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Materia y Forma

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Materia y forma de los

sacramentos
I. Concilio de Florencia

1. «Todos estos sacramentos se realizan por tres elementos:


de las cosas, como materia; de las palabras, como forma,
y de la persona del ministro que confiere el sacramento
con intención de hacer lo que hace la Iglesia. Si uno de
ellos falla no se realiza el sacramento.» (DH 1312)

a) Las «cosas», a las que llama materia, son: tanto los


elementos materiales (agua, aceite, pan, vino) como
las acciones sensibles, ya sean las relativas al uso de
tales elementos (ablución, unción, etc.) o bien las
acciones de otro género, como la imposición de las
manos, la confesión de los pecados, etc.
b) Las «palabras», a las que llama forma, son
las que pronuncia el ministro al realizar el
sacramento.
c) Materia y forma constituyen la parte
esencial del signo sacramental, distinta a
la parte ceremonial que es de institución
eclesiástica. León XIII: «En el rito de
administrar y realizar cualquier
sacramento, con razón se distingue entre
la parte ceremonial y la parte esencial,
que suele llamarse materia y forma» (DH
3315 ).
2. Si falta una de las dos no se realiza el
sacramento. Faltan no solo cuando se
prescinde de ellas, sino también cuando se
modifican de tal manera que son otras. Se
distingue, por eso, entre mutaciones
sustanciales y accidentales.
II. Mutación sustancial

1. La mutación de la materia es sustancial cuando esta es otra


(leche en vez de agua); es accidental cuando no hace que la
materia sea otra (20 o 25 grados). No hay que juzgar el
cambio con análisis de laboratorio, sino respecto a la
significación sacramental (hielo es agua pero no sirve para
lavarse). Los teólogos suelen decir que las mutaciones de la
materia de los sacramentos se juzgan de acuerdo a la
apreciación de los hombres.

2. También la forma sacramental cambia sustancialmente


cuando varían las palabras hasta el punto de significar otra
cosa. En cambio, si las variaciones no cambian el significado
de la fórmula, quiere decir que son accidentales. Este es el
caso de las traducciones a las diversas lenguas.
3. La variación sustancial de la materia o de la
forma hace nulo el sacramento, porque lo
que se realiza tiene un significado
sustancialmente diverso.

4. El ministro que conscientemente usa una


materia ciertamente inválida o usa una forma
(fórmula) sustancialmente diversa, peca
gravemente (CEC 2120) de sacrilegio; a esto
se añade el pecado de escándalo.
III. Mutación accidental

1. La mutación accidental de la materia o de la forma no


invalida el sacramento. No obstante hay que tener
presenta la ley de la Iglesia:
«en la celebración de los sacramentos deben
observarse fielmente los libros litúrgicos aprobados
por la autoridad competente; por consiguiente,
nadie añada, suprima o cambie nada por propia
iniciativa» (CIC 846, 1).
Esta norma obliga gravemente, especialmente en lo
que se refiere a lo esencial del sacramento. La
mutación accidental de la materia y de la forma que
quebrantan lo que dicen los libros litúrgicos son ilícitas.
2. Salva la sustancia del signo sacramental, las
determinaciones accidentales constituyen una ley
positiva de la Iglesia, que en caso de grave
necesidad pierde su carácter obligatorio. En
efecto, cuando se trata de la administración de
los sacramentos es menester atender a dos cosas:
a) Que se guarde la debida reverencia al
sacramento
b) Que se provea a la salvación de los hombres
De todas formas, los casos más ordinarios de
grave necesidad ya están previstos en los libros
litúrgicos con las debidas simplificaciones.
IV. Materia dudosa

1. La materia puede ser dudosa respecto a la


validez del sacramento. Nunca es lícito usar
materia dudosa en el caso en que esté
disponible materia ciertamente válida.
2. A falta de materia ciertamente válida, si hay
urgente necesidad del sacramento, es lícito usar
materia dudosa, pero se debe realizar el
sacramento de modo condicionado (sub
conditione).
3. La necesidad urgente del sacramento de valora
con referencia a la salvación.
V. Materia y forma en la totalidad del rito

1. La celebración ordinaria de los sacramentos


no se limita a realizar los elementos
esenciales imprescindibles; estos se
encuadran en un marco litúrgico más amplio,
el cual, aun sin ser completamente necesario
y admitiendo cambios, contribuye
notablemente a alcanzar la finalidad de los
sacramentos.
2. Los sacramentos significan los dones
sobrenaturales que se dan por medio de ellos.
Se trata de una significación muy rica de
contenido, que se condensa en la parte
esencial del signo del sacramento, pero que, a
la vez, aparece desplegada e ilustrada en los
elementos eucológicos que componen la
liturgia sacramental. Estos elementos no hay
que asignarlos distributivamente a los varios
momentos de la celebración litúrgica (por
ejemplo, sacerdocio común con unción, Don
del ES en la imposición de manos sin haber
recibido la unción, etc.).
3. La determinación de la parte esencial es, sin
duda, conveniente; pero a la vez hay que evitar
considerar esa determinación con mentalidad
estrecha, dando importancia solo al núcleo
esencial y despojando de valor a todo el resto
de la celebración.

4. Precisamente la totalidad de los ritos de la


liturgia sacramental constituye una fuente
copiosa de inspiración para la teología de los
sacramentos.

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