El documento describe cómo la Palabra de Dios guía cada vocación. Habla de cómo la Palabra forma el corazón de los pastores y obispos, y cómo los sacerdotes son ministros de la Palabra llamados a anunciar el Evangelio. También describe la espiritualidad de servicio de los diáconos y cómo la Palabra debe ser fundamental en la formación de los candidatos al sacerdocio. Finalmente, explica que los laicos viven su vocación a la santidad participando en el mundo según el Espíritu.
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El documento describe cómo la Palabra de Dios guía cada vocación. Habla de cómo la Palabra forma el corazón de los pastores y obispos, y cómo los sacerdotes son ministros de la Palabra llamados a anunciar el Evangelio. También describe la espiritualidad de servicio de los diáconos y cómo la Palabra debe ser fundamental en la formación de los candidatos al sacerdocio. Finalmente, explica que los laicos viven su vocación a la santidad participando en el mundo según el Espíritu.
El documento describe cómo la Palabra de Dios guía cada vocación. Habla de cómo la Palabra forma el corazón de los pastores y obispos, y cómo los sacerdotes son ministros de la Palabra llamados a anunciar el Evangelio. También describe la espiritualidad de servicio de los diáconos y cómo la Palabra debe ser fundamental en la formación de los candidatos al sacerdocio. Finalmente, explica que los laicos viven su vocación a la santidad participando en el mundo según el Espíritu.
El documento describe cómo la Palabra de Dios guía cada vocación. Habla de cómo la Palabra forma el corazón de los pastores y obispos, y cómo los sacerdotes son ministros de la Palabra llamados a anunciar el Evangelio. También describe la espiritualidad de servicio de los diáconos y cómo la Palabra debe ser fundamental en la formación de los candidatos al sacerdocio. Finalmente, explica que los laicos viven su vocación a la santidad participando en el mundo según el Espíritu.
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¿QUÉ DICE LA PALABRA DE DIOS A CADA VOCACIÓN?
La Palabra de Dios entre nosotros, nos llama a cada uno personalmente, manifestando así que la vida misma es vocación en relación con Él. La Palabra de Dios es indispensable para formar el corazón de un buen pastor, ministro de la Palabra Todo Obispo debe encomendarse siempre y sentirse encomendado “a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados” (Ha de estar como “dentro de” la Palabra, para dejarse proteger y alimentar como en un regazo materno» A imitación de María, Virgo audiens y Reina de los Apóstoles El sacerdote es ministro de la Palabra de Dios; es el ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del Reino, llamando a cada hombre a la obediencia de la fe y conduciendo a los creyentes a un conocimiento y comunión cada vez más profundos del misterio de Dios, revelado y comunicado a nosotros en Cristo» Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es verdad. Como t ú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo» «De la identidad teológica del diácono brotan con claridad los rasgos de su espiritualidad específica, que se presenta esencialmente como espiritualidad de servicio. El modelo por excelencia es Cristo siervo, que vivió totalmente dedicado al servicio de Dios, por el bien de los hombres» «de la identidad teológica del diácono brotan con claridad los rasgos de su espiritualidad específica, que se presenta esencialmente como espiritualidad de servicio. El modelo por excelencia es Cristo siervo, que vivió totalmente dedicado al servicio de Dios, por el bien de los hombres» Palabra de Dios y candidatos al Orden sagrado
«Los candidatos al sacerdocio deben aprender a amar la Palabra de Dios. Por
tanto, la Escritura ha de ser el alma de su formación teológica, subrayando la indispensable circularidad entre exegesis, teología, espiritualidad y misión» PALABRA DE DIOS Y FIELES LAICOS
Jesús, en el Evangelio de Mateo, dice que «el campo es el mundo. La
buena semilla son los ciudadanos del Reino» Estas palabras valen particularmente para los laicos cristianos, que viven su propia vocación a la santidad con una existencia según el Espíritu, y que se expresa particularmente «en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas» «Con el anuncio de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la familia cristiana su verdadera identidad, lo que es y debe ser según el plan del Señor».