fueron el Manifiesto comunista (1848), y El capital, obra de
Marx, que es la crítica más seria al sistema capitalista.

El primer postulado de la doctrina marxista es su teoría de la lucha de clases. Por un lado, la


clase obrera, el proletariado, formada por aquellos cuya fuente de ingresos procede de su esfuerzo
físico, por otro, la clase capitalista, la burguesía, formada por aquellos cuya principal fuente de
ingresos no procede de la percepción de un salario. Ambas clases, oprimida y opresora, se
encuentran en perfecta lucha, la primera para intentar cambiar el orden socioeconómico mediante la
conquista del poder, la segunda para mantener la estructura existente.

Según Marx, esta lucha terminará con la victoria del proletariado que instaurará una
dictadura del proletariado para organizar el tránsito de la propiedad privada a la colectiva; el nuevo
Estado obrero se encargaría de la dirección de la actividad económica, eliminaría las desigualdades
como paso previo a una sociedad sin clases y sin Estado, la sociedad comunista, que sería el
objetivo final de Marx.

El anarquismo. Se desarrolla en la segunda mitad del XIX y es una alternativa distinta del
marxismo. Sus principales teóricos fueron: Proudhon, Bakunin (1814-1876) y Kropotkin (1842-
1921). Aunque no tienen una ideología tan definida como los socialistas y dentro de ellos hay
muchas variantes ideológicas distinguiremos varios principios:

a) Rechazo de la propiedad privada y defensa de la propiedad colectivista.


b) No piensan conquistar el poder del Estado como los marxistas, sino que desean destruirlo. Y
establecer una sociedad igualitaria a partir de la libre federación de comunas.
c) El objetivo final era alcanzar la anarquía, una sociedad basada en la libertad individual, en la
propiedad colectiva y en la desaparición de todas las autoridades.
d) los métodos utilizados por los anarquistas para llegar a la anarquía fueron muy diversos, y si bien
la mayoría eran pacíficos otros eran violentos, a través de atentados terroristas (la “propaganda por
los hechos”) contra personalidades y miembros del Estado: asesinato del zar Alejandro II en 1881,
de Cánovas del Castillo en 1897, del rey de Italia Humberto I en 1900...

5. Los sindicatos católicos.

A finales de siglo el papa León XIII publica la encíclica Rerum Novarum (1891) donde
critica la explotación de los obreros y sugiere la creación de sindicatos de corte católico. Estos
sindicatos fueron muy minoritarios porque el obrero asociaba la Iglesia con la burguesía en el poder
y consideraba que estas asociaciones estaban manipuladas y dirigidas por el poder burgués.

6. La I Internacional.

En 1864, aprovechando la celebración de una exposición universal en Londres, tuvo lugar en


aquella ciudad un encuentro de delegados de organizaciones obreras del que surgió el acuerdo de
fundar la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), conocida también con el nombre de I
Internacional. Entre los fundadores figuraba Karl Marx. Inicialmente, parecía que la AIT estaba
llamada a tener una larga vida. A ella se adhirieron sindicatos y grupos obreros de Francia, Italia,
España, Alemania... No obstante, desde sus orígenes las discrepancias ideológicas entre Marx y
Bakunin contribuyeron a dividir a la AIT en dos corrientes diametralmente opuestas.

Ambas perseguían lo mismo: una sociedad igualitaria a través de una revolución que
destruyese el Estado burgués, pero les diferenciaba el método a seguir para su consecución. Marx
estimaba que el proletariado debería organizarse en un partido obrero para dirigir la revolución
hacia la conquista del Estado. Bakunin, por el contrario, rechaza la formación de partidos obreros y
se muestra partidario de una revolución inmediata contra el Estado, para crear una sociedad
organizada en comunas.

7. La Comuna de París y la disolución de la I Internacional.

La Comuna de París constituye la primera experiencia de un gobierno obrero, influido, en


este caso, por internacionalistas, anarquistas y proudhonianos. Constituida en París en el marco de
la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana, durante su breve gestión (marzo-mayo de 1871),
adoptó en la ciudad medidas avanzadas, radicales, frente al gobierno francés, recién constituido, tras
el hundimiento del II Imperio francés de Napoleón III, y que no estaba dispuesto a aceptar que París
permaneciera bajo el control de un gobierno revolucionario. Sus días estaban contados. A finales de
mayo, el gobierno francés lanzó un ejército contra la capital. Los comuneros respondieron con el
incendio de varios grandes edificios, entre ellos, el del Ayuntamiento, y fusilando a los rehenes que
tenían en su poder. El ejército se impuso y aplicó una dura represión: en el acto fueron fusiladas
unas 20.000 personas y, más tarde, los tribunales juzgaron a unos 40.000 insurrectos.

