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RESUMEN Cap1 Alex Montoya

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Predique con poder espiritual (Hechos 1:8)

Nuestra lucha es una guerra espiritual, no contra sangre y carne (Ef. 6:12). Por lo tanto, nuestra armadura es espiritual y nuestras armas espirituales. Las reglas de nuestra guerra no son como las de la Bolsa de Valores ni como las del Tribunal Supremo. Son divinas! Y es Dios nos las ha dado (2 Co. 10:34). El secreto para predicar apasionadamente es el poder espiritual. El trabajo espiritual demanda poder espiritual. Es Dios trabajando en nuestras vidas. Por eso el secreto de la predicacin poderosa est en Dios, no en el hombre. La habilidad por s misma no forma al predicador; Dios hace al predicador. Erramos terriblemente si confundimos la habilidad con poder espiritual. Confiar en la habilidad o el talento y no en el poder de Dios produce una gran tragedia espiritual y ministerial. La pasin se origina en el corazn de Dios y se procesa en el corazn del hombre. Si vamos a sacudir los corazones de los hombres, debemos ser canales a travs de los cuales Dios pueda llegar a esos corazones. Debemos ser vasos listos y preparados para ejecutar la voluntad de Dios. Cuando estamos apasionados por Dios, somos apasionados en nuestra predicacin. El libro de los Hechos es realmente una demostracin del poder de Dios en la predicacin y vida de los discpulos. La iglesia primitiva en accin nos lleva a la conclusin de que su poder tena que ver con el Espritu Santo. Estos eran cristianos que estaban a tono con Dios y dependieron profunda y personalmente en el Espritu Santo. Podemos aprender mucho de ellos tanto para nuestras vidas como para nuestras predicaciones. Consideremos lo que se requiere para predicar con poder espiritual. Contritos de alma Predicar en el plpito moderno puede ser vanaglorioso, una accin para autocomplacerse. Nuestros egos nos pueden llevar a cierta autodependencia y engao. El poder espiritual viene cuando nos damos cuenta de lo indigno que somos para predicar y de la necesidad de depender totalmente de Dios. Nosotros pasamos por las experiencias de los valles ms secos y ms profundos, cuando dependemos de nuestras propias fuerzas. En Isaas 6:17, est un cuadro de un predicador quebrantado, un hombre que entendi su total pecaminosidad y falta de dignidad para subir al escritorio sagrado. Debemos cuidarnos de cmo subimos al plpito, si deseamos el poder de Dios en nuestra predicacin. As como el Lugar Santsimo no estaba disponible para todos, a menos que llenaran los requisitos y entraran en pureza y reverencia, lo mismo debera ser con el plpito. El Salmo 24:36 da las cualidades necesarias para subir al monte santo del Seor: manos limpias; un corazn puro; un alma verdadera; y una lengua recta. El Salmo 15 establece los mismos requisitos: camina con integridad y obra justicia, habla verdad en su corazn, no calumnia con su lengua, no hace mal a su prjimo, no toma reproche contra su amigo, en cuyos ojos el perverso es menospreciado, honra a los que temen al Seor. Somos nosotros as? Anhelamos ser el tipo de hombre que Dios describe en 1 Timoteo 6:11, que huye del pecado y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, y la amabilidad? La manera como afrontamos la tarea de predicar debera ser con un corazn contrito, con humildad y quebrantados. Confesin de pecado El pecado nos alejar del poder de Dios. No se atreva a confiar en los medios y mtodos y tolerar el pecado en su alma. El secreto del poder espiritual es mantener cuentas claras con relacin al pecado con Dios. Debemos estar a menudo en nuestras recmaras de confesin, expiando nuestros propios pecados por medio de nuestro Salvador personal, Jesucristo. Dios no favorece a un predicador sucio. El plpito puede ser una magnfica ayuda para guardarnos del pecado habitual si reconocemos su santidad y la necesidad de santidad personal como un requisito para subir a l y declarar la Palabra de Dios. Si nos comprometemos a no predicar excepto cuando podemos levantar manos santas, tenemos garantizada la ayuda de Dios en nuestro ministerio. Los hombres de Dios pecan, pero los hombres de Dios deben confesar sus pecados. Consideremos los casos de Nehemas (Neh. 1:41l), Daniel (Dn 9) y de David (Salmo 51). Todos como ellos debemos hacer nuestras confesiones en nuestro estudio o en nuestros lugares de oracin personal, nunca en el plpito. Comunin con Dios La santidad tambin debe ser mantenida a travs de una constante y viva comunin con Dios. Si vamos a ser lderes de alabanza, entonces debemos ser verdaderos adoradores tambin. Si vamos a hablar por Dios, debemos ser personas que hablan con Dios. Si vamos a dirigir las almas al cielo, entonces debemos ser los que descienden del cielo con la Shekinah de Dios alrededor de nosotros.

