Jaime Concha- El tema del alma en RD
Jaime Concha- El tema del alma en RD
Jaime Concha- El tema del alma en RD
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JAIME CONCHA
E L T E M A D E L A L M A E N
R U B E N D A R I O
1
guecedores.. - . Con todo, hay u n mundo lírico ahí, terso y fantástico,
poblado de criaturas perfectas, dominando regiamente u n espacio poé-
tico absoluto. "Poesía llena de dioses", ha dicho otro centroamericano,
Miguel Angel Asturias, hermano de tierra de Darío 2 .
Pero la experiencia de esta poesía puede darse en varios niveles, que
responden tanto a actitudes subjetivas del lector como a virtualidades
objetivables de la obra. Hay una percepción anecdótica, que sólo capta
la superficial apariencia del reino imaginario. Es un modo de recepción
que corresponde a nuestra más temprana experiencia escolar. Se oculta
a él la honda conflictividad que presenta el destino vital del poeta.
Juego liviano e imponderable, intensidad de experiencia, todo eso es
a la vez la poesía de Darío. Y funda, por sobre esa dualidad, u n a supe-
rior armonía. Este estrato —supremo en la jerarquía de valores de que
participa su arte— se orienta hacia u n a organización simbólica del mun-
do, apoyada en la idea que de lo lírico tiene el poeta. La feliz fórmula
de poeta de la poesía que Heidegger forjó para Holderlin, puede ex-
tenderse, con los cambios de rigor, a todo poeta moderno. Darío, en
cierto sentido y parcialmente, también lo es. Por lo menos, es poeta de
su poesía. Esto quiere decir que el proceso de la inspiración, la iden-
tidad de sus personajes líricos y su vida esencial de bardo están cons-
cientemente poetizados en su obra. Lo que sigue es apenas una aclara-
ción inicial de u n múltiple tema.
Yo vi un ave Y vi un alma
que suave que sin calma
sus cantares sus amores
a la orilla de los mares cantaba en tristes rumores,
entonó y su ser
y voló ... conmover
Y a lo lejos, a las rocas parecía;
los reflejos miró la azul lejanía,
de la luna en alta cumbre, tendió su vista anhelante,
que argentando las espumas, suspiró,
bañaba de luz sus plumas y cantando pobre amante:
de tisú ... prosiguió ...
¡Y eras ... tú! ¡Y era ... yo!*.
La imagen del alma como ave —muchos son sus antecedentes mí-
ticos e históricos, en la larga cristalización del tópico —se comple-
menta con la visión de la patria celeste como nido. Es la certeza
del nido lo que confiere al alma en su vuelo el carácter de peregrina
inmortal. El alma lleva a sus espaldas no sólo el testimonio angélico
de sus alas, sino su divina condición de inmortal. Vagabunda ingrá-
vida, ella pasa por sobre el mundo pesado de las cosas, confiada y
segura en su inminente retorno. Esa es la significación del vuelo:
ser ostentación libre de su linaje.
U n tema no aflora inmediatamente a la expresión; se sumerge
largo tiempo, se vitaliza, adquiere plenitud en los ámbitos íntimos
del poeta. Es así como en los demás poemas de LA INICIACIÓN M E L Ó -
6
DICA no sorprendemos vestigios relevantes de su existencia . Salvo
en u n par de versos que pertenecen a u n poema de excepcional
calidad, si se tiene en cuenta el nivel adolescente de las composi-
ciones que recoge la colección:
5
Una lágrima. Imitación de Pal- (Ed. Aguilar, p. 16) .
7
ma, pp. 5-7. Sotto voce, p. 180. Fechado en
"Una variante simplemente reite- septiembre de 1885.
rativa del tema ocurre en El poeta
Jaime Concha 43
8
Otoñales, XII, p. 570.
44 ATENEA / El tema del alma en Rubén Darlo
Los intérpretes.
U
A. Marasso, op. cit. "Ibíd., pp. 21-28.
U
E. Lorenz, op. cit., p. 17. ^Ibíd., p. 33.
46 A T E N E A / El tema del alma en Rubén Darlo
pensable, por tanto, fecundar sus ideas con los restantes dos aportes.
