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Con Toalla y Palangana

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CON TOALLA Y PALANGANA De todas las veces en que vemos las rodillas de Jess dobladas, ninguna es ms preciosa que

cuando se arrodill frente a sus discpulos y les lav los pies. Fue justo antes de la Pascua. Jess saba que su hora haba llegado para dejar este mundo e ir al Padre. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, les mostr el alcance pleno de su amor. Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jess que su hora haba llegado para que pasase de este mundo al Padre, como haba amado a los suyos que estaban en el mundo, los am hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya haba puesto en el corazn de Judas Iscariote, hijo de Simn, que le entregase, sabiendo Jess que el Padre le haba dado todas las cosas en las manos, y que haba salido de Dios, y a Dios iba, se levant de la cena, y se quit su manto, y tomando una toalla, se la ci. Luego puso agua en un lebrillo, y comenz a lavar los pies de los discpulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceido (Juan 13.15). Haba sido un da largo. Jerusaln estaba atiborrada con los que haban venido para celebrar la Pascua, la mayora de los cuales anhelaban echar por lo menos un vistazo al Maestro. El sol de la primavera era clido. Las calles estaban secas. Los discpulos se hallaban lejos de casa. Una buena rociada de agua fra sera refrescante. Los discpulos entraron, uno por uno, y tomaron sus lugares alrededor de la mesa. En la pared cuelga una toalla, y en el suelo hay una jarra y una palangana. Cualquiera de los discpulos pudiera ofrecerse voluntariamente para hacer el trabajo, pero ninguno se ofrece. Despus de pocos momentos Jess se levanta y se quita su tnica exterior. Se envuelve en la cintura el cinto del siervo, toma la palangana y se arrodilla frente a uno de los discpulos. Desata la correa de la sandalia, y con suavidad levanta el pie y lo coloca sobre la palangana, cubrindolo con agua y empieza a lavarlo. Uno por uno, un pie sucio tras otro, Jess avanza por la hilera. En los das de Jess lavar los pies era una tarea reservada no para los criados sino para el ms bajo de los criados. Todo crculo tiene su propio orden, y el crculo de trabajadores domsticos no era la excepcin. El siervo que se hallaba en el punto ms bajo en la escala era el que tena que arrodillarse con la toalla y la palangana. En este caso el que estaba con la toalla y la palangana era el Rey del universo. Las manos que formaron las estrellas ahora lavaban la suciedad. Los dedos que formaron las montaas daban masajes a los dedos de los pies. Aquel ante quien todas las naciones un da doblarn las rodillas se arrodilla frente a sus discpulos. Horas antes de su muerte, la preocupacin de Jess es singular. Quiere que sus discpulos sepan cunto los ama. Ms que quitando suciedad, Jess est quitando duda. Jess sabe lo que ocurrir con sus manos en la crucifixin. En veinticuatro horas sern perforadas y quedarn sin vida. De todas las veces que esperaramos que pidiera la atencin de sus discpulos, sera esta. Pero no lo hace as. Usted puede estar seguro de que Jess conoce el futuro de los pies que est lavando. Estos veinticuatro pies no estarn al da siguiente siguiendo a su maestro, defendiendo su causa. Estos pies saldrn despavoridos buscando refugio a la vista de la espada romana. Solo un par de pies no lo abandonarn en el huerto. Solo un discpulo no lo abandonar en el Getseman: Judas ni siquiera llegara a ese punto! Abandonara a Jess esa misma noche en la mesa. Busqu una traduccin de la Biblia que dijera: Jess les lav los pies a todos los discpulos, excepto a Judas, pero no la encontr. Qu momento ms apasionado cuando Jess en silencio levant los pies del traidor y los lav en la palangana! A las pocas horas los pies de Judas, limpios por la bondad de aquel a quien traiciona, estaran en el patio de Caifs. Observe lo que Jess les da a sus seguidores! Sabe lo que estos hombres estn a punto de hacer. Sabe que estn a punto de realizar uno de los actos ms viles de sus vidas. A la maana hundirn sus cabezas en vergenza y mirarn a sus pies con disgusto. Cuando lo hagan, l quiere que recuerden cmo se arrodill ante ellos y les lav los pies. Quiere que se den cuenta de que sus pies estn limpios: Lo que yo hago, t no lo comprendes ahora; mas lo entenders despus (Juan 13.7).

