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Índice
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Los terramaras se asentaban en el Valle del Po y su delta, en el norte de
la Península Itálica. Es en este territorio donde encontramos la Cultura
de Lagozza, perteneciente a los momentos finales del Neolítico,
dejando paso a la cultura de Remedillo (Eiroa, 2000:407-408). De ese
momento histórico se conocen numerosas necrópolis en las que los
individuos son enterrados mediante el ritual de inhumación (Eiroa, 2000:
407-408).
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Terramaras
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La cultura de los terramaras tiene una notable influencia de Campos de
Urnas, como por ejemplo el ritual de cremación (Blasco, 1993: 90-93),
aunque también se observa su influencia en la realización de útiles
metálicos (Bernardini, 1983: 376-380). Su hábitat se desarrolla en zonas
lacustres, próximas a ríos o pantanos, viviendo en palafitos en forma de
terrazas sobre las que se asientan las cabañas en las que desarrollan
sus vidas cotidianas.
Cronología
Aunque la mayoría de los autores coinciden en que la cultura
terramarícola apareció durante el Bronce Medio, difieren entre las
causas, afirmando Bernardini (1983:376-380) que se produce por la
eclosión del clima húmedo; mientras que otros como Bietti Sestieri
(1997: 775-767) afirman que se produjo por un aumento de población.
Por otro lado, respecto a la causas de la desaparición de dicha cultura,
Säflund y otros autores piensan que se produjo un cambio climático o
una catástrofe natural, pero no se ha encontrado evidencia
arqueológica alguna, de modo que se puede afirmar que la causa de su
desaparición tendría que ver con razones culturales o por una invasión
de pueblos foráneos (Harding y Coles, 1979: 167-170).
Espacio y territorio Terramara
La cultura de los Terramara se desarrolla en el norte de la Península
Itálica, en el Valle del Po y su delta, por lo que los asentamientos se
sitúan en zonas pantanosas y lacustres, en lo que conocemos como
palafitos. El escenario en el que se desarrolla la cultura comprende dos
áreas: Etruria y la llanura padana central y oriental, con la región
subalpínica (Bietti Sestieri, 1997: 757-767).
Asentamientos Terramara
Los terramara construyen sus asentamientos a las orillas de los ríos o
junto a pequeños lagos (Eiroa, 2000: 485-486). Así, al desarrollarse los
hábitats en zonas lacustres, para poder construir las casas, se crean
terrazas artificiales. Estas concentraciones de palafitos se disponen
creando aldeas de hasta tres hectáreas. En ocasiones, los
asentamientos están amurallados con una tapia de barro y un foso,
realizados para protegerse de los desbordamientos del Po (González,
Lull y Risch, 1992).
Prácticas funerarias Terramara
En torno a 1900 a. C., comienza a haber un hábitat palafítico, con
poblados con un área específica destinada a los enterramientos de
cremación, formados por grandes elevaciones, cuyo origen lo tenemos
que buscar en los Campos de Urnas, pues lo que nos encontramos al
excavar sus necrópolis son urnas cinerarias de terracota en las que se
depositan las cenizas (Bernardini, 1983: 176-180).
Otra posible influencia es la del mundo mediterráneo, ya que, si
aceptamos la relación con los grabados de Val Camonica, debemos
tener en cuenta la presencia de unos carros con ruedas usados con
fines funerarios. Podemos ver su origen de este hecho en el mundo
griego (Blasco, 1993: 40-41), aunque otros autores apuntan a un origen
danubiano y una supervivencia del sustrato autóctono (Bernardini,
1983: 176-180).
Área de actividad
Conocemos los intercambios comerciales que se producen entre los
yacimientos terramarícolas y el grupo subapenínico, centrados en
productos de bronce. Autores como Puglisi (1959) afirman que es muy
probable la existencia de asentamientos dedicados exclusivamente a su
producción.
