Historia modulo 3
Historia modulo 3
Historia modulo 3
Los vencedores de Napoleón en 1814 y 1815 se reunieron en Viena para reconstruir Europa,
partiendo del presupuesto de que su victoria significaba la derrota de las ideas liberales que
Napoleón había ayudado a expandir por el viejo continente y que las sociedades europeas
debían volver al Antiguo Régimen para restaurar el Absolutismo. La ideología de la
Restauración se basó en dos principios políticos concretos: la monarquía absoluta y el
equilibrio de poder. Pero el espíritu liberal no iba a desaparecer tan fácilmente, por lo que
existían dos realidades en Europa que se manifestaban en un distinto plano o nivel.
Las potencias europeas participantes y sus dirigentes eran los “Cuatro Grandes” (Imperio
Austríaco, Imperio Ruso, Gran Bretaña y el Reino de Prusia), a los cuales se les añade la Francia
borbónica restaurada. Sobre los intereses y características generales de cada uno de estos
poderes, es posible resaltar algunos en particular, que detallamos a continuación.
En cuanto a las ideas básicas sobre las cuales se fundamentó la Europa de la Restauración,
pueden señalarse las siguientes:
Como se mencionó más arriba, otro de los elementos que hacía al Congreso de Viena y al
proyecto de Restauración Monárquica fueron los acuerdos y alianzas. A partir de los mismos,
los poderes del Concierto Europeo fueron dando forma a la nueva configuración de Europa.
1. El Tratado de París (1814) fue firmado tras la primera derrota de Napoleón. Establecía
la reducción de Francia a sus fronteras de 1792, la restauración borbónica con Luis
XVIII y la permisión de que París conservará una serie de territorios como Aviñón,
Alsacia, Saboya y Mulhouse. Austria se vio fortalecida en Italia, Prusia en Alemania,
Inglaterra obtuvo las posiciones marítimas de Malta, las Islas Jónica, conservó Gibraltar
y Cabo de la Buena Esperanza en África. Por su parte, Rusia obtuvo la parte central de
Polonia.
2. En el Congreso de Viena (1814-1815) participaron los grandes monarcas europeos
como Francisco de Austria I, Alejandro I de Rusia, Federico Guillermo III de Austria y los
máximos dirigentes políticos de cada potencia. Si bien nació como una Cuádruple
Alianza, luego dio lugar a una Pentarquía (Quíntuple Alianza), con la inclusión de
Francia de la mano de Talleyrand. El 9 de junio de 1815 se firmó el Acta final del
Congreso.
3. La Santa Alianza fue un pacto firmado en 1815 por los tres soberanos de Rusia, Prusia y
Austria, por iniciativa del Zar Alejandro I. Este, movido por inquietudes religiosas y
políticas, promovió dos ideas fundamentales: la búsqueda de un orden internacional
para salvaguardar la paz y la necesidad de una nueva política cristiana. Las decisiones
se tomaban de común acuerdo, por lo que existía la posibilidad de vetar. Existía un
patrón de cohesión que tenía que ver con la supervivencia de las instituciones
internas. Por eso, la mayoría de las monarquías conservadoras se unirían a la Santa
Alianza. Con la incorporación posterior de Francia, se buscó evitar cualquier agresión
por parte del Estado galo y que se cumplieran los Tratados de París. Aquí nació la
Europa de los Congresos.
4. El Segundo Tratado de París (1815), fue resultado de la aventura napoleónica en su
gobierno de los Cien Días y de la nueva victoria de los aliados en Waterloo. Francia
nuevamente debería ceder una serie de territorios como Saboya, el pago de
indemnizaciones de guerra, ocupación del territorio francés por tropas extranjeras por
un período de tres años y el control político de los embajadores de la Cuádruple
Alianza.
En el primer congreso, celebrado en Aix- la- Chapelle en 1818, nació una nueva entidad
con carácter de organismo que asumió el control y dirección política de Europa: la
Quíntuple Alianza (Austria, Prusia, Rusia, Gran Bretaña y Francia).
En 1819 se reunieron en Carlsbad, en donde se tomaron acuerdos contra los
movimientos liberales alemanes.
