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Los 4 Vientos

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LOS 4 VIENTOS

La voz de los 4 vientos


PUNTO DE INFLEXION
Vi cuatro ángeles que habían de hacer una labor en la tierra y andaban en vías de realizarla. Jesús estaba
revestido de sus vestiduras sacerdotales. Miró compasivamente al pueblo remanente, y alzando las manos
exclamó con voz de profunda piedad: “Mi sangre, Padre, mi sangre, mi sangre, mi sangre.” Entonces vi que
de Dios, sentado en el gran trono blanco, salía una luz en extremo refulgente que derramaba sus rayos sobre
Jesús. Después vi un ángel comisionado por Jesús para ir rápidamente a los cuatro ángeles que tenían
determinada labor que cumplir en la tierra, y tremolando algo en su mano, clamó en alta voz: “¡Deteneos!
¡Deteneos! ¡Deteneos! hasta que los siervos de Dios estén sellados en la frente.”
Le pregunté a mi ángel acompañante el significado de lo que oía y qué iban a hacer los cuatro
ángeles. Me respondió que Dios era quien refrenaba todas las potestades del mundo y que
encargaba a sus ángeles de todo lo relativo a la tierra; que los cuatro ángeles tenían poder de
Dios para retener los cuatro vientos, y que estaban ya a punto de soltarlos, pero mientras
aflojaban las manos y cuando los cuatro vientos iban a soplar, los misericordiosos ojos de Jesús
vieron al pueblo remanente todavía sin sellar y alzando las manos hacia su Padre intercedió con
él, recordándole que había derramado su sangre por ellos. En consecuencia se le mandó a otro
ángel que fuera velozmente a decir a los cuatro que retuvieran los vientos hasta que los siervos
de Dios fuesen sellados en la frente con el sello del Dios vivo.
Se acerca el tiempo en que no podremos vender a ningún precio. Pronto se promulgará el
decreto que prohibirá a los hombres comprar o vender si no tienen la marca de la bestia. Hace
poco esto estuvo a punto de ocurrir en California, pero fue solo una amenaza de que soplarían
los cuatro vientos. Hasta el momento estos son retenidos por los cuatro ángeles. No estamos
enteramente listos. Hay una obra que debe hacerse todavía, y entonces se les ordenará a los
ángeles que los suelten, para que los cuatro vientos puedan soplar sobre la tierra.—Testimonies
for the Church 5:152 (1882. EUD 127.1-EUD 127.2
EL SELLAMIENTO
Al principiar el santo sábado, 5 de enero de 1849, nos pusimos en oración con la familia del Hno. Belden en Rocky Hill (Connecticut)
y el Espíritu Santo descendió sobre nosotros. Fuí arrebatada en visión al lugar santísimo, en donde vi a Jesús intercediendo todavía
por Israel. En los bajos de su ropaje llevaba una campanilla y una granada. Entonces vi que Jesús no dejaría el lugar santísimo hasta
tanto que todo caso no estuviese decidido, ya para salvación, ya para destrucción, y que la ira de Dios no podía manifestarse mientras
que Jesús no hubiese concluido su obra en el lugar santísimo y dejado sus vestiduras sacerdotales, para revestirse de ropaje de
venganza.

Entonces Jesús saldrá de entre el Padre y los hombres, y Dios ya no callará, sino que derramará su ira sobre los que rechazaron su
verdad. Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios, y el tiempo de juzgar a los muertos, eran cosas separadas y distintas, que se
seguían una a otra. También vi que Miguel no se había levantado aún, y que el tiempo de angustia, cual no lo hubo nunca, no había
comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se
levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas.

Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos hasta tanto que estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Estas plagas enfurecieron a los malvados contra los justos; ellos pensaban que habíamos atraído
sobre ellos los juicios de Dios, y que si podían raernos de la tierra, las plagas se detendrían. Se promulgó un decreto para matar a los
santos, lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento. Este fué el tiempo de la angustia de Jacob. Entonces todos los santos
clamaron en angustia de ánimo, y fueron libertados por la voz de Dios. Los ciento cuarenta y cuatro mil triunfaron. Sus rostros
quedaron iluminados por la gloria de Dios.

Entonces se me mostró una hueste que aullaba de agonía. Sobre sus vestiduras estaba escrito en grandes caracteres: “Pesado has sido
en balanza, y fuiste hallado falto.” Pregunté acerca de quiénes formaban esta hueste. El ángel dijo: “Estos son los que una vez
guardaron el sábado, y lo abandonaron.” Los oí clamar en alta voz: “Creímos en tu venida, y la proclamamos con energía.” Y
mientras hablaban, sus miradas caían sobre sus vestiduras y veían lo escrito, y entonces prorrumpían en llanto. Vi que habían bebido
de las aguas profundas, y hollado el residuo con los pies—pisoteado el sábado—y que por esto habían sido pesados en la balanza y
hallados faltos.

Entonces el ángel que me acompañaba me indicó de nuevo la ciudad, donde vi cuatro ángeles que volaban hacia la puerta. Estaban
justamente presentando al ángel de la puerta la tarjeta de oro, cuando vi otro ángel que, volando raudamente, venía de la dirección de
la excelente gloria, y gritaba en alta voz a los demás ángeles mientras tremolaba algo en su mano. Le pregunté a mi guía qué
significaba aquello, y me respondió que por entonces no podía ver más, pero que muy pronto me explicaría el significado de todas
aquellas cosas que veía.

El sábado por la tarde, enfermó uno de nuestros miembros, y solicitó oraciones para recobrar la salud. Todos nos unimos en súplica al
Médico que no yerra en caso alguno, y mientras el curativo poder bajaba a sanar al enfermo, el Espíritu descendió sobre mí y fuí
arrebatada en visión.
LEON DE JUDA
En el tiempo de prueba que nos espera, Dios pondrá garantía de seguridad sobre todos aquellos que hayan
guardado la palabra de su paciencia. Cristo dirá a sus fieles: “Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos,
cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira.” Isaías 26:20. El
León de Judá, tan temible para los que rechazan su gracia, será el Cordero de Dios para los obedientes y
fieles. La columna de nube que significa ira y terror para el transgresor de la ley de Dios, será luz,
misericordia y liberación para los que hayan guardado sus mandamientos. El fuerte brazo que hiera a los
rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Cada fiel será ciertamente recogido. “Y enviará sus ángeles
con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el
otro.”

Hermanos, vosotros a quienes han sido reveladas las verdades de la Palabra de Dios, ¿qué papel
desempeñaréis en las escenas finales de la historia de este mundo? ¿Comprendéis estas solemnes
realidades? ¿Os percatáis de la gran obra de preparación que se está realizando en el cielo y en la tierra?
Presten atención a las cosas que están escritas en las profecías todos los que han recibido la luz y que han
tenido oportunidad de leerlas y oírlas; “porque el tiempo está cerca.” Nadie juegue ahora con el pecado,
fuente de toda desgracia en nuestro mundo. Nadie permanezca ya en letargo y en el estupor de la
indiferencia, ni deje que el destino de su alma dependa de una incertidumbre. Aseguraos de que estáis
plenamente de parte del Señor. Preguntaos con corazones sinceros y labios temblorosos: “¿Quién podrá
subsistir?” En estas últimas preciosas horas del tiempo de gracia, ¿habéis estado colocando el mejor
material posible en el edificio de vuestro carácter? ¿Habéis estado purificando vuestras almas de toda
mancha? ¿Habéis seguido la luz? ¿Habéis hecho obras correspondientes a vuestra profesión de fe?
¿Obra en vosotros la gracia enternecedora y subyugadora de Dios? ¿Tenéis un corazón que pueda sentir,
ojos que puedan ver, oídos que puedan oír? ¿Habrá sido vano lo que la verdad eterna declara concerniente
a las naciones de la tierra? Se hallan bajo la condenación, preparándose para los juicios de Dios; y en este
día, cargado de resultados eternos, el pueblo escogido para ser el depositario de una verdad trascendental
debiera permanecer en Cristo. ¿Dejáis que vuestra luz brille para iluminar a las naciones que perecen en
sus pecados? ¿Comprendéis que estáis defendiendo los mandamientos de Dios delante de aquellos que los
pisotean? . 3JT 11.2-3JT 12.1
ESPIRITU SE RETIRA, CALAMIDADES
ENy lasRÁPIDA SUCESIÓN
El Espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas, las tempestades,
los incendios inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar
todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a
cualquier causa menos la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los
cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles
que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede describir.
A los que son indiferentes en este tiempo, Cristo dirige esta amonestación: “Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente,
te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:16. La figura empleada al decir que os vomitará de su boca, significa que no
puede ofrecer a Dios vuestras oraciones o vuestras expresiones de amor. No puede apoyar vuestras enseñanzas de su
Palabra ni vuestra obra espiritual. No puede presentar vuestros ejercicios religiosos con la petición de que se os conceda
gracia. Si pudiese descorrerse el telón, y pudieseis discernir los propósitos de Dios y los juicios que están por caer
sobre un mundo condenado, si pudieseis ver vuestra propia actitud, temeríais y temblaríais por vuestras propias almas y
por las almas de vuestros semejantes. Haríais ascender al cielo fervientes oraciones con corazón angustiado. Lloraríais
entre el pórtico y el altar, confesando vuestra ceguera espiritual y apostasía. . 3JT 14.4-3JT 15.2
La época en que vivimos es importante y solemne. El espíritu de Dios se está retirando gradual pero ciertamente de la
tierra. Ya están cayendo juicios y plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en tierra y mar,
la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos
de la mayor gravedad. Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios
están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos.—Joyas de los Testimonios 3:280.
Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está
retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta
frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones,
con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas
desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede
leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y
mujeres un sentido del peligro que corren.—La Historia de Profetas y Reyes, 207. . SC 66-SC 67.2A los que son
indiferentes en este tiempo, Cristo dirige esta amonestación: “Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de
mi boca”. Apocalipsis 3:16. La figura empleada al decir que os vomitará de su boca, significa que no puede ofrecer a
Dios vuestras oraciones o vuestras expresiones de amor. No puede apoyar vuestras enseñanzas de su Palabra ni vuestra
obra espiritual. No puede presentar vuestros ejercicios religiosos con la petición de que se os conceda gracia. . 6TPI
407.3-6TPI 408.1
SE JUNTAN A LOS ESCOGIDOS DE
Los justos vivos son mudados “en un momento, en un abrir de ojo.” A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos
LOS CUATRO VIENTOS
inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los ángeles
“juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.” Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus
madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría
suben juntos a la ciudad de Dios.
En cada lado del carro nebuloso hay alas, y debajo de ellas, ruedas vivientes; y mientras el carro asciende las ruedas gritan:
“¡Santo!” y las alas, al moverse, gritan: “¡Santo!” y el cortejo de los ángeles exclama: “¡Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el
Todopoderoso!” Y los redimidos exclaman: “¡Aleluya!” mientras el carro se adelanta hacia la nueva Jerusalén. . CI 104.1-CI
104.2

