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La Comedia de Dante

José María Micó

10, 15 y 17 de octubre de 2019


2. El Infierno

Martes 15 de octubre de 2019


Dante en la selva (canto I)

A mitad del camino de la vida,


me hallé perdido en una selva oscura
por apartarme de la buena senda.
Es tan difícil relatar cómo era
esta selva salvaje, áspera y ardua,
que al recordarlo vuelvo a sentir miedo.
Solo la muerte es más cruel y amarga,
pero antes de hablar del bien que hallé
diré las otras cosas que ocurrieron.
No sé explicar muy bien cómo entré allí,
porque tenía mucho sueño cuando
abandoné la senda verdadera.
[ CANTO I. ¶ Edición de Pietro de’ Passi, Venecia, 1491,
con el comentario de Cristoforo Landino. ]
Encuentro con Virgilio
Mientras retrocedía, ante mis ojos
una figura vi que parecía,
tras un largo silencio, enmudecida.
Cuando en medio la vi de aquel desierto,
«Apiádate de mí», grité enseguida,
«seas quien seas, sombra u hombre vivo».
Respondió: «Hombre no soy, pero lo fui;
y es mi ascendencia de lombardos padres,
ambos, para más señas, mantuanos». [ … ]
«¿Acaso eres Virgilio, aquella fuente
de la que brota un río de elocuencia?»,
manifesté con vergonzoso rostro.
«Oh tú, honor y luz de los poetas,
válganme el gran amor y el largo estudio
con el que he examinado tu volumen.
Tú eres mi maestro, eres mi autor,
el único de quien he asimilado
el elevado estilo que me honra.
Virgilio, guía de Dante
Por todo eso y por tu bien, decido
que me sigas, y yo seré tu guía:
te llevaré por un lugar eterno
en el que oirás desesperados gritos,
verás viejos espíritus dolientes
pidiendo a voces la segunda muerte;
también verás a aquellos que en el fuego
permanecen contentos, porque esperan
verse algún día entre beatas gentes.
Si tú quieres después subir a verlos,
tendré que abandonarte, pero un alma
más digna que la mía irá contigo;
porque el emperador que allí gobierna,
como yo fui rebelde a su doctrina,
no quiere que te lleve hasta su reino.
Los nueve círculos del Infierno

1º. Limbo. No bautizados (canto IV)


2º. Lujuriosos (canto V)
3º. Golosos (canto VI)
4º. Avaros y pródigos (canto VII)
5º. Iracundos y perezosos (canto VIII).
6º. Heréticos (cantos IX-XI).
7º. Violentos (cantos XII-XVII).
8º. Fraudulentos (XVIII-XXX).
9º. Traidores (XXXII-XXXIV).
La clasificación de los pecados

Categorías generales
INCONTINENCIA, VIOLENCIA Y FRAUDE

INCONTINENTES: Círculos 2º a 5º
Lujuriosos · Golosos · Avaros y pródigos · Iracundos y perezosos

VIOLENTOS: Círculos 6º y 7º
Contra los demás · Contra sí mismos · Contra Dios y la naturaleza

FRAUDULENTOS: Círculo 8º, Malasbolsas


10 tipos de engaños con sus espacios

TRAIDORES: Círculo 9º, 4 zonas


Caína Antenora Tolomea Judeca
A los parientes · A la patria · A los anfitriones · A los benefactores
El «contrapaso»
Cuando ya estuvo justo al pie del puente,
alzó y acercó el brazo que llevaba
colgando su cabeza y después dijo
estas palabras: «Tú que aún respiras
y vas viendo a los muertos y sus penas,
dime si sabes de otra mayor que ésta.
Para que des de mí noticia al mundo,
debes saber que soy Bertran de Born,
el que dio al joven rey malos consejos.
A padre e hijo convertí en rivales;
no usó más perniciosas persuasiones
con David y Absalón Aquitofel.
Yo desuní a personas muy unidas
y ahora tengo, ay de mí, los sesos lejos
de su raíz, que en este tronco estaba.
De esta manera cumplo el contrapaso».
Infierno, XXVIII, 127-142.
Círculo 2º: Los lujuriosos (canto V)
Ahora ya empiezan las dolientes notas
a golpear mi oído; ya he llegado
adonde un llanto inmenso me conmueve.
Llegué a un lugar de luz enmudecida
que ruge como el mar tempestuoso
cuando contrarios vientos lo sacuden.
La tormenta infernal, que nunca cesa,
con su vértigo agita a los espíritus
y los aflige con sus sacudidas.
Cuando llegan al vértice, comienzan
sus gritos y lamentos, y con ellos
van maldiciendo la virtud divina.
Vi que los condenados a esta pena
eran los pecadores de la carne,
que la razón someten al instinto.
é Ms. Riccardiano 1035, Biblioteca Riccardiana,
Florencia (copiado por Boccaccio hacia 1360).