Sin embargo, lo que quizá pueda llamarnos más la atención es que
tuvieran un utillaje agrícola tan básico (González, Lull y Risch, 1992),
basado en hoces, azadas de hueso y molinos, que sirven para el cultivo
de cereales y leguminosas. Es en estos productos en los que se basa la
alimentación de los grupos terramarícolas, que se complementa por
medio de la recolección de frutos silvestres y la caza.
Artefactos Terramara
Si por algo destaca la cultura de los Terramaras es por la elaboración de
objetos metálicos como adornos de bronce. Entre estos objetos
metálicos destacan la fíbulas de violín (Harding y coles, 1979), así como
los puñales, los peines de bronce, las dagas, las espadas o las hachas
(Bernardini, 1983).
Por otro lado, tenemos la cerámica decorada con decoraciones
concéntricas. Es una cerámica de superficie pulida o lisa, realizada con
pasta muy fina, carena y asas (Bernardini, 1983).
Por último, debemos destacar la industria realizada sobre hueso y
cuerno de animales, destacando que el 70% de los materiales están
realizados sobre cuerno de ciervo, aunque también es reseñable el uso
del hueso humano como materia prima (Provenzano, 1999).
Respecto a las técnicas utilizadas para la fabricación de estos
productos, podemos destacar que en este momento se utilizan unas
técnicas novedosas, pero siempre teniendo como base los
conocimientos adquiridos en el período anterior (Provenzano, 1999).
Val Camonica
Dicho arte fue estudiado por Annati, realizando una secuencia
cronológica a partir de armas y objetos que se representan en
grabados, con escenas de lucha que podrían tener un carácter ritual.
El Valle de la Val Camonica es un enorme conjunto de grabados
rupestres que se han realizado mediante la técnica del picado. Los
motivos que podemos encontrar son variados, perdurando la utilización
de algunos de ellos hasta la Edad Media.
Conclusiones
El desarrollo de esta cultura puede ser tratado desde el punto de
vista de los artefactos que realiza, con una evolución hacia tipos más
complejos (Provenzano, 1999).
La Cultura Terramarícola se desarrolla en un hábitat palafítico
amurallado (González; Lull; Risch, 1992).
Se desarrolla durante un amplio período de tiempo, desde el Bronce
Antiguo hasta la Edad del Hierro (Bernardini, 1983).
Las prácticas funerarias también nos indican una evolución en las
mentalidades, mostrando las posibles relaciones con otras zonas y
gentes (Bernardini, 1983).
Autor: Sara Gosálbez para revistadehistoria.es
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Bibliografía
Bernabó Brea, Mª A.; Cardarelli, A.; Cremaschi, M.: Le terramare: la più
antica civiltà padana. Museo Civico Archaeologico Etnologico. Modena,
1997.
Bernardini, E.: L’Italia preistorica: un viaggio nel tempo tra luoghi
suggestivi della nostra penisola alla riscoperta della straordinaria
aventura dell’uomo dalle origini più remote all’invenzione della scrittura.
New Compton. Roma, 1993.
Bietti Sestieri, A. M.: “Il territorio padano depo le terramare”, en Le
terramare: la più antica civiltà padana. Museo Civico Archaeologico
Etnologico. Modena, 1997.
Blasco, Mª C.: El bronce final. Editorial Síntesis. Madrid, 1993.
González, P.; Lull, V.; Risch, R.: Arqueología de Europa. 2250-1200 a. C.
Una introducción a la Edad del Bronce. Editorial Síntesis. Madrid, 1992.
Harding, A. F.; Coles, J. M.: The Bronze Ade in Europe: an introduction to
the Prehistory of Europe c. 2000-700 b. C. Matheuen & Co. Londres,
1979.
Juan Eiroa, J.: Nociones de prehistoria general. Editorial Ariel.
Barcelona, 2000.
Provenzano, N.: “Techniques et procédés de fabrication des industries
osseuses terramaricoles de l’Age du Bronze”, en Prehistoire d’os.
