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Fernandez Palomares El campo de la SE

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EL CAMPO DE LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN

Fernandez Palomares Francisco. Sociología del a Educación.

Hay cuestiones educativas de una gran importancia en la dinámica social y de un gran interés
para todos los ciudadanos, sobre todo los directamente relacionados con el mundo de la
educación, profesorado, alumnado, familias y responsables políticos.

Veamos algunos ejemplos de cómo se ha acercado a ellas la Sociología de la Educación como


prueba de la importancia, interés y utilidad de nuestra disciplina.

a) La relación entre educación e igualdad social

¿Colabora el sistema educativo a una mayor igualación social o «reproduce» la estructura de


desigualdad existente en la sociedad?.

La expansión de los sistemas educativos se hizo sobre el supuesto de que era el medio más
eficaz para conseguir una sociedad de mayor igualdad. Sin embargo hay muchas
investigaciones que demuestran que existe relación entre origen social y rendimiento escolar,
que en la escuela triunfan más las clases medias y altas y fracasan más las clases bajas, por lo
que la escuela parece más bien reproducir las desigualdades existentes y legitimarlas.

La Sociología ha ido más allá y ha tratado de descubrir las causas o mecanismos por los que la
escuela es reproductora: ya Bourdieu y Passeron en los años sesenta y posteriormente otros
autores como B. Bernstein mostraron cómo la cultura de la escuela está construida con
elementos que son los propios de las clases medias y altas que de entrada tendrían una mayor
familiaridad con ella. Sin embargo hay también casos de personas de clase baja que triunfan en
la escuela. La Sociología ha tratado también de ver en qué condiciones es esto posible o de
otra manera cómo ha de ser la escuela donde en lugar de producir el fracaso de las personas
pertenecientes a clases sociales de escaso capital cultural, sea posible el triunfo de todos.

El sociólogo H. Levin ha puesto en marcha en EE UU la experiencia de las «escuelas


aceleradas»; el sociólogo M. W. Appel nos presenta en su libro Escuelas Democráticas
interesantes modelos de escuelas, muy distintos al «oficial» o «escuela del sistema» en sus
métodos de trabajo, en su definición del conocimiento, en sus modelos de relaciones sociales,
etc. y donde más del 90% de su alumnado, de clase baja, logra reunir los requisitos para el
acceso a la Universidad. También en España el grupo CREA de Barcelona está colaborando en
la construcción de un modelo escolar semejante, las «comunidades de aprendizaje».

No se trata de volver al «idealismo pedagógico» (la educación como remedio de todos los
males de la sociedad). En estas propuestas se intenta evitar que la escuela actúe como un
instrumento más de desigualación, pero se es consciente de que la desigualdad social tiene sus
causas en estructuras y procesos exteriores a la escuela, que están más allá de la acción
propiamente escolar, y que estos educadores tratan también de modificar por su compromiso
político y ciudadano.

b) Las relaciones entre educación y trabajo

¿La evolución del mercado de trabajo se caracteriza por exigir una mayor cualificación y
formación en los trabajadores, que se verían así obligados a una mayor y más larga formación
para lograr una inserción laboral y social satisfactoria?.
No parece claro ni parece haber datos concluyentes. Hay estudios de la década pasada que
apuntaban a una «dualización» en el mercado de trabajo y en sus demandas: se exige una
minoría altamente cualificada que realiza las innovaciones científicas y tecnológicas y para los
demás, que se limitan a aplicar esas innovaciones, no es necesaria mucha cualificación. Hoy
investigamos la incidencia que pueda estar teniendo en esta cuestión el auge de la llamada
«sociedad del conocimiento» o «de la información» no faltando quienes plantean que con la
extensión de la automatización potenciada por la informática hemos llegado al «fin del
trabajo». Sí que parece que están incidiendo en una mayor cualificación las nuevas formas de
organización de las empresas («empresa red»). En lugar de la gran empresa que incluía todos
los procesos de producción y distribución de los productos, hoy tenemos una «red de
empresas» que asumen por separado los distintos elementos del proceso de la producción y
de la distribución con el fin de responder mejor y con mayor eficacia a situaciones de demanda
cambiante. Aquí sí que parecen necesarias personas con una mayor formación y capacidad de
interpretar la información, innovar los procesos y productos, asumir responsabilidades y tomar
decisiones con rapidez. De todas maneras hay quien piensa que los problemas del mercado de
trabajo se han de resolver actuando sobre él, y proponen medidas como el reparto del empleo
a través de la reducción de la jornada laboral, años sabáticos para los trabajadores o rebajar la
edad de jubilación.

