Este documento describe tres momentos en la historia del pueblo huaorani: 1) mundos paralelos, cuando vivían libres e independientes antes del contacto; 2) mundos superpuestos, cuando otros actores llegaron e impusieron su dominio; y 3) sub-mundos, cuando fueron forzados a vivir bajo condiciones de exclusión e inequidad. También analiza cómo cuatro categorías de áreas que se superponen en la región Yasuní generan conflictos respecto a la integración del espacio y la explotación petrolera. Final
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Huaorani rrnn y anp CLASES DELA PROFESORA YRMA SALINAS DE LA UNASAM ECOLOGÍA 2015-1 TERCER CICLO FCSEC
1. Resumen
El presente estudio constata que el Yasuní es un espacio sometido a la
extraccción petrolera y en el cual coexisten categorías de áreas físico-espa-
ciales, jurídica y políticamente diferentes que se superponen, generando
niveles de conflictividad respecto a: la integración del espacio, explotación
petrolera, políticas empresariales de relacionamiento comunitario asumi-
das únicamente desde la lógica y racionalidad del capital extractivo y del
Estado. Se hace referencia a tres momentos que caracterizan la historia del
pueblo huaorani: el de los mundos paralelos en condición de libertad e
igualdad entre pueblos originarios de la selva y solamente diferentes por
sus especificidades culturales; el de los mundos superpuestos mayormen-
te visibles a partir de la presencia de actores que pueblan la Amazonía en
condiciones hegemónicas de dominación; y el de los sub-mundos, para
enfatizar las condiciones de exclusión e inequidad a las que ha sido forza-
do a vivir, por parte del Estado, empresas petroleras, explotadores de flora
y fauna. Se ubican elementos que pueden coadyuvar a la implementación
de la “política nacional de los pueblos en situación de aislamiento volun-
tario”, y que pasan por el fortalecimiento socio-organizativo del pueblo
huaorani, en cuanto sujeto cultural con las condiciones menos adversas
para la interrelación con los pueblos tagaeri y taromenani.
Palabras clave: proceso extractivo, Yasuní, territorio, indígenas, huao-
rani, derechos colectivos.
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Huaorani: mundos paralelos,
mundos superpuestos y submundos
Iván Narváez Q. *
* Profesor Investigador Asociado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Sede
Ecuador)/Programa de Estudios Socioambientales.
2. “Las nacionalidades y pueblos, a lo largo de la historia de la República,
han sido excluidos, ya sea como ciudadanos con derechos individuales o
como grupos sociales específicos; ello se ha visto reflejado en varios campos,
entre ellos la política de Estado […] La ausencia de equidad, entendida
como igualdad y unidad en la diversidad, es un problema estructural,
histórico e integral que se manifiesta en las tres condiciones
íntimamente relacionadas (de la realidad indígena): inequidad
económica, discriminación cultural y exclusión política.”
(CODENPE, 2004, en: Metz, 2006: 20)
Introducción
La defensa de los derechos fundamentales y colectivos, la protección del
territorio de los pueblos indígenas y de los recursos naturales están al
orden del día. Más aún, existen sistemas de carácter nacional e internacio-
nal de protección de derechos. Pero son dos los más relevantes y polémi-
cos: el de la autodeterminación de los pueblos indígenas erigido sobre la
base del territorio, los recursos naturales y los procesos identitarios como
valores esenciales inscritos dentro de un conjunto de acciones con un
enfoque explicito de derechos humanos; y el de la consulta previa e infor-
mada conforme al Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional
del Trabajo), directamente relacionada a la participación ciudadana con-
forme al Reglamento del artículo 28 de la Ley de gestión ambiental del
Ecuador, por ejemplo. En lo expuesto se constata que la dialéctica indíge-
na amazónica a más de jurídica y socio-ambiental, es fundamentalmente
política, considerando las relaciones de poder1
que establecen el Estado,
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Iván Narváez Q.
1 Al tratarse de un espacio en el que se da una superposición de categorías espaciales que coexisten
en condiciones de conflicto: territorios indígenas, áreas protegidas (parque nacional, reserva de
biosfera, zona intangible), bloques petroleros, la dimensión de que se trata es el medio ambiente,
y éste es asumido como un espacio de ejercicio de posiciones de poder, en tales condiciones: “El
poder es una relación: no se puede desarrollar más qua a partir del intercambio de los actores com-
prometidos en una determinada relación, pues en la medida en que toda relación entre dos partes
supone intercambio y adaptación entre ambas, el poder está inseparablemente ligado a la nego-
ciación: es una relación de intercambio por lo tanto de negociación” (Cf. Groizier y Friedberg,
citados en: Lapalma, 2001). Efectivamente, pero al darse entre actores políticos y económicos
hegemónicos y sujetos culturales en niveles de contacto diferenciado, sometidos a relaciones de
poder asimétricas, el resultado es que se profundizan las desigualdades e inequidades.
3. el capital transnacional y otros agentes endógenos respecto a los sujetos
culturales, dentro de condiciones de interrelación asimétricas incontrasta-
bles.
En lo que tiene relación a la Región Amazónica Ecuatoriana (RAE),
además de ser parte constitutiva de la cuenca continental, es poseedora de
una diversidad cultural conformada por 9 pueblos indígenas que repre-
sentan 1/3 de la población regional y además, de una reserva bio-genéti-
ca inconmensurable preservada a través del Sistema nacional de áreas pro-
tegidas (SNAP) conforme a la Constitución Política de la República (Art.
86, numeral 3), Ley forestal (Art. 67), Convenio sobre la diversidad bio-
lógica, etc. En su conjunto, la RAE ha sido sometida a procesos intensi-
vos y extensivos de extracción de recursos renovables y no renovables,
generadores de impactos socioambientales; en el peor de los casos, irrever-
sibles.
Y es precisamente en este escenario y bajo las circunstancias descritas,
que se trata de entender la problemática actual del Yasuní, en la RAE, a
partir de preguntas y respuestas relacionadas a la integración de este espa-
cio, a la explotación petrolera y políticas de relacionamiento comunitario
empresariales, a las estrategias de conservación y desarrollo asumidas por
la lógica y racionalidad del capital extractivo y del Estado, y también a las
estrategias indígenas adoptadas como instrumentos de resistencia, en
cuanto forma de ejercer su libertad.
La aproximación metodológica del tema es sencilla y se diferencian
sucintamente tres momentos históricos huaorani2
: antes del contacto
(mundos paralelos); a partir del contacto (mundos superpuestos); y el
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Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
2 Esta categorización es arbitraria y únicamente pretende ilustrar de forma sucinta tres momen-
tos históricos por los que pasan comunidades huaorani: mundos paralelos, refiere la condición
de libertad e igualdad entre pueblos originarios de la selva, solamente diferentes por sus especi-
ficidades culturales; mundos superpuestos, a partir de la presencia de los colonizadores y demás
actores que pueblan la Amazonía en condiciones hegemónicas de dominación; y los submundos,
para enfatizar respecto a las condiciones de exclusión, iniquidad, a las que han sido forzados a
vivir, por parte de la sociedad nacional, el Estado, empresas petroleras, madereros furtivos, entre
otros actores. Este proceso ha sido asumido por el pueblo huaorani sin resignación, y actual-
mente esgrime un discurso vindicativo lleno de contenido político, exigiendo la autodetermi-
nación, la territorialidad y la inclusión en la toma de decisiones trascendentes que afecten a su
pueblo y sociedad en general.
