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La Virgen María en las «Linguae Vasconum

Primitiae» de Bernard Dechepare (1545) 0)


Por Fr. LUIS VILLASANTE O. F. M.

Del 11 al 16 de julio de 1960 se celebró en el Santua-


rio de Ntra. Sra. de Aránzazu un solemne Congreso
Franciscano Hispano-Portugués de Lectores de Teología
y Filosofía. Más de 50 congresistas, de las distintas ra-
mas franciscanas, desarrollaron y discutieron ios ponen-
cias del Programa, que versaron sobre el tema del Ciis-
tocentrismo, estudiado a la luz de la Teología,, de la Sa-
grada Escritura, de la tradición franciscana, etc. Presi-
dió el Congreso el M.R.P. Carlos Balic, Delegado del
Rvmo. P. General de la Orden Franciscana para el ca-
so. El P. Balic es croata de nación y destaca sobre todo
en el campo de los estudios marianos. Como homenaje a
este insigne mariólogo y a los numerosos congresistas
venidos de todas partes, el P. Luis Villasante leyó en el
Congreso el presente trabajo sobre el primer libro vas-
co y lo que en él se encuentra acerca de la Virgen San-
tísima.

Cuando un viajero o turista visita por primera vez tierras exó-


ticas y desconocidas, gusta de contemplar sus paisajes, diferentes de
los de su tierra, de saborear sus productos típicos, de conocer sus
costumbres etc. ¿Qué duda cabe que este deseo de conocer la poli-

(1) El texto del primer libro vasco, reproducido en facsímile, p a g i n a


por p á g i n a , a p a r e c i ó en l a Revista Internacional de Estudios Vascos, e d i -
tado por D. Julio de Urquijo, t. XXIV (1933), 523-577. Una Introducción crí-
tica del mismo Urquijo a esta edición p u e d e verse en este mismo tomo
de l a c i t a d a Revista, p. 660-684. La traducción francesa de l a s poesías d e
Dechepare, h e c h a por Rene Laion, catedrático de l e n g u a y l i t e r a t u r a v a s -
ca de l a Universidad d e Burdeos, ha a p a r e c i d o en el Boletín de la R. So-
ciedad Vascongada de Amigos del País, t. VII (1951), 485-504, y t. VIII
(1952), 3-20.
180 Fr. Luis Víllasenle O. F. M.—La Virgen María...

facética variedad de tierras, paisajes y pueblos es el móvil secreto


que lleva al turista a recorrer miles y miles de kilómetros? Si ést<->
estuviera persuadido de que por todas partes iba a encontrar las
mismas cosas que ve a diario en su país, no se movería de casa.
Por poner un ejemplo asaz vulgar y ordinario, ¿no e: verdad que
el que va a Oporto o Valdepeñas, Cariñena o Jerez suele querer
probar el afamado vino de estos lugares? ¿O el que va a Villarcayo
o Pamplona, el célebre chorizo que allí se elabora? Yo a' menos veo
que muchos de los que suben a esas deliciosas praderas de Urbía
que están sobre este Santuario, no se marchan sin haber comprado
el queso que los pastores fabrican allí —el auténtico queso de Ur-
bía—, y se llegan para buscarlo hasta las humildes chozas pastori-
les en que se elabora con procedimientos un tanto rústicos y primi-
tivos.
Dígase lo mismo de otras manifestaciones humanas más espiri-
tuales y que son fruto propio y original de los diversos pueblos que
con sus distintas lenguas y culturas constituyen el más bello orna-
mento y riqueza de la Humanidad. Por todas partes noí gusta des-
cubrir lo propio, lo típico que el hombre ha producido en todas las
latitudes y rincones del globo.
Al veros, pues, aquí reunidos de tantas partes, en este rincón
agreste y bravio de Vasconia, he pensado que me habíais de agra-
decer que os hiciera un sencillo reportaje sobre algo propio del país,
aunque sea a título de curiosidad o amenidad. Ello os servirá de en-
tretenimiento y distracción en medio de las doctas elucubraciones a
que os entregáis estos días. Voy a jiablaros del primer libro que se
escribió en lengua vasca, entresacando lo que en él se contiene
acerca de la Santísima Virgen, tema que, como veis, tampoco pa-
rece fuera de lugar en un Congreso dedicado al estudio de Cristo.