Toma de París durante los sucesos de la Comuna, primera revolución obrera que triunfó, aunque
durante poco tiempo.

La represión también alcanzó a la Internacional, acusada de haber instigado la insurrección


de la Comuna. Imitando al gobierno francés, la mayoría de los países europeos decidieron declararla
ilegal. Sin embargo, la polémica Marx-Bakunin es la que acabará con la Internacional. La ruptura
entre los dos sectores tuvo lugar en el Congreso de La Haya (1872), donde los bakuninistas fueron
expulsados al no aceptar la estrategia de formar partidos obreros nacionales. La AIT, ya muy
debilitada, decidió trasladar su sede a Nueva York y, en 1876, en el Congreso de Filadelfia acordó
su disolución.

8. Los partidos socialistas nacionales y la evolución del anarquismo.

La propuesta de Marx de fundar partidos socialistas obreros para que intervinieran en la


política nacional salió adelante. Así, tras el fin de la I Internacional el movimiento obrero en Europa
se caracteriza por la aparición de partidos políticos y sindicatos de orientación marxista.

En Alemania, en 1875, se crea el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD); en 1879, un grupo


de marxistas españoles, dirigidos por Pablo Iglesias, fundó el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE); por estos años se crea el Partido Obrero Francés, el Partido Socialdemócrata Holandés y
otro tanto ocurre en Bélgica, Austria, Suecia...; a finales de siglo se funda el Partido
Socialdemócrata Ruso, que pronto se dividirá en dos secciones: bolcheviques y mencheviques; en
Gran Bretaña el “laborismo” es la denominación delsocialismo; así , en 1906 se crea el Partido
Laborista bajo el impulso del sindicalismo británico, las “Trade Unions”.
Si los partidos socialistas crecían, los sindicatos lo hacían más. En 1888, dirigentes
socialistas españoles crearon la Unión General de Trabajadores (UGT); poco después, los socialistas
franceses e italianos fundaron sus propios sindicatos.

En cuanto a la evolución del anarquismo, siguió la práctica de los atentados terroristas


contra las autoridades políticas. Sin embargo, en países como Francia, Italia y España, desde
principios del siglo XX, adquirió una gran importancia el sindicalismo revolucionario
(anarcosindicalismo), abanderado por los anarquistas, donde el objetivo final revolucionario se
lograría a partir de la lucha sindical. En España, en 1911, se fundó la poderosa Confederación
Nacional del Trabajo (CNT), organización sindical anarcosindicalista que surgió como alternativa
radical a la UGT.

9. La II Internacional.

Tras varias tentativas por reconstruir la AIT, en 1889, en París, durante los actos
conmemorativos del centenario de la Revolución francesa, en un congreso donde se dieron cita
representantes de distintos partidos socialistas, se decidió fundar la II Internacional. En él se acordó
realizar una campaña a favor de la jornada laboral de 8 horas para lo que se organizarían
manifestaciones el día 1 de mayo (de 1890, que fue la primera).

Los congresos de la Internacional se convirtieron en foros de debate de cuestiones de plena


actualidad. Una de ellas fue la crisis revisionista, planteada por el alemán Eduard Bernstein; éste
defendía, en contra de las teorías de Marx, que era posible la evolución, gradual y pacífica, del
capitalismo hacia el socialismo, a través de la participación de los socialistas en los parlamentos
donde se conseguían reformas sociales, sin que la revolución proletaria fuera la vía necesaria para
pasar al socialismo. El revisionismo, en fin, estaba contribuyendo a dividir al socialismo entre
revolucionarios y reformistas.

Otro tema de debate fue el colonialismo, que se veía como una necesidad para la pervivencia
del capitalismo con la consiguiente explotación de los habitantes de las colonias. También hubo un
intento de oposición a la guerra europea, que se adivinaba desde 1900. A pesar de los acuerdos y las
declaraciones solemnes, en agosto de 1914 estallaba la Primera Guerra Mundial. Los partidos
socialistas olvidaron sus postulados pacíficos y decidieron votar los créditos de guerra y ponerse al
lado de sus respectivos gobiernos. Tal hecho terminó provocando la ruptura de la II Internacional.

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