Giuseppe Frascheri, Paolo e Francesca


nel vortice infernale (1846). è
Paolo e Francesca, gama de grifería de diseño italiano.
Paolo y Francesca (canto V)
«Amor, que prende pronto en noble pecho,
prendió en él cuando vio mi hermoso cuerpo,
que después cruelmente me quitaron.
Amor, que al que es amado amar requiere,
hizo que yo lo amase con tal fuerza,
que, como ves, aún no me abandona.
Amor nos procuró una misma muerte.
Caína está esperando al asesino».
Estas son las palabras que dijeron.
[…]
Y ella me dijo: «No hay dolor más grande
Que recordar la dicha en la desgracia,
Y esto muy bien lo sabe tu maestro».
Paolo y Francesca (canto V)

«Leyendo por placer un libro un día,


supimos del amor de Lanzarote;
estábamos a solas y sin cuita.
La lectura juntó nuestras miradas
muchas veces y nos ruborizamos,
pero todo ocurrió por un pasaje.
Cuando supimos que tan noble amante
besó el sonriente y deseado rostro,
este, que nunca abandonó mi lado,
estremecido me besó en la boca.
Libro y autor hicieron de Galeoto:
ya no leímos más en todo el día».
Mientras un alma hablaba, la otra estuvo
llorando sin cesar, y en ese instante
me desmayé, abrumado por la pena.
Y caí como un cuerpo muerto cae.
[ CANTO X. ¶ Ilustración de Sandro Botticelli, ca. 1495, Códice
Reginensis Latinus 1896, Biblioteca Apostólica Vaticana. ]
Farinata y Cavalcante (canto X)

[ CANTO X. ¶ Códice 2263, s. XV, ca. 1405, Biblioteca Trivulziana, Milán.]


Brunetto Latini (canto XV)

[ CANTO XV. ¶ Ms. Holkham misc. 48, Bodleian Library, Oxford.]


Brunetto Latini (canto XV)
Nos encontramos una hilera de almas
que iban avanzando por el margen,
y nos miraban como mirar suelen
dos hombres que se cruzan en la noche,
escudriñándonos como escudriña
el viejo sastre el ojo de la aguja.
En esa inquisidora comitiva,
uno me conoció, me asió del borde
del manto y me gritó: «¡Vaya sorpresa!».
En el momento en que tendió su brazo,
examiné su aspecto requemado,
y así, a pesar del abrasado rostro,
y sin dudar, logré reconocerlo.
Acercando mi mano hacia su cara,
pregunté: «¿Aquí estáis vos, micer Brunetto?».
Brunetto Latini (canto XV)
«Si se cumpliese lo que yo deseo»,
le dije, «vos no habríais sido aún
expatriado de la vida humana,
pues fija está en mi mente y me adolora
vuestra imagen paterna, cara y buena,
de cuando tantas veces me enseñabais
la eternidad que el hombre alcanzar puede,
y es de justicia que, mientras yo viva,
mi lengua exprese mi agradecimiento.
Lo que narráis del curso de mi vida
lo escribo y lo comento para uso
de una mujer que bien sabrá glosarlo.
Quiero tan solo que tengáis muy claro
que, si no me lo afea mi conciencia,
a afrontar la Fortuna estoy dispuesto.
Brunetto Latini (canto XV)
«Debes saber, en suma, que estos fueron
clérigos y eruditos de gran fama,
todos afectos de un pecado inmundo.
[…]
Diría mucho más, pero el discurso
no puede prolongarse, porque veo
venir del arenal más polvareda
y yo no debo estar con los que llegan.
Un único favor te pido. Cuida
de mi Tesoro: en él sigo viviendo».
Se volvió, y parecía uno de aquellos
que en la carrera del pañuelo verde
compiten por los campos de Verona.
Parecía el que gana, no el que pierde.
El círculo octavo: Malasbolsas
Malasbolsas
El círculo octavo: Malasbolsas
1ª. Rufianes y seductores (canto XVIII).
2ª. Lisonjeros (XVIII).

3ª. Simoníacos (XIX).

4ª. Magos y adivinos (XX).

5ª. Barateros (XXI-XXII).


6ª. Hipócritas (XXIII).

7ª. Ladrones (XXIV-XXV).

8ª. Malos consejeros (XXVI-XXVII).


9ª. Sembradores de discordias (XXVIII-XXIX).
10ª. Falsarios (XXIX-XXX).
Los papas simoníacos (canto XIX)

[ CANTO XIX. ¶ Códice 1083, s. XV, Biblioteca Trivulziana, Milán.]