I
EL PRIMER LIBRO VASCO
El primer libro escrito e impreso en lengua vasca es un libro de
poesías, que consta tan sólo de 52 páginas. Se publicó en Burdeos
en 1545. Ostenta un título un tanto pretencioso y arrogante, en la-
tín: "Linguae Vasconum Primitiae". Y efectivamente se trata del
libro más antiguo que jamás se haya publicado en vascuence. El vas-
cuence, esta lengua misteriosa que tanto ha atraído la atención de
los sabios por su originalidad, por su resistencia a ser encuadrada
Fr. Luis VillasoiUe O. F. VI.—la Virgen María... 18i

dentro de las familias lingüísticas conocidas, esta lengua, digo,


aunque antiquísima, ha sido más bien pobre en literatura y monu-
mentos escritos. El autor de este libro tiene conciencia de que él es
el primero que se lanza a publicar un libro en vasco y por esto lo
tituló así: Linguae Vasconum Prímitíae. Las dos últimas poesías
del libro están también dedicadas a celebrar este acontecimiento de
la aparición del primer libro vasco: "Heuscara (tal es el nombre in-
dígena de esta lengua), sal afuera, sal a la plaza. Hasta ahora se
creía que no se podía escribir en vasco, ahora verán que se han en-
gañado los que tal creían". Estas y parecidas frases expresan a las
claras lo viva que bullía en la mente del poeta la conciencia de ser
el primer autor vasco.
Digamos, a todo esto, algo sobre el autor y sobre el contenido de
su libro. Bernardo Dechepare era cura párroco de Saint-Michel-le-
Vieux en la Baja Navarra, cerca de San Juan de Pie do Puerto, en
el departamento de los Bajos Pirineos (Francia). Poco sabemos
acerca de su vida, fuera de algunos detalles autobiográficos que cons-
tan en su libro. Los eruditos han dado a conocer algunos documen-
tos por los que consta que íue arcipreste, que gozaba de buena repu-
tación por su virtud y letras etc. En el poemita XIII de su libro el
autor revela haber sufrido prisiones en Bearne a donde íue llamado
por el Rey y encarcelado, si bien él se cree inocente de los cargos
que se le hicieron.
Este detalle arro.a tal vez alguna luz sobre la vida del poeta.
La Baja Navarra formó parte del antiguo remo de Navarra. Era su
sexta Merindad, llamada también Merindad de Ultrapuertos por
hallarse situada al otro lado de los Pirineos que separan a España
y Francia. Cuando en 1512 Fernando el Católico se apoderó del
reino de Navarra, también la Merindad de Ultrapuertos fue mo-
mentáneamente ocupada; pero los reyes navarros desposeídos se re-
fugiaron en el Bearne, que también les pertenecía, y desde allí re-
conquistaron la Ba;a Navarra que, como digo, geográficamente se
halla del lado francés. De nuevo volvió luego la comarca a poder
español, hasta que en 1530 Carlas V restituyó definitivamente esta
provincia a la Casa de Foix, quedando así desmembrada del resto
de Navarra y viniendo más tarde a formar parte de Francia. Nues-
tro autor vivía al tiempo en que sucedieron estas grav?s alteracio-
nes políticas. Se comprende que la situación de los curas de los pue-
blos fronterizos fuese en extremo delicada en aquellos años en que
el país era ocupado sucesivamente por un rey y luego por otro. Se
ha pensado con algún fundamento que el rey que llamó al Bearne
y encarceló allí al autor, fue Juan II que en 1516 puso sitio y recu-
182 Fr. Luis VIHas«n»e O. F. M.—La Virgen María...

pero del dominio español la plaza de San Juan de Pie de Puerto.