En 1820 se celebró el Congreso de Troppau, donde, ante las revoluciones liberales,
Metternich propuso la intervención. Gran Bretaña, negándose a estas acciones,
comenzó a apartarse de los poderes monárquicos.
En 1821, en el Congreso de Laybach, se aprobó la intervención de Austria en el Norte
de Italia y de Rusia en Europa Central contra los movimientos liberales y nacionalistas.
Esto produjo la protesta de Gran Bretaña y su separación de la Coalición, ya que este
tipo de diplomacia era incompatible con su interés nacional. Con su retiro, el sistema
de Conferencias decayó.
En 1822, en el Congreso de Verona, se acordó la intervención de Francia en España,
ante su gobierno liberal.
Hacia 1826, el Sistema Metternich comenzó a desintegrarse. Con las revoluciones de
1848, este sistema quedó totalmente destruido, produciéndose la caída del sistema
Metternich.
En lo referido al declive del sistema Metternich, hay que marcar la importancia de la llamada
Cuestión de Oriente. Dicha cuestión fue uno de los grandes problemas internacionales
europeos del siglo XIX. Se concentraba en la región de los Balcanes e intervenían en la misma
tres fuerzas que detallamos a continuación.
Con esto se puso fin a la Santa Alianza. ¿Por qué? Cuando Rusia decidió invadir el Imperio
Otomano solicitó ayuda a la Santa Alianza, pero esta se la negó. La acción rusa llevaría a la
caída del Imperio Otomano y, por lo tanto, a un vacío de poder en la región. Esto
desencadenaría una lucha entre las potencias europeas por los Balcanes, rompiéndose así el
equilibrio de poder.
Imperio Austrohúngaro
El Imperio de Austria era la gran potencia europea del Congreso de Viena y desde su extenso
territorio en Europa Central se había constituido como centro de poder continental.
Políticamente, el Imperio había quedado reforzado en 1815 tras las guerras napoleónicas y
logró superar las revoluciones de 1830 y 1848, manteniendo el poder y la plenitud absolutista
de la monarquía imperial de los Habsburgo.
No obstante, el Imperio Austríaco no estaba exento de problemas. Estos eran tanto de índole
interna, como externa. En relación a esto último, hacia el este se enfrentaba con la hostilidad
del Imperio Ruso y en los Balcanes chocaba tanto con San Petersburgo como con el Imperio
Otomano. Entre los problemas internos se identificó la rivalidad con Prusia dentro de los
territorios germanos y la heterogeneidad de los pueblos de Europa Central integrados dentro
del gran Imperio.
El crecimiento económico durante la segunda mitad del siglo XIX, se caracterizó por el
progreso social y económico que la transformaron en una potencia económica industrial de
relieve. La base económica era la aristocracia legitimista, de tendencia liberal, y el catolicismo
tradicional. El crecimiento generó presión demográfica y social, a lo que debe sumarse el
desarrollo de las clases burguesas y medias.
Sin embargo, se presentaban dos debilidades: la dependencia del capital extranjero y las
diferencias en el desarrollo de las regiones: mientras los países austríacos y occidentales del
Imperio se industrializaban, Hungría y los territorios orientales conservaban el carácter rural.
Imperio Ruso
Durante la primera mitad del siglo XIX y hasta 1860, el progreso económico es muy lento, pero
desde ese año se inició un proceso de expansión de la economía rusa. Presentó ciertas
diferencias y desajustes entre el sector industrial y rural, como la producción por sectores, la
cual no es uniforme. En definitiva, Rusia ingresó en un período de crecimiento económico y de
capitalismo industrial, en el cual existió una expansión demográfica, desarrollo del transporte,
formación de un gran mercado nacional e inversiones extranjeras.
Las zonas de actividad industrial se encontraban en la región central en torno a Moscú y San
Petersburgo con la industria textil y mecánica, y la zona del Ural con la metalurgia y la región
del sur con los minerales y petróleo.
Imperio Otomano
Según lo que analizamos de la Cuestión de Oriente anteriormente, vimos que fue el golpe de
gracia para el Imperio Otomano, el cual comenzó una aceleración de su decadencia,
desapareciendo luego de la Primera Guerra Mundial.