“Y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y grande gloria. Y enviará sus ángeles con grande
estruendo de trompeta, los cuales juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.” Mateo 24:30,
31.
El Salvador agregó: “De la higuera, pues, aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y hace brotar las hojas, sabéis
que el verano está cerca: así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que él está cerca, a las puertas.” Mateo.
CNS 162.7-CNS 163.2

En ese día, como en la destrucción de Jerusalén, será librado el pueblo de Dios (ver Isaías 4:3). Cristo vendrá la segunda vez para
reunir a sus fieles consigo. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán
lamentación cuando vean al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Enviará a sus ángeles con
gran voz de trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro’’ (S. Mateo 24:30,
31).
Guárdense los hombres de descuidar las palabras de Cristo. Así como advirtió a sus discípulos acerca de la destrucción de
Jerusalén para que huyeran de ella, así advierte al mundo acerca del día de la destrucción final. Todos los que quieran pueden huir
de la ira que vendrá. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes” (S. Lucas
21:25; ver también S. Mateo 24:29; S. Marcos 13:24-26; Apocalipsis 6:12-17). La advertencia del Señor es: “Velad, pues” (S.
Marcos 13:35). Los que escuchen la advertencia no serán dejados en tinieblas.
El mundo no está más dispuesto a creer el mensaje para este tiempo que lo que estaban los judíos para recibir la advertencia del
Salvador con relación a Jerusalén. Venga cuando viniere, el Día de Dios sobrevendrá en forma inadvertida para los impíos. Cuando
la vida continúe su curso invariable; cuando los hombres estén absortos en el placer, los negocios y el hacer dinero; cuando los
líderes religiosos estén magnificando los progresos del mundo y la gente esté adormecida en una falsa seguridad, entonces, así
como el ladrón entra a medianoche en una casa sin custodia, vendrá destrucción repentina sobre los descuidados impíos, “y no
escaparán” (1 Tesalonicenses 5:2-5). . GE 71.1-GE 71.3
SE JUNTAN A LOS ESCOGIDOS DE
LOS CUATRO VIENTOS
Peligro de resistir el llamado del evangelio - La destrucción de Jerusalén es
una solemne advertencia dirigida a todos los que resisten los clamores de la
misericordia divina. La profecía del Salvador concerniente a los juicios sobre
Jerusalén ha de tener otro cumplimiento. En la suerte corrida por la ciudad
escogida podemos ver la condenación de un mundo que ha rechazado la
misericordia de Dios y pisoteado su Ley. Negros son los registros de la
miseria humana que el mundo ha presenciado. Terribles han sido los
resultados de rechazar la autoridad del cielo. Pero una escena aún más
tenebrosa es lo que se presenta en las revelaciones del futuro. Cuando el
Espíritu restrictivo de Dios se haya retirado totalmente, para no frenar más los
arrebatos de las pasiones humanas y de la ira satánica, el mundo contemplará,
como nunca antes, los resultados del gobierno de Satanás.
En ese día, como en la destrucción de Jerusalén, será librado el pueblo de
Dios (ver Isaías 4:3). Cristo vendrá la segunda vez para reunir a sus fieles
consigo. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y todas
las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del Hombre venir
sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Enviará a sus ángeles con
gran voz de trompeta y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde
un extremo del cielo hasta el otro’’ (S. Mateo 24:30, 31).
TRABAJAR MIENTRAS LOS
VIENTOS SON RETENIDOS
Debemos, en forma especial, y con fe inquebrantable, pedir a Dios que dé ahora a su pueblo gracia y poder. No creemos
que haya llegado plenamente el tiempo en que han de restringirse nuestras libertades. El profeta vió “cuatro ángeles que
estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre
la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningún árbol.” Otro ángel, que ascendía desde el oriente, clamó a ellos diciendo: “No
hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.”
Apocalipsis 7:1, 3. Esto señala la obra que tenemos que hacer ahora. Una gran responsabilidad incumbe a los hombres y
mujeres que oran en todo el país, para que pidan a Dios que rechace la nube del mal, y nos conceda algunos años más de
gracia en que trabajar para el Maestro. Clamemos a Dios para que sus ángeles retengan los cuatro vientos hasta que los
misioneros sean enviados a todas partes del mundo y proclamen la amonestación contra los que desobedecen la ley de
Jehová. . 2JT 324.3

Mientras los ángeles retienen los cuatro vientos, debemos trabajar con toda nuestra capacidad. Debemos dar nuestro
mensaje sin dilación. Debemos dar al universo celestial y a los hombres de esta época degenerada evidencia de que
nuestra religión es una fe y un poder de los cuales Cristo es el autor, y su Palabra el oráculo divino. Hay almas humanas
en la balanza. Serán súbditos del reino de Dios o esclavos del despotismo de Satanás. Todos han de tener oportunidad de
aceptar la esperanza a ellos presentada en el Evangelio; y ¿cómo pueden oír sin que haya quien les predique? La familia
humana necesita una renovación moral, una preparación del carácter, a fin de poder subsistir en la presencia de Dios.
Hay almas a punto de perecer a causa de los errores teóricos prevalecientes destinados a contrarrestar el mensaje del
Evangelio. ¿Quiénes querrán consagrarse ahora plenamente a la obra de colaborar juntamente con Dios?
Mientras veis los peligros y la miseria del mundo por obra de Satanás, no agotéis en ociosas lamentaciones las energías
que Dios os ha dado, sino antes trabajad por vosotros mismos y los demás. Despertad y preocupaos por los que perecen.
Si no se los gana para Cristo, perderán una eternidad de bienaventuranza. Pensad en lo que les es posible ganar. El alma
que Dios creó y que Cristo redimió es de gran valor en virtud de las posibilidades que tiene, las ventajas espirituales que
le han sido concedidas, las capacidades que puede poseer si la Palabra de Dios la vivifica, y la inmortalidad que por el
Dador de la vida puede obtener si es obediente. Un alma es de más valor para el cielo que todo un mundo de
propiedades, casas, tierras y dinero. Debiéramos emplear nuestros recursos hasta lo sumo para la conversión de un alma.
Un alma ganada para Cristo reflejará en derredor suyo la luz del cielo, que, penetrando las tinieblas morales, salvará a
otras almas. . 2JT 374-2JT 375.1
Entonces avanzarán los poderes de la tierra para librar la última gran batalla. ¡Con cuánto cuidado debiéramos
aprovechar el poco tiempo de prueba que nos queda! ¡Con cuánta sinceridad debiéramos examinarnos a nosotros
mismos! ... Se necesita disciplina de espíritu y pureza de corazón y pensamiento. Son de más valor que los brillantes
talentos, el tacto o el conocimiento Una mente común, educada para obedecer un “así dice Jehová”, está mejor calificada
para hacer la obra de Dios que las de aquellos que tienen capacidad, pero no la emplean correctamente... Los hombres se
pueden enorgullecer de su conocimiento relativo a las cosas mundanas; pero si no tienen un conocimiento del verdadero
Dios, de Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida, son lamentablemente ignorantes y su conocimiento perecerá con ellos. El
conocimiento secular implica poder, pero el conocimiento de la Palabra, que tiene una influencia transformadora sobre la
mente humana, es imperecedero. Es conocimiento santificado. 37 . MSV76 61.5
TRABAJAD TRABAJAD
TRABAJAD
Las señales de los tiempos dan evidencia de que los juicios del cielo se están derramando, que el día del
Señor está cerca. Los diarios están llenos de indicaciones de un intenso conflicto que se ha de librar en el
futuro. Los robos desembozados son acontecimientos frecuentes. Las huelgas son comunes. Se cometen
robos y crímenes por todos lados. Seres humanos dominados por espíritus de demonios están quitando la
vida de hombres, mujeres y niños. Todas estas cosas testifican que la venida del Señor está cerca.
El subyugador Espíritu de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas, las
tempestades y los desastres producidos en mar y tierra se suceden unos a otros rápidamente. Las señales que
se acumulan a nuestro alrededor, que hablan de la cercanía de la venida del Hijo, de Dios, se atribuyen a
cualquier causa menos a la verdadera...
Ya está sobre nosotros el tiempo cuando habrá en el mundo tal pesar que no habrá bálsamo humano que lo
pueda aliviar. Aun antes que sobrevenga al mundo la última gran destrucción, los lisonjeros monumentos de
la grandeza del hombre se desplomarán en el polvo. Los juicios retributivos de Dios caerán sobre los que
perseveraron en el pecado a pesar de estar frente a una gran luz... Así como Sodoma pereció en las llamas de
la venganza divina, se convertirán en ceniza esas orgullosas estructuras. Vi barcos que costaron inmensas
sumas de dinero luchar con el poderoso océano, tratando de contrarrestar las airadas olas. Pero con todos sus
tesoros de oro y plata, y con todo su cargamento humano, se hundieron en la tumba líquida... Pero en medio
del tumulto y la excitación, en medio de la confusión que impera por doquier, hay una obra que cumplir para
Dios en el mundo.—The Signs of the Times, 9 de octubre de 1901. . MSV 180.4-MSV 181.2