Recuiell d’etudes offert à H. Camps-Fabrer, pp. 277-292. Aix-en-
Provence, 1999.
Puglisi, S. M.: La civiltà appenninica: origine delle comunità pastorali in
Italia. Sansoni. Firenze, 1959.
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  • 5. Lull y Risch, 1992). Prácticas funerarias Terramara En torno a 1900 a. C., comienza a haber un hábitat palafítico, con poblados con un área específica destinada a los enterramientos de cremación, formados por grandes elevaciones, cuyo origen lo tenemos que buscar en los Campos de Urnas, pues lo que nos encontramos al excavar sus necrópolis son urnas cinerarias de terracota en las que se depositan las cenizas (Bernardini, 1983: 176-180). Otra posible influencia es la del mundo mediterráneo, ya que, si aceptamos la relación con los grabados de Val Camonica, debemos tener en cuenta la presencia de unos carros con ruedas usados con fines funerarios. Podemos ver su origen de este hecho en el mundo griego (Blasco, 1993: 40-41), aunque otros autores apuntan a un origen danubiano y una supervivencia del sustrato autóctono (Bernardini, 1983: 176-180). Área de actividad Conocemos los intercambios comerciales que se producen entre los yacimientos terramarícolas y el grupo subapenínico, centrados en productos de bronce. Autores como Puglisi (1959) afirman que es muy probable la existencia de asentamientos dedicados exclusivamente a su producción. Sin embargo, lo que quizá pueda llamarnos más la atención es que tuvieran un utillaje agrícola tan básico (González, Lull y Risch, 1992), basado en hoces, azadas de hueso y molinos, que sirven para el cultivo de cereales y leguminosas. Es en estos productos en los que se basa la alimentación de los grupos terramarícolas, que se complementa por medio de la recolección de frutos silvestres y la caza. Artefactos Terramara Si por algo destaca la cultura de los Terramaras es por la elaboración de objetos metálicos como adornos de bronce. Entre estos objetos metálicos destacan la fíbulas de violín (Harding y coles, 1979), así como los puñales, los peines de bronce, las dagas, las espadas o las hachas (Bernardini, 1983).
  • 6. Por otro lado, tenemos la cerámica decorada con decoraciones concéntricas. Es una cerámica de superficie pulida o lisa, realizada con pasta muy fina, carena y asas (Bernardini, 1983). Por último, debemos destacar la industria realizada sobre hueso y cuerno de animales, destacando que el 70% de los materiales están realizados sobre cuerno de ciervo, aunque también es reseñable el uso del hueso humano como materia prima (Provenzano, 1999). Respecto a las técnicas utilizadas para la fabricación de estos productos, podemos destacar que en este momento se utilizan unas técnicas novedosas, pero siempre teniendo como base los conocimientos adquiridos en el período anterior (Provenzano, 1999). Val Camonica Dicho arte fue estudiado por Annati, realizando una secuencia cronológica a partir de armas y objetos que se representan en grabados, con escenas de lucha que podrían tener un carácter ritual. El Valle de la Val Camonica es un enorme conjunto de grabados rupestres que se han realizado mediante la técnica del picado. Los motivos que podemos encontrar son variados, perdurando la utilización de algunos de ellos hasta la Edad Media. Conclusiones El desarrollo de esta cultura puede ser tratado desde el punto de vista de los artefactos que realiza, con una evolución hacia tipos más complejos (Provenzano, 1999). La Cultura Terramarícola se desarrolla en un hábitat palafítico amurallado (González; Lull; Risch, 1992). Se desarrolla durante un amplio período de tiempo, desde el Bronce Antiguo hasta la Edad del Hierro (Bernardini, 1983). Las prácticas funerarias también nos indican una evolución en las mentalidades, mostrando las posibles relaciones con otras zonas y gentes (Bernardini, 1983). Autor: Sara Gosálbez para revistadehistoria.es ¡Compra Revista de Historia y apoya la cultura!
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