Cambios culturales
Como se mencionó más arriba, el avance del liberalismo se registró en el área de lo cultural.
Entre los movimientos culturales que se desarrollaron en este período se destacan: el
romanticismo, el Realismo y el Naturalismo. Veamos un poco de qué se trata.
Romanticismo
Realismo y Positivismo
Realismo y Naturalismo
El Realismo acentuó la tendencia hacia el naturalismo hacia los años cuarenta. Esto llevó a una
creciente polarización de la sociedad y de la literatura. Tras la revolución de 1848 y el
eclecticismo, el Realismo desembocó en un Naturalismo más científico y empírico. En la
literatura, la novela continuó siendo el género más destacado, con representantes como
Dickens, Tolstoi y Dostoievski.
Mientras que en 1815 se intentó instaurar la restauración del Antiguo Régimen en el Congreso
de Viena, las nuevas ideas y transformaciones en Europa continuaron su curso.
A medida que transcurría el siglo XIX, el Nacionalismo aparecería como nueva fuerza
movilizadora y, en conjunto con el Liberalismo, sacudirían los cimientos de la restauración del
Antiguo Régimen. Junto con el Liberalismo y Nacionalismo, a lo largo del siglo XIX también se
desarrolló el Socialismo como fuerza movilizadora.
Los movimientos revolucionarios en Europa: las olas revolucionarias en 1820, 1830 y 1848
El movimiento iniciado por los burgueses germanos también se extendió hacia España y
Estados italianos.
Bajo la influencia liberal, los emigrantes griegos promovieron la fundación de los núcleos del
movimiento independentista anti-otomanos. Con el apoyo de la iglesia ortodoxa se
organizaron levantamientos populares. Dicha independencia representó el triunfo del
nacionalismo y el triunfo griego frente al Imperio Otomano influyó en los movimientos
nacionalistas del Mediterráneo y de Europa Oriental. Sin embargo, la Santa Alianza no
permitiría que se expanda.
Tras 1830, una nueva ola de revoluciones afloró en Europa en 1848. Esta última fue de gran
trascendencia, pues significó el fin del sistema de Viena. Además, los movimientos
revolucionarios de 1848 no sólo serían expresión del liberalismo y nacionalismo, sino que
también comenzó a expandirse el elemento social como movilizador de las revoluciones.
El impacto que tuvieron las oleadas revolucionarias en Francia merece un apartado especial,
pues se trata de un proceso complejo que dio como resultado que París transite un camino
que la llevase a constituirse desde una monarquía constitucional en 1830 hasta un imperio en
1852.
Entre 1814 y 1824, Luis XVIII fue quien ocupó el trono francés. Bajo el reinado de este monarca
se organizó una Francia bajo principios autoritarios, junto con algunas concesiones hacia el
liberalismo.
A la muerte de Luis XVIII, su hermano Carlos X (1824-1830) reinó apoyado por la Iglesia y los
ultraconservadores. Es en el período de Carlos X que se promulgaron lo que se conoce como
“ordenanzas anti-liberales”. Estas se pronunciaron contra el sacrilegio y la libertad de prensa,
establecieron el control de la Iglesia sobre la enseñanza y restringieron el voto la disolución.
Cuando Carlos X decidió la sustitución de un gabinete moderado por uno reaccionario liderado
por Polignac, se desató una profunda crisis política. Esto desencadenó en la Revolución de Julio
apoyada por la alta burguesía. Carlos X debía abdicar y huyó a Inglaterra. El partido de la
burguesía, políticamente más fuerte que el republicano, proclamó rey a Luis Felipe de Orleáns,
quien inició una monarquía burguesa y liberal.
Con el golpe de Estado se disolvió la Cámara y comenzaron las detenciones a los opositores.
Comenzó así la dictadura bonapartista. En las bases del régimen convergen el liberalismo
revolucionario con el nacionalismo, así como el conservadurismo burgués y el autoritarismo
bonapartista. Sin embargo, la reacción política coexistió con un fuerte desarrollo económico.