Tal vez nuestro autor fue acusado de ser partidario del Rey Católico
y ésta íue la causa de su prisión. Pero en su libro no hay datos su-
ficientes para esclarecer estos extremos.
¿De qué tratan las poesías de Dechepare? Aparte del Canto XIII
que trata de sus prisiones, del Canto XIV y XV que con en honor
del heuscara o vascuence que por él ha sido elevado al rango de
lengua escrita, todo el resto viene a ser el canto de dos amores bien
distintos: el amor de Dios y el amor erótico, sensual y carnal. En
su prologuito nos dice el autor que así como los demás pueblos tie-
nen libros para doctrina, solaz y entretenimiento, también él ha
querido componer unas coplas en vasco que sirvan para cantar y
pasar el tiempo. En realidad, como decimos, en el libro se cantan co-
sas que parecen antagónicas. Los primeros cantos son completa-
mente religiosos. El poeta canta en ellos las verdades de la fe y con-
templa la vida a la luz de esta fe cristiana. En esta parte sobresale
la descripción del Juicio Universal y de la suerte última y eterna que
dividirá por siempre jamás a los hombres, o sea, el cielo y el infier-
no. Entonces, dice él, será un día eterno, en que ya no se moverá
más el cielo: el sol estará inmóvil al oriente, la luna al occidente.
Habrá dos compartimientos, el de los salvados y el de los conde-
nados, aquéllos se perpetuarán en el gozo y éstos en el dolor.
Después de estos cantos religiosos, hijos de una fe robusta, vie-
nen los otros, en que se canta el amor humano con descripciones de
un subido realismo. Hay frases que casi no se pueden transcribir
por esta su excesiva crudeza. Todos hemos visto sin duda ciertos co-
mercios de los pueblos pequeños y hemos quedado un tanto extra-
ñados ante su aspecto abigarrado. En ellos se encuentran colocados
juntos unos al lado de otros los géneros más dispares e inverosími-
les, para que el cliente eche mano de lo que guste. De manera pa-
recida nuestro autor ha cantado en su libro el amor divino y el pro-
fano, sin cuidarse mucho de la incompatibilidad entre el uno y el
otro. Y aunque condena expresamente el amor malo y carnal y des-
cribe magistralmente su necedad y locura, sin embargo, dado el
realismo y extensión con que se ocupa de él, relatando las escenas
e incidencias a que da lugar, el libro aparece un tanto teñido con
la nota de lo licencioso y desenfadado.
Tal vez estas características que acabo de enunciar traigan a
vuestra memoria un célebre nombre de la literatura castellana
Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, y su Libro del Buen Amor. De
hecho, el parecido entre Dechepare y Juan Ruiz salta a la vista.
Fr. Luis VUl«s<mte O. F. M.—La Virgen María... 185

También Juan Ruiz, que es anterior en dos siglos a Dechepare, ha


cantado los dos amores: el divino y el profano. También él, como
Dechepare, íue cura y arcipreste por más señas, y estuvo asimismo
encarcelado.
No faltaron eruditos extranjeros que juzgaron al Aicipreste de
Hita como un clérigo descreído, fundándose en este desenfado y li-
cencia de sus versos. De nuestro Dechepare no sabemos que haya
sido objeto de juicios parecidos, pero de todos modos tal interpre-
tación sería injusta y anacrónica, porque anacronismo es, como ha
dicho Congar, atribuir a los hombres anteriores a la época moder-
na actitudes de espíritu que no eran las suyas. En Dechepare des-
faca robusta y firme la fe. Otra cosa es saber si las obras van siem-
pre de acuerdo con ella. De todos modos, los principios están sanos
y no se bambolean porque flaquee la práctica. Esto es propio, como
es sabido, de toda la época medieval; y tal vez por esto, porque los
principios estaban firmes e inconmovibles, se permitían ciertas li-
bertades y licencias que ya después, con el desgarro protestante y
con la irreligión e incredulidad moderna, ni se conciben siquiera.
Hoy no concebimos tal libertad de expresión en un clérigo, pero
no hemos de olvidar que el clima social-cultural ha cambiado pro-
fundamente de entonces acá.
¿Fue Dechepare un clérigo mujeriego y de mala vida? Absoluta-
mente hablando no tenemos derecho para afirmarlo. Ya hemos di-
cho antes que por algunos documentos consta que gozaba de buena
reputación. Su manera de expresarse sobre las verdades de la íe
indica que había meditado en ellas y que era más bien ilustrado y
culto. Es verdad que en sus poesías dice que ha tenido varios amo-
res pecaminosos, de los que no ha sacado más que penas y desazo-
nes, pero no sabemos si son detalles autobiográficos o mero género
literario adoptado por el poeta, que se ha propuesto cantar tanto el
amor divino como el profano y carnal.
La sociedad en que vivió Dechepare tenía todavía las caracterís-
ticas de la sociedad medieval que hemos indicado: firmeza de prin-
cipios, aunque haya debilidades y flaquezas en la práctica. Es ver-
dad que su libro se publicó en 1545 y que para esta fecha la esci-
sión religiosa de Europa con las hondas transformaciones consi-
guientes estaba en marcha. Pero estos hechos no habían afectado
aún a la bucólica región de donde es el proto-poeta vasco. Dechepa-
re es en este sentido un medieval, y como tal hay que juzgarle e
interpretarle dentro de su marco histórico. Hasta la métrica que
adopta en sus verso.3, la famosa "quaderna via", caída ya en desuso
184 Fr. Luis Villasttnte O. F. M.—La Virgen María...