Asombroso. Les perdon su pecado antes de que lo hubieran cometido. Les ofreci misericordia incluso antes de que ellos la buscaran. DE LA FUENTE DE SU GRACIA Ah, yo nunca podra hacer eso, objeta usted. La herida es muy honda. Las heridas son muy numerosas. Tan solo de ver a esa persona hace que me encolerice. Tal vez ese es su problema. Tal vez usted est viendo a la persona equivocada, o por lo menos mucho de la persona equivocada. Recuerde: el secreto de ser como Jess es poner nuestros ojos en l. Trate de cambiar su mirada, alejndola de aquel que le hiri y fijando sus ojos en quien le salv. Note la promesa de Juan: Pero si andamos en luz, como l est en luz, tenemos comunin unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1.7). Aparte de la geografa y cronologa, nuestra historia es la misma que la de los discpulos. No estuvimos en Jerusaln, ni estuvimos vivos esa noche. Pero lo que Jess hizo por ellos, lo ha hecho por nosotros. Nos ha limpiado. Ha limpiado de pecado nuestros corazones. Aun ms, todava nos sigue limpiando! Juan nos dice: Estamos siendo limpiados de todo pecado por la sangre de Jess. En otras palabras, siempre estamos siendo limpiados. La limpieza no es una promesa para el futuro, sino una realidad en el presente. Si una mota de polvo cae en el alma de un santo, se la limpia. Si una mota de suciedad cae en el corazn de un hijo de Dios, esa suciedad es limpiada. Jess todava limpia los pies de sus discpulos. Jess todava lava las manchas. Jess todava purifica a las personas. Nuestro Salvador se arrodilla y mira los actos ms oscuros de nuestras vidas. Pero en lugar de retraerse con horror, se extiende en bondad y dice: Yo puedo limpiarte, si lo quieres. De la fuente de su gracia toma a manos llenas su misericordia y lava nuestro pecado. Pero eso no es todo. Debido a que vive en nosotros, usted y yo podemos hacer lo mismo. Porque l nos ha perdonado, nosotros podemos perdonar a otros. Porque l tiene un corazn perdonador, nosotros podemos tener un corazn que perdona. Podemos tener un corazn como el suyo. Pues si yo, el Seor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros tambin debis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros tambin hagis (Juan 13.1415). Jess lava nuestros pies por dos razones. La primera es darnos misericordia; la segunda es darnos un mensaje, y ese mensaje sencillamente es: Jess ofrece gracia incondicional; nosotros debemos ofrecer gracia incondicional. La misericordia de Cristo precede nuestros errores; nuestra misericordia debe preceder las faltas de otros. Los que se hallaban en el crculo de Cristo no tuvieron duda de su amor; los que estn en nuestros crculos no deben tener duda del nuestro. Qu significa tener un corazn como el de Cristo? Quiere decir arrodillarnos como Jess se arrodill, tocar las partes ms sucias de estas personas con las que estamos clavados y lavar con bondad su grosera. O, como Pablo escribi: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonndoos unos a otros, como Dios tambin os perdon a vosotros en Cristo (Efesios 4.32). Pero, Max, dir usted, yo no he hecho nada malo. Yo soy el que han engaado. No fui yo quien minti. Yo no soy el culpable. Tal vez no lo sea. Pero Jess tampoco lo fue. De todos los hombres en ese cuarto, solo uno era digno de que se le lavaran los pies; y fue l quien lav los pies de los dems. El que mereca que le sirvieran sirvi a los otros. Lo genial del ejemplo de Jess es que el peso de establecer el puente recae sobre el fuerte, no sobre el dbil. El inocente es quien debe hacer el gesto. Sabe lo que ocurre? Con mayor frecuencia que no, si el que tiene razn se ofrece voluntariamente para lavar los pies del que ha hecho el mal, ambas partes se arrodillan. Acaso no pensamos todos tener la razn? Por eso debemos lavarnos los pies unos a otros. Por favor, entienda: Las relaciones no prosperan porque se castigue al culpable sino porque el inocente es misericordioso.

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