Un acuerdo del Senado y un nuevo plebiscito (97% de los votos a favor) instituyeron en
diciembre de 1852 el Imperio hereditario: Napoleón III, fue coronado “Emperador de los
franceses por la gracia de Dios y la voluntad de la nación”.
Luis Napoleón estableció una política social de tendencia democrática, pero apoyado en un
poder fuerte de carácter autoritario. Realizó un amplio programa de obras públicas (red
ferroviaria, carreteras, puertos, canales) que permitieron la creación de empleos. En cuanto a
lo económico, la formación de capital financiero y un gran desarrollo industrial en doce años,
hizo que se incrementara el comercio en un 300%.
En la política interna, hacia 1860, se produjo una evolución hacia una política más liberal que,
con las reformas legislativas y de la Constitución de 1870, abrirían el camino para instaurar un
Imperio Parlamentario.
Otra de las características de su gobierno fue la activa política exterior, que buscaba
restablecer la grandeza de Francia y darle un lugar en el escenario europeo y mayor influencia
mundial. Inspirado en la búsqueda de prestigio nacional y de extensión colonial, se pueden
observar los siguientes eventos.
Luego de 1866, Francia ya no contaba con aliados. Esto, unido a la derrota del Emperador
contra Prusia, lleva consigo la caída del Segundo Imperio.
Fue una época de gran expansión demográfica y espacial, llevando esto también a un gran
desarrollo económico. El aumento de población ocurrió por el crecimiento interno y por las
fuertes oleadas de inmigración europea. Se desarrollaron grandes urbes en la costa este, y la
colonización y poblamiento hacia el oeste, llegando hasta las costas del Pacífico, sobre todo
por el descubrimiento de los yacimientos de oro en California. Se incorporaron nuevos
Estados, como Arkansas, Michigan, Florida, Iowa, Wisconsin, Minnesota, Oregon, Texas, Nuevo
México y California. Esto fue marcando la configuración de un norte y noreste industrial y
minero, y un sur agrícola, dentro de una economía en constante crecimiento. La construcción y
el desarrollo del ferrocarril fueron esenciales para la penetración territorial.
La radicalización de las diferencias entre el norte y el sur llevó a la Guerra de Secesión. ¿Qué
modelo siguió cada región?
El conflicto civil terminó en 1865 con la capitulación definitiva del sur. Esta Guerra Civil
también llevó a la intervención externa, ya que Inglaterra y Francia reconocieron al Sur y Rusia
tendía a favorecer al Norte.
El fin de la Guerra civil supuso grandes pérdidas para ambos bandos. Los Estados Unidos
debieron modelar al Sur bajos los valores del Norte. Para ello se tomaron medidas radicales
(como la liberación de esclavos, revolución de las técnicas agrícolas), y se produjo la ocupación
militar del territorio hasta 1877. Recién en esa fecha se produjo el restablecimiento de la vieja
aristocracia sureña.
La Tercera República Francesa tiene su origen en la derrota que sufrió Francia con Prusia.
Napoleón III intentó huir, fue capturado y obligado a capitular en septiembre de 1870. Se
formó un gobierno de Defensa Nacional y se produjo la capitulación final de Francia en enero
de 1871. En febrero del mismo año se convocó a una Asamblea Nacional y Thiers fue elegido
A diferencia de los desarrollos vistos en el título de arriba, el socialismo científico no tuvo por
objetivo reflexionar intelectualmente sobre cuál es el modelo ideal de sociedad. Al contrario,
tuvo como meta analizar científicamente las desigualdades que imperan en la sociedad. La
filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico fueron las raíces
intelectuales con las cuales el socialismo científico abordó tal análisis científico.