4. post contacto (sub-mundos). Para el desarrollo del tema, se parte de las
premisas enunciadas a continuación.
El Yasuní es un ecosistema emblemático sometido a cuatro categorías
de áreas físico-espaciales, jurídica y políticamente diferentes que se super-
ponen, generando niveles de conflictividad y hasta contradicciones anta-
gónicas en la gestión del espacio. A partir de ahí se configura una crisis
que está inserta en un contexto de anomia ambiental, caracterizada como
un estado-situación que obstruye la eficacia del sistema legal formal, pro-
piciando condiciones de inobservancia de la norma, regulaciones y polí-
ticas ambientales públicas contradictorias, debilitamiento institucional y
corrupción, en la cual el dispositivo anti-ético radica en hacer lo que está
prohibido, en función de sacar provecho de ello, antes de que otro se anticipe.
La “política nacional de los pueblos en situación de aislamiento volun-
tario” es un instrumento técnico-político, cuya implementación eficaz
necesariamente requiere del fortalecimiento socio-organizativo del pueblo
huaorani, en cuanto sujeto cultural con las condiciones menos adversas
para la interrelación con los pueblos del entorno.
Del análisis surgen – más que respuestas – preguntas referidas a la pro-
blemática socioambiental del Yasuní, desde la perspectiva de la racionali-
dad ambiental y de la acción normativa. Se concluye con proposiciones
que pueden ser insumo para el debate sobre las políticas socio-ambienta-
les por parte de la administración pública.
La Región Amazónica Ecuatoriana (RAE)
La RAE está circunscrita en un entorno ecológico complejo y alcanza una
extensión de 130.802 km2; tiene yacimientos hidrocarburíferos en canti-
dades comerciales, una reserva bio-genética inconmensurable y una diver-
sidad cultural importante. A partir de la explotación de yacimientos
hidrocarburíferos en 1972, cobra mayor importancia económico-política
y en un período relativamente corto se convierte en espacio estratégico
para la economía nacional. De esta región en 35 años se ha extraído cerca
de 3.700 millones de barriles de petróleo y tiene reservas probadas calcu-
ladas en 4.630 millones de barriles (Fontaine, 2007: 11). Además ha esta-
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Iván Narváez Q.
5. do sometida a intensos procesos de integración y el principal actor ha sido
el propio Estado. En consecuencia, el proceso colonizador encuentra su
punto de apoyo en una fuerza que a la vez dispone del poder político para
decidir y de los instrumentos técnico-administrativos para implementar-
lo. Así por ejemplo, las empresas petroleras transnacionales operan en
base a concesiones de bloques otorgados mediante licitación convocada
por el Comité Especial de Licitaciones. 17 contratos cubren un total de
3,4 millones de hectáreas (Narváez, 2006: 1).
El proceso de integración amazónica a la vida nacional ha generado
una complicada interacción entre los diversos actores que cumplen roles
específicos e inciden en diferente grado a nivel social, económico, políti-
co y ecológico. Sin embargo, el de mayor preocupación actual es el socio-
ambiental, en la medida en que tiene relación a los cambios suscitados al
interior de los pueblos indígenas por efectos de la extracción de recursos
naturales, colonización y ampliación de la frontera extractiva bajo los
parámetros de la expansión capitalista, cuyos impactos en los ambientes
físico, biótico y social han acelerado el deterioro regional, con énfasis en
la crisis de gobernanza ambiental poniendo en riesgo el orden establecido.
El estudio de los procesos integracionista y colonizador de la RAE evi-
dencia el rol del Estado en dichos procesos y fundamentalmente de las
políticas socioambientales aplicadas en función de sus fines estratégicos;
lo que equivale a decir que su protagonismo marca la direccionalidad de
las políticas ejecutadas por el propio Estado y demás agentes: empresaria-
les, misionales, institucionales, burocrático administrativos, militares, etc.
No obstante, el Estado ha delegado gran parte de su responsabilidad
social a las empresas petroleras sin considerar: la nula especialidad de las
empresas en este campo ni el sólo interés crematístico o geopolítico que
les anima, y menos tomando en cuenta la cosmovisión indígena en la for-
mulación e implementación de los proyectos que afecta a estos pueblos.
Conforme los relata Ziegler (2004: 4), la explotación petrolera a gran
escala en territorio huaorani se incrementa a partir de los años 1980, aun-
que todo el Oriente se ha sido dividido en bloques para la exoploración y
explotación petrolera a través de diferentes compañías.
En definitiva, la ausencia de un verdadero plan de desarrollo de la
Amazonía ha dado lugar a una mayor ingerencia de las empresas petrole-
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Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
6. ras, pero este hecho ha motivado a los pueblos indígenas a adoptar estra-
tegias adaptativas y otras tendentes a exigir que el Estado cumpla con su
fin último, mejorar la calidad de vida de sus asociados. Para el efecto, han
recibido el apoyo de grupos ambientalistas nacionales (Acción ecológica,
Amazonía por la vida, y otros); e internacionales como la Danish Ibis
Fundation, y ambientalistas como John Kane, Andy Drumm y Judith
Kimerling (Ziegler, 2004: 5).
Áreas protegidas en la RAE
El Ecuador tiene establecido desde 1976 un sistema de manejo del terri-
torio en función de la conservación, a través del SNAP, conforme a la
Constitución Política (Artículo 86 numeral 3) y la Ley forestal (Artículo
67). Desde las instancias oficiales los objetivos de conservación tienden a
garantizar la preservación de la diversidad biológica y la oferta de bienes
y servicios ambientales en el contexto del desarrollo y dinámicas regiona-
les, provinciales y municipales, además, mejorar la calidad de vida de la
población humana a través del mantenimiento de los procesos ecológicos,
y culturales asociados; además garantizar la oferta de bienes y servicios
ambientales que demanda la sociedad. La misión del SNAP es generar un
proceso de interacciones armónicas y efectivas entre actores sociales y la
naturaleza, consolidando el ordenamiento ambiental del territorio.
Conforme a la evolución de las políticas de conservación a nivel interna-
cional, el Ecuador asumió el proceso de construcción del SNAP, que se ha
ido perfeccionando en el tiempo aunque con magros resultados debido a
la deficitaria gestión institucional y debilitada masa crítica ambiental.
El parque nacional Yasuní (PNY) fue creado en 1979, con 679.730
ha. En 1990 se redefinieron sus límites mediante Acuerdo Ministerial No.