c) Escuela y formación de identidades

La escuela es la institución socializadora por excelencia que configura la identidad de los


sujetos con los valores centrales de la cultura dominante de la sociedad. Cada sociedad
configura el tipo de escuela que le resulta eficaz para producir el tipo de personas que
necesita. Hay estudios que tratan de ver a través de qué mecanismos (y hablan de «currículo
oculto» en las aulas que remite a las prácticas concretas socialmente definidas y las
experiencias que se viven y no a los principios oficialmente declarados) funciona esta
producción de los individuos y cómo la sociedad o la clase dominante en ella impone a la
escuela el modelo de organización y funcionamiento que resulta favorable a sus intereses de
clase. Así, por ejemplo, cómo logra la escuela hacernos «buenos trabajadores asalariados»,
ordenados, obedientes, puntuales, dispuestos a hacer no importa qué con tal de obtener un
salario. O cómo la escuela inculca la laboriosidad y la moral compulsiva del trabajo, la
competitividad y el individualismo. Pero también hay estudios que muestran la posibilidad de
que la escuela se comprometa con la defensa de la ciudadanía y que forme individuos críticos y
solidarios, capaces de comprender e interpretar su mundo de manera libre y de llegar a
comprometerse en la construcción de una sociedad con mayor igualdad, más justa y
democrática. Hay sociólogos como H. Giroux que han elaborado toda una teoría sobre la
escuela que la presenta como el ámbito privilegiado para la formación del sentido de lo
público, lo común, lo de todos sin exclusiones y como el ámbito propicio para construir
personas comprometidas con la democracia.

d) El papel de los «actores» o del «sujeto»

Aunque en la presentación que venimos haciendo de la problemática de estudio por la


Sociología ya tenemos presente las posibilidades dialécticas de cambio social, durante mucho
tiempo la sociología de la educación presentaba al sistema educativo como algo que respondía
de manera mecánica a las presiones estructurales de la sociedad, de la economía, de la clase
dominante, etc. Hoy pensamos que las dinámicas sociales son dialécticas, es decir que todo
poder acaba generando contrapoder y resistencias, y por tanto abiertas a la posibilidad de
transformación y cambio. La sociedad está constituida por el conflicto dialéctico de clases y
tratamos de ver cómo las personas pueden y de hecho actúan frente a esas presiones,
respondiendo y construyendo colectivamente nuevos significados a las situaciones que pueden
generar cambios de esas dinámicas. Es lo que llamamos la reivindicación del sujeto o del actor
frente a la estructura. Pero en sociología el «actor» o «sujeto» no lo concebimos de manera
abstracta, sino vinculado y condicionado (tal vez producido) por el grupo, el contexto, la
cultura de clase que nos explica sus reacciones, sus posibilidades y desde la que tratamos de
explicar las estrategias de resistencia y cambio que desarrolla. Es modélica en este punto la
investigación de P. Willis (Aprendiendo a trabajar) para explicar el comportamiento
«antiescuela» de un grupo de chicos de clase obrera de una ciudad industrial inglesa.

e) Hay cuestiones más concretas

¿Debe la escuela adecuar su proyecto de centro a las características sociales y culturales del
contexto social (barrio, centro, medio rural...) en que funciona? ¿De qué manera?

¿«Debe la escuela rural formar alumnos rurales» o debe estar al servicio de unos «valores
universales», los de la cultura científica y abstracta en principio válidos para todos?

M. Subirats (1987) refiriéndose a la escuela rural catalana habla de que su función hoy es
aportar a las personas que viven en ese medio los saberes modernos necesarios para que les
sea posible organizar su vida propia de una manera digna en ese su medio. Lo que en
sociología nos planteamos es la necesidad de partir en la educación del conocimiento de las
situaciones concretas que influyen y configuran a los sujetos que educamos, por tanto las
dinámicas del barrio, de la ciudad, del medio concreto... Y aunque es una línea que cuenta con
pocos trabajos hechos creemos que tiene una gran importancia.