Estos movimientos se basaron en revertir la situación del proletario ante condiciones extremas
de trabajo, la marginalidad y las malas condiciones de vida. De acuerdo a Engels, para llegar a
ser tal, el movimiento obrero atraviesa distintas fases de acción obrera. La primera fase es la
de los delitos individuales en la cual el obrero, ante su miseria, se rebela y delinque. Luego,
siguiendo a Engels, el obrero pasa a destruir la maquinaria industrial, en la cual ve el motivo de
su opresión. Por último, los obreros se organizan y actúan de forma colectiva, se llega a la
etapa de asociación libre. Aquí, la acción obrera colectiva tiene dos derivados. Por un lado, los
obreros comienzan a reclamar de forma conjunta mejoras económicas y sociales a través de
los sindicatos. Por otro lado, los obreros también comienzan a organizarse para defender sus
intereses de clase y alcanzar el poder estatal, desarrollando así los partidos políticos
socialistas/obreros.
Los sindicatos no se dan de forma uniforme en todos los países. En Gran Bretaña es donde las
Trade Unions, o sindicatos, tienen su máxima expresión. Se ocupaban de fijar y regular el
salario, ya fuera por medio de la negociación y/o petición o a través del paro colectivo y la
huelga. En 1834 se creó el Gran Sindicato Nacional, y en 1861 la Federación de Trade Unions.
En 1871 el Parlamento dictó la Ley Sindical, regulando la actividad.
En tanto en Francia, durante la primera mitad del siglo XIX, la actividad sindical estuvo
prohibida. La actividad obrera organizada debió esperar a finales del siglo XIX, cuando se
sancionó la Ley de Asociaciones Sindicales. En 1895 se creó la Confederación General del
Trabajo.
Los partidos políticos obreros surgieron con posterioridad a la formación de los primeros
sindicatos. En su seno convivieron tanto elementos obreros como representantes de la
burguesía y de las clases medias liberales, profesionales e intelectuales. Este tipo de partido
político, inicialmente se desarrolló en los poderes industriales de Europa Occidental. A partir
de allí se expandió al resto del globo.
Todos estos movimientos obreros y partidos socialistas tienden a dotarse de una organización
internacional que, por un lado, refleje y agrupe los diversos socialismos nacionales y, por otro,
influya y extienda el movimiento socialista mundial, con la tendencia a la unión y
concentración de fuerzas del proletariado de todos los países, naciendo así las Internacionales
Obreras (Martínez Carreras, 1996, pp. 340-341).
3) Crisis (1914-1917)
División entre los partidos socialistas que apoyaron la guerra y el marxismo ortodoxo,
el cual condena la contienda bélica
La Revolución bolchevique de 1917. Lenin fundó la III Internacional, o Internacional
Comunista
Consecuencia de la revolución alemana de 1918.
Lo cierto es que en 1815 la península italiana estaba dividida en ocho Estados distintos: el
reino de Piamonte-Cerdeña, el cual tenía como soberanos a los reyes de la dinastía de Saboya
(Víctor Manuel II); los Estados de Lombardía y Venecia; los ducados de Toscana, Parma y
Módena; los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias.
En cuanto a los movimientos revolucionarios y románticos, cabe destacar que, entre 1845 y
1846, Piamonte-Cerdeña inició una serie de reformas adecuando el reino a un sistema liberal.
Luego, en el marco de la ola de revoluciones burguesas de 1848, comenzaron a surgir en otros
Estados italianos movimientos que abogaron por reformas liberales. No obstante, estos
movimientos no prosperaron, puesto que Austria actuó y lideró una reacción monárquica
conservadora.
La segunda fase del proceso de unidad se extendió entre 1849 y 1859. Tras el fracaso de las
revoluciones de 1848, dos ideas se difundieron en Italia: el sentimiento de unidad italiana y la
necesidad de lograr la expulsión de Austria. Ambos logros los conseguiría el reino de Piamonte-
Cerdeña, de la mano de la dinastía Saboya. Este reino no solo ya había logrado consolidar una
Constitución liberal, sino que era también el de mayor desarrollo económico y poseía un gran
ejército.
Así es que se llega a la formación del Reino de Italia entre 1859 y 1870.