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie
puede trabajar. Juan 9:4.
El tiempo del sellamiento es muy corto y pronto terminará. Ahora, mientras los cuatro ángeles están
reteniendo los cuatro vientos, es el momento en que debemos asegurar nuestra vocación y elección...
Se me señaló la época en que terminaría el mensaje del tercer ángel. El poder de Dios había asistido a sus
hijos, quienes después de cumplir su obra estaban preparados para sobrellevar la hora de prueba que les
aguardaba. Habían recibido la lluvia tardía o refrigerio de la presencia del Señor y se había reavivado el
viviente testimonio. Por todas partes había cundido la postrera gran amonestación, agitando y enfureciendo a
los moradores de la tierra que no habían querido recibir el mensaje.
Vi ángeles que iban y venían de uno a otro lado del cielo. Un ángel con tintero de escribano en la cintura
regresó de la tierra y comunicó a Jesús que había cumplido su encargo, quedando sellados y numerados los
santos. Vi entonces que Jesús, quien había estado oficiando ante el arca de los Diez Mandamientos, dejó caer
el incensario, y alzando las manos exclamó en alta voz: “Consumado es”...
Vi que muchos descuidaban la preparación necesaria, esperando que el tiempo del “refrigerio” y la “lluvia
tardía” los preparasen para sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia. ¡Oh! ¡y a cuántos vi sin
amparo en el tiempo de angustia! ...[Cuando Jesús salga del santuario] los santos y justos seguirán siendo
TRABAJAR MIENTRAS LOS
VIENTOS SON DETENIDOS
Mientras los ángeles retienen los cuatro vientos, debemos trabajar con toda nuestra capacidad. Debemos dar nuestro mensaje sin
dilación. Debemos dar al universo celestial y a los hombres de esta época degenerada evidencia de que nuestra religión es una fe
y un poder de los cuales Cristo es el autor, y su Palabra el oráculo divino. Hay almas humanas en la balanza. Serán súbditos del
reino de Dios o esclavos del despotismo de Satanás. Todos han de tener oportunidad de aceptar la esperanza a ellos presentada en
el Evangelio; y ¿cómo pueden oír sin que haya quien les predique? La familia humana necesita una renovación moral, una
preparación del carácter, a fin de poder subsistir en la presencia de Dios. Hay almas a punto de perecer a causa de los errores
teóricos prevalecientes destinados a contrarrestar el mensaje del Evangelio. ¿Quiénes querrán consagrarse ahora plenamente a la
obra de colaborar juntamente con Dios? 11 . CPI 119.3-CPI 120.1El regreso de Cristo a nuestro mundo no se demorará mucho.
Sea ésta la nota tónica de todo mensaje.
El profeta vio “a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que
no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol”. Otro ángel, subiendo desde el este, clamó a ellos
a gran voz, diciendo: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos
de nuestro Dios”. Esto señala el trabajo que ahora debemos hacer, a saber, clamar a Dios para que los ángeles detengan los cuatro
vientos hasta que sean enviados misioneros a todas partes del mundo, y hayan proclamado la advertencia contra los que
desobedecen la ley de Jehová.—The Review and Herald, 11 de diciembre de 1888. . EUD 109.1
Un mensaje de vida y muerte—Como pueblo nos encontramos en peligro de dar el mensaje del tercer ángel de una manera tan
indefinida que no impresione a la gente. Nuestro mensaje es un mensaje de vida y muerte, y debemos permitir que este mensaje
aparezca como es: el gran poder de Dios. Entonces el Señor lo hará eficaz. Hemos de presentarlo con toda su fuerza notable.—
Carta 209, 1899.
El mensaje no debe ser encubierto—Satanás ha ideado un estado de cosas por el cual la proclamación del mensaje del tercer ángel
será detenida. Debemos precavernos de sus planes y métodos. No debe suavizarse el tono de la verdad, no debe disimularse el
mensaje para este tiempo. El mensaje del tercer ángel debe ser fortalecido y confirmado. El capítulo dieciocho de Apocalipsis
revela la importancia de presentar la verdad no en términos mesurados, sino con valentía y poder. Ha habido demasiados rodeos
en la proclamación del mensaje del tercer ángel. El mensaje no ha sido dado tan clara y distintamente como debiera haber sido
proclamado.—Manuscrito 16, 1900. . Ev 170.7-Ev 171.2
El tiempo es muy breve, y todo lo que se ha de hacer, debe hacerse prestamente. Los ángeles están reteniendo los cuatro vientos,
y Satanás está aprovechándose de todo aquel que no está plenamente establecido en la verdad. Toda alma ha de ser probada. Todo
defecto del carácter, a menos que sea vencido por la ayuda del Espíritu de Dios, llegará a ser un seguro medio de destrucción.
Siento como nunca antes la necesidad de que nuestro pueblo sea vigorizado por el espíritu de la verdad; porque los designios de
Satanás entramparán a toda alma que no haya hecho de Dios su fortaleza. Hay mucho trabajo que hacer para el Señor; y si
hacemos lo que él nos ha asignado, él obrará con nuestros esfuerzos. . 2JT 217.3
LOS MALVADOS SE
ANTICIPAN AL DECRETO
Los cuatro vientos aún son retenidos hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Entonces los poderes de la tierra unirán sus fuerzas para la última gran batalla.
¡Cuán cuidadosamente debiéramos aprovechar el corto período de gracia que nos queda!—Comentario Bíblico Adventista 7:979.
Las mentes que se han abandonado al pensamiento inmoral necesitan cambiar... Los pensamientos se deben fijar en Dios. Ahora es el tiempo de esforzarnos fervientemente para
vencer las tendencias naturales del corazón carnal.—Testimonies for the Church 8:329.
Precisamente antes de que entráramos en él [el tiempo de angustia], todos recibimos el sello del Dios viviente. Entonces vi que los cuatro ángeles dejaron de retener los cuatro
vientos. Y vi hambre, pestilencia y espada, nación se levantó contra nación, y el mundo entero entró en confusión...
¿Qué es el sello del Dios viviente que se coloca en las frentes de los suyos? Es una marca que pueden leer los ángeles, pero no los ojos humanos, pues el ángel destructor debe
ver esa marca de redención. La mente inteligente ha visto la señal de la cruz del Calvario en los hijos y las hijas que el Señor ha adoptado. Queda eliminado el pecado de la
transgresión de la ley de Dios. Tienen puestos los vestidos de bodas, y son obedientes y fieles a todos los mandatos de Dios.—Comentario Bíblico Adventista 7:979, 980.
Nos hallamos en el tiempo del zarandeo, cuando todo lo que pueda ser sacudido lo será. El Señor no excusará a los que conocen la verdad si no obedecen sus mandamientos en
palabra y obra.—The Faith I Live By, 336. . MSV 250.5-MSV 251.4

Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las siete postreras plagas. Éstas
enfurecieron a los malvados contra los justos, pues los primeros pensaron que habíamos atraído los juicios de Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la Tierra, las plagas se
detendrían. Se promulgó un decreto para matar a los santos, lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento. Este fue el tiempo de angustia de Jacob. Entonces todos los
santos clamaron en angustia de ánimo y fueron libertados por la voz de Dios.—Primeros Escritos, 36, 37.
Antes de la crucifixión, el Salvador había predicho a sus discípulos que iba a ser muerto y que resucitaría del sepulcro... Pero los discípulos esperaban la liberación política del
yugo romano y no podían tolerar la idea de que Aquel en quien todas sus esperanzas estaban concentradas, fuese a sufrir una muerte ignominiosa... Así también las profecías
nos anuncian el porvenir con la misma claridad con que Cristo predijo su propia muerte a sus discípulos. Los acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia y la
preparación para el tiempo de angustia han sido presentados con claridad.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 652. . MSV 266.3-MSV 266.4