para aquella fecha en otros ambientes, está denotando este su me-


dievalismo.
Y sin embargo, pocos años después la Baja Navarra y el Bearne
se verían envueltos en las más violentas convulsiones originadas por
las guerras de religión y por los intentos de reforma religiosa. Los
sucesores de los monarcas navarros despojados de su reino por Fer-
nando el Católico con la connivencia real o supuesta del Papa, se
dejaron arrastrar por el resentimiento y el despecho hasta abrazar
la herejía. Y fue precisamente una mujer, la Reina Juana de Al-
bret, la que con toda la furia y saña de una mujer rencorosa y ven-
gativa se aplicó a extirpar de raíz todo catolicismo en FUS Estados
y a implantar en ellos la reforma calvinista. En la Pascua de 1559, o
sea, a los 14 años no más de la aparición de nuestro libro, la reina
Juana abjuraba pblicamente el Catolicismo en Pau y abrazaba el
calvinismo. Seguidamente envió a Ginebra estudiantes que fuesen
adoctrinados por Calvino, fundo en Orthez una especie de Univer-
sidad calvinista y se aplicó por todos los medios, tanto de persua-
sión como de violencia, a reformar a vascos y a bearneses. La Ba-
ja Navarra opuso una generosa resistencia a las nuevas doctrinas,
el bello país fue devastado y sus habitantes conocieron en carne pro-
pia todos los horrores de matanzas, incendios, etc., que fueron tris-
te secuela de las guerras de religión. Pero nuestro Dechepare no
conoció estos días ni nada hacía pensar entonces que pudieran estar
tan cercanos. El pertenece por entero a la época católica, medieval,
de fe robusta e inconmovible. Las profundas alteraciones y convul-
siones originadas por el Protestantismo aún no se han dejado sentir.
Si queremos examinar ahora los quilates de su poesía, hay que
decir sin género de duda que Dechepare es un poeta de calidad. Si
poeta es el que ha sabido expresar un sentimiento profundo alimen-
tado en su espíritu hasta el punto de saber comunicarlo y contagiar
de él al lector, no hay duda que Dechepare es un gran poeta, den-
tro de los límites de un libro que no cuenta más que 52 páginas de
extensión. El ha sentido como pocos esta substancial necedad y ce-
guera del hombre, siempre engañado por el mundo y por la carne,
siempre descarriado, siempre fascinado y apegado a la tierra, a pe-
sar de conocer su vanidad y transitoriedad. Al leer sus rudos ver-
sos de quaderna vía no puede uno menos de sentir el estremeci-
miento y la vibración que se experimenta al encontrarse con algo
muy humano, muy sincero y auténtico. Otra de las ideas que De-
chepare ha sentido íntimamente es el aprecio de la mujer, lo que
podríamos llamar su "feminismo". Dechepare abomina de los hom-
bres que tienen la manía de hablar mal de las mujeres: los tales son
Fr. Luis Villascmte O. F. M.—La Virgen María... 185

unos ingratos que se han olvidado de que tuvieron una madre que
les dio el seno. Las mujeres son mejores que los hombres, más virtuo-
sas. La mujer hace mil beneficios al hombre. Sin sus cuidados el
hombre siempre anda sucio y la casa está mal aseada. Por su ter-
nura y delicadeza la mujer es de inestimable precio. En fin, es un
auténtico apologista del sexo débil.
Otra realidad que el poeta de la Baja Navarra ha sentido pro-
fundamente y descrito con rasgos magistrales es la locura del amor
humano y carnal: su irracionalidad, su vehemencia. Es una borra-
chera que no hay manera de curar, un fuego abrasador, un tormen-
to que no deja vivir. El ve con claridad meridiana este trágico con-
traste: por una parte Dios ha creado al hombre, le ha dado su ley,
que éste debe guardar, si quiere salvarse. Y el hombre con ceguera
incalificable no sirve a su Señor y Creador, sino al enemigo, si-
guiendo el camino del pecado; y sin embargo, el mismo hombre re-
conoce y confiesa que esto es un desorden e injusticia:

"Gure artian haur dacussat ixutargum handia


Ñola dugun cerbicacen hanbat gure exaya
Iangoicua desconocí gure salvagalia
Eta oroc ecagucen déla videgabia".
("Entre nosotros esto es lo que yo veo: una gran ceguera; cómo
servimos tanto a nuestro enemigo y desconocemos a Dios nuestro
Salvador; y, sin embargo, todos reconocemos que esto es una injus-
ticia").