Entre 1859 y 1861 se produjo la guerra entre Austria y Piamonte, con la intervención de
Francia apoyando a los Saboya. A su vez, en los Estados de Italia Central, se produjeron
movimientos contra la soberanía austríaca y a favor de la unión con Piamonte. Un tercer
momento se produjo en la segunda mitad de 1860, cuando por iniciativa del Partido de Acción
y bajo la dirección de Garibaldi con apoyo de Cavour, se inició una expedición a Sicilia contra el
rey de Nápoles. Así es que a finales del mismo año Garibaldi entró en Nápoles, acabando con el
reino borbón de las Dos Sicilias, mientras un ejército piamontés atravesaba los Estados
Vaticanos, llegando al sur de Italia. En 1861, en Turín, se declaró a Víctor Manuel II rey de
Italia.
La última fase del proceso se extendió entre 1861 y 1870, caracterizando la difícil unidad
italiana, la cual debió sortear inestabilidades políticas, cuestiones administrativas y problemas
de integración social, como también de desarrollo económico. Pero existía una cuestión más
importante: la unidad italiana había quedado incompleta al permanecer fuera del nuevo reino
los territorios de Venecia al norte y los Estados Vaticanos en el centro. Habría que esperar para
que la coyuntura internacional fuera favorable para lograr la anexión de ambos territorios. La
primera ocasión se presentó con motivo de la guerra entre Prusia y Austria, por lo que, en
1866, Italia firmó un acuerdo de alianza con Prusia. Tras la victoria prusiana en Sadowa, Italia
recibió de Austria el Estado de Venecia mediante la Paz de Viena.
Por lo tanto, sólo quedaban fuera del reino de Italia los Estados Vaticanos, con Roma, lo que se
constituye como la “cuestión romana”. Mientras Italia aspiraba a que Roma se constituyera en
su capital, el Papa Pío IX deseaba conservar su soberanía. Napoleón III, necesitado del apoyo
católico francés, apoyó al Papa. Esto se resolvería en marco de la guerra franco-prusiana en
1870, cuando las tropas francesas abandonaron Roma, el II Imperio Francés fue derrotado,
debiendo Napoleón III abdicar. Al mismo tiempo, el gobierno italiano, que gozaba del apoyo de
la opinión pública, envió a su ejército sobre Roma y ocupó la ciudad. Un año después, en 1871
Roma fue proclamada capital del reino de Italia.
Las bases de la unidad se ubican entre 1815 y 1848, y constituyen la fase que va desde la
Restauración a la revolución, en la cual se extendió el ideal de la unidad política nacional y se
iniciaron las medidas tendientes a la unidad económica.
Entre 1848 y 1862 se produjo una serie de movimientos revolucionarios, así como una
reacción conservadora a los mismos. Así se dio inicio a la segunda fase del proceso de unidad
alemana. Fue el Parlamento de Fráncfort el que intentó organizar la unidad, pero no lo
consiguió, debido a las diversas tendencias que enfrentaban a sus componentes. Se esbozaron
dos opciones: por un lado, la “gran Alemania”, con la inclusión de Austria, y por el otro, la
“pequeña Alemania”, sin Austria y bajo predominio de Prusia.
Entre 1849 y 1862 Alemania vivió los años de reacción; al mismo tiempo, el crecimiento
económico y el desarrollo industrial germanos se consolidaron. Asimismo, se consolidó el
liderazgo de Prusia. Entre 1851 y 1852 se completó el “Zollverein”; alrededor de este reino y
en 1861 Guillermo I llegó a la monarquía prusiana, dotándola de una nueva orientación. Un
año después, nombró canciller a Bismarck, quien inició una nueva fase en la historia alemana.
La unidad finalmente sería alcanzada a través de un proceso que incluiría tres guerras, siendo
la primera la guerra contra Dinamarca en 1864, con motivo de la cuestión de los territorios de
Schleswig-Holstein. Fue una rápida victoria por parte de Prusia y Austria (actuaron como
aliados en este conflicto), los cuales acordaron en 1865 que Schleswig quedara bajo
administración prusiana y Holstein bajo austríaca. Sin embargo, pronto aparecen una serie de
diferencias entre los dos países administradores, que desembocó en la guerra de Prusia contra
Austria en 1866.