Cada vez más a corto plazo hablaremos de «ciudad educadora», de abrir la escuela a la
participación del barrio, de diversificar los saberes y las actividades escolares, los profesionales
de las escuelas, etc. precisamente como exigencia y resultado de esa apertura y diálogo de las
organizaciones escolares ante las demandas de los públicos y los contextos a que sirven.

El campo de la Sociología de la Educación es muy amplio. Basta con estos ejemplos. Pero
podrían ponerse más:

– ¿Por qué existe una doble red escolar, centros públicos y privados? ¿Qué diferencia hay
entre ellos? ¿Responden a públicos diferentes? ¿Qué función o qué efectos sociales tiene esta
estructuración del sistema educativo? ¿Hasta qué punto el asistir a una u otra red condiciona
el futuro escolar y social del alumnado?

– ¿Hay mucha violencia en las escuelas? ¿Por qué existe esa violencia? ¿Por qué se produce el
rechazo, la objeción, el absentismo escolar? ¿La objeción escolar tiene el mismo significado en
todos los casos o puede tener un significado diferente según la clase social? ¿Son estos
fenómenos más propios de ciertos grupos sociales, los más alejados de la cultura escolar y que
cuentan con menos apoyos en su medio para hacer frente a las exigencias escolares y sociales
en general?

– ¿Por qué esta pasión por el cambio y la reforma permanente que caracteriza a las
administraciones educativas y a los políticos? ¿Actúa la retórica de las reformas educativas
como sustitutivo de las reformas sociales que es lo que habría que hacer pero que no se hace
por su mayor dificultad?
– ¿Puede realmente el sistema educativo hacer realidad las elevadas esperanzas y «funciones»
que se le asignan en las sociedades actuales: hacer posible la democracia formando iudadanos
activos, el pleno empleo, la justicia social...? ¿Hasta qué punto?

– ¿Tener muchos estudios ayuda a conseguir buenos trabajos? ¿Cómo es hoy la inserción
laboral de la juventud?

– ¿Qué conocimiento debe transmitir hoy la escuela: disciplinas científicas, «saberes


socialmente útiles», habilidades como la capacidad de análisis, construcción de sentido y de
crítica (puesto que toda la información está en Internet)?

– ¿Cómo han de ser los profesores de la escuela actual?

– ¿Qué escuela necesita una sociedad como la nuestra donde los cambios son tan profundos y
tan rápidos, a nivel tecnológico, económico, social, etc.?

Parece pues que la sociedad como contexto donde funcionan los procesos educativos es el
referente fundamental para su definición, organización y gestión, y que los profesores han de
conocer ese marco sistémico en cuya dinámica están las claves básicas para comprender y
definir el trabajo profesional que realizan en los centros educativos con su alumnado.

Aunque trabajen con personas y por ello deban tener conocimientos de psicología, e impartan
un saber científico concreto (matemáticas, lengua o física) del que también deben poseer
conocimientos suficientes, además su actividad viene definida por los cambios y exigencias de
la sociedad sobre los que han de tener mucho más conocimiento del que hasta ahora se les
facilitaba (prácticamente ninguno), dado que la Sociología y la Sociología de la Educación han
estado ausentes de los planes de estudio. Lo están oficialmente en la formación del
profesorado de Secundaria precisamente el que más lo necesita, y en el de Primaria e Infantil
se le ha concedido una presencia insuficiente por mínima.

A todas las cuestiones anteriores, entre otras, trata de ayudar a responder la sociología como
ciencia que estudia la sociedad y pretende construir un conocimiento cierto y objetivo
suficientemente contrastado, en nuestro caso sobre estos aspectos de la realidad educativa
como realidad social.

La sociología, como estudio científico de la sociedad, debe ayudarnos a encontrar respuestas


válidas y suficientemente contrastadas a esas preguntas. Respuestas que vayan más allá de las
meras opiniones, y que permitan superar las «apariencias», es decir los lugares comunes tanto
del pensamiento común (que fabrican sobre todo los medios), como del pensamiento oficial,
fundado en la propaganda política, y que sean así un camino y un apoyo válidos para las
demandas colectivas de intervención política y para las decisiones personales que hayamos de
tomar relacionadas con nuestra educació

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