Las enseñanzas de la razón y de la fe arrojan su luz, que es


aceptada sin discusión. Ahí está la norma objetiva, el camino real
de la salvación, la ley de Dios, pero sin embargo, el hombre, como
oveja ciega y necia, sigue siempre el camino de la perdición. "Res-
pecto a mucha gente estoy sumamente espantado, y en primer lu-
gar respecto a mí mismo, siendo así que vemos a tanta gente enga-
ñada por él. A todos los que han vivido hasta aquí los ha despedi-
do él desnudos. Y los que vengan después tampoco se librarán de
la misma suerte. Toda persona, al morir, se divide en tres partes:
el cuerpo es echado a la fría tierra para que se pudra, los bienes se
los reparten los parientes, la pobre alma se va a donde puede y no
tiene compañía para tan recio viaje".
Y dicho ya todo esto que parecía obligado para informar acer-
ca del autor y de su libro, pasemos ya a hablar de lo que Deche-
pare trae acerca de la Virgen.
186 Fr. Luis Villosante O. F. M.—La Virgen María...

II
LA VIRGEN EN EL PRIMER LIBRO VASCO
Ya en su primer poema, de carácter religioso, en que el poeta
recomienda que se vaya a la iglesia cada mañana, si ello es facti-
ble, y describe lo que se ha de hacer allí, nos encontramos con la
Virgen. En aquel tiempo, como es sabido, se enterraba en las igle-
sias, y aun hoy en los poblados vasco-francesedi los cementerios están
contiguos a ella, de modo que es preciso atravesarlos para ir a la
iglesia. Por eso Dechepare dice que al entrar en el cementerio, ca-
mino de la iglesia, pensemos en los muertos, que un día fueron vi-
vientes como nosotros y pidamos el perdón para ellos. Una vez en
la iglesia, tiene un detalle sumamente delicado que indica la con-
ciencia que el poeta tema de cuanto el bautismo significa en nues-
tra vida cristiana. Dice, en efecto, que nuestra primera mirada sea
a la pila bautismal : "Piensa que allí has recibido la fe, la gracia de
Dios y el camino de la salvación. Sea para ella tu primer reconoci-
miento". La siguiente mirada aconseja que sea para el Santísimo
Sacramento y para el Crucifijo. Y a continuación dice: "Alza los
ojos hacia donde se encuentra la Virgen Santa María: todo el mun-
do no te puede ayudar tanto como ella: ella está en la gloria la más
inmediata a Dios: tiene todas las gracias en su mano". Y prorrumpe
fn esta breve súplica: "Oh gloriosa Señora y dulce Madre, en vos
^e halla toda la esperanza de los pecadores: yo, gran pecador, vengo
a vos para que me ayudéis a salvar el alma". A continución dice
que pensemos en los otros santos e invoquemos también su patro-
cinio.

Oración para el domingo


En la oración que tiene compuesta para el domingo, entre otros
pensamientos se considera también la Pasión de Cristo y los dolo-
res que por nosotros paso en la Cruz. Y al punto se acuerda el
poeta de la Madre dolorosa: "Ah, cómo estaba entonces su Madre
dolorosa, su madre amada, sostén del mundo entero, a la vista de
su querido hijo en tormentos, cuando estaba muriendo ante sus ojos
la vida de todo el mundo. Ah, dulce Madre, vuestros dolores de en-
tonces y las llagas de vuestro corazón me hieren a mí en el alma.
Me doy cuenta de cómo veíais con vuestros ojos a vuestro gran Se-
ñor que por todas partes derramaba su preciosa sangre y me hago
cargo de que estos dolores eran por mí". Y sigue discurriendo so-
bre la cuenta que tendremos que dar a Dios el día de la muerte, la
necesidad de hacer penitencia, etc.
Fr. Luis Viltascrate O. F. M.—La Virgen María... 187