Las diferencias provenían de dos direcciones: la administración de los ducados y las propuestas
prusianas para reformar la Confederación. Antes de actuar contra Austria, Bismarck se aseguró
la neutralidad de Napoleón III, es decir de Francia, y la alianza de Italia que aspiraba a la
incorporación de Venecia. En 1866, Bimarck solicitó la exclusión de Austria de la Confederación
y se anexionó Holstein. Prusia derrotó de manera definitiva a Austria en la batalla de Sadowa
en 1866, tras la cual se firmó la Paz de Praga. Tras esta contienda, Prusia se anexionó a
Hannover, Hesse, Fráncfort, los ducados de Schleswig-Holstein y los Estados del sur de
Alemania. Austria reconoció la disolución de la Confederación Germánica y su exclusión de la
misma, Italia obtuvo Venecia. Así se creó la Confederación de Alemania del Norte en 1867, con
23 Estados bajo hegemonía prusiana, una Constitución federal presidida por Guillermo I, una
Cámara elegida por sufragio universal y unidad tanto económica como militar.
Finalizada la guerra franco-prusiana con la victoria alemana, Bismarck tiene vía libre para
desarrollar plenamente su gran proyecto político, que tendrá como centro y base a Prusia,
dentro de Alemania, y a ésta dentro de Europa.
En cuanto a las bases económicas del Imperio Alemán, se puede mencionar que poseía una
industria en acelerada expansión y fundada en los adelantos tecnológicos, con lo cual se
establecía como industria rival de Gran Bretaña. A esto hay que sumarle la fuerza militar y el
nacionalismo exacerbado. Presentaba una alta concentración de poder económico en las
industrias avanzadas, una asociación estrecha entre la industria y bancos, y la combinación de
una estructura institucional, tradicional y arcaica con las formas más desarrolladas de
capitalismo.
Luego de la creación del Imperio Alemán en 1871, una serie de medidas consolidaron esa
unidad, como la ley de unificación monetaria y bancaria, la reorganización posterior de los
ferrocarriles y la modernización agrícola. Así fue que desde 1890 la economía alemana
experimentó un impresionante crecimiento en todos sus sectores y actividades, dándose un
período de expansión y prosperidad que llegó hasta la Primera Guerra Mundial, más allá de la
crisis de 1873-1874.
En lo que respecta a las bases sociales, se produjo un crecimiento demográfico notable, ya que
se pasó de 41, 5 millones de habitantes en 1871 a 67 millones en 1913. Se produjo un éxodo
rural hacia las ciudades. Más allá de la diversidad religiosa, un 60% de la población se identificó
como católica o protestante. La jerarquía social venía establecida por una aristocracia
territorial y la alta burguesía que se unió a la nobleza, la nueva media y pequeña burguesía y
las clases populares: el proletariado industrial.
En lo que se refiere a la evolución de la política interior del Imperio, se pueden diferenciar dos
períodos. Entre 1871 y 1877 se desarrolló el período de la política liberal, donde Bismarck
toma medidas contra la Iglesia Católica para privar de su apoyo al Zentrum y así, desde 1872,
legisló contra los católicos alemanes. Entre otras cosas, expulsó a los jesuitas, controló al clero,
limitó el poder de los obispos y disolvió las órdenes religiosas, lo que provocó la resistencia de
los católicos. Pero los éxitos electorales el Zentrum y la actitud de los católicos, los cuales eran
asistidos desde Roma, hizo a Bismarck cambiar de tendencia. Se pasó así a un segundo período
entre 1878 y 1890, que es el de la política conservadora, pudiéndose destacar las leyes contra
el socialismo que consideraba peligroso a nivel internacional. Desde 1879, con la ley que
estableció el proteccionismo, se apoyó al Zentrum y se rompió con los liberales.
Contando con este escenario, Bismarck desplegó su política internacional de alianzas que
consolidarían la hegemonía continental de Alemania. La Realpolitik va a ser la gran guía
conductora de la estrategia internacional del Canciller. ¿Qué significa Realpolitik? Sobre la
misma, Kissinger explica que se trata de “una política exterior basada en cálculo de poder e
interés nacional” (1995, p. 133).
La Dúplice Alianza, firmada en 1879 entre Alemania y Austria-Hungría, con un tratado secreto,
que fue la base de la política exterior alemana hasta 1914.