Naturalmente, el punto de vista elegido es personal. El lector podrá
juzgar por su propia cuenta en qué medida ha sido estimulado por
el conocimiento de los ensayos mencionados 1 6 .
El año Urico.
a
Ed. cit., pp. 587 y 589. «Ibíd., p. 588.
Jaime Concha 49
El cisne.
2i
Véase Cuentos completos de Ru- 1950, p. 53.
bén Darío. Edición y notas de Er- ^Ed. cit., p. 589.
nesto Mejía Sánchez. México-Buenos ^Ibíd., p. 636.
Aires, Fondo de Cultura Económica,
50 ATENEA / El tema del alma en Rubén Darlo
tidad del alma y del ave. Pero lo que antes sólo eran pájaros anóni-
mos, quedan ahora exactamente especificados. Son la paloma y el
cisne, sustantivados sobre la base de realidades altísimas (sacras o
nobiliarias). Los demás elementos no ornitológicos je someten, en la
obra de Darío, a u n a condición metafórica de aves, mediante un
régimen preciso de transposiciones:
Y dijo la paloma:
Soy el lirio del viento27.
Góndola de alabastro,
bogando en el azul, la luna avanza28.
Sin duda, la luna aparece aquí como doble atmosférico del cisne,
por su elegante materia alabastrina y por su suave deslizamiento
en la superficie del cielo, como el del ave en las ondas del lago.
De modo que en el universo de Darío, ordenadamente analógico,
estos cuatro elementos intercambian sus valores. Y no podría ser de
otra manera, toda vez que ellos han sido imaginados como formas
sensibles y sensibilizadoras del alma. Esta única realidad de fondo
los emparenta como hermanos de u n a misma familia.
La explicación del simbolismo de estas figuras no necesita mayor
comentario para el caso de las dos primeras. En cuanto a la paloma,
ella no es sólo efigie erótica, sino pájaro santo al mismo tiempo.
Hay la paloma de Venus y la paloma eucarística. Esta obtiene su
calidad inmaculada del misterio trinitario.
Más extensión requiere la dilucidación del simbolismo del cisne.
Es en su exposición donde nos parece advertir u n exceso interpre-
tativo en la obra de Salinas. Magnetizado por los rastros eróticos
que persigue en Darío, omite significaciones diversas o impone las
suyas donde en verdad no existen 29 .
senta el ave dariana en su uso sim- a lo más sensual, sin dejar de ser él,
bólico, pero siempre luego de una siempre dentro de su misma natura-
explícita puntualización de su valor leza. Y el cisne representaría entre
básico: "Muy servicial fue el centau- los animales la coexistencia en un
ro como símbolo erótico para Rubén. mismo ser del impulso místico y el
Pero aún quedaba otra figuración sensual, la personalidad de Rubén
que lo había de representar con ma- Darío, en último término" (p. 111).
yor belleza y en toda plenitud: El alcance de esta determinación se
es el cisne. El divino príncipe, como le ve limitado, sin embargo, por dos
titula en una de sus letanías de elo- hechos que ahí resaltan: la biogra-
gios, está muy lejos de tener una sig- fización del símbolo, el interpretar
nificación fija en la lírica de Darío, al ave como figura del hombre Da-
Y atrajo al poeta, justamente por esa río; y la forma vaga, imprecisa en
ambivalencia, o plurivalencia signifi- que flota lo propiamente místico o
cante, por su aptitud para expresar espiritual del cisne. Estas vacilaciones
los contrarios según intenté demos- llevarán, ya en este estudio, a desem-
trar en otro escrito mío" (pp. 94-95) . bocar en el germen de la concepción
Ahora bien, ese otro escrito del posterior, mucho más unilateral: "La
mismo Salinas, es éste: "El cisne y obsesiva afición de Rubén Darío al
el búho. Apuntes para la historia de cisne me parece inseparable del
la poesía modernista". (En: Litera- mito de Leda. Satisfacía éste los más
tura Española Siglo xx, pp. 83-121.
caros apetitos del poeta americano,
Edit. Séneca, México, 1941) . Sin du-
por su extraña combinación de dig-
da, en este ensayo, anterior a su li-
nidad olímpica y refinada y perversa
bro, exhibe Salinas más cautela en
sensualidad" (p. 105) . A la som-
su interpretación. Da cuenta de la
bra del mito de Leda, el cisne da-
coexistencia de valores antagónicos:
riano se deformará en la interpreta-
"Así resultaría que el supremo valor
ción de Salinas, convirtiéndose en una
simbólico del cisne está en su capa-
cidad de pasar de lo más espiritual turbia criatura erótica.