No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Apocalipsis 7:3.
Hay ángeles que rodean el mundo, rechazando las pretensiones de supremacía que presenta Satanás, por causa de la vasta multitud de sus adherentes. No oímos las voces, no
vemos con nuestra vista natural la labor de estos ángeles, pero sus manos están unidas alrededor del mundo, y con atenta vigilancia mantienen a raya a las huestes de Satanás,
hasta que se complete el sellamiento del pueblo de Dios.—Carta 79, 1900.
Juan ve los elementos de la naturaleza: terremotos, tempestades y lucha política, representados como siendo retenidos por cuatro ángeles. Estos vientos están bajo control hasta
que Dios ordena soltarlos. Ahí está la seguridad de la iglesia de Dios. Los ángeles de Dios son los que retienen los vientos de la Tierra, para que no soplen sobre la Tierra, ni
sobre el mar, ni sobre ningún árbol, hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes.—Testimonios para los Ministros, 444.
El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y
mujeres pensadores de todas las clases, tienen la atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor de nosotros. Observan las relaciones tirantes e inestables que
existen entre las naciones. Observan las presiones que se ejercen sobre todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se
encuentra en vísperas de una crisis estupenda.—La Historia de Profetas y Reyes, 394.
Los ángeles están hoy reteniendo los vientos de contienda, hasta que el mundo sea advertido acerca de su inminente destrucción; pero se está preparando una tormenta, que se
va a desencadenar sobre la Tierra, y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha que ninguna pluma la puede describir...—EE, 510.
El Señor nos ha concedido misericordiosamente un momento de tregua. Toda facultad que nos ha sido concedida por el cielo ha de ser empleada en hacer la obra que el Señor
nos asignó en favor de los que perecen en la ignorancia. El mensaje de amonestación debe resonar en todas partes del mundo... hay una gran obra que hacer, y esta tarea ha sido
encomendada a los que conocen la verdad para este tiempo.—The Review and Herald, 23 de noviembre de 1905. . MSV 274-MSV 275.1

la adorase. Apocalipsis 13:15.


Cuando Jesús salga del lugar santísimo, su Espíritu refrendador se retirará de los gobernantes y del pueblo. Estos quedarán bajo el dominio de los ángeles malos. Entonces, por
consejo y dirección de Satanás, se harán leyes tales que, a menos que el tiempo sea muy corto, no se salvará ninguna carne.—Joyas de los Testimonios 1:75.
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las siete postreras plagas. Estas
enfurecerían a los malvados contra los justos, pues los primeros pensarían que habríamos atraído los juicios de Dios sobre ellos, y que si pudieran raernos de la Tierra las plagas
se detendrían. Se promulgará un decreto para matar a los santos, lo cual los hará clamar día y noche por su libramiento. Ese será el tiempo de angustia de Jacob.—Primeros
Escritos, 36, 37.
Vi después que los hombres importantes de la Tierra consultaban entre sí, Satanás y sus ángeles estaban atareados en torno de ellos. Vi un edicto del que se repartieron
ejemplares por distintas partes de la Tierra, el cual ordenaba que si dentro de determinado plazo no renunciaban los santos a su fe peculiar y prescindían del sábado para
observar el primer día de la semana, quedaría la gente en libertad para matarlos.—Primeros Escritos, 282.
Por más que un decreto general haya fijado el tiempo en que los observadores de los mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos, en algunos casos, se anticiparán al
decreto y tratarán de quitarles la vida antes del tiempo fijado. Pero nadie puede atravesar el cordón de los poderosos guardianes colocados en torno de cada fiel. Algunos son
atacados al huir de las ciudades y villas. Pero las espadas levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja. Otros son defendidos por ángeles en forma de
guerreros... Con ternura y simpatía, los ángeles han presenciado la angustia de ellos y han escuchado sus oraciones. Aguardan la orden de su jefe para arrancarlos del peligro.
Pero tienen que esperar un poco más. El pueblo de Dios tiene que beber la copa y ser bautizado con el bautismo.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 689. . MSV
276.3-MSV 277.1
LA MEDIA NOCHE
Aparecieron muchas señales y maravillas como síntomas precursores del desastre y de la condenación. A la
media noche una luz extraña brillaba sobre el templo y el altar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían
como carros y hombres de guerra que se reunían para la batalla. Los sacerdotes que ministraban de noche en
el santuario eran aterrorizados por ruidos misteriosos; temblaba la tierra y se oían voces que gritaban:
“¡Salgamos de aquí!” La gran puerta del oriente, que por su enorme peso era difícil de cerrar entre veinte
hombres y que estaba asegurada con formidables barras de hierro afirmadas en el duro pavimento de piedras
de gran tamaño, se abrió a la media noche de una manera misteriosa (Milman, History of the Jews, libro 13).
Durante siete años un hombre recorrió continuamente las calles de Jerusalén anunciando las calamidades que
iban a caer sobre la ciudad. De día y de noche entonaba la frenética endecha: “Voz del oriente, voz del
occidente, voz de los cuatro vientos, voz contra Jerusalén y contra el templo, voz contra el esposo y la
esposa, voz contra todo el pueblo” (ibíd., libro 13).
Este extraño personaje fue encarcelado y azotado sin que exhalase una queja. A los insultos que le dirigían y
a las burlas que le hacían, no contestaba sino con estas palabras: “¡Ay de Jerusalén! ¡Ay, ay de sus
moradores!” y sus tristes presagios no dejaron de oírse sino cuando encontró la muerte en el sitio que él había
predicho.
Ni un solo cristiano pereció en la destrucción de Jerusalén. Cristo había prevenido a sus discípulos, y todos
los que creyeron sus palabras esperaron atentamente las señales prometidas. CS 28.3-CS 29.3

Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado,
porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté “inscrito para la vida”. Isaías 4:3 (VM). Nuestro Señor
Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez para llevarse a los suyos: “Entonces se mostrará la señal del
Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre
que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:30, 31.
Entonces los que no obedezcan al evangelio serán muertos con el aliento de su boca y destruidos con el
resplandor de su venida. 2 Tesalonicenses 2:8. Así como le sucedió antiguamente a Israel, los malvados se
destruirán a sí mismos, y perecerán víctimas de su iniquidad. Debido a su vida pecaminosa los hombres se
han apartado tanto del Señor y tanto ha degenerado su naturaleza con el mal, que la manifestación de la
gloria del Señor es para ellos un fuego consumidor. . CS 35.1
NO PASARA ESTA
GENERACIÓN
En Apocalipsis 17, un ángel explicó que las aguas representan “pueblos y naciones y
lenguas”. Apocalipsis 17:15. Los vientos simbolizan luchas. Los cuatro vientos del cielo
que combatían en la gran mar representan los terribles dramas de conquista y revolución
por los cuales los reinos alcanzaron el poder.. CS 435.1

El Salvador dió señales de su venida y aun más que eso, fijó el tiempo en que la primera de
estas señales iba a aparecer. “Y luego después de la aflicción de aquellos días, el sol se
obscurecerá, y la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de
los cielos serán conmovidas. Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el
cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que
vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran
voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta
el otro.” 2
Cristo declaró que al final de la gran persecución papal, el sol se obscurecería y la luna no
daría su luz. Luego las estrellas caerían del cielo. Y dice: “De la higuera aprended la
parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está
cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las
puertas.”
Cristo anuncia las señales de su venida. Declara que podemos saber cuándo está cerca, aun
a las puertas. Dice de aquellos que vean estas señales: “No pasará esta generación, que
todas estas cosas no acontezcan.” Estas señales han aparecido. Podemos saber con
seguridad que la venida del Señor está cercana. “El cielo y la tierra pasarán—dice,—mas
mis palabras no pasarán.” . DTG 584.3-DTG 585.3
SE LEVANTA NACIÓN CONTRA NACIÓN PERO AUN
NO HAY CONFLAGRACIÓN GENERAL

Precisamente antes de que entráramos en él [el tiempo de angustia], todos recibimos


el sello del Dios viviente. Entonces vi que los cuatro ángeles dejaron de retener los
cuatro vientos. Y vi hambre, pestilencia y espada, nación se levantó contra nación, y
el mundo entero entró en confusión.—Comentario Bíblico Adventista 7:979 (1846).