192, R.O. 408, y el 2 de abril del mismo año se dejó el bloque 16 fuera
del PNY, porque dicha área al siguiente día pasó a formar parte del terri-
torio huaorani. En 1989, la UNESCO declaró la Reserva de biosfera
Yasuní, con la misma delimitación que el parque. En 1992 fue modifica-
do a una extensión de 982.000 ha. mediante D.E. No. 552, R.O.
Suplemento 121 del 2 de febrero de 1999, se establece la Zona intangible
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Iván Narváez Q.
7. tagaeri - taromenani, en la zona sur del parque, esto significa que esta área
está vedada a perpetuidad para operaciones extractivas de recursos natu-
rales. En el 2007 se concluyó la delimitación de la zona intangible, con
aproximadamente 758.051 ha. y consta en el R. O. No. 1 del 16 de enero
del 2007, D. E. 2187.
En el PNY se extiende en las cuencas de los ríos Napo, Yasuní,
Cononaco, Nashiño, Tiputini y varios afluentes del río Curaray. Es uno
de los lugares con mayor diversidad de aves en el mundo y donde se han
registrado 567 especies: tiene 173 de mamíferos, 79 de murciélagos, 105
de anfibios y 83 especies de reptiles, documentadas; además alberga el 46
% de todas las especies de mamíferos del Ecuador. Posee 10 de primates,
y cabe tener en cuenta que siendo su área de sólo 9.082 km2, protege
cerca del 40 % de todas las especies de mamíferos de la cuenca amazóni-
ca que tiene un área de 6.683.926 km2. El PNY es el área con el número
más alto de herpetofauna en toda Sudamérica (Oilwatch, 2005: 7). A su
interior viven los pueblos indígenas quichuas, shuar y huaorani y los cla-
nes tagaeri y taromenani (Cf. Mapa 1).
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Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
Mapa 1
Límites actuales del parque nacional Yasuní
Fuente: Ecociencia (2005).
8. Impactos socioambientales del proceso extractivo petrolero en el Yasuní
De la crisis ecológica en el PNY aún no existen datos oficiales que cuan-
tifiquen en términos exactos los daños causados, únicamente la expe-
riencia negativa de lo que ha sucedido en el nororiente por la explota-
ción petrolera y colonización, hace presumir que las consecuencias de
los impactos serán iguales o peores, en base a los siguientes datos: en los
últimos 35 años las compañías han extraído aproximadamente 3.700
millones de barriles de petróleo de la RAE, casi sin ningún control
ambiental o de salud pública (Kimerling, 1993; Narváez, 2006; Misión
de verificación del parque nacional Yasuní, 2004) no se puede extrapo-
lar así los impactos que se observaron en un área y un período distinto
y al margen de reconocer que actualmente existe una normativa
ambiental rigurosa, instrumentos de evaluación ambiental, tecnología
apropiada para una extracción limpia, en la práctica la contaminación
sigue su rumbo inalterado y el proceso de devastación biofísica parece
irreversible y están presentes en las fases de sísmica, exploración, perfo-
ración, producción, almacenamiento, transporte, industrialización, dis-
tribución de derivados.
Huaorani (mundos paralelos)
El huaorani, al igual que otros pueblos amazónicos dispone de una forma
de organización social y de relacionamiento con la naturaleza sustentada
en principios básicos que establecen una visión del ser humano, no como
dueño, sino como parte integrante de aquella, a la que pertenece pero no
la domina. La supremacía de la comunidad sobre el individuo, la recipro-
cidad y la redistribución antes que la acumulación de bienes y recursos,
los valores éticos y espirituales en relación con el entorno natural le son
fundamentales. Su racionalidad económica no es de acumulación sino de
uso respetuoso de los recursos naturales en función de los intereses colec-
tivos. En consecuencia, la economía indígena se rige por principios de
reciprocidad y de igualdad para acceder a los recursos que requiera
(Franco, 2002; Ziegler, 2004. 9).
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Iván Narváez Q.
9. La historia del pueblo huaorani es aún poco explorada, por lo que su
origen étnico y familia lingüística continúan siendo materia de especula-
ción. Lo concreto tiene relación a estudios antropológicos realizados por
científicos sociales a partir de la segunda mitad del siglo XX, y particular-
mente por el Instituto lingüístico de verano (ILV). Toral y Crespo (1989)
reseñan que este pueblo en épocas remotas habría sufrido el empuje de las
migraciones internas que avanzaban desde el Brasil, motivadas por la
explosión demográfica de los tupi-guarani y de los arawak, razón por la
cual habría ascendido por los ríos hasta la ceja de selva.
Sin embargo, también de estas zonas posteriormente habría sido reple-
gado hacia lugares inter fluviales más bajos, ubicándose definitivamente
en un territorio comprendido entre los ríos Napo al norte y Curaray al
sur, al este la línea divisoria del meridiano 76º y al oeste la región del río
Arajuno – más específicamente entre el Tigüeno y Oglán al oeste del
Napo y al norte del Curaray – a partir de las estribaciones orientales de la
cordillera de los Andes.
Santos Ortiz (1984) argumenta que su entronque racial y lingüístico
con los guaraníes clásicos es muy improbable por razones de genética y
lingüística y que varios autores han llegado a pensar que estos huaorani
son actualmente pequeños grupos islas dentro de la gama de los pueblos
amazónicos. El huao está consignado como “sin clasificación”; aunque
para Steward y Faron y Swadesh puede agruparse según filos más com-
prensivos. El Ministerio de Educación (1975: iii) enfatizan que los descu-
brimientos realizados por investigadores del ILV no han dado ninguna
indicación a la dirección que el grupo huao podría tomar, con relación a
las siete familias linguísticas representadas en el Ecuador, y concluyen afir-
mando que este es un hecho de: “diferencias dialectales resultante de un
caso raro de aislamiento social” (Ministerio de Educación, 1975: ix, cita-
do en: Narváez, 1996).
Rival (1994: 258) sostiene que las descripciones hechas en los siglos
XVI, XVII y XVIII de los pueblos que habitan esa región son confusas y
nada fidedignas, y que un término no derogatorio para designar a los hua-
orani – pueblo cuya filiación lingüística no se ha determinado – era “aus-
hiri” y se suponía que este término era etnográficamente correcto, ya que
aparecía frecuentemente en los escritos misioneros sobre la región del
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Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
10. Napo-Curaray; concluye afirmando que los ‘aushiri’ no eran huaorani
sino záparo.