52 A T E N E A / El tema del alma en Rubén Darlo
m
*°Ed. cit., p. 625. Ed. cit., p. 717.
Jaime Concha 53
M
Ibíd., p. 735. del "Uarda", en 1886, es la primera
K
Cf. La hoja de oro, p. 695, y manifestación más importante. El
Melancolía, p. 764. poema tiene estrecha relación con
38
Desde muy temprano opone Da- Autumnal, que se origina en la mis-
río, conjugándolas, Melancolía y Es- ma visión, y con A una estrella, pro-
peranza. sa de Azul... Cabe observar que to-
Ondas y nubes, escrito a bordo das ellas son piezas contemporáneas.
Jaime Concha 55
Alma mía.
S7
Ed. cit., p. 637. ^Ibíd., p. 637.
56 ATENEA / El tema del alma en Rubén Darlo
¡Oh Mia!
Tu secreto es una
melodía en un rayo de luna .. ,41
M
Ibíd„ p. 624. "Ibíd., p. 638.
«Ibíd., pp. 659-660.
RUBEN DARIO
fuerza creadora del artista. "Era una estatua antigua como u n alma
que se asombra a los ojos", dice Darío en El ideal42.
Este hecho se ha podido producir sobre la base de varias motiva-
ciones. En primer lugar, la estatua supera de u n a vez por todas la
oposición entre lo interior y lo exterior, dicotomía que lastra con
resabios cristianos la imaginación del alma creadora. El alma como
tesoro oculto (alma-perla) y el alma como manifestación luminosa
(alma-estrella) se resuelven con esplendor en las plasmaciones escul-
tóricas 43 . Este pensamiento está en el fundamento de la valoración
dariana de la superficie, límite ideal donde habita el alma. La super-
ficie no es para Darío ni exterioridad ni, por supuesto, interioridad:
es sólo el lugar natural de epifanía del alma. De acuerdo con la espe-
cial geometría dariana, es la línea curva la máxima plenitud en el
dominio de las superficies. Ánforas, copas, cálices florales, guitarras,
liras, cisnes, luna, góndolas venecianas, gozan de esta privilegiada con-
figuración, que los realza a testimonios sensibles del alma.
Pero la estatua es, además de todo aquello, la eclosión de lo blan-
co. La luz del alma se hace blanca en sus cristalizaciones terrestres.
No es el blanco el color del alma precisamente, pero sí su más cercana
y prístina matización. De hecho, el universo de Darío es un universo
polarizado cromáticamente, del cual se puede decir lo que el mismo
poeta transcribe de Domenico Cavalca, monje medieval incluido en
LOS RAROS: "La térra medesima é dall'uno lato bianca come neve e
dall'altro rosa" 44 . Lis y rosa, ánforas de fuego y urnas de alabastro
proclaman por doquiera esta simbólica división de la poesía dariana.
Por eso el alma, antes de la instauración del canto, es pálida: porque
es todavía potencia de lo blanco, de ese místico albor o esa eucarís-
tica blancura en que se realizará plenamente.
a
Obras de Juventud, p. 276. Ed. sálida que se transforma en mariposa
de Armando Donoso. Nascimento, tiene análogo sentido.
1927. "R. Darío: Los raros, p. 137. Col.
43
La imagen del alma como cri- Austral, 1952.
58 A T E N E A / El tema del alma en Rubén Darlo
Final.
61 E2
Ed. cit., p. 739. Ibíd„ p. 885.
Jaime Concha 61
La mujer es, por tanto, vaso del misterio, receptáculo del enigma.
Con sin par coherencia insiste Darío en esta concepción poética:
Y al sonreírse, vi en ella
el resplandor de una estrella
que fuese alma de una esfinge54.
M M
Ed. cit., p. 569. Ibíd., p. 644.
"Ibíd., p. 630.
62 A T E N E A / El tema del alma en Rubén Darlo
M
"Ibíd., p. 708. Ibld., p. 1271.
E
'Ibid„ p. 798.