Vi ángeles que iban y venían de uno a otro lado del cielo. Un ángel con tintero de
escribano en la cintura regresó de la tierra y comunicó a Jesús que había cumplido
su encargo, quedando sellados y numerados los santos. Vi entonces que Jesús, quien
había estado oficiando ante el arca de los Diez Mandamientos, dejó caer el
incensario, y alzando las manos exclamó en alta voz: “Consumado es”.—Primeros
Escritos, 279 (1858).
Queda, por así decirlo, solamente un momento de tiempo. Pero aunque ya se
levanta nación contra nación, y reino contra reino, no hay todavía conflagración
general. Todavía los cuatro vientos son retenidos hasta que los siervos de Dios sean
sellados en sus frentes. Entonces las potencias de la tierra ordenarán sus fuerzas
para la última gran batalla.—Joyas de los Testimonios 2:369 (1900).
Un ángel que regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el mundo ha
sido sometido a la prueba final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos
divinos han recibido “el sello del Dios vivo”. Entonces Jesús dejará de interceder en
el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran voz dirá: “Hecho es”.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 671 (1911. EUD 194-EUD 195.2
LAS PLAGAS
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no
estuviesen hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Estas enfurecieron a los malvados
contra los justos, pues los primeros pensaron que habíamos atraído los
juicios de Dios sobre ellos, y que si podían raernos de la tierra las
plagas se detendrían. Se promulgó un decreto para matar a los santos,
lo cual los hizo clamar día y noche por su libramiento.—Primeros
Escritos, 36 (1851).
“Los ríos, y [...] fuentes de las aguas, [...] se convirtieron en sangre”.
Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente
vindicada. El ángel de Dios declara: “Justo eres tú, oh Señor, [...]
porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de
los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre;
pues lo merecen”. Apocalipsis 16:2-6. Al condenar a muerte al pueblo
de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la
hubiesen derramado con sus propias manos.—Seguridad y Paz en el
Conflicto de los Siglos, 686 (1911). . EUD 208-EUD 208.3
EL ANGEL DE LA
MISERICORDIA SE VA
Cuando el ángel de la misericordia pliegue sus alas y parta,
Satanás cometerá las acciones impías que por largo tiempo
ha deseado hacer. Tormenta y tempestad, guerra y
derramamiento de sangre: él se deleita en estas cosas, y así
reúne su cosecha. Y los hombres serán engañados por él en
forma tan completa, que declararán que estas calamidades
son el resultado de la profanación del primer día de la
semana. Desde los púlpitos de las iglesias populares se oirá
la declaración de que el mundo está siendo castigado
debido a que el domingo no es honrado como debiera
serlo.—The Review and Herald, 17 de septiembre de
1901. . EUD 218.1-EUD 218.
DECRETO DE MUERTE
Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no
estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces
caerían las siete postreras plagas. Estas enfurecieron a los
malvados contra los justos, pues los primeros pensaron que
habíamos atraído los juicios de Dios sobre ellos, y que si podían
raernos de la tierra, las plagas se detendrían.—Primeros Escritos,
36 (1851).

Se demandará con insistencia que no se tolere a los pocos que se


oponen a una institución de la iglesia y a una ley del Estado; pues
vale más que esos pocos sufran y no que naciones enteras sean
precipitadas a la confusión y anarquía. Este mismo argumento fue
presentado contra Cristo hace mil ochocientos años por los
“príncipes del pueblo” [...]. Este argumento parecerá concluyente.
—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 673 (1911). .
EUD 218-EUD 218.3
SE UNIRAN AL MUNDO
POR TEMOR
Se acerca el tiempo en que no podremos vender a ningún precio. Pronto se
promulgará el decreto que prohibirá a los hombres comprar o vender si no
tienen la marca de la bestia. Hace poco esto estuvo a punto de ocurrir en
California, pero fue sólo una amenaza de que soplarían los cuatro vientos.
Hasta el momento éstos son retenidos por los cuatro ángeles. No estamos
enteramente listos. Hay una obra que debe hacerse todavía, y entonces se
les ordenará a los ángeles que los suelten, para que los cuatro vientos
puedan soplar sobre la tierra.—Testimonies for the Church 5:152 (1882).
En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que sean
leales a Dios se verán privados de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a
violar su ley en obediencia a las potencias terrenales, se les prohibirá
comprar o vender.—El Deseado de Todas las Gentes, 97 (1898).
Satanás dice: “...Por temor a que les falten el alimento y el vestido, se
unirán al mundo en la transgresión de la ley de Dios. La tierra quedará
completamente bajo mi dominio”.—La Historia de Profetas y Reyes, 136-
137 (1914). . EUD92 152.2-EUD92 153.1
UN RESPIRO
Nuestra guerra es agresiva. Tremendos problemas están
delante de nosotros, sí, son inminentes. Asciendan
nuestras oraciones a Dios para que los cuatro ángeles
todavía sostengan los cuatro vientos, a fin de que no
soplen para perjudicar o destruir, hasta que la última
amonestación haya sido dada al mundo. Trabajemos
entonces en armonía con nuestras oraciones. Que nada
empequeñezca la fuerza de la verdad para este tiempo.
La verdad presente ha de ser nuestra preocupación. El
mensaje del tercer ángel debe hacer su obra de separar
de las iglesias a un pueblo que sostendrá los principios
de la verdad eterna.—Testimonies for the Church 6:61
(1900).
Un mensaje de vida y muerte—Como pueblo nos
encontramos en peligro de. Ev 170.6-Ev 171.1
ESPIRITISMO EL LAZO CON
ROMA Y ANTICRSITO
Satanás trata de mantener a la gente bajo su poder — Por medio de dos grandes errores -la inmortalidad del alma y la santidad del
domingo-, Satanás colocará a la gente bajo sus engaños. En tanto que el primer error coloca el fundamento del espiritismo, el
último crea un lazo de simpatía con Roma.
Por medio del espiritismo Satanás aparece como un benefactor de la humanidad, alguien que sana enfermedades y presenta un
nuevo sistema de fe religiosa, pero al mismo tiempo conduce a las multitudes a la ruina. La intemperancia destrona la razón; le
siguen la sensualidad, las disensiones y el derramamiento de sangre. La guerra excita las peores pasiones del alma y envía a la
eternidad a sus víctimas sumergidas en el vicio y la pasión. El gran enemigo tiene el plan de incitar a las naciones a la guerra,
porque de esta manera puede distraer a la gente de la preparación necesaria para estar en pie en el Día de Dios.
Satanás ha estudiado los secretos de la naturaleza, y él emplea todo su poder para controlar los elementos hasta donde Dios se lo
permite. Es Dios quien protege a sus criaturas del destructor. Pero el mundo cristiano ha manifestado desprecio por la Ley del
Altísimo, y el Señor hará lo que él ha declarado que hará: retirar su cuidado protector de los que se rebelan contra su Ley y
obligan a otros a hacer lo mismo. Satanás tiene el dominio de todos aquellos a quienes Dios no protege en forma especial. Él
favorecerá y prosperará a algunos, con el fin de hacer adelantar sus propios designios; y traerá aflicciones sobre otros, para
inducir a los hombres a creer que es Dios el que los aflige. Si bien aparecerá como un gran médico que puede sanar todas las
enfermedades, por otro lado Satanás acarreará enfermedad y desastres hasta que ciudades populosas sean reducidas a la ruina.
Mediante accidentes en mar y tierra, por medio de grandes guerras, usando tornados y tormentas de granizo, tempestades,
inundaciones, ciclones, mareas que inundan la tierra y mil otras formas, Satanás está ejerciendo su poder. Destruye la cosecha que
madura, y a esto le siguen el hambre y la aflicción. Arroja al aire un efluvio letal, y miles perecen.
Luego el gran engañador persuadirá a los hombres a culpar de todos estos males a aquellos cuya obediencia a los mandamientos
de Dios es una perpetua reprobación para los transgresores. Se declarará que los hombres ofenden a Dios al violar la observancia
del domingo, que este pecado trae calamidades y que ellas no cesarán hasta que la observancia del domingo sea impuesta
estrictamente. “Los que destruyen la reverencia del domingo están impidiendo la restauración del favor divino y la prosperidad”.
De este modo se repetirá la acusación hecha en la antigüedad contra el siervo de Dios: “Cuando Acab vio a Elias le dijo: ¿Eres tú
el que perturba a Israel?” (1 Reyes 18:17). Los que honran el sábado bíblico serán denunciados como enemigos de la ley y el
orden, quebrantadores de las restricciones morales de la sociedad, causantes de anarquía y corrupción, y provocadores del
derramamiento de los juicios de Dios sobre la Tierra. Serán acusados de desobediencia al gobierno. Predicadores que niegan la
obligación de cumplir la ley de Dios presentarán desde el púlpito el deber de obedecer a las autoridades civiles. Los que observan
los mandamientos serán condenados en los tribunales y en las cortes de justicia. Se dará una falsa interpretación a sus palabras; se
atribuirán las peores intenciones a sus motivos. Los dignatarios de la Iglesia y del Estado se unirán para persuadir o para obligar
a todos a honrar el domingo. Aun en la libre nación de Estados Unidos los gobernantes y legisladores cederán a la demanda
popular para dictar una ley que imponga la observancia del domingo. La libertad de conciencia, que ha costado un sacrificio tan
grande, no será ya respetada. En el conflicto inminente veremos ejemplificadas las palabras del profeta: “El dragón se llenó de ira
contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que guardan los mandamientos de
Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17).
ESPIRITISMO EL LAZO CON
Siervos de Dios, con sus rostros iluminados por su santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del cielo. Seguirán