Juicio Final y plegaria a la Virgen


Viene después su famosa descripción del Juicio Universal. Ei
poeta describe a toda la humanidad congregada en el valle de Jo-
safat, la apretura del pecador al ver contra sí a todos los elemen-
tos, a los propios pecados que son sus hijos, al Juez enojado, etc.
Allí no habrá efugio ni refugio. "¿Dónde estarán en aquel día los
señores y reyes de aquí, los duques, condes, marqueses, caballeros
y otros nobles? Las hazañas de sus paladines y hombres de armas
poco contarán allí. Juristas, teólogos, poetas y doctores, procura-
dores, abogados, jueces y notarios: en aquella hora aparecerán cla-
ramente sus maldades y de poco les valdrán sus bellaquerías y char-
latanerías. Papas, Cardenales, sacerdotes y prelados, habrán de dar
cuenta de sí y de sus ovejas... Grandes y pequeños, todos han de
ser igualmente juzgados". Sigúese la sentencia del Juez, la ejecu-
ción de la misma, la separación por siempre del reino de los bien-
aventurados y de los condenados. Inmediatamente después de la des-
cripción del Juicio Universal pone el poeta una preciosa oración
a la Virgen:
"Salve, Señora María, llena de toda gracia, Virgen Madre de
Dios por disposición del mismo Dios, digna reina de cielos y tierra,
abogada y confortadora de los pecadores. Yo, gran pecador, acudo
a vos, a suplicaros instantemente que me seáis propicia. Aunque
yo no sea digno de celebrar vuestro santo nombre ni de comparecer
ante vos, porque estoy manchado, con todo, oh, gran Señora, que
estáis llena de misericordia, yo os pido que no me rechacéis ni
despidáis. Si vos me volvéis la espalda, dulce Madre, en aquella
hora yo me veo perdido. ¡Hasta tal punto me encuentro despro-
visto de virtud, en todo momento ando perdido en el pecado y siem-
pre extraviado cual oveja ciega, siempre engañado por este mundo
y por la carne!"
"Vos, que sois la madre y manantial de todas las gracias, gran
tesorera de todas las virtudes y bienes; vos, que jamás habéis sido
manchada por el pecado, concededme la gracia de seguiros en las
virtudes. En vos reside todo el remedio de los pecadores, la espe-
ranza, la salud y la salvación. Así como a aquel a quien volvéis la
espalda está perdido, así el que está bajo vuestra recomendación
está salvado. Dios os ha dado gran poder; puesto que sois su Madre
y Madre amada, ha querido que tengáis en el cielo y en toda la
tierra tal autoridad que todo lo que pidáis se realice; que todos los
demás alcancen su gracia de vuestra mano y que vos salvéis a aquel
que se. ha encomendado a vos. ¡Oh, Señora excelente y sin par, con-
188 Fr. Luís Villosoníe O. F, M.—La Virgen María...

cededme la gracia de ser del número de los salvados' A vos me


encomiendo, muerto y vivo, en cuerpo y alma, así como todo lo
que yo poseo."
"Yo os suplico, ayudadme en los momentos que he necesidad,
y gobernad, os pido, toda mi vida. Y alcanzadme de Dios la íuerza
\ la gracia de hacer penitencia de mis pecados y que después pa§e
la vida en la virtud y haga en todas las cosas su voluntad. Guar-
dad, os suplico, de todo infortunio mi pobre cuerpo. Concededme
la gracia de no morir en el pecado, condenado para siempre, per-
dido en la aflicción, sino que obtenga de vuestra mano el camino
de la salvación. Y después, cuando sobrevenga mi muerte, la hora
terrible de la partida del alma, como entonces habré de dar cuenta
estricta y recibir por todos mis actos lo merecido, y no sabré yo
dónde será mi posada en la primera noche ni quién me podrá
ayudar (como no seáis vos), en dicha hora venid en mi ayuda,
yo os lo suplico, dulce Madre, mediadora leal y mi sostén."
"Yo os suplico, tomad bajo vuestra encomienda la triste alma
para que en aquella hora no tome el camino del infierno. Recon-
ciliado con vuestro Hijo el Señor, para que, perdonando los pe-
cados, me conceda el paraíso. Y que yo vea allí vuestro rostro y
en compañía de los santos alabe su majestad. Dulce Madre, para
oue os acordéis de mi, os diré de todo corazón el Ave María. Que
aquel que dice esta oración, oh Santa María, sea objeto de vuestra
recomendación, después de su muerte y en vida."
Como habréis podido observar, en esta preciosa e ingenua ora-
ción del primer poeta vasco se encuentra expresado con claridad
meridiana el alto concepto que de la Virgen profesa la fe cristiana
tradicional. Apenas hay atributo ni prerrogativa de la Virgen que
no esté insinuado: ella es la Madre de Dios, la exenta de todo pe-
cado, llena de toda gracia, investida de gran poder, intercesora
omnipotente, medianera y distribuidora de todas las gracias, en
sus manos está el obtener la salvación, etc.