El nombre “huaorani”, castellanización del autóctono waodadi (fonéti-
camente [waoráni], “gente” es plural de la palabra wao “persona”, que se
escribe “huao” en la ortografía castellana (Peeke, 1979: 5).3
El concepto más
amplio de relación social está definido por el término “huaorani”, en opo-
sición a “cowode”. Dada la diversidad de fuentes respecto al origen huaora-
ni, únicamente referiremos a Rival (1992: 129), para quien el “sistema tra-
dicional huao”, se refiere a aproximadamente 100 años de su historia, 1850
porque los primeros datos confiables sobre ellos no van más allá de media-
dos del siglo XIX, y 1960, porque los aceptaron la presencia de los misio-
neros desde ese año en adelante, y entraron en la era del post-contacto.
Sostiene que los huaorani pertenecían a la categoría de indios salvajes
– cuyo epíteto generalizado es aucas 4
– no contactados hasta mediados del
siglo XIX, quienes en su feroz aislamiento, se recluían en el interior de la
selva. Sólo en la época del auge cauchero se encuentran datos específicos
sobre esta etnia, principalmente en informes de ataques e incursiones, o
de raptos de niños huaorani. Época de grandes movimientos demográfi-
cos en la región del Napo y del Curaray, en la que la apropiación de cau-
chales, creación de haciendas y destacamentos militares intensificó la
necesidad de mano de obra indígena e incentivó la migración hacia el este
de los indígenas quichuas de la montaña (Rival, 1994: 258). De lo
expuesto se deduce que:
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Iván Narváez Q.
3 Aunque al contrastarse con los animales o los seres sobrenaturales, cada ser humano es un wao,
la primera aplicación del término es a una persona indígena de la tribu huao, o sea un “auca”
(Peeke, 1979). “Auca” es un término derogatorio quichua para los bárbaros de la selva y que se
ha popularizado. Toda vez que los “aucas” creen que el suyo es el único mundo de verdad, ellos
se llaman a sí mismos “huaorani”, o gente. Cualquier otra persona es un “cowode” - Cuwudi -
un ser extraño de un mundo foráneo no aprehendido (Seilder-Baldinger y Broennimann, 1981).
Según Rival (1992: 129): “aucas” era el nombre común para los huaorani en los comienzos del
siglo, usado por misioneros y viajeros para referirse a todas las tribus rebeldes.
4 Durante el período de la dominación incásica, el Inca Tupac Yupanqui (1418 -1482) se supone que
intentó subyugar a los aucas, lo indios salvajes de la selva al otro lado de la Cordillera Oriental. Fue
en vano. Su campaña militar, sin embargo, promovió la extensión del idioma inca, el quichua, que
consecuentemente reemplazó los idiomas de algunas tribus de la Amazonía para siempre. De ahí
en adelante, la palabra auca, que significa “guerrero, salvaje, hostil” en quichua, fue utilizado por
los españoles como un término colectivo para todas la tribus no cristianizadas del Oriente. Este
hecho ha impedido la identificación de los grupos mencionados en las fuentes españolas con los
huaorani -aucas de hoy en día (Seilder-Baldinger, Broennimann, citados en: Narváez, 1996).
11. “[...] es debido a la violencia generada por las invasiones expansionistas en
su territorio que los huaorani fueron identificados, a la larga, como un
grupo cultural distinto y temido […]. Sin embargo, no fue sino en 1940
al comienzo de la exploración petrolera y en las áreas próximas a las
poblaciones de Shell Mera y Arajuno, que los huaorani monopolizaron la
atención de los misioneros. Hasta 1956 en realidad, nada se conocía sobre
su cultura o su sociedad”.
(Rival, 1994: 258).
Huaorani (mundos superpuestos)
Este pueblo tradicionalmente ha sido un pueblo igualitario. De acuerdo
a varios estudios antropológicos, la huaorani era la sociedad indígena con
menos división del trabajo dentro de las familias. A la cacería salían hom-
bre y mujer que convivían juntos y compartían las tareas de la casa, de la
chacra y de la crianza de los niños. Estos patrones culturales se modifica-
ron partir del contacto con la civilización occidental y por la incidencia
del proceso extractivo que alteró drásticamente la organización socio-cul-
tural. En consecuencia, la pacificación iniciada por el ILV y el proceso
petrolero marcan la consumación de los mundos superpuestos.
A partir de 1937 aproximadamente, con las primeras exploraciones de
la compañía Royal Dutch Shell para explotar hidrocarburos en Arajuno,
provincia de Pastaza – sitio enclavado en uno de los puntos estratégicos
del territorio huaorani – tienen lugar los primeros contactos violentos
(Narváez, 1996). En la década de los años 70, la ofensiva capitalista a tra-
vés de la industria petrolera los sitia por todos los frentes. En 1964, la
Texaco y Gulf reiniciaron las actividades abandonadas por la Shell y hacia
1971 las intensifican. En 1976, la Compagnie générale de géophysique
(CGG) establecida en Pañacocha a 150 km del Coca, río abajo, realizaba
trabajos de prospección en su territorio. A partir de entonces otras com-
pañías como la Esso Hispano Oil (bloque 8), Petrocanadá (bloque 9) y el
Consorcio Braspetrol-Aquitaine-Britoil (bloque 17), y debido a la seden-
tarización y pacificación de los grupos huaorani impuestas por el ILV, la
relación empresarial con la etnia ha sido más viable.
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Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
12. En 1986 se firma un contrato de prestación de servicios con la empre-
sa estadounidense Conoco para la exploración y explotación de petróleo
en el bloque 16. En 1991, el Ministerio de Energía y Minas autoriza la
transferencia de derechos y obligaciones de Conoco a Maxus.
En 1996, Maxus sale del país y queda la empresa argentina YPF como
operadora. A finales del año 1999 se conforma el consorcio argentino
español YPF-Repsol y es responsable legal de la operación del bloque 16.
Otra empresa petrolera que operó dentro del parque Yasuní fue la Vintage
que desde 1999 reemplazó a la compañía francesa Elf en el bloque 14 y
en el 2004 la empresa Encana se incorpora a la operación del bloque 17,
Perenco-OMV estuvo en B-21. En la octava ronda de licitaciones en
1996, se le concedió a la empresa Pérez Companc la operación del bloque
31 que se encuentra totalmente dentro del parque nacional Yasuní.
En el 2002 transfirió sus acciones a Petrobras (brasileña) en el gobier-
no de Gutiérrez se comprometió los últimos territorios huaorani entre-
gando concesiones a Petrobras y a EnCana (Canadiense) en el B-31
(Misión de verificación del parque nacional Yasuní: 2004: 21-22). Otra
empresa que operaba en el área de amortiguamiento del PNY fue la com-
pañía estadounidense Occidental que ingresó al país con la primera ronda
petrolera en 1982 y operó en el B-15 hasta el 2006, cuando fue declara-
da la caducidad del contrato por inobservancia del mismo y dicho bloque
se transfirió al Estado. Se constata que alrededor del 60 % del parque
nacional Yasuní está concesionado a empresas petroleras transnacionales.