ROMA Y ANTICRSITO
milagros, y los enfermos sanarán. Satanás también obrará con milagros mentirosos, aun haciendo descender fuego del cielo (ver Apocalipsis 13:13). Así los
habitantes de la Tierra serán preparados para hacer su decisión.
El mensaje avanzará no tanto mediante argumentos sino gracias a la profunda convicción obrada por el Espíritu de Dios. Los argumentos han sido
presentados, las publicaciones han ejercido su influencia; sin embargo, muchos se han visto impedidos de comprender en forma plena la verdad. Ahora ésta
aparece con toda su claridad. Los vínculos familiares, las relaciones con la iglesia, son impotentes para detener a los honestos hijos de Dios. A pesar de las
fuerzas combinadas contra la verdad, un gran número de personas tomará su lugar en las filas del Señor.
Los que honran la Ley de Dios serán considerados como la causa de la terrible lucha y el derramamiento de sangre que llenan la Tierra de desgracia. El poder
que acompaña a la última advertencia ha encolerizado a los malvados, y Satanás excitará el espíritu de odio y persecución contra todos los que han recibido el
mensaje.
Una fe que permanece - El tiempo de aflicción y angustia que está delante de nosotros requiere una fe que soporte el cansancio, la demora y el hambre, una fe
que no desfallezca por severa que sea la prueba. La victoria de Jacob es una evidencia del poder de la oración importuna. Todos los que se aferren a las
promesas de Dios, como lo hizo Jacob, tendrán el mismo éxito que él obtuvo. ¡Luchar con Dios!; ¡cuán pocos saben lo que esto significa! Cuando las olas de
la desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán pocos se aferran con fe a las promesas de Dios!
Pronto ocurrirán en los cielos, como una demostración del poder de los demonios obradores de milagros, sucesos terribles de carácter sobrenatural. Espíritus
de demonios “irán a los reyes de la tierra”, en todo el mundo, para instarlos a unirse con Satanás en su última batalla contra el gobierno del Cielo. Surgirán
personas que pretenderán ser Cristo mismo. Ellas realizarán milagros de sanamiento y profesarán tener revelaciones del Cielo que contradicen las Escrituras.
El acto culminante - Como acto culminante en el gran drama de en-gaño, Satanás mismo se hará pasar por Cristo. Por largo tiempo la iglesia ha esperado el
advenimiento del Salvador como la consumación de sus esperanzas. Ahora el gran engañador hará parecer como que Cristo ha venido. Satanás se manifestará
como un ser majestuoso de brillo deslumbrante, imitando la descripción del Hijo de Dios que hay en el Apocalipsis (ver Apocalipsis 1:13-15).
La gloria que lo rodea no es sobrepasada por cosa alguna que los ojos mortales hayan observado. Resuenan los clamores de triunfo: “¡Cristo ha venido!” La
gente se postra ante él. Y él levanta sus manos y los bendice. Su voz es suave, y a la vez llena de melodía. En tonos compasivos presenta algunas de las
verdades celestiales que pronunciara el Salvador. Sana a los enfermos y luego, en su presunto carácter de Cristo, asevera haber cambiado el reposo del sábado
al domingo. Declara que quienes observan el séptimo día están blasfemando su nombre. Este es el engaño más poderoso, casi su-premo. Multitudes prestan
oído a estos sortilegios y dicen: “Este es el gran poder de Dios” (Hechos 8:10).
El pueblo de Dios no resulta engañado - Pero el pueblo de Dios no resulta engañado. Las enseñanzas de este falso Cristo no están de acuerdo con las
Escrituras. Pronuncia su bendición sobre los adoradores de la bestia y de su imagen; es decir, precisamente sobre la clase de gente que, según declara la
Biblia, recibirá la ira de Dios sin mezcla de misericordia.
Además, a Satanás no se le permite falsificar la forma en que se producirá el advenimiento de Cristo. El Salvador ha advertido a su pueblo contra el engaño en
este punto. “Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los
escogidos... Así que, si os dicen: ‘Mirad, está en el desierto’, no salgáis; o ‘Mirad, está en los aposentos’, no lo creáis, porque igual que el relámpago sale del
oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (S. Mateo 24:24-27; ver también 25:31; Apocalipsis 1:7; 1
Tesalonicenses 4:16, 17). No existe posibilidad alguna de falsificar esta venida, pues será presenciada por el mundo entero.
Sólo los diligentes estudiosos de las Escrituras, quienes han recibido el amor de la verdad, se hallarán escudados contra el poderoso engaño que cautiva al
mundo. Por medio del testimonio de la Biblia, éstos descubrirán al engañador detrás de su disfraz. ¿Están los hijos de Dios hoy tan firmemente establecidos
en la Palabra que no cederán a las evidencias de sus propios sentidos? En una crisis semejante, ¿se aferrarán ellos a la Biblia, y a la Biblia solamente? . GE
70.4-GE 75.3
EL TIEMPO ES CORTO
El espíritu Santo descendió sobre nosotros. Fuí arrebatada en visión al lugar santísimo,
donde vi a Jesús intercediendo todavía por Israel. En la parte inferior de su ropaje,
llevaba una campanilla y una granada. Entonces vi que Jesús no dejaría el lugar
santísimo antes que estuviesen decididos todos los casos, ya para salvación, ya para
destrucción, y que la ira de Dios no podía manifestarse mientras Jesús no hubiese
concluído su obra en el lugar santísimo y dejado sus vestiduras sacerdotales, para
revestirse de ropaje de venganza. Entonces Jesús saldrá de entre el Padre y los
hombres, y Dios ya no callará, sino que derramará su ira sobre los que rechazaron su
verdad. Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios y el tiempo de juzgar a los
muertos, eran cosas separadas y distintas, que se seguían una a otra. También vi que
Miguel no se había levantado aún, y que el tiempo de angustia, cual no lo hubo nunca,
no había comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro
Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras
de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas. . PE 36.1

Amados hermanos y hermanas, dejemos que los mandamientos de Dios y el testimonio


de Jesús estén siempre presentes en nuestros pensamientos y que ahuyenten las
preocupaciones mundanales. Sean ellos nuestra meditación cuando nos acostamos y
cuando nos levantamos. Vivamos y actuemos teniendo plenamente en cuenta la venida
del Hijo del hombre. El tiempo del sellamiento es muy corto, y pronto terminará.
Ahora, mientras los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, es el momento
en que debemos asegurar nuestra vocación y elección. . PE 58.1-PE 58.2
LUZ
El profeta Zacarías representa la forma permanente en que el Espíritu Santo se comunica con la iglesia, por medio de una
figura que contiene una admirable lección de ánimo para nosotros. El profeta dice: “Volvió el ángel que hablaba conmigo, y
me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un
candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas
que están encima de él; y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda. Proseguí y hablé,
diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?... Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es
palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos... Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de
sí aceite como oro?... Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”.
De los dos olivos el aceite áureo fluía a través de los tubos de oro a los depósitos de los candelabros, y de allí a las lámparas de
oro que alumbraban el santuario. De la misma manera, por medio de los santos que están en la presencia de Dios, se imparte
su Espíritu a los seres humanos consagrados a su servicio. La misión de los dos ungidos consiste en impartir luz y poder al
pueblo de Dios. Están en la presencia de Dios para recibir bendiciones en favor de nosotros. Así como los olivos se vacían en
los tubos de oro, los mensajeros celestiales tratan de transmitir todo lo que reciben de Dios. La totalidad del tesoro celestial
aguarda que lo pidamos y recibamos, y a medida que nos llegue la bendición, debemos impartirla a nuestra vez. Así se
alimentan las santas lámparas, y la iglesia llega a ser portaluz para el mundo.
Esta es la obra que el Señor desea que cada alma preparada realice en este tiempo, cuando los cuatro ángeles están reteniendo
los cuatro vientos, para que no soplen hasta que los siervos de Dios sean sellados en la frente. No hay tiempo para la
complacencia propia. Hay que aparejar las lámparas del alma. Deben recibir el aceite de la gracia. Deben extremarse las
precauciones para impedir la decadencia espiritual, no sea que el gran día de Dios nos sorprenda como ladrón en la noche.
Cada testigo de Dios debe trabajar inteligentemente ahora en el tipo de actividad que el Señor le ha señalado. Cada día
debemos obtener una experiencia viva y profunda con respecto al perfeccionamiento del carácter cristiano. Cada día debemos
recibir el aceite santo, a fin de poder impartirlo a los demás. Todos pueden ser portaluces ante el mundo si lo desean. Debemos
esconder el yo en Jesús, de manera que no se vea. Debemos recibir la palabra del Señor en forma de consejos e instrucciones,
y comunicarla con gozo. Se necesita ahora mucha oración. Cristo ordena: “Orad sin cesar”; esto es, mantened la mente
dirigida a Dios, fuente de todo poder y eficiencia. . TM 509.2-TM 510.2
Le pregunté a mi ángel acompañante el significado de lo que oía y qué iban a hacer los cuatro ángeles. Me respondió que Dios
era quien refrenaba todas las potestades del mundo y que encargaba a sus ángeles de todo lo relativo a la tierra; que los cuatro
ángeles tenían poder de Dios para retener los cuatro vientos, y que estaban ya a punto de soltarlos, pero mientras aflojaban las
manos y cuando los cuatro vientos iban a soplar, los misericordiosos ojos de Jesús vieron al pueblo remanente todavía sin
sellar y alzando las manos hacia su Padre intercedió con él, recordándole que había derramado su sangre por ellos. En
consecuencia se le mandó a otro ángel que fuera velozmente a decir a los cuatro que retuvieran los vientos hasta que los
siervos de Dios fuesen sellados en la frente con el sello del Dios vivo. . 1TS 100.1-1TS 100.2
El Espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas, las tempestades, los incendios y las
inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor

"
nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa menos la verdadera. Los hombres
no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos
de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede
describir. 3JT 14.4

A los que son indiferentes en este tiempo, Cristo dirige esta amonestación: “Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca.” Apocalipsis 3:16. La figura empleada al decir que os vomitará de su boca, significa que no puede ofrecer a Dios vuestras oraciones o
vuestras expresiones de amor. No puede apoyar vuestras enseñanzas de su Palabra ni vuestra obra espiritual. No puede presentar vuestros
ejercicios religiosos con la petición de que se os conceda gracia. 3JT 15.1

*****

Si pudiese descorrerse el telón, y pudieseis discernir los propósitos de Dios y los juicios que están por caer sobre un mundo condenado, si
pudieseis ver vuestra propia actitud, temeríais y temblaríais por vuestras propias almas y por las almas de vuestros semejantes.
Haríais ascender al cielo fervientes oraciones con corazón angustiado. Lloraríais entre el pórtico y el altar, confesando vuestra ceguera
espiritual y apostasía.

Mientras los ángeles retienen los cuatro vientos, debemos trabajar con toda nuestra capacidad. Debemos dar nuestro mensaje sin dilación.
Debemos dar al universo celestial y a los hombres de esta época degenerada evidencia de que nuestra religión es una fe y un poder de los
cuales Cristo es el autor, y su Palabra el oráculo divino. Hay almas humanas en la balanza. Serán súbditos del reino de Dios o esclavos del
despotismo de Satanás. Todos han de tener oportunidad de aceptar la esperanza a ellos presentada en el Evangelio; y ¿cómo pueden oír sin que
haya quien les predique? La familia humana necesita una renovación moral, una preparación del carácter, a fin de poder subsistir en la
presencia de Dios. Hay almas a punto de perecer a causa de los errores teóricos prevalecientes destinados a contrarrestar el mensaje del
Evangelio. ¿Quiénes querrán consagrarse ahora plenamente a la obra de colaborar juntamente con Dios?11 CPI 120.1
Conclusion 4 vientos