Los papas simoníacos (canto XIX)
¡Oh Simón mago, oh míseros secuaces
que las cosas de Dios, que deberían
casar con la bondad, vosotros, ávidos,
adulteráis a cambio de oro y plata,
es vuestro turno: hoy sonará la trompa
por los que estáis en la tercera bolsa!
En la siguiente cavidad estábamos,
subidos sobre el ápice del arco,
justo encima del centro de la fosa.
¡Oh divina sapiencia, qué bien reinas
en el cielo, la tierra y el infierno
y con cuánta justicia das y quitas!
Vi por todas las partes de aquel foso
la piedra gris repleta de agujeros,
todos redondos y de igual anchura.
Los papas simoníacos (canto XIX)

Yo estaba como el fraile que confiesa


al pérfido sicario que reclama
al confesor para evitar la muerte.
Entonces él gritó: «¿Ya estás aquí?
¿Eres tú, Bonifacio, ya has llegado?
Muchos años erró la profecía.
¿Tan pronto te has saciado de los bienes
con que lograste la más bella esposa,
a la que has engañado y ultrajado?».
Me quedé tan perplejo como aquellos
que oyen alguna cosa inesperada
y no saben qué hacer ni qué decir.
Los papas simoníacos (canto XIX)
«Bien castigado estás. Te lo mereces.
Y cuida bien la ilícita ganancia
que te hizo tan osado contra Carlos.
Y si no fuese porque me lo impide
la reverencia por las altas llaves
que en la vida terrena detentaste,
usaría palabras aún más duras,
porque vuestra avaricia aflige al mundo,
pisando al bueno y aupando al malo». [ … ]
Mientras yo le cantaba las cuarenta,
comido por la ira o la conciencia,
él movía frenético las patas.
Creo que a mi maestro le gustó,
pues con alegre rostro estuvo atento
al son de mis palabras verdaderas.
Ulises (canto XXVI)
[ … ] mi deseo ardiente
de conocer el mundo y ser experto
en los humanos vicios y virtudes:
me aventuré por alta mar llevando
una nave tan solo y unos pocos
compañeros que no me abandonaron.
[…]
“Oh hermanos”, dije, “que tras mil peligros
estáis en el confín del occidente,
no renunciéis, en el escaso tiempo
que nos queda de vida, a la experiencia
de conocer el mundo no habitado
que a la espalda del sol está esperando.
Pensad en vuestro origen, que no fuisteis
hechos para vivir como animales,
sino para seguir virtud y ciencia”.
Ulises (canto XXVI)

Se encendió cinco veces y otras tantas


se apagó el resplandor bajo la luna
desde que comenzó nuestro periplo,
cuando en penumbra vimos a lo lejos
una montaña que me parecía
la más alta que había visto nunca.
Nos alegramos, pero la alegría
se volvió llanto, pues de aquella tierra
se alzó un turbión que golpeó la nave.
La hizo girar tres veces, y a la cuarta
le levantó la popa el remolino
y hundió la proa por deseo ajeno.
Luego el mar se cerró sobre nosotros».
EL CÍRCULO NOVENO:
EL COCITO

[ Códice
Urbinate
Latino 365
siglo XV,
Biblioteca
Apostólica
Vaticana.]
El conde Ugolino (cantos XXXII-XXXIII)

[ CANTO XIX. ¶ Códice Palatino 313, s. XIV, Biblioteca Nacional de Florencia.]


El conde Ugolino (canto XXXII)
Nos separamos de él y a dos helados
vi juntos en un hoyo: la cabeza
del uno hacía de sombrero al otro;
como el hambriento que un mendrugo roe,
así el de arriba hundía el diente al otro
donde el seso se junta con la nuca;
con el mismo desdén con que Tideo
le mordió la cabeza a Menalipo,
así éste hacía con el cráneo ajeno.
«Oh tú que en modo tan bestial demuestras
tu odio por aquel al que devoras,
dime por qué», le dije, «y si te quejas
con razón de su afrenta, cuando entienda
quiénes sois y cuál fue su culpa, el mundo
de allá arriba sabrá por mí tu historia,
si esta con la que hablo no se seca».
El conde Ugolino (canto XXXIII)
« [ … ] “Padre, sufriremos menos
si nos comes, pues de estas carnes míseras
tú nos vestiste y puedes despojarnos”.
Me calmé para no agravar su pena
y por dos días nadie dijo nada.
¿Por qué, tierra cruel, di, no te abriste?
Llegado el cuarto día, mi hijo Gado,
suplicante y tendido a mis pies, dijo:
“«¿Por qué, padre querido, no me ayudas?”.
Allí murió, e igual como tú ahora
me ves a mí, del quinto al sexto día
los vi morir a todos, uno a uno;
enceguecido los buscaba a tientas
y por dos días los llamé, ya muertos:
después, más que el dolor, pudo el ayuno».
Dicho esto, con ojos extraviados
volvió a roer el cráneo con los dientes,
fuertes cual los de un perro con su hueso.
Todos los textos citados proceden de la siguiente edición:

Dante Alighieri
Comedia
Prólogo, comentarios y traducción de
José María Micó

Barcelona · Acantilado · 2018


La Comedia de Dante
José María Micó

10, 15 y 17 de octubre de 2019

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