Otro proyecto pendiente que involucra al parque nacional Yasuní abar-
ca los campos Ishpingo, Tambococha, Tiputini (ITT) ubicados al este del
área protegida. Según Petroecuador, empresa estatal que realizó la prospec-
ción de estos campos en 1992, se encontraron reservas de alrededor de
700 millones de barriles de un crudo pesado de entre 15° y 18° API. Al
2004, según el Instituto francés del petróleo, una vez interpretada la infor-
mación de la sísmica 3 D, las reservas probadas y probables del ITT alcan-
zaron los 920 millones de barriles de petróleo. Según el Ministerio de
Petróleos (El Comercio, del 19 de agosto del 2007, página 11) el potencial
del campo ITT podría llegar a 1.531 millones de barriles.
En consecuencia, se le superponen otros mundos: el de las misiones5
,
aquel del ILV, el de las transnacionales petroleras y el del Estado, pero
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Iván Narváez Q.
13. aunque su realidad social continuaba siendo crítica, la madurez socio-
política y organizacional huaorani empezaba a emerger. Este proceso
ascendente de relaciones permite observar la existencia de una asintonía
entre las acciones del ILV, misiones y la Compañía Maxus, y permiten
diferenciar la intensidad del nuevo modelo de intervención empresarial,
ya que para la transnacional petrolera el terreno no era virgen y ella extra-
pola su intervención con base en instrumentos administrativos-jurídicos,
políticos y una mayor disponibilidad de información que los anteriores
agentes. Actualmente se puede observar que debido al proceso de integra-
ción la estructura socio-económica huaorani ha sido objeto de profundas
transformaciones.
En todo caso, las empresas petroleras son estructuras de poder que gene-
ran relaciones de dominación y dependencia y debido a la intensificación
de dichas relaciones, “muchos” son los individuos huaorani que de indíge-
nas libres, han pasado a convertirse en trabajadores asalariados.6
Sin embar-
go, al margen del carácter de dominación inherente a toda empresa, hacia
1993, según Kimerling (1993: 116) les sirven para que les entreguen obse-
quios, aunque en un primer momento, eso no significa que los huaorani
269
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
5 Los misioneros, intencional o no-intencionalmente actúan como agentes del capitalismo, y el
Estado ecuatoriano con la adopción del paradigma del desarrollo regional, incluyendo educación
e infraestructura, inculca la ideología capitalista, logrando prácticas socio económicas caracterís-
ticas de las relaciones económicas capitalistas (Ziegler, 2004: 10). Por su parte Kimerling (1996:
180) enfatiza que las compañías petroleras extranjeras trabajando en el Ecuador, Texaco entre
otras, tiene una larga historia de colaboración con los misioneros evangélicos para pacificar tanto
a los huaorani como a los otros pueblos amazónicos. Existe una clara concordancia de intereses,
no sólo entre las compañías petroleras y los misioneros, sino entre estos dos grupos y el gobierno
ecuatoriano, que ha permitido y a veces ha participado en las actividades de pacificación, una acti-
tud consistente con su punto de vista general, según el cual, la Amazonía es una frontera que tiene
que ser conquistada y los pueblos indígenas deben ser asimilados a la cultura nacional dominante.
6 Efectivamente en la etapa anterior a la Maxus, tres compañías que operaban dentro de la reser-
va huao, habían modificado su forma habitual de planificar su trabajo, y sus equipos estaban casi
exclusivamente compuestos de trabajadores huaorani. Laura Rival ha estudiado los problemas
que salieron a la superficie cuando las compañías de petróleo comenzaron a trabajar en la reser-
va (Rival, 1992), aunque no es posible establecer en términos específicos cuántos huaorani han
trabajado para las empresas petroleras, durante cerca de tres décadas de explotación de hidrocar-
buros en la región; se puede informar que Maxus contrataba perentoriamente cada tres meses,
entre 30 y 40 individuos, para la ejecución de actividades como vigilancia, desbroce, guías. etc.
Actualmente, las empresas han incorporado a huaorani como trabajadores de planta en activi-
dades que ya no sólo son de vigilancia.
14. consintieron la exploración petrolera dentro de su territorio. Pues, un con-
sentimiento implica consultas previas, un entendimiento del desarrollo de
las actividades petroleras y de lo que éstas significan para su futuro. Como
miembros de sociedades igualitarias los huaorani exigen un reparto mutuo
de los bienes personales, no obstante, las empresas impusieron sus condi-
ciones y ello consuma la configuración de los mundos superpuestos.
En este contexto la Confederación de nacionalidades indígenas de la
Amazonía ecuatoriana (CONFENIAE), conociendo que tras las petrole-
ras viene la destrucción de los pueblos amazónicos, inició un proceso de
acercamiento al pueblo huaorani y promovió la adjudicación y legaliza-
ción de su territorio; posteriormente trató de organizar a la etnia bajo la
matriz adoptada por las demás pueblos indígenas amazónicos, y legal-
mente establecida por el Estado a través de la Ley de comunas; a fin de
que sus planteamientos reflejen una postura política orgánica que tras-
cienda lo meramente material. En efecto, hacia 1989, con su respaldo se
organizó la ONHAE, pero la nueva organización no cumplía el rol pro-
tagónico buscado (Narváez, 1999: 46).
Con la intervención de la empresa petrolera Maxus auspiciada por el
Estado, se impulsa y consolida orgánicamente la ONHAE. La empresa
decide una agenda de actividades y fija la realización de un Congreso,
financia todos los gastos y contrata avionetas para trasladar a los delega-
dos al punto de encuentro. Para entonces, ya existe un sobredimensiona-
do equipo de técnicos sociales al servicio del Departamento de relaciona-
miento comunitario de Maxus, con la suficiente confianza y amistad con
los principales líderes de las comunidades huaorani. En este sentido, la
ONHAE fue impulsada por la necesidad de la empresa petrolera, en fun-
ción de tener un interlocutor político, y tal como lo previó la transnacio-
nal le sirvió para aprobar el “Plan de relacionamiento comunitario” y para
su aprobación y suscripción se desplazó a la comunidad huaorani de
Kiwado el 13 de agosto de 1993, el Presidente de la República. Si tradi-
cionalmente los líderes comunitarios eran los ancianos y las decisiones las
tomaba la comunidad en su conjunto, en la nueva modalidad organizati-
va impuesta en la ONHAE participan jóvenes que hablan español y con
más propensión a las negociaciones dado su mayor entendimiento con
los/las relacionadores/as empresariales. En esa época las decisiones ya no
270
Iván Narváez Q.
15. fueron adoptadas conforme a la tradición.
Con el tiempo los huaorani se han dado cuenta que las empresas uti-
lizan las demandas de las comunidades como un dispositivo para fomen-
tar el clientelismo y mantener dividido al pueblo. Observan que los “nue-
vos líderes” son más cercanos a las empresas y que disponen de innovadas
estrategias para transar aspectos que han variado sustancialmente y que
tienen connotaciones diversas: económicas, sociales, políticas, etc., desde
una perspectiva más bien pragmática e inmediatista.