Crííica de los enamorados


No menos explícitos son los párrafos siguientes, tomados del
canto titulado "Amorosen gaztiguya" •=. Crítica de los enamorados.
En él el poeta hace una descripción de los trabajos y peligros de
alma y cuerpo a que se entregan los enamorados, que son presa
del amor loco de la carne. A este amor loco él opone el amor de
la Virgen. "Que otros piensen en otras, yo pienso en la Virgen
María. Que la buena Señora nos valga a todos, es lo que yo pido."
Fr. Luis Vtllasante O. F. M.—La Virgen María... 189

"La buena madre de Dios está llena de todas las gracias. Nadie
hay que sea digno de ser el objeto de su amor. Sirvámosla bien v
ella nos amará al instante. Todo otro amor fuera de éste es vano
Cuando más necesitemos, nos faltarán todos los oüvs. Nosotros
los pecadores morimos antes de lo que se piensa. Si ella no viene
en nuestra ayuda, ¡cuan perdidos somos! Demos todos nuestro
amor a la buena Señora. Dejemos todo otro amor y honremos a
ella. Si así obramos, seremos honrados. Sin ella, a pesar de todos
los demás, nos perderíamos."
"Fuera de Dios, todo el mundo no puede ayudar tanto como
ella; el cielo, la tierra, el mar todo le está sometido: a todo se ex-
tiende su mano si es preciso, A pesar de ser ella grande, ella aprecia
al pequeño. Si dejamos a la que es así, ¿dónde encontraremos otra
semejante?"
"Los otros amores no son honestos más que respecto a uno solo:
no se quiere repartir con otro lo que se posee: la Virgen Madre
gloriosa es de tal manera cumplida que a todos ella se basta. La
buena Señora ha recibido como don la gracia de no inspirar a
nadie pasión perversa y de extinguir con su aspecto todo deseo
impuro. Con ver su imagen conoceréis la verdad de esto."
"Antes faltará el agua en el mar, la estrella en los cielos, la
sombra en los bosques, la hierba en toda la tierra, el sol en el día,
la obscuridad en la noche negra, que ella nos falte a nosotros, si
es que nos mostramos fieles para con ella. ¿Por qué, pues, somos
locos, pobres pecadores? Vayamos todos a esta fiel Señora. Eche-
mos fuera todos los amores falsos. Con ella tenemos todo cuanto
necesitamos. ¡Ah, pobre enamorado, cómo estás engañado! Tú
pasas en la locura toda tu existencia. Si mi graciosa Señora no
viene en tu ayuda, vas perdido, tanto en vida como en muerte."
"...aunque sea en la muerte, encomiéndate a ella... Incluso en
el último momento, ella no deja a los suyos perderse; incluso en
esa hora, tiene en su mano todas las gracias".
"Nadie hay exento de falta, ésta es seguramente la verdad. Dios
condena el mundo a causa del pecado. En vos no ha habido pe-
cado, oh gran Señora: interceded por nosotros a fin de que nos
conceda el perdón. Dios os hizo para salvar a los pecadores (re-
servándose para sí el ser juez de justicia), a fin de que fueseis el
refugio de la misericordia, y no pudiendo ser salvos en justicia,
se salvasen por vuestra misericordia, a condición de que sincera-
mente acudan a vos. Jamás ha habido ni habrá un pecador tan
190 Fr. Luis Villasante O. F. M.—La Virgen María...