Durante siete años un hombre recorrió continuamente las calles de Jerusalén anunciando las calamidades que iban a caer sobre la ciudad. De día y de noche entonaba la frenética
endecha: “Voz del oriente, voz del occidente, voz de los cuatro vientos, voz contra Jerusalén y contra el templo, voz contra el esposo y la esposa, voz contra todo el pueblo” (ibíd., libro
13).
Este extraño personaje fue encarcelado y azotado sin que exhalase una queja. A los insultos que le dirigían y a las burlas que le hacían, no contestaba sino con estas palabras: “¡Ay de Jerusalén!
¡Ay, ay de sus moradores!” y sus tristes presagios no dejaron de oírse sino cuando encontró la muerte en el sitio que él había predicho.
Ni un solo cristiano pereció en la destrucción de Jerusalén. Cristo había prevenido a sus discípulos, y todos los que creyeron sus palabras esperaron atentamente las señales prometidas.
“Cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos—había dicho Jesús—, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes; y los que en
medio de ella, váyanse”. Lucas 21:20, 21. Después que los soldados romanos, al mando del general Cestio Galo, hubieron rodeado la ciudad, abandonaron de pronto el sitio de una manera
inesperada y eso cuando todo parecía favorecer un asalto inmediato. Perdida ya la esperanza de poder resistir el ataque, los sitiados estaban a punto de rendirse, cuando el general romano retiró
sus fuerzas sin motivo aparente para ello. Empero la previsora misericordia de Dios había dispuesto los acontecimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada la señal a los cristianos que
aguardaban el cumplimiento de las palabras de Jesús, y en aquel momento se les ofrecía una oportunidad que debían aprovechar para huir, conforme a las indicaciones dadas por el Maestro. Los
sucesos se desarrollaron de modo tal que ni los judíos ni los romanos hubieran podido evitar la huida de los creyentes. Habiéndose retirado Cestio, los judíos hicieron una salida para perseguirle
y entre tanto que ambas fuerzas estaban así empeñadas, los cristianos pudieron salir de la ciudad, aprovechando la circunstancia de estar los alrededores totalmente despejados de enemigos que
hubieran podido cerrarles el paso. En la época del sitio, los judíos habían acudido numerosos a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos y así fue como los cristianos esparcidos por
todo el país pudieron escapar sin dificultad. Inmediatamente se encaminaron hacia un lugar seguro, la ciudad de Pella, en tierra de Perea, allende el Jordán.
Las fuerzas judaicas perseguían de cerca a Cestio y a su ejército y cayeron sobre la retaguardia con tal furia que amenazaban destruirla totalmente. Solo a duras penas pudieron las huestes
romanas completar su retirada. Los judíos no sufrieron más que pocas bajas, y con los despojos que obtuvieron volvieron en triunfo a Jerusalén. Pero este éxito aparente no les acarreó sino
perjuicios, pues despertó en ellos un espíritu de necia resistencia contra los romanos, que no tardó en traer males incalculables a la desdichada ciudad.
Espantosas fueron las calamidades que sufrió Jerusalén cuando el sitio se reanudó bajo el mando de Tito. La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuando millones de judíos se hallaban reunidos dentro de sus muros. Los depósitos de provisiones que, de
haber sido conservados, hubieran podido abastecer a toda la población por varios años, habían sido destruidos a consecuencia de la rivalidad y de las represalias de las facciones en lucha, y pronto los vecinos de Jerusalén empezaron a sucumbir a los horrores del
hambre. Una medida de trigo se vendía por un talento. Tan atroz era el hambre, que los hombres roían el cuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus escudos. Muchos salían durante la noche para recoger las plantas silvestres que crecían fuera de los
muros, a pesar de que muchos de ellos eran aprehendidos y muertos por crueles torturas, y a menudo los que lograban escapar eran despojados de aquello que habían conseguido aun con riesgo de la vida. Los que estaban en el poder imponían los castigos más
infamantes para obligar a los necesitados a entregar los últimos restos de provisiones que guardaban escondidos; y tamañas atrocidades eran perpetradas muchas veces por gente bien alimentada que solo deseaba almacenar provisiones para más tarde.
Millares murieron a consecuencia del hambre y la pestilencia. Los afectos naturales parecían haber desaparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los alimentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comida que se llevaban a la boca, y la pregunta del
profeta: “¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante?” recibió respuesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad, tal como la diera la Santa Escritura: “Las misericordiosas manos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! ¡Estos les sirven de comida
en el quebranto de la hija de mi pueblo!” Isaías 49:15; Lamentaciones 4:10 (VM).
Una vez más se cumplía la profecía pronunciada catorce siglos antes, y que dice: “La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y
para con su hijo y su hija, así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te estrecharán tus enemigos dentro de tus
ciudades”. Deuteronomio 28:56, 57 (VM).
Los jefes romanos procuraron aterrorizar a los judíos para que se rindiesen. A los que eran apresados resistiendo, los azotaban, los atormentaban y los crucificaban frente a los muros de la ciudad. Centenares de ellos eran así ejecutados cada día, y el horrendo
proceder continuó hasta que a lo largo del valle de Josafat y en el Calvario se erigieron tantas cruces que apenas dejaban espacio para pasar entre ellas. Así fue castigada aquella temeraria imprecación que lanzara el pueblo en el tribunal de Pilato, al exclamar:
“¡Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!” Mateo 27:25 (VM).
De buen grado hubiera Tito hecho cesar tan terribles escenas y ahorrado a Jerusalén la plena medida de su condenación. Le horrorizaba ver los montones de cadáveres en los valles. Como obsesionado, miraba desde lo alto del Monte de los Olivos el magnífico
templo y dio la orden de que no se tocara una sola de sus piedras. Antes de hacer la tentativa de apoderarse de esa fortaleza, dirigió un fervoroso llamamiento a los jefes judíos para que no le obligasen a profanar con sangre el lugar sagrado. Si querían salir a pelear
en cualquier otro sitio, ningún romano violaría la santidad del templo. Josefo mismo, en elocuentísimo discurso, les rogó que se entregasen, para salvarse a sí mismos, a su ciudad y su lugar de culto. Pero respondieron a sus palabras con maldiciones, y arrojaron
dardos a su último mediador humano mientras alegaba con ellos. Los judíos habían rechazado las súplicas del Hijo de Dios, y ahora cualquier otra instancia o amonestación no podía obtener otro resultado que inducirlos a resistir hasta el fin. Vanos fueron los
esfuerzos de Tito para salvar el templo. Uno mayor que él había declarado que no quedaría piedra sobre piedra que no fuese derribada.
La ciega obstinación de los jefes judíos y los odiosos crímenes perpetrados en el interior de la ciudad sitiada excitaron el horror y la indignación de los romanos, y finalmente Tito dispuso tomar el templo por asalto. Resolvió, sin embargo, que si era posible evitaría
su destrucción. Pero sus órdenes no fueron obedecidas. A la noche, cuando se había retirado a su tienda para descansar, los judíos hicieron una salida desde el templo y atacaron a los soldados que estaban afuera. Durante la lucha, un soldado romano arrojó al pórtico
por una abertura un leño encendido, e inmediatamente ardieron los aposentos enmaderados de cedro que rodeaban el edificio santo. Tito acudió apresuradamente, seguido por sus generales y legionarios, y ordenó a los soldados que apagasen las llamas. Sus palabras
no fueron escuchadas. Furiosos, los soldados arrojaban teas encendidas en las cámaras contiguas al templo y con sus espadas degollaron a gran número de los que habían buscado refugio allí. La sangre corría como agua por las gradas del templo. Miles y miles de
judíos perecieron. Por sobre el ruido de la batalla, se oían voces que gritaban: “¡Ichabod!”, la gloria se alejó.
“Tito vio que era imposible contener el furor de los soldados enardecidos por la lucha; y con sus oficiales se puso a contemplar el interior del sagrado edificio. Su esplendor los dejó maravillados, y como él notase que el fuego no había llegado aún al lugar santo,
hizo un postrer esfuerzo para salvarlo saliendo precipitadamente y exhortando con energía a los soldados para que se empeñasen en contener la propagación del incendio. El centurión Liberalis hizo cuanto pudo con su insignia de mando para conseguir la obediencia
de los soldados, pero ni siquiera el respeto al emperador bastaba ya para apaciguar la furia de la soldadesca contra los judíos y su ansia insaciable de saqueo. Todo lo que los soldados veían en torno suyo estaba revestido de oro y resplandecía a la luz siniestra de las
llamas, lo cual les inducía a suponer que habría en el santuario tesoros de incalculable valor. Un soldado romano, sin ser visto, arrojó una tea encendida entre los goznes de la puerta y en breves instantes todo el edificio era presa de las llamas. Los oficiales se vieron
obligados a retroceder ante el fuego y el humo que los cegaba, y el noble edificio quedó entregado a su fatal destino.
“Aquel espectáculo llenaba de espanto a los romanos; ¿qué sería para los judíos? Toda la cumbre del monte que dominaba la ciudad despedía fulgores como el cráter de un volcán en plena actividad. Los edificios iban cayendo a tierra uno tras otro, en medio de un
estrépito tremendo y desaparecían en el abismo ardiente. Las techumbres de cedro eran como sábanas de fuego, los dorados capiteles de las columnas relucían como espigas de luz rojiza y los torreones inflamados despedían espesas columnas de humo y lenguas de
fuego. Las colinas vecinas estaban iluminadas y dejaban ver grupos de gentes que se agolpaban por todas partes siguiendo con la vista, en medio de horrible inquietud, el avance de la obra destructora; los muros y las alturas de la ciudad estaban llenos de curiosos
que ansiosos contemplaban la escena, algunos con rostros pálidos por hallarse presa de la más atroz desesperación, otros encendidos por la ira al ver su impotencia para vengarse. El tumulto de las legiones romanas que desbandadas corrían de acá para allá, y los
agudos lamentos de los infelices judíos que morían entre las llamas, se mezclaban con el chisporroteo del incendio y con el estrépito de los derrumbes. En los montes repercutían los gritos de espanto y los ayes de la gente que se hallaba en las alturas; a lo largo de
los muros se oían gritos y gemidos y aun los que morían de hambre hacían un supremo esfuerzo para lanzar un lamento de angustia y desesperación.
“Dentro de los muros la carnicería era aún más horrorosa que el cuadro que se contemplaba desde afuera; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, soldados y sacerdotes, los que peleaban y los que pedían misericordia, todos eran degollados en desordenada matanza.
Superó el número de los asesinados al de los asesinos. Para seguir matando, los legionarios tenían que pisar sobre montones de cadáveres” (Milman, History of the Jews, libro 16).
Destruido el templo, no tardó la ciudad entera en caer en poder de los romanos. Los caudillos judíos abandonaron las torres que consideraban inexpugnables y Tito las encontró vacías. Las contempló asombrado y declaró que Dios mismo las había entregado en sus
manos, pues ninguna máquina de guerra, por poderosa que fuera, hubiera logrado hacerle dueño de tan formidables baluartes. La ciudad y el templo fueron arrasados hasta sus cimientos. El solar sobre el cual se irguiera el santuario fue arado “como campo”.
Jeremías 26:18. En el sitio y en la mortandad que le siguió perecieron más de un millón de judíos; los que sobrevivieron fueron llevados cautivos, vendidos como esclavos, conducidos a Roma para enaltecer el triunfo del conquistador, arrojados a las fieras del circo
o desterrados y esparcidos por toda la tierra.
Los judíos habían forjado sus propias cadenas; habían colmado la copa de la venganza. En la destrucción absoluta de que fueron víctimas como nación y en todas las desgracias que les persiguieron en la dispersión, no hacían sino cosechar lo que habían sembrado
con sus propias manos. Dice el profeta: “¡Es tu destrucción, oh Israel, el que estés contra mí; [...] porque has caído por tu iniquidad!” Oseas 13:9; 14:1 (VM). Los padecimientos de los judíos son muchas veces representados como castigo que cayó sobre ellos por
decreto del Altísimo. Así es como el gran engañador procura ocultar su propia obra. Por la tenacidad con que rechazaron el amor y la misericordia de Dios, los judíos le hicieron retirar su protección, y Satanás pudo regirlos como quiso. Las horrorosas crueldades
perpetradas durante la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se ensaña Satanás sobre aquellos que ceden a su influencia.
No podemos saber cuánto debemos a Cristo por la paz y la protección de que disfrutamos. Es el poder restrictivo de Dios lo que impide que el hombre caiga completamente bajo el dominio de Satanás. Los desobedientes e ingratos deberían hallar un poderoso
motivo de agradecimiento a Dios en el hecho de que su misericordia y clemencia hayan coartado el poder maléfico del diablo. Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no
asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos. Todo rayo de luz
que se desprecia, toda admonición que se desoye y rechaza, toda pasión malsana que se abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas que darán infaliblemente su cosecha. Cuando se le resiste tenazmente, el Espíritu de Dios concluye por apartarse del
pecador, y este queda sin fuerza para dominar las malas pasiones de su alma y sin protección alguna contra la malicia y perfidia de Satanás. La destrucción de Jerusalén es una advertencia terrible y solemne para todos aquellos que menosprecian los dones de la
gracia divina y que resisten a las instancias de la misericordia divina. Nunca se dio un testimonio más decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán inevitable es el castigo que sobre sí atraen los culpables.
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la
condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor;
horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, “toda la armadura
del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre” (Isaías 9:5, VM), ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y
a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás.
Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté “inscrito para la vida”. Isaías 4:3 (VM). Nuestro Señor Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez
para llevarse a los suyos: “Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran
voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:30, 31. Entonces los que no obedezcan al evangelio serán muertos con el aliento de su boca y destruidos con el resplandor de su venida. 2 Tesalonicenses
2:8. Así como le sucedió antiguamente a Israel, los malvados se destruirán a sí mismos, y perecerán víctimas de su iniquidad. Debido a su vida pecaminosa los hombres se han apartado tanto del Señor y tanto ha degenerado su naturaleza con el mal, que la
manifestación de la gloria del Señor es para ellos un fuego consumidor.
Deben guardarse los hombres de no menospreciar el aviso de Cristo respecto a su segunda venida; porque como anunció a los discípulos la destrucción de Jerusalén y les dio una señal para cuando se acercara la ruina, así también previno al mundo del día de la
destrucción final y nos dio señales de la proximidad de esta para que todos los que quieran puedan huir de la ira que vendrá. Dijo Jesús: “Y habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y sobre la tierra angustia de naciones”. Lucas 21:25 (VM); Mateo
24:29; Apocalipsis 6:12-17. “Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas”. Mateo 24:33. “Velad pues” (Marcos 13:35), es la amonestación del Señor. Los que le presten atención no serán dejados en tinieblas ni sorprendidos por aquel día.
Pero los que no quieran velar serán sorprendidos, porque “el día del Señor vendrá así como ladrón de noche”. 1 Tesalonicenses 5:1-5.
El mundo no está hoy más dispuesto a creer el mensaje dado para este tiempo de lo que estaba en los días de los judíos para recibir el aviso del Salvador respecto a la ruina de Jerusalén. Venga cuando venga, el día de Dios caerá repentinamente sobre los impíos
desprevenidos. El día menos pensado, en medio del curso rutinario de la vida, absortos los hombres en los placeres de la vida, en los negocios, en la caza al dinero, cuando los guías religiosos ensalcen el progreso y la ilustración del mundo, y los moradores de la
tierra se dejen arrullar por una falsa seguridad, entonces, como ladrón que a media noche penetra en una morada sin custodia, así caerá la inesperada destrucción sobre los desprevenidos “y no escaparán”. Vers. 3. . CS 28.3-CS 36.1

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