Aqu es donde muchos de nosotros fracasamos. No practicamos lo que predicamos. Y todava nos preguntamos por qu el poder se ha apartado de nuestra predicacin. Lo que en realidad sucede es que nosotros nos hemos apartado de la fuente de nuestro poder: Dios mismo. As que, debemos tener las prioridades correctas en nuestras vidas. Dios debe ser lo primero, aun antes que el ministerio! La parte ms importante de la vida de un predicador es la parte que solo Dios ve, el tiempo a solas con Dios, cuando no ests sermoneando, cuando no te ests preparando para el ministerio pblico, cuando eres un pecador adorando a un Dios santo. As que yo dira a cada predicador: Cultiva tus races espirituales y comienza cada da con el Seor. Claves para la comunicacin con Dios 1. Leer las Escrituras. Desarrolle una disciplina personal de leer la Palabra de Dios, no tanto para preparar un sermn, sino por el gozo personal de conocer a Dios y sus obras en el mundo. 2. Meditar en la Palabra de Dios. Permita que el estudio de la Palabra sea un ejercicio para alimentar el alma y no para engordar un sermn para otros. Si el sermn lo alimenta, alimentar a otros tambin. 3. Aparte suficiente tiempo cada da para meditar en lo que lee y estudia. Camine; tenga un largo paseo por el campo. Encuentre un lugar silencioso y adecuado para reflexionar en las verdades encontradas en el estudio. Procure entender y aplicar la verdad en su corazn. 4. Orar constantemente. Est en constante oracin. La oracin debe saturar su vida. Ore en privado. Ore con su esposa y con la familia. Ore con otros. Ore por todas las necesidades ministeriales.Ore por otros. En fin, ore sin cesar. 5. Crecer en el amor por el Salvador. Enamrese del Salvador. No olvide el da de su salvacin. Recuerde que usted fue hijo de Dios antes de ser un ministro de Dios y que usted ser hijo de Dios aun mucho despus que deje de ser un ministro de Dios! Su posicin en Dios est basada no en el tamao de su iglesia o el efecto de su predicacin, sino en su adopcin en Cristo. As que crezca en su amor por el Salvador. 6. Adoracin privada y pblica. Obtenga lo mejor de la adoracin pblica. No sea un espectador sino un participante. La meta principal del servicio de adoracin es adorar a Dios, no recibir ni or su sermn. Dios, no usted, es la atraccin principal. Permita que los cantos, la msica especial, las ofrendas y el compaerismo de la gente de Dios le motive a una verdadera adoracin. 7. Ayunar y ejercitar la humildad. Tome tiempos especiales para dedicarse usted mismo a tiempos prolongados de oracin, ayuno e introspeccin personal. El tiempo usado en estas disciplinas espirituales mostrar sus resultados en el mantenimiento de una vida espiritual viva. Comisionados por el Espritu El poder espiritual viene cuando entendemos que nuestros ministerios no provienen de los hombres sino de Dios. El predicador necesita de alguna forma sentir que Dios lo ha llamado a esta tarea sagrada. l puede hacer lo que nadie ms puede hacer. Este llamado necesita no solamente sentirlo en lo personal, sino que debe ser afirmado por la iglesia. El llamado del Espritu Santo a predicar est abierto a todos los creyentes, todos en el mismo nivel de sacerdocio. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que hay ocasiones en que Dios aparta a hombres para un ministerio especfico (Hch. 13:2, 1 Ti. 3:113; 1Ti. 5:1720; He. 13:7, 17). Quienes no reconocen que tal hombre ha sido llamado por Dios se resistirn a or y obedecer. Usted tambin estar condenado al fracaso si no est seguro del llamado de Dios. Donde el llamado es manifiesto, la promesa es segura. Pero si nosotros corremos sin ser enviados, nuestras labores no sern bendecidas. Con el llamado de Dios y el apoyo de la iglesia, podemos actuar como embajadores del Rey e implorar la las personas que se reconcilien con Dios. Quiere usted predicar con pasin? Lo ha llamado Dios para predicar? Entonces obedezca el llamado y vaya en la confianza de que Dios le suplir todo. Lo ha ordenado la iglesia para predicar? Entonces hable con autoridad eclesistica Controlado por el Espritu La pasin tambin procede del poder espiritual que produce el inmediato y personal rendimiento de nuestras vidas al Espritu Santo. Mucho se ha dicho acerca de predicacin con urgencia, que es la predicacin que viene cuando el predicador es controlado completamente por el Espritu Santo. Para otros, predicar con urgencia, o lo que comnmente llaman uncin, es una dotacin sobrenatural del poder del Espritu Santo. Algunos como Tony Sargent en un libro titulado El Sagrado Ungimiento, concluyen que uncin es lo que impulsa al predicador. Hace de la predicacin un arte especial. Esto no quiere decir que la uncin no est presente durante la preparacin del sermn. La uncin puede venir cuando la mente y el corazn del predicador estn sumergidos en el estudio.