grande ni tan inmundo que si ha seguido su camino encomendán-


dose a vos, no haya obtenido perdón por amor vuestro. No se ha
perdido ni se perderá ninguno que esté bajo vuestra recomenda-
ción. A vos nos encomendamos en muerte y en vida."
"Las otras mujeres son madres de algunos niños pequeños y
por ello ya más no pueden ser vírgenes. Vos, Señora, siendo virgen,
sois Madre de Dios, y por ello sois reina del cielo y de la tierra. D3
todas las cosas de las que Dios es el Señor, vos sois la Señora.
Razón es que todo el mundo os tribute honor, porque así obra
para con vos el mismo Jesucristo. El Universo no puede tener tanta
dignidad como vos. Oh, Señora, nadie puede haber igual a vos.
Nadie es superior a vos, más que Dios sólo. Fuera de Dios, todo
lo demás es inferior a vos. Madre de Dios, vos estáis por encima
de todo el mundo. El Universo no ha hecho por él tanto como vos;
él puede, por tanto, hacer por vos más que por todos; é> no puede
dejar de obedecer a su madre. Concedednos, os suplico, que seamos
de los vuestros."
"Si vos quisierais tomarme bajo vuestra recomendación, yo no
podría condenarme; yo así lo creo firmemente Vos habéis preser-
vado a muchos que se hubieran condenado. Venid también en mi
ayuda antes que sea perdido. En ninguna parte existe mal que
vos no podáis hacer desaparecer ni bien que no esté en vuestra
mano. En todo tiempo y en todo lugar, sin duda alguna, todas las
gracias están en vuestra mano por concesión de Dios."
"La Madre puede alcanzar del hijo lo que ella quiere. El buen
hijo puede mucho por el amor de su madre. Dios ha recibido
nuestra naturaleza en vos, enamorado; a Dios habéis convertido
en nuestro hermano. Sois digna madre de él y de todos nosotros:
la madre no puede sufrir guerra alguna entre los hijos. Si vos le
veis enojado a causa de nuestra maldad, ya que sois la madre de
todos haced la paz entre él y nosotros."
"Por los grandes pecados que actualmente se cometen, Dios
habría ya aniquilado toda la tierra, si vos no intercedierais por
nosotros. Si él nos conserva, es por vuestros ruegos. Aunque seamos
malos, vos no nos abandonáis. Llevadnos a buen término para que
seamos de los salvados. Dulce madre, si yo cometo faltas contra
vos, castigadme y, corregidme, os ruego, inmediatamente. Ah, ¿a
dónde iría yo dejándoos a vos, Madre mía? Yo no conozco para
mí Madre como vos."
Fr. Luis Villastaite O. F. M.—La Virgen María... 191

Canlo en favor de las mujeres


En el canto "Emazten favore", o sea, en favor de las mujeres,
donde el poeta defiende a las mujeres contra los hombres que
murmuran de ellas y elogia sus virtudes, cualidades y beneficios
que hacen al hombre, hallamos también una estrofa sobre la Vir-
gen. Dice así: "Dios ama a ia mujer por encima deí mundo entero,
pues bajó del cielo enamorado de ella: la mujer lo ha hecho her-
mano nuestro. Se debe alabar a todas las mujeres por amor de él.''

Conclusión
Estos son los pasajes referentes a la Virgen que hallamos en el
primer libro vasco. Como habréis notado, casi todos los dones y
prerrogativas de la Virgen, que nuestros mariólogos proponen,
están ya aquí atestiguados o insinuados. En estos versos sencillos
resplandece y alienta de una manera bien viva y notable el sentir
cristiano de todos los siglos acerca de la Virgen Santísima, en ellos
se expresa el alto concepto que de la Virgen, de su dignidad y papel
en los planes salvadores de Dios ha profesado el creyente. Bajo
este punto de vista Bernard Dechepare es sin duda un testigo más
—y testigo bien explícito—, y su obra un monumento más de esta
tradición viviente y multisecular de la Iglesia, que en todos los
siglos y pueblos de la Cristiandad ha alzado su voz para expresar
lo que la fe cristiana cree de la Virgen.
Terminemos este sencillo reportaje sobre el primer poeta vasco
reproduciendo una estrofa suya en su misma lengua nativa:

"Ychassoan hur gucia, ceruyetan icarra,


Oyhanetan i<;alori, lur gucian velharra,
Egunari yguzquia, gau belgari ilhuna
Lehen faltaturen dirá eci hura gugana,
Balinetan eguiazqui gu bagaude hargana."

(="Antes faltará en el mar toda el agua, en los cielos la es-


trella, en los bosques la sombra, en toda la tierra la hierba, en el
día el sol, en la noche negra la obscuridad, que no nos falte ella,
si es que sinceramente nos volvemos a ella.")

Santuario de Aránzazu (Guipúzcoa), julio 1960.

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