De lo expuesto se deduce que los huaorani han sido duramente golpe-
ados por el modelo extractivista, en el cual las empresas hasta se arrogan
funciones del Estado, como la de planificar el “desarrollo de la nacionali-
dad” desde la lógica y racionalidad empresarial hidrocarburífera. Además,
haciendo donaciones comunales e individuales en forma discriminatoria,
suscriben convenios de desarrollo local, salud o educación, sin criterios
integrales y menos respetando la cultura huao. Conforme los sustenta la
ONG ecologista Oilwatch:
“[…] estos proyectos se utilizan para convencer a las comunidades a
renunciar a sus derechos, por la expectativa de recibir donaciones. Pero
cuando las empresas incumplen, como sucede por regla general, las
empresas responsabilizan al Estado de cualquier problema. Esto provoca
un escenario de carencias, conflictos y de limitaciones que el Estado no
puede solucionar.”
(Oilwatch, 2005:37)
“En el proceso de superposición (petróleo-huaorani) es relevante destacar
y analizar el impacto de la construcción de carreteras por las petroleras.
En primer lugar, la Vía Aucas (115 km. desde la ciudad de Coca hasta el
río Tigüino), fue abierta por Texaco (USA) y el Gobierno ecuatoriano
hacia finales de los años 60 y desde su comienzo fue de tránsito libre, es
decir de responsabilidad del Estado. En segundo lugar, la Vía Maxus (100
km., abierta por Conoco (USA) y concluida por Maxus, ahora al cuida-
do de YPF -Repsol), parte de Pompeya en tierras kichwas, en la margen
derecha del Napo y se interna, durante su mayor extensión, en el parque
Yasuní. Está controlada por la propia petrolera que impide el acceso a
quienes no sean habitantes tradicionales kichwas o huaorani dentro de la
271
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
16. zona. Allí no han ocurrido invasiones, muertes, o atropellos; pero si tiene
un fuerte impacto desculturizador e impresiona el atrevimiento de la
petrolera al haber hecho de esta vía una ‘propiedad privada’”.
(Brackelaire, 2006: 37).
Superposición de “espacios” en el territorio indígena huaorani
El Estado ecuatoriano reconoció derechos ancestrales y otorgó títulos de
tierras al pueblo huaorani por primera vez en el gobierno de Roldós-
Hurtado en 1983, con la entrega de la reservación de Oglán o “protec-
torado”, en una extensión de 66.570 hectáreas, ubicadas al sureste de su
territorio tradicional. En abril de 1990, el gobierno de Rodrigo Borja
adjudicó 612.560 ha que no representaban sino la tercera parte de su
territorio tradicional. En la adjudicación consta un literal expresando:
“los adjudicatarios no podrán impedir o dificultar los trabajos de explo-
ración y/o explotación minera e hidrocarburífera que realice el
Gobierno nacional y/o personas naturales o jurídicas legalmente autori-
zadas”.
Sin embargo, dadas las condiciones de iniquidad e inequidad genera-
das por el proceso integracionista, y debido al funcionalismo del que es
objeto la economía amazónica, pretendiendo paliar o superar la crisis
socioeconómica de la que son víctimas, implementan estrategias de uso
del recurso como la siguiente (Cf. Figura 1).
Al margen del esfuerzo huaorani por consolidar su autodetermina-
ción, lo palpable es la superposición de dos mundos: el occidental
(empresario-estatal) hegemónico y neocolonialista; sobre el mundo indí-
gena, socio-culturalmente vulnerable, políticamente excluido y económi-
camente subordinado al asistencialismo empresarial petrolero, al merca-
do, al consumo, al submundo que también entraña la modernidad.
272
Iván Narváez Q.
17. Huaorani (sub mundos)
La etno-historia registra que el huaorani era un pueblo libre, itinerante y
guerrero eficaz, por lo que es imposible comprender la cultura huao sin el
referente de la guerra. De hecho, ésta es una expresión cultural enraizada
en su cosmovisión, una óptica que asume a la muerte no como el final de
la vida, sino como el medio para alcanzar una dimensión suprema, el
nanicabo “superior”, al cual sólo acceden quienes han muerto en guerra,
por causa de la lanza. En este sentido, la muerte en sí no es motivo de
temor, sino de cómo una persona muere y hacia donde va después
(Franco, 2002: 7).
No obstante, su aislamiento en la profundidad de la selva y el contac-
to fue violento y giró en torno a la extracción del caucho a finales del siglo
XIX e inicios del XX. Entonces, los caucheros sometieron infrahumana-
mente a miembros de este pueblo para integrarlos a la explotación de este
recurso como mano de obra esclavizada; así empezó su inserción a los sub-
mundos de la pobreza, marginación y dependencia.
A finales de la década de los años treinta, se reproduce la historia
dando lugar a nuevos contactos con las petroleras que hacían prospección
sísmica en las áreas que ahora se conocen como Shell, Mera y Arajuno.
273
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
Figura 1
Estrategias de desarrollo económico
Economía
indígena
Economía
de mercado
Fortalecer subsistencia
. tierras
. productividad
. tecnificación
Mecanismos
alternativos de
financiamiento
Desarrollo de nichos de mercado
. ecoturismo
. manejo patrimonio
. manejo áreas protegidas
. artesanía
. plantas medicinales
Discriminación
. mercados laborales
. mercados productivos
Empresas indígenas
. forestación, comercio, transporte
Educación, capacitación, etc.
Economía
intercultural
18. Posteriormente en 1956 con la muerte de los misioneros evangélicos en
Palm Beach – riveras del río Curaray – se marca el inicio del proceso de
occidentalización huaorani. A partir de entonces se consolida la relación
con el ILV en su afán evangelizador y civilizatorio de los “salvajes”, con
lingüistas de la Universidad de Oklahoma expertos en estudiar “culturas
primitivas”, con otras misiones religiosas y demás agentes aculturadores.
Se acelera su integración a la sociedad nacional, cuyas secuelas, por la
forma en que se dio dicho proceso, relegaron a los huaorani a condicio-
nes sociales denominadas de “último nivel” y éstas fueron elemento pro-
piciatorio para ser calificados como “salvajes”, “caníbales” e “inciviliza-
dos”, tanto por actores interesados en que eso suceda, como por sectores
indígenas amazónicos que mantenían diferencias culturales y disputaban
recursos de los mismos espacios a los que acudían aquellos.
En la década de los años 1970 alrededor de siete empresas petroleras
incursionaban en territorio huaorani, lo que se traduce no sólo en el mon-
taje de infraestructura técnica para la exploración y explotación hidrocar-
burífera, sino en la intensidad del contacto a partir de la construcción de
carreteras y de la apropiación de formas culturales ajenas como fuentes de
consumo (Franco, 2002: 4).