Las discusiones acerca de la uncin son opacas y confusas. Considere las consecuencias de la enigmtica explicacin de uncin de Sangster, tal discusin de la uncin nos deja ms miserables que al principio. Somos guiados a creer, debido a la definicin de uncin, que algn poder especial est disponible para el predicador, algn toque sobrenatural que debemos esperar, buscar y recibir, y eso es, en ltima instancia, un toque caprichoso del Espritu Santo sobre quin y cundo El quiere darlo. Esto implica colocar una dolorosa carga sobre cualquier pobre predicador. Tal cosa no existe. Debemos ser liberados de esta carga puesta sobre nosotros por los que ensean esto acerca de la predicacin. Cada ejemplo que nos es dado de hombres que predicaron con uncin es el de hombres que fueron dotados con muy buena oratoria y habilidades intelectuales. Dnde quedan los hombres que no tienen estos talentos o habilidades? Si la uncin es totalmente de parte de Dios, con toda seguridad que veramos a predicadores comunes, ignorantes, sin talento, pero sin embargo, ungidos de esa manera. La uncin bblica tiene que ver con la asignacin de una tarea (x. 28:41), una consagracin (x. 29:36; 40:13), la designacin de un oficio (Jue. 9:8; 1 S: 9:16), y un ungir o derramar perfume sobre el cuerpo (Lc. 7:46; Ap. 3:9). No hay duda de que Cristo tuvo una uncin especial (Lc. 4:18; Hch. 10:38), y que el Espritu Santo es la uncin que es dada a todos (1 Jn. 2:20, 27). Podemos esperar ser usados por el Espritu Santo en la predicacin cuando nosotros estemos bajo su constante control (no solo en el plpito; comp. Efe. 5:18), cuando no entristecemos o apagamos al Espritu (Ef. 4:30; 1 Ts. 5:19), y cuando no lo resistimos (Hch. 7:51). Cada predicador puede experimentar el poder de Dios si simplemente rinde completamente su vida a la obediencia de Cristo y busca fielmente llevar su carga. El predicador obediente debe esperar que Dios bendiga la Palabra predicada (Is. 55:11). La predicacin poderosa, por lo tanto, ni es medida por el tamao de la iglesia ni por el carisma y la elocuencia del predicador. Ms bien es por el efecto de la Palabra pronunciada por el predicador sobre el oyente. La consolacin de los santos Predicar poderosamente es el resultado de la interaccin que la gente de Dios tiene con nosotros en nuestra predicacin. No debemos atrevernos a reducir la importancia que la congregacin tiene sobre nuestra predicacin. Cmo incrementan y mejoran ellos la predicacin con poder espiritual? -Por su intercesin. Nosotros necesitamos definitivamente sus oraciones. -Por su interaccin con nosotros. Nuestras personas nos hacen predicadores poderosos. Ellos son, en un sentido, con quienes nosotros experimentamos ya que practicamos con ellos. Aqu es donde una audiencia paciente y sabia es de ayuda para nosotros. Ellos proveen un foro para que nosotros desarrollemos nuestro oficio y mejoremos nuestras habilidades como predicadores. -Al proporcionar una crtica constructiva a nuestra predicacin. Si somos sabios y humildes, le daremos la bienvenida a esas sugerencias constructivas a nuestra predicacin, aun si ellos pudieran hacerlo sin tacto. Nuestra inseguridad y el orgullo pueden impedir que suceda esto. Podemos suprimir rpidamente cualquier ayuda que pudiramos recibir de nuestra gente. As nunca llegaremos a ser mejores predicadores y vamos a desarrollar malos hbitos o un estilo o espritu ineficaz.

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