El Tratado de 1881 entre Alemania, Austria- Hungría y Rusia, por el temor de esta de la actitud
de Francia y la amistad entre Alemania y Gran Bretaña, que renovó la alianza entre los
Emperadores hasta 1884, siendo un tratado de neutralidad en caso de guerra con una
potencia distinta a ellas.
La Triple Alianza, establecida en 1882 entre los países de la Dúplice Alianza (Alemania y
Austria- Hungría) e Italia, que tenía diferencias con Francia en Túnez y con Austria al nordeste.
Con Francia en Túnez y con Austria al nordeste, se estableció la neutralidad preventiva.
* El Tercer Sistema Bismarckiano nació en 1887, y se mantuvo hasta 1890-1891, tras la retirada
de la política por parte de Bismarck. Este estaba formado también por tres acuerdos.
La renovación de la Triple Alianza en 1887, que suponía un mayor apoyo alemán a Italia.
El Tratado de Reaseguro entre Alemania y Rusia, sin intervención de Austria ante la situación
de los Balcanes, en el cual se estableció mutua neutralidad.
El Tratado entre Italia y Gran Bretaña en 1887, como forma de aproximación anglo-alemana
para el mantenimiento del status quo Mediterráneo.
Modulo 4:
Gran Capitalismo e Imperialismo: los fundamentos económicos y sociales
Se mantuvieron de manera progresiva los avances en lo que se refiere a los aspectos técnicos,
entre los cuales se pueden mencionar el desarrollo de la navegación a vapor a escala oceánica,
el crecimiento del ferrocarril, la mecanización de la producción textil, el perfeccionamiento de
las máquinas de aprovechamiento de energía, la aparición del automóvil, la energía eléctrica,
el telégrafo, el teléfono, la radio y el avión. También se registraron avances en la mecanización
de la agricultura y la minería. Sin embargo, a finales de siglo, aparecieron interrupciones en el
progreso económico, con crisis y depresiones de carácter económico y social, los cuales se
revirtieron una vez iniciado el nuevo siglo.
Estas fluctuaciones del crecimiento económico que se sucedieron desde fines del siglo XIX
hasta principios del XX, se pueden dividir en distintas fases, que detallamos a continuación.
En los años 1872 a 1873 se llegó al final de la fase anterior de crecimiento rápido y
Europa experimentó las consecuencias económicas de la guerra franco- prusiana.
El período entre 1873 y 1895 fue una época de estancamiento relativo o recesión, con
dificultades en la coyuntura económica que coincidían con una disminución en la
producción mundial de oro y una tendencia a la caída de los precios, por lo que se
recurría al proteccionismo.
Desde 1896 y hasta después de la Primera Guerra Mundial se desarrolló una etapa de
prosperidad económica, con incremento en la producción de oro por la explotación de
yacimientos en África del Sur, sumado a la renovación y expansión de las industrias y
producción. En los años veinte se entró en una nueva fase de estancamiento
económico que tuvo su momento más grave en la crisis de 1929 y la depresión
consiguiente.
En lo que respecta a la Segunda Revolución Industrial, se puede afirmar que transformó las
estructuras industriales y económicas mundiales. La ventaja inicial con la cual contaba Gran
Bretaña se diluyó, siendo EEUU, Francia y Alemania los países que se le acercaron. A partir de
la base lograda por la Primera Revolución Industrial, las sociedades occidentales alcanzaron su
más alto nivel de desarrollo económico e industrial, produciéndose importantes
transformaciones en el sistema capitalista, en la organización industrial y de producción, así
como también en la financiera, en el transporte y el comercio. Se desarrollaron nuevas fuentes
de energía como la electricidad y el petróleo (aunque el carbón continuó siendo la principal
fuente de energía); nuevos metales más prácticos y superiores a los conocidos hasta ese
momento; la química aplicada modificó la agricultura, las industrias alimenticias y textiles,
papeleras y farmacéuticas. Las transformaciones en la organización industrial y de producción
se observaron en la aplicación del maquinismo y la racionalización de los métodos de trabajo,
en virtud de la producción en serie y en cadena.