El itinerario del pueblo huaorani ha sido tortuoso y ha estado signado
por la violencia (no sólo por la de carácter cultural sino por aquella típi-
ca de la frontera extractiva en proceso de ampliación), por la ausencia del
Estado como ente garantizador de derechos y por la inexistencia misma
de un marco normativo que establezca las condiciones jurídico-políticas
básicas, dentro del cual debía desarrollarse el proceso extractivo, en fun-
ción de evitar la agresión y en el peor de los casos el etnocidio. Basta con
recordar que a la región amazónica se la asumía como “baldía” o tierra de
nadie, y esta fue la dimensión que marcó la transgresión de los derechos
humanos y políticos que habían de reconocerse a los pueblos ancestrales.
274
Iván Narváez Q.
19. Los años 1990: el inicio del fin (relacionamiento comunitario,
cooptación de dirigentes indígenas, manipulación empresarial)
La extrema fragilidad socio-organizacional huaorani lo hacía un pueblo
mayormente vulnerable al impacto de las acciones de agentes externos, de
las transnacionales que operaban en su territorio, en particular de
CONOCO desde 1986 y luego de Maxus hasta 1996, posteriormente
Repsol-YPF, interesadas en implementar un inusual “Plan de relaciona-
miento comunitario” que por su magnitud y particulares objetivos cons-
tituyó el primero de esa naturaleza en América Latina; el objetivo era apli-
carlo a todo el pueblo, a toda la nacionalidad. Para el efecto se estableció
la necesidad de elegir un interlocutor válido que garantice la relación
directa empresa transnacional - huaorani y la exclusión de cualquier otro
actor que pretenda representar a la etnia interfiriendo en la relación y
debilitando el control hegemónico empresarial sobre aquella. En conse-
cuencia, el paso inmediato fue direccionar el proceso socio-organizativo
huaorani conducido por Maxus, auspiciado por el Estado, y que signifi-
có la consolidación de la ONHAE, como organismo político formal que
legitimó el Plan comunitario y la presencia de la transnacional en el terri-
torio indígena, y que además sirvió para deslegitimar la posición de otros
actores excluidos de dicho proceso y que cuestionaban drásticamente las
operaciones petroleras en la RAE, precisamente por los impactos negati-
vos que generan y por la carencia de una política socio-ambiental que
incorporase la cosmovisión indígena, fundamentalmente holística7
, como
signo rector del proceso socio-cultural indígena y huaorani en particular.
La implementación del Plan, generó procesos acelerados de cambios
poniendo en riesgo la sobrevivencia del grupo, debido fundamentalmen-
275
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
7 Desde el punto de vista de Nitsch el concepto holístico u holismo: de la palabra griega: “holos”
(total, completo) se denomina hole, globalmente, en un discurso ecológico, representa la necesi-
dad de ver problemas en su contexto, abordar soluciones llevando en cuenta todas las consecuen-
cias, y no ignorar ningún detalle, porque puede ser que se muestre decisivo para los procesos
desencadenadores y, muchas veces, desconocidos. Pero un discurso holístico fácilmente lleva
insinuaciones analíticas y políticamente muy problemáticas, siempre y cuando la naturaleza, el
hombre y la sociedad humana sean interpretados como un conjunto “total”, hermético,
organicista y casi indisoluble. De esta forma se eliminan las diferencias que son fundamentales
para la filosofía moderna y generalmente para la vida y el discurso moderno, entre el ser y el
deber, entre el análisis, decisión ética y política.
20. te a que las acciones realizadas no tendían a satisfacer las reales necesida-
des socio-culturales huaorani, sino que eran instrumentos para viabilizar
los objetivos estratégicos empresariales: reforzando las estructuras de
dominación para la apropiación de recursos naturales, para la ejecución
de planes de bio-prospección, estableciendo instancias de mediación con-
troladas por las empresas en función de subordinar social, cultural, polí-
tica y económicamente a los huaorani y viabilizar sin obstáculos el proce-
so extractivo en el Yasuní, en el bloque 16 en particular, posteriormente
en otros bloques que el Estado iba adjudicando.
Esta concertación (transnacional-huaorani) implicó la captación del
poder indígena por parte del departamento de relacionamiento comuni-
tario de Maxus y que llegó a tener 45 especialistas entre antropólogos,
sociólogos, filósofos, abogados, y otros de menor especialización, que aco-
saron y cooptaron a no más de 15 huaorani que conformaban la directi-
va de la ONHAE y otros potenciales líderes ya identificados. Las estrate-
gias del relacionamiento se soportaban en mecanismos de cooptación del
pueblo huaorani y de su organización aún incipiente, lo que permitió un
control empresarial omnímodo que anuló la autonomía del pueblo indí-
gena, en la decisión sobre su propio destino. Finalmente pasó dicha deci-
sión a la empresa petrolera transnacional Maxus-YPF-Repsol, hasta la
actualidad.8
Así es como, con la anuencia del Estado, la modalidad de rela-
cionamiento comunitario establecido por el capital transnacional se insti-
tucionalizó y fue asumido por las demás empresas que operan en el
Yasuní.
El Plan de relacionamiento aludido preveía un gasto de 4 millones de
USD anuales (que no se llegó a dar), la incorporación de hombres huao-
rani a actividades petroleras, que no pasaron de actividades de guardianía
(ficticia), de guías de selva, y de persuasión a quienes se resistían a esa
política empresarial. Así es como se inició la conversión de guerreros hua-
276
8 El tipo de relaciones establecidas por Repsol con las comunidades huaorani que son de control,
vigilancia - dominación, implican una violación al derecho de este pueblo a la autodetermi-
nación; afectan a la cultura, valores y conocimientos que determinan su estilo de vida, y supo-
nen una ausencia de la protección de este derecho que debería ser ejercido por el Estado. Repsol
violenta la soberanía tanto del Estado como del pueblo huaorani (Misión de verificación del par-
que nacional Yasuní, 2004: 21-22).
Iván Narváez Q.
21. orani en asalariados petroleros. Es decir, la compra de la fuerza de traba-
jo huao por parte de las transnacionales, transforma la condición socio-
cultural de guerreros a servidores de los designios del capital, sin que ellos
hayan dispuesto de los elementos expeditos para decidir esa transición.
Con la adjudicación del bloque 31 ubicado en el PNY y territorio
huaorani a Pérez Companc, posteriormente a Petrobras, cuya licencia de
explotación fue otorgada por el depuesto presidente Lucio Gutiérrez en
agosto del 2004, se cierra la primera etapa del círculo extractivista en el
Yasuní. Este complejo proceso de interrelación asimétrica entre actores
hegemónicos (empresas-Estado) y subalternos (comunidades indígenas)
ha generado condiciones de dominación y dependencia con impactos
socio-ambientales y culturales negativos e irreversibles. De ahí se asume
que la lógica extractivista del capital transnacional es la puerta abierta que
lleva a los submundos que se crean en torno a la explotación irresponsa-
ble de recursos naturales renovables y no renovables: submundos degra-
dantes en los que imperan la delincuencia, la prostitución, el alcoholismo,
la mendicidad, la pobreza extrema, el tráfico ilegal de especies de flora y
fauna, la explotación clandestina del bosque primario, el comercio ilícito
de madera, la corrupción institucionalizada que emerge de la condición
anómica de la sociedad ecuatoriana y que a la vez refleja la crisis legal -
institucional producto de un ordenamiento jurídico contradictorio, ine-
ficaz, que hace que aquellas condiciones trituren a cualquier ser humano,
denigrándolo, alienándolo.
Todos estos elementos conforman y nutren los submundos a los que
no es fácil eludir, y además tejen las redes que enmarañan la posibilidad
de conductas antípodas a las que propicia la anomia. En este sentido, los
pueblos indígenas amazónicos son objeto de la metástasis anómica del
submundo, conforme lo enfatiza Brackelaire:
“[…] las petroleras para los huaorani han sido desde su contacto otro
“campo de caza” por los bienes que distribuyen, y han atraído a varios
grupos huaorani a sus orillas. Como testigo, Cabodevilla insiste en que la
convivencia cercana entre estos dos grupos humanos tan opuestos ha sido
terrible para los huaorani: aunque sin violencia física, no hubo encuentro,
(no puede haberlo) sino choque terrible; los huaorani se han corrompido
277
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
22. literalmente […] Los departamentos de relaciones comunitarias de las
petroleras sólo buscan la pacificación, es decir la domesticación […]”.
(Brackelaire, 2006:37).
Otro mundo, mundos diferentes, mundos diversos
Conforme lo sugiere Boaventura de Sousa Santos, sí es posible otro
mundo, pensando en un desarrollo que considere lo que él llama una eco-
logía de temporalidades, es decir, planteándose como objetivo estratégico:
“[…] crear una posibilidad, una racionalidad que trabaje con diferentes
tiempos y con distintas concepciones del tiempo, donde se puedan crear
condiciones para modelos de desarrollo contextualizados, y que pueden
ser formas de desarrollo alternativo o alternativas al desarrollo. Solamente
así los pueblos pueden formular sus propias opciones. Pero para ello hay
que crear espacios y para crear espacios son necesarias nuevas condiciones
de racionalidad, de tiempo, de saberes, e incluso de Estados […]. Estas
nuevas concepciones se hacen urgentes en la medida en que el modelo de
desarrollo occidental se transformó en un modelo de desarrollo global que
descalifica, por ser locales, todos los modelos o prácticas alternativas de
desarrollo”.
(de Sousa Santos, 2004: 102).
En esta perspectiva, la implementación de la política de los pueblos en
aislamiento voluntario, constituye una alternativa, y en función del aná-
lisis se puede partir de las siguientes preguntas: ¿cómo no excluir de este
proceso al pueblo huaorani reconociendo su naturaleza histórica en cuan-
to sujeto cultural dotado más que cualquier actor empresarial privado o
público, del conocimiento de sí mismo y de los “otros” pueblos en aisla-
miento voluntario?
Y lo que es tan importante: ¿es posible garantizar la ejecución de la
política de los clanes tagaeri y taromenani en situación de aislamiento
voluntario, sin pasar por dar respuesta a la situación que vive el pueblo
huaorani y el complejo entorno socio-ambiental y político del Yasuní,
tomado en cuenta dentro de la problemática de la Amazonía ecuatoriana?
278
Iván Narváez Q.
23. ¿es posible garantizar la ejecución de la política de los pueblos ocultos, sin
considerar la autodeterminación y potenciamiento socio-organizativo del
pueblo huaorani?
En este sentido, la condición de libertad que expresan los pueblos ocul-
tos y la de contacto que expresa el pueblo huaorani, ¿no vislumbran el
advenimiento de una síntesis que tiene relación a la nueva realidad concre-
ta que ha de surgir de la aplicación de un conocimiento-emancipación que
lo dispone únicamente el sujeto cultural indígena huaorani, antes que del
conocimiento-regulación de los actores exógenos como las empresas petro-
leras transnacionales, la institucionalidad internacional o el propio Estado?
A partir de las inferencias anteriores procede otra pregunta ¿es viable
el plan de los pueblos en aislamiento voluntario, con las reglas de juego
del poder impuestas, donde es visible la incompatibilidad de destinos his-
tóricos de los actores en disputa, y considerando que la interacción de los
dos poderes antagónicos (capital extractivo y Estado versus pueblos indí-
genas) en un espacio restringido y violento como el Yasuní, no puede
desarrollarse debido a la condición hegemónica del primero?
La política de los pueblos en situación de aislamiento voluntario está
condicionada por una resignificación del espacio amazónico y expresa la
necesidad de transformaciones estructurales tanto de la sociedad regional
y de la nacional, en función de un nuevo modelo de desarrollo que privi-
legie la racionalidad ambiental. En este sentido categorías filosófico-polí-
ticas como “otredad”, “alteridad” no pueden estar ausentes de la referen-
cia a los pueblos excluidos9
, a los pueblos ocultos, a fin de precisar como
dicha otredad ha sido asumida por quien expresa su reconocimiento, y
como este reconocimiento del alter implica un (re)conocimiento de sí
mismo. De aquí se desprende un objetivo más, y es el de fortalecer las
diferencias respecto al ejercicio de los derechos y las responsabilidades, a
partir de viabilizar la vigencia de los otros saberes y en consecuencia de las
otras prácticas jurídicas consuetudinarias ejercidas por los de “ahí”, para
los de “ahí” antes que hostilizarlas, como si se tratara de una estupidez o
279
Huaorani: mundos paralelos, mundos superpuestos y submundos
9 Teóricamente la exclusión social se refiere a la situación experimentada por las personas (pri-
vación económica y aislamiento social) y tiene relación también a un proceso social que aparece
como la fragmentación social, los dualismos (pocos ricos muy ricos y muchos pobres muy
pobres) y la ruptura de la cohesión social.
24. ignorarlas y considerarlas como no relevantes. En este reconocimiento de
la igualdad en la diferencia estriba la posibilidad del diálogo con los otros
saberes, como la única salida posible contra la violencia y la opresión cul-
tural, política y económica, ejercida contra los pueblos indígenas y los
huaorani, tagareri y taromenani en particular.
Existe un marco jurídico-institucional internacional y nacional que
garantiza los derechos colectivos a favor de los pueblos indígenas y de los
en aislamiento voluntario, como el derecho a mantener, desarrollar, forta-
lecer su identidad y tradiciones; a mantener la posesión ancestral de sus
tierras comunitarias; a conservar y desarrollar sus formas de convivencia y
organización social, a no ser desplazados de sus territorios como pueblos,
a disfrutar de la plena efectividad de los derechos económicos, sociales y
culturales y políticos. Pero conforme lo refiere Brackelaire (2006: 38)
infelizmente, no hay ninguna instancia que se encargue de hacer cumplir
el cuerpo legislativo existente.
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